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VozSilente Jul 17
Hoy, lucharé con el monstruo más fuerte,
el enemigo más grande y temible de la humanidad,
el ser más despreciable, horrible, cruel e inteligente
que jamás hemos visto.
Aunque habite con nosotros,
esta bestia conoce cada secreto, deseo y sueño de nuestro ser.
Un monstruo que no duda en destruir lo que nos importa:
juez de mis errores y asesino de pensamientos,
devorador de cualquier esperanza que el humano pueda tener.
Existe desde que tenemos uso de razón,
y al mínimo descuido,
nos destroza sin oportunidad de escape.
Traté de escapar,
pero está ligado a mí.
¿Cómo puede haber algo así,
intangible, impredecible, humano y cruel?
¿Cómo es posible que este ser sea parte de nosotros?
Hoy he perdido de nuevo.
Hoy, mi vida continúa junto a este monstruo.
La humanidad ha perdido.
Yo he caído.
Este ser ha ganado.
Este demonio…
es mi mente.
Solo escribo lo que siento.
Si al leerme alguien siente algo, ya habrá valido la pena.
VozSilente Jul 15
Soy la simpleza que me caracteriza.
Soy un cúmulo de casualidades,
soy el problema matemático: indescifrable.
Soy una existencia sin un motivo aparente,
soy el cuestionamiento de la vida,
soy el tormento de mis días.
Soy tristeza, miedo, odio, amor,
soledad y agonía.
Existo sin una misión,
carezco de sentido.
Nada.
Nada de talento,
nada especial,
nada hermoso
y más cercano a lo terrible.
Sí,
eso es mi existencia:
banal e índigo de la soledad.
Solo. Siempre.
Solo un humano más.
Solo…
un vivo,
que muere.
Solo escribo lo que siento.
Si al leerme alguien siente algo, ya habrá valido la pena.
VozSilente Jul 13
Hoy escribí una historia.
Hablaba de paisajes que solo se sueñan en los cuentos de hadas.
Decía que había bosques, animales, santos, personas y amor: un mundo que carecía del miedo, para cobardes como yo.
Un lugar donde habitaban historias sin fin, con diferentes personas iguales a mí.
Iguales, sí, iguales.
Tan perfecto, tan humano, horrible e indescriptible.
Todos eran tan distintos, tan iguales como el tiempo que divide la paz y la tierra.
Yo era perfecto, aquí.
Lo podía hacer.
Podía caminar sin ser un pasajero más de la tristeza.
Ya no era un sin cara: soy un ave, una mariposa, soy un ser humano, una historia con final.
Aquí yo podía vivir sin esperar nada.
Y si un día quería olvidar todo lo malo del pasado atrás, podía hacerlo.
Todo era posible.
¿Cómo podía ser esto?
¿Fui privilegiado?
¿Dios por fin escuchó mis versos y se apiadó de mi alma?
No lo sabía.
Dio igual.
Corrí durante horas explorando este maravilloso mundo.
Pasaron las horas, los meses, los años, y por fin dormí profundamente.
Abrí los ojos.
La camilla era incómoda.
Monstruos de bata blanca se hallaban quitándome el mundo que había visto en mi lecho de muerte.
Solo escribo lo que siento.
Si al leerme alguien siente algo, ya habrá valido la pena.
VozSilente Jul 12
No lo entiendo, le dije al espejo de mi habitación,
mientras me escondía en el rincón de una máscara creada por mí.
Vi mi reflejo, pero no era yo. No era humano.
Solo una parte de mí que creí que se había perdido en mis recuerdos.
Era tan pequeño, débil, lúgubre y sin una forma exacta.
Se parecía a mí, pero no tenía mi cara.
Solo estaba ahí, mirándome fijamente.
Sensaciones melancólicas vinieron a mí mientras veía al niño.
Me invadieron sentimientos que nunca había sentido,
o tal vez los había perdido.
No lo comprendo, le dije yo a mí mismo.
Porque solo estaba él. No lo veo.
No veo mi reflejo. Te veo a ti.
Pero no está su cara, pero sin duda soy yo.
Es como una parte que desapareció al pasar del tiempo
y ahora venía a causar estragos en mi soledad.
Estoy perdido, confundido ante aquel pequeño.
Yo lo comprendí. Lo conocí sin esperarlo.
Esta sensación horrible de nula comprensión
fue una parte de mi alma que murió hace tiempo en mi habitación.
Estaba asustado. ¿Cómo fue que volvió?
Lo había encerrado en el lago de mis ojos,
y ahora quería reclamar lo que es suyo.
¿Qué es de él? ¿Qué le pertenece? ¿Qué quiere de mí?
¿Acaso es mi compañía en esta soledad?
Él salió. Estaba oscuro y aun así lo veía.
Mi reflejo salió, pero no se acercó.
Fue como si una coma nos separara el uno del otro.
Dime, le dije. No hubo respuesta.
Háblame, le dije. No hubo respuesta.
¿Por qué volviste?, le dije. No hubo respuesta.
Solo un vasto silencio que carcomía mis palabras.
Perdón, le dije, y solo brotaron lágrimas de mí,
como una cascada de hielo que se derretía al llegar la primavera,
y el niño reía en silencio.
Lo entendí después de arrepentirme frente a él.
Comprendí que lo había encerrado para no sentirme débil,
para no escapar de lo que me atormenta.
Lo ahogué para escapar del miedo.
Lo maté para escapar de mí mismo.
Lo sentí tanto por aquel niño que pensaba que el mundo era color amor
y solo pudo sentir el peso de la madurez
mientras se le escapaba el aire en el lago profundo de mi mente.
La máscara ya no está. Cayó a pedazos mientras el niño reía.
Puedo verlo. Veo mi reflejo y la cara de ese pequeño que ya era adulto.
Solo escribo lo que siento.
Si al leerme alguien siente algo, ya habrá valido la pena.
VozSilente Jul 12
Tengo, el corazón de un dramaturgo y mente de poeta,
a veces pienso así, cuando los temblores del corazón vienen a mí,
y los demonios de la cabeza carcomen mi mente,
creo que estoy demente al escribir sobre lo que me quita la vida,
no hay salida, solo un yo, y solo yo a la intemperie.
Dejé de pensar y hablé conmigo, me di cuenta que no soy mi amigo,
¿qué irónico, no?
Traté de encontrarme con alguien dentro de mí que piense como yo,
que no me diga lo que ya sé, que me mire, que me grite, que me escuche.
Miedo, angustia y dolor, solo a esos yo encontré.
“Sólo déjame mirarte”, le dije a mí, mientras veía el espejo.
En mis ojos, no había reflejo bueno.
No sé qué decirme a mí mismo.
Fuerte y feliz, soy así.
Me comporto y nos comportamos de esa manera para no mostrar
algo que arruine el pensamiento de otros.
Algo triste me devora y puedo describirlo.
No soy la víctima que creo que soy.
No comprendo, Señor, ¿por qué soy así?
¿Duele pensar o duele morir?
¿Cuál soy, Señor de todos los reflejos? ¿Quién soy?
Mis sentimientos no los entiendo.
Triste en un día normal y sonrío cuando me siento fatal.
Háblame, Señor.
Duele ser algo que no comprendo.
Mis dolores hablan, yo hablo y solo siento puñales que silencian mi boca.
Sé que no, sé que yo no soy nadie, lo sé.
Soy tan monótono y no puedo escapar de mí.
Es una prisión impenetrable, creada por mí.
Hoy muere mi letra delante de la hoja, mientras la mente se enoja
y arroja todo por la ventana de mis ojos.
¿Cuál es mi yo?
¿Y cuándo parará de llover en la pradera de mis ojos?
Hoy no sé quién es yo.
Sólo déjame mirar por una vez, quién soy.
No escribo para ser entendido por todos,
escribo porque necesito sentirme entendido,
y si alguien siente algo al leerme, entonces no estoy solo.
Leo May 30
Mi gato
se limpió, con desacato,
con encanto,
y trató de subirse,
casi en mi zapato.

Grato, sensato,
que en ese arrebato
olvidó su innato olfato
y arrebató,
delató
mi suciedad de ingrato,
con cariño barato,
en un simple rato.

Mi gato se limpió,
con desacato,
y se ensució,
con encanto,
para sacarme del garabato.

Me rescató,
con cariño barato,
muy sensato,
mi gato...
Leo May 30
La incerteza,
de la certeza sobre cosas:
el amor, su rareza,
o esa pieza que empieza
a generar tristeza,

y pensar en la largueza
o la pequeñeza
de la vida y su simpleza.

Esa incerteza
de creer tener clareza,
cuando la pobreza
encabeza las mentes.

La clareza,
que carece de madurez,
y evidencia la torpeza
de la gente con dureza.

La clareza,
sinónimo de maleza,

resuena en mi cabeza,
y solo da pereza...
incerteza...
Leo May 28
Miento si digo que inspirado me siento;
se tormentó, no sé en qué momento,
pero presiento que en la vida voy lento,
y no pregunten por argumento:
me pongo violento.

Invento si digo que tengo talento,
y lamento contar un cuento que invento,
pero hay mal aliento, y no me siento exento;
aunque intento, y al acantilado igual me aviento.

Me siento alguien graciento, sucio, hediento;
si molesta algo, reviento, no soy lo que aparento,
no estoy contento, y el papel de bueno no lo patento,
gente ahuyento, del aislamiento me arrepiento
y me causa fatigamiento.
Leo May 28
Tu belleza explota mi cabeza,
y la deja roja como una cereza.
O tal vez sea la vergüenza de tu grandeza,
al compararla con mi impureza, pobreza, simpleza.

La lindeza y sutileza, junto con tu gentileza,
genera tibieza en mi cabeza llena de crudeza,
y encabeza mi incerteza sobre tu naturaleza,
lo que, con franqueza, genera terqueza sobre tu rareza.

Hoy tal vez sienta tu calidez,
en la cama, cómodo, con tranquilidez.
Para enamorarme suelo tener sensatez,
pero tu sencillez hace hacer esta estupidez.

Medio que te quiero en la mediatez,
pero como mediana es mi madurez,
no haré ninguna estupidez, las cosas con fluidez.
Aunque, por mi cutrez y tal vez timidez,
pierda validez y llegue solo a la vejez.
Leo May 28
Ilusionarse con una persona
¿para qué?
si la ilusión es la perdición
pero en nuestra persona.

insignificante idealización
que ante el tiempo muere
como todo,
las personas,
lo que se nos adhiere.

¿para qué apegarnos?
si solo nos pegamos
al pegarnos a las personas
y sentir el desapego
una vez la muerte se les pega

¿Para qué apegarnos?
si solo pegamos
a quienes se nos pegan
al despegarnos
cuando la indespegable
muerte se nos pega...
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