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Spanish

    –Eros: acaso no sentiste nunca
Piedad de las estatuas?
Se dirían crisálidas de piedra
De yo no sé qué formidable raza
En una eterna espera inenarrable.
Los cráteres dormidos de sus bocas
Dan la ceniza negra del Silencio,
Mana de las columnas de sus hombros
La mortaja copiosa de la Calma
Y fluye de sus órbitas la noche;
Victimas del Futuro o del Misterio,
En capullos terribles y magníficos
Esperan a la Vida o a la Muerte.
Eros: acaso no sentiste nunca
Piedad de las estatuas?–
    Piedad para las vidas
Que no doran a fuego tus bonanzas
Ni riegan o desgajan tus tormentas;
Piedad para los cuerpos revestidos
Del armiño solemne de la Calma,
Y las frentes en luz que sobrellevan
Grandes lirios marmóreos de pureza,
Pesados y glaciales como témpanos;
Piedad para las manos enguantadas
De hielo, que no arrancan
Los frutos deleitosos de la Carne
Ni las flores fantásticas del alma;
Piedad para los ojos que aletean
Espirituales párpados:
Escamas de misterio,
Negros telones de visiones rosas…
Nunca ven nada por mirar tan lejos!
    Piedad para las pulcras cabelleras
–Misticas aureolas–
Peinadas como lagos
Que nunca airea el abanico *****,
***** y enorme de la tempestad;
Piedad para los ínclitos espiritus
Tallados en diamante,
Altos, claros, extáticos
Pararrayos de cúpulas morales;
Piedad para los labios como engarces
Celestes donde fulge
Invisible la perla de la Hostia;
–Labios que nunca fueron,
Que no apresaron nunca
Un vampiro de fuego
Con más sed y más hambre que un abismo.–
Piedad para los sexos sacrosantos
Que acoraza de una
Hoja de viña astral la Castidad;
Piedad para las plantas imantadas
De eternidad que arrastran
Por el eterno azur
Las sandalias quemantes de sus llagas;
Piedad, piedad, piedad
Para todas las vidas que defiende
De tus maravillosas intemperies
El mirador enhiesto del Orgullo;

Apuntales tus soles o tus rayos!

Eros: acaso no sentiste nunca
Piedad de las estatuas?…

              English

    –Eros: have you never felt
Piety for the statues?
These chrysalides of stone,
Some formidable race
In an eternal, unutterable hope.
The sleeping craters of their mouths
Utter the black ash of silence;
A copious shroud of Calm
Falls from the columns of their arms,
And night flows from their eyesockets;
Victims of Destiny or Mystery,
In magnificent and terrible cocoons,
They wait for Life or Death.
Eros: have you never perhaps felt
Piety for the statues?
    Piety for the lives
That will not strew nor rend your battles
Nor gild your fiery truces;
Piety for the bodies clothed
In the solemn ermine of Calm,
The luminous foreheads that endure
Their marble wreaths, grand and pure,
Weighty and glacial as icebergs;
Piety for the gloved hands of ice
That cannot uproot
The delicious fruits of the Flesh,
The fantastic flowers of the soul;
Piety for the eyes that flutter
Their spiritual eyelids:
Mysterious fish scales,
Dark curtains on rose visions…
For looking so far, they never see!
    Piety for the tidy heads of hair
–Mystical haloes–
Gently combed like lakes
Which the storm’s black fan,
Black and enormous, never thrashes;
Piety for the spirits, illustrious,
Carved of diamonds,
High, clear, ecstatic
Lightning rods on pious domes;
Piety for the lips like celestial settings
Where the invisible pearls of the Host gleam;
–Lips that never existed,
Never seized anything,
A fiery vampire
With more thirst and hunger than an abyss.
Piety for the sacrosanct sexes
That armor themselves with sheaths
From the astral vineyards of Chastity;
Piety for the magnetized footsoles
Who eternally drag
Sandals burning with sores
Through the eternal azure;
Piety, piety, pity
For all the lives defended
By the lighthouse of Pride
From your marvelous raw weathers:

Aim your suns and rays at them!

Eros: have you never perhaps felt
Pity for the statues?
Victor Marques Sep 2013
Sonhos


Pairas no pensamento, no inconsciente!
Estou eu a visionar as cataratas que explicam a beleza do salpicar das gotas de água…
O paraíso com anjos vestidos de um rosa velho mal tratado passeia numa barca que até
Já fora do diabo.

A espuma desse mar celestial quase entra em tão enfadonha embarcação.
Ruma em direção aos confins de lado nenhum, pois os sonhos se multiplicam e em segundos
Se esvanecem. Foge o vento que em dias de tempestade é frio, bate em tudo que lhe aparece á frente.
Temos sonhos dos dragões que no cabo das tormentas nos amedrontam todos os dias, nós fazem tremer de medo, chorar …transpirar junto aos lençóis de linho já raro.

Que pesadelo, que sonho arrepiante!

Existem sim os sonhos que também são sonhos de todos os seres humanos. O sonho de ser amado e amar na plenitude enquanto ser vivo.
A dignidade humana está na perseverança de quem sonha com amor a causas nobres. Na sua vida terrena o homem sonha e obras maravilhosas nascem por amor.

O meu sonho é um sonho de amor pelos outros, de dar de uma forma gratuita: um sorriso, um aperto de mão, um abraço, um conselho, uma troca positiva de olhar.
O meu sonho é o sonhar com Deus amor feito de bem, um sonhar que vai sempre mais além…
O meu sonho é amar a natureza sempre e respeitar suas leis…
Nunca deixes de sonhar, de contemplar as estrelas, o orvalho, o sol, a lua. Estamos num tempo que temos de sonhar sempre mesmo estando acordados.

Victor Marques
Stephanie Kahn Apr 2015
Busco lugares de tierras negras y frescas
Donde plantar mis pies
Echar profundas raíces que incluso tormentas
no puedan lograr desprender.

Pero mis plantas no son para hacer raíces
Estas tierras no son fértiles
y aquí apenas llueve.
Victor Marques Jan 2014
Não sei como é viver em paz,
Canta o sapo e bom rapaz.
As cabras pastam nos montes,
Burros e frescas fontes.

Tantos problemas sociais,
Politiquice e  coisas banais.
O ser humano tenta ser justo,
Hipócrita a qualquer custo.

Sociedade portuguesa tão triste,
Nossa identidade existe.
Enfermo em águas termais bem quentes,
Amor a nossos semelhantes.

Outrora nossos navegadores o mar eternizaram,
Dragões e tormentas ultrapassaram.
Hoje estamos num tempo perdido sem beleza,
Falta amor à mãe natureza.


Victor Marques
Cuando yo amo
amo sin tiempo
sin espacio
amo muy  imperfecto(así me sale)
y generalmente por impulso.
Amo como un espejo deformado
muy desordenada,
amo en secreto
y bajo la lluvia
amo profundo y de verdad
con alma corazón y  sin razón.

Amo con el pensamiento más puro
y bajo las tormentas oscuras de las palabras.
Amo más allá de toda  conspiración
y los puñales que las ausencias me clavan .
Amo para toda la vida
o hasta mañana.

¡Qué gris  frío dolor
atraviesa entre relámpagos mi vida hoy
al darme cuenta que nadie existe en ésta tierra
que  pueda  amar como lo hago  yo!.
Leydis Jul 2017
La mujer busca,
A corazarse el autoestima que le
B rumaron y
O pacaron cuando
R ompieron su
A plastado amor propio.
T ornando, todo lo que pueda
O primir o retrasar su encuentro de
R ecaudación y reanudación de sus
I  lusiones e intuición y por
O bligación mantener su
S oberanía y fortaleza interna.

Un laboratorio de ilusiones eres mujer.
Un almacén de amor para todos, más yo te digo;
asegura almacenar amor propio para ti.
Para que cuando lleguen las tormentas,
recuerdes que en tu laboratorio,
guardas todos lo que necesitas para cada batalla.

Que tienes paz, que eres paz.
Que cuándo la vida quiera frenarte,
saca un frasco que dice “sigue empujando”.
Que si te pisotean el orgullo,
sepas que en tu laboratorio interno, tienes “amor propio”.
Que vales más que toda la riqueza del universo,
por el simple hecho de ser mujer.
Que eres verso, verbo, pero nunca sustantivo.
Que para alguien eres una hermosa prosa.  
Que tu cabellera, tu cara, y tu cuerpo…..
es el convenio que hizo ¡Dios con el hombre!
Que hay un poeta loco merodeando las calles, acucioso por bañarte a besos.  
Que el universo es tu amigo, y, está aquí para consentirte.
Que eres sentimientos indescriptibles…,
Eres la sensualidad infinita.
La semejanza que desea la luna.
Eres el melao’ del amargo,
y de la inteligencia sus neuronas.  

Así que recuerda, que eres un laboratorio ambulante.
Que si te enfermas, tienes un laboratorio surtido…..
Pero lo llevas por dentro!

LeydisProse
7/20/2017
https://www.facebook.com/LeydisProse/
I dream with my hands
While my tongue fails
And my pillow only gives me sleepdust.
I make dreams without labels or names,
Whose fences have already pervaded reality
And whose power dies again each generation.
I construct bridges between words
With stones that will weather
Even the fickle storms of men.
When mouths change the shape of “pyramid”
My vast triangles will still blot out the sun.
And when new peoples forget my name
The ancient eyes of my statue will still open
So that maybe in a distant moment a scholar will say
“He was once called Ozymandias, King of Kings”
All because I will have dreamt with my hands


Yo sueño con mis manos
Cuando mi lengua falla
Y la almohada me da sólo legañas.
Hago sueños sin etiquetas o nombres,
Cuyas vallas ya han impregnado realidad
Y cuya potencia muere otra vez con cada generación.
Construyo puentes entre palabras
Con piedras que aguantarán
Aun las tormentas volubles del hombre.
Cuando bocas cambian la forma de “pirámide”
Mis vastos triángulos borrarán el sol.
Y cuando pueblos nuevos olvidan mi nombre
Los ojos antiguos de mi estatua se abrirán
Para que quizás en un momento distante un erudito diría
“Una vez, se llamaba Ozymandias, rey de reyes”
Todo porque habré soñado con mis manos.
This was actually the first poem I've ever written in Spanish, but I figured I'd translate it since this site is mostly in English. Inspired by Borges.
¡Qué lástima
que yo no pueda cantar a la usanza
de este tiempo lo mismo que los poetas de hoy cantan!
¡Qué lástima
que yo no pueda entonar con una voz engolada
esas brillantes romanzas
a las glorias de la patria!
¡Qué lástima
que yo no tenga una patria!
Sé que la historia es la misma, la misma siempre, que pasa
desde una tierra a otra tierra, desde una raza
a otra raza,
como pasan
esas tormentas de estío desde esta a aquella comarca.
¡Qué lástima
que yo no tenga comarca,
patria chica, tierra provinciana!
Debí nacer en la entraña
de la estepa castellana
y fui a nacer en un pueblo del que no recuerdo nada;
pasé los días azules de mi infancia en Salamanca,
y mi juventud, una juventud sombría, en la Montaña.
Después... ya no he vuelto a echar el ancla,
y ninguna de estas tierras me levanta
ni me exalta
para poder cantar siempre en la misma tonada
al mismo río que pasa
rodando las mismas aguas,
al mismo cielo, al mismo campo y en la misma casa.
¡Qué lástima
que yo no tenga una casa!
Una casa solariega y blasonada,
una casa
en que guardara,
a más de otras cosas raras,
un sillón viejo de cuero, una mesa apolillada
(que me contaran
viejas historias domésticas como a Francis Jammes y a Ayala)
y el retrato de un mi abuelo que ganara
una batalla.
¡Qué lástima
que yo no tenga un abuelo que ganara
una batalla,
retratado con una mano cruzada
en el pecho, y la otra en el puño de la espada!
Y, ¡qué lástima 
que yo no tenga siquiera una espada!
Porque..., ¿Qué voy a cantar si no tengo ni una patria,
ni una tierra provinciana,
ni una casa
solariega y blasonada,
ni el retrato de un mi abuelo que ganara
una batalla,
ni un sillón viejo de cuero, ni una mesa, ni una espada?
¡Qué voy a cantar si soy un paria
que apenas tiene una capa!Sin embargo...
                            en esta tierra de España
y en un pueblo de la Alcarria
hay una casa
en la que estoy de posada
y donde tengo, prestadas,
una mesa de pino y una silla de paja.
Un libro tengo también. Y todo mi ajuar se halla
en una sala
muy amplia
y muy blanca
que está en la parte más baja
y más fresca de la casa.
Tiene una luz muy clara
esta sala
tan amplia
y tan blanca...
Una luz muy clara
que entra por una ventana
que da a una calle muy ancha.
Y a la luz de esta ventana
vengo todas las mañanas.
Aquí me siento sobre mi silla de paja
y venzo las horas largas
leyendo en mi libro y viendo cómo pasa
la gente al través de la ventana.

Cosas de poca importancia
parecen un libro y el cristal de una ventana
en un pueblo de la Alcarria,
y, sin embargo, le basta
para sentir todo el ritmo de la vida a mi alma.
Que todo el ritmo del mundo por estos cristales pasa
cuando pasan
ese pastor que va detrás de las cabras
con una enorme cayada,
esa mujer agobiada
con una carga
de leña en la espalda,
esos mendigos que vienen arrastrando sus miserias, de Pastrana,
y esa niña que va a la escuela de tan mala gana.
¡Oh, esa niña! Hace un alto en mi ventana
siempre y se queda a los cristales pegada
como si fuera una estampa.
¡Qué gracia
tiene su cara
en el cristal aplastada
con la barbilla sumida y la naricilla chata!
Yo me río mucho mirándola
y le digo que es una niña muy guapa...
Ella entonces me llama
¡tonto!, y se marcha.
¡Pobre niña! Ya no pasa
por esta calle tan ancha
caminando hacia la escuela de muy mala gana,
ni se para
en mi ventana,
ni se queda a los cristales pegada
como si fuera una estampa.
Que un día se puso mala,
muy mala,
y otro día doblaron por ella a muerto las campanas.
Y en una tarde muy clara,
por esta calle tan ancha,
al través de la ventana,
vi cómo se la llevaban
en una caja
muy blanca...
En una caja
muy blanca
que tenía un cristalito en la tapa.
Por aquel cristal se la veía la cara
lo mismo que cuando estaba
pegadita al cristal de mi ventana...
Al cristal de esta ventana
que ahora me recuerda siempre el cristalito de aquella caja
tan blanca.
Todo el ritmo de la vida pasa
por el cristal de mi ventana...
¡Y la muerte también pasa!¡Qué lástima
que no pudiendo cantar otras hazañas,
porque no tengo una patria,
ni una tierra provinciana,
ni una casa
solariega y blasonada,
ni el retrato de un mi abuelo que ganara
una batalla,
ni un sillón de viejo cuero, ni una mesa, ni una espada,
y soy un paria
que apenas tiene una capa...
venga, forzado, a cantar cosas de poca importancia!
Me encanta Dios. Es un viejo magnífico que no se toma en serio.
A él le gusta jugar y juega, y a veces se le pasa la mano y nos
rompe una pierna o nos aplasta definitivamente. Pero esto sucede porque
es un poco cegatón y bastante torpe con las manos.
Nos ha enviado a algunos tipos excepcionales como Buda, o Cristo, o
Mahoma, o mi tía Chofi, para que nos digan que nos portemos bien.
Pero esto a él no le preocupa mucho: nos conoce. Sabe que el pez
grande se traga al chico, que la lagartija grande se traga a la pequeña,
que el hombre se traga al hombre. Y por eso inventó la muerte: para
que la vida -no tú ni yo- la vida, sea para siempre.
Ahora los científicos salen con su teoría del Big Bang...
Pero ¿qué importa si el universo se expande interminablemente
o se contrae? Esto es asunto sólo para agencias de viajes.
A mí me encanta Dios. Ha puesto orden en las galaxias y distribuye
bien el tránsito en el camino de las hormigas. Y es tan juguetón
y travieso que el otro día descubrí que ha hecho -frente
al ataque de los antibióticos- ¡bacterias mutantes!
Viejo sabio o niño explorador, cuando deja de jugar con sus soldaditos
de plomo y de carne y hueso, hace campos de flores o pinta el cielo de manera increíble.
Mueve una mano y hace el mar, y mueve la otra y hace el bosque. Y cuando
pasa por encima de nosotros, quedan las nubes, pedazos de su aliento.
Dicen que a veces se enfurece y hace terremotos, y manda tormentas,
caudales de fuego, vientos desatados, aguas alevosas, castigos y desastres.
Pero esto es mentira. Es la tierra que cambia -y se agita y crece- cuando Dios se aleja.
Dios siempre está de buen humor. Por eso es el preferido de mis
padres, el escogido de mis hijos, el más cercano de mis hermanos,
la mujer más amada, el perrito y la pulga, la piedra más
antigua, el pétalo más tierno, el aroma más dulce,
la noche insondable, el borboteo de luz, el manantial que soy.
A mí me gusta, a mí me encanta Dios. Que Dios bendiga a Dios.
Todavia en el tiempo sin saberlo,
aferrado en la oscuridad del sentimiento
mis ojos caen,
en la lentitud de la ceguera
y mis manos quieren tocar lo imposible,
ir contigo,
a lo más lejos del horizonte,
por vez primera correr
sin miedo, viéndote sin barro,
blanca de espuma,
desnuda y roja
por vez primera, viéndote,
pero sé que, el tiempo me engaña
disfrazando a tu cuerpo,
si esta imagen eres tu
o el recuerdo de una máscara
que la mente haya dibujado.
Cae la tarde y con ella viene
el torpe movimiento,
ante la duda del equilibrio
por mantenerlo.
Todo se vuelve frágil, oscuro
y entiendo que llega el naufragio
al calor de las velas, despacito.
Sin tormentas.
bobby burns Nov 2014
los vacíos en uñas
como pozos de alquitrán
roban el foco
de dedos delgados
hechos para tocar el piano

codos como el mío,
     como gotas de rocío,
      y como pulpa redonda —
    no conoces la pared ni la espada,
pero esas en hombros herniados.

y las alas, alas
como el día
que aletea
nubes mostazas
a través de un campo

envuelveme
en plumas
así que yo conozca
solaz soleado
siempre

permanece vigilia
encaramado arriba
en tormentas
transformadas y
contenidas dentro de
las cavernas vivas
del espectro.
homage a Neruda
¡Viejos olivos sedientos
bajo el claro sol del día,
olivares polvorientos
del campo de Andahicía!
¡El campo andaluz, peinado
por el sol canicular,
de loma en loma rayado
de olivar y de olivar!
Son las tierras
soleadas,
anchas lomas, lueñes sierras
de olivares recamadas.
Mil senderos. Con sus machos,
abrumados de capachos,
van gañanes y arrieros.
¡De la venta del camino
a la puerta, soplan vino
trabucaires bandoleros!
¡Olivares y olivares
de loma en loma prendidos
cual bordados alamares!
¡Olivares coloridos
de una tarde anaranjada;
olivares rebruñidos
bajo la luna argentada!
¡Olivares centellados
en las tardes cenicientas,
bajo los cielos preñados
de tormentas!...
Olivares, Dios os dé
los eneros
de aguaceros,
los agostos de agua al pie,
los vientos primaverales,
vuestras flores racimadas;
y las lluvias otoñales
vuestras olivas moradas.
Olivar, por cien caminos,
tus olivitas irán
caminando a cien molinos.
Ya darán
trabajo en las alquerías
a gañanes y braceros,
¡oh buenas frentes sombrías
bajo los anchos sombreros!...
¡Olivar y olivareros,
bosque y raza,
campo y plaza
de los fieles al terruño
y al arado y al molino,
de los que muestran el puño
al destino,
los benditos labradores,
los bandidos caballeros,
los señores
devotos y matuteros!...
¡Ciudades y caseríos
en la margen de los ríos,
en los pliegues de la sierra!...
¡Venga Dios a los hogares
y a las almas de esta tierra
de olivares y olivares!   A dos leguas de Úbeda, la Torre
de Pero Gil, bajo este sol de fuego,
triste burgo de España. El coche rueda
entre grises olivos polvorientos.
Allá, el castillo heroico.
En la plaza, mendigos y chicuelos:
una orgía de harapos...
Pasamos frente al atrio del convento
de la Misericordia.
¡Los blancos muros, los cipreses negros!
¡Agria melancolía
como asperón de hierro
que raspa el corazón! ¡Amurallada
piedad, erguida en este basurero!...
Esta casa de Dios, decid hermanos,
esta casa de Dios, ¿qué guarda dentro?
Y ese pálido joven,
asombrado y atento,
que parece mirarnos con la boca,
será el loco del pueblo,
de quien se dice: es Lucas,
Blas o Ginés, el tonto que tenemos.
Seguimos. Olivares. Los olivos
están en flor. El carricoche lento,
al paso de dos pencos matalones,
camina hacia Peal. Campos ubérrimos.
La tierra da lo suyo; el sol trabaja;
el hombre es para el suelo:
genera, siembra y labra
y su fatiga unce la tierra al cielo.
Nosotros enturbiamos
la fuente de la vida, el sol primero,
con nuestros ojos tristes,
con nuestro amargo rezo,
con nuestra mano ociosa,
con nuestro pensamiento
-se engendra en el pecado,
se vive en el dolor. ¡Dios está lejos!-.
Esta piedad erguida
sobre este burgo sórdido, sobre este basurero,
esta casa de Dios, decid, oh santos
cañones de von Kluck, ¿qué guarda dentro?
Atraviesa la muerte con herrumbrosas lanzas,
y en traje de cañón, las parameras
donde cultiva el hombre raíces y esperanzas,
y llueve sal, y esparce calaveras.
Verdura de las eras,
¿qué tiempo prevalece la alegría?
El sol pudre la sangre, la cubre de asechanzas
y hace brotar la sombra más sombría.
El dolor y su manto
vienen una vez más a nuestro encuentro.
Y una vez más al callejón del llanto
lluviosamente entro.
Siempre me veo dentro
de esta sombra de acíbar revocada,
amasado con ojos y bordones,
que un candil de agonía tiene puesto a la entrada
y un rabioso collar de corazones.
Llorar dentro de un pozo,
en la misma raíz desconsolada
del agua, del sollozo,
del corazón quisiera:
donde nadie me viera la voz ni la mirada,
ni restos de mis lágrimas me viera.
Entro despacio, se me cae la frente
despacio, el corazón se me desgarra
despacio, y despaciosa y negramente
vuelvo a llorar al pie de una guitarra.
Entre todos los muertos de elegía,
sin olvidar el eco de ninguno,
por haber resonado más en el alma mía,
la mano de mi llanto escoge uno.
Federico García
hasta ayer se llamó: polvo se llama.
Ayer tuvo un espacio bajo el día
que hoy el hoyo le da bajo la grama.
¡Tanto fue! ¡Tanto fuiste y ya no eres!
Tu agitada alegría,
que agitaba columnas y alfileres,
de tus dientes arrancas y sacudes,
y ya te pones triste, y sólo quieres
ya el paraíso de los ataúdes.
Vestido de esqueleto,
durmiéndote de plomo,
de indiferencia armado y de respeto,
te veo entre tus cejas si me asomo.
Se ha llevado tu vida de palomo,
que ceñía de espuma
y de arrullos el cielo y las ventanas,
como un raudal de pluma
el viento que se lleva las semanas.
Primo de las manzanas,
no podrá con tu savia la carcoma,
no podrá con tu muerte la lengua del gusano,
y para dar salud fiera a su poma
elegirá tus huesos el manzano.
Cegado el manantial de tu saliva,
hijo de la paloma,
nieto del ruiseñor y de la oliva:
serás, mientras la tierra vaya y vuelva,
esposo siempre de la siempreviva,
estiércol padre de la madreselva.
¡Qué sencilla es la muerte: qué sencilla,
pero qué injustamente arrebatada!
No sabe andar despacio, y acuchilla
cuando menos se espera su turbia cuchillada.
Tú, el más firme edificio, destruido,
tú, el gavilán más alto, desplomado,
tú, el más grande rugido,
callado, y más callado, y más callado.
Caiga tu alegre sangre de granado,
como un derrumbamiento de martillos feroces,
sobre quien te detuvo mortalmente.
Salivazos y hoces
caigan sobre la mancha de su frente.
Muere un poeta y la creación se siente
herida y moribunda en las entrañas.
Un cósmico temblor de escalofríos
mueve temiblemente las montañas,
un resplandor de muerte la matriz de los ríos.
Oigo pueblos de ayes y valles de lamentos,
veo un bosque de ojos nunca enjutos,
avenidas de lágrimas y mantos:
y en torbellino de hojas y de vientos,
lutos tras otros lutos y otros lutos,
llantos tras otros llantos y otros llantos.
No aventarán, no arrastrarán tus huesos,
volcán de arrope, trueno de panales,
poeta entretejido, dulce, amargo,
que al calor de los besos
sentiste, entre dos largas hileras de puñales,
largo amor, muerte larga, fuego largo.
Por hacer a tu muerte compañía,
vienen poblando todos los rincones
del cielo y de la tierra bandadas de armonía,
relámpagos de azules vibraciones.
Crótalos granizados a montones,
batallones de flautas, panderos y gitanos,
ráfagas de abejorros y violines,
tormentas de guitarras y pianos,
irrupciones de trompas y clarines.
Pero el silencio puede más que tanto instrumento.
Silencioso, desierto, polvoriento
en la muerte desierta,
parece que tu lengua, que tu aliento,
los ha cerrado el golpe de una puerta.
Como si paseara con tu sombra,
paseo con la mía
por una tierra que el silencio alfombra,
que el ciprés apetece más sombría.
Rodea mi garganta tu agonía
como un hierro de horca
y pruebo una bebida funeraria.
Tú sabes, Federico García Lorca,
que soy de los que gozan una muerte diaria.
Para y óyeme ¡oh sol! yo te saludo
y extático ante ti me atrevo a hablarte:
ardiente como tú mi fantasía,
arrebatada en ansia de admirarte
intrépidas a ti sus alas guía.
¡Ojalá que mi acento poderoso,
sublime resonando,
del trueno pavoroso
la temerosa voz sobrepujando,
¡oh sol! a ti llegara
y en medio de tu curso te parara!
¡Ah! Si la llama que mi mente alumbra
diera también su ardor a mis sentidos;
al rayo vencedor que los deslumbra,
los anhelantes ojos alzaría,
y en tu semblante fúlgido atrevidos,
mirando sin cesar, los fijaría.
¡Cuánto siempre te amé, sol refulgente!
¡Con qué sencillo anhelo,
siendo niño inocente,
seguirte ansiaba en el tendido cielo,
y extático te vía
y en contemplar tu luz me embebecía!
De los dorados límites de Oriente
que ciñe el rico en perlas Oceano,
al término sombroso de Occidente,
las orlas de tu ardiente vestidura
tiendes en pompa, augusto soberano,
y el mundo bañas en tu lumbre pura,
vívido lanzas de tu frente el día,
y, alma y vida del mundo,
tu disco en paz majestuoso envía
plácido ardor fecundo,
y te elevas triunfante,
corona de los orbes centellante.
Tranquilo subes del cénit dorado
al regio trono en la mitad del cielo,
de vivas llamas y esplendor ornado,
y reprimes tu vuelo:
y desde allí tu fúlgida carrera
rápido precipitas,
y tu rica encendida cabellera
en el seno del mar trémula agitas,
y tu esplendor se oculta,
y el ya pasado día
con otros mil la eternidad sepulta.
    ¡Cuántos siglos sin fin, cuántos has visto
en su abismo insondable desplomarse!
¡Cuánta pompa, grandeza y poderío
de imperios populosos disiparse!
¿Qué fueron ante ti?  Del bosque umbrío
secas y leves hojas desprendidas,
que en círculos se mecen,
y al furor de Aquilón desaparecen.
Libre tú de la cólera divina,
viste anegarse el universo entero,
cuando las hojas por Jehová lanzadas,
impelidas del brazo justiciero
y a mares por los vientos despeñadas,
bramó la tempestad; retumbó en torno
el ronco trueno y con temblor crujieron
los ejes de diamante de la tierra;
montes y campos fueron
alborotado mar, tumba del hombre.
Se estremeció el profundo;
y entonces tú, como señor del mundo,
sobre la tempestad tu trono alzabas,
vestido de tinieblas,
y tu faz engreías,
y a otros mundos en paz resplandecías,
    y otra vez nuevos siglos
viste llegar, huir, desvanecerse
en remolino eterno, cual las olas
llegan, se agolpan y huyen de Oceano,
y tornan otra vez a sucederse;
mientras inmutable tú, solo y radiante
¡oh sol! siempre te elevas,
y edades mil y mil huellas triunfante.
    ¿Y habrás de ser eterno, inextinguible,
sin que nunca jamás tu inmensa hoguera
pierda su resplandor, siempre incansable,
audaz siguiendo tu inmortal carrera,
hundirse las edades contemplando
y solo, eterno, perenal, sublime,
monarca poderoso, dominando?
No; que también la muerte,
si de lejos te sigue,
no menos anhelante te persigue.
¿Quién sabe si tal vez pobre destello
eres tú de otro sol que otro universo
mayor que el nuestro un día
con doble resplandor esclarecía!!!
    Goza tu juventud y tu hermosura,
¡oh sol!, que cuando el pavoroso día
llegue que el orbe estalle y se desprenda
de la potente mano
del Padre soberano,
y allá a la eternidad también descienda,
deshecho en mil pedazos, destrozado
y en piélagos de fuego
envuelto para siempre y sepultado;
de cien tormentas al horrible estruendo,
en tinieblas sin fin tu llama pura
entonces morirá.  noche sombría
cubrirá eterna la celeste cumbre:
ni aun quedará reliquia de tu lumbre!!!
Mientras Juárez indomable
Va a los desiertos del Paso
A defender su bandera,
Firme como un espartano;
En Méjico, sostenido
Por el invasor extraño
Se erige un trono y le ocupa,
Más que ambicioso, engañado,
Un ilustre descendiente
Del más grande de los Carlos.

Joven, soñador y apuesto
Asciende a lugar tan alto,
Sin ver que a lo lejos flota
El pendón republicano,
Y sin recordar que el pueblo
Por quien, se sueña llamado,
En otro tiempo a un monarca
Lanzó del trono al cadalso

Recibiéronle animosos
Los que el cetro le entregaron,
Y al entrar por nuestras calles
Fue tan grande el entusiasmo
Que del nuevo rey los ojos
No pudieron, deslumbrados,
Mirar que las bayonetas
Que lo estaban custodiando
Eran de extranjeras tropas
Capaces de abandonarlo
Joven príncipe, ¿a qué vienes
¿Por qué dejas tu palacio
En medio de las azules
Ondas del Mediterráneo
Como un nido de gaviotas
Sobre un peñón solitario?

Este cielo azul no es tuyo,
No son tuyos estos lagos,
Ni estos sabinos del bosque
Que de viejos están canos.

Nada es tuyo, nada entiende
Tu acento, nada ha guardado
Cenizas de tus mayores
Que en otras tierras brillaron.

Tu sangre azul no es la sangre
De Cuauhtemoc ni de Hidalgo;
Cuanto te cerca es ajeno,
Cuanto te vela es extraño.

Príncipe noble ¿a qué vienes?
¿Por qué dejas tu palacio
Y aquellas ondas azules
De tu hermoso mar Adriático?

En medio de las tormentas
Que se alzarán a tu paso,
Cuando pronto te abandonen
Los que te están custodiando,
Hallarás como consuelo.
Como abrigo, como amparo,
La firmeza y el arrojo
Del soldado mejicano
Que cumple con su bandera
Satisfecho y resignado.

¡Torna príncipe al castillo
Donde viviste soñando,
Que por las gradas de un trono
Subir se puede a un cadalso!
Con inusitada pompa
En el ya imperial palacio
Se celebran los natales
Del reciente soberano.

Ya las guardias palatinas
De uniformes encarnados
Apuestos forman la valla
Luciendo adargas y cascos.

Ministros y chambelanes,
Consejeros y vasallos,
Ostentan con arrogancia
Sus pechos condecorados.

El salón de embajadores
Por su lujo aristocrático,
Recuerda a los que lo miran
De antiguos tiempos el fausto.

De pronto, por todas partes
Se extiende un rumor extraño
Y es que las gradas del trono
El Archiduque ha pisado.

Diversas clases sociales
Deben de felicitarlo
Y ya están los oradores
Por cada clase nombrados.

Un jurisconsulto experto,
Elocuente, pulcro y sabio
Es de la magistratura
El representante nato.

Le toca el lugar primero,
Habla con acento claro,
Con respeto se le escucha,
Se le mira con agrado,
Y estudio y saber revela
Cada frase de sus labios.

Su discurso no fue breve,
Su estilo elegante y franco
Y al acabar dijo alguno:
¡Bien por Lares! anhelando
Aplaudirlo, sin hacerlo
Por respeto al soberano.

Con elegancia vestido
Al clero representando
Se acercó un obispo al trono
Y dijo un discurso largo,
Lleno de notas y citas
Latinas, propias del caso.

Era el orador de fama
Por su elocuencia y su rango,
Célebre en aquellos tiempos
Entre oradores sagrados.

«No estuvo corto Ormachea»
Dijo después de escucharlo
Alguno a quien ya cansaba
La severidad del acto.

Nuevo rumor se produjo
Después en aquellos ámbitos
Al ver que al trono llegaba
A paso lento un soldado
De cabellos y ojos negros,
Tez cobriza, aspecto huraño,
Descendiente de las razas
Que en Anáhuac habitaron
Antes de que la conquista
Empobreciera a sus vástagos.

¡Formaba contraste brusco
La oscura tez del soldado
Con la tez brillante y blanca
Del Archiduque germano!

Quedó el indígena absorto,
Meditabundo y cortado,
Sin articular palabra,
La frente y los ojos bajos.

¿Quién es? preguntó un curioso
Y le respondió un anciano:
Se llama Tomás Mejía,
Y es general reaccionario:
Viene a hablar por el ejército.
-¿Y él hizo el discurso?
                                  -Varios
Le escribieron y ninguno,
Según dicen, le ha gustado;
El que dirá lo habrá escrito
O Muñoz Ledo o Arango

-Escuchemos:
                      -Trascurrían
Unos minutos muy largos;
Mejía estaba en silencio
Todo tembloroso y pálido,
En silencio los presentes
Y en silencio el soberano.

De pronto ven con asombro
Que el indígena soldado,
Abriendo los negros ojos
Que brillaban animados,
Perora sin dar lectura
Al papel que está en sus manos

-«Majestad -calló un momento;
Majestad -siguió turbado
Majestad -yo no he aprendido
Lo que otros por mí pensaron,
Pero si usted lo que busca
Es un corazón honrado,
Que lo quiera, lo respete,
Lo defienda sin descanso
Y la sirva sin dobleces,
Sin interés, sin engaño,
Aquí está mi corazón,
Aquí están, señor, mis brazos
Y en las horas de peligro,
Si al peligro juntos vamos,
Lo juro por mi bandera,
Sabré morir a su lado».

Con lágrimas en los ojos,
Trémulo Maximiliano,
Las fórmulas de la corte
Por un instante olvidando,
Bajó del trono y al punto
Dio al General un abrazo,
Que aplaudieron los presentes
Con lágrimas de entusiasmo.
Cayó el Príncipe más tarde
Y con él cayó el soldado
Que le dijo esas palabras
Llenos los ojos de llanto.

A don Tomás le ofrecieron
Del patíbulo salvarlo
Y él respondió: «Solamente
Que salven al soberano».

Un general victorioso,
De gran poder y alto rango,
Que le estaba agradecido
Por algún hecho magnánimo,
Fue y le dijo: «Yo podría
Lograr veros indultado;
Os estimo y necesito
A toda costa salvaros.
¿Queréis que os salve? decidlo,
Que no me daré descanso
Hasta que al fin me concedan
Lo que para vos reclamo».

-«Sólo admitiré el indulto,
Respondió el indio soldado,
Si me viene juntamente,
Con el de Maximiliano».

-Me pedís un imposible.
-Pues me moriré a su lado.
-Pensad que tenéis familia.
-Tan sólo a Dios se la encargo.

-Soy capaz de protegeros
Si os resolvéis a fugaros.
-¿Yal Emperador? -No; nunca.
-Pues su misma suerte aguardo.

Y como lo sabe el mundo,
Juntos fueron al cadalso
Y así selló con su sangre
Lo que dijeron sus labios.
El ave azul del sueño
sobre mi frente pasa:
tengo en mi corazón la primavera
y en mi cerebro el alba.
Amo la luz, el pico de la tórtola,
la rosa y la campánula,
el labio de la virgen
y el cuello de la garza.
!Oh, Dios mío, Dios mío!...
            Sé que me ama...
Cae sobre mi espíritu
la noche negra y trágica;
busco el seno profundo de sus sombras
para verter mis lágrimas.
Sé que en el cráneo puede haber tormentas,
abismos en el alma
y arrugas misteriosas
sobre las frentes pálidas.
¡Oh, Dios mío, Dios mío!...
            Sé que me engaña...
Cual gótico castillo legendario,
Sobre praderas de esmeralda amenas,
Levantas en el campo solitario,
Junto al humilde, alegre campanario,
Tu frontón coronado por almenas.

¡A cuánto bienestar tu calma invita!
En ti reina la paz que ardiente anhelo
Para aliviar la pena que me agita.
¡Cuánta envidia me da tu cruz bendita,
Que alza sus brazos al azul del cielo!

¡Cómo envidio a la parda golondrina
Que cuelga aquí su nido cariñosa,
Y libre va del llano a la colina!
¡Cómo envidio a la fuente cristalina,
Que tu jardín alegra rumorosa!

El combate del mundo me ha dejado
Enfermo el corazón, el alma fría,
Triste el presente, el porvenir nublado,
Y para siempre yerto y apagado
El que fue sol de la esperanza mía.

Huyeron ya veloces y traidoras,
De falso brillo y de ponzoña llenas,
Las que juzgué mis dichas seductoras;
Y en cambio quedan mis amargas horas,
Mis duelos tristes y mis hondas penas!

¡Oh apetecible soledad tranquila,
Donde la fe del alma no se pierde
Ni la razón desmaya ni vacila,
Y en que alegran la mente y la pupila.
El cielo azul y la llanura verde!

¡Qué venturosa vive en la cabaña
La familia del rudo campesino,
A la que Dios bendice y acompaña!
¡Cuánto misterio celestial entraña
La cruz clavada al borde del camino!

¿Quién, ya sin paz, sin ilusión alguna,
Como yo, en las tormentas de la vida,
No tiene envidia a la ignorada cuna
De los seres que labran su fortuna
Por la senda más dulce y escondida?

¿Quién pudiera borrar de la memoria
Tantos recuerdos tristes que ennegrecen
Las breves hojas de mi humilde historia?
¡Los lauros del amor y de la gloria,
Ni yo los busco, ni en mi huerto crecen!

Qué son esos aplausos, ese acento
Que nos embriaga y nos alienta a veces,
Humo fugaz que desbarata el viento,
Al vernos apurar, sin un lamento,
El cáliz del dolor hasta las heces.

¡Oh sagrada amistad, sol de consuelo,
Eterno culto que mi pecho abriga,
Único alivio a mi constante duelo,
Única estrella de mi triste cielo,
Deja que con el alma te bendiga.

No es verdad que en el mundo todo muere;
No es verdad que en el mundo todo es vano:
Si alguien nos odia, alguno nos prefiere;
Y detrás de la mano que nos hiere,
Siempre acude a salvarnos otra mano.

Vos lo sabéis, señora: en la violenta
Tempestad de mi vida, hallé una palma
Que me prestó su amparo en la tormenta;
Dios la bendice, la virtud la alienta.
Y yo le doy la gratitud del alma.

Y vos, de alta virtud hermoso ejemplo,
Tesoro de talento y poesía,
A quien siempre magnánima contemplo:
Benévola acoged en vuestro templo
Las tristes notas de la lira mía.

Que os hablen de la vida sosegada
Que ofrece, sin zozobra ni temores,
La hermosa estancia para vos formada;
Y estos versos de un alma desgarrada,
Cayendo a vuestros pies, cámbiense en flores.
Casi fuera del cielo ancla entre dos montañas
la mitad de la luna.
Girante, errante noche, la cavadora de ojos.
A ver cuántas estrellas trizadas en la charca.

Hace una cruz de luto entre mis cejas, huye.
Fragua de metales azules, noches de las calladas luchas,
mi corazón da vueltas como un volante loco.
Niña venida de tan lejos, traída de tan lejos,
a veces fulgurece su mirada debajo del cielo.
Quejumbre, tempestad, remolino de furia,
cruza encima de mi corazón, sin detenerte.
Viento de los sepulcros acarrea, destroza, dispersa tu raíz soñolienta.
Desarraiga los grandes árboles al otro lado de ella.
Pero tú, clara niña, pregunta de humo, espiga.
Era la que iba formando el viento con hojas iluminadas.
Detrás de las montañas nocturnas, blanco lirio de incendio,
ah nada puedo decir! Era hecha de todas las cosas.

Ansiedad que partiste mi pecho a cuchillazos,
es hora de seguir otro camino, donde ella no sonría.
Tempestad que enterró las campanas, turbio revuelo de tormentas
para qué tocarla ahora, para qué entristecerla.
Ay seguir el camino que se aleja de todo,
donde no esté atajando la angustia, la muerte, el invierno,
con sus ojos abiertos entre el rocío.
Gil Cardoso Feb 2019
Para quê passado?
Se já não é?

E o presente?
É quando?
Desde do momento em que é
Deixa de ser

E o futuro
Esse há-de existir
Mas nunca existe
Nem existiu

Dizem que o tempo
É como um rio
Come se o pudéssemos seguir

Se rio é
Flutuar tentamos
Mas sempre afogamos
Apenas temos pé
E o afogo demora anos

Nele imaginamos
A água que à de vir
Essa mais calma
Que não havemos de engolir

Que bom é o futuro
Pois ele nunca chega
Nunca aleija

O presente
Com violentos lábios nos beija

E o passado
Sabor a sangue e tormentas nos deixa
Escrito: 30/12/2018
Nadie supo su nombre:
Era un solo ojo gris y una pipa apagada
Doscientos años antes,
hubiéramos creído que era un viejo pirata.

Su casa, frente al mar,
era apenas un techo y una tapia.
A veces parecía menos viejo,
hablando de tormentas y de islas lejanas…

No, no, ya no hay tesoros;
yo lo sé bien… -decía y suspiraba-.
El humo de la estufa
lo hizo toser de pronto,
cuando quemó sus mapas.

Buscador de tesoros,
le crecieron las manos en el pico y la pala.
Cien años removiendo litorales de olvido
y nunca encontró nada...
Cuando murió, en un sueño,
la canción del domingo movía las campanas.
Se quedó para siempre con las manos vacías.
Su pipa estaba rota debajo de la hamaca.

El cementerio de pescadores
era un muro de conchas al final de la playa.
Aquella noche subió el mar.
Fueron sesenta cruces humildes bajo el agua.

Y dijo el cura: Hay que enterrarlo
aquí, en el patio de su casa.
(Sin su pipa en la boca parecía más viejo.
Yo le eché en un bolsillo su cuchara de plata).

Algo tembló en su mano,
al olor de la tierra y el ruido de las palas.
Y nosotros cavábamos la fosa, con el largo de un remo
con el ancho de un ancla.

Y sabedlo: allá abajo,
Miska, el grumete cojo, vio una cosa oxidada.
Y era un cofre, sabedlo:
¡Y fue un fulgor de joyas cuando saltó la tapa!
Cien años removiendo litorales de olvido,
y nunca encontró nada.
-No, no, ya no hay tesoros;
yo lo sé bien... decía y suspiraba…

Oh, nadie como él, nadie,
conocía las grutas de las islas lejanas.
Y estaba allí, sabedlo:
¡allí, en el patio de su casa!

Nadie supo su nombre:
era un solo ojo gris y una pipa apagada.
Leydis Jun 2017
Me clavaste para que no me fuera, para que a tu lado muriera.
Para que la mujer de la cual te enamoraste
………………………………………………… nadie la viera.

El último clavo se sintió tan grotesco,
me clavaste un clavo oxidado,
dejándome  mohosa, dañada y estropeada.
Todo con el fin, de que de tu lado no marchara.
Me clavaste,
atornillando mis sentidos,
traumando mí libertad.

Me clavaste pensando que era la única forma de tenerme.
Se te olvido que hasta el preso sueña con su autonomía.
Que sus rejas no encarcelan, si sabe uno con el pensamiento volar.
Que puede uno escapar a paisajes mágicos
y
soñar los más dulces cuentos de hadas,
y
escapar de tan miserable realidad.

Mientras tú me ibas clavando puñales de infidelidad,
amartillando mi juventud,
mi sanidad,
mi estabilidad emocional,
atandome en prejuicios sexuales,
encajándome en cajas que nunca me iban a encajar,
aprisionándome en tus barras de inseguridades,
yo me iba liberando por dentro.  
     Yo comencé a volar.

Hoy crecieron mis alas,
y
orgullosamente enseñando los agujeros de lo que fue mi vida junto a ti.
Tapándolos los boquetes con mis sueños,
convirtiendo cada uno de ellos en realidad.

Me clavaste innumerables tormentas,
en vez de tragos de felicidad,
de amor, de respeto, de confianza
y escribiste nuestro final.

Al final,  ya ves, tus clavos no pudieron estancarme.

Es que nadie puede estancar el vuelo de alguien que ama su libertad.

LeydisProse
6/9/2017
https://m.facebook.com/LeydisProse/
Evelin G hoffman Sep 2018
Mi vida esta invadida por una inmensa tristeza . Son innumerables los momentos que estas en mi mente , sonriendo, hermosa, feliz en mis brazos como esa mujer que tanto deseo tener ami lado dia dia asi.. llena de alegría por tenernos.

Pero al ver que tus días se an combertido en tormentos, porque mi compañía y mi amor dejaron de ser suficientes, porque se que nosoy solo para ti de la forma que tu corazon necesita.. al diablo la sociedad, lo que este bien o mal en ese mundo que mas me da, si no tengo tu sonrisa.

Dicen que no hay q meter a Dios enla politica, pero se que el daria 3 votos ami favor porque al final donde hay amor, pues que gane el amor. Pero me voy y te dejo libre porque se que tengo que luchar por la carne de mi carne.. aunque sienta esta decepcion dentro de mi misma porque quiero correr a tus brazos porque nada me llena ni me hace feliz en este momento , porque siento miedo y celos tambien de que estas haciendo tu vida lejos de la mia.

No quiero que llores por mi , dejame llorar ami por las dos. Quiero desde lo mas profundo de mi alma que seas feliz, deja que sea yo la que se retuerza de celos cuando te vea feliz al lado de otra persona que te dio lo que esta cobarde no pudo. Deja que sea yo la que te llore a mares por el resto de mi vida.

Se que hay dias de sol, dias de lluvia y de tormentas. Pero la tormenta de tu recuerdo nunca se alejara de mi, porque se lo que vivi, se que es real. Se que esa coneccion se quedara en mi memoria por el resto de mis días . Vuelvo a mi monotonia pero ahora atormentada por ese recuerdo perfecto de tu sonrisa cuando estamos juntas.
Te contaré la historia del bergantín sombrío
que echó un día las anclas en la quietud de un puerto,
para ser en la turbia resaca del hastío,
el ataúd flotante de su pasado muerto.

Allí evocaba el luto de la insignia pirata
y las tripulaciones con su bárbaro coro,
en las fosforescencias de las noches de plata
y en el deslumbramiento de las tardes de oro.

Allí, en largos letargos bajo las nubes lentas,
entre un enloquecido revuelo de gaviotas,
adoraban el soplo brutal de las tormentas,
en sus podridos pliegues, las pobres velas rotas.

Abajo, en la sentina, mortecinos fanales,
moscas y telarañas y barriles flotando,
arriba en la cubierta, náufragos espectrales
agitando los puños hacia el puente de mando.

Ah, las islas del trópico, los dulces archipiélagos
para siempre en los mapas de la mala fortuna,
y un buque torvamente rondando los murciélagos
mientras las mariposas vuelan hacia la luna.

Viejo barco que supo que el confín no es redondo
en las noches siniestras y en las albas felices,
con las anclas hundidas más y más en el fondo
como si de las anclas le nacieran raíces.

Mástiles carcomidos donde las golondrinas
reposan el otoño, como un último ultraje;
timón con verdes costras de lepras submarinas
y brújula sin norte para morir un viaje.

Vientos del sur, o lluvias o locas primaveras,
que poco importa todo para los barcos viejos;
pero un escalofrío crujía en sus maderas
al zarpar otras naves y al perderse a lo lejos.

Allí, escuchando el himno de las resacas gordas,
vaivén de espumas negras que nunca finaliza,
se hubiera dicho un barco cargado hasta las bordas
con un gran contrabando funeral de ceniza.

Y allí estaba, en el puerto, con su largo letargo,
de proa hacia el olvido, muriendo hacia el poniente.
Y, sin embargo un día... Ah, un día, sin embargo,
sopló un viento de rosas, maravillosamente.

Era el sagrado soplo del amor que transfigura
los seres y las cosas en el tiempo sin fin
y le dio un casco nuevo con nueva arboladura
y nueve velas blancas al viejo bergantín.

Y así fue que en la gloria de una alegre mañana,
con la proa hacia el sueño y el timón al azar,
esta vez bajo el mando de gentil capitana,
el bergantín sombrío se echó de nuevo al mar.

Y así acaba este cuento que es más tuyo que mío,
tú, que escuchas mi cuento convertido en canción;
tú, gentil capitana del bergantín sombrío,
del bergantín sombrío que era mi corazón.
¡Alta selva, morada de la sombra!
Cual se solaza el alma en tu frescura,
Sobre tu muelle alfombra,
Bajo tu dombo inmenso de verdura.

En ti el génesis late, en ti se agita
La savia creadora;
Eres arpa salvaje, vibradora,
Donde la vida universal palpita.

Los árboles, pilastra de tu arcada,
Se retuercen leprosos,
En la inmensa hondonada;
Y muestran vigorosos
Sus blancas barbas, que remece el viento,
Cual guerreros pendones
De gigantes en ancho campamento.

Y el río entre los antros pavorosos
Donde ruedan las aguas turbulentas,
Al chocar en los altos pedrejones
Salta en recios turbiones,
Y ruge cual si fuera las Tormentas
Cabalgando en los negros Aquilones.

En la orilla, debajo de las frondas,
Se ve el plumaje de las garzas blancas
Y allá, del pasto entre las verdes ondas,
Los toros muestran sus lucientes ancas.

En la cálida hora del bochorno;
Abrasa el sol y enerva;
Se inclina mustia la naciente yerba,
Y arroja el suelo un hábito de horno.

Se ven del tigre en el fangal las marcas;
Y en la vaga penumbra, entre las quiebras,
Junto a las negras charcas
Yacen aletargadas las culebras.

Trasciende el aura a  vírgenes efluvios;
El humo de la roza, azul y blanco
Sube de la montaña por el flanco,
Y alzan las cañas sus airones rubios,
Del sol de los fulgores,

Como penachos de indios vencedores;
Y traen a la vega, bulliciosos,
Los vientos tropicales,
El ruido de los plátanos hojosos
Y el lejano rumor de los maizales.

Y en la playa desierta,
Sobre la seca arena, perezosos,
Cual negros troncos, con la jeta abierta,
Descansan los caimanes escamosos.

En la cercana loma,
En un recodo del camino, asoma
Feliz pareja de labriegos.
                                                     
Ella,
Núbil, fornida y bella,
De ojos negros y ardientes, y de roja
Boca virgínea, y de apretado seno
Que forma curva en la camisa floja;
Y él, atlético y lleno
De juventud y vida, musculoso,
Con muñecas de recia contextura,
Hechas como muñecas de coloso
De alguna raza extraña,
Para domar el potro en la llanura,
Para tumbar el roble en la montaña.

Y la feliz pareja al fin se pierde,
Entre la selva enmarañada y verde.

Pan jadea, de lúbricos ardores
Henchido el pecho, bajo el cielo urente
Y pasa un soplo sensual, ardiente,
Fecundando los nidos y las flores.
Nis Jul 2018
Mi corazón y el océano son polos opuestos,
por eso en mi corazón lo siento.
Me llora cada noche por no verme,
me grita con tormentas su añoranza.

Yo también añoro al océano
y de mis ojos surgen lágrimas saladas,
sal de océano.
Mi corazón se rompe y él lo sabe,
el océano lo sabe todo.
Sabe su soledad y sabe la mía
y sabe que estamos destinados a encontrarnos.

//

My heart and the ocean are opposing polea,
that's why in my heart I feel it.
It cries me each night to see me,
it cries with storms its longing.

I long the ocean too
and from my eyes salty tears emerge,
ocean's salt.
My heart breaks and it knows it,
the ocean knows it all.
It knows its loneliness and it knows mine
and it knows we are destined to meet.
Something in between the dysphoria caused by the beach and my closeness to suicide by drowning in the ocean.
Yo tengo en el hogar un soberano
Único a quien venera el alma mía;
Es su corona de cabello cano,
La honra es su ley y la virtud su guía.
En lentas horas de miseria y duelo,
Lleno de firme y varonil constancia,
Guarda la fe con que me habló del cielo
En las horas primeras de mi infancia.
La amarga proscripción y la tristeza
En su alma abrieron incurable herida;
Es un anciano, y lleva en su cabeza
El polvo del camino de la vida.
Ve del mundo las fieras tempestades,
De la suerte las horas desgraciadas,
Y pasa, como Cristo el Tiberíades,
De pie sobre las horas encrespadas.
Seca su llanto, calla sus dolores,
Y sólo en el deber sus ojos fijos,
Recoge espinas y derrama flores
Sobre la senda que trazó a sus hijos.
Me ha dicho: «A quien es bueno, la amargura
Jamás en llanto sus mejillas moja:
En el mundo la flor de la ventura
Al más ligero soplo se deshoja.
»Haz el bien sin temer el sacrificio,
El hombre ha de luchar sereno y fuerte,
Y halla quien odia la maldad y el vicio
Un tálamo de rosas en la muerte.
»Si eres pobre, confórmate y sé bueno;
Si eres rico, protege al desgraciado,
Y lo mismo en tu hogar que en el ajeno
Guarda tu honor para vivir honrado.
»Ama la libertad, libre es el hombre
Y su juez más severo es la conciencia;
Tanto como tu honor guarda tu nombre,
Pues mi nombre y mi honor forman tu herencia.»
Este código augusto, en mi alma pudo,
Desde que lo escuché quedar grabado;
En todas las tormentas fue mi escudo,
De todas las borrascas me ha salvado.
Mi padre tiene en su mirar sereno
Reflejo fiel de su conciencia honrada;
¡Cuánto consejo cariñoso y bueno
Sorprendo en el fulgor de su mirada!
La nobleza del alma es su nobleza,
La gloria del deber forma su gloria;
Es pobre, pero encierra su pobreza
La página más grande de su historia.
Siendo el culto de mi alma su cariño,
La suerte quiso que al honrar su nombre,
Fuera el amor que me inspiró de niño
La más sagrada inspiración del hombre.
Quisiera el cielo que el canto que me inspira
siempre sus ojos con amor lo vean,
Y de todos los versos de mi lira
Estos dignos de su nombre sean.
Como cenizas, como mares poblándose,
en la sumergida lentitud, en lo informe,
o como se oyen desde el alto de los caminos
cruzar las campanadas en cruz,
teniendo ese sonido ya aparte del metal,
confuso, pesando, haciéndose polvo
en el mismo molino de las formas demasiado lejos,
o recordadas o no vistas,
y el perfume de las ciruelas que rodando a tierra
se pudren en el tiempo, infinitamente verdes.

Aquello todo tan rápido, tan viviente,
inmóvil sin embargo, como la polea loca en sí misma,
esas ruedas de los motores, en fin.
Existiendo como las puntadas secas en las costuras del árbol,
callado, por alrededor, de tal modo,
mezclando todos los limbos sus colas.
Es que de dónde, por dónde, en qué orilla?
El rodeo constante, incierto, tan mudo,
como las lilas alrededor del convento,
o la llegada de la muerte a la lengua del buey
que cae a tumbos, guardabajo y cuyos cuernos quieren sonar.

Por eso, en lo inmóvil, deteniéndose, percibir,
entonces, como aleteo inmenso, encima,
como abejas muertas o números,
ay, lo que mi corazón pálido no puede abarcar,
en multitudes, en lágrimas saliendo apenas,
y esfuerzos humanos, tormentas,
acciones negras descubiertas de repente
como hielos, desorden vasto,
oceánico, para mí que entro cantando
como con una espada entre indefensos.

Ahora bien, de qué está hecho ese surgir de palomas
que hay entre la noche y el tiempo, como una barranca húmeda?
Ese sonido ya tan largo
que cae listando de piedras los caminos,
más bien, cuando sólo una hora
crece de improviso, extendiéndose sin tregua.

Adentro del anillo del verano
una vez los grandes zapallos escuchan,
estirando sus plantas conmovedoras,
de eso, de lo que solicitándose mucho,
de lo lleno, obscuros de pesadas gotas.
Yo alabo al cielo porque me brindó en sus amores,
para mi fondo gemas, para mi margen flores;
porque cuando la roca me muerde y me maltrata
hay en mi sangre (espuma) filigrana de palta;
porque cuando al abismo ruedo en un cataclismo,
adorno de arco-iris triunfales el abismo,
y el rocío que salta de mis espumas blancas
riega las florecitas que esmaltan las barrancas;
porque a través del cauce llevando mi caudal,
soy un camino que anda, como dijo Pascal;
porque en mi gran llanura donde la brisa vuela;
deslízanse los élitros nevados de la vela;
porque en mi azul espalda que la quilla acuchilla
mezo, aduermo y soporto la audacia de la quilla,
mientras que no conturba mis ondas el Dios fuerte,
a fin de que originen catástrofes de muerte,
y la onda que arrulla sea la onda que hiere...
¡Quién sabe los designios de Dios que así lo quiere!

Yo alabo al cielo porque en mi vida errabunda
Soy Niágara que truena, soy Nilo que fecunda,
maelstrom de remolino fatal, o golfo amigo;
porque, mar di la vida, y, diluvio, el castigo.

Docilidad inmensa tengo para mi dueño:
El me dice: "Anda", y ando; "Despéñate", y despeño
mis aguas en la sima de roca que da espanto;
y canto cuando corro, y al despeñarme canto,
y cantando, mi linfa tormentas o iris fragua,
fiel al Señor...
                             
-¡Loemos a Dios, hermana Agua!
hoy llueve mucho, mucho,
y pareciera que están lavando el mundo
mi vecino de al lado mira la lluvia
y piensa escribir una carta de amor/
una carta a la mujer que vive con él
y le cocina y le lava la ropa y hace el amor con él
y se parece a su sombra/
mi vecino nunca le dice palabras de amor a la
mujer/
entra a la casa por la ventana y no por la puerta/
por una puerta se entra a muchos sitios/
al trabajo, al cuartel, a la cárcel,
a todos los edificios del mundo/ pero no al mundo/
ni a una mujer/ni al alma/
es decir/a ese cajón o nave o lluvia que llamamos así/
como hoy/que llueve mucho/
y me cuesta escribir la palabra amor/
porque el amor es una cosa y la palabra amor es otra cosa/
y sólo el alma sabe dónde las dos se encuentran/
y cuándo/y cómo/
pero el alma qué puede explicar/
por eso mi vecino tiene tormentas en la boca/
palabras que naufragan/
palabras que no saben que hay sol porque nacen y
mueren la misma noche en que amó/
y dejan cartas en el pensamiento que él nunca
escribirá/
como el silencio que hay entre dos rosas/
o como yo/que escribo palabras para volver
a mi vecino que mira la lluvia/
a la lluvia/
a mi corazón desterrado/
A veces se ilumina lo que es sombra, otras veces
lo que es noche perpetua para mi pensamiento,
y sé cómo coinciden las aves y los peces,
los hombres y los árboles, la eternidad y el viento.

Pero también a veces la noche se ilumina
con el relámpago triste hasta lo más lejano;
y no comprendo entonces el rencor de la espina,
ni los pozos sin agua, ni los surcos en vano.

Y así es mejor ser ciegos, vagar en las tormentas
y olvidar las preguntas que nadie nos responde;
y seguir en las sombras, peregrinando a tientas
sin saber hasta cuándo, ni por qué, ni hasta dónde.
Leydis May 2018
No sé cuánto tiempo llevo nadando,

no sé si fueron horas o años,

no sé si se alzó la marea o si sus olas me arroparon,

si mantuve la respiración por un tiempo prolongado

o si perdí la noción del porqué tan lejos estaba navegando.



No sé cómo hasta aquí he orillado, ni

cuantas tormentas encontré en esos mares.

No sé si he llegado a las costas del engaño,

si me enganche a una historia ya finalizada,

si ancore en el puerto anhelado o si ya he muerto

y este Vergel es solo producto de una visión malograda.



Recuerdo ver delfines jugando,

no sé si me lo imagine, pero creí escuchar

campanas a un encuentro festejando.

No sé si en realidad te he encontrado

o si otra vez te has reasentado, forzándome

nuevamente a seguir nadando.



He llegado sin saber cómo ni cuándo..,

solo llegue.

Todo se echó a perder en esas turbulentas aguas,

después de toda esta travesía, solo ha sobrevivido

aquel poemario que te dedique hacen años.



Aquel poemario que describió los besos

de un amor atado por algo menos vano

que deseos corporales.  Dos cuerpos que en su tiempo,

convirtieron lo físico en elementos transcendentales.

Un amor que nado en aguas negras pero nunca se convirtió en fango.  

Aquella historia, que entablo porqué el agua versa con la montaña,

porqué un amor sin veredas es un amor sin esperanza.



Nade con todos los versos que te dedique hace algún tiempo.

Nade esperanzada en orillarme en tu mirada.

Nade sin importar distancia, cansancio o trabas.

Nade hacia tu encuentro, arropada por la playa de tu alma,

que me pedía desde lejos, que te encontrara para inventarnos

otro renacimiento de amor con nuevos granos.  



©LeydisProse
5/21/2018
https://m.facebook.com/LeydisProse//
¿No eres tú, mariposa,
el alma de estas sierras solitarias,
de sus barrancos hondos,
y de sus cumbres agrias?
Para que tú nacieras,
con su varita mágica
a las tormentas de la piedra, un día,
mandó callar un hada,
y encadenó los montes
para que tú volaras.
Anaranjada y negra,
morenita y dorada,
mariposa montés, sobre el romero
plegadas las alillas o, voltarias,
jugando con el sol, o sobre un rayo
de sol crucificadas.
¡Mariposa montés y campesina,
mariposa serrana,
nadie ha pintado tu color; tú vives
tu color y tus alas
en el aire, en el sol, sobre el romero,
tan libre, tan salada!...
Que Juan Ramón Jiménez
pulse por ti su lira franciscana.
Cuando traspasa el águila cumbres de eterno hielo,
Quiere para sus alas región desconocida;
Y luz de un sol cercano, en hondo azul perdida,
Para sus ojos mustios busca su audaz anhelo.

Sube, aspira fulgores en infinito cielo;
A lo ignoto, por fuerza potente va impelida,
Y asciende a las tormentas por trombas atraída;
Pero de pronto el rayo corta su raudo vuelo.

Lanza un siniestro grito; gira y gira, llevada
Por huracán rugiente, se crispa, y embriagada
En luz esplendorosa rueda hacia abismo aleve.

¡Feliz quien por la ansiada Libertad y la Gloria,
Sucumbe así, de muerte deslumbradora y breve,
En el radiante ensueño de su final victoria!
Dejad que siga y bogue la galera
bajo la tempestad, sobre las olas:
va con rumbo a una Atlántida española,
en donde el porvenir calla y espera.No se apague el rencor ni el odio muera
ante el pendón que el bárbaro enarbola:
si un día la justicia estuvo sola,
lo sentirá la humanidad entera.Y bogue entre las olas espumeantes,
y bogue la galera que ya ha visto
cómo son las tormentas de inconstantes.Que la raza está en pie y el brazo listo,
que va en el barco el capitán Cervantes,
y arriba flota el pabellón de Cristo.
¿De qué se nutre la nostalgia?
Uno evoca dulzuras
cielos atormentados
tormentas celestiales
escándalos sin ruido
paciencias estiradas
árboles en el viento
oprobios prescindibles
bellezas del mercado
cánticos y alborotos
lloviznas como pena
escopetas de sueño
perdones bien ganados

pero con esos mínimos
no se arma la nostalgia
son meros simulacros

la válida la única
nostalgia es de tu piel
árboles y más árboles se agitan o despiertan y su
frescor abunda con la sangre es tu pelo de noche
hay albricias de ti pájaros suaves y tormentas sin
fin como tu cuerpo cuando cantan los gallos
y tiemblas y
la madrugada te revuelve los rostros
Xxv
Hermano, tú que tienes la luz, dime la mía.
Soy como un ciego. Voy sin rumbo y ando a tientas.
Voy bajo tempestades y tormentas
ciego de sueño y loco de armonía.Ése es mi mal. Soñar. La poesía
es la camisa férrea de mil puntas cruentas
que llevo sobre el alma. Las espinas sangrientas
dejan caer las gotas de mi melancolía.
Y así voy, ciego y loco, por este mundo amargo;
a veces me parece que el camino es muy largo,
y a veces que es muy corto...Y en este titubeo de aliento y agonía,
cargo lleno de penas lo que apenas soporto.
¿No oyes caer las gotas de mi melancolía?
Jim Rio Mar 2021
Do the orchids feel?
Even when they are plucked to watch over the eternal rest of the souls?
And do the sunflowers lie?
Even when they turn their backs to the sun to watch the flapping of some wings?

And does the wheat weeps?
Even when neither the breezes nor the songs of the birds heed it?
And does the forage prays?
Even when they see the silver of the sickle and scythe dancing?

Are the storms the cry of the earth?
For how much it suffers in the summers.
In the burning afternoons without air.
In the distant oceans.
In the deaths of the autumn.

Is the moon a lover of the mountain?
For it always suckles the hill.
She kisses the cheeks of the streams.
It illuminates the dark paths.
And sings to the strange travelers.

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¿Y las orquideas sienten?

¿Aún cuando las arrancan para velar el descanso eterno de las almas?

¿Y los girasoles mienten?

¿Aún cuando dan la espalda al sol para ver el batir de unas alas?



¿Y el trigo llora?

¿Aún cuando no le hacen caso ni las brisas ni los cantos de las aves?

¿Y los forrajes oran?

¿Aún cuando ven el plata de la hoz y la guadaña bailando al bies?



¿Serán las tormentas el llanto de la tierra?

Pues cuanto sufre en los veranos.

En las tardes ardientes sin aire.

En los oceános lejanos.

En las muertes del otoño.



¿Será la luna amante de la sierra?

Pues siempre amamanta a la colina.

Besa las mejillas de los riachuelos.

Ilumina los caminos oscuros.

Y canta a los viajantes extraños.
Jessica Apr 2020
Cómo expresar este sentimiento?
Cómo abandonar mi pasado?
Cómo volver al juego
Que esta vida me ha desafiado?

En mi cabeza conviven mil tormentas distintas
Que  no me permiten lograr
No me permiten gozar

Solo quiero deleitarme como otros hacen
Solo quiero saber
si hay algo mas allá
De todo este caos sin fin
Brandt Hott May 2020
Tormentas de lluvia en el reflejo de nuestra mente.
podría darnos la primavera si pudiéramos reinventar nuestro tiempo tan destrozado por mentiras y verdades ocultas cruel

No hay miedo a vivir en nuestro universo tan divino
solo un miedo a no darle la fuerza a nuestro gente
que están esperando su momento para prosperar

Supongo que esperar ahora es demasiado tarde
porque lo que se ha comenzado no terminará apresuradamente

Entonces, si la batalla debe comenzar, que así sea
pero esta vez entiendien la vida nunca termina
y nunca jamas va a terminar

— The End —