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El césped. Desde la tribuna es un tapete verde. Liso, regular,
aterciopelado, estimulante. Desde la tribuna quizá crean que,
con semejante alfombra, es imposible errar un gol y mucho menos errar
un pase. Los jugadores corren como sobre patines o como figuras de
ballet. Quien es derrumbado cae seguramente sobre un colchón de
plumas, y si se toma, doliéndose, un tobillo, es porque el gesto
forma parte de una pantomima mayor. Además, cobran mucho dinero
simplemente por divertirse, por abrazarse y treparse unos sobre otros
cuando el que queda bajo ese sudoroso conglomerado hizo el gol
decisivo. O no decisivo, es lo mismo. Lo bueno es treparse unos sobre
otros mientras los rivales regresan a sus puestos, taciturnos, amargos,
cabizbajos, cada uno con su barata soledad a cuestas. Desde la tribuna
es tan disfrutable el racimo humano de los vencedores como el drama
particular de cada vencido. Por supuesto, ciertos avispados
espectadores siempre saben cómo hacer la jugada maestra y no
acaban de explicarse, y sobre todo de explicarlo a sus vecinos, por
qué este o aquel jugador no logra hacerla. Y cuando el
árbitro sanciona el penal, el espectador avispado también
intuye hacia qué lado irá el tiro, y un segundo
después, cuando el balón brinca ya en las redes, no
alcanza a comprender cómo el golero no lo supo. O acaso
sí lo supo y con toda deliberación se arrojó al
otro palo, en un alarde de masoquismo o venalidad o estupidez
congénita. Desde la tribuna es tan fácil. Se conoce la
historia y la prehistoria. O sea que se poseen elementos suficientes
como para comparar la inexpugnable eficacia de aquel zaguero
olímpico con la torpeza del patadura actual, que no acierta
nunca y es esquivado una y mil veces. Recuerdo borroso de una
época en que había un centre-half y un centre-forward,
cada uno bien plantado en su comarca propia y capaz de distribuir el
juego en serio y no jugando a jugar, como ahora, ¿no? El
espectador veterano sabe que cuando el fútbol se
convirtió en balompié y la ball en pelota y el dribbling
en finta y el centre-half en volante y el centre-forward en alma en
pena, todo se vino abajo y ésa es la explicación de que
muchos lleven al estadio sus radios a transistores, ya que al menos
quienes relatan el partido ponen un poco de emoción en las
estupendas jugadas que imaginan. Bueno, para eso les pagan,
¿verdad? Para imaginar estupendas jugadas y está bien.
Por eso, cuando alguien ha hecho un gol y después de los abrazos
y pirámides humanas el juego se reanuda, el locutor
idóneo sigue colgado de la "o" de su gooooooool, que en realidad
es una jugada suya, subjetiva, personal, y no exactamente del delantero
que se limitó a empujar con la frente un centro que, entre todas
las otras, eligió su cabeza. Y cuando el locutor idóneo
llega por fin al desenlace de la "ele" final de su gooooooool privado,
ya el árbitro ha señalado un orsai que favorece,
¿por qué no?, al locatario.

Es bueno contemplar alguna vez la cancha desde aquí, desde lo
alto. Así al menos piensa Benjamín Ferrés,
veintitrés años, digamos delantero de un Club Chico,
alguien últimamente en alza según los cronistas
deportivos más estrictos, y que hoy, después de empatarle
al Club Grande y ducharse y cambiarse, no se fue del estadio con el
resto del equipo y prefirió quedarse a mirar, desde la tribuna
ya vacía (sólo quedan los cafeteros y heladeros y
vendedores de banderitas, que recogen sus bártulos o tal vez
hacen cuentas) aquel campo en el que estuvo corriendo durante noventa
minutos e incluso convirtió uno, el segundo, de los dos goles
que le otorgan al Club Chico eso que suele llamarse un punto de oro.
Sí, desde aquí arriba el césped es una alfombra,
casi un paño verde como el del casino, con la importante
diferencia de que allá los números son fijos,
permanentes, y aquí (él, por ejemplo, es el ocho) cambian
constantemente de lugar y además se repiten. A lo mejor con el
flaco Suárez (que lleva el once prendido en la espalda)
podrían ser una de las parejas negras. O no. Porque de ambos,
sólo el Flaco es oscurito.

Ahora se levanta un viento arisco y las gradas de cemento son
recorridas por vasos de plástico, hojas de diario, talones de
entradas, almohadillas, pelotas de papel. Remolinos casi fantasmales
dan la falsa impresión de que las gradas se mueven, giran,
bailotean, se sacuden por fin el sol de la tarde. Hay papeles que suben
las escaleras y otros que se precipitan al vacío. A
Benjamín (Benja, para la hinchada) le sube una bocanada de
desconsuelo, de extraña ansiedad al enfrentarse, ¿por
primera vez?, con la quimera de cemento en estado de pureza (o de
basura, que es casi lo mismo) y se le ocurre que el estadio
vacío, desolado, es como un esqueleto de multitud, un eco
fantasmal de esa misma muchedumbre cuando ruge o aplaude o insulta o
agita banderas. Se pregunta cómo se habrá visto su gol
desde aquí, desde esta tribuna generalmente ocupada por las
huestes del adversario. Para los de abajo en la tabla, el estadio
siempre es enemigo: miles y miles de voces que los acosan, los
persiguen, los hunden, porque generalmente el que juega aquí, el
permanente locatario, es uno de los Grandes, y los de abajo sólo
van al estadio cuando les toca enfrentarlos, y en esas ocasiones apenas
si acarrean, en el mejor de los casos, algunos cientos de
fanáticos del barrio, que, aunque se desgañitan y agitan
como locos su única y gastada bandera, en realidad no cuentan,
es imposible que tapen, desde su islote de alaridos, el gran rugido de
la hinchada mayor. Desde abajo se sabe que existen, claro, y eso es
bueno, y de vez en cuando, cuando se suspende el juego por
lesión o por cambio de jugadores, los del Club Chico van con la
mirada al encuentro de aquel rinconcito de tribuna donde su bandera
hace guiños en clave, señales secretas como las del
truco. Y ésta es la mejor anfetamina, porque los llena de
saludable euforia y además no aparece en los controles
antidopping.

Hoy empataron, no está mal, se dice Benja, el número
ocho. Y está mejor porque todos sus huesos están enteros,
a pesar de la alevosa zancadilla (esquivada sólo por
intuición) que le dedicaran en el toletole previo al primer gol,
dos segundos antes de que el Colorado empujara nuevamente la globa con
el empeine y la colocara, inalcanzable, junto al poste izquierdo.
Después de todo, la playa es mía. Desde hace quince
años la vengo adquiriendo en pequeñas cuotas. Cuotas de
sol y dunas. Todos esos prójimos, prójimas y projimitos
que se ven tendidos sobre las rocas o bajo las sombrillas o corriendo
tras una pelota de engañapichanga o jugando a la paleta en una
cancha marcada en la arena con líneas que al rato se borran,
todos esos otros, están en la playa gracias a que yo les permito
estar. Porque la playa es mía. Mío el horizonte con
toninas remotas y tres barquitos a vela. Míos los peces que
extraen mis pescadores con mis redes antiguas, remendadas. El aire
salitroso y los castillos de arena y las aguas vivas y las algas que ha
traído la penúltima ola. Todo es mío.
¿Qué sería de mí, el número ocho,
sin estas mañanas en que la playa me convence de que soy libre,
de que puedo abrazar esta roca, que es mi roca mujer o tal vez mi roca
madre, y estirarme sin otros límites que mi propio límite
o hasta que siento las tenazas del cangrejo barcino sobre mi dedo
gordo? Aquí soy número ocho sin llevarlo en la espalda.
Soy número ocho sencillamente porque es mi identidad. Un cura o
un teniente o un payaso no necesitan vestir sotana o uniforme o traje
de colores para ser cura o teniente o payaso. Soy número ocho
aunque no lo lleve dibujado en el lomo y aunque ningún botija se
arrime a pedirme autógrafos, porque sólo se piden
autógrafos a los de los Clubes Grandes. Y creo que siempre
seré de Club Chico, porque me gusta amargarles la fiesta, no a
los jugadores que después de todo son como nosotros, sólo
que con más suerte y más guita, ni siquiera a la hinchada
grande por más que nos insulte cuando hacemos un fau y festeje
ruidosamente cuando el otro nos propina un hachazo en la canilla. Me
gusta arruinarles la fiesta, sobre todo a los dirigentes, esos
industriales bien instalados en su cochazo, en su piso de la Rambla y
en su mondongo, señores cuya gimnasia sabatina o dominical
consiste en sentarse muy orondos, arriba en el palco oficial, y desde
ahí ver cómo allá abajo nos reventamos, nos
odiamos, nos derretimos en sudores, y cuando sus jugadores ganan,
condescienden a llegar al vestuario y a darles una palmadita en el
hombro, disimulando apenas el asco que les provoca aquella piel
todavía sudada, y en cambio, cuando sus jugadores pierden, se
van entonces directamente a su casa, esta vez por supuesto sin ocultar
el asco. En verdad, en verdad os digo que yo ignoro si hacen eso, pero
me lo imagino. Es decir, tengo que imaginarlo así, porque una
cosa son las instrucciones del entrenador, que por supuesto trato de
cumplir si no son demasiado absurdas, y otra cosa son las instrucciones
que yo me doy, verbigracia vamo vamo número ocho hay que aguarle
la fiesta a ese presidente cogotudo, jactancioso y mezquino, que viene
al estadio con sus tres o cuatro nenes que desde ya tienen caritas de
futuros presidentes cogotudos. Bueno, no sé ni siquiera si tiene
hijos, pero tengo que imaginarlo así porque soy el número
ocho, insustituible titular de un Club Chico y, ya que cobro poco,
tengo que inventarme recompensas compensatorias y de esas recompensas
inventadas la mejor es la posibilidad de aguarle la fiesta al cogotudo
presidente del Grande, a fin de que el lunes, cuando concurra a su
Banco o a su banca, pase también su vergüenza rica, su
vergüenza suntuosa, así como nosotros, los que andamos en
la segunda mitad de la tabla, sufrimos, cuando perdemos, nuestra
vergüenza pobre. Pero, claro, no es lo mismo, porque los Grandes
siempre tienen la obligación de ganar, y los Chicos, en cambio,
sólo tenemos la obligación de perder lo menos posible. Y
cuando no ganamos y volvemos al barrio, la gente no nos mira con
menosprecio sino con tristeza solidaria, en tanto que al presidente
cogotudo, cuando vuelve el lunes a su Banco o a su banca, la gente, si
bien a veces se atreve a decirle qué barbaridad doctor porque
ustedes merecieron ganar y además por varios goles, en realidad
está pensando te jodieron doctor qué salsa les dieron
esos petizos. Por eso a mí no me importa ser número ocho
titular y que no me pidan autógrafos aquí en la playa ni
en el cine ni en Dieciocho. Los partidos no se ganan con
autógrafos. Se ganan con goles y ésos los sé
hacer. Por ahora al menos. También es un consuelo que la playa
sea mía, y como mía pueda recorrerla descalzo, casi
desnudo, sintiendo el sol en la espalda y la brisa en los ojos, o
tendiéndome en las rocas pero de cara al mar, consciente de que
atrás dejo la ciudad que me espía o me protege,
según las horas y según mi ánimo, y adelante
está esa llanura líquida, infinita, que me lame, me
salpica, a veces me da vértigo y otras veces me brinda una
insólita paz, un extraño sosiego, tan extraño que
a veces me hace olvidar que soy número ocho.
Alejandra. Lo extraño había sido que Benja conociera sus
manos antes que su rostro, o mejor aún, que se enamorara de sus
manos antes que de su rostro. Él regresaba de San Pablo en un
vuelo de Pluna. El equipo se había trasladado para jugar dos
amistosos fuera de temporada, pero Benja sólo había
participado en el primero porque en una jugada tonta había
caído mal y el desgarramiento iba a necesitar por lo menos cinco
días de cuidado, así que el preparador físico
decidió mandarlo a Montevideo para que allí lo atendieran
mejor. De modo que volvía solo. A la media hora de vuelo se
levantó para ir al baño y cuando regresaba a su sitio
tuvo la impresión de ser mirado pero él no miró.
Simplemente se sentó y reinició la lectura de Agatha
Christie, que le proponía un enigma afilado, bienhumorado y
sutil como todos los suyos.

De pronto percibió que algo singular estaba ocurriendo. En el
respaldo que estaba frente a él apareció una mano de
mujer. Era una mano delgada, de dedos largos y finos, con uñas
cuidadas pero sin color. Una mano expresiva, o quizá que
expresaba algo, pero qué. A los dos o tres minutos hizo
irrupción la otra mano, que era complementaria pero no igual.
Cada mano tenía su carácter, aunque sin duda
compartían una inquietante identidad. Benja no pudo continuar su
lectura. Adiós enigma y adiós Agatha. Las manos se
movían con sobriedad, se rozaban a veces. Él
imaginó que lo llamaban sin llamarlo, que le contaban una
historia, que le ofrecían respuestas a interrogantes que
aún no había formulado; en fin, que querían ser
asidas. Y lo más preocupante era que él también
quería asirlas, con todos los riesgos que un acto así
podía implicar, verbigracia que la dueña de aquellas
manos llamara inmediatamente a la azafata, o se levantara, enfrentada a
su descaro, y le propinara una espléndida bofetada, con toda la
vergüenza, adicional y pública, que semejante castigo
podía provocar. Hasta llegó a concebir, como un destello,
un título, a sólo dos columnas (porque era número
ocho, pero sólo de un Club Chico): conocido futbolista uruguayo
abofeteado en pleno vuelo por dama que se defiende de agresión
******.

Y sin embargo las manos hablaban. Sutiles, seductoras,
finísimas, dialogaban uña a uña, yema a yema, como
creando una espera, construyendo una expectativa. Y cuando fue ordenado
el ajuste de los cinturones de seguridad, desaparecieron para cumplir
la orden, pero de inmediato volvieron a poblar el respaldo y con ello a
convocar la ansiedad del número ocho, que por fin decidió
jugarse el todo por el todo y asumir el riesgo del ridículo, el
escándalo y el titular a dos columnas que acabaran con su
carrera deportiva. De modo que, tomada la difícil
decisión y tras ajustarse también él el
cinturón, avanzó su propia mano hacia los dedos
cautivantes, que en aquel preciso momento estaban juntos. Notó
un leve temblor, pero las manos no se replegaron. La suya
prolongó aquel extraño contacto por unos segundos, luego
se retiró. Sólo entonces las otras manos desaparecieron,
pero no pasó nada. No hubo llamada a la azafata ni bofetada.
Él respiró y quedó a la espera. Cuando el
avión comenzaba el descenso, una de las manos apareció de
nuevo y traía un papel, más bien un papelito, doblado en
dos. Benja lo recogió y lo abrió lentamente. Conteniendo
la respiración, leyó: 912437.

Se sintió eufórico, casi como cuando hacía un gol
sobre la hora y la hinchada del barrio vitoreaba su nombre y él
alzaba discretamente un brazo, nada más que para comunicar que
recibía y apreciaba aquel apoyo colectivo, aquel afecto, pero
los compañeros sabían que a él no le gustaba toda
esa parafernalia de abrazos, besos y palmaditas en el trasero, algo que
se había vuelto habitual en todas las canchas del mundo.
Así que cuando metía un gol sólo le tocaban un
brazo o le hacían desde lejos un gesto solidario. Pero ahora,
con aquel prometedor 912437 en el bolsillo, descendió del
avión como de un podio olímpico y diez minutos
después pudo mirar discretamente hacia la dueña de las
manos, que en ese instante abría su valija frente al funcionario
aduanero, y Benja comprobó que el rostro no desmerecía la
belleza y la seducción de las manos que lo habían enamorado.
Benja y Martín se encontraron como siempre en la pizzería
del sordo Bellini. Desde que ambos integraran el cuadrito juvenil de La
Estrella habían cultivado una amistad a prueba de balas y
también de codazos y zancadillas. Benja jugaba entonces de
zaguero y sin embargo había terminado en número ocho.
Martín, que en la adolescencia fuera puntero derecho, más
tarde (a raíz de una sustitución de emergencia, tras
lesiones sucesivas y en el mismo partido del golero titular y del
suplente) se había afincado y afirmado en el arco y hoy era uno
de los guardametas más cotizados y confiables de Primera A.

El sordo Bellini disfrutaba plenamente con la presencia de los dos
futbolistas. Él, que normalmente no atendía las mesas
sino que se instalaba en la caja con su gorra de capitán de
barco, cuando Martín y Benja aparecían, solos o
acompañados, de inmediato se arrimaba solícito a dejarles
el menú, a recoger los pedidos, a recomendarles tal o cual plato
y sobre todo a comentar las jugadas más notables o más
polémicas del último domingo.

Era algo así como el fan particular de Benja y Martín y
su caballito de batalla era hacerles bromas c
I.

One night at the Troubadour I spotted this extraordinary girl.

So I asked who she was.

‘A professional,’

That was my introduction that on a scale of one to ten

there were women who were fifteens—beautiful, bright, witty, and

oh, by the way, they worked.

Once I became aware,

I saw these women everywhere.

And I came to learn that most of them were connected to Alex



II.

She had a printer engrave a calling card

that featured a bird of paradise

borrowed from a Tiffany silver pattern

and,
under it,

Alex’s Aviary,

Beautiful and Exotic birds.



A few were women you’d see lunching at Le Dôme:

pampered arm pieces with expensive tastes

and a hint of a delicious but remote sexuality.

Many more were fresh-faced, athletic, tanned, freckled

the quintessential California girl

That you’d take for sorority queens or future BMW owners.





III.

The mechanism of Alex’s sudden notoriety is byzantine,

as these things always are.

One of her girls took up with a rotter,

the couple had a fight,

he went to the police,

the police had an undercover detective visit

(who just happened to be an attractive woman)

and ask to work for her,

she all but embraced her

—and by April of 1988 the district attorney had enough evidence

to charge her with two counts of pandering

and one of pimping.

For Alex, who is fifty-six

and has a heart condition and diabetes,

the stakes may be high.

A conviction carries the guarantee of incarceration.

For the forces of law and order,

the stakes may be higher.

Alex has let it be known that she will subpoena

every cop she’s ever met to testify at her trial.

And the revelations this might produce

—perhaps that Alex compromised policemen

by making girls available to them,

—perhaps that Alex had a deal with the police to provide information

in exchange for their blind eye to her activities

—could be hugely embarrassing to the police and the district attorney.

For Alex’s socially correct clients and friends,

for the socially correct wives of her clients and friends

and for a handful of movie and television executives

who have no idea they are dating or

married to former Alex girls,

the stakes are highest of all.



IV.

Alex’s black book is said to be a catalogue of
Le Tout Los Angeles.

In her head are the ****** secrets

of many of the city’s most important men,

to say nothing of visiting businessmen and Arab princes.

If she decides to warble,

either at her trial or in a book,

her song will shatter more than glass.





V.

A decade ago, I went to lunch at Ma Maison,

There were supposed to have been ten people there,

but only four came.

One of them was a short woman

who called me a few days later and invited me to lunch.

When I arrived, the table was set for two.

I didn’t know who Alex was or what she did,

but she knew the important facts of my situation:

I was getting divorced from a very wealthy man

and doing the legal work myself

to avail lawyers who wanted to get a big settlement for me.


Occasionally, she said, I get a call for a tall, dark-haired,

slender, flat-chested woman

—and I don’t have any.

It wouldn’t be a frequent thing.

There’d be weekends away, sometimes in Palm Springs,

sometimes in Europe.

The men will be elegant,

you’ll have your own room

—there would be no outward signs of impropriety.

And you’d get $10,000 to $20,000 for a weekend.





VI.

The tall, slender, flat-chested brunette

didn’t think it was right for her.

Alex handed her a business card

and suggested that she think about it.

To her surprise, she did

—for an entire week.

This was 1978, and $20,000 then

was like $40,000 now,

I knew it was hooking,

but Alex had never mentioned ***.



Our whole conversation seemed to be about something else.



VII.

I was born in Manila

to a Spanish-Filipina mother and German father,

and when I was twelve

a Japanese soldier came into our house

with his bayonet pointed at us,

ready to do us in.

He locked us in and set the house on fire.

I haven’t been scared by much since that.



My mother always struck me as goofy,

so I jumped on a bus and ran away,

I got off in Oakland,

saw a help-wanted sign on a parish house,

and went in.

I got $200 a month for taking care of four priests.

I spent all the money on pastries for the parish house.

But I didn’t care.

It felt safe.

And the priests sparked my interest in the domestic arts

—in linen, in crystal.



A new priest arrived.

He was unpleasant,

so on a vacation in Los Angeles I took a pedestrian job,

still a teenager,

married a scientist.

We separated eight years later,

he took our two sons to another state

threatened to keep them if I didn’t agree to a divorce.

Keep them I said and hung up.

It’s not that I don’t have a maternal instinct

—though I don’t,

I just hate to be manipulated.



My second husband,

an alcoholic,

had Frank Sinatra blue eyes, and possibly

—I never knew for sure—

had a big career in the underworld

as a contract killer.

Years before we got serious,

he was going out with a famous L.A. ******,

She and her friends were so elegant

that I started spending time with them in beauty salons.

They were so fancy,

so smart

—and they knew incredible people,

like the millionaire who sat in his suite all day

just writing $5,000 checks to girls.



VIII.

I was a florist.

We got to talking.

She was a madam from England

who wanted to sell her book and go home.

I bought it for $5,000.

My husband thought it was cute.

Now you’re getting your feet wet.

Three months later,

he died.

After eleven years of marriage,

just like that.

And of the names in the book

it turned out

that half of the men were also dead.

When I began the men were old and the women were ugly.



IX.

It was like a lunch party you or I would give,

Great food Alex had cooked herself.

Major giggles with old pals.

And then,

instead of chocolate After Eight,

she served three women After Three



This man has seen a bit of life

beyond Los Angeles,

so I asked him how Alex’s stable

compared with that of Madam Claude,

the legendary Parisian procuress.

Oh, these aren’t at all like Claude’s girls,

A Claude girl was perfectly dressed and multilingual

—you could take her to the opera

and she’d understand it.





He told me that when she was 40

she looked at herself in the mirror

and said

Disgusting.

People over 40

should not have ***.

But She Was Clear That She Never Liked It

even when she was young.

Besides, she saw all the street business

go to the tall,

beautiful girls.

She thought that she never had a chance

competing against them.

Instead,

she would take their money by managing them.





X.

Going to a ****** was not looked down upon then.

It was before the pill;

Girls weren’t giving it away.

Claude specialized in

failed models and actresses,

ones who just missed the cut.

But just because they failed

in those impossible professions

didn’t mean they weren’t beautiful,

fabulous.



Like Avis

in those days,

those girls tried harder.

Her place was off the Champs,

just above a branch of the Rothschild bank, where I had an account.

Once I met her,

I was constantly making withdrawals and heading upstairs.





XI.

We took the lift

and Claude greeted us at the door.

My impression was that of the director

of an haute couture house,

very subdued,

beige and gray, very little makeup.

She took us into a lounge and made us drinks,

Whiskey,

Cognac.

There was no maid.

We made small talk for 15 minutes.

How was the weekend?

What’s the weather like in Deauville?

Then she made the segue. ‘I understand you’d like to see some jeunes filles?’

She always used ‘jeunes filles.’

This was Claude’s polite way of saying 18 to 25.

She left and soon returned

with two very tall

jeunes filles,

One was blonde.

This is Eva from Austria.

She’s here studying painting.

And a brunette,

very different,

but also very fine.

This is Claudia from Germany.

She’s a dancer.

She took the girls back into the apartment and returned by herself.

I gave my English guest first choice.

He picked the blonde.

And wasn’t disappointed.

Each bedroom had its own bidet.

There was some nice

polite conversation, and then



It was slightly formal,

but it was high-quality.

He paid Claude

200 francs,

not to the girls

In 1965, 200 francs was about $40.

Pretty girls on Rue Saint-Denis

could be had for 40 francs

so you can see the premium.

Still, it wasn’t out of reach for mere mortals.

You didn’t have to be J. Paul Getty.





XII.

A lot of them

were models at

Christian Dior

or other couture houses.

She liked Scandinavians.

That was the look then

—cold, tall, perfect.

It was cheap for the quality.

They all used her.

The best people wanted

the best women.

Elementary supply and demand.



XIII.

She had a camp number tattooed on her wrist. I saw it.

She showed it to me and Rubi.

She was proud she had survived.

We talked about the camp for hours.

It was even more fascinating than the girls.



She was Jewish

I’m certain of that.

She was horrified at the Jewish collaborators

at the camp who herded

their fellow Jews

into the gas chambers.

That was the greatest betrayal in her life.



XIV.

She was this sad,

lonely little woman.

Later, Patrick told me who she was.

I was bowled over.

It was like meeting Al Capone.

I met two of the girls

who worked for her.

One was what you would expect

Tall

Blonde

Model.

But the other looked like a Rat

Then one night

she came out

all dressed up,

I didn’t even recognize her.

She was even better than the first girl.

Claude liked to transform women like that.

That was her art.

It was very odd,

my cousin told me.

There was not much furniture

and an awful lot of telephones.

“Allô oui,”



XV.

I had so many lunches

with Claude at Ma Maison

She was vicious.

One day,

Margaux Hemingway,

at the height of her beauty, walked by.

Une bonne

—the French for maid

was how Claude cut her dead.

She reduced

the entire world

to rich men wanting *** and

poor women wanting money.

She’d love to page through Vogue and see someone

and say,

When I met her

she was called

Marlene

and she had a hideous nose

and now she’s a princess.

Or she’d see someone and say

Let’s see if she kisses me or not.

It was like

I made her,

and I can destroy her.

She was obsessed

with “fixing” people

—with Saint Laurent clothes,

with Cartier watches,

with Winston jewels,

with Vuitton luggage,

with plastic surgeons.



XVI.

Her prison number was

888

which was good luck in China

but not in California.

‘Ocho ocho ocho,’ she liked to repeat

Even in jail, she was always working,

always recruiting stunning women.

She had a beautiful Mexican cellmate

and gave her Robert Evans’s number

as the first person she should call

when she was released.



XVII.

Never have *** on the first date.



XVIII.

There will always be prostitution,

The prostitution of misery.

And the prostitution of bourgeois luxury.

They will both go on forever.



“Allô oui,”



It was so exciting to hear a millionaire

or a head of state ask,

in a little boy’s voice,

for the one thing

that only you could provide

It's not how beautiful you are, it's how you relate

--it's mostly dialogue.



She was tiny, blond, perfectly coiffed and Chanel-clad.

The French Woman: The Arab Prince, the Japanese Diplomat, the Greek Tycoon, the C.I.A. Bureau Chief — She Possessed Them All!



XIX.

She was like a slave driver in the American South

Once she took a *******,

the makeover put the girl in debt,

because Claude paid all the bills to

Dior,

Vuitton,

to the hairdressers,

to the doctors,

and the girls had to work to pay them off.

It was ****** indentured servitude.



My Swans.



It reached the point

where if you walked into a room

in London

or Rome

as much as Paris

because the girls were transportable,

and saw a girl who was

better-dressed,

better-looking,

and more distinguished than the others

you presumed

it was a girl from Claude.

It was, without doubt,

the finest *** operation ever run in the history of mankind.



**.

The girl had to be

exactly what was needed

so I had to teach her everything she didn’t know.

I played a little the role of Pygmalion.

There were basic things that absolutely had to be done.

It consisted

at the start

of the physical aspect

“surgical intervention”

to give this way of being

that was different from other girls.

Often they had to be transformed

into dream creatures

because at the start

they were not at all



Often I had to teach them how to dress.

Often they needed help

to repair

what nature had given them

which was not so beautiful.

At first they had to be tall,

with pretty gestures,

good manners.

I had lots of noses done,

chins,

teeth,

*******.

There was a lot to do.



Eight times out of ten

I had to teach them how to behave in society.

There were official dinners, suppers, weekends,

and they needed to have conversation.

I insisted they learn to speak English,

read

certain books.

I interrogated them on what they read.

It wasn’t easy.

Each time something wasn’t working,

I was obliged to say so.



You were very demanding?

I was ferocious.



It’s difficult

to teach a girl how to walk into Maxim’s

without looking

ill at ease

when they’ve never been there,

to go into an airport,

to go to the Ritz,

or the Crillon

or the Dorchester.

To find yourself

in front of a king,

three princes,

four ministers,

and five ambassadors at an official dinner.

There were the wives of those people!

Day after day

one had to explain,

explain again,

start again.

It took about two years.

There would always be a man

who would then say of her,

‘But she’s absolutely exceptional. What is that girl doing here?’ ”





XXI.

A New York publisher who visited

the Palace Hotel

in Saint Moritz

in the early seventies told me,

I met a whole bunch of them there.

They were lovely.

The johns wanted everyone to know who they were.

I remember it being said

Giovanni’s Madame Claude girl is going to be there.

You asked them where they came from and they all said

Neuilly.

Claude liked girls from good families.

More to the point she had invented their backgrounds.



I have known,

because of what I did,

some exceptional and fascinating men.

I’ve known some exceptional women too,

but that was less interesting

because I made them myself.



Ah, this question of the handbag.

You would be amazed by how much dust accumulates.

Or how often women’s shoe heels are scuffed.





XXII.

She would examine their teeth and finally she would make them undress.



That was a difficult moment

When they arrived they were very shy,

a bit frightened.

At the beginning when I take a look,

it’s a question of seeing if the silhouette

and the gestures are pretty.

Then there was a disagreeable moment.

I said,

I’m sorry about this unpleasantness,

but I have to ask you to get undressed,

because I can’t talk about you unless I see you.

Believe me, I was embarrassed,

just as they were,

but it had to be done,

not out of voyeurism, not at all

—I don’t like les dames horizontales.



It was very funny

because there were always two reactions.

A young girl,

very sure of herself,

very beautiful,

très bien,

would say

Yes,

Get up, and get undressed.

There was nothing to hide, everything was perfect.



There were those who

would start timidly

to take off their dress

and I would say

I knew already.

The rest is not sadism, but nearly.

I knew what I was going to find.

I would say,

Maybe you should take off your bra,

and I knew it wasn’t going to be

beautiful.

Because otherwise she would have taken it off easily.

No problem.

There were damages that could be mended.

There were some ******* that could be redone,

some not

Sometimes it can be deceptive,

you know,

you see a pretty girl,

a pretty face,

all elegant and slim,

well dressed,

and when you see her naked

it is a catastrophe.



I could judge their physical qualities,

I could judge if she was pretty, intelligent, and cultivated,

but I didn’t know how she was in bed.

So I had some boys,

good friends,

who told me exactly.

I would ring them up and say,

There’s a new one.

And afterwards they’d ring back and say,

Not bad,

Could be better, or

Nulle.



Or,

on the contrary,

She’s perfect.

And I would sometimes have to tell the girls

what they didn’t know.

A pleasant assignment?

No.

They paid.



XXIII.

Often at the beginning

they had an ami de coeur

in other words,

oh,

a journalist, a photographer, a type like that,

someone in the cinema,

an actor, not very well known.

As time went by

It became difficult

because they didn’t have a lot of time for him.

The fact of physically changing,

becoming prettier,

changing mentally to live with millionaires,

produced a certain imbalance

between them

and the little boyfriend

who had not evolved

and had stayed in his milieu.

At the end of a certain time

she would say,

I’m so much better than him. Why am I with this boy?

And they would break up by themselves.



Remember,

this was instant elevation.

For most of them it was a dream existence,

provided they liked the ***,

and those that didn’t never lasted long.

A lot of the clients were young,

and didn’t treat them like tarts but like someone from their own class.

They would buy you presents,

take you on trips.



XXIV.

For me, *** was something very accessoire

I think after a certain age

there are certain spectacles one should not give to others

Now I have a penchant for solitude.

Love, it’s a complete destroyer,

It’s impossible,

a horror,

l’angoisse.

It’s the only time in my life I was jealous.

I’m not a jealous person, but I was épouvantable.

He was jealous too.

We broke plates over each other’s heads;

we became jealous about each other’s pasts.

I said one day

It’s finished.

Sometimes I look at myself in the mirror and say:

Break my legs,

give me scarlet fever,

an attack of TB, but never that.

Not that.



XXV.

I called her into my office

Let us not exaggerate,

I sent her away.

She came back looking for employment,

but was fired again, this time for drugs.

She made menacing phone calls.

Then she arrived at the Rue de Boulainvilliers with a gun.

She shot three bullets

I was dressed in the fashion of Courrèges at this moment

He did very padded things.

I had a padded dress with a little jacket on top.

The bullet

—merci, Monsieur Courrèges

—stuck in the padding.

I was thrown forward onto the telephone.

I had one thought which went through my head:

I will die like Kennedy.

I turned round and put my hand up in a reflex.

The second bullet went through my hand.

I have two dead fingers.

It’s most useful for removing bottle tops.

In the corridor I was saved from the third bullet

because she was very tall

and I am quite petite, so it passed over my head.



XXVI.

There were men

who could decapitate,

****, and bomb their rivals

who would be frightened of me.

I would ask them how was the girl,

and they’d say

Not bad

and then

But I’m not complaining.

I was a little sadistic to them sometimes.

Some women have known powerful men because they’re their lover.

But I’ve known them all.

I had them all

here.



She will take many state secrets with her.



XXVI.

I don’t like ugly people

probably because when I was young

I wasn’t beautiful at all.

I was ugly and I suffered for it,

although not to the point of obsession.

Now that I’m an old woman,

I’m not so bad.

And that’s why

I’ve always been surrounded by people

Who

were

beautiful.

And the best way to have beautiful people around me

was to make them.

I made them very pretty.





XXVII.

I wouldn’t call what Alex gives you

‘advice,’

She spares you Nothing.

She makes a list of what she wants done,

and she really gets into it

I mean, she wants you to get your arms waxed.

She gives you names of people who do good facials.

She tells you what to buy at Neiman Marcus.

She’s put off by anything flashy,

and if you don’t dress conservatively, she’s got no problem telling you,

in front of an audience,

You look like a cheap *****!

I used to wear what I wanted when I went out

then change in the car into a frumpy sweater

when I went to give her the money she’d always go,

Oh, you look beautiful!



Marry your boyfriend,

It’s better than going to prison.

When you go out with her,

she’ll buy you a present; she’s incredibly generous that way.

And she’ll always tell you to save money and get out.

It’s frustrating to her when girls call at the end of the month

and say they need rent money.

She wants to see you do well.





We had a schedule, with cards that indicated a client’s name,

what he liked,

the names of the girls he’d seen,

and how long he’d been with them.

And I only hired girls who had another career

—if my clients had a choice between drop-dead-gorgeous

and beautiful-and-interesting,

they’d tend to take beautiful-and-interesting.

These men wanted to talk.

If they spent two hours with a girl,

they usually spent only five or ten minutes in bed.



I get the feeling that in Los Angeles, men are more concerned with looks.



XXVIII.

That was my big idea

Not to expand the book by aggressive marketing

but to make sure that nobody

mistook my girls for run-of-the-mill hookers.

And I kept my roster fresh.

This was not a business where you peddle your ***,

get exploited,

and then are cast off.

I screen clients. I’ve never sent girls to weirdos.

I let the men know:

no violence,

no costumes,

no fudge-packing.

And I talked to my girls. I’d tell them:

Two and a half years and you’re burned out.

Save your money.

This is like a hangar

—you come in, refuel, and take off.

It’s not a vacation, it’s not a goof.

This buys the singing lessons,

the dancing lessons,

the glossies.

This is to help you pay for what your parents couldn’t provide.

It’s an honorable way station—a lot of stars did this.



XXIX.

To say someone was a Claude girl is an honour, not a slur.



Une femme terrible.

She despised men and women alike.

Men were wallets. Women were holes.



By the 80s,

if you were a brunette,

the sky was the limit.

The Saudis

They’d call for half a dozen of Alex’s finest,

ignore them all evening while they

chatted,

ate,

and played cards,

and then, around midnight,

take the women inside for a fast few minutes of ***.



They’d order women up like pizza.



Since my second husband died,

I only met one man who was right for me,

He was a sheikh.

I visited him in Europe

twenty-eight times

in the five years I knew him

and I never slept with him.

He’d say

I think you fly all the way here just to tease me,

but he introduced me

by phone

to all his powerful friends.

When I was in Los Angeles, he called me twice a day.

That’s why I never went out

he would have been disappointed.



***.

Listen to me

This is a woman’s business.

When a woman does it, it’s fun

there’s a giggle in it

when a man’s involved,

he’s ******,

he’s a ****.

He may know how to keep girls in line,

and he may make money,

but he doesn’t know what I do.

I tell guys: You’re getting a nice girl.

She’s young,

She’s pleasant,

She can do things

she can certainly make love.

She’s not a rocket scientist, but she’s everything else.



The world’s richest and most powerful men, the announcer teased.

An income “in the millions,” said the arresting officer.

Pina Colapinto

A petite call girl,

who once slid between the sheets of royalty,

a green-eyed blonde helped the police get the indictment.

They really dolled her up

She looks great.

Never!

What I told her was: ‘Wash that ******.’





XXXI.

Madam Alex died at 7 p.m.

Saturday at Cedars-Sinai Medical Center,

where she had been in intensive care after recent open heart surgery

We all held her hand when they took her off the life support

This was the passing of a legend.

Because she was the mother superior of prostitution.

She was one of the richest women on earth.

The world came to her.

She never had to leave the house.

She was like Hugh Hefner in that way.


It's like losing a friend

In all the years we played cat and mouse,

she never once tried to corrupt me.

We had a lot of fun.


To those who knew her

she was as constant

as she was colorful

always ready with a good tidbit of gossip

and a gourmet lunch for two.

She entertained, even after her conviction on pandering charges,

from the comfy depths of her blue four-poster bed at her home near Doheny Drive,

surrounded by knickknacks and meowing cats,

which she fed fresh shrimp from blue china plates.



XXXII.

She stole my business,

my books,

my girls,

my guys.

I had a good run.

My creatures.

Make Mommy happy

Oh! He is the most enchanting cat that I have ever known.



She was, how can I say it,

classy.

When she first hired me

she thought I was too young to take her case.

I was 43.

I'm going to give you some gray hairs by the time this is over.

She was right.





XXXIII.

I was fond of Heidi

But she has a streak that is so vindictive.



If there is pure evil, it is Madame Alex.





XXXIV.

I was born and raised in L.A.

My dad was a famous pediatrician.

When he died, they donated a bench to him at the Griffith Park Observatory.



I think that Heidi wanted to try her wings

pretty early,

and I think that she met some people

who sort of took all her potential

and gave it a sharp turn



She knew nothing.

She was like a little parrot who repeated what she was supposed to say.



Alex and I had a very intense relationship;

I was kind of like the daughter she loved and hated,

so she was abusive and loving at the same time.



Look, I know Madam Alex was great at what she did

but it's like this:

What took her years to build,

I built in one.

The high end is the high end,

and no one has a higher end than me.

In this business, no one steals clients.

There's just better service.



XXXV.

You were not allowed to have long hair

You were not allowed to be too pretty

You were not allowed to wear too much makeup or be too glamorous

Because someone would fall in love with you and take you away.

And then she loses the business



XXXVI.

I was pursued because

come on

in our lifetime,

we will never see another girl of my age

who lived the way I did,

who did what I did so quickly,

I made so many enemies.

Some people had been in this line of business

for their whole lives, 30 or 40 years,

and I came in and cornered the market.

Men don't like that.

Women don't like that.

No one liked it.



I had this spiritual awakening watching an Oprah Winfrey video.

I was doing this 500-hour drug class

and one day the teacher showed us this video,

called something like Make It Happen.

Usually in class I would bring a notebook

and write a letter to my brother or my journal,

but all of a sudden this grabbed my attention

and I understood everything she said.

It hit me and it changed me a lot.

It made me feel,

Accept yourself for who you are.

I saw a deeper meaning in it

but who knows, I might have just been getting my period that day!



XXXVII.

Hello, Gina!

You movie star!

Yes you are!

Gina G!

Hello my friend,

Hello my friend,

Hello my movie star,

Ruby! Ruby Boobie!

Braaawk!

Except so many women say,

Come on, Heidi

you gotta do the brothel for us; don't let us down.

It would be kind of fun opening up an exclusive resort,

and I'll make it really nice,

like the Beverly Hills Hotel

It'll feel private; you'll have your own bungalow.

The only problem out here is the climate—it's so brutal.

Charles Manson was captured a half hour from Pahrump.



I said, Joe! What are you doing?

You gotta get, like,

a garter belt and encase it in something

and write,

This belonged to Suzette Whatever,

who entertained the Flying Tigers during World War II.

Get, like, some weird tools and write,

These were the first abortion tools in the brothel,

you know what I mean?

Just make some **** up!

So I came out here to do some research

And then I realized,

What am I doing?

I'm Heidi Fleiss. I don't need anyone.

I can do this.

When I was doing my research, in three months

I saw land go from 30 thousand an acre

to 50 thousand an acre,

and then it was going for 70K!

It's urban sprawl

—we're only one hour from Las Vegas.

Out here the casinos are only going to get bigger,

prostitution is legal, it's only getting better.





XXXVIII.

The truth is

deep down inside,

I just can't do business with him

He's the type of guy who buys Cup o' Noodles soup for three cents

and makes his hookers buy it back from him for $5.

It's not my style at all.

Who wants to be 75 and facing federal charges?

It was different at my age when I

at least...come on, I lived really well.

I was 22,

25 at the time?

It was fun then, but now I wouldn't want

to deal with all that *******

—the girls and blah blah blah.

But the money was really good.



I would've told someone they were out of their ******* mind

if they'd said in five years I'd be living with all these animals like this.

It's hard-core; how I live;

It's totally a nonfunctional atmosphere for me

It's hard to get anything done because

It’s so time-consuming.

I feel like they're good luck though....

I do feel that if I ever get rid of them,

I will be jinxed and cursed the rest of my life

and nothing I do will ever work again.



Guys kind of are a hindrance to me

Certainly I have no problem getting laid or anything.

But a man is not a priority in my life.

I mean, it's crazy, but I really have fun with my parrots.



XXXIX.

I started a babysitting circle when I wasn't much older than 9

And soon all the parents in the neighborhood

wanted me to watch over their children.

Even then I had an innate business sense.

I started farming out my friends

to meet the demand.

My mother showered me with love and my father,

a pediatrician,

would ask me at the dinner table,

What did you learn today?

I ran my neighborhood.

I just pick up a hustle really easily,

I was a waitress and I met an older guy who looked like Santa Claus.



Alex was a 5' 3" bald-headed Filipina

in a transparent muu muu.

We hit it off.

I didn't know at the time that I was there to pay off the guy's gambling debt.

It's in and out,

over and out.

Do you think some big-time producer

or actor is going to go to the clubs and hustle?



Columbia Pictures executive says:

I haven’t done anything that should cause any concern.

Jeez, it's like the Nixon enemies list.

I hope I'm on it.

If I'm not, it means I must not be big enough

for people to gossip about me.



That's right ladies and gentlemen.

I am an alleged madam and that is a $25 *****!

If you live out here,

you've got to hate people.

You've got to be pretty antisocial

How you gonna come out here with only 86 people?

That's Fred.

He's digging to China.

You look good.

Yeah, you too.

It's coming along here.

Yeah, it is.

I wanted to buy that lot there, but I guess it's gone?

That's mine, man! That's all me.

Really?

I thought there was a lot between us.

No. We're neighbors.



He's a cute guy

He's entertaining.

See, I kind of did do something shady to him.

I thought my property went all the way back

and butted up against his.

But there was one lot between us right there.

He said he was buying it,

but I saw the 'For Sale' sign still up there,

So I went and called the broker and said,

I'm an all-cash buyer.

So I really bought it out from under him.

But he's got plenty of room, and I need the space for my parrots.

Pahrump will always be Pahrump, but Crystal is going to be nice

All you need are four or five fancy houses and it'll flush everyone out

and it'll be a nice area.

They're all kind of weird here, but these people will go.

Like this guy here,

someone needs to **** him.

I was just saying to my dad that these parrots are born to a really ******-up world

He goes, Heidi, no, no; the world is a beautiful garden.

It's just, people are destroying it.

I’m looking into green building options

I don't want anything polluting,

I want a huge auditorium,

but it'll be like a jungle where my birds can really fly!

Where they can really do what they're supposed to do.

There were over 300 birds in there!

That lady,

She ran the exotic-birds department for the Tropicana Hotel,

which is a huge job.

She called me once at 3:30 in the morning

Come over here and help me feed this baby!

Some baby parrot.

And I ran over there in my pajamas

—I knew there was something else wrong

and she was like

Get me my oxygen!

Get me this, get me that.

I called my dad; he was like,

I don't know, honey, you better call the paramedics.

They ended up getting a helicopter.

And they were taking her away

in the wind with her IV and blood and everything

and she goes, Heidi, you take care of my birds.

And she dies the next day.

She was just a super-duper person.



XL.

I relate to the lifestyle she had before,

Now, I'm just a citizen.

I'm clean,

I'm sober,

I'm married,

I work at Wal-Mart.

I'm proud to say I know her. I look into her eyes

and we relate.





I got out in 2000,

so I've been sending her money for seven years

She was…whatever.

Girlfriend?

Yeah, maybe.

But ***, I tried like two times,

and I'm just not gay.

She gets out in about eight or nine months

and I told her I would get her a house.

But nowhere near me.

I didn't touch her,

but I'd be, like...

a funny story:

I told her,

Don't you ever ******* think

about contacting me in the real world.

I'm not a lesbian.

Then about two years ago, I got an e-mail from her,

or she called me and said, 'Google my name.'

So I Googled her name,

and she has this huge company.

Huge!

She won, like, Woman of the Year awards.

So I called her and I go,

Not bad.

She goes, 'Well, I did all that because you called me a loser.'

I go, '****, I should've called you more names

you probably would've found the cure for cancer by now.



XLI.

No person shall be employed by the licensee

who has ever been convicted of

a felony involving moral turpitude

But I qualify,

I mean, big deal, so I'm a convicted felon.

Being in the *** industry, you can't be so squeaky-clean.

You've got to be hustling.

Nighttime is really enchanting here

It's like a whole 'nother world out here, it really is

I’m so far removed from my social life and old surroundings.

Who was it, Oscar Wilde, I think, who said

people can adjust to anything.

I was perfectly adjusted in the penitentiary,

and I was perfectly adjusted to living in a château in France.



We had done those drug addiction shows together

Dr. Drew.

Afterward we were friendly

and he'd call me every now and then.

He'd act like he had his stuff together.

But it was all a lie.

Everything is a lie.

I brought him to a Humane Society event at Paramount Studios last year.

He was just such a mess.

So out of it.

He stole money from my purse.

He's such a drug addict because he's so afraid of being fat.

He liked horse ****, though. He did like horse ****.

This one woman that would have *** with a horse on the internet,

He told me that’s his favorite actress.

Better than Meryl Streep.



XLII.

The cops could see

why these women were taking over trade.

Girls with these looks charged upwards of $500 an hour.

The Russians had undercut them with a bargain rate of $150 an hour.

One thing they are not is lazy.

In the USSR

they grew up with no religion, no morality.

Prostitution is not considered a bad thing.

In fact, it’s considered a great way to make money.

That’s why it’s exploding here.

What we saw was just a tip of the iceberg.

These girls didn’t come over here expecting to be nannies.

They knew exactly what they wanted and what they were getting into.

The madam who organized this raid

was making $4 million a year,

laundered through Russian-owned banks in New York City

These are brutal people.

They are all backstabbers.

They’re entrepreneurs.

They’re looking at $10,000 a month for turning tricks.

For them, that’s the American dream.



XLIII.

If you’re not into something,

don’t be into it

But,

if you want to take some whipped cream,

put it between your toes,

have your dog licking it up and,

at the same time,

have your girlfriend poke you in the eye,

then that’s fine.

That’s a little weird but we shouldn’t judge.



She was my best friend then

and I consider her one of my best friends now,

because when I was going through Riker’s

and everyone abandoned me,

including my boyfriend,

I was hysterical,

crying,

and she was the one that was there.

And, when somebody needed to step up to the plate,

that’s who did, and I have an immense amount of

loyalty, respect, and love for her.

And if she’s going to prison for eight years

—that’s what she’s sentenced for

—I’ll go there,

and I’ll go there every week,

for eight years.

That’s the type of person I am.
Vicki Kralapp Aug 2012
When I was just a child I went searching for my world,
one of sunlit days, adventure and beauty left unfurled.
Though these days were made to be the a key to set me free
I couldn’t have foreseen the cost that all of this would be.

As I look back on these memories I hoped to have it all,
I believed that love would listen and come answering my call.
I was certain love would find me as I filled my life with song.
Now I’d turn in all these moments for just the promise to belong.

At Oktoberfest with beer halls and the sound of German songs.
The mix of beer and smells of nuts floating through the noisy throngs.
Climbing  on the Untersberg up on Alpines mystic peaks
and attending cocktail parties with Gemany’s elite.

Climbing falls in Ocho Rios with some old and new found friends,
drinking coffee, eating lobster, and enjoying without end.
Driving through the darkened backroads from a day at Negril’s beach,
in a cab with songs of love and Marley counting down the beat.  

In Cancun lagoons were vivid and alive with swarming life,
seas of sergeant majors, parrotfish, and barracuda thrive.
in the Caymans packs of stingrays had become our closest friends,
as we played among them in  a world where the beauty never ends.

The fireworks over Sydney lit the bicentennial sky
while I look upon that moment now with disbelieving eyes.
Waves from the Prince of England as he sat by princess Di
when I left the land down under, well I felt like I would die.

As I watched the sun go down over Uluru’s gold peak,
and the sun rise over Daintree as we picked our morning feast.
digging oysters off the rocks by Nelligan’s foreshores,
I was certain with my best friend that I couldn’t want for more.

Remembering the ocean as I snorkeled though it brief,
in Queensland off the shore on Australia’s barrier reef.
The beauty in Belize nearly took my breath away,
and it seemed to me that God had made this gorgeous land to play.

Camping in the South Pacific beneath the skies and palms.
In the hills of South Dakota we went panning in the calm.
With the Eiffel tower, Louvre and Twilleries rounding out another day
And the visit to the gardens of Monet just made me cry.

It’s surreal to think of all the things I’ve done throughout this life,
and the blessings that I’ve gotten seem enough to make things right.
But the simplest adventure and the one I longed for most
was a man that I could count on and would love and hold me close.
All poems are copy written and sole property of Vicki Kralapp.
El azul estaba inmovilizado entre el rojo y el *****.
El viento iba y venía por la página del llano,
encendía pequeñas fogatas, se revolcaba en la ceniza,
salía con la cara tiznada gritando por las esquinas,
el viento iba y venía abriendo y cerrando puertas y ventanas,
iba y venía por los crepusculares corredores del cráneo,
el viento con mala letra y las manos manchadas de tinta
escribía y borraba lo que había escrito sobre la pared del día.
El sol no era sino el presentimiento del color amarillo,
una insinuación de plumas, el grito futuro del gallo.
La nieve se había extraviado, el mar había perdido el habla,
era un rumor errante, unas vocales en busca de una palabra.

El azul estaba inmovilizado, nadie lo miraba, nadie lo oía:
el rojo era un ciego, el ***** un sordomudo.
El viento iba y venía preguntando ¿por dónde anda Joan Miró?
Estaba ahí desde el principio pero el viento no lo veía:
inmovilizado entre el azul y el rojo, el ***** y el amarillo,
Miró era una mirada transparente, una mirada de siete manos.
Siete manos en forma de orjeas para oír a los siete colores,
siete manos en forma de pies para subir los siete escalones del arco iris,
siete manos en forma de raíces para estar en todas partes y a la vez en Barcelona.

Miró era una mirada de siete manos.
Con la primera mano golpeaba el tambor de la luna,
con la segunda sembraba pájaros en el jardín del viento,
con la tercera agitaba el cubilete de las constelaciones,
con la cuarta escribía la leyenda de los siglos de los caracoles,
con la quinta plantaba islas en el pecho del verde,
con la sexta hacía una mujer mezclando noche y agua, música y electricidad,
con la séptima borraba todo lo que había hecho y comenzaba de nuevo.

El rojo abrió los ojos, el ***** dijo algo incomprensible y el azul se levantó.
Ninguno de los tres podía creer lo que veía:
¿eran ocho gavilanes o eran ocho paraguas?
Los ocho abrieron las alas, se echaron a volar y desaparecieron por un vidrio roto.

Miró empezó a quemar sus telas.
Ardían los leones y las arañas, las mujeres y las estrellas,
el cielo se pobló de triángulos, esferas, discos, hexaedros en llamas,
el fuego consumió enteramente a la granjera planetaria plantada en el centro del espacio,
del montón de cenizas brotaron mariposas, peces voladores, roncos fonógrafos,
pero entre los agujeros de los cuadros chamuscados
volvían el espacio azul y la raya de la golondrina, el follaje de nubes y el bastón florido:
era la primavera que insistía, insistía con ademanes verdes.
Ante tanta obstinación luminosa Miró se rascó la cabeza con su quinta mano,
murmurando para sí mismo: Trabajo como un jardinero.

¿Jardín de piedras o de barcas? ¿Jardín de poleas o de bailarinas?
El azul, el ***** y el rojo corrían por los prados,
las estrellas andaban desnudas pero las friolentas colinas se habían metido debajo de las sábanas,
había volcanes portátiles y fuegos de artificio a domicilio.
Las dos señoritas que guardan la entrada a la puerta de las percepciones, Geometría y Perspectiva,
se habían ido a tomar el fresco del brazo de Miró, cantando Une étoile caresse le sein d'une négresse.

El viento dio la vuelta a la página del llano, alzó la cara y dijo, ¿Pero dónde anda Joan Miró?
Estaba ahí desde el principio y el viento no lo veía:
Miró era una mirada transparente por donde entraban y salían atareados abecedarios.

No eran letras las que entraban y salían por los túneles del ojo:
eran cosas vivas que se juntaban y se dividían, se abrazaban y se mordían y se dispersaban,
corrían por toda la página en hileras animadas y multicolores, tenían cuernos y rabos,
unas estaban cubiertas de escamas, otras de plumas, otras andaban en cueros,
y las palabras que formaban eran palpables, audibles y comestibles  pero impronunciables:
no eran letras sino sensaciones, no eran sensaciones sino Transfiguraciones.

¿Y todo esto para qué? Para trazar una línea en la celda de un solitario,
para iluminar con un girasol la cabeza de luna del campesino,
para recibir a la noche que viene con personajes azules y pájaros de fiesta,
para saludar a la muerte con una salva de geranios,
para decirle buenos días al día que llega sin jamás preguntarle de dónde viene y adónde va,
para recordar que la cascada es una muchacha que baja las escaleras muerta de risa,
para ver al sol y a sus planetas meciéndose en el trapecio del horizontes,
para aprender a mirar y para que las cosas nos miren y entren y salgan por nuestras miradas,
abecedarios vivientes que echan raíces, suben, florecen, estallan, vuelan, se disipan, caen.

Las miradas son semillas, mirar es sembrar, Miró trabaja como un jardinero
y con sus siete manos traza incansable -círculo y rabo, ¡oh! y ¡ah!-
la gran exclamación con que todos los días comienza el mundo.
Adrián Poveda Jan 2016
Probablemente mientras duermes, alrededor de las once yo sigo despierto y dormito ideas, mi cuerpo flota y en el sillón viendo al techo esta tu espacio, un metro cincuenta y ocho, eternos.
Una extraña marca en la pared que solo yo puedo ver ha quedado,  me estoy acostumbrando a ella ya que de vez en cuando logro evitar su mirada, sobre todo cuando es de noche y apago la luz; todos lo saben, la noche hace invisible la propia oscuridad y encierra en un dulce  parpadeo la cordura.

Y así son las doce y tú duermes, mientras yo camino por las calles, solo para seguir en la luna al reflejo de tus ojos.


¿Has notado como las cosas cambian en la noche?, las horas se doblan sobre otras y hacen perder el hilo de los minutos, la sombra cambia los colores, la forma de la vereda hacia tu casa ya no es tan segura, ni las figuras que se puede imaginar en ella durante el día y quizás en la noche el tiempo pasa más lento en tu boca, pero me queda la duda de que solo sea la noche y no tu boca, ¿cómo saber si el sabor será el mismo mañana a las seis?

Y así son las tres, y me pierdo en el mismo lugar al que mi mente llega todas las noches, el desenlace y el terminal al que a esta hora conducen todos los caminos, espejismo.

Solo sé que no soy yo el que duerme.
Copyright © 2016 Adrián Poveda All Rights Reserved
Victor D López Feb 2019
Naciste siete años antes del comienzo de la guerra civil española,
Y viviste en una casita de dos pisos en la Calle de Abajo de Fontan,
Frente al mar que les regalo su riqueza y belleza,
Y les robo a tu hermano mayor, y el más noble, Juan, a los 19 años.

De chiquita eras muy llorona. Los vecinos te hacían rabiar con solo decirte,
“Chora, Litiña, chora” lo cual producía un largo llanto al instante.
A los siete u ocho años quedaste ciega por una infección en los ojos. Te salvó la vista
El medico del pueblo, pero no antes de pasar más de un año sin poder ir a la escuela.

Nunca recuperaste ese tiempo perdido. Tu impaciencia y la vergüenza de sentirte atrasada, Impidieron tus estudios. Tu profundo amor propio y la vergüenza de no saber lo que sabían tus
Amigas de tu edad, tu inquietud y tu inhabilidad de aguantar la lengua cuando te corregían,
Crearon una perfecta tormenta que desvió tu diminutiva nave hacia las rocas.

Cuando aún una niña, viste a Franco con su escolta salir de su yate en Fontan.
Con la inocencia de una niña que nunca supo aguantar la lengua, preguntaste a
Una vecina que también estaba presente “Quien es ese señor?”
“El Generalísimo Francisco Franco” te contestó en voz baja. Dile “Viva Franco” cuando pase.

Con la inocencia de una niña y con la arrogancia de una viejita incorregible gritaste señalándolo
“Ese es el Generalísimo?” Y con una carcajada seguiste en voz alta “Parece Pulgarcito!”
Un miembro de su escolta se acercó alzando su ametralladora con la aparente Intención de Golpearte con la culata. “Dejadla!” Exclamo Franco. “Es una niña—la culpa no es suya.”

Contaste ese cuento muchas veces en mi presencia, siempre con una sonrisa o riéndote.
Creo que nunca apreciaste el importe de esa “hazaña” de desprecio a la autoridad. Pudiera ser En parte por ese hecho de tu niñez que vinieron eventualmente por tu padre  
Que lo Llevaron preso. Que lo torturaron por muchos meses y condenaron a muerte?

El escapó su condena como ya he contado antes—con la ayuda de un oficial fascista.
Tan fuerte era su reputación y el poder de sus ideas hasta con sus muchos amigos contrarios.
Tal tu inocencia, o tu ceguera psíquica, en no comprender nunca una potencial causa de su Destrucción. A Dios gracias que nunca pudiste apreciar la posible consecuencia de tus palabras.

Tu padre, quien quisiste toda la vida entrañablemente con una pasión de la cual fue muy Merecedor, murió poco después del término de la guerra civil. Una madre con diez
Bocas para alimentar necesitaba ayuda. Tú fuiste una de las que más acudió a ese
Pedido silencioso. A los 11 años dejaste la escuela por última vez y comenzaste a trabajar.

Los niños no podían trabajar en la España de Franco. No obstante, un primo tomó piedad
De la situación y te permitió trabajar en su fábrica de embutidos de pescado en Sada.
Ganabas igual que todas tus compañeras mayores. Y trabajabas mejor que la mayoría de ellas,
Con la rapidez y destreza que te sirvieron bien toda tu vida en todos tus trabajos.

En tu tiempo libre, llevabas agua de la fuente comunal a vecinos por unos céntimos.
De chiquita también llevabas una sella en la cabeza para casa y dos baldes en las manos antes y Después de tu trabajo en la fábrica de Cheche para el agua de muchos pescadores en el puerto
Antes del amanecer esperando la partida a alta mar con tu agua fresca en sus recipientes.

Todo ese dinero era entregado tu madre con el orgullo de una niña que proveía
Más que el sueldo de una mujer grande—solo a cambio de tu niñez y de la escuela.
También lavabas ropa para algunos vecinos. Y siempre gratuitamente los pañales cuando había
Niños recién nacidos solo por el placer de verlos y poder estar con ellos.

Cuando eras un poco más grande, ya de edad de ir al baile y al cine, seguías la misma rutina,
Pero también lavabas y planchabas la ropa de los marineros jóvenes que querían ir muy limpios
Y bien planchados al baile los domingos. Ese era el único dinero que era solo tuyo—para
Pagar la peluquería todas las semanas y el baile y cine. El resto siempre para tu madre.


A los dieciséis años quisiste emigrar a Argentina a la casa de una tía en Buenos Aires.
Tu madre te lo permitió, pero solo si llevabas también a tu hermana menor, Remedios, contigo.
Lo hiciste. En Buenos Aires no podías trabajar tampoco por ser menor. Mentiste en las Aplicaciones y pudiste conseguir trabajo en una clínica como ayudanta de enfermera.

Lavaste bacinillas, cambiaste camas, y limpiaste pisos con otros trabajos similares.
Todo por ganar suficiente dinero para poder reclamar a tu madre y hermanos menores,
Sito (José) y Paco (Francisco). Luego conseguiste un trabajo de mucama en un hotel
En Mar del Plata. Los dueños apreciaron tu pasión por cuidar a sus niños pequeños.

Te mantuvieron como niñera y mucama—sin doble sueldo. Entre tu (pobre) sueldo y
Propinas de mucama, en un tiempo pudiste guardar suficiente dinero para comprar
Los pasajes para tu madre y hermanos. También pudiste volver a Buenos Aires y
Conseguiste alquilar un doble cuarto en una antigua casa cerca del Consulado español.

De aquellas, aun menor de edad, ya trabajabas en el laboratorio Ponds—al cargo de una
Máquina de empacado de productos de belleza. Ganabas buen dinero, y vivieron en el
Centro de Buenos aires en esa casa hasta que te casaste con papa muchos años después.
Aun te perseguía la mala costumbre de decir lo que penabas y de no dar el brazo a torcer.

El sindicato de la Ponds trató de obligarte a registrarte como Peronista.
A gato escaldado hasta el agua fría le hace daño, y reusaste registrarte al partido.
Le dijiste al sindicato que no le habías escapado a un dictador para aliarte a otro.
Te amenazaron con perder el trabajo. Y con repatriarte a ti y a tu madre y hermanos.

Tu respuesta no la puedo escribir aquí. Te llevaron frente al gerente general demandando
Que te despidiera de inmediato. Contestaste que te demostraran razones para hacerlo.
El gerente—indudablemente a propio riesgo—contestó que no había mejor trabajadora
En la fábrica y que no tenía el sindicato razones para pedir que te despidiera.

Después de un noviazgo de varios años, se casaron tú y papa. Tenían el mundo en sus
Manos. Buen trabajo con buenos ahorros que les permitirían vivir muy bien en el futuro.
No podías tener hijos—los cuales siempre anhelaste tener. Tres años de tratamientos
Lograron que me dieras vida. Vivimos por años en un hermoso apartamento en la ciudad.

Tengo uso de razón y recuerdos gratos desde antes de los dos años. Recuerdo muy bien ese Apartamento. Pero las cosas cambiaron cuando decidieron emprender un negocio
Que no fue sostenible en el caos de la Argentina en los años 60. Recuerdo demasiado bien el Sacrificio tuyo y el de papa—es eso un tema para otro día, pero no para hoy.

Fuiste la persona más trabajadora que conocí en mi vida. No le temías a ningún trabajo
Honesto por fuerte que fuese y tu inquietud y espíritu competitivo siempre te hicieron
Una empleada estelar en todos tus trabajos, la mayoría de ellos sumamente esclavos.
Hasta en casa no sabias parar a no ser que tuvieras con quien charlar un rato largo.

Eras una gran cocinera gracias en parte al chef del hotel en cual trabajaste en Argentina
Que era también un compatriota español (vasco) y te enseno a cocinar muchos de sus
Platos españoles e italianos favoritos. Fuiste siempre muy mal comedora. Pero te
Encantaba cocinar para amigos, familia y—cuantos mas mejor—y para las fiestas.

Papá también era buen cocinero aunque con un repertorio mas limitado. Y yo aprendí
De los dos con mucho afán también a cocinar desde joven. Ni en la cocina ni en ninguna
Fase de mi vida me puedo comparar contigo ni con papa, pero también me encanta
Cocinar y en especial para compartir con seres queridos.

Te daba gran placer introducir a mis amigos a tus platos favoritos como la cazuela de mariscos,
Paella, caldo gallego, tus incomparables canelones, ñoquis, orejas, filloas, buñuelos, flan,
Y todo el resto de tu largo repertorio de música culinaria. Papa me iba a buscar al colegio
Cuando en la escuela secundaria (JHS #10) todos los días antes del trabajo.

Los dos trabajaban el segundo turno y no partían hasta después de las 2:00 p.m.
Muchos días traía el coche lleno de mis compañeros. Recuerdo igual que si fuera ayer
Las caras de mis amigos judíos, chinos, japoneses, italianos, ingleses e irlandeses
Cuando primero probaron el pulpo, caldo gallego, la tortilla, las orejas o el flan.

Mediante el bachiller, la universidad y los estudios de derecho fue igual. A veces parecía
Una reunión de Las Naciones Unidas, pero siempre con comida. Siempre trataste a mis
Amigos íntimos como si fueran hijos tuyos también. Y algunos aun hoy día te quieren
Como una segunda madre y sienten tu ausencia aunque no te vieran por muchos años.

Tuviste una pasión por ser madre (una gran pena que solo tuvieras un hijo).
Que te hizo ser demasiado protectora de tu hijo.  Me vestías con ropa exclusiva de
Les Bebes—Fui un muñeco para quien no los tuvo de niña. No me dejabas fuera de tu vista.
El mantenerme en un ambiente libre de gérmenes produjeron algunos problemas de salud.

Mi pediatra te decía “Quiero verlo con las rodillas raspadas y las uñas sucias.”
Tú lo tomabas como un chiste. Me llevabas a menudo a un parque y a la calesita.
Lo recuerdo como si fuera ayer. Pero no recuerdo tener ningún amigo hasta los siete u ocho
Años. Y solo uno entonces. No recuerdo tener una pandilla de amigos hasta los 13 años. Triste.

Cuando comencé a hablar como una cotorra con un año, y a caminar al mismo tiempo,
Me llevaste al médico. El medico pensó que era solo idea tuya. Me mostro unas llaves y me
Pregunto “Sabes lo que es esto, Danielito?” “Si. Son las llaves de tu tutú,” le contesté.
Después de unas pruebas, le recomendaron a mi madre que alimentara mi curiosidad.

Según ella era yo insoportable (algunas cosas nunca cambian). Si le preguntaba a
Papá por que el sol quema, a que distancia esta, que son las estrellas, por qué una
Linterna enfocada al cielo en una noche oscura no se ve, por qué los aviones no tienen
Ruedas debajo de pontones para poder aterrizar y despegar en el agua? Etc., etc., etc.

Me contestaba con paciencia. Recuerdo viajes en tren o autobús sentado en las piernas de mi Padre haciéndole mil preguntas. Desafortunadamente, si le preguntaba algo a mama que No supiera contestar, inventaba cualquier respuesta con tal de hacerme callar en vez de decirme “No se” o “pregúntaselo a papá” o “vete al infierno de una ver por todas y dejame en paz.”

Cuando me contaba algún cuento y no me gustaba como terminaba, “Caperucita Roja” por Ejemplo, mi madre tenía que inventar un fin que me gustara mejor o aguantar un llanto
Interminable. Pobre madre. Inventar lo que a Danielito no le gustaba podía ser peligroso.
Recuerdo un día en el teatro viendo dibujos animados que me encantaban (y aun encantan).

El Pato Donald salió en una escena comiéndose un tremendo sándwich. Le dije a mamá que
Quería un sándwich igual. En vez de contestarme que no era un sándwich de verdad, o que me Llevarían a comer después del teatro (como de costumbre) se le ocurrió decirme que me
Lo iba a traer el Pato Donald al asiento. Cambio la escena y el Pato Donald salió sin el sándwich.


Se acabo el mundo. Empecé a chillar y llorar que el Pato Donald se comió mi sándwich.
Me había mentido y no me trajo el prometido sándwich. Eso era algo insoportable.
No hubo forma de consolarme o hacerme entender—ya tarde—que el Pato Donald también
Tenía hambre, que el sándwich era suyo y no mío, o que lo de la pantalla no era realidad.

Ardió Cristo. Se había comido el sándwich del nene el Pato Donald quien era (y es) mi favorito.
La traición de un ser querido así era inconcebible e insoportable. Me tuvieron que quitar del
Cine a grito pelado. No se me fue la pataleta por largo rato. Pero todo paso cuando mi querida Tía Nieves (una prima) me dio unas galletas marineras con mermelada más tarde en su casa.

Cuánta agua debajo del puente. Tus recuerdos como el humo en una placentera brisa ya se han Esparcido, son moléculas insubstanciales como estrellas en el cielo, que no pintan cuadros Coherentes. Una vida de conversaciones vitales vueltas a susurros de niños en una tormenta Tropical, impermisibles, insustanciales, solo un sueño que interrumpe una pesadilla eterna.

Así es tu vida hoy. Tu memoria fue siempre prodigiosa. Recordabas el nombre de todas las Personas que conociste en toda tu vida—y conversaciones enteras palabra por palabra.
Con solo tres años de escuela, te fuiste por el mundo rompiendo paso y aprendiste a leer y
Escribir ya después de os 16 años en una ciudad adoptiva. Te fue más que suficiente tu estudio.

Siempre dije que eras mucho mejor escritora que yo. Cuantas excelentes novelas u obras de Teatro y poesía hubieras escribido tú con la mitad de mi educación y el triple de trabajo?  
No ay justicia en este mundo. Por qué le da Dios pan a quien no tiene dientes? Tú prodigiosa Memoria no te permite ya que me reconozcas. Fui la última persona que olvidaste.

Pero aun ahora que ya no puedes tener una conversación normal en ningún idioma,
Alguna vez te brillan los ojos y me llamas “neniño” y sé que por un instante no estás ya sola.
Pero pronto se apaga esa luz y vuelve la oscuridad. Solo te puedo ver unas horas un día a la Semana. Las circunstancias de mi vida no me dejan otra mejor opción.

Algún día no tendré ni siquiera la oportunidad de compartir unas horas contigo. No tendrás
Monumento alguno salvo en mis recuerdos mientras me quede uso de razón. Toda una
Vida de incalculable sacrificio de la cual solo dejarás el más pobre rasgo viviente del amor
De tu único hijo quien no tiene palabras para honrarte adecuadamente ni nunca las tendrá.


*          *          *

Ya llegó ese día, demasiado pronto. Octubre 11, 2018. Llegó la llamada a las 03:30 horas,
Una o dos horas después de haber quedado yo dormido. Te trataron de resucitar en vano.
No habría ya mas oportunidades de decirte te quiero, de acariciar tus manos y cara,
De cantarte al oído, de poner crema en tus manos, de anhelar que esta semana me recordaras.

De contarte acontecimientos de seres queridos, a quien vi, que me dijeron, quien pregunto
Por ti, ni de rezar por ti o de pedirte si me dabas un besito poniendo mi mejilla cerca de tus Labios y del placer cuando respondías dándome muchos besitos. Cuando no me respondías,
Lo mas probable estos últimos muchos meses, te decía, “Bueno la próxima vez.”

Siempre al despedirme te daba un besito por Alice y un abrazo que siempre te mandaba,
Y tres besitos en tu frente de parte de papa (siempre te daba tres juntos), y uno mío. Te
Dejaba la tele prendida en un canal sin volumen que mostrara movimiento. Y en lo posible
Esperaba que quedaras con los ojos cerrados antes de marchar.

Se acabó el tiempo. No hay mas prorroga. Mis oraciones cambian de pedir que Dios te proteja
Y que por Su Gracia puedas sanar un poquito día a día a que Dios guarde tu alma y la de papá y
Permita que descansen en paz en Su reino. Te hecho mucho de menos ya, como a papá, y lo
Haré mientras viva y Dios me permita uso de razón. No sabia lo que es estar solo. Ahora si lo se.

Cuatro años viendo tu deslumbrante luz reducirse a una vela temblando en a oscuridad.
Cuatro años temiendo que te dieras cuenta de tu situación.
Cuatro años rogando que no tuvieras dolor, tristeza o soledad.
Cuatro años y sin aprender como decirte adiós. El resto de mi vida esperando verte otra vez.

Te quiero con todo mi corazón siempre y para siempre, mamá. Descansa en Paz.
You can hear all six of my Unsung Heroes poems read by me in my podcasts at https://open.spotify.com/show/1zgnkuAIVJaQ0Gb6pOfQOH. (plus much more of my fiction, non-fiction and poetry in English and Spanish)
Bunhead17 Nov 2013
[Intro:]
'Sace, 'sace
'Knock one, 'knock one
Mustard on the beat, **

[Hook:]
Shirt, shirt by Versace
***** you better **** sumn
**, Hoes wanna knock one
***** you better **** sumn
Shirt, shirt by Versace
***** you better **** sumn
**, Hoes wanna knock one
***** you better **** sumn

[Verse 1: Kirko Bangz]
I just bought a shirt for tonight, **
And it cost five-hundred (Better **** sumn!)
I seen a bad ***** at the light, oh!
My car cost two-hundred (Better **** sumn!)
Uh, got 'Sace on the chain
Louis, that's my side **. Versace, that's my main
'Sace in the car so that's 'Sace in the lane
All day I dream about Versace on the linen
****** at work and now she bugging me. Versace John Lennon.
I only want the ***** if she expensive
**** the ** in Versace, had some boojie *** children
Doing what I’m suppose to do
I'm in Versace my ****** they in 'Sace too
Ain't no fun unless we all get some
If I'm *******, then my ******, they ******* too

[Hook:]

[Verse 2: French Montana]
Hundred-Thou' what I'm buying here?
Talking lion head (***** better **** sumn!)
Hundred-Thou' on these Cuban Links.
Medusa Face (***** better **** sumn!)
And my shirt eight-hundred
And just copped a honey (***** better **** sumn!)
These bottles they hundred
I just copped a hundred (Man, ***** better **** sumn!)
Got syrup by the liter. *****. Homie, Ima beat it
Catch the ***** like Jeter haa
Picture a ***** balling the ***** get to calling
******* get to fallin
Kamikaze. Shirt by Versace
Know my diamonds flash paparazzi
Give a **** about a hater
I be getting to the paper
**** ***** get your weight up haa

[Hook:]

[Verse 3: YG]
It's YG 400!
Shirt Versace, ******* is a hobby
I love a ***** that **** **** so sloppy
In high school she was a **
Hundred dollar bills on the floor
***** you better **** sumn!
And that's straight up
I prefer a bad ***** with no make-up
I got my cake up. Ya'll playas say sumn
I'm never paying for ***** and I'm never going bankrupt
My shirt's Versace. ***** red like Rudolph
Try to rob me I'll **** back that shooter
Trying to count how many ******* ***** I ate
Why you do that? Cuz I love how it taste. Ooo!
Me and Kirko on that purple
Geeked up like Urkel
Middle fingers in the air I don't trust you *******
Spent my money on me so I can ******* *******. Ooo!

[Hook:]

[Verse 4: G-Haze]
Got a shirt by Gianni
In your main ** that's where you can find me
Why these haters want to mean mug me
Cuz I'm coming down clean and they ******* wanna **** sumn
Trick you better **** sumn
Stepped in the party make a ***** wanna cuff sumn
Po-Po that's a No-No
Give me Ocho-Cinco!
Uhh, **** that ****** by Versace when I hit from the back
She gon' call me "Papi" while she sit up on my lap
Sip syrup lean and I got it from the trap
But I ain't a dope boy
Shirt by Versace got me feeling like a coke boy
Gold grillz, gold chain, LMG be the game
***** you better **** sumn!
i Love this song... lyrics "Shirt by Versace" By: Kirko Bangz ft French Montana, GHaze, & YG.
Elena Ramos Apr 2015
Elena Ramos


Aquí todo en mi mente da vueltas, nada es estable, no hay un objeto al cual pueda ver directo y guiarme para no caer. Para mí no sirve el simple hecho de tenerlo todo para ser feliz, ni el dinero, ni una familia reconocida en todo Miami y el resto del país. Me llamo Gimena Rodríguez, mis papas son de Honduras pero emigraron a los Estados Unidos cuando mi hermano mayor Roberto tenía apenas diez años en ese entonces yo tenía ocho horribles y apestosos años, era muy fea, mi mama siempre me ponía dos ganchitos en la frente para quitarme el pelo de la cara; bote todas las fotos que dejaban evidencia de ese abuso hacia el estilo y la dignidad de una niña pequeña.  

He buscado en la internet el significado de mi nombre, porque ni yo sé que soy. Hay unos sitios bien raros que dicen que soy de las que necesita ser apoyada por los demás, algo que no es cierto, pero he topado con un sitio que dice que soy de pensamiento firme, ágil y con capacidad analítica. Y por cierto mi número de la suerte dice ser el número cuatro, puede tener algo de sentido ya que el 4 de noviembre es mi cumpleaños, o que casualmente mis papas estén de aniversario el mismo día. Suelo ser de esas chicas que todo el mundo conoce o dice saber conocerme, por el simple hecho de tener una familia la cual, toda América conoce. Mi papa heredo el negocio de mi abuelo, (por lo general el abuelo o como yo lo llamaba Yeyo, era el único que me entendía hasta llegue a prometerle que seguiría los pasos de la familia y seguir el negocio) una empresa que distribuye muebles, ya sean sofás como camas y cosas así. La compañía se llama DecoArte, había empezado en 1934 con mi bisabuelo Arturo, que luego paso a ser mi mi Yeyo y ahora de mi padre (solo espero que Roberto pelee por su lugar en la compañía y decida quedarse todo para él, así no tendría que seguir en este negocio, porque realmente no me gusta). He decidido que quiero ir a Los Angeles y estudiar Fashion Management & Marketing, en la Universidad de Argosy. He aplicado a varias universidades y aun espero respuesta, seria decepcionante no ser aceptada en ninguna y entonces tendría que trabajar en DecoArte toda mi vida. Todos los días son decepcionantes, siempre es lo mismo, mi casa parece un lugar solitario. Roberto tiene su propio apartamento, todos los días sube fotos a su cuenta de Instagram haciendo fiestas, las cuales son mencionadas como las mejores. Fraternidades de muchas universidades terminan ahí, los vagabundos igual, y así todo Miami. Sería bueno si por lo menos me invitara a una de sus “reuniones”, como el las suele llamar cuando estamos frente a nuestros padres. No me veo pequeña, tengo diez y siete años y el próximo año me graduare de Miami Beach High School. Muchos me preguntan si realmente tengo la edad que les digo tener, nadie me cree, muchos dicen que me veo mucho mayor, algo que para mí no está mal. En mi cuenta de twitter me he fijado que Roberto dará una fiesta, tal vez pueda decir que voy a ver una película y me voy un rato a su casa, solo espero que mi propio hermano no me eche de la casa. En mi tiempo libre, después de clases, suelo agarra mi computadora portátil y abrir Word, y escribir todo el día. Hace poco subí gratis un libro de poemas de dicados a la gente que no sabe qué hacer con su vida. He tenido buenas respuestas, inclusive en mi blog recibo visitas y buenos comentarios a montones. Existen dos mundos parami, la realidad y el mundo que creo con los libros y la escritura. Cada libro que leo me envuelve en un sentimiento que hace que imagine estar en el libro. Al escribir siento que mis ideas fluyen y que soy yo honestamente, sin censura, sin miedo a expresarme. En este momento estoy escribiendo una historia ficticia de esta joven que desea encontrar el amor, ya que casi lo encontraba pero el murió. Por su falta de confianza no es capaz de hablar con ningún muchacho. Esta es la introducción del libro:
               Para amar hay un tiempo límite, o por lo menos para mí sí. Si tienes una enfermedad terminal, es muy probable que ese amor nunca llegue. Desearía tener por lo menos un romance que dure poco o hasta cuando yo siga viva. Mi vida se complica cada vez más, el único hombre que veo seguido es mi médico el doctor Collins, está casado y tiene una hermosa hija. En el hospital veo morir a diario personas de las cuales me hice amiga. Aun no olvido su rostro, su pálida cara, que me reía aun a pesar de tener peores condiciones de vida que yo. Se llamaba Mark, tenía doce años cuando lo conocí, y diez y siete cuando lo vi por última vez. Cada año lo volvía diferente, siempre había un problema más o algo en su cuerpo había cambiado por  completo. Lo conocí cuando yo tenía once años, llegue a emergencias esa noche, mi mente giraba, era más verde como la pared que trigueña. Gracias a dios detectaron mi cáncer con tiempo. Pero esa noche ahí estaba el, sentado en una camilla, me pareció muy guapo desde el primer instante en que nuestros ojos se cruzaron. Mientras mi mama hablaba con la enfermera afuera, yo estuve acostada, mirándolo y luego mirando el techo. No sabía que sucedía conmigo, solo sabía que  me sentía a morir. No llore porque él estaba ahí, a dos camillas de la mía. Sabía que me observaba aunque lo disimulaba muy bien. Entraron mi mama y varias enfermeras y un doctor,  después de un rato sacaron mi camilla y me llevaban a otro lugar. Deje a ese muchacho solo en ese espantoso cuarto, solo, y seguramente con dolor en alguna parte. Desperté el día siguiente en un cuarto, había dos camas más  pero al parecer solo yo ocupaba y llenaba aquella gran habitación. Me di cuenta que mi mama y mi papa estaban dormidos, me sorprendió ver a papa faltar al trabajo. No estoy muy segura, pero anoche tuve uno de los mejores sueños más reales que he tenido en mi vida. Soñé con el muchacho de la sala de emergencia. Vi su hermoso pelo, dorado que caía sobre sus orejas, sus perfectos ojos, que no se distinguían si eran grises o verdes. Tenía una camiseta roja, parecía el tipo de adolescente que se intoxica con algo y termina aquí. Definitivamente desearía poder volverlo a ver por lo menos un instante, para poder recordar mejor esa mirada y su hermosa sonrisa.  No hice ruido y me levante buscando un baño, estaba bien, solo algo cansada, y molesta por esa horrenda bata que llevaba puesta, ya que no tenía nada abajo. Hice ruido al levantarme ya que presione uno de los botones que levanta la camilla. Mi padre Augusto, se levantó en un abrir y cerrar de ojos del sofá donde dormía para ir en mi auxilio. –Papa estoy bien-,-No te creo, a dónde vas?-,-solo busco un baño, necesito ir ahorita-. La cara de papa estaba muy diferente, hoy no tenía esa mirada de las mañanas que me decían que todo estaba bien, que la economía estaba por las nubes, o que sasha mi perrita no le causaba alergia cuando todos sabíamos que sí. Me detuve a observarlo, sabía que algo le ocurría,  tal vez fue despedido, o tuvo una seria pelea con mi madre, algo que creo lógico, ya que Paty se pone muy insolente cuando tiene discusiones con papa. –qué ocurre?- le pregunte, tocándole la cara muy delicadamente, tratando de leer su mente o entenderlo-cariño, hay cosas de las cuales tenemos que hablar- al decir esto mi padre, supe que no era nada bueno, porque en ese mismo instante se puso a llorar, por un motivo yo hice lo mismo con él. Mi madre se despertó por el ruido.-Mary, el cáncer no te va a matar, te juro que te van a curar, te lo prometo hija pero por favor no llores-. Mi padre la observo fijamente a los ojos. Fue un golpe muy duro el que recibí, darme cuenta que tenía cáncer y de esta manera. Simplemente, busque la puerta y Salí corriendo, lo más rápido posible, segundos después me di la vuelta y vi que ya no sabía en qué parte del hospital me encontraba. –Mary!-se escuchaba en el fondo. Era mi mama que locamente me buscaba. Me imagino lo mal que se ha de sentir en este momento, pero no lo puedo creer aun, pero tengo cáncer…logre salir de esa situación, ya no estaba corriendo por los pasillos, estaba en un cuarto. –Hola- me di la vuelta y lo vi a él, creí no volver a ver esos ojos, pero si.-hola-creo que nunca estuve tan nerviosa en mi vida. Busque la forma en que la camilla cubriera mi bata, estaba descalza y muy despeinada, pero aun ocupaba ir a un baño. Al fondo vi una puerta, había un baño,-Perdón, pero me puedes prestar tu baño-, él se rio enseguida-si no hay problema, además no es mío es del hospital-. Fui caminando muy rápido, y me encerré, luego, me lave las manos, me enjuague la boca, lave mi cara, y Salí.-me llamo Mary- extendí mi mano hacia la suya.-un gusto Mary, soy Gabriel-. Nombre perfecto para un ángel, el cual él se parecía mucho. Sentía mi corazón palpitando mucho, en un instante sentía que me desmayaba y era enserio, no era por las mariposas ni nada por el estilo, realmente me sentía mal. Gabriel tomo mi mano, me ayudo a sentarme y enseguida llamo a una enfermera. Al rato todos estaban en la habitación, incluso mis papas. –Mary!!—mama estoy bien-.la enfermera me acostó en la camilla de Gabriel, y me tomo la presión, al segundo llego otra enfermera a sacarme sangre. Papa me tomo de la cintura, y me guiaban para ir a mi habitación. Estoy en este momento entrando en un túnel donde sentía que nunca llegaría a casa, pensaba en todas las cosas que hice antes por diversión, pero ahora vivo una pesadilla, que espero que sea simplemente eso, y despertar termine con ella. No pude decirle adiós a Gabriel, pero ya sabia que su numero era treinta y seis, y la mia era la sesenta y dos. Había un brillo que trataba de iluminar mi vida, mi cerebro, había tanta oscuridad, tanta tristeza oculta, cuando la gente que yo amo se de cuente de lo que tengo y en lo que me convertiré tendre miedo de su miedo. He visto tantas películas de esas en las que alguien tiene cáncer o una enfermedad terminal, tengo miedo de no querer luchar por mi vida, miedo a no querer salir de esa comodidad en mi mente y querer rendirme. Tengo solo pocos momentos en mi vida, que valen la pena ser contados. Qué tal si no lleguen mas momentos asi y muera sin haber vivido mi vida. He viajado mucho para que termine asi. Mi mente viaja por lugares muy profundos de mi alma, siento eterna la llegada  a mi habitación. Solo escucho bulla de afuera, tanta que no se en cual enfocarme. Mis papas respetan mi silencio, saben que quiero aclarar mejor las cosas pero que tal si no quiero saberlo y seguir así, viajando por la vida solo por viajar sin rumbo, porque la verdad asi me siento. –mary quieres desayunar, el doctor dice que no tienes dieta-. –Si mam, -dije para romper el silencio de aquella blanca habitación. Tengo una terraza, con hermosas flores, no tengo nada que perder ni ganar ahora, solo disfrutar de su belleza y el canto de los pájaros, es hermosa; la única que no me altera, la única que no se siente como bulla. –pero, creo que todos necesitamos una ducha—si, papa, pero no tengo ropa-.Mama ira a la casa y yo a comprar el desayuno, y tu te quedaras aqui con la enfermera mientra te terminan de revisar-. No  soportaba la idea de que tuvieran que sacarme sangre o que alguien estuviera tan cerca de mi, como esta enfermera. Mis papas salieron de la habitacion, y tuve el descaro de preguntarle en el oído a una de las enfermeras, de quien era Gabriel.-te gusta verdad?-,-no!, simplemente tengo curiosidad-.y ahí empezó la historia mas fasinante e interesante que había escuchacho antes.- Se llama Gabriel Cole y tiene doce años, su mama, no sabemos nada de ella. Vino hace seis meses y desde entonces vive aquí, su papa es Señor Cole,no pudo soportar verlo enfermo entonces pago para que viviera aquí, y se fue. Viene a visitarlo una vez a la semana pero tiene dos semanas sin venir.es un buen muchacho, no le vendría mal una amiga, ahora que no tiene a nadie-.no  puedo creer que su familia lo haya abandonado. No me imagino vivir sin mi mama o sin mi papa, seria horrible.-Bueno he terminado contigo, el doctor Collins vendrá en un rato, descansa-. Salieron por la puerta dejándome sola.
ghost queen Apr 2020
It was getting dark when I exited the Port d’Orleans metro station. The cold air hit me instantaneously, seeping in between my clothes and skin. I tighten my long coat around me, readjusted my back pack, and pulled out my phone to confirm the address of Tango à Paris. It was only two blocks north of where I was standing.  

It was my first date with Séraphine. I had suggested dinner. She suggested something less formal, a bit more active, how about tango, explaining her studio gave a hour long introduction before the milonga. I agreed, as I had taken a year of tango, and felt confident I could keep up, maybe even impress her.

I’d wondered how she kept her 5 foot 8, 130 pound-ish physique, swimmer lean, and now I knew, she was a dancer.

I liked this part of Paris, the 14th arrondissement, L’Observatoire, clean, tidy, having the look and feel of a Nordic city like Olso or Stockholm. The sidewalks were full of interweaving professionals, eager to get out of the cold, the drizzle, and home to their loved ones.  

I walked up L’Avenue du Général Leclerc till I got to No 119. I pressed the buzzer and heard back, “oui.” “I am here for the milonga,” I said. The door buzzed, I pushed it open, entering a small foyer with sign pointing up a staircase to the first floor. I could hear the muffed sound of music and feel the movement of bodies dancing upstairs.

I climbed the curved wrought iron staircase, the old wooden stairs creaking softly with every step. I saw the studio immediately: two traditional French doors swung open, exposing a gymnasium like dance studio, with clean, golden yellow oak hardwood floor. Men and woman dancing, swinging and spinning about.

I entered the studio, paused, and looked around. At the far of the room was the DJ, sitting at table, with two loud speakers on stands pumping out music at just the right volume: loud enough to feel the music, low enough to talk your partner without having to scream in her ear.  

To my left, people gathered around a table. I walked over, they were writing their names with a felt tip pens on self adhesive name tags and placing it on their chest. A woman turned around and smiled at me. “Bienvenue,” she said, “I’m Jolene.” and extended her hand. “I am Damien”, I replied, shaking her hand politely. “Is this your first time here,” she asked. “Yes,” I replied, “I am waiting on a friend, Seraphine.”

“Mais oui,” she replied with a smile, “she is one of our best dancers, talented, if not gifted.” Her head turned slowly towards the doors, my eyes following.

In the door stood Seraphine, wearing a spaghetti strap, damask black on maroon tango midi dress, slit high up her right tigh. Her shoes, opened toe, black thin strap heels, showing off her matching blood red toe and finger nail polish and lipstick. Her eyelashes thick, black, eyelids smoked dark, giving her the stereotypical look of a femme fatale tango dancer.  She was gorgeous, seductive, awe inspiring, like Bouguereau's The Birth of Venus. How could a man resist such a siren. She was goddess among women.

She walked over to us, said, “Bonsoir Madame,” and kissed Jolene
twice on the cheeks (faire la bise) as is customary among Parisian friends, then  turned to me, touched her cheek to mine, making the mwah, kissing sound.

I was intrigued. The kiss implied no longer an acquaintance, but in her inner circle of intimacy. It had subtle implications that set my mind racing about the meaning; it was also maddening, like trying to see a completed jigsaw puzzle while only holding one of a thousand pieces.

“Ca va,” she asked, bypassing the formal “comment vas-tu” greeting. “Ca va bien,” I replied. “Your dress is stunning,” I said. “Thank you,” she replied, with confidence.

She sat down, ruffled through her bag, and pulled out ecru opened toe tango shoes. I couldn’t help notice her feet, delicate, feminine, absolutely exquisite. I also couldn’t help noticing her tigh, exposed through the slit of her dress.

Before she could get up from the chair, an older man approached, extended his hand, which she accepted. She stood up, looked me in the eyes, and said, “it is rude to refused a dance when asked.” They walked to middle of the floor and started to dance to a slow, sultry, Spanish guitar piece. I sat down and watched. She didn’t just dance, she pranced, shook, and swayed her hips as only an accomplished Latin dancer could. It was amazing to watch.

The music repeated, slowed, and concluded. They walked off the dance floor, to the beverage table, topped with a variety of multicolored bottles of wine. He poured two glasses, offered her one, as they talked, she smiled and occasionally laughed. He bowed his head slightly, touched her upper arm, and walked away, as a cortina started.

Seraphine poured more wine in her glass and poured another glass, walked to me, and offered it. I took it, deliberately touching her hand as I did. She sat down, crossed her legs, the dress sliding aside, exposing her tigh, and asked me, “do you dance monsieur.” “Yes, mademoiselle,” I replied, as a new tanda of spanish guitar played. She stood up, extended her hand. I took it, stood up, and lead her to the middle of the floor, dodging couples along the way.

“Tango”, I asked. “Yes,” she replied. I move in close, wrapped my right arm across her back, pressing her body tight against mine, extending my left arm out in position, palm open. She carefully placed her hand in mine, her forefinger on my thumb, her thumb on the radial artery on wrist, as if feeling my pulse. It struck me as odd and was curious as to why.  She’d done it in a such a methodical way.

Her hands were warm, soft, supple, dewy. She closed her grip and waited for me. I swayed gently to the beat of Tango D’Amor by Bellma Cesepedes, as she rhythmically matched my body. I stepped back on my right foot, holding her tight, bringing her with me, then left,  then forward. My chest pressing into hers. My leg brushed against her tigh as I moved, slow, slow, quick, quick, slow of the basic 8 count. I paused for a second, for her to cross then pushed forward, slowly turning to avoid couples.

I sensed her body heat, felt the wetness of perspiration on her back, smelled the earthiness of her scent. She radiated animal magnetism. I couldn’t, nor wanted to resist her. I knew I was a moth, she the flame.

New music started to play, Fuego Tango by Athos Bassissi, a traditional fast staccato accordion piece with a distinct beat for walking, turning, and swaying. I placed my my hand between her shoulders. I couldn’t feel a strap. She wasn’t wearing bra. It felt intimate, seductive, only a thin layer of cloth between us.

She pulled her head back, looked at me in the eyes, and said, “Tighter, I need to feel you, your body, your moves, so I can respond to your body.” I wrapped by arm completely around her, pulling her tight against my me. My primal urges welled up. I wanted her, to kiss her, to protect her,  to provide for her, have and raise kids with her. I felt stronger, more powerful, like a man. I wanted her in my life before she disappeared forever.

She placed her forehead on my temple. I rocked back and forth catching the beat, stepping backwards with my right, and we started to dance, slow, slow, quick, quick, slow, in a vertical expression of horizon desire.

Bending my knee, sliding forward, my chest pressing against hers, pushing, stopping, shifting, subtly twisting, I signaled a backward ocho. I waited for her, than slide to the left bring her with me, waited for her to pivot then slid right, bringing her with me, then waited for her to center. I walked forward, stopped, signalling for her to cross. I waited for the beat then finished my eight step basic.

I could feel her breath on my cheek, fast, hot; felt her breathing, her chest rising, falling sensuously. She felt good in my arms, as right as rain. I liked holding her, feeling her so close to me.

I started an eight step, stopping at the cross, signaling her to move right in preparation for a scada. As she moved, I stepped between her legs, pivoting her and me 180 degrees, repeating the step 3 times, bringing her back to cross, and finishing the step.

I heard her audibly exhale, relaxing in my arms. She was giving up control, learning to trust, surrendering to me. And I, was one with her, nothing else mattered, all else had disappeared. I was in a state of deep mediation. She was the now and forever.

The music stopped, I looked at her, noticed the glow in her cheeks, felt the warm moistness on her back. But most of all, I noticed her dilated pupils. The glowing sapphire blue of her eyes, replaced by a fathomless blackness, which I fell into.

She looked into my eyes with a gentleness, a knowing, and smiled. A new piece started, Rain, by Kantango, clean, crisp, staccato. I moved, walked, slid, in step with the beat, losing myself in the sensuality of the music and the movement of the dance.  I pressed her tight against my chest, sliding forward, rock stepping backward, holding her tighter as I did a single axis spin. I heard her sigh in my ear and felt her body relax. I slid forward to the staccato rhythm, dramatic, forceful, almost charging.

I stopped and lean to my left. She extended her right leg back, and planeo-ed as I walked her in a circle, side-by-side rock, then to neutral. She tighten her hold, pressing me into her chest, her touch telling me so much, screaming her arousal.

I slid forward, to the side, staring an 8 count to the cross, going into a backward ocho, I shifted my weight, taking her into a moulinette, twisting to the right then to the left, as she elegantly danced around me, back to 5 to complete our 8 count.

I was no longer thinking, just feeling, one with the music, lost in the sensuality, in a type of bliss. I walked forward then back, turning her to the right. To my surprise, she extended her left leg, whipping it across the floor, then back, wrapping it around my leg, slowly sliding her calf up my leg, then unwinding to neutral. I walked forward, she spun around, and slowed her walk. My body colliding, pressing into her’s as we slowly stopped. She turned her face towards mine, raising her hand, touching my face, my cheek, gently turning, bringing it towards her’s, towards her lips. Just as we were going to kiss, she turned her face, my face plunged into her hair, the back of her neck. I could smell, Poison by Dior. I kissed the back of her neck, squeezing her slightly, as she moaned ever so slightly.
Salamandra
                        (negra
armadura viste el fuego)
calorífero de combustión lenta
entre las fauces de la chimenea
-o mármol o ladrillo-
                                          tortuga estática
o agazapado guerrero japonés
y una u otro
                      -el martirio es reposo -
impasible en la tortura.

                                            Salamandra
nombre antiguo del fuego
y antídoto antiguo contra el fuego
y desollada planta sobre brasas
amiante amante amianto

Salamandra
                        en la ciudad abstracta
entre geometrías vertigiosas
-vidrio cemento piedra hierro-
formidables quimeras
levantadas por el cálculo
multiplicadas por el lucro
al flanco del muro anónimo
amapola súbita

                              Salamandra
garra amarilla
                            roja escritura
en la pared de sal
                                  garra de sol
sobre el montón de huesos

Salamandra
                        estrella caída
en el sinfín del ópalo sangriento
sepultada
bajo los párpados del sílex
niña perdida
en el túnel del ónix
en los círculos del basalto
enterrada semilla
                                  grano de energía
dormida en la médula del granito

Salamandra
                      niña dinametera
en el pecho azul y ***** del hierro
estallas como un sol
te abres como una herida
hablas como una fuente

Salamandra
                        espiga
hija del fuego
espíritu del fuego
condensación de la sangre
sublimación de la sangre
evaporación de la sangre

Salamandra de aire
la roca es llama
                              la llama es humo
vapor rojo
                  recta plegaria
alta palabra de alabanza
exclamación
                      corona de incendio
en la testa del himno
reina escarlata
(y muchacha de medias moradas
corriendo despeinada por el bosque)

Salamandra
                      animal taciturno
***** paño de lágrimas de azufre
(Un húmedo verano
entre las baldosas desunidas
de un patio petrificado por la luna
oí vibrar tu cola cilíndrica)

Salamandra caucásica
en la espalda cenicienta de la peña
aparece y desaparece
breve y negra lengüeta
moteada de azafrán

                          Salamandra
bicho ***** y brillante
escalofrío del musgo
devorador de insectos
heraldo diminuto del chubasco
y familiar de la centella
(Fecundación interna
reproducción ovípara
las crías viven en el agua
ya adultas nadan con torpeza)

Salamandra
Puente colgante entre las eras
puente de sangre fría
eje del movimiento
(Los cambios de la alpina
la especie más esbelta
se cumplen en el claustro de la madre
Entre los huevecillos se logran dos apenas
y hasta el alumbramiento
medran los embriones en un caldo nutricio
la masa fraternal de huevos abortados)

La salamandra española
montañesa negra y roja

No late el sol clavado en la mitad del cielo
no respira
no comienza la vida sin la sangre
sin la brasa del sacrificio
no se mueve la rueda de los días
Xólotl se niega a consumirse
se escondió en el maíz pero lo hallaron
se escondió en el maguey pero lo hallaron
cayó en el agua y fue el pez axólotl
el dos-seres
                        y "luego lo mataron"
Comenzó el movimiento anduvo el mundo
la procesión de fechas y de nombres
Xólotl el perro guía del infierno
el que desenterró los huesos de los padres
el que coció los huesos en la olla
el que encendió la lumbre de los años
el hacedor de hombres
Xólotl el penitente
el ojo reventado que llora por nosotros
Xólotl la larva de la mariposa
del doble de la Estrella
el caracol marino
la otra cara del Señor de la Aurora
Xólotl el ajolote

                            Salamandra
dardo solar
                    lámpara de la luna
columna del mediodía
nombre de mujer
balanza de la noche.
(El infinito peso de la luz
un adarme de sombra en tus pestañas)

Salamandra
                      llama negra
heliotropo
                    sol tú misma
y luna siempre en torno de ti misma
granada que se abre cada noche
astro fijo en la frente del cielo
y latido del mar y luz ya quieta
mente sobre el vaivén del mar abierta

Salamandria
saurio de unos ocho centímetros
vive en las grietas y es color de polvo

Salamandra de tierra y de agua
piedra verde en la boca de los muertos
piedra de encarnación
piedra de lumbre
sudor de la tierra
sal llameante y quemante
sal de la destrucción
y máscara de cal que consume los rostros

Salamandra de aire y de fuego
avispero de soles
roja palabra del principio

La salamandra es un lagarto
su lengua termina en un dardo
su cola termina en un dardo
Es inasible Es indecible
reposa sobre brasas
reina sobre tizones
Si en la llama se esculpe
su monumento incendia.
El fuego es su pasión es su paciencia

Salamadre                           Aguamadre
Aaron Mullin Nov 2014


Octo

Ocho

Huit

Eight

8

Dear grandmother spider

Tenderly watching us flail

In the veil of her weaving

Subliminally easing with poisonous love

Mercifully clothing, bundling, draping us in silks

Providing an impetus: awaken, unwind your labyrinth of love

8

Eight

Huit

Ocho

Octo


Inspired by the writing of Sharon McErlane: http://www.grandmothersspeak.com/

We live in a cosmic web of life (so says NASA):
http://www.nasa.gov/mission_pages/hubble/science/violent_galaxies.html

Spider Animal Totem (www.linsdomain.com):
Creativity and Weaver of Fate
A spider totem teaches you balance --between past and future, physical and spirit, male and female. She is strength and gentleness combined. She awakens creative sensibilities and reminds you that the past is always interwoven with the future. Tarantulas (and all spiders) are the keepers of the primordial alphabet and can teach you how to write creatively. Her body is shaped like the number 8 and she has 8 legs, which is symbol of infinite possibilities of creation. Her 8 legs represent the 4 winds of change and the four directions of the medicine wheel. Spider's message is that you are an infinite being who will continue to weave patterns of life and living throughout time. Do not fail to see the eternal plan of creation. Those who weave magic with the written word usually have this totem.
Después de todo qué complicado es el amor breve
y en cambio qué sencillo el largo amor
digamos que éste no precisa barricadas
contra el tiempo ni contra el destiempo
ni se enreda en fervores a plazo fijo

el amor breve aún en aquellos tramos
en que ignora su proverbial urgencia
siempre guarda o esconde o disimula
semiadioses que anuncian la invasión del olvido
en cambio el largo amor no tiene cismas
ni soluciones de continuidad
más bien continuidad de soluciones

esto viene ligado a una historia la nuestra
quiero decir de mi mujer y mía
historia que hizo escala en treinta marzos
que a esta altura son como treinta puentes
como treinta provincias de la misma memoria
porque cada época de un largo amor
cada capítulo de una consecuente pareja
es una región con sus propios árboles y ecos
sus propios descampados sus tibias contraseñas

he aquí que mi mujer y yo somos lo que se llama
una pareja corriente y por tanto despareja
treinta años incluidos los ocho bisiestos
de vida en común y en extraordinario

alguien me informa que son bodas de perlas
y acaso lo sean ya que perla es secreto
y es brillo llanto fiesta hondura
y otras alegorías que aquí vienen de perlas

cuando la conocí
tenía apenas doce años y negras trenzas
y un perro atorrante
que a todos nos servía de felpudo
yo tenía catorce y ni siquiera perro
calculé mentalmente futuro y arrecifes
y supe que me estaba destinada
mejor dicho que yo era el destinado
todavía no se cuál es la diferencia

así y todo tardé seis años en decírselo
y ella un minuto y medio en aceptarlo

pasé una temporada en buenos aires
y le escribía poemas o pancartas de amor
que ella ni siquiera comentaba en contra
y yo sin advertir la grave situación
cada vez escribía más poemas más pancartas
realmente fue una época difícil

menos mal que decidí regresar
como un novio pródigo cualquiera
el hermano tenía bicicleta
claro me la prestó y en rapto de coraje
salí en bajada por la calle almería
ah lamentablemente el regreso era en repecho

ella me estaba esperando muy atenta
cansado como un perro aunque enhiesto y altivo
bajé de aquel siniestro rodado y de pronto
me desmayé en sus brazos providenciales
y aunque no se ha repuesto aún de la sorpresa
juro que no lo hice con premeditación

por entonces su madre nos vigilaba
desde las más increíbles atalayas
yo me sentía cancerbado y miserable
delincuente casi delicuescente

claro eran otros tiempos y montevideo
era una linda ciudad provinciana
sin capital a la que referirse
y con ese trauma no hay terapia posible
eso deja huellas en las plazoletas

era tan provinciana que el presidente
andaba sin capangas y hasta sin ministros

uno podía encontrarlo en un café
o comprándose corbatas en una tienda
la prensa extranjera destacaba ese rasgo
comparándonos con suiza y costa rica

siempre estábamos llenos de exilados
así se escribía en tiempos suaves
ahora en cambio somos exiliados
pero la diferencia no reside en la i

eran bolivianos paraguayos cariocas
y sobre todo eran porteños
a nosotros nos daba mucha pena
verlos en la calle nostalgiosos y pobres
vendiéndonos recuerdos y empanadas

es claro son antiguas coyunturas
sin embargo señalo a lectores muy jóvenes
que graham bell ya había inventado el teléfono
de aquí que yo me instalara puntualmente a las seis
en la cervecería de la calle yatay
y desde allí hacía mi llamada de novio
que me llevaba como media hora

a tal punto era insólito mi lungo metraje
que ciertos parroquianos rompebolas
me gritaban cachádome al unísono
dale anclao en parís

como ven el amor era dura faena
y en algunas vergüenzas
casi insdustria insalubre

para colmo comí abundantísima lechuga
que nadie había desinfectado con carrel
en resumidas cuentas contraje el tifus
no exactamente el exantemático
pero igual de alarmante y podrido
me daban agua de apio y jugo de sandía
yo por las dudas me dejé la barba
e impresionaba mucho a las visitas

una tarde ella vino hasta mi casa
y tuvo un proceder no tradicional
casi diría prohibido y antihigiénico
que a mi me pareció conmovedor
besó mis labios tíficos y cuarteados
conquistándome entonces para siempre
ya que hasta ese momento no creía
que ella fuese tierna inconsciente y osada

de modo que no bien logré recuperar
los catorce kilos perdidos en la fiebre
me afeité la barba que no era de apóstol
sino de bichicome o de ciruja
me dediqué a ahorrar y junté dos mil mangos
cuando el dólar estaba me parece a uno ochenta

además decidimos nuestras vocaciones
quiero decir vocaciones rentables
ella se hizo aduanera y yo taquígrafo

íbamos a casarnos por la iglesia
y no tanto por dios padre y mayúsculo
como por el minúsculo jesús entre ladrones
con quien siempre me sentí solidario
pero el cura además de católico apostólico
era también romano y algo tronco
de ahí que exigiera no sé qué boleta
de bautismo o tal vez de nacimiento

si de algo estoy seguro es que he nacido
por lo tanto nos mudamos a otra iglesia
donde un simpático pastor luterano
que no jodía con los documentos
sucintamente nos casó y nosotros
dijimos sí como dándonos ánimo
y en la foto salimos espantosos

nuestra luna y su miel se llevaron a cabo
con una praxis semejante a la de hoy
ya que la humanidad ha innovado poco
en este punto realmente cardinal

fue allá por marzo del cuarenta y seis
meses después que daddy truman
conmovido generoso sensible expeditivo
convirtiera a hiroshima en ciudad cadáver
en inmóvil guiñapo en no ciudad

muy poco antes o muy poco después
en brasil adolphe berk embajador de usa
apoyaba qué raro el golpe contra vargas
en honduras las inversiones yanquis
ascendían a trescientos millones de dólares
paraguay y uruguay en intrépido ay
declaraban la guerra a alemania
sin provocar por cierto grandes conmociones
en chile allende era elegido senador
y en haití los estudiantes iban a la huelga
en martinica aimé cesaire el poeta
pasaba a ser alcalde en fort de france
en santo domingo el PCD
se transformaba en PSP
y en méxico el PRM
se transformaba en PRI
en bolivia no hubo cambios de siglas
pero faltaban tres meses solamente
para que lo colgaran a villarroel
argentina empezaba a generalizar
y casi de inmediato a coronelizar

nosotros dos nos fuimos a colonia suiza
ajenos al destino que se incubaba
ella con un chaleco verde que siempre me gustó
y yo con tres camisas blancas

en fin después hubo que trabajar
y trabajamos treinta años
al principio éramos jóvenes pero no lo sabíamos
cuando nos dimos cuenta ya no éramos jóvenes
si ahora todo parece tan remoto será
porque allí una familia era algo importante
y hoy es de una importancia reventada

cuando quisimos acordar el paisito
que había vivido una paz no ganada
empezó lentamente a trepidar
pero antes anduvimos muy campantes
por otras paces y trepidaciones
combinábamos las idas y las vueltas
la rutina nacional con la morriña allá lejos
viajamos tanto y con tantos rumbos
que nos cruzábamos con nosotros mismos
unos eran viajes de imaginación qué baratos
y otros qué lata con pasaporte y vacuna

miro nuestras fotos de venecia de innsbruck
y también de malvín
del balneario solís o el philosophenweg
estábamos estamos estaremos juntos
pero cómo ha cambiado el alrededor
no me refiero al fondo con mugrientos canales
ni al de dunas limpias y solitarias
ni al hotel chajá ni al balcón de goethe
ni al contorno de muros y enredaderas
sino a los ojos crueles que nos miran ahora

algo ocurrió en nuestra partícula de mundo
que hizo de algunos hombres maquinarias de horror
estábamos estamos estaremos juntos
pero qué rodeados de ausencias y mutaciones
qué malheridos de sangre hermana
qué enceguecidos por la hoguera maldita

ahora nuestro amor tiene como el de todos
inevitables zonas de tristeza y presagios
paréntesis de miedo incorregibles lejanías
culpas que quisiéramos inventar de una vez
para liquidarlas definitivamente

la conocida sombra de nuestros cuerpos
ya no acaba en nosotros
sigue por cualquier suelo cualquier orilla
hasta alcanzar lo real escandaloso
y lamer con lealtad los restos de silencio
que también integran nuestro largo amor

hasta las menudencias cotidianas
se vuelven gigantescos promontorios
la suma de corazón y corazón
es una suasoria paz que quema
los labios empiezan a moverse
detrás del doble cristal sordomudo
por eso estoy obligado a imaginar
lo que ella imagina y viceversa

estábamos estamos estaremos juntos
a pedazos a ratos a párpados a sueños
soledad norte más soledad sur
para tomarle una mano nada más
ese primario gesto de la pareja
debí extender mi brazo por encima
de un continente intrincado y vastísimo
y es difícil no sólo porque mi brazo es corto
siempre tienen que ajustarme las mangas
sino porque debo pasar estirándome
sobre las torres de petróleo en maracaibo
los inocentes cocodrilos del amazonas
los tiras orientales de livramento

es cierto que treinta años de oleaje
nos dan un inconfundible aire salitroso
y gracias a él nos reconocemos
por encima de acechanzas y destrucciones

la vida íntima de dos
esa historia mundial en livre de poche
es tal vez un cantar de los cantares
más el eclesiastés y sin apocalipsis
una extraña geografía con torrentes
ensenadas praderas y calmas chichas

no podemos quejarnos
en treinta años la vida
nos ha llevado recio y traído suave
nos ha tenido tan pero tan ocupados
que siempre nos deja algo para descubrirnos
a veces nos separa y nos necesitamos
cuando uno necesita se siente vivo
entonces nos acerca y nos necesitamos

es bueno tener a mi mujer aquí
aunque estemos silenciosos y sin mirarnos
ella leyendo su séptimo círculo
y adivinando siempre quién es el asesino
yo escuchando noticias de onda corta
con el auricular para no molestarla
y sabiendo también quién es el asesino

la vida de pareja en treinta años
es una colección inimitable
de tangos diccionarios angustias mejorías
aeropuertos camas recompensas condenas
pero siempre hay un llanto finísimo
casi un hilo que nos atraviesa
y va enhebrando una estación con otra
borda aplazamientos y triunfos
le cose los botones al desorden
y hasta remienda melancolías

siempre hay un finísimo llanto un placer
que a veces ni siquiera tiene lágrimas
y es la parábola de esta historia mixta
la vida a cuatro manos el desvelo
o la alegría en que nos apoyamos
cada vez más seguros casi como
dos equilibristas sobre su alambre
de otro modo no habríamos llegado a saber
qué significa el brindis que ahora sigue
y que lógicamente no vamos a hacer público
Pártese el moro Alicante   víspera de San Cebrián;
ocho cabezas llevaba,   todas de hombres de alta sangre.
Sábelo el rey Almanzor,   a recebírselo sale;
aunque perdió muchos moros   piensa en esto bien ganar.
Mandara hacer un tablado   para mejor los mirar;
mandó traer un cristiano   que estaba en captividad,
como ante sí lo trujeron   empezóle de hablar:
díjole: -Gonzalo Gustos,   mira quien conocerás;
que lidiaron mis poderes   en el campo de Almenar,
sacaron ocho cabezas,   todas son de gran linaje.
Respondió Gonzalo Gustos:   -Presto os diré la verdad.
Y limpiándoles la sangre   asaz se fuera a turbar;
dijo llorando agramente:   -¡Conózcolas por mi mal!
La una es de mi carillo;   las otras me duelen más,
de los Infantes de Lara   son, mis hijos naturales.
Así razona con ellas   como si vivos hablasen:
-¡Sálveos Dios, Nuño Salido,   el mi compadre leal!,
¿adónde son los mis hijos   que yo os quise encomendar?
Mas perdonadme, compadre,   no he por qué os demandar,
muerto sois como buen ayo,   como hombre muy de fiar.
Tomara otra cabeza   del hijo mayor de edad:
-¡Oh hijo Diego González,   hombre de muy gran bondad,
del conde Garci Fernández   alférez el principal,
a vos amaba yo mucho,   que me habíades de heredar.
Alimpiándola con lágrimas   volviérala a su lugar.
Y toma la del segundo,   don Martín que se llamaba:
-¡Dios os perdone, el mi hijo,   hijo que mucho preciaba;
jugador de tablas erais   el mejor de toda España;
mesurado caballero,   muy bien hablabais en plaza!
Y dejándola llorando   la del tercero tomaba:
-¡Hijo don Suero González,   todo el mundo os estimaba;
el rey os tuviera en mucho,   sólo para la su caza!
¡Ruy Velázquez, vuestro tío,   malas bodas os depara;
a vos os llevó a la muerte,   a mí en cautivo dejaba!
Y tomando la del cuarto   lasamente la miraba:
-¡Oh, hijo Fernán González,   (nombre del mejor de España,
del buen conde de Castilla,   aquel que vos baptizara),
matador de oso y de puerco,   amigo de gran compaña;
nunca con gente de poco   os vieran en alianza!
Tomó la de Ruy González,   al corazón la abrazaba:
-¡Hijo mío, hijo mío,   quién como vos se hallara;
gran caballero esforzado,   muy buen bracero a ventaja;
vuestro tío Ruy Velázquez   tristes bodas ordenara!
Y tomando otra cabeza,   los cabellos se mesaba:
-¡Oh, hijo Gustios González,   habíades buenas mañas,
no dijérades mentira,   ni por oro ni por plata,
animoso, buen guerrero,   muy gran heridor de espada,
que a quien dábades de lleno   tullido o muerto quedaba!
Tomando la del menor   el dolor se le doblaba:
-¡Hijo Gonzalo González,   los ojos de doña Sancha!
¡Qué nuevas irán a ella   que a vos más que a todos ama!
¡Tan apuesto de persona,   decidor bueno entre damas,
repartidor en su haber,   aventajado en la lanza!
¡Mejor fuera la mi muerte   que ver tan triste jornada!
Al duelo que el viejo hace,   toda Córdoba lloraba.
El rey Almanzor, cuidoso,   consigo se lo llevaba
y mandaba a una morica   lo sirviese muy de gana.
Esta le torna en prisiones   y con amor le curaba;
hermana era del rey,   doncella moza y lozana;
con ésta Gonzalo Gustios   vino a perder la su saña,
que de ella le nació un hijo   que a los hermanos vengara.
Desde el amanecer, se cambia la ropa sucia de los altares y de los santos, que huele a rancia bendición, mientras los plumeros inciensan una nube de polvo tan espesa, que las arañas apenas hallan tiempo de levantar sus redes de equilibrista, para ir a ajustarías en los barrotes de la cama del sacristán.

Con todas las características del criminal nato lombrosiano, los apóstoles se evaden de sus nichos, ante las vírgenes atónitas, que rompen a llorar... porque no viene el peluquero a ondularles las crenchas.

Enjutos, enflaquecidos de insomnio y de impaciencia, los nazarenos pruébanse el capirote cada cinco minutos, o llegan, acompañados de un amigo, a presentarle la virgen, como si fuera su querida.

Ya no queda por alquilar ni una cornisa desde la que se vea pasar la procesión.

Minuto tras minuto va cayendo sobre la ciudad una manga de ingleses con una psicología y una elegancia de langosta.

A vista de ojo, los hoteleros engordan ante la perspectiva de doblar la tarifa.

Llega un cuerpo del ejército de Marruecos, expresamente para sacar los candelabros y la custodia del tesoro.

Frente a todos los espejos de la ciudad, las mujeres ensayan su mirada "Smith Wesson"; pues, como las vírgenes, sólo salen de casa esta semana, y si no cazan nada, seguirán siéndolo...
¡Campanas!
¡Repiqueteo de campanas!
¡Campanas con café con leche!
¡Campanas que nos imponen una cadencia al
abrocharnos los botines!
¡Campanas que acompasan el paso de la gente que pasa en las aceras!
¡Campanas!
¡Repiqueteo de campanas!

En la catedral, el rito se complica tanto, que los sacerdotes necesitan apuntador.

Trece siglos de ensayos permiten armonizar las florecencias de las rejas con el contrapaso de los monaguillos y la caligrafía del misal.

Una luz de "Museo Grevin" dramatiza la mirada vidriosa de los cristos, ahonda la voz de los prelados que cantan, se interrogan y se contestan, como esos sapos con vientre de prelado, una boca predestinada a engullir hostias y las manos enfermas de reumatismo, por pasarse las noches -de cuclillas en el pantano- cantando a las estrellas.

Si al repartir las palmas no interviniera una fuerza sobrenatural, los feligreses aplaudirían los rasos con que la procesión sale a la calle, donde el obispo -con sus ochenta kilos de bordados- bate el "record" de dar media vuelta a la manzana y entra nuevamente en escena, para que continúe la función...
¡Agua!
¡Agüita fresca!
¿Quién quiere agua?

En un flujo y reflujo de espaldas y de brazos, los acorazados de los cacahueteros fondean entre la multitud, que espera la salida de los "pasos" haciendo "pan francés".

Espantada por los flagelos de papel, la codicia de los pilletes revolotea y zumba en torno a las canastas de pasteles, mientras los nazarenos sacian la sed, que sentirán, en tabernas que expenden borracheras garantizadas por toda la semana.

Sin asomar las narices a la calle, los santos realizan el milagro de que los balcones no se caigan.

¡Agua!
¡Agüita fresca!
¿Quién quiere agua?
pregonan los aguateros al servirnos una reverencia de minué.

De repente, las puertas de la iglesia se abren como las de una esclusa, y, entre una doble fila de nazarenos que canaliza la multitud, una virgen avanza hasta las candilejas de su paso, constelada de joyas, como una cupletista.

Los espectadores, contorsionados por la emoción,
arráncanse la chaquetilla y el sombrero, se acalambran en
posturas de capeador, braman piropos que los nazarenos intentan callar
como el apagador que les oculta la cabeza.

Cuando el Señor aparece en la puerta, las nubes se envuelven con un crespón, bajan hasta la altura de los techos y, al verlo cogido como un torero, todas, unánimemente, comienzan a llorar.

¡Agua!
¡Agüita fresca!
¿Quién quiere agua?Las tribunas y las sillas colocadas enfrente del Ayuntamiento progresivamente se van ennegreciendo, como un pegamoscas de cocina.

Antes que la caballería comience a desfilar, los guardias civiles despejan la calzada, por temor a que los cachetes de algún trompa estallen como una bomba de anarquista.

Los caballos -la boca enjabonada cual si se fueran a afeitar- tienen las ancas tan lustrosas, que las mujeres aprovechan para arreglarse la mantilla y averiguar, sin darse vuelta, quién unta una mirada en sus caderas.

Con la solemnidad de un ejército de pingüinos, los nazarenos escoltan a los santos, que, en temblores de debutante, representan "misterios" sobre el tablado de las andas, bajo cuyos telones se divisan los pies de los "gallegos", tal como si cambiaran una decoración.

Pasa:
El Sagrado Prendimiento de Nuestro Señor, y Nuestra Señora del Dulce Nombre.
El Santísimo Cristo de las Siete Palabras, y María Santísima de los Remedios.
El Santísimo Cristo de las Aguas, y Nuestra Señora del Mayor Dolor.
La Santísima Cena Sacramental, y Nuestra Señora del Subterráneo.
El Santísimo Cristo del Buen Fin, y Nuestra Señora de la Palma.
Nuestro Padre Jesús atado a la Columna, y Nuestra Señora de las Lágrimas.
El Sagrado Descendimiento de Nuestro Señor, y La Quinta Angustia de María Santísima.

Y entre paso y paso:
¡Manzanilla! ¡Almendras garrapiñadas! ¡Jerez!

Estrangulados por la asfixia, los "gallegos" caen de rodillas cada cincuenta metros, y se resisten a continuar regando los adoquines de sudor, si antes no se les llena el tanque de aguardiente.

Cuando los nazarenos se detienen a mirarnos con sus ojos vacíos, irremisiblemente, algún balcón gargariza una "saeta" sobre la multitud, encrespada en un ¡ole!, que estalla y se apaga sobre las cabezas, como si reventara en una playa.

Los penitentes cargados de una cruz desinflan el pecho de las mamas en un suspiro de neumático, apenas menos potente al que exhala la multitud al escaparse ese globito que siempre se le escapa a la multitud.

Todas las cofradías llevan un estandarte, donde se lee:

                      S. P. Q. R.Es el día en que reciben todas las vírgenes de la ciudad.

Con la mantilla negra y los ojos que matan, las hembras repiquetean sus tacones sobre las lápidas de las aceras, se consternan al comprobar que no se derrumba ni una casa, que no resucita ningún Lázaro, y, cual si salieran de un toril, irrumpen en los atrios, donde los hombres les banderillean un par de miraduras, a riesgo de dejarse coger el corazón.

De pie en medio de la nave -dorada como un salón-, las vírgenes expiden su duelo en un sólido llanto de rubí, que embriaga la elocuencia de prospecto medicinal con que los hermanos ponderan sus encantos, cuando no optan por alzarles las faldas y persuadir a los espectadores de que no hay en el globo unas pantorrillas semejantes.

Después de la vigésima estación, si un fémur no nos ha perforado un intestino, contemplamos veintiocho "pasos" más, y acribillados de "saetas", como un San Sebastián, los pies desmenuzados como albóndigas, apenas tenemos fuerza para llegar hasta la puerta del hotel y desplomarnos entre los brazos de la levita del portero.

El "menú" nos hace volver en sí. Leemos, nos refregamos los ojos y volvemos a leer:

"Sopa de Nazarenos."
"Lenguado a la Pío X."

-¡Camarero! Un bife con papas.
-¿Con Papas, señor?...
-¡No, hombre!, con huevos fritos.Mientras se espera la salida del Cristo del Gran Poder, se reflexiona: en la superioridad del marabú, en la influencia de Goya sobre las sombras de los balcones, en la finura chinesca con que los árboles se esfuman en el azul nocturno.

Dos campanadas apagan luego los focos de la plaza; así, las espaldas se amalgaman hasta formar un solo cuerpo que sostiene de catorce a diez y nueve mil cabezas.

Con un ritmo siniestro de Edgar Poe -¡cirios rojos ensangrientan sus manos!-, los nazarenos perforan un silencio donde tan sólo se percibe el tic-tac de las pestañas, silencio desgarrado por "saetas" que escalofrían la noche y se vierten sobre la multitud como un líquido helado.

Seguido de cuatrocientas prostitutas arrepentidas del pecado menos original, el Cristo del Gran Poder camina sobre un oleaje de cabezas, que lo alza hasta el nivel de los balcones, en cuyos barrotes las mujeres aferran las ganas de tirarse a lamerle los pies.

En el resto de la ciudad el resplandor de los "pasos" ilumina las caras con una técnica de Rembrandt. Las sombras adquieren más importancia que los cuerpos, llevan una vida más aventurera y más trágica. La cofradía del "Silencio", sobre todo, proyecta en las paredes blancas un "film" dislocado y absurdo, donde las sombras trepan a los tejados, violan los cuartos de las hembras, se sepultan en los patios dormidos.

Entre "saetas" conservadas en aguardiente pasa la "Macarena", con su escolta romana, en cuyas corazas de latón se trasuntan los espectadores, alineados a lo largo de las aceras.

¡Es la hora de los churros y del anís!

Una luz sin fuerza para llegar al suelo ribetea con tiza las molduras y las aristas de las casas, que tienen facha de haber dormido mal, y obliga a salir de entre sus sábanas a las nubes desnudas, que se envuelven en gasas amarillentas y verdosas y se ciñen, por último, una túnica blanca.

Cuando suenan las seis, las cigüeñas ensayan un vuelo matinal, y tornan al campanario de la iglesia, a reanudar sus mansas divagaciones de burócrata jubilado.

Caras y actitudes de chimpancé, los presidiarios esperan, trepados en las rejas, que las vírgenes pasen por la cárcel antes de irse a dormir, para sollozar una "saeta" de arrepentimiento y de perdón, mientras en bordejeos de fragata las cofradías que no han fondeado aún en las iglesias, encallan en todas las tabernas, abandonan sus vírgenes por la manzanilla y el jerez.

Ya en la cama, los nazarenos que nos transitan las circunvoluciones redoblan sus tambores en nuestra sien, y los churros, anidados en nuestro estómago, se enroscan y se anudan como serpientes.

Alguien nos destornilla luego la cabeza, nos desabrocha las costillas, intenta escamotearnos un riñón, al mismo tiempo que un insensato repique de campanas nos va sumergiendo en un sopor.

Después... ¿Han pasado semanas? ¿Han pasado minutos?... Una campanilla se desploma, como una sonda, en nuestro oído, nos iza a la superficie del colchón.
¡Apenas tenemos tiempo de alcanzar el entierro!...

¿Cuatrocientos setenta y ocho mil setecientos noventa y nueve "pasos" más?

¡Cristos ensangrentados como caballos de picador! ¡Cirios que nunca terminan de llorar! ¡Concejales que han alquilado un frac que enternece a las Magdalenas! ¡Cristos estirados en una lona de bombero que acaban de arrojarse de un balcón! ¡La Verónica y el Gobernador... con su escolta de arcángeles!

¡Y las centurias romanas... de Marruecos, y las Sibilas, y los Santos Varones! ¡Todos los instrumentos de la Pasión!... ¡Y el instrumento máximo, ¡la Muerte!, entronizada sobre el mundo..., que es un punto final!

¿Morir? ¡Señor! ¡Señor!
¡Libradnos, Señor!
¿Dormir? ¡Dormir! ¡Concedédnoslo,
Señor!
Ocho the Owl Oct 2013
There is an image of an elegant, ancient face,
permanently etched on Ocho’s chest

This is not a metaphor, I assure you, seeing in that the
image was made in ink, carved in blood and weathered in the sands of time

It’s quite real

This image resembles, when gazed upon in the right
light, of course, a picture of a woman’s face right next to ochito's heart muscle
It’s quite difficult to decipher why it ended up there
in the first place, nevertheless, there it remains

Motionless
Silently staring out,
into the world

Waiting perhaps?
For what? I couldn’t tell you

I've often considered the possibility that it waits for the original author to return; to
come back and claim both it and what’s patiently beating inside his chest

Not even the sun or moon itself dare comment on such matters

Mystified, Ocho stares at the images blank expression
A melancholy grin shines through as he realizes
That “they” cannot be separated by things
like lifetimes and solar systems, so he waits

Together...

They wait, and wait and wait.
Not in anguish; no
In faith
magdalena Nov 2012
In the middle of the night
when your nostalgia poisons your thoughts.
Everything comes into mind.

My promiscuity. If you'd even call it that.
The first guy. I was in love. I was also 15 and stupid. He had issues.

The third guy. I loved him too. He ******* me up. In every way you could ever think of.
Then I was the one with issues.

The second guy. We dated after the first guy. It wasn't passionate, nor memorable. No *** or touching.
It was, Just. Nice. He held me by my waist rather than my hips or ***.
We got back together after the fourth guy. We just weren't the same. And the sweet, nice, innocent smell of monthaversary  flowers was replaced with ****.

The fourth guy. I won't remember him. I was just bored.

I cheated on the second one with the fifth. I didn't give a **** about the present. I wasn't happy. So I got high and ****** the first guy I found.
The guilt was unbearable. I gave in and broke it off with the second guy.
I kept  ******* the fifth one.

Number five wouldn't satisfy my needs.
I met number six. He was all right. Introduced me to shrooms and Hash.
Tall. Vegan.
I'm short and I love meat. Wasn't gonna happen.
Next.

Seven. Hot. My type. Sweet. He was everything I ever wanted and more.
He ****** me. And left. Hit it and quit it, I guess. And I smoked that ******* out too.

Ocho. My lips are still bruised from last night.
We made out at the bus stop and his **** was hard.
Not at all my type. Not to brag, but I like to think I'm high class.

Last night, he confirmed that he just wants to ****.
It's cool. I appreciate that. I did too at first.
But when a guy touches, and grabs, and kisses, and *****,
I'm a toy.  
I'm a piece of meat. I'm just a girl-If I'm still considered that.
Because those who couldn't understand.
Or couldn't fit in my shoes, I'm *****.
A ***. A ****.
I'm no longer smart.
No longer valuable. I'm just easy. I'm  ******.
But when a guy- a guy I like,
when he touches me,
I confuse his ******* with affection. And I fall in love.
But I'm only seventeen and I don't know what love is.
I don't know what real kisses taste like.
Ian Beckett Nov 2012
Wanda greets me with a “Hi” and a hug,
?Qué hora es el vuelo los lunes¿ she asks,
Touch-less communication is absent here,
“Ocho y media” I reply in almost Spanish,
To be sure I email my itinerary for pickup,
“Tener un buen fin de semana” she says,
As a parting hug ends the conversation,
On my visit to the right side of Hispaniola.
Después de Azul... después de Los Raros, voces insinuantes, buena y mala intención, entusiasmo sonoro y envidia
subterránea -todo bella cosecha-, solicitaron lo que, en conciencia, no he creído fructuoso ni oportuno: un manifiesto.Ni fructuoso ni oportuno:a) Por la absoluta falta de elevación mental de la mayoría pensante de nuestro continente, en la cual impera el universal personaje
clasificado por Remy de Gourmont con el nombre de Celui-qui-ne-comprend-pas. Celui-qui-ne-comprend-pas es, entre nosotros, profesor, académico
correspondiente de la Real Academia Española, periodista, abogado, poeta, rastaquouer.b) Porque la obra colectiva de los nuevos de América es aún vana, estando muchos de los mejores talentos en el limbo de un completo desconocimiento
del mismo Arte a que se consagran. c) Porque proclamando, como proclamo, una estética acrática, la imposición de un modelo o de un código implicaría
una contradicción.Yo no tengo una literatura «mía» -como la ha manifestado una magistral autoridad-para marcar el rumbo de los demás: mi literatura
es mía en mí-; quien siga servilmente mis huellas perderá su tesoro personal y, paje o esclavo, no podrá ocultar sello o librea.
Wágner, a Augusta Holmés, su discípula, dijo un día: «lo primero, no imitar a nadie, y sobre todo, a mí». Gran decir.Yo he dicho, en la misa rosa de mi juventud, mis antífonas, mis secuencias, mis profanas prosas.-Tiempo y menos fatigas de alma y corazón
me han hecho falta para, como un buen monje artífice, hacer mis mayúsculas dignas de cada página del breviario. (A través
de los fuegos divinos de las vidrieras historiadas me río del viento que sopla afuera, del mal que pasa). Tocad, campanas de oro, campanas de
plata, tocad todos los días, llamándome a la fiesta en que brillan los ojos de fuego, y las rosas de las bocas sangran delicias únicas.
Mi órgano es un viejo clavicordio pompadour, al son del cual danzaron sus gavotas alegres abuelos; y el perfume de tu pecho es mi perfume, eterno incensario de carne.
Varona inmortal, flor de mi costilla.Hombres soy.¿Hay en mi sangre alguna gota de sangre de África, o de indio chorotega o nagrandano? Pudiera ser, a despecho de mis manos de marqués;
mas he aquí que veréis en mis versos princesas, reyes, cosas imperiales, visiones de países lejanos o imposibles: ¡qué
queréis!, yo detesto la vida y el tiempo en que me tocó nacer; y a un presidente de República no podré saludarle en el idioma
en que te cantaría a ti, ¡oh Halagabal!, de cuya corte -oro, seda, mármol- me acuerdo en sueños...
(Si hay poesía en nuestra América, ella está en las cosas viejas: en Palenke y Utatlán, en el indio legendario,
y en el inca sensual y fino, y en el gran Moctezuma de la silla de oro. Lo demás es tuyo, demócrata Walt Whitman).Buenos Aires; Cosmópolis.¡Y mañana!El abuelo español de barba blanca me señala una serie de retratos ilustres: «Éste, me dice, es el gran don Miguel de Cervantes
Saavedra, genio y manco; éste es Lope de Vega; éste, Garcilaso; éste, Quintana». Yo le pregunto por el noble Gracián, por
Teresa la Santa, por el bravo Góngora y el más fuerte de todos, don Francisco de Quevedo y Villegas. Después exclamo: ¡Shakespeare!
¡Dante! ¡Hugo...! (Y en mi interior: ¡Verlaine...!)Luego, al despedirme: «Abuelo, preciso es decíroslo; mi esposa es de mi tierra; mi querida, de París».¿Y la cuestión métrica? ¿Y el ritmo?Como cada palabra tiene un alma, hay en cada verso, además de la armonía verbal, una melodía ideal. La música es
sólo de la idea, muchas veces.La gritería de trescientas ocas no te impedirá, silvano, tocar tu encantadora flauta, con tal de que tu amigo el ruiseñor
esté contento de tu melodía. Cuando él no esté para escucharte, cierra los ojos y toca para los habitantes de tu reino
interior. ¡Oh pueblo de desnudas ninfas, de rosadas reinas, de amorosas diosas!Cae a tus pies una rosa, otra rosa, otra rosa, ¡Y besos!Y la primera ley, creador: crear. Bufe el eunuco. Cuando una musa te dé un hijo, queden las otras ocho encinta.
Harsh Mar 2013
Uno, dos, tres,
here we ****** go again.
Mexican blood running through a Texan accent,
yet playing the same old game.
All credit for our first kiss goes to *****,
but the second, now that was fate.
You happen to pick up the phone,
when I called that night, quite late.
Weeks later bumping into you at Morrisons,
and on the way back in the bus?
I don't spend my time looking into crystal *****,
but, coincidence much?
Cuatro, cinco, seis,
where on earth did you learn to Sext... (text)?
Mr. Polite to Mr. Passionate,
leaving me on the edge not knowing what to expect next.
The hearty deep laugh followed by
shockingly ****** expertise,
and I'm hypnotized by that shower gel,
which makes your body smell like rich Earl Grey tea.
With eyes glued to those macho tattoos,
and *** flowing through my brain,
straddling you was ecstatic,
wearing not a lot more than a gold chain.
Siete, ocho, nueve,
when it ended why did you stay?
You held me,
and was still there the next day.
You hugged me,
in that warm, tight, protective kind of way,
and kept messaging back,
even after you went away.
Now all this has left me confused,
frankly I'm utterly bemused.
How ****** up am I to suspect
'being treated well' as a twisted ruse?
Diez,
hope this isn't the beginning of an end.
'Cause if you hadn't noticed,
I'm already a bit of a mess.
This poem is the sole property of me and cannot be copied or used without permission. [Copyright G.H. Rodrigo 03/03/2013]
Yo soy aquel que ayer no más decía
el verso azul y la canción profana,
en cuya noche un ruiseñor había
que era alondra de luz por la mañana.El dueño fui de mi jardín de sueño,
lleno de rosas y de cisnes vagos;
el dueño de las tórtolas, el dueño
de góndolas y liras en los lagos;y muy siglo diez y ocho y muy antiguo
y muy moderno; audaz, cosmopolita;
con Hugo fuerte y con Verlaine ambiguo,
y una sed de ilusiones infinita.Yo supe de dolor desde mi infancia,
mi juventud.... ¿fue juventud la mía?
Sus rosas aún me dejan su fragancia...
una fragancia de melancolía...Potro sin freno se lanzó mi instinto,
mi juventud montó potro sin freno;
iba embriagada y con puñal al cinto;
si no cayó, fue porque Dios es bueno.En mi jardín se vio una estatua bella;
se juzgó mármol y era carne viva;
una alma joven habitaba en ella,
sentimental, sensible, sensitiva.Y tímida ante el mundo, de manera
que encerrada en silencio no salía,
sino cuando en la dulce primavera
era la hora de la melodía...Hora de ocaso y de discreto beso;
hora crepuscular y de retiro;
hora de madrigal y de embeleso,
de «te adoro», y de «¡ay!» y de suspiro.Y entonces era la dulzaina un juego
de misteriosas gamas cristalinas,
un renovar de gotas del Pan griego
y un desgranar de músicas latinas.Con aire tal y con ardor tan vivo,
que a la estatua nacían de repente
en el muslo viril patas de chivo
y dos cuernos de sátiro en la frente.Como la Galatea gongorina
me encantó la marquesa verleniana,
y así juntaba a la pasión divina
una sensual hiperestesia humana;todo ansia, todo ardor, sensación pura
y vigor natural; y sin falsía,
y sin comedia y sin literatura...:
si hay un alma sincera, esa es la mía.La torre de marfil tentó mi anhelo;
quise encerrarme dentro de mí mismo,
y tuve hambre de espacio y sed de cielo
desde las sombras de mi propio abismo.Como la esponja que la sal satura
en el jugo del mar, fue el dulce y tierno
corazón mío, henchido de amargura
por el mundo, la carne y el infierno.Mas, por gracia de Dios, en mi conciencia
el Bien supo elegir la mejor parte;
y si hubo áspera hiel en mi existencia,
melificó toda acritud el Arte.Mi intelecto libré de pensar bajo,
bañó el agua castalia el alma mía,
peregrinó mi corazón y trajo
de la sagrada selva la armonía.¡Oh, la selva sagrada! ¡Oh, la profunda
emanación del corazón divino
de la sagrada selva! ¡Oh, la fecunda
fuente cuya virtud vence al destino!Bosque ideal que lo real complica,
allí el cuerpo arde y vive y Psiquis vuela;
mientras abajo el sátiro fornica,
ebria de azul deslíe Filomela.Perla de ensueño y música amorosa
en la cúpula en flor del laurel verde,
Hipsipila sutil liba en la rosa,
y la boca del fauno el pezón muerde.Allí va el dios en celo tras la hembra,
y la caña de Pan se alza del lodo;
la eterna vida sus semillas siembra,
y brota la armonía del gran Todo.El alma que entra allí debe ir desnuda,
temblando de deseo y fiebre santa,
sobre cardo heridor y espina aguda:
así sueña, así vibra y así canta.Vida, luz y verdad, tal triple llama
produce la interior llama infinita.
El Arte puro como Cristo exclama:
Ego sum lux et veritas et vita!Y la vida es misterio, la luz ciega
y la verdad inaccesible asombra;
la adusta perfección jamás se entrega,
y el secreto ideal duerme en la sombra.Por eso ser sincero es ser potente;
de desnuda que está, brilla la estrella;
el agua dice el alma de la fuente
en la voz de cristal que fluye de ella.Tal fue mi intento, hacer del alma pura
mía, una estrella, una fuente sonora,
con el horror de la literatura
y loco de crepúsculo y de aurora.Del crepúsculo azul que da la pauta
que los celestes éxtasis inspira,
bruma y tono menor -¡toda la flauta!,
y Aurora, hija del Sol- ¡toda la lira!Pasó una piedra que lanzó una honda;
pasó una flecha que aguzó un violento.
La piedra de la honda fue a la onda,
y la flecha del odio fuese al viento.La virtud está en ser tranquilo y fuerte;
con el fuego interior todo se abrasa;
se triunfa del rencor y de la muerte,
y hacia Belén... ¡la caravana pasa!
Brianna Hayley Oct 2013
"sí, sí, claro", digo,
cansada y agotada.
el sol se hunde en los arboles,
y mi cabeza quiere caer en la almohada,
pero no me permites,
"solo son las ocho y tres", te quejas,
"despierta, hablame."
ya he estado despierta durante casi 22 horas,
pero no te importas,
solo quieres mirarme marchitar despacio,
mira el dolor en mis ojos
y el temblor en mi voz.
pareces más viva como esto ,
casi puedo oir en tus pensamientos.
Entonces, quedo despierta, solo para tu placer.
Nunca me agradeces.
Ocho the Owl Oct 2013
There is a certain bridge that has been
out of service for quite some time now

Its been this way as long as Ochito could remember
Even before he was “Ocho”

It would appear that this structure has a
temperament of its own and it, sadly, wants to be stay broken, out of service

This choice bewilders Ocho almost to the point of tears
Why, he asks as he slams his enraged fist on the disintegrating table that is his patience

Why?
Why?
Of all the relationships, why did it have to be this one?

Perhaps it was written
Perhaps
Todos han muerto.
Murió doña Antonia, la ronca, que hacía pan barato en el burgo.
Murió el cura Santiago, a quien placía le saludasen los jóvenes y las mozas, respondiéndoles a todos, indistintamente: «Buenos días, José! Buenos días, María!»
Murió aquella joven rubia, Carlota, dejando un hijito de meses, que luego también murió a los ocho días de la madre.
Murió mi tía Albina, que solía cantar tiempos y modos de heredad, en tanto cosía en los corredores, para Isidora, la criada de oficio, la honrosísima mujer.
Murió un viejo tuerto, su nombre no recuerdo, pero dormía al sol de la mañana, sentado ante la puerta del hojalatero de la esquina.
Murió Rayo, el perro de mi altura, herido de un balazo de no se sabe quién.
Murió Lucas, mi cuñado en la paz de las cinturas, de quien me acuerdo cuando llueve y no hay nadie en mi experiencia.
Murió en mi revólver mi madre, en mi puño mi hermana y mi hermano en mi víscera sangrienta, los tres ligados por un género triste de tristeza, en el mes de agosto de años sucesivos.
Murió el músico Méndez, alto y muy borracho, que solfeaba en su clarinete tocatas melancólicas, a cuyo articulado se dormían las gallinas de mi barrio, mucho antes de que el sol se fuese.

Murió mi eternidad y estoy velándola.
Uno llegar e incorporarse al día
Dos respirar para subir la cuesta
Tres no jugarse en una sola apuesta
Cuatro escapar de la melancolía

Cinco aprender la nueva geografía
Seis no quedarse nunca sin la siesta
Siete el futuro no será una fiesta
Y ocho no amilanarse todavía

Nueve vaya a saber quién es el fuerte
Diez no dejar que la paciencia ceda
Once cuidarse de la buena suerte

Doce guardar la última moneda
Trece no tutearse con la muerte
Catorce disfrutar mientras se pueda
Con un menino del Padre,
Tu mandil y mi avantal,
De la cámara del golpe,
Pues que su llave la trae,
Recibí en letra los ciento
Que recibiste, jayán,
De contado, que se vían
Uno al otro al asentar.
Por matar la sed te has muerto;
Más valiera, Escarramán,
Por no pasar esos tragos
Dejar otros de pasar.
Borrachas son las pendencias,
Pues tan derechas se van
A la bayuca, donde hallan,
Besando los jarros, paz.
No hay cuestión ni pesadumbre
Que sepa, amigo, nadar;
Todas se ahogan en vino,
Todas se atascan en pan.
Si por un chirlo tan sólo
Ciento el verdugo te da,
En el dar ciento por uno
Parecido a Dios será.
Si tantos verdugos catas,
Sin duda que te querrán
Las Damas por verdugado
Y las Izas por rufián.
Si te han de dar más azotes
Sobre los que están atrás,
Estarán unos sobre otros
O se habrán de hacer alIá.
Llevar buenos pies de albarda
No tienes que exagerar,
Que es más de muy azotado
Que de jinete y galán.
Por buen supuesto te tienen
Pues te envían a bogar,
Ropa y plaza tienes cierta,
Y a subir empezarás.
Quéjaste de ser forzado,
No pudiera decir más
Lucrecia del rey Tarquino,
Que tú de su Majestad.
Esto de ser galeote
Solamente es empezar,
Que luego, tras remo y pito,
Las manos te comerás.
Dices que te contribuya,
Y es mi desventura tal
Que si no te doy consejos,
Yo no tengo que te dar.
Los hombres por las mujeres
Se truecan ya taz a taz,
Y si les dan algo encima,
No es moneda lo que dan.
No da nadie sino a censo,
Y todas queremos más
Para galán un Pagano,
Que un Cristiano sin pagar.
A la sombra de un corchete
Vivo en aqueste lugar,
Que es para los delincuentes
Árbol que puede asombrar.
De las cosas que me escribes
He sentido algún pesar,
Que le tengo a Cardeñoso
Entrañable voluntad.
¡Miren qué huevos le daba
El Asistente a tragar
Para que cantara tiples,
Sino agua, cuerda y cendal!
Que Remolón fuese cuenta
Heme holgado en mi verdad,
Pues por aquese camino
Hombre de cuenta será.
Aquí derrotaron juntos
Coscolina y Cañamar,
En cueros por su pecado
Como Eva con Adán.
Pasáronlo honradamente
En este honrado lugar;
Y no siendo picadores,
Vivieron pues de hacer mal.
Espaldas le hizo el verdugo,
Mas debióse de cansar,
Pues habrá como ocho días
Que se las deshizo ya.
Y muriera como Judas,
Pero anduvo tan sagaz,
Que negó -sin ser San Pedro-
Tener llave universal.
Perdone Dios a Lobrezno,
Por su infinita bondad,
Que ha dejado sin amparo
Y muchacha a la Luján.
Después que supo la nueva,
Nadie la ha visto pecar
En público; que de pena
Va de zaguán en zaguán.
De nuevo no se me ofrece
Cosa de que te avisar,
Que la muerte de Valgarra
Ya es añeja por allá.
Cespedosa es ermitaño
Una legua de Acalá;
Buen diciplinante ha sido,
Buen penitente será.
Baldorro es mozo de sillas
Y lacayo Matorral,
Que Dios por este camino
Los ha querido llamar.
Montúsar se ha entrado a ****
Con un mulato rapaz:
Que por lucir más que todos
Se deja el pobre quemar.
Murió en la Ene de palo
Con buen ánimo un Gañán,
Y el Jinete de gaznates
Lo hizo con él muy mal.
Tiénenos muy lastimadas
La justicia, sin pensar
Qué se hizo en nuestra Madre,
La vieja del arrabal,
Pues sin respetar las tocas
Ni las canas ni la edad,
A fuerza de cardenales
Ya la hicieron obispar.
Tras ella, de su motivo,
Se salían del hogar
Las ollas con sus legumbres;
No se vio en el mundo tal,
Pues cogió más berenjenas
En una hora, sin sembrar,
Que un hortelano morisco
En todo un año cabal.
Esta Cuaresma pasada
Se convirtió la Tomás
En el Sermón de los peces
Siendo el pecado carnal.
Convirtióse a puros gritos,
Túvosele a liviandad,
Por no ser de los famosos,
Sino un pobre Sacristán.
No aguardó que la sacase
Calavera o cosa tal,
Que se convirtió de miedo
Al primero ¡Satanás!.
No hay otra cosa de nuevo,
Que en el vestir y el calzar,
Caduca ropa me visto
Y saya de mucha edad.
Acabado el decenario
Adonde ahora te vas,
Tuya seré, que tullida
Ya no me puedo mudar.
Si acaso quisieres algo
O se te ofreciere acá,
Mándame, pues de bubosa
Yo no me puedo mandar.
Aunque no de Calatrava
De Alcántara ni San Juan,
Te envían sus encomiendas
La Téllez, Caravajal,
La Collantes valerosa,
La golondrina Pascual,
La Enrique mal degollada,
La Palomita torcaz.
Fecha en Toledo la rica,
Dentro del pobre Hospital,
Donde trabajos de entrambos
Empiezo ahora a sudar.
Yo tuve, en tierra adentro, una novia muy pobre:
ojos inusitados de sulfato de cobre.
Llamábase María; vivía en un suburbio,
y no hubo entre nosotros ni sombra ni disturbio.
Acabamos de golpe: su domicilio estaba
contiguo a la estación de los ferrocarriles,
y ¿qué noviazgo puede ser duradero entre
campanadas centrífugas y silbatos febriles?
El reloj de su sala desgajaba las ocho;
era diciembre, y yo departía con ella
bajo la limpidez glacial de cada estrella.
El gendarme, remiso a mi intriga inocente,
hubo de ser, al fin, forzoso confidente.
María se mostraba incrédula y tristona:
yo no tenía traza de una buena persona.
¿Olvidarás acaso, corazón forastero,
el acierto nativo de aquella señorita
que oía y desoía tu pregón embustero?
Su desconfiar ingénito era ratificado
por los perros noctívagos, en cuya algarabía
reforzábase el duro presagio de María.
¡Perdón, María! Novia triste, no me condenes;
cuando oscile el quinqué y se abatan las ocho,
cuando el sillón te mezca, cuando ululen los trenes,
cuando trabes los dedos por detrás de tu nuca,
no me juzgues más pérfido que uno de los silbatos
que turban tu faena y tus recatos.
Tallulah Apr 2013
On calle ocho
A cuban man with guitar
Saw us stumble out of a bar
& beckoned us to dance
...but we never stopped

Laughing, you were always laughing
We spun around and around
& I knew we were bound
to fall out of orbit
...but we spun on

Spanish sweet nothings
Murmured in my hair
A sweet lullaby- a prayer
I held on to each syllable
...but I never *understood
Helo, helo por do viene   el infante vengador,
caballero a la jineta   en un caballo corredor,
su manto revuelto al brazo,   demudada la color,
y en la su mano derecha   un venablo cortador;
con la ***** del venablo   sacarían un arador,
siete veces fue templado   en la sangre de un dragón
y otras tantas afilado   porque cortase mejor,
el hierro fue hecho en Francia,   y el asta en Aragón.
Perfilándoselo iba   en las alas de su halcón.
Iba buscar a don Cuadros,   a don Quadros, el traidor.
Allá le fuera a hallar   junto al emperador,
la vara tiene en la mano,   que era justicia mayor.
Siete veces lo pensaba   si lo tiraría o no
y al cabo de las ocho   el venablo le arrojó;
por dar al dicho don Cuadros,   dado ha al emperador,
pasado le ha manto y sayo,   que era de un tornasol,
por el suelo ladrillado   más de un palmo lo metió.
Allí le habló el rey,   bien oiréis lo que habló:
-¿Por qué me tiraste, infante?   ¿Por qué me tiras, traidor?
-Perdóneme tu alteza,   que no tiraba a ti, no,
tiraba al traidor de Cuadros,   ese falso engañador,
que siete hermanos tenía   no ha dejado si a mí, no.
Por eso delante de ti,   buen rey, lo desafío yo.
Todos fían a don Cuadros   y al infante no fían, no,
sino fuera una doncella,   hija es del emperador,
que los tomó por la mano   y en el campo los metió.
A los primeros encuentros   Cuadros en tierra cayó.
Apeárase el infante,   la cabeza le cortó
y tomárala en su lanza   y al buen rey la presentó.
De que aquesto vido el rey   con su hija le casó.
Whit Howland Jul 2019
gentle water
lapping the hull

bossa nova
clinking glasses
a tickle
of the piano's ivory keys
and you're lost

in giant strawberries
of a daiquiri
dribbling down your chin
onto your palm frond top
and shorts while you

swing and sway
poolside

tomorrow Ocho Rios Jamaica
but today sun and sea

tonight the crown stars
and a ruby juicy
fingernail moon

Whit Howland © 2019
lxapa Feb 2016
Con esta tinta sucia
que caracteriza mi hablar,
te escribo en la oreja
sabidurías de mi mano.
Mala letra,
mala gana,
buena musa
y poco esfuerzo.
Ocho líneas lleva ahora.
A los insultos (los cultos)
le dicen “verso”.

Dices que ahora sí me matas.
Dizque un segundo entierro.
Sí, segundo;
es que contigo
ya andaba muerto por dentro.
Desperdicié estos pulmones y los otros,
ahora, que yo era incomprensible,
pero te cuento que
escribo para que lean,
no para que les guste;
hablo para que oigan,
no para que me entiendan.
Ocho the Owl Oct 2013
I relish in the open, welcoming arms that greet me
upon my returns from inside the void

It feels good to be missed, in other words.

The knowing that getting what you give, replenishes Ochito's blistered spirit

Troublesome are the times, when have they not been?
However, this safety net is Ocho’s comfort
To know that the welcoming arms that brandish
the tenderest fruit available: Love, will be there for you at
the end of the day, no matter what

There’s no comparing.
Its no contest.  
The greatest treasure in all of the
land, is truly, friends and family
9
Esta noche te cruzan
verdes, rojas, azules, rapidísimas
luces extrañas por los ojos.
¿Será tu alma?
¿Son luces de tu alma, si te miro?
Letras son, nombres claros
al revés, en tus ojos.
Son nombres: Universum,
se iluminan, se apagan, con latidos
de luz de corazón. Universum.
Miro; ya sé; ya leo:
Universum cinema, ocho cilindros,
saldo de blanco junto a las estrellas.
Te quiero así inocente, toda ajena,
palpitante
en lo que está fuera de ti, tus ojos
proclamando las vívidas
verdades de colores de la noche.
Las compraremos todas
cuando se abran las tiendas, ahora mismo
-Universum cinema-, cuando bese
las luces de tu alma, sí, las luces,
anuncios luminosos de la vida
en la noche, en tus ojos.
Esta cotidiana no se apoya en ninguna mutación trascendente
hoy es tan sólo un viernes de poca monta
sin noticias o trazos demasiado malos
ni tampoco demasiado buenos funcionan normalmente
las endocrinas y los semáforos
las pompas fúnebres y las de jabón
unos llegan berreando otros parten silentes
otros más se aprontan a llegar o a partir
en líneas generales el pronóstico del tiempo
acierta por fin con las turbonadas
y es justo subrayar que hoy ha logrado
truenos corroborantes
esta cotidiana es tan sólo costumbr
apenas un viernes de pobre vestimenta
pero aquí se levantan las casas del hombre
a veces existen con un ruido infernal
y otras veces duermen en silencio amoroso
sólo interrumpido por crujiditos
que pueden ser jadeos conyugales
o también calambres de la madera
sin embargo allí crecen el trabajo y la muerte
el vientre rebosante de futuro
y el viejo que no puede con sus huesos
entran por las persianas tataguas y mosquitos
y hay un latido general que es la vida
sólo rutina y sin embargo
las manos besan
los ojos palpan
los labios ven
nosotros
es decir nuestros otros
venimos
vienen
a explorar la memoria milagrosa y austera
no hay tiempo que perder
más bien hay mucho tiempo que ganar
mientras atisbo con audacia y cautela
por entre mis dedos más o menos fogueados
y veo que entre vestigios tristes y rutinarios
nacen flores de rutinario regocijo
tan sólo hábito y querencia
el enjambre adolescente se encamina a sus clásicos manantiales
pero antes de llegar se cruza con los veteranos que regresan
y los árboles ya no saben qué hacer con las preguntas
tan sólo práctica y costumbre
y de vez en cuando un salto de prodigio
en el que algunos se desnucan y otros cambian el mundo
y con las nucas rotas y las glorias que alumbran
con mártires de un día y visionarios de medio siglo
se va armando la historia como un sueño portátil
la rutina es después de todo una crisálida
una comarca de posibilidades e imposibles
de la costumbre puede estallar lo insólito
del hábito el deshábito
por eso este viernes de opaca textura
es casi un campamento de recuerdos
un filtro de presagios
uno de los confines del futuro
tallo ritual de lo ordinario
y también bulbo de lo extraordinario
sabemos algo de lo que está muriendo
pero muy poco de lo que empieza a ser
este viernes turbio durante el cual se gestan
sórdidas guerras frías y escaramuzas ígneas
mientras el consumismo se dedica a llenar
nuestras necesidades más innecesarias
el lujo escupe dádivas sobre la miseria
y a veces la miseria escupe metralla
esta jornada sin toque de campanas
sin titulares a ocho columnas
ni aguaceros radioactivos
sin naufragios ideológicos
ni exorcismos generacionales
lleva en sí misma el triunfo y el desastre
y la infinitesimal responsabilidad que nos toca
de una disyuntiva a nivel de universo
resulta sin embargo abrumadora
así de esta rutina vulnerable
de esta costumbre de inclemencia y cielo
de este hábito propenso a la aventura
de esta querencia con señales de humo
debemos elegir o tan sólo inventar
un largo paso desacostumbrado
una limpia e intrépida zancada
una rampa que no lleve al abismo
un envión que tumbe las derrotas
un trampolín que nos lance a mañana
aunque allí nos espere otra ruina
otra vida común
otra crisálida.
Hoy recuerdo a los muertos de mi casa.
Al primer muerto nunca lo olvidamos,
aunque muera de rayo, tan aprisa
que no alcance la cama ni los óleos.
Oigo el bastón que duda en un peldaño,
el cuerpo que se afianza en un suspiro,
la puerta que se abre, el muerto que entra.
De una puerta a morir hay poco espacio
y apenas queda tiempo de sentarse,
alzar la cara, ver la hora
y enterarse: las ocho y cuarto.
Hoy recuerdo a los muertos de mi casa.
La que murió noche tras noche
y era una larga despedida,
un tren que nunca parte, su agonía.
Codicia de la boca
al hilo de un suspiro suspendida,
ojos que no se cierran y hacen señas
y vagan de la lámpara a mis ojos,
fija mirada que se abraza a otra,
ajena, que se asfixia en el abrazo
y al fin se escapa y ve desde la orilla
cómo se hunde y pierde cuerpo el alma
y no encuentra unos ojos a que asirse...
¿Y me invitó a morir esa mirada?
Quizá morimos sólo porque nadie
quiere morirse con nosotros, nadie
quiere mirarnos a los ojos.
Hoy recuerdo a los muertos de mi casa.
Al que se fue por unas horas
y nadie sabe en qué silencio entró.
De sobremesa, cada noche,
la pausa sin color que da al vacío
o la frase sin fin que cuelga a medias
del hilo de la araña del silencio
abren un corredor para el que vuelve:
suenan sus pasos, sube, se detiene...
Y alguien entre nosotros se levanta
y cierra bien la puerta.
Pero él, allá del otro lado, insiste.
Acecha en cada hueco, en los repliegues,
vaga entre los bostezos, las afueras.
Aunque cerremos puertas, él insiste.
Hoy recuerdo a los muertos de mi casa.
Rostros perdidos en mi frente, rostros
sin ojos, ojos fijos, vaciados,
¿busco en ellos acaso mi secreto,
el dios de sangre que mi sangre mueve,
el dios de yelo, el dios que me devora?
Su silencio es espejo de mi vida,
en mi vida su muerte se prolonga:
soy el error final de sus errores.
Hoy recuerdo a los muertos de mi casa.
El pensamiento disipado, el acto
disipado, los nombres esparcidos
(lagunas, zonas nulas, hoyos
que escarba terca la memoria),
la dispersión de los encuentros,
el yo, su guiño abstracto, compartido
siempre por otro (el mismo) yo, las iras,
el deseo y sus máscaras, la víbora
enterrada, las lentas erosiones,
la espera, el miedo, el acto
y su reverso: en mí se obstinan,
piden comer el pan, la fruta, el cuerpo,
beber el agua que les fue negada.
Pero no hay agua ya, todo está seco,
no sabe el pan, la fruta amarga,
amor domesticado, masticado,
en jaulas de barrotes invisibles
mono onanista y perra amaestrada,
lo que devoras te devora,
tu víctima también es tu verdugo.
Montón de días muertos, arrugados
periódicos, y noches descorchadas
y amaneceres, corbata, nudo corredizo:
-saluda al sol, araña, no seas rencorosa...-
Es un desierto circular el mundo,
el cielo está cerrado y el infierno vacío
Y está tu corazón
próximo prójimo
hermano a borbotones
ensimismado dócil triste exangüe
con terribles secretos en tu fondo
con tu ebria soledad acompañada

próximo
algunas veces lejanísimo prójimo
cuantos rostros me diste
me estás dando
sobreviviente atroz sobreviviente
de esta herida sin labios
de esta hiedra sin muro

qué maga
qué sin trenzas viniste
ah prójimo-muchacha la primera
a instalarte delante de mis ojos de niño
que no sabía nada
que no sabía nada
mi dialecto era verte y anunciar para siempre
entre diez compañías de soldados de plomo
mi gran amor deslumbre
mi pobre amor a cuerda

vino el amigo absorto
sin percances
y no se habló de muertes
en su cercado limbo
tan sólo se jugaba
al más allá
y el sábado
era una bruma pero sin reloj
sin llave urgente ni contradicciones
amigo nada más
amigo muerto

los padres
claro
como un gran suburbio
amor congénito en mansa barbarie
subordinado e invasor
amor ciego o miope o astigmático
aún puedo abrigarme en sus imágenes
están aquí al alcance
viejo
vieja
un poco sordos para su propia incógnita
pero siempre pendientes
de mi nueva llegada

venga maestro
no lo olvido
usted me abrió los cielos
colonizó mi alma
con el meñique se alisó la barba
y miró el mundo
(yo estaba en el mundo)
con un desprecio cruel
no le perdono
SU vocación de estafa
ni aun ahora
que está bien muertecito
dios mediante

prójimo
hermano literal
quién sabe
dónde quedó el momento en que jugamos
lanzando al aire nuestros ocho años
de diferencia o de encadenamiento
duermes y duermo
el sueño y el espanto
viajan de tu fatiga a mi fatiga
y viceversa vuelven a viajar
hasta que al fin también
ellos se duermen

prójimo mí enemigo
que me conoce y finge no saberme
y en su tedio descubre
ese rencor enorme y tan minúsculo
por cierto no lo envidio
cuando pronuncia vida y piensa muerte
cuando repite cristo y piensa judas
a esta altura tal vez ya esté oxidado
su resentido embuste didascálico
quizá contemporice y diga ciencia
por no decir conciencia

estás en el pupitre
como yo desterrado
en tanto que en el patio
llueve diagonalmente
el alemán rechina y tú divagas
hasta que la trompada
ese viejo argumento
cae sobre tu oreja que es la mía
y tu alarído estalla para siempre
y ahora la lluvia es sólo vertical

mi mujer está aquí
pero antes mucho antes
se acercó por un patio
de baldosas en rombos
y allí empecé a tomar tremendas decisiones
entonces fui a mirarla desde buenos aires
yo era su prójimo sin lugar a dudas
volví y le dije
piénsalo
pero ella dijo
no necesito pensarlo

prójimo el admirable
el cándido
el impuro
te vi una vez pero nunca me viste
no capitularé ni capitularemos
tan importante como julio verne
vas tripulando una nave una isla
un cuerpo extraño inverosímil nuevo
pero en un lustro apenas
será el cuerpo de todos
ojalá y cotidiano

prójimo en que me amparo
tu compacta amistad
tu vida un tanto mustia
tu faro de confianzas
tus vísperas de solo
son para mí el contorno imprescindible
prójimo-muro gris acribillado
prójimo-pasamano en que me apoyo
cuando desciendo la escalera y temo
que algún peldaño pueda estar podrido

rostro herido heridor
ojos que lo supieron
aduana de la dulce simetría
olvidada presencia inolvidable
estás en algún sitio
en algún tríptico de resignaciones
yo pienso en ti cuando la noche clava
para siempre qué suerte para siempre
otra lanza-nostalgia
en mi costado
y está curazón
próximo prójimo
no te avergüences de su llanto.

la cabeza hace trizas el pasado
fríamente coloca sus razones invictas
divide en lotes la melancolía
negocia cautamente tus acciones en alza
desorganiza para siempre tu magia
te despoja del cándido futuro
amuebla los infiernos que te esperan
después del provisorio desamparo
te hace lúcido y hueco
cruel y lúcido
voraz y pobre lúcido

pero también
por suerte
está tu corazón

ese embustero
ese piadoso
ese mesías.
Están izando mi bandera
con ceremonia y sin pudor
pobre bandera
mi bandera
está alegre como una sábana
pero triste como un adiós
ondea sólo a la derecha
y ya no sé si tiene sol
está nueva como un trofeo
pero vieja como un perdón

están arriando mi bandera
con ceremonia y sin pasión
pobre bandera
mi bandera
los autobuses se detienen
y hay un silencio que es rencor
como son pocos los que miran
por lo menos la miro yo
y hasta el clarín que la saluda
se atraganta de compasión

están llevando mi bandera
con ceremonia y sin honor
pobre bandera
mi bandera
la doblarán en ocho pliegues
la guardarán en un cajón
la cerrarán con un candado
madeinusa de lo mejor

pero si miras hacia arriba
tendrás acaso otra visión
hay un fantasma de bandera
lindo trapo de cielo y sol
y esa alma en pena
esa bandera
bandera en pena
o qué sé yo
está en jirones
tiene sangre
y no se olvida
no.
Ocho the Owl Oct 2013
You know...

Sometimes you just have to be alone
There's just no other way

Sometimes there are certain lessons that can only
be fully absorbed in the sterile environment of solitude

Sometimes...
Only sometimes...

Sometimes you have to be just a little bit stronger
than usual because sometimes the **** will get worse way before it gets better
Guaranteed
Sometimes life will be painful, bitter, and fowl-tasting
And it will hit you so hard, with such force that
you can almost feel your soul leaking from that invisible wound in your heart

Sometimes...
Just sometimes...

Someone once told Ocho that romantic relationships
are a mirror of the amount of love we have for ourselves

Sometimes...
Some times
feel like an eternity
Por quietas calles andaba
Juanita Fernández, que era
muchacha como de pájaros
y naranjas y colmenas.
Nadie veía su guardia
callada de serafines,
nadie veía en sus sienes,
invisible, el arco iris.

Nadie, ni padre, ni madre,
ni parientes, ni padrinos,
sabía que a aquella niña
la había marcado el Destino.
«¡Qué inteligente, Juanita!
¡Qué fina piel de durazno!
¡Qué dos ojos de lucero
en un cielo de verano!»

Y andaba Juanita, andaba,
con sus muñecas, su perro
Tilo y sus libros de estudio
por las callejas del pueblo.
Andaba Juanita, andaba,
con su ángel de custodia,
y su pobreza tan rica
y sus ensueños de novia.

Primero, novia del aire,
y después, de un capitán.
Andaba Juanita, andaba,
y era rica más y más.
¿Qué importan la casa pobre,
los vestidos de algodones,
los zapatitos de cuero,
la blusa sin prendedores?

Veinte años casi sin crónica
con sólo el hijo y la paz
de sus versos y sus flores
de alambres y de cambray.
Alegre, tierna y callada,
amante y sin ambición,
gorjeaba en cantos y canto
de vida y callado amor.

Ya sobre el pecho una estrella,
ya otra más sobre la sien,
ya mil clarines al viento
y el toque de somatén.
Ya el llanto por sus mejillas,
ya grises fuegos su luna.
Mañanas de helada niebla,
noches a desvelo y bruma.

Ya zapatos de gamuza
y vestidos de París.
Ya la sonrisa perdida,
ya el deseo de morir.
El amor, como una rosa;
la vida, cáliz y cruz.
Tilo, borrado en la sombra,
brumosa la Cruz del Sur.

Y en su Río de la Plata
sólo el barco de su fe,
aunque sigan los clarines
y el toque de somatén.
¡Qué sola y sola Juanita
en su casona vacía!
América por sus salas
pasa, y Juanita perdida.

Ya no sabe de laureles
ni de nardos en el alba.
Traen orquídeas a sus manos
y mendiga un vaso de agua.
Secreto, ¡ay secreto, oh Dios,
oculto el romance puro!
Vela el ángel con su túnica
el préstamo sin futuro.

Y cuando muera Juanita
a gritos todos dirán
que fue bendito aquel día
ocho de Marzo, San Juan
de Dios, en tierras de Melo
que la historia alabará.
Y ha de dormirse llevando
sobre la mortaja un sol:
el de un amor silencioso
que nadie le adivinó.
Tú sufres de una glándula endocrínica, se ve,
o, quizá,
sufres de mí, de mi sagacidad escueta, tácita.
Tú padeces del diáfano antropoide, allá, cerca,
donde está la tiniebla tenebrosa.
Tú das vuelta al sol, agarrándote el alma,
extendiendo tus juanes corporales
y ajustándote el cuello; eso se ve.
Tú sabes lo que te duele,
lo que te salta al anca,
lo que baja por ti con soga al suelo.
Tú, pobre hombre, vives; no lo niegues,
si mueres; no lo niegues,
si mueres de tu edad ¡ay! y de tu época.
Y, aunque llores, bebes,
y, aunque sangres, alimentas a tu híbrido colmillo,
a tu vela tristona y a tus partes.
Tú sufres, tú padeces y tú vuelves a sufrir
horriblemente,
desgraciado mono,
jovencito de Darwin,
alguacil que me atisbas, atrocísimo microbio.
Y tú lo sabes a tal punto,
que lo ignoras, soltándote a llorar.
Tú, luego, has nacido; eso
también se ve de lejos, infeliz y cállate,
y soportas la calle que te dio la suerte
y a tu ombligo interrogas: ¿dónde? ¿cómo?

Amigo mío, estás completamente, .
hasta el pelo, en el año treinta y ocho,
nicolás o santiago, tal o cual,
estés contigo o con tu aborto o conmigo
y cautivo en tu enorme libertad,
arrastrado por tu hércules autónomo...
Pero si tú calculas en tus dedos hasta dos,
es peor; no lo niegues, hermanito.

¿Que nó? ¿Que sí, pero que nó?
¡Pobre mono!... ¡Dame la pata!... No. La mano, he dicho.

¡Salud! ¡Y sufre!

— The End —