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Inés es joven: en su faz hermosa,
Luchando están como Hércules y Anteo,
El carmín pudibundo de la rosa,
Con la avarienta lumbre del deseo.

Torna los corazones en despojos,
Pues tiene en su diabólico albedrío,
Miel en sus frases, dardos en sus ojos
El alma en ascuas y el semblante frío.

Es blanca en su exterior como azucena
Negra en su fondo cual la noche oscura;
Roja adelfa es su boca, que envenena
Al que una gota de su miel apura.

A fuerza de sufrir, lleva consigo
Tal odio al mundo que su planta pisa,
Que, engañando al amante y al amigo,
Usa como una máscara la risa.

Visita los altares, y allí brota
De sus labios y en público la queja:
Que por ganar la fama de devota,
Ha dado, siendo joven, en ser vieja.

Cansada al fin de dar funesto ejemplo,
Suelta un ***** mantón sobre su talle,
Y aunque igual en la calle y en el templo,
Hoy ha cambiado el templo por la calle.

En la humildad con que su rostro juega,
Se juntan lo piadoso y lo pagano:
Un correcto perfil de estatua griega,
Y el colorido del pincel romano.

Tan modesta se viste, y tan seguido
Se la mira en el templo lacrimosa,
Que son juntos su faz y su vestido,
Hábito y faz de austera religiosa.

Cuando se haiia en el templo arrodillada,
Rezando en alta voz con gran tristeza,
La gente que la ve dice asombrada:
«Inés es muy devota porque reza».

Los ojos bajos y la faz contrita,
Trémulos y turbados sus acentos,
Toma y lleva a su frente agua bendita,
Para ahuyentar los malos pensamientos.

Se ven correr las cuentas del rosario
Entre sus dedos de alabastro y grana,
Como en el blanco lirio solitario
Las perlas de la púdica mañana

Cuantos miran a Inés rezar sumisa,
Y oyen la voz con que piedad implora,
Y ven que, puesta en cruz, toda la misa,
Solloza, ruega, se estremece y llora;

Al ver su rostro en lágrimas deshecho,
Con santa unción resplandecer ufano;
Las reliquias que cuelgan de su pecho,
Las novenas que tiemblan en su mano;

Juzgan verdad su devoción sagrada,
Cierta juzgan su mística tristeza,
E ignoran que la dama arrodillada
No viene a orar... y, sin embargo, reza.

Entre orar y rezar hay un abismo,
Que ni medir ni escudriñar me toca:
El rezo y la oración no son lo mismo,
Que no es lo mismo el alma que la boca.

Inés, del templo en la imponente calma,
Por rendir culto a Dios, le infiere agravios:
Su rezo está en la boca, no en el alma...
¡La oración en el alma, no en los labios!

La dulce fe de sus primeros días
Mataron en Inés los desengaños,
Y hoy reza en alta voz Avemarías
Iguales: ¡ay! a las de aquellos años.

¿Qué son las tiernas frases de su boca?
Gritos que aturdirán su propio duelo...
Flores con que su afán cubre una roca
Coronada de témpanos de hielo.

Víctima de su gracia y su belleza,
Tiene Inés una historia de dolores.
Y recuerda su historia cuando reza,
Queriendo despertar tiempos mejores.

Rezando sin orar, en voz muy alta,
Ofende al templo del Señor, sagrado,
Pues pone allí, para encubrir su falta,
El rezo como escudo del pecado.

Es incrédula, y júzganla creyente;
Llena con falso culto el alma hueca,
Y así a la faz de Dios rezando miente,
Y el mundo ignora que rezando peca.

¡El mundo! Vedlo... toma como ejemplo
De santa unción a Inés que está llorando...
¿Ejemplo? Sí: de las que van al templo,
Hijas del mal, para pecar rezando.

¿Cómo ensalzar sus aparentes galas
De misticismo y devoción? -¡Del cielo
Es la oración, que, al agitar sus alas
Ni polvo ni rumor alza en el suelo!
Adrien Jul 2014
Quiero pintar tu cuerpo con mis dedos, de mil lineas y puntos
Para capturar los mil verdes que toma tu mirada
Segun el tiempo, segun la hora.
Para guardar conmigo el sabor de tus suspiros,
Y el de tu oreja,
El de tus labios,
Y el de tu lengua.

Quiero cojer estos tesoros inaprensibles,
Estas gemas inalcansables;
Como de mis dedos la arena,
El polvo de oro que se escapa;
Nubes suaves y edulcoradas,
Por cual viento invisble llevadas.

Quiero pintar tu cuerpo con mis dedos, de mil lineas y puntos.
Para mostrar al mundo y a la faz del Sol
Lo que puede brillar una pequeña flor,
Como puede cambiar un miserable en hombre mejor.

Quiero ser tu siervo, alimentar tu fuego
Proteger de mis brazos tu belleza
Y hacerte sonreir para que sea dia
Quiero estar a tu lado poque estoy enfermo
Y eres la prescripcion que me hizo el cielo
Quiero robar el nectar a tus labios
Y tocar tu piel para estar con Dios
Quiero ser tu sombra para seguirte por donde estes
Quiero ser tu alfombra para que me toques con tus pies
Quiero ser la orilla a la que vaya tu barco
Quiero pintar tu cuerpo.

Quiero oler, quiero tocar, quiero sumergirme alli dentro de la corriente pacifica casi magica, de té y de menta, de miel y de lima, con los ojos bien abiertos para sentirme vivir y la boca y cada poro del cuero espeso que cubre mi cuerpo debil.
Quiero vivir toda mi vida en este instante, en el que mis pelos se levantan, en el que mis entrañas sobresaltan y mis pupilas se dilatan, cuando me miras y lees en mi alma, y juegas con ella, cuando paseas y bostezas en el jardin secreto de mi sueño cuando posas tus pies sobre mi boca sobre mi letra cuando caminas sobre mi, sobre mi poesia como sobre un camino que no lleva a ninguna parte, para no irse del pais solo recorerlo no salir del museo porque tu eres mi galeria de arte.
Quiero tocar, quiero oler, quiero sumerjirme, dejar de orar, de pintar puntos y lineas, quiero alcanzarte.
Estoy movido por esta fuerza salvaje que late en tus pupilas,
Esta misma que mueve el insecto  hasta la flor prominente, es lo que hace sudar y empapa los páramos cada noche como para bautizarlos y lo que mueve los sequoias a tratar de tocar los cielos por miles de años ; la excitacion y efervenscia en las ramas de los bosques cuando llega el alba, las alabanzas y los cantos de hadas vestidas de plumas cuando viene la luz, el susurro del insecto y de monstruos minisculos que musitan llega la luz, llega el color
Tu eres mi luz , tu eres mi calor cuando me atrapas en el abismo verde de tus ocelos dulces que quiero oler, quiero tocar.
Quiero sumerjirme en las galaxias celadon de tus fanales que percibo a veces en el cielo, quiero con la boca y las venas abiertas impregnarme de la clorofila que moja tus ojos es lo que mi cuerpo pide, mi cuerpo suplica, el eucalypto a mi garganta a mis pulmones el aire puro, el aire limpio, quiero oler tu haliento, estar penetrado de calor, y de fuego por un instante que me mires como el pajaro secreto que toca su nido por un instante y por un instante solo, cuando se ilumina la noche por un fragmento de segundo y que desaparece, quiero volar contigo quiero parar el tiempo porque cuando me miras vivo. Quiero tocar quiero oler quiero estar contigo, porque eres mi luz, mi ilucion y mi dia, la mas bella creacion que hizo jehova.
Victor Marques Dec 2009
A nobreza de tua família, teus descendentes!
Fernando era teu nome, Deus te chamou...
Junto a água pura Deus te abençoou,
Os peixes estavam contentes,
Tua catedral resplandecente,
Santo do amor eterno e confiante.



A tua voz sagrada,
Em Pádua a vi idolatrada.
Teu túmulo que me fez chorar com amor,
Meu santo amigo, eterno confessor.



Contigo aprendi a ser humano e amigo,
Me deleito a orar contigo.
Rezo a Deus e busco tua sabedoria infinita,
Pois Deus a todos beatifica..


Victor Marques
- From Network, wine and people....
Y, desgraciadamente,
el dolor crece en el mundo a cada rato,
crece a treinta minutos por segundo, paso a paso,
y la naturaleza del dolor, es el dolor dos veces
y la condición del martirio, carnívora, voraz,
es el dolor dos veces
y la función de la yerba purísima, el dolor
dos veces
y el bien de ser, dolernos doblemente.
Jamás, hombres humanos,
hubo tanto dolor en el pecho, en la solapa, en la cartera,
en el vaso, en la carnicería, en la aritmética!
Jamás tanto cariño doloroso,
jamás tanta cerca arremetió lo lejos,
jamás el fuego nunca
jugó mejor su rol de frío muerto!
Jamás, señor ministro de salud, fue la salud
más mortal
y la migraña extrajo tanta frente de la frente!
Y el mueble tuvo en su cajón, dolor,
el corazón, en su cajón, dolor,
la lagartija, en su cajón, dolor.
Crece la desdicha, hermanos hombres,
más pronto que la máquina, a diez máquinas, y crece
con la res de Rosseau, con nuestras barbas;
crece el mal por razones que ignoramos
y es una inundación con propios líquidos,
con propio barro y propia nube sólida!
Invierte el sufrimiento posiciones, da función
en que el humor acuoso es vertical
al pavimento,
el ojo es visto y esta oreja oída,
y esta oreja da nueve campanadas a la hora
del rayo, y nueve carcajadas
a la hora del trigo, y nueve sones hembras
a la hora del llanto, y nueve cánticos
a la hora del hambre y nueve truenos
y nueve látigos, menos un grito.
El dolor nos agarra, hermanos hombres,
por detrás, de perfil,
y nos aloca en los cinemas,
nos clava en los gramófonos,
nos desclava en los lechos, cae perpendicularmente
a nuestros boletos, a nuestras cartas;
y es muy grave sufrir, puede uno orar...
Pues de resultas
del dolor, hay algunos
que nacen, otros crecen, otros mueren,
y otros que nacen y no mueren, otros
que sin haber nacido, mueren, y otros
que no nacen ni mueren (son los más).
Y también de resultas
del sufrimiento, estoy triste
hasta la cabeza, y más triste hasta el tobillo,
de ver al pan, crucificado, al nabo,
ensangrentado,
llorando, a la cebolla,
al cereal, en general, harina,
a la sal, hecha polvo, al agua, huyendo,
al vino, un ecce-****,
tan pálida a la nieve, al sol tan ardido¹!
¡Cómo, hermanos humanos,
no deciros que ya no puedo y
ya no puedo con tanto cajón,
tanto minuto, tanta
lagartija y tanta
inversión, tanto lejos y tanta sed de sed!
Señor Ministro de Salud: ¿qué hacer?
¡Ah! desgraciadamente, hombre humanos,
hay, hermanos, muchísimo que hacer.
a m a n d a Aug 2013
[because not everyone understands what i mean,
though it's obvious to me]

when i say
"you are beautiful"
the meaning
depends on the
[context]
if you know
(and everyone around you knows)
you are a striking
shining
beautiful woman
then i mean,
"you are beautiful."

if you are a person
that has just
spilled their guts
their art
done some
amazingly selfless
act
then i mean
"you are *beautiful
."

however,
if i'm speaking
to
you*,
and i say
"you are beautiful"
i am saying it
in a
g a l a c t i c
                      |cosmic|
(cellular)
e l e c t r o n - like way

i am saying
that thoughtful look
that comes across
your face
lives in
my heart

i mean
that when i see
your body
i
temp
orar
ily
lose
my
breath…
and my first instinct
is to pour
glitter gold glory
over
you
which would
bring me to tears

when i say
(those words)
i mean that
your neurons are firing
in perfect time
that every decision
you make and
emotion you
reveal
is
right

for you alone
- these words -
s t r e t c h and
enfold
and include
trust and love and
judgement
without these
[there is nothing solid]

i don't call you
an     a i r y    beauty
or a flameless cute or
a lone handsome
your brain connections have
shown themselves to
be level
calm

you are beautiful
because i said i
wanted to give you
something
    and you said
       you already had everything
  and i knew in that moment
             that you meant those words

you are beautiful
because your voice
was made for me alone
to hear my name being said…
   so that it sounds like a drum

you are beautiful
in the blue
        of your eyes
   and the little part of
      your ears
the corners of your mouth
   the softness of
your hair
the hardness of
              your thighs
   the strength in
    your arms
the sureness
          in your chest

my beautiful one
i only want you to know
    that since i found a
beautiful
      cosmic
   ethereal man
like you
  i want you for myself
      i want to show you the way

if others have failed
   to see you for who
you are
     then they are
vile creatures, indeed

when i say
you are beautiful
   i mean i see the creator
                  in you
       the spinner of reality
   who deftly grabs his
warped or broken world
         and shapes it anew
without leaking dark bitterness
onto others
      while plucking strings
   and summoning images
            from the wild vastness
of imagination

you have caught my
eye     my
      ear      my
            body
wild one

in your presence
i listen and i connect
       i watch and i remember
              i feel every touch to the core

in the stillness
these words bombard me

because i could never
say this to your face -
   i would sound
    like a silly
          over-emotional
                   unstable
girl.

so instead i lamely say,

"i really like you."
"you are beautiful."

but believe me,

i am no girl.
i am not silly.
i am not over-emotional.
i am not unstable.
i am simply a poet.

i see, i feel, and the words come.
these words are true and rather
   un-emotional at times
        more like scientific facts
being fed from the environment
     and filtered through my senses
             my brain
                     my chemicals
and spit out in
data called poetry.

here is the data regarding your beauty.
interpret it as you will.
Este vetusto monasterio ha visto,
secos de orar y pálidos de ayuno,
con el breviario y con el Santo Cristo,
a los callados hijos de San Bruno.

A los que en su existencia solitaria
con la locura de la cruz, y al vuelo
místicamente azul de la plegaria,
fueron a Dios en busca de consuelo.

Mortificaron con las disciplinas
y los cilicios la carne mortal,
y opusieron, orando, las divinas
ansias celestes al furor ******.

La soledad que amaba Jeremías,
el misterioso profesor de llanto,
y el silencio, en que encuentran armonías
el soñador, el místico y el santo,

fueron para ellos minas de diamantes
que cavan los mineros serafines,
a la luz de los cirios parpadeantes
y al son de las campanas de maitines.

Gustaron las harinas celestiales
en el maravilloso simulacro,
herido el cuerpo bajo los sayales,
el espíritu ardiente en amor sacro.

Vieron la nada amarga de este mundo,
pozos de horror y dolores extremos,
y hallaron el concepto más profundo
en el profundo «De morir tenemos».

Y como a Pablo e Hilarión y Antonio,
a pesar de cilicios y oraciones,
les presentó, con su hechizo, el demonio
sus mil visiones de fornicaciones.

Y fueron castos por dolor y fe,
y fueron pobres por la santidad,
y fueron obedientes porque fue
su reina de pies blancos la humildad.

Vieron los belcebúes y satanes
que esas almas humildes y apostólicas
triunfaban de maléficos afanes
y de tantas acedias melancólicas.

Que el Mortui estis del candente Pablo
les forjaba corazas arcangélicas
y que nada podía hacer el diablo
de halagos finos o añagazas bélicas.

¡Ah!, fuera yo de esos que Dios quería,
y que Dios quiere cuando así le place,
dichosos ante el temeroso día
de losa fría y Resquiescat in pace!

Poder matar el orgullo perverso
y el palpitar de la carne maligna,
todo por Dios, delante el Universo,
con corazón que sufre y se resigna.

Sentir la unción de la divina mano,
ver florecer de eterna luz mi anhelo,
y oír como un Pitágoras cristiano
la música teológica del cielo.

Y al fauno que hay en mí, darle la ciencia
que al Ángel hace estremecer las alas.
Por la oración y por la penitencia
poner en fuga a las diablesas malas.

Darme otros ojos; no estos ojos vivos
que gozan en mirar, como los ojos
de los sátiros locos medio-chivos,
redondeces de nieve y labios rojos.

Darme otra boca en que queden impresos
los ardientes carbones del asceta;
y no esta boca en que vinos y besos
aumentan gulas de hombre y de poeta.

Darme otras manos de disciplinante
que me dejen el lomo ensangrentado,
y no estas manos lúbricas de amante
que acarician las pomas del pecado.

Darme otra sangre que me deje llenas
las venas de quietud y en paz los sesos,
y no esta sangre que hace arder las venas,
vibrar los nervios y crujir los huesos.

¡Y quedar libre de maldad y engaño,
y sentir una mano que me empuja
a la cueva que acoge al ermitaño,
o al silencio y la paz de la Cartuja!
I
Voluntario de España, miliciano
de huesos fidedignos, cuando marcha a morir tu corazón,
cuando marcha a matar con su agonía
mundial, no sé verdaderamente
qué hacer, dónde ponerme; corro, escribo, aplaudo,
lloro, atisbo, destrozo, apagan, digo
a mi pecho que acabe, al que bien, que venga,
y quiero desgraciarme;
descúbrome la frente impersonal hasta tocar
el vaso de la sangre, me detengo,
detienen mi tamaño esas famosas caídas de arquitecto
con las que se honra el animal que me honra;
refluyen mis instintos a sus sogas,
humea ante mi tumba la alegría
y, otra vez, sin saber qué hacer, sin nada, déjame,
desde mi piedra en blanco, déjame,
solo,
cuadrumano, más acá, mucho más lejos,
al no caber entre mis manos tu largo rato extático,
quiebro con tu rapidez de doble filo
mi pequeñez en traje de grandeza!

Un día diurno, claro, atento, fértil
¡oh bienio, el de los lóbregos semestres suplicantes,
por el que iba la pólvora mordiéndose los codos!
¡oh dura pena y más duros pedernales!
!oh frenos los tascados por el pueblo!
Un día prendió el pueblo su fósforo cautivo,
oró de cólera
y soberanamente pleno, circular,
cerró su natalicio con manos electivas;
arrastraban candado ya los déspotas
y en el candado, sus bacterias muertas...

¿Batallas? ¡No! Pasiones. Y pasiones precedidas
de dolores con rejas de esperanzas,
de dolores de pueblos con esperanzas de hombres!
¡Muerte y pasión de paz, las populares!
¡Muerte y pasión guerreras entre olivos,
entendámonos!
Tal en tu aliento cambian de agujas atmosféricas los vientos
y de llave las tumbas en tu pecho,
tu frontal elevándose a primera potencia de martirio.

El mundo exclama: «¡Cosas de españoles!» Y es verdad.
Consideremos,
durante una balanza, a quemarropa,
a Calderón, dormido sobre la cola de un anfibio muerto
o a Cervantes, diciendo: «Mi reino es de este mundo, pero
también del otro»: ¡***** y filo en dos papeles!
Contemplemos a Goya, de hinojos y rezando ante un espejo,
a Coll, el paladín en cuyo asalto cartesiano
tuvo un sudor de nube el paso llano
o a Quevedo, ese abuelo instantáneo de los dinamiteros
o a Cajal, devorado por su pequeño infinito, o todavía
a Teresa, mujer que muere porque no muere
o a Lina Odena, en pugna en más de un punto con Teresa...
(Todo acto o voz genial viene del pueblo
y va hacia él, de frente o transmitidos
por incesantes briznas, por el humo rosado
de amargas contraseñas sin fortuna)
Así tu criatura, miliciano, así tu exangüe criatura,
agitada por una piedra inmóvil,
se sacrifica, apártase,
decae para arriba y por su llama incombustible sube,
sube hasta los débiles,
distribuyendo españas a los toros,
toros a las palomas...

Proletario que mueres de universo, ¡en qué frenética armonía
acabará tu grandeza, tu miseria, tu vorágine impelente,
tu violencia metódica, tu caos teórico y práctico,
tu gana
dantesca, españolísima, de amar, aunque sea a traición,
a tu enemigo!
¡Liberador ceñido de grilletes,
sin cuyo esfuerzo hasta hoy continuaría sin asas la extensión,
vagarían acéfalos los clavos,
antiguo, lento, colorado, el día,
nuestros amados cascos, insepultos!
¡Campesino caído con tu verde follaje por el hombre,
con la inflexión social de tu meñique,
con tu buey que se queda, con tu física,
también con tu palabra atada a un palo
y tu cielo arrendado
y con la arcilla inserta en tu cansancio
y la que estaba en tu uña, caminando!
¡Constructores
agrícolas, civiles y guerreros,
de la activa, hormigueante eternidad: estaba escrito
que vosotros haríais la luz, entornando
con la muerte vuestros ojos;
que, a la caída cruel de vuestras bocas,
vendrá en siete bandejas la abundancia, todo
en el mundo será de oro súbito
y el oro,
fabulosos mendigos de vuestra propia secreción de sangre,
y el oro mismo será entonces de oro!

¡Se amarán todos los hombres
y comerán tomados de las puntas de vuestros pañuelos tristes
y beberán en nombre
de vuestras gargantas infaustas!
Descansarán andando al pie de esta carrera,
sollozarán pensando en vuestras órbitas, venturosos
serán y al son
de vuestro atroz retorno, florecido, innato,
ajustarán mañana sus quehaceres, sus figuras soñadas y cantadas!
¡Unos mismos zapatos irán bien al que asciende

sin vías a su cuerpo
y al que baja hasta la forma de su alma!
¡Entrelazándose hablarán los mudos, los tullidos andarán!
¡Verán, ya de regreso, los ciegos
y palpitando escucharán los sordos!
¡Sabrán los ignorantes, ignorarán los sabios!
¡Serán dados los besos que no pudisteis dar!
¡Sólo la muerte morirá! ¡La hormiga
traerá pedacitos de pan al elefante encadenado
a su brutal delicadeza; volverán
los niños abortados a nacer perfectos, espaciales
y trabajarán todos los hombres,
engendrarán todos los hombres,
comprenderán todos los hombres!

¡Obrero, salvador, redentor nuestro,
perdónanos, hermano, nuestras deudas!
Como dice un tambor al redoblar, en sus adagios:
qué jamás tan efímero, tu espalda!
qué siempre tan cambiante, tu perfil!

¡Voluntario italiano, entre cuyos animales de batalla
un león abisinio va cojeando!
¡Voluntario soviético, marchando a la cabeza de tu pecho universal!
¡Voluntarios del sur, del norte, del oriente
y tú, el occidental, cerrando el canto fúnebre del alba!
¡Soldado conocido, cuyo nombre
desfila en el sonido de un abrazo!
¡Combatiente que la tierra criara, armándote
de polvo,
calzándote de imanes positivos,
vigentes tus creencias personales,
distinto de carácter, íntima tu férula,
el cutis inmediato,
andándote tu idioma por los hombros
y el alma coronada de guijarros!

¡Voluntario fajado de tu zona fría,
templada o tórrida,
héroes a la redonda,
víctima en columna de vencedores:
en España, en Madrid, están llamando
a matar, voluntarios de la vida!

¡Porque en España matan, otros matan
al niño, a su juguete que se para,
a la madre Rosenda esplendorosa,
al viejo Adán que hablaba en alta voz con su caballo
y al perro que dormía en la escalera.
Matan al libro, tiran a sus verbos auxiliares,
a su indefensa página primera!
Matan el caso exacto de la estatua,
al sabio, a su bastón, a su colega,
al barbero de al lado -me cortó posiblemente,
pero buen hombre y, luego, infortunado;
al mendigo que ayer cantaba enfrente,
a la enfermera que hoy pasó llorando,
al sacerdote a cuestas con la altura tenaz de sus rodillas...

¡Voluntarios,
por la vida, por los buenos, matad
a la muerte, matad a los malos!
¡Hacedlo por la libertad de todos,
del explotado, del explotador,
por la paz indolora -la sospecho
cuando duermo al pie de mi frente
y más cuando circulo dando voces-
y hacedlo, voy diciendo,
por el analfabeto a quien escribo,
por el genio descalzo y su cordero,
por los camaradas caídos,
sus cenizas abrazadas al cadáver de un camino!

Para que vosotros,
voluntarios de España y del mundo, vinierais,
soñé que era yo bueno, y era para ver
vuestra sangre, voluntarios...
De esto hace mucho pecho, muchas ansias,
muchos camellos en edad de orar.
Marcha hoy de vuestra parte el bien ardiendo,
os siguen con cariño los reptiles de pestaña inmanente
y, a dos pasos, a uno,
la dirección del agua que corre a ver su límite antes que arda.
Lector: escúchame atento
Esta tosca narración
Y júzgala la tradición,
Fábula, conseja o cuento.
En un libro polvoriento
La encontré leyendo un día,
Y hoy entra a la poesía
Desfigurada y maltrecha;
El verso es de mal cosecha
Y la conseja no es mía.

Hubo en un pueblo de España,
Cuyo nombre no es del caso
Porque el tiempo con su paso
Todo lo borra o lo empaña,
Un noble que cada hazaña,
De las que le daban brillo,
Celebraba en su castillo
Dando dinero a su gente
Construyendo un nuevo puente
O alzando un nuevo rastrillo.

Era el noble de gran fama,
De carácter franco y rudo,
Con campo azul en su escudo
Y en su torre una oriflama.
Era señor de una dama
Piadosa como ninguna;
Dueño de inmensa fortuna
Por trabajo y por herencia
Y tan limpio de conciencia
Como elevado de cuna.

Una vez, para decoro
De sus ricas heredades
Cruzó yermo y ciudades
Para combatir al moro.
Llevóse como tesoro
Y como escudo a la par,
Un talismán singular
Atado a viejo rosario
Un modesto escapulario
Con la Virgen del Pilar.

Era el precioso legado
De sus ínclitos mayores;
Desde sus años mejores
Lo tuvo siempre a su lado.
Y como voto sagrado
De cristiano y caballero
Juzgó su deber primero
En el combate reñido
Llevarlo siempre escondido
Tras de su cota de acero.

En ocasión oportuna
El noble llegó a creer
Que ante el moro iba a perder
Honra, blasón y fortuna.
Soñó que la media luna
Nuncio de sangre y de penas,
En horas de espanto llenas
Iba en sus feudos a entrar
Y hasta la vio coronar
Sus respetadas almenas.

Y no sueño, realidad
Pudo ser en un momento,
Pues fue tal presentimiento
Engendro de la verdad.
Acércanse a su heredad
Muslef y sus caballeros;
Mira brillar los aceros
Al fugor de alta linterna
Y sale por la poterna
En busca de sus pecheros.

Anda con paso inseguro
De un hachón a los reflejos;
«Alarma», grita a lo lejos
El arquero sobre el muro.
Como a la voz de un conjuro
Del noble los servidores
Surgen entre los negrores
De aquella noche maldita
Y lo siguen cuando grita:
«¡Sus! ¡A degollar traidores!

Corren y, en breves instantes,
Terror y espanto difunden
Y en una masa se funden
Asaltados y asaltantes.
Los cascos y los turbantes,
Revueltos y confundidos,
Entre quejas y alaridos
Vense en las sombras surgir,
Sin lograrse distinguir
Vencedores y vencidos.

El noble señor avanza
En pos del blanco alquicel
De un moro que en su corcel
Huye blandiendo su lanza.
Resuelto a asirlo le alcanza
Por ciega rabia impelido,
Y cruel y enardecido
Le mata con gran fiereza
Y le corta la cabeza,
Pues Muslef era el vencido.

Al tornar lleno de gloria
A su castillo feudal
Dijo: «Es un ser celestial
El que me dio la victoria.
El que ampara la memoria
Y el lustre de mis abuelos;
El que me otorga consuelos
Cuando vacila mi planta;
Es... ¡la imagen sacrosanta
De la Reina de los cielos!

»Siempre la llevé conmigo
Y hoy de mi fe como ejemplo
He de levantarle un templo
Donde tenga eterno abrigo.
El mundo será testigo
De que ferviente la adoro,
Y cual reclamo sonoro
De su gloria soberana
Daré al templo una campana
Hecha con armas del moro».

El tiempo corrió ligero
Y el templo se construyó
Como que el noble empeñó
Palabra de caballero.
Sobre su recinto austero,
Todo el feudo acudió a orar
Venerando en el altar
En lujoso relicario,
Un modesto escapulario
Con la Virgen del Pilar.

Los siglos, que todo arrastran
Lo más sólido destruyen,
Los hombres llegan y huyen
Y los monumentos pasan.
Templos que en la fe se abrasan
Ceden del tiempo al estrago;
Todo es efímero y vago
Y en las sombras del no ser
Lo que vistió el oro ayer
Hoy lo encubre el jaramago.

Quedóse el templo en ruinas,
Sus glorias estaban muertas
Y ya en sus naves desiertas
Volaban las golondrinas.
Sobre sus muros, espinas;
Verde yedra en la portada
La Virgen, abandonada
Por ley aciaga e injusta,
Y la campana vetusta
Eternamente calada.

En cierta noche el horror
De algo extraño se apodera
De aquel pueblo cuando oyera
De la campana el rumor.
Desde el más alto señor
Al pobre y al pequeñuelo,
Acuden con vivo anhelo
A mirar quién la profana
Y se encuentran la campana
Sola, repicando a vuelo.

Asaltan con gran trabajo
La torre donde repica
Y su espanto multiplica
Ver que toca sin badajo.
El noble, el peón del tajo,
El alcalde, el alguacil,
Con agitación febril
Y con ánima turbada
Exclaman: «¡Está hechizada
Por los siervos de Boabdil!»

Entre temores y enojos,
Propios de aquellos instantes,
Los sencillos habitantes
Ya no pegaron los ojos.
Con sobresalto y sonrojos
El temor al pueblo excita
Lleva el cura agua bendita
Y como todos, temblando,
Comienza a rezar, regando
A la campana maldita.

A medida que mojaba
El agua bendita el hierro,
Cual diabólico cencerro
Más la campana sonaba.
La gente se santiguaba
Triste, amedrentada y loca,
El cura a Jesús invoca
Y por fin llega a exclamar:
«No la podemos callar
Porque el diablo es quien la toca».

Tras esa noche infernal
Se dio cuenta al nuevo día
De aquella aventura impía
Al consejo y al fiscal.
Este, en tono magistral,
Bien estudiado el conjunto,
Resolvió tan grave punto
Y por solución perfecta
Dijo: «Que tuvo directa parte
El diablo en el asunto».

Y como sentencia sana,
Poniendo al espanto un dique,
Declaró nulo el repique
De la maldita campana;
Que cualquier mano profana
Con un golpe la ofendiera
Que el pueblo la maldijera,
Siendo el alcalde testigo
Y desterrada, en castigo,
Para las Indias saliera.

Cumplida aquella sentencia,
Maldecida y sin badajo,
A Méjico se la trajo
Antes de la Independencia.
De algún Virrey la indolencia
La dio castigo mayor
Quedando en un corredor
Del Palacio abandonada,
Por ser campana embrujada
Que a todos causaba horror.

Alguien la alzó en el espacio,
Le dio voz y útil empleo,
Y fue un timbre y un trofeo
En el reloj de palacio.
El tiempo a todo reacio
Y que méritos no advierte,
Puso un término a su suerte
Cambiando su condición
Y encontró en la fundición
Metamorfosis y muerte.

En el libro polvoriento
Que a tal caso registré,
La descripción encontré
De tan raro monumento.
Tuvo como un ornamento
De sus nobles condiciones,
De su abolengo pregones
En la parte principal,
Una corona imperial
Asida por dos leones.

En el cuerpo tosco y rudo,
Consagrando sonidos,
Se miraban esculpidos
Un calvario y un escudo,
Y como eterno saludo
De la tierra en que nació
En sus bordes se grabó
Una fecha y un letrero:
«Maese Rodrigo» (el obrero
Que la campana fundió).

Produjo tal sensación
Entre la gente más llana
Ver un reloj con campana
En la virreinal mansión,
Que son eterna expresión
De aquel popular contento
Las calles que el pueblo atento
«Del Reloj» sigue llamando
Constante conmemorando
Tan fausto acontecimiento.

Dos centenares de auroras
La campana de palacio
Lanzó al anchuroso espacio
Sus voces siempre sonorazas.
Después de marcar las horas
Con solemne majestad,
Dejóle nuestra ciudad
Recuerdo imperecedero,
Que es su toque postrimero
Vibrando en la eternidad.
Yo soy la movediza perenne; nunca dura
en mi una forma; pronto mi ser se transfigura,
y ya entre guijas de ónix cantando peregrino,
ya en témpanos helados detengo mi camino,
ya vuelo por los aires trocándome en vapores,
ya soy iris en polvo de todos los colores,
o rocío que asciende, o aguacero que llueve...
Mas Dios también me ha dado la albura de la nieve,
la albura de la nieve enigmática y fría
que cae de los cielos como una eucaristía,
que por los puntiagudos techos resbala leda
y que cuando la pisan cruje como la seda.

Cayendo silenciosa, de blanco al mundo arropo.
Subí, vapor, a lo alto, desciendo al suelo, copo;
subí gris de los lagos que la quietud estanca,
y bajo blanca al mundo... ¡Oh qué bello es ser blanca!

¿Por qué soy blanca? En premio al sacrificio mío,
porque tirito para que nadie tenga frío,
porque mi lino todos los fríos almacena
¡y dios me torna blanca por haber sido buena!
¿Verdad que es llevadera la palma del martirio
así? Yo caigo como los pétalos de un lirio
de lo alto, y no pudiendo cantar mi canción pura
con murmurios de linfa, la canto con blancura.

La blancura es el himno más hermoso y más santo;
ser blanca es orar; siendo yo, pues, blanca, oro y canto.
Ser luminosa es otro de los cantos mejores:
¿No ves que las estrellas salmodian con fulgores?
Por eso el rey poeta dijo en himno de amor:
"El firmamento narra la gloria del Señor".

Se tú como la Nieve que inmaculada llueve

Y yo clamé: -¡Alabemos a Dios, hermana Nieve!
Leydis Aug 2017
¿Dime por que llevarte a mi ángel?
¿Acaso no se necesitan más ángeles en la tierra?
Aaaaayyyyyyy, como arde mi vientre,
cuanto dolor yace en mi alma,
Se ha postrado en mi matriz el infértil desierto.

¿Cómo me pides que trabaje la nariz para respirar?
¿Para qué respiro? ¡sí mi niñ@ no lo hace ya!

¿Cómo me pides fortaleza?
¡acaso no tienen piedad!
no entienden que mi niñ@ que ha fallecido
……………………………………………déjenme llorar.

No me pidan fuerzas,
¿de dónde las poder sacar?
si ya no me quedan cenas,
si ya él/ella, no me llamara ¡mamá!
Si no dejare de preocuparme,
si temprano no ha de llegar.
Si ya en mi cama no se subirá,
buscando refugio porque le temía,
a la noche y a la oscuridad.
¿Dónde está esa sonrisa, que me daba fuerzas para luchar?
¿Dónde está la misericordia?
Diiiiooooossssss ¡Ya no puedo más!

¿Cómo me piden fortaleza?
si mi niñ@, mi ángel en la tierra ya no morara,
¿cómo piden que me enfoque en sustento?
si mi alma en ayuna esta.
No me pidan que duerma,
a mi niño lo tengo que velar,
si, él/ella-ya no está en la tierra,
y por su alma tengo orar.

No me pidan nada, déjenme llorar.
El vacío que siento, no lo puedo explicar.
No me hagan preguntas,
No me pidan nada,
solo abrácenme y déjenme llorar.

LeydisProse
8/7/2017
https://www.facebook.com/LeydisProse/
pinkandwhite May 2021
Ar puro na janela
É vendaval
Perfume de canela
Jasmim, nardo
Vestido amarelo

Você para mim
É  flor do instante
Distante a orar
Por mim

O oceano, o bar, a praia
Me leva para casa,
Anjos e arcanjos
É folha de outono,
Felicidade inventada

A flor é o ópio
É o ar, é o sol

Palavras enfeitadas
Poemas e aquarela

Me leva para casa.
Louise Mar 26
Penitencia número uno:
Intentaré no pensar en ti y en mí en la misma cama.
Y tú también, intenta no pensar en el color de mi piel
ni en mi cuerpo.

Penitencia número dos:
No hablaré contigo, esta es una oración
y una promesa.
Y tú también, sigue haciendo lo que haces,
finge que no quieres mis besos.

Penitencia número tres:
Intentaré imaginar que eres el sol quemando mi piel.
Qué dolorosamente bien besas mi cuerpo.
Y tú también, trata de imaginarme
como si fuera la luna de tu marea.
Como si no pudieras estar sin mí por la noche.

Penitencia número cuatro:
No te hablaré, pero me arrodillaría frente a ti como un altar.
Qué fervor te oraría y te adoraría.
Y tú también, intenta orar a Dios por mí cuando
ya me haya ido para siempre.
Como si pudieras vivir sin mí en este mundo loco.

Penitencia número cinco:
Es simple. Iría, saldría de tu vida y te regalaré mi silencio.
Debería ser simple. Déjame ir y regálame el camino de salida
si no puedes darme el cielo.
Una lista muy corta y muy simple. Ora por mí.

"Semana Santa Sadgirl Series": no. 4
Louise Mar 26
Penitencia número uno:
intenta no pensar en el color de mi piel ni en mi cuerpo.

Penitencia número dos:
sigue haciendo lo que haces, finge que no quieres mis besos.

Penitencia número tres:
trata de imaginarme como si fuera la luna de tu marea.
Como si no pudieras estar sin mí por la noche.

Penitencia número cuatro:
intenta orar a Dios por mí cuando ya me haya ido para siempre.
Como si pudieras vivir sin mí en este mundo loco.

Penitencia número cinco:
Déjame ir y regálame el camino de salida
si no puedes darme el cielo.

Seis, nunca vuelvas a mi país.

Siete, nunca cierres los ojos cuando empiezo a salir con alguien.

Ocho, nunca apagues las luces e imagínate en tu cuarto.

Nueve, no me escuches cuando digo "vuelve".

Diez, ni siquiera pienses más en mí.
Una lista muy corta y fácil. Oraré por ti.

"Semana Santa Sadgirl Series": no. 5
nvinn fonia Jul 2022
Três presos foram condenados à morte: um árabe, um americano e um
português, e iam ser executados na cadeira elétrica. Antes de ser
atado à cadeira, o árabe pede para orar a seu Deus e é autorizado,
então ajoelha-se, voltado para Meca, e três vezes clama por Alá, se
curva e toca a cabeça no chão.  Quando é acionada a chave, para
espanto de todos, a cadeira não funciona e o árabe é devolvido à cela.
Ante o milagre ocorrido, o americano (protestante) resolve apelar para
o mesmo Deus, prostra-se ao chão e chama por Alá três vezes. O mesmo
fenômeno se repte, para estarrecimento geral, e o prisioneiro é
devolvido à cela.  Impressionado, o português (católico) adere a esse
poderoso Deus, curva-se três vezes, repetindo:

-- Alá, Alá, alá a tomada desligada...

— The End —