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Oídos con el alma,
pasos mentales más que sombras,
sombras del pensamiento más que pasos,
por el camino de ecos
que la memoria inventa y borra:
sin caminar caminan
sobre este ahora, puente
tendido entre una letra y otra.
Como llovizna sobre brasas
dentro de mí los pasos pasan
hacia lugares que se vuelven aire.
Nombres: en una pausa
desaparecen, entre dos palabras.
El sol camina sobre los escombros
de lo que digo, el sol arrasa los parajes
confusamente apenas
amaneciendo en esta página,
el sol abre mi frente,
                                        balcón al voladero
dentro de mí.

                            Me alejo de mí mismo,
sigo los titubeos de esta frase,
senda de piedras y de cabras.
Relumbran las palabras en la sombra.
Y la negra marea de las sílabas
cubre el papel y entierra
sus raíces de tinta
en el subsuelo del lenguaje.
Desde mi frente salgo a un mediodía
del tamaño del tiempo.
El asalto de siglos del baniano
contra la vertical paciencia de la tapia
es menos largo que esta momentánea
bifurcación del pesamiento
entre lo presentido y lo sentido.
Ni allá ni aquí: por esa linde
de duda, transitada
sólo por espejeos y vislumbres,
donde el lenguaje se desdice,
voy al encuentro de mí mismo.
La hora es bola de cristal.
Entro en un patio abandonado:
aparición de un fresno.
Verdes exclamaciones
del viento entre las ramas.
Del otro lado está el vacío.
Patio inconcluso, amenazado
por la escritura y sus incertidumbres.
Ando entre las imágenes de un ojo
desmemoriado. Soy una de sus imágenes.
El fresno, sinuosa llama líquida,
es un rumor que se levanta
hasta volverse torre hablante.
Jardín ya matorral: su fiebre inventa bichos
que luego copian las mitologías.
Adobes, cal y tiempo:
entre ser y no ser los pardos muros.
Infinitesimales prodigios en sus grietas:
el hongo duende, vegetal Mitrídates,
la lagartija y sus exhalaciones.
Estoy dentro del ojo: el pozo
donde desde el principio un niño
está cayendo, el pozo donde cuento
lo que tardo en caer desde el principio,
el pozo de la cuenta de mi cuento
por donde sube el agua y baja
mi sombra.

                        El patio, el muro, el fresno, el pozo
en una claridad en forma de laguna
se desvanecen. Crece en sus orillas
una vegetación de transparencias.
Rima feliz de montes y edificios,
se desdobla el paisaje en el abstracto
espejo de la arquitectura.
Apenas dibujada,
suerte de coma horizontal (-)
entre el cielo y la tierra,
una piragua solitaria.
Las olas hablan nahua.
Cruza un signo volante las alturas.
Tal vez es una fecha, conjunción de destinos:
el haz de cañas, prefiguración del brasero.
El pedernal, la cruz, esas llaves de sangre
¿alguna vez abrieron las puertas de la muerte?
La luz poniente se demora,
alza sobre la alfombra simétricos incendios,
vuelve llama quimérica
este volumen lacre que hojeo
(estampas: los volcanes, los cúes y, tendido,
manto de plumas sobre el agua,
Tenochtitlán todo empapado en sangre).
Los libros del estante son ya brasas
que el sol atiza con sus manos rojas.
Se rebela el lápiz a seguir el dictado.
En la escritura que la nombra
se eclipsa la laguna.
Doblo la hoja. Cuchicheos:
me espían entre los follajes
de las letras.

                          Un charco es mi memoria.
Lodoso espejo: ¿dónde estuve?
Sin piedad y sin cólera mis ojos
me miran a los ojos
desde las aguas turbias de ese charco
que convocan ahora mis palabras.
No veo con los ojos: las palabras
son mis ojos. vivimos entre nombres;
lo que no tiene nombre todavía
no existe: Adán de lodo,
No un muñeco de barro, una metáfora.
Ver al mundo es deletrearlo.
Espejo de palabras: ¿dónde estuve?
Mis palabras me miran desde el charco
de mi memoria. Brillan,
entre enramadas de reflejos,
nubes varadas y burbujas,
sobre un fondo del ocre al brasilado,
las sílabas de agua.
Ondulación de sombras, visos, ecos,
no escritura de signos: de rumores.
Mis ojos tienen sed. El charco es senequista:
el agua, aunque potable, no se bebe: se lee.
Al sol del altiplano se evaporan los charcos.
Queda un polvo desleal
y unos cuantos vestigios intestados.
¿Dónde estuve?

                                  Yo estoy en donde estuve:
entre los muros indecisos
del mismo patio de palabras.
Abderramán, Pompeyo, Xicoténcatl,
batallas en el Oxus o en la barda
con Ernesto y Guillermo. La mil hojas,
verdinegra escultura del murmullo,
jaula del sol y la centella
breve del chupamirto: la higuera primordial,
capilla vegetal de rituales
polimorfos, diversos y perversos.
Revelaciones y abominaciones:
el cuerpo y sus lenguajes
entretejidos, nudo de fantasmas
palpados por el pensamiento
y por el tacto disipados,
argolla de la sangre, idea fija
en mi frente clavada.
El deseo es señor de espectros,
somos enredaderas de aire
en árboles de viento,
manto de llamas inventado
y devorado por la llama.
La hendedura del tronco:
****, sello, pasaje serpentino
cerrado al sol y a mis miradas,
abierto a las hormigas.

La hendedura fue pórtico
del más allá de lo mirado y lo pensado:
allá dentro son verdes las mareas,
la sangre es verde, el fuego verde,
entre las yerbas negras arden estrellas verdes:
es la música verde de los élitros
en la prístina noche de la higuera;
-allá dentro son ojos las yemas de los dedos,
el tacto mira, palpan las miradas,
los ojos oyen los olores;
-allá dentro es afuera,
es todas partes y ninguna parte,
las cosas son las mismas y son otras,
encarcelado en un icosaedro
hay un insecto tejedor de música
y hay otro insecto que desteje
los silogismos que la araña teje
colgada de los hilos de la luna;
-allá dentro el espacio
en una mano abierta y una frente
que no piensa ideas sino formas
que respiran, caminan, hablan, cambian
y silenciosamente se evaporan;
-allá dentro, país de entretejidos ecos,
se despeña la luz, lenta cascada,
entre los labios de las grietas:
la luz es agua, el agua tiempo diáfano
donde los ojos lavan sus imágenes;
-allá dentro los cables del deseo
fingen eternidades de un segundo
que la mental corriente eléctrica
enciende, apaga, enciende,
resurrecciones llameantes
del alfabeto calcinado;
-no hay escuela allá dentro,
siempre es el mismo día, la misma noche siempre,
no han inventado el tiempo todavía,
no ha envejecido el sol,
esta nieve es idéntica a la yerba,
siempre y nunca es lo mismo,
nunca ha llovido y llueve siempre,
todo está siendo y nunca ha sido,
pueblo sin nombre de las sensaciones,
nombres que buscan cuerpo,
impías transparencias,
jaulas de claridad donde se anulan
la identidad entre sus semejanzas,
la diferencia en sus contradicciones.
La higuera, sus falacias y su sabiduría:
prodigios de la tierra
-fidedignos, puntuales, redundantes-
y la conversación con los espectros.
Aprendizajes con la higuera:
hablar con vivos y con muertos.
También conmigo mismo.

                                                    La procesión del
año:
cambios que son repeticiones.
El paso de las horas y su peso.
La madrugada: más que luz, un vaho
de claridad cambiada en gotas grávidas
sobre los vidrios y las hojas:
el mundo se atenúa
en esas oscilantes geometrías
hasta volverse el filo de un reflejo.
Brota el día, prorrumpe entre las hojas
gira sobre sí mismo
y de la vacuidad en que se precipita
surge, otra vez corpóreo.
El tiempo es luz filtrada.
Revienta el fruto *****
en encarnada florescencia,
la rota rama escurre savia lechosa y acre.
Metamorfosis de la higuera:
si el otoño la quema, su luz la transfigura.
Por los espacios diáfanos
se eleva descarnada virgen negra.
El cielo es giratorio
lapizlázuli:          
viran au ralenti, sus
continentes,
insubstanciales geografías.
Llamas entre las nieves de las nubes.
La tarde más y más es miel quemada.
Derrumbe silencioso de horizontes:
la luz se precipita de las cumbres,
la sombra se derrama por el llano.

A la luz de la lámpara -la noche
ya dueña de la casa y el fantasma
de mi abuelo ya dueño de la noche-
yo penetraba en el silencio,
cuerpo sin cuerpo, tiempo
sin horas. Cada noche,
máquinas transparentes del delirio,
dentro de mí los libros levantaban
arquitecturas sobre una sima edificadas.
Las alza un soplo del espíritu,
un parpadeo las deshace.
Yo junté leña con los otros
y lloré con el humo de la pira
del domador de potros;
vagué por la arboleda navegante
que arrastra el Tajo turbiamente verde:
la líquida espesura se encrespaba
tras de la fugitiva Galatea;
vi en racimos las sombras agolpadas
para beber la sangre de la zanja:
mejor quebrar terrones
por la ración de perro del
labrador avaro
que regir las naciones pálidas
de los muertos;
tuve sed, vi demonios en el Gobi;
en la gruta nadé con la sirena
(y después, en el sueño purgativo,
fendendo i drappi, e mostravami'l
ventre,
quel mí svegliò col
puzzo che n'nuscia);
grabé sobre mi tumba imaginaria:
no muevas esta lápida,
soy rico sólo en huesos;
aquellas memorables
pecosas peras encontradas
en la cesta verbal de Villaurrutia;
Carlos Garrote, eterno medio hermano,
Dios te salve, me dijo al
derribarme
y era, por los espejos del insomnio
repetido, yo mismo el que me hería;
Isis y el asno Lucio; el pulpo y Nemo;
y los libros marcados por las armas de Príapo,
leídos en las tardes diluviales
el cuerpo tenso, la mirada intensa.
Nombres anclados en el golfo
de mi frente: yo escribo porque el druida,
bajo el rumor de sílabas del himno,
encina bien plantada en una página,
me dio el gajo de muérdago, el conjuro
que hace brotar palabras de la peña.
Los nombres acumulan sus imágenes.
Las imágenes acumulan sus gaseosas,
conjeturales confederaciones.
Nubes y nubes, fantasmal galope
de las nubes sobre las crestas
de mi memoria. Adolescencia,
país de nubes.

                            Casa grande,
encallada en un tiempo
azolvado. La plaza, los árboles enormes
donde anidaba el sol, la iglesia enana
-su torre les llegaba a las rodillas
pero su doble lengua de metal
a los difuntos despertaba.
Bajo la arcada, en garbas militares,
las cañas, lanzas verdes,
carabinas de azúcar;
en el portal, el tendejón magenta:
frescor de agua en penumbra,
ancestrales petates, luz trenzada,
y sobre el zinc del mostrador,
diminutos planetas desprendidos
del árbol meridiano,
los tejocotes y las mandarinas,
amarillos montones de dulzura.
Giran los años en la plaza,
rueda de Santa Catalina,
y no se mueven.

                                Mis palabras,
al hablar de la casa, se agrietan.
Cuartos y cuartos, habitados
sólo por sus fantasmas,
sólo por el rencor de los mayores
habitados. Familias,
criaderos de alacranes:
como a los perros dan con la pitanza
vidrio molido, nos alimentan con sus odios
y la ambición dudosa de ser alguien.
También me dieron pan, me dieron tiempo,
claros en los recodos de los días,
remansos para estar solo conmigo.
Niño entre adultos taciturnos
y sus terribles niñerías,
niño por los pasillos de altas puertas,
habitaciones con retratos,
crepusculares cofradías de los ausentes,
niño sobreviviente
de los espejos sin memoria
y su pueblo de viento:
el tiempo y sus encarnaciones
resuelto en simulacros de reflejos.
En mi casa los muertos eran más que los vivos.
Mi madre, niña de mil años,
madre del mundo, huérfana de mí,
abnegada, feroz, obtusa, providente,
jilguera, perra, hormiga, jabalina,
carta de amor con faltas de lenguaje,
mi madre: pan que yo cortaba
con su propio cuchillo cada día.
Los fresnos me enseñaron,
bajo la lluvia, la paciencia,
a cantar cara al viento vehemente.
Virgen somnílocua, una tía
me enseñó a ver con los ojos cerrados,
ver hacia dentro y a través del muro.
Mi abuelo a sonreír en la caída
y a repetir en los desastres: al
hecho, pecho.
(Esto que digo es tierra
sobre tu nombre derramada: blanda te
sea.)
Del vómito a la sed,
atado al potro del alcohol,
mi padre iba y venía entre las llamas.
Por los durmientes y los rieles
de una estación de moscas y de polvo
una tarde juntamos sus pedazos.
Yo nunca pude hablar con él.
Lo encuentro ahora en sueños,
esa borrosa patria de los muertos.
Hablamos siempre de otras cosas.
Mientras la casa se desmoronaba
yo crecía. Fui (soy) yerba, maleza
entre escombros anónimos.

                                                Días
como una frente libre, un libro abierto.
No me multiplicaron los espejos
codiciosos que vuelven
cosas los hombres, número las cosas:
ni mando ni ganancia. La santidad tampoco:
el cielo para mí pronto fue un cielo
deshabitado, una hermosura hueca
y adorable. Presencia suficiente,
cambiante: el tiempo y sus epifanías.
No me habló dios entre las nubes:
entre las hojas de la higuera
me habló el cuerpo, los cuerpos de mi cuerpo.
Encarnaciones instantáneas:
tarde lavada por la lluvia,
luz recién salida del agua,
el vaho femenino de las plantas
piel a mi piel pegada: ¡súcubo!
-como si al fin el tiempo coincidiese
consigo mismo y yo con él,
como si el tiempo y sus dos tiempos
fuesen un solo tiempo
que ya no fuese tiempo, un tiempo
donde siempre es ahora y a
todas horas siempre,
como si yo y mi doble fuesen uno
y yo no fuese ya.
Granada de la hora: bebí sol, comí tiempo.
Dedos de luz abrían los follajes.
Zumbar de abejas en mi sangre:
el blanco advenimiento.
Me arrojó la descarga
a la orilla más sola. Fui un extraño
entre las vastas ruinas de la tarde.
Vértigo abstracto: hablé conmigo,
fui doble, el tiempo se rompió.

Atónita en lo alto del minuto
la carne se hace verbo -y el verbo se despeña.
Saberse desterrado en la tierra, siendo tierra,
es saberse mortal. Secreto a voces
y también secreto vacío, sin nada adentro:
no hay muertos, sólo hay muerte, madre nuestra.
Lo sabía el azteca, lo adivinaba el griego:
el agua es fuego y en su tránsito
nosotros somos sólo llamaradas.
La muerte es madre de las formas…
El sonido, bastón de ciego del sentido:
escribo muerte y vivo en ella
por un instante. Habito su sonido:
es un cubo neumático de vidrio,
vibra sobre esta página,
desaparece entre sus ecos.
Paisajes de palabras:
los despueblan mis ojos al leerlos.
No importa: los propagan mis oídos.
Brotan allá, en las zonas indecisas
del lenguaje, palustres poblaciones.
Son criaturas anfibias, con palabras.
Pasan de un elemento a otro,
se bañan en el fuego, reposan en el aire.
Están del otro lado. No las oigo, ¿qué dicen?
No dicen: hablan, hablan.

                                Salto de un cuento a otro
por un puente colgante de once sílabas.
Un cuerpo vivo aunque intangible el aire,
en todas partes siempre y en ninguna.
Duerme con los ojos abiertos,
se acuesta entre las yerbas y amanece rocío,
se persigue a sí mismo y habla solo en los túneles,
es un tornillo que perfora montes,
nadador en la mar brava del fuego
es invisible surtidor de ayes
levanta a pulso dos océanos,
anda perdido por las calles
palabra en pena en busca de sentido,
aire que se disipa en aire.
¿Y para qué digo todo esto?
Para decir que en pleno mediodía
el aire se poblaba de fantasmas,
sol acuñado en alas,
ingrávidas monedas, mariposas.
Anochecer. En la terraza
oficiaba la luna silenciaria.
La cabeza de muerto, mensajera
de las ánimas, la fascinante fascinada
por las camelias y la luz eléctrica,
sobre nuestras cabezas era un revoloteo
de conjuros opacos. ¡Mátala!
gritaban las mujeres
y la quemaban como bruja.
Después, con un suspiro feroz, se santiguaban.
Luz esparcida, Psiquis…

                                 
¿Hay mensajeros? Sí,
cuerpo tatuado de señales
es el espacio, el aire es invisible
tejido de llamadas y respuestas.
Animales y cosas se hacen lenguas,
a través de nosotros habla consigo mismo
el universo. Somos un fragmento
-pero cabal en su inacabamiento-
de su discurso. Solipsismo
coherente y vacío:
desde el principio del principio
¿qué dice? Dice que nos dice.
Se lo dice a sí mismo. Oh
madness of discourse,
that cause sets up with and against
itself!

Desde lo alto del minuto
despeñado en la tarde plantas fanerógamas
me descubrió la muerte.
Y yo en la muerte descubrí al lenguaje.
El universo habla solo
pero los hombres hablan con los hombres:
hay historia. Guillermo, Alfonso, Emilio:
el corral de los juegos era historia
y era historia jugar a morir juntos.
La polvareda, el grito, la caída:
algarabía, no discurso.
En el vaivén errante de las cosas,
por las revoluciones de las formas
y de los tiempos arrastradas,
cada una pelea con las otras,
cada una se alza, ciega, contra sí misma.
Así, según la hora cae desen-
lazada, su injusticia pagan. (Anaximandro.)
La injusticia de ser: las cosas sufren
unas con otras y consigo mismas
por ser un querer más, siempre ser más que más.
Ser tiempo es la condena, nuestra pena es la historia.
Pero también es el lug
Clone re Eatery Jan 2015
Lógbrain Crappó has the runs
          Thee-I-Thee-I-Óh
And with those runs he's voiding 'Art'
          Thee-I-Thee-I-Óh
With an Artiste here
And an Artiste there
Here an Ar-, there a tiste
Everywhere an Artiste
Lógbrain Crappó has the runs
          Thee-I-Thee-I-Óh

Lógbrain Crappó has the runs
          Thee-I-Thee-I-Óh
And with those runs he has bad dreams
          Thee-I-Thee-I-Óh
With a sub par here
And a sub par there
Here a sub, there a par
Everywhere a sub par
Lógbrain Crappó has the runs
          Thee-I-Thee-I-Óh

Lógbrain Crappó has the runs
          Thee-I-Thee-I-Óh
And with those runs he's fantasized
          Thee-I-Thee-I-Óh
With a mediocre here
And a mediocre there
Here a medi-, there an ocre
Everywhere a mediocre
Lógbrain Crappó has the runs
          Thee-I-Thee-I-Óh

Lógbrain Crappó has the runs
          Thee-I-Thee-I-Óh
And with those runs he babbles on
          Thee-I-Thee-I-Óh
With a ******* here
And a ******* there
Here a rub-, there a bish
Everywhere a *******
Lógbrain Crappó has the runs
          Thee-I-Thee-I-Óh

Lógbrain Crappó has the runs
          Thee-I-Thee-I-Óh
And with those runs he flushes on
          Thee-I-Thee-I-Óh
With an Egó here
And an Egó there
Here an Egó, there an Egó
Everywhere an Egó
          Thee-I-Thee-I-Óh
With an Artiste here
And an Artiste there
Here an Ar-, there a tiste
Everywhere an Artiste
          Thee-I-Thee-I-Óh
With a sub par here
And a sub par there
Here a sub, there a par
Everywhere a sub par
          Thee-I-Thee-I-Óh
With a mediocre here
And a mediocre there
Here a medi-, there an ocre
Everywhere a mediocre
          Thee-I-Thee-I-Óh
With a ******* here
And a ******* there
Here a rub-, there a bish
Everywhere a *******
Lógbrain Crappó has the runs
          Thee-I-Thee-I-Óh-Óh-Óh
with apologies to Old MacDonald...
Cómo has cambiado, pelona,
cisco de carbonería.
Te has vuelto una negra mona
con tanta huachafería.

Te cambiaste las chancletas
por zapatos taco aguja,
y tu cabeza de bruja
la amarraste con peinetas.
Por no engordar sigues dietas
y estás flaca y hocicona.
Imitando a tu patrona
has aprendido a fumar.
Hasta en el modo de andar
cómo has cambiado, pelona.

Usas reloj de pulsera
y no sabes ver la hora.
Cuando un ***** te enamora
le tiras con la cartera.
¡Qué...! ¿También usas polvera?
permite que me sonría
¿Qué polvos se pone usía?:
¿ocre? ¿rosado? ¿rachel?
o le pones a tu piel
cisco de carbonería.

Te pintaste hasta el meñique
porque un blanco te miró
«¡Francica, botá frifró
que son comé venarique...!»
Perdona que te critique,
y si me río, perdona.
Antes eras tan pintona
con tu traje de percala
y hoy, por dártela de mala
te has vuelto una negra mona.

Deja ese estilo bellaco,
vuelve a ser la misma de antes.
Menos polvos, menos guantes,
menos humo de tabaco.
Vuelve con tu ***** flaco
que te adora todavía
Y si no, la policía
te va a llevar de la jeta
por dártela de coqueta
con tanta huachafería.
Paul d'Aubin Apr 2014
Couchers  de Soleil sur la Comtale
ou un vaisseau sur la ville

Il est en Toulouse, le soir
comme un vaste vaisseau fantôme
Jetant sa proue sur le canal
et filant droit sur le cap Saint-Sernin,
c'est la Comtale en son écrin.
Comme une  enchanteresse de couleurs,
mêlée d'ocre du soir et d'orange soleil
peignant les voiles de ce vaisseau.

La luminosité en terrasse
en fait un bel observatoire
de la palette des nuages,
des jeux infinis du soleil
et des sourires de la lune
qui scintillent sur Saint Sernin,
font resplendir les grands grues
de l'ancienne Toulouse, réveillée de son sommeil.

Quand le vent d'autan  souffle fort,
comme un orchestre laissé seul
sans partition et sans baguette,
«La Comtale» frémit sous le choc
et ce noble vaisseau de pierres
voit ses terrasses dévastées,
par les outils de jardinage
et les plantes taillées menues.

Mais chère et haute nef, «La Comtale»,
tu n’es jamais toi-même que lorsque le soleil luit
et fait rougeoyer les briques ocres,
transforme tes terrasses en jardins étagées
à l’ombre des stores tirés
des plantes aromatiques et des cactées
qui parfument de menthe, de poivre et de miel
nos thés glacés et limonades sirotées avec joie.

Paul d’Aubin (Paul Arrighi), Toulouse
(02 avril 2014)
beans Feb 2013
Eyes staring up
To the lovely and strong
Oh, Middy Ocre
Play me a song

That song you do play
The hum of my life
It's always to stay
Stuck in like a knife

I know it quite well
I've heard it before
The sound of  my hell
A fresh closing door

Slammed square on my jaw
What did I expect?
No one ever saw
The sounding prefect

I came, then I went
With hardly a glance
I knew I was spent
I had not a chance

For that song in my ears
And everywhere else
Never drew tears
But bolded itself

It stood way up high
Embrazoned in gold
I started to cry
Belittled and cold
A poem about perpetual and inescapable mediocrity.
Haven Collie Aug 2010
K's room is too hot,
W's room is too cold,
A's room is too smelly,
M's room is too beige.
nothing is right.

i feel like i don't belong here
the totem pole is turning from
candy red to blood crimson
i am tired.
sunshine yellow to disease ocre
i am sick.
ocean blue to empty cerulean
faces of guardians turning
to demons, splintering
i am DEAD.

i am not myself
here.
Este llano de muerte, esta tierra maldita,
Este otero desnudo de costados resecos,
Este páramo triste, donde el hombre que grita
No encuentra un solo monte que devuelva sus ecos,

Este desierto mudo, esta monotonía,
Esta soledad ocre como una calavera,
No nos deseperanza: sabemos todavía
Que, después del estío, otoño nos espera.

(¡Tener alas de pájaro. Dios mío, tener alas
De pájaro!... ¡Volar hasta la mansedumbre
Del mar!...¡Llegar a Ti por sus blancas escalas
A quemarnos los ojos con tu divina lumbre!)

Sabemos que defiendes con tu dorado escudo
los trópicos dorados, los solitarios polos.
Míranos, desterrados, sobre el suelo desnudo.
¡Señor, Señor, por qué nos has dejado solos!
Pinta cielo tordillo,
nube china,
campo llano y callado y compañero,
con blanco mazamorra,
gris camino,
ocre parva
o celeste lejanía;
en silla petizona
-pelo bayo-,
el mate corazón
-¿nido de hornero?-,
en las ramas, de tala,
de su mano
y un pedazo de cuerno
hecho boquilla
en perpetuo delirio
de humareda;
mientras pinta
y se escarba la memoria
-como quien traza cruces sobre el suelo
con pinceles que doman lo pasado;
claros patios de voz azul aljibe,
beata falda,
o entierro jaranero,
mancarrón insolado,
duende perro,
porque sabe rastrear el tiempo muerto,
las huellas ya perdidas
del recuerdo,
y le gustan los talles de frutera,
el olor a zorrino,
a terciopelo,
los fogones de pavas tartamudas,
los mugientes crepúsculos tranquilos
y los gatos con muchas relaciones,
que pinta,
rememora y recupera,
con rojo federal,
azul encinta,
amarillo rastrojo,
rosa rancho,
al revivir saraos encorsetados,
velorios de angelito
caramelo,
tertulias palo a pique,
perifollos,
viejos gauchos enjutos de quebracho,
que describe
con limpia pincelada,
puro candor
y tábano mirada;
para luego tutearse con carretas
o chismosos postigos
de ancha siesta,
o rebaños jadeantes de tormenta;
que pinta y aquerencia en sus cartones
-para algo comió choclo,
entre pañales,
de ingenua chala rubia,
bien fajada
y acarició caderas de potrancas
o de roncas guitarras pendencieras,
en boliches lunares,
ya difuntos-;
mientras mezcla el granate matadura
con el ***** catinga candombero
y aflora su sonrisa de padrillo
-un poco amarillenta,
un poco verde-,
ante tanta visión
reflorecida
-con perenne fervor y gesto macho-,
por la criolla paleta socarrona
donde exprime su lírica memoria.
Jamesb Mar 2021
War is hell and battles
Are ****** and hard
Whether in flander's fields
Or spiritual plains,

As I sit scrubbing ocre
From my sword's flanks
Lest it's vitriol pit
My blade

I test the edge and run
An oilstone along to
Finesse away dullness,
And look around

At a post martial landscape
Littered with scorched scars Where demons were,
And shell holes whence

Came criticism and ungrateful
Viciousness and suspicion,
And realise for the ten Thousandth time

There is no victory in valour,
Nor glory in a battle won,
Just a grubby pause before
The next attack
Just musing on the nature of a life spent stepping up
Te hubiera dado el mundo,
muchacho que surgiste
al caer de la luz por tu Conquero,
tras la colina ocre,
entre pinos antiguos de perenne alegría.

¿Eras emanación del mar cercano?
Eras el mar aún más
que las aguas henchidas con su aliento,
encauzadas en río sobre tu tierra abierta,
bajo el inmenso cielo con nubes que se orlaban de rotos resplandores.

Eras el mar aún más
tras de las pobres telas que ocultaban tu cuerpo;
eres forma primera,
eras fuerza inconsciente de su propia hermosura.

Y tus labios, de bisel tan terso,
eran la vida misma,
como una ardiente flor
nutrida con la savia
ee aquella piel oscura
que infiltraba nocturno escalofrío.

Si el amor fuera un ala.
la incierta hora con nubes desgarradas,
el río oscuro y ciego bajo la extraña brisa,
la rojiza colina con sus pinos cargados de secretos,
te enviaban a mí, a mi afán ya caído,
como verdad tangible.

Expresión armoniosa de aquel mismo paraje,
entre los ateridos fantasmas que habitan nuestro mundo,
eras tú una verdad,
sola verdad que busco,
más que verdad de amor, verdad de vida;
y olvidando que sombra y pena acechan de continuo
esa cúspide virgen de la luz y la dicha,
quise por un momento fijar tu curso ineluctable.
creí en ti, muchachillo.

Cuando el mar evidente,
con el irrefutable sol de mediodía,
suspendía mi cuerpo
en esa abdicación del hombre ante su dios,
un resto de memoria
levantaba tu imagen como recuerdo único.

Y entonces,
con sus luces el violento Atlántico,
tantas dunas profusas, tu Conquero nativo,
estaban en mí mismo dichos en tu figura,
divina ya para mi afán con ellos,
porque nunca he querido dioses crucificados,
tristes dioses que insultan
esa tierra ardorosa que te hizo y deshace.
Con un trapo y un cuchillo
                                                contra la idea fija
Contra el toro del miedo
Contra la tela contra el vacío
                                                    el surtidor
La llama azul del cobalto
                                             
el ámbar quemado
Verdes recién salidos del mar
                                                      añiles reflexivos
Con un trapo y un cuchillo
                                                sin pinceles
Con los insomnios con la rabia con el sol
Contra el rostro en blanco del mundo
El surtidor
                      la ondulación serpentina
La vibración acuática del espacio
El triángulo el arcano
La flecha clavada en el altar nego
Los alfabetos coléricos
La gota de tinta de sangre de miel
Con un trapo y un cuchillo
                                                el surtidor
Salta el rojo mexicano
                                          y se vuelve *****
Salta el rojo de la India
                                            y se vuelve *****
Los labios ennegrecen
                                          ***** de Kali
Carbón para tus cejas y tus párpados
Mujer deseada cada noche
                                                  ***** de Kali
El amarillo y sus fieras abrasadas
El ocre y sus tambores subterráneos
El cuerpo verde de la selva negra
El cuerpo azul de Kali
                                        el **** de la Guadalupe
Con un trapo y un cuchillo
                                              contra el triángulo
El ojo revienta
                            surtidor de signos
La ondulación serpentina avanza
Marea de apariciones inminentes


El cuadro es un cuerpo
Vestido sólo por su enigma desnudo
Les pitons des sierras, les dunes du désert,
Où ne pousse jamais un seul brin d'herbe vert ;
Les monts aux flancs zébrés de tuf, d'ocre et de marne,
Et que l'éboulement de jour en jour décharne,
Le grès plein de micas papillotant aux yeux,
Le sable sans profit buvant les pleurs des cieux,
Le rocher renfrogné dans sa barbe de ronce ;
L'ardente solfatare avec la pierre-ponce,
Sont moins secs et moins morts aux végétations
Que le roc de mon coeur ne l'est aux passions.
Le soleil de midi, sur le sommet aride,
Répand à flots plombés sa lumière livide,
Et rien n'est plus lugubre et désolant à voir
Que ce grand jour frappant sur ce grand désespoir.
Le lézard pâmé bâille, et parmi l'herbe cuite
On entend résonner les vipères en fuite.
Là, point de marguerite au coeur étoilé d'or,
Point de muguet prodigue égrenant son trésor ;
Là point de violette ignorée et charmante,
Dans l'ombre se cachant comme une pâle amante ;
Mais la broussaille rousse et le tronc d'arbre mort,
Que le genou du vent comme un arc plie et tord :
Là, pas d'oiseau chanteur, ni d'abeille en voyage,
Pas de ramier plaintif déplorant son veuvage ;
Mais bien quelque vautour, quelque aigle montagnard,
Sur le disque enflammé fixant son oeil hagard,
Et qui, du haut du pic où son pied prend racine,
Dans l'or fauve du soir durement se dessine.
Tel était le rocher que Moïse, au désert,
Toucha de sa baguette, et dont le flanc ouvert,
Tressaillant tout à coup, fit jaillir en arcade
Sur les lèvres du peuple une fraîche cascade.
Ah ! s'il venait à moi, dans mon aridité,
Quelque reine des coeurs, quelque divinité,
Une magicienne, un Moïse femelle,
Traînant dam le désert les peuples après elle,
Qui frappât le rocher de mon coeur endurci,
Comme de l'autre roche, on en verrait aussi
Sortir en jets d'argent des eaux étincelantes,
Où viendraient s'abreuver les racines des plantes ;
Où les pâtres errants conduiraient leurs troupeaux,
Pour se coucher à l'ombre et prendre le repos,
Où, comme en un vivier les cigognes fidèles
Plongeraient leurs grands becs et laveraient leurs ailes.
Pour une toile fraîchement peinte
Où j’ai mis mon âme et le reste aussi
Sur une peinture franchement sainte
Où j'ai mis fortune en pari,
Et je perdus le reste ainsi

Cette ville qui ne dort jamais
La ville de la nuit
Que l'on ne quitte jamais
Celle que l'on fuit,
Trottoirs où le soleil nous cuits

Une nuit en la ville,
Mille soleils, le Paris d’ici
Où j'erre en pauvre imbécile
Les secondes de ciel amincies
J'en tire mon mal comme un cheval docile

Le diable se cache parmis nous
Est-ce que tu le crois ?
Il réside chez les rois comme chez les fous
Cheval de Troie
Une Percée dans les étoiles, notre seul toit

La ville des lumières éteintes
Bidonville de lumières mortes
La cité des lumières saintes
Aux visages de toutes sortes
Pas besoin des clés de la ville pour ouvrir ses portes

La cité des vivants,
Un Hadès aux yeux de tous
La cité des mourants
L’ombre où les maux des hommes poussent
Et les pauvres de leurs malheurs toussent

En ce jour aux nuages ocre
Les feux sont déjà tombés, n'ayez crainte
Les humeurs et les airs âcres,
Déjà les ruisseaux et leurs teintes,
Ont découlés des rues comme une plainte
Quererte con el iris, con el trueno,
en la pomposa barca de la espuma,
a flavo sol, a bien bruñida luna
y espigada madeja de centeno.

Con envidia de nube transitoria
y paciencia de piedra en el camino,
a ocre martillo y a curioso pino.
A olvido, a permanencia y a memoria.

Con la cambiante ágata del sino
y la obsidiana en blanco de la suerte,
en el mármol sin voces de la muerte

y por el canto unido a mi destino.
Quererte con escándalo o licencia,
mas siempre con altiva transparencia.
El bruno ibero, el galo de actitud retadora,
el garonés moreno, de ocre y carmín pintado,
sobre el mármol votivo por su esfuerzo tallado,
de la aguas dijeron la virtud bienhechora.

E Imperators, alzando bandera vencedora,
terma y piscina hicieron, y al pie de este collado,
rabia Festa, verbena y malva, don preciado
en ofrenda a los Dioses cogió suplicadora.

Como antes, en los días de Ilixon, cristalinas
las fuentes me han cantado sus canciones divinas,
el azufre aún humea en la atmósfera clara.

Por eso en estos versos, cumpliendo un sacro voto,
alzar quiero, cual Unnu en un tiempo remoto,
las Ninfas que viven bajo la tierra, un ara.
Ocre y abierto en huellas, el camino
Separa opacamente los sembrados…
Lejos, la margarita de un molino.
Desprende una tristeza aherrojante y extraña
ese lento desfile de entoldadas carretas,
por el ocre camino que cruza la campaña
plana, árida y seca.

Ni un árbol, ni una loma, ni la mancha sombría
de un monte, en derredor.

Las carquejas se enroscan bajo el fuego del día,
implacable, de enero.

¡Parece que el planeta estuviera vacío
y que van a una cita misteriosa y suprema
esas lentas carretas que cruzan el camino
bajo este sol que quema!
With colours i am singing
that song of hope and love
up in the light sun rising
i saw a trush on the tree
singing  a song as a prayer
and i too did exalting nature
i should be humble and thankful
to that pretty spring morning
coming with coloured words
all came easily to my mind  
garnishing that praiseful song
merciful to the one who created
all that beauty life coloured
with all the créatures species
colours of light unbelievable
thank you life again and again
till you will wash our hypocrisies
life came from that love who
became now strange to us
people fear it as an illness
humanty will ends without love
it is the end of the colours
without love it's the end of the lights  
the dreams and the songs
the end of the ocre human dust
what will remain at the end!
unnamed Apr 2020
Do fundo de um poço escuro de água fria
Vejo outro mundo, nele não há divisas
Nele não há distâncias, mas tão pouco vida

Levanto a face ao medo ecumênico
Tão democrático da morte
Neste tempo efêmero igualar o frio
O pavor da sorte dos que os vivos temem

Do fundo da alma, questionei as pontes
Vejo tantos caminhos, entre tantas fontes
Nenhuma delas, mesmo vida que não
leve a morte, deste poço vivo e ocre

Neste ar respiro silenciosamente
onde pestilências murmuram a sorte
Vejo meu passado e espíritos torpes
onde meus anseios buscam o toque

Toque inexistente, pela efêmera morte
Bastian M Pop Dec 2020
con narciso por labios
&
pupilas de azúcar
me encontraste

entre rechinantes mares hechos tabique
asfalto
&
vagones sin vía
sus obreros en gabán
entre gritos encerraron a mi serafín

el titilar de un palpitar amado
mis pasos no llevan a casa
llevan a un sonreír entre sabanas ajenas

eco de mis pétalos
ni mis ternuras reconozco
cuando tus pieles fueron filmadas
por caricia de crepitar ocre
&
mis pupilas de azúcar

me hiere el corazón
en pedacitos que reconozco

narciso por labios
&
dulces nuestras distancias

podría haberme arrojado
entre aguas cristalinas
si los pasos del hastío
no llevasen miel

pero es como sé
ahogado en mi reflejo
&
mares hechos tabique

pero es como
distinguir entre
jardines
&
flores
&
escuchar su eco

mis cristales ya no guían
arrojado entre aguas cristalinas
narciso por labios

— The End —