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Katryna May 2018
Wednesday, February 28, 2018
5:43 PM

Sa panahon ngayon uminom ka ng maraming salitang "mag ingat ka".
Dahil sa mundong ginagalawan mo hindi ka sigurado.

Hindi ka tiyak sa mga makakasalubong mo at lalong hindi ka tiyak sa seguridad mo.
Tao ka lang at di imortal na may kapangyaring i time machine ang nakaraan, kung sakaling bawiin na ito.

Hindi ka mutant na kayang patigilan ang mga taong may masamang balak sayo.
At lalong hindi ka super hero para di tamaan ng mga balang hatid sayo ng mundo.

Hindi ka si superman na may kakayahang hindi makaramdam ng sakit.

Na kung sa panong paraan, hindi ko 'yon alam.

Tama na ang pagpapanggap.
Hindi kana tulad ng dating matibay.
Kasi matibay ka lang.

Hindi kana tulad ng dating malakas para sabihing kaya mo ang lahat.
Kasi kinakaya mo lang.

Para kang si joker na kahit nakasimangot may malaking ngiti parin sa labi.
Pinapaalala ko lang sayo,
hindi lahat ng tumatawa ay masaya.

Hindi kana bata para sa tuwing iiyak ka ay may handang sumaklolo para pawiin ang lungkot mo.

Hindi din mapa ang makakapagsabi ng lugar kung saan ka dapat magtungo, bagkos hanapin mo ito.
Tulad ng isang batang nawawala,
Sabik at handang tanawin ang bukas.
Hindi para tumakas kung hindi para hanapin ang lugar na magpapasaya sayo.

Hindi lahat ng tao ay totoo, iba ay balatkayo.
Hindi ako sigurado sa paghakbang mo kasama ako ay hindi ko masusugatan ang mga paa mo.

Kung ako ba ang makakapag pahilom ng sugatan **** pagkatao.
Kasi tulad mo duguan din ako.
Hindi ko 'yon masisigurado.


Kaya uulitin ko sayo,
Sa mundong ito,
Inumin mo ang salitang
"mag ingat ka".
Eugene Jan 2016
Sa iyong paglisan, gusto kong baunin mo ang;

Isang tasang sinelyuhan ko ng halik,
tanda ng aking unang halik sa iyo.
Isang basong minarkahan ko ng seguridad
na kahit saan ka magpunta, naroon ako.
Isang kutsarang puno ng pasensya,
na pipigil sa ano mang galit sa iyong puso.
Isang makapal na balabal ng katapatan
na yayakapin ka't patutulugin ng mahimbing sa magdamag.

At higit sa lahat...
Nais kong baunin mo ang kuwintas ng aking pagmamahal
na siyang magpapatunay mula noon hangganga ngayon
ikaw at ikaw lamang ang mamahalin ko.

Nawa'y tanggapin mo ang mga sangkap ng aking tunay na pagmamahal...
#love, #faithfulness, #feelings, #security, #TagalogPoems, #LikhaatTula
El césped. Desde la tribuna es un tapete verde. Liso, regular,
aterciopelado, estimulante. Desde la tribuna quizá crean que,
con semejante alfombra, es imposible errar un gol y mucho menos errar
un pase. Los jugadores corren como sobre patines o como figuras de
ballet. Quien es derrumbado cae seguramente sobre un colchón de
plumas, y si se toma, doliéndose, un tobillo, es porque el gesto
forma parte de una pantomima mayor. Además, cobran mucho dinero
simplemente por divertirse, por abrazarse y treparse unos sobre otros
cuando el que queda bajo ese sudoroso conglomerado hizo el gol
decisivo. O no decisivo, es lo mismo. Lo bueno es treparse unos sobre
otros mientras los rivales regresan a sus puestos, taciturnos, amargos,
cabizbajos, cada uno con su barata soledad a cuestas. Desde la tribuna
es tan disfrutable el racimo humano de los vencedores como el drama
particular de cada vencido. Por supuesto, ciertos avispados
espectadores siempre saben cómo hacer la jugada maestra y no
acaban de explicarse, y sobre todo de explicarlo a sus vecinos, por
qué este o aquel jugador no logra hacerla. Y cuando el
árbitro sanciona el penal, el espectador avispado también
intuye hacia qué lado irá el tiro, y un segundo
después, cuando el balón brinca ya en las redes, no
alcanza a comprender cómo el golero no lo supo. O acaso
sí lo supo y con toda deliberación se arrojó al
otro palo, en un alarde de masoquismo o venalidad o estupidez
congénita. Desde la tribuna es tan fácil. Se conoce la
historia y la prehistoria. O sea que se poseen elementos suficientes
como para comparar la inexpugnable eficacia de aquel zaguero
olímpico con la torpeza del patadura actual, que no acierta
nunca y es esquivado una y mil veces. Recuerdo borroso de una
época en que había un centre-half y un centre-forward,
cada uno bien plantado en su comarca propia y capaz de distribuir el
juego en serio y no jugando a jugar, como ahora, ¿no? El
espectador veterano sabe que cuando el fútbol se
convirtió en balompié y la ball en pelota y el dribbling
en finta y el centre-half en volante y el centre-forward en alma en
pena, todo se vino abajo y ésa es la explicación de que
muchos lleven al estadio sus radios a transistores, ya que al menos
quienes relatan el partido ponen un poco de emoción en las
estupendas jugadas que imaginan. Bueno, para eso les pagan,
¿verdad? Para imaginar estupendas jugadas y está bien.
Por eso, cuando alguien ha hecho un gol y después de los abrazos
y pirámides humanas el juego se reanuda, el locutor
idóneo sigue colgado de la "o" de su gooooooool, que en realidad
es una jugada suya, subjetiva, personal, y no exactamente del delantero
que se limitó a empujar con la frente un centro que, entre todas
las otras, eligió su cabeza. Y cuando el locutor idóneo
llega por fin al desenlace de la "ele" final de su gooooooool privado,
ya el árbitro ha señalado un orsai que favorece,
¿por qué no?, al locatario.

Es bueno contemplar alguna vez la cancha desde aquí, desde lo
alto. Así al menos piensa Benjamín Ferrés,
veintitrés años, digamos delantero de un Club Chico,
alguien últimamente en alza según los cronistas
deportivos más estrictos, y que hoy, después de empatarle
al Club Grande y ducharse y cambiarse, no se fue del estadio con el
resto del equipo y prefirió quedarse a mirar, desde la tribuna
ya vacía (sólo quedan los cafeteros y heladeros y
vendedores de banderitas, que recogen sus bártulos o tal vez
hacen cuentas) aquel campo en el que estuvo corriendo durante noventa
minutos e incluso convirtió uno, el segundo, de los dos goles
que le otorgan al Club Chico eso que suele llamarse un punto de oro.
Sí, desde aquí arriba el césped es una alfombra,
casi un paño verde como el del casino, con la importante
diferencia de que allá los números son fijos,
permanentes, y aquí (él, por ejemplo, es el ocho) cambian
constantemente de lugar y además se repiten. A lo mejor con el
flaco Suárez (que lleva el once prendido en la espalda)
podrían ser una de las parejas negras. O no. Porque de ambos,
sólo el Flaco es oscurito.

Ahora se levanta un viento arisco y las gradas de cemento son
recorridas por vasos de plástico, hojas de diario, talones de
entradas, almohadillas, pelotas de papel. Remolinos casi fantasmales
dan la falsa impresión de que las gradas se mueven, giran,
bailotean, se sacuden por fin el sol de la tarde. Hay papeles que suben
las escaleras y otros que se precipitan al vacío. A
Benjamín (Benja, para la hinchada) le sube una bocanada de
desconsuelo, de extraña ansiedad al enfrentarse, ¿por
primera vez?, con la quimera de cemento en estado de pureza (o de
basura, que es casi lo mismo) y se le ocurre que el estadio
vacío, desolado, es como un esqueleto de multitud, un eco
fantasmal de esa misma muchedumbre cuando ruge o aplaude o insulta o
agita banderas. Se pregunta cómo se habrá visto su gol
desde aquí, desde esta tribuna generalmente ocupada por las
huestes del adversario. Para los de abajo en la tabla, el estadio
siempre es enemigo: miles y miles de voces que los acosan, los
persiguen, los hunden, porque generalmente el que juega aquí, el
permanente locatario, es uno de los Grandes, y los de abajo sólo
van al estadio cuando les toca enfrentarlos, y en esas ocasiones apenas
si acarrean, en el mejor de los casos, algunos cientos de
fanáticos del barrio, que, aunque se desgañitan y agitan
como locos su única y gastada bandera, en realidad no cuentan,
es imposible que tapen, desde su islote de alaridos, el gran rugido de
la hinchada mayor. Desde abajo se sabe que existen, claro, y eso es
bueno, y de vez en cuando, cuando se suspende el juego por
lesión o por cambio de jugadores, los del Club Chico van con la
mirada al encuentro de aquel rinconcito de tribuna donde su bandera
hace guiños en clave, señales secretas como las del
truco. Y ésta es la mejor anfetamina, porque los llena de
saludable euforia y además no aparece en los controles
antidopping.

Hoy empataron, no está mal, se dice Benja, el número
ocho. Y está mejor porque todos sus huesos están enteros,
a pesar de la alevosa zancadilla (esquivada sólo por
intuición) que le dedicaran en el toletole previo al primer gol,
dos segundos antes de que el Colorado empujara nuevamente la globa con
el empeine y la colocara, inalcanzable, junto al poste izquierdo.
Después de todo, la playa es mía. Desde hace quince
años la vengo adquiriendo en pequeñas cuotas. Cuotas de
sol y dunas. Todos esos prójimos, prójimas y projimitos
que se ven tendidos sobre las rocas o bajo las sombrillas o corriendo
tras una pelota de engañapichanga o jugando a la paleta en una
cancha marcada en la arena con líneas que al rato se borran,
todos esos otros, están en la playa gracias a que yo les permito
estar. Porque la playa es mía. Mío el horizonte con
toninas remotas y tres barquitos a vela. Míos los peces que
extraen mis pescadores con mis redes antiguas, remendadas. El aire
salitroso y los castillos de arena y las aguas vivas y las algas que ha
traído la penúltima ola. Todo es mío.
¿Qué sería de mí, el número ocho,
sin estas mañanas en que la playa me convence de que soy libre,
de que puedo abrazar esta roca, que es mi roca mujer o tal vez mi roca
madre, y estirarme sin otros límites que mi propio límite
o hasta que siento las tenazas del cangrejo barcino sobre mi dedo
gordo? Aquí soy número ocho sin llevarlo en la espalda.
Soy número ocho sencillamente porque es mi identidad. Un cura o
un teniente o un payaso no necesitan vestir sotana o uniforme o traje
de colores para ser cura o teniente o payaso. Soy número ocho
aunque no lo lleve dibujado en el lomo y aunque ningún botija se
arrime a pedirme autógrafos, porque sólo se piden
autógrafos a los de los Clubes Grandes. Y creo que siempre
seré de Club Chico, porque me gusta amargarles la fiesta, no a
los jugadores que después de todo son como nosotros, sólo
que con más suerte y más guita, ni siquiera a la hinchada
grande por más que nos insulte cuando hacemos un fau y festeje
ruidosamente cuando el otro nos propina un hachazo en la canilla. Me
gusta arruinarles la fiesta, sobre todo a los dirigentes, esos
industriales bien instalados en su cochazo, en su piso de la Rambla y
en su mondongo, señores cuya gimnasia sabatina o dominical
consiste en sentarse muy orondos, arriba en el palco oficial, y desde
ahí ver cómo allá abajo nos reventamos, nos
odiamos, nos derretimos en sudores, y cuando sus jugadores ganan,
condescienden a llegar al vestuario y a darles una palmadita en el
hombro, disimulando apenas el asco que les provoca aquella piel
todavía sudada, y en cambio, cuando sus jugadores pierden, se
van entonces directamente a su casa, esta vez por supuesto sin ocultar
el asco. En verdad, en verdad os digo que yo ignoro si hacen eso, pero
me lo imagino. Es decir, tengo que imaginarlo así, porque una
cosa son las instrucciones del entrenador, que por supuesto trato de
cumplir si no son demasiado absurdas, y otra cosa son las instrucciones
que yo me doy, verbigracia vamo vamo número ocho hay que aguarle
la fiesta a ese presidente cogotudo, jactancioso y mezquino, que viene
al estadio con sus tres o cuatro nenes que desde ya tienen caritas de
futuros presidentes cogotudos. Bueno, no sé ni siquiera si tiene
hijos, pero tengo que imaginarlo así porque soy el número
ocho, insustituible titular de un Club Chico y, ya que cobro poco,
tengo que inventarme recompensas compensatorias y de esas recompensas
inventadas la mejor es la posibilidad de aguarle la fiesta al cogotudo
presidente del Grande, a fin de que el lunes, cuando concurra a su
Banco o a su banca, pase también su vergüenza rica, su
vergüenza suntuosa, así como nosotros, los que andamos en
la segunda mitad de la tabla, sufrimos, cuando perdemos, nuestra
vergüenza pobre. Pero, claro, no es lo mismo, porque los Grandes
siempre tienen la obligación de ganar, y los Chicos, en cambio,
sólo tenemos la obligación de perder lo menos posible. Y
cuando no ganamos y volvemos al barrio, la gente no nos mira con
menosprecio sino con tristeza solidaria, en tanto que al presidente
cogotudo, cuando vuelve el lunes a su Banco o a su banca, la gente, si
bien a veces se atreve a decirle qué barbaridad doctor porque
ustedes merecieron ganar y además por varios goles, en realidad
está pensando te jodieron doctor qué salsa les dieron
esos petizos. Por eso a mí no me importa ser número ocho
titular y que no me pidan autógrafos aquí en la playa ni
en el cine ni en Dieciocho. Los partidos no se ganan con
autógrafos. Se ganan con goles y ésos los sé
hacer. Por ahora al menos. También es un consuelo que la playa
sea mía, y como mía pueda recorrerla descalzo, casi
desnudo, sintiendo el sol en la espalda y la brisa en los ojos, o
tendiéndome en las rocas pero de cara al mar, consciente de que
atrás dejo la ciudad que me espía o me protege,
según las horas y según mi ánimo, y adelante
está esa llanura líquida, infinita, que me lame, me
salpica, a veces me da vértigo y otras veces me brinda una
insólita paz, un extraño sosiego, tan extraño que
a veces me hace olvidar que soy número ocho.
Alejandra. Lo extraño había sido que Benja conociera sus
manos antes que su rostro, o mejor aún, que se enamorara de sus
manos antes que de su rostro. Él regresaba de San Pablo en un
vuelo de Pluna. El equipo se había trasladado para jugar dos
amistosos fuera de temporada, pero Benja sólo había
participado en el primero porque en una jugada tonta había
caído mal y el desgarramiento iba a necesitar por lo menos cinco
días de cuidado, así que el preparador físico
decidió mandarlo a Montevideo para que allí lo atendieran
mejor. De modo que volvía solo. A la media hora de vuelo se
levantó para ir al baño y cuando regresaba a su sitio
tuvo la impresión de ser mirado pero él no miró.
Simplemente se sentó y reinició la lectura de Agatha
Christie, que le proponía un enigma afilado, bienhumorado y
sutil como todos los suyos.

De pronto percibió que algo singular estaba ocurriendo. En el
respaldo que estaba frente a él apareció una mano de
mujer. Era una mano delgada, de dedos largos y finos, con uñas
cuidadas pero sin color. Una mano expresiva, o quizá que
expresaba algo, pero qué. A los dos o tres minutos hizo
irrupción la otra mano, que era complementaria pero no igual.
Cada mano tenía su carácter, aunque sin duda
compartían una inquietante identidad. Benja no pudo continuar su
lectura. Adiós enigma y adiós Agatha. Las manos se
movían con sobriedad, se rozaban a veces. Él
imaginó que lo llamaban sin llamarlo, que le contaban una
historia, que le ofrecían respuestas a interrogantes que
aún no había formulado; en fin, que querían ser
asidas. Y lo más preocupante era que él también
quería asirlas, con todos los riesgos que un acto así
podía implicar, verbigracia que la dueña de aquellas
manos llamara inmediatamente a la azafata, o se levantara, enfrentada a
su descaro, y le propinara una espléndida bofetada, con toda la
vergüenza, adicional y pública, que semejante castigo
podía provocar. Hasta llegó a concebir, como un destello,
un título, a sólo dos columnas (porque era número
ocho, pero sólo de un Club Chico): conocido futbolista uruguayo
abofeteado en pleno vuelo por dama que se defiende de agresión
******.

Y sin embargo las manos hablaban. Sutiles, seductoras,
finísimas, dialogaban uña a uña, yema a yema, como
creando una espera, construyendo una expectativa. Y cuando fue ordenado
el ajuste de los cinturones de seguridad, desaparecieron para cumplir
la orden, pero de inmediato volvieron a poblar el respaldo y con ello a
convocar la ansiedad del número ocho, que por fin decidió
jugarse el todo por el todo y asumir el riesgo del ridículo, el
escándalo y el titular a dos columnas que acabaran con su
carrera deportiva. De modo que, tomada la difícil
decisión y tras ajustarse también él el
cinturón, avanzó su propia mano hacia los dedos
cautivantes, que en aquel preciso momento estaban juntos. Notó
un leve temblor, pero las manos no se replegaron. La suya
prolongó aquel extraño contacto por unos segundos, luego
se retiró. Sólo entonces las otras manos desaparecieron,
pero no pasó nada. No hubo llamada a la azafata ni bofetada.
Él respiró y quedó a la espera. Cuando el
avión comenzaba el descenso, una de las manos apareció de
nuevo y traía un papel, más bien un papelito, doblado en
dos. Benja lo recogió y lo abrió lentamente. Conteniendo
la respiración, leyó: 912437.

Se sintió eufórico, casi como cuando hacía un gol
sobre la hora y la hinchada del barrio vitoreaba su nombre y él
alzaba discretamente un brazo, nada más que para comunicar que
recibía y apreciaba aquel apoyo colectivo, aquel afecto, pero
los compañeros sabían que a él no le gustaba toda
esa parafernalia de abrazos, besos y palmaditas en el trasero, algo que
se había vuelto habitual en todas las canchas del mundo.
Así que cuando metía un gol sólo le tocaban un
brazo o le hacían desde lejos un gesto solidario. Pero ahora,
con aquel prometedor 912437 en el bolsillo, descendió del
avión como de un podio olímpico y diez minutos
después pudo mirar discretamente hacia la dueña de las
manos, que en ese instante abría su valija frente al funcionario
aduanero, y Benja comprobó que el rostro no desmerecía la
belleza y la seducción de las manos que lo habían enamorado.
Benja y Martín se encontraron como siempre en la pizzería
del sordo Bellini. Desde que ambos integraran el cuadrito juvenil de La
Estrella habían cultivado una amistad a prueba de balas y
también de codazos y zancadillas. Benja jugaba entonces de
zaguero y sin embargo había terminado en número ocho.
Martín, que en la adolescencia fuera puntero derecho, más
tarde (a raíz de una sustitución de emergencia, tras
lesiones sucesivas y en el mismo partido del golero titular y del
suplente) se había afincado y afirmado en el arco y hoy era uno
de los guardametas más cotizados y confiables de Primera A.

El sordo Bellini disfrutaba plenamente con la presencia de los dos
futbolistas. Él, que normalmente no atendía las mesas
sino que se instalaba en la caja con su gorra de capitán de
barco, cuando Martín y Benja aparecían, solos o
acompañados, de inmediato se arrimaba solícito a dejarles
el menú, a recoger los pedidos, a recomendarles tal o cual plato
y sobre todo a comentar las jugadas más notables o más
polémicas del último domingo.

Era algo así como el fan particular de Benja y Martín y
su caballito de batalla era hacerles bromas c
Krusty Aranda Nov 2016
Tu cuerpo dibuja las olas en la arena
Tus caderas van y vienen con un ritmo interrumpido por la espuma del mar
Tus labios tan salados como el agua en la que nado
Tu canto irreal como las sirenas de leyenda
Tus manos me aprehenden como el pulpo a su presa
Tus piernas me envuelven como el alga al coral

Navego lentamente hacia mar abierto
Atrás quedó la seguridad de la bahía
Yo capitán y tú tormenta
Azotas mi navío con violencia
Me lanzas a las frías e imperdonables aguas de tu océano
Atrás quedó la seguridad de la bahía
El agua de tu **** inunda mis sentidos y ahoga mi conciencia
Naufrago

Al despuntar el alba estás tú
Etérea en mi soledad
Efímera en esencia
Eterna en alta mar
Alta sobre la tierra
te pusieron,
dura, hermosa araucaria
de los australes
montes,
torre de Chile, *****
del territorio verde,
pabellón del invierno,
nave
de la fragancia.

Ahora, sin embargo,
no por bella
te canto,
sino por el racimo de tu especie,
por tu fruta cerrada,
por tu piñón abierto.

Antaño,
antaño fue
cuando
sobre los indios
se abrió
como una rosa de madera
el colosal puñado
de tu puño,
y dejó
sobre
la mojada tierra
los piñones:
harina, pan silvestre
del indomable
Arauco.

Ved la guerra:
armados
los guerreros
de Castilla
y sus caballos
de galvánicas
crines
y frente
a ellos
el grito
de los
desnudos
héroes,
voz del fuego, cuchillo
de dura piedra parda,
lanzas enloquecidas
en el bosque,
tambor,
tambor
sagrado,
y adentro
de la selva
el silencio,
la muerte
replegándose,
la guerra.

Entonces, en el último
bastión verde,
dispersas
por la fuga,
las lanzas
de la selva
se reunieron
bajo las araucarias
espinosas.

La cruz,
la espada,
el hambre
iban diezmando
la familia salvaje.
Terror,
terror de un golpe
de herraduras,
latido de una hoja,
viento,
dolor
y lluvia.
De pronto
se estremeció allá arriba
la araucaria
araucana,
sus ilustres
raíces,
las espinas
hirsutas
del poderoso
pabellón
tuvieron
un movimiento
*****
de batalla:
rugió como una ola
de leones
todo el follaje
de la selva
dura
y entonces
cayó
una marejada
de piñones:
los anchos
estuches
se rompieron
contra la tierra, contra
la piedra defendida
y desgranaron
su fruta, el pan postrero
de la patria.

Así la Araucanía
recompuso
sus lanzas de agua y oro,
zozobraron los bosques
bajo el silbido
del valor
resurrecto
y avanzaron
las cinturas
violentas como rachas,
las
plumas
incendiarias del Cacique:
piedra quemada
y flecha voladora
atajaron
al invasor de hierro
en el camino.

Araucaria,
follaje
de bronce con espinas,
gracias
te dio
la ensangrentada estirpe,
gracias
te dio
la tierra defendida,
gracias,
pan de valientes,
alimento
escondido
en la mojada aurora
de la patria:
corona verde,
pura
madre de los espacios,
lámpara
del frío
territorio,
hoy
dame
tu
luz sombría,
la imponente
seguridad
enarbolada
sobre tus raíces
y abandona en mi canto
la herencia
y el silbido
del viento que te toca,
del antiguo
y huracanado viento
de mi patria.

Deja caer
en mi alma
tus granadas
para que las legiones
se alimenten
de tu especie en mi canto.
Árbol nutricio, entrégame
la terrenal argolla que te amarra
a la entraña lluviosa
de la tierra,
entrégame
tu resistencia, el rostro
y las raíces
firmes
contra la envidia,
la invasión, la codicia,
el desacato.
Tus armas deja y vela
sobre mi corazón,
sobre los míos,
sobre los hombros
de los valerosos,
porque a la misma luz de hojas y aurora,
arenas y follajes,
yo voy con las banderas
al llamado
profundo de mi pueblo!
Araucaria araucana,
aquí me tienes!
Chris Casasola Dec 2012
Eres el aire que respiro
Asi como el aliento que suspiro
Y como las figuras en la arena
Que forman tus pies al pisar
Y dan una sensacion de seguridad
Dejando una huella dificil de borrar
Siendo solo el inmenso oceano
El unico capaz de desvanecerlas
Golpeando  con  azules olas
Tu amor, que son mis costas.
solEmn oaSis Dec 2022
nasa mata ng tumitingin
Meron ang Kagandahan,
tulad baga ng maingay na musika
sa pandinig nilang tulog - mantika,
nangangamoy na ang sulo ng apoy
Halimuyak pa rin meron ang Simoy,
tila ba malabong bahain ng pag-asa
Sila na nasa Seguridad ang panlasa
kagat - labi man ang pagtiim - bagang
habang iniinda ng kalingkingan ang matimbang
na tawag ng inang - kalikasan animoy gantimpalang
maitituring ang abot - kamay na pangarap sa pahalang
na ilog ng kaulapan na may samut - saring pasaring...
dinaramdam ng katauhan ang bawat hangaring
Huwag masaktan ang puso kahit ni- ang mga kalamnan
Ngunit sadyang nangyayari ang hawi ng kabiglaanan,,
Mga balya at salya ng pagsibol ang huwad na kasinongalungan at ang patotot ng katotohanan...
bilang Isang mamamayan ng pagsubaybay doon sa mga tulak ng tugma
sunog-bahay kahahantongan ng maling bitaw sa batong hawak para sa sungka,
Bilang ng mga nilalang kapwa paikot-ikot lamang na tila ba kumpol ng mga balahibong-pusa na tinayoan
Umakyat sa leeg ang dagang dati - rati ay nasa dibdib...
Maibulalas lamang ang silakbo at simbuyo na kay - tigib.
Bilang na pala ang oras at sadyang di namalayan sa LibLib,
Magwawakas na pala ang isa- dalawa tatlong pag - iigib
sa balong malalim na may apat - lima anim na pakikipag - anib
Nalagot ang lubid , nahulog ang sisidlan ng tubig...
at natinik sa paglukso ng pag - ibig yaong pawang mga nakayapak
Ngunit babangon sa tuwing madarapa ang siyang naiwan na balak
Ganyan po ang aral ng Liwanag sa dilim
Gabayan ang hangal sa aninag ng lilim !
ika - P i T o .. ika - Walo
Hipan lang ang siLbato,
bundok man o sa ibayo
Siyaman na ulap ay TanTo,
Lalaya din ang pangsampo
Magtatagumpay ang bunso !!!
DahiL ako ang nagsulat nito
MarahiL nabatid mo na ang pulso
Biyaya ng MaykapaL wag i- abuso
Kung tinamaan Ka man ng bagyo
Kalimutan ang Tampo at Siphayo
The sequel of my poem...
"  Kapag natuyo ang ilog,
Hintayin mo ang mga ulap "
Cada uno va caminando por la vida
tratando de resolver su dolor;
sanando su ardiente herida
se olvida del futuro
y anhelante ardor.

El pensamiento volando ingrávido
cual mariposa temerosa
en busca de luz tenue o fugaz.
escapándose cuando el corazón es frágil
movido por vendavales de temor
o mares de calma o seguridad.

A veces piensa porque vive,
otras, vive porque piensa
sin recordar
que la circunstancia lo asiste
para vivir la vida
en el minuto
que pertinaz resiste
los arteros golpes de la aflicción
o se alegra
con la elemental felicidad del día.

Jorge Gómez A.
1978
Aquellos días extraviaron mi sentido profético, a mi casa
entraban los coleccionistas de sellos, y emboscados, a altas horas de la estación, asaltaban mis cartas, arrancaban de ellas besos
frescos, besos sometidos a una larga residencia marina, y conjuros que protegían mi suerte con ciencia femenina y defensiva
caligrafía.
Vivía al lado de otras casas, otras personas y árboles tendiendo a lo grandioso, pabellones de follaje pasional, raíces emergidas, palas vegetales, cocoteros directos, y en medio de estas espumas verdes, pasaba con mi sombrero puntiagudo y un corazón por completo novelesco, con tranco pesado de esplendor, porque a medida que mis poderes se roían, y destruidos en polvo buscaban simetría como los muertos en los cementerios, los lugares conocidos, las extensiones hasta esa hora despreciadas, y los rostros que como plantas lentas brotaban, en mi abandono, variaban a mi alrededor con terror y sigilo,, como cantidades de hojas que un otoño súbito trastorna.
Loros, estrellas, y además el sol oficial, y una brusca humedad, hicieron nacer en mí un gusto ensimismado por la tierra y cuanta cosa la cubría, y una satisfacción de casa vieja por sus murciélagos, una delicadeza de mujer desnuda por sus uñas, dispusieron en mí como de armas débiles y tenaces de mis facultades vergonzosas, y la melancolía puso su estría en mi tejido, y la carta de amor, pálida de papel y temor, sustrajo su araña trémula que apenas teje y sin cesar desteje y teje. Naturalmente, de la luz lunar, de su circunstancial prolongación, y más aún, de su eje frío, que los pájaros (golondrinas, ocas) no pueden pisar ni en los delirios de la emigración, de su piel azul, lisa, delgada y sin alhajas, caí hacia el duelo, como quien cae herido de arma blanca. Yo soy sujeto de sangre especial, y esa substancia a la vez nocturna y marítima me hacía alterar y padecer, y esas aguas subcelestes degradaban mi energía y lo comercial de mi disposición.
De ese modo histórico mis huesos adquirieron gran preponderancia en mis intenciones: el reposo, las mansiones a la orilla del mar me atraían sin seguridad, pero con destino, y una vez llegado al recinto, rodeado del coro mudo y más inmóvil, sometido a la hora postrera y sus perfumes, injusto con las geografías inexactas y partidario mortal del sillón de cemento, aguardo el tiempo militarmente, y con el florete de la aventura manchado de sangre
olvidada.
He venido para ver semblantes
Amables como viejas escobas,
He venido para ver las sombras
Que desde lejos me sonríen.
He venido para ver los muros
En el suelo o en pie indistintamente,
He venido para ver las cosas,
Las cosas soñolientas por aquí.
He venido para ver los mares
Dormidos en cestillo italiano,
He venido para ver las puertas,
El trabajo, los tejados, las virtudes
De color amarillo ya caduco.
He venido para ver la muerte
Y su graciosa red de cazar mariposas,
He venido para esperarte
Con los brazos un tanto en el aire,
He venido no sé por qué;
Un día abrí los ojos: he venido.
Por ello quiero saludar sin insistencia
A tantas cosas más que amables:
Los amigos de color celeste,
Los días de color variable,
La libertad del color de mis ojos;
Los niñitos de seda tan clara,
Los entierros aburridos como piedras,
La seguridad, ese insecto
Que anida en los volantes de la luz.
Adiós, dulces amantes invisibles,
Siento no haber dormido en vuestros brazos.
Vine por esos besos solamente;
Guardad los labios por si vuelvo.
Señor
recibe a esta muchacha conocida en toda la Tierra con el nombre de Marilyn Monroe,
aunque ése no era su verdadero nombre
(pero Tú conoces su verdadero nombre, el de la huerfanita violada a los 9 años
y la empleadita de tienda que a los 16 se había querido matar)
y que ahora se presenta ante Ti sin ningún maquillaje
sin su Agente de Prensa
sin fotógrafos y sin firmar autógrafos
sola como un astronauta frente a la noche espacial.
Ella soñó cuando niña que estaba desnuda en una iglesia (según cuenta el Times)
ante una multitud postrada, con las cabezas en el suelo
y tenía que caminar en puntillas para no pisar las cabezas.
Tú conoces nuestros sueños mejor que los psiquiatras.
Iglesia, casa, cueva, son la seguridad del seno materno
pero también algo más que eso...

Las cabezas son los admiradores, es claro
(la masa de cabezas en la oscuridad bajo el chorro de luz).
Pero el templo no son los estudios de la 20th Century-Fox.
El templo -de mármol y oro- es el templo de su cuerpo
en el que está el hijo de Hombre con un látigo en la mano
expulsando a los mercaderes de la 20th Century-Fox
que hicieron de Tu casa de oración una cueva de ladrones.
Señor
en este mundo contaminado de pecados y de radiactividad,
Tú no culparás tan sólo a una empleadita de tienda
que como toda empleadita de tienda soñó con ser estrella de cine.
Y su sueño fue realidad (pero como la realidad del tecnicolor).
Ella no hizo sino actuar según el script que le dimos,
el de nuestras propias vidas, y era un script absurdo.
Perdónala, Señor, y perdónanos a nosotros
por nuestra 20th Century
por esa Colosal Super-Producción en la que todos hemos trabajado.
Ella tenía hambre de amor y le ofrecimos tranquilizantes.
Para la tristeza de no ser santos
                                                        se le recomendó el Psicoanálisis.
Recuerda Señor su creciente pavor a la cámara
y el odio al maquillaje insistiendo en maquillarse en cada escena
y cómo se fue haciendo mayor el horror
y mayor la impuntualidad a los estudios.

Como toda empleadita de tienda
soñó ser estrella de cine.
Y su vida fue irreal como un sueño que un psiquiatra interpreta y archiva.

Sus romances fueron un beso con los ojos cerrados
que cuando se abren los ojos
se descubre que fue bajo reflectores
                                                              ¡y se apagan los reflectores!
Y desmontan las dos paredes del aposento (era un set cinematográfico)
mientras el Director se aleja con su libreta
          porque la escena ya fue tomada.
O como un viaje en yate, un beso en Singapur, un baile en Río
          la recepción en la mansión del Duque y la Duquesa de Windsor
vistos en la salita del apartamento miserable.
La película terminó sin el beso final.
La hallaron muerta en su cama con la mano en el teléfono.
Y los detectives no supieron a quién iba a llamar.
Fue
como alguien que ha marcado el número de la única voz amiga
y oye tan solo la voz de un disco que le dice: WRONG NUMBER
O como alguien que herido por los gangsters
alarga la mano a un teléfono desconectado.

Señor:
quienquiera que haya sido el que ella iba a llamar
y no llamó (y tal vez no era nadie
o era Alguien cuyo número no está en el Directorio de los Ángeles)
           
¡contesta Tú al teléfono!
Con una mirada puedo enseñarte mi corazón & en la tuya puedo ver un lindo amanecer.
Con mis abrazos te puedo regalar seguridad & con los tuyos puedo volar.
En mi pecho te puedes dormir & en tus hombres encuentro un consuelo.
Son al principio un leve proyecto sobre planos,
propósitos, palabras, papel, la nada apenas,
esos graves tractores que parten de las manos
como ganaderías sólidas con cadenas.

Se congregan metales de zonas diferentes,
prueban su calidad los finos probadores,
la fundición, la forja, los metálicos dientes.
Y empieza el nacimiento veloz de los tractores.

Id conmigo a la fábrica-ciudad: venid, que quiero
contemplar con los pueblos las creaciones violentas,
la gestación del aire y el parto del acero,
el hijo de las manos y de las herramientas.

La fábrica se halla guardada por las flores,
los niños, los cristales, en dirección al día.
Dentro de ella son leves trabajos y sudores,
porque la libertad puso allí la alegría.

Fragor de acero herido, resoplidos brutales,
hierro latente, hierro candente, torturado,
trepidando, piafando, rodando en espirales,
en ruedas, en motores, caballo huracanado.

Una visión de hierro, de fortaleza innata,
un clamor de metales probados, perseguidos,
mientras de nave en nave se encabrita y desata
con dólmenes de espuma, chispazos y rugidos.

Es como una extensión de furias que contienen
su casco apasionado sobre desfiladeros,
contra muros en donde se gastan, van y vienen,
con llamas de sudor y grasa los obreros.

Chimeneas de humo largo, sordo, grasiento,
acosan con penumbras a la creadora masa,
a la generadora masa que obra el portento,
el tractor con los dientes sepultados en grasa.

Hornos de fogonazos: perspectivas de lumbre.
Irradian los carbones como el sol, las calderas,
los lavaderos donde llega la muchedumbre
del metal que retiene sus escorias primeras.

Laten motores como del agua poseídos,
hélices submarinas, martillos, campanarios,
correas, ejes, chapas. Y se oyen estallidos,
choques de terremotos, rumores planetarios.

Leones de azabache, por estas naves grises,
selvas civilizadas, calenturientas moles,
relucen los obreros de todos los países
como si trabajaran en la creación de soles.

En la sección de fraguas y sonidos más puros,
se hacen más consistentes las domadas fierezas.
Y el tornillo penetra como un **** seguro,
tenaz, uniendo partes, desarrollando piezas.

Veloz de mano en mano, crece el tractor y pasa
a ser un movimiento de titán laborioso,
un colosal anhelo de hacer la espiga rasa,
fértiles los baldíos, dilatado el reposo.

Ya va a llegar el día feliz sobre la frente
de los trabajadores: aquel día profundo
en que sea el minuto jornada suficiente
para hacer un tractor capaz de arar el mundo.

Ya despliega el vigor su piel generadora,
su central de energías, sus titánicos rastros.
Y los hombres se entregan a la función creadora
con la seguridad suprema de los astros.

La fábrica-ciudad estalla en su armonía
mecánica de brazos y aceros impulsores.
Y a un grito de sirenas, arroja sobre el día,
en un grandioso parto, raudales de tractores.
Se retrocede con seguridad
pero se avanza a tientas
uno adelanta manos como un ciego
ciego imprudente por añadidura
pero lo absurdo es que no es ciego
y distingue el relámpago la lluvia
los rostros insepultos la ceniza
la sonrisa del necio las afrentas
un barrunto de pena en el espejo
la baranda oxidada con sus pájaros
la opaca incertidumbre de los otros
enfrentada a la propia incertidumbre

se avanza a tientas / lentamente
por lo común a contramano
de los convictos y confesos
en búsqueda tal vez
de amores residuales
que sirvan de consuelo y recompensa
o iluminen un pozo de nostalgias

se avanza a tientas / vacilante
no importan la distancia ni el horario
ni que el futuro sea una vislumbre
o una pasión deshabitada

a tientas hasta que una noche
se queda uno sin cómplices ni tacto
y a ciegas otra vez y para siempre
se introduce en un túnel o destino
que no se sabe dónde acaba
Ya está guardado en la trena
Tu querido Escarramán,
Que unos alfileres vivos
Me prendieron sin pensar.
Andaba a caza de gangas,
Y grillos vine a cazar,
Que en mí cantan como en haza
Las noches de por San Juan.
Entrándome en la bayuca,
Llegándome a remojar
Cierta pendencia mosquito,
Que se ahogó en vino y pan,
Al trago sesenta y nueve,
Que apenas dije «Allá va»,
Me trajeron en volandas
Por medio de la Ciudad.
Como al ánima del sastre
Suelen los diablos llevar,
Iba en poder de corchetes
Tu desdichado jayán.
Al momento me embolsaron
Para más seguridad
En el calabozo fuerte
Donde los Godos están.
Hallé dentro a Cardeñoso,
Hombre de buena verdad,
Manco de tocar las cuerdas
Donde no quiso cantar.
Remolón fue hecho cuenta
De la sarta de la Mar,
Porque desabrigó a cuatro
De noche en el Arenal.
Su amiga la Coscolina
Se acogió con Cañamar,
Aquel que sin ser San Pedro,
Tiene llave universal.
Lobrezno está en la Capilla.
Dicen que le colgarán,
Sin ser día de su Santo,
Que es muy bellaca señal.
Sobre el pagar la patente
Nos venimos a encontrar
Yo y Perotudo el de Burgos:
Acabóse la amistad.
Hizo en mi cabeza tantos
Un jarro que fue orinal,
Y yo con medio cuchillo
Le trinché medio quijar.
Supiéronlo los señores
Que se lo dijo el Guardián,
Gran saludador de culpas,
Un fuelle de Satanás.
Y otra mañana a las once,
Víspera de San Millán,
Con chilladores delante
Y envaramiento detrás,
A espaldas vueltas me dieron
El usado centenar,
Que sobre los recibidos
Son ochocientos y más.
Fui de buen aire a caballo,
La espalda de par en par,
Cara como del que prueba
Cosa que le sabe mal;
Inclinada la cabeza
A Monseñor Cardenal;
Que el rebenque sin ser Papa,
Cría por su potestad.
A puras pencas se han vuelto
Cardo mis espaldas ya,
Por eso me hago de pencas
En el decir y el obrar.
Agridulce fue la mano,
Hubo azote garrafal,
El asno era una tortuga,
No se podia menear.
Sólo lo que tenía bueno
Ser mayor que un Dromedal,
Pues me vieron en Sevilla
Los moros de Mostagán.
No hubo en todos los ciento
Azote que echar a mal;
Pero a traición me los dieron:
No ne pueden agraviar.
Porque el pregón se entendiera
Con voz de más claridad,
Trajeron por pregonero
Las Sirenas de la Mar.
Envíanme por diez años
¡Sabe Dios quién los verá!
A que, dándola de palos,
Agravie toda la Mar.
Para batidor del agua
Dicen que me llevarán,
Y a ser de tanta sardina
Sacudidor y batán.
Si tienes honra, la Méndez,
Si me tienes voluntad,
Forzosa ocasión es ésta
En que lo puedes mostrar.
Contribúyeme con algo,
Pues es mi necesidad
Tal, que tomo del verdugo
Los jubones que me da;
Que tiempo vendrá, la Méndez,
Que alegre te alabarás
Que a Escarramán por tu causa
Le añudaron el tragar.
A la Pava del cercado,
A la Chirinos, Guzmán,
A la Zolla y a la Rocha,
A la Luisa y la Cerdán,
A Mama, y a Taita el viejo,
Que en la guarda vuestra están,
Y a toda la gurullada
Mis encomiendas darás.
Fecha en Sevilla, a los ciento
De este mes que corre ya,
El menor de tus Rufianes
Y el mayor de los de acá.
Los vagones resbalan
sobre los trastes de la vía,
para cantar en sus dos cuerdas
la reciedumbre del paisaje.

Campos de piedra,
donde las vides sacan
una mano amenazante
de bajo tierra.

Jamelgos que llevan
una vida de asceta,
con objeto de entrar
en la plaza de toros.

Chanchos enloquecidos de flacura
que se creen una Salomé
porque tienen las nalgas muy rosadas.

Sobre la cresta de los peñones,
vestidas de primera comunión,
las casas de los aldeanos se arrodillan
a los pies de la iglesia,
se aprietan unas a otras,
la levantan
como si fuera una custodia,
se anestesian de siesta
y de repiqueteo de campana.

A riesgo de que el viaje termine para siempre,
la locomotora hace pasar las piedras
a diez y seis kilómetros
y cuando ya no puede más,
se detiene, jadeante.

A veces "suele" acontecer
que precisamente allí
se encuentra una estación.
¡Campanas! ¡Silbidos! ¡Gritos!;
y el maquinista, que se despide siete veces
del jefe de la estación;
y el loro, que es el único pasajero que protesta
por las catorce horas de retardo;
y las chicas que vienen a ver pasar el tren
porque es lo único que pasa.

De repente,
los vagones resbalan
sobre los trastes de la vía,
para cantar en sus dos cuerdas
la reciedumbre del paisaje.

Campos de piedra,
de donde las vides sacan
una mano amenazante
de bajo tierra.

Jamelgos que llevan
una vida de asceta,
con objeto de entrar
en la plaza de toros.

Chanchos enloquecidos de flacura
que se creen una Salomé
porque tienen las nalgas muy rosadas.

En los compartimentos de primera,
las butacas nos atornillan sus elásticos
y nos descorchan un riñón,
en tanto que las arañas
realizan sus ejercicios de bombero
alrededor de la lamparilla
que se incendia en el techo.

A riesgo de que el viaje termine para siempre,
la locomotora hace pasar las piedras
a diez y seis kilómetros,
y cuando ya no puede más,
se detiene, jadeante.

¿Llegaremos al alba,
o mañana al atardecer...?
A través de la borra de las ventanillas.
el crepúsculo espanta
a los rebaños de sombras
que salen de abajo de las rocas
mientras nos vamos sepultando
en una luz de catacumba.

Se oye:
el canto de las mujeres
que mondan las legumbres
del puchero de pasado mañana;
el ronquido de los soldados
que, sin saber por qué,
nos trae la seguridad
de que se han sacado los botines;
los números del extracto de lotería,
que todos los pasajeros aprenden de memoria.
pues en los quioscos no han hallado
ninguna otra cosa para leer.

¡Si al menos pudiéramos arrimar un ojo
a alguno de los agujeritos que hay en el cielo!

¡Campanas! ¡Silbidos! ¡Gritos!;
y el maquinista, que se despide siete veces
del jefe de la estación;
y el loro, que es el único pasajero que protesta
por las veintisiete horas de retardo;
y las chicas que vienen a ver pasar el tren
porque es lo único que pasa.

De repente,
los vagones resbalan
sobre los trastes de la vía,
para cantar en sus dos cuerdas
la reciedumbre del paisaje.
Qué esperanza considerar, qué presagio puro,
qué definitivo beso enterrar en el corazón,
someter en los orígenes del desamparo y la inteligencia,
suave y seguro sobre las aguas eternamente turbadas?

Qué vitales, rápidas alas de un nuevo ángel de sueños
instalar en mis hombros desnudos para seguridad perpetua,
de tal manera que el camino entre las estrellas de la muerte
sea un violento vuelo comenzado desde hace muchos días y meses y siglos?

Tal vez la debilidad natural de los seres recelosos y ansiosos
busca de súbito permanencia en el tiempo y límites en la tierra,
tal vez las fatigas y las edades acumuladas implacablemente
se extienden como la ola lunar de un océano recién creado
sobre litorales y tierras angustiosamente desiertas.

Ay, que lo que yo soy siga existiendo y cesando de existir,
y que mi obediencia se ordene con tales condiciones de hierro
que el temblor de las muertes y de los nacimientos no conmueva
el profundo sitio que quiero reservar para mí eternamente.

Sea, pues, lo que soy, en alguna parte y en todo tiempo,
establecido y asegurado y ardiente testigo,
cuidadosamente destruyéndose y preservándose incesantemente,
evidentemente empeñado en su deber original.
martin v Jan 2021
estoy completamente perdido en el añoramiento que te tengo
te veo y encuentro cosas hermosas que envidio
te escucho y mis oídos bailan una danza de felicidad y comodidad aguda,
pues no hay mejor sonido que el de la seguridad plena

siento la atracción efímera y la lujuria inconstante solo con recordarte
la manera patética y fantástica en la que tus ojos y tu sonrisa iluminan todo por lo que son observados

la grandeza entera del universo está condensada en ti y es injusto para los planetas y las estrellas

eres el motor de la vida,
las abejas recogen el pollen soñando con la posibilidad de que seas tu la que consuma su miel
y los árboles compiten por ver quién dura más tiempo vivo,
solo por que aún existe la posibilidad de que respires el oxígeno que ellos producen

realmente devastador es,
poder tener el privilegio inmenso de compartir un romance foráneo contigo, y no poder tenerte cuando el sol se vuelve en luna

hay momentos en los que no deseo nada más
y de todas formas mi cobardía no me permite escapar de la seguridad aburrida y gris de mi estado actual

mi sueño es que algún día coincidamos en nuestros deseos
que llegue el: o grandioso momento anhelado y esperado en el que la mescolanza amarga y la inseguridad lamentable se conviertan en
decisión ambiciosa y confianza violenta
para que por fin podamos adorar al otro como merecemos ser adorados
Todos sabemos que nada ni nadie habrá de ahorrarnos el final
sin embargo hay que vivir como si fuéramos inmortales
sabemos que los caballos y los perros tienen las patas sobre la tierra
pero no es descartable que en una nochebuena se lancen a volar

sabemos que en una esquina no rosada aguarda el ultimátum de la
envidia
pero en definitiva será el tiempo el que diga dónde es
dónde y quién es quién

sabemos que tras cada victoria el enemigo regresa buscando más
triunfos
y que volveremos a ser inexorablemente derrotados vale decir que
venceremos

sabemos que el odio viene lleno de imposturas
pero que las va a perder antes del diluvio o después del carnaval
sabemos que el hambre está desnuda desde hace siglos
pero también que los saciados responderán por los
hambrientos

sabemos que la melancolía es un resplandor y sólo eso
pero a los melancólicos nadie les quita lo bailado
sabemos que los bondadosos instalan cerrojos de seguridad
pero la bondad suele escaparse por los tejados
sabemos que los decididores deciden como locos o miserables
y que mañana o pasado alguien decidirá que no decidan

sintetizando / todos sabemos que nada ni nadie habrá de
ahorrarnos el final
pero así y todo hay que vivir como si fuéramos inmortales
marsh Sep 2017
No eres solo lo que piensas,
Lo que ves, lo que representas.

Eres luz, pasión, una estrella fugaz que
si te descuidas
No podrás realmente apreciar

Eres el baile lento
café con vainilla que jamás se acaba
La sal de playa
El silencio de una respiración
La seguridad de voltear y encontrarte

Eres truenos, lluvia, gritos de silencio
Un terremoto, una inundación

Eres galaxia
Interminable, extraordinaria

Eres tú y solo tú.
Victor D López Dec 2019
Aunque estoy parado en los hombros de gigantes, no veo mucho más lejos que el puente de mi nariz.
La culpa es mía. La vergüenza es mía.  Pues no soy digno de ustedes, mis queridos muertos.

Parte I - Emilio (abuelo materno)
Su crimen fue su inteligencia y su posesión de una conciencia social,
Que le hizo anhelar ver a su amada España permanecer libre y le impidió tolerar a fascistas.
No porto armas, aborrecía todo tipo de violencia. No incito la rebelión,
Aunque se rebeló contra los enemigos de la libertad nacionales y extranjeros.

Fue apasionadamente un idealista que, en un tiempo de oscuridad, se aferraba a la
Creencia en la perfectibilidad del espíritu humano.  No pudo soportar las mentiras que los periódicos Regionales llevaban diariamente y tradujo noticias de los periódicos estadounidenses y británicos sobre La creciente tormenta, compartiendo la verdad libremente con todos los que le escuchaban.

Dio discursos y escribió discursos dados por otros en apoyo a un condenada República,
Derrumbándose bajo el peso de su propia incompetencia y corrupción.
Le avisaron amigos de su inminente arresto y le ofrecieron pasaje a Estados Unidos o a
Buenos Aires donde muchos de sus amigos ya habían encontrado refugio.

Pero no conseguirían pasaje para su esposa y nueve hijos, y se negó a abandonarlos a su suerte.
Ellos vinieron por usted, como siempre, en medio de la noche, esos cobardes con rostros severos Escondidos detrás de ametralladoras.  Le llevaron preso, no por la primera vez, al Castillo de San Antón, una fortaleza en una bahía hermosa y tranquila, y lo transfirieron a otros calabozos.

Le arrancaron las uñas, una por una, y esos sus más tiernas caricias, mientras le pidieron nombres.
Lo que soportó, solo Dios lo sabe, mediante meses, y fue condenado a muerte como un traidor.
Le abrían fusilado en La Plaza de María Pita. Pero la República tenía amigos, hasta entre algunos oficiales Fascistas, y uno de ellos le abrió la puerta de su celda en la víspera de su ejecución.

Había sido transferido al Castillo de San Antón a esperar su sentencia. No obstante de haber contraído Tuberculosis entonces, sin embargo, según mi abuela, logro nadar de A Coruña a Sada a través de la Bahía en una noche sin luna, a la seguridad en el hogar de otro patriota que arriesgo su vida y la de su Familia para esconderle en su sótano y realizo un viaje de muchos kilómetros a pie para encontrar a su esposa.

Encontró su casa y le informo a su esposa del inesperado aplazamiento, y le pidió que enviara alguna
Ropa y zapatos para reemplazar sus trapos sucios.  Su hija mayor, María, insistió en
Acompañar a ese honrado desconocido, llevando cuanta ropa, comida y afectos personales
Pudo rápidamente recoger para llevárselos, sin saber cuándo le podría volver a ver.
De vez en cuando acepto la hospitalidad de una noche de estancia en el desván o ático de un Simpatizante republicano, los cuales no eran difíciles de encontrar en una Galicia
Ferozmente independiente bajo el yugo de uno de los suyos.
Pero sobre todo vivido en el bosque, con guerrilleros activos durante años.

Vivió con todas las comodidades de un animal cazado con otros que no cederían,
Cuyo mayor delito consistió en estar en el lado equivocado de una causa perdida.
Espero que le diese algo de consuelo el saber que estabas en el lado derecho de la historia.
No se lo dio a su esposa ni a sus nueve hijos.

Usted pagó muchos inimaginables sacrificios como penitencia por su conciencia.
Una vez al mes o más, después de pasado algún tiempo, visitó su esposa e hijos. Le introdujeron a los Más pequeños como un tío que vivía lejos. No sabían ellos que el barbudo salvaje que pagaba estas Visitas en media noche y se despedía antes de amanecer llevando puesta la ropa vieja y limpia de papa.

Los más mayores, María, Josefa, Juan y Toñita, todos aun en su adolescencia, les decían a los más Pequeños que su "tío" portaba noticias de su padre. Los niños más jóvenes, aun vistiendo los mantos Deshilachados de su inocencia, aceptaban esto, no cuestionando por qué se quedaba en el cuarto de Mamá toda la noche y se había ido siempre antes que despertaron la mañana siguiente.

No puedo concebir la profundidad de su angustia en tener que interpretar el papel de un extraño en su Propia casa, de no poder abrazar a sus hijos más pequeños quienes adoraba, para prevenir que los Vecinos fascistas quienes trataban a menudo de adquirir informes de ellos con pasteles y dulces en Tiempos de hambre, tratando de usar su Inocencia como un arma contra usted.

Sus padres eran relativamente ricos empresarios que cultivan el mar pero lo desheredaron—
Tal vez por su forma de actuar, tal vez por elegir a emigrar, negándose a unirse a la empresa familiar o Tal vez por casarse por amor en la ciudad de Nueva York con una joven sumamente trabajadora pero De clase humilde y estación social inferior en los ojos de sus padres.

Vivió lo suficiente para ver el fin de la guerra civil, pero no a su amada España liberada de sus cadenas.
Falleció antes de sufrir las consecuencias de la guerra cuyo fin fue el preludio de décadas de
Angustiantes cosechas de angustia y Amargura a quienes la sobrevivieron.
No se salvaron de esa cosecha su esposa y sus hijos.

No hay libros que graben su nombre. La mayoría de quienes le conocieron están muertos.
No obstante, siete décadas después de su fallecimiento aun aparecen en su nicho flores en el Cementerio de Fontan que guarda sus cenizas y las de su hijo mayor, Juan y su hija,
Toñita, quienes murieron aún mucho más jóvenes que usted, a los 19 y 15 años.

También yacen allí las cenizas de su esposa, Remedios, donde el
Honor, la bondad, la decencia, y un Corazón puro y deshecho en su
Muy corta vida por un mundo muy poco merecedor de su
Presencia finalmente descansan en paz.

____
Translated from my English original poem "Unsung Heroes -- Part I: Emilio (Maternal Grandfather)" available in its original English version here: https://hellopoetry.com/poem/2904353/unsung-heroes-1-emilio-maternal-grandfather/
My reading of this poem in its English original version is available at https://www.youtube.com/watch?v=5FXkhtOltEc
La luna, como la esfera luminosa del reloj de un edificio público.
¡Faroles enfermos de ictericia! ¡Faroles con gorras de "apache", que fuman un cigarrillo en las esquinas!
¡Canto humilde y humillado de los mingitorios cansados de cantar!;Y silencio de las estrellas, sobre el asfalto humedecido!
¿Por qué, a veces, sentiremos una tristeza parecida a la de un par de medias tirado en un rincón?, y ¿por qué, a veces, nos interesará tanto el partido de pelota que el eco de nuestros pasos juega en la pared?
Noches en las que nos disimulamos bajo la sombra de los árboles, de miedo de que las casas se despierten de pronto y nos vean pasar, y en las que el único consuelo es la seguridad de que nuestra cama nos espera, con las velas tendidas hacia un país mejor.
Oh dama sin corazón, hija del cielo,
auxíliame en esta solitaria hora,
con tu directa indiferencia de arma
y tu frío sentido del olvido.

Un tiempo total como un océano,
una herida confusa como un nuevo ser,
abarcan la tenaz raíz de mi alma
mordiendo el centro de mi seguridad.

Qué espeso latido se cimbra en mi corazón
como una ola hecha de todas las olas,
y mi desesperada cabeza se levanta
en un esfuerzo de salto y de muerte.

Hay algo enemigo temblando en mi certidumbre,
creciendo en el mismo origen de las lágrimas,
como una planta desgarradora y dura
hecha de encadenadas hojas amargas.
Victor D López Dec 2019
Fue una joven gentil cortejada por un hombre trece
Años mayor que usted que la cortejó galantemente
Cabalgando orgullosamente encima de su gran corcel, y que le ofreció
Seguridad personal y económica, su buen nombre y su corazón.

Le dio cuatro hijos —dos niños y dos niñas— y la dejó con ellos,
Justo antes de que la Guardia Civil viniera por él. Les dijo que
Su marido había emigrado a Argentina y era un hombre honrado.
La interrogaron pero se fueron con las manos vacías y no la molestaron mas.

Durante las siguiente dos década, usted manejó los asuntos de su marido,
Continuó con su negocio por un tiempo,
Lamentó la muerte de su hijo menor, Manolito, a la meningitis,
Y encontró consuelo en su existencia, que era mejor que el de la mayoría.

Fue una mujer orgullosa, recta, guapa, con ojos
Azules, grandes, penetrantes, y profundos, aunque no una
Belleza radiante como su hermana mayor, que murió joven pero cuya belleza la
Sobrevivió durante mucho tiempo en ojos de muchos.

Pero era hermosa, y gano más que su parte de miradas de pretendientes cuando más joven.
Y usted siempre recordó con cariño los jóvenes de buenas familias que la cortejaron,
A quienes mantuvo a distancia adecuada a través de su virtud, empuñada como un gran
Escudo; no obstante relató siempre sus atenciones con obvio orgullo.

Fue amable, generosa y abnegada. Era sumamente fuerte, aunque este
Rasgo no fuese alentado por las mujeres apropiadas de la época. Era una buena
Amiga, y aunque podía aparentar tan distante como una reina caminando entre sus
Súbditos, tenía muchos amigos íntimos entre ambos ricos y pobres.

Aunque orgullosa, labró la tierra y cultivó patatas, remolachas, habas,
Repollo, alcachofas y muchos otros vegetales en su amplio jardín.
Recogió manzanas, limones, peras, higos y muchas otras frutas para sus hijos,
De sus árboles frutales, ordeño sus vacas y crió pollos y conejos.

Su orgullo y amor propio la sostuvieron a través de los tiempos mas difíciles, y se consoló
En su ilustre pariente, José Sánchez Bregua (1810-1897), el distinguido General y
Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas de España, y Ministro de Guerra cuyo
Funeral de estado en 1897 fue la primera película realizada en España.

Sus recuerdos de un pasado más suave coloreado por la gloria real e imaginada,
Y su orgullo demasiado ardiente por sus hijos, nietos y familia,
Le rescataron de la soledad y de las realidades desagradables de la vida, y se
Condenó y contento en recordar el pasado a cambio de vivir el presente.

La última vez que la vi, era tan fuerte y encantadora como siempre, con una postura perfecta
Y cada cabello en su lugar. Sus ojos aún claros y brillantes como el cielo, y su sonrisa tan suave y
Tranquilizadora como siempre lo había sido. Pero no me conoció a mi ni a papá, y nos habló de
Nosotros, su hijo y nieto en Nueva York, de quienes estaba tan orgullosa.

Mientras papá y yo nos sentamos a su lado, nos contó tanto sobre nosotros mismos como sobre
Sánchez Bregua, y sus muchos pretendientes cuando era joven, y de sus amigos
virtuosos, y del buen nombre de su marido, y de su posición en la Comunidad, y no
Susurro ni una sola palabra de dolor, de soledad o de sacrificio propio.

Su voz suave sólo hablaba de cosas agradables que habíamos oído muchas veces anteriormente.
Su fuerza, su temple, su vida diferida, sus heridas cubiertas por la única
Salve disponible — el orgullo— y por el conocimiento inquebrantable de quién era
Sin un momento desperdiciado en la contemplación sin sentido de lo que podría haber sido.

Papá y yo la dejamos por última vez, contentamente alborotándose con su antigua máquina de Coser, la misma en la que había hecho la ropa de sus hijos, y enseño a sus dos
Hijas su oficio. No nos reconoció, pero charló cortésmente sin notar nuestras
Lágrimas ese día ni cuando papá y yo dijimos lo que sería nuestro último adiós.

______
Translation of my earlier poem, "Unsung Heroes - Part IV: Maria (Paternal Grandmother). The English original was published in my Of Pain and Ecstasy: Collected Poems (along with Unsung Heroes Parts I-III, (C) 2011, 2019) and is available online in its original English version here: https://allpoetry.com/poem/14264897-Unsung-Heroes--4-Maria--paternal-grandmother--by-Victor-­D.-L%C3%B3pez]
Marco Bo Nov 2018
under this scratch of sky to us assigned
I do not want to be useful
I want to be close to you.....

not telling you what you do not remember or do not know
but gather the threads that tie our words
dispersed in infinite space
and knot them one by one,
the words
so to weave a net

a safety net on which we may let us go,
fall
with all our thoughts
before it's late

of other possible goodness
I do not know
................
sotto questo graffio di cielo a noi assegnato
io non voglio esserti utile
voglio esserti vicino.....

non dirti cosa non ricordi o non sai
ma raccogliere i fili a cui sono legate le nostre parole

disperse nello spazio infinito
e annodarle una ad una, le parole
così da tessere una rete

una rete di protezione sulla quale lasciarci andare
cadere
con tutti i nostri pensieri
prima che sia tardi

di altro bene possibile
non so

inútil

bajo este rasguño del cielo a nosotros asignado
no quiero ser util
yo quiero estar cerca de ti.....

no decirte lo que no recuerdas o no sabes
en cambio recoger los hilos donde estàn atadas nuestras palabras
dispersas en el espacio infinito
y atarlas una por una,
las palabras
para tejer una red

una red de seguridad en la que podemos dejarnos ir,
caer
con todos nuestros pensamientos
antes de que sea tarde

de otra posible bondad
no sé

................

inutile

sous cette égratignure du ciel pour nous assigné
Je ne veux pas être utile
Je veux être près de toi.....

ne pas vous dire ce que vous ne rappelez ou ne savez pas
mais rassembler les fils qui lient tous nos mots
dispersés dans un espace infini
et les nouer un par un,
les mots
ainsi tisser un filet

un filet de sécurité sur lequel nous pouvons nous laisser aller,
tomber
avec toutes nos pensées
avant qu'il soit ****

d'autre bonté possible
Je ne sais pas
aquí disfruto el sonido de la lluvia
mientras me fumo mi cigarro
pensando en conocerte mas

quisiera poder darte un masaje
algo que te libere del ácido
para reemplazarlo con cariño
y mejorar tus días largos
y alargar los cortos

en fin un trio con
un bote de aceite de coco
infuso con lavanda
de la misma forma que no hemos envolvido  
uno al otro

quisiera aprovechar
tu dolor de espalda y muslos
y enseñarte más relajación
mientras te oigo cantar
del alivio de cuerpo
el alivio de mente
el de tu alma

aqui ando imaginandote
visualizando mi seguridad en que
tus fotos nunca te harán suficiente justicia

queriendo tenerte entres mis dedos
y mis labios
como este cigarro
y su humo

-melancholicreator
another spanish one, enjoy. que lo disfruten ;)
Victor D López Dec 2019
El río de la vida,
Fluye por un rato,
Y muy pronto seca.

Míralo desde la orilla,
Desde la seguridad de la tierra firme,
Y nunca te ahogarás.

Pero si te sumerges en el,
Navegas los rápidos fluviales, arriesgas las cataratas,
Flotas en sus curvas plácidas.

Conoceras la alegría,
De paisajes en constante cambio,
Más que vale la pena el riesgo.

Te rasparan las rocas,
No encontraras sombra contra el sol,
Y poco tiempo para el descanso.

Cuando las aguas se secan,
Y llegas al final de tu viaje,
Realmente habrás vivido.
Jorge Rangel Aug 2023
Lo sé; estoy seguro!
Si!; claramente te entendí.
sabes bien cómo trabaja mi mente
que prefiero rotundamente discernir.
Mas siendo conmigo honesto
Nunca creció una duda dentro de mi.

Lo sé; estoy seguro !
Otra vez lo pediste y yo me fui.
Esa primera vez no pensé nada.
La segunda ocasión, te justifique.
Hoy tengo que ser conmigo honesto
No hay duda alguna dentro de mí.

Lo sé; estoy seguro!
“Si yo, besarme te deje”
En esa frase me dijiste
que no lo hiciste por placer.
y siendo conmigo honesto.
No existió duda de eso,
Ni al besarme, en mi dudé.

Lo sé; estoy seguro!
Tengo claro en mi mente
Se muy bien lo que escuché
“Que si yo, te golpearía?
Con seguridad te respondí!
exigiendo la convicción
de serme honesto.
Te digo hoy!
nunca he dudado de mí.

— The End —