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Cada vez que quizás me llamas
me desorganizas la vida.
Cuando ya creía hallar calma
de nuevo  el corazón agitas.

Sé que todavía no entiendes
que sin querer  causas dolor
porque lo que tú ahora sientes
es incomparable a mi amor.


Pretendes volver amistad
lo que fue profunda pasión,
mas yo aún no puedo cambiar
aquella tierna sensación
que tú persigues separar
de lo que es de cierto el amor,
justo entre mujer y varón.

Tú no cedes, y yo tampoco
tal  que así seguirá la vida
y me traerás como loco
cada que me llames o escribas.

Jorge Gómez A.
MicMag  Aug 2018
Love & Amistad
MicMag Aug 2018
Hola mi amiga
Let's talk 'bout what we had
The strongest bonds of friendship
Un fuerte amistad

Nothing came between us
No podían separarnos
We shared all our sueños
And hoped to alcanzarlos

Pero esa noche, it all changed
When once our lips did meet
Your touch became tan dulce
Tus palabras just as sweet

El amor exploded in our lives
Mi vida became yours
Y nuestra friendship grew still deeper
Con pasión y so much more

Y quién sabe qué hubiera pasado
Si we didn't break each other's hearts
Pero si pudiera salvar la amistad
I'd nix us 'fore the start
Spent the last few years immersed in Spanish so trying to branch out and write more bilingual stuff.

Espero que disfruten el poema!
Fa Be O  Jan 2013
Amigo.
Fa Be O Jan 2013
Se mi amigo fiel,
que conoce lo mas profundo de mí,
que sabe en que rincón de mi mente
me gusta estar
en las noches de media luna,
Y cual beso me gusta mas después de llorar…
Si, amigo, porque no fuiste mi gran amor,
porque solo quisiste
Y lograste
Aprenderme, y quererme sin amar,
Enseñarme sin maldad,
Las cosas de la vida
Que no se aprenden de otra forma.
Se mi amigo fiel,
Y déjame conocerte,
como tu a mi,
Desnudo,
No de cuerpo,
Sino de tu ser completo.
Pediste mi amistad,
Mi lealtad,
Después de todo
Lo demás que te entregué
Que mas?
Si me conoces
Mejor que nadie
De maneras
Que nadie mas imagina.
Amistad, pides.
Y para que?
Que mas, si me conoces
Al derecho y al revés
Si me conociste
De adentro para afuera,
Si nos quisimos
Y nos prendimos
Y aprendimos
Lo que no se aprende
de los amigos?
Y ahora se mi amigo fiel,
Que yo te aguardare
Tus secretos
Y los suspiros
De media tarde
Que me regalabas,
Cuando jugábamos
A ser novios,
Cuando la amistad
Estallaba en flama
Ardiente, viva, apasionada
Y con destino a la destrucción.
Se entonces mi amigo fiel,
Que no pudiste ser mi gran querer.
8/10/12
King's Class May 2015
La amistad es algo hermoso.
Es algo spectacular.
Algo que nunca olvidaras.
Porque siempre la tendras.
Yo ana bella cavazos
scribo este poema porque
es por lo que yo estoy
pasando mi amiga joan
se cambiara de scuela y talvez
nunca jamas la vere.
La primera vez que la vi senti
que iva hacer mi amiga y si
fue mi amiga no la quiero dejar
porque mi corazon se rompera.
Si tuviera un deseo seria que siempre tuviera a
joan la duena de mi corazon.
Mi perro ha muerto.

Lo enterré en el jardín
junto a una vieja máquina oxidada.

Allí, no más abajo,
ni más arriba,
se juntará conmigo alguna vez.
Ahora él ya se fue con su pelaje,
su mala educación, su nariz iría.
Y yo, materialista que no cree
en el celeste cielo prometido
para ningún humano,
para este perro o para todo perro
creo en el cielo, sí, creo en un cielo
donde yo no entraré, pero él me espera
ondulando su cola de abanico
para que yo al llegar tenga amistades.

Ay no diré la tristeza en la tierra
de no tenerlo más por compañero,
que para mí jamás fue un servidor.

Tuvo hacia mí la amistad de un erizo
que conservaba su soberanía,
la amistad de una estrella independienre
sin más intimidad que la precisa,
sin exageraciones:
no se trepaba sobre mi vestuario
llenándome de pelos o de sarna,
no se frotaba contra mi rodilla
como otros perros obsesos sexuales.
No, mi perro me miraba
dándome la atención que necesito,
la atención necesaria
para hacer comprender a un vanidoso
que siendo perro él,
con esos ojos, más puros que los míos,
perdía el tiempo, pero me miraba
con la mirada que me reservó
toda su dulce, su peluda vida,
su silenciosa vida,
cerca de mí, sin molestarme nunca,
y sin pedirme nada.

Ay cuántas veces quise tener cola
andando junto a él por las orillas
del mar, en el invierno de Isla Negra,
en la gran soledad: arriba el aire
traspasado de pájaros glaciales,
y mi perro brincando, hirsuto, lleno
de voltaje marino en movimiento:
mi perro vagabundo y olfatorio
enarbolando su cola dorada
frente a frente al Océano y su espuma.

Alegre, alegre, alegre
como los perros saben ser felices,
sin nada más, con el absolutismo
de la naturaleza descarada.

No hay adiós a mi perro que se ha muerco.
Y no hay ni hubo mentira entre nosotros.

Ya se fue y lo enterré, y eso era todo.
El césped. Desde la tribuna es un tapete verde. Liso, regular,
aterciopelado, estimulante. Desde la tribuna quizá crean que,
con semejante alfombra, es imposible errar un gol y mucho menos errar
un pase. Los jugadores corren como sobre patines o como figuras de
ballet. Quien es derrumbado cae seguramente sobre un colchón de
plumas, y si se toma, doliéndose, un tobillo, es porque el gesto
forma parte de una pantomima mayor. Además, cobran mucho dinero
simplemente por divertirse, por abrazarse y treparse unos sobre otros
cuando el que queda bajo ese sudoroso conglomerado hizo el gol
decisivo. O no decisivo, es lo mismo. Lo bueno es treparse unos sobre
otros mientras los rivales regresan a sus puestos, taciturnos, amargos,
cabizbajos, cada uno con su barata soledad a cuestas. Desde la tribuna
es tan disfrutable el racimo humano de los vencedores como el drama
particular de cada vencido. Por supuesto, ciertos avispados
espectadores siempre saben cómo hacer la jugada maestra y no
acaban de explicarse, y sobre todo de explicarlo a sus vecinos, por
qué este o aquel jugador no logra hacerla. Y cuando el
árbitro sanciona el penal, el espectador avispado también
intuye hacia qué lado irá el tiro, y un segundo
después, cuando el balón brinca ya en las redes, no
alcanza a comprender cómo el golero no lo supo. O acaso
sí lo supo y con toda deliberación se arrojó al
otro palo, en un alarde de masoquismo o venalidad o estupidez
congénita. Desde la tribuna es tan fácil. Se conoce la
historia y la prehistoria. O sea que se poseen elementos suficientes
como para comparar la inexpugnable eficacia de aquel zaguero
olímpico con la torpeza del patadura actual, que no acierta
nunca y es esquivado una y mil veces. Recuerdo borroso de una
época en que había un centre-half y un centre-forward,
cada uno bien plantado en su comarca propia y capaz de distribuir el
juego en serio y no jugando a jugar, como ahora, ¿no? El
espectador veterano sabe que cuando el fútbol se
convirtió en balompié y la ball en pelota y el dribbling
en finta y el centre-half en volante y el centre-forward en alma en
pena, todo se vino abajo y ésa es la explicación de que
muchos lleven al estadio sus radios a transistores, ya que al menos
quienes relatan el partido ponen un poco de emoción en las
estupendas jugadas que imaginan. Bueno, para eso les pagan,
¿verdad? Para imaginar estupendas jugadas y está bien.
Por eso, cuando alguien ha hecho un gol y después de los abrazos
y pirámides humanas el juego se reanuda, el locutor
idóneo sigue colgado de la "o" de su gooooooool, que en realidad
es una jugada suya, subjetiva, personal, y no exactamente del delantero
que se limitó a empujar con la frente un centro que, entre todas
las otras, eligió su cabeza. Y cuando el locutor idóneo
llega por fin al desenlace de la "ele" final de su gooooooool privado,
ya el árbitro ha señalado un orsai que favorece,
¿por qué no?, al locatario.

Es bueno contemplar alguna vez la cancha desde aquí, desde lo
alto. Así al menos piensa Benjamín Ferrés,
veintitrés años, digamos delantero de un Club Chico,
alguien últimamente en alza según los cronistas
deportivos más estrictos, y que hoy, después de empatarle
al Club Grande y ducharse y cambiarse, no se fue del estadio con el
resto del equipo y prefirió quedarse a mirar, desde la tribuna
ya vacía (sólo quedan los cafeteros y heladeros y
vendedores de banderitas, que recogen sus bártulos o tal vez
hacen cuentas) aquel campo en el que estuvo corriendo durante noventa
minutos e incluso convirtió uno, el segundo, de los dos goles
que le otorgan al Club Chico eso que suele llamarse un punto de oro.
Sí, desde aquí arriba el césped es una alfombra,
casi un paño verde como el del casino, con la importante
diferencia de que allá los números son fijos,
permanentes, y aquí (él, por ejemplo, es el ocho) cambian
constantemente de lugar y además se repiten. A lo mejor con el
flaco Suárez (que lleva el once prendido en la espalda)
podrían ser una de las parejas negras. O no. Porque de ambos,
sólo el Flaco es oscurito.

Ahora se levanta un viento arisco y las gradas de cemento son
recorridas por vasos de plástico, hojas de diario, talones de
entradas, almohadillas, pelotas de papel. Remolinos casi fantasmales
dan la falsa impresión de que las gradas se mueven, giran,
bailotean, se sacuden por fin el sol de la tarde. Hay papeles que suben
las escaleras y otros que se precipitan al vacío. A
Benjamín (Benja, para la hinchada) le sube una bocanada de
desconsuelo, de extraña ansiedad al enfrentarse, ¿por
primera vez?, con la quimera de cemento en estado de pureza (o de
basura, que es casi lo mismo) y se le ocurre que el estadio
vacío, desolado, es como un esqueleto de multitud, un eco
fantasmal de esa misma muchedumbre cuando ruge o aplaude o insulta o
agita banderas. Se pregunta cómo se habrá visto su gol
desde aquí, desde esta tribuna generalmente ocupada por las
huestes del adversario. Para los de abajo en la tabla, el estadio
siempre es enemigo: miles y miles de voces que los acosan, los
persiguen, los hunden, porque generalmente el que juega aquí, el
permanente locatario, es uno de los Grandes, y los de abajo sólo
van al estadio cuando les toca enfrentarlos, y en esas ocasiones apenas
si acarrean, en el mejor de los casos, algunos cientos de
fanáticos del barrio, que, aunque se desgañitan y agitan
como locos su única y gastada bandera, en realidad no cuentan,
es imposible que tapen, desde su islote de alaridos, el gran rugido de
la hinchada mayor. Desde abajo se sabe que existen, claro, y eso es
bueno, y de vez en cuando, cuando se suspende el juego por
lesión o por cambio de jugadores, los del Club Chico van con la
mirada al encuentro de aquel rinconcito de tribuna donde su bandera
hace guiños en clave, señales secretas como las del
truco. Y ésta es la mejor anfetamina, porque los llena de
saludable euforia y además no aparece en los controles
antidopping.

Hoy empataron, no está mal, se dice Benja, el número
ocho. Y está mejor porque todos sus huesos están enteros,
a pesar de la alevosa zancadilla (esquivada sólo por
intuición) que le dedicaran en el toletole previo al primer gol,
dos segundos antes de que el Colorado empujara nuevamente la globa con
el empeine y la colocara, inalcanzable, junto al poste izquierdo.
Después de todo, la playa es mía. Desde hace quince
años la vengo adquiriendo en pequeñas cuotas. Cuotas de
sol y dunas. Todos esos prójimos, prójimas y projimitos
que se ven tendidos sobre las rocas o bajo las sombrillas o corriendo
tras una pelota de engañapichanga o jugando a la paleta en una
cancha marcada en la arena con líneas que al rato se borran,
todos esos otros, están en la playa gracias a que yo les permito
estar. Porque la playa es mía. Mío el horizonte con
toninas remotas y tres barquitos a vela. Míos los peces que
extraen mis pescadores con mis redes antiguas, remendadas. El aire
salitroso y los castillos de arena y las aguas vivas y las algas que ha
traído la penúltima ola. Todo es mío.
¿Qué sería de mí, el número ocho,
sin estas mañanas en que la playa me convence de que soy libre,
de que puedo abrazar esta roca, que es mi roca mujer o tal vez mi roca
madre, y estirarme sin otros límites que mi propio límite
o hasta que siento las tenazas del cangrejo barcino sobre mi dedo
gordo? Aquí soy número ocho sin llevarlo en la espalda.
Soy número ocho sencillamente porque es mi identidad. Un cura o
un teniente o un payaso no necesitan vestir sotana o uniforme o traje
de colores para ser cura o teniente o payaso. Soy número ocho
aunque no lo lleve dibujado en el lomo y aunque ningún botija se
arrime a pedirme autógrafos, porque sólo se piden
autógrafos a los de los Clubes Grandes. Y creo que siempre
seré de Club Chico, porque me gusta amargarles la fiesta, no a
los jugadores que después de todo son como nosotros, sólo
que con más suerte y más guita, ni siquiera a la hinchada
grande por más que nos insulte cuando hacemos un fau y festeje
ruidosamente cuando el otro nos propina un hachazo en la canilla. Me
gusta arruinarles la fiesta, sobre todo a los dirigentes, esos
industriales bien instalados en su cochazo, en su piso de la Rambla y
en su mondongo, señores cuya gimnasia sabatina o dominical
consiste en sentarse muy orondos, arriba en el palco oficial, y desde
ahí ver cómo allá abajo nos reventamos, nos
odiamos, nos derretimos en sudores, y cuando sus jugadores ganan,
condescienden a llegar al vestuario y a darles una palmadita en el
hombro, disimulando apenas el asco que les provoca aquella piel
todavía sudada, y en cambio, cuando sus jugadores pierden, se
van entonces directamente a su casa, esta vez por supuesto sin ocultar
el asco. En verdad, en verdad os digo que yo ignoro si hacen eso, pero
me lo imagino. Es decir, tengo que imaginarlo así, porque una
cosa son las instrucciones del entrenador, que por supuesto trato de
cumplir si no son demasiado absurdas, y otra cosa son las instrucciones
que yo me doy, verbigracia vamo vamo número ocho hay que aguarle
la fiesta a ese presidente cogotudo, jactancioso y mezquino, que viene
al estadio con sus tres o cuatro nenes que desde ya tienen caritas de
futuros presidentes cogotudos. Bueno, no sé ni siquiera si tiene
hijos, pero tengo que imaginarlo así porque soy el número
ocho, insustituible titular de un Club Chico y, ya que cobro poco,
tengo que inventarme recompensas compensatorias y de esas recompensas
inventadas la mejor es la posibilidad de aguarle la fiesta al cogotudo
presidente del Grande, a fin de que el lunes, cuando concurra a su
Banco o a su banca, pase también su vergüenza rica, su
vergüenza suntuosa, así como nosotros, los que andamos en
la segunda mitad de la tabla, sufrimos, cuando perdemos, nuestra
vergüenza pobre. Pero, claro, no es lo mismo, porque los Grandes
siempre tienen la obligación de ganar, y los Chicos, en cambio,
sólo tenemos la obligación de perder lo menos posible. Y
cuando no ganamos y volvemos al barrio, la gente no nos mira con
menosprecio sino con tristeza solidaria, en tanto que al presidente
cogotudo, cuando vuelve el lunes a su Banco o a su banca, la gente, si
bien a veces se atreve a decirle qué barbaridad doctor porque
ustedes merecieron ganar y además por varios goles, en realidad
está pensando te jodieron doctor qué salsa les dieron
esos petizos. Por eso a mí no me importa ser número ocho
titular y que no me pidan autógrafos aquí en la playa ni
en el cine ni en Dieciocho. Los partidos no se ganan con
autógrafos. Se ganan con goles y ésos los sé
hacer. Por ahora al menos. También es un consuelo que la playa
sea mía, y como mía pueda recorrerla descalzo, casi
desnudo, sintiendo el sol en la espalda y la brisa en los ojos, o
tendiéndome en las rocas pero de cara al mar, consciente de que
atrás dejo la ciudad que me espía o me protege,
según las horas y según mi ánimo, y adelante
está esa llanura líquida, infinita, que me lame, me
salpica, a veces me da vértigo y otras veces me brinda una
insólita paz, un extraño sosiego, tan extraño que
a veces me hace olvidar que soy número ocho.
Alejandra. Lo extraño había sido que Benja conociera sus
manos antes que su rostro, o mejor aún, que se enamorara de sus
manos antes que de su rostro. Él regresaba de San Pablo en un
vuelo de Pluna. El equipo se había trasladado para jugar dos
amistosos fuera de temporada, pero Benja sólo había
participado en el primero porque en una jugada tonta había
caído mal y el desgarramiento iba a necesitar por lo menos cinco
días de cuidado, así que el preparador físico
decidió mandarlo a Montevideo para que allí lo atendieran
mejor. De modo que volvía solo. A la media hora de vuelo se
levantó para ir al baño y cuando regresaba a su sitio
tuvo la impresión de ser mirado pero él no miró.
Simplemente se sentó y reinició la lectura de Agatha
Christie, que le proponía un enigma afilado, bienhumorado y
sutil como todos los suyos.

De pronto percibió que algo singular estaba ocurriendo. En el
respaldo que estaba frente a él apareció una mano de
mujer. Era una mano delgada, de dedos largos y finos, con uñas
cuidadas pero sin color. Una mano expresiva, o quizá que
expresaba algo, pero qué. A los dos o tres minutos hizo
irrupción la otra mano, que era complementaria pero no igual.
Cada mano tenía su carácter, aunque sin duda
compartían una inquietante identidad. Benja no pudo continuar su
lectura. Adiós enigma y adiós Agatha. Las manos se
movían con sobriedad, se rozaban a veces. Él
imaginó que lo llamaban sin llamarlo, que le contaban una
historia, que le ofrecían respuestas a interrogantes que
aún no había formulado; en fin, que querían ser
asidas. Y lo más preocupante era que él también
quería asirlas, con todos los riesgos que un acto así
podía implicar, verbigracia que la dueña de aquellas
manos llamara inmediatamente a la azafata, o se levantara, enfrentada a
su descaro, y le propinara una espléndida bofetada, con toda la
vergüenza, adicional y pública, que semejante castigo
podía provocar. Hasta llegó a concebir, como un destello,
un título, a sólo dos columnas (porque era número
ocho, pero sólo de un Club Chico): conocido futbolista uruguayo
abofeteado en pleno vuelo por dama que se defiende de agresión
******.

Y sin embargo las manos hablaban. Sutiles, seductoras,
finísimas, dialogaban uña a uña, yema a yema, como
creando una espera, construyendo una expectativa. Y cuando fue ordenado
el ajuste de los cinturones de seguridad, desaparecieron para cumplir
la orden, pero de inmediato volvieron a poblar el respaldo y con ello a
convocar la ansiedad del número ocho, que por fin decidió
jugarse el todo por el todo y asumir el riesgo del ridículo, el
escándalo y el titular a dos columnas que acabaran con su
carrera deportiva. De modo que, tomada la difícil
decisión y tras ajustarse también él el
cinturón, avanzó su propia mano hacia los dedos
cautivantes, que en aquel preciso momento estaban juntos. Notó
un leve temblor, pero las manos no se replegaron. La suya
prolongó aquel extraño contacto por unos segundos, luego
se retiró. Sólo entonces las otras manos desaparecieron,
pero no pasó nada. No hubo llamada a la azafata ni bofetada.
Él respiró y quedó a la espera. Cuando el
avión comenzaba el descenso, una de las manos apareció de
nuevo y traía un papel, más bien un papelito, doblado en
dos. Benja lo recogió y lo abrió lentamente. Conteniendo
la respiración, leyó: 912437.

Se sintió eufórico, casi como cuando hacía un gol
sobre la hora y la hinchada del barrio vitoreaba su nombre y él
alzaba discretamente un brazo, nada más que para comunicar que
recibía y apreciaba aquel apoyo colectivo, aquel afecto, pero
los compañeros sabían que a él no le gustaba toda
esa parafernalia de abrazos, besos y palmaditas en el trasero, algo que
se había vuelto habitual en todas las canchas del mundo.
Así que cuando metía un gol sólo le tocaban un
brazo o le hacían desde lejos un gesto solidario. Pero ahora,
con aquel prometedor 912437 en el bolsillo, descendió del
avión como de un podio olímpico y diez minutos
después pudo mirar discretamente hacia la dueña de las
manos, que en ese instante abría su valija frente al funcionario
aduanero, y Benja comprobó que el rostro no desmerecía la
belleza y la seducción de las manos que lo habían enamorado.
Benja y Martín se encontraron como siempre en la pizzería
del sordo Bellini. Desde que ambos integraran el cuadrito juvenil de La
Estrella habían cultivado una amistad a prueba de balas y
también de codazos y zancadillas. Benja jugaba entonces de
zaguero y sin embargo había terminado en número ocho.
Martín, que en la adolescencia fuera puntero derecho, más
tarde (a raíz de una sustitución de emergencia, tras
lesiones sucesivas y en el mismo partido del golero titular y del
suplente) se había afincado y afirmado en el arco y hoy era uno
de los guardametas más cotizados y confiables de Primera A.

El sordo Bellini disfrutaba plenamente con la presencia de los dos
futbolistas. Él, que normalmente no atendía las mesas
sino que se instalaba en la caja con su gorra de capitán de
barco, cuando Martín y Benja aparecían, solos o
acompañados, de inmediato se arrimaba solícito a dejarles
el menú, a recoger los pedidos, a recomendarles tal o cual plato
y sobre todo a comentar las jugadas más notables o más
polémicas del último domingo.

Era algo así como el fan particular de Benja y Martín y
su caballito de batalla era hacerles bromas c
Lauren Fehr May 2013
it's empty in the valley of your heart {the cave - mumford & sons}
breathing in snowflakes {the a team - ed sheeran}
standing in the dark {standing in the dark - lawson}
on the corner of first and amistad {you found me - the fray}
fading out the light softly saying {shuffle - bombay bicycle club}
life's too short to even care at all {cough syrup - young the giant}
i miss our little talks {little talks - of monsters and men}
now i'm driving round on the boulevard {swim good - frank ocean}
chasing after gold mines crossing the fire lines {between the raindrops - lifehouse}
trying to erase the memory of your face {warzone - the wanted}
but on a wednesday in a cafe i watched it begin again {begin again - taylor swift}
there's nowhere we can hide {demons - imagine dragons}
i'll build you shelter out of the rain {shelter - hedley}
and i will try to fix you {fix you - coldplay}
as long as you love me {as long as you love me - justin bieber}
even if you said i was wrong {perfect - hedley}
one minute i held the key next the walls were closed on me {viva la vida - coldplay}
london calls me a stranger {the city - ed sheeran}
but my shadow days are over {shadow days - john mayer}
nothing's fine i'm torn {torn - natalie imbruglia}
you're no good for me but i want you {diet mountain dew - lana del rey}
you make me feel like i'm intoxicated {intoxicated - the cab}
off last night's whiskey and coke {cold coffee - ed sheeeran}
is there something to believe in {makes me wonder - maroon 5}
i'm lost in the heat of it all {lost - frank ocean}
say what you need to say {say - john mayer}
i'm just waiting for the moment to arrive {gold rush - edd sheeran}
like ships in the night passing me by {ships in the night - mat kearney}
mirror on the wall here we are again {mirror - lil wayne}
but i'm not afraid {not afraid - eminem}
in your eyes i have seen all the feeling and the rain {venice - the lighthouse and the whaler}
you ran away in your sleep {paradise - coldplay}
but i won't give up on us {i won't give up - jason mraz}
like the colors in autumn so bright {red - taylor swift}
i loved you first {loved you first - one direction}
the lingering question kept me up {enchanted - taylor swift}
will your mouth read this truth {little bird - ed sheeran}
i've been loving you for quite some time {stay stay stay - taylor swift}
there's things you need to hear {the heart of life - john mayer}
you don't know how lovely you are {the scientist - coldplay}
i'm in love with you and all your little things {little things - one direction}
i belong with you  {** hey - the lumineers}
you belong with me {you belong with me - taylor swift}
i'm lucky i'm in love with my best friend {lucky - jason mraz feat. colbie caillat}
i wrote this yesterday
it's a plethora of lyrics from songs off my ipod
Jowlough May 2011
Gracias a los que
entiende,
miró a ambos lados,
nunca juzgado mal por el propio bien.
los que sabían,
que se quedaron en el interior,
sin un precio,
sin ningún argumento amistad.

Para los verdaderos amigos no entienden,
se mantendrá en contacto,
y nunca, hablar mal de boca.

se levanta la moral,
contra las fuerzas que resisten, pero,
una falsa voluntad de que usted
se hunde en el fondo de arenas movedizas.

Ahora, todavía estoy esperando,
la positividad es lo que estoy deseando,
que son para siempre,
desde hace años que estamos haciendo.

por todos los recuerdos,
hemos construido un muro,
cuatro de nosotros, lo hizo todo.
A pesar de todo,
lo que el mundo nos importa?
porque yo sentía la comodidad,
en la sabiduría a todos desnudos,
que ha compartido,e deseo la felicidad,
incluso todo lo que ha cambiado,
aún estoy expulsado,
cuando nos encontremos, en algún momento,en algún lugar,
lo que puedo decir, que ha sido un parte,
y mi pasado nunca fue un llorar,
que siempre recordará,
he definido, que es la amistad.
(c) t.i.f.y - 5.27.11 jcjuatco
El gobierno francés, ¿o fue el gobierno inglés?, puso una lápida
En esa casa de 8 Great College Street, Camden Town, Londres,
Adonde en una habitación Rimbaud y Verlaine, rara pareja,
Vivieron, bebieron, trabajaron, fornicaron,
Durante algunas breves semanas tormentosas.
Al acto inaugural asistieron sin duda embajador y alcalde,
Todos aquellos que fueran enemigos de Verlaine y Rimbaud cuando vivían.

Con la tristeza sórdida que va con lo que es pobre,
No la tristeza funeral de lo que es rico sin espíritu.
Cuando la tarde cae, como en el tiempo de ellos,
Sobre su acera, húmedo y gris el aire, un organillo
Suena, y los vecinos, de vuelta del trabajo,
Bailan unos, los jóvenes, los otros van a la taberna.

Corta fue la amistad singular de Verlaine el borracho
Y de Rimbaud el golfo, querellándose largamente.
Mas podemos pensar que acaso un buen instante
Hubo para los dos, al menos si recordaba cada uno
Que dejaron atrás la madre inaguantable y la aburrida esposa.
Pero la libertad no es de este mundo, y los libertos,
En ruptura con todo, tuvieron que pagarla a precio alto.

Sí, estuvieron ahí, la lápida lo dice, tras el muro,
Presos de su destino: la amistad imposible, la amargura
De la separación, el escándalo luego; y para éste
El proceso, la cárcel por dos años, gracias a sus costumbres
Que sociedad y ley condenan, hoy al menos; para aquél a solas
Errar desde un rincón a otro de la tierra,
Huyendo a nuestro mundo y su progreso renombrado.

El silencio del uno y la locuacidad banal del otro
Se compensaron. Rimbaud rechazó la mano que oprimía
Su vida; Verlaine la besa, aceptando su castigo.
Uno arrastra en el cinto el oro que ha ganado; el otro
Lo malgasta en ajenjo y mujerzuelas. Pero ambos
En entredicho siempre de las autoridades, de la gente
Que con trabajo ajeno se enriquece y triunfa.

Entonces hasta la negra prostituta tenía derecho de insultarlos;
Hoy, como el tiempo ha pasado, como pasa en el mundo,
Vida al margen de todo, sodomía, borrachera, versos escarnecidos,
Ya no importan en ellos, y Francia usa de ambos nombres y ambas obras
Para mayor gloria de Francia y su arte lógico.
Sus actos y sus pasos se investigan, dando al público
Detalles íntimos de sus vidas. Nadie se asusta ahora, ni protesta.

"¿Verlaine? Vaya, amigo mío, un sátiro, un verdadero sátiro.
Cuando de la mujer se trata; bien normal era el hombre,
Igual que usted y que yo. ¿Rimbaud? Católico sincero,
como está demostrado".
Y se recitan trozos del "Barco Ebrio" y del soneto a las "Vocales".
Mas de Verlaine no se recita nada, porque no está de moda
Como el otro, del que se lanzan textos falsos en edición de lujo;
Poetas mozos de todos los países hablan mucho de él en sus provincias.

¿Oyen los muertos lo que los vivos dicen luego de ellos?
Ojalá nada oigan: ha de ser un alivio ese silencio interminable
Para aquellos que vivieron por la palabra y murieron por ella,
Como Rimbaud y Verlaine. Pero el silencio allá no evita
Acá la farsa elogiosa repugnante. Alguna vez deseó uno
Que la humanidad tuviese una sola cabeza, para así cortársela.
Tal vez exageraba: si fuera sólo una cucaracha, y aplastarla.
Aditi Dec 2013
I found God
On the corner of First and Amistad
Where the west
Was all but won
All alone
Smoking his last cigarette
I said, "Where you been?"
He said, "Ask anything".


Where were you
When everything was falling apart?
All my days
Were spent by the telephone
That never rang
And all I needed was a call
That never came
To the corner of First and Amistad


Lost and insecure
You found me, you found me
Lyin' on the floor
Surrounded, surrounded
Why'd you have to wait?
Where were you? Where were you?
Just a little late
You found me, you found me


In the end
Everyone ends up alone
Losing her
The only one who's ever known
Who I am
Who I'm not, who I wanna be
No way to know
How long she will be next to me


Lost and insecure
You found me, you found me
Lyin' on the floor
Surrounded, surrounded
Why'd you have to wait?
Where were you? Where were you?
Just a little late
You found me, you found me


Early morning
The city breaks
I've been callin'
For years and years and years and years
And you never left me no messages
Ya never send me no letters
You got some kinda nerve
Taking all I want


Lost and insecure
You found me, you found me
Lyin' on the floor
Where were you? Where were you?
Lost and insecure
You found me, you found me
Lyin' on the floor
Surrounded, surrounded
Why'd you have to wait?
Where were you? Where were you?
Just a little late
You found me, you found me
Why'd you have to wait?
To find me, to find me
Shallow Oct 2022
Your flag
Your pride
Your accent and voice
The way you dress
The way you greet others
Your money

Your hair
Your face
Your tongue and the language it speaks
How you trip over words
Of a language which isn’t yours

Assimilate.
But not too much
We already know your name
And your story
All by one look
All before you’re granted a chance to speak

Our children will stare at the gringa who passes
Whose tongue flicks with an anglicized mark
And crowds will glare with eyes of disgust
And shield our children from the alien before us

But we will also stop you in our streets to speak with you
But not because we care what you have to say
Rather because we want to practice your language
And make it ours
So we may criticize you in a way you’ll understand

But you’re here to study
And here to learn
And we want your money but not you in our schools
You take classes with your own kind
And speak with your own kind
And suffer with your own kind

We try to keep you all contained.

You can try to speak Castellano
Or learn how we think
But it doesn’t matter what you do
Every action is already explained
By the fact you’re a foreigner.

Where do you come from?
You couldn’t tell she’s American
By her flag, her pride, her accent and voice?
Your country seems like a different planet
Are you sure you came by plane?

Alien.
Are you an alien person?
But it isn’t a question of your place of origin
It is of your humanity.
Are you an alien person?

Foreign,
Foreign,
Foreigner.

Your name is too American
Write it like this.
Never mind that, it is too hard to say.
Here is a new one.
You only have one surname.
What did you do to disgrace your mother?

Come observe a new culture, never participating.
But we will observe you from across the Atlantic.
And your semi-barbaric ways
Because we know if the choice was ours
We’d house the lady
And you the tiger.

Come to our country where we may serve you poisoned fruit
And send you to our prison-hospitals
Where you will stay in your cell until yellow swims around your ankles
And you cry loud enough to be an annoyance
And when your bill arrives, te haremos confundido por Castellano
Never offering you el lujo a entender
Never offering ni paz ni amistad.

But you chose to come here
You cannot be surprised to you pay thousands to clean your blood off our floors
When you chose to spread your enslavement and war.
You are all so violent to spill so much blood
So barbaric.

Who will believe you if you say you don’t fight?
We see the news of you failing to protect your children
And how Oedipus permeates your state of mind
And the permanence of a confederacy keen on killing Kenyans
You walk your streets ready to spill your brother’s blood
And the blood of a million foreigners as you have done before

You circumcise your sons the moment they cry
And just stop there?
Why not cut off the rest
So your kind may never reproduce?
And your brother may live in awe of you

But we never enslaved nor conquered
Nor cut the hands or feet of any right-doer
Nor colonized, evangelized, or spoke a wrong word
We stayed neutral in war, fighting civil for the civil
Our history is filled with the taste of sweet sugar
Curated by the hands of people who adored us
Violence is all too western
And by that we mean American.

You chose to abandon your land
To study here
And to learn here
To hunt for our money and spend it on alcohol
So you may drunkenly stumble with your own kind
And speak with your own kind
And suffer with your own kind
And play the most dangerous game

A gamble with your money
A gamble with the law
A gamble with your freedom
All contained in a troublesome roulette

Because here the game is always rigged against you.

You are giants
Coarse, crude, and caustic
Who infect every perfect thing you touch
Turning our fine shores to gravel lots
Spitting oil in our seas
And turning our precious wine to water
All for the sake of bettering your newborn nation
Which ***** on the *** of its European predecessors

Wipe your streets with the blood of your children
And the blood of your women
And the blood of every barbarian who dares to hold a gun in the name of freedom
And there will be no one left to sing your anthem

We will eat you and your country alive
And burn your body among our forgotten tyranny
With the victims of our cultural dictatorship
And your country will pay no mind
And your death will be not so much as tragedy as a mere statistic.

Because to you it is life and death.
But to us it is a bet
How long will the gringa last?
Before xenophobia eats her alive
And her last words fall victim to a false deafness
Because this language should not be hers?

Yes, this is a ballad to your loss
The coming of a new era
When the gringa hangs on her cross
With the ashes of white and blue behind her
As her blood spills red
And she looks up to the stars
As her guts spill out
Striped with the acid of her nation

And we will watch as she sells her guts to afford her surgeon
In that country which pays her no mind
In that country which sees her as meat to be hunted
In that country which plays the most dangerous game
In her country who wins the most dangerous game
In her country who saved her life
In her country who she calls home
In her country who wants her home.

And she will cry waving her bloodied flag
Screaming “I’m American!”
Because her heart lies in her imperfect land
In her imperfect home
With her imperfect people
And she has an unfathomable love for her flag
Stained with the blood of a million foreigners.
A commentary on my personal experience with Spanish xenophobia
Una rosa en el alto jardín que tú deseas.
Una rueda en la pura sintaxis del acero.
Desnuda la montaña de niebla impresionista.
Los grises oteando sus balaustradas últimas.
Los pintores modernos en sus blancos estudios,
cortan la flor aséptica de la raíz cuadrada.
En las aguas del Sena un ice-berg  de mármol
enfría las ventanas y disipa las yedras.
El hombre pisa fuerte las calles enlosadas.
Los cristales esquivan la magia del reflejo.
El Gobierno ha cerrado las tiendas de perfume.
La máquina eterniza sus compases binarios.
Una ausencia de bosques, biombos y entrecejos
yerra por los tejados de las casas antiguas.
El aire pulimenta su prisma sobre el mar
y el horizonte sube como un gran acueducto.
Marineros que ignoran el vino y la penumbra,
decapitan sirenas en los mares de plomo.
La Noche, negra estatua de la prudencia, tiene
el espejo redondo de la luna en su mano.
Un deseo de formas y límites nos gana.
Viene el hombre que mira con el metro amarillo.
Venus es una blanca naturaleza muerta
y los coleccionistas de mariposas huyen.
Cadaqués, en el fiel del agua y la colina,
eleva escalinatas y oculta caracolas.
Las flautas de madera pacifican el aire.
Un viejo dios silvestre da frutas a los niños.
Sus pescadores duermen, sin ensueño, en la arena.
En alta mar les sirve de brújula una rosa.
El horizonte virgen de pañuelos heridos,
junta los grandes vidrios del pez y de la luna.
Una dura corona de blancos bergantines
ciñe frentes amargas y cabellos de arena.
Las sirenas convencen, pero no sugestionan,
y salen si mostramos un vaso de agua dulce.
¡Oh, Salvador Dalí, de voz aceitunada!
No elogio tu imperfecto pincel adolescente
ni tu color que ronda la color de tu tiempo,
pero alabo tus ansias de eterno limitado.
Alma higiénica, vives sobre mármoles nuevos.
Huyes la oscura selva de formas increíbles.
Tu fantasía llega donde llegan tus manos,
y gozas el soneto del mar en tu ventana.
El mundo tiene sordas penumbras y desorden,
en los primeros términos que el humano frecuenta.
Pero ya las estrellas ocultando paisajes,
señalan el esquema perfecto de sus órbitas.
La corriente del tiempo se remansa y ordena
en las formas numéricas de un siglo y otro siglo.
Y la Muerte vencida se refugia temblando
en el círculo estrecho del minuto presente.
Al coger tu paleta, con un tiro en un ala,
pides la luz que anima la copa del olivo.
Ancha luz de Minerva, constructora de andamios,
donde no cabe el sueño ni su flora inexacta.
Pides la luz antigua que se queda en la frente,
sin bajar a la boca ni al corazón del bosque.
Luz que temen las vides entrañables de Baco
y la fuerza sin orden que lleva el agua curva.
Haces bien en poner banderines de aviso,
en el límite oscuro que relumbra de noche.
Como pintor no quieres que te ablande la forma
el algodón cambiante de una nube imprevista.
El pez en la pecera y el pájaro en la jaula.
No quieres inventarlos en el mar o en el viento.
Estilizas o copias después de haber mirado,
con honestas pupilas sus cuerpecillos ágiles.
Amas una materia definida y exacta
donde el hongo no pueda poner su campamento.
Amas la arquitectura que construye en lo ausente
y admites la bandera como una simple broma.
Dice el compás de acero su corto verso elástico.
Desconocidas islas desmiente ya la esfera.
Dice la línea recta su vertical esfuerzo
y los sabios cristales cantan sus geometrías.
Pero también la rosa del jardín donde vives.
¡Siempre la rosa, siempre, norte y sur de nosotros!
Tranquila y concentrada como una estatua ciega,
ignorante de esfuerzos soterrados que causa.
Rosa pura que limpia de artificios y croquis
y nos abre las alas tenues de la sonrisa
(Mariposa clavada que medita su vuelo).
Rosa del equilibrio sin dolores buscados.
¡Siempre la rosa!
¡Oh, Salvador Dalí de voz aceitunada!
Digo lo que me dicen tu persona y tus cuadros.
No alabo tu imperfecto pincel adolescente,
pero canto la firme dirección de tus flechas.
Canto tu bello esfuerzo de luces catalanas,
tu amor a lo que tiene explicación posible.
Canto tu corazón astronómico y tierno,
de baraja francesa y sin ninguna herida.
Canto el ansia de estatua que persigues sin tregua,
el miedo a la emoción que te aguarda en la calle.
Canto la sirenita de la mar que te canta
montada en bicicleta de corales y conchas.
Pero ante todo canto un común pensamiento
que nos une en las horas oscuras y doradas.
No es el Arte la luz que nos ciega los ojos.
Es primero el amor, la amistad o la esgrima.
Es primero que el cuadro que paciente dibujas
el seno de Teresa, la de cutis insomne,
el apretado bucle de Matilde la ingrata,
nuestra amistad pintada como un juego de oca.
Huellas dactilográficas de sangre sobre el oro,
rayen el corazón de Cataluña eterna.
Estrellas como puños sin halcón te relumbren,
mientras que tu pintura y tu vida florecen.
No mires la clepsidra con alas membranosas,
ni la dura guadaña de las alegorías.
Viste y desnuda siempre tu pincel en el aire
frente a la mar poblada de barcos y marinos.

— The End —