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Jonathan Moya Feb 2020
Ay, florecitas
clouds of white
frozen in sugary divine,
little flowers of my soul,
taste of sweet desire
of little boys in
San Juan, Moroves, Ponce,
exiles in Miami and the Bronx
tasting the beauty
of their mother’s youth—

knowing love by the rattling
of small blooms in the big tin,
the maternal hand scooping
pastels of confection perfection,
passions hard creamy diffusion
dusting her, making her
a florecita of love—

until florecitas became the way
they interpreted the sky—
there a lavender snail,
an erupting volcano,
a devouring whirlpool,
a burst of flame
a feeding octopus—

until all became
the florecitas
of their beloveds form:
her lips a strawberry florecita
splitting apart to his
first hesitant probing,
her ******* a pink florecita
waiting for his sweet consumption,
her *** a light brown florecita
gently swirling open
to his tongue’s taste,
*** a fleshy little flower
to be split in
his sweet embrace,
all of her earthy and ****
as a Neruda sonnet—

until all that is left
for themselves,
for my self,
is the fading scents
of all the florecitas
never tasted.
trestrece  May 2014
Holy Hole
trestrece May 2014
Hoy me di cuenta de que todos somos un horrible cliché. Que más que interactuar y aplicar papeles y máscaras con el mundo que nos rodea, sobreactuamos, somos farsantes. Ya nadie nos cree. Ni nosotros mismos ni nuestros mejores amigos. Estamos solos y exageramos. Nos convertimos en bufones de los otros y ellos de nosotros. Que lento, que estúpido, que patéticos.

Hoy me di cuenta de que aquellos que parecían gentiles, amables y chamanes se han perdido, se han ido. Se han convertido en malabarismo de onomatopeyas, en cacofonías de libertad artificial. Hoy me di cuenta de que perdí el respeto por lo que creía superior a mí y que tal vez en mi ego, en mi megalomanía, he superado al maestro.

Me han aburrido los grandes sabios del mundo. Todo aquel jurando que la verdad está en sus palabras y en un video bonito. En la prepotencia de la única razón, ortodoxa falsificación de poder. ¿Cuánto tiempo no preví esta charlatanería? Y los idiotas, al final han tenido la razón, la que no quisimos ver. Años pasaron desde mi encuentro con los falsos trogloditas borgianos; ahora me arrepiento de no haber prestado más atención.

Siempre uno cerca de la muerte aprende y recuerda algo. Epifanías de cincuenta centavos y hierbas toqueteadas por el kitsch y el sinsabor viejo de un hierbero, de una calabaza de mate sin un cebador profesional. ¿Cuántos años, siglos, nos hemos tardado en psicologizar a los perros? El epítome del ser humano: sanar el ánima animal.

Pretendemos que lo que hacemos es original y pretendemos crear rupturas en la conciencia pública. Nosotros no somos Hakim Bey y mucho menos agentes del caos. Somos pretensiones de unicidad que cansan al hablar. Somos odio e indiferencia entre protagonistas de cada película hedonista. Nadie será trastornado por una belleza brutal más que tu falsa autoestima.

He prometido a la virgen, exvoto tras milagros que creo sentir. Mater dolorosa, he visto tanto mal… He hecho tanto mal. ¡Que ignorancia la tolerancia! Sentirse humilde ante falsos profetas ha sido el peor de mis pecados, jamás miré de donde aparecía la paloma blanca. Caí muy bajo y al parecer es tarde para rectificar. ¿Será este el punto donde vi o veré la luz? ¿Habrá más allá después del inicio de semana? ¿Habrá amor? ¿Habrá algo más que esta triste apuesta con convicción de orador?

Pretensiones de Gingsberg y actores sobrevalorados por bellas sonrisas. Interpretaciones de aquello que se cree pretender, ni siquiera ser. Pero siempre, el bueno de la película. Yo prefiero a las locas y las putas que la doble moral del cínico con cara de ángel cocainómano. Yo prefiero aquella de la infección vaginal y la tristeza embarrada en el cuello. Yo prefiero al homosexual de closet que ama con pasión, y las lesbianas cristianas que se rasuran las axilas para encajar socialmente en la bella estética de portería, de revista “Teen Sport”, Sport Spice, Pepsi y futbol. Latinismos a la Salma Hayek y relojería armamentista.

Prefiero movimientos involuntarios y errores. Perder la conciencia para saber que se ha perdido todo, que solo quedan las buenas noticias debajo de la bata de un hospital, con el culo al aire y los tubos controlando tu cuerpo. Viajar no me sirve de nada si no huyo de los fantasmas, si revivo miradas de comadrejas y camaradas que piensan que el arte, la poesía y el comunismo salvarán de alguna manera y desde su liderazgo al mundo; y sobre todo, que todo debe ser como ellos crean que sea.

****: se dice “natzi” no “nasi”. Los alemanes y franceses son sensuales al hablar español. Pronunciando la “r” como un bello gargajo. Escupitajo en retretes de ideología escatológica. Jedis con obesidad exógena frenan el movimiento cerebral. Cefaleas de obscuridad y lipotimias que me recuerdan rasguños antiguos. Cicatrices de épocas salvajes.

Marchas de vaginas violentadas, liberadas y repletas de castigos divinos. Y tú, tú apenas eres un recuerdo forzoso. Una brisa con leve olor a meados. A triste esperanza de poeta maldito, que los reblogs de una página le recuerdan el pesar. Diálogos žižekianos preparados para impresionar hipsters. Lo posmoderno de un Manchester tercermundista y la bicicleta como justificación, como disfraz del ñoño, de aquel que sabe pero que igual es un loco con miedo y visiones conspiranoicas; con tanta incapacidad, con tanta tristeza y miedo a morir como cualquier otro animal.

Goffman se quedó corto, jamás miró Marimar; jamás tuvo perfil en Facebook, blog, ni presentó a Lady Gaga en los MTV. Vestidos de carne, así se describe el género humano: todos somos un artista pop. Preguntas perfectas para congresos de embaucadores, de gitanos sociales. De adivinos de tres pesos con beca del FONCA.

¿Enserio a los 30 años y dándote cuenta de la doble moral mexicana, renegando con cicatrices en las muñecas? ¿Cómo no me di cuenta antes de que lo que buscaba no estaba en este teatro? Cuanta pérdida de tiempo, cuánto desperdicié con sofistas y feministas que reúnen redes pro-ana en la clandestinidad de la diarrea polifacética y políticamente correcta.

Una de esas florecitas que creía solo crecían en mi pueblo, me cansas pequeña. Prefiero las sonrisas tachadas y los ojos cansados del escritor que juega billar. Poco tiene sentido y poco hay que hacer. He perdido el deseo de convivir con esta sociedad más no las ganas de estar vivo.
(bad) trip | 2012 | guadalajara | 313
Jonathan Moya Mar 2020
How can I call myself a Boricua when I
barely know the Spanish for earth and sky,    
have no roots in the soil of Moroves,
no sense of San Juan’s flavors,
the warm Atlantic blowing Arecibo  beach,    
Ponce dancing in the Caribbean’s laughter—  
all memories stolen from postcards hastily
bought at the airport along with a  
tin of Florecitas by my mother returning home.

Those little flowers exploded suns on my tongue
and created colors, formed postcard dreams  
of forts, conquistadors, Taino villages burning
in flames rather than submitting to Spain’s sway.
I craved to be an archeologist reverently
dusting off the bones of my ancestors.
I wanted to be an artist, like my uncle Bob,
splashing faceless heads among yellow flares
devoid of black, red, no tint of sad back story.
I settled for being a poet, a painter of words,
a discoverer of the history of hopes.

There is a memory of the Rambler hitting a cow
on the dirt mountain road leading to Moroves.
The bovine sliding down the embankment,
nonchalantly getting up and going his way.
The Rambler’s front end forever stuck with the
impression of an angry bull welded in the grill.
Another of a drive to a carnival, sitting
in the cab of another station wagon,
stargazing the white half moons rising
from under the red halter of my cousin Anna.
A final one of my grandmother praying
the rosary while I stumbled to the outhouse,
spending the night on the swing under the porch
because I didn’t want to break her silence.

Cows, moons, prayers are my Boricua heritage.
I can’t translate the decimas of a jibaro song,
nor dance a merengue, a bomba,  plena.
I have no desire to eat sugarcane from the  stalk,
nor split the soursop for it sweetness.
I am lost in the winds every Boricua knows.
My memories are blown away in the hurricane.
I seek the solace of the first flight out
after the storm, sad knowing  that
I was not born, like every Boricua,  
from the roots up, to study the light of stars.
Yo alabo al cielo porque me brindó en sus amores,
para mi fondo gemas, para mi margen flores;
porque cuando la roca me muerde y me maltrata
hay en mi sangre (espuma) filigrana de palta;
porque cuando al abismo ruedo en un cataclismo,
adorno de arco-iris triunfales el abismo,
y el rocío que salta de mis espumas blancas
riega las florecitas que esmaltan las barrancas;
porque a través del cauce llevando mi caudal,
soy un camino que anda, como dijo Pascal;
porque en mi gran llanura donde la brisa vuela;
deslízanse los élitros nevados de la vela;
porque en mi azul espalda que la quilla acuchilla
mezo, aduermo y soporto la audacia de la quilla,
mientras que no conturba mis ondas el Dios fuerte,
a fin de que originen catástrofes de muerte,
y la onda que arrulla sea la onda que hiere...
¡Quién sabe los designios de Dios que así lo quiere!

Yo alabo al cielo porque en mi vida errabunda
Soy Niágara que truena, soy Nilo que fecunda,
maelstrom de remolino fatal, o golfo amigo;
porque, mar di la vida, y, diluvio, el castigo.

Docilidad inmensa tengo para mi dueño:
El me dice: "Anda", y ando; "Despéñate", y despeño
mis aguas en la sima de roca que da espanto;
y canto cuando corro, y al despeñarme canto,
y cantando, mi linfa tormentas o iris fragua,
fiel al Señor...
                             
-¡Loemos a Dios, hermana Agua!
Jonathan Moya Sep 2020
White and red roses
defend the mother’s coffin:
cherry stained,
her interlocked hands in prayer
draped in veil gauze,
her gold dress
the same she married in,
as the procession of her children
grieves in a black and white flow.

In a black and white flow,
each child lights a votive candle
that reflects the sanctuary lamp,
their tears and prayers—
hating themselves
for the gasping erasure inside,
the love not returned in time.

The love not returned in time
before the tears
of the blue ******
praying over her,
black hair
matching black hair,
alabaster hands
blessing burnt  
brown ones, anticipating
heaven’s restoration.

Anticipating heaven’s restoration
the congregation
steeple their hands and
chant for her dreams
to true,
her now
motherless children
to rise and stay united.

Rising and staying united
all her children
awkwardly cradle
their old gifted rosaries,
skipping Glory Be’s,
misremembering Our Fathers,
finally hiding in their tears
and the pale oval beads,

the pale ovals of their hands
buried in the vanilla scent
of candy florecitas
half mauled
in sugary communion,
their faith in confection
as strong as
believing their mother
would never die,

believing their dead mother  
would always protect them
even while the cancer within
ate her silence and resolve,
finally leaving them living
in a world of dollhouse sermons
and scented flowers with thorns,

scented flowers and thorns
and death marrying death,
matroning childhood,
life in its very pinkness,
child to mother to father

father to mother to child,
until night falls into blackness,
to black rot dusting
even lion and lamb,

lamb and lion
consecrated
to the last letter,

the last letter
of God’s tears,
the tears of now,

until now the tears
are nothing
but the chants of cries,

the song and chants of cries
born sober in the now
and the chant of tears

the tears of chants
and the children kneeling,
others kneeling,

kneeling others,
until there is
only the fall,

only the fall
of kneeling
in the now,

now in the fall
of kneeling
for love of each other

each other now in love,
or thinking they are in love
now with each other,

each other now in love,
knowing they are now in love
or soon will be.

— The End —