Son las 2:05 de la madrugada,
la afonía siendo parte de mi habitación,
conjugando el calor.
Me encuentro encerrada en 4 paredes,
deseando estar a la orilla del bravío mar,
que su volumen aumenta con la serenidad,
dándole compañía a una desolada noche.
O en el tope de una montaña,
contemplando los astros que se adueñan
de ese infinito espacio.
Mientras tanto, permanezco estable,
con una mano ocupada por una taza
y la otra redactando palabras
que se quedarán en la nada .
De madrugada, sin poder dormir, queriendo salir de aquí.