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Timmy Shanti Jun 2012
To smile at the carnation,
So gallantly growing,
At peace with this world.
In silence...
I tune in a short conversation
Between minds and bodies -
Incredibly cold.

My heart has surrendered
To nightingale's song.
I dream of Rhode Island...
I'm leaving! So long!

The winds of Sonora,
My nannies and friends.
My love for Evora -
My tears know no end.

The shadows of Mordor,
With sunrise they fade.
Grace, Kindness and Splendour:
Three Buddhas in jade.

I feed roastede pidgeone
To poor ryebread crumbs.
Avoiding curmudgeons,
I'm playing professional dumb.

Caressing the grass-blades,
I live in a drop.
Arcadian arcade:
There, God has no job.

In hurting the Nature
We drain our souls.
Let’s all at once cease
Being ignorant ghouls.

...To stroke the carnation,
To gently kiss buds.
To eat simple meals
Like lentils and spuds.

To carry some water,
To chop down some trees.
To stop feeling rotten.
My soul is at peace.

The time is forever,
The purpose is now.
No “when” and no “where”,
No “why” and no “how”.

The light effervescent,
The sound circumaural,
The hearts ever-pleasant,
The dreams polynomial.

...Collapsing eternity,
Upheaving humanity,
Rock-bottom fraternity,
Defying the gravity.

Creative destruction
Is staunchly forbidding.
The wisdom of ancients
Is widely-misleading.

Depleting our anger
Is key to survival.
Harnessing the hunger,
Improptu revival.

Combustion of senses,
Precarious laughter.
Incurable sepsis,
Delirious canter.

Regrets are forgotten,
Bright days are all-cherished.
Let’s live unbegotten
Until we all perish.

13.06.2012
Mes de rosas. Van mis rimas
en ronda, a la vasta selva,
a recoger miel y aromas
en las flores entreabiertas.
Amada, ven. El gran bosque
es nuestro templo; allí ondea
y flota un santo perfume
de amor. El pájaro vuela
de un árbol a otro y saluda
la frente rosada y bella
como a un alba; y las encinas
robustas, altas, soberbias,
cuando tú pasas agitan
de los himnos de esa lengua;
sus hojas verdes y trémulas,
y enarcan sus ramas como
para que pase una reina.
¡Oh amada mía! Es el dulce
tiempo de la primavera.

Mira: en tus ojos, los míos;
da al viento la cabellera,
y que bañe el sol ese aro
de luz salvaje y espléndida.
Dame que aprieten mis manos
las tuyas de rosa y seda,
y ríe, y muestren  tus labios
su púrpura húmeda y fresca.
Yo voy a decirte rimas,
tú vas a escuchar risueña;
si acaso algún ruiseñor
viniese a posarse cerca
y a contar alguna historia
de ninfas, rosas o estrellas,
tú no oirás notas ni trinos,
sino enamorada y regia,
escucharás mis canciones
fija en mis labios que tiemblan.
¡Oh amada mía! Es el dulce
tiempo de la primavera.

Allá hay una clara fuente
que brota de una caverna,
donde se bañan desnudas
las blancas ninfas que juegan.
Ríen al son de la espuma,
hienden la linfa serena;
entre polvo cristalino
esponjan sus cabelleras,
y saben himnos de amores
en hermosa lengua griega,
que en glorioso tiempo antiguo
Pan inventó en las florestas.
Amada, pondré en mis rimas
la palabra más soberbia
de las frases de los versos
de los himnos de la lengua;
y te diré esa palabra
empapada en miel hiblea...
¡Oh, amada mía! Es el dulce
tiempo de la primavera.

Van en sus grupos vibrantes
revolando las abejas
como un áureo torbellino
que la blanca luz alegra,
y sobre el agua sonora
pasan radiantes, ligeras,
con sus alas cristalinas
las irisadas libélulas.
Oye: canta la cigarra
porque ama al sol, que en la selva
su polvo de oro tamiza
entre las hojas espesas.
Su aliento nos da en un soplo
fecundo la madre tierra,
con el alma de los cálices
y el aroma de las yerbas.

¿Ves aquel nido? Hay un ave.
Son dos: el macho y la hembra.
Ella tiene el buche blanco,
él tiene las plumas negras.
En la garganta el gorjeo,
las alas blancas y trémulas;
y los picos que se chocan
como labios que se besan.
El nido es cántico. El ave
incuba el trino, ¡oh poetas!
de la lira universal
el ave pulsa una cuerda.
Bendito el calor sagrado
que hizo reventar las yemas,
¡oh, amada mía, Es el dulce
tiempo de la primavera.

Mi dulce musa Delicia
me trajo un ánfora griega
cincelada en alabastro,
de vino de Naxos llena;
y una hermosa copa de oro,
la base henchida de perlas,
para que bebiese el vino
que es propicio a los poetas.
En la ánfora está Diana,
real, orgullosa y esbelta,
con su desnudez divina
y en actitud cinegética.
Y en la copa luminosa
está Venus Citerea
tendida cerca de Adonis
que sus caricias desdeña.
No quiere el vino de Naxos
ni el ánfora de ansas bellas,
ni la copa donde Cipria
al gallardo Adonis ruega.
Quiero beber del amor
sólo en tu boca bermeja.
¡Oh amada mía! Es el dulce
tiempo de la primavera.
Cantar a ese gigante soberano
Que al soplo de su espíritu fecundo
Hizo triunfar el pensamiento humano,
Arrebatando al mar un nuevo mundo;
Cantar al que fue sabio entre los sabios,
Cantar al débil que humilló a los grandes,
Nunca osarán mi lira ni mis labios.
Forman su eterno pedestal los Andes,
El Popocatepelt su fe retrata,
Las pampas son sus lechos de coronas,
Su majestad refleja el Amazonas,
Y un himno a su poder tributa el Plata.

No es la voz débil que al vibrar expira,
La digna de su nombre; ¿puede tanto
La palabra fugaz?... ¿Quién no lo admira?
La mar, la inmensa mar, ésa es su lira,
Su Homero el sol, la tempestad su canto.

Cuando cual buzo audaz, mi pensamiento
Penetra del pasado en las edades,
Y mira bajo el ancho firmamento
De América las vastas soledades:
El inca dando al sol culto ferviente,
El araucano indómito y bravío,
El azteca tenaz que afirma el trono,
Adunando al saber el poderío:
¡A cuántas reflexiones me abandono!...
Todas esas sabanas calentadas
Por la luz tropical, llenas de flores,
Con sus selvas incultas, y sus bosques
Llenos de majestad; con sus paisajes
Cerrados por azules horizontes,
Sus montes de granito,
Sus volcanes de nieve coronados,
Semejando diamantes engarzados
En el esmalte azul del infinito;

Las llanuras soberbias e imponentes,
Que puebla todavía
En la noche sombría
El eco atronador de los torrentes;
Los hondos ventisqueros,
Las cordilleras siempre amenazantes,
Y al aire sacudiéndose arrogantes,
Abanicos del bosque, los palmeros;
No miro con mi ardiente fantasía
Sólo una tierra virgen que podría
Ser aquel legendario paraíso
Que sólo Adán para vivir tenía;
Miro las nuevas fecundantes venas
De un mundo a las grandezas destinado,
Con su Esparta y su Atenas,
Tan grande y tan feliz como ignorado.
Para poder cantarlo, busca el verso
Una lira con cuerdas de diamante,
Por único escenario el Universo,
Voz de huracán y aliento de gigante.

Que destrence la aurora
Sus guedejas de rayos en la altura:
Que los tumbos del mar con voz sonora
Pueblen con ecos dulces la espesura:
Que las aves del trópico, teñidas
Sus alas en el iris, su contento
Den con esas cadencias tan sentidas
Que van de selva en selva repetidas
Sobre las arpas que columpia el viento.
Venid conmigo a descorrer osados
El velo de los siglos ya pasados.

Tuvo don Juan Segundo
En Isabel de Portugal, la bella,
Un ángel, que más tarde fue la estrella
Que guió a Colón a descubrir un mundo.
El claro albor de su niñez tranquila
Se apagó en la tristeza y en el llanto.
En el triste y oscuro monasterio
Donde, envuelta en el luto y el misterio,
Fue Blanca de Borbón a llorar tanto.
Allí Isabel fortaleció su mente,
Y aquel claustro de Arévalo imponente
Fe le dio para entrar al mundo humano,
Dio vigor a su espíritu intranquilo,
Fue su primer asilo soberano,
Cual la Rábida fue primer asilo
Del Vidente del mundo americano.
Muerto Alfonso, su hermano,
En el convento de Ávila se encierra,
Y hasta allí van los grandes de la tierra,
Llenos de amor, a disputar su mano.
Ella da el triunfo de su amor primero
A su igual en grandeza y en familia,
Al que, rey de Sicilia,
Es de Aragón el príncipe heredero.
A tan gentil pareja
Con ensañado afán persigue y veja
De Enrique Cuarto la orgullosa corte;
Pero palpita el alma castellana
Que de Isabel en la gentil persona,
Más que la majestad de la corona,
Ve la virtud excelsa y soberana.
La España en Guadalete decaída,
Y luego en Covadonga renacida,
No vuelve a unirse, ni por grande impera,
Hasta que ocupa, sin rencor ni encono,
De Berenguela y Jaime el áureo trono,
El genio augusto de Isabel Primera.
Grande en su sencillez, es cual la aurora
Que al asomarse, todo lo ilumina;
Humilde en su piedad, cual peregrina
Va al templo en cada triunfo, y reza, y llora;
Nada a su gran espíritu le agobia:
Desbarata en Segovia
La infiel conjuración: libra a Toledo,
Fija de las costumbres la pureza,
El crimen blasonando en la nobleza
Castiga, vindicando al pueblo ibero:
Por todos con el alma bendecida,
Por todos con el alma idolatrada,
Rinde y toma vencida,
Edén de amores, la imperial Granada.
Dejadme que venere
A esa noble mujer... Llegóse un dia
En que un errante loco le pedía,
Ya por todos los reyes desdeñado,
Buscar un hemisferio, que veía
Allá en sus sueños por el mar velado.
No intento escudriñar el pensamiento
Del visionario que a Isabel se humilla.
¿La América es la Antilla
En que soñó Aristóteles? ¿La
Atlántida
Que Platón imagina en su deseo,
Y menciona en su diálogo el Timeo?
¿Escandinavos son los navegantes
Que cinco siglos antes
De que el insigne genovés naciera,
Fijo en Islandia su anhelar profundo,
Al piélago se arrojan animados,
Y son por ruda tempestad lanzados
A la región boreal del Nuevo Mundo?...
¡Yo no lo sé! Se ofusca la memoria
Entre la noche de la edad pasada;
Sólo hay tras esa noche una alborada:
Isabel y Colón: ¡la Fe y la Gloria!
¡Cuántos hondos martirios, cuántas penas
Sufrió Colón! ¡El dolo y la perfidia
Le siguen por doquier! ¡La negra envidia
Al vencedor del mar puso cadenas!
Maldice a Bobadilla y a Espinosa
La humanidad que amamantarlos plugo...
¡El hondo mar con voz estrepitosa
Aun grita maldición para el verdugo!
El mundo descubierto,
A hierro y viva sangre conquistado,
¿Fue solamente un lóbrego desierto?
¿Vive? ¿palpita? ¿crece? ¿ha progresado?
¡Ah sí! Tended la vista... Cien naciones,
Grandes en su riqueza y poderío,
Responden con sonoras pulsaciones
Al eco tosco del acento mío.
El suelo que Cortés airado y fiero,
Holló con planta osada,
Templando lo terrible de su espada
La dulzura y bondad del misionero,
Cual tuvo en Cuauhtemoc, que al mundo asombra
Tuvo después cien héroes: un Hidalgo,
Cuya palabra sempiterna vibra;
Un Morelos, en genio esplendoroso;
¡Un Juárez, el coloso
Que de la Europa y su invasión lo libra!
Bolívar, en Santa Ana y Carabobo,
Y en Ayacucho Sucre, son dos grandes,
Son dos soles de América en la historia,
Que tienen hoy por pedestal de gloria
Las cumbres gigantescas de los Andes.
¡Junín! el solo nombre
De esta epopeya mágica engrandece
El lauro inmarcesible de aquel hombre,
Que un semidiós al combatir parece.
Sucre, Silva, Salom, Córdoba y Flores,
Colombia, Lima, Chile, Venezuela,
En el Olimpo para todos vuela
La eterna fama, y con amor profundo
La ciñe eterna y fúlgida aureola:
¡Gigantes de la América española,
Hoy tenéis por altar al Nuevo Mundo!
Ningún rencor nuestro cariño entraña:
Del Chimborazo, cuya frente baña
El astro que a Colombia vivifica,
A la montaña estrella,
Que frente al mar omnipotente brilla,
Resuena dulce, sonorosa y bella
El habla de Castilla:
Heredamos su arrojo, su fe pura,
Su nobleza bravía.

¡Oh, España! juzgo mengua
Lanzarte insultos con tu propia lengua;
Que no cabe insultar a la hidalguía.
En nombre de Isabel, justa y piadosa,
En nombre de Colón, ningún agravio
Para manchar tu historia esplendorosa
Verás brotar de nuestro humilde labio.
¡A Colón, a Isabel el lauro eterno!
Abra el Olimpo su dorada puerta,
Y ofrezca un trono a su sin par grandeza:
Resuene en nuestros bosques el arrullo
Del aura errante entre doradas pomas:
Las flores en capullo
Denles por grato incienso sus aromas:
El volcán, pebetero soberano,
Arda incesante en blancas aureolas,
Y un himno cadencioso el mar indiano
Murmure eterno con sus verdes olas...
El universo en coro
Con arpas de cristal, con liras de oro,
Al ver a los latinos congregados,
Ensalce ante los pueblos florecientes
Por la América misma libertados,
Aquellos genios, soles esplendentes
De Colón e Isabel, y con profundo
Respeto santo y con amor bendito,
Libre, sereno, eterno, sin segundo,
Resuene sobre el Cosmos este grito:
¡Gloria al descubridor del Nuevo Mundo!
¡Gloria a Isabel, por quien miró cumplida
Su gigantesca empresa soberana!
¡Gloria, en fin, a la tierra prometida,
La libre y virgen tierra americana!
These are the gardens of the Desert, these
The unshorn fields, boundless and beautiful,
For which the speech of England has no name--
The Prairies. I behold them for the first,
And my heart swells, while the dilated sight
Takes in the encircling vastness. Lo! they stretch
In airy undulations, far away,
As if the ocean, in his gentlest swell,
Stood still, with all his rounded billows fixed,
And motionless for ever.--Motionless?--
No--they are all unchained again. The clouds
Sweep over with their shadows, and, beneath,
The surface rolls and fluctuates to the eye;
Dark hollows seem to glide along and chase
The sunny ridges. Breezes of the South!
Who toss the golden and the flame-like flowers,
And pass the prairie-hawk that, poised on high,
***** his broad wings, yet moves not--ye have played
Among the palms of Mexico and vines
Of Texas, and have crisped the limpid brooks
That from the fountains of Sonora glide
Into the calm Pacific--have ye fanned
A nobler or a lovelier scene than this?
Man hath no part in all this glorious work:
The hand that built the firmament hath heaved
And smoothed these verdant swells, and sown their slopes
With herbage, planted them with island groves,
And hedged them round with forests. Fitting floor
For this magnificent temple of the sky--
With flowers whose glory and whose multitude
Rival the constellations! The great heavens
Seem to stoop down upon the scene in love,--
A nearer vault, and of a tenderer blue,
Than that which bends above the eastern hills.

  As o'er the verdant waste I guide my steed,
Among the high rank grass that sweeps his sides
The hollow beating of his footstep seems
A sacrilegious sound. I think of those
Upon whose rest he tramples. Are they here--
The dead of other days?--and did the dust
Of these fair solitudes once stir with life
And burn with passion? Let the mighty mounds
That overlook the rivers, or that rise
In the dim forest crowded with old oaks,
Answer. A race, that long has passed away,
Built them;--a disciplined and populous race
Heaped, with long toil, the earth, while yet the Greek
Was hewing the Pentelicus to forms
Of symmetry, and rearing on its rock
The glittering Parthenon. These ample fields
Nourished their harvests, here their herds were fed,
When haply by their stalls the bison lowed,
And bowed his maned shoulder to the yoke.
All day this desert murmured with their toils,
Till twilight blushed, and lovers walked, and wooed
In a forgotten language, and old tunes,
From instruments of unremembered form,
Gave the soft winds a voice. The red man came--
The roaming hunter tribes, warlike and fierce,
And the mound-builders vanished from the earth.
The solitude of centuries untold
Has settled where they dwelt. The prairie-wolf
Hunts in their meadows, and his fresh-dug den
Yawns by my path. The gopher mines the ground
Where stood their swarming cities. All is gone--
All--save the piles of earth that hold their bones--
The platforms where they worshipped unknown gods--
The barriers which they builded from the soil
To keep the foe at bay--till o'er the walls
The wild beleaguerers broke, and, one by one,
The strongholds of the plain were forced, and heaped
With corpses. The brown vultures of the wood
Flocked to those vast uncovered sepulchres,
And sat, unscared and silent, at their feast.
Haply some solitary fugitive,
Lurking in marsh and forest, till the sense
Of desolation and of fear became
Bitterer than death, yielded himself to die.
Man's better nature triumphed then. Kind words
Welcomed and soothed him; the rude conquerors
Seated the captive with their chiefs; he chose
A bride among their maidens, and at length
Seemed to forget,--yet ne'er forgot,--the wife
Of his first love, and her sweet little ones,
Butchered, amid their shrieks, with all his race.

  Thus change the forms of being. Thus arise
Races of living things, glorious in strength,
And perish, as the quickening breath of God
Fills them, or is withdrawn. The red man, too,
Has left the blooming wilds he ranged so long,
And, nearer to the Rocky Mountains, sought
A wilder hunting-ground. The ****** builds
No longer by these streams, but far away,
On waters whose blue surface ne'er gave back
The white man's face--among Missouri's springs,
And pools whose issues swell the Oregan,
He rears his little Venice. In these plains
The bison feeds no more. Twice twenty leagues
Beyond remotest smoke of hunter's camp,
Roams the majestic brute, in herds that shake
The earth with thundering steps--yet here I meet
His ancient footprints stamped beside the pool.

  Still this great solitude is quick with life.
Myriads of insects, gaudy as the flowers
They flutter over, gentle quadrupeds,
And birds, that scarce have learned the fear of man,
Are here, and sliding reptiles of the ground,
Startlingly beautiful. The graceful deer
Bounds to the wood at my approach. The bee,
A more adventurous colonist than man,
With whom he came across the eastern deep,
Fills the savannas with his murmurings,
And hides his sweets, as in the golden age,
Within the hollow oak. I listen long
To his domestic hum, and think I hear
The sound of that advancing multitude
Which soon shall fill these deserts. From the ground
Comes up the laugh of children, the soft voice
Of maidens, and the sweet and solemn hymn
Of Sabbath worshippers. The low of herds
Blends with the rustling of the heavy grain
Over the dark-brown furrows. All at once
A fresher wind sweeps by, and breaks my dream,
And I am in the wilderness alone.
Wörziech May 2014
e com a falta dos ventos vindos do sul,
deixa conscientemente de sentir a liberdade de rodar estradas a fora.

Somente paira nele o interesse por presenciar ares históricos
e as tonalidades azuis entardecidas de trilhas já traçadas pelas correntes em Istambul.

Há de se dizer que peculiarmente nesse instante,
percebe, nele próprio, pontuações apanhadas
que sua adorável gaita não tardaria a memorar:

Não é como o desconhecimento prévio
de uma viagem antiquada;

Tampouco uma imitação da intermitente angústia
pela eclosão de sentimentos vendidos em cápsulas;
Menos ainda assemelha-se com as incertezas graduais
que ocasionalmente acercam uma mente amada;

Incomparável é àquela perda do título real
concedido pelos grifos dos selos já borrados,
jogados sobre a mesa e observados em companhia
de aspirações psíquicas,
sentida em uma insana tarde corroída pelo vício.

É, em verdade,
o ruído, abafado e sintetizado,
dos restos talhados em um porão sempre a oeste,
através dos trompetes, de fumaça e metal,
regidos em orquestra pelo grupo
Camaradas do Estado Mundial.

Uma sequência sonora que perdura a narrar uma bela ficção.
A trajetória dum velho chamado Cristóvão a desbravar,
com pensamentos amenos,
terras sem dono e de corpos sem coração.
A bela construção ideológica de utilizar a dor de seus pés
para tornar esquecida aquela no peito,
provocada pelos seus negros palpitantes pulmões.

Enredo a cantarolar sua bravura por abandonar o grande cavalo
não mais selvagem autônomo e colocar-se frente ao sol túrgido no
horizonte;
desdobrando uma desregrada peregrinação atormentada pela poeira em sua narina e uma ocasional perca de controle promovida
por uma tosse ora doce, ora amarga.

Sempre em sintonia com as batidas de uma nota perdida,
adentrando o território de brasões a cores e a gesticular com gentis ramos de um mato esquecido,
vira caminharem ao seu lado alguns dos seus mais queridos juízos.

Precisamente com seu conjunto de novos e velhos amigos, o calor do espaço ele agora prioriza sentir;

De pés descalços, somente se concentra em seu ininterrupto primeiro passo,
deixando de lado o frenético, deliberado e contínuo deslocar de aço
através das regulares e vagas pontes asfálticas pelas quais todos os dias ele fatalmente necessitava deixar suas despersonalizadas pegadas;
pontes que continuam a apontar o caminho plástico e pomposo
para o estável mundo das mais belas famílias a venderem, amontoadas,
suas próprias almas à beira da estrada rígida e sem graça.

*"Viajará fora das estradas!"
Mi vida, enferma de fastidio, gusta
de irse a guarecer año por año
a la casa vetusta
de los nobles abuelos
como a refugio en que en la paz divina
de las cosas de antaño
sólo se oye la voz de la madrina
que se repone del acceso de asma
para seguir hablando de sus muertos
y narrar, al amparo del crepúsculo,
la aparición del familiar fantasma.
A veces, en los ámbitos desiertos
de los viejos salones,
cuando dialogas con la voz anciana,
se oye también, sonora maravilla,
tu clara voz, como la campanilla
de las litúrgicas elevaciones.
Yo te digo en verdad, buena Fuensanta,
que tu voz es un verso que se canta
a la Virgen, las tardes en que mayo
inunda la parroquia con sus flores:
que tu mirada viva es como el rayo
que arranca el sol a la custodia rica
que dio para el altar mayor la esposa
de un católico Rey de las Españas;
que tu virtud amable me edifica,
y que eres a mis ósculos sabrosa,
no como de los reyes los manjares,
sino cual pan humilde que se amasa
en la nativa casa
y se dora en los hornos familiares.
¡Oh, Fuensanta!: mi espíritu ayudado
de tus manos amigas,
ha de exhumar las glorias del pasado:
En el ropero arcaico están las ligas
que en el día nupcial fueron ofrenda
del abuelo amador
a la novia de rostro placentero,
y cada una tiene su leyenda:
«Tú fuiste, Amada, mi primer amor,
y serás el postrero».
¡Oh, noble sangre, corazón pueril
de comienzos del siglo diecinueve,
para ti la mujer, por el decoro
de sus blancas virtudes,
era como una Torre de Marfil
en que después del madrigal sonoro
colgabas los románticos laúdes!
Yo obedezco, Fuensanta, al atavismo
de aquel alto querer, te llamo hermana,
fiel a mi bautismo,
sólo te ruego en mi amoroso mal
con la prez lauretana.
Tu llanto es para mí linfa lustral
que por virtud divina se convierte
en perlas eclesiásticas, bien mío,
para hacerme un rosario contra el frío
y las hondas angustias de la muerte.
Los vistosos mantones de Manila
que adornaron a las antepasadas
y tienes en las manos delicadas,
me sugieren la época intranquila
de los días feriales
en que el pueblo se alegra con la Pascua,
hay cohetes sonoros,
tocan diana las músicas triunfales,
y la tarde de toros
y la mujer son una sola ascua.
También tú, con las flores policromas
que engalanan los clásicos mantones
de Manila, pudieras haber ido
a la conquista de los corazones.
Mas ¡oh Fuensanta!, al buen Jesús le pido
que te preserve con su amor profundo:
tus plantas no son hechas
para los bailes frívolos del mundo
sino para subir por el Calvario,
y exento de pagano sensualismo
el fulgor de tus ojos es el mismo
que el de las brasas en el incensario.
Y aunque el alma atónita se queda
con las venustidades tentadoras
a las que dan el fruto de su industria
los gusanos de seda,
quiere mejor santificar las horas
quedándose a dormir en la almohada
de tus brazos sedeños
para ver, en la noche ilusionada,
la escala de Jacob llena de ensueños.
Y las alegres ropas,
los antiguos espejos,
el cristal empañado de las copas
en que bebieron de los rancios vinos
los amantes de entonces, y los viejos
cascabeles que hoy suenan apagados
y se mueren de olvido en los baúles,
nos hablan de las noches de verbena,
de horizontes azules,
en que cobija a los enamorados
el sortilegio de la luna llena.
Fuensanta: ha de ser locura grata
la de bailar contigo a los compases
mágicos de una vieja serenata
en que el ritmo travieso de la orquesta,
embriagando los cuerpos danzadores,
se acuerda al ritmo de la sangre en fiesta.
Pero es mejor quererte
por tus tranquilos ojos taumaturgos,
por tu cristiana paz de mujer fuerte,
porque me llevas de la mano a Sion
cuya inmortal lucerna es el Cordero,
porque la noche de mi amor primero
la hiciste de perfume y transparencia
como la noche de la Anunciación,
por tus santos oficios de Verónica,
y porque regalaste la paciencia
del Evangelio, a mi tristeza crónica.
Los muebles están bien en la suprema
vetustez elegante del poema.
Las arcas se conservan olorosas
a las frutas guardadas;
el sofá tiene huellas de los muslos
salomónicos de las desposadas;
entre un adorno artificial de rosas
surgen, en un ambiente desteñido,
las piadosas pinturas polvorientas;
y el casto lecho que pudiera ser
para las almas núbiles un nido,
nos invita a las nupcias incruentas
y es el mismo, Fuensanta, en que se amaron
las parejas eróticas de ayer.
Dos fantasmas dolientes
en él seremos en tranquilo amor,
en connubio sin mácula yacentes;
una pareja fallecida en flor,
en la flor de los sueños y las vidas;
carne difunta, espíritus en vela
que oyen cómo canta
por mil años el ave de la Gloria;
dos sombras dormidas
en el tálamo estéril de una santa.
A ti, con quien comparto la locura
de un arte firme, diáfano y risueño;
a ti, poeta hermano que eres cura
de la noble parroquia del Ensueño;
va la canción de mi amoroso mal,
este poema de vetustas cosas
y viejas ilusiones milagrosas,
a pedirte la gracia bautismal.
Te lo dedico
porque eres para mí dos veces rico;
por tus ilustres órdenes sagradas
y porque de tu verso en la riqueza
la sal de la tristeza
y la azúcar del bien están loadas.
l - DELÍRIOS ORGIÁSTICOS & ASTRAIS
    
    Participei da festa de Dionísio & as grandes estátuas de Leão plasmático, ergueram – se sobre a Terra. O precipício & o primeiro sinal da despedida cantando juntos a trilha sonora da invasão dos Profetas urrando a serviço das letras. Para todo o sempre o trono partido por ninfas histéricas! Crises contra o amuleto. Gnose fumacê participando celebrando a queda das pirâmides. Alquimistas do Verbo cantem o grito profano da Inquisição! Os sete pergaminhos caíram semeando a destruição da pedra Xamânica. Diadorim buscando solução em Fausto & Orfeu...? (inaudível psicopatia irradiada na vestimenta da alma). Exagerados, contemplavam mensagens infernais de Blake em vozes imagens melancólicas de Rimbaud. Logo as marés baixaram & sobre as ondas a Lua levitava em direção ao rugido do fogo; Dionísio em chamas bacantes! Ausência da queda no tempestuoso ninho levando aos portais da tormenta. Sete anjos cantando o mantra da lágrima metamorfoseada em dor.                                                             ­       
   Dionísio em voz de trovão: Oh! Se a voz do Tudo emanar a língua em torpor saqueando o princípio da guerra; Quando os sentidos estão sacudidos & a alma está dirigindo- se à loucura; quem pode permanecer? Quando as almas estiverem aprisionadas, lutando contra as revoltas do ar, na cor do som, quem poderá permanecer? Quando a brisa da fúria vier da garganta de Deus, quando as fábulas da persistência guiarem as nações, quem poderá permanecer?
    
    Quando baladarem o pecado, acabarem na batalha & navios dançarem em volta do último regozijo no espaço da morte: quando as almas estiverem embriagadas no fogo eterno & os amigos do inferno beberem antes do traço do infinito: Oh! quem poderá permanecer? Quem pode causar isto? Oh! Quem poderá responder diante do trono de Deus? Os Reis & os nobres poetas malditos repousando na caverna por dois séculos, têm permanecido?
    Não escutem, mas o Grito leva à ponte do não-ouvir. Não escutem, mas prazeres congestionados devem esperar. Amanhã. Só amanhã pensando se o tempo foge ao futuro ou se as árvores choram no Tempo & o Vento cantando a antiga canção da essência. A Terra deve esperar as lendas memoráveis sentindo passado & liberdade entre velhas histórias do coração descompassado em dia de vitória movendo ilusões da criação do mundo. Nem um sorriso noturno tremendo escrevendo cartas no oceano desejando amar & morrer ébrio no mar sonoro! Vamos celebrar sua dor& as novas despedidas & as páginas manchadas no lago desespero procurando asas no inferno análogo à soberba contemplando como um feiticeiro histórias orgiásticas em dias perdidos!
||- IMPRESSÕES DO INFINITO
Pequena ninfa exala virtude
Nova percepção é velha chuva
Intrépido céu em força à beira da tormenta
Tempo escasso frente do Tudo!
    Paradoxo abissal em finais absurdos. Doutrinas anti-socráticas poeira do nada embebecido forjado  para a volta. Um caminho é serpente fria salto com Ícaro destoando nobre silêncio ainda que duas palavras atravessem é sinal mágico psiconitróide em míticos fragmentos complexos da grande barriga virtual grande momento, enfim personagens pensantes na corrente capital ilustre ideológica. Nietzsche disse: “ não a intensidade, mas a constância das impressões superiores é que produz os homens superiores”. Dionísio ausente sibilo missionário resquício da grande tempestade transformando nada em músicas eternas músicas pós-Tudo música póstuma aquém de princípios de aura. É grande o Banquete na eternidade alucinógena da erva platônica. Lembranças unidas outras vidas presentes no barulho da dor. A carruagem sem asas foi  o veículo de Dante no purgatório encontrando Beatriz dito anjo de pele sutil com olhos da noite. Ou não. O primeiro grito do mundo foi o verbo, a morte do mundo foi a palavra.

    Acostumei a encontrar palavras atravessando o outro lado realizando caótico passo ao começo do ato simétrico pairando no ar buscando Tudo. Se a palavra antes fim fosse real sem ser palavra psia apenas causadora empírica dos dilemas tristes recortes de outrora pigmentados sem nome em precipício do fim! A ilha colorida geme! É o sinal da passagem da vida filosofal alfa poética plenos estados iluminados na sombra abissal de Rimbaud em crise  de riso & esquecimento sendo expulso da fumaça purgatório vivendo entre o sagrado & o profano com queda para o profano escutando vozes em terríveis silêncios metapsicofísicos abundantes pausas noturnas no vôo da maré. Salve a iluminação mágica fixada na irradiação transcendenastral! Dissonâncias filosóficas,  venham todos! Lamentos proféticos entorpecidos beberei do seu vinho! Indício do apocalipse! Profana histeria caótica levando a contatos xamânicos primitivos míticos em desertos & portais circulares!
             Serei eternamente condenado ao arco-íris do absoluto infinito!
John Milton  Jul 2009
Sonnet 06
VI

Giovane piano, e semplicetto amante
Poi che fuggir me stesso in dubbio sono,
Madonna a voi del mio cuor l’humil dono
Faro divoto; io certo a prove tante
L’hebbi fedele, intrepido, costante,
De pensieri leggiadro, accorto, e buono;
Quando rugge il gran mondo, e scocca il tuono,
S ‘arma di se, e d’ intero diamante,
Tanto del forse, e d’ invidia sicuro,
Di timori, e speranze al popol use
Quanto d’ingegno, e d’ alto valor vago,
E di cetra sonora, e delle muse:
Sol troverete in tal parte men duro
Ove amor mise l ‘insanabil ago.
G  May 2018
Sonora
G May 2018
it's a low-grade panic
lurking in the soul
simmering in silence

i distract
my restless hands
coat my neck in talismans
each layer, a clear gloss
but cracked

reflecting back
what i have lost

i have trained
my train of thoughts
to avoid things that cause
maladies

but something deep
inside of me
rebels against
what i've been taught
seeks out the stops
that ******* me
twists around my limbic tree
so i am left in knots
Ken Pepiton Aug 2019
and they began t' sing
marching single file

from the west

no masqued men were these,
these were
Kachina whitemen only saw in curio stories,
now,
approaching the old
prosper-specter

sitting full-lotus in his Barco-lounger, curbside-score,
from the land of too much good stuff

still, it's America, best effort men have made,

up to now.
The whole world has known since the International Geophysical Year,
1957, when the Symbolized Face of the Hungarian Freedom Fighter,

graced
the cover of Time, as Man of the Year before, when they lost
their war
and nobody cared, because
every body knew Disneyland is the Happiest Place on Earth,
where wishes can come true, and

that place is in America as sure as

blue fairy, you'real wish, Urielistical wish-grant,
Asrael and the others
singing backup
reload
when you wish
side-really… and a subtle shift in per
spect capacity
let be, just so,

and haps sub tile into layers of complexity re

because we, the people born to mature in the environs of Dublin
writ large, we
seers endowed with tele-vison, from birth.
The elders who watched the roll-out.
Aye, we watched
us evolve
to now

our future bright they say, a bright white light, then what

now,
we can say. The seals have been broken.
Nothing hidden now stays that way in ever,

and ever, as you know it, began

sometime
agone afore in some direction beyond your
ken, as it were when kenning the way of a knack was
as common as dowsers in the desert of my childhood.

What's in any name but what the namer seems?
Hey, yah way, tha'swhat I say,
tell me
what I say
Hey
Dancing shuffle footed single file
pass the white shirt black tie messenger from
the telestial king down Sonora way,
via
Yahoo, feel that tickle fo' a nickle, Hiram say come see
come feel
a boinin' in d' boosum through

the very crystal lenses

portal-ible model
through which Joseph of the name
Smith,
-- link back to Cain, through Tubal, via Na'amah--
-- set a breadcrumb, landmark, tag- say good old way
-- sign out don't break the story

through which Joseph of the name
Smith, came sayin an angel of light came with another gospel,

maybe the same guy the Galatians were warned to ignor,
re-legate-- re-read- start at the top
or all meaning is
like a song sung by Kansas, when we aren't there,
any more, than those wee
merest kachina jingle bells listing in the winds

but the Kansas chorus is stuck asif dust is all a simple

higgs-ified mind can manage to
regulate

without reading any ancient landmarks on maps of meaning
tattoo'd to the face in your mirror

in the darkest memory you hold
dear,
dearest,
your precious, in your Gollum-purpose state you know so well
protect it for all its worth,
with only your
strength
to lift
being the measure of worth-ship.

Ex-tol the worth of no bher-don born while in my state,
poor
un-gifted.  I remain a mortal soul linked mitochondrially to thee,
for whom the bell
told. You heard, but you were tolled don't ask.

Listen, the same hunch that said, It don't mean nuthin',

when you say you know that,
you bet you do.

I slew this dragon, not you. I say what the map says.

The dragon died of natural causes, so now,
all its true-sures
is yers…
Crown o'glory moon shine

plumb pert-nigh perfect fiture
imagined happy place to a T, crossed
and I dotted

Bleibe Doch! This is where all the Faustian Losers left their marks.

This is not where I aimed t'be said the elder bro,

as the wastrel was welcome t'Dada arms,
the crucial critics rave
Sheiszkunst, who Rah!
isis throws
a party for the prodigal madrigal has returned
from the pig's sty

packing each redeemed pearl, his brother once
fed to swine.

bent low 'neath his pearl-loaded ****-pack, he lifts his head,
waves his
crown, Fini,

come see, he says.
where I live, nowadays.

This is that treasure, on another level
as you may imagine,
free, if

you accept charity.

{There's the rub, say professional older bro, I know, charity;
'taint fair,
s'foul some, some ne'er-do-well finds a
pearl in some pigsty,

I PUT THAT PEARL THERE FOR THE FUTURE
not now.
I worked
for them ****** pearls, I sweated, brow-sweat, lo and hi.
I hid them well,

only a fool would ever believe a treasure
could be found in such ****,

but some fairy pulled a fast one, 'put a bean in little bro's ear,
so when the pigshit hit it began to grow,
sent a tendril to tickle a special spot,
just above the left ear,
right
there,

let's see diamonds, no
pearls,

any where we wish.
Let's say okeh, mark this spot, let us move on,

this is life. Let us see that more abundantly, while the poor
are safe and sound,
free as me to pursue haps past the frozen

disnified happy-ever-after WW2,
in the wake of Camus and ****** Wolves

---
splashes as the speeders pass, powered-row-row-rowing,

merrily mere ly wrong, not evil. Live on, next
is as you wish it were
someday, but in its diapers,

still. A we thinker thought awaiting effectual function,
as this trigger is pulled, in your space in time,

and another bubble appears,
portalish as mine-craft if ever there were

a subtle shifter of perception conspiring
A.I. see
a conspiracy with Lex Fridman infected by
Lynning Skyward
though a wave of old Radioman vibes,
played with plastic spoons
a famous peace march by
Kenurchka Klumpen, Sera-serah-selah-sinnade in B-Natural

and the last to leave broke the right arm from the doll,
sealed the dirt box one measure by one measure
deep and wide,

That seal was broken, 1957, approxi apriori right
arm dis
allowing
the left to change this next to come, sym-bolische
ified in the one-armed bandits left behind,

the bet. The die cast. Foccinaucipilinihili or holy

happy hunting ground, imagined in the land of too much good stuff.
Bits and pieces of the underlying tale. Note: The one armed effigy left in a 12 inch bt 12 inch adobe sealed hole in the floor of a pit-hose that may have been a kiva/ Vernon AZ
SøułSurvivør May 2015
---

the desert lies in wait
the anvil of the sun
it's creatures know their fate
'fore the summer has begun
the heat will either ****
as surely as a gun
or folk bend to its will
the weather's cruelty to shun

the parched and dusty soil
waits for the summer rains
these will quench or spoil
flooding down arroyo drains
water weeps - the El Nino
great winds rip the plains
like an eagle's cry they echo
destroy in their refrains

the weather makes or breaks you
whether fire or killing frost
the farmer is the one who
pays the greatest cost
every year the price is dear
so much to be lost
temperatures to soar
the earth is torn or tossed

but the people of Sonora
already have begun
to feel It's powerful aura

the anvil of the sun


soulsurvivor
(c) 5/19/2015
every year hikers pass out
from the heat, and die in the desert

be warned - the sun is as Vulcan
not the character on Star Trek
tho he has pointy ears

HE CAN BE A DEVIL

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— The End —