No debiste cerrar la puerta así.
La violencia del portazo
ha estremecido mis manos.
¿Debías cerrarla así?
No lo creo.
O tal vez lo que yo creo
no importa.
Yo nunca la habría cerrado así.
Tal vez habría dejado
que el tiempo y la naturaleza
hicieran lo suyo.
Tal vez las malezas
se hubieran subido por el marco,
enredado el umbral,
convertido la despedida
en algo más lento,
más orgánico,
menos cruel.
Pero lo que yo creo
no importa.
¿Mis palabras fueron mucho?
¿Te dolieron?
¿Te empujaron?
Me atormenta lo que dije.
Tal vez las habría guardado.
Pero las pensé durante semanas,
las cuidé,
las envolví
como un regalo.
Un regalo
que provocó que tiraras la puerta.
¿Soy culpable
de tu acto final?
¿Acaso mis palabras
fueron bruscas?
No lo sé.
Solo sé
que tú
no debiste irte así.
Pero no importa.
Ya no.