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Vianny Sujo May 2016
Te he comparado con un golpe de suerte porque llegas sin avisar y eres una bonita casualidad; con la goma de mascar en un salón de clase porque te mantengo en secreto y te quiero en silencio. He llamado a tus manos una cornisa porque me aferro a ellas para no caer al acantilado; a tus labios les he dicho océano porque me provocas unas ganas inmensas de ahogarme.

Te llamo arte porque aún no te conozco del todo y cuando creo conocerte te encuentro más gamas de colores, porque siempre tendrás algo nuevo que enseñarme.  Voy a empezar a decir que eres mi mar muerto porque evitas que me ahogue y sé que nunca me hundiré cuando estoy contigo.

He hablado del color de tus ojos refiriendo al color de la tierra donde quiero echar raíces y yo ya he comparado al amor con las jacarandas porque haces que todos mis cimientos se estremezcan y que mi primavera quiera pintarse de colores bonitos. Soy alérgica a las flores pero podría aguantar este jardín tan bonito que estás haciendo crecer en mis pulmones y todas estas mariposas caníbales que me revolotean en el estomago.

Terminaré por compararte con la ciencia ficción y con la magia porque aún no me puedo creer que seas real; y sí, la magia existe, pero tú no puedes verla porque nunca te has visto los ojos brillar cuando hablas de algo que te gusta, ni reír a carcajadas hasta que sólo quede silencio y lagrimas de alegría en tus mejillas.

Me estoy proclamando funambulista porque estoy haciendo equilibrio en tus cuerdas vocales y en tu mirada que siempre tiende al infinito, pero ya no tengo miedo de caer porque me has enseñado que tengo unas alas muy grandes.

Verte es como desayunar jugo de naranja, la mejor forma de empezar el día, un agridulce "Te quiero". Eres esa cucharada de más en el café que nadie se atreve a pedir, pero que espera recibir. Eres esa canción que nunca salto en aleatorio y tengo que escuchar dos veces porque la primera no podía parar de sonreír. Eres la piedra más bonita con la que quise tropezar.

No sé si tengo una arritmia en el corazón o sólo es que ahora es más locomotora y menos órgano, corazón coraza, corazón correcaminos... Ojalá tú sepas escucharlo porque cuando estás cerca me grita en los oídos pero no es mi idioma, es el tuyo.

Ojalá ahora puedan entender que cuando hablo de ti hablo de esa mañana de sábado cuando puedes respirar y dejar la mente en blanco durante el desayuno; de esa canción de La Habitación Roja que suena cuando voy camino a casa y el trafico me hace pensar que estoy en el mundo ideal. Hablo de los días lluviosos y grises, de los libros de poesía, de los lapices de colores.

Ojalá algún día me entiendan que cuando hablo de ti sólo quiero hablar de ti y de lo bonito que es que te saquen una sonrisa cuando lo único que quieres hacer es llorar.
Soona Sep 2012
Y si quizás en vez de faltar a clase como todo unos locos "enamorados".
hubiésemos tenido la vida normal del niño dedicado?

Si quizás en vez de darnos nuestro primer beso nos hubiésemos dado la mano.

Si quizás en vez de comentarlo a tus amigos no los hubiésemos callado.

Si quizás la historia de nuestra vida no se pareciera tanto.

Si quizás en vez de decidir ser tu amiga no te hubiese hablado.

Si quizás nuestras madres no tuvieran el mismo nombre.

Si quizás nunca te demostré lo que en realidad sentía.

Si quizás no le hubiéramos seguido el juego al mundo.

Si quizás no la hubieses escogido a ella.

Si quizás no me gustaran tanto tus besos.

Si quizás no hubiésemos cometido errores.

Si quizás no nos hubiéramos sentado en aquel banquillo a aquella exacta hora.

Si quizás no te conociera tan bien.

Si quizás te dedicaras mas.

Tan solo si quizás hubiéramos tomado diferentes decisiones en nuestras vidas, si todo cambiara de momento y tal vez tu madre se llamara Rosa o tal vez si tu padre no te hubiese abandonado. Tan solo si quizás tu te hubieses dado cuenta de el tipo de persona que soy desde el primer momento en que tus ojos se toparon con los míos! No fuéramos lo que somos... Quizás ni existiera lo que escribo, tal vez no haya aprendido lo que aprendí al pasar los años porque a la hora de la verdad eres tu tan parte de mi vida como yo de la tuya. Porque nos unen mas cosas de la que algún día imaginaria, porque eres mi amigo y tu tomaste esa decisión. Porque la escogiste a ella porque ella la popular y bonita en vez de a la chica regular y herida. Porque al final siempre me demostraste que me querías como tu primera. Porque si quizás las cosas nunca hubieran sucedido como lo han echo que seria de nuestras vidas, de nuestra historia, de nuestro mundo, de nuestras mentes sin recordar nada.

Si quizás tu te acordaras de las cosas tan exactas como yo las recuerdo.

Tan solo si quizás nos encontráramos en otras vidas que serias de las vidas que vivimos ahora?

No habría historia
ni palabras que contaran porque todo quedaría en el infinito en el cajón oculto de los "quizás".

Si quizás nunca te hubiese querido como lo hice.

Solo si quizás todo empezara nuevamente.

Solo si quizás ...
Se enreda el lunes con el martes
y la semana con el año:
no se puede cortar el tiempo
con tus tijeras fatigadas,
y todos los nombres del día
los borra el agua de la noche.

Nadie puede llamarse Pedro,
ninguna es Rosa ni María,
todos somos polvo o arena,
todos somos lluvia en la lluvia.
Me han hablado de Venezuelas,
de Paraguayes y de Chiles,
no sé de lo que están hablando:
conozco la piel de la tierra
y sé que no tiene apellido.

Cuando viví con las raíces
me gustaron más que las flores,
y cuando hablé con una piedra
sonaba como una campana.

Es tan larga la primavera
que dura todo el invierno:
el tiempo perdió los zapatos:
un año tiene cuatro siglos.

Cuando duermo todas las noches,
cómo me llamo o no me llamo?
Y cuando me despierto quién soy
si no era yo cuando dormía?

Esto quiere decir que apenas
desembarcamos en la vida,
que venimos recién naciendo,
que no nos llenemos la boca
con tantos nombres inseguros,
con tantas etiquetas tristes,
con tantas letras rimbombantes,
con tanto tuyo y canto mío,
con tanta firma en los papeles.

Yo pienso confundir las cosas,
unirlas y recién nacerlas,
entreverarlas, desvestirlas,
hasta que la luz del mundo
tenga la unidad del océano,
una integridad generosa,
una fragancia crepitante.
Entre las ondas azules
Del bello Mediterráneo,
En el Golfo de Trieste
Surgiendo entre los peñascos,
Hay un alcázar que ostenta
Con gran arte entrelazados
En muros y minaretes
Lo gótico y lo cristiano.
Parece visto de lejos
Airoso cisne de mármol,
Que extiende las blancas alas
Entre dos abismos claros,
El del mar siempre sereno
Y el del cielo siempre diáfano.

Ese alcázar tan hermoso
En tiempos no muy lejanos,
Por mirar tanto las olas
De Miramar le llamaron,
Y en él vivieron felices
Dos príncipes de alto rango,
Dos seres de regia estirpe:
Carlota y Maximiliano.

En una tarde serena,
Al bello alcázar llegaron
Con una rara embajada
Varios próceres extraños;
Penetran a los salones
Y al noble príncipe hablando,
En nombre de un pueblo entero
(Que no les dio tal encargo)
Le ofrecieron la corona
Del Imperio Mejicano.

El Príncipe quedó absorto,
Para responder dio un plazo;
Soñó en pompas, en honores,
En fama, en poder, en lauros
Y al despertar de aquel sueño,
Al volver de tal encanto,
A su joven compañera
Le fue a consultar el caso.
«Acepta -dijo Carlota-,
Eres grande, noble y apto,
Y de este alcázar a un trono
Tan solamente hay un paso».

No corrida una semana,
El Príncipe meditando
En las difíciles luchas
De los grandes dignatarios,
Miraba tras los cristales
De su espléndido palacio
Enfurecerse las olas,
Rojo surgir el relámpago,
Y con bramidos horribles
Rugir los vientos airados.

De pronto, un ujier le anuncia
Que un extranjero, ya anciano,
Hablarle solicitaba
Con urgencia y en el acto.
Sorprendido el Archiduque
Dijo al ujier: «Dadle paso»;
Y penetró en los salones
Aquel importuno extraño,
De tez rugosa y enjuta,
De barba y cabello cano.

En frente del Archiduque
Dijo con acento franco:
«Vengo, señor, para veros
Desde un pueblo muy lejano,
Desde un pueblo cuyo nombre
Jamás habréis escuchado;
Yo nací en Aguascalientes,
En el suelo mejicano,
Serví a don Benito Juárez
De quien ya os habrán hablado,
Le serví como Ministro,
Soy su firme partidario,
Y mientras aquí os engañan,
Yo vengo a desengañaros;
No aceptéis, señor, un trono
Que tiene cimientos falsos,
Ni os ciñáis una corona
Que Napoleón ha labrado.
No quiere Méjico reyes,
El pueblo es republicano
Y si llegáis a mi patria
Y os riegan palmas y lauros,
Sabed que tras esas pompas
Y esos mentidos halagos
Pueden estar escondidos
El deshonor y el cadalso».

Oyendo aquestas palabras
Dichas por aquel anciano,
A tiempo que por los aires
Cruzó veloz un relámpago,
Tiñendo en color de sangre
La inmensidad del espacio,
Sin dar respuesta ninguna
Quedóse Maximiliano
Rígido, lívido, mudo,
Como una estatua de mármol.

Corrió inexorable el tiempo,
huyeron breves los años
Y en una noche de junio
Triste, sombrío, ensimismado,
En vísperas de la muerte
El Archiduque germano
En su celda de Querétaro
Y en sus desgracias pensando,
Así dijo conmovido
A uno de los abogados
Que tueron a despedirse
En momentos tan aciagos:
«Todo lo que hoy me sucede
A tiempo me lo anunciaron;
Un profeta he conocido
Que sin doblez, sin engaño,
Me auguró que en esta tierra
A donde vine cegado,
El pueblo no quiere reyes
Ni gobernantes extraños,
Y que si lauros y palmas
Se me regaban al paso
Tras ellos encontraría
El deshonor y el cadalso».
-¿Quién ha sido ese profeta?
Al Príncipe preguntaron:
«Era un ministro de Juárez
Sincero, patriota, honrado,
Don Jesús Terán, que ha muerto
En su hacienda hará dos años
¡Ah! ¡Si yo le hubiera oído!
iSi yo le hubiera hecho caso!
¡Hoy estuviera en mi alcázar
Con los seres más amados,
Y no contara los horas
Para subir al cadalso!!»
Las ventanas se han estremecido, elaborando una metafísica del universo. Vidrios han caído. Un enfermo lanza su queja: la mitad por su boca lenguada y sobrante, y toda entera, por el ano de su espalda.
Es el huracán. Un castaño del jardín de las Tullerías habráse abatido, al soplo del viento, que mide ochenta metros por segundo. Capiteles de los barrios antiguos, habrán caído, hendiendo, matando.
¿De qué punto interrogo, oyendo a ambas riberas de los océanos, de qué punto viene este huracán, tan digno de crédito, tan honrado de deuda derecho a las ventanas del hospital? Ay las direcciones inmutables, que oscilan entre el huracán y esta pena directa de toser o defecar! Ay! las direcciones inmutables, que así prenden muerte en las entrañas del hospital y despiertan células clandestinas a deshora, en los cadáveres.
¿Qué pensaría de si el enfermo de enfrente, ése que está durmiendo, si hubiera percibido el huracán? El pobre duerme, boca arriba, a la cabeza de su morfina, a los pies de toda su cordura. Un adarme más o menos en la dosis y le llevarán a enterrar, el vientre roto, la boca arriba, sordo el huracán, sordo a su vientre roto, ante el cual suelen los médicos dialogar y cavilar largamente, para, al fin, pronunciar sus llanas palabras de hombres.
La familia rodea al enfermo agrupándose ante sus sienes regresivas, indefensas, sudorosas. Ya no existe hogar sino en torno al velador del pariente enfermo, donde montan guardia impaciente, sus zapatos vacantes, sus cruces de repuesto, sus píldoras de opio. La familia rodea la mesita por espacio de un alto dividendo. Una mujer acomoda en el borde de la mesa, la taza, que casi se ha caído.
Ignoro lo que será del enfermo esta mujer, que le besa y no puede sanarle con el beso, le mira y no puede sanarle con los ojos, le habla y no puede sanarle con el verbo. ¿Es su madre? ¿Y cómo, pues, no puede sanarle? ¿Es su amada? ¿Y cómo, pues, no puede sanarle? ¿Es su hermana? Y ¿cómo, pues, no puede sanarle? ¿Es, simplemente, una mujer? ¿Y cómo pues, no puede sanarle? Porque esta mujer le ha besado, le ha mirado, le ha hablado y hasta le ha cubierto mejor el cuello al enfermo y ¡cosa verdaderamente asombrosa! no le ha sanado.
El paciente contempla su calzado vacante. Traen queso. Llevan sierra. La muerte se acuesta al pie del lecho, a dormir en sus tranquilas aguas y se duerme. Entonces, los libres pies del hombre enfermo, sin menudencias ni pormenores innecesarios, se estiran en acento circunflejo, y se alejan, en una extensión de dos cuerpos de novios, del corazón.
El cirujano ausculta a los enfermos horas enteras. Hasta donde sus manos cesan de trabajar y empiezan a jugar, las lleva a tientas, rozando la piel de los pacientes, en tanto sus párpados científicos vibran, tocados por la indocta, por la humana flaqueza del amor. Y he visto a esos enfermos morir precisamente del amor desdoblado del cirujano, de los largos diagnósticos, de las dosis exactas, del riguroso análisis de orinas y excrementos. Se rodeaba de improviso un lecho con un biombo. Médicos y enfermeros cruzaban delante del ausente, pizarra triste y próxima, que un niño llenara de números, en un gran monismo de pálidos miles. Cruzaban así, mirando a los otros, como si más irreparable fuese morir de apendicitis o neumonía, y no morir al sesgo del paso de los hombres.
Sirviendo a la causa de la religión, vuela con éxito esta mosca, a lo largo de la sala. A la hora de la visita de los cirujanos, sus zumbidos nos perdonan el pecho, ciertamente, pero desarrollándose luego, se adueñan del aire, para saludar con genio de mudanza, a los que van a morir. Unos enfermos oyen a esa mosca hasta durante el dolor y de ellos depende, por eso, el linaje del disparo, en las noches tremebundas.
¿Cuánto tiempo ha durado la anestesia, que llaman los hombres? ¡Ciencia de Dios, Teodicea! si se me echa a vivir en tales condiciones, anestesiado totalmente, volteada mi sensibilidad para adentro! ¡Ah doctores de las sales, hombres de las esencias, prójimos de las bases! Pido se me deje con mi tumor de conciencia, con mi irritada lepra sensitiva, ocurra lo que ocurra aunque me muera! Dejadme dolerme, si lo queréis, mas dejadme
despierto de sueño, con todo el universo metido, aunque fuese a las malas, en mi temperatura polvorosa.
En el mundo de la salud perfecta, se reirá por esta perspectiva en que padezco; pero, en el mismo plano y cortando la baraja del juego, percute aquí otra risa de contrapunto.
En la casa del dolor, la queja asalta síncopes de gran compositor, golletes de carácter, que nos hacen cosquillas de verdad, atroces, arduas, y, cumpliendo lo prometido, nos hielan de espantosa incertidumbre.
En la casa del dolor, la queja arranca frontera excesiva. No se reconoce en esta queja de dolor, a la propia queja de la dicha en éxtasis, cuando el amor y la carne se eximen de azor y cuando, al regresar, hay discordia bastante para el diálogo.
¿Dónde está, pues, el otro flanco de esta queja de dolor, si, a estimarla en conjunto, parte ahora del lecho de un hombre? De la casa del dolor parten quejas tan sordas e inefables y tan colmadas de tanta plenitud que llorar por ellas sería poco, y sería ya mucho sonreír.
Se atumulta la sangre en el termómetro.
¡No es grato morir, señor, si en la vida nada se deja y si en la muerte nada es posible, sino sobre lo que se deja en la vida! ¡No es grato morir, señor, si en la vida nada se deja y si en la muerte nada es posible, sino sobre lo que se deja en la vida! ¡No es grato morir, señor, si en la vida nada se deja y si en la muerte nada es posible, sino sobre lo que pudo dejarse en la vida!
Si yo, por ti, he creado un mundo para ti,
dios, tú tenías seguro que venir a él,
y tú has venido a él, a mí seguro,
porque mi mundo todo era mi esperanza.

Yo he acumulado mi esperanza
en lengua, en nombre hablado, en nombre escrito;
a todo yo le había puesto nombre
y tú has tomado el puesto
de toda esta nombradía.

Ahora puedo yo detener ya mi movimiento,
como la llama se detiene en ascua roja
con resplandor de aire inflamado azul,
en el ascua de mi perpetuo estar y ser;
ahora yo soy ya mi mar paralizado,
el mar que yo decía, mas no duro,
paralizado en ondas de conciencia en luz
y vivas hacia arriba todas, hacia arriba.

Todos los nombres que yo puse
al universo que por ti me recreaba yo,
se me están convirtiendo en uno
y en un dios.

El dios que es siempre al fin,
el dios creado y recreado y recreado
por gracia y sin esfuerzo.
El Dios. El nombre conseguido de los nombres.
De lo poco de vida que me resta
diera con gusto los mejores años,
        por saber lo que a otros
        de mí has hablado.   Y esta vida mortal, y de la eterna
lo que me toque, si me toca algo,
        por saber lo que a solas
        de mí has pensado.
Cuando me han visto solo y recostado
al borde del camino,
unos hombres
con trazas de mendigos
que cruzaban rebeldes y afanosos
me han dicho:
-Ven con nosotros,
peregrino.

Y otros hombres
con portes de patricios
que llevaban sus galas
intranquilos,
me han hablado
lo mismo:
-Ven con nosotros, peregrino.

Yo a todos los he visto
perderse allá a lo lejos del camino...
y me he quedado solo, sin despegar los labios, en mi sitio.
Se habían encontrado en la barra de un bar, cada uno frente a una jarra de cerveza, y habían empezado a conversar al
principio, como es lo normal, sobre el tiempo y la crisis, luego, de temas varios, y no siempre racionalemente encadenados.

Al parecer, el flaco era escritor, el otro, un señor cualquiera. No bien supo que el flaco era literato, el señor cualquiera,
empezó a elogiar la condición de artista, eso que llamaba el sencillo privilegio de poder escribir.

-«No crea que es algo tan estupendo -dijo el Flaco-, también a momentos de profundo desamparo en lo que se llaga a la
conclusión de que todo lo que se ha escrito es una basura; probablemente no lo sea, pero uno así lo cree. Sin ir más
lejos, no hace mucho, junté todos mis inéditos, o sea un trabajo de varios años, llamé a mi mejor y le dije:
"Mira, esto no sirve, pero comprenderás que para mí es demasiado doloroso destruirlo, así que hazme un favor; quémalos;
júrame que lo vas a quemar" y me lo juró».

El señor cualquiera quedó muy impresionado ante aquel gesto autocrítico, pero no se atrevió a hacer
ningún comentario. Tras un buen rato de silencio, se rascó la nuca y empinó la jarra de cerveza. "Oiga, don
-dijo sin pestañear-, hace rato que hemos hablado y ni siquiera nos hemos presentado, mi nombre es Ernesto Chávez, viajante de
comercio" y le tendió la mano.

-«Mucho gusto -dijo el otro, oprimiéndola con sus dedos huesudos-, Franz Kafka para servirle».
Un hilo de agua que cae de una llave imperfecta; un hilo de agua, manso y diáfano, que gorjea toda la noche y todas las noches cerca de mi alcoba; que canta a mi soledad y en ella me acompaña; un hilo de agua: ¡qué cosa tan sencilla! Y, sin embargo, estas gotas incesantes y sonoras me han enseñado más que los libros.

El alma del Agua me ha hablado en la sombra -el alma santa del Agua- y yo la he oído, con recogimiento y con amor. Lo que me ha dicho está escrito en páginas que pueden compendiarse así: ser dócil, ser cristalino; esta es la ley y los profetas; y tales páginas han formado un poema

Yo sé que quien lo lea sentirá el suave placer que yo he sentido al escucharlo de los labios de Sor Acqua; y este será mi galardón en la prueba, hasta que mis huesos se regocijen en la gracia de Dios.
La lágrima fue dicha.

Olvidemos
el llanto
y empecemos de nuevo,
con paciencia,
observando a las cosas
hasta hallar la menuda diferencia
que las separa
de su entidad de ayer
y que define
el transcurso del tiempo y su eficacia.
¿A qué llorar por el caído
fruto,
por el fracaso
de ese deseo hondo,
compacto como un grano de simiente?
No es bueno repetir lo que está dicho.
Después de haber hablado,
de haber vertido lágrimas,
silencio y sonreíd:
nada es lo mismo.
Habrá palabras nuevas para la nueva historia
y es preciso encontrarlas antes de que sea tarde.
Juan Parr Nov 2017
Las baldosas arden,
el techo suena,
¿Escuchas esos gritos?
Donde la sirena dueña.

No me arrulles entre gritos
así no me han criado
así tratas a tus gatos,
cuando de arte se ha hablado.

Llora,
Siembra lágrimas en mis ojos
atravesados.
Despierta, señora
que por algo te he pagado.

Entre tus párpados turbulentos
encontré mis veranos
apagados en tu sol
y sonatas de dulce canto.

Asesina de hombres,
dueña de las flores.
¿Alguna vez escuchaste
tu nombre entre canciones?
No habíamos hablado dos veces en la vida.
La noche que supimos la muerte de Darío
te encontré en el café de Perú y Avenida,
y esa noche rodó tu llanto con el mío.

Y caminamos juntos por la ciudad dormida,
bajo el cielo de estrellas calientes del estío.
Ya venía la luz por el lado del Río
cuando te dejé solo en la hora perdida.

Despertaba en carritos el alba bulliciosa
y el fondo de la calle era un telón de rosa.
Me volví para verte, deja que lo recuerde:

los pantalones flojos, las piernas vacilantes,
y en las manos nerviosas el bastón y los guantes.
El sol manchaba de oro tu viejo chaqué verde.
Que estoy diciendo,
¿Dónde está mi fe,
Porque estoy jugando
¿Cuál es el propósito de jugar.
Desearía haber hablado español,
Pero estoy atascado tratando de entenderlo.
O tal vez aprender francés,
Es un hermoso y romántico acento.
Traducir, ¿por qué traducimos?
Para transferir el significado de otro idioma.
Así que traduce este poema.
Marco Bo May 2020
a song never sung
a symphony never played
a lesson never learned
a language never spoken
a Sun that never warmed my face,
I miss,
yet I know
I was born times again in forgotten suburbs of the world
I still cherish caresses and cuddles of that miracle fo mine
secret sounds good heat
hope for a new day
of silence and happiness
come what may
....................................
una canzone mai cantata
una sinfonia mai suonata
  una lezione mai imparata
una lingua mai parlata
  un Sole che non mi ha mai riscaldato il viso
  mi mancano
  eppure lo so
  che sono nato molte volte nelle periferie dimenticate del mondo
conservo ancora le carezze e la tenerezza di quel miracolo
  il segreto suono, il caldo buono
speranza di un giorno nuovo
di silenzio e felicità
e così sia
..........
una canción nunca cantada
una sinfonía nunca tocada
  una lección nunca aprendida
un idioma nunca hablado
  un Sol que nunca me calentó la cara
  yo extraño
  pero sé
  que nací muchas veces en los suburbios olvidados del mundo
todavía guardo las caricias y la ternura de ese milagro
  el sonido secreto, el cálido bien
esperanza de un nuevo día
de silencio y felicidad
y que así sea
............
une chanson jamais chantée
une symphonie jamais jouée
  une leçon jamais apprise
une langue jamais parlée
  un Soleil qui n'a jamais réchauffé mon visage
  ils me manquent
  pourtant je sais
  que je suis né plusieurs fois dans les banlieues oubliées du monde
Je garde toujours les caresses et les câlins de ce miracle
  le son secret, la bonne chaleur
espoir de un nouveau jour
de silence et de bonheur
ainsi soit-il

Marco Bo https://cantidallaperiferiadelmondo.blogspot.com/2020/05/isolamento-n-37-e-senza-troppi-discorsi.html
Voy a confiarte, amada,
uno de los secretos
que más me martirizan. Es el caso
que a las veces mi ceño
tiene en un punto un mismo
de cólera y esplín los fruncimientos.
O callo como un mudo,
o charlo como un necio,
suplicando el discurso
de burlas, carcajadas y dicterios.
¿Que me miran? Agravio.
¿Me han hablado? Zahiero.
Medio loco de atar, medio sonámbulo,
con mi poco de cuerdo.
¡Cómo bailan, en ronda y remolino,
por las cuatro paredes del cerebro
repicando a compás sus consonantes,
mil endiablados versos
que imitan, en sus cláusulas y ritmos,
las músicas macabras de los muertos!
¡Y cómo se atropellan,
para saltar a un tiempo,
las estrofas sombrías,
de vocablos sangrientos
que me suele enseñar la musa pálida,
la triste musa de los días negros!
Yo soy así. ¡Qué se hace! ¡Boberías
de soñador neurótico y enfermo!
¿Quieres saber acaso
la causa del misterio?
Una estatua de carne
me envenenó la vida con sus besos.
Y tenía tus labios, lindos, rojos
y tenía tus ojos, grandes, bellos...
Xi
Hasta cuándo hablan los demás
si ya hemos hablado nosotros?

Qué diría José Martí
del pedagogo Marinello?

Cuántos años tiene Noviembre?

Qué sigue pagando el Otoño
con tanto dinero amarillo?

Cómo se llama ese cocktail
que mezcla ***** con relámpagos?
LKenzo Dec 2020
Sacaste todas mis palabras fuera de contexto
aquel día, en frente del edificio desecho
buscando alguna razón para volver a hablarte
intento cerrar mi mente para entenderte
nado muy lejos de la orilla
te busco en la distancia
se elevan las cenizas
cubro mi melancolía con alcoholemia
me vuelvo dulce
ardo en la distancia.
El colegio francés.
La casa de las puertas cerradas.
El ejército de hombres.
Las líneas de batalla.
Cierro mis ojos aunque todo esté oscuro
he aprendido a vivir así
de esperanzas vacías, nubes y pájaros
Mi alma siente el mal agüero
la luz desaparece al horizonte
y me da miedo no poder detenerla
Y entonces me veo obligada a salir de casa
hacia el castillo
Carolina,
Volveré a perder
escúchame otra vez
déjame no saber, ya que
volveré a caer
cuando el alba
sea incapaz de aparecer.
Haz que vuelva a ser feliz con tu presencia
añoro todo lo que algún día fuiste
añoro todos los veranos de mi vida
con su sol azotando mi frente
con sus aguas mojando mi almohada
con tus besos adornando mi cara.
Si por mi fuera sería tu puta toda la vida
toda la vida
Si por mi fuera te querría todos los días
todos mis días
Si por mi fuera descansaría
muy cerca de la orilla,
con la cabeza bajo el agua,
no escucho tus palabras
cierro los ojos
ya no veo tu cara
Ya no tengo porque pensarte, cariño
me siento herida
por eso te he hablado
Ya no tengo el que pensarte
ha pasado mucho tiempo
no me quedan razones.
Un caramelo del Nepal
un vestido de terciopelo verde oscuro
un vinilo agrietado
un cenicero con forma de rana
una bañera de espuma
una cuchilla afilada,
los tres espejos
flores en el papel de la pared
mechones de pelo mojado
pegado en la frente y en la espalda
pezones y vino de Malta,
el tapón del mar
la sangre en la copa
tu lunar en la mejilla, que tanto resalta,
libros de medicina antigua
una puerta tapada por una cortina
los pelos en la lengua
en el suelo, un plato de comida,
las primeras televisiones
por el pasillo, luces rojas,
manos blancas
Francia en llamas.

Hueles a muerte
besas como ella
sintonizo la primera cadena.
El gas abierto
la cabeza dentro.

— The End —