El cielo llora,
no por desamores
ni por una muerte,
llora por la falta de llanto
de tanta gente
Pide clemencia el indigente,
algo para comer
bajo la lluvia
que moja los pocos billetes,
no alcanzan de todas maneras
Las lágrimas no salieron de los rostros,
se condensaron en pensamientos
que inundaron el domo celeste
que cubre nuestras cabezas
Ahora nos empapa inclemente,
no ve si moja al niño, al anciano o al enfermo
no escatima en gotas frías
se sienten como notas graves en un piano viejo
Mientras,
abro el paraguas,
no para cesar el llanto,
sino para ignorarlo,
como me han enseñado