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Piramidal, funesta de la tierra
nacida sombra, al cielo encaminaba
de vanos obeliscos ***** altiva,
escalar pretendiendo las estrellas;
si bien sus luces bellas
esemptas siempre, siempre rutilantes,
la tenebrosa guerra
que con negros vapores le intimaba
la vaporosa sombra fugitiva
burlaban tan distantes,
que su atezado ceño
al superior convexo aún no llegaba
del orbe de la diosa
que tres veces hermosa
con tres hermosos rostros ser ostenta;
quedando sólo dueño
del aire que empañaba
con el aliento denso que exhalaba.
Y en la quietud contenta
de impero silencioso,
sumisas sólo voces consentía
de las nocturnas aves
tan oscuras tan graves,
que aún el silencio no se interrumpía.
Con tardo vuelo, y canto, de él oído
mal, y aún peor del ánimo admitido,
la avergonzada Nictímene acecha
de las sagradas puertas los resquicios
o de las claraboyas eminentes
los huecos más propicios,
que capaz a su intento le abren la brecha,
y sacrílega llega a los lucientes
faroles sacros de perenne llama,
que extingue, sino inflama
en licor claro la materia crasa
consumiendo; que el árbol de Minerva
de su fruto, de prensas agravado,
congojoso sudó y rindió forzado.
Y aquellas que su casa
campo vieron volver, sus telas yerba,
a la deidad de Baco inobedientes
ya no historias contando diferentes,
en forma si afrentosa transformadas
segunda forman niebla,
ser vistas, aun temiendo en la tiniebla,
aves sin pluma aladas:
aquellas tres oficiosas, digo,
atrevidas hermanas,
que el tremendo castigo
de desnudas les dio pardas membranas
alas, tan mal dispuestas
que escarnio son aun de las más funestas:
éstas con el parlero
ministro de Plutón un tiempo, ahora
supersticioso indicio agorero,
solos la no canora
componían capilla pavorosa,
máximas negras, longas entonando
y pausas, más que voces, esperando
a la torpe mensura perezosa
de mayor proporción tal vez que el viento
con flemático echaba movimiento
de tan tardo compás, tan detenido,
que en medio se quedó tal vez dormido.
Este. pues, triste son intercadente
de la asombrosa turba temerosa,
menos a la atención solicitaba
que al suelo persuadía;
antes si, lentamente,
si su obtusa consonancia espaciosa
al sosiego inducía
y al reposo los miembros convidaba,
el silencio intimando a los vivientes,
uno y otro sellando labio obscuro
con indicante dedo, Harpócrates la noche silenciosa;
a cuyo, aunque no duro, si bien imperioso
precepto, todos fueron obedientes.
El viento sosegado, el can dormido:
éste yace, aquél quedo,
los átomos no mueve
con el susurro hacer temiendo leve,
aunque poco sacrílego ruido,
violador del silencio sosegado.
El mar, no ya alterado,
ni aún la instable mecía
cerúlea cuna donde el sol dormía;
y los dormidos siempre mudos peces,
en los lechos 1amosos
de sus obscuros senos cavernosos,
mudos eran dos veces.
Y entre ellos la engañosa encantadora
Almone, a los que antes
en peces transformó simples amantes,
transformada también vengaba ahora.
En los del monte senos escondidos
cóncavos de peñascos mal formados,
de su esperanza menos defendidos
que de su obscuridad asegurados,
cuya mansión sombría
ser puede noche en la mitad del día,
incógnita aún al cierto
montaraz pie del cazador experto,
depuesta la fiereza
de unos, y de otros el temor depuesto,
yacía el vulgo bruto,
a la naturaleza
el de su potestad vagando impuesto,
universal tributo.
Y el rey -que vigilancias afectaba-
aun con abiertos ojos no velaba.
El de sus mismos perros acosado,
monarca en otro tiempo esclarecido,
tímido ya venado,
con vigilante oído,
del sosegado ambiente,
al menor perceptible movimiento
que los átomos muda,
la oreja alterna aguda
y el leve rumor siente
que aun le altera dormido.
Y en 1a quietud del nido,
que de brozas y lodo instable hamaca
formó en la más opaca
parte del árbol, duerme recogida
la leve turba, descansando el viento
del que le corta alado movimiento.
De Júpiter el ave generosa
(como el fin reina) por no darse entera
al descanso, que vicio considera
si de preciso pasa, cuidadosa
de no incurrir de omisa en el exceso,
a un sólo pie librada fía el peso
y en otro guarda el cálculo pequeño,
despertador reloj del leve sueño,
porque si necesario fue admitido
no pueda dilatarse continuado,
antes interrumpido
del regio sea pastoral cuidado.
¡Oh de la majestad pensión gravosa,
que aun el menor descuido no perdona!
Causa quizá que ha hecho misteriosa,
circular denotando la corona
en círculo dorado,
que el afán es no menos continuado.
El sueño todo, en fin, lo poseía:
todo. en fin, el silencio lo ocupaba.
Aun el ladrón dormía:
aun el amante no se desvelaba:
el conticinio casi ya pasando
iba y la sombra dimidiaba, cuando
de las diurnas tareas fatigados
y no sólo oprimidos
del afán ponderosos
del corporal trabajo, más cansados
del deleite también; que también cansa
objeto continuado a 1os sentidos
aún siendo deleitoso;
que la naturaleza siempre alterna
ya una, ya otra balanza,
distribuyendo varios ejercicios,
ya al ocio, ya al trabajo destinados,
en el fiel infiel con que gobierna
la aparatosa máquina del mundo.
Así pues, del profundo
sueño dulce los miembros ocupados,
quedaron los sentidos
del que ejercicio tiene ordinario
trabajo, en fin, pero trabajo amado
-si hay amable trabajo-
si privados no, al menos suspendidos.
Y cediendo al retrato del contrario
de la vida que lentamente armado
cobarde embiste y vence perezoso
con armas soñolientas,
desde el cayado humilde al cetro altivo
sin que haya distintivo
que el sayal de la púrpura discierna;
pues su nivel, en todo poderoso,
gradúa por esemptas
a ningunas personas,
desde la de a quien tres forman coronas
soberana tiara
hasta la que pajiza vive choza;
desde la que el Danubio undoso dora,
a la que junco humilde, humilde mora;
y con siempre igual vara
(como, en efecto, imagen poderosa
de la muerte) Morfeo
el sayal mide igual con el brocado.
El alma, pues, suspensa
del exterior gobierno en que ocupada
en material empleo,
o bien o mal da el día por gastado,
solamente dispensa,
remota, si del todo separada
no, a los de muerte temporal opresos,
lánguidos miembros, sosegados huesos,
los gajes del calor vegetativo,
el cuerpo siendo, en sosegada calma,
un cadáver con alma,
muerto a la vida y a la muerte vivo,
de lo segundo dando tardas señas
el de reloj humano
vital volante que, sino con mano,
con arterial concierto, unas pequeñas
muestras, pulsando, manifiesta lento
de su bien regulado movimiento.
Este, pues, miembro rey y centro vivo
de espíritus vitales,
con su asociado respirante fuelle
pulmón, que imán del viento es atractivo,
que en movimientos nunca desiguales
o comprimiendo yo o ya dilatando
el musculoso, claro, arcaduz blando,
hace que en él resuelle
el que le circunscribe fresco ambiente
que impele ya caliente
y él venga su expulsión haciendo activo
pequeños robos al calor nativo,
algún tiempo llorados,
nunca recuperados,
si ahora no sentidos de su dueño,
que repetido no hay robo pequeño.
Estos, pues, de mayor, como ya digo,
excepción, uno y otro fiel testigo,
la vida aseguraban,
mientras con mudas voces impugnaban
la información, callados los sentidos
con no replicar sólo defendidos;
y la lengua, torpe, enmudecía,
con no poder hablar los desmentía;
y aquella del calor más competente
científica oficina
próvida de los miembros despensera,
que avara nunca v siempre diligente,
ni a la parte prefiere más vecina
ni olvida a la remota,
y, en ajustado natural cuadrante,
las cuantidades nota
que a cada cual tocarle considera,
del que alambicó quilo el incesante
calor en el manjar que medianero
piadoso entre él y el húmedo interpuso
su inocente substancia,
pagando por entero
la que ya piedad sea o ya arrogancia,
al contrario voraz necio la expuso
merecido castigo, aunque se excuse
al que en pendencia ajena se introduce.
Esta, pues, si no fragua de Vulcano,
templada hoguera del calor humano,
al cerebro enviaba
húmedos, mas tan claros los vapores
de los atemperados cuatro humores,
que con ellos no sólo empañaba
los simulacros que la estimativa
dio a la imaginativa,
y aquesta por custodia más segura
en forma ya más pura
entregó a la memoria que, oficiosa,
gravó tenaz y guarda cuidadosa
sino que daban a la fantasía
lugar de que formase
imágenes diversas y del modo
que en tersa superficie, que de faro
cristalino portento, asilo raro
fue en distancia longísima se veían,
(sin que ésta le estorbase)
del reino casi de Neptuno todo,
las que distantes le surcaban naves.
Viéndose claramente,
en su azogada luna,
el número, el tamaño y la fortuna
que en la instable campaña transparente
arriesgadas tenían,
mientras aguas y vientos dividían
sus velas leves y sus quillas graves,
así ella, sosegada, iba copiando
las imágenes todas de las cosas
y el pincel invisible iba formando
de mentales, sin luz, siempre vistosas
colores. las figuras,
no sólo ya de todas las criaturas
sublunares, mas aun también de aquellas
que intelectuales claras son estrellas
y en el modo posible
que concebirse puede lo invisible,
en sí mañosa las representaba
y al alma las mostraba.
La cual, en tanto, toda convertida
a su inmaterial ser y esencia bella,
aquella contemplaba,
participada de alto ser centella,
que con similitud en sí gozaba.
I juzgándose casi dividida
de aquella que impedida
siempre la tiene, corporal cadena
que grosera embaraza y torpe impide
el vuelo intelectual con que ya mide
la cuantidad inmensa de la esfera,
ya el curso considera
regular con que giran desiguales
los cuerpos celestiales;
culpa si grave, merecida pena,
torcedor del sosiego riguroso
de estudio vanamente juicioso;
puesta a su parecer, en la eminente
cumbre de un monte a quien el mismo Atlante
que preside gigante
a los demás, enano obedecía,
y Olimpo, cuya sosegada frente,
nunca de aura agitada
consintió ser violada,
aun falda suya ser no merecía,
pues las nubes que opaca son corona
de la más elevada corpulencia
del volcán más soberbio que en la tierra
gigante erguido intima al cielo guerra,
apenas densa zona
de su altiva eminencia
o a su vasta cintura
cíngulo tosco son, que mal ceñido
o el viento lo desata sacudido
o vecino el calor del sol, lo apura
a la región primera de su altura,
ínfima parte, digo, dividiendo
en tres su continuado cuerpo horrendo,
el rápido no pudo, el veloz vuelo
del águila -que puntas hace al cielo
y el sol bebe los rayos pretendiendo
entre sus luces colocar su nido-
llegar; bien que esforzando
mas que nunca el impulso, ya batiendo
las dos plumadas velas, ya peinando
con las garras el aire, ha pretendido
tejiendo de los átomos escalas
que su inmunidad rompan sus dos alas.
Las pirámides dos -ostentaciones
de Menfis vano y de la arquitectura
último esmero- si ya no pendones
fijos, no tremolantes, cuya altura
coronada de bárbaros trofeos,
tumba y bandera fue a los Ptolomeos,
que al viento, que a las nubes publicaba,
si ya también el cielo no decía
de su grande su siempre vencedora
ciudad -ya Cairo ahora-
las que, porque a su copia enmudecía
la fama no contaba
gitanas glorias, menéficas proezas,
aun en el viento, aun en el cielo impresas.
Estas que en nivelada simetría
su estatura crecía
con tal disminución, con arte tanto,
que cuánto más al cielo caminaba
a la vista que lince la miraba,
entre los vientos se desaparecía
sin permitir mirar la sutil *****
que al primer orbe finge que se junta
hasta que fatigada del espanto,
no descendida sino despeñada
se hallaba al pie de la espaciosa basa.
Tarde o mal recobrada
del desvanecimiento,
que pena fue no escasa
del visual alado atrevimiento,
cuyos cuerpos opacos
no al sol opuestos, antes avenidos
con sus luces, si no confederados
con él, como en efecto confiantes,
tan del todo bañados
de un resplandor eran, que lucidos,
nunca de calurosos caminantes
al fatigado aliento, a los pies flacos
ofrecieron alfombra,
aun de pequeña, aun de señal de sombra.
Estas que glorias ya sean de gitanas
o elaciones profanas,
bárbaros hieroglíficos de ciego
error, según el griego,
ciego también dulcísimo poeta,
si ya por las que escribe
aquileyas proezas
o marciales, de Ulises, sutilezas,
la unión no le recibe
de los historiadores o le acepta
cuando entre su catálogo le cuente,
que gloría más que número le aumente,
de cuya dulce serie numerosa
fuera más fácil cosa
al temido Jonante
el rayo fulminante
quitar o la pescada
a Alcídes clava herrada,
que un hemistiquio solo
-de los que le: dictó propicio Apolo-
según de Homero digo, la sentencia.
Las pirámides fueron materiales
tipos solos, señales exteriores
de las que dimensiones interiores
especies son del alma intencionales
que como sube en piramidal *****
al cielo la ambiciosa llama ardiente,
así la humana mente
su figura trasunta
y a la causa primera siempre aspira,
céntrico punto donde recta tira
la línea, si ya no circunferencia
que contiene infinita toda esencia.
Estos pues, montes dos artificiales,
bien maravillas, bien milagros sean,
y aun aquella blasfema altiva torre,
de quien hoy dolorosas son señales
no en piedras, sino en lenguas desiguales
porque voraz el tiempo no ]as borre,
los idiomas diversos que escasean
el sociable trato de las gentes
haciendo que parezcan diferentes
los que unos hizo la naturaleza,
de la lengua por solo la extrañeza; .
si fueran comparados
a la mental pirámide elevada,
donde, sin saber como colocada
el alma se miró, tan atrasados
se hallaran que cualquiera
graduara su cima por esfera,
pues su ambicioso anhelo,
haciendo cumbre de su propio vuelo,
en lo más eminente
la encumbró parte de su propia mente,
de sí tan remontada que creía
que a otra nueva región de sí salía.
En cuya casi elevación inmensa,
gozosa, mas suspensa,
suspensa, pero ufana
y atónita, aunque ufana la suprema
de lo sublunar reina soberana,
la vista perspicaz libre de antojos
de sus intelectuales y bellos ojos,
sin que distancia tema
ni de obstáculo opaco se recele,
de que interpuesto algún objeto cele,
libre tendió por todo lo criado,
cuyo inmenso agregado
cúmulo incomprehensible
aunque a la vista quiso manifiesto
dar señas de posible,
a la comprehensión no, que entorpecida
con la sobra de objetos y excedida
de la grandeza de ellos su potencia,
retrocedió cobarde,
tanto no del osado presupuesto
revocó la intención arrepentida,
la vista que intentó descomedida
en vano hacer alarde
contra objeto que excede en excelencia
las líneas visuales,
contra el sol, digo, cuerpo luminoso,
cuyos rayos castigo son fogoso,
de fuerzas desiguales
despreciando, castigan rayo a rayo
el confiado antes atrevido
y ya llorado ensayo,
necia experiencia que costosa tanto
fue que Icaro ya su propio llanto
lo anegó enternecido
como el entendimiento aquí vencido,
no menos de la inmensa muchedumbre
de tanta maquinosa pesadumbre
de diversas especies conglobado
esférico compuesto,
que de las cualidades
de cada cual cedió tan asombrado
que, entre la copia puesto,
pobre con ella en las neutralidades
de un mar de asombros, la elección confusa
equívoco las ondas zozobraba.
Y por mirarlo todo; nada veía,
ni discernir podía,
bota la facultad intelectiva
en tanta, tan difusa
incomprensible especie que miraba
desde el un eje en que librada estriba
la máquina voluble de la esfera,
el contrapuesto polo,
las partes ya no sólo,
que al universo todo considera
serle perfeccionantes
a su ornato no más pertenecientes;
mas ni aun las que ignorantes;
miembros son de su cuerpo dilatado,
proporcionadamente competentes.
Mas como al que ha usurpado
diuturna obscuridad de los objetos
visibles los colores
si súbitos le asaltan resplandores,
con la sombra de luz queda más ciego:
que el exceso contrarios hace efectos
en la torpe potencia, que la lumbre
del sol admitir luego
no puede por la falta de costumbre;
y a la tiniebla misma que antes era
tenebroso a la vista impedimento,
de los agravios de la luz apela
y una vez y otra con la mano cela
de los débiles ojos deslumbrados
los rayos vacilantes,
sirviendo va piadosa medianera
la sombra de instrumento
para que recobrados
por grados se habiliten,
porque después constantes
su operación más firme ejerciten.
Recurso natural, innata ciencia
que confirmada ya de la experiencia,
maestro quizá mudo,
retórico ejemplar inducir pudo
a uno y otro galeno
para que del mortífero veneno,
en bien proporcionadas cantidades,
escrupulosamente regulando
las ocultas nocivas cualidades,
ya por sobrado exceso
de cálidas o frías,
o ya por ignoradas simpatías
o antipatías con que van obrando
las causas naturales su progreso,
a la admiración dando, suspendida,
efecto cierto en causa no sabida,
con prolijo desvelo y remirada,
empírica
Natalia Rivera Jun 2014
Perderte es duro pero la idea de que alguien más disfrute las maravillas que posees es como un suicidio. No quiero que alguien más bese esa boca cuando no puedes parar de hablar porque algo te pone nervioso, no quiero que alguien más tenga que darte consejos sobre que diseño puedes hacer o que color ponerle. No quiero que alguien más sea el que este ahí para ti cuando más lo necesites, cuando sientas que el mundo se cae, cuando quieras cantar alguna canción rara de esas tuyas, cuando quieras  cagarte en las papas, cuando quieras tener un encuentro glorioso & culminarlo con el orgasmo más rico, no quiero que sea otra persona la que este ahí. Así que por favor, no te enamores de alguien más.
novedad de hoy y ruina de pasado mañana, enterrda y resucitada cada día,
  convivida en calles, plazas, autobuses, taxis, cines, teatros, bares, hoteles, palomares, catacumbas,
    la ciudad enorme que cabe en un cuarto de tres metros cuadrados inacabable como una galaxia,
    la ciudad que nos sueña a todos y que todos hacemos y deshacemos y rehacemos mientras soñamos,
    la ciudad que todos soñamos y que cambia sin cesar mientras la soñamos,
    la ciudad que despierta cada cien años y se mira en el espejo de una palabra y no se reconoce y otra vez se echa a dormir,
    la ciudad que brota de los párpados de la mujer que duerme a mi lado y se convierte,
    con sus monumentos y sus estatuas, sus historias y sus leyendas,
    en un manantial hecho de muchos ojos y cada ojo refleja el mismo paisaje detenido,
    antes de las escuelas y las prisiones, los alfabetos y los números, el altar y la ley:
    el río que es cuatro ríos, el huerto, el árbol, la Varona y el  Varón vestido de viento
    -volver, volver, ser otra vez arcilla, bañarse en esa luz, dormir bajo esas luminarias,
    flotar sobre las aguas del tiempo como la hoja llameante del arce que arrastra la corriente,
    volver, ¿estamos dormidos o despiertos?, estamos, nada más estamos, amanece, es temprano,
    estamos en la ciudad, no podemos salir de ella sin caer en  otra, idéntica aunque sea distinta,
    hablo de la ciudad inmensa, realidad diaria hecha de dos palabras: los otros,
    y en cada uno de ellos hay un yo cercenado de un nosotros, un yo a la deriva,
    hablo de la ciudad construida por los muertos, habitada por sus tercos fantasmas, regida por su despótica memoria,
    la ciudad con la que hablo cuando no hablo con nadie y que ahora me dicta estas palabras insomnes,
    hablo de las torres, los puentes, los subterráneos, los hangares, maravillas y desastres,
    El estado abstracto y sus policías concretos, sus pedagogos, sus carceleros, sus predicadores,
    las tiendas en donde hay de todo y gastamos todo y todo se vuelve humo,
    los mercados y sus pirámides de frutos, rotación de las cuatro estaciones, las reses en canal colgando
de los garfios, las colinas de especias y las torres de frascos y conservas,
    todos los sabores y los colores, todos los olores y todas las materias, la marea de las voces -agua, metal, madera, barro-, el trajín, el regateo y el trapicheo desde el comienzo de los días,
    hablo de los edificios de cantería y de mármol, de cemento, vidrio, hierro, del gentío en los vestíbulos y portales, de los elevadores que suben y bajan como el mercurio en los termómetros,
    de los bancos y sus consejos de administración, de las fábricas y sus gerentes, de los obreros y sus máquinas incestuosas,
    hablo del desfile inmemorial de la prostitución por calles largas como el deseo y como el aburrimiento,
    del ir y venir de los autos, espejo de nuestros afanes, quehaceres y pasiones (¿por qué, para qué, hacia dónde?),
    de los hospitales siempre repletos y en los que siempre morimos solos,
    hablo de la penumbra de ciertas iglesias y de las llamas titubeantes de los cirios en los altares,
    tímidas lenguas con las que los desamparados hablan con los santos y con las vírgenes en un lenguaje ardiente y entrecortado,
    hablo de la cena bajo la luz tuerta en la mesa coja y los platos desportillados,
    de las tribus inocentes que acampan en los baldíos con sus mujeres y sus hijos, sus animales y sus espectros,
    de las ratas en el albañal y de los gorriones valientes que anidan en los alambres, en las cornisas y en los árboles martirizados,
    de los gatos contemplativos y de sus novelas libertinas a la luz de la luna, diosa cruel de las azoteas,
    de los perros errabundos, que son nuestros franciscanos y nuestros bhikkus, los perros que desentierran los huesos del sol,
    hablo del anacoreta y de la fraternidad de los libertarios, de la conjura de los justicieros y de la banda de los ladrones,
    de la conspiración de los iguales y de la sociedad de amigos del Crimen, del club de los suicidas y de Jack el Destripador,
    del Amigo de los Hombres, afilador de la guillotina, y de César, Delicia del Género Humano,
    hablo del barrio paralítico, el muro llagado, la fuente seca, la estatua pintarrajeada,
    hablo de los basureros del tamaño de una montaña y del sol taciturno que se filtra en el polumo,
    de los vidrios rotos y del desierto de chatarra, del crimen de anoche y del banquete del inmortal Trimalción,
    de la luna entre las antenas de la televisión y de una mariposa sobre un bote de inmundicias,
    hablo de madrugadas como vuelo de garzas en la laguna y del sol de alas transparentes que se posa en los follajes de piedra de las iglesias y del gorjeo de la luz en los tallos de vidrio de los palacios,
    hablo de algunos atardeceres al comienzo del otoño, cascadas de oro incorpóreo, transfiguración de este mundo, todo pierde cuerpo, todo se queda suspenso,
    la luz piensa y cada uno de nosotros se siente pensado por esa luz reflexiva, durante un largo instante el tiempo se disipa, somos aire otra vez,
    hablo del verano y de la noche pausada que crece en el horizonte como un monte de humo que poco a poco se desmorona y cae sobre nosotros como una ola,
    reconciliación de los elementos, la noche se ha tendido y su cuerpo es un río poderoso de pronto dormido, nos mecemos en el oleaje de su respiración, la hora es palpable, la podemos tocar como un fruto,
    han encendido las luces, arden las avenidas con el fulgor del deseo, en los parques la luz eléctrica atraviesa los follajes y cae sobre nosotros una llovizna verde y fosforescente que nos ilumina sin mojarnos, los árboles murmuran, nos dicen algo,
    hay calles en penumbra que son una insinuación sonriente, no sabemos adónde van, tal vez al embarcadero de las islas perdidas,
    hablo de las estrellas sobre las altas terrazas y de las frases indescifrables que escriben en la piedra del cielo,
    hablo del chubasco rápido que azota los vidrios y humilla las arboledad, duró veinticinco minutos y ahora allá arriba hay agujeros azules y chorros de luz, el vapor sube del asfalto, los coches relucen, hay charcos donde navegan barcos de reflejos,
    hablo de nubes nómadas y de una música delgada que ilumina una habitación en un quinto piso y de un rumor de risas en mitad de la noche como agua remota que fluye entre raíces y yerbas,
    hablo del encuentro esperado con esa forma inesperada en la que encarna lo desconocido y se manifiesta a cada uno:
    ojos que son la noche que se entreabre y el día que despierta, el mar que se tiende y la llama que habla, pechos valientes: marea lunar,
    labios que dicen sésamo y el tiempo se abra y el pequeño cuarto se vuelve jardín de metamorfosis y el aire y el fuego se enlazan, la tierra y el agua se confunden,
    o es el advenimiento del instante en que allá, en aquel otro lado que es aquí mismo, la llave se cierra y el tiempo cesa de manar;
    instante del hasta aquí, fin del hipo, del quejido y del ansia, el alma pierde cuerpo y se desploma por un agujero del piso, cae en sí misma, el tiempo se ha desfondado, caminamos por un corredor sin fin, jadeamos en un arenal,
    ¿esa música se aleja o se acerca, esas luces pálidas se encienden o apagan?, canta el espacio, el tiempo se disipa: es el boqueo, es la mirada que resbala por la lisa pared, es la pared que se calla, la pared,
    hablo de nuestra historia pública y de nuestra historia secreta, la tuya y la mía,
    hablo de la selva de piedra, el desierto del profeta, el hormigüero de almas, la congregación de tribus, la casa de los espejos, el laberinto de ecos,
    hablo del gran rumor que viene del fondo de los tiempos, murmullo incoherente de naciones que se juntan o dispersan, rodar de multitudes y sus armas como peñascos que se despeñan, sordo sonar de huesos cayendo en el hoyo de la historia,
    hablo de la ciudad, pastora de siglos, madre que nos engendra y nos devora, nos inventa y nos olvida.

CARTA DE CREENCIA
Nicole Mar 2015
Tú que me alumbras cada día,
tú que acaricias mi piel
cantando una melodiosa sinfonía.

Puedo sentirte
en cada extremidad de mi cuerpo
mi pasión por ti
se fue creando con el tiempo.

Das vida y color a mi mundo
Me inspiras y haces que me exprese
en menos de un segundo.

Maravillas y desastres
creas a la vez,
guardas historias y misterios
de aquello que nunca podremos ver.

Eres única
en todos los sentidos
y al contemplarte
aumentas mis latidos.

En ti puedo ver
cosas que jamás encontraré,
eres lo más hermoso
que en este universo puede haber.

Das fruto y esperanza
aún cuando las fuerzas
no alcanzan.

Si otros no te aprecian,
yo sí lo haré,
no voy a permitir
que contaminen ese gran ser.

Me arropas de tus encantos
en cada anochecer,
esa espectacular imagen
y ese maravillso resplandecer

Tú sola te complementas,
admirable sueles ser,
contienes diversas cualidades que solo
tú puedes poseer.

Eres reflejo
de pureza y calidad,
eres todo un sueño
hecho realidad.

Pasados oscuros,
has podido vivir,
pero en ti siempre está
esa magia que te ha permitido resistir.

Muchos han tratado de tomar tu lugar,
pisotearte e ignorarte
y tu importancia anular.

En ti están
cautivadas las generaciones,
relatas cada evento de los humanos
y sus terribles acciones.  

Eres bella,
única y especial
y esa alma libre
que danza sin cesar.

A ti, Madre Tierra,
te quiero agradecer,
por ser esa inspiración
que me ayuda a crecer.
SoVi Sep 2018
Un deseo a cumplir
Realidad se cambio
Mi camino es diferente

Pero realise

Que en esta noche
Hay pura mentiras
Sobre de mis suenos

Cuando quise escapar
No habia puertas
Me dormi en la oscuridad

En la bella noche
Se me cai las lagrimas

En la bella noche
Se me va la esperanza

En la bella noche
Se me va la riza y la luz y compassion
Se me va la felicidad

En este mundo
No te quise decir
Que no existe maravillas

No te queria llenar de desepcion
Yo queria verte feliz

En la bella noche
Se me va las lagrimas

En la bella noche
Se me va la sonrisa

En la bella noche
Se me regresa el depression y angustia
Veine todo mal

En la bella noche
Se me va la fantasia

En la bella noche
Se me va los deseos

En la bella noche
Se va mi juventud y esperanza
No mas queda la realidad

El noche esta lleno de estrellas
Que llena el cielo con poquito de fe
Pero se que todo esto es una mentira
Para traparnos en una fantasia que no tiene nada de vida

Cuando quise escapar
Mis manos levantados
Listo para tumbar todos los paredes
No te quise lastimar
Pero esto es la unica manera
Para escapar de este mundo cruel
No te quise hazer dano
Pero ala mejor es mejor
Que no recuerdas la verdad
De este cruel mundo
Y como nos mentio
Llenando nos de mentiras

Que deseos si se cumple

La bella noche se va callendo
Y nosotros somos que lo tumbo
Con nuestras manos lo vamos a
Destrozar
Quemar
Cambiar
Vamos ser nuestra realidad

En la bella noche
Vamos a garar fe

En la bella noche
Vamos comer las estrella

En la bella noche
Vamos ser la luz que brilla para el futuro
Y crear fantasias



© Sofia Villagrana 2018
Inspired by the song Ice/Sis Puella Magi from Puella Magi Madoka Magica.

The version of the song used specifically is: https://www.youtube.com/watch?v=rT0hDTsNais
Tienes, como Luzbel, formas tan bellas,
Que eí hombre olvida al verte, enamorado,
Que son tus ojos negros dos estrellas
Veladas por la sombra del pecado.

Y no turbas, hipócrita, el reposo
Del pobre hogar con que tu falta escudas,
Porque a besar te atreves al esposo,
Como besara a Jesucristo Judas.

¡Aun sus flores te dan las primaveras,
Y ya tienes el alma envilecida!
Ya llegarás a ver, aunque no quieras,
El horizonte oscuro de tu vida.

Desdeñas los sagrados embelesos
Del casto hogar de la mujer honrada,
Y audaz ostentas, al vender tus besos,
Las llamas del infierno en tu mirada.

Manchas el suelo que tu planta pisa,
Y manchas lo que tocas con tu mano.
Te dio Lucrecia Borgia su sonrisa,
Y Mesalina su perfil romano.

Brota el deleite de tus labios rojos;
Se aparta la virtud a tu presencia,
Porque negras, más negras que tus ojos,
Tienes, mujer, el alma y la conciencia.

Rosas de abril parecen tus mejillas,
Mármol de Paros tu ondulante seno;
Mas ¡ay! que tan excelsas maravillas
Son de barro no más, no más de cieno.

Reina del mal, tú tienes por diadema
La infamia, que con nada se redime.
¿El pudor? ¡Es un ascua que te quema!
¿El deber? ¡Es un yugo que te oprime!

Tienen las gracias con que al mundo halagas,
Precio vil en mercados repugnantes;
¡Y te envaneces de cubrir tus llagas
Con seda recamada de brillantes!

En este siglo en que el honor campea,
No te ha de perdonar ni el vulgo necio.
Hieren más que las piedras de Judea
Los dardos de la burla y del desprecio.

Mañana, enferma, pobre, abandonada,
De la mundana compasión proscrita;
El Honor, cuando mueras humillada,
Sobre tu losa escribirá: ¡Maldita!
SonLy Feb 2019
Puede parecer difícil comenzar,
un mensaje escrito con simpleza,
cuyo significado es la grandeza,
para que tú puedas volver a volar.
Hace tiempo ya que te conozco,
desde entonces que no he dejado de sonreír
y quiero que cada día tú también puedas seguir,
con esas risas y sueños tan locos.
Jamás entendí el significado de la vida
ni siquiera de alguna de sus partes
pero con tan sólo entender tu imagen
siento que es lo único en lo que creería.
He visto como proteges a todos
incluso a quienes te hacen mal,
a quienes te quieren hacer callar,
siempre recibes las balas por otros.
Tantos años a pesar del sufrimiento
pusiste la otra mejilla
cuando cualquiera preferiría
huir lejos y evitarse un tormento.
Tormento que tú eliges enfrentar
cargando a los demás en tus hombros,
ellos sentados totalmente cómodos
y tú en la lucha, en la soledad...
Tienes una fuerza fuera de esta realidad,
no derramas ni una lágrima en vano
y si una aparece es un tesoro jamás encontrado,
tienen un significado muy especial.
Hoy buscan callarte y apagarte,
quieren doblegar tu voluntad
sintiéndose aptos para algo como tal,
buscan culparte y aprisionarte.
Cada día que he podido verte,
aunque sea sólo con el corazón,
noté que ocultas tu dolor
junto a ese rayo de luz tan fuerte.
Es del color más maravilloso que existe
sólo tú lo llevas a donde quiera que vayas
alumbrando aquellas vidas apartadas,
vidas que deciden sólo a ti seguirte.
Nadie es perfecto pero tú mi niña,
tú tiendes y te aproximas cual límite,
como la solución finita a esta vida.
Pero ahora debe importarte esa niña
que con dulces risas y miradas
contaba cuán alto sus alas llegaban
y cuán lejos en el futuro estarían
Que una vez cuando el mundo te golpeó
supiste sostenerte, una y otra vez
y si con más fuerza lo volvía a hacer
ahora una mano te ayudaría con valor.
Aunque el mundo esté en tu contra
y solamente sea tu voz la que se oiga
mi voz también se hará oír ante ellos
y no estarás sola de nuevo.
Tienes un espíritu maravilloso
y un potencial para tu vida inimaginable
y aunque sobre ti estén sus ojos
que no apaguen lo que te hace inigualable.
No te rindas porque este no es el fin
apenas comienzas, y no serás una más
de tantas mujeres que por querer salir
fueron controladas a conveniencia de los demás.
La importancia de tu ser y tu querer
deben prevalecer sobe cada cosa que hagas.
No me callaré y mucho menos te dejaré caer
Aún hay maravillas atrapadas en tus ojos
Infinitos como el universo
Infinitos como cada sueño
Infinitos como tu corazón
Infinitos como esta oración...
No te rindas aún chamaquita
Es ésta entonces la ávida vida abierta
a todos los insólitos vientos del Azar,
a todos los sólitos vientos
pregustados?
                    ¿Es ésta?
                                    ¿Y aquí pensé encallar?

¿Aquí pensé afincar el anda?
                                          ¿y, por siempre, fijar
la vagabunda nao?

-Para, con la ánima despierta,
y en el tufo salino y en los vientos insólitos,
desaforados, turbulentos,
(con el sutil oído, con la aguda nariz -unánimes
acólitos-)
captar, captar, captar
la ciencia del fugado mar?

¿Es ésta, es ésta,
ánima mía,
corazón mío, espíritu mío, -sitibundos-,
corazón mío, espíritu mío, -errantes-,
frenéticos, vagabundos, 1
vaga mundos
desalados,
               
-es ésta,
es ésta entonces la ávida vida, soberana
de toda la cosa terrena y de la sideral y de lo que ideó el ensueño?

La ávida vida abierta como los fijos ojos
horadantes y como los oídos -caracoles profundos-
y el pensieroso ceño,
y la frente, -campana:
y la frente -campana- para albergar los aladíneos despojos
de las piraterías y los asaltos inverecundos:
los sables de abordaje -azules- de sangre rojos;
los labios -rojos- azules de mares y mundos;
los dedos enjoyados de acariciar la hembra (en cuyos lientos,
madorosos, musgosos refugios perfumados
descubrieran maravillosos Eldorados
y de abenuz y múrice deleitables portentos...)

Es ésta, es ésta
ánima mía sitibunda,
corazón mío, espíritu mío -ardientes,
insaturables, inextinguibles, indómitos, eternos insurgentes-,
¿es ésta entonces la ávida vida soberana,
y soberana de toda la cosa terrenal y sideral, o que soñó -cogitabunda-
la grávida campana
pletórica de fantasías indehiscentes?

La ávida vida abierta como los horadantes
fijos ojos insomnes y vigías
y los oídos, caracoles,
y la frente, campana:
y la boca, que al mar hurtó salobre aliento;
y la melena, ansia de fugas a los vientos errantes;
y el espíritu, al mar y al viento y a los soles
de oro y a las noches de terciopelo endrino,
-la libertad, la música recóndita y el encanto marino:
oh cazador de efímeros arreboles!

Oh cazador de efímeros arreboles,
de bocas y de ensueños que el deseo satura
de no sabido hechizo! 2

Oh cazador de arreboles efímeros,
de espíritus y sexos que el deseo enaltece
-transitorio- y que abaja el hastío;
oh cazador de nubes, navegador de nubes,
cabalgador dc sombras, propugnador de olvido,
domeñador de vientos!

Oh cazador de arreboles efímeros,
argonauta en océanos de sónes,
y en piélagos de ritmos
argonauta, y en noches de pasión y de perfumes
sexüales...! ¡oh noches de terciopelo endrino!

Es ésta entonces la ávida vida abierta
y a todos los milagros y a todos los portentos
y maravillas?
¿y a toda la cotidiana cosecha
pregustada?
                  ¿o a lo que sembró el Azar?
¿o a todos los prodigios y a todos los mirajes
embaidores, y espejismos aladinescos, y señuelos,
e indehiscentes fantasías?
¿Es ésta, es ésta,
ánima mía,
corazón mío, espíritu mío -jamás, jamás saciados!-,
corazón mío, espíritu mío -satisfechos nunca!-
¿es ésta entonces la ávida vida de mis sueños,
la ávida vida soberana
de toda la cosa terrena y sideral o que ideó mi cogitar?
          ¿Es ésta?
                          ¿Es ésta?
                                            ¿Y aquí pensé encallar?
Cora Salas Apr 2014
No creo que te ame.
Amar es una palabra muy grande, y no estoy segura de saber que es el amor.
De lo que si estoy segura es que te quiero mas que ha nadie.
Te quiero mas que a las pequeñas maravillas del mundo.
Te quiero mas que al olor de brisa, y al sonido de las chocando contra las rocas.
Aun no se que es lo que siento por ti, lo que si se, es que te aprecio mas que a nadie y me haces sonreír.
¡Felices inmortales!
¡Las islas, qué felices son las islas!
Altas cunas, los riscos. ¡Bien nacidas!
Torva guardia les hacen soledades,
ventarros, nubes grises. Niñas, cimas.
En luz, en aire tibio, en aves, sueñan,
las, del mundo de abajo, maravillas.
Suavemente se escapan, encubiertas
con manto de pinar. Bajan sin prisa
en sosegadas curvas, verdeciéndose,
peldaños erigiéndose, colinas.
Cuando tocan al valle todo es claro:
empiezan a sentirse sus delicias,
mil pájaros, cien chopos, un arroyo;
espejo, en él se encuentran, sorprendidas.
Estas frondas, sus paces, tantas aves
y sus cantos, ¿son ellas, ellas mismas?
¡Felicidad! Lo que empezó en roquedos
ahora tierra es pradera, florecida.
Estrenan, encantadas, sus bellezas,
Venus verdes, tendiéndose en la umbría;
menea un airecillo sus cabellos,
herbazal, juncos, altas margaritas.
Breve sueño feliz. Aun queda el último
por descubrir, prodigio: es la marina.
Se detienen las islas, asombradas,
al llegar a los bordes de su vida.
¿Qué tierra es ésta, suya, y toda nueva?
De oro parece, dócil, suavísima
al pensar que la piensa, al pie desnudo
que la pisa, a los ojos que la miran.
Intacta. Virginal. Arena. ¡Playas!
Fronteras del asombro. Empieza aquí
un mundo sin otoño y sin ceniza.
Refulgen gozos, júbilos destellan.
No hay soledad, es todo compañía.
Ola tras ola sigue a ola tras ola,
persigue espuma a espuma fugitiva,
dádivas sobre dádivas ofrecen
felicidades siempre repetidas.
Todo, alegre, se rinde, cielo, espacio:
¡imposible escapar a tanta dicha!
Esa blancura alzada, ¿es de la espuma
o aleteo de ángeles que invitan?
Invitan, sí, a las islas -son sus ángeles-,
a dejarse su tierra en las orillas,
a un porvenir de azules -paraísos-,
a vida, allí, sin piedra y sin espina,
en canto, en salto, en albas hermandades,
bajo el cielo del mar, gloria infinita.
Si la tierra se acaba algo se empieza;
las olas que sin pausa se lo afirman,
angélicas sirenas, les convencen.
Y ellas arena abajo se deslizan.
Los ojos se equivocan en las playas:
se figuran que así mueren las islas.
Fingida muerte es. Van a su cielo:
su cielo el mar, que azul, cielo duplica.
Innumerables gracias por el agua
señas son de las gracias sumergidas.
Si ya no quedan hojas en sus álamos
¿no son hojas las ondas que rebrillan?
El canto de los pájaros que fueron
las olas en susurro lo terminan.
De pluma puede ser, que vuela abajo
ese blancor de espuma estremecida.
Por el haz de lo azul, cuando el sol sale
se abre, refleja, primavera vivida;
flores son marchitadas en los prados,
que ahora al mar se le vuelven alegrías.
Y ese verdor que el agua transparenta
es de Arcadia que abajo se eterniza:
en los hondos del mar viven, salvadas,
almas verdes, las almas de las islas.
¿Quién me llama por la voz
de un ave que pía?

¿Qué amor me quiere, qué amor
me inventa caricias,

escondido entre dos aires,
fingiéndose brisa?

La palmera, ¿quién la ha puesto
-la que me abanica

con soplos de sombra y sol-
donde yo quería?

La arena, ¿quién la ha alisado,
tan lisa, tan lisa,

para que en rasgos levísimos
la mano me escriba,

de amante que nunca he visto,
de amante escondida,

entre pudores de espuma,
mensajes de ondina?

¿Por qué me dan tanto azul,
sin que se lo pida,

el cielo que se lo inventa,
el mar, que lo imita?

¿Cuál fue el dios qué un día octavo
me trazó esta isla,

trocadero de hermosuras,
lonja sin codicia?

Aquí tierra, cielo y mar,
en mercaderías

de espuma, arena, sol, nube,
felices trafican;

sin engaño se enriquecen,
-ganancias purísimas-,

luceros dan por auroras,
cambian maravillas.

Tiempo de isla: se cuenta
por mágicas cifras;

la hora no tiene minutos:
sesenta delicias;

pasa abril en treinta soles,
y un día es un día.

¿Quién, llevándose congojas,
dio forma a la dicha?
Nadie te quiere, o te busca.
¿Caricias? Mentira.

En el aire no hay amor;
hay mirlos que silban.

Lo azul nadie te lo da,
gracia es indivisa,

belleza a nadie negada,
a nadie ofrecida.

No quiere la luz, por dueña,
ninguna pupila;

el sol nace para todos,
y en nadie termina.

Y esa amante misteriosa,
fugaz, entrevista,

desde los aires la sílfide,
desde el mar la ninfa,

no es nunca amante, es la amada
total. Es la vida.
Como en el ala el infinito vuelo,
cual en la flor está la esencia errante,
lo mismo que en la llama el caminante
fulgor, y en el azul el solo cielo;

como en la melodía está el consuelo,
y el frescor en el chorro, penetrante,
y la riqueza noble en el diamante,
así en mi carne está el total anhelo.

En ti, soneto, forma, esta ansia pura
copia, como en un agua remansada,
todas sus inmortales maravillas.

La claridad sin fin de su hermosura
es, cual cielo de fuente, ilimitada
en la limitación de tus orillas.
Israel Rivera Jul 2019
Amor, por favor no le tengas duda
A la promesa que te hice debajo de la luna desnuda
Si, soy un hombre de hechos
Pero tambien soy hecho de carne y huesos
Y es por eso que juro esto
De mi corazon hare un templo
Un lugar sagrado
Donde no existen los fantasmas del pasado
Y donde viviremos hasta el fin de nuestros dias
Repletos de amor, compassion y maravillas
Te amo hoy y siempre
Hasta mas aya de la muerte
Cada aurora (nos dicen) maquina maravillas
capaces de torcer la más terca fortuna;
hay pisadas humanas que han medido la luna
y el insomnio devasta los años y las millas.

En el azul acechan públicas pesadillas
que entenebran el día. No hay en el orbe una
cosa que no sea otra, o contraria, o ninguna.
A mí sólo me inquietan las sorpresas sencillas.

Me asombra que una llave pueda abrir una puerta,
me asombra que mi mano sea una cosa cierta,
me asombra que del griego la eleática saeta

instantánea no alcance la inalcanzable meta,
me asombra que la espada cruel pueda ser hermosa,
y que la rosa tenga el olor de la rosa.
Pompas del mármol, negra anatomía
que ultrajan los gusanos sepulcrales,
del triunfo de la muerte los glaciales
símbolos congregó. No los temía.

Temía la otra sombra, la amorosa,
las comunes venturas de la gente;
no lo cegó el metal resplandeciente
ni el mármol sepulcral sino la rosa.

Como del otro lado del espejo
se entregó solitario a su complejo
destino de inventor de pesadillas.

Quizá, del otro lado de la muerte,
siga erigiendo solitario y fuerte
espléndidas y atroces maravillas.
Maravillas de otra edad;
Prodigios de lo pasado;
Páginas que no ha estudiado
La indolente humanidad.
¿Por qué vuestra majestad
Causa entusiasmo y pavor?
Porque de tanto esplendor
Y de tantas muertas galas,
Están batiendo las alas
Los siglos en derredor.

Muda historia de granito
Que erguida en pie te mantienes,
¿Qué nos escondes? ¿Qué tienes
Por otras razas escrito?
Cada inmenso monolito,
Del arte eximio trabajo,
¿Quién lo labró? ¿Quién lo trajo
A do nadie lo derriba?
Lo saben, Dios allá arriba;
La soledad aquí abajo.

Cada obelisco de pie
Me dice en muda arrogancia:
Tú eres dudas e ignorancia,
Yo soy el arte y la fe,
Semejan de lo que fue
Los muros viejos guardianes…
¡Qué sacrificios! ¡qué afanes
Revela lo que contemplo!
Labrado está cada templo
No por hombres, por titanes.

En nuestros tiempos ¿qué son
Los ritos, usos y leyes,
De sacerdotes y reyes
Que aquí hicieron oración?
Una hermosa tradición
Cuya antigüedad arredra;
Ruinas que viste la yedra
Y que adorna el jaramago:
¡La epopeya del estrago
Escrita en versos de piedra!

Del palacio la grandeza;
Del templo la pompa extraña;
La azul y abrupta montaña
Convertida en fortaleza;
Todo respira tristeza,
Olvido, luto, orfandad;
¡Aun del so l la claridad
Se torna opaca y medrosa
En la puerta misteriosa
De la negra eternidad!

Despojo de lo ignorado,
Busca un trono la hoja seca
En la multitud greca
Del frontón desportillado.
Al penate derribado
La ortiga encubre y escuda;
Ya socavó mano ruda
La perdurable muralla…
Viajero: medita y calla…
¡Lo insondable nos saluda!

Sabio audaz, no inquieras nada,
Que no sabrás más que yo;
Aquí una raza vivió
Heroica y civilizada;
Extinta o degenerada,
Sin renombre y sin poder,
De su misterioso ser
Aquí el esplendor se esconde
Y aquí sólo Dios responde
¡Y Dios no ha de responder!
Misterioso y silencioso
iba una y otra vez.
Su mirada era tan profunda
que apenas se podía ver.
Cuando hablaba tenía un dejo
de timidez y de altivez.
Y la luz de sus pensamientos
casi siempre se veía arder.
Era luminoso y profundo
como era hombre de buena fe.
Fuera pastor de mil leones
y de corderos a la vez.
Conduciría tempestades
o traería un panal de miel.
Las maravillas de la vida
y del amor y del placer,
cantaba en versos profundos
cuyo secreto era de él.
Montado en un raro Pegaso,
un día al imposible se fue.
Ruego por Antonio a mis dioses,
ellos le salven siempre. Amén.
¿Habrá en otra región de azules velos
Un lenguaje de amor y poesía,
El lenguaje del mar y de los cielos
Cuando sus áureas puertas abre el día?

Ese, que en el encino ia paloma
Preludia al despertar dentro del nido;
El que dice a las brisas el aroma
De una flor que se muere en el olvido.

La lengua de la estrella y del celaje,
La que susurra el palmeral sombrío,
La de la espuma que en nevado encaje
Viste al nenúfar que retrata el río.

¿Habrá esa lengua mística y serena
Sin liras burdas y sin arpas rotas?
Existe y tú la sabes, dulce Elena,
Porque tu mano la encontró en las notas.

Cuando tocas, el alma se estremece;
Trema la vida al golpe de tu mano
Y en éxtasis sublime nos parece
Que los ángeles hablan en el piano.

Artista toda luz, tu lumbre clara
A las almas deslumhra y las engríes;
¡Das gloria a la sin par Guadalajara
Búcaro de gardenias y alhelíes!

¡Toca...! los que sufrimos descansamos;
Con tu genio inmortal nos maravillas
Y si por bella y pura te admiramos,
Cuando tocas, te vemos de rodillas.
Marco Bo Sep 2018
under this grey and alien suburban sky, as long as I resist
I am the hidden nail between mirror and wall
or that tin man in wonderland
or one of those masks scaring vultures in suit and tie
or a hunter,
though I do not know where and what to hunt
so absorbed I turn and stare to the abstract colors of these abandoned suburbs of the world
and in the darkness I  rise
still
---------------------------
sotto questo cielo suburbano grigio e alieno, finché resisto
sono il chiodo nascosto tra lo specchio e il muro
o quell'uomo di latta nel paese delle meraviglie
o una di quelle maschere che spaventano avvoltoi in giacca e cravatta
o un cacciatore,
anche se non so dove né cosa cacciare
e così assorto mi rivolgo al colore astratto degli abbandonati sobborghi del mondo
e nell'oscurità mi alzo
ancora
..................

bajo este cielo suburbano gris y ajeno, mientras yo resista
soy el clavo escondido entre espejo y muro
o un hombre de estaño en el país de las maravillas
o una de esas máscaras asusta buitres en traje y corbata
o un cazador,
aunque no sé dónde ni qué cazar
asì absorto me vuelvo y miro los colores abstractos de los suburbios abandonados del mundo
y en la oscuridad me levanto
aún
para que le tocaran el pelo inclinó su cabeza como una gran confianza
como una entrega en su deseo
por sus alrededores acontecían maravillas
una necesidad de manos y maniobras
inclinó la cabeza
y mis dedos entraron a su seca delicia
ella aparece y sus alrededores
tienen que ver con mis desastres
celebro a esa mujer
canto a sus animales agazapados tiernos buscándose en los
míos
canto a la delicada
como una asamblea de obreros reunidos por el triunfo
un aire de mujeres rodea a esa mujer
un espacio que espera sus acontecimientos
una felicidad una gran madre
un lugar donde cuelga las trampas de la noche
especie de delirios y sábanas y furias
y un niño siempre un niño
con la cabeza hundida en tetas silenciosas
como planetas dulces
que recién terminaron de sufrir

— The End —