Un fantasma roza mi cuerpo
en las noches más oscuras.
Se queda conmigo,
como eterno,
mientras mis ojos
descansan cerrados.
Llega como el otoño,
cuando en mi pecho
las flores se secan,
y las hojas caen
a morir por siempre.
Agraviante y macabro,
****** las lágrimas
que se anidan en mi almohada.
Un fantasma me acompaña
cuando los sentimientos me ahogan.
Juega conmigo, me abraza,
se convierte en una parte
insatisfecha de mi ser.
Egocéntrico y despiadado
como jamás.
Me resigno aún sabiendo
el daño que procura.
Continúo mis pasos
apostando por la vida.
La frente en alto y el corazón
guardado en una bóveda
de acero y granito.
Puntual e insano, el quebranto
se ha convertido en un fantasma
que me persigue indómito.