Te veo, mi mirada fijamente se posa en tus ojos, ese par de esferas llenas de una luminosidad atrevida, perversa pero hermosa. Mis ojos acarician lentamente todo el contorno tan bello y fino de tu rostro, tus labios, tu pequeña y fina nariz esas mejillas tersas y blancas como rociadas por un baño de luna, la mejor conjunción poética recreada instintivamente por una naturaleza casi divina.