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I move my vocal chords in the motions necessary to forgive you.
women say they want a sensitive man but they mock me when i sit at the piano crying for hours holding a lighthearted paper candle and a smile tucked in between my lips

they say they want a hard working man with ***** fingernails but
they claw at me if i turn a sun-browned shoulder against them in bed

they say they would love a cultured man but they cringe when i kiss them with lips tasting of whiskey & cigar smoke or touch them with fingers gentle as soft old paper

they say they dig the cold but they huddle in blankets when i stay up all night dancing naked across the lawn listening to joni mitchell in january

they say they want their own sugar space but turn sour when i linger and wake up dreaming of becoming an astronaut

they say they're comfortable with my past imperfections but it's my fault when i have a nightmare about being strung out on the perfume of another woman

they want a man who can write a song but they struggle when i anchor a poem to their delicate ankles and fill their empty rooms with shamefully broken pencils

they love my beautiful tattoos and piercings but shake me when i spend days wrapped inside a coral shell singing a lullaby

they want the idea of a man they've read about in books but won't tolerate me when i read them the atrocities in the sunday paper under the lampshade of an oak tree

women say they'll take me as i am but get lonely when i wander for a week and come home buried in the scent of a rock and roll bar

they say they make friends easily, like me, but can't stand to come home to talking & laughing cynical & drunk in a house full of strangers

they want a quiet man who loves them like the stars but scream when i learn to fly at the mercy of the weather & can't be captured

they want to live naughty with the thick musk of a man but act bewildered when they're caught soaking wet and weak in the knees

women say they love men with a tolerance but get jealous when i'm dizzy drunk at dawn on cheap tequila and the memory of my mother

they want a man who lives inside a corridor of words but hate me when they realize artful compliments are only cages of pretty lies

they're helpless for a man with grace but hate me when i'm pitiful and clumsy in the dark after blowing out candles and closing windows in the middle of june

they say they'll only fall in love with a lover of music but audibly cough when i hush them as Coltrane makes dazzling sodium fall across my face

they all wish for a man with careful eyes
but mine are blue and empty in the end
& it gets lonely
so i will no longer carry a song for them in my heart
like a trail-weary cowboy
no lust
no memory
no guilt
no cups
no whistles
or jewels in my vulnerable shadow
There is a violent madness that hides inside all of us,
some oppress the chaos, others live in denial.
Once in a blood moon, hidden in a dark room,
vibrations of bedlam, a paracosm of two.
For the world that we see through a hidden marquee,
a putrid stream for the mentally ill.
Yet with no hesitation, a dark star pulsating
you plunge into the void then pull me through.
Fret not for each thought gives birth to brilliance
as we stir the cauldron of the sacred brew.
Blood and water, son and daughter,
resilient to the universe we devour and consume.
JDMaraccini
2020
«¿Hacia dónde?» dicen todos,
«Otra vez a España?»
                                -«Al centro,
A conquistar nuevas tierras,
Listo el brazo y firme el pecho.
Río arriba, que hay un río
Que vendrá desde muy lejos.
Habrá en sus orillas oro;
Riquezas habrá en su extremo.
Ese río es el camino,
Ante nosotros abierto,
Para la fortuna. ¡Vamos,
Los que no sepáis de miedo!»

«¿Miedo? Nadie lo conoce».
Todos a una dijeron.

Y en ir y venir constante
Es grande alborozo el puerto
De Santa Marta ese día
De Abril de mil y quinientos
Treinta y seis de nuestra Era.
El Licenciado en Derecho
Don Gonzalo de Jiménez
De Quesada, airoso, erecto,
En el casco blancas plumas
Que agita el marino viento;
Con la luciente coraza
Guarnecido el noble pecho,
Y el pendón de Carlos Quinto
En la diestra mano irguiendo,
Ve ante él desfilar su tropa:
Sus hombres son ochocientos;
Y ochenta y cinco jinetes,
Y aborígenes flecheros.

Fray Domingo de Las Casas,
En el aire mañanero
Alza la mano y bendice,
Pidiendo el favor del Cielo.

Todos inclinan la frente,
Y en fila siguen al puerto.
Las lonas y cabrestantes
Aprestan los marineros,
Y cabecean los barcos
En el mar, diáfano espejo.

En carabelas van unos
Y en bergantines ligeros;
Otros partirán por tierra:
Todos de ánimo resuelto.

-«¡Adiós!» -
«¡Adiós!»...
                                    Tras fatigas
Unos, contra el mar violento
Luchando, y sus bergantines
Por ciclones, rotos viendo;
Y los otros, que en el bosque
Van despejando sendero,
En Malambo, sobre el río,
Se unen al fin. Desaliento
Profundo embarga sus almas,
Y en airada voz dijeron:

-«¿Avanzar? ¡Es imposible!
Para el mar nos volveremos».

Don Gonzalo pensativo,
Ante ese gran desconsuelo,
Le dice al Padre Las Casas,
Ante el peligro, sereno:
«Como voz terrena falla,
Habladles con voz de cielo».

En el arenal del río
Que desciende amarillento
Sobre tabla que se apoya
En recién cortados leños,
Un crucifijo se yergue,
Un cáliz y un Evangelio;
Y terminada la misa
Entre alboroto del viento
Y entre el rumor de la selva,
Dice el fraile:

                      «Llegó el tiempo
De que a los reinos de Cristo
Unamos un nuevo reino»

Y se vio trocado en gozo
Entonces el desaliento


¡Río arriba!... Unos por agua,
Otros por tierra. Al estrépito
De las voces de «¡¡Adelante!!»
Se unió el rimbombo del trueno.
Fúlgidos rayos cruzaron
El espacio ceniciento.
Borrose el sol. De las fieras,
Por entre el follaje espeso,
Llegaban roncos rugidos;
Y torrencial aguacero
Cayó de pronto. La oril la
Fue entonces pantano inmenso.
Unos subían el río;
Otros, bajo árboles, quietos;
Y la tormenta seguía
Los árboles sacudiendo.
Eran torrentes los caños,
Y entre ese fragor siniestro
Sobre las carnes de todos
Caían nubes de insectos,
Arañas, negras avispas,
Jején y tábanos fieros,
Que en encendidas ampollas
Les convertían el cuerpo.

Amarrados a los troncos
Se columbraban muy lejos
Los barcos. Y los infantes
De los raudales huyendo,
Sobre horcones cavilaban,
Mirando inundado el suelo,
Cómo esa noche podrían
El cuerpo entregar al sueño.
Charco enorme era la tierra;
Seguía el río creciendo
Y en los gajos de los árboles
Eran los aventureros
De ese día -y que muy pronto
De un mundo serían dueños-
Pájaros que disputaban
A los pájaros sus lechos.

De vez en cuando caía,
Con rudo golpe, uno al suelo:
De los audaces «chimilas»
Bajo el venablo certero.

«¿Hacia donde?» -preguntaban,
Y Quesada, duro el ceño,
A caballo respondía:
«Río arriba, que esto es nuéstro»

Y el pendón de Carlos Quinto
Erguía entre el aguacero.

Cerca un tigre. De otro tigre
El rugir se oía lejos.

Un alto al fin. En «Barranca
Bermeja»... Entre el desaliento
Estalla el tumulto, y todos
Piden hacia el mar regreso.
-«¿Para qué bellos pasajes
En desamparo y enfermos?»
Así decían. Quesada
Sin vacilar en su empeño.

Por el Opón, dos canoas
Envía Quesada. El cielo
Es viva paleta. El ánimo
Volver parece a sus pechos.
Se alza la luna. Vihuelas
Y voces forman concento:
La primera serenata
Bajo centenarios cedros
A la orilla del gran río
Que desciende soñoliento,
Llevando en sus aguas, troncos
Vivos: los saurios; y muertos
Troncos, que arrancó en la playa
La corriente con estrépito.

En tanto, Quesada sueña;
Soñando está, mas despierto.
Piensa en rejas andaluzas
Y en algunos ojos negros;
Y como es poeta, entonces
Fulge en su memoria un verso,
-¿Quién un verso no recuerda
En sus noches de desvelo,
Un verso que muchas veces
Es lágrima de otro tiempo?-
Y evocando a Santillana
Ya su «Vaqueira», un ensueño
Radioso se alza en su mente,
Visión de gloria: otro reino
Para España, que en el mundo
Habrá de extender su imperio.
«España y amor», murmura,
Y a sus ojos baja el sueño.

Y regresan las canoas:
Traen sal y  traen lienzos;
Y todos alborazados,
Delante de un mundo nuevo
Surcan del Opón las aguas,
De la gloria aventureros;
Y a las serranías suben:
Sementeras, chozas, huertos,
Cielo distinto, otros campos,
Vegas  y valles y cerros,
En donde sopla en el día
Y en las noches aire fresco
Y después, la gran llanura
Que se abre a sus ojos, lejos:
Nuevo día. Bella aurora;
Azul y radiante el cielo,
Y entre silbido de flechas,
Al frente los macheteros.
Troncos iban derribando
Que tendían en deshechos
Raudales, cual recios puentes
De infantes y caballeros,
Mientras serpientes enormes
Entre el matorral espeso
Deslizábanse, y arteras
Dejaban mortal veneno
En las carnes de esos bravos
Postrados por hambre y sueño.
Unos caían. Los otros
Marchaban, camino abriendo
Entre trabas de bejucos
Y árboles corpulentos.

Para comida, raices,
Y hojas y barro, por lecho.
Saltaba un tigre de pronto
Entre la noche, uno menos.

Otro día. Azul y gualda
Y rojo. Horizonte espléndido.
Cada rama era una libre
Jaula a las aves del cielo.
Brilla la esperanza. Entonces
Temblando de fiebre, regios
Palacios, veían, oro
Y más oro entre sus sueños
De sobresalto en la selva;
Pero de repente el trueno
Retumbaba en el espacio
Y y volvía el desaliento...
Y luego... a buscar raíces,
Entre tupidos helechos ,
Donde arañas y serpientes
Acechaban en silencio

Tarde radiante del trópico...
Rojos celajes. En vuelo
Perezoso van las garzas
Por los dormidos esteros;
En la orilla esperan otras
A los peces, vivo argento
Las escamas, que en los picos
Un instante brillan luego,
En tanto que albas corolas
Mueve el aura sobre el cieno.
En la playa, centenares
De saurios se mueven lentos
Grandes bandadas de pájaros,
Azules, verdes y negros
Pasan ¡La tarde del trópico!
El sol es un rojo incendio...
«El valle de los alcázares»,
Como en un deslumbramiento.

Tan sólo ciento sesenta
Han llegado. Setecientos
Marcaron con sus cadáveres
El recorrido sendero.

Y aquellos desconocidos,
Terrones de gleba; aquellos
Que de humildes heredades
A heroica aventura fueron,
No pensaron quizá entonces,
De sólo harapos cubiertos,
Pordioseros de la gloria,
Mientras Quesada su acero
Alzaba en tierras del Zipa,
Que el suelo hollado por ellos
Iba, cual florón de España,
A ensanchar el universo.
 Dec 2020 flitting Apathy
-
Silence
 Dec 2020 flitting Apathy
-
But this time,
It's comfortable
It's not defeaning
It's calm

I believe this is peace.
 Dec 2020 flitting Apathy
Onoma
the stuffing of clouds

have popped out,

over-clung and ragged

dolls slung over space.

inanimate and sidelong

stares of stopped time,

exhibiting forgetfulness

too gone to lose.

explosions of pindrops

far off, and far into The Now.

similar to abandoning the

keenest mind like an unwanted

pet, tentatively trotting away.

looking back once and a while.
Kate could
notice
that I
needed
a treat
so
she drove
off
and bought
me
a cinnamon
roll;
it tasted
sweet.
 Dec 2020 flitting Apathy
Samara
tiresome
and
lonesome
i grow,
living under
your constant
shadow.
always trying
to impress
leaves me
quite depressed
that i can never
be what you want
so much so that
i don't even know what
it is
that i want.
 Dec 2020 flitting Apathy
Emmett
I discovered that my life could be best described as a dull green. You may ask how I came to this revelation. It involved a disgruntled walrus birthing a kangaroo, the idea of a concept of a long story, and flippers. Unfortunately, I only have fifty words to tell you.
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