Submit your work, meet writers and drop the ads. Become a member
Alessandro VG Apr 2010
Quisiera entender porqué durante el silencio escucho ruido de mi cabeza,
no logro nunca entender, qué exactamente es lo que estoy pensando,
Pero mientras pienso sonrío,
con los ojos ausentes,
miro dentro una pantalla negra,
una nube de colores se aleja,
como distrayendo mi conciencia,
entreteniéndola a escondidas,
de mi percibir.
Quisiera decirte que decoras mi mundo escabulléndote entre cada idea irrelevante a ti,
sacándote de ahí,
te invito a conocer lo nuevo que se le escurre a un día,
por estar ahí,
entre espacios de nada,
transformándolos a todo,
y en lo que mi pensar habita,
habitas tú,
desde el aislamiento por la altura,
miramos todo lo que vive,
porque estás aquí,
aunque no estés ahí.
¿Por qué tocas mi pecho nuevamente?
Llegas, silenciosa, secreta, armada,
tal los guerreros a una ciudad dormida;
quemas mi lengua con tus labios, pulpo,
y despiertas los furores, los goces,
y esta angustia sin fin
que enciende lo que toca
y engendra en cada cosa
una avidez sombría.
El mundo cede y se desploma
como metal al fuego.
Entre mis ruinas me levanto,
solo, desnudo, despojado,
sobre la roca inmensa del silencio,
como un solitario combatiente
contra invisibles huestes.
Verdad abrasadora,
¿a qué me empujas?
No quiero tu verdad,
tu insensata pregunta.
¿A qué esta lucha estéril?
No es el hombre criatura capaz de contenerte,
avidez que sólo en la sed se sacia,
llama que todos los labios consume,
espíritu que no vive en ninguna forma
mas hace arder todas las formas
con un secreto fuego indestructible.
Pero insistes, lágrima escarnecida,
y alzas en mí tu imperio desolado.
Subes desde lo más hondo de mí,
desde el centro innombrable de mi ser,
ejército, marea.
Creces, tu sed me ahoga,
expulsando, tiránica,
aquello que no cede
a tu espada frenética.
Ya sólo tú me habitas,
tú, sin nombre, furiosa sustancia,
avidez subterránea, delirante.
Golpean mi pecho tus fantasmas,
despiertas a mi tacto,
hielas mi frente
y haces proféticos mis ojos.
Percibo el mundo y te toco,
sustancia intocable,
unidad de mi alma y de mi cuerpo,
y contemplo el combate que combato
y mis bodas de tierra.
Nublan mis ojos imágenes opuestas,
y a las mismas imágenes
otras, más profundas, las niegan,
ardiente balbuceo,
aguas que anega un agua más oculta y densa.
En su húmeda tiniebla vida y muerte,
quietud y movimiento, son lo mismo.
Insiste, vencedora,
porque tan sólo existo porque existes,
y mi boca y mi lengua se formaron
para decir tan sólo tu existencia
y tus secretas sílabas, palabra
impalpable y despótica,
sustancia de mi alma.
Eres tan sólo un sueño,
pero en ti sueña el mundo
y su mudez habla con tus palabras.
Rozo al tocar tu pecho
la eléctrica frontera de la vida,
la tiniebla de sangre
donde pacta la boca cruel y enamorada,
ávida aún de destruir lo que ama
y revivir lo que destruye,
con el mundo, impasible
y siempre idéntico a sí mismo,
porque no se detiene en ninguna forma
ni se demora sobre lo que engendra.
Llévame, solitaria,
llévame entre los sueños,
llévame, madre mía,
despiértame del todo,
hazme soñar tu sueño,
unta mis ojos con aceite,
para que al conocerte me conozca.
Mutante que habitas
en mi cuerpo
que te ocultas
y que bebes de mi sangre.

Huésped de mi carne
autor de mis males
que me encierras
en la cueva
para ponerme a escribir.

Deja de llorarle a la luna
que ya no esta
deja que el cometa se vaya
otro ya vendrá.

Huésped temporal
poeta de alas negras
que provoca la nostalgia
como fuente de creatividad

Huésped que te arrastras
como cruz al corazón
deja amarte
deja que limpie tus alas
por que tu luz
también canta
y canta con chispa
cura y no amarga.

Yo se que tus alas
eran blancas
yo se que esas heridas
no las dejas cicatrizar

Huésped temporal
Abrete al mundo
como nardo en junio
Abrete al mundo
para iluminarlo
acogerlo en tus brazos
y aférrate al sentimiento.
Habitas un bosque de vidrio. El mar de labios delgados, el mar de las cinco de la mañana centellea a las puertas de tu dormir. Cuando
lo rozan tus ojos, su lomo metálico brilla como un cementerio de corazas. El mar amontona a tus pies espadas, azagayas, picas,
ballestas, dagas. Hay rnoluscos resplandecientes, hay plantaciones de joyas vivas en tus alrededores. Hay una pecera de ojos en tu alcoba.
Duermes en una cama hecha de un solo fulgor. Hay miradas entrelazadas en tus dominios, hay una sola mirada fija en tus umbrales. En cada uno
de los caminos que conducen hacia ti hay una pregunta sin revés, un hacha, una indicación ambigua en su inocencia, una copa que
contiene fuego, otra pregunta que es un solo tajo, muchas viscosidades lujosas, una espesura de alusiones entretejidas y falaces. En tu alcoba
de telarañas dictas edictos de sal. Te sirves de las claridades, manejas bien las armas frías. En otoño vuelves a los salones.
Me he acostumbrado a beber la noche lentamente,
porque sé que la habitas, no importa dónde,
poblándola de sueños.
El viento de la noche abate estrellas temblorosas en
mis manos, que aún no se conforman, viudas inconsolables
de tu pelo.
En mi corazón se agitan los pájaros que en él
sembraste
y a veces les daría la libertad que exigen
para volver a ti, con el helado filo del cuchillo.
Pero no puede ser. Porque estás tan en mí, tan viva
en mí, que si me muero a ti te moriría.

— The End —