Quien evoluciona, comprende.
Quien comprende,
actúa en consecuencia.
Si es así,
la supervivencia humana
deja de ser un fin
para convertirse en un medio:
el camino hacia la
evolución personal
y la entrega...
Llegar a lo mejor de uno mismo
para ofrecerlo a los demás
y partir sin certezas,
pero con los deberes cumplidos.
Generación tras generación,
en un ciclo perpetuo
de aprendizaje,
entrega y crecimiento.
¿Es este el pilar esencial
de toda existencia humana?
Sin duda, para mí, sí.
Estemos programados
para ello o no.
Por eso,
más allá del estatus,
del yo y del rol,
el conocimiento profundo
no habita en los libros,
sino en la experiencia.
Cuando esta es vivida
con conciencia,
nos conduce al
conocimiento esencial...
al porqué y al para qué
de nuestra propia existencia.
Si esta visión del
propósito fundamental
alcanza lo mejor
de uno mismo,
siempre con voluntad
de mejora,
es acertada en su
totalidad, entonces...
¿Participamos en un juego
eterno e invisible?
¿Una danza silenciosa,
imposible de descifrar?
¿O formamos parte de
un ciclo
generacional infinito
que aún no comprendemos?