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the black cat Jun 2014
es lindo sentir esa sensación  cuando deseas a esa gran persona que quieres, que adoras y que amas

sin darme cuenta y con tan solo una conversación me quedaste gustando, que raro nunca me había pasado esto pero siento que contigo todo me pasa y es algo que me encanta así como me encantas tu, tu sonrisa, tu forma de hablar, tu forma de decirme de mil maneras que me quieres y que quieres estar conmigo de mil maneras posibles.

sentirme libre en tus manos es algo que no se como explicarlo y sentirme amada es algo que quiero que dure para siempre aunque me este engañando a mi misma que algo valla  a durar para siempre, porque este amor que nos sentimos es como una flor que cuando ya se canse de tantas vainas y problema que suele pasar en toda relación se va a marchitar y va renacer otra flor. Pero espero que este gran amor me dure y se marchite cuando ya allá  disfrutado todas mis experiencia que quiero vivir a tu lado
Natalia Rivera May 2015
Quieres un poco mas de vino?
-Se me antojan otras cosas por hacer. Seguido de una risita, y una sonrisa levante su copa y la invite a la sala de estar. Su traje ondeaba cuando caminaba, su pelo era caso perdido y yo intentaba llevarle el paso. Coloque una manta y dos cojines en el suelo y ella se acostó, y a su lado me senté. Ella me hablaba de su día, de sus superficiales compañeras del trabajo, de la economía y política; ella no parecía notar que su traje se le había subido más allá de su rodilla, no notaba que mi respiración se acortaba al imaginar…
Ella interrumpió mi mente antes de poder imaginar cualquier cosa, colocándose frente a mí, tambaleándose me miro fijo a los ojos y me dijo “Soy una mujer según muchos fácil de leer, me gusta la vida, el olor a sal, los libros, tomarme una que otra cerveza, ser casualmente coqueta. Tengo mis miedos, a ser olvidada, a no ser alguien, al fracaso, a la oscuridad. Fácil de leer, muchas personas son así. Pero no muchos saben que puedo sumergirme en aguas profundas, o que puedo ser tan indispensable como yo lo desee; puedo hacer que me necesites solo por una noche o por el resto de tu vida sin llegar al ****. Puedo ser una isla privada, o una playa nudista, todo depende de quién pase por mí. Soy más compleja que común, más viva que ordinaria.”
Perplejo y aturdido me quede sentado esperando, a que se marchara, a que continuara hablando, a que hiciera algo. Ella soltó una risa y se bebió lo que quedaba de la botella; la luz de la luna entraba por la ventana era el foco que le difuminaba el traje y le resaltaba sus ojos. Se acerco a mí y se bajo el traje dejando sus pechos respirar, y de manera dulce  y continuó “Lo que he querido decirte con todo esto, amor, es que quiero ser tuya, pero de todas mis maneras. Que cuando sea difícil me tomes y te importe poco cuanto haya costado el traje, que cuando este romántica me trates con delicadeza, pero, hoy solo quiero sentirte dentro de mí. Acariciando tus manos sobre mi pezón, suave, porque tenemos toda la noche.”

Dejo caer el vestido en el suelo y quedo su silueta desnuda frente a mí. Ella quería que la siguiera y no me resistí,  y allí estábamos, ella desnuda corriendo y yo entrando a un laberinto sin salida.  Cuando por fin la encontré, estaba empapada desde el pelo hasta el piso. Se veía jugosa y sin pedirle permiso la tome en mis brazos y fue como tomar un pedazo de cielo. Estaba radiante, como si estuviera esperando este momento desde que entro por mi puerta. La acosté, y le bese los pies con la sutileza hasta llegar a su punto, su cumbre, la sonrisa de su cuerpo. Estaba húmeda, podía sentirlo en la lengua y sabía que eso le gustaba; se retorcía en la cama, y su gemido se fusionaba con risas.  Hice que tuviera una lluvia de estrellas a las seis de la tarde, ella estaba enredada en mis sabanas y le di un beso. Deseaba que se quedara una vida, pero ¿a quién engañaba? Era viento, el viento jamás se queda. Al despertar mi cama estaba vacia y mi botella llena con una nota que decía:
Por si deseas otra noche te dejo la botella y mi número,
Por si deseas una vida, te regalo el viento.
Primer trabajo para alguien mas.
Fa Be O Jan 2013
Se mi amigo fiel,
que conoce lo mas profundo de mí,
que sabe en que rincón de mi mente
me gusta estar
en las noches de media luna,
Y cual beso me gusta mas después de llorar…
Si, amigo, porque no fuiste mi gran amor,
porque solo quisiste
Y lograste
Aprenderme, y quererme sin amar,
Enseñarme sin maldad,
Las cosas de la vida
Que no se aprenden de otra forma.
Se mi amigo fiel,
Y déjame conocerte,
como tu a mi,
Desnudo,
No de cuerpo,
Sino de tu ser completo.
Pediste mi amistad,
Mi lealtad,
Después de todo
Lo demás que te entregué
Que mas?
Si me conoces
Mejor que nadie
De maneras
Que nadie mas imagina.
Amistad, pides.
Y para que?
Que mas, si me conoces
Al derecho y al revés
Si me conociste
De adentro para afuera,
Si nos quisimos
Y nos prendimos
Y aprendimos
Lo que no se aprende
de los amigos?
Y ahora se mi amigo fiel,
Que yo te aguardare
Tus secretos
Y los suspiros
De media tarde
Que me regalabas,
Cuando jugábamos
A ser novios,
Cuando la amistad
Estallaba en flama
Ardiente, viva, apasionada
Y con destino a la destrucción.
Se entonces mi amigo fiel,
Que no pudiste ser mi gran querer.
8/10/12
Juliana Aug 2016
Hoy te extrañé intensamente de la nada y los pequeños recuerdos de nuestra historia cayeron una vez más.
Me puse a pensar que después de tantos años tu rostro todavía me trae felicidad cada que te encuentro sin querer en los lugares más random, y ya sabes, nada es casualidad, o al menos eso me gusta creer a mi, algo así como el destino.
Pienso en ti y en que tus noticias me duelen, y aún que no creo mucho en la Iglesia (algo que probablemente no sepas de mi), si creo en Dios y le pido que tu vida sea la más feliz.
Nuestros recuerdos me han perseguido de maneras que nunca imaginarás, los canto, los grito, los lloro, los escribo..aunque sería mejor enterrarlos en una caja por muchos años, pero falló en el intento cada día a las seis de la mañana, cuando me levanto y me acuerdo que hace algunos amaneceres a esa misma hora me dormía con el sonido de tu voz en el teléfono, pero esos recuerdos algunas veces me hacen sentir mejor, vivir mejor.
Pero en fin, cuando me pienses, recuérdame como se debe, con una sonrisa de esquina a esquina, porque así te recuerdo yo.
No me borres si no te da la gana, y si llegas a borrarme acuérdate de mi.
Que te borré tantas veces y hoy te escribí.

-J
Albert Leon Jun 2013
Me gustaba más la simplicidad
De lo que solíamos ser
Disfrutaba más el verte soñar
Con lo que algún día lograríamos ser

Ir juntos por un camino para mi es
Una de las mejores maneras de crecer
Y siento que no se necesita mucho más que tan solo creer

Se qué la vida me recompensara
Con eso que me he cansado de buscar
Porque las cosas buenas tardan en llegar
Es por eso que tomo mi tiempo en contemplar
Si es que un día tu regresarás

Todo en la vida tiene un inicio y un final
Así cómo mis palabras un día desvanecerán
Y en papel la tinta manchara
Aquello que un día en mi mente daba vueltas sin final.
Madame Lugones, J'ai commencé ces vers
en écoutant la voix d'un carillon d'Anvers...
¡Así empecé, en francés, pensando en Rodenbach
cuando hice hacia el Brasil una fuga... de Bach!En Río de Janeiro iba yo a proseguir,
poniendo en cada verso el oro y el zafir
y la esmeralda de esos pájaros-moscas
que melifican entre las áureas siestas foscas
que temen los que temen el cruel vómito *****.
Ya no existe allá fiebre amarilla. ¡Me alegro!
Et pour cause. Yo pan-americanicé
con un vago temor y con muy poca fe
en la tierra de los diamantes y la dicha
tropical. Me encantó ver la vera machicha,
mas encontré también un gran núcleo cordial
de almas llenas de amor, de ensueños, de ideal.
Y si había un calor atroz, también había
todas las consecuencias y ventajas del día,
en panorama igual al de los cuadros y hasta
igual al que pudiera imaginarse... Basta.
Mi ditirambo brasileño es ditirambo
que aprobaría su marido. Arcades ambo.Mas el calor de ese Brasil maravilloso,
tan fecundo, tan grande, tan rico, tan hermoso,
a pesar de Tijuca y del cielo opulento,
a pesar de ese foco vivaz de pensamiento,
a pesar de Nabuco, embajador, y de
los delegados panamericanos que
hicieron posible por hacer cosas buenas,
saboreé lo ácido del saco de mis penas;
quiero decir que me enfermé. La neurastenia
es un dón que me vino con mi obra primigenia.
¡Y he vivido tan mal, y tan bien, cómo y tánto!
¡Y tan buen comedor guardo bajo mi manto!
¡Y tan buen bebedor tengo bajo mi capa!
¡Y he gustado bocados de cardenal y papa!...
Y he exprimido la ubre cerebral tantas veces,
que estoy grave. Esto es mucho ruido y pocas nueces,
según dicen doctores de una sapiencia suma.
Mis dolencias se van en ilusión y espuma.
Me recetan que no haga nada ni piense nada,
que me retire al campo a ver la madrugada
con las alondras y con Garcilaso, y con
el sport. ¡Bravo! Sí. Bien. Muy bien. ¿Y La Nación?
¿Y mi trabajo diario y preciso y fatal?
¿No se sabe que soy cónsul como Stendhal?
Es preciso que el médico que eso recete, dé
también libro de cheques para el Crédit Lyonnais,
y envíe un automóvil devorador del viento,
en el cual se pasee mi egregio aburrimiento,
harto de profilaxis, de ciencia y de verdad.En fin, convaleciente, llegué a nuestra ciudad
de Buenos Aires, no sin haber escuchado
a míster Root a bordo del Charleston sagrado;
mas mi convalecencia duró poco. ¿Qué digo?
Mi emoción, mi estusiasmo y mi recuerdo amigo,
y el banquete de La Nación, que fue estupendo,
y mis viejas siringas con su pánico estruendo,
y ese fervor porteño, ese perpetuo arder,
y el milagro de gracia que brota en la mujer
argentina, y mis ansias de gozar de esa tierra,
me pusieron de nuevo con mis nervios en guerra.
Y me volví a París. Me volví al enemigo
terrible, centro de la neurosis, ombligo
de la locura, foco de todo surmenage
donde hago buenamente mi papel de sauvage
encerrado en mi celda de la rue Marivaux,
confiando sólo en mí y resguardando el yo.
¡Y si lo resguardara, señora, si no fuera
lo que llaman los parisienses una pera!
A mi rincón me llegan a buscar las intrigas,
las pequeñas miserias, las traiciones amigas,
y las ingratitudes. Mi maldita visión
sentimental del mundo me aprieta el corazón,
y así cualquier tunante me explotará a su gusto.
Soy así. Se me puede burlar con calma. Es justo.
Por eso los astutos, los listos, dicen que
no conozco el valor del dinero. ¡Lo sé!
Que ando, nefelibata, por las nubes... Entiendo.
Que no soy hombre práctico en la vida... ¡Estupendo!
Sí, lo confieso: soy inútil. No trabajo
por arrancar a otro su pitanza; no bajo
a hacer la vida sórdida de ciertos previsores.
Y no ahorro ni en seda, ni en champaña, ni en flores.
No combino sutiles pequeñeces, ni quiero
quitarle de la boca su pan al compañero.
Me complace en los cuellos blancos ver los diamantes.
Gusto de gentes de maneras elegantes
y de finas palabras y de nobles ideas.
Las gentes sin higiene ni urbanidad, de feas
trazas, avaros, torpes, o malignos y rudos,
mantienen, lo confieso, mis entusiasmos mudos.
No conozco el valor del oro... ¿Saben esos
que tal dicen lo amargo del jugo de mis sesos,
del sudor de mi alma, de mi sangre y mi tinta,
del pensamiento en obra y de la idea encinta?
¿He nacido yo acaso hijo de millonario?
¿He tenido yo Cirineo en mi Calvario?Tal continué en París lo empezado en Anvers.
Hoy, heme aquí en Mallorca, la terra dels foners,
como dice Mossen Cinto, el gran Catalán.
Y desde aquí, señora, mis versos a ti van,
olorosos a sal marina y azahares,
al suave aliento de las islas Baleares.
Hay un mar tan azul como el Partenopeo.
Y el azul celestial, vasto como un deseo,
su techo cristalino bruñe con sol de oro.
Aquí todo es alegre, fino, sano y sonoro.
Barcas de pescadores sobre la mar tranquila
descubro desde la terraza de mi villa,
que se alza entre las flores de su jardín fragante,
con un monte detrás y con la mar delante.A veces me dirijo al mercado, que está
en la Plaza Mayor. (¿Qué Coppée, no es verdá?)
Me rozo con un núcleo crespo de muchedumbre
que viene por la carne, la fruta y la legumbre.
Las mallorquinas usan una modesta falda,
pañuelo en la cabeza y la trenza a la espalda.
Esto, las que yo he visto, al pasar, por supuesto.
Y las que no la lleven no se enojen por esto.
He visto unas payesas con sus negros corpiños,
con cuerpos de odaliscas y con ojos de niños;
y un velo que les cae por la espalda y el cuello,
dejando al aire libre lo obscuro del cabello.
Sobre la falda clara, un delantal vistoso.
Y saludan con un bon dia tengui gracioso,
entre los cestos llenos de patatas y coles,
pimientos de corales, tomates de arreboles,
sonrosadas cebollas, melones y sandías,
que hablan de las Arabias y las Andalucías.
Calabazas y nabos para ofrecer asuntos
a Madame Noailles y Francis Jammes juntos.A veces me detengo en la plaza de abastos
como si respirase soplos de vientos vastos,
como si se me entrase con el respiro el mundo.
Estoy ante la casa en que nació Raimundo
Lulio. Y en ese instante mi recuerdo me cuenta
las cosas que le dijo la Rosa a la Pimienta...
¡Oh, cómo yo diría el sublime destierro
y la lucha y la gloria del mallorquín de hierro!
¡Oh, cómo cantaría en un carmen sonoro
la vida, el alma, el numen, del mallorquín de oro!
De los hondos espíritus es de mis preferidos.
Sus robles filosóficos están llenos de nidos
de ruiseñor. Es otro y es hermano del Dante.
¡Cuántas veces pensara su verbo de diamente
delante la Sorbona viaja del París sabio!
¡Cuántas veces he visto su infolio y su astrolabio
en una bruma vaga de ensueño, y cuántas veces
le oí hablar a los árabes cual Antonio a los peces,
en un imaginar de pretéritas cosas
que, por ser tan antiguas, se sienten tan hermosas!Hice una pausa.
                                    El tiempo se ha puesto malo. El mar
a la furia del aire no cesa de bramar.
El temporal no deja que entren los vapores. Y
Un yatch de lujo busca refugio en Porto-Pi.
Porto-Pi es una rada cercana y pintoresca.
Vista linda: aguas bellas, luz dulce y tierra fresca.¡Ah, señora, si fuese posible a algunos el
dejar su Babilonia, su Tiro, su Babel,
para poder venir a hacer su vida entera
en esa luminosa y espléndida ribera!Hay no lejos de aquí un archiduque austriaco
que las pomas de Ceres y las uvas de Baco
cultiva, en un retiro archiducal y egregio.
Hospeda como un monje -y el hospedaje es regio-.
Sobre las rocas se alza la mansión señorial
y la isla le brinda ambiente imperial.Es un pariente de Jean Orth. Es un atrida
que aquí ha encontrado el cierto secreto de su vida.
Es un cuerdo. Aplaudamos al príncipe discreto
que aprovecha a la orilla del mar ese secreto.
La isla es florida y llena de encanto en todas partes.
Hay un aire propicio para todas las artes.
En Pollensa ha pintado Santiago Rusiñol
cosas de flor de luz y de seda de sol.
Y hay villa de retiro espiritual famosa:
la literata Sand escribió en Valldemosa
un libro. Ignoro si vino aquí con Musset,
y si la vampiresa sufrió o gozó, no sé*.¿Por qué mi vida errante no me trajo a estas sanas
costas antes de que las prematuras canas
de alma y cabeza hicieran de mí la mezcolanza
formada de tristeza, de vida y esperanza?
¡Oh, qué buen mallorquín me sentiría ahora!
¡Oh, cómo gustaría sal de mar, miel de aurora,
al sentir como en un caracol en mi cráneo
el divino y eterno rumor mediterráneo!
Hay en mí un griego antiguo que aquí descansó un día,
después de que le dejaron loco de melodía
las sirenas rosadas que atrajeron su barca.
Cuanto mi ser respira, cuanto mi vista abarca,
es recordado por mis íntimos sentidos;
los aromas, las luces, los ecos, los ruidos,
como en ondas atávicas me traen añoranzas
que forman mis ensueños, mis vidas y esperanzas.Mas, ¿dónde está aquel templo de mármol, y la gruta
donde mordí aquel seno dulce como una fruta?
¿Dónde los hombres ágiles que las piedras redondas
recogían para los cueros de sus hondas?...Calma, calma. Esto es mucha poesía, señora.
Ahora hay comerciantes muy modernos. Ahora
mandan barcos prosaicos la dorada Valencia,
Marsella, Barcelona y Génova. La ciencia
comercial es hoy fuerte y lo acapara todo.
Entretanto, respiro mi salitre y mi yodo
brindados por las brisas de aqueste golfo inmenso,
y a un tiempo, como Kant y como el asno, pienso.
Es lo mejor.                             Y aquí mi epístola concluye.
Hay un ansia de tiempo que de mi pluma fluye
a veces, como hay veces de enorme economía.
«Si hay, he dicho, señora, alma clara, es la mía».
Mírame transparentemente, con tu marido,
y guárdame lo que tú puedas del olvido.
Fa Be O Jan 2013
no sabia que lo que yo sentia
tuviera nombre...
le llamaba amor,
le llamaba tentacion,
le llamaba frustracion,
le llamaba decepcion,
le llamaba inspiracion.
y no, no llegaba
ninguna palabra
ni a la mitad.
y tu lo dijiste:
incondicional
esa palabra que lo explica todo:
el porque de mis desvelos,
el sentimiento de enojo
cuando mis ojos
captaban los tuyos mirando a otros,
y aun así pensar que eran hermosos,
la razón por la cual
mi orgullo no existe contigo,
lo que excusa
que yo te bese donde quieras:
en el cuello cuando estamos solos,
en la mejilla cuando hay que pretender
simplemente amistad.
incondicional:
que me rompas el corazón
de mil maneras,
a tu forma, cuando quieras;
y que vuelva otra vez,
a perdonarte mil veces
como a ti te gusta,
pidiéndote que me quieras
un poquito mas,
un poquito mas así....
incondicional:
que sepa siempre
cuando se trata de amar,
cuando de los negocios,
y cuando de solo idear....
que cambie mi voz,
que te complazca
una noche
con mis gemidos sin aliento,
con mi llanto de placer,
y al otro día
que te informe ,
bien seria y profesional,
los detalles de aquel plan....
incondicional
saber que ahi voy a estar,
que voy a ser lo que necesites,
cuando lo necesites.
incondicional
*incondicional
1/10/13
Adrián Poveda Sep 2015
Tengo el tiempo de barrera entre despertar y mirar las estrellas y que la casualidad no me ponga unas nubes, personas plagadas de nuevas maneras.

Todos guardan un cuento que se actúa de forma diferente en cada situación, de igual forma tenemos esencia y algunos tenemos conciencia que puede ser borrada por bombas de hielo o soles de amor.

La velocidad de la luz hace difícil esperar, calculo que hay dos horas que solo pasan a la velocidad del sonido y las paso dormido porque sueño despierto.

Llego al atardecer entre siluetas del pasado, las fotos del verano y tu terraza sobresalen en mi escritorio, más no empiezo el cuento del adiós porque parto cada noche a buscar esa estrella que miramos los dos.
Copyright © 2015 Adrián Poveda All Rights Reserved
Hermosa como la estrella
De la alborada de mayo
Fue en Méjico hará dos siglos
Doña Ana María de Castro.

Ninguna logró excederle
En la elegancia y el garbo
Ni en los muchos atractivos
De su afable y fino trato.

Sus maneras insinuantes,
Su genio jovial y franco,
Su lenguaje clara muestra
De su instrucción y su rango:

Su talle esbelto y flexible,
Sus ojos como dos astros
Y las riquísimas joyas,
Con que esmaltó sus encantos.

La hicieron en todo tiempo
La más bella en el teatro,
La mejor por sus hechizos,
La primera en los aplausos.

Los atronadores vivas,
Los gritos del entusiasmo
Siempre oyó, noche por noche,
Al pisar el escenario.

En canciones, en comedias,
En sacramentales autos,
Ninguna le excedió en gracia,
Ni le disputó los lauros.

Doña Ana entre bastidores
Era de orgullo tan alto,
Que a todos sus compañeros
Trató como a sus lacayos.

Las maliciosas hablillas,
Los terribles comentarios,
Los epigramas agudos
Y los rumores más falsos,

Siempre tuvieron origen
Según el vulgo, en su cuarto,
Centro fijo en cada noche
De los jóvenes más guapos.

Allí en torno de una mesa
Se charlaba sin descanso,
Sin escrúpulos ni coto
De lo bueno y de lo malo.

Si la gazmoña chicuela
Del marqués, ama a Fulano,
Y si éste le guiña el ojo
Escondido en algún palco;

Si la esposa de un marino
Mira con afán extraño
Al alabardero Azunza
Que de algún noble está al lado;

Si el Virrey fijó sus ojos
Con interés en el patio,
Como en busca de un amigo
Que subiera a acompañarlo,

Sobre el último alboroto
De tal calle y de tal barrio
Con alguaciles, corchetes
Mujerzuelas y soldados

La actriz, risueña y festiva
Oyendo tales relatos,
A todos daba respuestas
Como experta en cada caso.

Algunos por conquistarse
Su pasión más que su agrado,
Sin lograr sus esperanzas
Grandes sumas se gastaron;

Otros con menos fortuna
Sólo anhelaban su trato
Viviendo como satélites
En derredor de aquel astro.

Ana, radiante de gloria,
Miraba con desenfado
A los opulentos nobles
Que eclipsara con su encanto.

Y en la sociedad más alta
Censuraban su descaro
Creyéndola una perdida,
Foco de vicios y escándalos.

Mas no hay crónica que ponga
Tan duros juicios en claro,
Ni nos diga que a ninguno
Se rindió por los regalos.

Ella protegió conquistas
De sus amigos más francos,
Y quizá empujó al abismo
A los galanes incautos.

Astuta e inteligente
Guardó en su amor tal recato
Que tan valioso secreto
No han descubierto los años.

Se habla de un Virrey
Que estuvo de doña Ana enamorado,
Mas la historia no lo afirma
Ni puedo yo asegurarlo.

Mujer hermosa y ardiente,
De genio y en el teatro,
Por la calumnia y la envidia
Tuvo medidos sus pasos.
Por sabias disposiciones
Dictadas con gran acierto
Las actrices habitaban
Muy cerca del coliseo.

Este se alzó por entonces
Entre el callejón estrecho
Que del Espíritu Santo
Llamamos en nuestro tiempo,

Y la calle de la Acequia,
En los solares extensos
Que hoy las gentes denominan
Calle del Coliseo Viejo.

Y cerca, en vecina calle,
Que por tener un colegio
Destinado a las doncellas
«De las niñas» llama el pueblo,

Las artistas del teatro
Buscaron sus aposentos,
Y de las Damas llamóse
A tal motivo aludiendo.

Una noche gran tumulto
Turbó del barrio el sosiego,
A los más graves vecinos
Levantando de sus lechos;

Los jóvenes elegantes
Formando corrillo inmenso,
Seguidos de gente alegre
Y poco amiga del sueño,

A la puerta de una casa
Su carrera detuvieron
Acompañando sus trovas
Con sonoros instrumentos

-«Serenata a la de Castro»,
Dijo al mirarlos un viejo.
-¿Y por qué así la celebran?
Preguntó un mozo indiscreto.

-¡Cómo por qué! dijo alguno;
El Virrey loco se ha vuelto
Y prendado de la dama
Ordena tales festejos.

-¿El Virrey?-Así lo dicen.
-¡El Virrey! -Ni más ni menos;
Y allí cantan edecanes,
Corchetes y alabarderos.
-¿Será posible ?
-Miradlos...
-¡Qué locuras!
-Y ¡qué tiempos!
-Los oidores están sordos.
-Al menos están durmiendo.
-¡Turbar en tan altas horas
La soledad y el silencio!
¡Y alarmar a los que viven
Con recato en los conventos!

-¡Y por una mujerzuela!
-¡Una farsanta que ha puesto,
Como a Job, a tantos ricos
Que están limosna pidiendo!

-¿Y la Inquisición? -Se calla.
-¿Y la mitra? -¿Y el Gobierno?
-Doña Ana domina a todos
Con su horrible desenfreno.

-¿Y es hermosa? -Cual ninguna.
-¿Joven? -¡Y de gran talento!
-Y con dos ojos que vierten
Las llamas del mismo infierno.

-Con razón con sus hechizos
Vuelve locos a los viejos.
-El Virrey no es un anciano.
-Ni tampoco un arrapiezo.

-Pero escuchad lo que dicen
Cantando esos bullangueros.
-Es el descaro más grande
Tal cosa decir en verso.

Y al compás de la guitarra
Vibraba claro el acento
De un doncel que así decía
En obscura capa envuelto:

-«¡Sal a tu balcón, señora,
Que por mirarte me muero,
Piensa en que por ver tus gracias
El trono y la corte dejo».

-Más claro no canta un gallo.
-Y todos lo estáis oyendo.
El Virrey deja su trono
Por buscar a la... ¡Silencio!

-¡Cómo está la Nueva España!
-¡Pobre colonia! -Me atrevo
A decir que no se ha visto
Cosa igual en todo el reino.

Y los del corro cantaban,
Y al fin todos aplaudieron
Al mirar que la de Castro
A su balcón salió luego.

-«¡Vivan la luz y la gracia,
La sandunga y el salero!»
-«Ya asomó el sol en oriente».
-«¡Ya el alba tiñó los cielos!»

Y doña Ana agradecida
Buscando a todos un premio,
Llevó la mano a los labios
Y al grupo le arrojó un beso.

Creció el escándalo entonces
Rayó en locura el contento
Y volaron por los aires
Las capas y los sombreros,

Cerró su balcón la dama,
Apagáronse los ecos,
Dispersáronse las gentes
Y todo quedó en silencio
Con grande asombro se supo,
Trascurridas dos semanas
Desde aquella escandalosa
Aunque alegre serenata,

Que las glorias de la escena,
Los laureles de la fama,
El brillo y los oropeles
De la carrera dramática,

Por inexplicable cambio,
Por repentina mudanza,
Sin reserva y sin esfuerzo
Todo dejaba doña Ana.

Y alguno de los que saben
Cuanto en los hogares pasa
Y que exploran con cautela
Los secretos de las almas,

Dijo a todos los amigos
De artista tan celebrada
Que un sermón del Viernes Santo
Era de todo la causa.

El padre Matías Conchoso,
Cuya elocuente palabra
Los más duros corazones
Convirtiera en cera blanda,

Al ver entre su auditorio
A tan arrogante dama
Atrayéndose en el templo
De los hombres las miradas,

Habló de lo falso y breves
Que son las glorias mundanas;
De los mortales pecados
De los que viven en farsas;

De los escándalos graves
Que a la sociedad alarma
Cuando una actriz sin recato
Incautos pechos inflama;

Y con tan vivos colores
Pintó la muerte y sus ansias
Y al infierno perdurable
Que al pecador se prepara;

Que la de Castro, temblando,
Cayó al punto desmayada
Con el hechicero rostro
Bañado en ardientes lágrimas.

Sacáronla de aquel templo,
Condujéronla a su casa,
Y temiendo que muriera
Fueron a sacramentarla.

Cuando cesaron sus males,
Y estuvo en su juicio y sana,
En señal de penitencia
Resolvió dejar las tablas;

Y vendió trajes y joyas;
Y las sumas que dejaran
Se las entregó a la Iglesia
De su nuevo voto en aras.

Entró después de novicia
Y su conducta sin mancha
Y su piedad y su empeño
Por vivir estando en gracia,

Abreviaron sus afanes,
La dieron consuelo y calma
Y tomó el hábito y nunca
El mundo volvió a mirarla.

Fueron tales sus virtudes
Y sus hechos de enclaustrada,
Que cuentan los que lo saben
Que murió en olor de santa.

Por muchos años miróse
La celda pequeña y blanca
Que ocupó en Regina Coeli
La memorable doña Ana.

Y aun se conservan los muros
De la antigua estrecha casa
En que vivió aquella artista
En la «Calle de las Damas».

Pasó, dejando animosa
Riqueza, aplausos y fama,
Del escenario a la celda
¡Por la salvación del alma!
Sdru Jul 2013
Sin ti, yo no existo

Encuentro mil maneras de demostrarte
lo que significas para mi
en un suspiro resalta tu mirada
veo al cielo, totalmente inundada
con tu hermoso rostro
reflejado en aquel mar
tus ojos me demuestran
que aun se amar

Con este sentimiento puedo acercarme a ti
quisiera estar para siempre rodeandote de amor
para asi jamas irme de tu lado
y que sepas quien en verdad soy

te prometo estar a tu lado
juntos por siempre
asi sera ya lo veras
jamas nos vamos a separar
EME Dec 2014
...
Te amo, te amo porque ya no sé que más hacer contigo, te he odiado hasta el punto en el que te he desterrado de mís líneas y mis versos, te he extrañado lo suficiente como para estar dispuesto a equivocarme de nuevas maneras a lado tuyo y siempre término amándote.
Andrés, aunque te quitas la boina cuando paso
y me llamas «señor», distanciándote un poco.
reprobándome -veo- que no lleve corbata,
que trate falsamente de ser un tú cualquiera,
que cambie los papeles -tú por tú, tú barato-,
que no sea el que exiges -el amo respetable
que te descansaría-,
y me tiendes tu mano floja, rara, asusta
como un triste estropajo de esclavo milenario,
no somos dos extraños.
Tus penas yo las sufro. Mas no puedo aliviarte
de las tuyas dictando qué es lo justo y lo injusto.

No sé si tienes hijos.
No conozco tu casa, ni tus intimidades.
Te he visto en mis talleres, día a día, durando,
y nunca he distinguido si estabas triste, alegre,
cansado, indiferente, nostálgico o borracho.
Tampoco tú sabías cómo andaban mis nervios,
ni que escribía versos -siempre me ha avergonzado-,
ni que yo y tú, directos,
podíamos tocarnos, sin más ni más, ni menos,
cordialmente furiosos, estrictamente amargos,
anónimos, fallidos, descontentos a secas,
mas pese a todo unidos como trabajadores.

Estábamos unidos por la común tarea,
por quehaceres viriles, por cierto ser conjunto,
por labores sin duda poco sentimentales
-cumplir este pedido con tal costo a tal fecha;
arreglar como sea esta máquina hoy mismo-
y nunca nos hablamos de las cóleras frías,
de los milagros machos,
de cómo estos esfuerzos serán nuestra sustancia,
y el sueldo y la familia, cosas vanas, remotas,
accesorias, gratuitas, sin último sentido.
Nunca como el trabajo por sí y en sí sagrado
o sólo necesario.

Andrés, tú lo comprendes. Andrés, tú eres un vasco.
Contigo sí que puedo tratar de lo que importa,
de materias primeras,
resistencias opacas, cegueras sustanciales,
ofrecidas a manos que sabían tocarlas,
apreciarlas, pesarlas, valorarlas, herirlas,
orgullosas, fabriles, materiales, curiosas.
Tengo un título bello que tú entiendes: Madera,
Pino rojo de Suecia y Haya brava de Hungría,
Samanguilas y Okolas venidas de Guinea,
Robles de Slavonía y Abetos del Mar Blanco,
Pinoteas de Tampa, Mobile o Pensacola.

Maderas, las maderas humildemente nobles,
lentamente crecidas, cargadas de pasado,
nutridas de secretos terrenos y paciencia,
de primaveras justas, de duración callada,
de savias sustanciadas, felizmente ascendentes.
Maderas, las maderas buenas, limpias, sumisas,
y el olor que expandían,
y el gesto, el nudo, el vicio personal que tenían
a veces ciertas rollas,
la influencia escondida de ciertas tempestades,
de haber crecido en esta, bien en otra ladera,
de haber sorbido vagas corrientes aturdidas.

Hay gentes que trabajan el hierro y el cemento;
las hay dadas a espartos, o a conservas, o a granos,
o a lanas, o a anilinas, o a vinos, o a carbones;
las hay que sólo charlan y ponen telegramas
mas sirven a su modo;
las hay que entienden mucho de amiantos o de grasas,
de prensas, celulosas, electrodos, nitratos; 
las hay, como nosotros, dadas a la  madera,
unidas por las sierras, los tupis, las machihembras,
las herramientas fieras del héroe prometeico
que entre otras nos concretan
la tarea del hombre con dos manos, diez dedos.

Tales son los oficios. Tales son las materias.
Tal la forma de asalto del amor de la nuestra,
la tuya, Andrés, la mía.
Tal la oscura tarea que impone el ser un hombre.
Tal la humildad que siento. Tal el peso que acepto.
Tales los atrevidos esfuerzos contra un mundo
que quisiera seguirse sin pena y sin cambio,
pacífico y materno,
remotamente manso, durmiendo en su materia.
Tales, tercos, rebeldes, nosotros, con dos manos,
transformándolo, fieros, construimos un mundo
contra naturaleza, gloriosamente humano.

Tales son los oficios. Tales son las materias.
Tales son las dos manos del hombre, no ente abstracto.
Tales son las humildes tareas que precisan
la empresa prometeica.
Tales son los trabajos comunes y distintos;
tales son los orgullos, las rabias insistentes,
los silencios mortales, los pecados secretos,
los sarcasmos, las llamas, los cansancios, las lluvias;
tales las resistencias no mentales que, brutas,
obligan a los hombres a no explicar lo que hacen;
tales sus peculiares maneras de no hablarse
y unirse, sin embargo.

Mira, Andrés, a los hombres con sus manos capaces,
con manos que construyen armarios y dínamos,
y versos y zapatos;
con manos que manejan furiosas herramientas,
fabrican, eficaces, tejidos, radios, casas,
y otras veces se quedan inmóviles y abiertas
sobre ese blanco absorto de una cuartilla muerta.
Manos raras, humanas;
manos de constructores, manos de amantes fieles
hechas a la medida de un seno acariciado;
manos desorientadas que el sufrimiento mueve
a estrechar fuertemente, buscando la una en la otra.

Están así los hombres
con sus manos fabriles o bien sólo dolientes,
con manos que a la postre no sé para qué sirven.
Están así los hombres vestidos, con bolsillos
para el púdico espanto de esas manos desnudas
que se miran a solas, sintiéndolas extrañas.
Están así los hombres y, en sus ojos, cambiadas,
las cosas de muy dentro con las cosas de fuera,
y el tranvía, y las nubes, y un instinto -un hallazgo-,
todo junto, cualquiera,
todo único y sencillo, y efímero, importante,
como esas cien nonadas que pasan o no pasan.

Mira, Andrés, a los hombres, ya sentados, ya andando,
tan raros si nos miran seriamente callados,
tan raros si caminan, trabajan o se matan,
tan raros si nos odian, tan raros si perdonan
el daño inevitable,
tan raros que si ríen nos enseñan los dientes,
tan raros que si piensan se doblan de ironía.
Mira, Andrés, a estos hombres.
Míralos. Yo te miro. Mírame si es que aguantas.
Dime que no vale la pena de que hablemos,
dime cuánto silencio formó tu ser obrero,
qué inútilmente escribo, qué mal gusto despliego.

Mira, Andrés, cómo estamos unidos pese a todo,
cómo estamos estando, qué ciegamente amamos.
Aunque ya las palabras no nos sirven de nada,
aunque nuestras fatigas no puedan explicarse
y se tuerzan las bocas si tratamos de hablarnos,
aunque desesperados,
bien sea por inercia, terquedad o cansancio,
metafísica rabia, locura de existentes
que nunca se resignan, seguimos trabajando,
cavando en el silencio,
hay algo que conmueve y entiendes sin ideas
si de pronto te estrecho febrilmente la mano.
La mano, Andrés. Tu mano, medida de la mía.
Kiara del Valle Jun 2014
La sonrisa con que me visto hoy
ha visto el mundo de maneras en el que el mundo no estaba diseñado para ser visto
La sonrisa que retumba en tus labios es el ingrediente secreto
para dar el paso y hacer eso
Eso que nunca me atreví hacer
Dejar un futuro seguro
por una predicción incierta.

La sonrisa con que me visto hoy
no es la misma de ayer
pues se ha cansado de sonreir a cambio de puñales
Esta sonrisa es innata, pero ya no siente
Esta sonrisa agoniza por un mundo que no escucha
Es poca la salvación, pero mucha la esperanza
La España de charanga y pandereta,
cerrado y sacristía,
devota de Frascuelo y de María,
de espíritu burlón y alma quieta,
ha de tener su mármol y su día,
su infalible mañana y su poeta.
En vano ayer engendrará un mañana
vacío y por ventura pasajero.
Será un joven lechuzo y tarambana,
un sayón con hechuras de bolero,
a la moda de Francia realista
un poco al uso de París pagano
y al estilo de España especialista
en el vicio al alcance de la mano.
Esa España inferior que ora y bosteza,
vieja y tahúr, zaragatera y triste;
esa España inferior que ora y embiste,
cuando se digna usar la cabeza,
aún tendrá luengo parto de varones
amantes de sagradas tradiciones
y de sagradas formas y maneras;
florecerán las barbas apostólicas,
y otras calvas en otras calaveras
brillarán, venerables y católicas.
El vano ayer engendrará un mañana
vacío y ¡por ventura! pasajero,
la sombra de un lechuzo tarambana,
de un sayón con hechuras de bolero;
el vacuo ayer dará un mañana huero.
Como la náusea de un borracho ahíto
de vino malo, un rojo sol corona
de heces turbias las cumbres de granito;
hay un mañana estomagante escrito
en la tarde pragmática y dulzona.
Mas otra España nace,
la España del cincel y de la maza,
con esa eterna juventud que se hace
del pasado macizo de la raza.
Una España implacable y redentora,
España que alborea
con un hacha en la mano vengadora,
España de la rabia y de la idea.
Acaso él mismo fuera en parte responsable,
Por el afán de parecer un ángel, eterno adolescente,
De aquel diminuto familiar en exceso con el mozo,
De sabor desdeñoso para el hombre,
Con el cual en privado y en público llamaban
Unos y otros, amigos como extraños,
Con esas peculiares maneras españolas,
Al cincuentón obeso en que se convirtiera.

En el poeta la espiritual compleja maquinaria
De sutil precisión y exquisito manejo
Requiere entendimiento, y no tan sólo
En quienes al poeta se aproximan
Sino también en quien detenta a aquélla.
Mas él, siempre movido por el capricho irrazonable del infante,
No quiso, tal vez no supo manejarla,
Ayudando a los otros, contra él, en el desdén artero.

Porque en la cuenta debe entrar la idiosincrasia indígena
Que jamás admitiera cómo excelencia puede corresponder a
varios:
Su fanatismo antes mejor prospera si se concentra en la de uno.
Así tantos compadres del Poeta en Residencia,
Sin excluir, por su interés en la guerrilla, a éste,
Quisieron consignar al olvido su raro don poético,
Cuidando de ver en él tan sólo y nada más que a "Manolito"
Y callando al poeta admirable que en él hubo.
En las viejas telarañas de la tristeza
suelen caer las moscas de sartre
pero nunca las avispas de aristófanes

uno puede entristecerse
por muchas razones y sinrazones
y la mayoría de las veces sin motivo aparente
sólo porque el corazón se achica un poco
no por cobardía sino por piedad

la tristeza puede hacerse presente
con palabras claves o silencios porfiados
de todas maneras va a llegar
y hay que aprontarse a recibirla

la tristeza sobreviene a veces
ante el hambre millonaria del mundo
o frente al pozo de alma de los desalmados

el dolor por el dolor ajeno
es una constancia de estar vivo

después de todo / pese a todo
hay una alegría extraña / desbloqueada
en saber que aún podemos estar tristes
Mente de caballos de carnaval, mente inparable siempre soñando de deseos inalcansables. Mundo de fantasia, mundo perfecto lo que siempre yo he pensado que es correcto. No hay preocupasiones porque no hay tiempo para ellas es una accion sin existencia. Para mi esto es mi ser muy despejado de la realidad pero vivo de el, reacciono differente tal vez muy creativo es complicado vivir en dos mundos y que uno sea elusivo. No prefiero el ireal aunque nadie me crea, siempre estoy en el espacio sin nave y sin esfuerzo. Pero esta mente no es un juego es dificil vivir en dos mundos cuando solo uno de ellos es importante. Pero en este carnaval no hay tal cosa como el descanso. Intento lo mejor pero mi mente me llama me atrae de diferentes maneras con las cosas que trama. Soluciones para problemas de una manera poca visible, y possibilidades de gran interes en mi vida constante. Yo lo decidi ase mucho en sacar tiempo para los dos sin el mundo elusivo no existiria "yo".
Adrián Poveda Apr 2014
Ser
Días de aceptar lo inaceptable,
de despertar, de caminar sin regresar a ver,
ir haciendo historias, armando puentes,
nuevas maneras de ser, siendo el mismo,
cambiar algunas incongruencias de la vida,
para tener otras; volver a empezar,
sin creer en el destino,
reescribir cada situación de manera diferente,
siendo consciente del cambio,
pero sin interpretarlo, y solo dejarse ser,
irrepetible, inconsistente, irrenunciable,
ambiguamente nuevo, frío y claro,
sin miedo, días de vivir a mi manera.
Copyright © 2014 Adrián Poveda All Rights Reserved
Jr Aug 2017
El cielo llora,
no por desamores
ni por una muerte,
llora por la falta de llanto
de tanta gente

Pide clemencia el indigente,
algo para comer
bajo la lluvia
que moja los pocos billetes,
no alcanzan de todas maneras

Las lágrimas no salieron de los rostros,
se condensaron en pensamientos
que inundaron el domo celeste
que cubre nuestras cabezas

Ahora nos empapa inclemente,
no ve si moja al niño, al anciano o al enfermo
no escatima en gotas frías
se sienten como notas graves en un piano viejo

Mientras,
abro el paraguas,
no para cesar el llanto,
sino para ignorarlo,
como me han enseñado
Cuando allá dicen unos
Que mis versos nacieron
De la separación y la nostalgia
Por la que fue mi tierra,
¿Sólo la más remota oyen entre mis voces?
Hablan en el poeta voces varias:
Escuchemos su coro concertado,
Adonde la creída dominante
Es tan sólo una voz entre las otras.

Lo que el espíritu del hombre
Ganó para el espíritu del hombre
A través de los siglos,
Es patrimonio nuestro y es herencia
De los hombres futuros.
Al tolerar que nos lo nieguen
y secuestren, el hombre entonces baja,
¿Y cuánto?, en esa dura escala
Que desde el animal llega hasta el hombre.

Así ocurre en tu tierra, la tierra de los muertos,
Adonde ahora todo nace muerto,
Vive muerto y muere muerto;
Pertinaz pesadilla: procesión ponderosa
Con restaurados restos y reliquias,
A la que dan escolta hábitos y uniformes,
En medio del silencio: todos mudos,
Desolados del desorden endémico
Que el temor, sin domarlo, así doblega.

La vida siempre obtiene
Revancha contra quienes la negaron:
La historia de mi tierra fue actuada
Por enemigos enconados de la vida.
El daño no es de ayer, ni tampoco de ahora,
Sino de siempre. Por eso es hoy.
La existencia española, llegada al paroxismo,
Estúpida y cruel como su fiesta de los toros.

Un pueblo sin razón, adoctrinado desde antiguo
En creer que la razón de soberbia adolece
y ante el cual se grita impune:
Muera la inteligencia, predestinado estaba
A acabar adorando las cadenas
y que ese culto obsceno le trajese
.Adonde hoy le vemos: en cadenas,
Sin alegría, libertad ni pensamiento.

Si yo soy español, lo soy
A la manera de aquellos que no pueden
Ser otra cosa: y entre todas las cargas
Que, al nacer yo, el destino pusiera
Sobre mí, ha sido ésa la más dura.
No he cambiado de tierra,
Porque no es posible a quien su lengua une,
Hasta la muerte, al menester de poesía.

La poesía habla en nosotros
La misma lengua con que hablaron antes,
y mucho antes de nacer nosotros,
Las gentes en que hallara raíz nuestra existencia;
No es el poeta sólo quien ahí habla,
Sino las bocas mudas de los suyos
A quienes él da voz y les libera.

¿Puede cambiarse eso? Poeta alguno
Su tradición escoge, ni su tierra,
Ni tampoco su lengua; él las sirve,
Fielmente si es posible.
Mas la fidelidad más alta
Es para su conciencia; y yo a ésa sirvo
Pues, sirviéndola, así a la poesía
Al mismo tiempo sirvo.

Soy español sin ganas
Que vive como puede bien lejos de su tierra
Sin pesar ni nostalgia. He aprendido
El oficio de hombre duramente,
Por eso en él puse mi fe. Tanto que prefiero
No volver a una tierra cuya fe, si una tiene, dejó de ser la
mía, Cuyas maneras
rara vez me fueron propias,
Cuyo recuerdo tan hostil se me ha vuelto
y de la cual ausencia y tiempo me extrañaron.

No hablo para quienes una burla del destino
Compatriotas míos hiciera, sino que hablo a solas
(Quien habla a solas espera hablar a Dios un día)
O para aquellos pocos que me escuchen
Con bien dispuesto entendimiento.
Aquellos que como yo respeten
El albedrío libre humano
Disponiendo la vida que hoy es nuestra,
Diciendo el pensamiento al que alimenta nuestra vida.

¿Qué herencia sino ésa recibimos?
¿Qué herencia sino ésa dejaremos?
Nunca he podido confirmarlo, pero dicen que en plena guerra de las
Malvinas le preguntaron a Borges qué solución se le
ocurría para el conflicto, y él, con su sorna
metafísica de siempre, respondió: "Creo que Argentina y
Gran Bretaña tendrían que ponerse de acuerdo y adjudicar
las Malvinas a Bolivia, para que este país logre por fin su salida al mar".

En realidad, la ironía de Borges (siempre que la cita sea
verdadera) se basaba en una obsesión que está presente en
todo boliviano, ese alguien que siempre parece estar acechando el
horizonte en busca del esquivo mar que le fue negado. Tiene el
Titicaca, por supuesto, pero el enorme lago sólo le sirve para
que crezca su frustración, ya que en vez de conducirlo a otros
mundos, sólo lo conduce a sí mismo.

De todas maneras, cuando algún boliviano llega al mar, aunque
éste sea ajeno, siempre se trata de un blanco, nunca de un
indio. Hubo un indio, sin embargo, nacido junto a las minas de Oruro,
que por un extraño azar pudo alcanzar el mar prohibido.

Debió ser un niño simpático y bien dispuesto, ya
que una dama paceña, que estaba de paso en Oruro y
pertenecía a una familia acaudalada, lo vio casualmente y se lo
trajo a la capital, allá por los años cincuenta.
Rebautizado como Gualberto Aniceto Morales, aprendió a leer y
aprendió a servir. Y tan bien lo hizo, que cuando sus patrones
viajaron a Europa, lo llevaron consigo, no precisamente para ampliar su
horizonte sino para que los auxiliara en menesteres domésticos.

Así fue que el muchacho (que para ese entonces ya había
cumplido quince años) pudo ir coleccionando en su memoria
imágenes de mar: desde la tibieza verde del Mediterráneo
hasta los golfos helados del Báltico. Cuando al cabo de un
año sus protectores regresaron, Gualberto Aniceto pidió
que lo dejaran viajar a su pueblo para ver a su familia.

Allí, en su pobreza de origen, en la humilde y despojada
querencia, ante la mirada atónita y el silencio compacto de los
suyos, el viajero fue informando larga y pormenorizadamente sobre
farallones, olas, delfines, astilleros, mareas, peces voladores, buques
cisternas, muelles de pescadores, faros que parpadean, tiburones,
gaviotas, enormes transatlánticos.

No obstante, llegó una noche en que se quedó sin
recuerdos y calló. Pero los suyos no suspendieron su expectativa
y siguieron mirándolo, esperando, arracimados sobre el piso de
tierra y con las mejillas hinchadas por la coca. Desde el fondo del
recinto llegó la voz del abuelo, todavía inexorable, a
pesar de sus pulmones carcomidos: "¿Y qué más?".

Gualberto Aniceto sintió que no podía defraudarlos.
Sabía por experiencia que la nostalgia del mar no tiene fin. Y
fue entonces, sólo entonces, que empezó a hablar de las sirenas.
deadboycreek Mar 2018
qué bónito es estar viva
estar joven y estar viva 
qué bónito está el cielo
cubierto de nubes grises
transparentes de papél 
nuestros días ocupados
y llenos de pápel
qué se vea apenas el sol
a punto de llover 
qué exquisitas las palabras 
que le susurras a mi hombro
cuando me buscas tú o te busco yo
cuando toco apénas tu rostro 
con miedo a que te hagas humo 
te desvanezca el sol
y resbales de mis manos 
(como todo lo que quisiera tener) 
te pregunto sobre una cicatriz 
que tienes arriba de los labios 
sobre lo rasposo de tus palmas
lo hermoso de tus manos 
que obedecen tan divina imaginación 
tu inteligencia, tu visión 
qué bónita tu concentración
también con enojo o melancolía
tristeza o frustración 
lo que hay detrás de tus ojos 
eres música y color 
qué bónita la sorpresa 
imagína mi extrañeza
al ver a los ojos alguien 
que viera el mundo como yo
cuando conocí apenas tu rostro 
sin percibir algo especial 
de la nada en esos labios
discurso sin forzar
sobre lo bello y lo sensible 
(en ese instante me perdiste)
me hablaste primero de belleza 
así que deja te contesto
aquí va mi respuesta 
(y te digo en que me perdí) 
lleno hojas de belleza
la que veo en tu existir 

qué bónito estar viva 
estar jóven y estar viva
qué bónito día tan gris
qué bónito está el cielo 
qué bónita tu nariz
y qué linda tu boca
cuando hablas del mar
qué dulce tu voz y melodía 
tus metáforas marinas
sobre agua y licór
que con dulzura frenética 
describes el amor 
qué gentiles tus manos 
cuando juegas con mis dedos
cuando entiendes de que hablo 
concordamos en qué cosas 
sì importan; y tú me importas
cuando estando solos
no nos sentimos solos
(¡aunque te llegue solo al hombro!) 
lejos de quien no entiende 
que me miren a los ojos y digan
que nada bueno saldrá 
de lo que siento por tí 
infinito como el mar
tenías razón con lo del mar
pensé que ya se había dicho todo 
lo que se podría decir sobre el mar
ahora veo la perpetuidad
infinitud desconocida 
el mismo asombro que veo en tí
mi fascinación con las estrellas 
las del cielo y las de tus ojos
la gran bóveda y tu aura azùl
ambas me cubren siempre
cuando te escucho cantar o hablar 
cuando me preguntaste que era 
lo que me gusta de tí
y aquí está mi respuesta
mira de cuantas maneras te las digo 
qué bónito el cielo; qué bónito existir 
al mismo tiempo y sin tocarte
te juro que no son tus pestañas 
ni tus lunares, manchas de Apollo
ni las mariposas en mi estomago 
es ver lo que eres tal eres
poderte decir todo esto tan bónito
que siento por tí 
que me veas tal y como soy 
cuando te miro a los ojos 
y que te veas también a ti mismo
a través de mis ojos
Las Aves que, rompiendo el seno a Eolo,
vuelan campos Diáfanos ligeras;
moradoras del Bosque, incultas fieras,
sujetó tu piedad al hombre sólo.
La Hermosa lumbre del lozano Apolo
y el grande cerco de las once esferas
le sujetaste, haciendo en mil maneras
círculo firme en contrapuesto Polo.
Los elementos que dejaste asidos
con un brazo de Paz y otro de guerra,
la negra habitación del hondo abismo,
todo lo sujetaste a sus sentidos;
sujetaste al hombre Tú en la tierra,
y huye de sujetarse él a sí mismo.
Leydis Sep 2017
Él no me gusta,……. él me encanta.
Amarlo se ha convertido el motor que impulsa mis ganas.
Si, besarlo, sea en la mejilla, en la frente o en esos labios sabor a devoción, es el lema de mi alma.

No, él no me gusta...él me encanta.
Me encanta cuando el brillo de sus ojos a los míos acicalan.
Los visten de las ilusiones más pueriles,
humanizando mis esperanzas,
manifestándose en la fe en el ser humano.

Él no me gusta...él me encanta.
Cuando mis oídos escuchan su voz,
los cosmos se alinean y guiñan sus ojos,
bendiciendo una unión que pudo ser completamente frívola,
más se transformo en los incandescentes matices que viste el amor.

Nunca he amado tantos mis olfatos como ahora que él está en mi vida.
El poder oler la magia de su dignidad,
saborear los añejos sabores en cada línea de su boca tibia, tierna, y seductiva,
mirarlo con dulce encanto, y si, hasta con suspicacia por sentir el milagro de haberlo encontrado,
escuchar esa voz que inunda mis adentros de emociones inefables,
tocarlo es como cuando la tarde se besa con la madrugada,
si, ahora por fin entiendo el diseño maestro de estos olfatos,
y con él, cada uno de esos sentidos se encuentra en casa.

Si, él me gusta como para inventar nuevas maneras de saborear el café de la vida.
Pero me encanta más,
como para por siempre enlazar mi alma y mi piel a su vida.
Él no me gusta....
¡Él me encanta para redefinir la palabra…estoy completamente feliz, día tras día!!

LeydisProse
9/11/2017
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Hay que decirlo: el alma no es la plácida fuente,
Ni el cofre perfumado ni el jardín escondido;
No es un fulgor de aurora naciendo en el poniente
Ni una fecha sin tiempo ni un nombre sin olvido.

En el alma hay rincones donde fermenta el llanto
Y alegres antifaces para el odio y la astucia.
Y sótanos de sombra donde gruñe el espanto,
Y raíces malignas y estanques de agua sucia.

Eso es así, señora; y, o mucho me equivoco,
Pero, como hay amores que también son así,
No tenéis más maneras de comprobar el mío
Que una noche con otro, sin que sintáis hastío,
O una tarde de lluvia sin que penséis en mí.
Leydis Aug 2017
Me here with hundreds of thousands of ways to love you....
But only my sheets partake in the show!!!

Yo aquí con cien mil maneras de amarte,
pero están solo mis sabanas
para demonstrarle !!
Valeria Chauvel Feb 2020
tengo la mala costumbre de recordarte y sonreír
Aunque tal vez te pierdo entre las sábanas
En un ayer desabrido ausento de palabras.

Tengo la mala manía de encontrarte en sueños
aunque no quiera te escabulles como el viento
sobre mi piel, sin dar espacio al abismo que nos separa

Tengo la mala suerte de tenerte siempre presente
En otros ojos, otras caricias, otros besos
Con el sabor de que nada es nuevo

Tengo el corazón parchado por el tiempo
Y nuestros recuerdos embarrados
De tu risa, maneras y rarezas.

Huyo de la agonía que me causa tu voz
Cuando la escucho entre mareas de altamar
Saboteando mi balsa de perderse entre las olas.

Voy a seguir cabalgando hacia el horizonte
Donde no hayan testigos, ni hechos.
Con una vieja brújula sin norte

Quizá toda la vida me la he pasando huyendo de ti
Pero sin querer donde sea te he encontrado
En la mala costumbre de recordarte y sonreir

— The End —