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Ves estas manos? Han medido
la tierra, han separado
los minerales y los cereales,
han hecho la paz y la guerra,
han derribado las distancias
de todos los mares y ríos,
y sin embargo
cuanto te recorren
a ti, pequeña,
grano de trigo, alondra,
no alcanzan a abarcarte,
se cansan alcanzando
las palomas gemelas
que reposan o vuelan en tu pecho,
recorren las distancias de tus piernas,
se enrollan en la luz de tu cintura.
Para mí eres tesoro más cargado
de inmensidad que el mar y su racimos
y eres blanca y azul y extensa como
la tierra en la vendimia.
En ese territorio,
de tus pies a tu frente,
andando, andando, andando,
me pasaré la vida.
Evelin G hoffman Nov 2013
Me carcomen los celos
me cubro la cara con la mano
me pregunto , que me pasa?
no hay razon de este sentimiento.

me retuerzo...
lo se, es de impotencia
me digo: no seas mas necia
miedo de tanta lujuria
tantas ganas de sentirme tuya

es que quiero sentirme tuya
y es que quiero sentirte mia
aunque sea una vez en la vida
tengo celos de lo que haces
y es porque no se ni lo que haces!

celos de no verte
ni sentirte aqui presente
celos ala maldita duda
de que deseas mi reina de cuna

los celos me recorren los cesos
lo siento hasta en los huesos
es que no hay lugar que no te sienta
largate celos antes que me arrepienta .

                  10-11-13 EveGaby
He vencido al ángel del sueño, el funesto alegórico:
su gestión insistía, su denso paso llega
envuelto en caracoles y cigarras,
marino, perfumado de frutos agudos.

Es el viento que agita los meses, el silbido de un tren,
el paso de la temperatura sobre el lecho,
un opaco sonido de sombra
que cae como trapo en lo interminable,
una repetición de distancias, un vino de color confundido,
un paso polvoriento de vacas bramando.

A veces su canasto ***** cae en mi pecho,
sus sacos de dominio hieren mi hombro,
su multitud de sal, su ejército entreabierto
recorren y revuelven las cosas del cielo:
él galopa en la respiración y su paso es de beso:
su salitre seguro planta en los párpados
con vigor esencial y solemne propósito:
entra en lo preparado como un dueño:
su substancia sin ruido equipa de pronto,
su alimento profético propaga tenazmente.

Reconozco a menudo sus guerreros,
sus piezas corroídas por el aire, sus dimensiones,
y su necesidad de espacio es tan violenta
que baja hasta mi corazón a buscarlo:
él es el propietario de las mesetas inaccesibles,
él baila con personajes trágicos y cotidianos:
de noche rompe mi piel su ácido aéreo
y escucho en mi interior temblar su instrumento.

Yo oigo el sueño de viejos compañeros y mujeres amadas,
sueños cuyos latidos me quebrantan:
su material de alfombra piso en silencio,
su luz de amapola muerdo con delirio.

Cadáveres dormidos que a menudo
danzan asidos al peso de mi corazón,
qué ciudades opacas recorremos!
Mi pardo corcel de sombra se agiganta,
y sobre envejecidos tahúres, sobre lenocinios de escaleras
gastadas,
sobre lechos de niñas desnudas, entre jugadores de football,
del viento ceñidos pasamos:
y entonces caen a nuestra boca esos frutos blandos del cielo,
los pájaros, las campanas conventuales, los cometas:
aquel que se nutrió de geografía pura y estremecimiento,
ése tal vez nos vio pasar centelleando.

Camaradas cuyas cabezas reposan sobre barriles,
en un desmantelado buque prófugo, lejos,
amigos míos sin lágrimas, mujeres de rostro cruel:
la medianoche ha llegado, y un gong de muerte
golpea en torno mío como el mar.
Hay en la boca el sabor, la sal del dormido.
Fiel como una condena a cada cuerpo
la palidez del distrito letárgico acude:
una sonrisa fría, sumergida,
unos ojos cubiertos como fatigados boxeadores,
una respiración que sordamente devora fantasmas.

En esa humedad de nacimiento, con esa proporción tenebrosa,
cerrada como una bodega, el aire es criminal:
las paredes tienen un triste color de cocodrilo,
una contextura de araña siniestra:
se pisa en lo blando como sobre un monstruo muerto:
las uvas negras inmensas, repletas,
cuelgan de entre las ruinas como odres:
oh Capitán, en nuestra hora de reparto
abre los mudos cerrojos y espérame:
allí debemos cenar vestidos de luto:
el enfermo de malaria guardará las puertas.

Mi corazón, es tarde y sin orillas,
el día como un pobre mantel puesto a secar
oscila rodeado de seres y extensión:
de cada ser viviente hay algo en la atmósfera:
mirando mucho el aire aparecerían mendigos,
abogados, bandidos, carteros, costureras,
y un poco de cada oficio, un resto humillado
quiere trabajar su parte en nuestro interior.
Yo busco desde antaño, yo examino sin arrogancia,
conquistado, sin duda, por lo vespertino.
¿Qué es viento?
Arrastra el silencio.

¿Qué es viento?
Me pregunto
Y me respondo:
Es gas sonoro
Lleno de paz,
Es la tormenta
que me a traído
hasta acá.

El viento
Me ah tocado,
Tiene voz
Y canta.

Me arrulla como
La vida misma
Y lleva mensajes
Que recorren bosques
Y mares .

¿Que es viento?
Es el sonido del silencio,
Es el silbido de un insecto.

Viento que lleva el frio
O arrastra el calor,
Es viento que alimenta
Las llamas
y las encierra en amor.
Wrote in Guatemala.
Nat G Asúnsolo Oct 2013
Esos momentos en que nuestros cuerpos se han llegado a tocar, desprenden ciertas cosquillas que recorren mi piel entera. No sé si tu lo sientas también; pero se siente muy bonito. Deberías dejarte sentirlo.
Krusty Aranda Sep 2015
Llueven las estrellas sobre mi cama.
Danzan a mi lado y se postran ante ti.
Canta el ruiseñor despuntando el alba.
Veo tus lindos ojos y me olvido de mi.

Sigo en mi sueño de tenerte a mi lado.
En mi lecho bendecido yacemos los dos.
Un rayo de luz asoma por la ventana
e ilumina tu desnudez; pura tentación.

Admiro tu belleza con mis cinco sentidos
y me pierdo, distraído en cada paso que doy.
¿Cómo he de aburrirme de todos tus encantos
si ellos me transforman en el loco que soy?

Sueño despierto cuando estás conmigo.
Y me levanto dormido si no estás aquí.
Tímido el latir de mi corazón cuando te veo.
Frenético su ritmo al verte partir.

Frágil es la piel que mis dedos recorren.
Exótica figura que dibujan al pasar.
Suaves son los labios que me besan cada noche.
Hipnotizantes ojos no me dejan de mirar.

Llueven las estrellas sobre mi cama.
Danzan a mi lado y se postran ante ti.
Se abren las flores al llegar la mañana,
al igual que tus ojos que se fijan en mi.
Luis Haller Dec 2014
Sulfato olor endulzado
Color verde AZULADO
sensación fuera del tiempo
Tus manos recorren el viento.

Tus ojos color morado.
No perderé tu perfume,
Tu encuentras mis manos
En la mirada de tus labios

Kilómetros tras tu sombra.
Años por segundos,
Palabras para tus oídos
Que entregan mis suspiros.

Inolvidable es tu color...
Te llevo en mi sangre
Gotas del olvido.
Te recuperare mi alivio.

Sombras que nunca olvido
La distancia no es mi amigo
Te encapsuló en el liso
De arándanos cohibidos.

Te hablé sin compromisos
Sirena invisible
Te volví poesía irrompible
Te encuentro verde impredecible.

Felicidad incontable
En vueltas a la luna
Pensando en tu cintura
He recuperado mi locura.
Ya que tu voz, como un muelle vapor, me baña
y mis ojos, tributos a la eterna guadaña,
por ti osan mirar de frente el ataúd;
ya que tu abrigo rojo me otorga una delicia
que es mitad friolenta, mitad cardenalicia,
antes que en la veleta llore el póstumo alud;
ya que por ti ha lanzado a la Muerte su reto
la cerviz animosa del ardido esqueleto
predestinado al hierro del fúnebre dogal;
te honro en el espanto de una perdida alcoba
de nigromante, en que tu yerta faz se arroba
sobre una tibia, como sobre un cabezal;
y porque eres, Amada, la armoniosa elegida
de mi sangre, sintiendo que la convulsa vida
es un puente de abismo en que vamos tú y yo,
mis besos te recorren en devotas hileras
encima de un sacrílego manto de calaveras
como sobre una erótica ficha de dominó.
Aseh Jan 2019
Siempre sabía que eras demasiado como una nectarina
a principios de verano. Tú: sin poros y brillante e insinuando dulzura.
Me llenaste con tu erupción secreta, luego me apagaste
con tu lengua plateada y elegante,
lava palpitante en mis tímpanos,
realzando mi sangre,
con fuego en tus ojos. Yo era una ciruela, vagando hacia su calor agustín. Mi piel tierna cedió a su toque hábil.

Pero luego lo mordí. Probé la carne bajo tu brillo brillante.
Y ¡oh cómo te traiciona!
Tan amarillo e inmaduro, tan tenso con la novedad,
Aún aferrado al brillo del alba,
primavera congelada con miedo
de la oscuridad de mi néctar.

Hoy me desperté aquí con un imán en mi estómago.
Ecos de metal frío recorren en mi garganta.
La falta de amor, el dolor que
corre entre las penumbras aórticas--
la esperanza, un refugio tragado por la noche efímera.
Siempre sabía que eras demasiado como una nectarina
a principios de verano.
amor secreto corazón
Aquí,
en esta orilla blanca
del lecho donde duermes,
estoy al borde mismo
de tu sueño. Si diera
un paso más, caería
en sus ondas, rompiéndolo
como un cristal. Me sube
el calor de tu sueño
hasta el rostro. Tu hálito
te mide la andadura
del soñar: va despacio.
Un soplo alterno, leve,
me entrega ese tesoro
exactamente: el ritmo
de tu vivir soñando.
Miro. Veo la estofa
de que está hecho tu sueño.
La tienes sobre el cuerpo
como coraza ingrávida.
Te cerca de respeto.
A tu virgen te vuelves
toda entera, desnuda,
cuando te vas al sueño.
En la orilla se paran
las ansias y los besos:
esperan, ya sin prisa,
a que abriendo los ojos
renuncies a tu ser
invulnerable. Busco
tu sueño. Con mi alma
doblada sobre ti
las miradas recorren,
traslúcida, tu carne
y apartan dulcemente
las señas corporales
por ver si hallan detrás
las formas de tu sueño.
No lo encuentran. Y entonces
pienso en tu sueño. Quiero
descifrarlo. Las cifras
no sirven, no es secreto.
Es sueño y no misterio.
Y de pronto, en el alto
silencio de la noche,
un soñar mío empieza
al borde de tu cuerpo;
en él el tuyo siento.
Tú dormida, yo en vela,
hacíamos lo mismo.
No había que buscar:
tu sueño era mi sueño.
Desde esta cárcel podía
verse el mar, seguirse el giro
de las gaviotas, pulsar
el latir del tiempo vivo.

Esta cárcel es como una
playa: todo está dormido
en ella. Las olas rompen
casi a sus pies. El estío,
la primavera, el invierno,
el otoño, son caminos
exteriores que otros andan:
cosas sin vigencia, símbolos
mudables del tiempo. (El tiempo
aquí no tiene sentido).

Esta cárcel fue primero
cementerio. Yo era un niño
y algunas veces pasé
por este lugar. Sombríos
cipreses, mármoles rotos.
Pero ya el tiempo podrido
contaminaba la tierra.
La hierba ya no era el grito
de la vida. Una mañana
removieron con los picos
y las palas la frescura
del suelo, y todo -los nichos,
rosales, cipreses, tapias-
perdió su viejo latido.
Nuevo cementerio alzaron
para los vivos.

Desde esta cárcel podría
tocarse el mar; mas el mar,
los montes recién nacidos,
los árboles que se apagan
entre acordes amarillos,
las playas que abren al alba
grandes abanicos,
son cosas externas, cosas
sin vigencia, antiguos mitos,
caminos que otros recorren.
Son tiempo
y aquí no tiene sentido.

Por lo demás todo es
terriblemente sencillo.
El agua matinal tiene
figura de fuente...
                    (Grifos
al amanecer. Espaldas
desnudas. Ojos heridos
por el alba fría). Todo
es aquí sencillo,
terriblemente sencillo.

Y así las horas. Y así
los años. Y acaso un tibio
atardecer del otoño
(hablan de Jesús) sentimos
parado el tiempo. (Jesús
habló a los hombres, y dijo:
«Bienaventurados los
pobres de espíritu»).
Pero Jesús no está aquí
(salió por la gran vidriera,
corre por un risco,
va en una barca, con Pedro,
por el mar tranquilo).
Jesús no está aquí. Lo eterno
se desvae, y es lo efímero
-una mujer rubia, un día
de niebla, un niño tendido
sobre la hierba, una alondra
que rasga el cielo-, es lo efímero
eso que pasa y que muda,
lo que nos tiene prendidos.
Sed de tiempo, porque el tiempo
aquí no tiene sentido.

Un hombre pasa. (Sus ojos
llenos de tiempo). Un ser vivo.
Dice: «Cuatro, cinco años...»,
como si echara los años
al olvido.
Un muchacho de los valles
de Liébana. Un campesino.
(Parece oírse la voz
de la madre: «Hijo,
no tardes», ladrar los perros
por los verdes pinos,
nacer las flores azules
de abril...)
              dice «Cuatro, cinco
seis años...», sereno, como
si los echase al olvido.

El cielo, a veces, azul,
gris, morado, o encendido
de lumbres. Dorado a veces.
Derramado oro divino.
De sobra sabemos quién
derrama el oro y da al lirio
sus vestiduras, quién presta
su rojo color al vino,
vuela entre nubes, ordena
las estaciones...
                          (Caminos
exteriores que otros andan).
Aquí está el tiempo sin símbolo
como agua errante que no
modela el río.

Y yo, entre cosas de tiempo,
ando, vengo y voy perdido.
Pero estoy aquí, y aquí
no tiene el tiempo sentido.
Deseternizado, ángel
con nostalgia de un granito
de tiempo. Piensan al verme:
«Si estará dormido...»

Porque sin una evidencia
de tiempo, yo no estoy vivo.
Desde esta cárcel podría
verse el mar -yo ya no pienso
en el mar. Oigo los grifos
al amanecer. No pienso
que el chorro me canta un frío
cantar de fuente. Me labro
mis nuevos caminos.

Para no sentirme solo
por los siglos de los siglos.
Aquí tenéis, en canto y alma, al hombre
aquel que amó, vivió, murió por dentro
y un buen día bajó a la calle: entonces
comprendió: y rompió todos su versos.
Así es, así fue. Salió una noche
echando espuma por los ojos, ebrio
de amor, huyendo sin saber adónde:
a donde el aire no apestase a muerto.
Tiendas de paz, brizados pabellones,
eran sus brazos, como llama al viento;
olas de sangre contra el pecho, enormes
olas de odio, ved, por todo el cuerpo.
¡Aquí! ¡Llegad! ¡Ay! Ángeles atroces
en vuelo horizontal cruzan el cielo;
horribles peces de metal recorren
las espaldas del mar, de puerto a puerto.
Yo doy todos mis versos por un hombre
en paz. Aquí tenéis, en carne y hueso,
mi última voluntad.  Bilbao, a once
de abril, cincuenta y uno.
                                              Blas de Otero
LKenzo Dec 2020
Virginia es un sueño en nuestras mentes
cada vez que oscurece
atardece
y los viejos coches recorren las calles
en las calurosas noches
Camisas
que proyectan pequeños ángeles

DiCaprio es un sueño en nuestras mentes
cada vez que nos colocamos
atardece
y los viejos coches con matriculas “5HE BAD”
Camisas
anchas y antiguas
Pistolas, cruces y agua bendita
Cocaína
Cocaína
y mucha más cocaína

1996 es un sueño en nuestras mentes
cada vez que enciendo la tele,
este cigarrillo
y los jóvenes amores recorren las calles
prendiéndolas con el fuego de la Virgen
Pistolas, ángeles y estatuas
Arquitectura románica romántica

La playa es un sueño en nuestras mentes
cada vez que cojo
esta pistola
Sword 9mm Series S
Peces neón, soy un ángel
lo soy
lo soy, cariño
y he caído del cielo

Pastillas que alteren nuestras mentes
matricula CAP 005
Montague
Vivimos como en una película
te veo a través del acuario y soy una sirena
lo soy
lo soy, cariño
y me ahogo en tu boca.

Mosaico
amor divino
las fiestas locas
y las antiguas bellezas
y tu sobre mi cama
Graffitis
barrios bajos
esperas en mi ventana
y tu eres mi estrella Valentino
mi reina de Virginia
Helicópteros y palmeras

Tiremonos a la piscina
sumérgete y bucea bajo mi cuerpo
estemos mojados
última noche de este largo invierno
y tus besos en la mejilla ya no me interesan.

Dejo caer el cigarrillo de mi boca
y el suelo prende con la gasolina
estoy herido entre tantas luces de neón,
cruces de neón
Grito en la playa
con todas estás camisas anchas hawaianas
Quítate el velo y prométeme tu amor
tu prohibido amor
En la feria
junto a todas estas luces de neón,
peces de neón
Me apuntan con un arma
te pongo el anillo
y mueres en mis brazos
Entre las sábanas
encuentro tu amor
apareces y desapareces
serpiente de Virginia.
Oremos por las nuevas generaciones,
abrumadas de tedios y decepciones;
con ellas en la noche nos hundiremos.
Oremos por los seres desventurados,
de moral impotencia contaminados...
                          ¡Oremos!

Oremos por la turba que a cruel prüeba
sometida, se abate sobre la gleba;
galeote que agita siempre los remos
en el mar de la vida revuelto y hondo,
danaide que sustenta tonel sin fondo...
                          ¡Oremos!

Oremos por los místicos, por los neuróticos
nostálgicos de sombra, de templos góticos
y de cristos llagados, que con supremos
desconsuelos recorren su ruta fiera,
levantando sus cruces como bandera.
                          ¡Oremos!

Oremos por los que odian los ideales,
por los que van cegando los manantiales
de amor y de esperanza de que bebemos,
y derrocan al Cristo con saña impía,
y después lloran, viendo l'ara vacía.
                          ¡Oremos!

Oremos por los sabios, por el enjambre
de artistas exquisitos que mueren de hambre.
¡Ay!, el pan del espíritu les debemos,
aprendimos por ellos a alzar las frentes,
y helos pobres, escuálidos, tristes, dolientes...
                          ¡Oremos!

Oremos por las células de donde brotan
ideas-resplandores, y que se agotan
prodigando su savia: no las burlemos.
¿Qué fuera de nosotros sin su energía?
Oremos por el siglo, por su agonía
del Suicidio en las negras fauces...
                          ¡Oremos!
sonríe como un cómplice
bajo el calor suelta sus animales bellos desnudos
indolentes
y recorren la tierra llenándola de ansias de carne
en libertad
ella prepara sus abismos
ninguno la conoce
en la mitad de la noche me despierta la oigo
cómo enciende su furor
y las crepitaciones
de rostros que ella quema lentamente
contra su voluntad
debajo de la almohada
una mano,
mi mano,
que se agranda,
se agranda
inexorablemente,
para emerger,
de pronto,
en la más alta noche,
abandonar la cama,
traspasar las paredes,
mezclarse con las sombras,
distenderse en las calles
y recubrir los techos de las casas sonámbulas.
A través de mis párpados
yo contemplo sus dedos,
apacibles,
tranquilos,
de ciclópeas falanges;
los millares de ríos
zigzagueantes,
resecos,
que recorren la palma desierta de esa mano,
desmesurada,
enorme,
adherida al insomnio,
a mi brazo,
a mi cuerpo
diminuto,
perdido
en medio de las sábanas;
sin explicarme cómo esa mano
es mi mano,
ni saber por qué causa se empeña en disminuirme.
Al caer de la tarde, tres niñas
Recorren el prado desierto.
Una canta. Medita y sonríe la otra;
La tercera suspira en silencio.

«¿Qué es amor?», la que canta pregunta;
La segunda responde: «No sé, mas recuerdo
Que en un libro he leído que amor es la vida,
Que la vida sin él es infierno».

La tercera callaba. De pronto,
Alzando los ojos al cielo,
«Sé lo que es el amor», dijo triste,
«Por eso me muero».
Valeria Chauvel Mar 2019
Ardientes ojos
mirando de reojo
recorren mi piel
como la suave miel del amanecer.

Trepa muy ligero
por mi templado cuerpo
un silencio terciopelo
susurra en mi seno.

Tus besos perdurados
me apresan dicho encanto
al roce con tu tacto
en esta obra de teatro.

Mi cuerpo se estremece
en rodeo de abrazos
se prende en llamas
la piel que callaba.

Prohibido contacto
y deseo desmesurado
en ese leve parpadeo
de momento abstracto.

— The End —