Aquel que esperaba
sin saber su cara,
pasó hoy a mi lado
y llevóse mi alma.
La trova que en ese
momento cantaba,
se quebró en mis labios
y tornéme pálida.
Alguien me lo dijo
sin voz ni palabra:
-¡Levanta los ojos,
que pasa el que aguardas!
Me puse a seguirlo
como una sonámbula,
con las manos trémulas
y la cara pálida.
Mas él, sin mirarme,
se adentró a su casa,
sin saber que a rastras
se llevaba un alma.
Me volví tan triste
que lloré hasta el alba,
¡le daría la vida
y él no sabe nada!