Submit your work, meet writers and drop the ads. Become a member
El césped. Desde la tribuna es un tapete verde. Liso, regular,
aterciopelado, estimulante. Desde la tribuna quizá crean que,
con semejante alfombra, es imposible errar un gol y mucho menos errar
un pase. Los jugadores corren como sobre patines o como figuras de
ballet. Quien es derrumbado cae seguramente sobre un colchón de
plumas, y si se toma, doliéndose, un tobillo, es porque el gesto
forma parte de una pantomima mayor. Además, cobran mucho dinero
simplemente por divertirse, por abrazarse y treparse unos sobre otros
cuando el que queda bajo ese sudoroso conglomerado hizo el gol
decisivo. O no decisivo, es lo mismo. Lo bueno es treparse unos sobre
otros mientras los rivales regresan a sus puestos, taciturnos, amargos,
cabizbajos, cada uno con su barata soledad a cuestas. Desde la tribuna
es tan disfrutable el racimo humano de los vencedores como el drama
particular de cada vencido. Por supuesto, ciertos avispados
espectadores siempre saben cómo hacer la jugada maestra y no
acaban de explicarse, y sobre todo de explicarlo a sus vecinos, por
qué este o aquel jugador no logra hacerla. Y cuando el
árbitro sanciona el penal, el espectador avispado también
intuye hacia qué lado irá el tiro, y un segundo
después, cuando el balón brinca ya en las redes, no
alcanza a comprender cómo el golero no lo supo. O acaso
sí lo supo y con toda deliberación se arrojó al
otro palo, en un alarde de masoquismo o venalidad o estupidez
congénita. Desde la tribuna es tan fácil. Se conoce la
historia y la prehistoria. O sea que se poseen elementos suficientes
como para comparar la inexpugnable eficacia de aquel zaguero
olímpico con la torpeza del patadura actual, que no acierta
nunca y es esquivado una y mil veces. Recuerdo borroso de una
época en que había un centre-half y un centre-forward,
cada uno bien plantado en su comarca propia y capaz de distribuir el
juego en serio y no jugando a jugar, como ahora, ¿no? El
espectador veterano sabe que cuando el fútbol se
convirtió en balompié y la ball en pelota y el dribbling
en finta y el centre-half en volante y el centre-forward en alma en
pena, todo se vino abajo y ésa es la explicación de que
muchos lleven al estadio sus radios a transistores, ya que al menos
quienes relatan el partido ponen un poco de emoción en las
estupendas jugadas que imaginan. Bueno, para eso les pagan,
¿verdad? Para imaginar estupendas jugadas y está bien.
Por eso, cuando alguien ha hecho un gol y después de los abrazos
y pirámides humanas el juego se reanuda, el locutor
idóneo sigue colgado de la "o" de su gooooooool, que en realidad
es una jugada suya, subjetiva, personal, y no exactamente del delantero
que se limitó a empujar con la frente un centro que, entre todas
las otras, eligió su cabeza. Y cuando el locutor idóneo
llega por fin al desenlace de la "ele" final de su gooooooool privado,
ya el árbitro ha señalado un orsai que favorece,
¿por qué no?, al locatario.

Es bueno contemplar alguna vez la cancha desde aquí, desde lo
alto. Así al menos piensa Benjamín Ferrés,
veintitrés años, digamos delantero de un Club Chico,
alguien últimamente en alza según los cronistas
deportivos más estrictos, y que hoy, después de empatarle
al Club Grande y ducharse y cambiarse, no se fue del estadio con el
resto del equipo y prefirió quedarse a mirar, desde la tribuna
ya vacía (sólo quedan los cafeteros y heladeros y
vendedores de banderitas, que recogen sus bártulos o tal vez
hacen cuentas) aquel campo en el que estuvo corriendo durante noventa
minutos e incluso convirtió uno, el segundo, de los dos goles
que le otorgan al Club Chico eso que suele llamarse un punto de oro.
Sí, desde aquí arriba el césped es una alfombra,
casi un paño verde como el del casino, con la importante
diferencia de que allá los números son fijos,
permanentes, y aquí (él, por ejemplo, es el ocho) cambian
constantemente de lugar y además se repiten. A lo mejor con el
flaco Suárez (que lleva el once prendido en la espalda)
podrían ser una de las parejas negras. O no. Porque de ambos,
sólo el Flaco es oscurito.

Ahora se levanta un viento arisco y las gradas de cemento son
recorridas por vasos de plástico, hojas de diario, talones de
entradas, almohadillas, pelotas de papel. Remolinos casi fantasmales
dan la falsa impresión de que las gradas se mueven, giran,
bailotean, se sacuden por fin el sol de la tarde. Hay papeles que suben
las escaleras y otros que se precipitan al vacío. A
Benjamín (Benja, para la hinchada) le sube una bocanada de
desconsuelo, de extraña ansiedad al enfrentarse, ¿por
primera vez?, con la quimera de cemento en estado de pureza (o de
basura, que es casi lo mismo) y se le ocurre que el estadio
vacío, desolado, es como un esqueleto de multitud, un eco
fantasmal de esa misma muchedumbre cuando ruge o aplaude o insulta o
agita banderas. Se pregunta cómo se habrá visto su gol
desde aquí, desde esta tribuna generalmente ocupada por las
huestes del adversario. Para los de abajo en la tabla, el estadio
siempre es enemigo: miles y miles de voces que los acosan, los
persiguen, los hunden, porque generalmente el que juega aquí, el
permanente locatario, es uno de los Grandes, y los de abajo sólo
van al estadio cuando les toca enfrentarlos, y en esas ocasiones apenas
si acarrean, en el mejor de los casos, algunos cientos de
fanáticos del barrio, que, aunque se desgañitan y agitan
como locos su única y gastada bandera, en realidad no cuentan,
es imposible que tapen, desde su islote de alaridos, el gran rugido de
la hinchada mayor. Desde abajo se sabe que existen, claro, y eso es
bueno, y de vez en cuando, cuando se suspende el juego por
lesión o por cambio de jugadores, los del Club Chico van con la
mirada al encuentro de aquel rinconcito de tribuna donde su bandera
hace guiños en clave, señales secretas como las del
truco. Y ésta es la mejor anfetamina, porque los llena de
saludable euforia y además no aparece en los controles
antidopping.

Hoy empataron, no está mal, se dice Benja, el número
ocho. Y está mejor porque todos sus huesos están enteros,
a pesar de la alevosa zancadilla (esquivada sólo por
intuición) que le dedicaran en el toletole previo al primer gol,
dos segundos antes de que el Colorado empujara nuevamente la globa con
el empeine y la colocara, inalcanzable, junto al poste izquierdo.
Después de todo, la playa es mía. Desde hace quince
años la vengo adquiriendo en pequeñas cuotas. Cuotas de
sol y dunas. Todos esos prójimos, prójimas y projimitos
que se ven tendidos sobre las rocas o bajo las sombrillas o corriendo
tras una pelota de engañapichanga o jugando a la paleta en una
cancha marcada en la arena con líneas que al rato se borran,
todos esos otros, están en la playa gracias a que yo les permito
estar. Porque la playa es mía. Mío el horizonte con
toninas remotas y tres barquitos a vela. Míos los peces que
extraen mis pescadores con mis redes antiguas, remendadas. El aire
salitroso y los castillos de arena y las aguas vivas y las algas que ha
traído la penúltima ola. Todo es mío.
¿Qué sería de mí, el número ocho,
sin estas mañanas en que la playa me convence de que soy libre,
de que puedo abrazar esta roca, que es mi roca mujer o tal vez mi roca
madre, y estirarme sin otros límites que mi propio límite
o hasta que siento las tenazas del cangrejo barcino sobre mi dedo
gordo? Aquí soy número ocho sin llevarlo en la espalda.
Soy número ocho sencillamente porque es mi identidad. Un cura o
un teniente o un payaso no necesitan vestir sotana o uniforme o traje
de colores para ser cura o teniente o payaso. Soy número ocho
aunque no lo lleve dibujado en el lomo y aunque ningún botija se
arrime a pedirme autógrafos, porque sólo se piden
autógrafos a los de los Clubes Grandes. Y creo que siempre
seré de Club Chico, porque me gusta amargarles la fiesta, no a
los jugadores que después de todo son como nosotros, sólo
que con más suerte y más guita, ni siquiera a la hinchada
grande por más que nos insulte cuando hacemos un fau y festeje
ruidosamente cuando el otro nos propina un hachazo en la canilla. Me
gusta arruinarles la fiesta, sobre todo a los dirigentes, esos
industriales bien instalados en su cochazo, en su piso de la Rambla y
en su mondongo, señores cuya gimnasia sabatina o dominical
consiste en sentarse muy orondos, arriba en el palco oficial, y desde
ahí ver cómo allá abajo nos reventamos, nos
odiamos, nos derretimos en sudores, y cuando sus jugadores ganan,
condescienden a llegar al vestuario y a darles una palmadita en el
hombro, disimulando apenas el asco que les provoca aquella piel
todavía sudada, y en cambio, cuando sus jugadores pierden, se
van entonces directamente a su casa, esta vez por supuesto sin ocultar
el asco. En verdad, en verdad os digo que yo ignoro si hacen eso, pero
me lo imagino. Es decir, tengo que imaginarlo así, porque una
cosa son las instrucciones del entrenador, que por supuesto trato de
cumplir si no son demasiado absurdas, y otra cosa son las instrucciones
que yo me doy, verbigracia vamo vamo número ocho hay que aguarle
la fiesta a ese presidente cogotudo, jactancioso y mezquino, que viene
al estadio con sus tres o cuatro nenes que desde ya tienen caritas de
futuros presidentes cogotudos. Bueno, no sé ni siquiera si tiene
hijos, pero tengo que imaginarlo así porque soy el número
ocho, insustituible titular de un Club Chico y, ya que cobro poco,
tengo que inventarme recompensas compensatorias y de esas recompensas
inventadas la mejor es la posibilidad de aguarle la fiesta al cogotudo
presidente del Grande, a fin de que el lunes, cuando concurra a su
Banco o a su banca, pase también su vergüenza rica, su
vergüenza suntuosa, así como nosotros, los que andamos en
la segunda mitad de la tabla, sufrimos, cuando perdemos, nuestra
vergüenza pobre. Pero, claro, no es lo mismo, porque los Grandes
siempre tienen la obligación de ganar, y los Chicos, en cambio,
sólo tenemos la obligación de perder lo menos posible. Y
cuando no ganamos y volvemos al barrio, la gente no nos mira con
menosprecio sino con tristeza solidaria, en tanto que al presidente
cogotudo, cuando vuelve el lunes a su Banco o a su banca, la gente, si
bien a veces se atreve a decirle qué barbaridad doctor porque
ustedes merecieron ganar y además por varios goles, en realidad
está pensando te jodieron doctor qué salsa les dieron
esos petizos. Por eso a mí no me importa ser número ocho
titular y que no me pidan autógrafos aquí en la playa ni
en el cine ni en Dieciocho. Los partidos no se ganan con
autógrafos. Se ganan con goles y ésos los sé
hacer. Por ahora al menos. También es un consuelo que la playa
sea mía, y como mía pueda recorrerla descalzo, casi
desnudo, sintiendo el sol en la espalda y la brisa en los ojos, o
tendiéndome en las rocas pero de cara al mar, consciente de que
atrás dejo la ciudad que me espía o me protege,
según las horas y según mi ánimo, y adelante
está esa llanura líquida, infinita, que me lame, me
salpica, a veces me da vértigo y otras veces me brinda una
insólita paz, un extraño sosiego, tan extraño que
a veces me hace olvidar que soy número ocho.
Alejandra. Lo extraño había sido que Benja conociera sus
manos antes que su rostro, o mejor aún, que se enamorara de sus
manos antes que de su rostro. Él regresaba de San Pablo en un
vuelo de Pluna. El equipo se había trasladado para jugar dos
amistosos fuera de temporada, pero Benja sólo había
participado en el primero porque en una jugada tonta había
caído mal y el desgarramiento iba a necesitar por lo menos cinco
días de cuidado, así que el preparador físico
decidió mandarlo a Montevideo para que allí lo atendieran
mejor. De modo que volvía solo. A la media hora de vuelo se
levantó para ir al baño y cuando regresaba a su sitio
tuvo la impresión de ser mirado pero él no miró.
Simplemente se sentó y reinició la lectura de Agatha
Christie, que le proponía un enigma afilado, bienhumorado y
sutil como todos los suyos.

De pronto percibió que algo singular estaba ocurriendo. En el
respaldo que estaba frente a él apareció una mano de
mujer. Era una mano delgada, de dedos largos y finos, con uñas
cuidadas pero sin color. Una mano expresiva, o quizá que
expresaba algo, pero qué. A los dos o tres minutos hizo
irrupción la otra mano, que era complementaria pero no igual.
Cada mano tenía su carácter, aunque sin duda
compartían una inquietante identidad. Benja no pudo continuar su
lectura. Adiós enigma y adiós Agatha. Las manos se
movían con sobriedad, se rozaban a veces. Él
imaginó que lo llamaban sin llamarlo, que le contaban una
historia, que le ofrecían respuestas a interrogantes que
aún no había formulado; en fin, que querían ser
asidas. Y lo más preocupante era que él también
quería asirlas, con todos los riesgos que un acto así
podía implicar, verbigracia que la dueña de aquellas
manos llamara inmediatamente a la azafata, o se levantara, enfrentada a
su descaro, y le propinara una espléndida bofetada, con toda la
vergüenza, adicional y pública, que semejante castigo
podía provocar. Hasta llegó a concebir, como un destello,
un título, a sólo dos columnas (porque era número
ocho, pero sólo de un Club Chico): conocido futbolista uruguayo
abofeteado en pleno vuelo por dama que se defiende de agresión
******.

Y sin embargo las manos hablaban. Sutiles, seductoras,
finísimas, dialogaban uña a uña, yema a yema, como
creando una espera, construyendo una expectativa. Y cuando fue ordenado
el ajuste de los cinturones de seguridad, desaparecieron para cumplir
la orden, pero de inmediato volvieron a poblar el respaldo y con ello a
convocar la ansiedad del número ocho, que por fin decidió
jugarse el todo por el todo y asumir el riesgo del ridículo, el
escándalo y el titular a dos columnas que acabaran con su
carrera deportiva. De modo que, tomada la difícil
decisión y tras ajustarse también él el
cinturón, avanzó su propia mano hacia los dedos
cautivantes, que en aquel preciso momento estaban juntos. Notó
un leve temblor, pero las manos no se replegaron. La suya
prolongó aquel extraño contacto por unos segundos, luego
se retiró. Sólo entonces las otras manos desaparecieron,
pero no pasó nada. No hubo llamada a la azafata ni bofetada.
Él respiró y quedó a la espera. Cuando el
avión comenzaba el descenso, una de las manos apareció de
nuevo y traía un papel, más bien un papelito, doblado en
dos. Benja lo recogió y lo abrió lentamente. Conteniendo
la respiración, leyó: 912437.

Se sintió eufórico, casi como cuando hacía un gol
sobre la hora y la hinchada del barrio vitoreaba su nombre y él
alzaba discretamente un brazo, nada más que para comunicar que
recibía y apreciaba aquel apoyo colectivo, aquel afecto, pero
los compañeros sabían que a él no le gustaba toda
esa parafernalia de abrazos, besos y palmaditas en el trasero, algo que
se había vuelto habitual en todas las canchas del mundo.
Así que cuando metía un gol sólo le tocaban un
brazo o le hacían desde lejos un gesto solidario. Pero ahora,
con aquel prometedor 912437 en el bolsillo, descendió del
avión como de un podio olímpico y diez minutos
después pudo mirar discretamente hacia la dueña de las
manos, que en ese instante abría su valija frente al funcionario
aduanero, y Benja comprobó que el rostro no desmerecía la
belleza y la seducción de las manos que lo habían enamorado.
Benja y Martín se encontraron como siempre en la pizzería
del sordo Bellini. Desde que ambos integraran el cuadrito juvenil de La
Estrella habían cultivado una amistad a prueba de balas y
también de codazos y zancadillas. Benja jugaba entonces de
zaguero y sin embargo había terminado en número ocho.
Martín, que en la adolescencia fuera puntero derecho, más
tarde (a raíz de una sustitución de emergencia, tras
lesiones sucesivas y en el mismo partido del golero titular y del
suplente) se había afincado y afirmado en el arco y hoy era uno
de los guardametas más cotizados y confiables de Primera A.

El sordo Bellini disfrutaba plenamente con la presencia de los dos
futbolistas. Él, que normalmente no atendía las mesas
sino que se instalaba en la caja con su gorra de capitán de
barco, cuando Martín y Benja aparecían, solos o
acompañados, de inmediato se arrimaba solícito a dejarles
el menú, a recoger los pedidos, a recomendarles tal o cual plato
y sobre todo a comentar las jugadas más notables o más
polémicas del último domingo.

Era algo así como el fan particular de Benja y Martín y
su caballito de batalla era hacerles bromas c
Victor Marques May 2011
O homem e Deus

O homem assumido ou não,
Pedaço de terra, religião?
A intriga permanente do além,
A morte que sempre vem,
Mendigos procuram pão,
Ateus em procissão.

O homem consciente da sua mortalidade,
Flores renascem em felicidade,
Terreno faminto de amor e concórdia,
Deus, oh homem, misericórdia!

Homem e Deus da vida,
Comunicação imperativa,
Espíritos do homem da inquietude,
Paraíso de Deus, da plenitude!

O homem ser estranho que fracassa,
Deus da inteligência e da eterna graça,
O homem inventa e recria O Deus da noite e do dia,
Eu o venero e amo com piedosa alegria.

Victor Marques  21/11/2008
Deus, homem
Danielle Furtado Nov 2014
Nasceu no dia dos namorados. Filho de mãe brasileira com descendência holandesa e pai português. Tinha três irmãos: seu gêmeo Fabrício, o mais velho, Renato, e o terceiro, falecido, que era sua grande dor, nunca dizia seu nome e ninguém se atrevia a perguntar.
A pessoa em questão chamaremos de Jimmy. Jimmy Jazz.
Jimmy morava em Portugal, na cidade de Faro, e passou a infância fazendo viagens ao Brasil a fim de visitar a família de sua mãe; sempre rebelde, colecionava olhares tortos, lições de moral, renegações.
Seu maior inimigo, também chamado por ele de pai, declarou guerra contra suas ideologias punk, seu cabelo que gritava anarquismo, e a vontade que tinha ele de viver.
Certo dia, não qualquer dia mas no natal do ano em que Jimmy fez 14 anos, seu pai o expulsou de casa. Mais um menino perdido na rua se tornou o pequeno aspirante à poeta, agora um verdadeiro marginal.
Não tinha para onde ir. Sentou-se na calçada, olhou para seus pés e agradeceu pela sorte de estar de sapatos e ter uma caneta no bolso no momento da expulsão, seu pai não o deixara com nada, nem um vintém, e tinha fome.
Rondou pelas mesmas quadras ao redor de sua casa por uns dias, até se cansar dos mesmos rostos e da rotina daquela região, então tomou coragem e resolveu explorar outras vidas, havia encontrado um caderno em branco dentro de uma biblioteca pública onde costumava passar o dia lendo e este seria seu amigo por um bom tempo.
Orgulhoso, auto-suficiente, o menino de apenas 14 anos acabou encontrando alguém como ele, por fim. Seu nome era Allan, um punk que, apesar de ainda ter uma casa, estava doido para ir embora viver sua rotina de não ter rotina alguma, e eles levaram isso muito à sério.
Logo se tornaram inseparáveis, arrumaram emprego juntos, que não era muito mas conseguiria mantê-los pelo menos até terminarem a escola, conseguiram alugar uma casa e compraram um cachorro que nunca ganhou nome pois não conseguiam entrar em acordo sobre isso, Jimmy tinha também um lagarto de estimação que chamava de Mr. White, sua paixão.
Os dois amigos começaram a frequentar o que antes só viam na teoria: as festas punk; finalmente haviam conseguido o que estavam procurando há tempos: liberdade total de expressão e ação. Rodeados por todos os tipos de drogas e práticas sexuais, mas principalmente, a razão de todo o movimento: a música.
Jimmy tinha inúmeras camisetas dos Smiths, sua banda favorita, e em seu quarto já não se sabia a cor das paredes que estavam cobertas por pôsteres de bandas dos anos 80 e 90, décadas sagradas para qualquer amante da música e Jimmy era um deles, sem dúvida.
Apesar da vida desregrada que levava com o amigo, Jimmy conseguiu ingressar na faculdade de Letras, contribuindo para sua vontade de fazer poesia, e Allan em enfermagem. Os dois, ao contrário do que seus familiares pensavam, eram extremamente inteligentes, cultos, criaram um clube de poesia com mais dois ou três amigos que conheceram em uma das festas e chamaram de "Sociedade dos Poetas Mortos... e Drogados!", fazendo referência ao filme de  Peter Weir.
O nome não era apenas uma piada entre eles, era a maior verdade de suas vidas, eles eram drogados, Jimmy  era viciado em heroína, Allan também mas em menos intensidade que seu parceiro.
Jimmy não era hétero, gay, bissexual ou qualquer outra coisa que se encaixe dentro de um quadrado exigido pela sociedade, Jimmy era do amor livre, Jimmy apenas amava. E com o passar o tempo, amava seu amigo de forma diferente, assustado pelo sentimento, escondeu o maior tempo que pôde até que o sentimento sumisse, afinal é só um hormônio e a vida voltaria ao normal, mas a amizade era e sempre seria algo além disso: uma conexão espiritual, se acreditassem em almas.
Ambos continuaram suas vidas sendo visitados pela família (no caso de Jimmy, apenas sua mãe) duas vezes ao ano, no máximo, e nesses dias não faziam questão de esconderem seus cigarros, piercings ou qualquer pista da vida que levavam sozinhos, afinal, não os devia mais nada já que seus vícios, tanto químicos quanto musicais, eram bancados por eles mesmos.
Era 14 de fevereiro e Jimmy completara 19 anos, a vida ainda era a mesma, o amigo também, mas sua saúde não, principalmente sua saúde mental.
O poeta de sofá, como alguns de nós, sofria de um existencialismo perturbador, o mundo inteiro doía no seu ser, e não podia fazer muito sobre aquilo, afinal o que poderia fazer à respeito senão escrever?
Até pensou em viver de música já que tocava dois instrumentos, mas a ideia de ter desconhecidos desfrutando ou zombando dos seus sentimentos mais puros não lhe era agradável. Continuou a escrever sobre suas dores e amores, e se perguntava por que se sentia daquela forma, por que não poderia ser como seu irmão que, apesar de possuírem aparência idêntica, eram extremos do mesmo corpo. Fabrício era apenas outro cidadão português que chegava em casa antes de sua mãe ficar preocupada, não que ele fosse um filho exemplar, ele só era... normal, e era tudo que Jimmy não era e jamais gostaria de ser; aliás, ter uma vida comum era visto com desprezo pelos olhos dele, olhos que, ainda tão cedo, haviam visto o melhor e o pior da vida, já não acreditava em nada, nem em si mesmo, nem em deus, nem no universo, nem no amor.
Como poderia alguém amar uma pessoa com tanta dor dentro de si? Como ele explicaria sua vontade de morrer à alguém que ele gostaria de passar a vida toda com? Era uma contradição ambulante. Uma contradição de olhos azuis, profundos, e com hematomas pelo corpo todo.
Aos 20 anos, o tédio e a depressão ainda controlavam seu estado emocional a maior parte do tempo, aos domingos era tudo pior, existe algo sobre domingo à tarde que é inexplicável e insuportável para os existencialistas, e para ele não seria diferente. Em um domingo qualquer, se sentindo sozinho, resolveu entrar em um chat online daqueles famosos, e na primeira tentativa de conversa conheceu uma moça do Brasil, que como ele, amava a banda Placebo e sendo existencialista, também sofria de solidão, o que facilitou na construção dos assuntos.
Ela não deu muita importância ao português que dizia "não ser punk porque punks não se chamam de punks", já estava cansada de amores e amizades à distância, decidiu se despedir. O rapaz, insistente e talvez curioso sobre a pessoa com quem se deparara por puro acaso, perguntou se poderiam conversar novamente, e não sabendo a dor que isso a causaria, cedeu.
Assim como havia feito com Allan, Jimmy conquistou Julien, a nova amiga, rapidamente. De um dia para o outro, se pegou esperando para que Jimmy voltasse logo para casa para que pudessem conversar sobre poesia, música, começo e fim da vida, todos os porquês do mundo em apenas uma noite, e então perceberam que já não estavam sozinhos, principalmente ela, que havia tempo não conhecia alguém tão interessante e único quanto ele.
Não demorou muito para que trocassem confidências e os segredos mais íntimos, mas nem tudo era tão sério, riam juntos como nunca antes, e todos sabem que o caminho para o coração de uma mulher é o bom humor, Julien se encontrava perdidamente apaixonada pelo ****** que conhecera num site de relacionamentos e isso se tornaria um problema.
Qualquer relacionamento à distância é complicado por natureza, agora adicione dois suicidas em potencial, um deles viciado em heroína e outra que de tão frustrada já não ligava tanto para sede de viver que sentia, queria apenas ler poesia longe de todas as pessoas comuns, essas que ambos abominavam.
Jimmy era todos os ídolos de Julien comprimidos dentro de si. Ele era Marilyn Manson, era Brian Molko, era Gerard Way, Billy Corgan, Kurt Cobain, mas acima de todos esses, Jimmy era Sid Vicious e Julien sonhava com seus dias de Nancy.
Ele era o primeiro e último pensamento dela, e se tornou o tema principal de toda as poesias que escrevia, assim como as que lia, parecia que todas eram sobre o luso-brasileiro que considerava sua cópia masculina. Jimmy, como ela, era feminista, cheio de ideologias e viciado em bandas, mas ao contrário dela, não teria tanto tempo para essas coisas.
Estava apaixonado por um rapaz brasileiro, Estêvão, que também dizia estar apaixonado por ele mas nunca passaram disso, e logo se formou um semi-triângulo amoroso, pois Julien sabia da existência da paixão de Jimmy, mas Estêvão não sabia que existia outra brasileira que amava a mesma pessoa perdidamente. Não sentiu raiva dele, pelo contrário, apoiava o romance dos dois já que tudo que importava à ela era a felicidade de Jimmy, que como ela, era infeliz, e as chances de pessoas como eles serem felizes algum dia é quase nula.
O brasileiro era amante da MPB e da poesia do país, assim como amava ouvir pós-punk e escrever, interesses que eram comum aos três perdidos, mas era profissional para ele já que conseguira que seus trabalhos fossem publicados diversas vezes. Se Jimmy era Sid Vicious, Julien desejava ser Nancy (ou Courtney Love dependendo do humor), Estêvão era Cazuza.
Morava sozinho e não conseguia se fixar em lugar algum, estava à procura de algo que só poderia achar dentro dele mesmo mas não sabia por onde começar; convivia com *** há alguns meses na época, mas estava relativamente bem com aquilo, tinha um controle emocional maior do que nosso Sid.
Assim como aconteceu com Allan e Julien, não demorou muito para que Estêvão caísse nos encantos de Jimmy, que não eram poucos, e não fazia mais tanta questão de esconder o que sentia por ele. Dono de olhos infinitamente azuis, cabelo bagunçado que mudava de cor frequentemente, corpo magro, pálido, e escrevia os versos mais lindos que poderia imaginar, Jimmy era o ser mais irresistível para qualquer um que quisesse um bom tema para escrever.
--
Julien era de uma cidade pequena do Brasil, onde, sem a internet, jamais poderia ter conhecido Jimmy, que frequentava apenas as grandes cidades do país. Filha de pais separados, tinha o mesmo ódio pelo pai que ele, mas diferente do amigo, seu ódio era usado contra ela mesma, auto-destrutiva é um termo que definiria sua personalidade. Era de se esperar que ela se apaixonasse por alguém viciado em drogas, existe algo de romântico sobre tudo isso, afinal.
Em uma quarta-feira comum, antecipada por um dia nublado, escreveu:

Minhas palavras, todas tiradas dos teus poemas
Teu sotaque, uma voz imaginada
Que obra de arte eram teus olhos
Feitos de um azul-convite

E eu aceitei.


Jimmy era agora seu mundo, e qualquer lugar do mundo a lembrava dele. Qualquer frase proferida aleatoriamente em uma roda de amigos e automaticamente conseguia ouvir sua opinião sobre o assunto, ela o conhecia como ninguém, e em tão pouco tempo já não precisavam falar muita coisa, os dois sabiam dos dois.
Desejava que Jimmy fosse inteiramente dela, corpo e mente, que cada célula de seu ser pudesse tocar todas as células do dela, e que todos os pensamentos dele fossem sobre amá-la, mas como a maioria das coisas que queria, nada iria acontecer, se achava a pessoa mais azarada do mundo (e provavelmente era).
Em uma noite qualquer, após esperar o dia todo ansiosa pela hora em que Jimmy voltaria da faculdade, ele não apareceu. Bom, ele era mesmo uma pessoa inconstante e já estava acostumada à esse tipo de surpresa, mas existia algo diferente sobre aquela noite, sabia que Jimmy estava escondendo alguma coisa dela pois há dias estava estranho e calado, dormia cedo, acordava tarde, não comia, e as músicas que costumavam trocar estavam se tornando cada vez mais tristes, mas era inútil questionar, apesar da intimidade, ele se tornara uma pessoa reservada, o que era totalmente compreensível.
Após três ou quatro dias de aflição, ele finalmente volta e não parece bem, mesmo sem ver seu rosto, conhecia as palavras usadas por ele em todos os momentos. Preocupada com o sumiço, foi logo questionando sua ausência com certa raiva e euforia, Jimmy não respondia uma letra sequer. Julien deixou uma lágrima escorrer e implorou por respostas, tinha a certeza de que algo estava muito errado.
"Acalme-se, ou não poderei lhe contar hoje. Algo aconteceu e seu pressentimento está mais que correto, mas preciso que entenda o meu silêncio", disse à ela.
Julien não respondeu nada além de "me dê seu número, sinto que isso não é algo que se conta por escrito".
Discando o número gigantesco, cheio de códigos, sabia que assim que terminasse aquela ligação teria um problema muito maior do que a alta taxa que é cobrada por ligações internacionais. Ele atendeu e começou a falar interrompendo qualquer formalidade que ela viria a proferir:

– Apenas escute e prometa-me que não irá chorar.
Ela não disse nada, aceitando a condição.
– Há tempos não sinto-me bem, faço as mesmas coisas, não mudei meus costumes, embora deveria mas agora é tarde demais. Sinto-me diferente, meu corpo... fraco. Preciso te contar mas não tenho as palavras certas, acho que nem existem palavras certas para o que estou prestes à dizer então serei direto: descobri que sou *** positivo. ´
Um silêncio quase mórbido no ar, dos dois lados da linha.
Parecia-se com um tiro que atravessou o estômago dos dois, e nenhum podia falar.
Julien quebrou o silêncio desligando o telefone. Não podia expressar a dor que sentia, o sentimento de injustiça que a deixava de mãos atadas, Ele era a última pessoa do mundo que merecia aquilo, para ela, Jimmy era sagrado.

Apenas uma pessoa soube da nova situação de Jimmy antes de Julien: Allan.
Dois dias antes de contar tudo à amiga, Jimmy havia ido ao hospital sozinho, chegou em casa mais cedo, sentou-se no sofá e quis morrer, comparou o exame médico à um atestado de óbito e deu-se por morto. Allan chegou em casa e encontrou o amigo no chão, de olhos inchados, mãos trêmulas. Tirou o envelope de baixo dos braço de Jimmy, que o segurava como se fosse voar a qualquer instante, como se tivesse que apertar ao máximo para ter certeza de que aquilo era real. Enquanto lia os papéis, Jimmy suplicava sua morte, em meio à lágrimas, Allan lhe beijou como o amante oculto que foi por anos, com lábios fracos que resumiam a dor e o medo mas usou um disfarce para o pânico que sentia e sussurrou "não sinto nojo de ti, meu amigo, não estás morto".
Palavras inúteis. Já não queria ouvir nada, saber de nada. Jimmy então tentou dormir mas todas as memórias das vezes que usou drogas, que transou sem saber com quem, onde ou como, estavam piscando como flashes de luz quase cegantes e sentia uma culpa incomparável, um medo, terror. Mas nenhuma memória foi tão perturbadora quanto a da vez em que sofreu abuso ****** em uma das festas. Uma pessoa aleatória e sem grande importância, aproveitou-se do menino pálido e mirrado que estava dormindo no chão, quase desmaiado por culpa de todo o álcool consumido, mas ainda consciente, Jimmy conseguia sentir sua cabeça sendo pressionada contra a poça d'água que estava em baixo de seu corpo, e ouvia risos, e esses mesmos risos estavam rindo dele agora enquanto tentava dormir e rezava pra um deus que não acredita para que tudo fosse um pesadelo.
----
Naquele dia, Jimmy, que já era pessimista por si só, prometeu que não se trataria, que iria apenas esperar a morte, uma morte precoce, e que este seria o desfecho perfeito para alguém que envelheceu tão rápido, mas ele não esperaria sentado, iria continuar sua vida de auto-destruição, saindo cedo e voltando tarde, dormindo e comendo mal, não pararia também com nenhum tipo de droga, principalmente cigarro, que era tão importante quanto a caneta ao escrever seus poemas, dizia que sentir a cinza ainda quente caindo no peito o inspirava.
Outra manhã chegou, e mesmo que desejasse com toda força, tudo ainda era real, seus pensamentos eram confusos, dúvidas e incertezas tão insuportáveis que poderiam causar dores físicas e curadas com analgésicos. Trocou o dia pela noite, já não via o sol, não via rostos crús como os que se vê quando estamos à caminho do trabalho, só via os personagens da noite, prostitutas, vendedores de drogas, pessoas que compravam essas drogas, e gente como ele, de coração quebrado, pessoas que perderam amigos (ou não têm), que perderam a si mesmos, que terminaram relacionamentos até então eternos, que já não suportavam a vida medíocre imposta por uma sociedade programada e hipócrita. Continuou indo aos mesmos lugares por semanas, e já não dormia em casa todos os dias, sempre arrumava um espaço na casa de algum amigo ou conhecido, como se doesse encara
D. Furtado
Paul d'Aubin Dec 2016
Des Cassandres incomprises ?


Elle maudissait encor le baiser refusé à celui qui aurait pu devenir son amant. Le bel et fier Apollon s’était vengé de son refus, en lui soufflant sur la bouche, afin que le don de divination, déjà donné, soit réduit à néant, et qu’elle ne fut jamais crue. Cruel sort qui la condamnait à connaître le futur, en restant incomprise aux yeux de toutes et de tous, parmi celles et ceux qu’elle chérissait, et auxquels elle voulait épargner le malheur. Aussi lorsque tu vis naître ton frère Pâris, tu informas ta mère des sombres présages que son devenir présentait pour la famille royale. Hélas, mal avisés, Priam et Hécube, après l’avoir éloigné finirent par lui donner une ambassade à Sparte. Ou il fut séduit et enleva Hélène la si belle. Puis vint ce jour funeste, quand tu vis, le port de Troie presque masqué par des milliers de voiles rouges, et autant de vaisseaux munis d’éperons. Tu ressentis, une peur panique, celle, de la mort, de toutes celles et ceux que tu aimais, et tu versas des larmes salées pour tous ces jeunes hommes qui allaient perdre la vie, dans des combats menés autours des remparts. Avant que les chevaux géants de bois, funestes, dont personne ne te crut pour le danger annoncé entrèrent dans la ville, alors que l’armée Achéenne faisait mine de se retirer. C’est ****, dans la nuit, qu’à la lueur des torches, les guerriers, sortirent des flancs des chevaux géants et jaillirent en hurlant, pour porter le malheur dans ta chère Troie. Glacée d’émotion et d’épouvante tu te réfugias auprès de l’autel sacre d’Athéna, Pour préserver ton corps gracieux des outrages de l’ennemi. Mais c’était sans compter sur Ajax le furieux, qui faisant fi de la protection sacrée que t’offrait le temple, te pris malgré tes cris et tes pleurs, déchira ta blanche tunique, te traina par les cheveux sur l’autel. Et violenta ton corps avec plus de brutalité que de désir. Tu aurais voulu mourir, mais Athéna, elle-même, insultée, comme Déesse, dans son propre temple, ne le voulut point. C’est le roi Agamemnon, qui te trouva déflorée, prostrée et en larmes, et te fit prisonnière, et te gardant en vie, pris la décision de te ramener à Mycènes. Tu le mis en garde contre la jalousie qu’allait éprouver sa femme, Clytemnestre Mais ce fut vain, et toi, déshonorée et prisonnière tu ne voulais plus vivre. Tu tendis ta gorge à cette jalouse implacable, peu après avoir débarqué Et son geste de mort fut ton soulagement, oh, toi devineresse, jamais crue.
Après Cassandre la Troyenne, il y eut d’autres fameuses Cassandre. Louise Michel, institutrice porta sa flamme aux Communards, Et faite prisonnière réclama une mort qu’on n’osa pas lui donner. Transformant sa peine de déportation en Nouvelle Calédonie, Ou elle refusa de faire chorus contre les canaques. Enfin libérée elle soutint ses sœurs et frères, les prolétaires, et brandit le drapeau noir des Libertaire, qui faisait si peur. Cette Femme admirable resta souvent incomprise, dans ses combats et sa soif d’un Monde plus humain. Cette solitude aussi doit être le sceau des Cassandre. De l’autre côté du Rhin, et même, en Pologne a Zamość, naquit une nouvelle Cassandre. Fière comme un aigle, pensive comme une colombe, elle avait pour prénom Rosa, mais pas de celles avec épines, Son nom était Luxemburg, et c’était vraiment un être de lumières. Une pensée étincelante, une volonté de duchesse Espagnole, et une lucidité aussi grande que les feux de ses passions. Rosa lutta, dès le début contre la guerre et la capitulation des esprits, devant ces monstres d’acier, de feu et de gaz moutarde. Qui allaient ravager l’Europe en fauchant des millions de vies. Mais dans cet empire si discipliné, elle fut emprisonnée, pour lui faire expier son opposition à cette guerre fratricide, et afin que les consciences restassent bien éteintes. Mais son courage était sans borne avec son amant Leo Jogiches, Et la force de conviction de Karl Liebknecht. Ayant passé la majeure partie de la guerre, emprisonnée, elle étudiait sans répit et faisait parvenir des articles, pour ses amis de la « ligue Spartacus ». Elle défendait la Liberté, comme le vrai diamant du socialisme à venir. Mais les États-majors militaires et politiques la haïssaient. Libérée par la chute du kaiser, elle reprit sa passion, de journaliste à la plume de feu à la «Rote Fahne.» Elle s’efforçait d’éclairer des masses trompées par des bergers par trop intéressés, timorés et menteurs. Elle rejetait aussi toute illusion de putsch et de violence armée. Hélas, elle ne fut pas écoutée par les irréfléchis à la parole haute, ni par les têtes remplies de vent et encor imprégnèes par les usages récents de tant de violences inoculées durant et par ces années de guerre et de tueries. Ces hâtifs et ces simplistes au verbe haut déclenchèrent l’émeute dans Berlin, qui allait devenir leur commun linceul. Elle décida cependant de ne pas se désolidariser des révoltés, D’ailleurs arrête-on sans digue un torrent furieux ? Rosa, refusa d’ajouter l’enjeu de sa survie et sa propre peur à la désorientation générale de ses camarades. Consciente de l’échec, Rosa écrivit son dernier article sur : « L’ordre règne à Berlin, L’ordre règne à Varsovie », « l’ordre règne à Paris », « l’ordre règne à Berlin ». Tous les demi-siècles, les gardiens de « l’ordre », lancent ainsi dans un des foyers de la lutte mondiale leurs bulletins de victoire Et ces « vainqueurs » qui exultent ne s’aperçoivent pas qu’un « ordre», qui a besoin d’être maintenu périodiquement par de sanglantes hécatombes, va inéluctablement à sa perte.» Puis Rosa, rentra chez elle, sans prendre de précaution ni se cacher vraiment. Nourrissait-elle quelconque illusion sur son ennemi, Gustav Noske? Lequel revendiqua, pour lui-même, le douteux honneur d’avoir tenu le rôle d’un « chien sanglant » Ou avait-elle, plutôt du mal à regarder l’horreur de la haine et les tréfonds de la barbarie ? Amenée par les soldats des corps francs elle fut interrogée et se tut. Puis, ce beau front pensif et cette tête bouillonnante d'avenirs reçut de violents coups de crosse, avant que les barbares ne lui tirent une balle dans la tête,
et ne la jettent inanimée dans le canal.
Une Cassandre de plus était victime de la froide cruauté,
et des peurs qu'inspiraient la création d'une société nouvelle.
Mais l'esprit des Cassandre survit dans les braises de la lucidité
Aujourd'hui, nous avons probablement des Cassandre parmi nous,
dans les braises de la vérité en marche, qu’il nous faut oser écouter en les aidant à dessiller nos yeux encore clos. dont l’esprit s’est forgé.

Paul Arrighi.
metztli hdz Jul 2015
Me gustaría verme ante tus ojos, no a través de ellos…
Siempre es peligroso verse reflejado en pupilas llenas de vida.

Creo fervientemente que Medea nunca pensó en la percepción de Jasón,
De la misma manera en que a Medusa jamás cavilo el posible último pensamiento de Perseo,
Pero ambas fueron presa de la excitación que produce encontrarse bella y entera.
Cuando tus faltas se encuentran a la vista de todos, es difícil no ser consciente de que el castigo de los dioses se encuentra en la transfiguración de lo que yace dentro;
cada cabello poseía voluntad propia, esencia que explota ante la contemplación.
Los dioses son crueles y los héroes eternos,

Aunque ya todos conocemos como termina la historia, no dejo de pensar que lo que Atena porta con orgullo es el más bello relato de amor;
El cuento del ser humano que se encontró a sí mismo en la imagen pétrea del presente, no en el recuerdo del pasado atesorado ni en el ente que vive en la percepción de los demás…

A lo que quiero llegar, es que de la misma manera te amé, aunque en el momento no tuve las palabras precisas ni el valor para decirlo … pero chance a estas alturas del partido Esteno este orgullosa de mi
Victor Marques Jun 2010
Penso um pouco

Problemas surgem a qualquer momento,
Alguns rápidos como o vento,
Ninguém diga que é rico ou feliz,
Somos  aquilo que Deus quis.


O homem como ser consciente,
Esquece passado, forja presente,
Falsas regras de corruptas instituições,
Homem simples sem condecorações.


Mundo que se deixa para trás,
Falta amor e também paz,
Lençóis soltos ao vento,
Sou eu e o meu pensamento.


Não ser ninguém, ter memória,
Alma branca como a aurora,
Sonhador dum mundo mais perfeito,
Acordado sinto meu peito.

Victor  Marques
- From Me...
Esta noche pasaste por mi camino
y me tembló en el alma no sé qué afán,
pero yo estoy consciente de mi destino
que es mirarte de lejos y nada más.

No, tú nunca dijiste que hay primavera
en las rosas ocultas de tu rosal.
Ni yo debo mirarte de otra manera
que mirarte de lejos y nada más.

Y así pasas a veces tranquila y bella,
así como esta noche te vi pasar.
Más yo debo mirarte como una estrella
que se mira de lejos y nada más.

Y así pasan las rosas de cada día,
dejando las raíces que no se van.
Y yo con mi secreta melancolía
de mirarte de lejos y nada más.

Y así seguirás siempre, siempre prohibida,
más allá de la muerte, si hay más allá.
Porque en esa vida, si hay otra vida,
te miraré de lejos y nada más...
Te escribo desde un puerto.
        La mar salvaje llora.
Salvaje, y triste, y solo, te escribo abandonado.
Las olas funerales redoblan el vacío.
Los megáfonos llaman a través de la niebla.
La pálida corola de la lluvia me envuelve.
        Te escribo desolado.
        El alma a toda orquesta,
        la pena a todo trapo,
te escribo desde un puerto con un gemido largo.
¡Ay focos encendidos en los muelles sin gente!
¡Ay viento con harapos de música arrastrada,
campanas sumergidas y gargantas de musgo!
        Te escribo derrotado.
        Soy un hombre perdido.
        Soy mortal. Soy cualquiera.
Recuerdo la ceniza de su rostro de nardo,
el peso de tu cuerpo, tus pasos fatigosos,
tu luto acumulado, tu montaña de acedia,
tu carne macilenta colgando en la butaca,
        tus años carcelarios.
        Caliente y sudorosa,
        obscena, y triste, y blanda,
la butaca conserva, femenina, aquel asco.
La pesadumbre bruta, la pena ******, dulce,
las manchas amarillas con su propio olor acre,
esa huella indecente de un hombre que se entrega,
        lo impúdico: tu llanto.
        Viviendo, viendo, oyendo,
        sucediéndote a ciegas,
lamiendo tus heridas, reptabas por un fango
de dulces linfas gordas, de larvas pululantes,
letargos vegetales y muertes que fecundan.
Seguías, te seguías sin vergüenza, viviendo,
        ¡oh blando y desalmado!
        Tú, cínico, remoto,
        dulce, irónico, triste;
tú, solo en tu elemento, distante y desvelado.
No era piedad la anchura difusa en que flotabas
con tu sonrisa ambigua. Fluías torpemente,
pasivo, indiferente, cansado como el mundo,
        sin un yo, desarmado.
        Estaciones, transcursos,
        circunstancias confusas,
oceánicos hastíos, relojes careados,
eléctricos espartos, posos inconfesables,
naufragios musicales, materias espumosas
y noches que tiritan de estrellas imparciales,
        te hicieron más que humano.
        Allí todo se funde.
        Los objetos no objetan.
Liso brilla lo inmenso bajo un azul parado
y en las plumas sedantes la luz del mundo escapa,
sonríe, tú sonríes, remoto, indiferente,
*******, grotesco, triste, cruel, fatal, adorado
        como un ídolo arcaico.
        Sin intención, sin nombre,
        sin voluntad ni orgullo,
promiscuo, sucio, amable, canalla, nivelado,
capaz de darte a todo, común, diseminabas
podrido las semillas amargas que revientan
en la explosión brillante de un día sin memoria.
        No eras ni alto ni bajo.
        La doble ala del fénix:
        furor, melancolía,
el temblor luminoso de la espira absorbente;
la lluvia consentida que duerme en los pianos;
las canciones gangosas lentamente amasadas;
los ojos de paloma sexuales y difuntos;
        cargas opacas; pactos.
        Caricias o perezas,
        extensiones absortas
en donde a veces somos tan tercamente abstractos
y otras veces los pelos fosforecen sexuales,
y fría, dulce, ansiosa, la lisa piel de siempre,
serpiente, silba, sorbe y envuelve en sus anillos
        un triste cuerpo amado.
        No hay clavo último
ardiendo,
        no hay centro diamantino,
no hay dignidad posible cuando uno ha visto tanto
y está triste, está triste, sencillamente triste,
se entrega atribulado y en lo efímero sabe
ser otro con los otros, de los otros, en otros:
        seguir, seguir flotando.
        ¡Oh inmemorial,
oh amigo
        amorfo, indiferente!
Deslizándote denso de plasmas milenarios,
tardío, legamoso de vidas maceradas,
cubierto de amapolas nocturnas, indolente,
por tu anchura sin ojos ni límites, acuosa,
        te creía acabado.
        Mas hoy vuelves, proclamas,
        constructor, la alegría;
te desprendes del caos; determinas tus actos
con voluntad terrena y aliento floral, joven.
Ni más ni menos que hombre, levantas tu estatua,
recorres paso a paso tu más acá, lo afirmas,
        llenas tu propio espacio.
        Los jóvenes obreros,
        los hombres materiales,
la gloria colectiva del mundo del trabajo
resuenan en tu pecho cavado por los siglos.
Los primeros motores, las fuerzas matinales,
la explotación consciente de una nueva esperanza
        ordenan hoy tu canto.
        Contra tu propia pena,
        venciéndote a ti mismo,
apagando, olvidando, tú sabes cuánto y cuánto,
cuánta nostalgia lenta con cola de gran lujo,
cuánta triste sustancia cotidiana amasada
con sudor y costumbres de pelos, lluvias, muertes,
        escuchas un mandato.
        Y animas la confianza
        que en ti quizá no existe;
te callas tus cansancios de liquen resbalado;
te impones la alegría como un deber heroico.
¡Por las madres que esperan, por los hombres que aún ríen,
debemos de ponernos más allá del que somos,
        sirviéndolos, matarnos!
        Con rayos o herramientas,
        con iras prometeicas,
con astucia e insistencia, con crueldad y trabajo,
con la vida en un puño que golpea la hueca
cultura de una Europa que acaricia sus muertos,
con todo corazón que, valiente, aún insiste,
        del polvo nos alzamos.
        Cantemos la promesa,
        quizá tan solo un niño,
unos ojos que miran hacia el mundo asombrados,
mas no interrogan; claros, sin reservas, admiran.
¡Por ellos combatimos y a veces somos duros!
¡Bastaría que un niño cualquiera así aprobara
        para justificarnos!
        Te escribo desde un puerto,
        desde una costa rota,
desde un país sin dientes, ni párpados, ni llanto.
Te escribo con sus muertos, te escribo por los vivos,
por todos los que aguantan y aún luchan duramente.
Poca alegría queda ya en esta España nuestra.
        Mas, ya ves, esperamos.
Juliet R Mar 2014
Escrevo num velho caderno
Velhas ideias
Velhos sentimentos
Que outrora estiveram cá dentro.

Quero sentir o que já senti.
Quero pensar o que já pensei.
Não quero ser, porém, o que já fui.
Mas como farei isso, de tal forma, eu?

Como poderei eu ponderar tais feitos
Sem mudar quem sou?
Pois a pessoa que era antes era a pessoa
Que sentiu e pensou aquilo
Que no seu coração e mente passou.

Se já não sou quem era, não posso reaver o que perdi
Sentimentos que cá estiveram no meu antigo eu.
Posso aspirar, desejar, pretender, querer, tencionar
Mas se não quero quem eu era, porque é que quero o que quero?

É uma inquietação constante,
Uma busca estonteante,
Um desejo extenuante.
Penso eu, num pensamento abundante.

Quero ser eu mas não ser eu.
Quero sentir mas não sentir o novo.
Quero pensar mas não pensar.
Quero o que quero sem querer o que não quero.

Não poder ter tudo mas não querer tudo.
Que infelicidade do consciente.
¡Oh la luna, la luna que cantan los poetas!
¡Oh la luna brillante de tristeza tremenda!
¡La luna que no sabe ni del frescor del agua
ni del viento que tacta, como un fauno, las selvas!

¡La luna que no tiene ni un árbol, ni una brizna,
ni una mujer y un hombre que se quieran en ella,
ni un puñado de polvo que dance en remolinos,
ni un río que haga ruido saltando entre sus piedras!

Parece tan hermosa, tan nueva, tan luciente,
y no es más que una pobre vieja desposeída,
frente a frente a la tierra millonaria de dones
una muerta consciente frente a frente a una viva.

¡Piedad para la luna! ¡Piedad para la luna!
No beséis vuestras novias, ¡oh novios!, ante ella.
¡Dios sabe de qué envidias y angustias está llena
la luz que nos envían la luna y las estrellas.
De vuelta de una gloria inexistente,
después de haber avanzado un paso hacia ella,
retrocedo a velocidad indecible,
alegre casi como quien dobla la esquina de la
calle donde hay una reyerta,
llorando avergonzado como el adolescente
hijo de viuda sexagenaria y pobre
expulsado de la escuela vespertina en la que era becario.
Estoy aquí,
donde yo siempre estuve,
donde apenas hay sitio para mantenerse erguido.

La soledad es un farol certeramente apedreado:
sobre ella me apoyo.

La esperanza es el quicio de una puerta
de la casa que fue desarraigada
de sus cimientos por los huracanes:
quicio-resquicio por donde entro y salgo
cuando paso del nunca (me quisiste) al todavía (te odio),
del tampoco (me escuchas) al también (yo me callo),
del todo (me hace daño) al nada (me lastima).

No importa, sin embargo.

Los aviones de propulsión a chorro salvan rápidamente
la distancia que separa Tokio de Copenhague,
pero con más rapidez todavía
me desplazo yo a un punto situado a diez centímetros
de mí mismo,
de prisa,
muy de prisa,
en un abrir y cerrar de ojos,
en sólo una diezmilésima de segundo,
lo cual supone una velocidad media de setenta kilómetros a la hora,
que me permite,
si mis cálculos son correctos,
estar en este instante aquí,
después mucho más lejos,
mañana en un lugar sito a casi mil millas,
dentro de una semana en cualquier parte
de la esfera terrestre,
por alejada que os parezca ahora.
Consciente de esa circunstancia,
en muchas ocasiones emprendo largos viajes;
pero apenas me desplazo unos milímetros
hacia los destinos más remotos,
la nostalgia me muerde las entrañas,
y regreso a mi posición primera
alegre y triste a un tiempo
-como dije al principio:
alegre,
porque sé que tú eres mi patria,
amor mío;
y triste,
porque toda patria, para los que la amamos,
-de acuerdo con mi personal experiencia de la patria-
tiene también bastante de presidio.

Así,
en ti me quedo,
paseo largamente tus piernas y tus brazos,
asciendo hasta tu boca, me asomo
al borde de tus ojos,
doy la vuelta a tu cuello,
desciendo por tu espalda,
cambio de ruta para recorrer tus caderas,
vuelvo a empezar de nuevo,
descansando en tu costado,
miro pasar las nubes sobre tus labios rojos,
digo adiós a los pájaros que cruzan por tu frente,
y si cierras los ojos cierro también los míos,
y me duermo a tu sombra como si siempre fuera
verano,
amor,
pensando vagamente
en el mundo inquietante
que se extiende -imposible- detrás de tu sonrisa.
Adrián Poveda Apr 2014
Ser
Días de aceptar lo inaceptable,
de despertar, de caminar sin regresar a ver,
ir haciendo historias, armando puentes,
nuevas maneras de ser, siendo el mismo,
cambiar algunas incongruencias de la vida,
para tener otras; volver a empezar,
sin creer en el destino,
reescribir cada situación de manera diferente,
siendo consciente del cambio,
pero sin interpretarlo, y solo dejarse ser,
irrepetible, inconsistente, irrenunciable,
ambiguamente nuevo, frío y claro,
sin miedo, días de vivir a mi manera.
Copyright © 2014 Adrián Poveda All Rights Reserved
Juliet R Jun 2014
Bebe os  segredos proibídos dos meus lábios
Como se de uma confissão se tratasse
Arruína-me esta vontade inquieta
Destrói-me este desejo de ser livre
E concretiza a vontade de pertencer
Perdoa-me qualquer avanço suave e brusco
Não tenciono deixar-te ir no sentido contrário
Sorri cada vez que este vermelho surge no meu rosto
É a consequência deste sentimento que me provocas
Tu fazes para me relembrar quão bom é ter-te aqui
Porque apesar de os sonhos que me inquetam durante a noite
Serem os mais puros desejos concretizados fantasiosamente
Não passam disso, fantasias inconcretizadas
Há espera de serem materializadas
Exigo levemente mas afintadamente que não partirás sem mim
Ajuda esta mente inquieta a suavizar estes incontrolos
Completamente ansiosos cansados de ansiar por mais
Incontrolos inteiramente controlados pelo consciente
Com o inconsciente gritando para se descontrolarem
In portuguese. Inspiration of the day.
SonLy Apr 2018
Fueron más de tres horas durante las cuales me perdí
No pude diferenciar lo real de lo que en sueños percibí
A veces te veía a ti de nuevo, con esa sonrisa
La cual apenas recuerdo pero que me daba tanta alegría
Otras veces abría los ojos y veía allí, en lo alto
Una lámpara apagada en medio de un fondo blanco
Los colores de esta habitación son cambiantes durante el día
Se decoran gracias a las sombras por la escasa luz que se filtra
Esta ventana, con su persiana semicerrada, es mi escape
Noches de tormenta, lluvia y relámpagos, vaya paisaje
Cuán insignificantes son estos problemas ante el mundo
Somos protagonistas de misterios tan complejos como el futuro

Al estar despierto ahora, me cuesta creer que pude perdonarte
Incluso me sentía muy feliz de volver a encontrarte
Sin embargo esta vez tus ojos ni una expresión mía verían
Ahora eres un extraña que conozco más que tu familia
Las cosas han cambiado desde ese último Adiós
Día en el que tu ausencia se llevo toda la atención
En ese momento terminé de conocer todas tus facetas
Me había vuelto un símbolo de culpa aunque no lo dijeras
¿Pero por qué hablo de todo esto si comencé por lo opuesto?
Justamente, ahora que te pienso, esto es lo que recuerdo
No puedo imaginar, ni encontrar en mi cabeza el motivo
De ese perdón que no siento, el que te trae otra vez conmigo

Sé que durante todo ese confuso tiempo lo entendí
Nos veía sentados en el pórtico de tu casa el primero de abril
Éramos distintos, tú te esforzabas en todo momento por redimirte
Yo, en mi frialdad, porque mis palabras no llegaran a herirte
Hubo felicidad, sé que algo así alguna vez existió
Pero mi consciente tus recuerdos borró
Ahora son sólo fantasías de dos jóvenes que creo haber leído
O tal vez en alguno de mis viajes pude haber escrito
No hay detalles, no hay voces tuyas, no hay paisajes en los que creo
Que con un abrazo no habían límites en aquél eterno invierno
Ya no veo el brillo de tus ojos, ni siento la calidez de tu corazón
Terminaron como imágenes que se han perdido en mi interior

Trato de recordar apenas despierto, pero es eso
Creo que es parte de una alucinación en sueños
Me tiene bloqueado si quiero dibujar en mis pensamientos
Todo lo sucedido, mientras más lo intento más me alejo
Volverá a suceder y lo único que quedará después
Será la confusión y posterior reflexión de no cometer
Los errores que me llevaron a arriesgar las amistades
Que puse en juego por defender las falsas bondades
De alguien que no valía la pena tanto sacrificio
Tanto tiempo entregado y parte de la vida de uno mismo
Somos seres destinados a crecer, aún más después de perder
Para superarnos, evolucionar y entonces volver a creer

Es gracioso como a veces me hace feliz y otras me asusta
Que la pérdida de estos recuerdos no me parezca absurda
Es un gran lapso en blanco que revive en sucesos registrados
En las historias de alguien que vendió su memoria por unos tragos
De alguien que creyó en las mentiras del amor y la belleza
Consumiéndose en la miseria de un corazón roto y en pena
Ahora sus palabras se perdieron en los objetos de un desconocido
Un coleccionista de sueños y tragedias plasmados en libros
Es asombroso como me inspiran situaciones de las cuales
Estoy más que convencido de que no fueron reales
Te sorprendería leer que todo ese tiempo que compartimos
Se ha ido de mis sentidos, así como si no lo hubiera vivido
Ese tiempo ahora es un gran misterio cuyas pistas encuentro
Algunas noches, y cuando estoy a punto de resolverlo
Es ahí cuando mi voluntad de continuar en la vida
Derrota cualquier otro sentimiento y me despierta a un nuevo día
Carolina Dec 2017
En mis sueños me atormentas,
e incluso en ellos te vas.
Me dejas sola, abandonada en la fría oscuridad.
Juro ya no hacerlo,
prometo no caer,
pero una dulce sonrisa me vuelve a convencer.
Y ahí voy, una vez más, pensando que vale la pena.
Fingiendo no ser consciente que tu cariño envenena.
Con un estúpido mensaje me desarmo, lloro y muero.
Con otro insignificante mensaje revivo y me río, pero sé que no es lo que quiero.
Quiero un cuerpo a mi lado, anhelo una mente llena de universos.
Deseo un toque, un roce, un cálido abrazo.
Sólo pido una conversación, que deje tu mente al desnudo, que nos enrede en un lazo.

Papi tiene razón. Papi sabe bien.
Él me explica, me aconseja, me hace despertar.
Pero como una niña caprichosa tengo que chocarme contra la pared un millón de veces más y mi cabeza reventar.

Cuando el tornado se vuelva brisa
y ya no tenga lágrimas que llorar.
Hasta que mi corazón ya no soporte,
y aprenda a sumergir mis pies en el río en vez de hundirme en el mar.
Leydis Oct 2017
El amor solo se grita en acciones.
El amor es respuesta a todas decepciones.
El amor es elástico, por eso se reinventa,
pero, muy pocos entienden lo que eso conlleva.

El amor es ingratamente grato,
dicen los que saben, “que es el más paciente”.
Consciente y consiente solo por consentir.
Convierte inseguridades en un madrigal eterno y sin fin.

El amor es de valientes,
muchas veces te hiere,
ya que para saber amar,
hay que dejar detrás el inconsciente.

10/18/2017
LeydisProse
Carolina Feb 2018
No llego a entender porqué hay tanta tristeza dentro de mi.
Y ese ahelo por cosas que no existen aquí;
La añoranza por algo de lo cual no soy consciente
hace que la frustración sólo sea creciente.
Me pregunto si podré algún día escribir sobre algo agradable
en lugar de esta fatigosa angustia inmutable.
Pero como quienes pasan sus días esperando el final
gasto mi tiempo en automático intentando salir del espiral.
Algunas personas no nacieron para cumplir sus sueños
sin importar que tan grande y duro haya sido su empeño.
Y algunos seres sólo nacieron para morir,
no quiero creerlo pero estoy convencida de que mi única meta es partir.
Profesor de sollozo -he dicho a un árbol-
palo de azogue, tilo
rumoreante, a la orilla del Mame, un buen alumno
leyendo va en tu naipe, en tu hojarasca,
entre el agua evidente y el sol falso,
su tres de copas, su caballo de oros.

Rector de los capítulos del cielo,
de la mosca ardiente, de la calma manual que hay en los asnos;
rector de honda ignorancia, un mal alumno
leyendo va en tu naipe, en tu hojarasca,
el hambre de razón que le enloquece
y la sed de demencia que le aloca.

Técnico en gritos, árbol consciente, fuerte,
fluvial, doble, solar, doble, fanático,
conocedor de rosas cardinales, totalmente
metido, hasta hacer sangre, en aguijones, un alumno
leyendo va en tu naipe, en tu hojarasca,
su rey precoz, telúrico, volcánico, de espadas.

¡Oh profesor, de haber tánto ignorado!
¡oh rector, de temblar tánto en el aire!
¡oh técnico, de tánto que te inclinas!
¡Oh tilo! ¡oh palo rumoroso junto al Marne!
En el fósforo vago de la muerte
anda la vida, fruta y ser latiente.
Todo se vuelve cálido y sufriente
en el juego de dados de la suerte.

Espero inhábil, pálida y consciente
la palabra, el sonido alerta y fuerte,
que ha de hacerme saltar o caer inerte
con mi furiosa sed, junto a la fuente.

En el aire rapaz anda mi aliento,
ya rezo, ya suspiro, ya lamento,
fe iracunda o frenética esperanza.

Con mi lengua de polvo estoy orando.
Un santo mudo gira custodiando
mi desazón o buenaventuranza.
Carolina Feb 2020
Cuántas noches habré llorado
sintiendo un profundo desamor.
Tantas veces me he intoxicado
con un cigarrillo sanador.
Esperé un abrazo que nunca llegó,
di más de lo que tenía pero nadie lo vió.
Consciente de mí angustia, incapaz de lidiar con ella.
A veces, simplemente, la vida me atropella.
Y pertenezco a un oscuro y extraño lugar
del cual espero algún día poder escapar.
Si un día te vas, de antemano lo habré adivinado
aunque no admita jamás cuánto te he amado.
Una ruta solitaria por la que nadie maneja,
largo camino arruinado y no puedes presentar quejas.
Y se hace de noche pero no brillan estrellas.
Camino sola y se borran mis huellas.
Riéndose, burlándose con claridad del día,
se hundió en la noche el niño que quise ser dos veces.
No quise más la luz. ¿Para qué?  No saldría
más de aquellos silencios y aquellas lobregueces.

Quise ser... ¿Para qué?... Quise llegar gozoso
al centro de la esfera de todo lo que existe.
Quise llevar la risa como lo más hermoso.
He muerto sonriendo serenamente triste.

Niño dos veces niño: tres veces venidero.
Vuelve a rodar por ese mundo opaco del vientre.
Atrás, amor. Atrás, niño, porque no quiero
salir donde la luz su gran tristeza encuentre.

Regreso al aire plástico que alentó mi inconsciencia.
Vuelvo a rodar, consciente del sueño que me cubre.
En una sensitiva sombra de transparencia,
en un íntimo espacio rodar de octubre a octubre.

Vientre: carne central de todo lo existente.
Bóveda eternamente si azul, si roja, oscura.
Noche final en cuya profundidad se siente
la voz de las raíces y el soplo de la altura.

Bajo tu piel avanzo, y es sangre la distancia.
Mi cuerpo en una densa constelación gravita.
El universo agolpa su errante resonancia
allí, donde la historia del hombre ha sido escrita.

Mirar, y ver en torno la soledad, el monte,
el mar, por la ventana de un corazón entero
que ayer se acongojaba de no ser horizonte
abierto a un mundo menos mudable y pasajero.

Acumular la piedra y el niño para nada:
para vivir sin alas y oscuramente un día.
Pirámide de sal temible y limitada,
sin fuego ni frescura. No. Vuelve, vida mía.

Mas, algo me ha empujado desesperadamente.
Caigo en la madrugada del tiempo, del pasado.
Me arrojan de la noche. Y ante la luz hiriente
vuelvo a llorar desnudo, como siempre he llorado.
Libros, urnas de ideas;
libros, arcas de ensueño;
libros, flor de la vida
consciente, cofres místicos
que custodiáis el pensamiento humano;
nidos trémulos de alas poderosas,
audaces e invisibles;
atmósferas del alma;
intimidad celeste y escondida
de los altos espíritus.

  Libros, hojas del árbol de la ciencia;
libros, espigas de oro
que fecundara el verbo desde el caos;
libros en que ya empieza desde el tiempo,
libros (los del poeta)
que estáis, como los bosques,
poblados de gorjeos, de perfumes,
rumor de frondas y correr de agua;
que estáis llenos, como las catedrales,
de símbolos, de dioses y de arcanos.

  Libros, depositarios de la herencia
misma del universo;
antorchas en que arden
las ideas eternas e inexhaustas;
cajas sonoras donde custodiados
están todos los ritmos
que en la infancia del mundo
las musas revelaron a los hombres.

  Libros, que sois un ala (amor la otra)
de las dos que el anhelo necesita
para llegar a la Verdad sin mancha.

  Libros, ¡ay!, sin los cuales
no podemos vivir: sed siempre, siempre,
los tácitos amigos de mis días.

  Y vosotros, aquellos que me disteis
el consuelo y la luz de los filósofos,
las excelsas doctrinas
que son salud y vida y esperanzas,
servidle de piadosos cabezales
a mi sueño en la noche que se acerca.
Carolina Aug 2020
Si algún día me escapo
espero perderme en el viento.
Y con el pasar de años macabros
convertirme en un cuento;
secreto para los infantes,
de terror para adultos.
De esos que todos saben, de murmullo en murmullo.
Y si algún día aparezco
en la puerta de tu casa,
espero te quedes blanco
inmovilizado de miedo.
Porque traigo conmigo la ira,
a través de ojos ya muertos,
emanando un poder desconocido
que te quita el aliento,
porque vas a ser consciente
de que el cuento era cierto.
Mariana Seabra Mar 2022
Deixo de herança todos os pensamentos

Perdidos ao luar,

Escritos na página invisível da vida,

Impossíveis de partilhar.



Deixo de herança todas as garrafas,

Que esvaziei e pousei à beira-mar,

Com uma carta escondida lá dentro,

Incógnita ainda por entregar.



Deixo de herança todo o fumo,

Que compulsivamente inalei

Para tentar matar a doença

Da qual nunca me curei.



Deixo as pegadas na areia,

Que rapidamente se apagaram.

Marcas da efémera passagem dos seres

Que por mim passaram.



Deixo de herança o sol de inverno,

Tão apreciado por toda a gente.

Desejo que aqueça as almas frias,

Que não deixe ninguém indiferente.





Deixo de herança o incenso

Que nunca acendi.

Espalhado pela brisa,

Como qualquer cheiro que senti.



Deixo de herança toda a música

E cada marca que deixou.

Atenciosa companheira,

Que tantas vezes me salvou.



Deixo de herança o rio,

No seu mesmo exato lugar.

Lembrança eterna que existe um sítio seguro

Para onde o desespero nos pode levar.



Deixo de herança a pedra afiada,

Que me esculpiram no lugar do coração.

Memória da crueldade no olhar

De quem a infância me roubou.



Deixo ligadas as luzes da aldeia,

Que me abrigaram no solitário berço.

Agarro o impulso que me levou à procura

De tudo o que ainda desconheço.

  



Deixo de herança em papel amarrotado,

Algum sangue que derramei.

Lágrimas, cicatrizes e o fardo,

De ser tão brutalmente consciente

De tudo aquilo que sei.



Deixo de herança o meu amor,

Sorrisos, abraços e essências,

Partilhadas no pôr-do-sol.

E que nesta viagem de turbulências,

Repares na simplicidade do sentimento

Que achaste saber de cor.



Deixo de herança uma moeda,

Ao pedinte que conheci

E que nunca a chegou a gastar.

Esqueceu-se que para a salvação da vida

Não há dinheiro, nem há fornecedor

Onde ele a possa ir comprar.



Deixo de herança o pássaro branco,

Que ainda não se atreveu a pousar.

Canta mais alto a cada Primavera,

Só para me relembrar,

Que as raízes são uma ilusão

Criadas por quem não as consegue descolar.





Deixo de herança duas mãos quentes,

No peito frágil de uma criança,

Que nasceu órfão de mãe

E cresceu sem esperança.


“Nas noites escuras que te abraçam.

Nos dias cinzentos a que te entregas

Que sintas neste aperto a mensagem

De toda a força que carregas.”




Deixo de herança este poema,

Escrito num sonho que se entranha

E do qual nunca acordei.

Vem…

Traz o mapa que queimei.

E encontra-me para lá da montanha

Onde também eu me encontrei.
Victor Marques Apr 2023
Liberdade pode ser banal,
Pura e consensual,
Agir em diferentes direcções,
Se desdobrar em explicações.

Ver as papoilas crescer,
Anseios de bem querer,
Não pode ser servidão,
Viver noutra dimensão.

Liberdade determinista,
Que limita o bom artista,
Ai povo oprimido,
Do mundo, do desconhecido.

Adepto da liberdade postiva,
Na morte e também na vida.
Liberdade escancarada na natureza,
Com seu amor e beleza.

Liberdade que parece desejável,
Democracia que parece fiável,
Liberdade consciente e reflectida,
Haja Liberdade nesta vida.

A Liberdade pode ser espiritual,
Livre e nunca ser igual.
Alavanca que tudo move,
Povo livre e nobre.

O Homem nasce livre para tudo amar,
O céu,  a terra e a imensidão do mar.
Liberdade minha de tudo contemplar,
Liberdade onde vais, onde queres estar....

Victor Marques
Apocrypha Apr 2019
March 31st

Pensé en ti por primera vez en semanas el día de hoy,
No me había dado cuenta que no habías estado en mi mente,
Creo que me estaba acostumbrando a tu ausencia,
Pero el día de hoy pensé en ti

Estaba desayunando, era una mañana mas
Y me encontré mirando a alguien que llamaba mi atención entre toda la gente ahí,
No era consciente del porque
Pero por alguna razón te miraba

Después me inundaron los recuerdos,
Y supe que de todas las caras en ese lugar eras la mas familiar
Por que eras tu
Y en ese momento pensé en ti
Y recordé lo que perdí

Te extrañé en ese momento
Deseé que por un instante dejáramos todo de lado
Y estuvieras ahí conmigo por un minuto

Lo éramos todo, no necesitábamos a nadie
Por que no teníamos a nadie
Éramos fuertes juntos
Por que nadie mas estaba ahí para nosotros

Rey y Reina,
Nadie podía tomar nuestra corona
Tocamos el cielo
Mientras nos intentaban arrastrar al infierno
Pero lo logramos

Eso fue hace un año,
Ahora todo ha cambiado
Duele el pensar en el pasado
Lo que fue
Lo que fuimos
Lo que importaste
Lo que ahora no es

Hoy,
Pensé en ti por primera vez en semanas,
No me había dado cuenta que no habías estado en mi mente,
Y solo se una cosa,
Aun dueles como desde ese primer día.
Bastian M Pop Dec 2019
A ti
que despertaste un peculiar capricho
capricho
que mis dedos parecen no entender
torpes e ingenuos
cantan distantes junto al tartamudeante despertar

A ti
cínico expropiador  
de sed se ahogarán los mares
&
los males cobijados entre pánico

Despertaré sudoroso sin reconocer mis brazos
todo está aparentemente
en su sitio
&
será que no sé
si realmente reconoceré
retratar si sé

no
no
quizá

Moriremos con los brazos bañados
en irreconocible petróleo carnal
quizá
&
consciente de que pretendo saber  
retratado esto
reconoceré
que no

Mariana Seabra Mar 2022
A realidade é fácil de controlar.


Acordar, tomar banho, tomar o pequeno-almoço, sair para a escola ou para trabalhar, executar tarefas, conduzir, carregar neste botão, carregar naquele, tomar um café, fumar um cigarro, fazer isto ou aquilo, adormecer, acordar e repetir…o meu corpo já faz mais de metade em piloto automático, o que é ótimo, deixa-me mais tempo para viver a minha realidade, dentro da minha cabeça, onde a real ação acontece e se desenrola, onde não há tempo nem espaço, onde sou livre e ninguém me controla.



Por vezes, fico genuinamente chateada com as pessoas quando elas me interrompem e me tiram do meu mundo mais profundo. Não é culpa delas. Elas não sabem que estou a viver noutro mundo.



Encontro-te a toda a hora no meu mundo, que quase me esqueço que não te encontro na realidade.



Por vezes, estou de olhos abertos mas não é neste mundo que estou a viver. Falo contigo e consigo ver-te nitidamente, consigo viajar até ti sem ter de me mover. O meu corpo acompanha, não sei como, tem reações físicas espontâneas que o começam a atravessar.



Por vezes, arrepio-me exatamente onde imagino que me estás a tocar. Olho para o braço e sinto um toque que o explora. Olho para a minha mão e ela está a entrelaçar-se no vazio, com o polegar a percorrer o nada, esse nada que já foi algo outrora.



Por vezes, sinto cócegas na cara, onde o teu cabelo já esteve pousado. Depois, inconscientemente, vou a tentar afastá-lo para conseguir olhar para ti…e é mais um momento fracassado, porque abro os olhos e estou sozinha, não te tenho ali, onde deverias estar, ao meu lado.



Por vezes, estou no escuro, de olhos bem abertos e, apesar de não haver um único raio de luz, consigo ver tudo à minha volta, vejo a silhueta que me seduz. Sinto uma respiração junto à minha, o ar fica mais pesado, mais quente e, consequentemente, logo sinto o coração acelerado. Não me mexo. Não me posso mexer. Não quero que te assustes e saias a correr…então, assim fico.



Por vezes, estou de pé na varanda, encostada à parede, de olhos fechados, com a cara diretamente voltada para o sol e, de repente, apanho-me a sorrir. Já sei! Já sei que vens ter comigo...ou será que nunca chegaste a partir? Sinto um peso a encostar-se a mim, também de cara voltada para o sol e, claro!, não consigo evitar sorrir. Encosto a minha cara com cuidado, sinto duas peles em contacto e é quente! ardente, exatamente onde elas se tocam.



Quando me apanho de novo, estou com os braços em redor de algo. O meu corpo físico acompanha e tira as medidas certas do meu pensamento. Abraço o peso que se apoiou em mim e, não me mexo, fico paralisada com tanto sentimento. Não me posso mexer. Não posso perder este momento…

Mas não está lá nada.  



E quando a minha mente consciente se apercebe disso, rouba-te de mim.


Enfim...
Consegue ser cruel! É tão cruel. Que consciência é esta que não tem consideração por todo o amor que depositei naquele momento, para que ele existisse, mesmo que noutro mundo? E por todo o amor que foi necessário para o manter vivo, mesmo sendo realisticamente impossível eu o estar a viver? Bem dizem os outros que amar é sofrer...



Deixem-me ser inconsciente!



Sinto cheiros, ouço vozes, leio pensamentos que não são meus, toco no ar que me rodeia como se não fosse apenas isso, ar, e continuo aqui para me questionar, será que ainda estou dentro dos parâmetros da sanidade ou já me perdi em todos e não há volta a dar?



Mas seja como for,  

Deixem-me estar!

Por mais que pareça perdida, a quem não sabe sonhar, não preciso de ninguém que me venha tentar encontrar.
Mariana Seabra Mar 2022
Fecho os olhos levemente

E deixo o sono me embalar.

Ah…Que venha rapidamente!

Pois nesta realidade triste,

E infelizmente,

Só em sonhos te consigo tocar.



Corro para ti-

Desesperadamente-

E desta vez não desvias o olhar.

Ah!

Finalmente…

Treme agora o corpo de quem sente

O medo de estar tão perto!-

tão, tão perto de te amar.



Falham-me as pernas que nem mexo,

Inunda-se um brilho no olhar,

Enquanto te admiro,

Questiono-me,

Se realmente estou a sonhar.

Alma ansiosa e impaciente…

Nem espera pela resposta,

Não perde tempo para te beijar.

  



Ah…!

Triste mente consciente…!

Não tarda vais fazer-me acordar.

Imploro-te,

Dá-me só mais dois segundos

Para esta memória eternizar.



Olhas para mim e sorris,

Como se soubesses…

O que estou eu a pensar…

Pois a magia que nos invade

Não cabe em explicações

Profundas

Ou em qualquer outro lugar.



O tempo não existe em sonhos,

Não te deixa saber que estás a viajar.

Mas o relógio, na hora certa,

Deu as doze badaladas

Que me iriam transformar.



(…)



Ah…!

E até hoje…

Não sei se me deixaram desperta…

Só sei que esta alma inquieta,

Tão insolente e incorreta,

Naquele sonho quis ficar

E até hoje…

Sei que nos braços da pessoa amada,

Numa dança feliz e apaixonada,

Ficou uma alma aprisionada,

Que não conseguiu mais acordar.
Mariana Seabra Mar 2022
E eu, amante da utopia, irrealista mórbida.

E eu, que observo com a intensidade do respirar.

Com olhos que veem tanto como aquilo que sentem.



Como é que, eu, não vi?



Todos os detalhes não são além de pistas.  

Pequenas migalhas que o destino nos deixa,

Como constelações desordenadas no céu.



E eu, amante da fantasia, sonhadora de impossibilidades.

E eu, que sinto no patamar da loucura,

Com extremos que gritam mais alto do que as vozes no meu ouvido.



Como é que, eu, não vi?



E se a doença está no sentir intenso,  

Então sou demente.



E eu, mente alucinada, mas consciente,

Drogada pelas sensações constantes.

E eu, construída por tudo o que me rodeia,

Eu que transpiro insanidade lúcida e,

Eu que absorvo cada átomo do pensamento.



Como é que, eu, não vi?



Agora vejo…

Na própria doença está sempre também a cura.
La cruz del sur se echa en una nube
y me mira con ojos diamantinos
mis ojos más profundos que el amor,
con un amor de siempre conocida.

Estuvo, estuvo, estuvo
en todo el cielo azul de mi inmanencia;
eran sus cuatro ojos la conciencia
limpia, la sucesiva solución de una hermosura
que me esperaba en la cometa,
ya, que yo remontaba cuando niño.

Y yo he llegado, ya he llegado,
en mi penúltima jornada de ilusión
del dios consciente de mí, mío,
a besarle los ojos, sus estrellas,
con cuatro besos solos de amor vivo;
el primero, en los ojos de su frente;
el segundo, el tercero, en los ojos de sus manos,
y el cuarto, en ese ojo de su pie de alta sirena.

La cruz del sur me está velando
en mi inocencia última,
en mi volver al niñodiós que yo fui un día
en mi Moguer de España.

Y abajo, muy debajo de mí, en tierra subidísima,
que llega a mi exactísimo ahondar,
una madre callada de boca me sustenta,
como me sustentó en su falda viva,
cuando yo remontaba mis cometas blancas:
y siente ya conmigo todas las estrellas
de la redonda, plena eternidad nocturna.
O no hay alma, y mi muerta ya no existe
(conforme el duro y cruel "polvo serás")...
o no puede venir, y está muy triste;
pero olvidarse de mi amor, ¡jamás!

Si de lo que ella fue sólo viviese
un átomo consciente, tras la fría
transmutación de los sepulcros, ¡ese
átomo de conciencia me amaría!
maybe marc May 2020
pa alejar
weas en las que no quería pensar
ni encontré la solución,
siempre consciente que es un problema
pensar en ahogarse cuando estás nadando.
y pensé en caerme desdeaaaaantes
de saltar,
como que el piso se me hace mas conocido que el
aire,
aunque ni lo había tocado.
me tirita esta persona
que se cree importante por pararse
e innecesaria se para encorvada
y con pena se achica
y con daño,
bien clarito
deja que le pisen y le
estrujen las lagrimas.
con humos
volviendo a los mismos mismos
incontrolables
asquerosos charcos
de pensamientos que se dan vueltas
revueltas
en pataletas humillantes
que gritan
estamos aquiiiiiiii
somos quienes importan
escuchannos.
y sabiendo po
que todo es mentira
sabiendo que
la fantasía morbosa
de comerse hasta el hueso
pincharse la piel desde dentro
romperse con ayuda
pretendida con deseo,
todo por ... .
.
no te hagai la loca ahora
con la
todavía tentación
en tirarte pa abajo.

— The End —