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EME Jan 2015
Siento la cálida piel del deseo, percibo el aroma sutil del recuerdo. Mi cuerpo sobre el tuyo, desplazándonos suavemente por todo el volumen de la habitación. Hipnotizado en la curvatura trazada de tus caderas, las sujeto aferrándome a ellas, las acaricio en ocasiones recorriendo la suavidad de tu fino vientre mientras beso tu cuello lentamente.
Y mientras el mundo se detiene y el tiempo mismo para en el instante que tu blusa cae al piso. La piel tersa de esas curvas que repaso con infinita fascinación me arraigan a un solo deseo incontrolable de tenerte.
La suavidad de tus senos, la perfecta curva de tu abdomen, el lírico contraste de tus nalgas y los dos pequeños hoyuelos en tu la parte trasera de tu espalda, casi a la altura de tu profundo y lacio cabello *****, fluyendo en movimientos ondulantes sobre mi al par que toda esa obra de arte magnificente que llamas cuerpo.
Nicole Apr 2015
Te he aprendido a amar
con tus imperfecciones,
pues tú has aprendido a amarme con las mías.

Has cautivado cada parte de mi ser.

Esa curvatura insaciable
que conjuga tu estatura de almirante.

Mi iris se centra en ti,
en tu mirada penetrante,
cada vez que soy parte de tu horizonte.

Te he aprendido a amar
con tus marcas de combate
y las he apreciado como si hubiesen sido talladas por el más pretigiado escultor.

Haces que de mi rostro reluzca
un símbolo de paz,
esa risa coqueta
que solo se presenta cuando tú estás.

Tus dedos forman parte
de la más perfecta obra musical,
mis oídos se percatan
de cada nota que en el aire flota.

Te he aprendido a amar
en las peores circunstancias
y orgullosa me siento por haber sido
ese necesitado sustento que siempre has merecido.

Seré tu camino al placer
por el tiempo que desees,
al igual que seré tu mejor amiga
cuando sientas que tu pecho desahogar debes.

No me importa tu cuerpo,
ni nada que la sociedad clasifique
como algo "imperfecto",
la belleza corporal se va
y quienes se quedan
son los sentimientos.

Esa gentileza y sentido del humor
fueron los que me inclinaron hacia ti,
eres mi musa,
mi inspiración.

Sobre ti puedo contar
las más grandes aventuras.

Te he aprendido a amar,
en todos los aspectos,
duele cuando dudas
sobre lo que por ti siento.

Aunque los años pasen
y nuestros seres
ya no sean encontrados,
mis sentimientos
por ti permanecerán intactos.
Escrito hecho para una persona la cual lamentablemente ya no está en mi vida, pero aún así lo comparto con ustedes. Real es lo que dicta al final, aunque él ya no sea parte de mi mundo, los sentimientos hacia él siempre han sido profundos.
I
Si de tus dones y, de tus destrucciones, Océano, a mis manos
pudiera destinar una medida, una fruta, un fermento,
escogería tu reposo distante, las líneas de tu acero,
tu extensión vigilada por el aire y la noche,
y la energía de tu idioma blanco
que destroza y derriba sus columnas
en su propia pureza demolida.

      No es la última ola con su salado peso
      la que tritura costas y produce
      la paz de arena que rodea el mundo:
      es el central volumen de la fuerza,
      la potencia extendida de las aguas,
      la inmóvil soledad llena de vidas.
      Tiempo, tal vez, o copa acumulada
      de todo movimiento, unidad pura
      que no selló la muerte, verde víscera
      de la totalidad abrasadora.

      Del brazo sumergido que levanta una gota
      no queda sino un beso de la sal. De los cuerpos
      del hombre en tus orillas una húmeda fragancia
      de flor mojada permanece. Tu energía
      parece resbalar sin ser gastada,
      parece regresar a su reposo.

      La ola que desprendes,
      arco de identidad, pluma estrellada,
      cuando se despeñó fue sólo espuma,
      y regresó a nacer sin consumirse.

      Toda tu fuerza vuelve a ser origen.
      Sólo entregas despojos triturados,
      cascaras que apartó tu cargamento,
      lo que expulsó la acción de tu abundancia,
      todo lo que dejó de ser racimo.

      Tu estatua está extendida más allá de las olas.

Viviente y ordenada como el pecho y el manto
de un solo ser y sus respiraciones,
en la materia de la luz izadas,
llanuras levantadas por las olas,
forman la piel desnuda del planeta.
Llenas tu propio ser con tu substancia.

Colmas la curvatura del silencio.

Con tu sal y tu miel tiembla la copa,
la cavidad universal del agua,
y nada falta en ti como en el cráter
desollado, en el vaso cerril:
cumbres vacías, cicatrices, señales
que vigilan el aire mutilado.

      Tus pétalos palpitan contra el mundo,
      tiemblan tus cereales submarinos,
      las suaves ovas cuelgan su amenaza,
      navegan y pululan las escuelas,
      y sólo sube al hilo de las redes
      el relámpago muerto de la escama,
      un milímetro herido en la distancia
      de rus totalidades cristalinas.
Valeria Chauvel Oct 2020
Descose el espacio que nos separa, hilo por hilo, hasta que se desvanezca su entramado, suavemente, con tus ávidas garras que se posan sobre la curvatura de la silueta crepuscular que acontece.

Piérdete sin medida entre la marea ondulante que arde con la fiereza magnética que somos cuando el fuego se extiende en tus ojos al encontrarme.

Déjate llevar por el juego de nuestras lenguas tímidas que al conocerse violentas desafían toda regla impuesta.

Evoca el peligro de tus labios frágiles al deseo y bordea lentamente con tus ojos el entre abrir de mi mirada que te llama hacia el calor húmedo que nos envuelve.

Te doy el néctar que surge de la quebrada cuando tu desnudez abriga mi tacto al estrecharnos hambrientos.

Te pido que muerdas y consumas mi noche, sin miedo, sin calma, sin culpa, transgrediendo mi vientre y sucumbiendo ante las añoranzas de ambas montañas que, frente a ti, tiemblan.

Trepa hasta mis labios ansiosos sin despegar tu boca, sin quitar la vista, y fúndete conmigo en las llamas de la liquidez de nuestros cuerpos.

Hazme llegar sobre sábanas rasgadas que incitan cuando el oleaje jadea excitado ante la luna que lo observa.

Siénteme cuando susurras en mi piel la agitación sedienta de tu aliento desarmando el puente inverso de mi espalda.

Y en el ápice del desenfreno, nos abraza el sublime sabor del caos palpitante que los dioses envidian.

Nos abriga la noche y tus tibios labios son el placer del tiempo dilatándose entre las sombras.

— The End —