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Y, desgraciadamente,
el dolor crece en el mundo a cada rato,
crece a treinta minutos por segundo, paso a paso,
y la naturaleza del dolor, es el dolor dos veces
y la condición del martirio, carnívora, voraz,
es el dolor dos veces
y la función de la yerba purísima, el dolor
dos veces
y el bien de ser, dolernos doblemente.
Jamás, hombres humanos,
hubo tanto dolor en el pecho, en la solapa, en la cartera,
en el vaso, en la carnicería, en la aritmética!
Jamás tanto cariño doloroso,
jamás tanta cerca arremetió lo lejos,
jamás el fuego nunca
jugó mejor su rol de frío muerto!
Jamás, señor ministro de salud, fue la salud
más mortal
y la migraña extrajo tanta frente de la frente!
Y el mueble tuvo en su cajón, dolor,
el corazón, en su cajón, dolor,
la lagartija, en su cajón, dolor.
Crece la desdicha, hermanos hombres,
más pronto que la máquina, a diez máquinas, y crece
con la res de Rosseau, con nuestras barbas;
crece el mal por razones que ignoramos
y es una inundación con propios líquidos,
con propio barro y propia nube sólida!
Invierte el sufrimiento posiciones, da función
en que el humor acuoso es vertical
al pavimento,
el ojo es visto y esta oreja oída,
y esta oreja da nueve campanadas a la hora
del rayo, y nueve carcajadas
a la hora del trigo, y nueve sones hembras
a la hora del llanto, y nueve cánticos
a la hora del hambre y nueve truenos
y nueve látigos, menos un grito.
El dolor nos agarra, hermanos hombres,
por detrás, de perfil,
y nos aloca en los cinemas,
nos clava en los gramófonos,
nos desclava en los lechos, cae perpendicularmente
a nuestros boletos, a nuestras cartas;
y es muy grave sufrir, puede uno orar...
Pues de resultas
del dolor, hay algunos
que nacen, otros crecen, otros mueren,
y otros que nacen y no mueren, otros
que sin haber nacido, mueren, y otros
que no nacen ni mueren (son los más).
Y también de resultas
del sufrimiento, estoy triste
hasta la cabeza, y más triste hasta el tobillo,
de ver al pan, crucificado, al nabo,
ensangrentado,
llorando, a la cebolla,
al cereal, en general, harina,
a la sal, hecha polvo, al agua, huyendo,
al vino, un ecce-****,
tan pálida a la nieve, al sol tan ardido¹!
¡Cómo, hermanos humanos,
no deciros que ya no puedo y
ya no puedo con tanto cajón,
tanto minuto, tanta
lagartija y tanta
inversión, tanto lejos y tanta sed de sed!
Señor Ministro de Salud: ¿qué hacer?
¡Ah! desgraciadamente, hombre humanos,
hay, hermanos, muchísimo que hacer.
¿Por qué volvéis a la memoria mía,
Tristes recuerdos del placer perdido,
A aumentar la ansiedad y la agonía
De este desierto corazón herido?
¡Ay! que de aquellas horas de alegría
Le quedó al corazón sólo un gemido,
Y el llanto que al dolor los ojos niegan
Lágrimas son de hiel que el alma anegan.

¿Dónde volaron ¡ay! aquellas horas
De juventud, de amor y de ventura,
Regaladas de músicas sonoras,
Adornadas de luz y de hermosura?
Imágenes de oro bullidoras.
Sus alas de carmín y nieve pura,
Al sol de mi esperanza desplegando,
Pasaban ¡ay! a mi alredor cantando.

Gorjeaban los dulces ruiseñores,
El sol iluminaba mi alegría,
El aura susurraba entre las flores,
El bosque mansamente respondía,
Las fuentes murmuraban sus amores...
ilusiones que llora el alma mía!
¡Oh, cuán suave resonó en mi oído
El bullicio del mundo y su ruido!

Mi vida entonces, cual guerrera nave
Que el puerto deja por la vez primera,
Y al soplo de los céfiros suave
Orgullosa desplega su bandera,
Y al mar dejando que sus pies alabe
Su triunfo en roncos cantos, va velera,
Una ola tras otra bramadora
Hollando y dividiendo vencedora.

¡Ay! en el mar del mundo, en ansia ardiente
De amor velaba; el sol de la mañana
Llevaba yo sobre mi tersa frente,
Y el alma pura de su dicha ufana:
Dentro de ella el amor, cual rica fuente
Que entre frescuras y arboledas mana,
Brotaba entonces abundante río
De ilusiones y dulce desvarío.

Yo amaba todo: un noble sentimiento
Exaltaba mi ánimo, Y sentía
En mi pecho un secreto movimiento,
De grandes hechos generoso guía:
La libertad, con su inmortal aliento,
Santa diosa, mi espíritu encendía,
Contino imaginando en mi fe pura
Sueños de gloria al mundo y de ventura.

El puñal de Catón, la adusta frente
Del noble Bruto, la constancia fiera
Y el arrojo de Scévola valiente,
La doctrina de Sócrates severa,
La voz atronadora y elocuente
Del orador de Atenas, la bandera
Contra el tirano Macedonio alzando,
Y al espantado pueblo arrebatando:

El valor y la fe del caballero,
Del trovador el arpa y los cantares,
Del gótico castillo el altanero
Antiguo torreón, do sus pesares
Cantó tal vez con eco lastimero,
¡Ay!, arrancada de sus patrios lares,
Joven cautiva, al rayo de la luna,
Lamentando su ausencia y su fortuna:

El dulce anhelo del amor que guarda,
Tal vez inquieto y con mortal recelo;
La forma bella que cruzó gallarda,
Allá en la noche, entre medroso velo;
La ansiada cita que en llegar se tarda
Al impaciente y amoroso anhelo,
La mujer y la voz de su dulzura,
Que inspira al alma celestial ternura:

A un tiempo mismo en rápida tormenta
Mi alma alborotaban de contino,
Cual las olas que azota con violenta
Cólera impetuoso torbellino:
Soñaba al héroe ya, la plebe atenta
En mi voz escuchaba su destino:
Ya al caballero, al trovador soñaba,
Y de gloria y de amores suspiraba.

Hay una voz secreta, un dulce canto,
Que el alma sólo recogida entiende,
Un sentimiento misterioso y santo,
Que del barro al espíritu desprende;
Agreste, vago y solitario encanto
Que en inefable amor el alma enciende,
Volando tras la imagen peregrina
El corazón de su ilusión divina.

Yo, desterrado en extranjera playa,
Con los ojos extático seguía
La nave audaz que en argentado raya
Volaba al puerto de la patria mía:
Yo, cuando en Occidente el sol desmaya,
Solo y perdido en la arboleda umbría,
Oír pensaba el armonioso acento
De una mujer, al suspirar del viento.

¡Una mujer!  En el templado rayo
De la mágica luna se colora,
Del sol poniente al lánguido desmayo
Lejos entre las nubes se evapora;
Sobre las cumbres que florece Mayo
Brilla fugaz al despuntar la aurora,
Cruza tal vez por entre el bosque umbrío,
Juega en las aguas del sereno río.

¡Una mujer!  Deslizase en el cielo
Allá en la noche desprendida estrella,
Si aroma el aire recogió en el suelo,
Es el aroma que le presta ella.
Blanca es la nube que en callado vuelo
Cruza la esfera, y que su planta huella,
Y en la tarde la mar olas le ofrece
De plata y de zafir, donde se mece.

Mujer que amor en su ilusión figura,
Mujer que nada dice a los sentidos,
Ensueño de suavísima ternura,
Eco que regaló nuestros oídos;
De amor la llama generosa y pura,
Los goces dulces del amor cumplidos,
Que engalana la rica fantasía,
Goces que avaro el corazón ansía:

¡Ay! aquella mujer, tan sólo aquélla,
Tanto delirio a realizar alcanza,
Y esa mujer tan cándida y tan bella
Es mentida ilusión de la esperanza:
Es el alma que vívida destella
Su luz al mundo cuando en él se lanza,
Y el mundo, con su magia y galanura
Es espejo no más de su hermosura:

Es el amor que al mismo amor adora,
El que creó las Sílfides y Ondinas,
La sacra ninfa que bordando mora
Debajo de las aguas cristalinas:
Es el amor que recordando llora
Las arboledas del Edén divinas:
Amor de allí arrancado, allí nacido,
Que busca en vano aquí su bien perdido.

¡Oh llama santa! ¡celestial anhelo!
¡Sentimiento purísimo! ¡memoria
Acaso triste de un perdido cielo,
Quizá esperanza de futura gloria!
¡Huyes y dejas llanto y desconsuelo!
¡Oh qué mujer! ¡qué imagen ilusoria
Tan pura, tan feliz, tan placentera,
Brindó el amor a mi ilusión primera!...

¡Oh Teresa! ¡Oh dolor! Lágrimas mías,
¡Ah! ¿dónde estáis que no corréis a mares?
¿Por qué, por qué como en mejores días,
No consoláis vosotras mis pesares?
¡Oh! los que no sabéis las agonías
De un corazón que penas a millares
¡Ay! desgarraron y que ya no llora,
¡Piedad tened de mi tormento ahora!

¡Oh dichosos mil veces, sí, dichosos
Los que podéis llorar! y ¡ay! sin ventura
De mí, que entre suspiros angustiosos
Ahogar me siento en infernal tortura.
¡Retuércese entre nudos dolorosos
Mi corazón, gimiendo de amargura!
También tu corazón, hecho pavesa,
¡Ay! llegó a no llorar, ¡pobre Teresa!

¿Quién pensara jamás, Teresa mía,
Que fuera eterno manantial de llanto,
Tanto inocente amor, tanta alegría,
Tantas delicias y delirio tanto?
¿Quién pensara jamás llegase un día
En que perdido el celestial encanto
Y caída la venda de los ojos,
Cuanto diera placer causara enojos?

Aun parece, Teresa, que te veo
Aérea como dorada mariposa,
Ensueño delicioso del deseo,
Sobre tallo gentil temprana rosa,
Del amor venturoso devaneo,
Angélica, purísima y dichosa,
Y oigo tu voz dulcísima y respiro
Tu aliento perfumado en tu suspiro.

Y aún miro aquellos ojos que robaron
A los cielos su azul, y las rosadas
Tintas sobre la nieve, que envidiaron
Las de Mayo serenas alboradas:
Y aquellas horas dulces que pasaron
Tan breves, ¡ay! como después lloradas,
Horas de confianza y de delicias,
De abandono y de amor y de caricias.

Que así las horas rápidas pasaban,
Y pasaba a la par nuestra ventura;
Y nunca nuestras ansias la contaban,
Tú embriagada en mi amor, yo en tu hermosura.
Las horas ¡ay! huyendo nos miraban
Llanto tal vez vertiendo de ternura;
Que nuestro amor y juventud veían,
Y temblaban las horas que vendrían.

Y llegaron en fin: ¡oh! ¿quién impío
¡Ay! agostó la flor de tu pureza?
Tú fuiste un tiempo cristalino río,
Manantial de purísima limpieza;
Después torrente de color sombrío
Rompiendo entre peñascos y maleza,
Y estanque, en fin, de aguas corrompidas,
Entre fétido fango detenidas.

¿Cómo caiste despeñado al suelo,
Astro de la mañana luminoso?
Ángel de luz, ¿quién te arrojó del cielo
A este valle de lágrimas odioso?
Aún cercaba tu frente el blanco velo
Del serafín, y en ondas fulguroso
Rayos al mando tu esplendor vertía,
Y otro cielo el amor te prometía.

Mas ¡ay! que es la mujer ángel caído,
O mujer nada más y lodo inmundo,
Hermoso ser para llorar nacido,
O vivir como autómata en el mundo.
Sí, que el demonio en el Edén perdido,
Abrasara con fuego del profundo
La primera mujer, y ¡ay! aquel fuego
La herencia ha sido de sus hijos luego.

Brota en el cielo del amor la fuente,
Que a fecundar el universo mana,
Y en la tierra su límpida corriente
Sus márgenes con flores engalana.
Mas ¡ay! huid: el corazón ardiente
Que el agua clara por beber se afana,
Lágrimas verterá de duelo eterno,
Que su raudal lo envenenó el infierno.

Huid, si no queréis que llegue un día
En que enredado en retorcidos lazos
El corazón con bárbara porfía
Luchéis por arrancároslo a pedazos:
En que al cielo en histérica agonía
Frenéticos alcéis entrambos brazos,
Para en vuestra impotencia maldecirle,
Y escupiros, tal vez, al escupirle.

Los años ¡ay! de la ilusión pasaron,
Las dulces esperanzas que trajeron
Con sus blancos ensueños se llevaron,
Y el porvenir de oscuridad vistieron:
Las rosas del amor se marchitaron,
Las flores en abrojos convirtieron,
Y de afán tanto y tan soñada gloria
Sólo quedó una tumba, una memoria.

¡Pobre Teresa! ¡Al recordarte siento
Un pesar tan intenso!  Embarga impío
Mi quebrantada voz mi sentimiento,
Y suspira tu nombre el labio mío.
Para allí su carrera el pensamiento,
Hiela mi corazón punzante frío,
Ante mis ojos la funesta losa,
Donde vil polvo tu bondad reposa.

Y tú, feliz, que hallastes en la muerte
Sombra a que descansar en tu camino,
Cuando llegabas, mísera, a perderte
Y era llorar tu único destino:
¡Cuando en tu frente la implacable suerte
Grababa de los réprobos el sino!
Feliz, la muerte te arrancó del suelo,
Y otra vez ángel, te volviste al cielo.

Roída de recuerdos de amargura,
Árido el corazón, sin ilusiones,
La delicada flor de tu hermosura
Ajaron del dolor los aquilones:
Sola, y envilecida, y sin ventura,
Tu corazón secaron las pasiones:
Tus hijos ¡ay! de ti se avergonzaran
Y hasta el nombre de madre te negaran.

Los ojos escaldados de tu llanto,
Tu rostro cadavérico y hundido;
único desahogo en tu quebranto,
El histérico ¡ay! de tu gemido:
¿Quién, quién pudiera en infortunio tanto
Envolver tu desdicha en el olvido,
Disipar tu dolor y recogerte
En su seno de paz? ¡Sólo la muerte!

¡Y tan joven, y ya tan desgraciada!
Espíritu indomable, alma violenta,
En ti, mezquina sociedad, lanzada
A romper tus barreras turbulenta.
Nave contra las rocas quebrantada,
Allá vaga, a merced de la tormenta,
En las olas tal vez náufraga tabla,
Que sólo ya de sus grandezas habla.

Un recuerdo de amor que nunca muere
Y está en mi corazón: un lastimero
Tierno quejido que en el alma hiere,
Eco suave de su amor primero:
¡Ay de tu luz, en tanto yo viviere,
Quedará un rayo en mí, blanco lucero,
Que iluminaste con tu luz querida
La dorada mañana de mi vida!

Que yo, como una flor que en la mañana
Abre su cáliz al naciente día,
¡Ay, al amor abrí tu alma temprana,
Y exalté tu inocente fantasía,
Yo inocente también ¡oh!, cuán ufana
Al porvenir mi mente sonreía,
Y en alas de mi amor, ¡con cuánto anhelo
Pensé contigo remontarme al cielo!

Y alegre, audaz, ansioso, enamorado,
En tus brazos en lánguido abandono,
De glorias y deleites rodeado
Levantar para ti soñé yo un trono:
Y allí, tú venturosa y yo a tu lado.
Vencer del mundo el implacable encono,
Y en un tiempo, sin horas ni medida,
Ver como un sueño resbalar la vida.

¡Pobre Teresa!  Cuando ya tus ojos
Áridos ni una lágrima brotaban;
Cuando ya su color tus labios rojos
En cárdenos matices se cambiaban;
Cuando de tu dolor tristes despojos
La vida y su ilusión te abandonaban,
Y consumía lenta calentura,
Tu corazón al par de tu amargura;

Si en tu penosa y última agonía
Volviste a lo pasado el pensamiento;
Si comparaste a tu existencia un día
Tu triste soledad y tu aislamiento;
Si arrojó a tu dolor tu fantasía
Tus hijos ¡ay! en tu postrer momento
A otra mujer tal vez acariciando,
Madre tal vez a otra mujer llamando;

Si el cuadro de tus breves glorias viste
Pasar como fantástica quimera,
Y si la voz de tu conciencia oíste
Dentro de ti gritándole severa;
Si, en fin, entonces tú llorar quisiste
Y no brotó una lágrima siquiera
Tu seco corazón, y a Dios llamaste,
Y no te escuchó Dios, y blasfemaste;

¡Oh! ¡cruel! ¡muy cruel! ¡martirio horrendo!
¡Espantosa expiación de tu pecado,
Sobre un lecho de espinas, maldiciendo,
Morir, el corazón desesperado!
Tus mismas manos de dolor mordiendo,
Presente a tu conciencia lo pasado,
Buscando en vano, con los ojos fijos,
Y extendiendo tus brazos a tus hijos.

¡Oh! ¡cruel! ¡muy cruel!... ¡Ay! yo entretanto
Dentro del pecho mi dolor oculto,
Enjugo de mis párpados el llanto
Y doy al mundo el exigido culto;
Yo escondo con vergüenza mi quebranto,
Mi propia pena con mi risa insulto,
Y me divierto en arrancar del pecho
Mi mismo corazón pedazos hecho.

Gocemos, sí; la cristalina esfera
Gira bañada en luz: ¡bella es la vida!
¿Quién a parar alcanza la carrera
Del mundo hermoso que al placer convida?
Brilla radiante el sol, la primavera
Los campos pinta en la estación florida;
Truéquese en risa mi dolor profundo...
Que haya un cadáver más, ¿qué importa al mundo?
d3x Jul 2014
-
el dolor siempre es necesario.
muchos estan cegados y no encuentran nunca un motivo o una razon por la cual el dolor se necesite...
pero al final de todo, lo necesitas.
el ser humano siempre va a carecer de muchas cosas, pero nunca de dolor.
con esto no quiero decir que la felicidad no se necesite, porque se necesita y mucho. pero ciertamente las cosas buenas y malas vienen de la mano.
toda felicidad va a llegar con algo malo y todo lo malo va a venir con algo bueno. pero en realidad, sin dolor no serias nadie.
imagina un mundo lleno de felicidad, un mundo donde todo sea perfecto...
no puedes imaginarlo, porque la perfeccion no es real. lo perfecto es una vision que creas con tus propios ojos. lo curioso es ¿por que el ser humano no crea una vision perfecta con el dolor? es obvio que nadie quisiera crear del dolor alguna vision de perfeccion ya que es eso, dolor. a veces duele demasiado a un punto que te deja ciego...pero al final del dia, nadie hace el intento de sacar lo perfecto de ahi. solo sacan tiempo para crear visiones perfectas acerca de cosas sin valor y sentido alguno. yo en mi caso, no saco lo perfecto del dolor. tan siquiera logro buscarle lo positivo a las cosas malas. pero si en este mundo hay alguien de la manera que estoy describiendo, realmente lo envidio. quisiera poder crear una vision perfecta de todo y cada uno de los dolores que he tenido en esta vida. yo por lo menos, no puedo. pero quien puede es dichoso y afortunado. quien puede, estoy segura que entiende a la perfeccion que el dolor es necesario. que necesitas dolor para crecer y continuar con la travesía mas larga y corta de todas, la vida.
esto es solo un punto de vista, algo que me paso por la mente. nada importante.
Yo no sufro este dolor como César Vallejo. Yo no me duelo ahora como artista, como hombre ni como simple ser vivo siquiera. Yo no sufro este dolor como católico, como mahometano ni como ateo. Hoy sufro solamente. Si no me llamase César Vallejo, también sufriría este mismo dolor. Si no fuese artista, también lo sufriría. Si no fuese hombre ni ser vivo siquiera, también lo sufriría. Si no fuese católico, ateo ni mahometano, también lo sufriría. Hoy sufro desde más abajo. Hoy sufro solamente.
Me duelo ahora sin explicaciones. Mi dolor es tan hondo, que no tuvo ya causa ni carece de causa. ¿Qué sería su causa? ¿Dónde está aquello tan importante, que dejase de ser su causa? Nada es su causa; nada ha podido dejar de ser su causa. ¿A qué ha nacido este dolor, por sí mismo? Mi dolor es del viento del norte y del viento del sur, como esos huevos neutros que algunas aves raras ponen del viento. Si hubiera muerto mi novia, mi dolor sería igual. Si la vida fuese, en fin, de otro modo, mi dolor sería igual. Hoy sufro desde más arriba. Hoy sufro solamente.
Miro el dolor del hambriento y veo que su hambre anda tan lejos de mi sufrimiento, que de quedarme ayuno hasta morir, saldría siempre de mi tumba una brizna de yerba al menos. Lo mismo el enamorado. ¡Qué sangre la suya más engendrada, para la mía sin fuente ni consumo!
Yo creía hasta ahora que todas las cosas del universo eran, inevitablemente, padres o hijos. Pero he aquí que mi dolor de hoy no es padre ni es hijo. Le falta espalda para anochecer, tanto como le sobra pecho para amanecer y si lo pusiesen en la estancia oscura, no daría luz y si lo pusiesen en una estancia luminosa, no echaría sombra. Hoy sufro suceda lo que suceda. Hoy sufro solamente.
Mi dolor es pequeño,
pero aún así bendigo este dolor,
que es como no soñar después de un sueño,
o es como abrir un libro y encontrar una flor.

Déjame que bendiga
mi pequeño dolor,
que no sabe crecer como la espiga,
porque la espiga crece sin amor.

Y déjame cuidar como una rosa
este dolor que nace porque sí,
este dolor pequeño, que es la única cosa
que me queda de ti.
En el hondo silencio de la noche serena
se dilata un lejano perfume de azucena,
y aquí, bajo los dedos de seda de la brisa,
mi corazón se ensancha como en una sonrisa...

Y yo sé que el silencio tiene un ritmo profundo
donde palpita un eco del corazón del mundo,
un corazón inmenso que late no sé dónde,
pero que oye el latido del mío, y me responde...

El corazón que sientes latir en derredor,
es un eco del tuyo, que palpita de amor.
El corazón del mundo no es ilusorio: Existe.
Pero, para escucharlo, es preciso estar triste;

triste de esa tristeza que no tiene motivo,
en esta lenta muerte del dolor de estar vivo.
La vida es un rosal cuando el alma se alegra,
pero, cuando está triste, da una cosecha negra.

El amor es un río de luz entre la sombra,
y santifica el labio pecador que lo nombra.
Sólo el amor nos salva de esta gran pesadumbre,
levantando el abismo para trocarlo en cumbre.

Sólo el amor nos salva del dolor de la vida,
como una flor que nace de una rama caída;
pues si la primavera da verdor a la rama,
el corazón se llena de aroma, cuando ama.

Amar es triste a veces, más triste todavía
que no amar. El amor no siempre es alegría.
Tal vez, por eso mismo, es eterno el amor:
porque, al dejarnos tristes, hace dulce el dolor.

Amar es la tristeza de aprender a morir.
Amar es renacer. No amar, es no vivir.
El amor es a veces lo mismo que una herida,
y esa herida nos duele para toda la vida.

Si cierras esa herida tu vida queda muerta.
Por eso, sonriendo, haz que siempre esté abierta;
y si un día ella sola se cierra de repente,
tú, con tus propias manos, ábrela nuevamente.

Desdichada alegría que nace del dolor.
De un dolor de la rama también nace la flor.
Pero de esa flor efímera, como todas, se mustia,
y la rama se queda contraída de angustia.

Cada hoja que cae deja el sitio a otra hoja,
y así el amor -resumen de toda paradoja-
renace en cada muerte con vida duradera;
porque decir amor, es decir primavera.

Primavera del alma, primavera florecida
que deja un misterioso perfume en nuestra vida.
Primavera del alma, de perpetuo esplendor,
que convierte en sonrisa la mueca del dolor.

Primavera de ensueño que nos traza un camino
en la intrinca selva donde acecha el destino.
Primavera que canta si el huracán la azota
y que da nuevo aliento tras de cada derrota.

Primavera magnánima, cuyo verdor feliz
rejuvenece el árbol seco hasta la raíz...
Amor es la ley divina de plenitud humana;
dolor que hoy nos agobia y añoramos mañana...

Eso es amor, y amando, también la vida es eso:
¡Dos almas que se duermen a la sombra de beso!
Victor D López Feb 2019
Heroes Desconocidos: Parte V: Felipe 1931 - 2016  
© 2016, 2019 Victor D. López

Naciste cinco años antes del comienzo de la Guerra Civil Española que vería a tu padre exiliado.
El lenguaje llegó más tarde a ti que a tu hermano pequeño Manuel, y tartamudeaste por un
Tiempo, a diferencia de aquellos que hablan incesantemente sin nada que decir. Tu madre
Confundió la timidez con la falta de lucidez un trágico error que te marcó por vida.

Cuando tu hermano Manuel murió a los tres años de la meningitis, oíste a tu madre exclamar:
"Dios me llevó el listo y me dejó el tonto." Tenías apenas cinco años. Nunca olvidaste esas
Palabras. ¿Como podrías hacerlo? Sin embargo, amaste a tu madre con todo tu corazón.
Pero también te retiraste más en ti mismo, la soledad tu compañera y mejor amiga.

De hecho, eras un niño excepcional. La tartamudez se alejó después de los cinco años para no
Volver jamás, y cuando estaba en la escuela secundaria, tu maestra llamó a tu madre para una
Rara conferencia y le dijo que la tuya era una mente dotada, y que deberías ingresar a la
Universidad para estudiar ciencia, matemáticas o ingeniería.

Ella escribió a tu padre exiliado en Argentina para decirle la buena noticia, que tus profesores
Creían que fácilmente ganarías la entrada a la (entonces y ahora) altamente selectiva universidad Pública donde los asientos eran pocos, y muy difíciles de alcanzar basado en exámenes Competitivos ¿La respuesta de tu padre? Comprale un par de bueyes para arar las tierras.

Esa respuesta de un hombre muy respetado, un pez grande en un pequeño estanque en su nativo Olearos en ese tiempo está más allá de la comprensión. Había optado por preservar su interés
Propio en que continuaras su negocio familiar y trabajara sus tierras en su ausencia. Esa cicatriz También fue añadida a aquellas que nunca sanarían en tu enorme y poro corazón.

Sin la ayuda para los gastos de vida universitarios (todo lo que habrías requerido), quedaste
Decepcionado y dolido, pero no enfadado; Simplemente encontrarías otra opción. Tomaste los Exámenes competitivos para las dos escuelas de entrenamiento militar que proporcionarían una Educación vocacional excelente y un pequeño sueldo a cambio del servicio militar.

De los cientos de aspirantes a los pocos puestos premiados en cada una de las dos instituciones,
Marcaste primero para el más competitiva de las dos (El Parque) y decimotercero para la Segundo, La Fábrica de Armas. Escogiste la inferior para dejarle el puesto a un compañero de
Clase que había quedado eliminado por pocos puntos. Ese eras tú, siempre y para siempre.

En la escuela militar, finalmente estuviste en tu elemento. Te convertiría en una mecánico /
Maquinista de clase mundial, una profesión que te brindaría trabajo bien pagado en cualquier
Parte de la tierra de por vida. Fuiste verdaderamente un genio mecánico quien años más tarde
Añadiría electrónica, mecánica de automóviles y soldadura especializada a tus capacidades.

Dado un taller de máquinas bien montado, podrías con ingeniería inversa duplicar cada maquina
Y montar uno idéntico sin referencia a planes ni instrucciones. Te convertiste en un mecánico
Maestro dotado, y trabajaste en posiciones de línea y de supervisión en un puñado de empresas
En Argentina y en los Estados Unidos, incluyendo a Westinghouse, Warner-Lambert y Pepsi Co.

Te encantó aprender, especialmente en tus campos (electrónica, mecánica, soldadura), buscando
La perfección en todo lo que hiciste. Cada tarea difícil en el trabajo se te dio a ti toda tu vida.
No dormías por la noche cuando un problema necesitaba solución. Hacías cálculos,
Dibujos, planes y trabajabas incluso literalmente en tus sueños con pasión singular.

Estabas en tu elemento enfrentando los rigores académicos y físicos de la escuela militar,
Pero la vida era difícil para ti en la época de Franco cuando algunos instructores
Te llamaban "Roxo" - "rojo" en gallego - que se refería a la política de tu padre en
Apoyo a la República fallida. Finalmente, el abuso fue demasiado para soportar.


Una vez mientras estabas de pie en la atención en un pasillo con los otros cadetes esperando
Dar lista, fuiste repetidamente empujado en la espalda subrepticiamente. Moverte provocaría
Deméritos, y deméritos podrían causar la pérdida de puntos en tu grado final y arresto por
Los fines de semana sucesivos. Lo aguantaste un rato hasta perder la paciencia.

Volteaste hacia el cadete detrás tuyo y en un movimiento fluido lo cogiste por la chaqueta y con
Una mano lo colgaste en un gancho por encima de una ventana donde estaban Parados. Se
Arremolinó, hasta que fue rescatado por dos instructores militares furiosos.
Tuviste detención de Fin de semana durante meses, y una reducción del 10% en el grado final.

Un destino similar le ocurrió un compañero de trabajo unos años más tarde en Buenos Aires que
Te llamó hijo de puta. Lo levantaste en una mano por la garganta y lo mantuviste allí hasta que
Tus compañeros de trabajo intervinieron, rescatándolo al por la fuerza. La lección fue aprendida
Por todos en términos inconfundibles: Dejar a la mamá de Felipe en paz.

Eras increíblemente fuerte, especialmente en tu juventud, sin duda en parte debido a un trabajo
Agrícola riguroso, tu entrenamiento militar y participación en deportes competitivos. A los quince
Años, una vez te doblaste para recoger algo en vista de un carnero, presentando al animal un
Objetivo irresistible. Te cabeceo encima de un pajar. También aprendió rápidamente su lección.

Te sacudiste el polvo, y corriste hacia el pobre carnero, agarrándolo por los cuernos, girándolo
Alrededor varias vueltas, y lanzándolo encima del mismo pajar. El animal no resultó herido, pero Aprendió a mantener su distancia a partir de ese día. En general, fuiste muy lentos en enfadar
Ausente cabeceos, empujones repetidos o referencias irrespetuosas a tu madre.

Rara vez te vi enfadado; y era mamá, no tú, la disciplinaria, con zapatilla en la mano. Recibí
Muy pocas bofetadas tuyas. Mamá me golpeaba con una zapatilla a menudo cuando yo era
Pequeño, sobre todo porque podía ser un verdadero dolor de cabeza, queriendo Saber / intentar / Hacerlo todo, completamente ajeno al significado de la palabra "no" o de mis limitaciones.

Mamá a veces insistía en que me dieras una buena paliza. En una de esas ocasiones por una Transgresión olvidada cuando yo tenía nueve años, me llevaste a tu habitación, quitaste el
Cinturón, te sentaste a mi lado y te pegaste varias veces a tu propio brazo y mano susurrándome
"Llora", lo cual hice fácilmente. "No se lo digas a mamá." No lo hice. Sin duda lo sabía.

La perspectiva de servir en un ejército que te consideraba un traidor por la sangre se te hizo
Difícil de soportar, y en el tercer año de escuela, un año antes de la graduación, te fuiste a unirte
A tu padre exiliado en Argentina, a comenzar una nueva vida. Dejaste atrás a tu amada madre y a
Dos hermanas para comenzar de nuevo en una nueva tierra. Tu querido perro murió de pena.

Llegaste a Buenos Aires para ver a un padre que no recordabas a los 17 años. Eras demasiado
Joven para trabajar legalmente, pero parecías más viejo que tus años (un rasgo compartido).
Mentiste acerca de tu edad e inmediatamente encontraste trabajo como maquinista / mecánico de
Primer grado. Eso fue inaudito y te trajo algunos celos y quejas en el taller sindical.

El sindicato se quejó con el gerente general sobre tu sueldo y rango. Él respondió, "Daré el
Mismo rango y salario a cualquier persona en la compañía que pueda hacer lo que Felipe hace."
Sin duda, los celos y los gruñidos continuaron durante un tiempo. Pero no había compradores.
Y pronto ganaste el grupo, convirtiéndote en su mascota protegida como "hermano pequeño".

Tu padre partió hacia España dentro de un año de tu llegada cuando Franco emitió un perdón
General a todos los disidentes que no habían derramado sangre. Quería que volvieras a
Reanudar el negocio familiar asumido por tu madre en su ausencia con tu ayuda. Pero te negaste a Renunciar tu alto salario, el respeto y la independencia que se te negaban en su casa.

Tendrías escasamente 18 años, viviendo en una habitación que habías compartido con tu padre al
Lado de una escuela. Pero también habías encontrado una nueva querida familia en tu tío José,
Uno de los hermanos de tu padre, y su familia. su hija, Nieves con su esposo, Emilio, y
Sus hijos, Susana, Oscar (Rubén Gordé) y Osvaldo, se convirtieron en tu nueva familia nuclear.

Te casaste con mamá en 1955 y tuviste dos negocios fallidos en el rápido desvanecimiento en la
Argentina a finales de los años 1950 y comienzos de los años 1960. El primero fue un taller
Con una pequeña fortuna de contratos de gobierno no pagados. El segundo, una tienda de
Comestibles, también falló debido a la hiperinflación y el crédito extendió a clientes necesitados.

A lo largo de todo esto, seguiste ganando un salario excepcionalmente bueno. Pero a mediados
De los años 60, casi todo fue a pagar a los acreedores de la tienda de comestibles fallada.
Tuvimos años muy difíciles. Algún día escribiré sobre eso. Mamá trabajo de sirvienta, incluso
Para amigos ricos. Tu salías de casa a las 4:00 a.m. volviendo de noche para pagar las facturas.

El único lujo que tú y mamá retuvieron fue mi colegio católico. No había otra extravagancia. No
Pagar las facturas nunca fue una opción para ustedes. Nunca entró en sus mentes. No era una
Cuestión de ley u orgullo, sino una cuestión de honor. Pasamos por lo menos tres años muy
Dolorosos con tu y mamá trabajando muy duro, ganando bien pero éramos realmente pobres.

Tú y mamá se cuidaron mucho de esconder esto de mí y sufrieron grandes privaciones para
Aislarme lo mejor que pudieron de las consecuencias de una economía destrozada y su efecto a
Sus ahorros de vida y a nuestra cómoda vida. Llegamos a Estados Unidos a finales de los años 60 Después de esperar más de tres años por visas, a una nueva tierra de esperanza.

Tu hermana y cuñado, Marisa y Manuel, hicieron sus propios sacrificios para traernos aquí.
Traíamos unos $ 1, 000 del pago inicial por nuestra diminuta casa, y las joyas empeñadas de Mamá.
(La hiperinflación y los gastos comieron los pagos restantes). Otras posesiones preciadas
Fueron dejadas en un baúl hasta que pudieran reclamarlas. Nunca lo hicieron.

Incluso los billetes de avión fueron pagados por Marisa y Manuel. Insististe al llegar en términos
Escritos para el reembolso con intereses. Fuiste contratado en tu primera entrevista como un
Mecánico de primer grado a pesar de no hablar una palabra de inglés. Dos meses más tarde, la
Deuda fue saldada, mamá también trabajaba, y nos mudamos a nuestro primer apartamento.

Trabajaste largas horas, incluyendo sábados y horas extras diarias. La salud en declive te obligó
A retirarte a los 63 años y poco después, tú y mamá se mudaron de Queens al Condado de Orange. Compraron una casa a dos horas de nuestra residencia permanente en el Condado de Otsego, y, en la Próxima década, fueron felices, viajando con amigos y visitándonos a menudo.

Entonces las cosas empezaron a cambiar. Problemas cardíacos (dos marcapasos), cáncer de
Colon, Melanoma, enfermedad de hígado y renal causada por sus medicamentos, presión arterial
Alta, la gota, Cirugía de la vejiga biliar, diabetes.... Y aún seguiste hacia adelante, como el
Conejito “Energizer”, remendado, golpeado, magullado pero imparable e imperturbable.

Luego mamá comenzó a mostrar señas de pérdida de memoria junto con sus otros problemas de
Salud. Ella oculto bien sus propias dolencias, y nos dimos cuenta mucho más tarde que había un Problema grave. Hace dos años, su demencia empeoraba pero seguía funcionando hasta que
Complicaciones de cirugía de la vesícula biliar requirieron cuatro cirugías en tres meses.

Ella nunca se recuperó y tuvo que ser colocada en un asilo de ancianos con cuido intensivo.
Varios, de hecho, ya que Rechazó la comida y tú y yo nos negamos a simplemente dejarla ir, lo que Pudiera haber sido más noble. Pero "mientras hay vida, hay esperanza" como dicen los españoles.
No hay nada más allá del poder de Dios. Los milagros suceden.

Durante dos años tu viviste solo, rechazando ayuda externa, engendrando numerosos argumentos Acerca de tener a alguien unos días a la semana para ayudar a limpiar, cocinar, y hacer las tareas.
Tu no eras nada sino terco (otro rasgo compartido). El último argumento sobre el tema hace unas
Dos semanas terminó en tu llanto. No aceptarías ayuda externa hasta que mamá regresara a casa.

Sufriste un gran dolor debido a los discos abultados en la columna vertebral y caminabas con uno
De esos asientos ambulatorios con manillares que mamá y yo te elegimos hace años. Te
Sentabas cuando el dolor era demasiado, y luego seguías adelante con pocas quejas. Hace diez
Días, finalmente acordaste que necesitabas ir al hospital para drenar el líquido abdominal.
Tu hígado y riñones enfermos lo producían y se te hinchó el abdomen y las piernas hasta el punto
Que ponerte los zapatos o la ropa era muy difícil, como lo era la respiración. Me llamaste de una
Tienda local llorando que no podías encontrar pantalones que te cupieran. Hablamos, un rato y te
Calmé, como siempre, no permitiendo que te ahogaras en la lástima propia.

Fuiste a casa y encontraste unos pantalones nuevos extensibles que Alice y yo te habíamos
Comprado y quedaste feliz. Ya tenías dos cambios de ropa que aún te cabían para llevar al
Hospital. Listo, ya todo estaba bien. El procedimiento no era peligroso y lo había ya pasado
Varias veces.  Sería necesario un par de días en el hospital y te vería de nuevo el fin de semana.

No pude estar contigo el lunes 22 de febrero cuando tuviste que ir al hospital, como casi siempre
Lo había hecho, por el trabajo. Se suponía que debías ser admitido el viernes anterior, para yo Acompañarte, pero los médicos también tienen días libres y cambiaron la cita. No pude faltar al
Trabajo. Pero no estabas preocupado; Esto era sólo rutina. Estarías bien. Te vería en unos días.

Iríamos a ver a mamá el viernes, cuando estarías mucho más ligero y te sentirías mucho mejor.
Tal vez podríamos ir a comprate más ropa si la hinchazón no disminuía lo suficiente. Condujiste
Al médico y luego te transportaron por ambulancia al hospital. Yo estaba preocupado, pero no Demasiado. Me llamaste sobre las cinco de la tarde para decirme que estabas bien, descansando.

“No te preocupes. Estoy seguro aquí y bien cuidado." Hablamos un poco sobre lo usual, y te
Asegure que te vería el viernes o el sábado. Estabas cansado y querías dormir. Te pedí que me Llamaras si despertabas más tarde esa noche o te hablaría yo al día siguiente. Alrededor de
Las 10:00 p.m. recibí una llamada de tu celular y respondí de la manera habitual optimista.

“Hola, Papi.” En el otro lado había una enfermera que me decía que mi padre había caído.
Le aseguré que estaba equivocada, ya que mi padre estaba allí para drenar el líquido abdominal.
"No entiendes. Se cayó de su cama y se golpeó la cabeza en una mesita de noche o algo,
Y su corazón se ha detenido. Estamos trabajando en él durante 20 minutos y no se ve bien ".

"¿Puedes llegar aquí?" No pude. Había bebido dos o tres vasos de vino poco antes de la llamada
Con la cena. No pude conducir las tres horas a Middletown. Lloré. Oré. Quince minutos después
Recibí la llamada de que te habías ido. Perdido en el dolor, sin saber qué hacer, llamé a mi
Esposa. Poco después vino una llamada del forense. Se requirió una autopsia. No pudría verte.

Cuatro días después tu cuerpo fue finalmente entregado al director de funeraria que había
Seleccionado por su experiencia con el proceso de entierro en España. Te vi por última vez para Identificar tu cuerpo. Besé mis dedos y toqué tu frente mutilada. Ni siquiera podrías tener la
Dignidad de un ataúd abierto. Querías cremación. Tu cuerpo lo espera mientras escribo esto.

Estabas solo, incluso en la muerte. Solo. En el hospital, mientras desconocidos trabajaron en ti. En la Oficina del médico forense mientras esperabas la autopsia. En la mesa de la autopsia
Mientras pinchaban, empujaban, y cortaban tu cuerpo buscando indicios irrelevantes que no
Cambiarían nada ni beneficiarían a nadie, y menos que a nadie a ti.

Tendremos un servicio conmemorativo el próximo viernes con tus cenizas y una misa el sábado.
Nunca más te veré en esta vida. Alice y yo te llevaremos a casa, a tu pueblo natal, al
Cementerio de Olearos, La Coruña, España este verano. Allí esperarás el amor de tu vida.
Quién se unirá contigo en la plenitud del tiempo. Ella no comprendió mis lágrimas ni tu muerte.

Hay una bendición en la demencia. Ella pregunta por su madre, y dice que está preocupada
Porque no ha venido a visitarla en algún tiempo. “Ella viene”, me asegura siempre que la veo.
Tú la visitabas todos los días, excepto cuando la salud lo impedía. Pasaste este 10 de febrero aparte,
El aniversario 61 de bodas, demasiado enfermo para visitarla. Tampoco yo pude ir. Primera vez.

Espero que no te hayas dado cuenta de que estabais aparte el 10, pero dudo que sea el caso.
No te lo mencioné, esperando que lo hubieras olvidado, y tú tampoco. Eras mi conexión con Mamá.
No puede marcar o contestar un teléfono. Tu le ponías el teléfono celular al oído cuando
Yo no estaba en clase o en reuniones y podía hablar con ella. Ella siempre me reconoció.
Estoy a tres horas de ella. Los visitaba una o dos veces al mes. Ahora incluso esa línea de
Vida está cortada. Mamá está completamente sola, asustada, confundida, y no puedo en el corto
Plazo al menos hacer mucho sobre eso. No habías de morir primero. Fue mi mayor temor, y el
Tuyo, pero como con tantas cosas que no podemos cambiar, lo puse en el fondo de mi mente.

Me mantuvo en pie muchas noches, pero, como tú, todavía creía --y creo-- en milagros.
Yo te hablaba todas las noches, a menudo durante una hora o más, en el camino a casa del trabajo Tarde por la noche durante mi hora de viaje, o desde casa mientras cocinaba mi cena.
La mayoría del tiempo te dejaba hablar, tratando de darte apoyo y aliento.

Estabas solo, triste, atrapado en un ciclo sin fin de dolor emocional y físico. Últimamente eras Especialmente reticente a colgar el teléfono. Cuando mamá estaba en casa y todavía estaba
Relativamente bien, yo llamaba todos los días también, pero por lo general hablaba contigo sólo
Unos minutos y le dabas el teléfono a mamá, con quien conversaba por mucho más tiempo.

Durante meses tuviste dificultades para colgar el teléfono. Sabía que no querías volver al sofá,
Para ver un programa de televisión sin sentido, o para pagar más facturas. Me decías adiós, o
"Ya basta para hoy", y comenzar inmediatamente un nuevo hilo, repitiendo el ciclo, a veces cinco o seis Veces. Me dijiste una vez llorando recientemente, "Cuélgame o seguiré hablando".

Te quería, papá, con todo mi corazón. Discutimos, y yo a menudo te gritaba con frustración,
Sabiendo que nunca lo tomarías a pecho y que por lo general solo me ignorarías y harías lo que querías. Sabía lo desesperadamente que me necesitabas, y traté de ser tan paciente como pude.
Pero había días en los que estaba demasiado cansado, frustrado, y lleno de otros problemas.

Había días en los que me sentía frustrado cuando te quedabas en el teléfono durante una hora
Cuando necesitaba llamar a Alice, comer mi cena fría o incluso mirar un programa favorito.
Muy rara vez te corté una conversación por lo larga que fuese, pero si estuve frustrado a veces,
Incluso sabiendo bien cuánto me necesitabas y yo a ti, y cuán poco me pediste.

¿Cómo me gustaría oír tu voz de nuevo, incluso si fuera quejándote de las mismas cosas, o
Para contarme en detalle más minucioso algún aspecto sin importancia de tu día. Pensé que te haría
Tener al menos un poco más de tiempo. ¿Un año? ¿Dos? Sólo Dios sabía. Habría tiempo. Tenía
Mucho más que compartir contigo, mucho más de aprender cuando la vida se relajara un poco.

Tú me enseñaste a pescar (no tomó) y a cazar (que tomó aún menos) y mucho de lo que sé sobre
La mecánica y la electrónica. Trabajamos en nuestros coches juntos durante años--cambios de
Frenos, silenciadores, “tuneas” en los días en que los puntos, condensadores y luces de
Cronometraje tenían significado. Reconstruimos carburadores, ventanas eléctricas, y chapistería.

Éramos amigos, bunos amigos. Fuimos los domingos en coche a restaurantes favoritos o a
Comprar herramientas cuando yo era soltero y vivía en casa. Me enseñaste todo lo que necesito
Saber en la vida sobre todas las cosas que importan. El resto es papel sin sentido y vestidor.
Conocí tus pocas faltas y tus colosales virtudes y te conocí ser el mejor hombre de los dos.

Ni punto de comparación. Nunca podría hacer lo que hiciste. Nunca podría sobresalir en mis
Campos como lo hiciste en los tuyos. Eras hecho y derecho en todos los sentidos, visto desde
Todos los ángulos, a lo largo de tu vida. No te traté siempre así, pero te amé siempre
Profundamente, como lo sabe cualquiera que nos conoce. Te lo he dicho a menudo, sin vergüenza.

El mundo se ha enriquecido con tu viaje sobre él. No dejas atrás gran riqueza, ni obras que te Sobrevivan. Nunca tuviste tus quince minutos al sol. Pero importaste. Dios conoce tu virtud, tu
Integridad absoluta y la pureza de tu corazón. Nunca conoceré a un hombre mejor. Te amaré, te Extrañaré y te llevaré en mi corazón todos los días de mi vida. Que Dios te bendiga, papá.

  Si desean oír mi lectura de la versión original de este poema en inglés, pueden hacerlo aquí:
https://www.youtube.com/channel/UCRUiSZr1_rWDEObcWJELP7w
This is a translation from the English original I wrote immediately after my dad's passing in February of 2016.  Even in the hardest of times suffering from his own very serious medical conditions, my dad was full of love and easy laughter. I will never see his equal, or my mom's. Tears still blur my eyes as they do now just thinking of them with great love and an irreparable sense of loss.
Las ventanas se han estremecido, elaborando una metafísica del universo. Vidrios han caído. Un enfermo lanza su queja: la mitad por su boca lenguada y sobrante, y toda entera, por el ano de su espalda.
Es el huracán. Un castaño del jardín de las Tullerías habráse abatido, al soplo del viento, que mide ochenta metros por segundo. Capiteles de los barrios antiguos, habrán caído, hendiendo, matando.
¿De qué punto interrogo, oyendo a ambas riberas de los océanos, de qué punto viene este huracán, tan digno de crédito, tan honrado de deuda derecho a las ventanas del hospital? Ay las direcciones inmutables, que oscilan entre el huracán y esta pena directa de toser o defecar! Ay! las direcciones inmutables, que así prenden muerte en las entrañas del hospital y despiertan células clandestinas a deshora, en los cadáveres.
¿Qué pensaría de si el enfermo de enfrente, ése que está durmiendo, si hubiera percibido el huracán? El pobre duerme, boca arriba, a la cabeza de su morfina, a los pies de toda su cordura. Un adarme más o menos en la dosis y le llevarán a enterrar, el vientre roto, la boca arriba, sordo el huracán, sordo a su vientre roto, ante el cual suelen los médicos dialogar y cavilar largamente, para, al fin, pronunciar sus llanas palabras de hombres.
La familia rodea al enfermo agrupándose ante sus sienes regresivas, indefensas, sudorosas. Ya no existe hogar sino en torno al velador del pariente enfermo, donde montan guardia impaciente, sus zapatos vacantes, sus cruces de repuesto, sus píldoras de opio. La familia rodea la mesita por espacio de un alto dividendo. Una mujer acomoda en el borde de la mesa, la taza, que casi se ha caído.
Ignoro lo que será del enfermo esta mujer, que le besa y no puede sanarle con el beso, le mira y no puede sanarle con los ojos, le habla y no puede sanarle con el verbo. ¿Es su madre? ¿Y cómo, pues, no puede sanarle? ¿Es su amada? ¿Y cómo, pues, no puede sanarle? ¿Es su hermana? Y ¿cómo, pues, no puede sanarle? ¿Es, simplemente, una mujer? ¿Y cómo pues, no puede sanarle? Porque esta mujer le ha besado, le ha mirado, le ha hablado y hasta le ha cubierto mejor el cuello al enfermo y ¡cosa verdaderamente asombrosa! no le ha sanado.
El paciente contempla su calzado vacante. Traen queso. Llevan sierra. La muerte se acuesta al pie del lecho, a dormir en sus tranquilas aguas y se duerme. Entonces, los libres pies del hombre enfermo, sin menudencias ni pormenores innecesarios, se estiran en acento circunflejo, y se alejan, en una extensión de dos cuerpos de novios, del corazón.
El cirujano ausculta a los enfermos horas enteras. Hasta donde sus manos cesan de trabajar y empiezan a jugar, las lleva a tientas, rozando la piel de los pacientes, en tanto sus párpados científicos vibran, tocados por la indocta, por la humana flaqueza del amor. Y he visto a esos enfermos morir precisamente del amor desdoblado del cirujano, de los largos diagnósticos, de las dosis exactas, del riguroso análisis de orinas y excrementos. Se rodeaba de improviso un lecho con un biombo. Médicos y enfermeros cruzaban delante del ausente, pizarra triste y próxima, que un niño llenara de números, en un gran monismo de pálidos miles. Cruzaban así, mirando a los otros, como si más irreparable fuese morir de apendicitis o neumonía, y no morir al sesgo del paso de los hombres.
Sirviendo a la causa de la religión, vuela con éxito esta mosca, a lo largo de la sala. A la hora de la visita de los cirujanos, sus zumbidos nos perdonan el pecho, ciertamente, pero desarrollándose luego, se adueñan del aire, para saludar con genio de mudanza, a los que van a morir. Unos enfermos oyen a esa mosca hasta durante el dolor y de ellos depende, por eso, el linaje del disparo, en las noches tremebundas.
¿Cuánto tiempo ha durado la anestesia, que llaman los hombres? ¡Ciencia de Dios, Teodicea! si se me echa a vivir en tales condiciones, anestesiado totalmente, volteada mi sensibilidad para adentro! ¡Ah doctores de las sales, hombres de las esencias, prójimos de las bases! Pido se me deje con mi tumor de conciencia, con mi irritada lepra sensitiva, ocurra lo que ocurra aunque me muera! Dejadme dolerme, si lo queréis, mas dejadme
despierto de sueño, con todo el universo metido, aunque fuese a las malas, en mi temperatura polvorosa.
En el mundo de la salud perfecta, se reirá por esta perspectiva en que padezco; pero, en el mismo plano y cortando la baraja del juego, percute aquí otra risa de contrapunto.
En la casa del dolor, la queja asalta síncopes de gran compositor, golletes de carácter, que nos hacen cosquillas de verdad, atroces, arduas, y, cumpliendo lo prometido, nos hielan de espantosa incertidumbre.
En la casa del dolor, la queja arranca frontera excesiva. No se reconoce en esta queja de dolor, a la propia queja de la dicha en éxtasis, cuando el amor y la carne se eximen de azor y cuando, al regresar, hay discordia bastante para el diálogo.
¿Dónde está, pues, el otro flanco de esta queja de dolor, si, a estimarla en conjunto, parte ahora del lecho de un hombre? De la casa del dolor parten quejas tan sordas e inefables y tan colmadas de tanta plenitud que llorar por ellas sería poco, y sería ya mucho sonreír.
Se atumulta la sangre en el termómetro.
¡No es grato morir, señor, si en la vida nada se deja y si en la muerte nada es posible, sino sobre lo que se deja en la vida! ¡No es grato morir, señor, si en la vida nada se deja y si en la muerte nada es posible, sino sobre lo que se deja en la vida! ¡No es grato morir, señor, si en la vida nada se deja y si en la muerte nada es posible, sino sobre lo que pudo dejarse en la vida!
No cabe gozo más grande ni mayor satisfacción que poder parir a un hijo para darle nuestro amor.

Te expones a perder la vida, a sufrir un gran dolor, pero nada nos importa, solo cuenta nuestro amor.

Amor hacia esa criatura que queremos con pasión, y es tanto lo que la quieres que perderías la razón si algo malo le ocurre o si simplemente enfermó.

Le ves como va creciendo, lo mimas y con razón, se ha convertido en un hombre o en mujer si no es varón, hace poco se casó ¿su pareja? un amor.

Pero todo va cambiando, para tu pena y dolor, y ese hijo al que tu amas,
Poco a poco se olvidó de que tú eres su madre,! la madre que lo parió!, la que expuso así su vida y le dio todo su amor, la que le cuidó de niño, la que siempre le mimó, la que él ahora no escucha, de la que ya se olvidó, de la que ya no le importa si vive, o si de pena murió.

Mas con lágrimas en los ojos, esta pregunta hago yo:

De que materia es el hijo que a su madre renunció, que le negó su cariño y a la que nunca escuchó, a la que poco a poquito hasta la vida quitó.

Pero a pesar del dolor y de la gran decepción, ¡Gracias le doy a la vida y Gracias a nuestro señor , porque por cada hijo de estos , de los Buenos hay un millón!

Con cariño y admiración para todos aquellos hijos que aman a su madre con todo su corazón.
Solitude
I wish I could no longer feel
In the sadness of my heart
I would find no pain

Pain has been my constant companion
My best friend and lover
Pain in my heart you always remain

Pain I have you tattooed on my skin
And in my sad eyes it never stops raining
I do not want to feel the bitter taste of your nectar

And hopefully you would vanish from the emptiness of my dreams
Where there is not even a meager living echo
In my dreams where there is only darkness
you will live as my faithful companion
friend and lover

Hopefully I’ll no longer feel your dry bitter taste
on my lips
I want to forget your opaque kisses my faithful companion
I wish I could drown in the ocean of my sadness

Tell me, why you don’t want to go from this emaciated body?
Where there is not a rainbow
Where all hope is gone
How to make them understand that here they will not find a lord’s prayer

Why don’t you pluck my heart at once
and as a desperate thief steal my memories,
the beautiful jewelry, that you are killing
Tear this heart apart but don’t let me suffer any more

Your voice is like a knife blade that penetrates to the bottom of my heart

And with this solitary life
Finally I give up
My love, hope, and gentleness are gone
Pain, will you give up today?

Soledad
Ojala que pudiera ya no sentir
En la tristeza de mi corazón
Quisiera ya no encontrarte dolor

Dolor que has sido mi fiel compañero
Mi mejor amigo y amante
Dolor siempre estás en mi corazón

Dolor te tengo tatuado en mi piel
Y en mis ojos tristes nunca para de llover
Ya no quiero sentir el sabor amargo de tu miel

Y ojala te esfumaras del vacío de mis sueños
Donde no habita ni siquiera un mísero eco
En mis sueños donde solo hay tinieblas
Vives tú mi fiel compañero
Amigo y amante

Ojala que ya no te sintiera en mis labios
Tu seco sabor a amargura
Fiel compañero como borrar tus besos opacos
Ojala pudiera ahogarte en el océano de mis tristeza

Dime, ¿Por qué no te quieres marchar de este cuerpo enflaquecido?
Donde no hay un arco iris
Donde toda ilusión ha desaparecido
Y como hacerles entender que aquí no encontraran un padre nuestro

¿Por qué de una vez no me arrancas el corazón?
Y como un ladrón desesperado róbate mis memorias
Hermosas joyas que estas matando
Arráncame la vida y el alma pero ya no me dejes sufrir más

Tu voz es como el filo de un cuchillo que penetra hasta el fondo de mi corazón

Y ahora desfavorecida por la vida
Finalmente me doy por vencida
Mi amor, esperanza y sutileza
Han desaparecido
Dolor, ¿ hoy te das por vencido?

Solitude
I wish I could no longer feel
In the sadness of my heart
I would find no pain

Pain has been my constant companion
My best friend and lover
Pain in my hear you always remain

Pain I have you tattooed on my skin
And in my sad eyes it never stops raining
I do not want to feel the bitter taste of your nectar

And hopefully you would vanish from the emptiness of my dreams
Where there is not even a meager living echo
In my dreams where there is only darkness
you will live as my faithful companion
friend and lover

Hopefully I’ll no longer feel your dry bitter taste
on my lips
I want to forget your opaque kisses my faithful companion
I wish I could drown in the ocean of my sadness

Tell me, why you don’t want to go from this emaciated body?
Where there is not a rainbow
Where all hope is gone
How to make them understand that here they will not find a lord’s prayer

Why don’t you pluck my heart at once
and as a desperate thief steal my memories,
the beautiful jewelry, that you are killing
Tear this heart apart but don’t let me suffer any more

Your voice is like a knife blade that penetrates to the bottom of my heart

And with this solitary life
Finally I give up
My love, hope, and gentleness are gone
Pain, will you give up today?
Una noche invernal, de las más bellas
Con que engalana enero sus rigores
Y en que asoman la luna y las estrellas
Calmando penas e inspirando amores;
Noche en que están galanes y doncellas
Olvidados de amargos sinsabores,
Al casto fuego de pasión secreta
Parodiando a Romeo y a Julieta.

En una de esas noches sosegadas,
En que ni el viento a susurrar se atreve,
Ni al cruzar por las tristes enramadas
Las mustias hojas de los fresnos mueve
En que se ven las cimas argentadas
Que natura vistió de eterna nieve,
Y en la distancia se dibujan vagos
Copiando el cielo azul los quietos lagos;

Llegó al pie de una angosta celosía,
Embozado y discreto un caballero,
Cuya mirada hipócrita escondía
Con la anchurosa falda del sombrero.
Señal de previsión o de hidalguía
Dejaba ver la ***** de su acero
Y en pie quedó junto a vetusta puerta,
Como quien va a una cita y está alerta.

En gran silencio la ciudad dormida,
Tan sólo turba su quietud serena,
Del Santo Oficio como voz temida
Débil campana que distante suena,
O de amor juvenil nota perdida
Alguna apasionada cantilena
O el rumor que entre pálidos reflejos
Suelen alzar las rondas a lo lejos.

De pronto, aquel galán desconocido
Levanta el rostro en actitud violenta
Y cual del alto cielo desprendido
Un ángel a su vista se presenta
-¡Oh Manrique! ¿Eres tú? ¡Tarde has venido!
-¿Tarde dices, Leonor? Las horas cuenta.
Y el tiempo que contesta a tal reproche
Daba el reloj las doce de la noche.

Y dijo la doncella: -«Debo hablarte
Con todo el corazón; yo necesito
La causa de mis celos explicarte.
Mi amor, lo sabes bien, es infinito,
Tal vez ni muerta dejaré de amarte
Pero este amor lo juzgan un delito
Porque no lo unirán sagrados lazos,
Puesto que vives en ajenos brazos.

»Mi padre, ayer, mirándome enfadada
-Me preguntó, con duda, si era cierto
Que me llegaste a hablar enamorado,
Y al ver mi confusión, él tan experto,
Sin preguntarme más, agregó airado:
Prefiero verlo por mi mano muerto
A dejar que con torpe alevosía
Mancille el limpio honor de la hija mía.

»Y alguien que estaba allí dijo imprudente:
¡Ah! yo a Manrique conocí en Sevilla,
Es guapo, decidor, inteligente,
Donde quiera que está resalta y brilla,
Mas conozco también a una inocente
Mujer de alta familia de Castilla,
En cuyo hogar, cual áspid, se introdujo
Y la mintió pasión y la sedujo.

Entonces yo celosa y consternada
Le pregunté con rabia y amargura,
Sintiendo en mi cerebro desbordada
La fiebre del dolor y la locura:
-¿Esa inocente víctima inmolada
Hoy llora en el olvido su ternura?
Y el delator me respondió con saña:
-¡No! La trajo Manrique a Nueva España.

»Si es la mujer por condición curiosa
Y en inquirir concentra sus anhelos,
es más cuando ofendida y rencorosa
siente en su pecho el dardo de los celos
Y yo, sin contenerme, loca, ansiosa,
Sin demandar alivios ni consuelos,
Le pregunté por víctima tan bella
Y en calma respondió: -Vive con ella.

»Después de tal respuesta que ha dejado
Dudando entre lo efímero y lo cierto
A un corazón que siempre te ha adorado
Y sólo para ti late despierto,
Tal como deja un filtro envenenado
Al que lo apura, sin color y yerto:
No te sorprenda que a tu cita acuda
Para que tú me aclares esta duda».

Pasó un gran rato de silencio y luego
Manrique dijo con la voz serena
-«Desde que yo te vi te adoro ciego
Por ti tengo de amor el alma llena;
No sé si esta pasión ni si este fuego
Me ennoblece, me salva o me condena,
Pero escucha, Leonor idolatrada,
A nadie temo ni me importa nada.

»Muy joven era yo y en cierto día
Libre de desengaños y dolores,
Llegué de capitán a Andalucía,
La tierra de la gracia y los amores.
Ni la maldad ni el mundo conocía,
Vagaba como tantos soñadores
Que en pos de algún amor dulce y profundo
Ven como eterno carnaval el mundo.

»Encontré a una mujer joven y pura,
Y no sé qué la dije de improviso,
La aseguré quererla con ternura
Y no puedo negártelo: me quiso.
Bien pronto, tomó creces la aventura;
Soñé tener con ella un paraíso
Porque ya en mis abuelos era fama:
Antes Dios, luego el Rey, después mi dama.

»Y la llevé conmigo; fue su anhelo
Seguirme y fue mi voluntad entera;
Surgió un rival y le maté en un duelo,
Y después de tal lance, aunque quisiera
Pintar no puedo el ansia y el desvelo
Que de aquella Sevilla, dentro y fuera,
Me dio el amor como tenaz castigo
Del rapto que me pesa y que maldigo.

»A noticias llegó del Soberano
Esta amorosa y juvenil hazaña
Y por salvarme me tendió su mano,
Y para hacerme diestro en la campaña
Me mandó con un jefe veterano
A esta bella región de Nueva España...
¿Abandonaba a la mujer aquella?
Soy hidalgo, Leonor, ¡vine con ella!

»Te conocí y te amé, nada te importe
La causa del amor que me devora;
La brújula, mi bien, siempre va al norte;
La alondra siempre cantará a la aurora.
¿No me amas ya? pues deja que soporte
A solas mi dolor hora tras hora;
No demando tu amor como un tesoro,
¡Bástame con saber que yo te adoro!

»No adoro a esa mujer; jamás acudo
A mentirle pasión, pero tú piensa
Que soy su amparo, su constante escudo,
De tanto sacrificio en recompensa.
Tú, azucena gentil, yo cardo rudo,
Si ofrecerte mi mano es una ofensa
Nada exijo de ti, nada reclamo,
Me puedes despreciar, pero te amo».

Después de tal relato, que en franqueza
Ninguno le excedió, calló el amante,
Inclinó tristemente la cabeza;
Cerró los ojos mudo y anhelante
Ira, celos, dolor, miedo y tristeza
Hiriendo a la doncella en tal instante
Parecían decirle con voz ruda:
La verdad es más negra que la duda.

Quiere alejarse y su medrosa planta
De aquel sitio querido no se mueve,
Quiere encontrar disculpa, mas le espanta
De su adorado la conducta aleve;
Quiere hablar y se anuda su garganta,
Y helada en interior como la nieve
Mira con rabia a quien rendida adora
Y calla, gime, se estremece y llora.

¡Es el humano corazón un cielo!
Cuando el sol de la dicha lo ilumina
Parece azul y vaporoso velo
Que en todo cuanto flota nos fascina:
Si lo ennegrece con su sombra el duelo,
Noche eterna el que sufre lo imagina,
Y si en nubes lo envuelve el desencanto
Ruge la tempestad y llueve el llanto.

¡Ah! cuán triste es mirar marchita y rota
La flor de la esperanza y la ventura,
Cuando sobre sus restos solo flota
El ***** manto de la noche obscura;
Cuando vierte en el alma gota a gota
Su ponzoñosa esencia la amargura
Y que ya para siempre en nuestra vida
La primera ilusión está perdida.

Leonor oyendo la ****** historia
Del hombre que encontrara en su camino,
Miró eclipsarse la brillante gloria
De su primer amor, casto y divino;
Su más dulce esperanza fue ilusoria,
Culpaba, no a Manrique, a su destino
Y al fin le dijo a su galán callado:
-«Bien; después de lo dicho, ¿qué has pensado?

»Tanta pasión por ti mi pecho encierra
Que el dolor que me causas lo bendigo;
Voy a vivir sin alma y no me aterra,
Pues mi culpa merece tal castigo.
Como a nadie amaré sobre la tierra
Llorando y de rodillas te lo digo,
Haz en mi nombre a esa mujer dichosa,
Porque yo quiero ser de Dios esposa.

Calló la dama y el galán, temblando,
Dijo con tenue y apagado acento:
-«Haré lo que me pidas; te estoy dando
Pruebas de mi lealtad, y ya presiento
Que lo mismo que yo te siga amando
Me amarás tú también en el Convento;
Y si es verdad, Leonor, que me has querido
Dame una última prueba que te pido.

»No tu limpia pureza escandalices
con este testimonio de ternura
No hay errores, ni culpas, ni deslice
Entre un hombre de honor y un alma pura;
Si vamos a ser ambos infelices
Y si eterna ha de ser nuestra amargura,
Que mi postrer adiós que tu alma invoca
Lo selles con un beso de mi boca».

Con rabia, ciega, airada y ofendida,
-«No me hables más,- repuso la doncella
Sólo pretendes verme envilecida
Y mancillarme tanto como a aquélla.
Te adoro con el alma y con la vida
Y maldigo este amor, pese a mi estrella,
Si hidalgo no eres ya ni caballero
Ni debo amarte, ni escucharte quiero».

Manrique, entonces la cabeza inclina,
Siente que se estremece aquel recinto,
Y sacando una daga florentina,
Que llevaba escondida bajo el cinto
Como un tributo a la beldad divina
Que amó con un amor jamás extinto,
Altivo, fiero y de dolor deshecho
Diciendo: -«Adiós, Leonor», la hundió en su pecho.

La dama, al contemplar el cuerpo inerte
En el dintel de su mansión caído,
Maldiciendo lo ***** de la suerte,
Pretende dar el beso apetecido.
Llora, solloza, grita ante la muerte
Del hombre por su pecho tan querido,
Y antes de que bajara hasta la puerta
La gente amedrentada se despierta.

Leonor, a todos sollozando invoca
Y les pide la lleven al convento
Junto a Manrique, en cuya helada boca
Un beso puede renovar su aliento.
Todos claman oyéndola: «¡Está loca!»
Y ella, fija en un solo pensamiento
Convulsa, inquieta, lívida y turbada
Cae, al ver a su padre, desmayada.

Y no cuentan las crónicas añejas
De aquesta triste y amorosa hazaña,
Si halló asilo Leonor tras de las rejas
De algún convento de la Nueva España.
Tan fútil como todas las consejas,
Si ésta que narro a mi le lector extraña,
Sepa que a la mansión de tal suceso,
Llama la gente: «El Callejón del Beso».
A la luz de la tarde moribunda
Recorro el olvidado cementerio,
Y una dulce piedad mi pecho inunda
Al pensar de la muerte en el misterio.

Del occidente a las postreras luces
Mi errabunda mirada sólo advierte
Los toscos leños de torcidas cruces,
Despojos en la playa de la Muerte.

De madreselvas que el Abril enflora,
Cercado humilde en torno se levanta,
Donde vierte sus lágrimas la aurora,
Y donde el ave, por las tardes, canta.

Corre cerca un arroyo en hondo cauce
Que a trechos lama verdinegra viste,
Y de la orilla se levanta un sauce,
Cual de la Muerte centinela triste.

Y al oír el rumor en la maleza,
Mi mente inquiere, de la sombra esclava,
Si es rumor de la vida que ya empieza,
O rumor de la vida que se acaba.

«¿Muere todo?» me digo. En el instante
Alzarse veo de las verdes lomas,
Para perderse en el azul radiante,
Una blanca bandada de palomas.

Y del bardo sajón el hondo verso,
Verso consolador, mi oído hiere:
No hay muerte porque es vida el universo;
Los muertos no están muertos...  ¡Nada muere!
¡No hay muerte! ¡todo es vida!...
                                                     
El sol que ahora,
Por entre nubes de encendida grana
Va llegando al ocaso, ya es aurora
Para otros mundos, en región lejana.

Peregrina en la sombra, el alma yerra
Cuando un perdido bien llora en su duelo.
Los dones de los cielos a la tierra
No mueren... ¡Tornan de la tierra al cielo!
Si ya llegaron a la eterna vida
Los que a la sima del sepulcro ruedan,
Con júbilo cantemos su partida,
¡Y lloremos más bien por los que quedan!

Sus ojos vieron, en la tierra, cardos,
Y sangraron sus pies en los abrojos...
¡Ya los abrojos son fragantes nardos,
Y todo es fiesta y luz para sus ojos!

Su pan fue duro, y largo su camino,
Su dicha terrenal fue transitoria...
Si ya la muerte a libertarlos vino,
¿Porqué no alzarnos himnos de victoria?
La dulce faz en el hogar querida,
Que fue en las sombras cual polar estrella:
La dulce faz, ausente de la vida,
¡Ya sonríe más fúlgida y más bella!

La mano que posada en nuestra frente,
En horas de dolor fue blanda pluma,
Transfigurada, diáfana, fulgente,
Ya como rosa de Sarón perfuma.

Y los ojos queridos, siempre amados,
Que alegraron los páramos desiertos,
Aunque entre sombras los miréis cerrados,
¡Sabed que están para la luz abiertos!

Y el corazón que nos amó, santuario
De todos nuestros sueños terrenales,
Al surgir de la noche del osario,
Es ya vaso de aromas edenales.

Para la nave errante ya hay remanso;
Para la mente humana, un mundo abierto;
Para los pies heridos... ya hay descanso,
Y para el pobre náufrago... ya hay puerto.
No hay muerte, aunque se apague a nuestros ojos
Lo que dio a nuestra vida luz y encanto;
¡Todo es vida, aunque en míseros despojos
Caiga en raudal copioso nuestro llanto!

No hay muerte, aunque a la tumba a los que amamos
(La frente baja y de dolor cubiertos),
Llevemos a dormir... y aunque creamos
Que los muertos queridos están muertos.

Ni fue su adiós eterna despedida...
Como buscando un sol de primavera
Dejaron las tinieblas de la vida
Por nueva vida, en luminosa esfera.

Padre, madre y hermanos, de fatigas
En el mundo sufridos compañeros,
Grermen fuisteis ayer... ¡hoy sois espigas,
Espigas del Señor en los graneros!

Dejaron su terrena vestidura
Y ya lauro inmortal radia en sus frentes;
Y aunque partieron para excelsa altura,
Con nosotros están... no están ausentes!
Son luz para el humano pensamiento,
Rayo en la estrella y música en la brisa.
¿Canta el aura en las frondas?...  ¡Es su acento!
¿Una estrella miráis?...  ¡Es su sonrisa!

Por eso cuando en horas de amargura
El horizonte ennegrecido vemos,
Oímos como voces de dulzura
Pero de dónde vienen... ¡no sabemos!

¡Son ellos... cerca están!  Y aunque circuya
Luz eterna a sus almas donde moran
En el placer nuestra alegría es suya,
Y en el dolor, con nuestro llanto lloran.

A nuestro lado van.  Son luz y egida
De nuestros pasos débiles e inciertos
No hay muerte...  ¡Todo alienta, todo es vida!
¡Y los muertos queridos no están muertos!

Porque al caer el corazón inerte
Un mundo se abre de infinitas galas,
¡Y como eterno galardón, la Muerte
Cambia el sudario del sepulcro, en alas!
Madres desventuradas, pobres madres en duelo,
Vuestros gritos de angustia los oye siempre el cielo.
Dios, que guía en los aires al pájaro perdido,
A una misma paloma conduce a un mismo nido.
Madres desventuradas, ¡oh madres sin fortuna,
Siempre se comunican el sepulcro y la cuna!...
¡Cuántos secretos guarda la Eternidad sombría!

La madre cuya historia voy a narrar vivía
En Blois, su hogar quedaba contiguo a nuestra casa;
Lo que Dios da o permite lo tenía sin tasa;
Se casó con el hombre a quien amó rendida,
Y un hijo tuvo: el goce más grande de su vida.

La cuna parecía, bajo un blanco cendal,
Nido de encaje y seda, junto al lecho nupcial.
De noche, a ¡cuántos dulces ensueños se entreabría
Su corazón de madre, y cuál resplandecía
Su mirada en la sombra, cuando ahogando el aliento,
Sin sueño, y en la cuna clavado el pensamiento,
Incorporada oía, con maternal cariño,
La serena y tranquila respiración del niño!

Feliz, al verse madre, cantaba a toda hora;
Su vida, por lo alegre, semejaba una aurora.

Sentado en sus rodillas bajo el materno arrullo,
«¡Ángel mío!», decíale, loca de amor y orgullo;

Mil nombres inventaba para llamarlo, cuanto

Se inventa para un hijo: «¡Tesoro, luz, encanto!»

Lo alzaba, lo ponía sobre el seno. Después
Le devoraba a besos los sonrosados pies,
Tanta dicha en la tierra sueño le parecía...
Con sonrisa de ángel el niño sonreía.

Frágil trémulo, como cervatillo a que espanta
El ruido de una hoja que la brisa levanta,
Crecía, Para el niño crecer es vacilar.
Dio los primeros pasos. Después empezó a hablar,
Tres años tuvo, gárrula edad en que locuela,
La palabra, como ave, las alas bate y vuela.


«Hijo mío», decía con inefable goce;

«¡Cuán grande está, miradlo! Ya las letras conoce;
Pide vestidos de hombre. Ya no quiere el muy pillo
Ni dulces, ni juguetes, ni ropas de chiquillo.
Son el diablo estos niños de ahora. ¡Cómo aprenden!
¡Si todo lo adivinan, si todo ya lo entienden!
El mío irá muy lejos. Será hermoso su sino,
¡Y al correr de los años sabrá abrirse
camino!»
Y al mirarlo con ojos de orgullo y de pasión
Latir sentía en su hijo su propio corazón.

Un día -¡de esas fechas fúnebres quién no tiene!-
El crup, horrible buitre de las sombras, que viene
Siempre a traición, el vuelo para sobre ese techo
Que cubría tres seres felices; en acecho
Espera al niño; rápido cae sobre él; lo agarra,
Y en la garganta frágil hinca la artera garra.

Si acaso no habéis visto la horrorosa agonía
De esos pobres pequeños, de la tierra alegría,
No sabéis de amarguras, ni del dolor que mata.
Luchan y se retuercen bajo el nudo que ata
Sus gargantas; la sombra les invade los ojos
Que sin vida se mueven entre círculos rojos;
El aliento les falta... Se siente angustia y frío...
¿Por qué los niños sufren y uno vive, Dios mío?
Y surge de sus labios tan extraño extertor,
Tan triste y misterioso, que el alma con pavor
Parece oír en esos angustiosos quejidos
Del cuervo del sepulcro los fúnebres graznidos.

Silenciosa, furtiva, la Muerte entra a la alcoba,
Y de ese hogar la dicha como ladrón se roba.

Un padre y una madre de hinojos ante el lecho;
Lágrimas y sollozos que desgarran el pecho,
E impasible ante tanto dolor el infinito...
¡Oh, la palabra expira donde comienza el grito!

Con el alma transida por el dolor, la madre,
En tanto que a su lado lloraba el pobre padre,
Tres meses duró inmóvil, con aspecto sombrío,
Y los ojos clavados en el lecho vacío.

Triste, febril, sin fuerzas, a nadie respondía;
Y a veces en voz baja repetir se le oía
-Los labios temblorosos y el pensamiento fijo-
Como hablando con alguien: «¡Devuélveme a mi hijo!»


El médico, entretanto, viendo dolor tan hondo,
Tanta amargura, al padre decía: «No respondo

De su salud si sigue tan triste y silenciosa;
Es fuerza distraerla, que piense en otra cosa,
Que salga de su encierro».

Pasó el tiempo. Y un día
Volvió a sentirse madre.
Junto a la cuna fría

De aquel ángel efímero recordando el acento,
Sola, muda, dejaba vagar el pensamiento.

Y el día en que de pronto sintió la sacudida
De un ser en sus entrañas, nuncio de amor y vida,
Palideció. «¿Quién llama?
¿Quién viene de otro Mundo?»

Dijo con hondo acento de un gran dolor profundo;
Y en lágrimas de fuego bañadas las mejillas,
Y ante la cuna sola postrada de rodillas:
«¡No... no quiero! clamaba, «porque tendrías celos»

«Tú, mi ángel dormido, que todos los anhelos
Te llevaste y los sueños de mis felices días»;

«Ya otro ocupa mi puesto», sollozando dirías;

«Mi madre lo ama, ríe... lo besa, y yo entretanto
Sin el calor de un beso duermo en el Camposanto,
Olvidado de todos, tiritando de frío...»

«No, nunca!...»

Así lloraba ese dolor sombrío.
Y por la vez segunda se vio madre. Dichoso
Dijo el padre: Es un niño. «¡Cuan rollizo y hermoso!»

Pero ella continuaba llorosa y abatida,
Y en el recuerdo antiguo de su amor abstraída.
Y al acercarle el niño, pensando en el ausente,
En el que fué en su cielo ráfaga refulgente,
Como en delirio trata de incorporarse, y mustia,
«¡Ese ángel está solo!», dice con honda angustia.

Mas de pronto, ¡oh milagro!, con aquel conocido
Acento que no olvida, oye al recién nacido
Que cerca de su seno, y en la sombra callada,
Murmura: «¡Soy el mismo, pero no digas nada!»
En la playa sonora
De auras primaverales,
De las ondas azules del Sorrento
Mueren bajo frondosos naranjales,
Junto al seto, a la vera del camino,
Hay una tosca piedra,
Que mira indiferente el peregrino.
En ella oculta el alelí frondoso
Un nombre que jamás repite el eco.
Sólo a veces, si en busca de reposo
Errante pasajero se detiene,
Al ver el epitafio entre las hojas,
Ante la luz del moribundo día,
Mientras copiosas lágrimas derrama,
-«¡Diez y seis años!», suspirando clama;
«De morir no era tiempo todavía».
Mas, ¿a qué recordar esas escenas?
Dejad que gima el viento
y que murmuren las azules olas.
Yo no quiero llorar en mi aislamiento;
Quiero soñar con mi dolor a solas.

«¡Diez y seis años! ¡Sí, diez y seis
años!»
Torna a decir el pasajero. Y nunca
En una frente más encantadora
Esa edad fulguró; ni otras pupilas
Más hermosas el brillo reflejaron
De esas playas ardientes e intranquilas.
Hoy en vano la llamo:
¡Sólo el alma responde a mi reclamo!
Pero la siento en mí, y a verla vuelvo;
La vuelvo a ver como en felices días,
De puras e inocentes alegrías,
Cuando fijos en mí los negros ojos,
Cual astros en ignota lontananza,
Me hablaba de su amor entre sonrojos,
Y yo, de mi pasión y mi esperanza.
Bien me acuerdo: ondulaban sus cabellos
Del aura al soplo acompasado y blando;
En torno el viento aromas derramaba;
Del trasparente velo se pintaba
La sombra en su mejilla,
y distintos se oían los cantares

Del pescador en la desierta orilla.
y de pronto mostrándome la luna,
Flor de la noche bruna,
y las espumas de la mar, me dijo:
-«¿Por qué llena de luz el alma siento?
Jamás el firmamento
Donde la estrella del amor nos mira;
Jamás esas arenas donde vienen
Las olas a morir; esas enhiestas
Montañas cuyas crestas
Tiemblan entre los cielos, y los bosques
En torno a la ensenada;
Las luces de la costa abandonada
y del nocturno pescador el canto
Halagaron cual hoy mi fantasía...
¡Nunca infundieron en el alma mía
Este que siento, celestial encanto!
»¿No volveré a soñar cual sueño ahora
En embriagante calma?
¿Es que en los cielos asomó la aurora
O es que una estrella se encendió en mi alma?
Hijo de la mañana, ¿son las noches
De tu país tan bellas
Como esta que a mi lado estás mirando
Tachonada de fúlgidas estrellas?»
Luego la virgen se acercó a la madre
Que la escuchaba cerca del ribazo,
Le dio un beso en la frente,
y quedose dormida en su regazo.

Mas, ¿a qué recordar esas escenas?
Dejad que gima el viento
y que murmuren las azules olas.
Yo no quiero llorar en mi aislamiento;
¡Quiero soñar con mi dolor a solas!
¡Cuánto candor en su mirada! ¡Cuánta
Inocencia en sus labios seductores!
¡Quién no hubiera creído en ese instante
Ver concentrados en su alma virgen
Del cielo de su patria los fulgores!
El bello lago de Nemí, que nunca
Un soplo arruga, es menos trasparente;
Jamás pudo ocultar sus pensamientos;
Sus ojos, de su espíritu trasunto,
Los revelaban sin quererlo al punto.
Todo jugaba en ella; y la sonrisa,
Que es con los años contracción de duelo,
Siempre brillaba en sus carmíneos labios
Como arco-iris en radiante cielo.
Ninguna sombra oscureció su rostro;
y si libre los campos recorría,
Cual suelta mariposa,
Una límpida ola parecía
Coronada de luz esplendorosa.
Corría por correr, y su armoniosa
y halagadora voz, arpegio tierno
De su alma pura, que era un canto eterno,
Alegraba hasta al aura rumorosa.

Fue la primer imagen
Que se imprimió en su corazón la mía,
Como la luz en los dormidos ojos
Que se abren con el día.
Desde que amó, fue amor el Universo;
Confundió mi existencia,
Mi existencia entre lágrimas y abrojos,
Con su vida de paz y de inocencia;
Palpitó con mi alma, y formé parte
Del mundo que flotaba ante sus ojos,
De todos sus anhelos,
De la efímera dicha de la tierra
y la eterna esperanza de los cielos.
No pensaba ni en tiempo ni en distancia,
Ni existía el pasado en su memoria,
Pues para ella la vida era el presente.
Todo su porvenir fueron las tardes
De aquellos días de celeste gloria.
Entregó a la Natura
Su corazón, sin sombra de pecado,
y a la plegaria pura
Que de su huerto con las blancas flores
Iba a esparcir en el altar amado.
y de la mano, como niño humilde,
Me conducía al templo de la aldea,
y de rodillas me decía quedo:
«¡Reza conmigo! ¡Sin tu amor, bien mío,
El cielo mismo comprender no puedo!»

¿No veis el agua azul y trasparente
Al abrigo del aura vagabunda
y del sol encendido,
En el estanque de la clara fuente?
En él un blanco cisne
Nada, de su hermosura haciendo alarde,
y oculta el cuello en el cristal bruñido
Donde tiembla la estrella de la tarde.
Pero si a nuevas fuentes alza el vuelo,
La clara linfa con el ala azota
y extinta queda la visión del cielo.
y con las plumas que dejó deshechas,
Como arrancadas por astuto buitre,
y con la arena que del fondo brota,
El estanque, antes puro,
Que las estrellas reflejaba en calma,
Queda revuelto al fin, triste y oscuro.
Así, cuando partí, todo en su alma
Lo revolvió el dolor; su luz muriente
Huyose al cielo a no volver; y cuando
Vio, sola y afligida,
Su más bella ilusión desvanecida,
Se despidió del porvenir, que goces
No le ofrecía en su abandono aciago;
No disputó su vida al sufrimiento,
Alzó la copa del dolor tranquila
y la apuró de un trago,
En tanto que en su lágrima primera
Ahogaba el corazón; y como el ave

Cuando el sol en los mares se sepulta,
Para dormir oculta
La cabeza en el ala entumecida,
Se envolvió en su tristeza abrumadora,
y se durmió también... pero en la aurora,
En la risueña aurora de su vida.
Mas,  ¿a qué recordar esas escenas?
Dejad que gima el viento
y que murmuren las azules olas,
Yo no quiero llorar en mi aislamiento,
¡Quiero soñar con mi dolor a solas!
En su lecho de tierra ya ha dormido
Muchos años, y nadie
Quizá a llorar a su sepulcro ha ido,
y tal vez en la senda
Que a su postrer asilo conducía.
Se encontrará extendido
El segundo sudario de los muertos,
El implacable olvido.
Nadie esa piedra ya medio borrada
Con una flor visita;
Nadie solloza allá, nadie medita.
Sólo mi pensamiento en esa tumba
Ruega contrito, si remonto el vuelo
De este bullicio, donde sufre el alma,
A otra región de amor, de luz y calma,
y al corazón demando esas queridas

Prendas que ya no existen, y columbro
En las sombras calladas
Sus luminosas huellas,
y lloro tantas fúlgidas estrellas
En mi nublado cielo ya apagadas.
La primera ella fue, mas el divino
y dulce resplandor que en torno vierte
Aun alumbra mi lóbrego camino,
De errante peregrino,
De errante peregrino hacia la muerte.
Un espinoso arbusto
De pálida verdura
Crece junto a su humilde sepultura;
Por el sol calcinado
y por los vientos de la mar batido,
Vive en la roca, sin prestarle sombra,
Como un pesar en corazón herido.
El polvo de la ruta
Blanqueó su follaje, y a la tierra
Baja a servir de pasto
A la cabra montés. Como de nieve
Limpio copo, al nacer la primavera,
Brota en él una flor; mas, ¡ay!, en breve,
Antes de dar al aura lisonjera
Su aroma regalado,
La arranca de su tallo el viento airado,
Cual la vida apagada por la muerte
Antes que al corazón haya halagado

Un ave solitaria el vuelo posa
Sobre una rama que se dobla, y canta
Con voz entristecida,
Cuando cae la tarde silenciosa.
¡Oh, dime, flor marchita sobre el lodo,
Flor que tan pronto marchitó la vida!,
¿No hay otra vida en que renace todo?
Volved a mi memoria,
Tristes recuerdos de esa triste historia;
Volved, recuerdos de mi amor primero,
A traer a mi espíritu la calma.
Ve, pensamiento, a donde va mi alma...
¡Mi corazón rebosa, y llorar quiero!
La frente apoyo en la vidriera...
el cielo azul se engalana
y en la fúlgida primavera
canta su canción la mañana.

La mente inclino a lo más hondo
del alma en campos del Ayer;
y marchito miro en el fondo
todo lo que vi florecer.

Soplan auras primaverales
dando más vigor a los músculos.
¡Aquí las brumas otoñales
y el silencio de los crepúsculos!

En el parque crece la yerba
bajo el radiante resplandor.
En el alma todo se enerva
al paso lento del dolor.

Y evoco alegres ilusiones,
campos azules, abrileños;
la juventud con sus canciones
iba entre rosas y entre ensueños.

Fulgurante el cielo reía:
¡Cuán hermoso era el porvenir!
Vino la tarde en pleno día
y todo comenzó a morir.
La frente apoyo en la vidriera...
Verdes árboles, sol radiante
¡Juventud!… ¡también primavera
Fuiste del corazón amante!

¡Días que el alma triste evoca,
alba rosada del amor!
¡Boca que buscaba otra boca,
polen que va de flor en flor!...

En jardines primaverales
las libélulas entre aromas;
rosas rojas en los rosales
y destilando miel las pomas.

Y van surgiendo en un ensueño
amores de la juventud.
Pasan con el labio risueño
en concento de arpa y laúd.

Entonces... retoño y retoño
en los rosales a la aurora...
¡Como lenta bruma de otoño
la tristeza bajando ahora!

En el alma, al ensueño abierta,
algo de antiguo trovador,
y de la vida en la áurea puerta
con sus promesas el Amor.

De la luna la luz de plata
brillaba en el barrio desierto,
y una canción de serenata
subía al balcón entreabierto.

Pendiente la escala de seda
de los barrotes del balcón...
Del pasado ya sólo queda
un rescoldo en el corazón.

Paseos bajo luz de luna
por alamedas de rosales;
dos bocas que el amor aúna
en claras noches estivales...

Entonces... cantos, alegría,
juramentos de eterna fe;
y ahora, gris melancolía
del dichoso tiempo que fue...
La frente apoyo en la vidriera:
en el parque, vestidos blancos,
y amantes en su primavera
bajo los pinos en bancos.

Primeros versos a la amada,
cantos primeros de ilusión...
Son hoy cual queja desolada
en el fondo del corazón.

Tú, flor de la tierra nativa,
de los ojos fuiste embeleso.
Sólo a tu boca, rosa viva,
le dio la muerte el primer beso.

Cuando se recuerda el pasado
hay un deseo de llorar.
¡El árido camino andado
si se pudiera desandar!...

Sombras doloridas que vagan
y esperanzas muertas deploran:
Astros que en tinieblas se apagan
y voces que en silencio lloran!...

A la claridad matutina
fragante erguíase el rosal...
¡ya sobre el agua gris se inclina
la amarilla rama otoñal!...

Una palabra... un juramento...
¿era verdad o era mentira?
Mentira o verdad es tormento
cuando sola el alma suspira.

Se abría a la luz la ventana
en un radioso amanecer,
la ilusión decía: «¡Mañana!»
y el corazón dice: «¡Ayer!».

¡Mañana! ¡Ayer! Polos remotos...
lo que es dolor y lo que salva.
Claros sueños y sueños rotos,
gris de la tarde y luz del alba.

Y el Amor, que en sombras se aleja,
el alma dice: «¿Volverás?»
Y como una lejana queja
se oye en el pasado: «¡Jamás!»

La hiedra fija sus raíces
aún bajo nieve en la piedra.
Recuerdos de días felices:
sois del corazón... ¡siempre hiedra!
Aromadas rosas de Francia
en los casinos y en el Ritz;
Rosas que dais vuestra fragancia
en Montecarlo y en Biarritz.

Reservados de restaurantes;
de vida de goce ansias locas;
El áureo champaña espumante;
temblando de ósculo las bocas.

Nerviosa espera la cita,
Penumbra de la «garconniére»,
Fausto a los pies de Margarita
En el rosado atardecer…

Otra... Extraño acento de arrullo,
honda nostalgia en su mirada,
y severo siempre su orgullo
en su dolor de desterrada.

Su imagen el pasado alegra,
y fijos en la mente están
su traje blanco y su capa negra
en las carreras de Longchamps.

Días lejanos de estudiante,
embriaguez de ideal divino,
El corazón, rosa fragante,
en noches del Barrio Latino...

Midineta bulevardina,
boca roja, frente de lis,
Incitadora, parlanchina,
jilguero alegre de Paris.

Y del «cabaret» la alegría...
¿Era del Rhin o era del Volga?
¿en su vida un misterio había...
¿era su nombre Elisa u Olga?

En otra, del vuelo al arranque,
mirar nostálgico... y ¡pasó!
Muchas veces junto a un estanque
soñando la luna nos vio.

Tú, mejicana-parisina,
de cabellos como aureola
de luz de sol, y habla divina
entre francesa y española.

En la tristeza de un suspiro,
lejos, a la orilla del mar,
una margarita aún te miro
melancólica deshojar.

Húngara triste, flor bohemia,
De ojos miosotis de Danubio:
¡cuán adorable era anemia
En marco de cabello rubio!

Tus pupilas vagas de Isis
fingía decir un adiós;
Y casi exangüe por la tisis
caíste en golpe de tos...
La frente apoyo en la vidriera...
Un claro sol el cielo dora,
riega rosas la primavera...
El otoño en el alma llora.

Se oye como una voz que ruega,
como un gemido de laúd...
¡Es en la tarde que llega
el adiós de la juventud!
Puedo escribir los versos mas tristes esta noche.

Escribir, por ejemplo: 'La noche esta estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos.'

El viento de la noche gira en el cielo y canta.

Puedo escribir los versos mas tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella tambien me quiso.

En las noches como esta la tuve entre mis brazos.
La bese tantas veces bajo el cielo infinito.

Ella me quiso, a veces yo tambien la queria.
Como no haber amado sus grandes ojos fijos.

Puedo escribir los versos mas tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.

Oir la noche inmensa, mas inmnesa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocio.

Que importa que mi amor no pudiera guadarla.
La noche esta estrellada y ella no esta conmigo.

Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazon la busca, y ella no esta conmigo.

La misma noche que hace blanquear los mismos arboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

Ya no la quiero, es cierto, pero cuanto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oido.

De otro. Sera de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.

Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.

Porque en noches como esta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.

Aunque este sea el ultimo dolor que ella me causa,
y estos sean los ultimos versos que yo le escribo.
Gerardo Manllo Jan 2018
no era hombre
era solo un niño
la primera vez que senti frio

intente alejarme del juego del amor
pensaba que era yo un perdedor
y llegaste tu y todo cambio
senti lleno otra vez mi corazon

crei que eras feliz
crei que yo era suficiente
crei que a pesar de tu pasado
tendrias el valor de confiar libremente
que inocente

dices que te duele
que nunca habias querido tanto
que sabes tu de dolor
si nunca te has ahogado en llanto
que sabes tu de dolor
si me pegaste donde mas me duele
que sabes tu de dolor

ahora vivo del recuerdo
que alimenta mi esperanza
a veces me siento un idiota
por creerme yo estas palabras

he sufrido tanto
que el olvido ya es amigo
que la soledad ya es diaria
que no dejo de soñar contigo

te quiero tanto
que a pesar de todo lo escrito
te deseo de corazon
que jamas te toque vivirlo
4/11/17
María José Jan 2016
Sé que escondes bajo esas lindas risas,
conozco el sufrimiento de ocultar un dolor insoportable,
son mil penas y un corazón que han hecho trizas,
pero te escondes bajo una sonrisa que te vuelve inconsolable

Que más quisiera que curarte con abrazos,
Sin embargo es difícil incluso hablar de amor,
y aunque quiero pegar todos los pedazos,
me es imposible pues a mi también me queda solo dolor.

Por eso no me arriesgo con las palabras,
y aunque mi sueño es darte el paraíso,
las promesas vanas cortan como dagas,
no te puedo tener esperando por siempre, sumiso.

Y sin embargo te amo y me duele soltarte.
This is a poem I decided to write in spanish because I rarely write poetry in my mother tongue even though it is a beautiful one and I wouldn't trade it for another.
Andrew T Hannah Apr 2014
Praeludium in via ...

Vidi heri mane quando ridebam coloribus egregiis,
Eradere auro , trans tabula caeli , tentorium ...
Excelsus super omnes montes mundi mole fratres
Nimborum desertum , ubi non sit humana exsuscitatur .
Et non vidi nobili altitudo futura ...
Bonitas terribilis Vidi , *** indomitus.
Et peregrinare in ea carne existimarem Semel tamen divina ,
Nunc datum est scire , et non confundamur ab eo opus .
Ambulavitque *** Deo, quod nunc facio , et passus est ... accentus
Proditio amor et passionibus , quamvis non recipiat ecclesia ,
Divinitatis naturam , ne occulta omnia confitentur ?
Audis tu solus in universo ab duces ineptum
Ipsos victu pascuntur finguntur mendacii .
Sed ambulavit in vobis, ex ea ipsa mundi redivivi ,
Proelia ante hos annos multos, in carne nostra, amissis vate sacro .
Nos sequi vestigia veterum monumentis, ut ostensum est ;
Quia ex nihilo nati sumus , et adhuc in filiis tuis, ac spatium vivendi ,
Latebunt , quo melius in manifesto , vultus ingenio tegmina.
Ego sum primus , et consilium ... Memini tamen alta urantur
Humanis uti licet , *** aliena michi negotium.
Lorem quid ad ignorantiam et extra ,
Quia vidisti me in tenebris, in ardentem rogum meum .
Si sustinuero , praeire , ubi angeli labuntur ...
Quis autem, si non satis est dedicata piget.
Irrisorie , quoniam ego scio quod salventur , et saepe etiam ,
Post tantum est **** , et sic esset forma in re firmatam ?
Imago Dei , huc ad nos omnes in sanguine ipsius ,
A primis ad ultima, ut alpha et omega, gladius acutus .

Prologus : ( Os meum labitur )

Puer fui servus ad aras tam sacras ,
Hymnis immaculatorum : et absque iniquitate .
Quod *** ipse portabat diadema thons nudus ...
Expositum Spiritus meus, qui intellexi gravitatem.
Quis credit sanctum profanae habitu virtutum
Et illi qui in eo sunt ut carnifices ovis ad occisionem ,
Innocentes cogit induere larvis ad porcellana et operuerunt capita sua ,
Et filii eorum diriperent pueritia , vinctus catenis rudis .
Sicut teenager : ambulans in naturis hominum omnium adprobante ,
Et egressus est a me omnes, qui violatores extiterunt in coinquinatione verebatur .
Angelo fidem reperto cecidi inveni sanctitati
Nomen meum in ea , et curet abluitur dubium inveni .
Venit ad nuptias, et omnes dedi uxorem proditione ,
In solutione huius coniunctionis nostrae et sine intervallo in solitudinem imposuit ?
Traiectus mortalis caro mea reliquit me solum in sanguinem ,
Cor ejus scissum est , absque omni cultu ex ordine funem .
Angelus autem meus et leniat iras mansit dolori
Mea lux, in vigiliis, in nigrum, quod est victa ,
Admonens quia carnis mortalitate ... maxime
Angelus vult me et tremor et durum accepimus.
Et ego factus sum quam ... traumas vitae ac lacrimis
Et dimisit , in specie quae sunt post , veluti a me plagas .
Nox deinde calor intensior saunas percipimus ...
Sicut est mihi in choro , relictum est , nisi ab illo esse extensum ,
Et invicem tradent , et mortalem , ut impunita essent, sed numquam mihi ...
Non tradent ; effundam spiritum meum , et non totum .
FYLACTERIUM creare ex omni me , et oculus innocens ...
Quod amari posco sum ​​ut carbo margarita alba et nigra ;

Section I : Sacrificium Doll

Part I : ( litus sanguinem )

Ne revoces me pupa enim priscis recesserunt cavernam
Sunt inanima appetant , non realis forma in utero ;
A puero bibere rubeam ore exploratores in vastissimam taberna ...
Dum nati psallens FARRATUS agros effusi .
Vadimus ad domum Dei , in plagis , in magna pecunia debetis ...
Hoc non est ad oras Nunc cruore manant strigitu rubra de memoria , polluetur .
Nulla est enim me primus ad ignitionem gloriae ...
Quando autem mens aeterna , in omnibus placentes, causabatur laetitiam .
In stellis ibi verba quae ego volo inauditum revocare,
Quia descendi ita pridem apud venire primum ?
Sollicitus purus fabrica MYSTICUS chaos genitus antiquorum
Mitti expectant limine signa magica.
Interdictum revertatur in carminibus meis , Licinius, ut audacia ,
Quia oblitus est mei fere est: nunc originem , ut tragici.
*** filii bibere, et se abscondunt nati seorsum
*** aquæ in sanguinem, et super triticum, et arefecit fœnum, et humida !
Signum quod venturum est mutare et laboro mentem.
Facies in luna ALLUCINOR in metu torquetur , horror ...
Dumque in fauces manu stare super pectus
Inter ordines diu frumentum umbra nigro ambula
Genus servo meo animas infantium .
Aestas flavescunt, Phoebe caelesti audent .
Mea sola mcestas lupus sonitum audiri potest ,
Et *** feris leo in pontumque moueri relinquere ...
A natura mihi dolet cupio concupivit paradisus reducat .
Vidi terram terror , ut sanguis in sinu
Ater sanguis in terra , quae facit viventia ululare ...
Sicut **** habet stultitia non dicam prava vel !

Part II : ( Crucifixo et Inferorum Animas Excitat)

Nam inertis est gemere pupa altari parato, in sacrificium,
In lapidem calcarium, et in cavernam, ubi sunt wettest fingit arcus !
Un - res sunt, sed etiam *** vivit in vulneribus animae , ut in glaciem ,
In horrore frigoris fictilem , ita *** pedibus non vocavit.
Serpentipedi mucrone subrecto , remittit praecise a pupa in collo ,
Et non potest dici , quia non habet pupa voce clamare.
Puer, et egressus est a tabernam , aspectus eorum quasi a naufragii vile ...
Ut curem hominem a superioribus agentibus , corpus totum mundum.
Infra in concavis locorum asperitate visa petram
Magna voces resonare in tenebras , et vocavit nomen tacuit.
Eripuit animam trahit nauta Multo gregis
Ubi aereum reddet unicuique antiquum signum desideratum .
Et venit ad bibendum aquas illas vitae malis mederi ...
Porcellana , et liberatus a vinculis mortis obscuris sentiat frigore ;
Animas in captivitate , unde nemo mortalium loqui
Sed statim liberavit remotis perforabit clavi ...
Omnis **** , qui dicitur Golgotha ​​, olim in cruce positus .
Omnis autem mulier quoque, ad quod omnes tales sunt tormento
Et facta est , dum consummaretur sacrificium insita primum sic infirma est,
Et intantum ut nisl tot annis perpessi .
Signati post fata diu Quod murus ignis in Terra ,
Stigmatibus ferre posset ita etiam multa futura!
Quod signum erat in manu mea, ut labatur pes meus, et dimittam ...
Tamen adhuc vetera perseverare illusionibus , et non possum excitare multos .
Ego, qui iam tantum conligati Lorem ferrum quid reale,
Factaque est infinita in dolo : Ego sum ​​, et desiderio erat pax.
Nam et ego quod negas , nisi aspera ac rudia mei liberatione ;
Angelus liberavit me , et nunc inter saevus sigillum frangere conantur .

Part III : ( The Return of lux)

Qui a mortuis Surrexit , frigidior , ubi de somno , ultrices in somnis , per
Et obliti sunt intelligentiae invocatum est super sancta miserunt innoxia verba ...
Et inde apud hominem , ut maneat MYSTICUS sequuntur revertamur ,
Ea aetate in inferno commemoratione praeteritorum.
Qui suscitavit eis manum meam , et pugionem eius lumen gloriae,
Relicta meae effercio fluere sanguis subito currere libero.
Ex profundo flamma surgit millennial amisso puella puer ,
Quæ est angeli redivivam sinit luce clarius ostendit .
Et omnis qui non occaecat oculos ad intima ;
Infideles , in momento temporis ponere in obprobrium .
*** stellae ab Diua sacrorum opera voluntatis
Dum coccineum limen transeat , lucem adfert .
Momento enim omnes in caelo et in terris sunt ,
Sicut dies longus tandem inclinatus ante noctem veniat .
In tenebris , claritas multo maiorem et perfectiorem descendit ,
Eorum, qui dum in nomine meo orbata est devium.
Sicut incensum in conspectu angelorum ira animos eorum , occlusum ...
Ferrum IRRETUS texturae talis effugere nequeunt carcerem
Nam quicquid occaecat vidit lucem et scindit
Nisi quia in templis revellens mortalibus irae.
Et , postquam ipsæ fuerint fornicatæ infidelium , ut uoles, petulans ,
Et factum est in excogitando dogma , quod de ratione immemor ?
Horrendum non fides sit , tamen ita fecisse ,
Ante finem exspectent praemia petunt .
*** enim , ut est in paradisum suscipit dereliquerunt ...
Imago autem libertatis quam servitutis et negotio.
Nimia tempus extractam converterat a gladio:
****, ut spectet ad salutem in lucem , caeca lumina sua .

Antiphon alpha :
Quia hoc est ut , barbaris quoque innocentiae gentilitium mendacium vendere ...
Numquid et vos vultis emere , aut aliquam nunc forsitan putas,
Ad sciendum neque rationi consentaneum neque aetate sapientes ...
Quod si non moverent malles *** saltare!
Pleni sunt somnia noctes ; Dies mei tantum ...
Ego ad bis et quem maxime diligebam , in purpura quoque , et aprico occasus .
Ego autem haec imago non ad tangere memoriam tot ,
Qui replet in sanguinem furoris me , et frigidam desiderio finis .
Et considerandum est quod *** in ultima desperatione rerum , in cuius manu mea, equo et pilos in ore gladii ,
Nam ni ita esset, nunquam tamen inde trans familia .
Sed abusus est , ut fuit, et quidem instar caedentes sepem
An ut reliquos omnes transcendunt omnia , amice!
Ego superfui , transfiguravi ascendi in fine est ,
Multo magis quam erat, non plus quam diruere animus .
Sed tamen , quia speravi in solitudinem , ut a somno exsuscitem ancillam meam in flamma ...
Ardet , o superi, ut arbitror , usque uror dissiliunt!
De caelo et magis obscurant vestris, et tridentes, et contritio ,
Audio furorem tympana caelo antiqui gigantes hiemes.
Dii irascantur et ecce valide erutas ,
Uvasque calcantes Angeli hominis Illi autem vinariis ageretur ...
Recordatus sum in omnibus navigantibus battleship galaxies ,
In die ortus nubes inter exaestuans, quod ' vaporem ...
Depopulari Sodomam et Gomorrham, ad contumelias !
Ibi eram: et *** impiis non perire denique gemitu.
Ut illuderet mihi : et populus , quia ego bonus sum male velle ,
A Deo est, quam diu tot mala ferre cogetur .
Ego autem non sum solus , quia multa in eo et detorqueri
Deus remittit, nam adhuc sed non est intellectus ;

Section II : Hostiam de Spider

Part I : ( Rident Primus )

Caelum non egerunt pœnitentiam super ulcus nigrum est furore , et in indignatione, et in iustitia :
Et factus sum caro , quamvis intellectus non mortale .
In antro loca , quæ transivi , et dæmonia multa discurrunt ,
Et locis minus adhuc amor in search of a provocare .
In quo autem in craticiis tectoria atria mea, et thronus fuit stabilis ...
Et super collem , ubi dolorum laborum animae perit labor in mundanis ,
Transcendi vincula et consilio fidelium expectabo laudatur.
Ignis et sulphur et, semper est dextera arderent super altare ?
Ridentem cogo faciem meam : non enim veni , ut velle,
Ut in hora *** iam iuvenem, *** proposito aureum ...
Quæ pro impenso super solidum, pretium quis ,
Qui autem non cognovit , quomodo cupiam sibi solvere ...
Furor solitudinis nascitur ira nascitur ex malitia,
Qui autem contemnunt me , quia sine causa Provocantes me .
Quid est **** , impunitatem , ne quis putaret se excusat ;
Quam sapere , *** culturis tuum: mergi , in balneis , in ardentem .
Loquor de inferno, qui est infidelis nescis ?
Neque enim suis oculis effossis clavorum ...
Loquor cruciatus qui daemonia fecerunt superat .
Primus erit mihi dolor meus *** omnis fera voluntas ut ratio ...
Ut qui me conspui caro quod ambulans ,
Nescis modo larva facies mea , abscondens se.
Attendit ad illa nihil nisi insipientis solis erratur in sonis cantus
Tantum numerus ratus e fratre soror .
Sed in caelestibus quae sine causa nata est incestus est alchemical ?
Habitat in me peccatum occultum compages sǽculo.
Sit mihi vim inter gentes auditus est ABSURDUS musica ...
Spiritus meus qui regit omne simile est genitus.

Part II ( vindicta aurum )

In hortos, in quibus cupiditas sanguis rosaria semina ,
I , in manu eorum , qui esurit Quorum sitit aquam surgit !
In quaerere dilectionis affectum bestiis pavi eget
Quid faciam ut pudeat , habet me non elit .
O **** , quo impune ausu palamque vociferari ,
Quod amor sit ex me credis , et me opus manuum tuarum ,
Ut timidus , et cucurrit ad me latere turba depravari ,
In simulata excellentiam tuam , et ipse te vile animal .
Coniunctio oris linguae quasi telam laqueari
Si fieri potest araneae ; et fugiet a turpis ut octo pedes nidum ...
Et *** jam non calidus humanitatis indignum ,
Cogitans te meliorem quam reliqui descendes !
Ut vitae pretium millies , tibimetipsi .
Creaturam factus sum nocte expectant te aranea heu !
Nolite putare quia ego audirem . utrumque stridens cruris ...
Odium ductor tuus , et equi ejus , et ascensorem ejus .
Et in vestra web Video vos, Quirites immune ungues acuti ,
Ad toxicus venenum , quod oculis non potes, nisi te , octo ...
Ex quo bases Caesios sine timore, et sic primum
Ut dolores tuos comedat vos accendentes ignem caelum ;
Detur paenitentiae venia , quae dicis omnia cogit , ne superare dolores ,
Qui tibi semper, quæ videtur , non est potentia ad non noceat .
Et ascendit ulterius sapere plus pavoris tui ...
Numquam puerile ludibrium ulla facta .
Omnis domus tua dissolutae horologiorum ad socium non est ?
In desertis chaos est gaudium, ut si quod habuerunt.
Surgit in novum ordinem , nemo potest negare chaos genitus locus ,
Dum descendes perdunt, muneribus laesae.

PARS III ( Ultimo Rident)

Et sic videtur quod Angelus se et ante deam
Angelus autem nominis vocare aliquis tenuerit formarum.
Et qui in illis est , maiora sunt, ego saepe ad extraneas ,
Fingunt enim se perfectum , ignorant eorum saevitum ,
Num amor crustacea tam veteri quam in praedam , et mendicum ,
Quod minus quam tuum est , quam sumpsi eaque cibum ...
Est autem tarn coquina sicut clibanus tua vadit et ora
Ipse, ipse est extra te praemium virtutis tuae chores ,
Sicut enim res suo cuidam negotium , qui meretricem ... Lorem ipsum leve,
Putas praemium amaret , et mendicum , falli te .
Quid autem vocatis me alienum **** ... amor est malum , et hoc pudet,
Et similiter anima atque animus , quibus tandem corpus infirmare.
Vides tantum larva ... sub aspectu nisurum
Larva ut me in tenebris tenebris latet .
Circa collum tuum habebis , ut falsae aestimationis pendet a mortuis, et corona ,
Quia sterilis tibi relinquo mundum , Intenta ancillæ.
Consurgitur in excitate de reliquis abire tibi , qui sunt cognati mei
De manibus eorum procul offendant pedes vestri ?
Qui manet in coemeterio quasi mortui
Non tollere incorruptione Nimis tibi dubium .
Hue tacito lachrymis virgines flere ...
Ad mea, et robur , in quo praeda, gregibus rursum super vias hominum ,
Ad eos qui non ineptis metus mutetur ,
Aureus transmutare non magis quam plumbea nocte dies ;
Quod verum est de fine , qui scit ... Alchemist
Magistra rerum artes a me in profundum.
Ágite , quod sum aggressus creatura placet mutare ...
Ut res sunt nostrae demiurgorum lasciva oscula enim calidius ?

Omega Antiphon :
Non est autem in Utopia , non videtur quod ...
Donec ut nosmet ipsos cognoscimus prima quaerimus imaginem .
*** et in sacrificio sui ipsius , a volunt reddi obsequium ...
Qui ad reformandam et divina se , *** Leo renata agnus mitis !
Sicut in Christo, ex parte in qua invocatum est cicatrix, et vulneratus est ...
Sed simplex conversio ad dissimilis vultus nolui .
Memini dolore meo, ut acer et vehemens ...
Donee tantum possum emissus dolor servare sensu caret.
Quomodo potest aedificare paradisum non est, nisi in se mutant ;
Mutare ante mutatum esse non est in medio ; quae est in via .
Qua ad paradisum , et oportet eam, et non deficiunt,
Ne ad caelum, nisi quam nos aedificare illud infernum iniustitiis nos .
Utopia , non ruunt ad genus humanum, nisi a te, tu es qui habitavit ?
Nisi quod est extra omne malum quod in se corrumpunt ,
Manifestum enim est , nisi malum, quod mundatam ab omnibus malis moribus.
Tunc malitia faciatis abstulit senex super pluteo tom .
An non intellegat , quid est salvator ...
*** diceret quod non omne quod simplices filii ingredi
Regnum caelorum , et inde ad delectationem pertinere ...
Et quomodo potes perfrui , si tibi placet , cauillando crudelis ?
*** aurora tempore domini nituntur hominum planeta ...
Numquam imaginandi praecipiet ut discat primum voluntatis.
Non armorum vi , nec inutile mandatum ...
Sed *** modestia , et misericordia ; ergo qui ad cor suum in satietatem,
Gáudii innumerabiles et celebrationibus quae causa ?
Sed animus intendatur dolores peccatum lacus.
Ubi plausus rotundum vt quilibet sensus ?
Modernitatem iocabitur ullum definitum ornare.

Section III : sacrificium sui

Part I : ( hortos perditio )

A ziggurat sublatus est , arenosa in calidum lateres , quos coquetis in igne ...
Septem fabulae in caelum, sicut turris Babel ,
Quod in solitudinem, et in
This is how this poem is meant to be read. In it's original form.
Latin is nothing but the purest form of expression when it comes to language.
Amigo Blas de Otero: Porque sé que tú existes,
y porque el mundo existe, y yo también existo,
porque tú y yo y el mundo nos estamos muriendo,
gastando nuestras vueltas como quien no hace nada,
quiero hablarte y hablarme, dejar hablar al mundo
de este dolor que insiste en todo lo que existe.
Vamos a ver, amigo, si esto puede aguantarse:
El semillero hirviente de un corazón podrido,
los mordiscos chiquitos de las larvas hambrientas,
los días cualesquiera que nos comen por dentro,
la carga de miseria, la experiencia -un residuo-,
las penas amasadas con lento polvo y llanto.
Nos estamos muriendo por los cuatro costados,
y también por el quinto de un Dios que no entendemos.
Los metales furiosos, los mohos del cansancio,
los ácidos borrachos de amarguras antiguas,
las corrupciones vivas, las penas materiales...
todo esto -tú sabes-, todo esto y lo otro.
Tú sabes. No perdonas. Estás ardiendo vivo.
La llama que nos duele quería ser un ala.
Tú sabes y tu verso pone el grito en el cielo.
Tú, tan serio, tan hombre, tan de Dios aun si pecas,
sabes también por dentro de una angustia rampante,
de poemas prosaicos, de un amor sublevado.
Nuestra pena es tan vieja que quizá no sea humana:
ese mugido triste del mar abandonado,
ese temblor insomne de un follaje indistinto,
las montañas convulsas, el éter luminoso,
un ave que se ha vuelto invisible en el viento,
viven, dicen y sufren en nuestra propia carne.
Con los cuatro elementos de la sangre, los huesos,
el alma transparente y el yo opaco en su centro,
soy el agua sin forma que cambiando se irisa,
la inercia de la tierra sin memoria que pesa,
el aire estupefacto que en sí mismo se pierde,
el corazón que insiste tartamudo afirmando.
Soy creciente. Me muero. Soy materia. Palpito.
Soy un dolor antiguo como el mundo que aún dura.
He asumido en mi cuerpo la pasión, el misterio,
la esperanza, el pecado, el recuerdo, el cansancio,
Soy la instancia que elevan hacia un Dios excelente
la materia y el fuego, los latidos arcaicos.
Debo salvarlo todo si he de salvarme entero.
Soy coral, soy muchacha, soy sombra y aire nuevo,
soy el tordo en la zarza, soy la luz en el trino,
soy fuego sin sustancia, soy espacio en el canto,
soy estrella, soy tigre, soy niño y soy diamante
que proclaman y exigen que me haga Dios con ellos.
¡Si fuera yo quien sufre! ¡Si fuera Blas de Otero!
¡Si sólo fuera un hombre pequeñito que muere
sabiendo lo que sabe, pesando lo que pesa!
Mas es el mundo entero quien se exalta en nosotros
y es una vieja historia lo que aquí desemboca.
Ser hombre no es ser hombre. Ser hombre es otra cosa.
Invoco a los amantes, los mártires, los locos
que salen de sí mismos buscándose más altos.
Invoco a los valientes, los héroes, los obreros,
los hombres trabajados que duramente aguantan
y día a día ganan su pan, mas piden vino.
Invoco a los dolidos. Invoco a los ardientes.
Invoco a los que asaltan, hiriéndose, gloriosos,
la justicia exclusiva y el orden calculado,
las rutinas mortales, el bienestar virtuoso,
la condición finita del hombre que en sí acaba,
la consecuencia estricta, los daños absolutos.
Invoco a los que sufren rompiéndose y amando.
Tú también, Blas de Otero, chocas con las fronteras,
con la crueldad del tiempo, con límites absurdos,
con tu ciudad, tus días y un caer gota a gota,
con ese mal tremendo que no te explica nadie.
Irónicos zumbidos de aviones que pasan
y muertos boca arriba que no, no perdonamos.
A veces me parece que no comprendo nada,
ni este asfalto que piso, ni ese anuncio que miro.
Lo real me resulta increíble y remoto.
Hablo aquí y estoy lejos. Soy yo, pero soy otro.
Sonámbulo transcurro sin memoria ni afecto,
desprendido y sin peso, por lúcido ya loco.
Detrás de cada cosa hay otra cosa que es la misma,
idéntica y distinta, real y a un tiempo extraña.
Detrás de cada hombre un espejo repite
los gestos consabidos, mas lejos ya, muy lejos.
Detrás de Blas de Otero, Blas de Otero me mira,
quizá me da la vuelta y viene por mi espalda.
Hace aún pocos días caminábamos juntos
en el frío, en el miedo, en la noche de enero
rasa con sus estrellas declaradas lucientes,
y era raro sentirnos diferentes, andando.
Si tu codo rozaba por azar mi costado,
un temblor me decía: «Ese es otro, un misterio.»
Hablábamos distantes, inútiles, correctos,
distantes y vacíos porque Dios se ocultaba,
distintos en un tiempo y un lugar personales,
en las pisadas huecas, en un mirar furtivo,
en esto con que afirmo: «Yo, tú, él, hoy, mañana»,
en esto que separa y es dolor sin remedio.
Tuvimos aún que andar, cruzar calles vacías,
desfilar ante casas quizá nunca habitadas,
saber que una escalera por sí misma no acaba,
traspasar una puerta -lo que es siempre asombroso-,
saludar a otro amigo también raro y humano,
esperar que dijeras -era un milagro-: Dios al fin escuchaba.
Todo el dolor del mundo le atraía a nosotros.
Las iras eran santas; el amor, atrevido;
los árboles, los rayos, la materia, las olas,
salían en el hombre de un penar sin conciencia,
de un seguir por milenios, sin historia, perdidos.
Como quien dice «sí», dije Dios sin pensarlo.
Y vi que era posible vivir, seguir cantando.
Y vi que el mismo abismo de miseria medía
como una boca hambrienta, qué grande es la esperanza.
Con los cuatro elementos, más y menos que hombre,
sentí que era posible salvar el mundo entero,
salvarme en él, salvarlo, ser divino hasta en cuerpo.
Por eso, amigo mío, te recuerdo, llorando;
te recuerdo, riendo; te recuerdo, borracho;
pensando que soy bueno, mordiéndome las uñas,
con este yo enconado que no quiero que exista,
con eso que en ti canta, con eso en que me extingo
y digo derramado: amigo Blas de Otero.
Sobre el vasto silencio se proyectó mi grito,
sobre el silencio ilímite del firmamento hueco.
Ni un eco abrió sus órbitas elásticas... ni un eco
rajó sus cien gargantas roncas en lo infinito.

contra el silencio incólume se aplastó mi protesta,
contra el terco mutismo de la extensión plomiza.
Y repetí mi grito: como única respuesta
me derribó una cálida ráfaga de ceniza.

Y por la estepa muda cruzó un soplo terrible
difundiendo acres gérmenes de odios y de epidemias;
y en la oquedad montruosa del silencio impasible
trepidó un sordo y torpe galope de blasfemias.

Y se hundieron de súbito las planicies desiertas
barajando en un vértigo todas las perspectivas,
y sobre el surco estéril de las edades muertas
pasó el ala de fuego de las cóleras vivas.

Y otra vez mi estentóreo grito de rebeldía,
perforando el silencio, se clavó en lo infinito,
y en la paz inmmutable de la tierra vacía
rebotó cuatro veces el dolor de mi grito.

Así el sésamo défico fulminó su eficacia
sobre la oscura y áspera vegetación de obstáculos.
Y una fosforecencia de convulsos tentáculos
ramificó en las sombras un ademán de audacia.

Y como un filo rubio, se destacó en las brumas
un rígido propósito de verdades intactas,
y entonces la ola inmóvil se perfumó de espumas
y la brújula absurda marcó rutas exactas.

Y entre las tinieblas turbias vibró un signo incoloro
que agolpó en una réplica todo el dolor disperso.
El silencio infinito labró un verso de oro,
y mi grito rebelde fue el oro de aquel verso.
A estos peñascos rudos,
mudos testigos del dolor que siento
-que sólo siendo mudos
pudiera yo fiarles mi tormento,
si acaso de mis penas lo terrible
no infunde lengua y voz en lo insensible-,

quiero contar mis males,
si es que yo sé los males de que muero;
pues son mis penas tales,
que si contarlas por alivio quiero,
le son, una con otra atropellada,
dogal a la garganta, al pecho espada.

No envidio dicha ajena:
que el mal eterno que en mi pecho lidia,
hace incapaz mi pena
de que pueda tener tan alta envidia;
es tan mísero estado en el que peno,
que como dicha envidio el mal ajeno.

No pienso yo si hay glorias;
porque estoy de pensarlo tan distante,
que aun las dulces memorias
de mi pasado bien, tan ignorante
las mira de mi mal el desengaño,
que ignoro si fue bien, y sé que es daño.

Esténse allá en su esfera
los dichosos: que es cosa en mi sentido
tan remota, tan fuera
de mi imaginación, que sólo mido,
entre lo que padecen los mortales,
lo que distan sus males de mis males.

¡Quién tan dichosa fuera,
que de un agravio indigno se quejara!
¡Quién de un desdén llorara!
¡Quién un alto imposible pretendiera!
¡Quién negara, de ausencia o de mudanza,
casi a perder de vista la esperanza!

¡Quién en ajenos brazos
viera a su dueño, y con dolor rabioso
se arrancara a pedazos
del pecho ardiente el corazón celoso!
Pues fuera menor mal que mis desvelos,
el infierno insufrible de los celos.

Pues todos estos males
tienen consuelo o tienen esperanza,
y los más sin iguales
solicitan o animan la venganza;
y sólo de mi fiero mal se aleja
la esperanza, venganza, alivio y queja.

Porque ¿a quién sino al cielo,
que me robó mi dulce prenda amada,
podrá mi desconsuelo
dar sacrílega queja destemplada?
Y él, con sordas, rectísimas orejas,
a cuenta de blasfemias pondrá quejas.

Ni Fabio fue grosero
ni ingrato, ni traidor; antes, amante
con pecho verdadero,
nadie fue más leal ni más constante:
nadie más fino supo, en sus acciones,
finezas añadir a obligaciones.

Sólo el cielo, envidioso,
mi esposo me quitó; la Parca dura,
con ceño riguroso,
fue sólo autor de tanta desventura.
¡Oh Cielo riguroso, oh triste suerte,
que tantas muertes das con una muerte!

¡Ay dulce esposo amado!
¿Para qué te vi yo? ¿Por qué te quise,
y por qué tu cuidado
me hizo, con las venturas, infelice?
¡Oh dicha, fementida y lisonjera,
quién tus amargos fines conociera!

¿Qué vida es esta mía,
que rebelde resiste a dolor tanto?
¿Por qué, necia, porfía,
y en las amargas fuentes de mi llanto
atenuada, no acaba de extinguirse,
si no puede en mi fuego consumirse?
Almendra Isabel Jun 2014
Los sentimientos más tristes y pesados que he sentido los callé con un buen tango. Solía poner a Piazzolla y ahogar mi odio en sus melodías fuertes hasta quedarme sorda, y así mismo, ensordecer mi dolor.
Si pudiera recordar estos años en un futuro probablemente me lamentaría por siempre por haberlos desperdiciado envejeciendo la juventud con tantos malos sentimientos, pero si pudiera recordar los años pasados en este presente, añoraría lo que alguna vez fui.
Todo eso que fui se fue por fingir tanto.
Tantas tardes que fingí plenitud me llevaron al vacío.
Pesadas sombras que cargan mi pasado me comían minuto a minuto.
La casa, los calendarios viejos y los cuadros de acuarela se convirtieron en espacios sucios y cansados.
Las palabras, como sus recuerdos, huyeron de todo lugar en mi mente.
  Había gastado ya cada lugar en esta ciudad: todos ya estaban sucios por algún momento que amarraba un recuerdo para ahuyentar mi estancia ahí. Sentía que mi cerebro se lo tragaba el drama y que nublaba toda vista de cualquier realidad alterna a la mía.            ¿Cómo hacen todos para parecer tan lejanos a cualquier dolor ajeno? La respuesta hace varios meses la tenía en mi cabeza dando vueltas.
Me estaba pasando lo mismo.
De tanto dar,
perder,
esforzar
y desgastar por lo desconocido,
lo desconocido te hace ajeno a cualquier sentimiento.
La indiferencia es un premio que se gana por los años.



                Bien dirán que el tiempo cura,
       pero para mi que no es más que costumbre de pérdida
               y pérdida de cualquier dolor futuro.
Alev Jul 2014
Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano por tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.

Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y nuestros ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua.

Julio Cortázar.
Lesly Apr 2015
Lo siento por el dolor que te cause.
Lo siento por todo lo que te he echo.
Por causarte mucho dolor en el corazón.  
Por no demostrarte mi cariño por ti.
Lo siento por ser cobarde.
Por dañarte.  
Por hacer tu corazón llorar todo por mi culpa.  
Lo siento en verdad por todo.
Mi corazón me duele de tanto llorar.
Siempre fuiste esa persona que admiraba.
En ves de decir mi padre o mi madre, te elijo a ti.
Porque siempre estuviste ahí por mi cuando nadie lo estuvo.
Perdóñame por ser una mala persona.
Te quiero mucho.
Perdóname por no demonstratelo como lo debía.
Me escondía detrás de mis miedos.
Se que algún día ya no estarás.  
Tomarás una decisión.
Se que esa decisión dolerá pero todo fue por mi culpa.
Por no haberte cuidado.
No te merezco.
Perdóname por todo.
Perdoname por mi existencia.


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I'm sorry for the pain that I've caused you.
I'm sorry for everything that I've done to you.
For causing so much pain in your heart.
For not showing my affection towards you.
I'm sorry for being a coward.
For hurting you.
For making your heart cry because of me.
I'm really sorry.
My heart hurts because of too much crying.
You were always that person that I admired.
Instead of saying my father or my mother, I choose you.
Because you were always there when no one was.
Forgive me for being a horrible person.
I love you.
I'm sorry for not demonstrating it to you like I should of.
I hid myself from my fears.
I know that one day you'll no longer be here.
You'll make a decision.
I know that it'll hurt, but it would all be because of me.
For not taking care of you.
I don't deserve you.
Forgive me for everything.
forgive me for my existence.
Gianna Iman Apr 2014
Distressed tears trickle down a face soiled with dolor
Flooding a pillow with painful memories
drowning every being of hope
Swallowing love in a black hole
Only to be thrown back up
As a wreckage of confused emotion
A sponge soaking up all my ambition
Leaving pessimistic thoughts to fill the cold void where there is only an echo of happiness
My already cracked spirits are fatigued
Sharply cutting through my mind where affection is suffocated
And lust is left gasping for air
My insecurities seek acceptance
Confiding in the cushion that holds every tear
It welcomes my troubles
And shuns my dreams
I am a lost soul
If only I could abide behind a fortress that protects my heart
only then will my tears cease
Vice D Krashdif Sep 2014
Cupid chose an arrow because love does not come without pain.
The translation for the title is where there is love there is pain
Vuelve otra vez tu día,
oh patria amada, el día de tu gloria.

Vuelve de nuevo a resonar triunfales
los himnos que eternizan tu memoria,
y el espléndido cielo de tu historia,
vuelve el sol de tus días inmortales.

Y otra vez a tu ara sacrosanta
llevan tus hijos fieles
flores que fecundaron tus vergeles;
y músicas marciales
al aire asordan, y doquier se oye,
en valles, montañas y llanuras,
en la extensión del suelo colombiano,
el canto jubiloso de los libres
que sube a las alturas,
de la gloria al alcázar soberano.

Y de nuevo flamea,
no como en días trágicos de horrores,
entre el ronco fragor de la pelea,
sino bajo arcos de laurel y flores,
el pendón de la patria,
la santa enseñanza de los tres colores...
la bandera inmortal que oyó las dianas
de los heroicos triunfos legendarios.

La que fue a despertar  los cóndores
a la cumbre más alta de los Andes
y fue más tarde a despertar la gloria;
la bandera inmortal, la santa egida,
que el camino marcó de la Victoria.

Besada por ondas de tus mares,
bajo el palio infinito de tu cielo,
tachonado de ardientes luminares;
lleno de flores tu fecundo suelo.
Y adormida el rumor de tus palmares,
lloras en silencio, Patria mía,
cansada de esperar luz en tu noche,
en la callada noche de tus penas;
cansada de esperar en tu agonía
el hierro que limara tus cadenas.

No, ya los hijos tuyos,
de las selvas antiguos moradores,
vagan libres, bajo el sol fulgente
que vio la gloria de tus días grandes,
ya desde la cima de los Andes
alumbraba ruinas solamente;
ni llevaban vencidos y humillados
por la invasora gente,
el cintillo de oro en la garganta
y el penacho de plumas en la frente,
ni ya el aire cortaba
las voladoras flechas,
ni en las noches de luna sollozaban
de la indígena raza los endechas.

Donde el templo del sol brilla espléndido
y sus láminas de oro refulgían,
ya los dolientes ojos no veían
sino campo infecundo y desolado.
Y el áureo trono de los reyes indios
en el polvo yacía destrozado.
Todo lo derribó cual hacha impía
del duro vencedor el brazo fuerte,
y al fin, de esa grandeza en los escombros
parecía vivir sólo la muerte...
eres, patria, la esclava envilecida;
eres, patria, el girón abandonado;
eres cual hado de baldón tu hado,
y cual vida de baldón tu vida
mas del mal el reinado no es eterno...
no su imperio perdura;
ni es eterna la noche pavorosa,
ni es eterna la humana desventura.

Que en las grandes catástrofes sombrías,
en las horas de angustia y desconsuelo,
cuando a las almas el dolor avanza,
siempre se ve la escala milagrosa
por donde sube la plegaría al cielo,
baja de los cielos la esperanza...
y llega por fin el día.

En que estallan, rugiendo los dolores
en los esclavos pechos comprimidos,
cuando alzan la cerviz los oprimidos
y bajo la cerviz los opresores,
y que tiemblen entonces los verdugos,
porque de sus dolores y sus lágrimas
pedirán los esclavos cuenta un día;
porque el llanto de un pueblo entre cadenas,
de su agonía en el mortal desmayo,
¡se alzan a los cielos, se condensa en nube,
y baja al suelo convertido en rayo!...

Y de lauro inmortal la sien ornada,
no retando a los duros opresores,
no al escape de caballos voladores,
sino en doliente precisión callada,
finge la mente que a la tierra vuelven
de las altas mansiones siderales,
al oír las alabanzas de los libres,
los que valientes en lid cayeron
y hogar y patria libertad nos dieron.

Y al fin llegó a la libertad la hora;
rompió en brillante aurora
la noche de tus penas,
y trocaste por cánticos de triunfo
los rumores de tus ayes y cadenas,
bajó a ti la victoria,
y sonaron las músicas marciales,
y empezaste el camino de la gloria,
el que lleva a las cumbres inmortales.

Y el combate se traba,
pero combate desigual, los unos
son los heroicos en sangrientas lides,
los que en el brazo llevan
empuje de Pelayos y de Cides;
Los que el paso cerraron
al corso altivo, forjadores de cetros,
y altas hazañas de una nueva aliada,
en Lepanto y Pavía renovaron...
Y los otros... Los parias infelices,
los que aun llevan en la espalda impresas
del tormento cruel las cicatrices
y del esclavo la ominosa marca,
más tenían la fe que salva montes,
la sacra fe que lo imposible abarca;
y busca de los amplios horizontes,
donde el sol de los libres centellea,
a la lid se lanzaron.

De esperanza inmortal henchido el pecho,
porque sabían que jamás sucumbe
quien lucha por una patria y su derecho.
Rota por la metralla
su bandera se vio, tintos en sangre
corrieron a la mar los patrios ríos,
y en la atónita tierra no se oía,
cual ronca marejada,
más que en el estruendo de la lid bravía,
fueron los días de la amarga prueba;
fueron los días de orfandad y  llanto
y de muerte y de horrores,
pero nada importaba los reversos
ni de la adversa suerte los rigores.

Y de inmortal la sien ornada,
no retando a los duros opresores,
no al escape de caballos voladores,
sino en doliente procesión callada,
finge la mente que a la tierra vuelven
de las altas misiones siderales,
al oír las alabanzas de los libres,
los que valientes en la lid cayeron
y  hogar y patria y libertad nos dieron.

Sonríen al ver que siempre grande
Por glorioso camino
la patria sigue a su inmortal destino;
y sonríen al ver que limpio brilla
el pendón colombiano
bajo el brillante cielo americano;
Que con amor guardamos su memoria,
Que somos dignos de sus altos hechos
Y dignos herederos de su gloria.
Y también surgen como blancos lirios,
como estrellas en diáfanas neblinas,
alta la sien, con nimbo esplendoroso,
de la patria las bellas heroínas.

También al resonar de las cadenas
indignas sus almas palpitaron;
también las cumbres del dolor hallaron...

También ellas, heroicas y serenas,
de la patria en las aras se inmolaron.
También los hechos brillan
como los hechos de los grandes hombres;
y también tienen la fama
corona de laureles para sus sienes.
Himnos de admiración tienen sus nombres;
que el corazón de la mujer, santuarios
de los puros y nobles idealismos,
también sube a la cima de la Gloria
y es capaz de los grandes heroísmos
para el amor y la virtud nacida
Ella es cordial de toda desventura;
doquiera su piedad enjuga lágrimas
y en toda sombra de dolor fulgura.
Por eso nunca desoyó el lamento
ni vio imposible el horrido quebranto
de la patria llorosa y desvalida.
¡Cuando llanto pidió, le dio su llanto;
cuando vidas pidió, le dio su vida!
¡Vuelve, oh patria, de nuevo
el día de tu gloria inmarcesible!
y otra vez a tu ara sacrosanto,
sube el himno de un pueblo redimido
de la grandeza de tus héroes canta.

Palpite eternamente en nuestros labios
y en nuestras almas su inmortal recuerdo,
porque ensalzando tus radiantes glorias,
oh patria, oh sol que sin ocaso brillas,
estaremos en pie para la tierra,
más para el cielo estamos de rodillas.
Sarah Waters Feb 2012
I force my cheeks to form a pleasant expression
to not let through the teasing pain
someone has finally taken away my grasp
and instead of relief I began to feel insane

Now it hurts to recall such nights
where I gave my intimate self
regret that I was ever so scared
enough to run away from such warming wealth

I must place blame; its where shame belongs
and so a burden has ****** upon my back
hopefully shallow but weighted down
my facade of strength has begun to crack

Left in winter when the new buddings bloom
sodden from endless showers of dolor
and I sink behind a shield, for fear
that forever this will stay, forever in my core
¡Cuán solitaria la nación que un día
poblara inmensa gente!
¡La nación cuyo imperio se extendía
del Ocaso al Oriente!
  Lágrimas viertes, infeliz ahora,
soberana del mundo,
¡y nadie de tu faz encantadora
borra el dolor profundo!
  Oscuridad y luto tenebroso
en ti vertió la muerte,
y en su furor el déspota sañoso
se complació en tu suerte.
  No perdonó lo hermoso, patria mía;
cayó el joven guerrero,
cayó el anciano, y la segur impía
manejó placentero.
  So la rabia cayó la virgen pura
del déspota sombrío,
como eclipsa la rosa su hermosura
en el sol del estío.
  ¡Oh vosotros, del mundo, habitadores!,
contemplad mi tormento:
¿Igualarse podrán ¡ah!, qué dolores
al dolor que yo siento?
  Yo desterrado de la patria mía,
de una patria que adoro,
perdida miro su primer valía,
y sus desgracias lloro.
  Hijos espurios y el fatal tirano
sus hijos han perdido,
y en campo de dolor su fértil llano
tienen ¡ay!, convertido.
  Tendió sus brazos la agitada España,
sus hijos implorando;
sus hijos fueron, mas traidora saña
desbarató su bando.
  ¿Qué se hicieron tus muros torreados?
¡Oh mi patria querida!
¿Dónde fueron tus héroes esforzados,
tu espada no vencida?
  ¡Ay!, de tus hijos en la humilde frente
está el rubor grabado:
a sus ojos caídos tristemente
el llanto está agolpado.
  Un tiempo España fue: cien héroes fueron
en tiempos de ventura,
y las naciones tímidas la vieron
vistosa en hermosura.
  Cual cedro que en el Líbano se ostenta,
su frente se elevaba;
como el trueno a la virgen amedrenta,
su voz las aterraba.
  Mas ora, como piedra en el desierto,
yaces desamparada,
y el justo desgraciado vaga incierto
allá en tierra apartada.
  Cubren su antigua pompa y poderío
pobre yerba y arena,
y el enemigo que tembló a su brío
burla y goza en su pena.
  Vírgenes, destrenzad la cabellera
y dadla al vago viento:
acompañad con arpa lastimera
mi lúgubre lamento.
  Desterrados ¡oh Dios!, de nuestros lares,
lloremos duelo tanto:
¿quién calmará ¡oh España!, tus pesares?,
¿quién secará tu llanto?
Rosas Jan 2017
Hace falta papel,
hace falta tinta,
las letras brotan solas,
hacen falta horas.

Alma salvaje y nocturna,
merodeadora impaciente,
que niega entregarse
a un Morfeo ausente.

Tristeza que evoca al dolor,
que evoca al sufrimiento,
donde el osado se regodea
al leer las palabras impresas,
no con tinta negra,
sino con lágrimas
de un simple ser.

No será la primera vez
que el osado se desvela,
un dolor igual
al pago de su sacrificio,
por entrever los sentimientos
del que también fue osado.

La noche nuestra musa,
misteriosa y atractiva,
como canto de sirena,
belleza de los mares.

Por siempre devota
mi alma a tu luna,
antaña luz
a tu filosofía oscura.

Profeta milenaria
de adorno espectral,
poema interminable
con descanso finito.

    Canción y plegaria,
    llanto escrito,
    llévate mi corazón
    y deja mi alma
    triste hasta el alba.
brandon nagley Apr 2017
O' unrelenting dolor, on mine
head thou dost drip, mixing
With mine lachrymose
Glossed lips. How much
More canst mine mind
And body take, maybe
I'll set the pencil down,
The more sickly I feel,
Noones hear to listen,
Only hearing is the real.
I guess I'll continue holding
Onto the tightrope that I dangle,
None human-contact in mine angle
to clasp a soulful-hopeful fool as I; none
Lingo of aye from heavens kind, just liquid
I'll sip that wilt fall from mine weary Eyne.


© Brandon nagley​
© Lonesome poets poetry
Word meanings-
Dolor- state of great sorrow or distress.
Mine- my.
Thou- you.
Dost- do.
lachrymose-tearful or given to weeping.
Canst-can.
None-no.
Lingo- foreign or local dialect (chat, conversation, talking).
Aye-yes.
Wilt-will.
Eyne- eyes.
Thou-you
Art-are.
He aquí lo que hizo Pedro siendo un niño. La historia
Refiriómela él mismo, y aún vive en mi memoria
Con sus mismas palabras. Relato peregrino
Fue el de Pedro. Escuchadlo:

-«Mi padre era marino;
¿Viajaba para tierras lejanas, y su ausencia
Duraba muchas veces un año. En la inclemencia
De las noches de invierno, las manos en la frente,
Veía yo a mi madre llorar amargamente,
Con los ojos cerrados, en el recogimiento
De su dolor, en tanto que afuera aullaba el viento».

-«¿Por qué cierras los ojos?», preguntarle solía;
Y enjuagándose el llanto, mi madre respondía:
-«Para ver en el fondo de mi alma, hijo mío».
-«Y qué ves en el fondo de tu alma?»
-«Un navío
Que se inclina, azotado por la mar turbulenta,
Y a tu padre entre el ***** fragor de la tormenta».

-Verlo también quisiera», dije, dándole un beso,
No lloraré...
Y el día llegó al fin del regreso.
Luz y gozo mi padre trajo con su presencia,
Y olvidamos felices el dolor de la ausencia.
Mas siempre recordaba con indecible angustia
Las noches del invierno, la faz doliente y mustia
De mi madre llorosa, y aquel silbar del viento
Que temblar nos hacía con un temblor violento,
Al pensar con tristeza, y ante el dolor a solas,
En los barcos perdidos en medio de las olas.

Cuando por un momento salir yo lo veía,
«Ya está llorando Pedro», de mal humor decía;
«Su llanto a todas horas ya de lo justo pasa!...»
Mas conmovido a veces no salía de casa.

En la sala, una noche, después de haber comido,
Mi madre y él hablaban, creyéndome dormido,
Mi padre le decía:
-«Muy temprano, mañana,
Con el barco saldremos para tierra lejana.
Será, como otras veces, larga la travesía,
Pero cada correo te traerá carta mía.

Vive tranquila, y siempre ten fortaleza y calma.
...Cuanto a Pedro, él es bueno, mas tan sensible su alma;

El hijo de un marino debe ser de alma fuerte
Porqué tiene delante siempre el mar y la muerte.
Me hacen sufrir sus gritos y su llanto, y por eso
Me iré sin despedirme, me iré sin darle un beso.
¡Qué placer sentiría, qué alborozo sin nombre,
Si al volver lo encontrara ya convertido en hombre!
Si supiera que al alba por fuerza he de dejarlo,
Su dolor, ¡cuál sería!... ¡Me iré sin despertarlo!»

Así hablaba en voz baja, más todo yo lo oía.
En escuchar entonces, claro está, mal hacía,
Más saqué gran provecho de haberlo todo oído
Cuando creían ambos que estaba y dormido,
Y al oír a mi padre compadecer mi suerte,
Me dije: «¡Es necesario tener el alma fuerte!»

Cuando al siguiente día, ya en el cielo la aurora,
De salir de la casa para el puerto era hora,
De mi cuarto a la puerta se acercó sin ruido...
Acercosé en puntillas... me creía dormido;
Y en silencio. inclinada sobre el pecho la frente,
Me miró con ternura... me miró fijamente.

Abrí al punto los ojos, y como quien delira,
En tanto que los brazos me tendía mi madre,

dije en pie;
«¡Ya no lloro... Ya no soy hombre... Mira,
Padre mío»...
Y entonces, quien lloró fue mi padre.
Michael R Burch Oct 2020
Poems about Flight, Flying, Flights of Fancy, Kites, Leaves, Butterflies, Birds and Bees



Flight
by Michael R. Burch

It is the nature of loveliness to vanish
as butterfly wings, batting against nothingness
seek transcendence...

Originally published by Hibiscus (India)



Southern Icarus
by Michael R. Burch

Windborne, lover of heights,
unspooled from the truck’s wildly lurching embrace,
you climb, skittish kite...

What do you know of the world’s despair,
gliding in vast... solitariness... there,
so that all that remains is to
fall?

Only a little longer the wind invests its sighs;
you
stall,
spread-eagled, as the canvas snaps
and *****
its white rebellious wings,
and all
the houses watch with baffled eyes.



The Wonder Boys
by Michael R. Burch

(for Leslie Mellichamp, the late editor of The Lyric,
who was a friend and mentor to many poets, and
a fine poet in his own right)

The stars were always there, too-bright cliches:
scintillant truths the jaded world outgrew
as baffled poets winged keyed kites—amazed,
in dream of shocks that suddenly came true...

but came almost as static—background noise,
a song out of the cosmos no one hears,
or cares to hear. The poets, starstruck boys,
lay tuned in to their kite strings, saucer-eared.

They thought to feel the lightning’s brilliant sparks
electrify their nerves, their brains; the smoke
of words poured from their overheated hearts.
The kite string, knotted, made a nifty rope...

You will not find them here; they blew away—
in tumbling flight beyond nights’ stars. They clung
by fingertips to satellites. They strayed
too far to remain mortal. Elfin, young,

their words are with us still. Devout and fey,
they wink at us whenever skies are gray.

Originally published by The Lyric



American Eagle, Grounded
by Michael R. Burch

Her predatory eye,
the single feral iris,
scans.

Her raptor beak,
all jagged sharp-edged ******,
juts.

Her hard talon,
clenched in pinched expectation,
waits.

Her clipped wings,
preened against reality,
tremble.

Published as “Tremble” by The Lyric, Verses Magazine, Romantics Quarterly, Journeys, The Raintown Review, Poetic Ponderings, Poem Kingdom, The Fabric of a Vision, NPAC—Net Poetry and Art Competition, Poet’s Haven, Listening To The Birth Of Crystals (Anthology), Poetry Renewal, Inspirational Stories, Poetry Life & Times, MahMag (Iranian/Farsi), The Eclectic Muse (Canada)



Album
by Michael R. Burch

I caress them—trapped in brittle cellophane—
and I see how young they were, and how unwise;
and I remember their first flight—an old prop plane,
their blissful arc through alien blue skies...

And I touch them here through leaves which—tattered, frayed—
are also wings, but wings that never flew:
like insects’ wings—pinned, held. Here, time delayed,
their features never merged, remaining two...

And Grief, which lurked unseen beyond the lens
or in shadows where It crept on furtive claws
as It scritched Its way into their hearts, depends
on sorrows such as theirs, and works Its jaws...

and slavers for Its meat—those young, unwise,
who naively dare to dream, yet fail to see
how, lumbering sunward, Hope, ungainly, flies,
clutching to Her ruffled breast what must not be.



Springtime Prayer
by Michael R. Burch

They’ll have to grow like crazy,
the springtime baby geese,
if they’re to fly to balmier climes
when autumn dismembers the leaves...

And so I toss them loaves of bread,
then whisper an urgent prayer:
“Watch over these, my Angels,
if there’s anyone kind, up there.”

Originally published by The HyperTexts



Learning to Fly
by Michael R. Burch

We are learning to fly
every day...

learning to fly—
away, away...

O, love is not in the ephemeral flight,
but love, Love! is our destination—

graced land of eternal sunrise, radiant beyond night!
Let us bear one another up in our vast migration.



In the Whispering Night
by Michael R. Burch

for George King

In the whispering night, when the stars bend low
till the hills ignite to a shining flame,
when a shower of meteors streaks the sky
while the lilies sigh in their beds, for shame,
we must steal our souls, as they once were stolen,
and gather our vigor, and all our intent.
We must heave our bodies to some famished ocean
and laugh as they vanish, and never repent.
We must dance in the darkness as stars dance before us,
soar, Soar! through the night on a butterfly's breeze...
blown high, upward-yearning, twin spirits returning
to the heights of awareness from which we were seized.

Published by Songs of Innocence, Romantics Quarterly, The Chained Muse and Poetry Life & Times. This is a poem I wrote for my favorite college English teacher, George King, about poetic kinship, brotherhood and romantic flights of fancy.



For a Palestinian Child, with Butterflies
by Michael R. Burch

Where does the butterfly go
when lightning rails,
when thunder howls,
when hailstones scream,
when winter scowls,
when nights compound dark frosts with snow...
Where does the butterfly go?

Where does the rose hide its bloom
when night descends oblique and chill
beyond the capacity of moonlight to fill?
When the only relief's a banked fire's glow,
where does the butterfly go?

And where shall the spirit flee
when life is harsh, too harsh to face,
and hope is lost without a trace?
Oh, when the light of life runs low,
where does the butterfly go?

Published by Tucumcari Literary Review, Romantics Quarterly, Poetry Life & Times, Victorian Violet Press (where it was nominated for a “Best of the Net”), The Contributor (a Nashville homeless newspaper), Siasat (Pakistan), and set to music as a part of the song cycle “The Children of Gaza” which has been performed in various European venues by the Palestinian soprano Dima Bawab



Earthbound, a Vision of Crazy Horse
by Michael R. Burch

Tashunka Witko, a Lakota Sioux better known as Crazy Horse, had a vision of a red-tailed hawk at Sylvan Lake, South Dakota. In his vision he saw himself riding a spirit horse, flying through a storm, as the hawk flew above him, shrieking. When he awoke, a red-tailed hawk was perched near his horse.

Earthbound,
and yet I now fly
through the clouds that are aimlessly drifting...
so high
that no sound
echoing by
below where the mountains are lifting
the sky
can be heard.

Like a bird,
but not meek,
like a hawk from a distance regarding its prey,
I will shriek,
not a word,
but a screech,
and my terrible clamor will turn them to clay—
the sheep,
the earthbound.

Published by American Indian Pride and Boston Poetry Magazine



Sioux Vision Quest
by Crazy Horse, Oglala Lakota Sioux (circa 1840-1877)
loose translation/interpretation by Michael R. Burch

A man must pursue his Vision
as the eagle explores
the sky's deepest blues.

Published by Better Than Starbucks and A Hundred Voices



in-flight convergence
by Michael R. Burch

serene, almost angelic,
the lights of the city ——— extend ———
over lumbering behemoths
shrilly screeching displeasure;
they say
that nothing is certain,
that nothing man dreams or ordains
long endures his command

here the streetlights that flicker
and those blazing steadfast
seem one: from a distance;
descend,
they abruptly
part ———— ways,
so that nothing is one
which at times does not suddenly blend
into garish insignificance
in the familiar alleyways,
in the white neon flash
and the billboards of Convenience

and man seems the afterthought of his own Brilliance
as we thunder down the enlightened runways.

Originally published by The Aurorean and subsequently nominated for the Pushcart Prize



Flight 93
by Michael R. Burch

I held the switch in trembling fingers, asked
why existence felt so small, so purposeless,
like a minnow wriggling feebly in my grasp...

vibrations of huge engines thrummed my arms
as, glistening with sweat, I nudged the switch
to OFF... I heard the klaxon's shrill alarms

like vultures’ shriekings... earthward, in a stall...
we floated... earthward... wings outstretched, aghast
like Icarus... as through the void we fell...

till nothing was so beautiful, so blue...
so vivid as that moment... and I held
an image of your face, and dreamed I flew

into your arms. The earth rushed up. I knew
such comfort, in that moment, loving you.



Flight
by Michael R. Burch

Eagle, raven, blackbird, crow...
What you are I do not know.
Where you go I do not care.
I’m unconcerned whose meal you bear.
But as you mount the sunlit sky,
I only wish that I could fly.
I only wish that I could fly.

Robin, hawk or whippoorwill...
Should men care that you hunger still?
I do not wish to see your home.
I do not wonder where you roam.
But as you scale the sky's bright stairs,
I only wish that I were there.
I only wish that I were there.

Sparrow, lark or chickadee...
Your markings I disdain to see.
Where you fly concerns me not.
I scarcely give your flight a thought.
But as you wheel and arc and dive,
I, too, would feel so much alive.
I, too, would feel so much alive.

This is a poem I wrote in high school. I seem to remember the original poem being influenced by William Cullen Bryant's "To a Waterfowl."



Flying
by Michael R. Burch

I shall rise
and try the ****** wings of thought
ten thousand times
before I fly...

and then I'll sleep
and waste ten thousand nights
before I dream;

but when at last...
I soar the distant heights of undreamt skies
where never hawks nor eagles dared to go,
as I laugh among the meteors flashing by
somewhere beyond the bluest earth-bound seas...
if I'm not told
I’m just a man,
then I shall know
just what I am.

This is one of my early poems, written around age 16-17.



Stage Craft-y
by Michael R. Burch

There once was a dromedary
who befriended a crafty canary.
Budgie said, "You can’t sing,
but now, here’s the thing—
just think of the tunes you can carry!"



Clyde Lied!
by Michael R. Burch

There once was a mockingbird, Clyde,
who bragged of his prowess, but lied.
To his new wife he sighed,
"When again, gentle bride?"
"Nevermore!" bright-eyed Raven replied.



Less Heroic Couplets: ****** Most Fowl!
by Michael R. Burch

“****** most foul!”
cried the mouse to the owl.
“Friend, I’m no sinner;
you’re merely my dinner!”
the wise owl replied
as the tasty snack died.

Published by Lighten Up Online and in Potcake Chapbook #7.



Lance-Lot
by Michael R. Burch

Preposterous bird!
Inelegant! Absurd!
Until the great & mighty heron
brandishes his fearsome sword.



Kissin’ ’n’ buzzin’
by Michael R. Burch

Kissin’ ’n’ buzzin’ the bees rise
in a dizzy circle of two.
Oh, when I’m with you,
I feel like kissin’ ’n’ buzzin’ too.



Delicacy
by Michael R. Burch

for all good mothers

Your love is as delicate
as a butterfly cleaning its wings,
as soft as the predicate
the hummingbird sings
to itself, gently murmuring—
“Fly! Fly! Fly!”
Your love is the string
soaring kites untie.



Lone Wild Goose
by Du Fu (712-770)
loose translation/interpretation by Michael R. Burch

The abandoned goose refuses food and drink;
he cries querulously for his companions.
Who feels kinship for that strange wraith
as he vanishes eerily into the heavens?
You watch it as it disappears;
its plaintive calls cut through you.
The indignant crows ignore you both:
the bickering, bantering multitudes.



The Red Cockatoo
by Po Chu-I (772-846)
loose translation/interpretation by Michael R. Burch

A marvelous gift from Annam—
a red cockatoo,
bright as peach blossom,
fluent in men's language.

So they did what they always do
to the erudite and eloquent:
they created a thick-barred cage
and shut it up.



The Migrant Songbird
Li Qingzhao aka Li Ching-chao (c. 1084-1155)
loose translation/interpretation by Michael R. Burch

The migrant songbird on the nearby yew
brings tears to my eyes with her melodious trills;
this fresh downpour reminds me of similar spills:
another spring gone, and still no word from you...



Lines from Laolao Ting Pavilion
by Li Bai (701-762)
loose translation/interpretation by Michael R. Burch

The spring breeze knows partings are bitter;
The willow twig knows it will never be green again.



The Day after the Rain
Lin Huiyin (1904-1955)
loose translation/interpretation by Michael R. Burch

I love the day after the rain
and the meadow's green expanses!
My heart endlessly rises with wind,
gusts with wind...
away the new-mown grasses and the fallen leaves...
away the clouds like smoke...
vanishing like smoke...



Untitled Translations

Cupid, if you incinerate my soul, touché!
For like you she has wings and can fly away!
—Meleager, loose translation by Michael R. Burch

As autumn deepens,
a butterfly sips
chrysanthemum dew.
—Basho, loose translation/interpretation by Michael R. Burch

Come, butterfly,
it’s late
and we’ve a long way to go!
—Basho, loose translation/interpretation by Michael R. Burch

Up and at ’em! The sky goes bright!
Let’***** the road again,
Companion Butterfly!
—Matsuo Basho, loose translation/interpretation by Michael R. Burch

Ah butterfly,
what dreams do you ply
with your beautiful wings?
—Chiyo-ni, loose translation by Michael R. Burch

Oh, dreamlike winter butterfly:
a puff of white snow
cresting mountains
—Kakio Tomizawa, loose translation by Michael R. Burch

Dry leaf flung awry:
bright butterfly,
goodbye!
—Michael R. Burch, original haiku

Will we remain parted forever?
Here at your grave:
two flowerlike butterflies
—Matsuo Basho, loose translation by Michael R. Burch

a soaring kite flits
into the heart of the sun?
Butterfly & Chrysanthemum
—Michael R. Burch, original haiku

The cheerful-chirping cricket
contends gray autumn's gay,
contemptuous of frost
—Matsuo Basho, loose translation by Michael R. Burch

Whistle on, twilight whippoorwill,
solemn evangelist
of loneliness
—Matsuo Basho, loose translation by Michael R. Burch

The sea darkening,
the voices of the wild ducks:
my mysterious companions!
—Matsuo Basho, loose translation by Michael R. Burch

Lightning
shatters the darkness—
the night heron's shriek
—Matsuo Basho, loose translation by Michael R. Burch

This snowy morning:
cries of the crow I despise
(ah, but so beautiful!)
—Matsuo Basho, loose translation by Michael R. Burch

A crow settles
on a leafless branch:
autumn nightfall.
—Matsuo Basho, loose translation/interpretation by Michael R. Burch

Hush, cawing crows; what rackets you make!
Heaven's indignant messengers,
you remind me of wordsmiths!
—O no Yasumaro (circa 711), loose translation by Michael R. Burch

Higher than a skylark,
resting on the breast of heaven:
this mountain pass.
—Matsuo Basho, loose translation/interpretation by Michael R. Burch

An exciting struggle
with such a sad ending:
cormorant fishing.
—Matsuo Basho, loose translation/interpretation by Michael R. Burch

Does my soul abide in heaven, or hell?
Only the sea gull
in his high, lonely circuits, may tell.
—Glaucus, translation by Michael R. Burch

The eagle sees farther
from its greater height—
our ancestors’ wisdom
—Michael R. Burch, original haiku

A kite floats
at the same place in the sky
where yesterday it floated...
—Yosa Buson, loose translation/interpretation by Michael R. Burch



Descent
by Michael R. Burch

I have listened to the rain all this morning
and it has a certain gravity,
as if it knows its destination,
perhaps even its particular destiny.
I do not believe mine is to be uplifted,
although I, too, may be flung precipitously
and from a great height.



Ultimate Sunset
by Michael R. Burch

for my father, Paul Ray Burch, Jr.

he now faces the Ultimate Sunset,
his body like the leaves that fray as they dry,
shedding their vital fluids (who knows why?)
till they’ve become even lighter than the covering sky,
ready to fly...



Free Fall
by Michael R. Burch

for my father, Paul Ray Burch, Jr.

I see the longing for departure gleam
in his still-keen eye,
and I understand his desire
to test this last wind, like those late autumn leaves
with nothing left to cling to...



Leaf Fall
by Michael R. Burch

Whatever winds encountered soon resolved
to swirling fragments, till chaotic heaps
of leaves lay pulsing by the backyard wall.
In lieu of rakes, our fingers sorted each
dry leaf into its place and built a high,
soft bastion against earth's gravitron—
a patchwork quilt, a trampoline, a bright
impediment to fling ourselves upon.
And nothing in our laughter as we fell
into those leaves was like the autumn's cry
of also falling. Nothing meant to die
could be so bright as we, so colorful—
clad in our plaids, oblivious to pain
we'd feel today, should we leaf-fall again.

Originally published by The Neovictorian/Cochlea



The Folly of Wisdom
by Michael R. Burch

She is wise in the way that children are wise,
looking at me with such knowing, grave eyes
I must bend down to her to understand.
But she only smiles, and takes my hand.
We are walking somewhere that her feet know to go,
so I smile, and I follow...
And the years are dark creatures concealed in bright leaves
that flutter above us, and what she believes—
I can almost remember—goes something like this:
the prince is a horned toad, awaiting her kiss.
She wiggles and giggles, and all will be well
if only we find him! The woodpecker’s knell
as he hammers the coffin of some dying tree
that once was a fortress to someone like me
rings wildly above us. Some things that we know
we are meant to forget. Life is a bloodletting, maple-syrup-slow.

Originally published by Romantics Quarterly



Kin
by Michael R. Burch

for Richard Moore

1.
Shrill gulls,
how like my thoughts
you, struggling, rise
to distant bliss—
the weightless blue of skies
that are not blue
in any atmosphere,
but closest here...

2.
You seek an air
so clear,
so rarified
the effort leaves you famished;
earthly tides
soon call you back—
one long, descending glide...

3.
Disgruntledly you ***** dirt shores for orts
you pull like mucous ropes
from shells’ bright forts...
You eye the teeming world
with nervous darts—
this way and that...
Contentious, shrewd, you scan—
the sky, in hope,
the earth, distrusting man.



Songstress
by Michael R. Burch

Within its starkwhite ribcage, how the heart
must flutter wildly, O, and always sing
against the pressing darkness: all it knows
until at last it feels the numbing sting
of death. Then life's brief vision swiftly passes,
imposing night on one who clearly saw.
Death held your bright heart tightly, till its maw–
envenomed, fanged–could swallow, whole, your Awe.
And yet it was not death so much as you
who sealed your doom; you could not help but sing
and not be silenced. Here, behold your tomb's
white alabaster cage: pale, wretched thing!
But you'll not be imprisoned here, wise wren!
Your words soar free; rise, sing, fly, live again.

A poet like Nadia Anjuman can be likened to a caged bird, deprived of flight, who somehow finds it within herself to sing of love and beauty.



Performing Art
by Michael R. Burch

Who teaches the wren
in its drab existence
to explode into song?
What parodies of irony
does the jay espouse
with its sharp-edged tongue?
What instinctual memories
lend stunning brightness
to the strange dreams
of the dull gray slug
—spinning its chrysalis,
gluing rough seams—
abiding in darkness
its transformation,
till, waving damp wings,
it applauds its performance?
I am done with irony.
Life itself sings.



Lean Harvests
by Michael R. Burch

for T.M.

the trees are shedding their leaves again:
another summer is over.
the Christians are praising their Maker again,
but not the disconsolate plover:
i hear him berate
the fate
of his mate;
he claims God is no body’s lover.

Published by The Rotary Dial and Angle



My Forty-Ninth Year
by Michael R. Burch

My forty-ninth year
and the dew remembers
how brightly it glistened
encrusting September,...
one frozen September
when hawks ruled the sky
and death fell on wings
with a shrill, keening cry.

My forty-ninth year,
and still I recall
the weavings and windings
of childhood, of fall...
of fall enigmatic,
resplendent, yet sere,...
though vibrant the herald
of death drawing near.

My forty-ninth year
and now often I've thought on
the course of a lifetime,
the meaning of autumn,
the cycle of autumn
with winter to come,
of aging and death
and rebirth... on and on.

Originally published by Romantics Quarterly as “My Twenty-Ninth Year”



Myth
by Michael R. Burch

Here the recalcitrant wind
sighs with grievance and remorse
over fields of wayward gorse
and thistle-throttled lanes.
And she is the myth of the scythed wheat
hewn and sighing, complete,
waiting, lain in a low sheaf—
full of faith, full of grief.

Here the immaculate dawn
requires belief of the leafed earth
and she is the myth of the mown grain—
golden and humble in all its weary worth.



What Works
by Michael R. Burch

for David Gosselin

What works—
hewn stone;
the blush the iris shows the sun;
the lilac’s pale-remembered bloom.

The frenzied fly: mad-lively, gay,
as seconds tick his time away,
his sentence—one brief day in May,
a period. And then decay.

A frenzied rhyme’s mad tip-toed time,
a ballad’s languid as the sea,
seek, striving—immortality.

When gloss peels off, what works will shine.
When polish fades, what works will gleam.
When intellectual prattle pales,
the dying buzzing in the hive
of tedious incessant bees,
what works will soar and wheel and dive
and milk all honey, leap and thrive,
and teach the pallid poem to seethe.



Child of 9-11
by Michael R. Burch

a poem for Christina-Taylor Green, who
was born on September 11, 2001 and who
died at age nine, shot to death...

Child of 9-11, beloved,
I bring this lily, lay it down
here at your feet, and eiderdown,
and all soft things, for your gentle spirit.
I bring this psalm — I hope you hear it.

Much love I bring — I lay it down
here by your form, which is not you,
but what you left this shell-shocked world
to help us learn what we must do
to save another child like you.

Child of 9-11, I know
you are not here, but watch, afar
from distant stars, where angels rue
the evil things some mortals do.
I also watch; I also rue.

And so I make this pledge and vow:
though I may weep, I will not rest
nor will my pen fail heaven's test
till guns and wars and hate are banned
from every shore, from every land.

Child of 9-11, I grieve
your tender life, cut short... bereaved,
what can I do, but pledge my life
to saving lives like yours? Belief
in your sweet worth has led me here...
I give my all: my pen, this tear,
this lily and this eiderdown,
and all soft things my heart can bear;
I bring them to your final bier,
and leave them with my promise, here.

Originally published by The Flea



Desdemona
by Michael R. Burch

Though you possessed the moon and stars,
you are bound to fate and wed to chance.
Your lips deny they crave a kiss;
your feet deny they ache to dance.
Your heart imagines wild romance.

Though you cupped fire in your hands
and molded incandescent forms,
you are barren now, and—spent of flame—
the ashes that remain are borne
toward the sun upon a storm.

You, who demanded more, have less,
your heart within its cells of sighs
held fast by chains of misery,
confined till death for peddling lies—
imprisonment your sense denies.

You, who collected hearts like leaves
and pressed each once within your book,
forgot. None—winsome, bright or rare—
not one was worth a second look.
My heart, as others, you forsook.

But I, though I loved you from afar
through silent dawns, and gathered rue
from gardens where your footsteps left
cold paths among the asters, knew—
each moonless night the nettles grew
and strangled hope, where love dies too.

Published by Penny Dreadful, Carnelian, Romantics Quarterly, Grassroots Poetry and Poetry Life & Times



Transplant
by Michael R. Burch

You float, unearthly angel, clad in flesh
as strange to us who briefly knew your flame
as laughter to disease. And yet you laugh.
Behind your smile, the sun forfeits its claim
to earth, and floats forever now the same—
light captured at its moment of least height.
You laugh here always, welcoming the night,
and, just a photograph, still you can claim
bright rapture: like an angel, not of flesh—
but something more, made less. Your humanness
this moment of release becomes a name
and something else—a radiance, a strange
brief presence near our hearts. How can we stand
and chain you here to this nocturnal land
of burgeoning gray shadows? Fly, begone.
I give you back your soul, forfeit all claim
to radiance, and welcome grief’s dark night
that crushes all the laughter from us. Light
in someone Else’s hand, and sing at ease
some song of brightsome mirth through dawn-lit trees
to welcome morning’s sun. O daughter! these
are eyes too weak for laughter; for love’s sight,
I welcome darkness, overcome with light.



Reading between the lines
by Michael R. Burch

Who could have read so much, as we?
Having the time, but not the inclination,
TV has become our philosophy,
sheer boredom, our recreation.



Rilke Translations

Archaic Torso of Apollo
by Rainer Maria Rilke
loose translation/interpretation by Michael R. Burch

We cannot know the beheaded god
nor his eyes' forfeited visions. But still
the figure's trunk glows with the strange vitality
of a lamp lit from within, while his composed will
emanates dynamism. Otherwise
the firmly muscled abdomen could not beguile us,
nor the centering ***** make us smile
at the thought of their generative animus.
Otherwise the stone might seem deficient,
unworthy of the broad shoulders, of the groin
projecting procreation's triangular spearhead upwards,
unworthy of the living impulse blazing wildly within
like an inchoate star—demanding our belief.
You must change your life.



Herbsttag ("Autumn Day")
by Rainer Maria Rilke
loose translation/interpretation by Michael R. Burch

Lord, it is time. Let the immense summer go.
Lay your long shadows over the sundials
and over the meadows, let the free winds blow.
Command the late fruits to fatten and shine;
O, grant them another Mediterranean hour!
Urge them to completion, and with power
convey final sweetness to the heavy wine.
Who has no house now, never will build one.
Who's alone now, shall continue alone;
he'll wake, read, write long letters to friends,
and pace the tree-lined pathways up and down,
restlessly, as autumn leaves drift and descend.

Originally published by Measure



The Panther
by Rainer Maria Rilke
loose translation/interpretation by Michael R. Burch

His weary vision's so overwhelmed by iron bars,
his exhausted eyes see only blank Oblivion.
His world is not our world. It has no stars.
No light. Ten thousand bars. Nothing beyond.
Lithe, swinging with a rhythmic easy stride,
he circles, his small orbit tightening,
an electron losing power. Paralyzed,
soon regal Will stands stunned, an abject thing.
Only at times the pupils' curtains rise
silently, and then an image enters,
descends through arrested shoulders, plunges, centers
somewhere within his empty heart, and dies.



Come, You
by Ranier Maria Rilke
loose translation/interpretation by Michael R. Burch

This was Rilke's last poem, written ten days before his death. He died open-eyed in the arms of his doctor on December 29, 1926, in the Valmont Sanatorium, of leukemia and its complications. I had a friend who died of leukemia and he was burning up with fever in the end. I believe that is what Rilke was describing here: he was literally burning alive.

Come, you—the last one I acknowledge; return—
incurable pain searing this physical mesh.
As I burned in the spirit once, so now I burn
with you; meanwhile, you consume my flesh.
This wood that long resisted your embrace
now nourishes you; I surrender to your fury
as my gentleness mutates to hellish rage—
uncaged, wild, primal, mindless, outré.
Completely free, no longer future's pawn,
I clambered up this crazy pyre of pain,
certain I'd never return—my heart's reserves gone—
to become death's nameless victim, purged by flame.
Now all I ever was must be denied.
I left my memories of my past elsewhere.
That life—my former life—remains outside.
Inside, I'm lost. Nobody knows me here.



Love Song
by Rainer Maria Rilke
loose translation/interpretation by Michael R. Burch

How can I withhold my soul so that it doesn't touch yours?
How can I lift mine gently to higher things, alone?
Oh, I would gladly find something lost in the dark
in that inert space that fails to resonate until you vibrate.
There everything that moves us, draws us together like a bow
enticing two taut strings to sing together with a simultaneous voice.
Whose instrument are we becoming together?
Whose, the hands that excite us?
Ah, sweet song!



The Beggar's Song
by Rainer Maria Rilke
loose translation/interpretation by Michael R. Burch

I live outside your gates,
exposed to the rain, exposed to the sun;
sometimes I'll cradle my right ear
in my right palm;
then when I speak my voice sounds strange,
alien...
I'm unsure whose voice I'm hearing:
mine or yours.
I implore a trifle;
the poets cry for more.
Sometimes I cover both eyes
and my face disappears;
there it lies heavy in my hands
looking peaceful, instead,
so that no one would ever think
I have no place to lay my head.



Ivy
by Michael R. Burch

“Van trepando en mi viejo dolor como las yedras.” — Pablo Neruda
“They climb on my old suffering like ivy.”

Ivy winds around these sagging structures
from the flagstones
to the eave heights,
and, clinging, holds intact
what cannot be saved of their loose entrails.
Through long, blustery nights of dripping condensation,
cured in the humidors of innumerable forgotten summers,
waxy, unguent,
palely, indifferently fragrant, it climbs,
pausing at last to see
the alien sparkle of dew
beading delicate sparrowgrass.
Coarse saw grass, thin skunk grass, clumped mildewed yellow gorse
grow all around, and here remorse, things past,
watch ivy climb and bend,
and, in the end, we ask
if grief is worth the gaps it leaps to mend.



Joy in the Morning
by Michael R. Burch

for my grandparents George Edwin Hurt and Christine Ena Hurt

There will be joy in the morning
for now this long twilight is over
and their separation has ended.
For fourteen years, he had not seen her
whom he first befriended,
then courted and married.
Let there be joy, and no mourning,
for now in his arms she is carried
over a threshold vastly sweeter.
He never lost her; she only tarried
until he was able to meet her.



Prodigal
by Michael R. Burch

This poem is dedicated to Kevin Longinotti, who died four days short of graduation from Vanderbilt University, the victim of a tornado that struck Nashville on April 16, 1998.

You have graduated now,
to a higher plane
and your heart’s tenacity
teaches us not to go gently
though death intrudes.

For eighteen days
—jarring interludes
of respite and pain—
with life only faintly clinging,
like a cashmere snow,
testing the capacity
of the blood banks
with the unstaunched flow
of your severed veins,
in the collapsing declivity,
in the sanguine haze
where Death broods,
you struggled defiantly.

A city mourns its adopted son,
flown to the highest ranks
while each heart complains
at the harsh validity
of God’s ways.

On ponderous wings
the white clouds move
with your captured breath,
though just days before
they spawned the maelstrom’s
hellish rift.

Throw off this mortal coil,
this envelope of flesh,
this brief sheath
of inarticulate grief
and transient joy.

Forget the winds
which test belief,
which bear the parchment leaf
down life’s last sun-lit path.

We applaud your spirit, O Prodigal,
O Valiant One,
in its percussive flight into the sun,
winging on the heart’s last madrigal.



Breakings
by Michael R. Burch

I did it out of pity.
I did it out of love.
I did it not to break the heart of a tender, wounded dove.

But gods without compassion
ordained: Frail things must break!
Now what can I do for her shattered psyche’s sake?

I did it not to push.
I did it not to shove.
I did it to assist the flight of indiscriminate Love.

But gods, all mad as hatters,
who legislate in all such matters,
ordained that everything irreplaceable shatters.



The Quickening
by Michael R. Burch

I never meant to love you
when I held you in my arms
promising you sagely
wise, noncommittal charms.

And I never meant to need you
when I touched your tender lips
with kisses that intrigued my own—
such kisses I had never known,
nor a heartbeat in my fingertips!



It's Halloween!
by Michael R. Burch

If evening falls
on graveyard walls
far softer than a sigh;
if shadows fly
moon-sickled skies,
while children toss their heads
uneasy in their beds,
beware the witch's eye!

If goblins loom
within the gloom
till playful pups grow terse;
if birds give up their verse
to comfort chicks they nurse,
while children dream weird dreams
of ugly, wiggly things,
beware the serpent's curse!

If spirits scream
in haunted dreams
while ancient sibyls rise
to plague black nightmare skies
one night without disguise,
while children toss about
uneasy, full of doubt,
beware the devil's eyes...
it's Halloween!



An Illusion
by Michael R. Burch

The sky was as hushed as the breath of a bee
and the world was bathed in shades of palest gold
when I awoke.
She came to me with the sound of falling leaves
and the scent of new-mown grass;
I held out my arms to her and she passed
into oblivion...

This is one of my early poems, written around age 16 and published in my high school literary journal, The Lantern.



Describing You
by Michael R. Burch

How can I describe you?
The fragrance of morning rain
mingled with dew
reminds me of you;
the warmth of sunlight
stealing through a windowpane
brings you back to me again.

This is an early poem of mine, written as a teenager.



www.firesermon.com
by Michael R. Burch

your gods have become e-vegetation;
your saints—pale thumbnail icons; to enlarge
their images, right-click; it isn’t hard
to populate your web-site; not to mention
cool sound effects are nice; Sound Blaster cards
can liven up dull sermons, zing some fire;
your drives need added Zip; you must discard
your balky paternosters: ***!!! Desire!!!
these are the watchwords, catholic; you must
as Yahoo! did, employ a little lust
if you want great e-commerce; hire a bard
to spruce up ancient language, shed the dust
of centuries of sameness;
lameness *****;
your gods grew blurred; go 3D; scale; adjust.

Published by: Ironwood, Triplopia and Nisqually Delta Review



Her Grace Flows Freely
by Michael R. Burch

July 7, 2007

Her love is always chaste, and pure.
This I vow. This I aver.
If she shows me her grace, I will honor her.
This I vow. This I aver.
Her grace flows freely, like her hair.
This I vow. This I aver.
For her generousness, I would worship her.
This I vow. This I aver.
I will not **** her for what I bear
This I vow. This I aver.
like a most precious incense–desire for her,
This I vow. This I aver.
nor call her “*****” where I seek to repair.
This I vow. This I aver.
I will not wink, nor smirk, nor stare
This I vow. This I aver.
like a foolish child at the foot of a stair
This I vow. This I aver.
where I long to go, should another be there.
This I vow. This I aver.
I’ll rejoice in her freedom, and always dare
This I vow. This I aver.
the chance that she’ll flee me–my starling rare.
This I vow. This I aver.
And then, if she stays, without stays, I swear
This I vow. This I aver.
that I will joy in her grace beyond compare.
This I vow. This I aver.



Second Sight (II)
by Michael R. Burch

Newborns see best at a distance of 8 to 14 inches.
Wiser than we know, the newborn screams,
red-faced from breath, and wonders what life means
this close to death, amid the arctic glare
of warmthless lights above.
Beware! Beware!—
encrypted signals, codes? Or ciphers, noughts?
Interpretless, almost, as his own thoughts—
the brilliant lights, the brilliant lights exist.
Intruding faces ogle, gape, insist—
this madness, this soft-hissing breath, makes sense.
Why can he not float on, in dark suspense,
and dream of life? Why did they rip him out?
He frowns at them—small gnomish frowns, all doubt—
and with an ancient mien, O sorrowful!,
re-closes eyes that saw in darkness null
ecstatic sights, exceeding beautiful.



Incommunicado
by Michael R. Burch

All I need to know of life I learned
in the slap of a moment,
as my outward eye turned
toward a gauntlet of overhanging lights
which coldly burned, hissing—
"There is no way back!..."
As the ironic bright blood
trickled down my face,
I watched strange albino creatures twisting
my flesh into tight knots of separation
all the while tediously insisting—
“He's doing just fine!"



Letdown
by Michael R. Burch

Life has not lived up to its first bright vision—
the light overhead fluorescing, revealing
no blessing—bestowing its glaring assessments
impersonally (and no doubt carefully metered).
That first hard

SLAP

demanded my attention. Defiantly rigid,
I screamed at their backs as they, laughingly,

ripped

my mother’s pale flesh from my unripened shell,
snapped it in two like a pea pod, then dropped
it somewhere—in a dustbin or a furnace, perhaps.

And that was my clue

that some deadly, perplexing, unknowable task
lay, inexplicable, ahead in the white arctic maze
of unopenable doors, in the antiseptic gloom...



Recursion
by Michael R. Burch

In a dream I saw boys lying
under banners gaily flying
and I heard their mothers sighing
from some dark distant shore.

For I saw their sons essaying
into fields—gleeful, braying—
their bright armaments displaying;
such manly oaths they swore!

From their playfields, boys returning
full of honor’s white-hot burning
and desire’s restless yearning
sired new kids for the corps.

In a dream I saw boys dying
under banners gaily lying
and I heard their mothers crying
from some dark distant shore.



Poet to poet
by Michael R. Burch

I have a dream
pebbles in a sparkling sand
of wondrous things.
I see children
variations of the same man
playing together.
Black and yellow, red and white,
stone and flesh, a host of colors
together at last.
I see a time
each small child another's cousin
when freedom shall ring.
I hear a song
sweeter than the sea sings
of many voices.
I hear a jubilation
respect and love are the gifts we must bring
shaking the land.
I have a message,
sea shells echo, the melody rings
the message of God.
I have a dream
all pebbles are merely smooth fragments of stone
of many things.
I live in hope
all children are merely small fragments of One
that this dream shall come true.
I have a dream...
but when you're gone, won't the dream have to end?
Oh, no, not as long as you dream my dream too!
Here, hold out your hand, let's make it come true.
i can feel it begin
Lovers and dreamers are poets too.
poets are lovers and dreamers too



Life Sentence
by Michael R. Burch

... I swim, my Daddy’s princess, newly crowned,
toward a gurgly Maelstrom... if I drown
will Mommy stick the Toilet Plunger down
to **** me up?... She sits upon Her Throne,
Imperious (denying we were one),
and gazes down and whispers “precious son”...

... the Plunger worked; i’m two, and, if not blessed,
still Mommy got the Worst Stuff off Her Chest;
a Vacuum Pump, They say, will do the rest...

... i’m three; yay! whee! oh good! it’s time to play!
(oh no, I think there’s Others on the way;
i’d better pray)...

... i’m four; at night I hear the Banging Door;
She screams; sometimes there’s Puddles on the Floor;
She wants to **** us, or, She wants some More...

... it’s great to be alive if you are five (unless you’re me);
my Mommy says: “you’re WRONG! don’t disagree!
don’t make this HURT ME!”...

... i’m six; They say i’m tall, yet Time grows Short;
we have a thriving Family; Abort!;
a tadpole’s ripping Mommy’s Room apart...

... i’m seven; i’m in heaven; it feels strange;
I saw my life go gurgling down the Drain;
another Noah built a Mighty Ark;
God smiled, appeased, a Rainbow split the Dark;
... I saw Bright Colors also, when She slammed
my head against the Tub, and then I swam
toward the magic tunnel... last, I heard...
is that She feels Weird.



Beast 666
by Michael R. Burch

“... what rough beast... slouches toward Bethlehem to be born?”—W. B. Yeats

Brutality is a cross
wooden, blood-stained,
gas hissing, sibilant,
lungs gilled, deveined,
red flecks on a streaked glass pane,
jeers jubilant,
mocking.

Brutality is shocking—
tiny orifices torn,
impaled with hard lust,
the fetus unborn
tossed in a dust-
bin. The scarred skull shorn,
nails bloodied, tortured,
an old wound sutured
over, never healed.

Brutality, all its faces revealed,
is legion:
Death March, Trail of Tears, Inquisition...
always the same.
The Beast of the godless and of man’s “religion”
slouching toward Jerusalem:
horned, crowned, gibbering, drooling, insane.



America's Riches
by Michael R. Burch

Balboa's dream
was bitter folly—
no El Dorado near, nor far,
though seas beguiled
and rivers smiled
from beds of gold and silver ore.

Drake retreated
rich with plunder
as Incan fled Conquistador.
Aztecs died
when Spaniards lied,
then slew them for an ingot more.

The pilgrims came
and died or lived
in fealty to an oath they swore,
and bought with pain
the precious grain
that made them rich though they were poor.

Apache blood,
Comanche tears
were shed, and still they went to war;
they fought to be
unbowed and free—
such were Her riches, and still are.

Published by Poetic Reflections and Tucumcari Literary Review



Kindergarten
by Michael R. Burch

Will we be children as puzzled tomorrow—
our lessons still not learned?
Will we surrender over to sorrow?
How many times must our fingers be burned?
Will we be children sat in the corner,
paddled again and again?
How long must we linger, playing Jack Horner?
Will we ever learn, and when?
Will we be children wearing the dunce cap,
giggling and playing the fool,
re-learning our lessons forever and ever,
still failing the golden rule?



Photographs
by Michael R. Burch

Here are the effects of a life
and they might tell us a tale
(if only we had time to listen)
of how each imperiled tear would glisten,
remembered as brightness in her eyes,
and how each dawn’s dramatic skies
could never match such pale azure.

Like dreams of her, these ghosts endure
and they tell us a tale of impatient glory...
till a line appears—a trace of worry?—
or the wayward track of a wandering smile
which even now can charm, beguile?

We might find good cause to wonder
as we see her pause (to frown?, to ponder?):
what vexed her in her loveliness...
what weight, what crushing heaviness
turned her lustrous hair a frazzled gray,
and stole her youth before her day?

We might ask ourselves: did Time devour
the passion with the ravaged flower?
But here and there a smile will bloom
to light the leaden, shadowed gloom
that always seems to linger near...
And here we find a single tear:
it shimmers like translucent dew
and tells us Anguish touched her too,
and did not spare her for her hair
of copper, or her eyes' soft hue.

Published in Tucumcari Literary Review



Numbered
by Michael R. Burch

He desired an object to crave;
she came, and she altared his affection.
He asked her for something to save:
a memento for his collection.
But all that she had was her need;
what she needed, he knew not to give.
They compromised on a thing gone to seed
to complete the half lives they would live.
One in two, they were less than complete.
Two plus one, in their huge fractious home
left them two, the new one in the street,
then he, by himself, one, alone.
He awoke past his prime to new dawn
with superfluous dew all around,
in ten thousands bright beads on his lawn,
and he knew that, at last, he had found
a number of things he had missed:
things shining and bright, unencumbered
by their price, or their place on a list.
Then with joy and despair he remembered
and longed for the lips he had kissed
when his days were still evenly numbered.



Nucleotidings
by Michael R. Burch

“We will walk taller!” said Gupta,
sorta abrupta,
hand-in-hand with his mom,
eyeing the A-bomb.

“Who needs a mahatma
in the aftermath of NAFTA?
Now, that was a disaster,”
cried glib Punjab.

“After Y2k,
time will spin out of control anyway,”
flamed Vijay.

“My family is relatively heavy,
too big even for a pig-barn Chevy;
we need more space,”
spat What’s His Face.

“What does it matter,
dirge or mantra,”
sighed Serge.

“The world will wobble
in Hubble’s lens
till the tempest ends,”
wailed Mercedes.

“The world is going to hell in a bucket.
So **** it and get outta my face!
We own this place!
Me and my friends got more guns than ISIS,
so what’s the crisis?”
cried Bubba Billy Joe Bob Puckett.



All My Children
by Michael R. Burch

It is May now, gentle May,
and the sun shines pleasantly
upon the blousy flowers
of this backyard cemet'ry,
upon my children as they sleep.

Oh, there is Hank in the daisies now,
with a mound of earth for a pillow;
his face as hard as his monument,
but his voice as soft as the wind through the willows.

And there is Meg beside the spring
that sings her endless sleep.
Though it’s often said of stiller waters,
sometimes quicksilver streams run deep.

And there is Frankie, little Frankie,
tucked in safe at last,
a child who weakened and died too soon,
but whose heart was always steadfast.

And there is Mary by the bushes
where she hid so well,
her face as dark as their berries,
yet her eyes far darker still.

And Andy... there is Andy,
sleeping in the clover,
a child who never saw the sun
so soon his life was over.

And Em'ly, oh my Em'ly...
the prettiest of all...
now she's put aside her dreams
of lovers dark and tall
for dreams dreamed not at all.

It is May now, merry May
and the sun shines pleasantly
upon the green gardens,
on the graves of all my children...
But they never did depart;
they still live within my heart.

I wrote this poem around age 15-16.



Kingdom Freedom
by Michael R. Burch

LORD, grant me a rare sweet spirit of forgiveness.
Let me have none of the lividness
of religious outrage.

LORD, let me not be over-worried
about the lack of “morality” around me.
Surround me,
not with law’s restrictive cage,
but with Your spirit, freer than the wind,
so that to breathe is to have freest life,
and not to fly to You, my only sin.



Birthday Poem to Myself
by Michael R. Burch

LORD, be no longer this Distant Presence,
Star-Afar, Righteous-Anonymous,
but come! Come live among us;
come dwell again,
happy child among men—
men rejoicing to have known you
in the familiar manger’s cool
sweet light scent of unburdened hay.
Teach us again to be light that way,
with a chorus of angelic songs lessoned above.
Be to us again that sweet birth of Love
in the only way men can truly understand.
Do not frown darkening down upon an unrighteous land
planning fierce Retributions we require, and deserve,
but remember the child you were; believe
in the child I was, alike to you in innocence
a little while, all sweetness, and helpless without pretense.
Let us be little children again, magical in your sight.
Grant me this boon! Is it not my birthright—
just to know you, as you truly were, and are?
Come, be my friend. Help me understand and regain Hope’s long-departed star!



Litany
by Michael R. Burch

Will you take me with all my blemishes?
I will take you with all your blemishes, and show you mine. We’ll **** wine from cardboard boxes till our teeth and lips shine red like greedily gorging foxes’. We’ll swill our fill, then have *** for hours till our neglected guts at last rebel. At two in the morning, we’ll eat cold Krystals as our blood detoxes, and we will be in love.

And that’s it?
That’s it.

And can I go out with my friends and drink until dawn?
You can go out with your friends and drink until dawn, come home lipstick-collared, pass out by the pool, or stay at the bar till the new moon sets, because we'll be in love, and in love there's no room for remorse or regret. There is no right, no wrong, and no mistrust, only limb-numbing ***, hot-pistoning lust.

And that’s all?
That’s all.

That’s great!
But wait...

Wait? Why? What’s wrong?
I want to have your children.

Children?
Well, perhaps just one.

And what will happen when we have children?
The most incredible things will happen—you’ll change, stop acting so strangely, start paying more attention to me, start paying your bills on time, grow up and get rid of your horrible friends, and never come home at a-quarter-to-three drunk from a night of swilling, smelling like a lovesick skunk, stop acting so lewdly, start working incessantly so that we can afford a new house which I will decorate lavishly and then grow tired of in a year or two or three, start growing a paunch so that no other woman would ever have you, stop acting so boorishly, start growing a beard because you’re too tired to shave, or too afraid, thinking you might slit your worthless wrinkled throat...



Mending Glass
by Michael R. Burch

In the cobwebbed house—
lost in shadows
by the jagged mirror,
in the intricate silver face
cracked ten thousand times,
silently he watches,
and in the twisted light
sometimes he catches there
a familiar glimpse of revealing lace,
white stockings and garters,
a pale face pressed indiscreetly near
with a predatory leer,
the sheer flash of nylon,
an embrace, or a sharp slap,
... a sudden lurch of terror.

He finds bright slivers
—the hard sharp brittle shards,
the silver jags of memory
starkly impressed there—
and mends his error.



Shadowselves
by Michael R. Burch

In our hearts, knowing
fewer days—and milder—beckon,
how are we, now, to measure
that flame by which we reckon
the time we have remaining?

We are shadows
spawned by a blue spurt of candlelight.
Darkly, we watch ourselves flicker.

Where shall we go when the flame burns less bright?
When chill night steals our vigor?

Why are we less than ourselves? We are shadows.

Where is the fire of youth? We grow cold.

Why does our future loom dark? We are old.

Why do we shiver?

In our hearts, seeing
fewer days—and briefer—breaking,
now, even more, we treasure
the brittle leaf-like aching
that tells us we are living.



Pressure
by Michael R. Burch

Pressure is the plug of ice in the frozen hose,
the hiss of water within vinyl rigidly green and shining,
straining to writhe.

Pressure is the kettle’s lid ceaselessly tapping its tired dance,
the hot eye staring, its frantic issuance
unavailing.

Pressure is the bellow’s surge, the hard forged
metal shedding white heat, the beat of the clawed hammer
on cold anvil.

Pressure is a day’s work compressed into minutes,
frantic minute vessels constricted, straining and hissing,
unable to writhe,

the fingers drumming and tapping their tired dance,
eyes staring, cold and reptilian,
hooded and blind.

Pressure is the spirit sighing—reflective,
restrictive compression—an endless drumming—
the bellows’ echo before dying.

The cold eye—unblinking, staring.
The hot eye—sinking, uncaring.



Open Portal
by Michael R. Burch

“You already have zero privacy—get over it.”
Scott McNealy, CEO of Sun Microsystems

While you’re at it—
don’t bother to wear clothes:
We all know what you’re concealing underneath.

Let the bathroom door swing open.
Let, O let Us peer in!
What you’re doing, We’ve determined, may be a sin!

When you visit your mother
and it’s time to brush your teeth,
it’s okay to openly spit.

And, while you’re at it,
go ahead—
take a long, noisy ****.

What the he|ll is your objection?
What on earth is all this fuss?
Just what is it, exactly, you would hide from US?



beMused
by Michael R. Burch

Perhaps at three
you'll come to tea,
to sip a cuppa here?

You'll just stop in
to drink dry gin?
I only have a beer.

To name the greats:
Pope, Dryden, mates?
The whole world knows their names.

Discuss the songs
of Emerson?
But these are children's games.

Give me rhythm
wild as Dylan!
Give me Bobbie Burns!

Give me Psalms,
or Hopkins’ poems,
Hart Crane’s, if he returns!

Or Langston railing!
Blake assailing!
Few others I desire.

Or go away,
yes, leave today:
your tepid poets tire.



The Century’s Wake
by Michael R. Burch

lines written at the close of the 20th century

Take me home. The party is over,
the century passed—no time for a lover.

And my heart grew heavy
as the fireworks hissed through the dark
over Central Park,
past high-towering spires to some backwoods levee,
hurtling banner-hung docks to the torchlit seas.
And my heart grew heavy;
I felt its disease—
its apathy,
wanting the bright, rhapsodic display
to last more than a single day.

If decay was its rite,
now it has learned to long
for something with more intensity,
more gaudy passion, more song—
like the huddled gay masses,
the wildly-cheering throng.

You ask me—
How can this be?

A little more flair,
or perhaps only a little more clarity.

I leave her tonight to the century’s wake;
she disappoints me.



Salve
by Michael R. Burch

for the victims and survivors of 9-11

The world is unsalvageable...
but as we lie here
in bed
stricken to the heart by love
despite war’s
flickering images,
sometimes we still touch,
laughing, amazed,
that our flesh
does not despair
of love
as we do,
that our bodies are wise
in ways we refuse
to comprehend,
still insisting we eat,
drink...
even multiply.

And so we touch...
touch, and only imagine
ourselves immune:
two among billions
in this night of wished-on stars,
caresses,
kisses,
and condolences.

We are not lovers of irony,
we
who imagine ourselves
beyond the redemption
of tears
because we have salvaged
so few
for ourselves...

and so we laugh
at our predicament,
fumbling for the ointment.



Stump
by Michael R. Burch

This used to be a poplar, oak or elm...
we forget the names of trees, but still its helm,
green-plumed, like some Greek warrior’s, nobly fringed,
with blossoms almond-white, but verdant-tinged,
this massive helm... this massive, nodding head
here contemplated life, and now is dead...

Perhaps it saw its future, furrow-browed,
and flung its limbs about, dejectedly.
Perhaps it only dreamed as, cloud by cloud,
the sun plod through the sky. Heroically,
perhaps it stood against the mindless plots
of concrete that replaced each flowered bed.
Perhaps it heard thick loggers draw odd lots
and could not flee, and so could only dread...

The last of all its kind? They left its stump
with timeworn strange inscriptions no one reads
(because a language lost is just a bump
impeding someone’s progress at mall speeds).

We leveled all such “speed bumps” long ago
just as our quainter cousins leveled trees.
Shall we, too, be consumed by what we know?
Once gods were merely warriors; august trees
were merely twigs, and man the least divine...
mere fables now, dust, compost, turpentine.



First Dance
by Michael R. Burch

for Sykes and Mary Harris

Beautiful ballerina—
so pert, pretty, poised and petite,
how lightly you dance for your waiting Beau
on those beautiful, elegant feet!

How palely he now awaits you, although
he’ll glow from the sparks when you meet!



Keep the Body Well
by Michael R. Burch

for William Sykes Harris III

Is the soul connected to the brain
by a slender silver thread,
so that when the thread is severed
we call the body “dead”
while the soul — released from fear and pain —
is finally able to rise
beyond earth’s binding gravity
to heaven’s welcoming skies?

If so — no need to quail at death,
but keep the body well,
for when the body suffers
the soul experiences hell.



On Looking into Curious George’s Mirrors
by Michael R. Burch

for Maya McManmon, granddaughter of the poet Jim McManmon

Maya was made in the image of God;
may the reflections she sees in those curious mirrors
always echo back Love.

Amen



Maya’s Beddy-Bye Poem
by Michael R. Burch

for Maya McManmon, granddaughter of the poet Jim McManmon

With a hatful of stars
and a stylish umbrella
and her hand in her Papa’s
(that remarkable fella!)
and with Winnie the Pooh
and Eeyore in tow,
may she dance in the rain
cheek-to-cheek, toe-to-toe
till each number’s rehearsed...
My, that last step’s a leap! —
the high flight into bed
when it’s past time to sleep!

Note: “Hatful of Stars” is a lovely song and image by Cyndi Lauper.



Chip Off the Block
by Michael R. Burch

for Jeremy

In the fusion of poetry and drama,
Shakespeare rules! Jeremy’s a ham: a
chip off the block, like his father and mother.
Part poet? Part ham? Better run for cover!
Now he’s Benedick — most comical of lovers!

NOTE: Jeremy’s father is a poet and his mother is an actress; hence the fusion, or confusion, as the case may be.



Whose Woods
by Michael R. Burch

Whose woods these are, I think I know.
**** Cheney’s in the White House, though.
He will not see me stopping here
To watch his chip mills overflow.

My sterile horse must think it queer
To stop without a ’skeeter near
Beside this softly glowing “lake”
Of six-limbed frogs gone nuclear.

He gives his hairless tail a shake;
I fear he’s made his last mistake—
He took a sip of water blue
(Blue-slicked with oil and HazMat waste).

Get out your wallets; ****’s not through—
Enron’s defunct, the bill comes due...
Which he will send to me, and you.
Which he will send to me, and you.



1-800-HOT-LINE
by Michael R. Burch

“I don’t believe in psychics,” he said, “so convince me.”

When you were a child, the earth was a joy,
the sun a bright plaything, the moon a lit toy.
Now life’s minor distractions irk, frazzle, annoy.
When the crooked finger beckons, scythe-talons destroy.

“You’ll have to do better than that, to convince me.”

As you grew older, bright things lost their meaning.
You invested your hours in commodities, leaning
to things easily fleeced, to the convenient gleaning.
I see a pittance of dirt—untended, demeaning.

“Everyone knows that!” he said, “so convince me.”

Your first and last wives traded in golden bands
for vacations from the abuses of your cruel hands.
Where unwatered blooms line an arid plot of land,
the two come together, waving fans.

“Everyone knows that. Convince me.”

As your father left you, you left those you brought
to the doorstep of life as an afterthought.
Two sons and a daughter tap shoes, undistraught.
Their tears are contrived, their condolences bought.

“Everyone knows that. CONVINCE me.”

A moment, an instant... a life flashes by,
a tunnel appears, but not to the sky.
There is brightness, such brightness it sears the eye.
When a life grows too dull, it seems better to die.

“I could have told you that!” he shrieked, “I think I’ll **** myself!”

Originally published by Penny Dreadful



Lines for My Ascension
by Michael R. Burch

I.
If I should die,
there will come a Doom,
and the sky will darken
to the deepest Gloom.

But if my body
should not be found,
never think of me
in the cold ground.

II.
If I should die,
let no mortal say,
“Here was a man,
with feet of clay,

or a timid sparrow
God’s hand let fall.”
But watch the sky darken
to an eerie pall

and know that my Spirit,
unvanquished, broods,
and cares naught for graves,
prayers, coffins, or roods.

And if my body
should not be found,
never think of me
in the cold ground.

III.
If I should die,
let no man adore
his incompetent Maker:
Zeus, Jehovah, or Thor.

Think of Me as One
who never died—
the unvanquished Immortal
with the unriven side.

And if my body
should not be found,
never think of me
in the cold ground.

IV.
And if I should “die,”
though the clouds grow dark
as fierce lightnings rend
this bleak asteroid, stark...

If you look above,
you will see a bright Sign—
the sun with the moon
in its arms, Divine.

So divine, if you can,
my bright meaning, and know—
my Spirit is mine.
I will go where I go.

And if my body
should not be found,
never think of me
in the cold ground.

Keywords/Tags: flight, flying, fancy, kites, leaves, birds, bees, butterflies, wings, heights, fall, falling
Marco Bo Sep 2018
under this suburban sky
red stain on the dull gray, when you move away to your elsewhere
you revive
as a fish returning to the water after a short yet intense pain

for you I'm the bait
and the hook
and the fisherman too,
not in that order
in the order you decide
since you decide

you are elusive, you always look away and tighten your eyes
your words are lashes
I feel weak in your presence,
at the same time your fragility confuses me and it moves me
as a boat adrift in a lonely sea
...................
sotto questo cielo suburbano
macchia rossa su grigio opaco, quando ti muovi nel tuo altrove,

tu rivivi
come un pesce che ritorna in acqua dopo un'agonia breve ma intensa

per te io sono esca
amo ed anche  pescatore,
ma non in quell'ordine
nell'ordine in cui decidi
e tu decidi

sei inafferrabile, distogli sempre lo sguardo e stringi gli occhi
le tue parole sono staffilate
mi sento debole in tua presenza,
allo tempo stesso la tua fragilità mi confonde e mi commuove
come una  barca alla deriva in un solitario mare
..................

bajo este cielo suburbano
mancha roja en gris opaco, cuando te alejas a tu otro lugar,
tu revives

como un pez que regresa al agua después de un dolor breve pero intenso

yo soy cebo para ti
y gancho
y también  pescador
pero no en ese orden
en el orden en que tu decidas
y tu decides

eres evasiva, siempre mira hacia otro lado y cierras los ojos
tus palabras son latigazos
me siento débil en tu presencia,
al mismo tiempo, tu fragilidad me confunde y me conmueve
como un barco a la deriva en un solitario mar
María José May 2017
Ah, extrañarte es un dolor sordo
no me doy cuenta hasta que alguien dice tu nombre
y entonces siento tu ausencia tomar de rehén a mi garganta,
entonces tengo la necesidad imperiosa de parpadear
para mantener a raya mi dolor visible.

No me doy cuenta de cuanto te extraño de día
pero todas las noches sueño con tu cara,
mi almohada no me deja olvidar tu voz
ni mis cobijas tus calor.

No me doy cuenta de cuanto te extraño
porque me he acostumbrado a este dolor
como a un sonido constante.
Lo noto sólo cuando le suben el volumen a los recuerdos.
This is a poem I decided to write in Spanish, as it it my native tongue. I just realized I seldom write in Spanish and I´ve noticed I feel more confident writing in English so this was both a challenge and a more personal outlet to some feelings I prefer not to share but needed to.
Alev May 2014
Elijo amarte en silencio
porque en mi silencio no encuentro rechazo.
Elijo amarte en mi soledad
porque en mi soledad nadie te posee sino yo.
Elijo adorarte a distancia
porque la distancia nos protege del dolor.
Elijo aprisionarte en mis pensamientos
porque en mi pensamiento la libertad la decido yo.
Elijo besarte al viento
porque el viento es más suave que mis labios.
Elijo tenerte sólo en sueños
porque en mis sueños no hay final.
brandon nagley Jun 2015
Elsa Angélica
Reina de la luna de la medianoche,
Anticuerpos de la oscuridad
Mi amour 'mío desmayo suave,

Elsa Angélica
Affuse abajo alma mía
¿En castellano Ourn del yacía
Para que todos seeith en la página corriente principal,

Picotazos Cassia, sudor convento
Multa de goteo entre las líneas
Estamos espíritu de la antigüedad en la búsqueda foulard
En donde otros de a nosotros arte ciego

Elsa Angélica
Glaive al dolor de la mina
Me sanó con tu canto América
Sólo soy una bestia volvió esclavo noble
Una visita obligada española a la mirada del poeta ....

Elsa Angélica
Ingrowing enamorada Ourn
Me Inhale a tu café almizcle,
En donde se tira por el empuje decisivo
Y de la celestiales nuestras de por amanecer y al atardecer ....

Me Kyanize, voy de Kudo thou
No lasitud, no hay gruñidos larrup
Calles de pasillo caballerosidad dorada
Capa del sol, con Ourn propia sonrisa de

Sólo una luna de un sol en la trayectoria de directos
Sin dolor, ni la ira, libre al fin ....
Sintiendo la explosión universal,
Almas que pasan, entrelazados como uno !!!!!!
( Spanish version)




( English translated)

Elsa Angelica
Queen of midnight moon,
Antibody of darkness
Mi amour' of mine gentle swoon,

Elsa Angelica
Affuse down mine soul
Wherein ourn castellan lay's
For all to seeith on mainstream page,

Cassia pecks, convent sweat
Drip's fine between the lines
We're spirit's of old in foulard quest
Wherein other's to us art blind

Elsa Angelica
Glaive to mine pain's
Healed me by thy Latin chant
I'm just a beast turned noble slave
A Spanish must to poet's glance....

Elsa Angelica
Ingrowing in ourn love
Inhale me to thy coffee musk,
Wherein were pulling by crucial ******
And the celestial's our's by dawn and dusk....

Kyanize me, I'll kudo's thou
No lassitude, no larrup growls
Streets of gilded chivalry aisle
Cloak the sun, with ourn own smile's

Just a moon an sun in direct path's
No hurt, nor anger, free at last....
Feeling the universal blast
Souls to pass, entwined as one!!!!!!
brandon nagley Aug 2015
i.

heretofore bygone week's
Tis I was layden in mine outgoing's;
Incapacitated, mine feet's step's unknowing.

ii.

Dolor rolled as Boulder's
Down mine emptied innard's;
Jinn filled with hate and sin, tooketh over.

iii.

They tried to possesseth me
And diluteth me by their fear's;
They scratched, and bit, all didst spit
Yet mien reine reigned in by chariot flares.

iv.

Mount Mayon, in southern Luzon
Volcanoe's surround her citadel;
She snatched me from the barbarian's
In heaven, whence in hell.

v.

Manila in the concentrate
Between the thickness of it all;
Is where mine rose, her face didst gloweth
Her virtue's were one, of the prophet's and high law.


©Brandon nagley
©Lonesome poet's poetry
©Earl Jane dedication/Reyna/hari/soulmates
mien reine - means mine queen in french....
Elena Ramos Apr 2015
Elena Ramos


Aquí todo en mi mente da vueltas, nada es estable, no hay un objeto al cual pueda ver directo y guiarme para no caer. Para mí no sirve el simple hecho de tenerlo todo para ser feliz, ni el dinero, ni una familia reconocida en todo Miami y el resto del país. Me llamo Gimena Rodríguez, mis papas son de Honduras pero emigraron a los Estados Unidos cuando mi hermano mayor Roberto tenía apenas diez años en ese entonces yo tenía ocho horribles y apestosos años, era muy fea, mi mama siempre me ponía dos ganchitos en la frente para quitarme el pelo de la cara; bote todas las fotos que dejaban evidencia de ese abuso hacia el estilo y la dignidad de una niña pequeña.  

He buscado en la internet el significado de mi nombre, porque ni yo sé que soy. Hay unos sitios bien raros que dicen que soy de las que necesita ser apoyada por los demás, algo que no es cierto, pero he topado con un sitio que dice que soy de pensamiento firme, ágil y con capacidad analítica. Y por cierto mi número de la suerte dice ser el número cuatro, puede tener algo de sentido ya que el 4 de noviembre es mi cumpleaños, o que casualmente mis papas estén de aniversario el mismo día. Suelo ser de esas chicas que todo el mundo conoce o dice saber conocerme, por el simple hecho de tener una familia la cual, toda América conoce. Mi papa heredo el negocio de mi abuelo, (por lo general el abuelo o como yo lo llamaba Yeyo, era el único que me entendía hasta llegue a prometerle que seguiría los pasos de la familia y seguir el negocio) una empresa que distribuye muebles, ya sean sofás como camas y cosas así. La compañía se llama DecoArte, había empezado en 1934 con mi bisabuelo Arturo, que luego paso a ser mi mi Yeyo y ahora de mi padre (solo espero que Roberto pelee por su lugar en la compañía y decida quedarse todo para él, así no tendría que seguir en este negocio, porque realmente no me gusta). He decidido que quiero ir a Los Angeles y estudiar Fashion Management & Marketing, en la Universidad de Argosy. He aplicado a varias universidades y aun espero respuesta, seria decepcionante no ser aceptada en ninguna y entonces tendría que trabajar en DecoArte toda mi vida. Todos los días son decepcionantes, siempre es lo mismo, mi casa parece un lugar solitario. Roberto tiene su propio apartamento, todos los días sube fotos a su cuenta de Instagram haciendo fiestas, las cuales son mencionadas como las mejores. Fraternidades de muchas universidades terminan ahí, los vagabundos igual, y así todo Miami. Sería bueno si por lo menos me invitara a una de sus “reuniones”, como el las suele llamar cuando estamos frente a nuestros padres. No me veo pequeña, tengo diez y siete años y el próximo año me graduare de Miami Beach High School. Muchos me preguntan si realmente tengo la edad que les digo tener, nadie me cree, muchos dicen que me veo mucho mayor, algo que para mí no está mal. En mi cuenta de twitter me he fijado que Roberto dará una fiesta, tal vez pueda decir que voy a ver una película y me voy un rato a su casa, solo espero que mi propio hermano no me eche de la casa. En mi tiempo libre, después de clases, suelo agarra mi computadora portátil y abrir Word, y escribir todo el día. Hace poco subí gratis un libro de poemas de dicados a la gente que no sabe qué hacer con su vida. He tenido buenas respuestas, inclusive en mi blog recibo visitas y buenos comentarios a montones. Existen dos mundos parami, la realidad y el mundo que creo con los libros y la escritura. Cada libro que leo me envuelve en un sentimiento que hace que imagine estar en el libro. Al escribir siento que mis ideas fluyen y que soy yo honestamente, sin censura, sin miedo a expresarme. En este momento estoy escribiendo una historia ficticia de esta joven que desea encontrar el amor, ya que casi lo encontraba pero el murió. Por su falta de confianza no es capaz de hablar con ningún muchacho. Esta es la introducción del libro:
               Para amar hay un tiempo límite, o por lo menos para mí sí. Si tienes una enfermedad terminal, es muy probable que ese amor nunca llegue. Desearía tener por lo menos un romance que dure poco o hasta cuando yo siga viva. Mi vida se complica cada vez más, el único hombre que veo seguido es mi médico el doctor Collins, está casado y tiene una hermosa hija. En el hospital veo morir a diario personas de las cuales me hice amiga. Aun no olvido su rostro, su pálida cara, que me reía aun a pesar de tener peores condiciones de vida que yo. Se llamaba Mark, tenía doce años cuando lo conocí, y diez y siete cuando lo vi por última vez. Cada año lo volvía diferente, siempre había un problema más o algo en su cuerpo había cambiado por  completo. Lo conocí cuando yo tenía once años, llegue a emergencias esa noche, mi mente giraba, era más verde como la pared que trigueña. Gracias a dios detectaron mi cáncer con tiempo. Pero esa noche ahí estaba el, sentado en una camilla, me pareció muy guapo desde el primer instante en que nuestros ojos se cruzaron. Mientras mi mama hablaba con la enfermera afuera, yo estuve acostada, mirándolo y luego mirando el techo. No sabía que sucedía conmigo, solo sabía que  me sentía a morir. No llore porque él estaba ahí, a dos camillas de la mía. Sabía que me observaba aunque lo disimulaba muy bien. Entraron mi mama y varias enfermeras y un doctor,  después de un rato sacaron mi camilla y me llevaban a otro lugar. Deje a ese muchacho solo en ese espantoso cuarto, solo, y seguramente con dolor en alguna parte. Desperté el día siguiente en un cuarto, había dos camas más  pero al parecer solo yo ocupaba y llenaba aquella gran habitación. Me di cuenta que mi mama y mi papa estaban dormidos, me sorprendió ver a papa faltar al trabajo. No estoy muy segura, pero anoche tuve uno de los mejores sueños más reales que he tenido en mi vida. Soñé con el muchacho de la sala de emergencia. Vi su hermoso pelo, dorado que caía sobre sus orejas, sus perfectos ojos, que no se distinguían si eran grises o verdes. Tenía una camiseta roja, parecía el tipo de adolescente que se intoxica con algo y termina aquí. Definitivamente desearía poder volverlo a ver por lo menos un instante, para poder recordar mejor esa mirada y su hermosa sonrisa.  No hice ruido y me levante buscando un baño, estaba bien, solo algo cansada, y molesta por esa horrenda bata que llevaba puesta, ya que no tenía nada abajo. Hice ruido al levantarme ya que presione uno de los botones que levanta la camilla. Mi padre Augusto, se levantó en un abrir y cerrar de ojos del sofá donde dormía para ir en mi auxilio. –Papa estoy bien-,-No te creo, a dónde vas?-,-solo busco un baño, necesito ir ahorita-. La cara de papa estaba muy diferente, hoy no tenía esa mirada de las mañanas que me decían que todo estaba bien, que la economía estaba por las nubes, o que sasha mi perrita no le causaba alergia cuando todos sabíamos que sí. Me detuve a observarlo, sabía que algo le ocurría,  tal vez fue despedido, o tuvo una seria pelea con mi madre, algo que creo lógico, ya que Paty se pone muy insolente cuando tiene discusiones con papa. –qué ocurre?- le pregunte, tocándole la cara muy delicadamente, tratando de leer su mente o entenderlo-cariño, hay cosas de las cuales tenemos que hablar- al decir esto mi padre, supe que no era nada bueno, porque en ese mismo instante se puso a llorar, por un motivo yo hice lo mismo con él. Mi madre se despertó por el ruido.-Mary, el cáncer no te va a matar, te juro que te van a curar, te lo prometo hija pero por favor no llores-. Mi padre la observo fijamente a los ojos. Fue un golpe muy duro el que recibí, darme cuenta que tenía cáncer y de esta manera. Simplemente, busque la puerta y Salí corriendo, lo más rápido posible, segundos después me di la vuelta y vi que ya no sabía en qué parte del hospital me encontraba. –Mary!-se escuchaba en el fondo. Era mi mama que locamente me buscaba. Me imagino lo mal que se ha de sentir en este momento, pero no lo puedo creer aun, pero tengo cáncer…logre salir de esa situación, ya no estaba corriendo por los pasillos, estaba en un cuarto. –Hola- me di la vuelta y lo vi a él, creí no volver a ver esos ojos, pero si.-hola-creo que nunca estuve tan nerviosa en mi vida. Busque la forma en que la camilla cubriera mi bata, estaba descalza y muy despeinada, pero aun ocupaba ir a un baño. Al fondo vi una puerta, había un baño,-Perdón, pero me puedes prestar tu baño-, él se rio enseguida-si no hay problema, además no es mío es del hospital-. Fui caminando muy rápido, y me encerré, luego, me lave las manos, me enjuague la boca, lave mi cara, y Salí.-me llamo Mary- extendí mi mano hacia la suya.-un gusto Mary, soy Gabriel-. Nombre perfecto para un ángel, el cual él se parecía mucho. Sentía mi corazón palpitando mucho, en un instante sentía que me desmayaba y era enserio, no era por las mariposas ni nada por el estilo, realmente me sentía mal. Gabriel tomo mi mano, me ayudo a sentarme y enseguida llamo a una enfermera. Al rato todos estaban en la habitación, incluso mis papas. –Mary!!—mama estoy bien-.la enfermera me acostó en la camilla de Gabriel, y me tomo la presión, al segundo llego otra enfermera a sacarme sangre. Papa me tomo de la cintura, y me guiaban para ir a mi habitación. Estoy en este momento entrando en un túnel donde sentía que nunca llegaría a casa, pensaba en todas las cosas que hice antes por diversión, pero ahora vivo una pesadilla, que espero que sea simplemente eso, y despertar termine con ella. No pude decirle adiós a Gabriel, pero ya sabia que su numero era treinta y seis, y la mia era la sesenta y dos. Había un brillo que trataba de iluminar mi vida, mi cerebro, había tanta oscuridad, tanta tristeza oculta, cuando la gente que yo amo se de cuente de lo que tengo y en lo que me convertiré tendre miedo de su miedo. He visto tantas películas de esas en las que alguien tiene cáncer o una enfermedad terminal, tengo miedo de no querer luchar por mi vida, miedo a no querer salir de esa comodidad en mi mente y querer rendirme. Tengo solo pocos momentos en mi vida, que valen la pena ser contados. Qué tal si no lleguen mas momentos asi y muera sin haber vivido mi vida. He viajado mucho para que termine asi. Mi mente viaja por lugares muy profundos de mi alma, siento eterna la llegada  a mi habitación. Solo escucho bulla de afuera, tanta que no se en cual enfocarme. Mis papas respetan mi silencio, saben que quiero aclarar mejor las cosas pero que tal si no quiero saberlo y seguir así, viajando por la vida solo por viajar sin rumbo, porque la verdad asi me siento. –mary quieres desayunar, el doctor dice que no tienes dieta-. –Si mam, -dije para romper el silencio de aquella blanca habitación. Tengo una terraza, con hermosas flores, no tengo nada que perder ni ganar ahora, solo disfrutar de su belleza y el canto de los pájaros, es hermosa; la única que no me altera, la única que no se siente como bulla. –pero, creo que todos necesitamos una ducha—si, papa, pero no tengo ropa-.Mama ira a la casa y yo a comprar el desayuno, y tu te quedaras aqui con la enfermera mientra te terminan de revisar-. No  soportaba la idea de que tuvieran que sacarme sangre o que alguien estuviera tan cerca de mi, como esta enfermera. Mis papas salieron de la habitacion, y tuve el descaro de preguntarle en el oído a una de las enfermeras, de quien era Gabriel.-te gusta verdad?-,-no!, simplemente tengo curiosidad-.y ahí empezó la historia mas fasinante e interesante que había escuchacho antes.- Se llama Gabriel Cole y tiene doce años, su mama, no sabemos nada de ella. Vino hace seis meses y desde entonces vive aquí, su papa es Señor Cole,no pudo soportar verlo enfermo entonces pago para que viviera aquí, y se fue. Viene a visitarlo una vez a la semana pero tiene dos semanas sin venir.es un buen muchacho, no le vendría mal una amiga, ahora que no tiene a nadie-.no  puedo creer que su familia lo haya abandonado. No me imagino vivir sin mi mama o sin mi papa, seria horrible.-Bueno he terminado contigo, el doctor Collins vendrá en un rato, descansa-. Salieron por la puerta dejándome sola.

— The End —