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Bryce Jun 2018
Gliding deftly along the city street
rolling quick and constantly
onward to some unknown scene,
some backward park in the nighttime
smoke curling from these
parted lips, moist and inviting
calling me somewhere I've never seen.

New day, new night
new feelings, rage in delight
fill me with your hilarious entropy,
knock my quarks into the next century,
will you please?

Now you're smoking the pipe and all at once you are free
between you and me, this smoke is thicker and sticks
like glue,
wispy and dreamy and the world spins and calls Toltec
telephone company can't pay me for all those calls collected
and rendered obsolete
Sun god dead as that silly calendar meme

Amaterasu,
and Imma tell you
these ladies in the picnic table
buried alive for boxed lunch and god's brunch
Jesus ******* Christ
and a indelible roster of good guys,
to which we all must strive to live and die
behind,
never moving forward
chasing our tails like a sick dog
under the jasmine runner between the decades-old tanbark
imported from overseas
dead trees
dead canine
and oh isn't it just divine?

You see it, pretty lady.
I can see it hiding behind your eyes
the things you don't tell the others because you're afraid
if they found out,
you'd be crucified.

Well honey I hate to inform,
With KGB efficiency that these love-a-dumbs
aint Methuselah,
they'll be dead!
long before your flood of tears tears me from the land
ballistas me across the great expanse to some strange Ararat
of the eastern seaboard,
or maybe wash me deep along the 80
into the desert sands and tiles
on a leaky cell phone screen
desperately trying to dial home on low battery,
realizing all this was one big deferred dream,
baking in the sun and shriveling
oh well, back to the grindstone-- all those lies plucked your nose,
gotta cut it back to size,
'else your soul it'll outgrow

Don't worry honey bee
It hasn't happened to me,
and We know with calcuable mathematical truth
that it'll never happen to you.
Yo, Beremundo el Lelo, surqué todas las rutas
y probé todos los mesteres.
Singlando a la deriva, no en orden cronológico ni lógico -en sin orden-
narraré mis periplos, diré de los empleos con que
nutrí mis ocios,
distraje mi hacer nada y enriquecí mi hastío...;
-hay de ellos otros que me callo-:
Catedrático fui de teosofía y eutrapelia, gimnopedia y teogonía y pansofística en Plafagonia;
barequero en el Porce y el Tigüí, huaquero en el Quindío,
amansador mansueto -no en desuetud aún- de muletos cerriles y de onagros, no sé dónde;
palaciego proto-Maestre de Ceremonias de Wilfredo el Velloso,
de Cunegunda ídem de ídem e ibídem -en femenino- e ídem de ídem de Epila Calunga
y de Efestión -alejandrino- el Glabro;
desfacedor de entuertos, tuertos y malfetrías, y de ellos y ellas facedor;
domeñador de endriagos, unicornios, minotauros, quimeras y licornas y dragones... y de la Gran Bestia.

Fui, de Sind-bad, marinero; pastor de cabras en Sicilia
si de cabriolas en Silesia, de cerdas en Cerdeña y -claro- de corzas en Córcega;
halconero mayor, primer alcotanero de Enguerrando Segundo -el de la Tour-Miracle-;
castrador de colmenas, y no de Casanovas, en el Véneto, ni de Abelardos por el Sequana;
pajecillo de altivas Damas y ariscas Damas y fogosas, en sus castillos
y de pecheras -¡y cuánto!- en sus posadas y mesones
-yo me era Gerineldos de todellas y trovador trovadorante y adorante; como fui tañedor
de chirimía por fiestas candelarias, carbonero con Gustavo Wasa en Dalecarlia, bucinator del Barca Aníbal
y de Scipión el Africano y Masinisa, piloto de Erik el Rojo hasta Vinlandia, y corneta
de un escuadrón de coraceros de Westmannlandia que cargó al lado del Rey de Hielo
-con él pasé a difunto- y en la primera de Lutzen.

Fui preceptor de Diógenes, llamado malamente el Cínico:
huésped de su tonel, además, y portador de su linterna;
condiscípulo y émulo de Baco Dionisos Enófilo, llamado buenamente el Báquico
-y el Dionisíaco, de juro-.

Fui discípulo de Gautama, no tan aprovechado: resulté mal budista, si asaz contemplativo.
Hice de peluquero esquilador siempre al servicio de la gentil Dalilah,
(veces para Sansón, que iba ya para calvo, y -otras- depilador de sus de ella óptimas partes)
y de maestro de danzar y de besar de Salomé: no era el plato de argento,
mas sí de litargirio sus caderas y muslos y de azogue también su vientre auri-rizado;
de Judith de Betulia fui confidente y ni infidente, y -con derecho a sucesión- teniente y no lugarteniente
de Holofernes no Enófobo (ni enófobos Judith ni yo, si con mesura, cautos).
Fui entrenador (no estrenador) de Aspasia y Mesalina y de Popea y de María de Mágdalo
e Inés Sorel, y marmitón y pinche de cocina de Gargantúa
-Pantagruel era huésped no nada nominal: ya suficientemente pantagruélico-.
Fui fabricante de batutas, quebrador de hemistiquios, requebrador de Eustaquias, y tratante en viragos
y en sáficas -algunas de ellas adónicas- y en pínnicas -una de ellas super-fémina-:
la dejé para mí, si luego ancló en casorio.
A la rayuela jugué con Fulvia; antes, con Palamedes, axedrez, y, en época vecina, con Philidor, a los escaques;
y, a las damas, con Damas de alto y bajo coturno
-manera de decir: que para el juego en litis las Damas suelen ir descalzas
y se eliden las calzas y sustentadores -no funcionales- en las Damas y las calzas en los varones.

Tañí el rabel o la viola de amor -casa de Bach, búrguesa- en la primicia
de La Cantata del Café (pre-estreno, en familia protestante, privado).
Le piqué caña jorobeta al caballo de Atila
-que era un morcillo de prócer alzada: me refiero al corcel-;
cambié ideas, a la par, con Incitato, Cónsul de Calígula, y con Babieca,
-que andaba en Babia-, dándole prima
fui zapatero de viejo de Berta la del gran pie (buen pie, mejor coyuntura),
de la Reina Patoja ortopedista; y hortelano y miniaturista de Pepino el Breve,
y copero mayor faraónico de Pepe Botellas, interino,
y porta-capas del Pepe Bellotas de la esposa de Putifar.

Viajé con Julio Verne y Odiseo, Magallanes y Pigafetta, Salgan, Leo e Ibn-Batuta,
con Melville y Stevenson, Fernando González y Conrad y Sir John de Mandeville y Marco Polo,
y sólo, sin De Maistre, alredor de mi biblioteca, de mi oploteca, mi mecanoteca y mi pinacoteca.
Viajé también en tomo de mí mismo: asno a la vez que noria.

Fui degollado en la de San Bartolomé (post facto): secundaba a La Môle:
Margarita de Valois no era total, íntegramente pelirroja
-y no porque de noche todos los gatos son pardos...: la leoparda,
las tres veces internas, íntimas, peli-endrina,
Margarita, Margotón, Margot, la casqui-fulva...-

No estuve en la nea nao -arcaica- de Noé, por manera
-por ventura, otrosí- que no fui la paloma ni la medusa de esa almadía: mas sí tuve a mi encargo
la selección de los racimos de sus viñedos, al pie del Ararat, al post-Diluvio,
yo, Beremundo el Lelo.

Fui topógrafo ad-hoc entre El Cangrejo y Purcoy Niverengo,
(y ad-ínterim, administré la zona bolombólica:
mucho de anís, mucho de Rosas del Cauca, versos de vez en cuando),
y fui remero -el segundo a babor- de la canoa, de la piragua
La Margarita (criolla), que navegó fluvial entre Comiá, La Herradura, El Morito,
con cargamentos de contrabando: blancas y endrinas de Guaca, Titiribí y Amagá, y destilados
de Concordia y Betulia y de Urrao...
¡Urrao! ¡Urrao! (hasta hace poco lo diríamos con harta mayor razón y con aquese y este júbilos).
Tras de remero de bajel -y piloto- pasé a condueño, co-editor, co-autor
(no Coadjutor... ¡ni de Retz!) en asocio de Matías Aldecoa, vascuence, (y de un tal Gaspar von der Nacht)
de un Libraco o Librículo de pseudo-poemas de otro quídam;
exploré la región de Zuyaxiwevo con Sergio Stepánovich Stepansky,
lobo de donde se infiere, y, en más, ario.

Fui consejero áulico de Bogislao, en la corte margravina de Xa-Netupiromba
y en la de Aglaya crisostómica, óptima circezuela, traidorcilla;
tañedor de laúd, otra vez, y de viola de gamba y de recorder,
de sacabuche, otrosí (de dulzaina - otronó) y en casaciones y serenatas y albadas muy especializado.
No es cierto que yo fuera -es impostura-
revendedor de bulas (y de mulas) y tragador defuego y engullidor de sables y bufón en las ferias
pero sí platiqué (también) con el asno de Buridán y Buridán,
y con la mula de Balaám y Balaám, con Rocinante y Clavileño y con el Rucio
-y el Manco y Sancho y don Quijote-
y trafiqué en ultramarinos: ¡qué calamares -en su tinta-!,
¡qué Anisados de Guarne!, ¡qué Rones de Jamaica!, ¡qué Vodkas de Kazán!, ¡qué Tequilas de México!,
¡qué Néctares de Heliconia! ¡Morcillas de Itagüí! ¡Torreznos de Envigado! ¡Chorizos de los Ballkanes! ¡Qué Butifarras cataláunicas!
Estuve en Narva y en Pultawa y en las Queseras del Medio, en Chorros Blancos
y en El Santuario de Córdova, y casi en la de San Quintín
(como pugnaban en el mismo bando no combatí junto a Egmont por no estar cerca al de Alba;
a Cayetana sí le anduve cerca tiempo después: preguntádselo a Goya);
no llegué a tiempo a Waterloo: me distraje en la ruta
con Ida de Saint-Elme, Elselina Vanayl de Yongh, viuda del Grande Ejército (desde antaño... más tarde)
y por entonces y desde años antes bravo Edecán de Ney-:
Ayudante de Campo... de plumas, gongorino.
No estuve en Capua, pero ya me supongo sus mentadas delicias.

Fabriqué clavicémbalos y espinetas, restauré virginales, reparé Stradivarius
falsos y Guarnerius apócrifos y Amatis quasi Amatis.
Cincelé empuñaduras de dagas y verduguillos, en el obrador de Benvenuto,
y escriños y joyeles y guardapelos ad-usum de Cardenales y de las Cardenalesas.
Vendí Biblias en el Sinú, con De la Rosa, Borelly y el ex-pastor Antolín.
Fui catador de tequila (debuté en Tapachula y ad-látere de Ciro el Ofiuco)
y en México y Amecameca, y de mezcal en Teotihuacán y Cuernavaca,
de Pisco-sauer en Lima de los Reyes,
y de otros piscolabis y filtros muy antes y después y por Aná del Aburrá, y doquiérase
con El Tarasco y una legión de Bacos Dionisos, pares entre Pares.
Vagué y vagué si divagué por las mesillas del café nocharniego, Mil Noches y otra Noche
con el Mago de lápiz buido y de la voz asordinada.
Antes, muy antes, bebí con él, con Emmanuel y don Efe y Carrasca, con Tisaza y Xovica y Mexía y los otros Panidas.
Después..., ahora..., mejor no meneallo y sí escanciallo y persistir en ello...

Dicté un curso de Cabalística y otro de Pan-Hermética
y un tercero de Heráldica,
fuera de los cursillos de verano de las literaturas bereberes -comparadas-.
Fui catalogador protonotario en jefe de la Magna Biblioteca de Ebenezer el Sefardita,
y -en segundo- de la Mínima Discoteca del quídam en referencia de suso:
no tenía aún las Diabelli si era ya dueño de las Goldberg;
no poseía completa la Inconclusa ni inconclusa la Décima (aquestas Sinfonías, Variaciones aquesas:
y casi que todello -en altísimo rango- tan Variaciones Alredor de Nada).

Corregí pruebas (y dislates) de tres docenas de sota-poetas
-o similares- (de los que hinchen gacetilleros a toma y daca).
Fui probador de calzas -¿prietas?: ceñidas, sí, en todo caso- de Diana de Meridor
y de justillos, que así veníanle, de estar atán bien provista
y atán rebién dotada -como sabíalo también y así de bien Bussy d'Amboise-.
Temperé virginales -ya restaurados-, y clavecines, si no como Isabel, y aunque no tan baqueano
como ése de Eisenach, arroyo-Océano.
Soplé el ***** bufón, con tal cual incongruencia, sin ni tal cual donaire.
No aporreé el bombo, empero, ni entrechoqué los címbalos.

Les saqué puntas y les puse ribetes y garambainas a los vocablos,
cuando diérame por la Semasiología, cierta vez, en la Sorbona de Abdera,
sita por Babia, al pie de los de Úbeda, que serán cerros si no valen por Monserrates,
sin cencerros. Perseveré harto poco en la Semántica -por esa vez-,
si, luego retorné a la andadas, pero a la diabla, en broma:
semanto-semasiólogo tarambana pillín pirueteante.
Quien pugnó en Dénnevitz con Ney, el peli-fulvo
no fui yo: lo fue mi bisabuelo el Capitán...;
y fue mi tatarabuelo quien apresó a Gustavo Cuarto:
pero sí estuve yo en la Retirada de los Diez Mil
-era yo el Siete Mil Setecientos y Setenta y Siete,
precisamente-: releed, si dudaislo, el Anábasis.
Fui celador intocable de la Casa de Tócame-Roque, -si ignoré cuyo el Roque sería-,
y de la Casa del Gato-que-pelotea; le busqué tres pies al gato
con botas, que ya tenía siete vidas y logré dar con siete autores en busca de un personaje
-como quien dice Los Siete contra Tebas: ¡pobre Tebas!-, y ya es jugar bastante con el siete.
No pude dar con la cuadratura del círculo, que -por lo demás- para nada hace falta,
mas topé y en el Cuarto de San Alejo, con la palanca de Arquimedes y con la espada de Damocles,
ambas a dos, y a cual más, tomadas del orín y con más moho
que las ideas de yo si sé quién mas no lo digo:
púsome en aprietos tal doble hallazgo; por más que dije: ¡Eureka! ...: la palanca ya no servía ni para levantar un falso testimonio,
y tuve que encargarme de tener siempre en suspenso y sobre mí la espada susodicha.

Se me extravió el anillo de Saturno, mas no el de Giges ni menos el de Hans Carvel;
no sé qué se me ficieron los Infantes de Aragón y las Nieves de Antaño y el León de Androcles y la Balanza
del buen Shylock: deben estar por ahí con la Linterna de Diógenes:
-¿mas cómo hallarlos sin la linterna?

No saqué el pecho fuera, ni he sido nunca el Tajo, ni me di cuenta del lío de Florinda,
ni de por qué el Tajo el pecho fuera le sacaba a la Cava,
pero sí vi al otro don Rodrigo en la Horca.
Pinté muestras de posadas y mesones y ventas y paradores y pulquerías
en Veracruz y Tamalameque y Cancán y Talara, y de riendas de abarrotes en Cartagena de Indias, con Tisaza-,
si no desnarigué al de Heredia ni a López **** tuerto -que era bizco-.
Pastoreé (otra vez) el Rebaño de las Pléyades
y resultaron ser -todellas, una a una- ¡qué capretinas locas!
Fui aceitero de la alcuza favorita del Padre de los Búhos Estáticos:
-era un Búho Sofista, socarrón soslayado, bululador mixtificante-.
Regí el vestier de gala de los Pingüinos Peripatéticos,
(precursores de Brummel y del barón d'Orsay,
por fuera de filósofos, filosofículos, filosofantes dromomaníacos)
y apacenté el Bestiario de Orfeo (delegatario de Apollinaire),
yo, Beremundo el Lelo.

Nada tuve que ver con el asesinato de la hija del corso adónico Sebastiani
ni con ella (digo como pesquisidor, pesquisante o pesquisa)
si bien asesoré a Edgar Allan Poe como entomólogo, cuando El Escarabajo de Oro,
y en su investigación del Doble Asesinato de la Rue Morgue,
ya como experto en huellas dactilares o quier digitalinas.
Alguna vez me dio por beberme los vientos o por pugnar con ellos -como Carolus
Baldelarius- y por tomar a las o las de Villadiego o a las sus calzas:
aquesas me resultaron harto potables -ya sin calzas-; ellos, de mucho volumen
y de asaz poco cuerpo (si asimilados a líquidos, si como justadores).
Gocé de pingües canonjías en el reinado del bonachón de Dagoberto,
de opíparas prebendas, encomiendas, capellanías y granjerías en el del Rey de los Dipsodas,
y de dulce privanza en el de doña Urraca
(que no es la Gazza Ladra de Rossini, si fuéralo
de corazones o de amantes o favoritos o privados o martelos).

Fui muy alto cantor, como bajo cantante, en la Capilla de los Serapiones
(donde no se sopranizaba...); conservador,
conservador -pero poco- de Incunables, en la Alejandrina de Panida,
(con sucursal en El Globo y filiales en el Cuarto del Búho).

Hice de Gaspar Hauser por diez y seis hebdémeros
y por otras tantas semanas y tres días fui la sombra,
la sombra misma que se le extravió a Peter Schlémil.

Fui el mozo -mozo de estribo- de la Reina Cristina de Suecia
y en ciertas ocasiones también el de Ebba Sparre.
Fui el mozo -mozo de estoques- de la Duquesa de Chaumont
(que era de armas tomar y de cálida sélvula): con ella pus mi pica en Flandes
-sobre holandas-.

Fui escriba de Samuel Pepys -¡qué escabroso su Diario!-
y sustituto suyo como edecán adjunto de su celosa cónyuge.
Y fuí copista de Milton (un poco largo su Paraíso Perdido,
magüer perdido en buena parte: le suprimí no pocos Cantos)
y a la su vera reencontré mi Paraíso (si el poeta era
ciego; -¡qué ojazos los de su Déborah!).

Fui traductor de cablegramas del magnífico Jerjes;
telefonista de Artajerjes el Tartajoso; locutor de la Esfinge
y confidente de su secreto; ventrílocuo de Darío Tercero Codomano el Multilocuo,
que hablaba hasta por los codos;
altoparlante retransmisor de Eubolio el Mudo, yerno de Tácito y su discípulo
y su émulo; caracola del mar océano eólico ecolálico y el intérprete
de Luis Segundo el Tartamudo -padre de Carlos el Simple y Rey de Gaula.
Hice de andante caballero a la diestra del Invencible Policisne de Beocia
y a la siniestra del Campeón olímpico Tirante el Blanco, tirante al blanco:
donde ponía el ojo clavaba su virote;
y a la zaga de la fogosa Bradamante, guardándole la espalda
-manera de decir-
y a la vanguardia, mas dándole la cara, de la tierna Marfisa...

Fui amanuense al servicio de Ambrosio Calepino
y del Tostado y deMatías Aldecoa y del que urdió el Mahabarata;
fui -y soylo aún, no zoilo- graduado experto en Lugares Comunes
discípulo de Leon Bloy y de quien escribió sobre los Diurnales.
Crucigramista interimario, logogrifario ad-valorem y ad-placerem
de Cleopatra: cultivador de sus brunos pitones y pastor de sus áspides,
y criptogramatista kinesiólogo suyo y de la venus Calipigia, ¡viento en popa a toda vela!
Fui tenedor malogrado y aburrido de libros de banca,
tenedor del tridente de Neptuno,
tenedor de librejos -en los bolsillos del gabán (sin gabán) collinesco-,
y de cuadernículos -quier azules- bajo el ala.
Sostenedor de tesis y de antítesis y de síntesis sin sustentáculo.
Mantenedor -a base de abstinencias- de los Juegos Florales
y sostén de los Frutales -leche y miel y cerezas- sin ayuno.
Porta-alfanje de Harún-al-Rashid, porta-mandoble de Mandricardo el Mandria,
porta-martillo de Carlos Martel,
porta-fendiente de Roldán, porta-tajante de Oliveros, porta-gumía
de Fierabrás, porta-laaza de Lanzarote (¡ búen Lancelot tan dado a su Ginevra!)
y a la del Rey Artús, de la Ca... de la Mesa Redonda...;
porta-lámpara de Al-Eddin, el Loca Suerte, y guardián y cerbero de su anillo
y del de los Nibelungos: pero nunca guardián de serrallo ni cancerbero ni evirato de harem...
Y fui el Quinto de los Tres Mosqueteros (no hay quinto peor) -veinte años después-.

Y Faraute de Juan Sin Tierra y fiduciario de
I like a church, I like a cowl,
I love a prophet of the soul,

And on my heart monastic aisles
Fall like sweet strains or pensive smiles;
Yet not for all his faith can see,
Would I that cowled churchman be.
Why should the vest on him allure,
Which I could not on me endure?

Not from a vain or shallow thought
His awful Jove young Phidias brought;
Never from lips of cunning fell
The thrilling Delphic oracle;
Out from the heart of nature rolled
The burdens of the Bible old;
The litanies of nations came,
Like the volcano's tongue of flame,
Up from the burning core below,
The canticles of love and woe.
The hand that rounded Peter's dome,
And groined the aisles of Christian Rome,
Wrought in a sad sincerity,
Himself from God he could not free;
He builded better than he knew,
The conscious stone to beauty grew.

Know'st thou what wove yon woodbird's nest
Of leaves and feathers from her breast;
Or how the fish outbuilt its shell,
Painting with morn each annual cell;
Or how the sacred pine tree adds
To her old leaves new myriads?
Such and so grew these holy piles,
Whilst love and terror laid the tiles.
Earth proudly wears the Parthenon
As the best gem upon her zone;
And Morning opes with haste her lids
To gaze upon the Pyramids;
O'er England's abbeys bends the sky
As on its friends with kindred eye;
For out of Thought's interior sphere
These wonders rose to upper air,
And nature gladly gave them place,
Adopted them into her race,
And granted them an equal date
With Andes and with Ararat.

These temples grew as grows the grass,
Art might obey but not surpass.
The passive Master lent his hand
To the vast soul that o'er him planned,
And the same power that reared the shrine,
Bestrode the tribes that knelt within.
Even the fiery Pentecost
Girds with one flame the Countless host,
Trances the heart through chanting quires,
And through the priest the mind inspires.

The word unto the prophet spoken
Was writ on tables yet unbroken;
The word by seers or sibyls told
In groves of oak, or fanes of gold,
Still floats upon the morning wind,
Still whispers to the willing mind.
One accent of the Holy Ghost
The heedless world hath never lost.

I know what say the Fathers wise,
The Book itself before me lies,
Old Chrysostom, best Augustine,
And he who blent both in his line,
The younger Golden-lips or mines,
Taylor, the Shakspeare of divines,
His words are music in my ear,
I see his cowled portrait dear,
And yet for all his faith could see,
I would not the good bishop be.
howard brace Jul 2011
And the Lord spoke in dreams serene
to he, a righteous man within his years,
of mankind's folly, of wickedness,
the Earth to flood with Heaven's tears.

'From the face of the Earth I will cleanse
fowl of the air with feathered wing,
only two from each kind will I spare
neither man nor beast or creeping thing'.

'An Ark to build is My intent
of Gopher wood, three decks high,
many years will thou toil and sweat
but labours fruits will keep thee dry'.

'For thou art blessed, a blameless man
and secure shall be with thy kin
and with sustenance, I will provide for all
upon this Ark, you will abide within'.

Then at God's command, throughout the land
to each and every creature,
two of each, male n' female both to save
... to propagate their future.

So from every forest, from every field
from every byre, to every beach
bird and bat upon the wing, all that crawl
or walk, procure, just two, two of each.

Then on marched they, tooth by hide
ever forward, onward bound
fur and feather side by side
to board the Ark, upon the ground.

Of the days when Noah walked with God
thirty score were his measure in years
and through forty days and forty nights
the deluge prevailed, for those pioneers.

For the fountains of the deep were opened
and the windows of Heaven gaped wide
upon the face of the Earth, the rains fell
and the oceans they blossomed, world wide.

Upon the face of the waters, the Ark rose
until the highest peak with waters advanced
for the days in number, one hundred and fifty
drifting upon that mighty expanse.

Then the 'Lord God' remembered Noah
and caused the great winds to blow
wiping the tears of Heaven away
and closed tight, the deep fountains below.

Then the Ark upon Ararat stumbled
as the mighty waters, slowly withdrew
with the rains restraint, the waters abate
and the crests of the mountains, they grew.

And Noah sends forth both raven and dove
the ravens complaint was to fly 'to and fro'
but, with olive leaf, the dove returns
then flies again thrice, by dawns early glow.

Thirty score plus one, his years then tally
when the waters were dried from upon the Earth,
then Noah walks forth with beasts disembarking
for this was the dawn of the worlds rebirth.

Then God blessed, and bestows man with dominion
over every beast of the ground
over every creature that flounders
over all the birds that abound.

And His covenant with humanity, established
the rainbow, His contract to see
never to cause, such a deluge for man
for that was our Lord's guarantee.**

...   ...   ...
                                                             ­                                                                 ­                451
We survived progress
The three of us
Secluded high on Mt. Ararat
Safe from radioactive fog
We have all we need
More than we could ever want
We have everything

What kind of bees gather in such masses?
You're raining and then you're clear again
They'll pay to hear you babble such nonsense
You're surfing in near perfection
You're ruined by the pure maybe
After the loss, In the shadows
Fly fly fly fly fly
Float
I'll throw this to the ones watching
See just how hungry they are

On Ararat we long for a new language
To express the confusion of loneliness
Knowing that nothing will change a thing
But still, to talk
We must remind each other of who we are
Once in a while
It's not easy being the world

What did you come for?
A soliloquy?
A sonnet from a madman?
Madmen, true madmen don't do sonnets
They assault and jar
They resent being toyed with
In no uncertain terms will they tell you
What they think of you
In the guise of a poem
But chances are you won't get it

I sat in front of a wood burning stove
Feeding pages from a spiral notebook
To the fire
Leaves and more leaves sparsely scribbled on
Because there was a conciseness and brevity
To my poetry that conveyed the stark nature
The rudimentary nature of my state of mind
The flames ate it up

I apologize
I haven't smiled in such a long time
It's hurting my face
My blood is marked by genocide
on the two sides
of these Atlantic lines

My fate was sealed with the blood stains
of cotton workers from Marash
slaughtered by the ottoman
and the mixed blood
of conquerors
and massacred
of masters and estranged slaves

The rot of colonialism
lurks underneath
our 15 second democracy

My eyes were numbed
by what I hadn´t seen
after the ***** war was over
after the bowels of the Earth
had vomited
bones in Uruguay
lifeless infant mummies
in the soft heart
of Africa

after the tide brought in
the loot
of generals,
green men of power and no shame

My past was carved with knives
on children´s bones
in the mountains
of Leninakan
with hanged peasants
on the slopes of Ararat

My human pride was dumped
in Rio de la Plata
one summer night
in a death flight
that time when I
had learnt to sing
before I grasped
the word
The word was born
from the colonial rot
under our soil
and under Africa

The word was black
and cast a deadly storm
before the sun

The word was Genocide
Khoisan Apr 2022
Somewhere
in an underwater
terror ship
on a dune of heresy
is a bibliotic periscope.
403

The Winters are so short—
I’m hardly justified
In sending all the Birds away—
And moving into Pod—

Myself—for scarcely settled—
The Phoebes have begun—
And then—it’s time to strike my Tent—
And open House—again—

It’s mostly, interruptions—
My Summer—is despoiled—
Because there was a Winter—once—
And al the Cattle—starved—

And so there was a Deluge—
And swept the World away—
But Ararat’s a Legend—now—
And no one credits Noah—
Taisez-vous, ô mon cœur ! Taisez-vous, ô mon âme !

Et n'allez plus chercher de querelles au sort ;

Le néant vous appelle et l'oubli vous réclame.


Mon cœur, ne battez plus, puisque vous êtes mort ;

Mon âme, repliez le reste de vos ailes,

Car vous avez tenté votre suprême effort.


Vos deux linceuls sont prêts, et vos fosses jumelles

Ouvrent leur bouche sombre au flanc de mon passé,

Comme au flanc d'un guerrier deux blessures mortelles.


Couchez-vous tout du long dans votre lit glacé ;

Puisse avec vos tombeaux, que va recouvrir l'herbe,

Votre souvenir être à jamais effacé !


Vous n'aurez pas de croix ni de marbre superbe,

Ni d'épitaphe d'or, où quelque saule en pleurs

Laisse les doigts du vent éparpiller sa gerbe.


Vous n'aurez ni blasons, ni chants, ni vers, ni fleurs ;

On ne répandra pas les larmes argentées

Sur le funèbre drap, noir manteau des douleurs.


Votre convoi muet, comme ceux des athées,

Sur le triste chemin rampera dans la nuit ;

Vos cendres sans honneur seront au vent jetées.


La pierre qui s'abîme en tombant fait son bruit ;

Mais vous, vous tomberez sans que l'onde s'émeuve,

Dans ce gouffre sans fond où le remords nous suit.


Vous ne ferez pas même un seul rond sur le fleuve,

Nul ne s'apercevra que vous soyez absents,

Aucune âme ici-bas ne se sentira veuve.


Et le chaste secret du rêve de vos ans

Périra tout entier sous votre tombe obscure

Où rien n'attirera le regard des passants.


Que voulez-vous ? Hélas ! Notre mère Nature,

Comme toute autre mère, a ses enfants gâtés,

Et pour les malvenus elle est avare et dure.


Aux uns tous les bonheurs et toutes les beautés !

L'occasion leur est toujours bonne et fidèle :

Ils trouvent au désert des palais enchantés ;


Ils tètent librement la féconde mamelle ;

La chimère à leur voix s'empresse d'accourir,

Et tout l'or du Pactole entre leurs doigts ruisselle.


Les autres moins aimés, ont beau tordre et pétrir

Avec leurs maigres mains la mamelle tarie,

Leur frère a bu le lait qui les devait nourrir.


S'il éclot quelque chose au milieu de leur vie,

Une petite fleur sous leur pâle gazon,

Le sabot du vacher l'aura bientôt flétrie.


Un rayon de soleil brille à leur horizon,

Il fait beau dans leur âme ; à coup sûr, un nuage

Avec un flot de pluie éteindra le rayon.


L'espoir le mieux fondé, le projet le plus sage,

Rien ne leur réussit ; tout les trompe et leur ment.

Ils se perdent en mer sans quitter le rivage.


L'aigle, pour le briser, du haut du firmament,

Sur leur front découvert lâchera la tortue,

Car ils doivent périr inévitablement.


L'aigle manque son coup ; quelque vieille statue,

Sans tremblement de terre, on ne sait pas pourquoi,

Quitte son piédestal, les écrase et les tue.


Le cœur qu'ils ont choisi ne garde pas sa foi ;

Leur chien même les mord et leur donne la rage ;

Un ami jurera qu'ils ont trahi le roi.


Fils du Danube, ils vont se noyer dans le Tage ;

D'un bout du monde à l'autre ils courent à leur mort ;

Ils auraient pu du moins s'épargner le voyage !


Si dur qu'il soit, il faut qu'ils remplissent leur sort ;

Nul n'y peut résister, et le genou d'Hercule

Pour un pareil athlète est à peine assez fort.


Après la vie obscure une mort ridicule ;

Après le dur grabat, un cercueil sans repos

Au bord d'un carrefour où la foule circule.


Ils tombent inconnus de la mort des héros,

Et quelque ambitieux, pour se hausser la taille,

Se fait effrontément un socle de leurs os.


Sur son trône d'airain, le Destin qui s'en raille

Imbibe leur éponge avec du fiel amer,

Et la Nécessité les tord dans sa tenaille.


Tout buisson trouve un dard pour déchirer sa chair,

Tout beau chemin pour eux cache une chausse-trappe,

Et les chaînes de fleurs leur sont chaînes de fer.


Si le tonnerre tombe, entre mille il les frappe ;

Pour eux l'aveugle nuit semble prendre des yeux,

Tout plomb vole à leur cœur, et pas un seul n'échappe.


La tombe vomira leur fantôme odieux.

Vivants, ils ont servi de bouc expiatoire ;

Morts, ils seront bannis de la terre et des cieux.


Cette histoire sinistre est votre propre histoire ;

Ô mon âme ! Ô mon cœur ! Peut-être même, hélas !

La vôtre est-elle encore plus sinistre et plus noire.


C'est une histoire simple où l'on ne trouve pas

De grands événements et des malheurs de drame,

Une douleur qui chante et fait un grand fracas ;


Quelques fils bien communs en composent la trame,

Et cependant elle est plus triste et sombre à voir

Que celle qu'un poignard dénoue avec sa lame.


Puisque rien ne vous veut, pourquoi donc tout vouloir ;

Quand il vous faut mourir, pourquoi donc vouloir vivre,

Vous qui ne croyez pas et n'avez pas d'espoir ?


Ô vous que nul amour et que nul vin n'enivre,

Frères désespérés, vous devez être prêts

Pour descendre au néant où mon corps vous doit suivre !


Le néant a des lits et des ombrages frais.

La mort fait mieux dormir que son frère Morphée,

Et les pavots devraient jalouser les cyprès.


Sous la cendre à jamais, dors, ô flamme étouffée !

Orgueil, courbe ton front jusque sur tes genoux,

Comme un Scythe captif qui supporte un trophée.


Cesse de te raidir contre le sort jaloux,

Dans l'eau du noir Léthé plonge de bonne grâce,

Et laisse à ton cercueil planter les derniers clous.


Le sable des chemins ne garde pas ta trace,

L'écho ne redit pas ta chanson, et le mur

Ne veut pas se charger de ton ombre qui passe.


Pour y graver un nom ton airain est bien dur,

Ô Corinthe ! Et souvent froide et blanche Carrare,

Le ciseau ne mord pas sur ton marbre si pur.


Il faut un grand génie avec un bonheur rare

Pour faire jusqu'au ciel monter son monument,

Et de ce double don le destin est avare.


Hélas ! Et le poète est pareil à l'amant,

Car ils ont tous les deux leur maîtresse idéale,

Quelque rêve chéri caressé chastement :


Eldorado lointain, pierre philosophale

Qu'ils poursuivent toujours sans l'atteindre jamais,

Un astre impérieux, une étoile fatale.


L'étoile fuit toujours, ils lui courent après ;

Et, le matin venu, la lueur poursuivie,

Quand ils la vont saisir, s'éteint dans un marais.


C'est une belle chose et digne qu'on l'envie

Que de trouver son rêve au milieu du chemin,

Et d'avoir devant soi le désir de sa vie.


Quel plaisir quand on voit briller le lendemain

Le baiser du soleil aux frêles colonnades

Du palais que la nuit éleva de sa main !


Il est beau qu'un plongeur, comme dans les ballades,

Descende au gouffre amer chercher la coupe d'or

Et perce, triomphant, les vitreuses arcades.


Il est beau d'arriver où tendait votre essor,

De trouver sa beauté, d'aborder à son monde,

Et, quand on a fouillé, d'exhumer un trésor ;


De faire, du plus creux de son âme profonde,

Rayonner son idée ou bien sa passion ;

D'être l'oiseau qui chante et la foudre qui gronde ;


D'unir heureusement le rêve à l'action,

D'aimer et d'être aimé, de gagner quand on joue,

Et de donner un trône à son ambition ;


D'arrêter, quand on veut, la Fortune et sa roue,

Et de sentir, la nuit, quelque baiser royal

Se suspendre en tremblant aux fleurs de votre joue.


Ceux-là sont peu nombreux dans notre âge fatal.

Polycrate aujourd'hui pourrait garder sa bague :

Nul bonheur insolent n'ose appeler le mal.


L'eau s'avance et nous gagne, et pas à pas la vague,

Montant les escaliers qui mènent à nos tours,

Mêle aux chants du festin son chant confus et vague.


Les phoques monstrueux, traînant leurs ventres lourds,

Viennent jusqu'à la table, et leurs larges mâchoires

S'ouvrent avec des cris et des grognements sourds.


Sur les autels déserts des basiliques noires,

Les saints, désespérés et reniant leur Dieu,

S'arrachent à pleins poings l'or chevelu des gloires.


Le soleil désolé, penchant son œil de feu,

Pleure sur l'univers une larme sanglante ;

L'ange dit à la terre un éternel adieu.


Rien ne sera sauvé, ni l'homme ni la plante ;

L'eau recouvrira tout : la montagne et la tour ;

Car la vengeance vient, quoique boiteuse et lente.


Les plumes s'useront aux ailes du vautour,

Sans qu'il trouve une place où rebâtir son aire,

Et du monde vingt fois il refera le tour ;


Puis il retombera dans cette eau solitaire

Où le rond de sa chute ira s'élargissant :

Alors tout sera dit pour cette pauvre terre.


Rien ne sera sauvé, pas même l'innocent.

Ce sera, cette fois, un déluge sans arche ;

Les eaux seront les pleurs des hommes et leur sang.


Plus de mont Ararat où se pose, en sa marche,

Le vaisseau d'avenir qui cache en ses flancs creux

Les trois nouveaux Adams et le grand patriarche !


Entendez-vous là-haut ces craquements affreux ?

Le vieil Atlas, lassé, retire son épaule

Au lourd entablement de ce ciel ténébreux.


L'essieu du monde ploie ainsi qu'un brin de saule ;

La terre ivre a perdu son chemin dans le ciel ;

L'aimant déconcerté ne trouve plus son pôle.


Le Christ, d'un ton railleur, tord l'éponge de fiel

Sur les lèvres en feu du monde à l'agonie,

Et Dieu, dans son Delta, rit d'un rire cruel.


Quand notre passion sera-t-elle finie ?

Le sang coule avec l'eau de notre flanc ouvert,

La sueur rouge teint notre face jaunie.


Assez comme cela ! Nous avons trop souffert ;

De nos lèvres, Seigneur, détournez ce calice,

Car pour nous racheter votre Fils s'est offert.


Christ n'y peut rien : il faut que le sort s'accomplisse ;

Pour sauver ce vieux monde il faut un Dieu nouveau,

Et le prêtre demande un autre sacrifice.


Voici bien deux mille ans que l'on saigne l'Agneau ;

Il est mort à la fin, et sa gorge épuisée

N'a plus assez de sang pour teindre le couteau.


Le Dieu ne viendra pas. L'Église est renversée.
Despite the differences of skin color
and our cultural upbringings,
we're more than brothers of Mankind -
Technically, we're kin.

Go to the mountain
preserved by ice and snow
where the revelation of Ararat's secret
is available for everyone to know.

For the ark's existence
proves the global flood story is true
and being our brother's keeper...
Is still a right thing to do.

Descended from Noah
are the many races of Man;
see our palms have the same tint -
By a show of hands.



Author Notes:

Learn more about me and my poetry at:
http://www.squidoo.com/book-isbn-1419650513/
It's only ever that day when it's my turn to be the one that pays on those Saturdays when the chicken lays fourteen Easter eggs and somewhere Peter begs,
'let me go'

Oh jeezus, don't you know we've moved a million miles from the Mount of Ararat and Arafat is dead,
Moses set no fire alarm, the ark was built from plans made in his head, caught light or set afire by some hot town gospel choir and sunk before it sailed,
it seems the ****** failed to float, no new world orchestras, self supporting lace trim bra's, silk lined half price cocktail bars and Saturday is the boat to blame.
we sink to fill ourselves with shame.

Jeezus,
you should have got your dad to build the world a bit less mad, a bit more ground to go around and a lot more love for crazy folk.
raen Sep 2016
close my eyes
think of myself
being there

to where
screams
are free to roam,
then bounce back,
immune to tortured souls

allowed to spread
in       wa     e
                 v     s

for some reason,
Ararat comes to mind
right now
but to be honest,
Arayat would suffice

surrender...
surrender,
surrender

                   all these rocks

Can
I
disturb you?

Even just this once...

let me
let out
my

sanctioned screaming,
and release it to these mountains.
it's been a while, thank you John Stevens.
Joann Rolleston Jun 2014
My little black cat
with ears like a bat
the size of Ararat
she knows what I need
gets up in my face
she never backs down
shes nobody's clown
she wants what she wants
she'll fight to get it
get out of her way
or you will regret it
she'll scratch you and laugh
lick her **** and forget it
until next time you cross her

who's the pet
love jimmy small sweet cat
I thought I heard a chirping bird
just about this morning’s sunrise.
Don’t think a mating call I heard—
sounded like a shriek of surprise.

I was surprised, too, and quite so.
Not from the bird’s chirp. Well, perhaps.
There were puddles instead of snow,
and snow-plowed mountains in collapse.

That chirping bird and I both saw
the cautious springing up of spring.
But while that bird sang to the thaw,
I don’t think I’m done worrying.

Seasons ’round here don’t change like that.
Although winter has one more freeze,
the bird on its Tree Ararat,
celebrates forty-five degrees.

This morning it was just one bird,
soon maybe crickets will chirp, too.
But I think spring is seen not heard,
and that chirp’s too good to be true.
Instagram @insightshurt
Blogging at www.insightshurt.com
Buy "Insights Hurt: Bringing Healing Thoughts To Life" at store.bookbaby.com/book/insights-hurt
Nomkhumbulwa May 2023
I don't know where to start,
As I write this from the heart.
And since the day you left us,
We are bleeding from the heart.

We only met so recently  ,
Four years ago in fact.
You came to visit on Christmas Eve,
Danced in the yard with Tsietsi

I still don't know what happened,
We still think of you every day
I could not attend your funeral
I wanted you here to stay

Bandile I'm sorry,
Is all I can say,
I can't write without crying,
Pain doesn't go away

Such a huge person,
With such a huge heart,
With such a huge smile,
And a voice that is still heard

So full of life,
You filled us with life too,
Your happiness, optimism,
Philosophical you

But Bandile I remember
So terribly terribly well
The night of that phone call
And how the world just fell

How could this be true?
We saw you last weekend
You talked to me about dying,
But it wasn't part of the plan!

After patching you up last year
With a hole in your head that day
I always worried,
But not you; life's too short you say

And then you left us
Nobody knew what to do,
A dark cloud over Soweto
A community heartbroken, it's true

People carried on,
As funerals require,
Maybe you gave them strength,
But I've never seen people so tired

The unanswered questions,
Keeping our wounds open,
Unable to accept or believe,
Easier to pretend.

For me that's what happened
I pretended it wasn't true
It was so impossible.
Anyone, but not you.

You are full of life to me
Calling me "Emmerentia"
And I think you always will be
A beautiful image forever

I have so much to tell you,
But your philosophy sticks with me
I try to use it to help me
I see how it set you free

You went before your time
Never came to eastern cape
We had so many plans,
Then in seconds they evaporate

I think we all feel the same
And we probably always will
We wanted to speak to you one last time
To hear your cheerful voice

Bandile you are such a good friend,
A brother, a father too,
The kind gentle giant
Is how we remember you

It still seems unreal
At least for me it does
But I didn't want to say goodbye
Where would we put all the tears?

Stoicism kept you strong
The one comfort we may take
Knowing you'd say "that's enough"
"No more crying", "let's just dance"

I cannot finish this poem
Because there's too much to say
You live on with all of us
And forever you will stay

Bandile we all love you
Orlando West, Rockville,
Rosebank as well as Soweto
Will never be the same without you

With love always from the bottom of my heart, I write looking at mount Ararat. Finding the peace I needed to start.

For you Bandile.
Or as iPhone called you " ban dyl zondo!"

You're so right....life is short.
💔🙏😥🥀⛰️🏔️🌠🕯️🕯️🕯️
Apologies for grammatical errors
Geraldine Taylor Jun 2017
A tranquil land, when the Earth was but few

Refreshing renewal, beginning anew

Noah and sons, grew to remain

Multiplied nation, so it became



Mountain of Ararat, water subside

A move to the east, with fears aside

Families therein, travelled afar

A settled plain in the land of Shinar



Bold decision, people of prime

Building themselves, for such a time

A great high tower, apparent worth

Be not scattered over all the earth



Work commenced, building the city

Bricks and mortar, workers busy

Ever-ready, no time to stall

Unexpected to cease at all



Might endured, the time it took

A displeased father, there to look

Ever more sinful, none to repent

Ignoring the one who gave them strength



Labouring on, within their own plans

Worshipping the work of their own hands

A call from high, un-amused

Let their languages be confused



Written by Geraldine Taylor ©
Les nuages volaient dans la lueur hagarde,
Noir troupeau que le vent lugubre a sous sa garde ;
Et dans la profondeur blême au-dessous de moi,
Si bas que tout mon être en haletait d'effroi,
J'aperçus un sommet par une déchirure.

Ce faîte monstrueux sortait de l'ombre obscure ;
Ses pentes se perdaient dans le gouffre inconnu ;
Sur ce plateau gisait, fauve, terrible, nu,
Un géant dont le corps se tordait sur la pierre ;
Il en coulait du sang avec de la lumière ;
Sa face regardait la nuit triste, et ses pieds,
Ses coudes, ses genoux, ses poings, étaient liés
D'une chaîne d'airain vivante, impitoyable
Et je voyais décroître et renaître effroyable
Son ventre qu'un vautour rongeait, oiseau bandit.
Le patient était colossal ; on eût dit
Deux montagnes, dont l'une agonisait sur l'autre.
« Quel est, dis-je, ce sang qui coule ainsi ? » « Le vôtre, »
Dit le vautour. Ce mont dont tu vois les sommets,
C'est le Caucase. « Et quand t'en iras-tu ? » - Jamais.
Et le supplicié me cria : « Je suis l'Homme. »
Et tout se confondit comme fine eau noire, ou comme
L'ombre se confondrait avec l'éclair qui luit
Sous une grande main qui mêlerait la nuit.

Une sorte de puits se fit dans l'insondable ;
Le haut d'un autre mont en sortit formidable.
L'ombre avait cette horreur dont l'hiver la revêt ;
Et j'entendis crier : « Ararat ! » Il pleuvait.

« Qu'es-tu ? » dis-je à la cime âpre et des vents fouettée.
« J'attends l'arche ; et j'attends la famille exceptée.  »
« Quelle arche ? » Il pleut ! il pleut ! « Et le reste ? » - Englouti.
« Quoi ! dis-je, est-on créé pour être anéanti ?
Ô terre ! est-ce ta faute ? Ô ciel ! est-ce ton crime ? »
Mais tout déjà s'était effacé dans l'abîme.

Une flaque de bleu soudain perça l'amas
Des grêles, des brouillards, des vents et des frimas ;
Un mont doré surgit dans cet azur terrible ;
Là, sans frein, sans pitié, régnait la joie horrible ;
Sur ce mont rayonnaient douze êtres sereins, beaux,
Joyeux, dans des carquois ayant tous les fléaux ;
La nuée autour d'eux tremblait, et par les brèches
Le genre humain était la cible de leurs flèches ;
On voyait à leurs pieds l'amour, les jeux, les ris ;
Où l'on ne voyait rien on entendait des cris.
Une voix dit : « Olympe ! » Et tout croula. L'espace,
Où l'informe à jamais flotte, passe et repasse,
Redevint un bloc noir ; puis j'entendis un bruit
Qui fit une ouverture éclatante à la nuit,
Et je vis un sommet montré par les tonnerres ;
Les vieux pins inclinaient leurs têtes centenaires,
L'aigle en fuite semblait craindre d'être importun ;
Et là je vis quelqu'un qui parlait à quelqu'un,
Un homme face à face avec Dieu dans un rêve ;
Un prophète effrayant qui recevait un glaive,
Et qui redescendit plein d'un céleste ennui
Vers la terre, emportant de la foudre avec lui.
Et l'infini cria : « Sinaï ! » Puis la brume
Se referma, pareille à des nappes d'écume.
Les vents grondaient ; le gouffre était au-dessous d'eux,
Noir dans l'immensité d'un tremblement hideux.
Soudain, comme heurté par quelque ouragan fauve,
Il s'ouvrit ; et je vis une colline chauve ;
Le crépuscule horrible et farouche tombait.
Un homme expirait là, cloué sur un gibet,
Entre deux vagues croix où pendaient deux fantômes ;
D'une ville lugubre on distinguait les dômes ;
Et le supplicié me cria : « Je suis Dieu. »

Les nuages erraient dans des rougeurs de feu ;
J'entendis dans la nuit redoutable et sévère
Comme un souffle d'horreur qui murmurait :
Calvaire ! L'obscurité faisait des plis comme un linceul.
Pâle, je contemplais, dans l'ombre où j'étais seul,
Comme on verrait tourner des pages de registres,
Ces apparitions de montagnes sinistres.

Le 2 juillet 1856.

— The End —