Submit your work, meet writers and drop the ads. Become a member
Siendo mozo Alvargonzález,
dueño de mediana hacienda,
que en otras tierras se dice
bienestar y aquí, opulencia,
en la feria de Berlanga
prendóse de una doncella,
y la tomó por mujer
al año de conocerla.Muy ricas las bodas fueron
y quien las vio las recuerda;
sonadas las tornabodas
que hizo Alvar en su aldea;
hubo gaitas, tamboriles,
flauta, bandurria y vihuela,
fuegos a la valenciana
y danza a la aragonesa.   Feliz vivió Alvargonzález
en el amor de su tierra.
Naciéronle tres varones,
que en el campo son riqueza,
y, ya crecidos, los puso,
uno a cultivar la huerta,
otro a cuidar los merinos,
y dio el menor a la Iglesia.   Mucha sangre de Caín
tiene la gente labriega,
y en el hogar campesino
armó la envidia pelea.   Casáronse los mayores;
tuvo Alvargonzález nueras,
que le trajeron cizaña,
antes que nietos le dieran.   La codicia de los campos
ve tras la muerte la herencia;
no goza de lo que tiene
por ansia de lo que espera.   El menor, que a los latines
prefería las doncellas
hermosas y no gustaba
de vestir por la cabeza,
colgó la sotana un día
y partió a lejanas tierras.La madre lloró, y el padre
diole bendición y herencia.   Alvargonzález ya tiene
la adusta frente arrugada,
por la barba le platea
la sombra azul de la cara.   Una mañana de otoño
salió solo de su casa;
no llevaba sus lebreles,
agudos canes de caza;

  iba triste y pensativo
por la alameda dorada;
anduvo largo camino
y llegó a una fuente clara.   Echóse en la tierra; puso
sobre una piedra la manta,
y a la vera de la fuente
durmió al arrullo del agua.   Y Alvargonzález veía,
como Jacob, una escala
que iba de la tierra al cielo,
y oyó una voz que le hablaba.Mas las hadas hilanderas,
entre las vedijas blancas
y vellones de oro, han puesto
un mechón de negra lana.Tres niños están jugando
a la puerta de su casa;
entre los mayores brinca
un cuervo de negras alas.La mujer vigila, cose
y, a ratos, sonríe y canta.-Hijos, ¿qué hacéis? -les pregunta.Ellos se miran y callan.-Subid al monte, hijos míos,
y antes que la noche caiga,
con un brazado de estepas
hacedme una buena llama.   Sobre el lar de Alvargonzález
está la leña apilada;
el mayor quiere encenderla,
pero no brota la llama.-Padre, la hoguera no prende,
está la estepa mojada.   Su hermano viene a ayudarle
y arroja astillas y ramas
sobre los troncos de roble;
pero el rescoldo se apaga.Acude el menor, y enciende,
bajo la negra campana
de la cocina, una hoguera
que alumbra toda la casa.   Alvargonzález levanta
en brazos al más pequeño
y en sus rodillas lo sienta;-Tus manos hacen el fuego;
aunque el último naciste
tú eres en mi amor primero.   Los dos mayores se alejan
por los rincones del sueño.
Entre los dos fugitivos
reluce un hacha de hierro.   Sobre los campos desnudos,
la luna llena manchada
de un arrebol purpurino,
enorme globo, asomaba.Los hijos de Alvargonzález
silenciosos caminaban,
y han visto al padre dormido
junto de la fuente clara.   Tiene el padre entre las cejas
un ceño que le aborrasca
el rostro, un tachón sombrío
como la huella de un hacha.Soñando está con sus hijos,
que sus hijos lo apuñalan;
y cuando despierta mira
que es cierto lo que soñaba.   A la vera de la fuente
quedó Alvargonzález muerto.Tiene cuatro puñaladas
entre el costado y el pecho,
por donde la sangre brota,
más un hachazo en el cuello.Cuenta la hazaña del campo
el agua clara corriendo,
mientras los dos asesinos
huyen hacia los hayedos.Hasta la Laguna Negra,
bajo las fuentes del Duero,
llevan el muerto, dejando
detrás un rastro sangriento,
y en la laguna sin fondo,
que guarda bien los secretos,
con una piedra amarrada
a los pies, tumba le dieron.   Se encontró junto a la fuente
la manta de Alvargonzález,
y, camino del hayedo,
se vio un reguero de sangre.Nadie de la aldea ha osado
a la laguna acercarse,
y el sondarla inútil fuera,
que es la laguna insondable.Un buhonero, que cruzaba
aquellas tierras errante,
fue en Dauria acusado, preso
y muerto en garrote infame.   Pasados algunos meses,
la madre murió de pena.Los que muerta la encontraron
dicen que las manos yertas
sobre su rostro tenía,
oculto el rostro con ellas.   Los hijos de Alvargonzález
ya tienen majada y huerta,
campos de trigo y centeno
y prados de fina hierba;
en el olmo viejo, hendido
por el rayo, la colmena,
dos yuntas para el arado,
un mastín y mil ovejas.
    Ya están las zarzas floridas
y los ciruelos blanquean;
ya las abejas doradas
liban para sus colmenas,
y en los nidos, que coronan
las torres de las iglesias,
asoman los garabatos
ganchudos de las cigüeñas.Ya los olmos del camino
y chopos de las riberas
de los arroyos, que buscan
al padre Duero, verdean.El cielo está azul, los montes
sin nieve son de violeta.La tierra de Alvargonzález
se colmará de riqueza;
muerto está quien la ha labrado,
mas no le cubre la tierra.   La hermosa tierra de España
adusta, fina y guerrera
Castilla, de largos ríos,
tiene un puñado de sierras
entre Soria y Burgos como
reductos de fortaleza,
como yelmos crestonados,
y Urbión es una cimera.   Los hijos de Alvargonzález,
por una empinada senda,
para tomar el camino
de Salduero a Covaleda,
cabalgan en pardas mulas,
bajo el pinar de Vinuesa.Van en busca de ganado
con que volver a su aldea,
y por tierra de pinares
larga jornada comienzan.Van Duero arriba, dejando
atrás los arcos de piedra
del puente y el caserío
de la ociosa y opulenta
villa de indianos. El río
al fondo del valle, suena,
y de las cabalgaduras
los cascos baten las piedras.A la otra orilla del Duero
canta una voz lastimera:«La tierra de Alvargonzález
se colmará de riqueza,
y el que la tierra ha labrado
no duerme bajo la tierra.»   Llegados son a un paraje
en donde el pinar se espesa,
y el mayor, que abre la marcha,
su parda mula espolea,
diciendo: -Démonos prisa;
porque son más de dos leguas
de pinar y hay que apurarlas
antes que la noche venga.Dos hijos del campo, hechos
a quebradas y asperezas,
porque recuerdan un día
la tarde en el monte tiemblan.Allá en lo espeso del bosque
otra vez la copla suena:«La tierra de Alvargonzález
se colmará de riqueza,
y el que la tierra ha labrado
no duerme bajo la tierra».   Desde Salduero el camino
va al hilo de la ribera;
a ambas márgenes del río
el pinar crece y se eleva,
y las rocas se aborrascan,
al par que el valle se estrecha.Los fuertes pinos del bosque
con sus copas gigantescas
y sus desnudas raíces
amarradas a las piedras;
los de troncos plateados
cuyas frondas azulean,
pinos jóvenes; los viejos,
cubiertos de blanca lepra,
musgos y líquenes canos
que el grueso tronco rodean,
colman el valle y se pierden
rebasando ambas laderasJuan, el mayor, dice: -Hermano,
si Blas Antonio apacienta
cerca de Urbión su vacada,
largo camino nos queda.-Cuando hacia Urbión alarguemos
se puede acortar de vuelta,
tomando por el atajo,
hacia la Laguna Negra
y bajando por el puerto
de Santa Inés a Vinuesa.-Mala tierra y peor camino.
Te juro que no quisiera
verlos otra vez. Cerremos
los tratos en Covaleda;
hagamos noche y, al alba,
volvámonos a la aldea
por este valle, que, a veces,
quien piensa atajar rodea.Cerca del río cabalgan
los hermanos, y contemplan
cómo el bosque centenario,
al par que avanzan, aumenta,
y la roqueda del monte
el horizonte les cierra.El agua, que va saltando,
parece que canta o cuenta:«La tierra de Alvargonzález
se colmará de riqueza,
y el que la tierra ha labrado
no duerme bajo la tierra».
    Aunque la codicia tiene
redil que encierre la oveja,
trojes que guarden el trigo,
bolsas para la moneda,
y garras, no tiene manos
que sepan labrar la tierra.Así, a un año de abundancia
siguió un año de pobreza.   En los sembrados crecieron
las amapolas sangrientas;
pudrió el tizón las espigas
de trigales y de avenas;
hielos tardíos mataron
en flor la fruta en la huerta,
y una mala hechicería
hizo enfermar las ovejas.A los dos Alvargonzález
maldijo Dios en sus tierras,
y al año pobre siguieron
largos años de miseria.   Es una noche de invierno.
Cae la nieve en remolinos.
Los Alvargonzález velan
un fuego casi extinguido.El pensamiento amarrado
tienen a un recuerdo mismo,
y en las ascuas mortecinas
del hogar los ojos fijos.No tienen leña ni sueño.Larga es la noche y el frío
arrecia. Un candil humea
en el muro ennegrecido.El aire agita la llama,
que pone un  fulgor rojizo
sobre las dos pensativas 
testas de los asesinos.El mayor de Alvargonzález,
lanzando un ronco suspiro,
rompe el silencio, exclamando:-Hermano, ¡qué mal hicimos!El viento la puerta bate
hace temblar el postigo,
y suena en la chimenea
con hueco y largo bramido.Después, el silencio vuelve,
y a intervalos el pabilo
del candil chisporrotea
en el aire aterecido.El segundo dijo: -Hermano,
¡demos lo viejo al olvido!

  Es una noche de invierno.
Azota el viento las ramas
de los álamos. La nieve
ha puesto la tierra blanca.Bajo la nevada, un hombre
por el camino cabalga;
va cubierto hasta los ojos,
embozado en negra capa.Entrado en la aldea, busca
de Alvargonzález la casa,
y ante su puerta llegado,
sin echar pie a tierra, llama.   Los dos hermanos oyeron
una aldabada a la puerta,
y de una cabalgadura
los cascos sobre las piedras.Ambos los ojos alzaron
llenos de espanto y sorpresa.-¿Quién es?  Responda -gritaron.-Miguel -respondieron fuera.Era la voz del viajero
que partió a lejanas tierras.   Abierto el portón, entróse
a caballo el caballero
y echó pie a tierra. Venía
todo de nieve cubierto.En brazos de sus hermanos
lloró algún rato en silencio.Después dio el caballo al uno,
al otro, capa y sombrero,
y en la estancia campesina
buscó el arrimo del fuego.   El menor de los hermanos,
que niño y aventurero
fue más allá de los mares
y hoy torna indiano opulento,
vestía con ***** traje
de peludo terciopelo,
ajustado a la cintura
por ancho cinto de cuero.Gruesa cadena formaba
un bucle de oro en su pecho.Era un hombre alto y robusto,
con ojos grandes y negros
llenos de melancolía;
la tez de color moreno,
y sobre la frente comba
enmarañados cabellos;
el hijo que saca porte
señor de padre labriego,
a quien fortuna le debe
amor, poder y dinero.
De los tres Alvargonzález
era Miguel el más bello;
porque al mayor afeaba
el muy poblado entrecejo
bajo la frente mezquina,
y al segundo, los inquietos
ojos que mirar no saben
de frente, torvos y fieros.   Los tres hermanos contemplan
el triste hogar en silencio;
y con la noche cerrada
arrecia el frío y el viento.-Hermanos, ¿no tenéis leña?-dice Miguel.             -No tenemos
-responde el mayor.               Un hombre,
milagrosamente, ha abierto
la gruesa puerta cerrada
con doble barra de hierro.

El hombre que ha entrado tiene
el rostro del padre muerto.Un halo de luz dorada
orla sus blancos cabellos.
Lleva un haz de leña al hombro
y empuña un hacha de hierro.   De aquellos campos malditos,
Miguel a sus dos hermanos
compró una parte, que mucho
caudal de América trajo,
y aun en tierra mala, el oro
luce mejor que enterrado,
y más en mano de pobres
que oculto en orza de barro.   Diose a trabajar la tierra
con fe y tesón el indiano,
y a laborar los mayores
sus pegujales tornaron.   Ya con macizas espigas,
preñadas de rubios granos,
a los campos de Miguel
tornó el fecundo verano;
y ya de aldea en aldea
se cuenta como un milagro,
que los asesinos tienen
la maldición en sus campos.   Ya el pueblo canta una copla
que narra el crimen pasado:«A la orilla de la fuente
lo asesinaron.¡qué mala muerte le dieron
los hijos malos!En la laguna sin fondo
al padre muerto arrojaron.No duerme bajo la tierra
el que la tierra ha labrado».   Miguel, con sus dos lebreles
y armado de su escopeta,
hacia el azul de los montes,
en una tarde serena,
caminaba entre los verdes
chopos de la carretera,
y oyó una voz que cantaba:«No tiene tumba en la tierra.
Entre los pinos del valle
del Revinuesa,
al padre muerto llevaron
hasta la Laguna Negra».
    La casa de Alvargonzález
era una casona vieja,
con cuatro estrechas ventanas,
separada de la aldea
cien pasos y entre dos olmos
que, gigantes centinelas,
sombra le dan en verano,
y en el otoño hojas secas.   Es casa de labradores,
gente aunque rica plebeya,
donde el hogar humeante
con sus escaños de piedra
se ve sin entrar, si tiene
abierta al campo la puerta.   Al arrimo del rescoldo
del hogar borbollonean
dos pucherillos de barro,
que a dos familias sustentan.   A diestra mano, la cuadra
y el corral; a la siniestra,
huerto y abejar, y, al fondo,
una gastada escalera,
que va a las habitaciones
partidas en dos viviendas.   Los Alvargonzález moran
con sus mujeres en ellas.
A ambas parejas que hubieron,
sin que lograrse pudieran,
dos hijos, sobrado espacio
les da la casa paterna.   En una estancia que tiene
luz al huerto, hay una mesa
con gruesa tabla de roble,
dos sillones de vaqueta,
colgado en el muro, un *****
ábaco de enormes cuentas,
y unas espuelas mohosas
sobre un arcón de madera.   Era una estancia olvidada
donde hoy Miguel se aposenta.
Y era allí donde los padres
veían en primavera
el huerto en flor, y en el cielo
de mayo, azul, la cigüeña
-cuando las rosas se abren
y los zarzales blanquean-
que enseñaba a sus hijuelos
a usar de las alas lentas.   Y en las noches del verano,
cuando la calor desvela,
desde la ventana al dulce
ruiseñor cantar oyeran.   Fue allí donde Alvargonzález,
del orgullo de su huerta
y del amor a los suyos,
sacó sueños de grandeza.   Cuando en brazos de la madre
vio la figura risueña
del primer hijo, bruñida
de rubio sol la cabeza,
del niño que levantaba
las codiciosas, pequeñas
manos a las rojas guindas
y a las moradas ciruelas,
o aquella tarde de otoño,
dorada, plácida y buena,
él pensó que ser podría
feliz el hombre en la tierra.   Hoy canta el pueblo una copla
que va de aldea en aldea:«¡Oh casa de Alvargonzález,
qué malos días te esperan;
casa de los asesinos,
que nadie llame a tu puerta!»   Es una tarde de otoño.
En la alameda dorada
no quedan ya ruiseñores;
enmudeció la cigarra.   Las últimas golondrinas,
que no emprendieron la marcha,
morirán, y las cigüeñas
de sus nidos de retamas,
en torres y campanarios,
huyeron.           Sobre la casa
de Alvargonzález, los olmos
sus hojas que el viento arranca
van dejando. Todavía
las tres redondas acacias,
en el atrio de la iglesia,
conservan verdes sus ramas,
y las castañas de Indias
a intervalos se desgajan
cubiertas de sus erizos;
tiene el rosal rosas grana
otra vez, y en las praderas
brilla la alegre otoñada.   En laderas y en alcores,
en ribazos y en cañadas,
el verde nuevo y la hierba,
aún del estío quemada,
alternan; los serrijones
pelados, las lomas calvas,
se coronan de plomizas
nubes apelotonadas;
y bajo el pinar gigante,
entre las marchitas zarzas
y amarillentos helechos,
corren las crecidas aguas
a engrosar el padre río
por canchales y barrancas.   Abunda en la tierra un gris
de plomo y azul de plata,
con manchas de roja herrumbre,
todo envuelto en luz violada.   ¡Oh tierras de Alvargonzález,
en el corazón de España,
tierras pobres, tierras tristes,
tan tristes que tienen alma!   Páramo que cruza el lobo
aullando a la luna clara
de bosque a bosque, baldíos
llenos de peñas rodadas,
donde roída de buitres
brilla una osamenta blanca;
pobres campos solitarios
sin caminos ni posadas,¡oh pobres campos malditos,
pobres campos de mi patria!
    Una mañana de otoño,
cuando la tierra se labra,
Juan y el indiano aparejan
las dos yuntas de la casa.
Martín se quedó en el huerto
arrancando hierbas malas.   Una mañana de otoño,
cuando los campos se aran,
sobre un otero, que tiene
el cielo de la mañana
por fondo, la parda yunta
de Juan lentamente avanza.   Cardos, lampazos y abrojos,
avena loca y cizaña,
llenan la tierra maldita,
tenaz a pico y a escarda.   Del corvo arado de roble
la hundida reja trabaja
con vano esfuerzo; parece,
que al par que hiende la entraña
del campo y hace camino
se cierra otra vez la zanja.   «Cuando el asesino labre
será su labor pesada;
antes que un surco en la tierra,
tendrá una arruga en su cara».   Martín, que estaba en la huerta
cavando, sobre su azada
quedó apoyado un momento;
frío sudor le bañaba
el rostro.           Por el Oriente,
la luna llena, manchada
de un arrebol purpurino,
lucía tras de la tapia
del huerto.           Martín tenía
la sangre de horror helada.
La azada que hundió en la tierra
teñida de sangre estaba.   En la tierra en que ha nacido
supo afincar el indiano;
por mujer a una doncella
rica y hermosa ha tomado.   La hacienda de Alvargonzález
ya es suya, que sus hermanos
todo le vendieron: casa,
huerto, colmenar y campo.   Juan y Martín, los mayores
de Alvargonzález, un
Derekis Apr 2015
Hoy me siento triste y despojado
me siento tan infeliz, tan desolado
no puedo creer que el destino me prohíba tenerte a mi lado.

Una tras otra, cada noche espero tu promesa
esperando a que me des una carta o un mensaje
pero en vano , por un momento contigo, mi alma reza
sin saber si en realidad tu piensas en mi,
sin saber si tu das el mas mínimo suspiro por mi ser o mi existencia.

Estoy solo, de nuevo, en esta noche de impotencia
preguntándole a mi corazón la razón de esta locura
que no me deja ni pensar ni vivir sin tu presencia.

Cada vez que me niegas tus amistosas palabras
siento como una daga mi pecho atraviesa
tan profundo y tan doloroso como unas tijeras
que cortan los lazos de mi amor hacia tu gentileza.

Las noche sin ti es un interminable tormento
sangra mi corazón herido y abierto
me siento tan solo sin ti, tan frió, tan muerto,
sin ti me quedo sin aliento
y con ganas de que este sea mi ultimo momento.

No puedo sacarte de mi pensamiento,
tan fuerte siento sobre ti que mi cuerpo sufre en silencio
por esa jugarreta del destino y mi intenso remordimiento
de no haber actuado antes y de haber perdido la oportunidad de ganar tu corazón y tu aprecio.

No sabes las ganas que tengo de oír tus palabras susurrarme en el oído,
aunque me llenes el alma con falsa esperanza
para que después esos sueños mueran en el olvido.

Tus recuerdos y tus fotos me lastiman el alma
al pensar que tus sonrisas yo no puedo experimentarlas
el dolor estará dentro de mi hasta el día en que tu te intereses en mi
o hasta el momento en que yo me olvide de ti..

En la ventana miro la cuidad muerta,
tan solitaria como mi alma que grita por tu cariño
pero tu solo le cierras la puerta
sin saber que lo único que quiero es cumplir mi destino.

He llevado mi sufrimiento a las calles de mi pensamiento
se ven como un paisaje desolado, tan frías y tan turbulentas,
al final de un callejón en mi mente veo como tu me huyes
y sufro al sentir como mis ojos se llenan de lagrimas sangrientas.

Tu silencio ha esculpido mi llanto
el viento frío que ha dejado mí aliento,
esta noche he querido llorarte,
pero solo he conseguido esperarte.

Tengo tantas ganas y deseos de llamarte
pero tengo tanto miedo de molestarte
y decirte que te quiero.

Si pudiera hacer que me entendieras
o que por un momento esta desesperación sintieras,
el sufrimiento que mi corazón experimenta
al sentir como el amor aumenta
pero la persona que se quiere ni siquiera lo enfrenta..

Tonto es el corazón,
que al saber que aunque no hay razón
sigue queriendo con tanta pasión
sin importar el dolor causado por el desamor.
I dont...
want to..
destroy life.  Remember...
I still believe♫
Derekis Jan 2015
Hoy me siento triste y despojado
me siento tan infeliz, tan desolado
no puedo creer que el destino
me prohíba tenerte a mi lado.

Una tras otra, cada noche espero tu promesa
esperando a que me des una carta o un mensaje
pero en vano ...
por un momento contigo, mi alma reza
sin saber si en realidad tu piensas en mi,
sin saber si tu das el mas mínimo suspiro por mi ser o mi existencia.

Estoy solo, de nuevo, en esta noche de impotencia
preguntándole a mi corazón la razón de esta locura
que no me deja ni pensar ni vivir sin tu presencia.

Cada vez que me niegas tus amistosas palabras
siento como una daga mi pecho atraviesa
tan profundo y tan doloroso como unas tijeras
que cortan los lazos de mi amor hacia tu gentileza.

Las noche sin ti es un interminable tormento
sangra mi corazón herido y hambriento
me siento tan solo sin ti, tan frió, tan muerto,
sin ti me quedo sin aliento
y con ganas de que este sea mi ultimo momento.

No puedo sacarte de mi pensamiento,
tan fuerte siento sobre ti que mi cuerpo sufre en silencio
por esa jugarreta del destino y mi intenso remordimiento
de no haber actuado antes y de haber perdido la oportunidad de ganar tu corazón y tu aprecio.

No sabes las ganas que tengo de oír tus palabras susurrarme en el oído,
aunque me llenes el alma con falsa esperanza
para que después esos sueños mueran en el olvido.

Tus recuerdos y tus fotos me lastiman el alma
al pensar que tus sonrisas yo no puedo experimentarlas
el dolor estará dentro de mi hasta el día en que tu te intereses en mi
o hasta el momento en que yo me olvide de ti..

En la ventana miro la cuidad muerta,
tan solitaria como mi alma que grita por tu cariño
pero tu solo le cierras la puerta
sin saber que lo único que quiero es cumplir mi destino.

He llevado mi sufrimiento a las calles de mi pensamiento
se ven como un paisaje desolado, tan frías y tan turbulentas,
al final de un callejón en mi mente veo como tu me huyes
y sufro al sentir como mis ojos se llenan de lagrimas sangrientas.

Tu silencio ha esculpido mi llanto
el viento frío que ha dejado mí aliento,
esta noche he querido llorarte,
pero solo he conseguido esperarte.

Tengo tantas ganas y deseos de llamarte
pero tengo tanto miedo de molestarte
y decirte que te quiero.

Si pudiera hacer que me entendieras
o que por un momento esta desesperación sintieras,
el sufrimiento que mi corazón experimenta
al sentir como el amor aumenta
pero la persona que se quiere ni siquiera lo enfrenta..

Tonto es el corazón,
que al saber que aunque no hay razón
sigue queriendo con tanta pasión
sin importar el dolor causado por el desamor.
My first poem, back in 2007,, was infatuated with a redhead girl and couldn't handle it well.. I wrote a few more poems like these and then stopped writing altogether until last year, when I started to write again.
Nicole Jun 2015
Son las 2:05 de la madrugada,
la afonía siendo parte de mi habitación,
conjugando el calor.
Me encuentro encerrada en 4 paredes,
deseando estar a la orilla del bravío mar,
que su volumen aumenta con la serenidad,
dándole compañía a una desolada noche.
O en el tope de una montaña,
contemplando los astros que se adueñan
de ese infinito espacio.
Mientras tanto, permanezco estable,
con una mano ocupada por una taza
y la otra redactando palabras
que se quedarán en la nada .
De madrugada, sin poder dormir, queriendo salir de aquí.
Natalia Rivera Oct 2014
Enamorarte de mí es como enamorarte del mar; te cautiva desde el primer momento en que lo ves. Al principio observas el panorama, el agua, el cielo, los animales, las personas alrededor. Una ligera sonrisa se te escapa al sentir la necesidad de quitarte los zapatos para experimentar el primer contacto físico. Se sentirá extraño, la arena podrá ser caliente, en cambio, tu curiosidad aumenta al preguntarte ¿Cómo será en lo más profundo del agua? Alzas la vista, miras perplejo el paisaje; las nubes y los pájaros juegan revoloteando haciendo juego con mis olas. Te gusta, la excitación cada vez es más, sientes que es momento, quieres sumergirte en mis aguas y sin rodeos, saltas al agua dejándote sumiso ante mí. Danzas conmigo a los compas del vaivén, algo te distrae. Miras con demasiada atención el interior de mis aguas, de mí ser. Fijas la mirada en un abismó oscuro que se le ve a lo lejos, te aproximas a él, comienzas a sentirte perdido, cautivo, sin rumbo. Sales a la superficie, ya es casi de noche. Te sientas en mi regazo a contemplar la puesta del sol y ahí, en ese preciso momento, te das cuenta que acabas de enamorarte algo vivo, algo inmenso; algo que será tuyo pero solo por minutos.
Donall Dempsey Mar 2015
COME VIENE...VIENE!
(WHAT COMES...COMES!)

The sun is
preaching her sermon

to the town
of Praiano

that clings to the cliffs
in wonder.

Here in her hand
of light & water

she tells the parables
of pebbles.

One wave waves to another
as she walks upon the water.

Bells undress Time
disrobe her of her hours.

Lemons grow
big-bellied on branches

pregnant
with yellow.

The juice
of the Future

praying in a church
of trees.

Here, a congregation
of butterflies & bees.

Grapes dream of being
turned into wine.

Figs ripen
with pleasure.

The gods of pagan times
survive

disguised as statues.

I only believing
in the religion of

a woman's
laughter.

And even now
as darkness

grows
upon the rose

it's as if
the sunlight never leaves

only changes
colour

and the sunlight darkens
only to blossom

into the next morning
in love with Time.

**

CHE COSA SI FA

Il sole
sta predicando

alla citta
di Praiano

che miracolosamente
si aggrappa alle scogliere.

Qui nella sua mano
di luce ed acqua

racconta le parabole
di ciottoli.

Un' onda fluttua verso un'altra
come cammina sull'acqua.

Le campane spogliano il Tempo
la svestono delle sue ore.

I limoni crescono
rigonfi sui rami

gravidi di giallo.

Il succo
del Futuro

che prega in una chiesa
di alberi.

Qui una congrgazione
di farfalle ed api.

L'uva sogna di essere
trasformata in vino.

I fiche maturano
con piacere.

Le divinita dell'epoca pagana
sopravivono

transvestite in statue.

Io credo solo
nell religione

di una risata di una donna.

E anche ora
come il buio

aumenta
sopra la rosa

e come se
la luce del sole non andasse mai via

ma cambia
solo colore

e la luce del sole si oscura

per fiorire
la mattina dopo

innamorata del Tempo.
Como el arco de oro y grana
Dosel del erguido monte,
Que en el azul horizonte
Abre paso a la mañana;
Así de mi edad temprana
En la ignorancia atrevida,
Miró el alma conmovida
Gloria, fe, sueños dorados,
Arreboles agrupados
En la puerta de la vida.

  Y tras los blancos crespones
Que el sol de la fe bañaba,
Absorta el alma escuchaba
Rimas, trovas y canciones;
Misteriosas vibraciones
Brotadas de ignota lira,
Frases que el viento suspira,
Fantasmas que en esa edad,
Engendran luz y verdad
En la sombra y la mentira.

  ¡Cuán bello cruza el amor
Luciendo brillantes galas,
Y reflejando en sus alas
De la aurora el resplandor!
Y cómo al dulce calor
De aquella edad venturosa,
Puede el alma cariñosa
Mirar, sin esfuerzo vano,
En cada amigo un hermano,
Y un ángel en cada hermosa.

  Por esa luz encantada
Alumbrado el porvenir,
Sueña el alma con vivir
En una eterna alborada.
Se refleja en la mirada
Del corazón la pureza,
Y no empañan la belleza
De nuestro azul firmamento,
Sombras de remordimiento,
Crepúsculos de tristeza.

  Y como estrellas errantes
En constante torbellino
Alumbran nuestro camino
Las ilusiones brillantes:
Nobles amigos constantes;
Mujeres tiernas, fieles;
Nuestro nombre los cinceles
Eternizando en la historia,
Y en todas partes la gloria
Ofreciéndonos laureles.

  Sin sospechar la perfidia
Ni el mal, ni el rencor profundo,
Sin advertir que en el mundo
Vive y se agita la envidia;
Sin adivinar que lidia
El crimen con la inocencia;
Sin pensar que la existencia
Es lucha en la que, cobarde.
Acude inútil y tarde
A salvarnos la experiencia.

  Así el arco de oro y grana
De la puerta de la vida
Cruza el alma enternecida,
Con sus ensueños ufana;
Y tras la primer mañana
De ilusiones y de encanto,
Mira descorrerse el manto
Que ocultó sombras y abrojos
Y enturbia entonces los ojos
La amarga nube del llanto.

  Esas lágrimas que ciegan,
¡Con cuánto dolor se lloran!
Y cuando no se evaporan,
Otras a alcanzarlas llegan:
Llanto nuestros ojos riegan;
Y tras de tanto sufrir
Pensando en lo porvenir,
Viénense al fin a negar,
Las pupilas a llorar
Y el corazón a sentir.

  Y sin fe, sin esperanza,
El alma ve con temor
La traición en el amor,
En la amistad la asechanza;
Sin ilusiones avanza;
Abrojos tan sólo pisa
Y para marchar de prisa,
Cual sueña su amor profundo,
Lleva al carnaval del mundo
El antifaz de la risa.

  Pero en ese carnaval
Víctimas somos también
Que vamos mintiendo el bien,
Cuando alentamos el mal.
Ruge en el pecho, fatal,
De las penas la tormenta,
Y busca el alma sedienta
Algo que su mal mitigue,
Y la envidia la persigue,
Y la calumnia la afrenta.

  ¿Y es ésta la vida? ¿Es esto
Cuanto el porvenir encierra?
¿No hay un consuelo en la tierra
Para el destino funesto?
¿Tan presto vuelan, tan presto
Las ilusiones? ¿será
El desierto más allá...?
¿Para la razón escasa
Todo vuela, todo pasa,
Todo se muere y se va?

  Si se aumenta con los años
Tan espantosa aridez,
¿Qué nos queda en la vejez,
Tras de tantos desengaños?
Por males propios y extraños
Secándose el corazón;
Muertas la fe y la ilusión,
El cuerpo débil y enfermo
Y alumbrando un campo yermo
El astro de la razón.

  Sigamos con firme paso
Por esta ruta sombría,
Mientras el sol cada día
Va del Oriente al Ocaso.
Cual la flor deja en el vaso
Su perfume, en nuestra historia
Dejemos una memoria;
Tornemos en risa el duelo...
Sufrir sin pedir consuelo,
Es la verdadera gloria.
Cuando a regiones, cuando a sacrificios
manchas moradas como lluvias caen,
el vino abre las puertas con asombro,
y en el refugio de los meses vuela
su cuerpo de empapadas alas rojas.

Sus pies tocan los muros y las tejas
con humedad de lenguas anegadas,
y sobre el filo del día desnudo
sus abejas en gotas van cayendo.

Yo sé que el vino no huye dando gritos
a la llegada del invierno,
ni se esconde en iglesias tenebrosas
a buscar fuego en trapos derrumbados,
sino que vuela sobre la estación,
sobre el invierno que ha llegado ahora
con un puñal entre las cejas duras.

Yo veo vagos sueños,
yo reconozco lejos,
y miro frente a mí, detrás de los cristales,
reuniones de ropas desdichadas.

A ellas la bala del vino no llega,
su amapola eficaz, su rayo rojo
mueren ahogados en tristes tejidos,
y se derrama por canales solos,
por calles húmedas, por ríos sin nombre,
el vino amargamente sumergido,
el vino ciego y subterráneo y solo.

Yo estoy de pie en su espuma y sus raíces,
yo lloro en su follaje y en sus muertos,
acompañado de sastres caídos
en medio del invierno deshonrado,
yo subo escalas de humedad y sangre
tanteando las paredes,
y en la congoja del tiempo que llega
sobre una piedra me arrodillo y lloro.

Y hacia túneles acres me encamino
vestido de metales transitorios,
hacia bodegas solas, hacia sueños,
hacia betunes verdes que palpitan,
hacia herrerías desinteresadas,
hacia sabores de lodo y garganta,
hacia imperecederas mariposas.

Entonces surgen los hombres del vino
vestidos de morados cinturones
y sombreros de abejas derrotadas,
y traen copas llenas de ojos muertos,
y terribles espadas de salmuera,
y con roncas bocinas se saludan
cantando cantos de intención nupcial.

Me gusta el canto ronco de los hombres del vino,
y el ruido de mojadas monedas en la mesa,
y el olor de zapatos y de uvas
y de vómitos verdes:
me gusta el canto ciego de los hombres,
y ese sonido de sal que golpea
las paredes del alba moribunda.

Hablo de cosas que existen, Dios me libre
de inventar cosas cuando estoy cantando!
Hablo de la saliva derramada en los muros,
hablo de lentas medias de ramera,
hablo del coro de los hombres del vino
golpeando el ataúd con un hueso de pájaro.

Estoy en medio de ese canto, en medio
del invierno que rueda por las calles,
estoy en medio de los bebedores,
con los ojos abiertos hacia olvidados sitios,
o recordando en delirante luto,
o durmiendo en cenizas derribado.

Recordando noches, navíos, sementeras,
amigos fallecidos, circunstancias,
amargos hospitales y niñas entreabiertas:
recordando un golpe de ola en cierta roca
con un adorno de harina y espuma,
y la vida que hace uno en ciertos países,
en ciertas costas solas,
un sonido de estrellas en las palmeras,
un golpe del corazón en los vidrios,
un tren que cruza oscuro de ruedas malditas
y muchas cosas tristes de esta especie.

A la humedad del vino, en las mañanas,
en las paredes a menudo mordidas por los días de invierno
que caen en bodegas sin duda solitarias,
a esa virtud del vino llegan luchas,
y cansados metales y sordas dentaduras,
y hay un tumulto de objeciones rotas,
hay un furioso llanto de botellas,
y un crimen, como un látigo caído.

El vino clava sus espinas negras,
y sus erizos lúgubres pasea,
entre puñales, entre mediasnoches,
entre roncas gargantas arrastradas,
entre cigarros y torcidos pelos,
y como ola de mar su voz aumenta
aullando llanto y manos de cadáver.

Y entonces corre el vino perseguido
y sus tenaces odres se destrozan
contra las herraduras, y va el vino en silencio,
y sus toneles, en heridos buques en donde el aire muerde
rostros, tripulaciones de silencio,
y el vino huye por las carreteras,
por las iglesias, entre los carbones,
y se caen sus plumas de amaranto,
y se disfraza de azufre su boca,
y el vino ardiendo entre calles usadas,
buscando pozos, túneles, hormigas,
bocas de tristes muertos,
por donde ir al azul de la tierra
en donde se confunden la lluvia y los ausentes.
Esforzóse pobre luz
A contrahacer el Norte,
A ser piloto el deseo,
A ser farol una torre.
Atrevióse a ser Aurora
Una boca a media noche,
A ser bajel un amante,
Y dos ojos a ser Soles.
Embarcó todas sus llamas
El Amor en este joven,
Y caravana de fuego,
Navegó Reinos Salobres.
Nuevo prodigio del Mar
Le admiraron los Tritones;
Con centellas, y no escamas,
El agua le desconoce.
Ya el Mar le encubre enojado,
Ya piadoso le socorre,
Cuna de Venus le mece,
Reino sin piedad le esconde.
Pretensión de mariposa
Le descaminan los Dioses:
Intentos de Salamandra
Permiten que se malogren.
Si llora, crece su muerte,
Que aun no le dejan que llore;
Si ella suspira, le aumenta
Vientos que le descomponen.
Armó el estrecho de Abido,
Juntaron vientos feroces
Contra una vida sin alma
Un ejército de montes:
Indigna hazaña del Golfo,
Siendo amenaza del Orbe,
Juntarse con un Cuidado
Para contrastar un hombre.
Entre la luz y la muerte
La vista dudosa pone;
Grandes Volcanes suspira
Y mucho piélago sorbe.
Pasó el mar en un gemido
Aquel espíritu noble:
Ofensa le hizo Neptuno,
Estrella le hizo Jove,
De los bramidos del Ponto
Hero formaba razones,
Descifrando de la orilla
La confusión en sus voces.
Murió sin saber su muerte,
Y expiraron tan conformes,
Que el verle muerto añadió
La ceremonia del golpe.
De piedad murió la luz,
Leandro murió de amores,
Hero murió de Leandro,
Y Amor de envidia murióse.
El mundo llora
Destrucciones
Guerras
Envidias
Estamos ciegos
El mundo llora
Y su llanto
No se nota
Por la sequia
Los recursos se terminan
Y no prestamos atencion
El mundo llora
El hambre crece
El cambio apenas pasa
Pero no es suficiente
El mundo llora
El calentamiento aumenta
Las cosas se incendian
Y para cuando actuemos
Talvez sea muy tarde
El mundo llora y ami me duele
Porque nadie lo quiere ver
El mundo llora
Y la gente se preocupa mas por encajar en la sociedad
Que por la tierra cuidar
El mundo llora
Y yo lloro con el
Hermanos
Este es nuestro hogar
Nadie no lo arrebata
Nosotros lo destruimos
El mundo llora
Y nosotros somos la causa
Dime, del tiempo resonando
en tu esfera parcial y dulce
no oyes acaso el sordo gemido?

No sientes de lenta manera,
en trabajo trémulo y ávido,
la insistente noche que vuelve?

Secas sales y sangres aéreas,
atropellado correr ríos,
temblando el testigo constata.

Aumento oscuro de paredes,
crecimiento brusco de puertas,
delirante población de estímulos,
circulaciones implacables.

Alrededor, de infinito modo,
en propaganda interminable,
de hocico armado y definido
el espacio hierve y se puebla.

No oyes la constante victoria
en la carrera de los seres
del tiempo, lento como el fuego,
seguro y espeso y hercúleo,
acumulando su volumen
y añadiendo su triste hebra?

Como una planta perpetua aumenta
su delgado y pálido hilo
mojado de gotas que caen
sin sonido en la soledad.
nickolas Jan 2018
no tienen idea de lo que es pedir un deseo al universo en altas horas de la madrugada
solo para agradarles
no tienen idea de la soledad que se siente cada vez que uno de ustedes me deja sin razón
y nunca sabrán el esfuerzo que hago para una conversación mantener, y que piensen bien de mi

vencer mi ansiedad social no es fácil, más lo logro; sin embargo no saben lo mucho que aumenta al ver que no les importo, y tampoco se agradan al estar conmigo

escribir versos llenos de dolor y soledad se han convertido en mi rutina

mi mente en blanco intentar dejar, para luego sin intención volver a recordar se ha vuelto en aquella gota de agua que cae lentamente en mi cabeza
torturándome
¿pueden pensar en los demás? ¿por solo un pequeño momento?
no todos son como ustedes, rodeados de personas, rodeados de amigos, gente por todas partes, les da igual si esa gente se va o si llega más
piensen en el gran daño que le hacen a alguien que no es así
alguien que los considera importantes
y que de cierta forma siente admiración por ustedes
alguien que se sonroje cuando les haga reír, no porque guste de ustedes, sino por haber logrado que rieran por algo que esa persona dijo
alguien que aprecie cada detalle que ustedes den
alguien que aprecie más que nadie su forma de ser
alguien que quiere ser como ustedes y les toma como ejemplo
nunca sabrán lo que es soñar despierto sobre ser amigos cercanos, sobre tomar fotos, ir a lugares
más despertar viendo que esa persona ni siquiera le dirige la palabra
las preguntas constantes hacia si mismo “¿soy tóxico?” “¿hice algo mal?” “juro solemnemente que podría cambiarlo”
pero no, nunca entenderán, porque son los putos amos, son los mejores, son los dioses, los ídolos
solo tengan algo de humanidad por un maldito momento ¿si?
Tu indiferencia aumenta mi deseo
como aumenta la sed junto a una fuente,
y si cierro los ojos ciegamente
con los ojos cerrados aún te veo.

No importa que mi inútil galanteo
siga implorando amor inútilmente,
pues me resigno a tú desdén creciente,
que es lo único tuyo que poseo.

Pero, aunque sé que nunca serás mía,
y que otro amante más feliz, un día
estrechará tu cuerpo en primavera,

aún te sigue este amor que no te alcanza,
pues, si es amor amar con esperanza,
sólo es grande el amor que nada espera.
Desde media noche, aquel día
No terminaba de llover.
¡Qué gris y honda melancolía
La de ese triste amanecer!

Dos lámparas agonizantes
Daban luz vaga al corredor.
Leves sombras, y en los semblantes
Huellas de insomnio y de dolor.

Desde el patio se columbraba
Oscura cerrazón sin fin.
Bajo la lluvia se doblaba
El jazminero en el jardín.

Sobre su lecho de caoba
Se agitaba, y un fuerte olor
De ácido fénico en la alcoba
Aumentaba nuestro dolor.

Su cabello en las almohadas,
Inmóvil en su reposar,
Fingía dos alas plegadas
En blancas espumas del mar.

Cual quietos remos en la ola
Sus brazos dejaba caer,
Y un fulgor como de aureola
Parecía en su frente arder.

Entre la sombra y la tormenta,
Del agua no cesaba el son...
¡Cómo el dolor la lluvia aumenta
Cuando está triste el corazón!

De un crucifijo se veía
A su lado la triste faz,
Y ante él un cirio se extinguía
Con chisporroteo tenaz.

En torno de ella, flor ya mustia,
Última luz de una ilusión,
Las almas eran honda angustia,
Los labios eran oración.

¡Veintiún años!... Rosal florido
Iba la muerte a deshojar...
¡Y cayendo en aguas de olvido
Ya su corona de azahar!

Cuando el alba, entre el aguacero,
En el alto cerro brilló,
Un gemido largo, el postrero,
Sus labios por siempre cerró.

En redor, sollozos ahogados...
¡Vino a ella la eterna paz!
Sus ojos estaban cerrados,
Pero ellos veían ya más.
¿Cuándo seré infeliz sin mi gemido?
¿Cuándo sin el ajeno fortunado?
El desprecio me sigue desdeñado;
la invidia, en dignidad constituido.
U del bien u del mal vivo ofendido;
y es ya tan insolente mi pecado,
que, por no confesarme castigado,
acusa a Dios con llanto inadvertido.
Temo la muerte, que mi miedo afea;
amo la vida, con saber es muerte:
tan ciega noche el seso me rodea.
Si el hombre es flaco y la ambición es fuerte,
caudal que en desengaños no se emplea,
cuanto se aumenta, Caridón, se vierte.
Mariana Seabra Mar 2022
Ultimamente, sinto-me tão à deriva.  

Como um barco de papel a celebrar a última dança sobre a água, inconsciente de que se vai afundar no final do riacho.

Cada dia é um novo recomeço, do dia anterior, que nunca tenho a certeza se realmente o vivi.

Desde a infância, se é que a tive, sinto que estou dividida entre dois mundos e, nunca sei em qual deles vivo, em qual deles me posso encontrar.

Se alguém me encontrar, pode-me devolver?

Se tudo o que é pensado é possível, então é uma possibilidade que a minha imaginação fértil seja tão real como a realidade?

Ou é algo que digo a mim mesma para não me impedir de continuar a sonhar?

Sinto esta ausência que me atormenta a alma e não sei como a saciar. Sinto que perdi algo precioso à vida, mas não consigo lembrar onde o pousei.  

Não me consigo lembrar o que foi que me fugiu das mãos, ou se é que alguma vez o segurei.  

Onde se cultiva? Como o posso voltar a apanhar?

Cada vez que estou mais perto de entender sou puxada para trás.

Ah! Eu gostava tanto de me compreender…

Mas a incerteza que mata é a mesma que me dá vida para continuar a procurar uma qualquer resposta, mesmo que saiba que não a vou encontrar.

E quando encontras a resposta, acaba a procura?

Para onde vai um sonho quando se realiza?

Onde o posso reencontrar?

Em que lugar?

Será que sei para onde vou quando não me sinto dentro de mim?  

Ou será que, também eu, imagino tanto mas tanto mas tanto, que crio uma certeza ilusória?  

Não, de certeza só tenho a minha dúvida.

Mas se o sinto tão certo, poderá ser errado?

Não sei.

Ultimamente, digo “não sei” muitas vezes para alguém que sabe sempre. Mesmo quando ainda não sabe que sabe. Costumam chamar-lhe de intuição.

E a liberdade imensa de poder dizer que não sei o que ainda não sei! E que já sei o que sei e que mais tarde vou descobrir que não sabia o que já pensei saber!  

A liberdade!  

É confusa? Não sei.

Ultimamente, tenho dado aos outros todos os conselhos que gostaria de me ter dado a mim, quando precisava de os ouvir. Mas é sempre assim.

Eles têm-nos seguido como se fossem certos, e eu digo-lhes

“Cuidado!  

Olha que não sei, nunca digo com certezas, tudo na minha cabeça pode mudar radicalmente a qualquer segundo, a qualquer nova informação, a qualquer nova vibração…”.

E eles seguem-nos na mesma.

Desconhecendo que estão a viver uma realidade que eu sonhei e que com eles, agora, se tornou realmente real.  

É isto! a imaginação vira fantasia que vira alegria quando é transposta para o dia-a-dia.

Eles parecem felizes…agora…e eu?

Não sei.

A existência pode ser uma experiência tão solitária quando só tens duas mãos e, desde cedo tiveste de usar uma para segurar a outra.

E tão pesadas que elas se tornaram com os (d)anos. As cicatrizes que mascaram...

Ultimamente, aumenta a sensação de cansaço.  

Estou cansada da luta e este peso tornou-se insuportável. Quero largar as minhas próprias mãos e descansar…então…fecho os olhos e imagino que o posso fazer porque alguém vai estar ao meu lado, preparado para as segurar.

Vês?

Também eu imagino tanto que, às vezes, deixo de acreditar que estou só a imaginar.

É possível não duvidar?



Não sei nada.

E tu, quando finalmente me entenderes, será que vais deixar de me procurar?

— The End —