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Iba con la ropa destrozada buscando qué robar en los abastos,
cuando al agarrar una lata la estantería se le vino encima.
Salió corriendo como victorioso, huyendo de su escena fatal,
como si hubiese ganado algún premio.

Al salir se encontró sin nada, pensó que lo había logrado:
"Pero lo logré, la tenía. Estaba justo en mis manos".
La tenía y lo había logrado; despedazarse al olvido.

Continuó caminando y se consiguió
a alguien peor vestido y más sucio,
lo miró y recordó; su ropa era la de él, más sucia y arrastrada:
-"Devuélveme mi ropa, ladrón" - Le dijo.

-"Yo era peor que yo, al fin puedo ver.
Peor que que este vagabundo del que estoy vestido,
más que la estantería que encima de mí caía,
peor que el guardia que me sostuvo".

Se miró y no contuvo las lagrimas
mientras se desnudaba para entregar las prendas ajenas,
una por una como oruga floreciendo.

Su piel era brillante como sol atenuante, despiadado
dejaba ciegos a quienes lo veían al pasar.
Se entregó y volvió a vestir sus prendas
asquerosas y mohosas, con sangre seca.

"Soy peor de lo que pensé que era,
ahora sé que no hay valor en mí.
Le robe el alma a un pobre pendejo
y el pendejo se burló de mí".
Rui Serra May 2014
Parto como o vento
Sigo estrada fora
Estou a milhas de casa
Vou moribundo
O meu nome nada significa
Estou sem sono
Na velha rua vazia ninguém para ver
O poeta está acabado
A sombra do vagabundo rasteja
Nada tem a perder
No olhar melancólico
A ânsia de viver.
Mi perro ha muerto.

Lo enterré en el jardín
junto a una vieja máquina oxidada.

Allí, no más abajo,
ni más arriba,
se juntará conmigo alguna vez.
Ahora él ya se fue con su pelaje,
su mala educación, su nariz iría.
Y yo, materialista que no cree
en el celeste cielo prometido
para ningún humano,
para este perro o para todo perro
creo en el cielo, sí, creo en un cielo
donde yo no entraré, pero él me espera
ondulando su cola de abanico
para que yo al llegar tenga amistades.

Ay no diré la tristeza en la tierra
de no tenerlo más por compañero,
que para mí jamás fue un servidor.

Tuvo hacia mí la amistad de un erizo
que conservaba su soberanía,
la amistad de una estrella independienre
sin más intimidad que la precisa,
sin exageraciones:
no se trepaba sobre mi vestuario
llenándome de pelos o de sarna,
no se frotaba contra mi rodilla
como otros perros obsesos sexuales.
No, mi perro me miraba
dándome la atención que necesito,
la atención necesaria
para hacer comprender a un vanidoso
que siendo perro él,
con esos ojos, más puros que los míos,
perdía el tiempo, pero me miraba
con la mirada que me reservó
toda su dulce, su peluda vida,
su silenciosa vida,
cerca de mí, sin molestarme nunca,
y sin pedirme nada.

Ay cuántas veces quise tener cola
andando junto a él por las orillas
del mar, en el invierno de Isla Negra,
en la gran soledad: arriba el aire
traspasado de pájaros glaciales,
y mi perro brincando, hirsuto, lleno
de voltaje marino en movimiento:
mi perro vagabundo y olfatorio
enarbolando su cola dorada
frente a frente al Océano y su espuma.

Alegre, alegre, alegre
como los perros saben ser felices,
sin nada más, con el absolutismo
de la naturaleza descarada.

No hay adiós a mi perro que se ha muerco.
Y no hay ni hubo mentira entre nosotros.

Ya se fue y lo enterré, y eso era todo.
Oh playas verdeantes de algas marinas, sobre
las guijas de estridente diamante y flavo cobre.
Oh piélagos preñados de la cálida voz de las sirenas.
Oh piélagos que nutre denso susurro: -trenos
de náufragos a la deriva por sus senos
procelosos, y que yá dormirán en las ondas serenas.

Yo anhelo tus ilímites planicies: hielos glaucos,
brumas, nieblas -última Thule- para ulular mis turbios himnos raucos!

Yo soy Harald, soy Harald el Obscuro.

Todos los viajes, todos mis viajes, son viajes de regreso.
Yo torno ahora, retorno ahora del azur y hacia el azur. 1
Violada luz diaprea sus rútilos zafiros.
Voz de sangre sus zafiros denigra.
Mas nó otro azur desea mi vagabundo sueño:
sólo ése azur cebrado de vïolas, ése azur ocelado de abenuz..!
Oh piélagos transidos de agorera pavura irremisible.
Oh piélagos que asorda gríseo clangor: equale
de trombones, en lento ritmo y voz velada, audible
sólo para los seres que un Fátum fúnebre señale...
Yo anhelo tus ilímites planicies: hielos glaucos,
brumas, nieblas -última Thule- para ulular mis turbios himnos raucos!

Yo soy Harald, soy Harald el Obscuro.

Yo sólo amo tu amor, fatal Isolda.
Erigiremos en todos los caminos nuestra gitana tolda aventurera.
Yo sólo amo tu amor, oh brava Isolda!
Brava Isolda hechicera!

Yo soy Tristán de Leonís: -ligera
por todos los océanos nuestra nao pirata
discurrirá indolente, con viento ameno o duro; 2
bajo la lumbre de topacio
del sol;
bajo la luz morena de la rosa de plata;
o en la noche ceñuda -lúgubre y agorera-. 3
Por todos los océanos nuestro amor, y el espacio
sin lindes, y el ensueño, y hacia lo ignoto navegar... 4

Por todos los océanos nuestra libre galera:
y en el palo cimero la flámula escarlata
con una rosa endrina,
y en nuestros corazones la rosa purpurina
y la flámula negra...
Nuestra nao pirata
discurrirá por todos los océanos al azar, al azar, al azar... 5
Erigiremos en todos los caminos nuestra gitana tolda aventurera, 6
y el refugio ilusorio de nuestro ciclo errátil e inseguro...
Yo sólo amo tu amor, mi brava Isolda,
yo sólo amo tu amor, Ilse hechicera,
yo soy Tristán, soy Harald el Obscuro.

Dancé cantando mi canción acerba.
Era el véspero, casi la noche, era el véspero de ceniza.

El tardeño cocuyo su luz irradïaba.
Su lumbre ingenua mi ingenuo corazón iluminaba.

Mas mi espíritu pérfido mi ingenuidad enerva,
y en el ingenuo corazón desliza
fragante zumo de su ponzoñosa hierba.

Yo soy Tristán, soy Harald el Obscuro.

Divagar. Divagar por inéditos climas.
Metafísicos vórtices. Remansada sapiencia.
Júbilo y alborozo sensüales.

Ebrias sedes. Acidia muelle. Venus autumnales,
ingrávidas adolescentes: oh vendimias opimas...!
Al propio tiempo, nugacidad y vacío, y nesciencia...

Oh mujer, arcangélico vampiro,
demoníaca Ofelia, cándida cervatilla, híspido
endriago!

Todo lo excelso aroma en tu sollozo y en tu suspiro y en tu sonrisa!
Perfuma en tu pasión lo deletéreo y lo inefable, lo joyoso y lo aciago!
Tifón de tempestades y sosegada brisa
cantan en tu pasión:
y un trémulo murmurio pulcro balbuce en tu corazón!

Yo soy Harald, soy Harald el Obscuro.
Yo soy Tristán de Leonís, acedo.

Yo sólo amo tu amor, Ilse hechicera,
yo sólo amo tu amor, fatal Isolda,
mi brava Isolda!

Yo soy Harald, soy Lancelot: -blanda sonrisa, corazón perjuro;
yo sólo amo tu amor, tu amor áspero y ledo,
venenoso y lustral, proclive y puro,
pérfido y claro, y abisal y erguido!
Yo sólo amo tu amor. Ilse hechicera,
Furia hechicera, Lálage hechicera:

Yo sólo de tu amor -Ilse- me curo:
y al azar de las rutas erigiremos nuestra tolda,
fatal Isolda,
y en nuestra tolda un penumbroso nido,
y al azar de los vientos singlará nuestra nao aventurera...

Yo soy Harald, soy Harald el Obscuro.
Victor Marques Oct 2013
Vivemos num sono profundo

Os rios correm sem parar,
As estrelas enlaçadas no luar.
Ser comum de viver vagabundo,
Embriagado num sono profundo.

As montanhas inertes, transformadas,
Arvores mal tratadas.
Borboletas que poisam sobre as flores,
Riachos sem rouxinóis reprodutores.

Joio e as belas searas aloiradas,
Uvas e suas lagaradas.
Alegria e tristeza neste mundo controverso,
Caminhar num caminho incerto.

Estalar de dedos sobre sobreirais do destino,
Vaguear nos sonhos de menino…
As ervas daninhas e as grandes constelações,
Me adormecem com um sono de ilusões.

Victor Marques
sono, acordar,realidade
Victor Marques Oct 2013
Escrevo com a pena do amor


Com a simplicidade de um pobre,
Com coração sempre nobre,
Com a pureza da flor sem mágoa,
Sobre o vento que traz água.

Com pontos de vista diferentes,
Com amor a nossos semelhantes,
Revejo-me em mil tornados,
Escrevo em casebres abandonados.

Com alegria e tristeza,
Com amor e exuberante leveza,
No espírito vagabundo,
Revejo-me num infinito sem ter idade,
Com amor e lealdade,
Escrevo ligado á eternidade.

Victor Marques
poesia, poeta, amor, eternidade
Noche. Este viento vagabundo lleva
las alas entumidas
y heladas. El gran Andes
yergue al inmenso azul su blanca cima.
La nieve cae en copos,
sus rosas transparentes cristaliza;
en la ciudad, los delicados hombros
y gargantas se abrigan;
ruedan y van los coches,
suenan alegres pianos, el gas brilla;
y si no hay un fogón que le caliente,
el que es pobre tirita.
Yo estoy con mis radiantes ilusiones
y mis nostalgias íntimas,
junto a la chimenea
bien harta de tizones que crepitan.
Y me pongo a pensar: ¡Oh! ¡Si estuviese
ella, la de mis ansias infinitas,
la de mis sueños locos
y mis azules noches pensativas!
¿Cómo? Mirad:
                                  De la apacible estancia
en la extensión tranquila
vertería la lámpara reflejos
de luces opalinas.
Dentro, el amor que abrasa;
fuera, la noche fría;
el golpe de la lluvia en los cristales,
y el vendedor que grita
su monótona y triste melopea
a las glaciales brisas.
Dentro, la ronda de mis mil delirios,
las canciones de notas cristalinas,
unas manos que toquen mis cabellos,
un aliento que roce mis mejillas,
un perfume de amor, mil conmociones,
mil ardientes caricias;
ella y yo: los dos juntos, los dos solos;
la amada y el amado, ¡oh Poesía!
los besos de sus labios,
la música triunfante de mis rimas,
y en la negra y cercana chimenea
el tuero brillador que estalla en chispas.
¡Oh! ¡Bien haya el brasero
lleno de pedrería!
Topacios y carbunclos ,
rubíes y amatistas
en la ancha copa etrusca
repleta de ceniza.
Los lechos abrigados,
las almohadas mullidas,
las pieles de Astrakán, los besos cálidos
que dan las bocas húmedas y tibias.
¡Oh, viejo Invierno, salve!
puesto que traes con las nieves frígidas
el amor embriagante
y el vino del placer en tu mochila.
Sí, estaría a mi lado,
dándome sus sonrisas,
ella, la que hace falta a mis estrofas,
esa que mi cerebro se imagina;
la que, si estoy en sueños,
se acerca y me visita;
ella que, hermosa, tiene
una carne ideal, grandes pupilas,
algo del mármol, blanca luz de estrella;
nerviosa, sensitiva,
muestra el cuello gentil y delicado
de las Hebes antiguas;
bellos gestos de diosa,
tersos brazos de ninfa,
lustrosa cabellera
en la nuca encrespada y recogida
y ojeras que denuncian
ansias profundas y pasiones vivas.
¡Ah, por verla encarnada,
por gozar sus caricias,
por sentir en mis labios
los besos de su amor, diera la vida!
Entre tanto hace frío.
Yo contemplo las llamas que se agitan,
cantando alegres con sus lenguas de oro,
móviles, caprichosas e intranquilas,
en la negra y cercana chimenea
do el tuero brillador estalla en chispas.
Luego pienso en el coro
de las alegres liras.
En la copa labrada, el vino *****,
la copa hirviente en cuyos bordes brillan
con iris temblorosos y cambiantes
como un collar de prismas;
el vino ***** que la sangre enciende,
y pone el corazón con alegría,
y hace escribir a los poetas locos
sonetos áureos y flamantes silvas.
El Invierno es beodo.
Cuando soplan sus brisas,
brotan las viejas cubas
la sangre de las viñas.
Sí, yo pintara su cabeza cana
con corona de pámpanos guarnida.
El Invierno es galeoto,
porque en las noches frías
Paolo besa a Francesca
en la boca encendida,
mientras su sangre como fuego corre
y el corazón ardiendo le palpita.
-¡Oh crudo Invierno, salve!
puesto que traes con las nieves frígidas
el amor embriagante
y el vino del placer en tu mochila.
Ardor adolescente,
miradas y caricias;
cómo estaría trémula en mis brazos
la dulce amada mía,
dándome con sus ojos luz sagrada,
con su aroma de flor, savia divina.
En la alcoba la lámpara
derramando sus luces opalinas;
oyéndose tan sólo
suspiros, ecos, risas;
el ruido de los besos;
la música  triunfante de mis rimas,
y en la negra y cercana chimenea
el tuero brillador que estalla en chispas.
Dentro, el amor que abrasa;
fuera, la noche fría.
Entre la muchedumbre que ríe y se divierte
por las iluminadas calles de la ciudad,
me llega tu recuerdo con un sabor de muerte,
mujer de mis tristeza y mi felicidad.

Y así, esta noche alegre tengo los ojos tristes,
tristes de la tristeza de ir contigo y sin ti,
mujer que existes y no existes,
mujer que nunca tuve, pero que ya perdí.

Voy andando en la noche, desterrado del mundo,
y de pronto, surgiendo de entre la multitud,
me sale al paso un perro vagabundo,
desorientado y triste como mi juventud.

En sus húmedos ojos se duplica mi ensueño,
y los dos nos miramos con un mismo dolor:
Él, un perro sin dueño;
yo, un hombre sin amor.
Alimento del alma
trigo en la mente.

Transporte invisible
maquina del tiempo.

Castillo vagabundo
voz del universo.

Si hay dios del tiempo
eres la diosa omnisciente.

Ritmo cardiaco
instrumento del mundo.

Risas de niños
crujir en la madera.

Te escucho,
te siento
y luego te canto.
Si yo fuera hombre, ¡qué hartazgo de luna,
De sombra y silencio me había de dar!
¡Cómo, noche a noche, solo ambularía
Por los campos quietos y por frente al mar!

Si yo fuera hombre, ¡qué extraño, qué loco,
Tenaz vagabundo que había de ser!
¡Amigo de todos los largos caminos
Que invitan a ir lejos para no volver!

Cuando así me acosan, ansias andariegas,
¡Qué pena tan honda me da ser mujer!
Tal vez por un capricho más triste que galante
cuente un día una historia que casi no es de amor.
Tal vez estés ausente, o acaso estés delante,
pero si estás delante lo contaré mejor.

Diré que hubo una copa tallada de diamante,
una flor sin rocío y un blanco surtidor.
Pero aunque se moría de sed un caminante
le negaron el agua para regar la flor.

Como ves es una historia que puede no ser mía,
pues habla de un suceso que ocurre cada día;
burlar a un vagabundo, negar una merced.

Pero al fin de este cuento ****** y cotidiano,
tú sentirás la copa de diamante en tu mano,
y yo estaré de nuevo muriéndome de sed.
Fernanda Savaris Sep 2016
eu gosto tanto de você
mas é difícil dizer
que depois de tanto tempo
eu ainda tenho saudade

e eu já quis tanto te ver
e ver contigo o sol nascer
nos nossos meios de nada
ou no centro da cidade

eu queria que o fim
não fosse coisa ruim
que impedisse de te ver
e iniciasse tempestade

dói dentro de mim
saber que agora é assim
eu pra cá, você pra lá
e no meio, às vezes, maldade

me faz falta te abraçar
e com carinho escutar
o que cê tem a dizer
sobre eu e você
e a nossa cumplicidade

eu queria é que o mundo
a essa hora tão vagabundo
criasse alguma compaixão
e extinguisse essa saudade

minha saudade de te ter
Igual que San Lazaro bendito
diambulas las calles vagabundo
Un trago de vino
Para apaciguar el recuerdo profundo
La memoria opaca
Vas viajando por el mundo
Tembloroso e inaudito
Igual que San Lazaro bendito
Alan Eshban Aug 2017
...
Imposible creer ese falso amor y
Poder caer otra vez en tus jugos, es mejor
Olvidarte ya qu tu
Eres un persona que con los sentimientos juega
La vida es una y recuerda que cada
Persona es diferente a ti a si que
Indicada es la hora para partir
Y no dejaré ir la oportunidad de
Dejarte fuera de mi corazón e
Ir en busca de alguien que si cuide de el y
No lo rompa como tú lo hiciste
Podré desearte suerte pero quiero que sepas que
No te guardo rencor ya que no
Importa somos humanos y sabemos
Que todos nos equivocamos, a lo mejor
Tan absurdo té suene esto que me es
Difícil comprender el como te sientes ahorita ya
Sea para bien o para mal.
No importa si lees esto por completo tampoco
Importa si me dejas abandonado
En una banca de la calle como vagabundo
Que trataré ponerme de pie a pesar de las
Situación que me encuentre, espero que
Nos comprendamos el uno al otro y
Situemos los pies en la tierra
Siempre, es mejor que
Te vayas retirando de mi vida ya que
Amaré a una nueva piel que
Mi alma y la de ella si formen una y que mi
Corazón este y
Se sienta en paz y sentir que se
Detiene el tiempo al tener
Por segunda y ultima vez
Un amor similar al tuyo y pasar el
Momento más feliz de mi vida
Al estar abrazándonos,
Estar besándonos, y decirle que  
Contigo solo fue un juego y
Mirar y decir que es real lo que siente como
Tus engaños los llegue a sentir
Hermosos por no saber la verdad ya que
Ojos que no ven corazón que no siente,
Me da curiosidad que será de ti, me
Hipnotizan los engaños que tuve ya que
Cada día me pregunto si alguna
Vez me amaste...
Que me tiene desesperado saber si
Me tenías como objeto.
Ven y te vuelvo a decir que yo era el único que
Me preocupaba por ti, hasta me
Desmaya el saber
Cuando salías con
Tu amante y aún así te perdone, recuerdo el
Aroma de las flores que te regalaba
Queda guardado en mi memoria como se quedo
Impregnado las caricias de amor.
En que momento
Mi suerte cambió? Y ahora el único
Pensamiento que tengo es de soledad.
Si pudiera tirar a la basura asi de fácil
Tus te quieros no escribirá esto, tus
Labios fueron testigos y
Yo solo decía afortunado es quien
Besaría tus labios...
Sería inútil intentar de nuevo,
Lo mejor y
Más conveniente es dejarlo ir.
Dulce fueron los momentos
Que pasamos juntos.
Mi alma se sienta sola y mi
Boca no tenga ahorita a quien besar.
Tocaria a lo mejor nos veamos en un futuro y
Sueño que todo quede en paz entre nosotros y
Con todo respeto el poder saludarnos.
Acariciar tu rostro aceptó que fue hermoso
Tú me hiciste sentir en la luna y tú
Rostro me fascinaba
Y que mejor cuando mirábamos el cielo y
Que me decías que nunca
Nos íbamos a separar y que nos
Amamos hasta que no haya vida.
Quizás haya sido mentirá pero fue bonito
Lo que me hacía sentir.
Que fue difícil darte lo que
Esperabas pero
De mi pude dar lo que podía.
Mi futuro dependerá de mis lecciones y  
No espero que sea al contrario contigo.
Lo que decías a lo mejor no se cumplió pero
Soy y eres humano y de experiencias vivimos,
Pero espero que esto sirva más de lo que duele
Te diré que siempre te amé y te
Prometo...
Que algún día te perdonare
Seré franco no sé si pueda ya que
El perdón es complicado y más si se trata de un
Hombre como yo que fue engañado,
Más intentaré poder hacerlo y
Contento será el mundo otra vez.
Si tuvieras sentimientos me entenderías pero
Te llenas de orgullo.
Sigo un buen camino desde que no estoy
Teniendo nada contigo aunque
A mi no me agrade se que lo llevó y con
Mi cabeza siempre en alto para a
Lado poder tener alguien que si me ame tanto.
Tus manos son mi caricia
mis acordes cotidianos
te quiero porque tus manos
trabajan por la justicia
    si te quiero es porque sos
    mi amor mi cómplice y todo
    y en la calle codo a codo
    somos mucho más que dos
tus ojos son mi conjuro
contra la mala jornada
te quiero por tu mirada
que mira y siembra futuro
tu boca que es tuya y mía
tu boca no se equivoca
te quiero porque tu boca
sabe gritar rebeldía
    si te quiero es porque sos
    mi amor mi cómplice y todo
    y en la calle codo a codo
    somos mucho más que dos
y por tu rostro sincero
y tu paso vagabundo
y tu llanto por el mundo
porque sos pueblo te quiero
y porque amor no es aureola
ni cándida moraleja
y porque somos pareja
que sabe que no está sola
te quiero en mi paraíso
es decir que en mi país
la gente viva feliz
aunque no tenga permiso
    si te quiero es porque sos
    mi amor mi cómplice y todo
    y en la calle codo a codo
    somos mucho más que dos.
Juan de la Cruz, dime si merecía
la pena descolgarte, por la noche,
de tu prisión al Tajo, ser herido
por las palabras y las disciplinas,
soportar corazones, bocas, ojos
rigurosos, beber la soledad...

-¿Otro whisky?
La pelirroja
-caderas anchas, ojos verdes-
ofrece ginebra a un amigo.
Hombros y pechos le palpitan
en el reír. ¡Oh llama de amor viva,
que dulcemente hieres!...

Junto al embajador de China,
detrás de la cantante sueca,
el agregado militar
de Estados Unidos de América,
Juan de la Cruz bebe un licor
de luz de miel...

                      (Dime si merecía
la pena, Juan de Yepes, vadear
noches, llagas, olvidos, hielos, hierros,
adentrar en la nada el cuerpo, hacer
que de él nacieran las palabras vivas,
en silencio y tristeza, Juan de Yepes...
Amor, llama, palabras- poesía,
tiempo abolido... Di si merecía
la pena para esto...)

                              El aplaudido
autor con el puro del éxito,
la amiguita del productor
velando su pudor de nylon,
las mejillas que se aproximan
femeninamente: «Mi rouge
mancha, preciosa...» (Mancha amor
cuando en las bocas no hay amor).

(Juan de la Cruz, dime si merecía
la pena padecer con fuego y sombra,
beber los zumos de la pesadumbre,
batir la carne contra el yunque, Juan
de Yepes, para esto... Vagabundo
por el amor, y huérfano de amor...)
Hay dos españas, la del soldado y la del poeta.
            La de la espada fratricida y la de la canción
            vagabunda.
            Hay dos españas y una sola canción. Y esta es la
            canción del poeta vagabundo:

Franco, tuya es la hacienda,
la casa,
el caballo,
la pistola.

Mía es la voz antigua de la tierra.
Tú te quedas con todo y me dejas desnudo y errante por el mundo...
más yo te dejo mudo...

¡Mudo!

Y, ¿cómo vas a recoger el trigo
y a alimentar el fuego
si yo me llevo la canción?
En la sombra de un sueño donde se estanca un agua turbia
-ceniza de una noche con ríos de silencio-,
el perfil de tu voz suelta sus golondrinas
sobre el error alegre de tu ****.

El agua de ese río seguirá corriendo mañana,
pero ya tu perfume no crecerá en el viento,
porque en tu corazón nacen espigas tristes
cuando tus manos buscan vanamente tus senos.

Pero tus ojos ávidos se alzan sobre el insomnio
y tu mirada enciende las lámparas del tiempo.
-Árboles taciturnos que se deshojan en tus manos
y raíces oscuras en la sed de tu sueño.

Porque te sientes libre y sin embargo
con la sien palpitante de esclavitudes y misterios;
y una resaca de hojas secas enmudece tu júbilo,
y un vértigo de alas surge del fondo de tu miedo.

Y entonces amanecen campanas y nenúfares
y un rumor de agua clara bifurca los senderos,
pues tú, que resucitas con los ojos tranquilos,
sabes que hay una muerte que deja vivo el cuerpo.

Tú sabes que hay florestas de horror en la alta noche
-minutos indecibles de laberintos negros-,
y que hay profundidades de algas y de madréporas
donde las almas se sumergen con los brazos abiertos.

Tú, náufrago en lo alto de tu mástil,
sabes que hay islas verdes en los mares siniestros,
y latitudes cárdenas donde no llegan las gaviotas
y anclas que se olvidaron en la sangre y el beso.

Tú, cazador inmóvil hasta en la ***** de tus flechas,
viste pasar las corzas entre los bosques ebrios,
y en la humedad del alba amotinada en pájaros
tu carcaj quedó intacto y tu ardor satisfecho.

Tú, que has visto morir la vida en los relojes,
cruzas serenamente los puentes del recuerdo
con las manos tendidas a un espejismo fugitivo
y los hombros doblados bajo el peso de un sueño.

Tú sabes que hay cisternas de estupor y de fiebre
y rostros que se asoman al final de tu espejo,
y que hay hoscos picachos y lejanías de mezquitas
en un sabor antiguo perpetuamente nuevo.

Tú conoces, Hyacinthus, el epitafio de la rosa
y has bogado en el agua que corroe los remos,
y exprimiste en tu copa mandrágoras nefastas
para mirar la vida con los ojos de un ciego.

Tú aprendiste a estar solo contemplando los astros,
pero tu instinto, dúplice y frenético,
pone abejas de plata en tus sandalias de oro
y sortijas fenicias en tus dedos;

y entonces, tú, Hyacinthus, que te creíste invulnerable,
te enguirnaldas la frente con los pámpanos frescos,
pues fatalmente el dardo inmemorial
encuentra dos caminos para herirte en el pecho.

Y eres feliz así, moribundo de estrellas,
agitando en tu antorcha telarañas de hielo,
con tu sonrisa ambigua de mujer inconclusa
y tu rencor de hombre incompleto.

Y buscas en tus páramos horizontes de niebla
con un grito de sal desangrándose en ecos…
-Salobre marejada de moluscos y peces
y tentáculos sordos que trepan a tu lecho.

Y eres feliz, Hyacinthus, en soledad y sombra,
con tus talones ágiles y tus cabellos crespos;
con tu mirada egipcia nublada de pirámides
donde alza sus crepúsculos la maldición de los desiertos.
Y eres feliz así, vagabundo del éxtasis,
y despliegas velámenes al soplo del deseo
viendo pasar las nubes para quedarte triste
bajo la indisociable dualidad de tu ****.

Y vas por el camino que no conduce a parte alguna
con el nardo sonámbulo que guarda tu secreto,
con las manos sin sombra, resplandecientes de rocío,
y con el torpe orgullo de haber matado un sueño.
En sueños yo te salvo sin querer,
Y vuelvo hasta el antaño en un segundo,
Pensando en lo vano, en lo profundo,
En lo sincero y en lo vagabundo;
Y cuando tú apareces, mediodía,
Con el sol paralelo a tu sonrisa,
Desarmas las estrategias y guías
Y ganas la batalla por un día.
De noche yo te abrazo de costumbre,
Buscando el calorcito de tus brazos,
Escondiéndome como un niño en tu regazo,
Huyendo realidades con engaños.
Y a veces tú me miras "diadeberas",
Te das cuenta que existo y me liberas,
De lo mortificante que es quererte,
Sin a veces saber que puedes verme.
Quizás yo por mi letra y mis consejos,
Debería de quitarme de complejos,
Buscando algún guiño en aquel espejo,
O una señal de vida en tus montañas.
Yo soy expedición de vez en cuando,
Y tú un dios que se esconde en el ocaso,
Me vuelvo eterno como el firmamento,
A ver si en tu creación te pertenezco.
No quiero ser tu vida o tu sustento,
Ni tú necesidad semi-quimera,
Quiero ser tentación y vicio eterno,
Ser algo como una suave condena.
Vivimos entre espuma y medianoche,
Entre miel que nos cubre los adentros,
Llenando poco a poco los silencios,
Yo me lleno de ti
Y tú
Me salvas luego.
Ya era muy viejecita... Y un año y otro año
se fue quedando sola con su tiempo sin fin.
Sola con su sonrisa de que nada hace daño,
sola como una hermana mayor en su jardín.

Se fue quedando sola con los brazos abiertos,
que es como crucifican los hijos que se van,
con su suave manera de cruzar los cubiertos,
y aquel olor a limpio de sus batas de holán.

Déjenme recordarla con su vals en el piano,
como yéndose un poco con lo que se le fue;
y con qué pesadumbre se mira la mano
cuando le tintineaba su taza de café.

Se fue quedando sola, sola... sola en su mesa,
en su casita blanca y en su lento sillón;
y si alguien no conoce que soledad es esa,
no sabe cuánta muerte cabe en un corazón.

Y diré que en la tarde de aquel viernes con rosas,
en aquel «hasta pronto» que fue un adiós final,
aprendí que unas manos pueden ser mariposas,
dos mariposas tristes volando en su portal.

Sé que murió de noche. No quiero saber cuándo.
Nadie estaba con ella, nadie, cuando murió:
Ni su hijo Guillermo, ni su hijo Fernando,
ni el otro, el vagabundo sin patria, que soy yo.
En sueños yo te salvo sin querer,
Y vuelvo hasta el antaño en un segundo,
Pensando en lo vano, en lo profundo,
En lo sincero y en lo vagabundo;
Y cuando tú apareces, mediodía,
Con el sol paralelo a tu sonrisa,
Desarmas las estrategias y guías
Y ganas la batalla por un día.
De noche yo te abrazo de costumbre,
Buscando el calorcito de tus brazos,
Escondiéndome como un niño en tu regazo,
Huyendo realidades con engaños.
Y a veces tú me miras "diadeberas",
Te das cuenta que existo y me liberas,
De lo mortificante que es quererte,
Sin a veces saber que puedes verme.
Quizás yo por mi letra y mis consejos,
Debería de quitarme de complejos,
Buscando algún guiño en aquel espejo,
O una señal de vida en tus montañas.
Yo soy expedición de vez en cuando,
Y tú un dios que se esconde en el ocaso,
Me vuelvo eterno como el firmamento,
A ver si en tu creación te pertenezco.
No quiero ser tu vida o tu sustento,
Ni tú necesidad semi-quimera,
Quiero ser tentación y vicio eterno,
Ser algo como una suave condena.
Vivimos entre espuma y medianoche,
Entre miel que nos cubre los adentros,
Llenando poco a poco los silencios,
Yo me lleno de ti
Y tú
Me salvas luego.
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Laura Araújo May 2018
São quatro e vinte da madrugada

E o fraco ainda resiste.

O dia nasce não tarda

E continua a sina daquele triste.  

Será ele um poeta,

Um que se viu de alma abandonada

Ou um cuja profissão é a mais antiga que existe?



O seu coração pinga solidão, que se tenta encobrir,

Fundida pela malfadada escuridão que o rodeia

E que goza do ferir.

O vagabundo olha à volta como se tivesse casa cheia

E ouve, gota a gota, a gota, abusadamente, cair.

Repete-se todas as noites a ladainha

No aconchego de sua cama quentinha.



Para este fraco, viver é ousadia.

Limita-se a existir e até isso é um ultraje.

Vê o sol que na janela luzia;

Vai ao espelho ver se este lhe traz

Aquele brilho que outrora o seduzia

E que há muito não o via.



Depara-se com o rotineiro:

O pesar do vazio corriqueiro

Que em forma de sombra breu

Sobre si subtilmente desceu.

Fatalidade que o destino por si escolheu.



É este o tal fado

De quem não se sente satisfeito

Nem é valorizado

P'las cicatrizes que carrega ao peito.



Dizem que tem vida de vadio.

Terminará o triste por rir

De quem um dia dele se riu?



É esta a "pseudoprofecia"

Que o acompanha noite e dia.



É só mais um que não vive o ultraje que é existir.
Mikaela L Oct 2020
Una angustia infinita,
Un rostro trágico,
No hay razón alguna,
Somos perfectos,
Tú eres la imperfecta,
Te has hecho todo un ocho,
Solita te agonizas,
Solo te explicamos que eres un error,
Que te vistes como un vagabundo,
Que hablas en tonos deformes,
Que tienes gustos distintos,
Olvida la fémina,
Abraza lo normal,
Solías ser normal.
A veces dudo si mi "yo" interior vale algo...
ahora miguel ángel cruza la noche del país
va en un caballito de fuego /
se le caen palabras que tiemblan como el sur
tira balazos de esperanza
¿es verdad que te hicieron pedazos en la tortura militar?
¿te caíste a pedacitos? / ¿y qué
crece de cada pedacito tuyo? / ¿acaso otro ángel / miguel?
¿los demás? / ¿un vagabundo? / ¿una triste? /
¿un viejo sentimiento inmortal? / ¿santa teresa
la obrera / que montaba un caballo de fuego para vivir cada vez? /
¿cómo el olor de tu alma?
pedazos de la amadora escaparon a las uñas del tiempo
pregunto estas cosas para saber cómo me va
envuelto estás en pólvora y horrores
tus poemas cruzan la noche del país
tu ternura trabaja / obrera / delicada
andás por plazas y por calles con la memoria en la mano
llega la luz del alba torpemente
aquí ninguno da perdón /
te deshacés / miguel /juntando cielo
pero me acuerdo de cuando vas a volver
pegado a tu destino como una roca /
limpiándole la muerte a cada noche /
montado en un caballito de fuego
Debo burlarme de mí mismo, vagabundo con pasaje de ida y vuelta.
Fabricante de nubes, inquieta el viento de otoño.
Debo burlarme de mí mismo, de mi niñez de sotana. 1
En el texto escolar hipopótamos y caníbales.
Recuerdo haber paleado arena en una goleta de cabotaje.
¡Era tan hermoso el crepúsculo desde la cabaña abandonada!
Y aquel viejo bergantín encallado, con los mástiles ennegrecidos,
y los largos libros bancarios con viruelas de tinta.
Ah sí, debo burlarme de mí mismo en aquel otro ausente
que ya apenas soy yo en el fondo de sus retratos.

— The End —