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César Vallejo  Jun 2017
Xiii
Padre polvo que subes de España,
Dios te salve, libere y corone,
padre polvo que asciendes del alma.

Padre polvo que subes del fuego,
Dios te salve, te calce y dé un trono,
padre polvo que estás en los cielos.

Padre polvo, biznieto del humo,
Dios te salve y ascienda a infinito,
padre polvo, biznieto del humo.

Padre polvo en que acaban los justos,
Dios te salve y devuelva a la tierra,
padre polvo en que acaban los justos.

Padre polvo que creces en palmas;
Dios te salve y revista de pecho,
padre polvo, terror de la nada.

Padre polvo, compuesto de hierro,
Dios te salve y te dé forma de hombre,
padre polvo que marchas ardiendo.

Padre polvo, sandalia del paria,
Dios te salve y jamás te desate,
padre polvo, sandalia del paria.

Padre polvo que avientan los bárbaros,
Dios te salve y te ciña de dioses,
padre polvo que escoltan los átomos.

Padre polvo, sudario del pueblo,
Dios te salve del mal para siempre,
padre polvo español, padre nuestro.

Padre polvo que vas al futuro,
Dios te salve, te guíe y te dé alas,
padre polvo que vas al futuro.
Victor D López Feb 2019
Heroes Desconocidos: Parte V: Felipe 1931 - 2016  
© 2016, 2019 Victor D. López

Naciste cinco años antes del comienzo de la Guerra Civil Española que vería a tu padre exiliado.
El lenguaje llegó más tarde a ti que a tu hermano pequeño Manuel, y tartamudeaste por un
Tiempo, a diferencia de aquellos que hablan incesantemente sin nada que decir. Tu madre
Confundió la timidez con la falta de lucidez un trágico error que te marcó por vida.

Cuando tu hermano Manuel murió a los tres años de la meningitis, oíste a tu madre exclamar:
"Dios me llevó el listo y me dejó el tonto." Tenías apenas cinco años. Nunca olvidaste esas
Palabras. ¿Como podrías hacerlo? Sin embargo, amaste a tu madre con todo tu corazón.
Pero también te retiraste más en ti mismo, la soledad tu compañera y mejor amiga.

De hecho, eras un niño excepcional. La tartamudez se alejó después de los cinco años para no
Volver jamás, y cuando estaba en la escuela secundaria, tu maestra llamó a tu madre para una
Rara conferencia y le dijo que la tuya era una mente dotada, y que deberías ingresar a la
Universidad para estudiar ciencia, matemáticas o ingeniería.

Ella escribió a tu padre exiliado en Argentina para decirle la buena noticia, que tus profesores
Creían que fácilmente ganarías la entrada a la (entonces y ahora) altamente selectiva universidad Pública donde los asientos eran pocos, y muy difíciles de alcanzar basado en exámenes Competitivos ¿La respuesta de tu padre? Comprale un par de bueyes para arar las tierras.

Esa respuesta de un hombre muy respetado, un pez grande en un pequeño estanque en su nativo Olearos en ese tiempo está más allá de la comprensión. Había optado por preservar su interés
Propio en que continuaras su negocio familiar y trabajara sus tierras en su ausencia. Esa cicatriz También fue añadida a aquellas que nunca sanarían en tu enorme y poro corazón.

Sin la ayuda para los gastos de vida universitarios (todo lo que habrías requerido), quedaste
Decepcionado y dolido, pero no enfadado; Simplemente encontrarías otra opción. Tomaste los Exámenes competitivos para las dos escuelas de entrenamiento militar que proporcionarían una Educación vocacional excelente y un pequeño sueldo a cambio del servicio militar.

De los cientos de aspirantes a los pocos puestos premiados en cada una de las dos instituciones,
Marcaste primero para el más competitiva de las dos (El Parque) y decimotercero para la Segundo, La Fábrica de Armas. Escogiste la inferior para dejarle el puesto a un compañero de
Clase que había quedado eliminado por pocos puntos. Ese eras tú, siempre y para siempre.

En la escuela militar, finalmente estuviste en tu elemento. Te convertiría en una mecánico /
Maquinista de clase mundial, una profesión que te brindaría trabajo bien pagado en cualquier
Parte de la tierra de por vida. Fuiste verdaderamente un genio mecánico quien años más tarde
Añadiría electrónica, mecánica de automóviles y soldadura especializada a tus capacidades.

Dado un taller de máquinas bien montado, podrías con ingeniería inversa duplicar cada maquina
Y montar uno idéntico sin referencia a planes ni instrucciones. Te convertiste en un mecánico
Maestro dotado, y trabajaste en posiciones de línea y de supervisión en un puñado de empresas
En Argentina y en los Estados Unidos, incluyendo a Westinghouse, Warner-Lambert y Pepsi Co.

Te encantó aprender, especialmente en tus campos (electrónica, mecánica, soldadura), buscando
La perfección en todo lo que hiciste. Cada tarea difícil en el trabajo se te dio a ti toda tu vida.
No dormías por la noche cuando un problema necesitaba solución. Hacías cálculos,
Dibujos, planes y trabajabas incluso literalmente en tus sueños con pasión singular.

Estabas en tu elemento enfrentando los rigores académicos y físicos de la escuela militar,
Pero la vida era difícil para ti en la época de Franco cuando algunos instructores
Te llamaban "Roxo" - "rojo" en gallego - que se refería a la política de tu padre en
Apoyo a la República fallida. Finalmente, el abuso fue demasiado para soportar.


Una vez mientras estabas de pie en la atención en un pasillo con los otros cadetes esperando
Dar lista, fuiste repetidamente empujado en la espalda subrepticiamente. Moverte provocaría
Deméritos, y deméritos podrían causar la pérdida de puntos en tu grado final y arresto por
Los fines de semana sucesivos. Lo aguantaste un rato hasta perder la paciencia.

Volteaste hacia el cadete detrás tuyo y en un movimiento fluido lo cogiste por la chaqueta y con
Una mano lo colgaste en un gancho por encima de una ventana donde estaban Parados. Se
Arremolinó, hasta que fue rescatado por dos instructores militares furiosos.
Tuviste detención de Fin de semana durante meses, y una reducción del 10% en el grado final.

Un destino similar le ocurrió un compañero de trabajo unos años más tarde en Buenos Aires que
Te llamó hijo de puta. Lo levantaste en una mano por la garganta y lo mantuviste allí hasta que
Tus compañeros de trabajo intervinieron, rescatándolo al por la fuerza. La lección fue aprendida
Por todos en términos inconfundibles: Dejar a la mamá de Felipe en paz.

Eras increíblemente fuerte, especialmente en tu juventud, sin duda en parte debido a un trabajo
Agrícola riguroso, tu entrenamiento militar y participación en deportes competitivos. A los quince
Años, una vez te doblaste para recoger algo en vista de un carnero, presentando al animal un
Objetivo irresistible. Te cabeceo encima de un pajar. También aprendió rápidamente su lección.

Te sacudiste el polvo, y corriste hacia el pobre carnero, agarrándolo por los cuernos, girándolo
Alrededor varias vueltas, y lanzándolo encima del mismo pajar. El animal no resultó herido, pero Aprendió a mantener su distancia a partir de ese día. En general, fuiste muy lentos en enfadar
Ausente cabeceos, empujones repetidos o referencias irrespetuosas a tu madre.

Rara vez te vi enfadado; y era mamá, no tú, la disciplinaria, con zapatilla en la mano. Recibí
Muy pocas bofetadas tuyas. Mamá me golpeaba con una zapatilla a menudo cuando yo era
Pequeño, sobre todo porque podía ser un verdadero dolor de cabeza, queriendo Saber / intentar / Hacerlo todo, completamente ajeno al significado de la palabra "no" o de mis limitaciones.

Mamá a veces insistía en que me dieras una buena paliza. En una de esas ocasiones por una Transgresión olvidada cuando yo tenía nueve años, me llevaste a tu habitación, quitaste el
Cinturón, te sentaste a mi lado y te pegaste varias veces a tu propio brazo y mano susurrándome
"Llora", lo cual hice fácilmente. "No se lo digas a mamá." No lo hice. Sin duda lo sabía.

La perspectiva de servir en un ejército que te consideraba un traidor por la sangre se te hizo
Difícil de soportar, y en el tercer año de escuela, un año antes de la graduación, te fuiste a unirte
A tu padre exiliado en Argentina, a comenzar una nueva vida. Dejaste atrás a tu amada madre y a
Dos hermanas para comenzar de nuevo en una nueva tierra. Tu querido perro murió de pena.

Llegaste a Buenos Aires para ver a un padre que no recordabas a los 17 años. Eras demasiado
Joven para trabajar legalmente, pero parecías más viejo que tus años (un rasgo compartido).
Mentiste acerca de tu edad e inmediatamente encontraste trabajo como maquinista / mecánico de
Primer grado. Eso fue inaudito y te trajo algunos celos y quejas en el taller sindical.

El sindicato se quejó con el gerente general sobre tu sueldo y rango. Él respondió, "Daré el
Mismo rango y salario a cualquier persona en la compañía que pueda hacer lo que Felipe hace."
Sin duda, los celos y los gruñidos continuaron durante un tiempo. Pero no había compradores.
Y pronto ganaste el grupo, convirtiéndote en su mascota protegida como "hermano pequeño".

Tu padre partió hacia España dentro de un año de tu llegada cuando Franco emitió un perdón
General a todos los disidentes que no habían derramado sangre. Quería que volvieras a
Reanudar el negocio familiar asumido por tu madre en su ausencia con tu ayuda. Pero te negaste a Renunciar tu alto salario, el respeto y la independencia que se te negaban en su casa.

Tendrías escasamente 18 años, viviendo en una habitación que habías compartido con tu padre al
Lado de una escuela. Pero también habías encontrado una nueva querida familia en tu tío José,
Uno de los hermanos de tu padre, y su familia. su hija, Nieves con su esposo, Emilio, y
Sus hijos, Susana, Oscar (Rubén Gordé) y Osvaldo, se convirtieron en tu nueva familia nuclear.

Te casaste con mamá en 1955 y tuviste dos negocios fallidos en el rápido desvanecimiento en la
Argentina a finales de los años 1950 y comienzos de los años 1960. El primero fue un taller
Con una pequeña fortuna de contratos de gobierno no pagados. El segundo, una tienda de
Comestibles, también falló debido a la hiperinflación y el crédito extendió a clientes necesitados.

A lo largo de todo esto, seguiste ganando un salario excepcionalmente bueno. Pero a mediados
De los años 60, casi todo fue a pagar a los acreedores de la tienda de comestibles fallada.
Tuvimos años muy difíciles. Algún día escribiré sobre eso. Mamá trabajo de sirvienta, incluso
Para amigos ricos. Tu salías de casa a las 4:00 a.m. volviendo de noche para pagar las facturas.

El único lujo que tú y mamá retuvieron fue mi colegio católico. No había otra extravagancia. No
Pagar las facturas nunca fue una opción para ustedes. Nunca entró en sus mentes. No era una
Cuestión de ley u orgullo, sino una cuestión de honor. Pasamos por lo menos tres años muy
Dolorosos con tu y mamá trabajando muy duro, ganando bien pero éramos realmente pobres.

Tú y mamá se cuidaron mucho de esconder esto de mí y sufrieron grandes privaciones para
Aislarme lo mejor que pudieron de las consecuencias de una economía destrozada y su efecto a
Sus ahorros de vida y a nuestra cómoda vida. Llegamos a Estados Unidos a finales de los años 60 Después de esperar más de tres años por visas, a una nueva tierra de esperanza.

Tu hermana y cuñado, Marisa y Manuel, hicieron sus propios sacrificios para traernos aquí.
Traíamos unos $ 1, 000 del pago inicial por nuestra diminuta casa, y las joyas empeñadas de Mamá.
(La hiperinflación y los gastos comieron los pagos restantes). Otras posesiones preciadas
Fueron dejadas en un baúl hasta que pudieran reclamarlas. Nunca lo hicieron.

Incluso los billetes de avión fueron pagados por Marisa y Manuel. Insististe al llegar en términos
Escritos para el reembolso con intereses. Fuiste contratado en tu primera entrevista como un
Mecánico de primer grado a pesar de no hablar una palabra de inglés. Dos meses más tarde, la
Deuda fue saldada, mamá también trabajaba, y nos mudamos a nuestro primer apartamento.

Trabajaste largas horas, incluyendo sábados y horas extras diarias. La salud en declive te obligó
A retirarte a los 63 años y poco después, tú y mamá se mudaron de Queens al Condado de Orange. Compraron una casa a dos horas de nuestra residencia permanente en el Condado de Otsego, y, en la Próxima década, fueron felices, viajando con amigos y visitándonos a menudo.

Entonces las cosas empezaron a cambiar. Problemas cardíacos (dos marcapasos), cáncer de
Colon, Melanoma, enfermedad de hígado y renal causada por sus medicamentos, presión arterial
Alta, la gota, Cirugía de la vejiga biliar, diabetes.... Y aún seguiste hacia adelante, como el
Conejito “Energizer”, remendado, golpeado, magullado pero imparable e imperturbable.

Luego mamá comenzó a mostrar señas de pérdida de memoria junto con sus otros problemas de
Salud. Ella oculto bien sus propias dolencias, y nos dimos cuenta mucho más tarde que había un Problema grave. Hace dos años, su demencia empeoraba pero seguía funcionando hasta que
Complicaciones de cirugía de la vesícula biliar requirieron cuatro cirugías en tres meses.

Ella nunca se recuperó y tuvo que ser colocada en un asilo de ancianos con cuido intensivo.
Varios, de hecho, ya que Rechazó la comida y tú y yo nos negamos a simplemente dejarla ir, lo que Pudiera haber sido más noble. Pero "mientras hay vida, hay esperanza" como dicen los españoles.
No hay nada más allá del poder de Dios. Los milagros suceden.

Durante dos años tu viviste solo, rechazando ayuda externa, engendrando numerosos argumentos Acerca de tener a alguien unos días a la semana para ayudar a limpiar, cocinar, y hacer las tareas.
Tu no eras nada sino terco (otro rasgo compartido). El último argumento sobre el tema hace unas
Dos semanas terminó en tu llanto. No aceptarías ayuda externa hasta que mamá regresara a casa.

Sufriste un gran dolor debido a los discos abultados en la columna vertebral y caminabas con uno
De esos asientos ambulatorios con manillares que mamá y yo te elegimos hace años. Te
Sentabas cuando el dolor era demasiado, y luego seguías adelante con pocas quejas. Hace diez
Días, finalmente acordaste que necesitabas ir al hospital para drenar el líquido abdominal.
Tu hígado y riñones enfermos lo producían y se te hinchó el abdomen y las piernas hasta el punto
Que ponerte los zapatos o la ropa era muy difícil, como lo era la respiración. Me llamaste de una
Tienda local llorando que no podías encontrar pantalones que te cupieran. Hablamos, un rato y te
Calmé, como siempre, no permitiendo que te ahogaras en la lástima propia.

Fuiste a casa y encontraste unos pantalones nuevos extensibles que Alice y yo te habíamos
Comprado y quedaste feliz. Ya tenías dos cambios de ropa que aún te cabían para llevar al
Hospital. Listo, ya todo estaba bien. El procedimiento no era peligroso y lo había ya pasado
Varias veces.  Sería necesario un par de días en el hospital y te vería de nuevo el fin de semana.

No pude estar contigo el lunes 22 de febrero cuando tuviste que ir al hospital, como casi siempre
Lo había hecho, por el trabajo. Se suponía que debías ser admitido el viernes anterior, para yo Acompañarte, pero los médicos también tienen días libres y cambiaron la cita. No pude faltar al
Trabajo. Pero no estabas preocupado; Esto era sólo rutina. Estarías bien. Te vería en unos días.

Iríamos a ver a mamá el viernes, cuando estarías mucho más ligero y te sentirías mucho mejor.
Tal vez podríamos ir a comprate más ropa si la hinchazón no disminuía lo suficiente. Condujiste
Al médico y luego te transportaron por ambulancia al hospital. Yo estaba preocupado, pero no Demasiado. Me llamaste sobre las cinco de la tarde para decirme que estabas bien, descansando.

“No te preocupes. Estoy seguro aquí y bien cuidado." Hablamos un poco sobre lo usual, y te
Asegure que te vería el viernes o el sábado. Estabas cansado y querías dormir. Te pedí que me Llamaras si despertabas más tarde esa noche o te hablaría yo al día siguiente. Alrededor de
Las 10:00 p.m. recibí una llamada de tu celular y respondí de la manera habitual optimista.

“Hola, Papi.” En el otro lado había una enfermera que me decía que mi padre había caído.
Le aseguré que estaba equivocada, ya que mi padre estaba allí para drenar el líquido abdominal.
"No entiendes. Se cayó de su cama y se golpeó la cabeza en una mesita de noche o algo,
Y su corazón se ha detenido. Estamos trabajando en él durante 20 minutos y no se ve bien ".

"¿Puedes llegar aquí?" No pude. Había bebido dos o tres vasos de vino poco antes de la llamada
Con la cena. No pude conducir las tres horas a Middletown. Lloré. Oré. Quince minutos después
Recibí la llamada de que te habías ido. Perdido en el dolor, sin saber qué hacer, llamé a mi
Esposa. Poco después vino una llamada del forense. Se requirió una autopsia. No pudría verte.

Cuatro días después tu cuerpo fue finalmente entregado al director de funeraria que había
Seleccionado por su experiencia con el proceso de entierro en España. Te vi por última vez para Identificar tu cuerpo. Besé mis dedos y toqué tu frente mutilada. Ni siquiera podrías tener la
Dignidad de un ataúd abierto. Querías cremación. Tu cuerpo lo espera mientras escribo esto.

Estabas solo, incluso en la muerte. Solo. En el hospital, mientras desconocidos trabajaron en ti. En la Oficina del médico forense mientras esperabas la autopsia. En la mesa de la autopsia
Mientras pinchaban, empujaban, y cortaban tu cuerpo buscando indicios irrelevantes que no
Cambiarían nada ni beneficiarían a nadie, y menos que a nadie a ti.

Tendremos un servicio conmemorativo el próximo viernes con tus cenizas y una misa el sábado.
Nunca más te veré en esta vida. Alice y yo te llevaremos a casa, a tu pueblo natal, al
Cementerio de Olearos, La Coruña, España este verano. Allí esperarás el amor de tu vida.
Quién se unirá contigo en la plenitud del tiempo. Ella no comprendió mis lágrimas ni tu muerte.

Hay una bendición en la demencia. Ella pregunta por su madre, y dice que está preocupada
Porque no ha venido a visitarla en algún tiempo. “Ella viene”, me asegura siempre que la veo.
Tú la visitabas todos los días, excepto cuando la salud lo impedía. Pasaste este 10 de febrero aparte,
El aniversario 61 de bodas, demasiado enfermo para visitarla. Tampoco yo pude ir. Primera vez.

Espero que no te hayas dado cuenta de que estabais aparte el 10, pero dudo que sea el caso.
No te lo mencioné, esperando que lo hubieras olvidado, y tú tampoco. Eras mi conexión con Mamá.
No puede marcar o contestar un teléfono. Tu le ponías el teléfono celular al oído cuando
Yo no estaba en clase o en reuniones y podía hablar con ella. Ella siempre me reconoció.
Estoy a tres horas de ella. Los visitaba una o dos veces al mes. Ahora incluso esa línea de
Vida está cortada. Mamá está completamente sola, asustada, confundida, y no puedo en el corto
Plazo al menos hacer mucho sobre eso. No habías de morir primero. Fue mi mayor temor, y el
Tuyo, pero como con tantas cosas que no podemos cambiar, lo puse en el fondo de mi mente.

Me mantuvo en pie muchas noches, pero, como tú, todavía creía --y creo-- en milagros.
Yo te hablaba todas las noches, a menudo durante una hora o más, en el camino a casa del trabajo Tarde por la noche durante mi hora de viaje, o desde casa mientras cocinaba mi cena.
La mayoría del tiempo te dejaba hablar, tratando de darte apoyo y aliento.

Estabas solo, triste, atrapado en un ciclo sin fin de dolor emocional y físico. Últimamente eras Especialmente reticente a colgar el teléfono. Cuando mamá estaba en casa y todavía estaba
Relativamente bien, yo llamaba todos los días también, pero por lo general hablaba contigo sólo
Unos minutos y le dabas el teléfono a mamá, con quien conversaba por mucho más tiempo.

Durante meses tuviste dificultades para colgar el teléfono. Sabía que no querías volver al sofá,
Para ver un programa de televisión sin sentido, o para pagar más facturas. Me decías adiós, o
"Ya basta para hoy", y comenzar inmediatamente un nuevo hilo, repitiendo el ciclo, a veces cinco o seis Veces. Me dijiste una vez llorando recientemente, "Cuélgame o seguiré hablando".

Te quería, papá, con todo mi corazón. Discutimos, y yo a menudo te gritaba con frustración,
Sabiendo que nunca lo tomarías a pecho y que por lo general solo me ignorarías y harías lo que querías. Sabía lo desesperadamente que me necesitabas, y traté de ser tan paciente como pude.
Pero había días en los que estaba demasiado cansado, frustrado, y lleno de otros problemas.

Había días en los que me sentía frustrado cuando te quedabas en el teléfono durante una hora
Cuando necesitaba llamar a Alice, comer mi cena fría o incluso mirar un programa favorito.
Muy rara vez te corté una conversación por lo larga que fuese, pero si estuve frustrado a veces,
Incluso sabiendo bien cuánto me necesitabas y yo a ti, y cuán poco me pediste.

¿Cómo me gustaría oír tu voz de nuevo, incluso si fuera quejándote de las mismas cosas, o
Para contarme en detalle más minucioso algún aspecto sin importancia de tu día. Pensé que te haría
Tener al menos un poco más de tiempo. ¿Un año? ¿Dos? Sólo Dios sabía. Habría tiempo. Tenía
Mucho más que compartir contigo, mucho más de aprender cuando la vida se relajara un poco.

Tú me enseñaste a pescar (no tomó) y a cazar (que tomó aún menos) y mucho de lo que sé sobre
La mecánica y la electrónica. Trabajamos en nuestros coches juntos durante años--cambios de
Frenos, silenciadores, “tuneas” en los días en que los puntos, condensadores y luces de
Cronometraje tenían significado. Reconstruimos carburadores, ventanas eléctricas, y chapistería.

Éramos amigos, bunos amigos. Fuimos los domingos en coche a restaurantes favoritos o a
Comprar herramientas cuando yo era soltero y vivía en casa. Me enseñaste todo lo que necesito
Saber en la vida sobre todas las cosas que importan. El resto es papel sin sentido y vestidor.
Conocí tus pocas faltas y tus colosales virtudes y te conocí ser el mejor hombre de los dos.

Ni punto de comparación. Nunca podría hacer lo que hiciste. Nunca podría sobresalir en mis
Campos como lo hiciste en los tuyos. Eras hecho y derecho en todos los sentidos, visto desde
Todos los ángulos, a lo largo de tu vida. No te traté siempre así, pero te amé siempre
Profundamente, como lo sabe cualquiera que nos conoce. Te lo he dicho a menudo, sin vergüenza.

El mundo se ha enriquecido con tu viaje sobre él. No dejas atrás gran riqueza, ni obras que te Sobrevivan. Nunca tuviste tus quince minutos al sol. Pero importaste. Dios conoce tu virtud, tu
Integridad absoluta y la pureza de tu corazón. Nunca conoceré a un hombre mejor. Te amaré, te Extrañaré y te llevaré en mi corazón todos los días de mi vida. Que Dios te bendiga, papá.

  Si desean oír mi lectura de la versión original de este poema en inglés, pueden hacerlo aquí:
https://www.youtube.com/channel/UCRUiSZr1_rWDEObcWJELP7w
This is a translation from the English original I wrote immediately after my dad's passing in February of 2016.  Even in the hardest of times suffering from his own very serious medical conditions, my dad was full of love and easy laughter. I will never see his equal, or my mom's. Tears still blur my eyes as they do now just thinking of them with great love and an irreparable sense of loss.
- JP DeVille  Jun 2017
Padre mio
- JP DeVille Jun 2017
Oh padre mío, ¿Qué ha sido de ti?
Qué te ha hecho la vida,
te miras tan cansado ya,
Con tus ojos tristes llenos de recuerdos.
Veo tus errores marcados en las líneas
de tu frente,
siento en el choque de tu mano
como tiemblan tus huesos,
Tú me abrazas, pero tus brazos ya no tienen fuerza.

Oh padre mío, ¿Qué ha sido de ti?
Te fuiste en un día soleado con tus hombros
amplios y llenos de poder,
-me dejaste sonriendote-,
mientras las lágrimas de mi madre caían sobre mí.
Y ahora has vuelto con tus trapos
empapados con lluvia fría,
tus pies cortados y quemados por los fuegos que has cruzado;
te escucho y me hablas con una voz arrepentida.

Oh padre mío, ¿Qué ha sido de ti?
Mira tus dedos, tu mano izquierda,
donde una vez guardabas ese anillo de aquel amor,
que tanto afirmabas tener por mi madre,
ahora reemplazado por una oración.
El reloj en tu muñeca,
congelado en el tiempo en que te fuiste.
Padre soy tu hijo, mírame padre mío,
que soy tu en el espejo,
te entiendo y siento tu dolor,
Siento tu miseria,
tu tristeza y tu rencor.


Oh padre mío, ¿Qué ha sido de ti?
Han sido diecisiete años,
muchas cosas han pasado desde ayer,
ya no soy el niño que te miraba golpeando a tu propia mujer;
ya no soy el niño que dejaste de querer.
No te odio padre mío,
porque tú y yo somos tan diferentes
y tan iguales a la vez.
Padre yo soy tu hijo,
pero tu no eres mi padre.
Siendo mozo Alvargonzález,
dueño de mediana hacienda,
que en otras tierras se dice
bienestar y aquí, opulencia,
en la feria de Berlanga
prendóse de una doncella,
y la tomó por mujer
al año de conocerla.Muy ricas las bodas fueron
y quien las vio las recuerda;
sonadas las tornabodas
que hizo Alvar en su aldea;
hubo gaitas, tamboriles,
flauta, bandurria y vihuela,
fuegos a la valenciana
y danza a la aragonesa.   Feliz vivió Alvargonzález
en el amor de su tierra.
Naciéronle tres varones,
que en el campo son riqueza,
y, ya crecidos, los puso,
uno a cultivar la huerta,
otro a cuidar los merinos,
y dio el menor a la Iglesia.   Mucha sangre de Caín
tiene la gente labriega,
y en el hogar campesino
armó la envidia pelea.   Casáronse los mayores;
tuvo Alvargonzález nueras,
que le trajeron cizaña,
antes que nietos le dieran.   La codicia de los campos
ve tras la muerte la herencia;
no goza de lo que tiene
por ansia de lo que espera.   El menor, que a los latines
prefería las doncellas
hermosas y no gustaba
de vestir por la cabeza,
colgó la sotana un día
y partió a lejanas tierras.La madre lloró, y el padre
diole bendición y herencia.   Alvargonzález ya tiene
la adusta frente arrugada,
por la barba le platea
la sombra azul de la cara.   Una mañana de otoño
salió solo de su casa;
no llevaba sus lebreles,
agudos canes de caza;

  iba triste y pensativo
por la alameda dorada;
anduvo largo camino
y llegó a una fuente clara.   Echóse en la tierra; puso
sobre una piedra la manta,
y a la vera de la fuente
durmió al arrullo del agua.   Y Alvargonzález veía,
como Jacob, una escala
que iba de la tierra al cielo,
y oyó una voz que le hablaba.Mas las hadas hilanderas,
entre las vedijas blancas
y vellones de oro, han puesto
un mechón de negra lana.Tres niños están jugando
a la puerta de su casa;
entre los mayores brinca
un cuervo de negras alas.La mujer vigila, cose
y, a ratos, sonríe y canta.-Hijos, ¿qué hacéis? -les pregunta.Ellos se miran y callan.-Subid al monte, hijos míos,
y antes que la noche caiga,
con un brazado de estepas
hacedme una buena llama.   Sobre el lar de Alvargonzález
está la leña apilada;
el mayor quiere encenderla,
pero no brota la llama.-Padre, la hoguera no prende,
está la estepa mojada.   Su hermano viene a ayudarle
y arroja astillas y ramas
sobre los troncos de roble;
pero el rescoldo se apaga.Acude el menor, y enciende,
bajo la negra campana
de la cocina, una hoguera
que alumbra toda la casa.   Alvargonzález levanta
en brazos al más pequeño
y en sus rodillas lo sienta;-Tus manos hacen el fuego;
aunque el último naciste
tú eres en mi amor primero.   Los dos mayores se alejan
por los rincones del sueño.
Entre los dos fugitivos
reluce un hacha de hierro.   Sobre los campos desnudos,
la luna llena manchada
de un arrebol purpurino,
enorme globo, asomaba.Los hijos de Alvargonzález
silenciosos caminaban,
y han visto al padre dormido
junto de la fuente clara.   Tiene el padre entre las cejas
un ceño que le aborrasca
el rostro, un tachón sombrío
como la huella de un hacha.Soñando está con sus hijos,
que sus hijos lo apuñalan;
y cuando despierta mira
que es cierto lo que soñaba.   A la vera de la fuente
quedó Alvargonzález muerto.Tiene cuatro puñaladas
entre el costado y el pecho,
por donde la sangre brota,
más un hachazo en el cuello.Cuenta la hazaña del campo
el agua clara corriendo,
mientras los dos asesinos
huyen hacia los hayedos.Hasta la Laguna Negra,
bajo las fuentes del Duero,
llevan el muerto, dejando
detrás un rastro sangriento,
y en la laguna sin fondo,
que guarda bien los secretos,
con una piedra amarrada
a los pies, tumba le dieron.   Se encontró junto a la fuente
la manta de Alvargonzález,
y, camino del hayedo,
se vio un reguero de sangre.Nadie de la aldea ha osado
a la laguna acercarse,
y el sondarla inútil fuera,
que es la laguna insondable.Un buhonero, que cruzaba
aquellas tierras errante,
fue en Dauria acusado, preso
y muerto en garrote infame.   Pasados algunos meses,
la madre murió de pena.Los que muerta la encontraron
dicen que las manos yertas
sobre su rostro tenía,
oculto el rostro con ellas.   Los hijos de Alvargonzález
ya tienen majada y huerta,
campos de trigo y centeno
y prados de fina hierba;
en el olmo viejo, hendido
por el rayo, la colmena,
dos yuntas para el arado,
un mastín y mil ovejas.
    Ya están las zarzas floridas
y los ciruelos blanquean;
ya las abejas doradas
liban para sus colmenas,
y en los nidos, que coronan
las torres de las iglesias,
asoman los garabatos
ganchudos de las cigüeñas.Ya los olmos del camino
y chopos de las riberas
de los arroyos, que buscan
al padre Duero, verdean.El cielo está azul, los montes
sin nieve son de violeta.La tierra de Alvargonzález
se colmará de riqueza;
muerto está quien la ha labrado,
mas no le cubre la tierra.   La hermosa tierra de España
adusta, fina y guerrera
Castilla, de largos ríos,
tiene un puñado de sierras
entre Soria y Burgos como
reductos de fortaleza,
como yelmos crestonados,
y Urbión es una cimera.   Los hijos de Alvargonzález,
por una empinada senda,
para tomar el camino
de Salduero a Covaleda,
cabalgan en pardas mulas,
bajo el pinar de Vinuesa.Van en busca de ganado
con que volver a su aldea,
y por tierra de pinares
larga jornada comienzan.Van Duero arriba, dejando
atrás los arcos de piedra
del puente y el caserío
de la ociosa y opulenta
villa de indianos. El río
al fondo del valle, suena,
y de las cabalgaduras
los cascos baten las piedras.A la otra orilla del Duero
canta una voz lastimera:«La tierra de Alvargonzález
se colmará de riqueza,
y el que la tierra ha labrado
no duerme bajo la tierra.»   Llegados son a un paraje
en donde el pinar se espesa,
y el mayor, que abre la marcha,
su parda mula espolea,
diciendo: -Démonos prisa;
porque son más de dos leguas
de pinar y hay que apurarlas
antes que la noche venga.Dos hijos del campo, hechos
a quebradas y asperezas,
porque recuerdan un día
la tarde en el monte tiemblan.Allá en lo espeso del bosque
otra vez la copla suena:«La tierra de Alvargonzález
se colmará de riqueza,
y el que la tierra ha labrado
no duerme bajo la tierra».   Desde Salduero el camino
va al hilo de la ribera;
a ambas márgenes del río
el pinar crece y se eleva,
y las rocas se aborrascan,
al par que el valle se estrecha.Los fuertes pinos del bosque
con sus copas gigantescas
y sus desnudas raíces
amarradas a las piedras;
los de troncos plateados
cuyas frondas azulean,
pinos jóvenes; los viejos,
cubiertos de blanca lepra,
musgos y líquenes canos
que el grueso tronco rodean,
colman el valle y se pierden
rebasando ambas laderasJuan, el mayor, dice: -Hermano,
si Blas Antonio apacienta
cerca de Urbión su vacada,
largo camino nos queda.-Cuando hacia Urbión alarguemos
se puede acortar de vuelta,
tomando por el atajo,
hacia la Laguna Negra
y bajando por el puerto
de Santa Inés a Vinuesa.-Mala tierra y peor camino.
Te juro que no quisiera
verlos otra vez. Cerremos
los tratos en Covaleda;
hagamos noche y, al alba,
volvámonos a la aldea
por este valle, que, a veces,
quien piensa atajar rodea.Cerca del río cabalgan
los hermanos, y contemplan
cómo el bosque centenario,
al par que avanzan, aumenta,
y la roqueda del monte
el horizonte les cierra.El agua, que va saltando,
parece que canta o cuenta:«La tierra de Alvargonzález
se colmará de riqueza,
y el que la tierra ha labrado
no duerme bajo la tierra».
    Aunque la codicia tiene
redil que encierre la oveja,
trojes que guarden el trigo,
bolsas para la moneda,
y garras, no tiene manos
que sepan labrar la tierra.Así, a un año de abundancia
siguió un año de pobreza.   En los sembrados crecieron
las amapolas sangrientas;
pudrió el tizón las espigas
de trigales y de avenas;
hielos tardíos mataron
en flor la fruta en la huerta,
y una mala hechicería
hizo enfermar las ovejas.A los dos Alvargonzález
maldijo Dios en sus tierras,
y al año pobre siguieron
largos años de miseria.   Es una noche de invierno.
Cae la nieve en remolinos.
Los Alvargonzález velan
un fuego casi extinguido.El pensamiento amarrado
tienen a un recuerdo mismo,
y en las ascuas mortecinas
del hogar los ojos fijos.No tienen leña ni sueño.Larga es la noche y el frío
arrecia. Un candil humea
en el muro ennegrecido.El aire agita la llama,
que pone un  fulgor rojizo
sobre las dos pensativas 
testas de los asesinos.El mayor de Alvargonzález,
lanzando un ronco suspiro,
rompe el silencio, exclamando:-Hermano, ¡qué mal hicimos!El viento la puerta bate
hace temblar el postigo,
y suena en la chimenea
con hueco y largo bramido.Después, el silencio vuelve,
y a intervalos el pabilo
del candil chisporrotea
en el aire aterecido.El segundo dijo: -Hermano,
¡demos lo viejo al olvido!

  Es una noche de invierno.
Azota el viento las ramas
de los álamos. La nieve
ha puesto la tierra blanca.Bajo la nevada, un hombre
por el camino cabalga;
va cubierto hasta los ojos,
embozado en negra capa.Entrado en la aldea, busca
de Alvargonzález la casa,
y ante su puerta llegado,
sin echar pie a tierra, llama.   Los dos hermanos oyeron
una aldabada a la puerta,
y de una cabalgadura
los cascos sobre las piedras.Ambos los ojos alzaron
llenos de espanto y sorpresa.-¿Quién es?  Responda -gritaron.-Miguel -respondieron fuera.Era la voz del viajero
que partió a lejanas tierras.   Abierto el portón, entróse
a caballo el caballero
y echó pie a tierra. Venía
todo de nieve cubierto.En brazos de sus hermanos
lloró algún rato en silencio.Después dio el caballo al uno,
al otro, capa y sombrero,
y en la estancia campesina
buscó el arrimo del fuego.   El menor de los hermanos,
que niño y aventurero
fue más allá de los mares
y hoy torna indiano opulento,
vestía con ***** traje
de peludo terciopelo,
ajustado a la cintura
por ancho cinto de cuero.Gruesa cadena formaba
un bucle de oro en su pecho.Era un hombre alto y robusto,
con ojos grandes y negros
llenos de melancolía;
la tez de color moreno,
y sobre la frente comba
enmarañados cabellos;
el hijo que saca porte
señor de padre labriego,
a quien fortuna le debe
amor, poder y dinero.
De los tres Alvargonzález
era Miguel el más bello;
porque al mayor afeaba
el muy poblado entrecejo
bajo la frente mezquina,
y al segundo, los inquietos
ojos que mirar no saben
de frente, torvos y fieros.   Los tres hermanos contemplan
el triste hogar en silencio;
y con la noche cerrada
arrecia el frío y el viento.-Hermanos, ¿no tenéis leña?-dice Miguel.             -No tenemos
-responde el mayor.               Un hombre,
milagrosamente, ha abierto
la gruesa puerta cerrada
con doble barra de hierro.

El hombre que ha entrado tiene
el rostro del padre muerto.Un halo de luz dorada
orla sus blancos cabellos.
Lleva un haz de leña al hombro
y empuña un hacha de hierro.   De aquellos campos malditos,
Miguel a sus dos hermanos
compró una parte, que mucho
caudal de América trajo,
y aun en tierra mala, el oro
luce mejor que enterrado,
y más en mano de pobres
que oculto en orza de barro.   Diose a trabajar la tierra
con fe y tesón el indiano,
y a laborar los mayores
sus pegujales tornaron.   Ya con macizas espigas,
preñadas de rubios granos,
a los campos de Miguel
tornó el fecundo verano;
y ya de aldea en aldea
se cuenta como un milagro,
que los asesinos tienen
la maldición en sus campos.   Ya el pueblo canta una copla
que narra el crimen pasado:«A la orilla de la fuente
lo asesinaron.¡qué mala muerte le dieron
los hijos malos!En la laguna sin fondo
al padre muerto arrojaron.No duerme bajo la tierra
el que la tierra ha labrado».   Miguel, con sus dos lebreles
y armado de su escopeta,
hacia el azul de los montes,
en una tarde serena,
caminaba entre los verdes
chopos de la carretera,
y oyó una voz que cantaba:«No tiene tumba en la tierra.
Entre los pinos del valle
del Revinuesa,
al padre muerto llevaron
hasta la Laguna Negra».
    La casa de Alvargonzález
era una casona vieja,
con cuatro estrechas ventanas,
separada de la aldea
cien pasos y entre dos olmos
que, gigantes centinelas,
sombra le dan en verano,
y en el otoño hojas secas.   Es casa de labradores,
gente aunque rica plebeya,
donde el hogar humeante
con sus escaños de piedra
se ve sin entrar, si tiene
abierta al campo la puerta.   Al arrimo del rescoldo
del hogar borbollonean
dos pucherillos de barro,
que a dos familias sustentan.   A diestra mano, la cuadra
y el corral; a la siniestra,
huerto y abejar, y, al fondo,
una gastada escalera,
que va a las habitaciones
partidas en dos viviendas.   Los Alvargonzález moran
con sus mujeres en ellas.
A ambas parejas que hubieron,
sin que lograrse pudieran,
dos hijos, sobrado espacio
les da la casa paterna.   En una estancia que tiene
luz al huerto, hay una mesa
con gruesa tabla de roble,
dos sillones de vaqueta,
colgado en el muro, un *****
ábaco de enormes cuentas,
y unas espuelas mohosas
sobre un arcón de madera.   Era una estancia olvidada
donde hoy Miguel se aposenta.
Y era allí donde los padres
veían en primavera
el huerto en flor, y en el cielo
de mayo, azul, la cigüeña
-cuando las rosas se abren
y los zarzales blanquean-
que enseñaba a sus hijuelos
a usar de las alas lentas.   Y en las noches del verano,
cuando la calor desvela,
desde la ventana al dulce
ruiseñor cantar oyeran.   Fue allí donde Alvargonzález,
del orgullo de su huerta
y del amor a los suyos,
sacó sueños de grandeza.   Cuando en brazos de la madre
vio la figura risueña
del primer hijo, bruñida
de rubio sol la cabeza,
del niño que levantaba
las codiciosas, pequeñas
manos a las rojas guindas
y a las moradas ciruelas,
o aquella tarde de otoño,
dorada, plácida y buena,
él pensó que ser podría
feliz el hombre en la tierra.   Hoy canta el pueblo una copla
que va de aldea en aldea:«¡Oh casa de Alvargonzález,
qué malos días te esperan;
casa de los asesinos,
que nadie llame a tu puerta!»   Es una tarde de otoño.
En la alameda dorada
no quedan ya ruiseñores;
enmudeció la cigarra.   Las últimas golondrinas,
que no emprendieron la marcha,
morirán, y las cigüeñas
de sus nidos de retamas,
en torres y campanarios,
huyeron.           Sobre la casa
de Alvargonzález, los olmos
sus hojas que el viento arranca
van dejando. Todavía
las tres redondas acacias,
en el atrio de la iglesia,
conservan verdes sus ramas,
y las castañas de Indias
a intervalos se desgajan
cubiertas de sus erizos;
tiene el rosal rosas grana
otra vez, y en las praderas
brilla la alegre otoñada.   En laderas y en alcores,
en ribazos y en cañadas,
el verde nuevo y la hierba,
aún del estío quemada,
alternan; los serrijones
pelados, las lomas calvas,
se coronan de plomizas
nubes apelotonadas;
y bajo el pinar gigante,
entre las marchitas zarzas
y amarillentos helechos,
corren las crecidas aguas
a engrosar el padre río
por canchales y barrancas.   Abunda en la tierra un gris
de plomo y azul de plata,
con manchas de roja herrumbre,
todo envuelto en luz violada.   ¡Oh tierras de Alvargonzález,
en el corazón de España,
tierras pobres, tierras tristes,
tan tristes que tienen alma!   Páramo que cruza el lobo
aullando a la luna clara
de bosque a bosque, baldíos
llenos de peñas rodadas,
donde roída de buitres
brilla una osamenta blanca;
pobres campos solitarios
sin caminos ni posadas,¡oh pobres campos malditos,
pobres campos de mi patria!
    Una mañana de otoño,
cuando la tierra se labra,
Juan y el indiano aparejan
las dos yuntas de la casa.
Martín se quedó en el huerto
arrancando hierbas malas.   Una mañana de otoño,
cuando los campos se aran,
sobre un otero, que tiene
el cielo de la mañana
por fondo, la parda yunta
de Juan lentamente avanza.   Cardos, lampazos y abrojos,
avena loca y cizaña,
llenan la tierra maldita,
tenaz a pico y a escarda.   Del corvo arado de roble
la hundida reja trabaja
con vano esfuerzo; parece,
que al par que hiende la entraña
del campo y hace camino
se cierra otra vez la zanja.   «Cuando el asesino labre
será su labor pesada;
antes que un surco en la tierra,
tendrá una arruga en su cara».   Martín, que estaba en la huerta
cavando, sobre su azada
quedó apoyado un momento;
frío sudor le bañaba
el rostro.           Por el Oriente,
la luna llena, manchada
de un arrebol purpurino,
lucía tras de la tapia
del huerto.           Martín tenía
la sangre de horror helada.
La azada que hundió en la tierra
teñida de sangre estaba.   En la tierra en que ha nacido
supo afincar el indiano;
por mujer a una doncella
rica y hermosa ha tomado.   La hacienda de Alvargonzález
ya es suya, que sus hermanos
todo le vendieron: casa,
huerto, colmenar y campo.   Juan y Martín, los mayores
de Alvargonzález, un
Bendito sea Dios, porque inventó el silencio,
y el chirrido de la chicharra,
y el lagarto de fastuoso traje verde,
y la brasa hipnotizadora
(horizontal crepúsculo pudo haberla llamado
don Pedro Calderón de la Barca en el declive del Barroco).
Bendito sea Dios que inventó el agua
el agua sobre todo.

Bendito sea Dios porque inventó el amanecer
y el balido que lo poblaba.
Ahora vuelvo a escuchar aquella melodía.
El arroyo arpegiaba sobre cantos rodados,
hacía el contrapunto.
Suena el concierto en mi memoria.
O puede que se trate
de una música diferente:
la que escuchó, primero, entre los arrayanes de Granada
Federico García Lorca,
y luego aquí, rescatada,
en Columbia University.

Bendito sea Dios que inventó los prodigios
que contaba mi padre
perfumado de espliego y de tomillo.
Eran historias de ciudades mágicas
en las que el agua circulaba
por venas de metal, agua caliente y fría
(nos lo contaba al borde del regato,
helado en el invierno, seco en estío:
«Venga, a lavarse, coño, guarros».
Y obedecíamos).

Bendito sea Dios que inventó la cabra -la cabra
que rifaba por los pueblos-
mucho antes que Pablo Picasso,
con barriga de cesto de mimbre
y tetas como guantes de bronce.
Maldito sea Dios porque inventó el estaño
parpadeante del olivo,
ramas y tronco de Laoconte,
y aquella sombra trágica de catafalco y oro:
un rayo congelado en la mano siniestra
y en la diestra un crepúsculo.
Maldito sea Dios porque inventó a mi padre
colgado de una rama del olivo
poco después de recogerse la aceituna.
No puedo perdonárselo.
Pero eso fue más tarde.
Antes fueron los niños.
Bendito sea Dios que inventó aquellos niños,
vestidos como príncipes o pájaros.
Con voces de cristal, «Papá», decían a su padre.
Bendito sea Dios por inventar una palabra
milagrosa, jamás oída,
y su padre correspondía
con vaharadas de ternura.

Maldito sea Dios, porque yo quise
arrezagarme en la ternura
pronunciando la mágica palabra
entonces descubierta. «¿Papá?» «Mariconadas,
si te la vuelvo a oír te llevas una hostia».

Bendito sea Dios porque inventó los años,
1970, 1980, 1990...,
inventó el fuego, el oro viejo
de los arces de otoño,
y estos ríos profundos como penas,
largos como el olvido o el recuerdo,
hospitalarios, generosos,
por los que la ciudad va navegando
hasta la mar, que es el morir.

Bendito sea Dios que inventó libros sabios.
Se daba nombre en ellos
a lo que antes no lo tenía.
Bendito sea Dios porque inventó licenciaturas
masters, campus con risas y con marihuana,
laboratorios y celebraciones
con cantos en latín, gaudeamus igitur, ,
todo situado en niveles distintos del tiempo.

Bendito sea Dios que inventó la memoria
y que inventó el silencio de este lugar aséptico,
y las venas metálicas ocultas
en las que el agua espera
unas manos liberadoras que les devuelvan su canción.
Ahora sé que mi padre está vengado.
Mi padre, descolgado del olivo
pronuncia con mis labios las palabras totémicas,
y se estremece este recinto sagrado.
«Coño, joder, carajo, a lavarse la cara, hostias».
Y abro los grifos, lavabos, duchas, retretes,
se desbordan las aguas que él soñaba
en la choza de adobe y paja
cantan la gloria de la recuperación,
y mi padre navega por las aguas,
le provoco, gritándole desconsolado.
«¡Papá!». «Mariconadas», me contesta.
ahogado, recuperado,
navegante por los canales de oro,
vivo ya para siempre.
He aquí lo que hizo Pedro siendo un niño. La historia
Refiriómela él mismo, y aún vive en mi memoria
Con sus mismas palabras. Relato peregrino
Fue el de Pedro. Escuchadlo:

-«Mi padre era marino;
¿Viajaba para tierras lejanas, y su ausencia
Duraba muchas veces un año. En la inclemencia
De las noches de invierno, las manos en la frente,
Veía yo a mi madre llorar amargamente,
Con los ojos cerrados, en el recogimiento
De su dolor, en tanto que afuera aullaba el viento».

-«¿Por qué cierras los ojos?», preguntarle solía;
Y enjuagándose el llanto, mi madre respondía:
-«Para ver en el fondo de mi alma, hijo mío».
-«Y qué ves en el fondo de tu alma?»
-«Un navío
Que se inclina, azotado por la mar turbulenta,
Y a tu padre entre el ***** fragor de la tormenta».

-Verlo también quisiera», dije, dándole un beso,
No lloraré...
Y el día llegó al fin del regreso.
Luz y gozo mi padre trajo con su presencia,
Y olvidamos felices el dolor de la ausencia.
Mas siempre recordaba con indecible angustia
Las noches del invierno, la faz doliente y mustia
De mi madre llorosa, y aquel silbar del viento
Que temblar nos hacía con un temblor violento,
Al pensar con tristeza, y ante el dolor a solas,
En los barcos perdidos en medio de las olas.

Cuando por un momento salir yo lo veía,
«Ya está llorando Pedro», de mal humor decía;
«Su llanto a todas horas ya de lo justo pasa!...»
Mas conmovido a veces no salía de casa.

En la sala, una noche, después de haber comido,
Mi madre y él hablaban, creyéndome dormido,
Mi padre le decía:
-«Muy temprano, mañana,
Con el barco saldremos para tierra lejana.
Será, como otras veces, larga la travesía,
Pero cada correo te traerá carta mía.

Vive tranquila, y siempre ten fortaleza y calma.
...Cuanto a Pedro, él es bueno, mas tan sensible su alma;

El hijo de un marino debe ser de alma fuerte
Porqué tiene delante siempre el mar y la muerte.
Me hacen sufrir sus gritos y su llanto, y por eso
Me iré sin despedirme, me iré sin darle un beso.
¡Qué placer sentiría, qué alborozo sin nombre,
Si al volver lo encontrara ya convertido en hombre!
Si supiera que al alba por fuerza he de dejarlo,
Su dolor, ¡cuál sería!... ¡Me iré sin despertarlo!»

Así hablaba en voz baja, más todo yo lo oía.
En escuchar entonces, claro está, mal hacía,
Más saqué gran provecho de haberlo todo oído
Cuando creían ambos que estaba y dormido,
Y al oír a mi padre compadecer mi suerte,
Me dije: «¡Es necesario tener el alma fuerte!»

Cuando al siguiente día, ya en el cielo la aurora,
De salir de la casa para el puerto era hora,
De mi cuarto a la puerta se acercó sin ruido...
Acercosé en puntillas... me creía dormido;
Y en silencio. inclinada sobre el pecho la frente,
Me miró con ternura... me miró fijamente.

Abrí al punto los ojos, y como quien delira,
En tanto que los brazos me tendía mi madre,

dije en pie;
«¡Ya no lloro... Ya no soy hombre... Mira,
Padre mío»...
Y entonces, quien lloró fue mi padre.
Diego Scarca Jan 2010
*****, io vorrei
che tu, mio padre ed io
ci potessimo rivedere
e dimenticassimo per mezz'ora
la città che ci ignora,
la città che ci separa.

*****, tu non sai come io vorrei
che per un momento
si potesse stare insieme
ad ascoltare il vento
che scuote le foglie
del frutteto di mio padre
sotto il cielo che stanotte
è una lastra di vetro.

Seduti intorno a un fuoco
o sotto un pergolato di rami
a guardarci negli occhi
come se con gli occhi
noi potessimo parlare,
mentre lontani si odono
i rintocchi di una campana
e si perde nella notte
l'abbaiare dei cani.
*****, la nostra vita è disumana.

*****, tu non sai
che cosa non darei
perché per un momento
si potesse stare insieme
ad osservare le stelle
del firmamento
che brillano stanotte
come se brillassero
per la prima volta.

Io vorrei, *****,
che la nostra vita fosse
ad una svolta,
che si mettessero da parte
i dubbi, i sospetti,
e che insieme ci mettessimo
a rileggere, perché no,
i sonetti del Petrarca
e a declamarli ad alta voce
lungo un viale di pioppi,
sotto la luna che ci rischiara,
come se nel mondo
noi non fossimo sconfitti,
come se non ci dessero per morti,
come se i nostri versi nella notte
risuonassero più forti
perché li abbiam riscritti.

Come se tu, mio padre ed io,
*****, noi non fossimo
dei derelitti.
Diego Scarca, Architetture del vuoto, Torino, Edizioni Angolo Manzoni, 2007
Elena Ramos Apr 2015
Elena Ramos


Aquí todo en mi mente da vueltas, nada es estable, no hay un objeto al cual pueda ver directo y guiarme para no caer. Para mí no sirve el simple hecho de tenerlo todo para ser feliz, ni el dinero, ni una familia reconocida en todo Miami y el resto del país. Me llamo Gimena Rodríguez, mis papas son de Honduras pero emigraron a los Estados Unidos cuando mi hermano mayor Roberto tenía apenas diez años en ese entonces yo tenía ocho horribles y apestosos años, era muy fea, mi mama siempre me ponía dos ganchitos en la frente para quitarme el pelo de la cara; bote todas las fotos que dejaban evidencia de ese abuso hacia el estilo y la dignidad de una niña pequeña.  

He buscado en la internet el significado de mi nombre, porque ni yo sé que soy. Hay unos sitios bien raros que dicen que soy de las que necesita ser apoyada por los demás, algo que no es cierto, pero he topado con un sitio que dice que soy de pensamiento firme, ágil y con capacidad analítica. Y por cierto mi número de la suerte dice ser el número cuatro, puede tener algo de sentido ya que el 4 de noviembre es mi cumpleaños, o que casualmente mis papas estén de aniversario el mismo día. Suelo ser de esas chicas que todo el mundo conoce o dice saber conocerme, por el simple hecho de tener una familia la cual, toda América conoce. Mi papa heredo el negocio de mi abuelo, (por lo general el abuelo o como yo lo llamaba Yeyo, era el único que me entendía hasta llegue a prometerle que seguiría los pasos de la familia y seguir el negocio) una empresa que distribuye muebles, ya sean sofás como camas y cosas así. La compañía se llama DecoArte, había empezado en 1934 con mi bisabuelo Arturo, que luego paso a ser mi mi Yeyo y ahora de mi padre (solo espero que Roberto pelee por su lugar en la compañía y decida quedarse todo para él, así no tendría que seguir en este negocio, porque realmente no me gusta). He decidido que quiero ir a Los Angeles y estudiar Fashion Management & Marketing, en la Universidad de Argosy. He aplicado a varias universidades y aun espero respuesta, seria decepcionante no ser aceptada en ninguna y entonces tendría que trabajar en DecoArte toda mi vida. Todos los días son decepcionantes, siempre es lo mismo, mi casa parece un lugar solitario. Roberto tiene su propio apartamento, todos los días sube fotos a su cuenta de Instagram haciendo fiestas, las cuales son mencionadas como las mejores. Fraternidades de muchas universidades terminan ahí, los vagabundos igual, y así todo Miami. Sería bueno si por lo menos me invitara a una de sus “reuniones”, como el las suele llamar cuando estamos frente a nuestros padres. No me veo pequeña, tengo diez y siete años y el próximo año me graduare de Miami Beach High School. Muchos me preguntan si realmente tengo la edad que les digo tener, nadie me cree, muchos dicen que me veo mucho mayor, algo que para mí no está mal. En mi cuenta de twitter me he fijado que Roberto dará una fiesta, tal vez pueda decir que voy a ver una película y me voy un rato a su casa, solo espero que mi propio hermano no me eche de la casa. En mi tiempo libre, después de clases, suelo agarra mi computadora portátil y abrir Word, y escribir todo el día. Hace poco subí gratis un libro de poemas de dicados a la gente que no sabe qué hacer con su vida. He tenido buenas respuestas, inclusive en mi blog recibo visitas y buenos comentarios a montones. Existen dos mundos parami, la realidad y el mundo que creo con los libros y la escritura. Cada libro que leo me envuelve en un sentimiento que hace que imagine estar en el libro. Al escribir siento que mis ideas fluyen y que soy yo honestamente, sin censura, sin miedo a expresarme. En este momento estoy escribiendo una historia ficticia de esta joven que desea encontrar el amor, ya que casi lo encontraba pero el murió. Por su falta de confianza no es capaz de hablar con ningún muchacho. Esta es la introducción del libro:
               Para amar hay un tiempo límite, o por lo menos para mí sí. Si tienes una enfermedad terminal, es muy probable que ese amor nunca llegue. Desearía tener por lo menos un romance que dure poco o hasta cuando yo siga viva. Mi vida se complica cada vez más, el único hombre que veo seguido es mi médico el doctor Collins, está casado y tiene una hermosa hija. En el hospital veo morir a diario personas de las cuales me hice amiga. Aun no olvido su rostro, su pálida cara, que me reía aun a pesar de tener peores condiciones de vida que yo. Se llamaba Mark, tenía doce años cuando lo conocí, y diez y siete cuando lo vi por última vez. Cada año lo volvía diferente, siempre había un problema más o algo en su cuerpo había cambiado por  completo. Lo conocí cuando yo tenía once años, llegue a emergencias esa noche, mi mente giraba, era más verde como la pared que trigueña. Gracias a dios detectaron mi cáncer con tiempo. Pero esa noche ahí estaba el, sentado en una camilla, me pareció muy guapo desde el primer instante en que nuestros ojos se cruzaron. Mientras mi mama hablaba con la enfermera afuera, yo estuve acostada, mirándolo y luego mirando el techo. No sabía que sucedía conmigo, solo sabía que  me sentía a morir. No llore porque él estaba ahí, a dos camillas de la mía. Sabía que me observaba aunque lo disimulaba muy bien. Entraron mi mama y varias enfermeras y un doctor,  después de un rato sacaron mi camilla y me llevaban a otro lugar. Deje a ese muchacho solo en ese espantoso cuarto, solo, y seguramente con dolor en alguna parte. Desperté el día siguiente en un cuarto, había dos camas más  pero al parecer solo yo ocupaba y llenaba aquella gran habitación. Me di cuenta que mi mama y mi papa estaban dormidos, me sorprendió ver a papa faltar al trabajo. No estoy muy segura, pero anoche tuve uno de los mejores sueños más reales que he tenido en mi vida. Soñé con el muchacho de la sala de emergencia. Vi su hermoso pelo, dorado que caía sobre sus orejas, sus perfectos ojos, que no se distinguían si eran grises o verdes. Tenía una camiseta roja, parecía el tipo de adolescente que se intoxica con algo y termina aquí. Definitivamente desearía poder volverlo a ver por lo menos un instante, para poder recordar mejor esa mirada y su hermosa sonrisa.  No hice ruido y me levante buscando un baño, estaba bien, solo algo cansada, y molesta por esa horrenda bata que llevaba puesta, ya que no tenía nada abajo. Hice ruido al levantarme ya que presione uno de los botones que levanta la camilla. Mi padre Augusto, se levantó en un abrir y cerrar de ojos del sofá donde dormía para ir en mi auxilio. –Papa estoy bien-,-No te creo, a dónde vas?-,-solo busco un baño, necesito ir ahorita-. La cara de papa estaba muy diferente, hoy no tenía esa mirada de las mañanas que me decían que todo estaba bien, que la economía estaba por las nubes, o que sasha mi perrita no le causaba alergia cuando todos sabíamos que sí. Me detuve a observarlo, sabía que algo le ocurría,  tal vez fue despedido, o tuvo una seria pelea con mi madre, algo que creo lógico, ya que Paty se pone muy insolente cuando tiene discusiones con papa. –qué ocurre?- le pregunte, tocándole la cara muy delicadamente, tratando de leer su mente o entenderlo-cariño, hay cosas de las cuales tenemos que hablar- al decir esto mi padre, supe que no era nada bueno, porque en ese mismo instante se puso a llorar, por un motivo yo hice lo mismo con él. Mi madre se despertó por el ruido.-Mary, el cáncer no te va a matar, te juro que te van a curar, te lo prometo hija pero por favor no llores-. Mi padre la observo fijamente a los ojos. Fue un golpe muy duro el que recibí, darme cuenta que tenía cáncer y de esta manera. Simplemente, busque la puerta y Salí corriendo, lo más rápido posible, segundos después me di la vuelta y vi que ya no sabía en qué parte del hospital me encontraba. –Mary!-se escuchaba en el fondo. Era mi mama que locamente me buscaba. Me imagino lo mal que se ha de sentir en este momento, pero no lo puedo creer aun, pero tengo cáncer…logre salir de esa situación, ya no estaba corriendo por los pasillos, estaba en un cuarto. –Hola- me di la vuelta y lo vi a él, creí no volver a ver esos ojos, pero si.-hola-creo que nunca estuve tan nerviosa en mi vida. Busque la forma en que la camilla cubriera mi bata, estaba descalza y muy despeinada, pero aun ocupaba ir a un baño. Al fondo vi una puerta, había un baño,-Perdón, pero me puedes prestar tu baño-, él se rio enseguida-si no hay problema, además no es mío es del hospital-. Fui caminando muy rápido, y me encerré, luego, me lave las manos, me enjuague la boca, lave mi cara, y Salí.-me llamo Mary- extendí mi mano hacia la suya.-un gusto Mary, soy Gabriel-. Nombre perfecto para un ángel, el cual él se parecía mucho. Sentía mi corazón palpitando mucho, en un instante sentía que me desmayaba y era enserio, no era por las mariposas ni nada por el estilo, realmente me sentía mal. Gabriel tomo mi mano, me ayudo a sentarme y enseguida llamo a una enfermera. Al rato todos estaban en la habitación, incluso mis papas. –Mary!!—mama estoy bien-.la enfermera me acostó en la camilla de Gabriel, y me tomo la presión, al segundo llego otra enfermera a sacarme sangre. Papa me tomo de la cintura, y me guiaban para ir a mi habitación. Estoy en este momento entrando en un túnel donde sentía que nunca llegaría a casa, pensaba en todas las cosas que hice antes por diversión, pero ahora vivo una pesadilla, que espero que sea simplemente eso, y despertar termine con ella. No pude decirle adiós a Gabriel, pero ya sabia que su numero era treinta y seis, y la mia era la sesenta y dos. Había un brillo que trataba de iluminar mi vida, mi cerebro, había tanta oscuridad, tanta tristeza oculta, cuando la gente que yo amo se de cuente de lo que tengo y en lo que me convertiré tendre miedo de su miedo. He visto tantas películas de esas en las que alguien tiene cáncer o una enfermedad terminal, tengo miedo de no querer luchar por mi vida, miedo a no querer salir de esa comodidad en mi mente y querer rendirme. Tengo solo pocos momentos en mi vida, que valen la pena ser contados. Qué tal si no lleguen mas momentos asi y muera sin haber vivido mi vida. He viajado mucho para que termine asi. Mi mente viaja por lugares muy profundos de mi alma, siento eterna la llegada  a mi habitación. Solo escucho bulla de afuera, tanta que no se en cual enfocarme. Mis papas respetan mi silencio, saben que quiero aclarar mejor las cosas pero que tal si no quiero saberlo y seguir así, viajando por la vida solo por viajar sin rumbo, porque la verdad asi me siento. –mary quieres desayunar, el doctor dice que no tienes dieta-. –Si mam, -dije para romper el silencio de aquella blanca habitación. Tengo una terraza, con hermosas flores, no tengo nada que perder ni ganar ahora, solo disfrutar de su belleza y el canto de los pájaros, es hermosa; la única que no me altera, la única que no se siente como bulla. –pero, creo que todos necesitamos una ducha—si, papa, pero no tengo ropa-.Mama ira a la casa y yo a comprar el desayuno, y tu te quedaras aqui con la enfermera mientra te terminan de revisar-. No  soportaba la idea de que tuvieran que sacarme sangre o que alguien estuviera tan cerca de mi, como esta enfermera. Mis papas salieron de la habitacion, y tuve el descaro de preguntarle en el oído a una de las enfermeras, de quien era Gabriel.-te gusta verdad?-,-no!, simplemente tengo curiosidad-.y ahí empezó la historia mas fasinante e interesante que había escuchacho antes.- Se llama Gabriel Cole y tiene doce años, su mama, no sabemos nada de ella. Vino hace seis meses y desde entonces vive aquí, su papa es Señor Cole,no pudo soportar verlo enfermo entonces pago para que viviera aquí, y se fue. Viene a visitarlo una vez a la semana pero tiene dos semanas sin venir.es un buen muchacho, no le vendría mal una amiga, ahora que no tiene a nadie-.no  puedo creer que su familia lo haya abandonado. No me imagino vivir sin mi mama o sin mi papa, seria horrible.-Bueno he terminado contigo, el doctor Collins vendrá en un rato, descansa-. Salieron por la puerta dejándome sola.
Chapter One

He sat there looking over the edge alone and couldn’t remember how long he had been there. He thought it had been a very long time.

The drive from Oakland had taken the best part of a day, and although having traveled across some of the most scenic parts of the western United States, his mind was blank, he couldn’t remember anything.  He only knew what he had come here to do, and before the sun would set over his left shoulder, he strengthened his resolve to do it.

He thought about leaving a note, but then who would read it.  He was sure whoever did find it wouldn’t care. He couldn’t remember why he had picked the ‘Canyon’ as the place to end it all. He just knew he was drawn to the place, and in some strange way the Canyon understood.  He wasn’t sure what most men thought about knowing it was their last day on earth.  At this point he was having trouble thinking about anything at all.

He forced himself to try and think about his three failed marriages and his two sons from his first marriage.  One, his oldest son Robert, had recently died of a drug overdose. His younger son Hank was an Army Ranger who had recently been killed while serving a second deployment in Afghanistan.  Neither boy had spoken to him since he had deserted their mother when they were both very young (5 & 7).

He had been discharged from the Army in 1969 at Fort ***** New Jersey after serving 14 months in Vietnam.  He then spent three months hitchhiking across the country, from New Jersey to California, trying to get his head back on straight as he worked his way back home.

He would like to blame all of his bad luck on something that had happened to him over there, but he knew in his heart that he couldn’t.  He had been a supply sergeant at a large depot in downtown Saigon. His only experience with combat was listening to the stories from the grunts recently returned from the bush as they self-medicated themselves inside the many bars and clubs that overran the downtown streets and alleyways.  He often basked in the aftermath of their stories secretly wishing he were one of them. He had had a chance to volunteer for combat artillery but had turned it down.

He took his sunglasses off because it was almost time. He had forgotten to check-out of the Yavapi Motor Lodge before walking the half-mile to the rim where he now sat. The sun was dropping low in the Western sky as he stood up to move closer to the edge. It was just then that he heard a rustling sound coming from the bushes to his left that he had not heard before.  

Chapter Two

The motorcycle ride across the plains and high desert through the Dakota’s and Wyoming had been as idyllic as he ever imagined. He had spent almost a week in Yellowstone, having to force himself to leave on the seventh day. He was headed South, but he had one more great sight to see before working his way back East toward New Mexico.

He had promised himself before dedicating the rest of his life to the Dominicans that he would go and visit the Grand Canyon this one last time.  In many ways his life had been like the Canyon, overwhelming in its purpose and majestic in its beauty. His life had taken on a timeless quality that always left him feeling like everything he had done would somehow last forever.

He had lost his beloved wife Sarah last April after a long and debilitating illness.  They had been married for forty-one years and had traveled the world together. After all of the travel, Sarah’s two favorite spots on earth were Yellowstone and The Grand Canyon.  He always felt that she loved the Canyon the most, and he was saving it for last.  She had been his best friend and partner and had supported him in everything he had done, both at his work, but even more important to him, at his leisure.

He had been born with a restless adventurous spirit inside of him, and it was one of the things Sarah loved most about him and had always given him plenty of rope to roam.  He loved her all the more for it.  He now felt that the only way he could go on without her was to devote himself to a cause she had always been passionate about, the Dominican Mission in Pastura New Mexico.  The mission had been founded almost two hundred years ago to help and educate the many Native Tribes that lived in the area.

He needed to dedicate the remainder of his life to something bigger that just himself.  Because of all the good work his wife had done on their behalf, the Dominicans had accepted him into their order, and they were expecting him before the week was out.

He had recently sold his business for over 100 million dollars, and after securing his grandchildren’s education was going to use the bulk of the money to build a hospital in rural New Mexico to treat the poor and disenfranchised.  He wanted the hospital to specialize in treating diabetes and juvenile diabetes since so many of the Native Americans in the Southwest (and all over the U.S.) were suffering from this terrible disease.  It had been the disease that had finally claimed his beloved wife Sarah.

He was riding a vintage/antique BMW motorcycle that he had spent the last 20 years restoring.  Although it was over 50 years old, there was no part of this bike that you couldn’t eat off of.  Like everything else in his life, it was a reflection of him and the ‘midas’ effect he seemed to have on everything he touched. Everything in his life just seemed to ‘WORK’ !

After checking into his motel at the South Rim of the Canyon, he decided there was still time to get to his wife’s favorite spot along the rim to Watch the sun go completely down.  As he walked through the Pinyon Trees toward the rim, he thought he saw a figure standing close to the edge.  Whoever it was had heard him coming through the brush and was now looking his way.

“Hello,” he called out.  “Aren’t you standing a little too close to the rim?”  “What do you want,” he heard back in response, “I thought I was here alone.” “Sorry, didn’t mean to intrude, but like you, I just wanted to take one look over before the day ended. It’s nice to find someone else here to be able to share this magnificent view with.”
  
“I didn’t come here to share anything with anybody,” he heard back again, “And like I said before, I thought I was alone.”  As the man spoke, he walked slowly backwards and seated himself on the large rock where he had laid his sunglasses before. He put his sunglasses back on before speaking again.

“You know it’s unbelievable, no matter how many times I’ve seen the view from this rim, it’s always like seeing it for the first time again.  This was my wife’s favorite spot on earth.  It’s almost impossible to describe, don’t you think?”

“I wouldn’t know, it’s my first time here, he heard the seated man say.  “Wow, first time huh.  I can still remember my first time, but then every time is like that first time to me, and that was over 35 years ago.”  “It may be special to you,” the man sitting down said, now without looking his way, “To me it’s just a big hole in the ground.”
As he emerged from the Pinyon Pines and approached the rim, he noticed something strange and out of place.  There was a large black handgun sitting with its barrel pointed out toward the canyon, in between the seated man’s two legs.  

He slowly walked off to his left and moved very cautiously toward the rim, being careful not to make any sudden moves.  He tried to act nonchalant and make it seem like he hadn’t noticed the gun.  The man on the rock knew that he had seen it as he tried to close both legs over the gun and hide it from further sight.

“Have you been here long,” he asked the seated man? “I don’t know --- I don’t know, it seems like long.”  ‘Well, it’s a great place to sit and reflect about life and think about where life’s journey goes next.”
“I know all about where my life has been and where it‘s going,”  

At this point the man stopped speaking and there was a very uncomfortable moment of silence — a silence that seemed to fill the surrounding canyon with a new emptiness that rivaled even its great depths.  “You look like you’re upset sitting there all alone, might I ask the reasons why.”  The seated man then finally turned his head his way and said, ‘Why would you care if I’m upset or not.”

“I can’t explain why I care, but I do, and if you’d like to tell me about it, I’d like to listen.”  “Why in the world would you want to listen to someone else’s problems when you seem not to have a care in the world.  Especially coming from someone that you don’t know and who you’ve just met at a spot like this that you so obviously love and have great affection for?” 
 
“Maybe for that very reason, because it is a beautiful day today and this is one of the world’s most magical spots.  I am having a hard time accepting how someone could seem so depressed and dejected in a place like this.  You may not believe me, but that’s exactly how I feel.  Why did you come to the Grand Canyon in a state like this. Were you hoping that the majesty of the canyon would lift your spirits and cheer you up?”

“I know that some like you have said that this is the most powerful place on earth.  I thought it would be a most appropriate place, or certainly as good as any,” as his voice trailed off again and silence intervened.

“As good as any to do what,” the standing man asked as he moved slightly closer.  The seated man didn’t answer as he stared out over the rim into the huge expanse of rock and sky.  Finally, he said, “Really, why would you even care, I’m nothing to you, and it’s really none of your business.”  “About that, you’re right, and if I’m intruding then I apologize, but I’m getting the strongest feeling that meeting you here today in this spot was no accident.  Do you think about things like that?”

The man stood up but did not answer.  ‘What are your plans today after the sun sets? I just checked into the motel a short ways down the road, the Yavapai Motor Lodge, ever heard of it.”  “Yeah, I’ve heard of it, maybe you should be heading back there before it starts to get dark.”  “Why don’t we walk back together, I’d enjoy the company.”
“Look, I don’t have any plans that go beyond this evening, and I’d really appreciate it if you’d leave, as I’d like to be alone to finish what I started.”  “I’d really like to hear all about that if you’d be willing to tell me. I’ve got nothing but time.”

The man now standing with his sunglasses back on in the approaching darkness was frozen by the words –'Nothing but time.’  He had made the decision earlier that for him, time was up and today would be the end.  Now he had some do-gooding stranger who had invaded his privacy unannounced and wouldn’t seem to back off.  

“Look, for the last time, you don’t want to hear my sad story, no one ever has, and no-one ever will.”  “Well, why don’t you just try me.  If I turn out to be like everyone else in your life after you’ve told me, you can always just get up and walk away --- end of story!”
“You look like someone whose life has turned out very well and never had a bad day in your life.”  

“Honestly, you’re making me feel guilty because when I look at my life in total, you’re pretty much correct.  I have had that kind of a life and feel very blessed because of it.  I’m going to assume that you have not.”

His honesty at admitting to having had a charmed life seemed to make an impression on the man as he answered back, “Nothing, absolutely nothing in my life has worked out, from my failed marriages, to my children who are now gone, and to all the nothing job’s. Everything has been a failure.  My life has been one great disappointment after another, and I can’t see the point in going on.”
The reality of the situation now became crystal clear.

“So, you were going to end it all here today at the South Rim of this Canyon?  It seems too beautiful a place for something so drastic.”
“I was, and I am going to end it all today in spite of everything you’ve said.”  “What is the gun for, if I might ask?”  The gun is just in case I don’t have guts enough to jump.  Guts is something I’ve always struggled with too.”

“Is there anything I can say, anything at all, that might make you change your mind, at least for a little while?”

“Nothing,” the man said.  “You don’t know me, and I’m sure there’s nothing you can say to me that I haven’t already said to myself.”  “If I could come up with one reason, just one, for you not to jump, would that make any difference at all?”  “Why would you even care to try when my mind is made up?”

“I’m glad you used the word ‘care’ when asking me that question.  Who is the last person in your life that you thought truly ‘cared’ for you?’  “I can’t remember, and I’m not sure anyone ever did.  My Parents split up when I was three and I was raised in one foster home after another before joining the army because I didn’t have guts enough to run away.  I’m not sure that word has any real meaning for me.”

“What if I was to tell you that I care about you, --- very much, and I don’t want to see you do what you’re getting ready to do in this most sacred of spots or anywhere for that matter.”“You just stumbled upon me by chance in my sorry state, and now feel pity for me and your conscience won’t let you leave well enough alone.”  

In a very strange way, he didn’t feel sorry for the man but felt guilty for the blessed life he had lived.  It all needed to make sense, or he couldn’t go back.  Why tonight, and why at this spot that he was looking so forward to.

He struggled for his next words before speaking again to the troubled man who had now gotten precariously close to the edge. The scene started to remind him of the movies he had seen where a man would be standing out on a building’s ledge, high above the street.  In the movies there was always a heroic detective or passerby who was able to talk the man down.  He knew he was running out of time, and he also knew this man he had just met could smell insincerity from a 100-miles away.

“I’d like to help you get through this in any way that I can.”  “There’s no getting through it. If you really want to do me a favor, just walk back to where you came from and let me finish what I came here to do.”

“I can’t explain this to you, but I know now that I was brought here today for a reason — a reason beyond a one last goodbye to this place.  I could have, and actually thought about, stopping at many of the rims my wife and I loved, but I picked this one because this was her favorite.  I know now that it had a higher purpose.  You may not want to hear this, but you came to this place today to end it all because of what has always been missing in your life only to find exactly that when I came walking through the trees.  In fact, to prove what I’m saying, I’d like to make you an offer.

“Suppose someone, in this case me, were to say that they would trade positions with you and that they would do what you are thinking about doing if you would do something very important for them.”  What do you mean,” the man said looking back from the edge.

‘What if I were to tell you that I would be willing to step off the edge of this canyon to show you how much I really care.  Would you be willing to fulfill a dream of mine in turn for my doing that.  You will then see that a total stranger is willing to give it all up for you if you will be willing to commit to something that is equally important to them.”

“You’re either crazy or you think that I am.  Nobody’s going to give up their life to prove to me that they care about saving my worthless life.  Your life seems to have a value beyond what I can describe.”
“You’re right about that, and my life has had a value beyond what even I can describe, but what I am telling you is that the deal I am making you is real. After hearing my terms and agreeing to what you will have to do, I will jump off this Canyon wall so you can find the happiness, peace, and contentment you deserve.”

“I don’t know, I don’t know, all of this is crazy, sheer lunacy.  I think I’ve been joined on this cliff by a man who’s completely lost his own mind.”“All right then, let’s do this.  Would you agree to sleep on it overnight.  If you feel the same way in the morning, then I will carry out your plan if you will fulfill mine.  Are you staying at that same motel as I am.”  “Yeah, I checked in yesterday and forgot to check out, so I guess I still have a room.”  Maybe it was for a reason he thought to himself, as he stood there shaking his head in the darkness.

“Don’t shake your head, just tell me you’ll think about it.
If I don’t hear from you, and I’m in room #888, I’ll assume that our deal is set, and I’ll fulfill my part of our agreement.”  “OK, one more night,” the man said as he picked up his gun and tucked it into the small of his back.  “One more night, but I don’t really think anything is going to change.”

They walked back to the Yavapai Motor Lodge in silence together.  Both men felt at this point that they had known each other for a very long time — maybe an eternity.  Nighttime in the Canyon echoes a silence louder than anything that can be made with sound.
As they entered the lobby, they both went in different directions without saying goodnight.

The man who had come by motorcycle wondered: ‘Was I challenged by God before ever reaching the Dominicans? Will I ever see those peaceful hallways and gardens that my wife loved so much ever again?”


Chapter Three

Jack hadn’t had a good night’s sleep in over fifteen years.  His tortured mind and soul just seemed to never rest.  He woke to the sounds of birds and bright sunshine outside his window.  Last night he had truly slept for the first time in his adult life. He never needed an alarm, but it had sounded to him like one had been going off.  

All at once he realized what it was --- it was a siren.  Multiple sirens were going off and he wondered if the Motel was on fire.  Still slightly disoriented from the past two days, and the effects of so much sleep, he threw his pants and shoes on and headed down the hall toward the lobby.

He then remembered the strange conversation he had had with that man in the Canyon last night.  Cold sweat started to flow as he then remembered their agreement. “If I don’t hear differently by first thing tomorrow morning, I will go ahead with my part of our agreement.”  Jack tried to compose himself as he thought, “No way, no way anyone would be crazy enough to do what he said he would do last night.  If this place isn’t on fire, maybe he’s having breakfast in the coffee shop off the lobby.”

As he hustled through the lobby, the desk clerk shouted to him but he didn’t stop.  He saw fire engines and ambulances outside, and he wanted to see what was going on.  He was immediately relieved when he saw Fred’s motorcycle parked in the same spot as last night.
Something else didn’t look right though.  There were at least three fire engines and two ambulances outside but nothing was on fire and there was no car accident to be seen.  Obviously, something was afoot, but everyone seemed too busy to talk to him. He walked back into the Motel and through the lobby…

This time the desk clerk came out from behind the desk and said, “Hey, I was shouting to you as you ran out the door.  There’s an envelope for you here from the guy who jumped.  The police are looking to talk to you as they have no clues as to why or what drove him to step off the edge.  We get a couple of jumpers every year, but this guy seemed totally different.  He was one of the most upbeat people to come in here in a long time.”

JUMP!  It seemed impossible.  Jack couldn’t wrap his mind around it as he opened the envelope.  In a very neat handwriting, it said --- ‘I’ve left something for you under the seat of my motorcycle.” As he started back outside the desk clerk asked, “Did you know him very well?”  “No, not really, I just met him late yesterday afternoon for the first time.” 
 
Jack's knees weakened as the desk clerk went on.  “It’s really weird.  He was actually whistling when he walked through the lobby this morning at about 7:15.”  “Who, Jack asked.”  “Why the Jumper, the guy who jumped.  He was smiling and commenting on what a beautiful day it was, and how he hoped we all were going to have a great day.  I guess it just goes to show --- you never know.
At 7:42, the police got a call from the Havasupai Indians that live along the bottom saying that a full set of clothes had fallen to the floor of the canyon, shirt, shoes, socks, underwear, the whole deal.  Everything, but a body.  The police are having the hardest time making any sense of it at all.”

The words ‘you never know’ kept repeating in Jack’s ears as he walked outside. As he unlatched the seat and lifted it up on the old BMW, he found a two-page note folded over and neatly placed between the frame. It went on to say …

Dear Jack
I don’t know and can hardly imagine what your life must have been like up until now.  I wish I had the power to go back and change the bad things that happened to you, but I don’t.

The only power that I have, the one that all of us have, is to change what happens now.  I hope you will believe me now when I say I really do care about you more than you know, and I am happy and willing to live up to my promise.  I am now counting on you to live up to yours.

The only thing extra I ask, and I’ve put this in writing to the head Abbott, is for you to be allowed to ride the motorcycle back to this spot once every year.  Once here, I would like you to say a Rosary for the souls of my family and for all the faithful departed.  If you put in a good word for me that would be all the better. If you do this, I know your new life will be joyous and take on a deeper meaning, and more than make up for any troubles that you’ve experienced up until now.
If you choose not to keep your promise and go through with ending your life, then I forgive you and still love you, but I don’t think you’re going to do that.

May God Bless and keep you.

Fred

Underneath the note there was a folded-up roadmap with a line drawn in magic marker pointing the way to the monastery in New Mexico. Jack sat down on the curb in front of the motorcycle in disbelief.  There was one more slip of paper folded up in the map.  It was the title to the old BMW.  It had been signed over to Jack.

“He couldn’t have, he couldn’t have, he just wouldn’t have,” Jack kept saying over and over to himself.  Just then a large Park Policeman tapped Jack on the shoulder and asked him if he would mind answering a few questions.  Jack agreed but then told the officer that after speaking with him he just might be even more confused.  The officer went on to tell Jack that none of their suspicions panned out.  This man hadn’t jumped for insurance money (he was very wealthy), or out of a history of depression, he just jumped.
And none of the usual reasons seemed to apply.

After thirty-five minutes of polite questioning the police officer walked away scratching his head.  On the margin of the map was a scribbled note, “Don’t delay out of any concern for me, get to the monastery as quickly as you can.”  Jack had told the police officer about Fred wanting him to have the bike and showed him the title that had been left for him.  He did not show the police officer the letter Fred had left and was in fact surprised that they hadn’t checked the bike.  Then it all started to make sense.  If Jack hadn’t read the note Fred left with the desk clerk, he would never have known the seat to the motorcycle opened up.  He was sure the police didn’t know that either.  He was glad no-one was looking when he opened up the seat and took out the letter.  In all the commotion, everyone else was just looking the other way.

Jack wanted to go back to the spot where Fred jumped and where they first had met, but the police had it roped off. He decided to leave for New Mexico right away because that’s what Fred would have wanted.  The news stations were now calling it a ‘Mystery In The Canyon’ because only clothes, and no body was found.

Jack had never ridden a motorcycle before but had often fantasized about it.  Like most things in his life he had always come up with excuses as to why he couldn’t ride, while secretly envying those who did.  He took to the old bike immediately, and with every hour that passed on Rt #40 he enjoyed the ride more and more. A new type of guilt started to set in because he was actually enjoying his new life with every new twist of the throttle and turn of the handlebars.

Chapter Four

Jack pulled up in front of the Old Dominican Monastery with its Spanish Adobe Walls at 2:30 the following afternoon.  He had spent the previous night in Gallup and had actually been able to volunteer at the Dominican Soup Kitchen that was housed in the old Post Office in the center of downtown.  

Gallup was very depressed and except for a flourishing Indian Jewelry Industry had very little in the way of jobs and opportunity.  The Friar who ran the soup kitchen listened to Jacks story and then put his arm around him and led him inside.  Jack was astonished that the story seemed to make perfect sense to this selfless Padre.

Jack spent the night on a cot behind the soup kitchen and after having an early breakfast with Padre Nick, headed on his way east toward the Monastery in the New Mexico desert.   It reminded Jack of the pictures he had seen of an oasis in the middle of the Arabian desert.  There were palm trees and many varieties of flowers surrounded by what looked like an eternity of sand.  Jack loved the sparseness of his new surroundings, but he still didn’t know why.
The Monastery sat atop a sandy hill at the end of a long unpaved road.  He parked the bike outside the two large, padlocked, doors and began to knock.  

Before he could make contact with the old wooden door on the right a smaller door within it began to open. He stepped through the door as a monk whose hood was completely covering his head lead him inside.  The monastery had a quiet about it that would rival that of the Canyon.  There were three old Spanish Buildings side by side, and the main door to the one in the middle was already open.

He asked the monk where they were going and heard back nothing in return. The hooded monk led Jack down a long hallway to another open door on the left.  He knocked on the door three times as he led jack through and motioned for him to sit down on one of the two chairs in front of the large stone fireplace.  I wonder where they get stone in a desert like this Jack wondered to himself.

Jack looked up slightly and saw the image of two large and heavily tanned feet in sandals walking toward him at a lively pace.  As he looked even higher, he saw a stocky and athletically built man who looked to be in his mid-sixties with a smile that could have come from an angelic two-year old child.

My name is Abbott Estefan, and I have been expecting you all day.  Early this morning I got a letter from our beloved Fred, telling the details of your meeting.  Before we do anything else, we must pray together to him that your mission here will be successful.  I am certain in my heart that Fred now sits with the Saints in heaven and is at this very moment looking down on us both --- with love !

I read Fred’s words, and I am still in partial disbelief.  Would you like to tell me in your words what happened yesterday, Jack?  Soon Abbott, but not right now, I hope you can understand.”  “I do totally my son. Let’s get you settled and then you can start to feel like one of us.  I know that is what Fred would have wanted.

“When’s the last time you’ve eaten,” Abbott Estefan asked.  “This morning, in Gallup with Padre Nick,” Jack answered.  “Ah, Padre Nick, one of our very finest.  Half Pueblo and half Navajo but all Dominican.  Once you walk through those front doors, all ‘divisions’ of ethnicity and nationality fade away like the shifting sands.”
“First the body, then the mind.  It’s time to get something into your stomach.  We are only humble servants of the poor around here Jack, but we eat like Roman Emperors.  It’s one of the perks of our particular order.”  “Sounds great to me Abbot, when it comes to food, I’m not picky.”

They laughed together at Jacks comment as they walked down another long hallway around a corner and into the biggest kitchen Jack had even seen.  Padre Francisco was the head cook, and he started to ladle out an array of Mexican food onto a plate the likes of which Jack had never seen.  He decided to eat every drop so as not to disappoint the good Padre.  Once finished ,Abbott Estefan led Jack to his new room on the second floor.

It was very well lit and like all of the Monk’s rooms it faced East to meet the rising sun.  “Get some rest now Jack, morning prayers are at 5a.m. and breakfast is at 6.  I’ll have someone put your motorcycle in one of the stables. You do intend to keep your promise, don’t you Jack, Abbott Estefan asked as he closed the door.”  YES, Jack said to himself as he sat down in the bed.  But then he knew the Abbott already knew his answer.

Jack had never heard anyone laugh with the gusto of Abbott Estefan.  He liked it here already as he could feel his old life peeling away like layers coming off an old onion. Two days later, Jack and Abbott Estefan took a walk around the grounds as Jack told the Abbott the whole story about Fred and their chance meeting at the Grand Canyon.  “Ah yes, the police have contacted us because they found out through Fred’s family that he was coming to be one of us.  I pray that they will someday know more about his passing than they do today. In his letter, Fred asked us not to say anything.  

Two Havasupai elders who were meditating at dawn that morning high among the rocks said they both saw an eagle swoop through the bottom of the canyon just before Fred’s clothing hit the ground.  They then looked up and saw two hands reaching out of the clouds which grabbed the eagle right out of the sky.

WE ARE BUILDING A GROTTO TO FRED IN THIS VERY SPOT WHERE YOU ARE STANDING NOW!

The Monastery was almost totally cloistered, and voices were only used when absolutely necessary.  Over the next several months Jack would come to find out how overrated ‘talking’ really is.

Chapter Five

The next few months were an adjustment for Jack as he settled into a life of contemplation and prayer.  Slowly, yet surely, a fundamental change was taking place inside of him.  It was a change unlike anything he had ever felt before.  The empty places inside of him, some of them over fifty years old, he could feel being filled.  Things that he couldn’t explain and things that he had never felt before were rapidly becoming things he could no longer live without.

Almost a year had gone by when Abbott Estefan knocked on his door one quiet afternoon.  Jack was deep in contemplative prayer, having just finished his daily Rosary and he didn’t hear the first knocks, so the good Abbott knocked harder.  He always prayed to Fred at the end of every Rosary, who the Monks were now referring to with extreme reverence as Patron.  Fred was pronounced the same in Spanish as it was in English, only with a slightly different inflection.  The Grotto in Fred’s honor had only recently been finished.

Jack had a direct view of the Grotto from the window in his room.
Jack opened the door to that wide-eyed smile he had come to love.  ‘May I come in Gato,” the Abbott asked. “Absolutely,” Jack said.  He always loved it when any of the Monks referred to the Spanish pronunciation of his name.  “How can I be of service Father Estefan? It is always an honor when you choose to visit my humble room.”

“In one week’s time it will be the one year anniversary since you decided to become one of us.  It will also be the one-year anniversary of our dear Fred’s passing and his ascension into heaven.  No one else dared refer to Fred’s passing in that way, but the Abbott was heard on more than one occasion to say that Fred had been welcomed into heaven by none other than Jesus, the Son of God Himself.  It was his hands that the two Havasupai Elders saw reaching out of the clouds that day. 
 
Abbott Estefan was sure of that in his heart. He told Jack that it was much easier to live with what you knew in your heart, rather than what you could prove.  The Church still required proof for Sainthood, but the Abbott told Jack that he was living proof and the only proof his order would ever need that Fred was sitting next to Jesus at the right hand of the Father.

“Are you planning on keeping your promise Gato?” the Abbott asked him no longer smiling.  “I hope that you are, and if so, I would like you to start making plans right away.  I will have my personal secretary call that Motel and make you a reservation for two nights.  You need to spend the first night at the canyon isolated and by yourself in prayer.  The second day and night are a celebration to Fred, and you need to keep an open mind, and open heart, to anything that might happen.”

The Abbott thought he saw a small tinge of uncertainty in Jack’s eyes.  “You must not hesitate or be doubtful my son.  Remember only that the man who gave his life up for you, a stranger, will be with you in the canyon.  Our Native American Brothers like to refer to this experience as a Vision Quest.  You should fast and sleep little while you are there. And with enough time, the Patrons message will take over you and show you the way.”

After speaking, Abbott Estefan turned and quietly started to walk down the hall.  After only three steps, he turned, looked at Jack one more time and said:  “My dear Gato, please ask the Patron to smile down on this poor Dominican Monk who thinks of him daily.  Ask him to watch over our Mission and all of the poor and suffering souls that we try and help.

Jack hadn’t looked at the BMW for almost a year.  In fact, he had thought about it very little.  The Monk who acted as head groundskeeper had stored it in a stable near the very back of the mission.  He had it wheeled up to the front of the Main Building on the day Jack was getting ready to leave.  It started on the very first kick.

Jack was taking very little with him as he headed to Arizona.  Just the old civilian clothes he had been wearing when arriving a year ago, a road map of the Southwest, and the Rosary Beads he had found draped across the handlebars when he went to get on the bike.
The bikes gas tank was full, and Jack marveled at how clean and well maintained it looked.  ‘Unbelievable, he thought to himself.  “I know if I was to ask, the Monks would tell me it was all a result of the power of prayer — prayer, and a siphon to remove fuel from the Abbots old School Bus.” 

 Jack wondered if anyone not directly connected to all that had happened would ever believe him if he told them his story.  The Abbott had told him it was of no consequence, --- as the truth needed no audience!

Jack rode all day and arrived at the South Rim of the Canyon just after six in the evening.  He checked into the same Motel —The Yavapai Motor Lodge — and parked the Motorcycle in exactly the same spot that it had been in on exactly this day a year ago.  The same desk clerk was working in the lobby who had been there last year.  
“How are you doing?  I NEVER expected to see you back here again.  That was really something that happened last year.  None of us can believe an entire year has gone by already.

“Yes, it was really something,” said Jack.  I made a promise to come back and honor his memory, so I’ll be staying with you for the next two days.  It would mean a lot to me, and to him, if you keep my being here quiet.  I don’t want any publicity, especially from the press.  This is a very private matter and I’d like to keep it that way.”
“No problem, mums the word as far as I’m concerned.  It’s good to see you and that you’re doing well.  Just one thing though before I go home for the evening.”  “What’s that,” Jack said.  “Did they ever figure out why he did it? I never read anything in the papers about why he jumped.”

“No, I don’t think they ever did.  Some things, maybe the most important things in life, tend to remain a mystery from all but the few who are directly involved.  I think in Fred’s case, that mystery will remain intact.”  “That’s right his name was Fred, I haven’t heard anyone use his name in almost a year.  Around here he’s just referred to as the ‘Naked Jumper.”’ Jack smiled to himself at the terminology.  He knew that somewhere high above, Fred was looking down and smiling too.

‘One more thing though,” the desk clerk said as Jack was turning to go to his room.  “What’s that, I’m kind of in a hurry, I want to get into the restaurant before it closes and then over to the canyon before the sun is completely down.”  “Well, it’s like this.  Every morning at exactly 7:00 a.m. the phone rings at the front desk and it’s someone asking for the number of Jack’s room.  When we tell the caller that we are not allowed to give out any information regarding our guests, they immediately hang up and the call ends.  The very next morning they call back again and ask once more for the number of Jack’s room. This has happened now every day for a year.  Your name’s Jack, isn’t it?”

‘Yep, must be a co-incidence. Didn’t they ask for Jack by his last name.”  “No, only Jack, just plain old Jack every time they called.”
Jack knew that Fred had never asked him about his last name, and he was sure that he had never offered the information.  “It’s really funny,” the desk clerk went on, “the caller never stays on long enough for the police to trace the call.  After the tenth or eleventh time we were called we forwarded the information about the calls to the Park Police who tapped into our line and tried to put a trace on the calls.  

Our receptionist, Daphne, who almost always takes the call, has tried to keep the caller on the line, but when she doesn’t give the caller the information they request, the line always goes dead.” Jack said goodnight to the desk clerk, whose name he now knew was Roy, and checked into his room.  It was the same room, #888, that he had been in a year ago.  He picked up the phone and dialed 0 for the Front Desk.

“Roy, this is Jack in Room #888.  Did someone request this specific room for me when making the reservation?”  “Let me check …. Nope, just says Non-Smoking King, on the reservation slip.  Why is something wrong with Room #888?”  “No, everything’s fine, good night, Roy.”

Jack quickly said a Rosary before ordering takeout from the restaurant. He then hurried across and down the road to the Rim where he had met Fred on that fateful day a year ago.  As he sat there quietly eating and staring out over the rim, he felt a peacefulness descend and overtake him both in body and spirit.  As the sun went completely down, he prayed for over three hours for the saving deliverance of Fred’s soul.

Suicide, a word no-one except the police and newspapers had used in his presence, was still a grievous sin in the Catholic Church.  Publicly, the church would admit to no justification that would allow one to take their own life. Jack thought silently about Jesus, --- and wasn’t that exactly what he had done by offering himself up as a sacrifice so all could be saved.  Jesus knew what was going to happen on Calvary that afternoon, just as Fred knew what was going to happen if he didn’t receive a phone call from Jack that morning saying that he had changed his mind.

When the stars had finally filled the sky, Jack got up and walked back to the Motel. As he walked past the front desk he asked Roy, “What time does that call come in in the morning asking for a Jack?”  “At exactly 7:00 a.m. every morning.”

Jack thanked Roy and walked back to his room.  He set his alarm for 6:00 a.m. the next morning. He was in the lobby standing at the front desk at ten minutes before seven waiting, waiting to see if the caller would call again.


Chapter Six

“Nothing,” said Daphne.  “Every morning for a year a call has come in at exactly 7:00 a.m. asking for Jack.  Are you sure it hasn’t been you that’s been making those phone calls?”  “What, call and ask for myself,” Jack said. “What would be the reasoning behind that?”
‘It’s really unbelievable. We’re open 365 days a year and the only property inside the park that is.  This caller has called every day for a solid year and hasn’t missed a holiday, weekend, nothing.  Every morning, and I mean EVERY morning that phone rings --- but not today!”

Jack spent the next day in quiet contemplation on the edge of the rim.  He thought about Sarah and how she had loved this place and said a prayer to Fred to please watch over his beloved wife until he could be with her again.  That night he slept like he had never slept before.

There was a night owl just outside his window and it spoke to him in a language he felt but could not understand.  He could feel it saying to him, --- UNTIL NEXT YEAR, UNTIL NEXT YEAR !!!

Jack got up early the next morning and was in the lobby again before seven.  Once again, no phone call asking for Jack.  After having breakfast and visiting the rim one more time, he rode non-stop back to the monastery, carrying a new part of the Great Mystery.
The Abbott had always been very respectful, and not in a condescending way, of the terms the Indians used to refer to God and Revelation. Jack had heard the Abbott use the term ‘The Great Mystery’ when referring to their religious beliefs many times.  He couldn’t come up with a better term for what he felt had happened back at the Canyon.

For twenty-four more years Jack repeated this same yearly ritual to the South Rim.  The Motel was eventually sold and torn down, and a new Holiday Inn express was built where the old Yavapai Motor Lodge used to stand.  Jack always stayed at the Holiday Inn Express with a room facing East like the one he had at the old Motel.  He was now in his early seventies and each year the trip took longer to get to the Canyon.  

The bike was still properly maintained and running well, but the effort it took to ride it all the way tired Jack out, and every year it seemed like the Canyon got further and further away. Abbott Estefan had died several years ago and Father Jack, or Abbott Gato, as he was now called, was in charge of the Monastery.  Jack had been ordained in a very private ceremony almost fifteen years before. Fred’s children and grandchildren had proudly attended the event in their Father’s honor, each of them placing a wreath at the base of their fathers statue, the Patron, in the garden around back.

As he promised he would every year, Jack checked into the hotel at the South Rim.  It had recently changed its name again to a Best Western.  Including the first time he had stayed here, the time he met Fred, this was the 25th Anniversary of his visiting the Canyon in Fred’s honor. He said “Hi Tammy,” to the pretty young girl working at the front desk.  “So, you’re still riding that old motorcycle all the way from New Mexico?”  “I am, and God willing, I’ll get back there to resume my duties in a couple of days.’  “Well, my dad said to remind you again that you have a standing offer for the Motorcycle if ever, and whenever you decide to sell.”

“Sorry Tammy, but like I told your Dad last year, this motorcycle is going to take me all the way thru the pearly gates.” “Oh Father, you’re such a kidder, but if you do change your mind, my Dad will drive over to the Monastery and pick it up.”  “Thanks Tammy, and thank your Dad again for the kind offer. Are those phone calls still coming in every morning?”

“Every morning at seven a.m. like clockwork Father, except on the mornings you’re here.  It’s old hat around here now and part of the DNA of this place.  I don’t know what we’d do if they ever stopped.”  “I don’t think you need to worry about that Tammy, tell that caller that I said Hi every time he calls.”  “I will Father, he seems to get a real kick out of that.  Two days ago, we weren’t sure what was going on because at exactly seven a.m the phone rang and in the same voice as always, the caller asked for Gato.  When we acted confused, he immediately corrected himself and said ‘Jack,’ could you please tell me the room number of ‘Jack.’

“We’ve got you in #888 as always Father, and it always amuses me that we don’t have any other rooms that start with the number eight.  Do you know why we have one room in this hotel out of sequence with all the others, that is numbered #888, when all the other rooms start with a letter followed by three numbers.
The rooms on this floor go from A100 to A165.”

“No, I really don’t know why that is Tammy, I just know that I’ve always been in Room #888 and I like it that way.  Nothing like tradition right …”

Jack went back to his room and as was his habit said the Rosary before getting into bed.  The next morning, he was outside the restaurant when it opened for breakfast at six.  He liked talking to all the vacationers coming to the Grand Canyon, especially those visiting for the first time.  “God’s greatest creation on earth he would tell all those he met.  He had also become something of a local celebrity, and several local orders of both priests and nuns would come by the south rim during his yearly visit and ask for his blessing.

No-one ever asked him specifically why he was there, but everyone knew, and it was now local legend, that it had something to do with that ‘Jumper’ that had gone over the edge so many years ago. Today was the actual 25th Anniversary of Fred’s taking his place and stepping off into the Canyon.

After breakfast Jack walked the short distance down the canyon road to the rim behind the Pinyon Trees that he had visited so many times before.  He sat on the same rock that he was sitting on twenty-five years before when Fred came walking through the trees.  He began to pray.

He looked down into the loose dirt at the base of the rock and thought that he could still see the impression that his handgun had made in the soft canyon silt. He wondered at his advanced age if his mind not be starting to play tricks on him.  Two of his closest friends at the monastery had been stricken with Alzheimers this year and as he watched them slowly drift away, he prayed more than anything, that it would never happen to him. 
 
Every memory he had had of and in this place seemed to come rushing back at once.  Everything seemed so real.  Not surreal, but really real! He closed his eyes again and prayed.  He wasn’t sure how long he had been praying but when he opened his eyes, he saw that it was now dark.  “Could an entire day have slipped away that fast he wondered, or maybe I really am losing my mind.”

He looked into the sky for any trace of the sun. It was all the way back over his left shoulder, in the direction of California, the land he had come from, the place where everything that happened to him had been so bad.

As he got up to leave, he heard a rustling in the bushes.  He thought maybe it was a black bear, or perhaps a couple of honeymooners coming to the rim to profess undying love.  He called out to the noise in the bushes, but nothing answered back.  He walked deeper in the direction that the sound had come from but it was now so dark that his aging eyes were failing him. 

 It was then that he remembered that he had forgotten his Rosary Beads and had left them back on the rock. As Jack turned around to go back and get his Rosary his eyes went completely blind.  There was a light that he had never seen before coming from the Canyon’s edge and it seemed to be shining only on him.  To the right and the left he could still see darkness, but the brilliant beam of light that he couldn’t understand was following him as he walked blindly back toward the rock.

As bright as the light was it did not hurt his eyes, and it seemed to be drawing him closer and into its light.  As he got near the edge, he could feel the light totally envelop him, both body and soul.  As he got to the Canyon’s edge, he could see the light take shape as it drifted level with his view.  In the middle of the flashing brilliance was the face of Fred who was now smiling at him in the way he had remembered from so long ago.  Fred’s arms were now opening wide as he said through the light …

“Father Jack, you have kept your promise when all I had to give you that day was love.  You have returned that love to me twenty-five fold.  I now release you from your promise so you may go back and live peacefully the rest of your days.  What we did here together will forever be understood, by those willing to give freely and totally of themselves.”

With that the light was gone, and Jack’s body was filled with a new warmth of understanding and love.  It was if someone or something had climbed inside him, someone who needed to reassure him one last time that he would never, ever, be alone again.

On the very next day a message appeared heavily inscribed on the rock.  It read — "He who sacrifices himself in my name shall never die, and my name is love"

Kurt Philip Behm
April, 2012
César Vallejo  Jun 2017
Enereida
Mi padre, apenas
en la mañana pajarina, pone
sus setentiocho años, sus setentiocho
ramos de invierno a solear.
El cementerio de Santiago, untado
en alegre año nuevo, está a la vista.
Cuántas veces sus pasos cortaron hacia él,
y tornaron de algún entierro humilde.
Hoy hace mucho tiempo que mi padre no sale
Una broma de niños se desbanda.
Otras veces le hablaba a mi madre
de impresiones urbanas, de política;
y hoy, apoyado en su bastón ilustre
que sonara mejor en los años de la Gobernación,
mi padre está desconocido, frágil,
mi padre es una víspera.
Lleva, trae, abstraído, reliquias, cosas,
recuerdos, sugerencias.
La mañana apacible le acompaña
con sus alas blancas de hermana de la caridad.
Día eterno es éste, día ingenuo, infante
coral, oracional;
se corona el tiempo de palomas,
y el futuro se puebla
de caravanas de inmortales rosas.
Padre, aún sigue todo despertando;
es enero que canta, es tu amor
que resonando va en la Eternidad.
Aún reirás de tus pequeñuelos,
y habrá bulla triunfal en los Vacíos.
Aún será año nuevo. Habrá empanadas;
y yo tendré hambre, cuando toque a misa
en el-beato campanario
el buen ciego mélico con quien
departieron mis sílabas escolares y frescas,
mi inocencia rotunda.
Y cuando la mañana llena de gracia,
desde sus senos de tiempo,
que son dos renuncias, dos avances de amor
que se tienden y ruegan infinito, eterna vida,
cante, y eche a volar Verbos plurales,
jirones de tu ser,
a la borda de sus alas blancas
de hermana de la caridad, ¡oh, padre mío!
Jim Davis  Apr 2017
Touching
Jim Davis Apr 2017
In the last
three decades,
after we became one,
I touched
amazingly beautiful things,
horribly ugly things,  
unbelievably wondrous things

I touched nature's majesty;
hued walls of the Grand Canyon,              
crusty bark of the
Redwoods and Sequoias,
live corals of the
Great Barrier Reef,
dreamlike sandstone of the Wave

I touched magical and strange;
platypus, koalas and
kangaroos Down Under,
underwater alkali flies and
lacustrine tufa at Mono Lake,
astral glowing worms
in the Kawiti caves

I touched holy places;
Christianity's oldest churches,
the Pope's home in the Vatican,
Hindu and Sikh temples and
Moslem mosques in India,
Anasazi's kivas of Chaco canyon,
Aboriginal rocks of Uluru and Kata Tjuta

I touched glimmers of civilization;
uncovered roads of Pompeii,
fighting arenas of Rome,
terra cotta armies of Xian,
sharp stone points of the Apache,
pottery shards from the Navajo,
petroglyphs by the Jornada Mogollon

I touched fantastical things;
winds blowing on the
steppes of Patagonia,,
playas and craters of Death Valley,  
high peaks of the Continental Divide,
blazing white sands of the  
Land of Enchantment

I touched icons of liberty
and freedom;
the defended Alamo,
a fissured Liberty Bell,
an embracing Statue of Liberty,
the harbor of Checkpoints
Alpha, Bravo, and Charlie

I touched glorious things
made by man;
the monstrous Hoover Dam,
an exquisite Eiffel tower,
a soaring St Louis Arch,
an Art deco Empire State Building,
the sublime Golden Gate Bridge

I touched sparks from history;
the running path of an
Olympic flame just off Bourbon,
the last steps of Mohandas Ghandi
at Birla House before Godse,
******'s Eagle's nest and the
grounds over Der Führerbunker

I touched walls of power;
enclosed rings of the Pentagon,
steep steps of the
Great Wall of China,
untried bastions of
Peter and Paul's fortress,
fitted boulders of Machu Picchu

I touched strong hands;
of those conquering
Rommel's and ******'s hordes,
of cold warriors of
Chosin Reservoir,  
of forgotten soldiers of Vietnam,
of terrorist killers of today

I touched memories of war;
the somber Vietnam memorial,
the glorious Iwo Jima statue,
the cold slabs at Arlington,
the buried tomb of USS Arizonians,
Volgograd's Mother Russia  

I touched ugly things;
shreds of light in
Port Arthur's prison,
horrible smelly dust
in the streets from 9/11,
ash impregnated dirt
in the pits at Auschwitz

I touched oppressed freedom;
open ****** plazas
of Tiananmen Square,
smooth pipe and concrete
of the Berlin Wall,  
tall red brick walls
of the Moscow Kremlin

I touched constrained freedom;
heavy ankle and
wrist slave chains
in the South,
little windows
in Berlin's Stasi prison,
haunted cells in Alcatraz  

I touched remnants of madness;
wire and ovens of Auschwitz,
stacked chimneys and
wooden bunks of Birkenau,        
Ravensbruck, and Dachau,
the tomb of Lenin,
toppled Stalins

I touched hands of survivors;
of Leningrad's siege,
of German POWs and
of Russian fighters
of Stalingrad's battle,
of Cancer's scourges  

I touched grand things;
deep waters of the Pacific and Atlantic,
blue hills of Appalachia,
towering peaks of the Rockies,
high falls of Yosemite Valley,
bursting geysers of Yellowstone,
crashing glaciers of Antarctica and Alaska    

I touched times of adventure;
abseiling and zipping in Costa Rica,
packing Pecos wilds and Padre isles,
flying nap of earth Hueys to Meridian,
breaking arms in JRTC's box,
fighting Abu Sayyaf, and Jemaah
Islami in Zamboanga City

I touched through you;
wet sand beaches of  Mexico and Jamaica,
mysterious energy of the monoliths of Stonehenge,
rarefied air in front of the
Louvre's Mona Lisa,
ancient wonders of Giza,
Egypt's tombs and pyramids

We shared soft touches;
drifting in Bora Bora's
surreal waters,
joining hands camel trekking the
Outback's dry sands,
strolling along Tasmania's
eucalyptus forest trails

basking in swinging hammocks
under Fiji's bright sun,
scrambling in
Las Vegas' glittering and
red rock canyons,
kissing under the
Taj Mahal's symphony of arches

We shared touching deep waters;
propelled in gondolas
through the city of canals,
Drifting atop Uru cat boats on Lake Titticaca,
Swooping in jet boats
up a wild river in Talkeetna

Racing in speed boats
around Sydney's great harbour,
skimming in pangas in Puerto Ayora,
paddling the Kennebec for
East's best petroglyphs,
cruising Salzbergwerk's underwater lake

We touched scrumptious things;
Beignets and chicory coffee at DuMonde's in the Big Easy,
Hot *** with sesame sauce
in the walled city of Xian,
Peking duck, dimsum, scorpions,
snake and starfish on Wangfujing Snack Street

We touched delicious things
Crawfish heads and tails at JuJu's shack
and ten years at Jeanette's,
Langoustine at Poinciana's, Fjöruborðinus and Galapagos,
Cream cheese and loch bagels
at Ess-a' s in the Big Apple

I touched your hand riding;
hang loose waves of Waikiki,
a big green bus in Denali's awesomeness,
clip clopping carriages of Vienna, Paris,
Prague, New Orleans, Krakow,
Quebec City, and Zakopane,
the acapella sugar train of St Kitts

We shared touching on paths;
the highway 1 of Big Sur,
the Road of the Great Ocean,
the bahn to Buda and Pest,
the path to the North of Maine,
the trail of the Hoh rainforest,
and time after time, the way home

Yet,
I could spend
the next three decades,
in simple bliss,
having need for
touching nothing,
other than you!

©  2016 Jim Davis
A poem I wrote last year for my wife!  Posted now since it matches the HP' theme for today - "Places"
Jim Davis Jun 2019
Scrounging local garage sales... near ten years past... I had found a flat, welded iron, rusty seahorse... 3 feet high... with a good seahorse shape and poise... edges welded and cut... after the haggle... twenty-five dollars..... perfectly added to my estate... covered rust in gold sheen... mounted upon a tree... to greet all comers... with a seahorse kiss!    
     Seller said it was made by the same artist... of the turtle lady statue... to be found in Corpus Christi!  Asked if I had seen it... my reply... No, but I liked the seahorse piece! He expounded... the artist... only had one leg... but was a surfer... well known for this trait... in Corpus Christi!  
     After I had mounted the seahorse... upon it's tree...I did an internet search... looking for anything about the one-legged surfer artist of Corpus Christi!  Found... nothing!  
     End of May, 2019... visiting my sister, Donna... we were wandering Corpus Christi!  She guided us to the surf museum... not knowing the story... of the one-legged surfer artist... creator of my mounted seahorse!  
     Girl at the front desk... Kyla... real nice and friendly... told her about the seahorse and questioned her... she didn’t know... she never heard of a surfer with one leg or the turtle lady statue!  Looking at us just a bit strangely... one legged surfer???
      Donna and I... started our stroll through the small museum!  Along the right side... stood a long row of surfboards... I’ve never surfed... but I was imagining trying it with just one leg!  
      Anyhow... I didn’t really stop to read or look in any detail at any of the exhibits until I reached the back... there was a glass case... which had a piece of simple letter paper...  8.5x11... taped to the front of the glass cabinet!  I started in reading the last paragraph...

     “Welch, 53, and his wife, Chelsea Louise, 23, died September 15, 2001, when their car plunged off the edge of South Padre Island’s Queen Isabella Causeway, which partially collapsed after a string of barges crashed into the bridge’s support pilings!

     Thought to myself... Wow... Who is this guy???  I jumped up to the middle paragraph...

     “Welch lost one of his lower legs in an auto accident in the 1970s, but he kept surfing with a prosthesis.  He wore a peg-like prosthesis at first, then got one with a foot.  He won the prosthesis division of the United States Surfing Championships on South Padre Island in 1998.”

     In the glass case was a welded metal sculpture of a beach scene... with waves, palm trees, and all!  The piece did have some resemblance in style to my seahorse sculpture!  Also, there was a picture on top of the case... of Harpoon Barry... striking a muscular, no shirt pose... in his tattoo shop... his torso covered in tattoos!  
    
     “It is said... he was on the verge of suicide after losing his leg. In one interview with the San Antonio Express News in 1992 he said;  "I may not make it to heaven, but you can be sure I made no deals with the devil to get where I'm at now, "  Looking down at his false leg stretched out in front of him, Welch said quietly: "It is a real empty feeling when you put one of these on for the first time, especially if you are an adult on your own. And your mama'a not there and your daddy's not there, and the people in the hospital tell you, 'This is the best it's going to get.  I made my first leg myself, out of Hi-C cans. I couldn't wait for my leg to get finished. I wanted to walk. I guess I got the idea from the Tin Woodsman in 'The Wizard of Oz.' That leg actually worked pretty well!”

     I had found my one-legged surfer artist!  I walked towards Donna... who was already half-way leaving the museum...  I hollered to her... she just had to come see this ... “I think I found the one-legged surfer!”  She had recently had partial knee replacement... and was hobbling!  She said if I was fooling her... she better not walk back all that way for nothing!! She came back to the glass case... we read through the letter in it’s entirety!  
     Then we went... and told Kyla at the front desk... she again looked at us again a bit strange... but then reluctantly left her post to go with us to take a look... she was then astounded!  Said she never knew about the one-legged surfer... although she had worked at the museum for several years!  Said there were also a couple metal sculptures... at the front of the museum... she thought were also done... by Harpoon Barry!  We took pictures of those also!  

In the letter we also read...

     “Welch had numerous tattoos and body piercings.  He wore a tiny 14 carrot gold harpoon through one ******.  That is how he got his nick name according to a friend, Scott Gangel.”  

     "I am a unique, self-made sensation!” he said matter-of-factly... in the interview with the Express News!  
    
     It's been 18 years since eight people died when South Padre Island's Queen Isabella Memorial Causeway collapsed... sending 11 people into the water below... four days after the 9/11 attacks!  A string of tow barges had struck the supporting pilings!  A section of the roadway had collapsed...
     I promised Kyla... I would donate my seahorse piece to the museum upon my death!  I only hope my death... is as grand as Harpoon Barry’s plunge into the Gulf of Mexico with his young wife!  Wonder what they were doing during the plunge... what was Barry doing... yelling Yippee Ki Yay... or Surf’s up... Dude!!!... maybe???  
    
Surfed waves on one leg
Young wife... crazy life... grand death
Harpooned by Barry

©  2019 Jim Davis
I doubt I could ever match his life!  !  Though...  someday... I might get a tattoo... or two... or a harpoon piercing... perhaps in a ******! Also... still looking for the turtle lady statue!

— The End —