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Los animales fueron
imperfectos,
largos de cola, tristes
de cabeza.
Poco a poco se fueron
componiendo,
haciéndose paisaje,
adquiriendo lunares, gracia, vuelo.
El gato,
sólo el gato
apareció completo
y orgulloso:
nació completamente terminado,
camina solo y sabe lo que quiere.

El hombre quiere ser pescado y pájaro,
la serpiente quisiera tener alas,
el perro es un león desorientado,
el ingeniero quiere ser poeta,
la mosca estudia para golondrina,
el poeta trata de imitar la mosca,
pero el gato
quiere ser sólo gato
y todo gato es gato
desde bigote a cola,
desde presentimiento a rata viva,
desde la noche hasta sus ojos de oro.

No hay unidad
como él,
no tienen
la luna ni la flor
tal contextura:
es una sola cosa
como el sol o el topacio,
y la elástica línea en su contorno
firme y sutil es como
la línea de la proa de una nave.
Sus ojos amarillos
dejaron una sola
ranura
para echar las monedas de la noche.

Oh pequeño
emperador sin orbe,
conquistador sin patria,
mínimo tigre de salón, nupcial
sultán del cielo
de las tejas eróticas,
el viento del amor
en la intemperie
reclamas
cuando pasas
y posas
cuatro pies delicados
en el suelo,
oliendo,
desconfiando
de todo lo terrestre,
porque todo
es inmundo
para el inmaculado pie del gato.

Oh fiera independiente
de la casa, arrogante
vestigio de la noche,
perezoso, gimnástico
y ajeno,
profundísimo gato,
policía secreta
de las habitaciones,
insignia
de un
desaparecido terciopelo,
seguramente no hay
enigma
en tu manera,
tal vez no eres misterio,
todo el mundo te sabe y perteneces
al habitante menos misterioso,
tal vez todos lo creen,
todos se creen dueños,
propietarios, tíos
de gatos, compañeros,
colegas,
discípulos o amigos
de su gato.

Yo no.
Yo no suscribo.
Yo no conozco al gato.
Todo lo sé, la vida y su archipiélago
el mar y la ciudad incalculable,
la botánica,
el gineceo con sus extravíos,
el por y el menos de la matemática,
los embudos volcánicos del mundo,
la cáscara irreal del cocodrilo,
la bondad ignorada del bombero,
el atavismo azul del sacerdote,
pero no puedo descifrar un gato.
Mi razón resbaló en su indiferencia,
sus ojos tienen números de oro.
Un gato *****
Robando almas
Como sombra bajo la litera
Fuma el gato *****
Saboteador de la suerte
Y llevándote a su cama
el gato ***** te acorrala
con su cola y sus garras
no deja en paz tu alma
algo la amenaza.

Un par de aceitunas
una ofrenda de la noche
te observa, te protege,
viaja con fantasmas
el gato ***** que te vigila
cuando tus sueños
se tornan astrales.
Guden May 2021
Un gato tuerto que mira
Desde una pandereta,
Desdén en su rostro.
A un lado camina un perro
Policial,
Un hombre policial también.
Tuerto el gato
No distingue profundidad,
No hay diferencia entre el perro
Y el hombre que camina,
Insolente,
Indolente,
Por un barrio que no es suyo
Ningún barrio le pertenece
Si defiende
A los ricos.
Y esos ricos
No lo quieren cerca suyo,
Preocupado de su vida arreglada,
Acomodada y maldita,
Malditos siempre.
En la pandereta
Mira el gato
Con un ojo,
Bajo él, los rayados
Nos recuerdan que como este gato
Hay muchos
Muchas,
Para el resto
Tener dos ojos
Es un privilegio.
Para los perros
Policiales,
El privilegio es no tener corazón.
Erin E Esping Feb 2016
Hace frio.
Llueve.
Me gusta
Cuando llueve.

El agua
Baila
En las casa.
Yo Miro.

Escucho
A el agua;
Yo estoy
Feliz.

Hoy es
Sábado.
Y llueve,
Siempre.

Pero,
Yo corro.
Yo corro y yo corro
Cuando llueve.




Llevo
Los pantalones cortes
Además llueve
En sábado.  

Yo descanso.
Yo estoy cansada.
“Yo no trabajo más,” yo hablo.
Pero yo aprendo,
Yo trabajo,  siempre.

Pero, yo estoy feliz
Cuando yo trabajo
Porque, me gusta sábado
Y llueve, siempre,
Y yo bailo con el agua.

Canta, el agua.
Canta a me.
En sábado frio,
Nosotros cantamos,
El agua y me.

Sábado es bueno.
Sábado es simpático.
Me gusta sábado
Cuando el agua y yo
Cantamos y bailamos.
Pero no me gusta lunes,
Martes, miércoles,
Jueves, viernes.
Porque yo estoy en la casa,
No en la escuela.

Mi madre, no, mi madrastra
Es mala y seria.
“No les gustas,” ella habla.
“Tú eres débil y pobre. No les gustas,”
Ella habla otra vez y otra vez.  

Pero, en sábado,
Yo corro.
Porque yo no trabajo
Para mi madrastra
En la casa mala.

Yo corro, cuando
Miro una la chica.
No ella baila en el agua.
No ella canta en el agua.
¿Por qué?





Ella mira me.
Ella habla, “Hi. My name is Basil.”
Yo hablo, “No hablo inglés.”
Ella habla, “Ok. Me llamo Basil.”
Basil. Un nombre bonito.  

Basil habla, “¿Cómo te llamas?”
Yo hablo, “Catrin.”
“Mucho gusto, Catrin” Basil habla.
“Igualmente, Basil” Yo hablo,
Pero no nosotros paseamos.

“¿Estas tu nuevo aquí?” Basil habla.
“No,” Yo hablo.
“¿Estoy yo tu amiga?”
“No.” Ella habla, “¿Por qué?”
“El agua es mi amigo uno,” y yo corro.

Yo estoy en la casa.
No me gusta la casa.
No mi madrastra está aquí.
Pero, el gato está aquí.
Me gusta el gato.




Nombre del gato es Licorice.
Nosotros descansamos.
Yo leo mi libro inglés.
Yo práctico mi inglés.
“Hello,” yo hablo, “es Hola.”

El gato habla, “¡Miau!”
Licorice gusta comer.
“Paseas con me,” Yo hablo.
Él come.
Yo miro.

Yo miro y yo dibujo.
Yo dibujo Licorice.
“¿Miau?” Licorice habla.
“Está bien, Licorice.”
Pero no está bien.

Adiós sábado noches.
Hoy es domingo y mañana.
Mi madrastra no está aquí.  
Mi madrastra no está aquí sábado noches.
Que es bueno.


Hoy, yo corro, otra vez.
Yo miro la chica otra vez.
Basil pasea a me.
“¡Tú estás ilegal!” Basil habla.
“¿Qué?” yo hablo.

Yo miro.
“¿Por qué?” yo hablo.
Yo estoy triste.
Pero el agua baila y canta.

Mi casa es en Dallas Texas,
Pero yo soy de Chihuahua, México.
¿Soy yo libre?
Sí y no
Yo soy libre en México.

Sí, en Dallas,
Yo soy ilegal.
Pero cuando yo canto y bailo con el agua,
Yo soy
Libre.
Yo, Beremundo el Lelo, surqué todas las rutas
y probé todos los mesteres.
Singlando a la deriva, no en orden cronológico ni lógico -en sin orden-
narraré mis periplos, diré de los empleos con que
nutrí mis ocios,
distraje mi hacer nada y enriquecí mi hastío...;
-hay de ellos otros que me callo-:
Catedrático fui de teosofía y eutrapelia, gimnopedia y teogonía y pansofística en Plafagonia;
barequero en el Porce y el Tigüí, huaquero en el Quindío,
amansador mansueto -no en desuetud aún- de muletos cerriles y de onagros, no sé dónde;
palaciego proto-Maestre de Ceremonias de Wilfredo el Velloso,
de Cunegunda ídem de ídem e ibídem -en femenino- e ídem de ídem de Epila Calunga
y de Efestión -alejandrino- el Glabro;
desfacedor de entuertos, tuertos y malfetrías, y de ellos y ellas facedor;
domeñador de endriagos, unicornios, minotauros, quimeras y licornas y dragones... y de la Gran Bestia.

Fui, de Sind-bad, marinero; pastor de cabras en Sicilia
si de cabriolas en Silesia, de cerdas en Cerdeña y -claro- de corzas en Córcega;
halconero mayor, primer alcotanero de Enguerrando Segundo -el de la Tour-Miracle-;
castrador de colmenas, y no de Casanovas, en el Véneto, ni de Abelardos por el Sequana;
pajecillo de altivas Damas y ariscas Damas y fogosas, en sus castillos
y de pecheras -¡y cuánto!- en sus posadas y mesones
-yo me era Gerineldos de todellas y trovador trovadorante y adorante; como fui tañedor
de chirimía por fiestas candelarias, carbonero con Gustavo Wasa en Dalecarlia, bucinator del Barca Aníbal
y de Scipión el Africano y Masinisa, piloto de Erik el Rojo hasta Vinlandia, y corneta
de un escuadrón de coraceros de Westmannlandia que cargó al lado del Rey de Hielo
-con él pasé a difunto- y en la primera de Lutzen.

Fui preceptor de Diógenes, llamado malamente el Cínico:
huésped de su tonel, además, y portador de su linterna;
condiscípulo y émulo de Baco Dionisos Enófilo, llamado buenamente el Báquico
-y el Dionisíaco, de juro-.

Fui discípulo de Gautama, no tan aprovechado: resulté mal budista, si asaz contemplativo.
Hice de peluquero esquilador siempre al servicio de la gentil Dalilah,
(veces para Sansón, que iba ya para calvo, y -otras- depilador de sus de ella óptimas partes)
y de maestro de danzar y de besar de Salomé: no era el plato de argento,
mas sí de litargirio sus caderas y muslos y de azogue también su vientre auri-rizado;
de Judith de Betulia fui confidente y ni infidente, y -con derecho a sucesión- teniente y no lugarteniente
de Holofernes no Enófobo (ni enófobos Judith ni yo, si con mesura, cautos).
Fui entrenador (no estrenador) de Aspasia y Mesalina y de Popea y de María de Mágdalo
e Inés Sorel, y marmitón y pinche de cocina de Gargantúa
-Pantagruel era huésped no nada nominal: ya suficientemente pantagruélico-.
Fui fabricante de batutas, quebrador de hemistiquios, requebrador de Eustaquias, y tratante en viragos
y en sáficas -algunas de ellas adónicas- y en pínnicas -una de ellas super-fémina-:
la dejé para mí, si luego ancló en casorio.
A la rayuela jugué con Fulvia; antes, con Palamedes, axedrez, y, en época vecina, con Philidor, a los escaques;
y, a las damas, con Damas de alto y bajo coturno
-manera de decir: que para el juego en litis las Damas suelen ir descalzas
y se eliden las calzas y sustentadores -no funcionales- en las Damas y las calzas en los varones.

Tañí el rabel o la viola de amor -casa de Bach, búrguesa- en la primicia
de La Cantata del Café (pre-estreno, en familia protestante, privado).
Le piqué caña jorobeta al caballo de Atila
-que era un morcillo de prócer alzada: me refiero al corcel-;
cambié ideas, a la par, con Incitato, Cónsul de Calígula, y con Babieca,
-que andaba en Babia-, dándole prima
fui zapatero de viejo de Berta la del gran pie (buen pie, mejor coyuntura),
de la Reina Patoja ortopedista; y hortelano y miniaturista de Pepino el Breve,
y copero mayor faraónico de Pepe Botellas, interino,
y porta-capas del Pepe Bellotas de la esposa de Putifar.

Viajé con Julio Verne y Odiseo, Magallanes y Pigafetta, Salgan, Leo e Ibn-Batuta,
con Melville y Stevenson, Fernando González y Conrad y Sir John de Mandeville y Marco Polo,
y sólo, sin De Maistre, alredor de mi biblioteca, de mi oploteca, mi mecanoteca y mi pinacoteca.
Viajé también en tomo de mí mismo: asno a la vez que noria.

Fui degollado en la de San Bartolomé (post facto): secundaba a La Môle:
Margarita de Valois no era total, íntegramente pelirroja
-y no porque de noche todos los gatos son pardos...: la leoparda,
las tres veces internas, íntimas, peli-endrina,
Margarita, Margotón, Margot, la casqui-fulva...-

No estuve en la nea nao -arcaica- de Noé, por manera
-por ventura, otrosí- que no fui la paloma ni la medusa de esa almadía: mas sí tuve a mi encargo
la selección de los racimos de sus viñedos, al pie del Ararat, al post-Diluvio,
yo, Beremundo el Lelo.

Fui topógrafo ad-hoc entre El Cangrejo y Purcoy Niverengo,
(y ad-ínterim, administré la zona bolombólica:
mucho de anís, mucho de Rosas del Cauca, versos de vez en cuando),
y fui remero -el segundo a babor- de la canoa, de la piragua
La Margarita (criolla), que navegó fluvial entre Comiá, La Herradura, El Morito,
con cargamentos de contrabando: blancas y endrinas de Guaca, Titiribí y Amagá, y destilados
de Concordia y Betulia y de Urrao...
¡Urrao! ¡Urrao! (hasta hace poco lo diríamos con harta mayor razón y con aquese y este júbilos).
Tras de remero de bajel -y piloto- pasé a condueño, co-editor, co-autor
(no Coadjutor... ¡ni de Retz!) en asocio de Matías Aldecoa, vascuence, (y de un tal Gaspar von der Nacht)
de un Libraco o Librículo de pseudo-poemas de otro quídam;
exploré la región de Zuyaxiwevo con Sergio Stepánovich Stepansky,
lobo de donde se infiere, y, en más, ario.

Fui consejero áulico de Bogislao, en la corte margravina de Xa-Netupiromba
y en la de Aglaya crisostómica, óptima circezuela, traidorcilla;
tañedor de laúd, otra vez, y de viola de gamba y de recorder,
de sacabuche, otrosí (de dulzaina - otronó) y en casaciones y serenatas y albadas muy especializado.
No es cierto que yo fuera -es impostura-
revendedor de bulas (y de mulas) y tragador defuego y engullidor de sables y bufón en las ferias
pero sí platiqué (también) con el asno de Buridán y Buridán,
y con la mula de Balaám y Balaám, con Rocinante y Clavileño y con el Rucio
-y el Manco y Sancho y don Quijote-
y trafiqué en ultramarinos: ¡qué calamares -en su tinta-!,
¡qué Anisados de Guarne!, ¡qué Rones de Jamaica!, ¡qué Vodkas de Kazán!, ¡qué Tequilas de México!,
¡qué Néctares de Heliconia! ¡Morcillas de Itagüí! ¡Torreznos de Envigado! ¡Chorizos de los Ballkanes! ¡Qué Butifarras cataláunicas!
Estuve en Narva y en Pultawa y en las Queseras del Medio, en Chorros Blancos
y en El Santuario de Córdova, y casi en la de San Quintín
(como pugnaban en el mismo bando no combatí junto a Egmont por no estar cerca al de Alba;
a Cayetana sí le anduve cerca tiempo después: preguntádselo a Goya);
no llegué a tiempo a Waterloo: me distraje en la ruta
con Ida de Saint-Elme, Elselina Vanayl de Yongh, viuda del Grande Ejército (desde antaño... más tarde)
y por entonces y desde años antes bravo Edecán de Ney-:
Ayudante de Campo... de plumas, gongorino.
No estuve en Capua, pero ya me supongo sus mentadas delicias.

Fabriqué clavicémbalos y espinetas, restauré virginales, reparé Stradivarius
falsos y Guarnerius apócrifos y Amatis quasi Amatis.
Cincelé empuñaduras de dagas y verduguillos, en el obrador de Benvenuto,
y escriños y joyeles y guardapelos ad-usum de Cardenales y de las Cardenalesas.
Vendí Biblias en el Sinú, con De la Rosa, Borelly y el ex-pastor Antolín.
Fui catador de tequila (debuté en Tapachula y ad-látere de Ciro el Ofiuco)
y en México y Amecameca, y de mezcal en Teotihuacán y Cuernavaca,
de Pisco-sauer en Lima de los Reyes,
y de otros piscolabis y filtros muy antes y después y por Aná del Aburrá, y doquiérase
con El Tarasco y una legión de Bacos Dionisos, pares entre Pares.
Vagué y vagué si divagué por las mesillas del café nocharniego, Mil Noches y otra Noche
con el Mago de lápiz buido y de la voz asordinada.
Antes, muy antes, bebí con él, con Emmanuel y don Efe y Carrasca, con Tisaza y Xovica y Mexía y los otros Panidas.
Después..., ahora..., mejor no meneallo y sí escanciallo y persistir en ello...

Dicté un curso de Cabalística y otro de Pan-Hermética
y un tercero de Heráldica,
fuera de los cursillos de verano de las literaturas bereberes -comparadas-.
Fui catalogador protonotario en jefe de la Magna Biblioteca de Ebenezer el Sefardita,
y -en segundo- de la Mínima Discoteca del quídam en referencia de suso:
no tenía aún las Diabelli si era ya dueño de las Goldberg;
no poseía completa la Inconclusa ni inconclusa la Décima (aquestas Sinfonías, Variaciones aquesas:
y casi que todello -en altísimo rango- tan Variaciones Alredor de Nada).

Corregí pruebas (y dislates) de tres docenas de sota-poetas
-o similares- (de los que hinchen gacetilleros a toma y daca).
Fui probador de calzas -¿prietas?: ceñidas, sí, en todo caso- de Diana de Meridor
y de justillos, que así veníanle, de estar atán bien provista
y atán rebién dotada -como sabíalo también y así de bien Bussy d'Amboise-.
Temperé virginales -ya restaurados-, y clavecines, si no como Isabel, y aunque no tan baqueano
como ése de Eisenach, arroyo-Océano.
Soplé el ***** bufón, con tal cual incongruencia, sin ni tal cual donaire.
No aporreé el bombo, empero, ni entrechoqué los címbalos.

Les saqué puntas y les puse ribetes y garambainas a los vocablos,
cuando diérame por la Semasiología, cierta vez, en la Sorbona de Abdera,
sita por Babia, al pie de los de Úbeda, que serán cerros si no valen por Monserrates,
sin cencerros. Perseveré harto poco en la Semántica -por esa vez-,
si, luego retorné a la andadas, pero a la diabla, en broma:
semanto-semasiólogo tarambana pillín pirueteante.
Quien pugnó en Dénnevitz con Ney, el peli-fulvo
no fui yo: lo fue mi bisabuelo el Capitán...;
y fue mi tatarabuelo quien apresó a Gustavo Cuarto:
pero sí estuve yo en la Retirada de los Diez Mil
-era yo el Siete Mil Setecientos y Setenta y Siete,
precisamente-: releed, si dudaislo, el Anábasis.
Fui celador intocable de la Casa de Tócame-Roque, -si ignoré cuyo el Roque sería-,
y de la Casa del Gato-que-pelotea; le busqué tres pies al gato
con botas, que ya tenía siete vidas y logré dar con siete autores en busca de un personaje
-como quien dice Los Siete contra Tebas: ¡pobre Tebas!-, y ya es jugar bastante con el siete.
No pude dar con la cuadratura del círculo, que -por lo demás- para nada hace falta,
mas topé y en el Cuarto de San Alejo, con la palanca de Arquimedes y con la espada de Damocles,
ambas a dos, y a cual más, tomadas del orín y con más moho
que las ideas de yo si sé quién mas no lo digo:
púsome en aprietos tal doble hallazgo; por más que dije: ¡Eureka! ...: la palanca ya no servía ni para levantar un falso testimonio,
y tuve que encargarme de tener siempre en suspenso y sobre mí la espada susodicha.

Se me extravió el anillo de Saturno, mas no el de Giges ni menos el de Hans Carvel;
no sé qué se me ficieron los Infantes de Aragón y las Nieves de Antaño y el León de Androcles y la Balanza
del buen Shylock: deben estar por ahí con la Linterna de Diógenes:
-¿mas cómo hallarlos sin la linterna?

No saqué el pecho fuera, ni he sido nunca el Tajo, ni me di cuenta del lío de Florinda,
ni de por qué el Tajo el pecho fuera le sacaba a la Cava,
pero sí vi al otro don Rodrigo en la Horca.
Pinté muestras de posadas y mesones y ventas y paradores y pulquerías
en Veracruz y Tamalameque y Cancán y Talara, y de riendas de abarrotes en Cartagena de Indias, con Tisaza-,
si no desnarigué al de Heredia ni a López **** tuerto -que era bizco-.
Pastoreé (otra vez) el Rebaño de las Pléyades
y resultaron ser -todellas, una a una- ¡qué capretinas locas!
Fui aceitero de la alcuza favorita del Padre de los Búhos Estáticos:
-era un Búho Sofista, socarrón soslayado, bululador mixtificante-.
Regí el vestier de gala de los Pingüinos Peripatéticos,
(precursores de Brummel y del barón d'Orsay,
por fuera de filósofos, filosofículos, filosofantes dromomaníacos)
y apacenté el Bestiario de Orfeo (delegatario de Apollinaire),
yo, Beremundo el Lelo.

Nada tuve que ver con el asesinato de la hija del corso adónico Sebastiani
ni con ella (digo como pesquisidor, pesquisante o pesquisa)
si bien asesoré a Edgar Allan Poe como entomólogo, cuando El Escarabajo de Oro,
y en su investigación del Doble Asesinato de la Rue Morgue,
ya como experto en huellas dactilares o quier digitalinas.
Alguna vez me dio por beberme los vientos o por pugnar con ellos -como Carolus
Baldelarius- y por tomar a las o las de Villadiego o a las sus calzas:
aquesas me resultaron harto potables -ya sin calzas-; ellos, de mucho volumen
y de asaz poco cuerpo (si asimilados a líquidos, si como justadores).
Gocé de pingües canonjías en el reinado del bonachón de Dagoberto,
de opíparas prebendas, encomiendas, capellanías y granjerías en el del Rey de los Dipsodas,
y de dulce privanza en el de doña Urraca
(que no es la Gazza Ladra de Rossini, si fuéralo
de corazones o de amantes o favoritos o privados o martelos).

Fui muy alto cantor, como bajo cantante, en la Capilla de los Serapiones
(donde no se sopranizaba...); conservador,
conservador -pero poco- de Incunables, en la Alejandrina de Panida,
(con sucursal en El Globo y filiales en el Cuarto del Búho).

Hice de Gaspar Hauser por diez y seis hebdémeros
y por otras tantas semanas y tres días fui la sombra,
la sombra misma que se le extravió a Peter Schlémil.

Fui el mozo -mozo de estribo- de la Reina Cristina de Suecia
y en ciertas ocasiones también el de Ebba Sparre.
Fui el mozo -mozo de estoques- de la Duquesa de Chaumont
(que era de armas tomar y de cálida sélvula): con ella pus mi pica en Flandes
-sobre holandas-.

Fui escriba de Samuel Pepys -¡qué escabroso su Diario!-
y sustituto suyo como edecán adjunto de su celosa cónyuge.
Y fuí copista de Milton (un poco largo su Paraíso Perdido,
magüer perdido en buena parte: le suprimí no pocos Cantos)
y a la su vera reencontré mi Paraíso (si el poeta era
ciego; -¡qué ojazos los de su Déborah!).

Fui traductor de cablegramas del magnífico Jerjes;
telefonista de Artajerjes el Tartajoso; locutor de la Esfinge
y confidente de su secreto; ventrílocuo de Darío Tercero Codomano el Multilocuo,
que hablaba hasta por los codos;
altoparlante retransmisor de Eubolio el Mudo, yerno de Tácito y su discípulo
y su émulo; caracola del mar océano eólico ecolálico y el intérprete
de Luis Segundo el Tartamudo -padre de Carlos el Simple y Rey de Gaula.
Hice de andante caballero a la diestra del Invencible Policisne de Beocia
y a la siniestra del Campeón olímpico Tirante el Blanco, tirante al blanco:
donde ponía el ojo clavaba su virote;
y a la zaga de la fogosa Bradamante, guardándole la espalda
-manera de decir-
y a la vanguardia, mas dándole la cara, de la tierna Marfisa...

Fui amanuense al servicio de Ambrosio Calepino
y del Tostado y deMatías Aldecoa y del que urdió el Mahabarata;
fui -y soylo aún, no zoilo- graduado experto en Lugares Comunes
discípulo de Leon Bloy y de quien escribió sobre los Diurnales.
Crucigramista interimario, logogrifario ad-valorem y ad-placerem
de Cleopatra: cultivador de sus brunos pitones y pastor de sus áspides,
y criptogramatista kinesiólogo suyo y de la venus Calipigia, ¡viento en popa a toda vela!
Fui tenedor malogrado y aburrido de libros de banca,
tenedor del tridente de Neptuno,
tenedor de librejos -en los bolsillos del gabán (sin gabán) collinesco-,
y de cuadernículos -quier azules- bajo el ala.
Sostenedor de tesis y de antítesis y de síntesis sin sustentáculo.
Mantenedor -a base de abstinencias- de los Juegos Florales
y sostén de los Frutales -leche y miel y cerezas- sin ayuno.
Porta-alfanje de Harún-al-Rashid, porta-mandoble de Mandricardo el Mandria,
porta-martillo de Carlos Martel,
porta-fendiente de Roldán, porta-tajante de Oliveros, porta-gumía
de Fierabrás, porta-laaza de Lanzarote (¡ búen Lancelot tan dado a su Ginevra!)
y a la del Rey Artús, de la Ca... de la Mesa Redonda...;
porta-lámpara de Al-Eddin, el Loca Suerte, y guardián y cerbero de su anillo
y del de los Nibelungos: pero nunca guardián de serrallo ni cancerbero ni evirato de harem...
Y fui el Quinto de los Tres Mosqueteros (no hay quinto peor) -veinte años después-.

Y Faraute de Juan Sin Tierra y fiduciario de
Qué bonito duerme un gato,
duerme con patas y peso,
duerme con sus crueles uñas,
y con su sangre sanguinaria,
duerme con todos los anillos
que como círculos quemados
construyeron la geología
de una cola color de arena.

Quisiera dormir como un gato
con todos los pelos del tiempo,
con la lengua del pedernal,
con el **** seco del fuego
y después de no hablar con nadie,
tenderme sobre todo el mundo,
sobre las tejas y la tierra
intensamente dirigido
a cazar las ratas del sueño.

He visto cómo ondulaba,
durmiendo, el gato: corría
la noche en él como agua oscura,
y a veces se iba a caer,
se iba tal vez a despeñar
en los desnudos ventisqueros,
tal vez creció tanto durmiendo
como un bisabuelo de tigre
y saltaría en las tinieblas
tejados, nubes y volcanes.
Duerme, duerme, gato nocturno
con tus ceremonias de obispo,
y tu bigote de piedra:
ordena todos nuestros sueños,
dirige la oscuridad
de nuestras dormidas proezas
con tu corazón sanguinario
y el largo cuello de tu cola.
blush Mar 2013
the new cat litter box
sits alone
in the corner by the door

where you last left
for good

with your shoes
and your cat
and some potatoes
I cooked for you

I am too neurotic
you said
thoughtless and rude

the perpetual thinker of the
unimportant

obsessing over how big a one cm
canker sore is and is it maybe cancer instead

and it's true
I worry constantly

for the past ten years
while we played out this game
of cat and mouse
I worried I'd never see you again

never have you here
never feed you
never laugh with you
never hear you tell me
don't worry honey
my little worry wart
you are okay
don't worry so much
I'm here...

but the truth is
you are not

you were more annoyed
than amused
more angered than empathetic
more certain than not

so you took the cat
and my dreams
and you left

at some point
I'll clean out the litter box
and crawl under my bed
to find the little stuffed white
mouse
I bought for Billie Holiday

and I'll put it away
save it somewhere
to find in a year or two
on some quiet gray Sunday
afternoon
and maybe for that moment
forget to worry about anything
at all
Victor D López Feb 2019
Naciste siete años antes del comienzo de la guerra civil española,
Y viviste en una casita de dos pisos en la Calle de Abajo de Fontan,
Frente al mar que les regalo su riqueza y belleza,
Y les robo a tu hermano mayor, y el más noble, Juan, a los 19 años.

De chiquita eras muy llorona. Los vecinos te hacían rabiar con solo decirte,
“Chora, Litiña, chora” lo cual producía un largo llanto al instante.
A los siete u ocho años quedaste ciega por una infección en los ojos. Te salvó la vista
El medico del pueblo, pero no antes de pasar más de un año sin poder ir a la escuela.

Nunca recuperaste ese tiempo perdido. Tu impaciencia y la vergüenza de sentirte atrasada, Impidieron tus estudios. Tu profundo amor propio y la vergüenza de no saber lo que sabían tus
Amigas de tu edad, tu inquietud y tu inhabilidad de aguantar la lengua cuando te corregían,
Crearon una perfecta tormenta que desvió tu diminutiva nave hacia las rocas.

Cuando aún una niña, viste a Franco con su escolta salir de su yate en Fontan.
Con la inocencia de una niña que nunca supo aguantar la lengua, preguntaste a
Una vecina que también estaba presente “Quien es ese señor?”
“El Generalísimo Francisco Franco” te contestó en voz baja. Dile “Viva Franco” cuando pase.

Con la inocencia de una niña y con la arrogancia de una viejita incorregible gritaste señalándolo
“Ese es el Generalísimo?” Y con una carcajada seguiste en voz alta “Parece Pulgarcito!”
Un miembro de su escolta se acercó alzando su ametralladora con la aparente Intención de Golpearte con la culata. “Dejadla!” Exclamo Franco. “Es una niña—la culpa no es suya.”

Contaste ese cuento muchas veces en mi presencia, siempre con una sonrisa o riéndote.
Creo que nunca apreciaste el importe de esa “hazaña” de desprecio a la autoridad. Pudiera ser En parte por ese hecho de tu niñez que vinieron eventualmente por tu padre  
Que lo Llevaron preso. Que lo torturaron por muchos meses y condenaron a muerte?

El escapó su condena como ya he contado antes—con la ayuda de un oficial fascista.
Tan fuerte era su reputación y el poder de sus ideas hasta con sus muchos amigos contrarios.
Tal tu inocencia, o tu ceguera psíquica, en no comprender nunca una potencial causa de su Destrucción. A Dios gracias que nunca pudiste apreciar la posible consecuencia de tus palabras.

Tu padre, quien quisiste toda la vida entrañablemente con una pasión de la cual fue muy Merecedor, murió poco después del término de la guerra civil. Una madre con diez
Bocas para alimentar necesitaba ayuda. Tú fuiste una de las que más acudió a ese
Pedido silencioso. A los 11 años dejaste la escuela por última vez y comenzaste a trabajar.

Los niños no podían trabajar en la España de Franco. No obstante, un primo tomó piedad
De la situación y te permitió trabajar en su fábrica de embutidos de pescado en Sada.
Ganabas igual que todas tus compañeras mayores. Y trabajabas mejor que la mayoría de ellas,
Con la rapidez y destreza que te sirvieron bien toda tu vida en todos tus trabajos.

En tu tiempo libre, llevabas agua de la fuente comunal a vecinos por unos céntimos.
De chiquita también llevabas una sella en la cabeza para casa y dos baldes en las manos antes y Después de tu trabajo en la fábrica de Cheche para el agua de muchos pescadores en el puerto
Antes del amanecer esperando la partida a alta mar con tu agua fresca en sus recipientes.

Todo ese dinero era entregado tu madre con el orgullo de una niña que proveía
Más que el sueldo de una mujer grande—solo a cambio de tu niñez y de la escuela.
También lavabas ropa para algunos vecinos. Y siempre gratuitamente los pañales cuando había
Niños recién nacidos solo por el placer de verlos y poder estar con ellos.

Cuando eras un poco más grande, ya de edad de ir al baile y al cine, seguías la misma rutina,
Pero también lavabas y planchabas la ropa de los marineros jóvenes que querían ir muy limpios
Y bien planchados al baile los domingos. Ese era el único dinero que era solo tuyo—para
Pagar la peluquería todas las semanas y el baile y cine. El resto siempre para tu madre.


A los dieciséis años quisiste emigrar a Argentina a la casa de una tía en Buenos Aires.
Tu madre te lo permitió, pero solo si llevabas también a tu hermana menor, Remedios, contigo.
Lo hiciste. En Buenos Aires no podías trabajar tampoco por ser menor. Mentiste en las Aplicaciones y pudiste conseguir trabajo en una clínica como ayudanta de enfermera.

Lavaste bacinillas, cambiaste camas, y limpiaste pisos con otros trabajos similares.
Todo por ganar suficiente dinero para poder reclamar a tu madre y hermanos menores,
Sito (José) y Paco (Francisco). Luego conseguiste un trabajo de mucama en un hotel
En Mar del Plata. Los dueños apreciaron tu pasión por cuidar a sus niños pequeños.

Te mantuvieron como niñera y mucama—sin doble sueldo. Entre tu (pobre) sueldo y
Propinas de mucama, en un tiempo pudiste guardar suficiente dinero para comprar
Los pasajes para tu madre y hermanos. También pudiste volver a Buenos Aires y
Conseguiste alquilar un doble cuarto en una antigua casa cerca del Consulado español.

De aquellas, aun menor de edad, ya trabajabas en el laboratorio Ponds—al cargo de una
Máquina de empacado de productos de belleza. Ganabas buen dinero, y vivieron en el
Centro de Buenos aires en esa casa hasta que te casaste con papa muchos años después.
Aun te perseguía la mala costumbre de decir lo que penabas y de no dar el brazo a torcer.

El sindicato de la Ponds trató de obligarte a registrarte como Peronista.
A gato escaldado hasta el agua fría le hace daño, y reusaste registrarte al partido.
Le dijiste al sindicato que no le habías escapado a un dictador para aliarte a otro.
Te amenazaron con perder el trabajo. Y con repatriarte a ti y a tu madre y hermanos.

Tu respuesta no la puedo escribir aquí. Te llevaron frente al gerente general demandando
Que te despidiera de inmediato. Contestaste que te demostraran razones para hacerlo.
El gerente—indudablemente a propio riesgo—contestó que no había mejor trabajadora
En la fábrica y que no tenía el sindicato razones para pedir que te despidiera.

Después de un noviazgo de varios años, se casaron tú y papa. Tenían el mundo en sus
Manos. Buen trabajo con buenos ahorros que les permitirían vivir muy bien en el futuro.
No podías tener hijos—los cuales siempre anhelaste tener. Tres años de tratamientos
Lograron que me dieras vida. Vivimos por años en un hermoso apartamento en la ciudad.

Tengo uso de razón y recuerdos gratos desde antes de los dos años. Recuerdo muy bien ese Apartamento. Pero las cosas cambiaron cuando decidieron emprender un negocio
Que no fue sostenible en el caos de la Argentina en los años 60. Recuerdo demasiado bien el Sacrificio tuyo y el de papa—es eso un tema para otro día, pero no para hoy.

Fuiste la persona más trabajadora que conocí en mi vida. No le temías a ningún trabajo
Honesto por fuerte que fuese y tu inquietud y espíritu competitivo siempre te hicieron
Una empleada estelar en todos tus trabajos, la mayoría de ellos sumamente esclavos.
Hasta en casa no sabias parar a no ser que tuvieras con quien charlar un rato largo.

Eras una gran cocinera gracias en parte al chef del hotel en cual trabajaste en Argentina
Que era también un compatriota español (vasco) y te enseno a cocinar muchos de sus
Platos españoles e italianos favoritos. Fuiste siempre muy mal comedora. Pero te
Encantaba cocinar para amigos, familia y—cuantos mas mejor—y para las fiestas.

Papá también era buen cocinero aunque con un repertorio mas limitado. Y yo aprendí
De los dos con mucho afán también a cocinar desde joven. Ni en la cocina ni en ninguna
Fase de mi vida me puedo comparar contigo ni con papa, pero también me encanta
Cocinar y en especial para compartir con seres queridos.

Te daba gran placer introducir a mis amigos a tus platos favoritos como la cazuela de mariscos,
Paella, caldo gallego, tus incomparables canelones, ñoquis, orejas, filloas, buñuelos, flan,
Y todo el resto de tu largo repertorio de música culinaria. Papa me iba a buscar al colegio
Cuando en la escuela secundaria (JHS #10) todos los días antes del trabajo.

Los dos trabajaban el segundo turno y no partían hasta después de las 2:00 p.m.
Muchos días traía el coche lleno de mis compañeros. Recuerdo igual que si fuera ayer
Las caras de mis amigos judíos, chinos, japoneses, italianos, ingleses e irlandeses
Cuando primero probaron el pulpo, caldo gallego, la tortilla, las orejas o el flan.

Mediante el bachiller, la universidad y los estudios de derecho fue igual. A veces parecía
Una reunión de Las Naciones Unidas, pero siempre con comida. Siempre trataste a mis
Amigos íntimos como si fueran hijos tuyos también. Y algunos aun hoy día te quieren
Como una segunda madre y sienten tu ausencia aunque no te vieran por muchos años.

Tuviste una pasión por ser madre (una gran pena que solo tuvieras un hijo).
Que te hizo ser demasiado protectora de tu hijo.  Me vestías con ropa exclusiva de
Les Bebes—Fui un muñeco para quien no los tuvo de niña. No me dejabas fuera de tu vista.
El mantenerme en un ambiente libre de gérmenes produjeron algunos problemas de salud.

Mi pediatra te decía “Quiero verlo con las rodillas raspadas y las uñas sucias.”
Tú lo tomabas como un chiste. Me llevabas a menudo a un parque y a la calesita.
Lo recuerdo como si fuera ayer. Pero no recuerdo tener ningún amigo hasta los siete u ocho
Años. Y solo uno entonces. No recuerdo tener una pandilla de amigos hasta los 13 años. Triste.

Cuando comencé a hablar como una cotorra con un año, y a caminar al mismo tiempo,
Me llevaste al médico. El medico pensó que era solo idea tuya. Me mostro unas llaves y me
Pregunto “Sabes lo que es esto, Danielito?” “Si. Son las llaves de tu tutú,” le contesté.
Después de unas pruebas, le recomendaron a mi madre que alimentara mi curiosidad.

Según ella era yo insoportable (algunas cosas nunca cambian). Si le preguntaba a
Papá por que el sol quema, a que distancia esta, que son las estrellas, por qué una
Linterna enfocada al cielo en una noche oscura no se ve, por qué los aviones no tienen
Ruedas debajo de pontones para poder aterrizar y despegar en el agua? Etc., etc., etc.

Me contestaba con paciencia. Recuerdo viajes en tren o autobús sentado en las piernas de mi Padre haciéndole mil preguntas. Desafortunadamente, si le preguntaba algo a mama que No supiera contestar, inventaba cualquier respuesta con tal de hacerme callar en vez de decirme “No se” o “pregúntaselo a papá” o “vete al infierno de una ver por todas y dejame en paz.”

Cuando me contaba algún cuento y no me gustaba como terminaba, “Caperucita Roja” por Ejemplo, mi madre tenía que inventar un fin que me gustara mejor o aguantar un llanto
Interminable. Pobre madre. Inventar lo que a Danielito no le gustaba podía ser peligroso.
Recuerdo un día en el teatro viendo dibujos animados que me encantaban (y aun encantan).

El Pato Donald salió en una escena comiéndose un tremendo sándwich. Le dije a mamá que
Quería un sándwich igual. En vez de contestarme que no era un sándwich de verdad, o que me Llevarían a comer después del teatro (como de costumbre) se le ocurrió decirme que me
Lo iba a traer el Pato Donald al asiento. Cambio la escena y el Pato Donald salió sin el sándwich.


Se acabo el mundo. Empecé a chillar y llorar que el Pato Donald se comió mi sándwich.
Me había mentido y no me trajo el prometido sándwich. Eso era algo insoportable.
No hubo forma de consolarme o hacerme entender—ya tarde—que el Pato Donald también
Tenía hambre, que el sándwich era suyo y no mío, o que lo de la pantalla no era realidad.

Ardió Cristo. Se había comido el sándwich del nene el Pato Donald quien era (y es) mi favorito.
La traición de un ser querido así era inconcebible e insoportable. Me tuvieron que quitar del
Cine a grito pelado. No se me fue la pataleta por largo rato. Pero todo paso cuando mi querida Tía Nieves (una prima) me dio unas galletas marineras con mermelada más tarde en su casa.

Cuánta agua debajo del puente. Tus recuerdos como el humo en una placentera brisa ya se han Esparcido, son moléculas insubstanciales como estrellas en el cielo, que no pintan cuadros Coherentes. Una vida de conversaciones vitales vueltas a susurros de niños en una tormenta Tropical, impermisibles, insustanciales, solo un sueño que interrumpe una pesadilla eterna.

Así es tu vida hoy. Tu memoria fue siempre prodigiosa. Recordabas el nombre de todas las Personas que conociste en toda tu vida—y conversaciones enteras palabra por palabra.
Con solo tres años de escuela, te fuiste por el mundo rompiendo paso y aprendiste a leer y
Escribir ya después de os 16 años en una ciudad adoptiva. Te fue más que suficiente tu estudio.

Siempre dije que eras mucho mejor escritora que yo. Cuantas excelentes novelas u obras de Teatro y poesía hubieras escribido tú con la mitad de mi educación y el triple de trabajo?  
No ay justicia en este mundo. Por qué le da Dios pan a quien no tiene dientes? Tú prodigiosa Memoria no te permite ya que me reconozcas. Fui la última persona que olvidaste.

Pero aun ahora que ya no puedes tener una conversación normal en ningún idioma,
Alguna vez te brillan los ojos y me llamas “neniño” y sé que por un instante no estás ya sola.
Pero pronto se apaga esa luz y vuelve la oscuridad. Solo te puedo ver unas horas un día a la Semana. Las circunstancias de mi vida no me dejan otra mejor opción.

Algún día no tendré ni siquiera la oportunidad de compartir unas horas contigo. No tendrás
Monumento alguno salvo en mis recuerdos mientras me quede uso de razón. Toda una
Vida de incalculable sacrificio de la cual solo dejarás el más pobre rasgo viviente del amor
De tu único hijo quien no tiene palabras para honrarte adecuadamente ni nunca las tendrá.


*          *          *

Ya llegó ese día, demasiado pronto. Octubre 11, 2018. Llegó la llamada a las 03:30 horas,
Una o dos horas después de haber quedado yo dormido. Te trataron de resucitar en vano.
No habría ya mas oportunidades de decirte te quiero, de acariciar tus manos y cara,
De cantarte al oído, de poner crema en tus manos, de anhelar que esta semana me recordaras.

De contarte acontecimientos de seres queridos, a quien vi, que me dijeron, quien pregunto
Por ti, ni de rezar por ti o de pedirte si me dabas un besito poniendo mi mejilla cerca de tus Labios y del placer cuando respondías dándome muchos besitos. Cuando no me respondías,
Lo mas probable estos últimos muchos meses, te decía, “Bueno la próxima vez.”

Siempre al despedirme te daba un besito por Alice y un abrazo que siempre te mandaba,
Y tres besitos en tu frente de parte de papa (siempre te daba tres juntos), y uno mío. Te
Dejaba la tele prendida en un canal sin volumen que mostrara movimiento. Y en lo posible
Esperaba que quedaras con los ojos cerrados antes de marchar.

Se acabó el tiempo. No hay mas prorroga. Mis oraciones cambian de pedir que Dios te proteja
Y que por Su Gracia puedas sanar un poquito día a día a que Dios guarde tu alma y la de papá y
Permita que descansen en paz en Su reino. Te hecho mucho de menos ya, como a papá, y lo
Haré mientras viva y Dios me permita uso de razón. No sabia lo que es estar solo. Ahora si lo se.

Cuatro años viendo tu deslumbrante luz reducirse a una vela temblando en a oscuridad.
Cuatro años temiendo que te dieras cuenta de tu situación.
Cuatro años rogando que no tuvieras dolor, tristeza o soledad.
Cuatro años y sin aprender como decirte adiós. El resto de mi vida esperando verte otra vez.

Te quiero con todo mi corazón siempre y para siempre, mamá. Descansa en Paz.
You can hear all six of my Unsung Heroes poems read by me in my podcasts at https://open.spotify.com/show/1zgnkuAIVJaQ0Gb6pOfQOH. (plus much more of my fiction, non-fiction and poetry in English and Spanish)
ummily Apr 2016
La Ratita Presumida
“... y sentia muy feliz. Pero al terminar, el gato se lanzo sobre ella para comer se la. La Ratita lorgo escaper y aprendio a no fiarse de la aparencias”

Generally speaking, the most romantic matters take place beneath the moonlight. It shone down on the city of Barcelona that night with a certain intention, a mysterious plan. She went out for a cigarette, or a “thought” as she liked to think of it, her soul already marinating in a bottle of cheap, red wine.  She let the moonlight pour its possibilities upon her skin as she exhaled into the night.

It was this recipe:
¾ bottle of red wine,
1 pack of Marlboro Lights,
a pinch of red lipstick and
a dash of moony-mist  

on the dimly lit terrace that started it all.

Just then, a tall, blondish, smart looking guy walked into the room. She felt as though she could see the weight of his brain sitting in his head. Almost visible were the synapses firing within.

He spoke so smoothly, in a comforting, southern accent.
His words cast visions of sunsets,
surrounding her
in an unfamiliar, yet soothing
warmth.
She drew closer.
His southern spark lit her cigarette and
with that flick of the match,
an immediate magic ignited between them.

They spoke of Matthew Macconaughy, death and anxiety... death by anxiety, art and music and love and lust.

lovelustlovelustlovelustlostlove

“Just come with me,” he said,  “I’m not expecting anything... we’ll get brunch!” , he said. Ooooooh that’s a mighty word there, “BRUNCH”.

“Brunch”,
A word capable of bringing this girl,
to her knees
~the birds and the bees~
she left with him.
                                                              ..­.

“You had me at ‘brunch’.”
They took a cab to his shoebox-sized flat in Gracia, “the best neighbourhood of Barcelona by far”. They linked lips, caressed, clutched each other’s flesh and faded into one as the sun began to rise.
                                                           ­   ...
The sun came beating through the dungeon –like windows of the shoebox-shaped room. The laundry hanging outside-as it must in this city- cast shadows across their naked skin. It appeared to be dancing quite joyfully, despite the intensely hung-over state of the two strangers that lay entangled amongst the sheets.
As promised, BRUNCH ensued.  They chatted, and laughed and flirted. They shared secrets that no one else knew.

“I like your brain”, he said.
                                                               ...
In the weeks to come they spent every waking moment of each weekend in each other’s company. The rest of the time was spent as the charismatic protagonist in the day dreams of the other one’s mind.  

Hospital General, Sant Cugat Del Valles, Valldoreix, La Floresta, Las Planes, Baixador de Vallvidrera, Peu del Funicular, Reina Elisenda, Sarria, Les Tres Torres,  La Bonanova, Muntaner, Sant Gervasi, Gracia, Provenca,  Passeig de Gracia, Placa Catalunya.

The Trains chugged on
And on
And just remember it’s hard to stop a train...

Gracia -the best neighbourhood in Barcelona- sang like a bird in her ear and a sore thumb pressing its weight into her aching heart.  

Take me Spanish Caravan, yes I know you can...
...I know where treasure is waiting for me
Silver and gold in the mountains in Spain
I have to see you again and again.

Take me Spanish Caravan, yes I know you can.

                                                           ­        ...
That dreaded, dreary morning, the rain beat down. The rain in Spain falls mainly on the plane -Or all over, really.

She helped him stuff his damp laundry
into his star-spangled suitcase,
himself into her...




He came,
she left, and so did he.




*I'd like to see you again
and again.
a short story.

a ghost story.
Verde que te quiero verde.
Verde viento. Verdes ramas.
El barco sobre la mar
y el caballo en la montaña.
Con la sombra en la cintura
ella sueña en su baranda,
verde carne, pelo verde,
con ojos de fría plata.
Verde que te quiero verde.
Bajo la luna gitana,
las cosas le están mirando
y ella no puede mirarlas.
Verde que te quiero verde.
Grandes estrellas de escarcha,
vienen con el pez de sombra
que abre el camino del alba.
La higuera frota su viento
con la lija de sus ramas,
y el monte, gato garduño,
eriza sus pitas agrias.
¿Pero quién vendrá? ¿Y por dónde...?
Ella sigue en su baranda,
verde carne, pelo verde,
soñando en la mar amarga.Compadre, quiero cambiar
mi caballo por su casa,
mi montura por su espejo,
mi cuchillo por su manta.
Compadre, vengo sangrando,
desde los montes de Cabra.
Si yo pudiera, mocito,
ese trato se cerraba.
Pero yo ya no soy yo,
ni mi casa es ya mi casa.
Compadre, quiero morir
decentemente en mi cama.
De acero, si puede ser,
con las sábanas de holanda.
¿No ves la herida que tengo
desde el pecho a la garganta?
Trescientas rosas morenas
lleva tu pechera blanca.
Tu sangre rezuma y huele
alrededor de tu faja.
Pero yo ya no soy yo,
ni mi casa es ya mi casa.
Dejadme subir al menos
hasta las altas barandas,
dejadme subir, dejadme,
hasta las verdes barandas.
Barandales de la luna
por donde retumba el agua.Ya suben los dos compadres
hacia las altas barandas.
Dejando un rastro de sangre.
Dejando un rastro de lágrimas.
Temblaban en los tejados
farolillos de hojalata.
Mil panderos de cristal,
herían la madrugada.Verde que te quiero verde,
verde viento, verdes ramas.
Los dos compadres subieron.
El largo viento, dejaba
en la boca un raro gusto
de hiel, de menta y de albahaca.
¡Compadre! ¿Dónde está, dime?
¿Dónde está mi niña amarga?
¡Cuántas veces te esperó!
¡Cuántas veces te esperara,
cara fresca, ***** pelo,
en esta verde baranda!Sobre el rostro del aljibe
se mecía la gitana.
Verde carne, pelo verde,
con ojos de fría plata.
Un carámbano de luna
la sostiene sobre el agua.
La noche su puso íntima
como una pequeña plaza.
Guardias civiles borrachos,
en la puerta golpeaban.
Verde que te quiero verde.
Verde viento. Verdes ramas.
El barco sobre la mar.
Y el caballo en la montaña.
¿Quién no tiene su vestido azul?
¿Quién no almuerza y no toma el tranvía,
con su cigarrillo contratado y su dolor de bolsillo?
¡Yo que tan sólo he nacido!
¡Yo que tan sólo he nacido!

¿Quién no escribe una carta?
¿Quién no habla de un asunto muy importante,
muriendo de costumbre y llorando de oído?
¡Yo que solamente he nacido!
¡Yo que solamente he nacido!

¿Quién no se llama Carlos o cualquier otra cosa?
¿Quién al gato no dice gato gato?
¡Ay, yo que sólo he nacido solamente!
¡Ay!, ¡yo que sólo he nacido solamente!
Natalia Rivera Jan 2015
Una luz tenue me levanto, ¿qué hora será? Miro el rejo y son las 4:50 de la madrugada de algún martes. Me volteo para verlo plasmado, la obra de arte más bella del mundo; el. Esta dormido profundamente, debido a su insomnio es cosa de celebrar así que lo dejo dormir y tomo el abrigo que hay en el suelo. El bonito abrigo color azul de rayas que tanto me encanta, el mismo abrigo que horas antes me quito con la ternura y pasión de dos amantes. Una pequeña sonrisa brota de mis labios y continúo para la sala, atravieso el pasillo forrado de fotos. Fotos de él, fotos mías, fotos familiares, sus pinturas, llego a la cocina y miro por la ventana, ya casi amanece. Me sirvo un poco de agua en mi taza con forma de gato, en la mesa de la sala están las copas y el vino de anoche.
El estaba sentado en el sofá, con su camisa color negra y sus mahonés grises. Con la mitad de la copa vacía me miraba indescifrablemente. Yo estaba sentada en el suelo cerca de la chimenea, usaba mi lindo vestido de flores junto a su abrigo color azul de rayas y el pelo alborotado (como siempre).
-¿Qué te trae bailando en el cinturón de Orión? dice dándole el último sorbo a su copa.
- En lo bien que se te ven esos mahonés le contesto; seguido de unas miradas disfrazadas y unas cuantas risas  me anime a contarle lo que me pasaba realmente.
-Hay días que el miedo me invade, mi vida era bastante simple antes de tu aparición. Nada me quitaba el sueño, vivía viajando en mis libros y mis prioridades era mantener con vida a mi pez y conseguir dinero al final de día para poder sustentarme. Pero apareciste, de la nada, porque si y mi mundo fue un caos. Cartas, besos, caricias, charlas, malos hábitos, terrible humor, un artista, un genio, un sádico, un romántico, egocéntrico y niño. De eso se componían mis pensamientos, pase de depender de cómo terminaba el final de un libro a como terminaba cada una de sus palabras. Estaba enamorada como nunca antes y eso me asustaba. Estoy enamorada de ti y todas tus mañas, pero quiero que te quedes para siempre.

Podía verlo, la luz del fuego enfocaba su rostro a la perfección, el silencio era agobiante. Permanecía sentada de alguna forma extraña hasta que al fin lo vi caminar hacia mí; se sentó junto y me miraba con ojos perdidos, tomo mi rostro en sus deliciosas manos y me besó. Me besó despacio, permitiéndome respirar su aroma y saborear su alma. Entre caricias, besos y suspiros terminamos en la cama, aún vestidos, aún con ganas. Lentamente baja la cremallera del abrigo y me lo quita con esa sonrisa de picardía, como un niño comenzando una travesura. Una vez que el abrigo cae al suelo me mira y me dice “Te amo, mi pequeña niña y mi inmensa mujer”
El resplandor del sol hizo que retornara a la realidad, eran las 5:20 de la mañana y el seguía durmiendo. Abrí la puerta del balcón para saludar a mi madre, danzaba en las olas y en los rayos del sol, radiante como siempre. La playa estaba desierta, estaba desnuda así como me gusta; decidí entrarme en ella así camine hasta la orilla del agua y me senté.  Me sentía viva pero me di cuenta que algo me cubría de pies a cabeza; la melancolía. Lo quería, si lo miraba sabia que ese era el hombre al que amaría por el resto de mis días y tenía miedo. Miedo a que el no sintiera lo mismo, que no me viera como yo lo veo. Mi desfile de pensamientos fue interrumpido por un cálido beso en la cabeza, mi artista de había levantado. Traía una manta y un bulto,  la extendió y cubriéndome me pregunto ¿Qué haces medio desnuda con este frió sentada ahí? Necesitaba brisa con sabor a playa, le dije. Se quedo junto a mi callado durante un rato. Vimos como del océano brotaban las nubes y danzaban hasta llegar a lo más alto del cielo, también, a lo lejos en el muelle vimos a una pareja sacar su pequeño bote para pasar lo que parecía ser un excelente día.
Inesperadamente el toma mi mano y la besa, me acerca a él y al oído casi susurrando me dice
- Jamás encuentro las palabras correctas para expresarte cuán importante eres, y cuando las encuentro se me pierde el coraje para decirlas. La otra noche vi tu alma desnuda, te vi a ti con todos tus miedos y con todo el amor que tienes, entonces supe nuevamente porque te escogí para pasar el resto de mis días contigo. Has estado en cada paso que doy, aun sabiendo que alguno de esos pasos me alejaba de ti. Fuiste mi brújula cuando me encontraba extraviado, mi amiga cuando deseo hablar de cosas que no te interesan y has sido toda una diosa para mí en aspectos que ambos sabemos.  No soy muy bueno en esto, y sé que estas no son las palabras que deseas oír solo sé que te amo y lo haré hasta que mis ganas de plasmar tu sonrisa en un canva se vayan, hasta que me haya cansado de hacerte el amor, hasta el día en que me muera. Te amo, y no dejare que te marches de mi vida nunca.
El sonido de las olas cubría mis sollozos, las lagrimas bajaban por mis mejillas y las palabras no me salían. Lo mire y el tenia una inmensa sonrisa y sus ojos me miraban con ternura. Me quito ambas mantas y del bulto saco su abrigo azul de rayas, me lo puso y me dijo:
-Quédate conmigo para siempre.
Y le dije:
-Me quedare contigo hasta en las ocasiones que quieras estar solo.
Lo beso y le digo:
-Te amo, renacuajo
Me besa y me dice:
-Te amo, mi niña.
Segunda historia.
Jean Cocteau es un ruiseñor mecánico a quien le ha dado cuerda Ronsard.

Los únicos brazos entre los cuales nos resignaríamos a pasar la vida, son los brazos de las Venus que han perdido los brazos.

Si los pintores necesitaran, como Delacroix, asistir al degüello de 400 odaliscas para decidirse a tomar los pinceles... Si, por lo menos, sólo fuesen capaces de empuñarlos antes de asesinar a su idolatrada Mamá...

Musicalmente, el clarinete es un instrumento muchísimo más rico que el diccionario.

Aunque se alteren todas nuestras concepciones sobre la Vida y la Muerte, ha llegado el momento de denunciar la enorme superchería de las "Meninas" que -siendo las propias "Meninas" de carne y hueso- colgaron un letrerito donde se lee Velázquez, para que nadie descubra el auténtico y secular milagro de su inmortalidad.

Nadie escuchó con mayor provecho que Debussy, los arpegios que las manos traslúcidas de la lluvia improvisan contra el teclado de las persianas.

Las frases, las ideas de Proust, se desarrollan y se enroscan, como las anguilas que nadan en los acuarios; a veces deformadas por un efecto de refracción, otras anudadas en acoplamientos viscosos, siempre envueltas en esa atmósfera que tan solo se encuentra en los acuarios y en el estilo de Proust.

¡La "Olimpia" de Manet está enferma de "mal de Pott"! ¡Necesita aire de mar!... ¡Urge que Goya la examine!...

En ninguna historia se revive, como en las irisaciones de los vidrios antiguos, la fugaz y emocionante historia de setecientos mil crepúsculos y auroras.

¡Las lágrimas lo corrompen todo! Partidarios insospechables de un "régimen mejorado", ¿tenemos derecho a reclamar una "ley seca" para la poesía... para una poesía "extra dry", gusto americano?

Todo el talento del "douannier" Rousseau estribó en la convicción con que, a los sesenta años, fue capaz de prenderse a un biberón.

La disección de los ojos de Monet hubiera demostrado que Monet poseía ojos de mosca; ojos forzados por innumerables ojitos que distinguen con nitidez los más sutiles matices de un color pero que, siendo ojos autónomos, perciben esos matices independientemente, sin alcanzar una visión sintética de conjunto.

Las frases de Oscar Wilde no necesitan red. ¡Lástima que al realizar sus más arriesgadas acrobacias, nos dejen la incertidumbre de su ****!

El cúmulo de atorrantismo y de burdel, de uso y abuso de limpiabotas, de sensiblería engominada, de ojo en compota, de retobe y de tristeza sin razón -allí está la pampa... más allá el indio... la quena... el tamboril -que se espereza y canta en los acordes del tango que improvisa cualquier lunfardo.

Es necesario procurarse una vestimenta de radiógrafo (que nos proteja del contacto demasiado brusco con lo sobrenatural), antes de aproximarnos a los rayos ultravioletas que iluminan los paisajes de Patinir.

No hay crítico comparable al cajón de nuestro escritorio.

Entre otras... ¡la más irreductible disidencia ortográfica! Ellos: Padecen todavía la superstición de las Mayúsculas.

Nosotros: Hace tiempo que escribimos: cultura, arte, ciencia, moral y, sobre todo y ante todo, poesía.

Los cubistas cometieron el error de creer que una manzana era un tema menos literario y frugal que las nalgas de madame Recamier.

¡Sin pie, no hay poesía! -exclaman algunos. Como si necesitásemos de esa confidencia para reconocerlos.

Esos tinteros con un busto de Voltaire, ¿no tendrán un significado profundo? ¿No habrá sido Voltaire una especie de Papa (*****) de la tinta?

En música, al pleonasmo se le denomina: variación.

Seurat compuso los más admirables escaparates de juguetería.

La prosa de Flaubert destila un sudor tan frío que nos obliga a cambiarnos de camiseta, si no podemos recurrir a su correspondencia.

El silencio de los cuadros del Greco es un silencio ascético, maeterlinckiano, que alucina a los personajes del Greco, les desequilibra la boca, les extravía las pupilas, les diafaniza la nariz.

Los bustos romanos serían incapaces de pensar si el tiempo no les hubiera destrozado la nariz.

No hay que admirar a Wagner porque nos aburra alguna vez, sino a pesar de que nos aburra alguna vez.

Europa comienza a interesarse por nosotros. ¡Disfrazados con las plumas o el chiripá que nos atribuye, alcanzaríamos un éxito clamoroso! ¡Lástima que nuestra sinceridad nos obligue a desilusionarla... a presentarnos como somos; aunque sea incapaz de diferenciarnos... aunque estemos seguros de la rechifla!

Aunque la estilográfica tenga reminiscencias de lagrimatorio, ni los cocodrilos tienen derecho a confundir las lágrimas con la tinta.

Renán es un hombre tan bien educado que hasta cuando cree tener razón, pretende demostrarnos que no la tiene.

Las Venus griegas tienen cuarenta y siete pulsaciones. Las Vírgenes españolas, ciento tres.

¡Sepamos consolarnos! Si las mujeres de Rubens pesaran 27 kilos menos, ya no podríamos extasiarnos ante los reflejos nacarados de sus carnes desnudas.

Llega un momento en que aspiramos a escribir algo peor.

El ombligo no es un órgano tan importante como imaginan ustedes... ¡Señores poetas!

¿Estupidez? ¿Ingenuidad? ¿Política?... "Seamos argentinos", gritan algunos... sin advertir que la nacionalidad es algo tan fatal como la conformación de nuestro esqueleto.

Delatemos un onanismo más: el de izar la bandera cada cinco minutos.

Lo primero que nos enseñan las telas de Chardin es que, para llegar a la pulcritud, al reposo, a la sensatez que alcanzó Chardin, no hay más remedio que resignarnos a pasar la vida en zapatillas.

Facilísimo haber previsto la muerte de Apollinaire, dado que el cerebro de Apollinaire era una fábrica de pirotecnia que constantemente inventaba los más bellos juegos de artificio, los cohetes de más lindo color, y era fatal que al primero que se le escapara entre el fango de la trinchera, una granada le rebanara el cráneo.

Los esclavos miguelangelescos poseen un olor tan iodado, tan acre que, por menos paladar que tengamos basta gustarlo alguna vez para convencerse de que fueron esculpidos por la rompiente. (No me refiero a los del Louvre; modelados por el mar, un día de esos en que fabrica merengues sobre la arena).

¡La opinión que se tendrá de nosotros cuando sólo quede de nosotros lo que perdura de la vieja China o del viejo Egipto!

¡Impongámosnos ciertas normas para volver a experimentar la complacencia ingenua de violarlas! La rehabilitación de la infidelidad reclama de nosotros un candor semejante. ¡Ruboricémonos de no poder ruborizarnos y reinventemos las prohibiciones que nos convengan, antes de que la libertad alcance a esclavizarnos completamente!

El cemento armado nos proporciona una satisfacción semejante a la de pasarnos la mano por la cara, después de habernos afeitado.

¡Los vidrios catalanes y las estalactitas de Mallorca con que Anglada prepara su paleta!

Los cubistas salvaron a la pintura de las corrientes de aire, de los rayos de sol que amenazaban derretirla pero -al cerrar herméticamente las ventanas, que los impresionistas habían abierto en un exceso de entusiasmo- le suministraron tal cúmulo de recetas, una cantidad tan grande de ventosas que poco faltó para que la asfixiaran y la dejasen descarnada, como un esqueleto.

Hay poetas demasiado inflamables. ¿Pasan unos senos recién inaugurados? El cerebro se les incendia. ¡Comienza a salirles humo de la cabeza!

"La Maja Vestida" está más desnuda que la "maja desnuda".

Las telas de Velázquez respiran a pleno pulmón; tienen una buena tensión arterial, una temperatura normal y una reacción Wasserman negativa.

¡Quién hubiera previsto que las Venus griegas fuesen capaces de perder la cabeza!

Hay acordes, hay frases, hay entonaciones en D'Annunzio que nos obligan a perdonarle su "fiatto", su "bella voce", sus actitudes de tenor.

Azorín ve la vida en diminutivo y la expresa repitiendo lo diminutivo, hasta darnos la sensación de la eternidad.

¡El Arte es el peor enemigo del arte!... un fetiche ante el que ofician, arrodillados, quienes no son artistas.

Lo que molesta más en Cézanne es la testarudez con que, delante de un queso, se empeña en repetir: "esto es un queso".

El espesor de las nalgas de Rabelais explica su optimismo. Una visión como la suya, requiere estar muellemente sentada para impedir que el esqueleto nos proporcione un pregusto de muerte.

La arquitectura árabe consiguió proporcionarle a la luz, la dulzura y la voluptuosidad que adquiere la luz, en una boca entreabierta de mujer.

Hasta el advenimiento de Hugo, nadie sospechó el esplendor, la amplitud, el desarrollo, la suntuosidad a que alcanzaría el genio del "camelo".

Es tanta la mala educación de Pió Baroja, y es tan ingenua la voluptuosidad que siente Pío Baroja en ser mal educado, que somos capaces de perdonarle la falta de educación que significa llamarse: Pío Baroja.

No hay que confundir poesía con vaselina; vigor, con camiseta sucia.

El estilo de Barres es un estilo de onda, un estilo que acaba de salir de la peluquería.

Lo único que nos impide creer que Saint Saens haya sido un gran músico, es haber escuchado la música de Saint Sáéns.

¿Las Vírgenes de Murillo?

Como vírgenes, demasiado mujeres.

Como mujeres, demasiado vírgenes.

Todas las razones que tendríamos para querer a Velázquez, si la única razón del amor no consistiera en no tener ninguna.

Los surtidores del Alhambra conservan la versión más auténtica de "Las mil y una noches", y la murmuran con la fresca monotonía que merecen.

Si Rubén no hubiera poseído unas manos tan finas!... ¡Si no se las hubiese mirado tanto al escribir!...

La variedad de cicuta con que Sócrates se envenenó se llamaba "Conócete a ti mismo".

¡Cuidado con las nuevas recetas y con los nuevos boticarios! ¡Cuidado con las decoraciones y "la couleur lócale"! ¡Cuidado con los anacronismos que se disfrazan de aviador! ¡Cuidado con el excesivo dandysmo de la indumentaria londinense! ¡Cuidado -sobre todo- con los que gritan: "¡Cuidado!" cada cinco minutos!

Ningún aterrizaje más emocionante que el "aterrizaje" forzoso de la Victoria de Samotracia.

Goya grababa, como si "entrara a matar".

El estilo de Renán se resiente de la flaccidez y olor a sacristía de sus manos... demasiado aficionadas "a lavarse las manos".

La Gioconda es la única mujer viviente que sonríe como algunas mujeres después de muertas.

Nada puede darnos una certidumbre más sensual y un convencimiento tan palpable del origen divino de la vida, como el vientre recién fecundado de la Venus de Milo.

El problema más grave que Goya resolvió al pintar sus tapices, fue el dosaje de azúcar; un terrón más y sólo hubieran podido usarse como tapas de bomboneras.

Los rizos, las ondulaciones, los temas "imperdibles" y, sobre todo, el olor a "vera violetta" de las melodías italianas.

Así como un estiló maduro nos instruye -a través de una descripción de Jerusalén- del gesto con que el autor se anuda la corbata, no existirá un arte nacional mientras no sepamos pintar un paisaje noruego con un inconfundible sabor a carbonada.

¿Por qué no admitir que una gallina ponga un trasatlántico, si creemos en la existencia de Rimbaud, sabio, vidente y poeta a los 12 años?

¡El encarnizamiento con que hundió sus pitones, el toro aquél, que mató a todos los Cristos españoles!

Rodin confundió caricia con modelado; espasmo con inspiración; "atelier" con alcoba.

Jamás existirán caballos capaces de tirar un par de patadas que violenten, más rotundamente, las leyes de la perspectiva y posean, al mismo tiempo, un concepto más equilibrado de la composición, que el par de patadas que tiran los heroicos percherones de Paolo Uccello.

Nos aproximamos a los retratos del Greco, con el propósito de sorprender las sanguijuelas que se ocultan en los repliegues de sus golillas.

Un libro debe construirse como un reloj, y venderse como un salchichón.

Con la poesía sucede lo mismo que con las mujeres: llega un momento en que la única actitud respetuosa consiste en levantarles la pollera.

Los críticos olvidan, con demasiada frecuencia, que una cosa es cacarear, otra, poner el huevo.

Trasladar al plano de la creación la fervorosa voluptuosidad con que, durante nuestra infancia, rompimos a pedradas todos los faroles del vecindario.

¡Si buena parte de nuestros poetas se convenciera de que la tartamudez es preferible al plagio!

Tanto en arte, como en ciencia, hay que buscarle las siete patas al gato.

El barroco necesitó cruzar el Atlántico en busca del trópico y de la selva para adquirir la ingenuidad candorosa y llena de fasto que ostenta en América.

¿Cómo dejar de admirarla prodigalidad y la perfección con que la mayoría de nuestros poetas logra el prestigio de realizar el vacío absoluto?

A fuerza de gritar socorro se corre el riesgo de perder la voz.

En los mapas incunables, África es una serie de islas aisladas, pero los vientos hinchan sus cachetes en todas direcciones.

Los paréntesis de Faulkner son cárceles de negros.

Estamos tan pervertidos que la inhabilidad de lo ingenuo nos parece el "sumun" del arte.

La experiencia es la enfermedad que ofrece el menor peligro de contagio.

En vez de recurrir al whisky, Turner se emborracha de crepúsculo.

Las mujeres modernas olvidan que para desvestirse y desvestirlas se requiere un mínimo de indumentaria.

La vida es un largo embrutecimiento. La costumbre nos teje, diariamente, una telaraña en las pupilas; poco a poco nos aprisiona la sintaxis, el diccionario; los mosquitos pueden volar tocando la corneta, carecemos del coraje de llamarlos arcángeles, y cuando deseamos viajar nos dirigimos a una agencia de vapores en vez de metamorfosear una silla en un trasatlántico.

Ningún Stradivarius comparable en forma, ni en resonancia, a las caderas de ciertas colegialas.

¿Existe un llamado tan musicalmente emocionante como el de la llamarada de la enorme gasa que agita Isolda, reclamando desesperadamente la presencia de Tristán?

Aunque ellos mismos lo ignoren, ningún creador escribe para los otros, ni para sí mismo, ni mucho menos, para satisfacer un anhelo de creación, sino porque no puede dejar de escribir.

Ante la exquisitez del idioma francés, es comprensible la atracción que ejerce la palabra "merde".

El adulterio se ha generalizado tanto que urge rehabilitarlo o, por lo menos, cambiarle de nombre.

Las distancias se han acortado tanto que la ausencia y la nostalgia han perdido su sentido.

Tras todo cuadro español se presiente una danza macabra.

Lo prodigioso no es que Van Gogh se haya cortado una oreja, sino que conservara la otra.

La poesía siempre es lo otro, aquello que todos ignoran hasta que lo descubre un verdadero poeta.

Hasta Darío no existía un idioma tan rudo y maloliente como el español.

Segura de saber donde se hospeda la poesía, existe siempre una multitud impaciente y apresurada que corre en su busca pero, al llegar donde le han dicho que se aloja y preguntar por ella, invariablemente se le contesta: Se ha mudado.

Sólo después de arrojarlo todo por la borda somos capaces de ascender hacia nuestra propia nada.

La serie de sarcófagos que encerraban a las momias egipcias, son el desafío más perecedero y vano de la vida ante el poder de la muerte.

Los pintores chinos no pintan la naturaleza, la sueñan.

Hasta la aparición de Rembrandt nadie sospechó que la luz alcanzaría la dramaticidad e inagotable variedad de conflictos de las tragedias shakespearianas.

Aspiramos a ser lo que auténticamente somos, pero a medida que creemos lograrlo, nos invade el hartazgo de lo que realmente somos.

Ambicionamos no plagiarnos ni a nosotros mismos, a ser siempre distintos, a renovarnos en cada poema, pero a medida que se acumulan y forman nuestra escueta o frondosa producción, debemos reconocer que a lo largo de nuestra existencia hemos escrito un solo y único poema.
Land Raccoon Jan 2015
Anoche lloré mientras te recodaba
Y recordé las noches que pasamos juntos
En las que no tenía que atraer al gato, que ya bastante me odia, hasta mis pies para no tener frío.
Anoche recordé también la noche en que dijiste que te irías para siempre y lloré desconsolado.
Luego vinieron a mis ojos las lágrimas de aquella otra en la que regresaste,
en la que te ayudé a cargar tus maletas,
en la que juntos acomodamos mi espacio que se convirtió en nuestro
y las palabras dulces que dijimos optimistas sobre el futuro.
No pude detenerme hasta recordar todas las noches que despiertos o dormidos pasé tranquilo a tu lado,
en las que reímos,
en las que bailamos,
en las que gozamos,
en las que nos conocimos y reencontramos.
Las noches en las que te besé,
ésas fueron las mejores por sobre todas.  
Y al final me quebré porque esta noche,
como las que sigue, estoy solo.
Y me quedo repasando todos esos recuerdos y lloro,
te juro que lloro.  
Pero has de saber que entre lágrimas se escuchan también risas,
porqué si hay algo que me hace enteramente feliz,
es amarte,
es recordarte.
Sputnik Andrade Oct 2012
Te voy a escribir un poema, dice la voz grave, de padre severo, la que te da miedo, porque eso es lo que hago.

Porque así hiero, así deshumanizo, así  vuelvo invisible lo delineado, lo certero. Escribiendo transformo la carne y la sangre y los huesos en grafito que se borra, en caracteres que vuelan y se pierden.

Así te vuelvo a ti, todo, en nada.

Eras un gato. Eras lluvia ominosa. Fuentes sin agua, mar encerrado. Eras belleza donde nadie quería mirar. Nadie se acerca jamás a lo derruido y a lo gris a lo que huele a abandonado, extranjero.

Me gustaba llorar en tu desolación. En la tierra húmeda que estaba bajo tus pies. En las manos siempre vacías.

Eras extraordinario.

Un caballero exiliado, un detective medieval, un magnate honesto.

Eras, eras, eras.

Déjame convertirte, ahora, en algo más. Ahora que has dejado de ser, que incluso perdiste la piel, el cabello, el brillo.

Eres Siddharta, joven de nuevo camino. Eres el Buda. Renunciaste a todo [polvo, ropa usada, brillo] Te volviste nada. Un mesías. El Uno.

Poesía. ¿Tú?

Tú no eres poesía, tu no eres las copas de los árboles que se mecen [se mecen] junto con el caprichoso baile del viento. ¿Tú?

Comes y amas y vives y haces y dejas de hacer porque ya es de día y ya es de noche. ¿Tú?

Siddharta Eclipsado por la Luz. Siddharta sin voz. Sólo Om. Om. Om.

Eras el soldado sin nombre. Todos ellos, deshechos por la guerra, con lámparas de aceite en la mirada, pasos tenues.

Eras.

Eso es lo que eres. La exaltación [mía] del pasado, el vivir en los recuerdos, la nostalgia, la niñez difuminada, antes de anochecer, una sonrisa inocente. No es un vacío o un espacio sin polvo entre los libros, la marca de que un cuerpo que estuvo entre las sábanas.

Eres el pasado que murió y ya no existe. No eres, dios reencarnado.

Te volviste santo, te sentaste y te transformaste en piedra tallada, te cubriste de musgo y de olvido, solamente. Todo lo demás es demasiado humano.

Siddharta, inútil cualquier intento. Porque no puedes ganarme. Yo soy la pluma que escribe. Yo te invento, yo te insuflo vida y yo ya no quiero dártela, porque estás intentando escribir y eso no te lo puedo permitir. Eso no lo puede hacer.

Yo soy Jesús de Judea, vivo, muerto, con luz propia, crucificado, envuelto en rosas, en todas partes, los puentes, las manchas, los cuellos, las malas palabras, el ****, el día y la noche, tinta, papel de arroz, copal y oro. Todo, todos.

[

Entre dos montañas y un río,
el Buda más grande de la Tierra se sienta.
En su oreja izquierda, sin embargo,
vive una familia de golondrinas.

]

Esta es mi venganza, piedra verde, chiquillo de la nada.
Ara Apr 2020
Solían decirme que pensaba muy alto.
Me recordaba al dicho de la lengua que se comió el gato.
Pero no es la falta de lengua el problema,
Ni la falta de palabras, sino un exceso de ellas.
《》
No sé cómo terminar el poema. No sé cómo dejar de sentir pena por ella. Por la chica que conociste y la que ahora toma su lugar. Tampoco sé cómo decir que te extraño; que no quiero que esto se nos haga cantos, que quisiera estar descansando a tu lado. Solo espero que me leas y sepas que hablo de ti, y que me puedas dar tiempo para ser la chica que fui.
Copyright © 2019 Aranza V. Soto Torres. All rights reserved.
Trevor Gates Dec 2013
Ripples of effulgent colors
Reaching out from waters disturbed
Waves bothering no one
Except silent moods
And heavy sighs

Leaves falling like the fire from the skies
Sitting at the river bed alone
Hearing the blazing trumpets of angels
In the air for all of the world to hear
Definite, gazing and profound

The streets echoing the screams
Of thousands
Maybe millions burning
The people melting
turning to ash

And

Visions so pristine, with pools of clear waters
Where the universe dances with shooting stars
Nights so serene, with comets and saucers
Where multi-verse poets tell fables from mars

Mirrors orbiting realms of light and sound
Along ghost ships, serpents and mango worlds
Wormholes overwhelms clouds that surround
Near women’s hips and flowing hair swirls

The earths below like a burning molten orb of muck
Where Rephaite giants wrestle behemoths in vile seas
The dreams glow here like a harem where angels ****
And centaurs play Gato Barbieri tunes full of gleam

And

That sad moment where I wake up in an ***** pit
Below the Broadway theater
And a little Chinese lady scoots me out for new customers
And I stumble out into the streets
And buy a paper
Reading of a stock market crash
and the end of my job

as I fend for life in the jungles of Vietnam
I see friends of mine get their faces shot to pieces
And their brains fall to my lap
And I scream as the Vietcong rush me
Hack my limbs off and leave me for dead
And I wake up in a hospital bed
A quadruple amputee
Falling in love with a nurse I might never see
Again, so I ask her to hold me and let me
Cry into her shoulder
Then I pay a homeless man
to push me off a bridge with him

We fall and hit the water hard and—
He sinks
I don’t
I float up to the surface
And when I emerge I see
myself at the edge of a river
Tossing rocks into the water
I call out to help
But He doesn’t hear me

He stands up and leaves
I crawl up from the river with new arms and legs
Crying with an emotion I cannot describe
For what dreams and past-lives have been here
And there
On this Day of Wrath?

On this beach of trash and rocks?

Where I can see my grand-kids playing
In the southern California dusk

And my wife reminds me of the first time we met
In that hospital
Next to the ***** den
At the end of the world.
DAVID Oct 2015
el feroz coito interrumpido,
por esa mirada, de mujer gato,
de leona de fuego.

tu cuerpo gritaba por el
placer, escondido de tu propio
deseo.

clamas por un toque lascivo,
buscas  que te azote
tenderly.

y luego te ame en silencio.

la feroz torsión de tu
cuerpo, rozando
el mio.

la mustia y quieta llama,
se volvió fogata, en tus entrañas,
de mujer felina.

ruges por  mi mordida,
luego te dejas estar,
mirando silente.

que aquella bestia deseada,
te folle en la oscuridad,
como niña buena, que
desea peligro.

y el roce equinoccial se
vuelve placentero,

como si el dolor y la perdida,
fuernan la exquisita concecuencia,
de ser lo que eres, una leona,

una diosa que muerde el polvo,
entre la perdida y lo exquisito
en tu caída, y en tu
humanización

estando perdida hallaste el centro,
tu leona, rugiendo,
amada bestia.

perdida entre los estertores,
de tus entrañas, en fuego, y entre ese
fuego la hallaste

  tu leona,tu leoparda
    hermosa salvaje,
  serena.

davide montesquieu
Chapter One

He sat there looking over the edge alone and couldn’t remember how long he had been there. He thought it had been a very long time.

The drive from Oakland had taken the best part of a day, and although having traveled across some of the most scenic parts of the western United States, his mind was blank, he couldn’t remember anything.  He only knew what he had come here to do, and before the sun would set over his left shoulder, he strengthened his resolve to do it.

He thought about leaving a note, but then who would read it.  He was sure whoever did find it wouldn’t care. He couldn’t remember why he had picked the ‘Canyon’ as the place to end it all. He just knew he was drawn to the place, and in some strange way the Canyon understood.  He wasn’t sure what most men thought about knowing it was their last day on earth.  At this point he was having trouble thinking about anything at all.

He forced himself to try and think about his three failed marriages and his two sons from his first marriage.  One, his oldest son Robert, had recently died of a drug overdose. His younger son Hank was an Army Ranger who had recently been killed while serving a second deployment in Afghanistan.  Neither boy had spoken to him since he had deserted their mother when they were both very young (5 & 7).

He had been discharged from the Army in 1969 at Fort ***** New Jersey after serving 14 months in Vietnam.  He then spent three months hitchhiking across the country, from New Jersey to California, trying to get his head back on straight as he worked his way back home.

He would like to blame all of his bad luck on something that had happened to him over there, but he knew in his heart that he couldn’t.  He had been a supply sergeant at a large depot in downtown Saigon. His only experience with combat was listening to the stories from the grunts recently returned from the bush as they self-medicated themselves inside the many bars and clubs that overran the downtown streets and alleyways.  He often basked in the aftermath of their stories secretly wishing he were one of them. He had had a chance to volunteer for combat artillery but had turned it down.

He took his sunglasses off because it was almost time. He had forgotten to check-out of the Yavapi Motor Lodge before walking the half-mile to the rim where he now sat. The sun was dropping low in the Western sky as he stood up to move closer to the edge. It was just then that he heard a rustling sound coming from the bushes to his left that he had not heard before.  

Chapter Two

The motorcycle ride across the plains and high desert through the Dakota’s and Wyoming had been as idyllic as he ever imagined. He had spent almost a week in Yellowstone, having to force himself to leave on the seventh day. He was headed South, but he had one more great sight to see before working his way back East toward New Mexico.

He had promised himself before dedicating the rest of his life to the Dominicans that he would go and visit the Grand Canyon this one last time.  In many ways his life had been like the Canyon, overwhelming in its purpose and majestic in its beauty. His life had taken on a timeless quality that always left him feeling like everything he had done would somehow last forever.

He had lost his beloved wife Sarah last April after a long and debilitating illness.  They had been married for forty-one years and had traveled the world together. After all of the travel, Sarah’s two favorite spots on earth were Yellowstone and The Grand Canyon.  He always felt that she loved the Canyon the most, and he was saving it for last.  She had been his best friend and partner and had supported him in everything he had done, both at his work, but even more important to him, at his leisure.

He had been born with a restless adventurous spirit inside of him, and it was one of the things Sarah loved most about him and had always given him plenty of rope to roam.  He loved her all the more for it.  He now felt that the only way he could go on without her was to devote himself to a cause she had always been passionate about, the Dominican Mission in Pastura New Mexico.  The mission had been founded almost two hundred years ago to help and educate the many Native Tribes that lived in the area.

He needed to dedicate the remainder of his life to something bigger that just himself.  Because of all the good work his wife had done on their behalf, the Dominicans had accepted him into their order, and they were expecting him before the week was out.

He had recently sold his business for over 100 million dollars, and after securing his grandchildren’s education was going to use the bulk of the money to build a hospital in rural New Mexico to treat the poor and disenfranchised.  He wanted the hospital to specialize in treating diabetes and juvenile diabetes since so many of the Native Americans in the Southwest (and all over the U.S.) were suffering from this terrible disease.  It had been the disease that had finally claimed his beloved wife Sarah.

He was riding a vintage/antique BMW motorcycle that he had spent the last 20 years restoring.  Although it was over 50 years old, there was no part of this bike that you couldn’t eat off of.  Like everything else in his life, it was a reflection of him and the ‘midas’ effect he seemed to have on everything he touched. Everything in his life just seemed to ‘WORK’ !

After checking into his motel at the South Rim of the Canyon, he decided there was still time to get to his wife’s favorite spot along the rim to Watch the sun go completely down.  As he walked through the Pinyon Trees toward the rim, he thought he saw a figure standing close to the edge.  Whoever it was had heard him coming through the brush and was now looking his way.

“Hello,” he called out.  “Aren’t you standing a little too close to the rim?”  “What do you want,” he heard back in response, “I thought I was here alone.” “Sorry, didn’t mean to intrude, but like you, I just wanted to take one look over before the day ended. It’s nice to find someone else here to be able to share this magnificent view with.”
  
“I didn’t come here to share anything with anybody,” he heard back again, “And like I said before, I thought I was alone.”  As the man spoke, he walked slowly backwards and seated himself on the large rock where he had laid his sunglasses before. He put his sunglasses back on before speaking again.

“You know it’s unbelievable, no matter how many times I’ve seen the view from this rim, it’s always like seeing it for the first time again.  This was my wife’s favorite spot on earth.  It’s almost impossible to describe, don’t you think?”

“I wouldn’t know, it’s my first time here, he heard the seated man say.  “Wow, first time huh.  I can still remember my first time, but then every time is like that first time to me, and that was over 35 years ago.”  “It may be special to you,” the man sitting down said, now without looking his way, “To me it’s just a big hole in the ground.”
As he emerged from the Pinyon Pines and approached the rim, he noticed something strange and out of place.  There was a large black handgun sitting with its barrel pointed out toward the canyon, in between the seated man’s two legs.  

He slowly walked off to his left and moved very cautiously toward the rim, being careful not to make any sudden moves.  He tried to act nonchalant and make it seem like he hadn’t noticed the gun.  The man on the rock knew that he had seen it as he tried to close both legs over the gun and hide it from further sight.

“Have you been here long,” he asked the seated man? “I don’t know --- I don’t know, it seems like long.”  ‘Well, it’s a great place to sit and reflect about life and think about where life’s journey goes next.”
“I know all about where my life has been and where it‘s going,”  

At this point the man stopped speaking and there was a very uncomfortable moment of silence — a silence that seemed to fill the surrounding canyon with a new emptiness that rivaled even its great depths.  “You look like you’re upset sitting there all alone, might I ask the reasons why.”  The seated man then finally turned his head his way and said, ‘Why would you care if I’m upset or not.”

“I can’t explain why I care, but I do, and if you’d like to tell me about it, I’d like to listen.”  “Why in the world would you want to listen to someone else’s problems when you seem not to have a care in the world.  Especially coming from someone that you don’t know and who you’ve just met at a spot like this that you so obviously love and have great affection for?” 
 
“Maybe for that very reason, because it is a beautiful day today and this is one of the world’s most magical spots.  I am having a hard time accepting how someone could seem so depressed and dejected in a place like this.  You may not believe me, but that’s exactly how I feel.  Why did you come to the Grand Canyon in a state like this. Were you hoping that the majesty of the canyon would lift your spirits and cheer you up?”

“I know that some like you have said that this is the most powerful place on earth.  I thought it would be a most appropriate place, or certainly as good as any,” as his voice trailed off again and silence intervened.

“As good as any to do what,” the standing man asked as he moved slightly closer.  The seated man didn’t answer as he stared out over the rim into the huge expanse of rock and sky.  Finally, he said, “Really, why would you even care, I’m nothing to you, and it’s really none of your business.”  “About that, you’re right, and if I’m intruding then I apologize, but I’m getting the strongest feeling that meeting you here today in this spot was no accident.  Do you think about things like that?”

The man stood up but did not answer.  ‘What are your plans today after the sun sets? I just checked into the motel a short ways down the road, the Yavapai Motor Lodge, ever heard of it.”  “Yeah, I’ve heard of it, maybe you should be heading back there before it starts to get dark.”  “Why don’t we walk back together, I’d enjoy the company.”
“Look, I don’t have any plans that go beyond this evening, and I’d really appreciate it if you’d leave, as I’d like to be alone to finish what I started.”  “I’d really like to hear all about that if you’d be willing to tell me. I’ve got nothing but time.”

The man now standing with his sunglasses back on in the approaching darkness was frozen by the words –'Nothing but time.’  He had made the decision earlier that for him, time was up and today would be the end.  Now he had some do-gooding stranger who had invaded his privacy unannounced and wouldn’t seem to back off.  

“Look, for the last time, you don’t want to hear my sad story, no one ever has, and no-one ever will.”  “Well, why don’t you just try me.  If I turn out to be like everyone else in your life after you’ve told me, you can always just get up and walk away --- end of story!”
“You look like someone whose life has turned out very well and never had a bad day in your life.”  

“Honestly, you’re making me feel guilty because when I look at my life in total, you’re pretty much correct.  I have had that kind of a life and feel very blessed because of it.  I’m going to assume that you have not.”

His honesty at admitting to having had a charmed life seemed to make an impression on the man as he answered back, “Nothing, absolutely nothing in my life has worked out, from my failed marriages, to my children who are now gone, and to all the nothing job’s. Everything has been a failure.  My life has been one great disappointment after another, and I can’t see the point in going on.”
The reality of the situation now became crystal clear.

“So, you were going to end it all here today at the South Rim of this Canyon?  It seems too beautiful a place for something so drastic.”
“I was, and I am going to end it all today in spite of everything you’ve said.”  “What is the gun for, if I might ask?”  The gun is just in case I don’t have guts enough to jump.  Guts is something I’ve always struggled with too.”

“Is there anything I can say, anything at all, that might make you change your mind, at least for a little while?”

“Nothing,” the man said.  “You don’t know me, and I’m sure there’s nothing you can say to me that I haven’t already said to myself.”  “If I could come up with one reason, just one, for you not to jump, would that make any difference at all?”  “Why would you even care to try when my mind is made up?”

“I’m glad you used the word ‘care’ when asking me that question.  Who is the last person in your life that you thought truly ‘cared’ for you?’  “I can’t remember, and I’m not sure anyone ever did.  My Parents split up when I was three and I was raised in one foster home after another before joining the army because I didn’t have guts enough to run away.  I’m not sure that word has any real meaning for me.”

“What if I was to tell you that I care about you, --- very much, and I don’t want to see you do what you’re getting ready to do in this most sacred of spots or anywhere for that matter.”“You just stumbled upon me by chance in my sorry state, and now feel pity for me and your conscience won’t let you leave well enough alone.”  

In a very strange way, he didn’t feel sorry for the man but felt guilty for the blessed life he had lived.  It all needed to make sense, or he couldn’t go back.  Why tonight, and why at this spot that he was looking so forward to.

He struggled for his next words before speaking again to the troubled man who had now gotten precariously close to the edge. The scene started to remind him of the movies he had seen where a man would be standing out on a building’s ledge, high above the street.  In the movies there was always a heroic detective or passerby who was able to talk the man down.  He knew he was running out of time, and he also knew this man he had just met could smell insincerity from a 100-miles away.

“I’d like to help you get through this in any way that I can.”  “There’s no getting through it. If you really want to do me a favor, just walk back to where you came from and let me finish what I came here to do.”

“I can’t explain this to you, but I know now that I was brought here today for a reason — a reason beyond a one last goodbye to this place.  I could have, and actually thought about, stopping at many of the rims my wife and I loved, but I picked this one because this was her favorite.  I know now that it had a higher purpose.  You may not want to hear this, but you came to this place today to end it all because of what has always been missing in your life only to find exactly that when I came walking through the trees.  In fact, to prove what I’m saying, I’d like to make you an offer.

“Suppose someone, in this case me, were to say that they would trade positions with you and that they would do what you are thinking about doing if you would do something very important for them.”  What do you mean,” the man said looking back from the edge.

‘What if I were to tell you that I would be willing to step off the edge of this canyon to show you how much I really care.  Would you be willing to fulfill a dream of mine in turn for my doing that.  You will then see that a total stranger is willing to give it all up for you if you will be willing to commit to something that is equally important to them.”

“You’re either crazy or you think that I am.  Nobody’s going to give up their life to prove to me that they care about saving my worthless life.  Your life seems to have a value beyond what I can describe.”
“You’re right about that, and my life has had a value beyond what even I can describe, but what I am telling you is that the deal I am making you is real. After hearing my terms and agreeing to what you will have to do, I will jump off this Canyon wall so you can find the happiness, peace, and contentment you deserve.”

“I don’t know, I don’t know, all of this is crazy, sheer lunacy.  I think I’ve been joined on this cliff by a man who’s completely lost his own mind.”“All right then, let’s do this.  Would you agree to sleep on it overnight.  If you feel the same way in the morning, then I will carry out your plan if you will fulfill mine.  Are you staying at that same motel as I am.”  “Yeah, I checked in yesterday and forgot to check out, so I guess I still have a room.”  Maybe it was for a reason he thought to himself, as he stood there shaking his head in the darkness.

“Don’t shake your head, just tell me you’ll think about it.
If I don’t hear from you, and I’m in room #888, I’ll assume that our deal is set, and I’ll fulfill my part of our agreement.”  “OK, one more night,” the man said as he picked up his gun and tucked it into the small of his back.  “One more night, but I don’t really think anything is going to change.”

They walked back to the Yavapai Motor Lodge in silence together.  Both men felt at this point that they had known each other for a very long time — maybe an eternity.  Nighttime in the Canyon echoes a silence louder than anything that can be made with sound.
As they entered the lobby, they both went in different directions without saying goodnight.

The man who had come by motorcycle wondered: ‘Was I challenged by God before ever reaching the Dominicans? Will I ever see those peaceful hallways and gardens that my wife loved so much ever again?”


Chapter Three

Jack hadn’t had a good night’s sleep in over fifteen years.  His tortured mind and soul just seemed to never rest.  He woke to the sounds of birds and bright sunshine outside his window.  Last night he had truly slept for the first time in his adult life. He never needed an alarm, but it had sounded to him like one had been going off.  

All at once he realized what it was --- it was a siren.  Multiple sirens were going off and he wondered if the Motel was on fire.  Still slightly disoriented from the past two days, and the effects of so much sleep, he threw his pants and shoes on and headed down the hall toward the lobby.

He then remembered the strange conversation he had had with that man in the Canyon last night.  Cold sweat started to flow as he then remembered their agreement. “If I don’t hear differently by first thing tomorrow morning, I will go ahead with my part of our agreement.”  Jack tried to compose himself as he thought, “No way, no way anyone would be crazy enough to do what he said he would do last night.  If this place isn’t on fire, maybe he’s having breakfast in the coffee shop off the lobby.”

As he hustled through the lobby, the desk clerk shouted to him but he didn’t stop.  He saw fire engines and ambulances outside, and he wanted to see what was going on.  He was immediately relieved when he saw Fred’s motorcycle parked in the same spot as last night.
Something else didn’t look right though.  There were at least three fire engines and two ambulances outside but nothing was on fire and there was no car accident to be seen.  Obviously, something was afoot, but everyone seemed too busy to talk to him. He walked back into the Motel and through the lobby…

This time the desk clerk came out from behind the desk and said, “Hey, I was shouting to you as you ran out the door.  There’s an envelope for you here from the guy who jumped.  The police are looking to talk to you as they have no clues as to why or what drove him to step off the edge.  We get a couple of jumpers every year, but this guy seemed totally different.  He was one of the most upbeat people to come in here in a long time.”

JUMP!  It seemed impossible.  Jack couldn’t wrap his mind around it as he opened the envelope.  In a very neat handwriting, it said --- ‘I’ve left something for you under the seat of my motorcycle.” As he started back outside the desk clerk asked, “Did you know him very well?”  “No, not really, I just met him late yesterday afternoon for the first time.” 
 
Jack's knees weakened as the desk clerk went on.  “It’s really weird.  He was actually whistling when he walked through the lobby this morning at about 7:15.”  “Who, Jack asked.”  “Why the Jumper, the guy who jumped.  He was smiling and commenting on what a beautiful day it was, and how he hoped we all were going to have a great day.  I guess it just goes to show --- you never know.
At 7:42, the police got a call from the Havasupai Indians that live along the bottom saying that a full set of clothes had fallen to the floor of the canyon, shirt, shoes, socks, underwear, the whole deal.  Everything, but a body.  The police are having the hardest time making any sense of it at all.”

The words ‘you never know’ kept repeating in Jack’s ears as he walked outside. As he unlatched the seat and lifted it up on the old BMW, he found a two-page note folded over and neatly placed between the frame. It went on to say …

Dear Jack
I don’t know and can hardly imagine what your life must have been like up until now.  I wish I had the power to go back and change the bad things that happened to you, but I don’t.

The only power that I have, the one that all of us have, is to change what happens now.  I hope you will believe me now when I say I really do care about you more than you know, and I am happy and willing to live up to my promise.  I am now counting on you to live up to yours.

The only thing extra I ask, and I’ve put this in writing to the head Abbott, is for you to be allowed to ride the motorcycle back to this spot once every year.  Once here, I would like you to say a Rosary for the souls of my family and for all the faithful departed.  If you put in a good word for me that would be all the better. If you do this, I know your new life will be joyous and take on a deeper meaning, and more than make up for any troubles that you’ve experienced up until now.
If you choose not to keep your promise and go through with ending your life, then I forgive you and still love you, but I don’t think you’re going to do that.

May God Bless and keep you.

Fred

Underneath the note there was a folded-up roadmap with a line drawn in magic marker pointing the way to the monastery in New Mexico. Jack sat down on the curb in front of the motorcycle in disbelief.  There was one more slip of paper folded up in the map.  It was the title to the old BMW.  It had been signed over to Jack.

“He couldn’t have, he couldn’t have, he just wouldn’t have,” Jack kept saying over and over to himself.  Just then a large Park Policeman tapped Jack on the shoulder and asked him if he would mind answering a few questions.  Jack agreed but then told the officer that after speaking with him he just might be even more confused.  The officer went on to tell Jack that none of their suspicions panned out.  This man hadn’t jumped for insurance money (he was very wealthy), or out of a history of depression, he just jumped.
And none of the usual reasons seemed to apply.

After thirty-five minutes of polite questioning the police officer walked away scratching his head.  On the margin of the map was a scribbled note, “Don’t delay out of any concern for me, get to the monastery as quickly as you can.”  Jack had told the police officer about Fred wanting him to have the bike and showed him the title that had been left for him.  He did not show the police officer the letter Fred had left and was in fact surprised that they hadn’t checked the bike.  Then it all started to make sense.  If Jack hadn’t read the note Fred left with the desk clerk, he would never have known the seat to the motorcycle opened up.  He was sure the police didn’t know that either.  He was glad no-one was looking when he opened up the seat and took out the letter.  In all the commotion, everyone else was just looking the other way.

Jack wanted to go back to the spot where Fred jumped and where they first had met, but the police had it roped off. He decided to leave for New Mexico right away because that’s what Fred would have wanted.  The news stations were now calling it a ‘Mystery In The Canyon’ because only clothes, and no body was found.

Jack had never ridden a motorcycle before but had often fantasized about it.  Like most things in his life he had always come up with excuses as to why he couldn’t ride, while secretly envying those who did.  He took to the old bike immediately, and with every hour that passed on Rt #40 he enjoyed the ride more and more. A new type of guilt started to set in because he was actually enjoying his new life with every new twist of the throttle and turn of the handlebars.

Chapter Four

Jack pulled up in front of the Old Dominican Monastery with its Spanish Adobe Walls at 2:30 the following afternoon.  He had spent the previous night in Gallup and had actually been able to volunteer at the Dominican Soup Kitchen that was housed in the old Post Office in the center of downtown.  

Gallup was very depressed and except for a flourishing Indian Jewelry Industry had very little in the way of jobs and opportunity.  The Friar who ran the soup kitchen listened to Jacks story and then put his arm around him and led him inside.  Jack was astonished that the story seemed to make perfect sense to this selfless Padre.

Jack spent the night on a cot behind the soup kitchen and after having an early breakfast with Padre Nick, headed on his way east toward the Monastery in the New Mexico desert.   It reminded Jack of the pictures he had seen of an oasis in the middle of the Arabian desert.  There were palm trees and many varieties of flowers surrounded by what looked like an eternity of sand.  Jack loved the sparseness of his new surroundings, but he still didn’t know why.
The Monastery sat atop a sandy hill at the end of a long unpaved road.  He parked the bike outside the two large, padlocked, doors and began to knock.  

Before he could make contact with the old wooden door on the right a smaller door within it began to open. He stepped through the door as a monk whose hood was completely covering his head lead him inside.  The monastery had a quiet about it that would rival that of the Canyon.  There were three old Spanish Buildings side by side, and the main door to the one in the middle was already open.

He asked the monk where they were going and heard back nothing in return. The hooded monk led Jack down a long hallway to another open door on the left.  He knocked on the door three times as he led jack through and motioned for him to sit down on one of the two chairs in front of the large stone fireplace.  I wonder where they get stone in a desert like this Jack wondered to himself.

Jack looked up slightly and saw the image of two large and heavily tanned feet in sandals walking toward him at a lively pace.  As he looked even higher, he saw a stocky and athletically built man who looked to be in his mid-sixties with a smile that could have come from an angelic two-year old child.

My name is Abbott Estefan, and I have been expecting you all day.  Early this morning I got a letter from our beloved Fred, telling the details of your meeting.  Before we do anything else, we must pray together to him that your mission here will be successful.  I am certain in my heart that Fred now sits with the Saints in heaven and is at this very moment looking down on us both --- with love !

I read Fred’s words, and I am still in partial disbelief.  Would you like to tell me in your words what happened yesterday, Jack?  Soon Abbott, but not right now, I hope you can understand.”  “I do totally my son. Let’s get you settled and then you can start to feel like one of us.  I know that is what Fred would have wanted.

“When’s the last time you’ve eaten,” Abbott Estefan asked.  “This morning, in Gallup with Padre Nick,” Jack answered.  “Ah, Padre Nick, one of our very finest.  Half Pueblo and half Navajo but all Dominican.  Once you walk through those front doors, all ‘divisions’ of ethnicity and nationality fade away like the shifting sands.”
“First the body, then the mind.  It’s time to get something into your stomach.  We are only humble servants of the poor around here Jack, but we eat like Roman Emperors.  It’s one of the perks of our particular order.”  “Sounds great to me Abbot, when it comes to food, I’m not picky.”

They laughed together at Jacks comment as they walked down another long hallway around a corner and into the biggest kitchen Jack had even seen.  Padre Francisco was the head cook, and he started to ladle out an array of Mexican food onto a plate the likes of which Jack had never seen.  He decided to eat every drop so as not to disappoint the good Padre.  Once finished ,Abbott Estefan led Jack to his new room on the second floor.

It was very well lit and like all of the Monk’s rooms it faced East to meet the rising sun.  “Get some rest now Jack, morning prayers are at 5a.m. and breakfast is at 6.  I’ll have someone put your motorcycle in one of the stables. You do intend to keep your promise, don’t you Jack, Abbott Estefan asked as he closed the door.”  YES, Jack said to himself as he sat down in the bed.  But then he knew the Abbott already knew his answer.

Jack had never heard anyone laugh with the gusto of Abbott Estefan.  He liked it here already as he could feel his old life peeling away like layers coming off an old onion. Two days later, Jack and Abbott Estefan took a walk around the grounds as Jack told the Abbott the whole story about Fred and their chance meeting at the Grand Canyon.  “Ah yes, the police have contacted us because they found out through Fred’s family that he was coming to be one of us.  I pray that they will someday know more about his passing than they do today. In his letter, Fred asked us not to say anything.  

Two Havasupai elders who were meditating at dawn that morning high among the rocks said they both saw an eagle swoop through the bottom of the canyon just before Fred’s clothing hit the ground.  They then looked up and saw two hands reaching out of the clouds which grabbed the eagle right out of the sky.

WE ARE BUILDING A GROTTO TO FRED IN THIS VERY SPOT WHERE YOU ARE STANDING NOW!

The Monastery was almost totally cloistered, and voices were only used when absolutely necessary.  Over the next several months Jack would come to find out how overrated ‘talking’ really is.

Chapter Five

The next few months were an adjustment for Jack as he settled into a life of contemplation and prayer.  Slowly, yet surely, a fundamental change was taking place inside of him.  It was a change unlike anything he had ever felt before.  The empty places inside of him, some of them over fifty years old, he could feel being filled.  Things that he couldn’t explain and things that he had never felt before were rapidly becoming things he could no longer live without.

Almost a year had gone by when Abbott Estefan knocked on his door one quiet afternoon.  Jack was deep in contemplative prayer, having just finished his daily Rosary and he didn’t hear the first knocks, so the good Abbott knocked harder.  He always prayed to Fred at the end of every Rosary, who the Monks were now referring to with extreme reverence as Patron.  Fred was pronounced the same in Spanish as it was in English, only with a slightly different inflection.  The Grotto in Fred’s honor had only recently been finished.

Jack had a direct view of the Grotto from the window in his room.
Jack opened the door to that wide-eyed smile he had come to love.  ‘May I come in Gato,” the Abbott asked. “Absolutely,” Jack said.  He always loved it when any of the Monks referred to the Spanish pronunciation of his name.  “How can I be of service Father Estefan? It is always an honor when you choose to visit my humble room.”

“In one week’s time it will be the one year anniversary since you decided to become one of us.  It will also be the one-year anniversary of our dear Fred’s passing and his ascension into heaven.  No one else dared refer to Fred’s passing in that way, but the Abbott was heard on more than one occasion to say that Fred had been welcomed into heaven by none other than Jesus, the Son of God Himself.  It was his hands that the two Havasupai Elders saw reaching out of the clouds that day. 
 
Abbott Estefan was sure of that in his heart. He told Jack that it was much easier to live with what you knew in your heart, rather than what you could prove.  The Church still required proof for Sainthood, but the Abbott told Jack that he was living proof and the only proof his order would ever need that Fred was sitting next to Jesus at the right hand of the Father.

“Are you planning on keeping your promise Gato?” the Abbott asked him no longer smiling.  “I hope that you are, and if so, I would like you to start making plans right away.  I will have my personal secretary call that Motel and make you a reservation for two nights.  You need to spend the first night at the canyon isolated and by yourself in prayer.  The second day and night are a celebration to Fred, and you need to keep an open mind, and open heart, to anything that might happen.”

The Abbott thought he saw a small tinge of uncertainty in Jack’s eyes.  “You must not hesitate or be doubtful my son.  Remember only that the man who gave his life up for you, a stranger, will be with you in the canyon.  Our Native American Brothers like to refer to this experience as a Vision Quest.  You should fast and sleep little while you are there. And with enough time, the Patrons message will take over you and show you the way.”

After speaking, Abbott Estefan turned and quietly started to walk down the hall.  After only three steps, he turned, looked at Jack one more time and said:  “My dear Gato, please ask the Patron to smile down on this poor Dominican Monk who thinks of him daily.  Ask him to watch over our Mission and all of the poor and suffering souls that we try and help.

Jack hadn’t looked at the BMW for almost a year.  In fact, he had thought about it very little.  The Monk who acted as head groundskeeper had stored it in a stable near the very back of the mission.  He had it wheeled up to the front of the Main Building on the day Jack was getting ready to leave.  It started on the very first kick.

Jack was taking very little with him as he headed to Arizona.  Just the old civilian clothes he had been wearing when arriving a year ago, a road map of the Southwest, and the Rosary Beads he had found draped across the handlebars when he went to get on the bike.
The bikes gas tank was full, and Jack marveled at how clean and well maintained it looked.  ‘Unbelievable, he thought to himself.  “I know if I was to ask, the Monks would tell me it was all a result of the power of prayer — prayer, and a siphon to remove fuel from the Abbots old School Bus.” 

 Jack wondered if anyone not directly connected to all that had happened would ever believe him if he told them his story.  The Abbott had told him it was of no consequence, --- as the truth needed no audience!

Jack rode all day and arrived at the South Rim of the Canyon just after six in the evening.  He checked into the same Motel —The Yavapai Motor Lodge — and parked the Motorcycle in exactly the same spot that it had been in on exactly this day a year ago.  The same desk clerk was working in the lobby who had been there last year.  
“How are you doing?  I NEVER expected to see you back here again.  That was really something that happened last year.  None of us can believe an entire year has gone by already.

“Yes, it was really something,” said Jack.  I made a promise to come back and honor his memory, so I’ll be staying with you for the next two days.  It would mean a lot to me, and to him, if you keep my being here quiet.  I don’t want any publicity, especially from the press.  This is a very private matter and I’d like to keep it that way.”
“No problem, mums the word as far as I’m concerned.  It’s good to see you and that you’re doing well.  Just one thing though before I go home for the evening.”  “What’s that,” Jack said.  “Did they ever figure out why he did it? I never read anything in the papers about why he jumped.”

“No, I don’t think they ever did.  Some things, maybe the most important things in life, tend to remain a mystery from all but the few who are directly involved.  I think in Fred’s case, that mystery will remain intact.”  “That’s right his name was Fred, I haven’t heard anyone use his name in almost a year.  Around here he’s just referred to as the ‘Naked Jumper.”’ Jack smiled to himself at the terminology.  He knew that somewhere high above, Fred was looking down and smiling too.

‘One more thing though,” the desk clerk said as Jack was turning to go to his room.  “What’s that, I’m kind of in a hurry, I want to get into the restaurant before it closes and then over to the canyon before the sun is completely down.”  “Well, it’s like this.  Every morning at exactly 7:00 a.m. the phone rings at the front desk and it’s someone asking for the number of Jack’s room.  When we tell the caller that we are not allowed to give out any information regarding our guests, they immediately hang up and the call ends.  The very next morning they call back again and ask once more for the number of Jack’s room. This has happened now every day for a year.  Your name’s Jack, isn’t it?”

‘Yep, must be a co-incidence. Didn’t they ask for Jack by his last name.”  “No, only Jack, just plain old Jack every time they called.”
Jack knew that Fred had never asked him about his last name, and he was sure that he had never offered the information.  “It’s really funny,” the desk clerk went on, “the caller never stays on long enough for the police to trace the call.  After the tenth or eleventh time we were called we forwarded the information about the calls to the Park Police who tapped into our line and tried to put a trace on the calls.  

Our receptionist, Daphne, who almost always takes the call, has tried to keep the caller on the line, but when she doesn’t give the caller the information they request, the line always goes dead.” Jack said goodnight to the desk clerk, whose name he now knew was Roy, and checked into his room.  It was the same room, #888, that he had been in a year ago.  He picked up the phone and dialed 0 for the Front Desk.

“Roy, this is Jack in Room #888.  Did someone request this specific room for me when making the reservation?”  “Let me check …. Nope, just says Non-Smoking King, on the reservation slip.  Why is something wrong with Room #888?”  “No, everything’s fine, good night, Roy.”

Jack quickly said a Rosary before ordering takeout from the restaurant. He then hurried across and down the road to the Rim where he had met Fred on that fateful day a year ago.  As he sat there quietly eating and staring out over the rim, he felt a peacefulness descend and overtake him both in body and spirit.  As the sun went completely down, he prayed for over three hours for the saving deliverance of Fred’s soul.

Suicide, a word no-one except the police and newspapers had used in his presence, was still a grievous sin in the Catholic Church.  Publicly, the church would admit to no justification that would allow one to take their own life. Jack thought silently about Jesus, --- and wasn’t that exactly what he had done by offering himself up as a sacrifice so all could be saved.  Jesus knew what was going to happen on Calvary that afternoon, just as Fred knew what was going to happen if he didn’t receive a phone call from Jack that morning saying that he had changed his mind.

When the stars had finally filled the sky, Jack got up and walked back to the Motel. As he walked past the front desk he asked Roy, “What time does that call come in in the morning asking for a Jack?”  “At exactly 7:00 a.m. every morning.”

Jack thanked Roy and walked back to his room.  He set his alarm for 6:00 a.m. the next morning. He was in the lobby standing at the front desk at ten minutes before seven waiting, waiting to see if the caller would call again.


Chapter Six

“Nothing,” said Daphne.  “Every morning for a year a call has come in at exactly 7:00 a.m. asking for Jack.  Are you sure it hasn’t been you that’s been making those phone calls?”  “What, call and ask for myself,” Jack said. “What would be the reasoning behind that?”
‘It’s really unbelievable. We’re open 365 days a year and the only property inside the park that is.  This caller has called every day for a solid year and hasn’t missed a holiday, weekend, nothing.  Every morning, and I mean EVERY morning that phone rings --- but not today!”

Jack spent the next day in quiet contemplation on the edge of the rim.  He thought about Sarah and how she had loved this place and said a prayer to Fred to please watch over his beloved wife until he could be with her again.  That night he slept like he had never slept before.

There was a night owl just outside his window and it spoke to him in a language he felt but could not understand.  He could feel it saying to him, --- UNTIL NEXT YEAR, UNTIL NEXT YEAR !!!

Jack got up early the next morning and was in the lobby again before seven.  Once again, no phone call asking for Jack.  After having breakfast and visiting the rim one more time, he rode non-stop back to the monastery, carrying a new part of the Great Mystery.
The Abbott had always been very respectful, and not in a condescending way, of the terms the Indians used to refer to God and Revelation. Jack had heard the Abbott use the term ‘The Great Mystery’ when referring to their religious beliefs many times.  He couldn’t come up with a better term for what he felt had happened back at the Canyon.

For twenty-four more years Jack repeated this same yearly ritual to the South Rim.  The Motel was eventually sold and torn down, and a new Holiday Inn express was built where the old Yavapai Motor Lodge used to stand.  Jack always stayed at the Holiday Inn Express with a room facing East like the one he had at the old Motel.  He was now in his early seventies and each year the trip took longer to get to the Canyon.  

The bike was still properly maintained and running well, but the effort it took to ride it all the way tired Jack out, and every year it seemed like the Canyon got further and further away. Abbott Estefan had died several years ago and Father Jack, or Abbott Gato, as he was now called, was in charge of the Monastery.  Jack had been ordained in a very private ceremony almost fifteen years before. Fred’s children and grandchildren had proudly attended the event in their Father’s honor, each of them placing a wreath at the base of their fathers statue, the Patron, in the garden around back.

As he promised he would every year, Jack checked into the hotel at the South Rim.  It had recently changed its name again to a Best Western.  Including the first time he had stayed here, the time he met Fred, this was the 25th Anniversary of his visiting the Canyon in Fred’s honor. He said “Hi Tammy,” to the pretty young girl working at the front desk.  “So, you’re still riding that old motorcycle all the way from New Mexico?”  “I am, and God willing, I’ll get back there to resume my duties in a couple of days.’  “Well, my dad said to remind you again that you have a standing offer for the Motorcycle if ever, and whenever you decide to sell.”

“Sorry Tammy, but like I told your Dad last year, this motorcycle is going to take me all the way thru the pearly gates.” “Oh Father, you’re such a kidder, but if you do change your mind, my Dad will drive over to the Monastery and pick it up.”  “Thanks Tammy, and thank your Dad again for the kind offer. Are those phone calls still coming in every morning?”

“Every morning at seven a.m. like clockwork Father, except on the mornings you’re here.  It’s old hat around here now and part of the DNA of this place.  I don’t know what we’d do if they ever stopped.”  “I don’t think you need to worry about that Tammy, tell that caller that I said Hi every time he calls.”  “I will Father, he seems to get a real kick out of that.  Two days ago, we weren’t sure what was going on because at exactly seven a.m the phone rang and in the same voice as always, the caller asked for Gato.  When we acted confused, he immediately corrected himself and said ‘Jack,’ could you please tell me the room number of ‘Jack.’

“We’ve got you in #888 as always Father, and it always amuses me that we don’t have any other rooms that start with the number eight.  Do you know why we have one room in this hotel out of sequence with all the others, that is numbered #888, when all the other rooms start with a letter followed by three numbers.
The rooms on this floor go from A100 to A165.”

“No, I really don’t know why that is Tammy, I just know that I’ve always been in Room #888 and I like it that way.  Nothing like tradition right …”

Jack went back to his room and as was his habit said the Rosary before getting into bed.  The next morning, he was outside the restaurant when it opened for breakfast at six.  He liked talking to all the vacationers coming to the Grand Canyon, especially those visiting for the first time.  “God’s greatest creation on earth he would tell all those he met.  He had also become something of a local celebrity, and several local orders of both priests and nuns would come by the south rim during his yearly visit and ask for his blessing.

No-one ever asked him specifically why he was there, but everyone knew, and it was now local legend, that it had something to do with that ‘Jumper’ that had gone over the edge so many years ago. Today was the actual 25th Anniversary of Fred’s taking his place and stepping off into the Canyon.

After breakfast Jack walked the short distance down the canyon road to the rim behind the Pinyon Trees that he had visited so many times before.  He sat on the same rock that he was sitting on twenty-five years before when Fred came walking through the trees.  He began to pray.

He looked down into the loose dirt at the base of the rock and thought that he could still see the impression that his handgun had made in the soft canyon silt. He wondered at his advanced age if his mind not be starting to play tricks on him.  Two of his closest friends at the monastery had been stricken with Alzheimers this year and as he watched them slowly drift away, he prayed more than anything, that it would never happen to him. 
 
Every memory he had had of and in this place seemed to come rushing back at once.  Everything seemed so real.  Not surreal, but really real! He closed his eyes again and prayed.  He wasn’t sure how long he had been praying but when he opened his eyes, he saw that it was now dark.  “Could an entire day have slipped away that fast he wondered, or maybe I really am losing my mind.”

He looked into the sky for any trace of the sun. It was all the way back over his left shoulder, in the direction of California, the land he had come from, the place where everything that happened to him had been so bad.

As he got up to leave, he heard a rustling in the bushes.  He thought maybe it was a black bear, or perhaps a couple of honeymooners coming to the rim to profess undying love.  He called out to the noise in the bushes, but nothing answered back.  He walked deeper in the direction that the sound had come from but it was now so dark that his aging eyes were failing him. 

 It was then that he remembered that he had forgotten his Rosary Beads and had left them back on the rock. As Jack turned around to go back and get his Rosary his eyes went completely blind.  There was a light that he had never seen before coming from the Canyon’s edge and it seemed to be shining only on him.  To the right and the left he could still see darkness, but the brilliant beam of light that he couldn’t understand was following him as he walked blindly back toward the rock.

As bright as the light was it did not hurt his eyes, and it seemed to be drawing him closer and into its light.  As he got near the edge, he could feel the light totally envelop him, both body and soul.  As he got to the Canyon’s edge, he could see the light take shape as it drifted level with his view.  In the middle of the flashing brilliance was the face of Fred who was now smiling at him in the way he had remembered from so long ago.  Fred’s arms were now opening wide as he said through the light …

“Father Jack, you have kept your promise when all I had to give you that day was love.  You have returned that love to me twenty-five fold.  I now release you from your promise so you may go back and live peacefully the rest of your days.  What we did here together will forever be understood, by those willing to give freely and totally of themselves.”

With that the light was gone, and Jack’s body was filled with a new warmth of understanding and love.  It was if someone or something had climbed inside him, someone who needed to reassure him one last time that he would never, ever, be alone again.

On the very next day a message appeared heavily inscribed on the rock.  It read — "He who sacrifices himself in my name shall never die, and my name is love"

Kurt Philip Behm
April, 2012
El Mascarón. ¡Mirad el mascarón!
¡Cómo viene del África a New York!

Se fueron los árboles de la pimienta,
los pequeños botones de fósforo.
Se fueron los camellos de carne desgarrada
y los valles de luz que el cisne levantaba con el pico.

Era el momento de las cosas secas,
de la espiga en el ojo y el gato laminado,
del óxido de hierro de los grandes puentes
y el definitivo silencio del corcho.

Era la gran reunión de los animales muertos,
traspasados por las espadas de la luz;
la alegría eterna del hipopótamo con las pezuñas de ceniza
y de la gacela con una siempreviva en la garganta.

En la marchita soledad sin honda
el abollado mascarón danzaba.
Medio lado del mundo era de arena,
mercurio y sol dormido el otro medio.

El mascarón. ¡Mirad el mascarón!
¡Arena, caimán y miedo sobre Nueva York!

Desfiladeros de cal aprisionaban un cielo vacío
donde sonaban las voces de los que mueren bajo el guano.
Un cielo mondado y puro, idéntico a sí mismo,
con el bozo y lirio agudo de sus montañas invisibles,

acabó con los más leves tallitos del canto
y se fue al diluvio empaquetado de la savia,
a través del descanso de los últimos desfiles,
levantando con el rabo pedazos de espejo.

Cuando el chino lloraba en el tejado
sin encontrar el desnudo de su mujer
y el director del banco observaba el manómetro
que mide el cruel silencio de la moneda,
el mascarón llegaba al Wall Street.

No es extraño para la danza
este columbario que pone los ojos amarillos.
De la esfinge a la caja de caudales hay un hilo tenso
que atraviesa el corazón de todos los niños pobres.
El ímpetu primitivo baila con el ímpetu mecánico,
ignorantes en su frenesí de la luz original.
Porque si la rueda olvida su fórmula,
ya puede cantar desnuda con las manadas de caballos;
y si una llama quema los helados proyectos,
el cielo tendrá que huir ante el tumulto de las ventanas.
No es extraño este sitio para la danza, yo lo digo.
El mascarón bailará entre columnas de sangre y de números,
entre huracanes de oro y gemidos de obreros parados
que aullarán, noche oscura, por tu tiempo sin luces,
¡oh salvaje Norteamérica! ¡oh impúdica! ¡oh salvaje,
tendida en la frontera de la nieve!

El mascarón. ¡Mirad el mascarón!
¡Qué ola de fango y luciérnaga sobre Nueva York!

Yo estaba en la terraza luchando con la luna.
Enjambres de ventanas acribillaban un muslo de la noche.
En mis ojos bebían las dulces vacas de los cielos.
Y las brisas de largos remos
golpeaban los cenicientos cristales de Broadway.

La gota de sangre buscaba la luz de la yema del astro
para fingir una muerta semilla de manzana.
El aire de la llanura, empujado por los pastores,
temblaba con un miedo de molusco sin concha.

Pero no son los muertos los que bailan,
estoy seguro.
Los muertos están embebidos, devorando sus propias manos.
Son los otros los que bailan con el mascarón y su vihuela;
son los otros, los borrachos de plata, los hombres fríos,
los que crecen en el cruce de los muslos y llamas duras,
los que buscan la lombriz en el paisaje de las escaleras,
los que beben en el banco lágrimas de niña muerta
o los que comen por las esquinas diminutas pirámides del alba.

¡Que no baile el Papa!
¡No, que no baile el Papa!
Ni el Rey,
ni el millonario de dientes azules,
ni las bailarinas secas de las catedrales,
ni construcciones, ni esmeraldas, ni locos, ni sodomitas.
Sólo este mascarón,
este mascarón de vieja escarlatina,
¡sólo este mascarón!

Que ya las cobras silbarán por los últimos pisos,
que ya las ortigas estremecerán patios y terrazas,
que ya la Bolsa será una pirámide de musgo,
que ya vendrán lianas después de los fusiles
y muy pronto, muy pronto, muy pronto.
¡Ay, Wall Street!

El mascarón. ¡Mirad el mascarón!
¡Cómo escupe veneno de bosque
por la angustia imperfecta de Nueva York!
Victor Marques Aug 2013
Acordei e não havia luar

Acordei com o sorriso da manhã,
Viajei nas recordações sem perceber,
Dormi na noite fria e vã,
Vivo na inconstância do prazer…

Acordei com o pensamento maltratado,
Viajei no tempo passado,
Dormi com o nosso Deus crucificado,
Rosnar de gato cansado.

Acordei com as vides cheias de geada,
Vi uma sereia humanizada,
Dormi na profundeza do mar,
Acordei e não havia luar.

Victor Marques
Borges Nov 2014
Suele ser que la realidad no terminara y que nos volveremos algo mas, un instante una negacion, o otra.

Preguntas a la hora de ver el gato:

Los ojos de un paraiso
Los ojos de una belleza
Los brazos de un tigre
Los ojos del lion sin dias

diosas y esmeralidad,
A medida que nos aproximamos
las piedras se van dando mejor.

Desnudo, anacorético,
las ventanas idénticas entre sí,
como la vida de sus monjes,
el Escorial levanta sus muros de granito
por los que no treparán nunca los mandingas,
pues ni aún dentro de novecientos años.
hallarán una arruga donde hincar
sus pezuñas de azufre y pedernal.

Paradas en lo alto de las chimeneas,
las cigüeñas meditan la responsabilidad
de ser la única ornamentación del monasterio,
mientras el viento que reza en las rendijas
ahuyenta las tentaciones que amenazan
entrar por el tejado.

Cencerro de las piedras que pastan
en los alrededores,
las campanas de la iglesia
espantan a los ángeles
que viven en su torre
y suelen tomarlos de improviso,
haciéndoles perder alguna pluma
sobre el adoquinado de los patios.

¡Corredores donde el silencio tonifica
la robustez de las columnas!
¡Salas donde la austeridad es tan grande,
que basta una sonrisa de mujer
para que nos asedien los pecados de Bosch
y sólo se desbanden en retirada
al advertir que nuestro guía
es nuestro propio arcángel,
que se ha disfrazado de guardián!

Los visitantes,
la cabeza hundida entre los hombros
(así la Muerte no los podrá agarrar
como se agarra a un gato),
descienden a las tumbas y al pudridero,
y al salir,
perciben el esqueleto de la gente
con la misma facilidad
con que antes les distinguían la nariz.

Cuando una luna fantasmal
nieva su luz en las techumbres,
los ruidos de las inmediaciones
adquieren psicologías criminales,
y el silencio
alcanza tal intensidad,
que se camina
como si se entrara en un concierto,
y se contienen las ganas de toser
por temor a que el eco repita nuestra tos
hasta convencernos de que estamos tuberculosos.

¡Horas en que los perros se enloquecen de soledad
y en las que el miedo
hace girar las cabezas de las lechuzas y de los hombres,
quienes, al enfrentarnos,
se persignan bajo el embozo
por si nosotros fuéramos Satán!
Borges Jun 2014
Que era la noche del porvenir girando en pies de terriccola aventurado y un pez naufrago en un universo perdido en los ojos de una mujer, despues de todo la noche se esconde en la boca y el ayer es del entonces y un ciego se rie de chistes de un gato son balance, que era la chistosada de meditar drogado de ***** y los gatos siguen en movimiento y Cortazar ya que es Bolaño y su vientre se come ha estraños? lluvia envez de pelo de color azul marino, Wenennefer y musico llamado Jimmi, sus ojos duelen ver, eran de un time future.

Y la dolienta sangre de sus manos dolian al escribir fortunas.
Sabios Borges
Charles Sturies May 2017
Marvin, have you heard
Gato Barbieri's Latin Lady?
The other Marvin I like to think
was a friend of mine, even.
Gato Barbieri's Latin Lady reminds me
of the futile melancholy of Dylan's Sad-Eyed Lady of the Lowlands.
The first thing I can think of to
satisfy my thirst for the Latin woman
is to get Asterid Gilbert's Greatest Hits
J. Lo on Shades of Blue - Sunday Night
yes intrigues me in spite of negative
publicity her love life seems to get her
as if she's suddenly plastic
Zero Vibes Little Latin Lupe Lupe get on
star quality and quantity of
recorded music but oh those Latin women -
to be continued maybe in my memoirs no less -
in I might have a son Charles Cobert, Jr
I fathered by a priceless to me
Puerto Rican women in a Times Square
brothel although I might never know for sure.
Little Latin Lupe Lupe
I bet the unisex was founded down there.
1- a song by Gato Barbieri, the jazz artist
2- a sportswriter friend of mine
3- Marvin Gaye
4- a popular song of the middle/late sixties
5- in Mexico, that's where

Charles Sturies
Borges Jun 2021
Mejores actores: digamos 20 años
Asexuales
Bisexuales
Neosexuales
Bipolares
Antipolar
Polar
Indiscreto
Discreto
Masturbador
Elocuente
Tiene Pegue
No tiene Pegue
Tiene Gato
Tiene perro
Oye Música
Odia la Música
No tiene Amigos
Tiene un chingo...
Habla Español
Odia Francés
Come Sushi
Come oatmeal
Cama grande
Cama chiquita
Vive en Mexico
Vive en Japon
Sabe mover sus pies
Sabe mover sus manos
Escribe de...
Nunca Escribe
Odia el Baño
Siempre en el Baño
Odia Ropa
Ama la ropa de otras personas
Nunca nacio
Sigue Naciendo
Toma agua sin parar
Toma Vino
Hace el amor a la cerveza
Lee Poesía LatinoAmericana
Lee Poesía Francesa
Lee Poesía Inglesa
Tiene diez carros todos feos
Tiene motto
Odia la pizza en restaurantes
Odia La música en domingos
No tiene Anteojos
Usa Wipes
Toca la electrónica
Toca la acústica
Lee libros de adultos
Lee manga
Le encanta el arte gótica
Le encanta el arte expressionista
Toma Tazo
Toma Harmless
Tiene ojos Azules
No tiene ojos blancos
Tiene ojos verdosos
Sueña con Ojos
No tiene tele
Tiene diez teles
Ama los muebles
Odia los restaurantes
Compra libró todos los días
Ama la poesía
Corre de gente extraña
Uye de librerías mal iluminadas
Toma ginger ale
Toma Sake como campion
Toma vino como idiota
Tiene muchos sombreros
No tiene uno
Nunca a tomado té blanco
Nunca a oído a Bjork
Odia a Bach
Uye desnudo de Otros compositores
Ama el aguacate
No sabe hacer guacamol
Lo a picado un insecto
Odia las abejas
No sabe quien es Kidman
Respeta a Tarkosvky o no lo entiende
A ido a Panajachel
Nunca a fumado motta
Colecciona motta
Se enamora todos los días
Nunca anda enamorado
Fue Pobre en sus años
Sigue Pobre
Juega video juegos
Nunca a comprado uno
Odia películas en otros idiomas
La ama a todas de su propia principia
El piensa en tercer persona
Nunca a ido a un play en la cuidad
Simpre lee
Ama fiestas
Sólo en peliculas
Ni en peliculas
Ni pal Tigre
Actores, hollywood, prophet, líricas, momentos,
NO NAME Jun 2017
soy  un perro
oliéndote
cada aroma de tus poros se inyectan en mi pecho
como  el necesario oxígeno para vivir
soy un gato
arañándote
cada centímetro de tu espalda
clavando mis uñas con el ardiente deseo que me quema

soy tan sólo yo
extranándote
recordando ser un perro y un gato contigo
y mis manos jugando a ser tu-.
Esta casa no es la que era.
En esta casa había antes
lagartijas, jarras, erizos,
pintores, nubes, madreselvas,
olas plegadas, amapolas,
humo de hogueras...

Esta casa
no es la que era. Fue una caja
de guitarra. Nunca se habló
de fibromas, de porvenires,
de pasados, de lejanías.
Nunca pulsó nadie el bordón
del grave acento: «nos queremos,
te quiero, me quieres, nos quieren...»

No podíamos ser solemnes,
pues qué hubieran pensado entonces
el gato, con su traje verde,
el galápago, el ratón blanco,
el girasol acromegálico...

Esta casa no es la que era.
Ha empezado a andar, paso a paso.
Va abandonándonos sin prisa.
Si hubiera ardido en pompa, todos,
correríamos a salvarnos.

Pero así, nos da tiempo a todo:
a recoger cosas que ahora
advertimos que no existían;
a decirnos adiós, corteses;
a recorrer, indiferentes,
las paredes que tosen, donde
proyectó su sombra la adelfa,
sombra y ceniza de los días.

Esta casa estuvo primero
varada en una playa. Luego,
puso proa a azules más hondos.
Cantaba la tripulación.
Nada podían contra ella
las horas y los vendavales.
Pero ahora se disuelve, como
un terrón de azúcar en agua.

Qué pensará el gato feudal
al saber que no tiene alma;
y los ajos, qué pensarán
el domingo los ajos, qué
pensarán el barril de orujo,
el tomillo, el cantueso, cuando
se miren al espejo y vean
su cara cubierta de arrugas.

Qué pensarán cuando se sepan
olvidados de quienes fueron
la prueba de su juventud,
el signo de su eternidad,
el pararrayos de la muerte.

Esta casa no es la que era.
Compasivamente, en la noche,
sigue acunándonos.
Ahora andará por otras tierras,
llevando lejos luces y esperanzas,
aventando bandadas de pájaros remotos,
y rumores, y voces, y campanas,
-ruidoso perro que menea la cola
y ladra ante las puertas entornadas.

(Entretanto, la noche, como un gato
sigiloso, entró por la ventana,
vio unos restos de luz pálida y fría, y
se bebió la última taza).

Sí;
      definitivamente el día se ha ido.
Mucho no se llevó (no trajo nada);
sólo un poco de tiempo entre los dientes,
un menguado rebaño de luces fatigadas.
Tampoco lo lloréis.  Puntual e inquieto,
sin duda alguna, volverá mañana.
Ahuyentará a ese gato *****.
Ladrará hasta sacarme de la cama.

Pero no será igual. Será otro día.

Será otro perro de la misma raza.
Rui Serra Mar 2014
Era noite.
Na escuridão, cintilavam pequenas estrelas.
Abriam-se e fechavam-se os olhos castanhos
daquele rosto alegre.
Ouviu-se, no meio daquela noite quente, o miar de
um gato perdido! no momento, caíra em cima da
minha cama uma violeta, tal qual os olhos, aqueles
olhos sensuais que me prendiam!
Fui convidado a amar...
Perdi o senso do lugar,
o senso do momento e perdi-me na noite...
E amei!...
Amei aqueles lindos olhos pestanudos, aquela boca
de lábios quentes, aquele corpo suave, excitante e
carente!
E pensava em não acordar; não queria perder
aquela paixão, nem imaginar que estava a sonhar.
Aquilo não era um sonho, nem tão pouco fantasia!
Finalmente descobri e gritei de alegria!
É a pura realidade.
Voltando-me para o outro lado, agarrei na almofada
e adormeci,
a pensar
em
ti.
mikumiku May 2018
A dog, a cat, and tiny fluffy mouse
Are learning Spanish in their English house
Since they are going to the Southern Spain
They need to train their little stupid brain
The dog says: “My name is el perro grande
I love the singer Ariana Grande
But I hate cats and cats I eat them all
May they be big, may they be very small”
The cat says: “My name is el gato *****
I’m learning Spanish, it makes me alegro
But I hate mice and mice I eat them all
May they be big, may they be very small”
The fluffy mouse says: “I am el ratón
I love some queso and I love jamón
But most of all I love them cats and dogs
In Turkish kebabs and in big hotdogs”
Fue la pasada primavera,
hace ahora casi un año,
En un salón del viejo Temple, en Londres,
Con viejos muebles. Las ventanas daban,
Tras edificios viejos, a lo lejos,
Entre la hierba el gris relámpago del río.
Todo era gris y estaba fatigado
Igual que el iris de una perla enferma.

Eran señores viejos, viejas damas,
En los sombreros plumas polvorientas;
Un susurro de voces allá por los rincones,
Junto a mesas con tulipanes amarillos,
Retratos de familia y teteras vacías.
La sombra que caía
Con un olor a gato,
Despertaba ruidos en cocinas.

Un hombre silencioso estaba
Cerca de mí. Veía
La sombra de su largo perfil algunas veces
Asomarse abstraído al borde de la taza,
Con la misma fatiga
Del muerto que volviera
Desde la tumba a una fiesta mundana.

En los labios de alguno,
Allá por los rincones
Donde los viejos juntos susurraban,
Densa como una lágrima cayendo,
Brotó de pronto una palabra: España.
Un cansancio sin nombre
Rodaba en mi cabeza.
Encendieron las luces. Nos marchamos.

Tras largas escaleras casi a oscuras
Me hallé luego en la calle,
Y mi lado, al volverme,
Vi otra vez a aquel hombre silencioso,
Que habló indistinto algo
Con acento extranjero,
Un acento de niño en voz envejecida.

Andando me seguía
Como si fuera solo bajo un peso invisible,
Arrastrando la losa de su tumba;
Mas luego se detuvo.
«¿España?», dijo. «Un nombre.
España ha muerto.» Había
Una súbita esquina en la calleja.
Le vi borrarse entre la sombra húmeda.
AnnaMarie Jenema Oct 2016
Sumimasen, chotto.
Donde esta la bibliotecia?
Yo tengo un gato in los pantalones.
How can I even speak english?
The simple answer,
I can't.
My words fall short,
I loose my train of thought.
My grammer tries to autocorrect itself in the worsest of ways.
I'm often teased that I have my own language,
and yet my writing comes across well.
I can speak a mix of languages,
but barely.
I speak Annanese,
I can't speak at all.
I just get nervous and my sentence structure falls to ruin.
I'm too shy for my own good.
And yet I can become too bubbly and worry that I speak too much.
It's always too much,
or not enough.
Never balanced.
Why can't I just speak my mind?
A unos les gusta el alpinismo. A otros les entretiene el dominó. A mí me encanta la transmigración.

Mientras aquéllos se pasan la vida colgados de una soga o pegando puñetazos sobre una mesa, yo me lo paso transmigrando de un cuerpo a otro, yo no me canso nunca de transmigrar.

Desde el amanecer, me instalo en algún eucalipto a respirar la brisa de la mañana. Duermo una siesta mineral, dentro de la primera piedra que hallo en mi camino, y antes de anochecer ya estoy pensando la noche y las chimeneas con un espíritu de gato.

¡Qué delicia la de metamorfosearse en abejorro, la de sorber el polen de las rosas! ¡Qué voluptuosidad la de ser tierra, la de sentirse penetrado de tubérculos, de raíces, de una vida latente que nos fecunda... y nos hace cosquillas!

Para apreciar el jamón ¿no es indispensable ser chancho? Quien no logre transformarse en caballo ¿podrá saborear el gusto de los valles y darse cuenta de lo que significa "tirar el carro"?...

Poseer una virgen es muy distinto a experimentar las sensaciones de la virgen mientras la estamos poseyendo, y una cosa es mirar el mar desde la playa, otra contemplarlo con unos ojos de cangrejo.

Por eso a mí me gusta meterme en las vidas ajenas, vivir todas sus secreciones, todas sus esperanzas, sus buenos y sus malos humores.

Por eso a mí me gusta rumiar la pampa y el crepúsculo personificado en una vaca, sentir la gravitación y los ramajes con un cerebro de nuez o de castaña, arrodillarme en pleno campo, para cantarle con una voz de sapo a las estrellas.

¡Ah, el encanto de haber sido camello, zanahoria, manzana, y la satisfacción de comprender, a fondo, la pereza de los remansos.... y de los camaleones!...

¡Pensar que durante toda su existencia, la mayoría de los hombres no han sido ni siquiera mujer!... ¿Cómo es posible que no se aburran de sus apetitos, de sus espasmos y que no necesiten experimentar, de vez en cuando, los de las cucarachas... los de las madreselvas?

Aunque me he puesto, muchas veces, un cerebro de imbécil, jamás he comprendido que se pueda vivir, eternamente, con un mismo esqueleto y un mismo ****.

Cuando la vida es demasiado humana -¡únicamente humana!- el mecanismo de pensar ¿no resulta una enfermedad más larga y más aburrida que cualquier otra?

Yo, al menos, tengo la certidumbre que no hubiera podido soportarla sin esa aptitud de evasión, que me permite trasladarme adonde yo no estoy: ser hormiga, jirafa, poner un huevo, y lo que es más importante aún, encontrarme conmigo mismo en el momento en que me había olvidado, casi completamente, de mi propia existencia.
Borges Nov 2014
Gato de mitologia absoluta, y echo de papeles en el aire, dame sentido.

Tuviera que eras, que tenes, de donde y vas.
Me recostei na janela
A rua vazia, vazia
Olhos ressabiados
Contos de lorotas entre carolas

Um diz que diz
O que o gato comeu
Que a pia entupiu
E o filho que sumiu

Ai! Já não aguento mais!
A mãe que queimou o feijão
A filha que dormiu no furgão
A empregada que se queimou no fogão

Meu Deus do céu!
Que fazem as mentes vazias?
Que tanto este diz que diz?
Tudo isto faz alguém feliz?

Se fossem verdades...
Não são e nunca serão...
Uns pelas costas dos outros
Difamando e espalhando intrigas de todos
Sé que hay una persona
que me busca en su mano, día y noche,
encontrándome, a cada minuto, en su calzado.
¿Ignora que la noche está enterrada
con espuelas detrás de la cocina?
Sé que hay una persona compuesta de mis partes,
a la que integro cuando va mi talle
cabalgando en su exacta piedrecilla.
¿Ignora que a su cofre
no volverá moneda que salió con su retrato?
Sé el día,
pero el sol se me ha escapado;
sé el acto universal que hizo en su cama
con ajeno valor y esa agua tibia, cuya
superficial frecuencia es una mina.
¿Tan pequeña es, acaso, esa persona,
que hasta sus propios pies así la pisan?
Un gato es el lindero entre ella y yo,
al lado mismo de su tasa de agua.
La veo en las esquinas, se abre y cierra
su veste, antes palmera interrogante...
¿Qué podrá hacer sino cambiar de llanto?
Pero me busca y busca. ¡Es una historia!
Hermano:
hay cuatro o cinco nombres obscuros
que sangran la poesía.
El exterminio asiste a los amantes.
Hay quien sin darse cuenta camina en el suicidio
como si visitara la muerte de un extraño.
El hombre dice polvo y soledad y angustia.
La esperanza, asustada, se refugia en los niños
y en los tontos
y en nosotros, los que todavía, por la gracia del verbo, somos desgraciados.
La tierra ignora, el hombre trata
de conocer, levanta la cabeza en que los ojos brillan.
Hermano: estoy enfermo, estamos
bebiendo diariamente vida y muerte mezcladas,
en nuestro pan hay piedras,
tenemos sucio el llanto,
acudimos a nuestro corazón como a una casa limpia,
pero tenemos que dormir sobre montones de basura
y cuando llega el día no podemos tomar leche al pie de la vaca
sino brebajes de perdición en manos de brujas.
Amanecer no es hoy darse cuenta del día.
La sangre a veces se congela en los ojos
que quieren ver el mundo.
Tu mano de amor se hará de piedra
si tratas de secar el llanto a tu vecino.
No hables, no escuches nada, no socorras,
no llames en tu auxilio,
que cada quien se ahogue bajo sus propios gritos,
en sus gestos de espanto para la mímica universal.
Hermano: tu desaliento no tiene sentido,
óyeme hablar de la primavera.
Yo siento a veces que los pulmones se me quiebran,
que la carne toda se me quiebra
igual que un vidrio golpeado por un martillo;
siento que alguien les aprieta el pescuezo a los pájaros dentro de las jaulas,
que alguien mete un perro y un gato en un costal,
que les dan con un mazo en la nuca a los corderos,
que degüellan niñas, juntándoles la cabeza a la espalda,
pero óyeme hablar de la primavera.
La miel se cosecha todavía en las bodegas
y en los libros. La ternura existe.
Vamos a morirnos cada quien en su sitio
calladamente. No hay que darle importancia.
MicMag Jan 2019
el gato perezoso
descansa allí
tomando las cervezas
que yo no bebí

abajo se ve
un rio furioso
voy a bañarme
Seguidilla form (from Spain, así que decidí escribirlo en español)
https://en.wikipedia.org/wiki/Seguidilla_(poetry)

Inspired by my wandering thoughts at a riverside bar/restaurant named The Lazy Cat
Carolina May 2021
Pienso en vos cuando muero de frío,
pienso en vos cuando me puede el hastío
de un amor sin sentido,
de un amor sin latidos.
Y es que preferiría estar en tus brazos
que en la miseria de este eterno ocaso.
Y es que me conmueven tus caricias y tu calor,
cuando acá sólo parece haber dolor.
Lágrimas sin secar
y noches en vela,
cómo si mí amor por él
fuese una maldita condena.
Por eso me escapo a tu recuerdo,
con tu voz en mí mente, finalmente, me duermo.
Y es que el cuerpo a mí lado ya duerme hace rato,
y es que en su curiosidad perdió la última vida el gato.
Y todavía sigo acá con una compañía ausente.
Y todavía sigo acá, siempre al pendiente.
Otra noche más pensándote.
Otra noche más diciéndo que me iré.

— The End —