Gracias a esa persona,
la que nada tiene que ver
con la que, en su día,
conociste y terminó
haciéndote infeliz.
La que jamás supo de ti,
ni aceptarte tal
y como eras...
ni poder comprobar ,
todo lo que te queda
por alcanzar.
La que no sabe ni sabrá
lo que se pierde...
porque nunca quiso
conocerte ni tampoco lo hará.
Tú,
como el río que,
a pesar de los obstáculos
y la rocas...
fluye constante y sereno
en dirección al mar.
Siendo el mismo de siempre,
más crecido y aprendido,
andas por la vida
sin estancarte...
siempre buscando mejorar,
sin dar pasos atrás.
Caminando por la vida libre,
sin sombras ni ataduras,
sin barreras ni obstáculos.
Y así, a tu manera:
¡Eres feliz!
Por eso, quien se aleja de las
personas que aportan toxicidad,
negatividad o inestabilidad.
Lo hace sin rencor,
sin anhelar ni lamentar,
simplemente las deja ir,
deseándoles lo mejor.
Camina por la vida
libre, sereno,
sin sombras ni ataduras...
y a su manera es feliz.
Y no solo sabe lo que hace,
sino que,
inspira con su ejemplo,
a quien lo pueda necesitar.
Reflexión...
Quien sabe lo que quiere,
sabe lo que necesita,
sabe lo que le sobra
y lo que le falta.
Reconoce lo importante,
distingue lo que siente,
y vive en armonía...
con lo que piensa,
dice y hace,
por y para bien.
Y así de simple,
y así de claro,
y así de cierto...
Anda despierto,
¿o no?