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Victor D López Feb 2019
Naciste siete años antes del comienzo de la guerra civil española,
Y viviste en una casita de dos pisos en la Calle de Abajo de Fontan,
Frente al mar que les regalo su riqueza y belleza,
Y les robo a tu hermano mayor, y el más noble, Juan, a los 19 años.

De chiquita eras muy llorona. Los vecinos te hacían rabiar con solo decirte,
“Chora, Litiña, chora” lo cual producía un largo llanto al instante.
A los siete u ocho años quedaste ciega por una infección en los ojos. Te salvó la vista
El medico del pueblo, pero no antes de pasar más de un año sin poder ir a la escuela.

Nunca recuperaste ese tiempo perdido. Tu impaciencia y la vergüenza de sentirte atrasada, Impidieron tus estudios. Tu profundo amor propio y la vergüenza de no saber lo que sabían tus
Amigas de tu edad, tu inquietud y tu inhabilidad de aguantar la lengua cuando te corregían,
Crearon una perfecta tormenta que desvió tu diminutiva nave hacia las rocas.

Cuando aún una niña, viste a Franco con su escolta salir de su yate en Fontan.
Con la inocencia de una niña que nunca supo aguantar la lengua, preguntaste a
Una vecina que también estaba presente “Quien es ese señor?”
“El Generalísimo Francisco Franco” te contestó en voz baja. Dile “Viva Franco” cuando pase.

Con la inocencia de una niña y con la arrogancia de una viejita incorregible gritaste señalándolo
“Ese es el Generalísimo?” Y con una carcajada seguiste en voz alta “Parece Pulgarcito!”
Un miembro de su escolta se acercó alzando su ametralladora con la aparente Intención de Golpearte con la culata. “Dejadla!” Exclamo Franco. “Es una niña—la culpa no es suya.”

Contaste ese cuento muchas veces en mi presencia, siempre con una sonrisa o riéndote.
Creo que nunca apreciaste el importe de esa “hazaña” de desprecio a la autoridad. Pudiera ser En parte por ese hecho de tu niñez que vinieron eventualmente por tu padre  
Que lo Llevaron preso. Que lo torturaron por muchos meses y condenaron a muerte?

El escapó su condena como ya he contado antes—con la ayuda de un oficial fascista.
Tan fuerte era su reputación y el poder de sus ideas hasta con sus muchos amigos contrarios.
Tal tu inocencia, o tu ceguera psíquica, en no comprender nunca una potencial causa de su Destrucción. A Dios gracias que nunca pudiste apreciar la posible consecuencia de tus palabras.

Tu padre, quien quisiste toda la vida entrañablemente con una pasión de la cual fue muy Merecedor, murió poco después del término de la guerra civil. Una madre con diez
Bocas para alimentar necesitaba ayuda. Tú fuiste una de las que más acudió a ese
Pedido silencioso. A los 11 años dejaste la escuela por última vez y comenzaste a trabajar.

Los niños no podían trabajar en la España de Franco. No obstante, un primo tomó piedad
De la situación y te permitió trabajar en su fábrica de embutidos de pescado en Sada.
Ganabas igual que todas tus compañeras mayores. Y trabajabas mejor que la mayoría de ellas,
Con la rapidez y destreza que te sirvieron bien toda tu vida en todos tus trabajos.

En tu tiempo libre, llevabas agua de la fuente comunal a vecinos por unos céntimos.
De chiquita también llevabas una sella en la cabeza para casa y dos baldes en las manos antes y Después de tu trabajo en la fábrica de Cheche para el agua de muchos pescadores en el puerto
Antes del amanecer esperando la partida a alta mar con tu agua fresca en sus recipientes.

Todo ese dinero era entregado tu madre con el orgullo de una niña que proveía
Más que el sueldo de una mujer grande—solo a cambio de tu niñez y de la escuela.
También lavabas ropa para algunos vecinos. Y siempre gratuitamente los pañales cuando había
Niños recién nacidos solo por el placer de verlos y poder estar con ellos.

Cuando eras un poco más grande, ya de edad de ir al baile y al cine, seguías la misma rutina,
Pero también lavabas y planchabas la ropa de los marineros jóvenes que querían ir muy limpios
Y bien planchados al baile los domingos. Ese era el único dinero que era solo tuyo—para
Pagar la peluquería todas las semanas y el baile y cine. El resto siempre para tu madre.


A los dieciséis años quisiste emigrar a Argentina a la casa de una tía en Buenos Aires.
Tu madre te lo permitió, pero solo si llevabas también a tu hermana menor, Remedios, contigo.
Lo hiciste. En Buenos Aires no podías trabajar tampoco por ser menor. Mentiste en las Aplicaciones y pudiste conseguir trabajo en una clínica como ayudanta de enfermera.

Lavaste bacinillas, cambiaste camas, y limpiaste pisos con otros trabajos similares.
Todo por ganar suficiente dinero para poder reclamar a tu madre y hermanos menores,
Sito (José) y Paco (Francisco). Luego conseguiste un trabajo de mucama en un hotel
En Mar del Plata. Los dueños apreciaron tu pasión por cuidar a sus niños pequeños.

Te mantuvieron como niñera y mucama—sin doble sueldo. Entre tu (pobre) sueldo y
Propinas de mucama, en un tiempo pudiste guardar suficiente dinero para comprar
Los pasajes para tu madre y hermanos. También pudiste volver a Buenos Aires y
Conseguiste alquilar un doble cuarto en una antigua casa cerca del Consulado español.

De aquellas, aun menor de edad, ya trabajabas en el laboratorio Ponds—al cargo de una
Máquina de empacado de productos de belleza. Ganabas buen dinero, y vivieron en el
Centro de Buenos aires en esa casa hasta que te casaste con papa muchos años después.
Aun te perseguía la mala costumbre de decir lo que penabas y de no dar el brazo a torcer.

El sindicato de la Ponds trató de obligarte a registrarte como Peronista.
A gato escaldado hasta el agua fría le hace daño, y reusaste registrarte al partido.
Le dijiste al sindicato que no le habías escapado a un dictador para aliarte a otro.
Te amenazaron con perder el trabajo. Y con repatriarte a ti y a tu madre y hermanos.

Tu respuesta no la puedo escribir aquí. Te llevaron frente al gerente general demandando
Que te despidiera de inmediato. Contestaste que te demostraran razones para hacerlo.
El gerente—indudablemente a propio riesgo—contestó que no había mejor trabajadora
En la fábrica y que no tenía el sindicato razones para pedir que te despidiera.

Después de un noviazgo de varios años, se casaron tú y papa. Tenían el mundo en sus
Manos. Buen trabajo con buenos ahorros que les permitirían vivir muy bien en el futuro.
No podías tener hijos—los cuales siempre anhelaste tener. Tres años de tratamientos
Lograron que me dieras vida. Vivimos por años en un hermoso apartamento en la ciudad.

Tengo uso de razón y recuerdos gratos desde antes de los dos años. Recuerdo muy bien ese Apartamento. Pero las cosas cambiaron cuando decidieron emprender un negocio
Que no fue sostenible en el caos de la Argentina en los años 60. Recuerdo demasiado bien el Sacrificio tuyo y el de papa—es eso un tema para otro día, pero no para hoy.

Fuiste la persona más trabajadora que conocí en mi vida. No le temías a ningún trabajo
Honesto por fuerte que fuese y tu inquietud y espíritu competitivo siempre te hicieron
Una empleada estelar en todos tus trabajos, la mayoría de ellos sumamente esclavos.
Hasta en casa no sabias parar a no ser que tuvieras con quien charlar un rato largo.

Eras una gran cocinera gracias en parte al chef del hotel en cual trabajaste en Argentina
Que era también un compatriota español (vasco) y te enseno a cocinar muchos de sus
Platos españoles e italianos favoritos. Fuiste siempre muy mal comedora. Pero te
Encantaba cocinar para amigos, familia y—cuantos mas mejor—y para las fiestas.

Papá también era buen cocinero aunque con un repertorio mas limitado. Y yo aprendí
De los dos con mucho afán también a cocinar desde joven. Ni en la cocina ni en ninguna
Fase de mi vida me puedo comparar contigo ni con papa, pero también me encanta
Cocinar y en especial para compartir con seres queridos.

Te daba gran placer introducir a mis amigos a tus platos favoritos como la cazuela de mariscos,
Paella, caldo gallego, tus incomparables canelones, ñoquis, orejas, filloas, buñuelos, flan,
Y todo el resto de tu largo repertorio de música culinaria. Papa me iba a buscar al colegio
Cuando en la escuela secundaria (JHS #10) todos los días antes del trabajo.

Los dos trabajaban el segundo turno y no partían hasta después de las 2:00 p.m.
Muchos días traía el coche lleno de mis compañeros. Recuerdo igual que si fuera ayer
Las caras de mis amigos judíos, chinos, japoneses, italianos, ingleses e irlandeses
Cuando primero probaron el pulpo, caldo gallego, la tortilla, las orejas o el flan.

Mediante el bachiller, la universidad y los estudios de derecho fue igual. A veces parecía
Una reunión de Las Naciones Unidas, pero siempre con comida. Siempre trataste a mis
Amigos íntimos como si fueran hijos tuyos también. Y algunos aun hoy día te quieren
Como una segunda madre y sienten tu ausencia aunque no te vieran por muchos años.

Tuviste una pasión por ser madre (una gran pena que solo tuvieras un hijo).
Que te hizo ser demasiado protectora de tu hijo.  Me vestías con ropa exclusiva de
Les Bebes—Fui un muñeco para quien no los tuvo de niña. No me dejabas fuera de tu vista.
El mantenerme en un ambiente libre de gérmenes produjeron algunos problemas de salud.

Mi pediatra te decía “Quiero verlo con las rodillas raspadas y las uñas sucias.”
Tú lo tomabas como un chiste. Me llevabas a menudo a un parque y a la calesita.
Lo recuerdo como si fuera ayer. Pero no recuerdo tener ningún amigo hasta los siete u ocho
Años. Y solo uno entonces. No recuerdo tener una pandilla de amigos hasta los 13 años. Triste.

Cuando comencé a hablar como una cotorra con un año, y a caminar al mismo tiempo,
Me llevaste al médico. El medico pensó que era solo idea tuya. Me mostro unas llaves y me
Pregunto “Sabes lo que es esto, Danielito?” “Si. Son las llaves de tu tutú,” le contesté.
Después de unas pruebas, le recomendaron a mi madre que alimentara mi curiosidad.

Según ella era yo insoportable (algunas cosas nunca cambian). Si le preguntaba a
Papá por que el sol quema, a que distancia esta, que son las estrellas, por qué una
Linterna enfocada al cielo en una noche oscura no se ve, por qué los aviones no tienen
Ruedas debajo de pontones para poder aterrizar y despegar en el agua? Etc., etc., etc.

Me contestaba con paciencia. Recuerdo viajes en tren o autobús sentado en las piernas de mi Padre haciéndole mil preguntas. Desafortunadamente, si le preguntaba algo a mama que No supiera contestar, inventaba cualquier respuesta con tal de hacerme callar en vez de decirme “No se” o “pregúntaselo a papá” o “vete al infierno de una ver por todas y dejame en paz.”

Cuando me contaba algún cuento y no me gustaba como terminaba, “Caperucita Roja” por Ejemplo, mi madre tenía que inventar un fin que me gustara mejor o aguantar un llanto
Interminable. Pobre madre. Inventar lo que a Danielito no le gustaba podía ser peligroso.
Recuerdo un día en el teatro viendo dibujos animados que me encantaban (y aun encantan).

El Pato Donald salió en una escena comiéndose un tremendo sándwich. Le dije a mamá que
Quería un sándwich igual. En vez de contestarme que no era un sándwich de verdad, o que me Llevarían a comer después del teatro (como de costumbre) se le ocurrió decirme que me
Lo iba a traer el Pato Donald al asiento. Cambio la escena y el Pato Donald salió sin el sándwich.


Se acabo el mundo. Empecé a chillar y llorar que el Pato Donald se comió mi sándwich.
Me había mentido y no me trajo el prometido sándwich. Eso era algo insoportable.
No hubo forma de consolarme o hacerme entender—ya tarde—que el Pato Donald también
Tenía hambre, que el sándwich era suyo y no mío, o que lo de la pantalla no era realidad.

Ardió Cristo. Se había comido el sándwich del nene el Pato Donald quien era (y es) mi favorito.
La traición de un ser querido así era inconcebible e insoportable. Me tuvieron que quitar del
Cine a grito pelado. No se me fue la pataleta por largo rato. Pero todo paso cuando mi querida Tía Nieves (una prima) me dio unas galletas marineras con mermelada más tarde en su casa.

Cuánta agua debajo del puente. Tus recuerdos como el humo en una placentera brisa ya se han Esparcido, son moléculas insubstanciales como estrellas en el cielo, que no pintan cuadros Coherentes. Una vida de conversaciones vitales vueltas a susurros de niños en una tormenta Tropical, impermisibles, insustanciales, solo un sueño que interrumpe una pesadilla eterna.

Así es tu vida hoy. Tu memoria fue siempre prodigiosa. Recordabas el nombre de todas las Personas que conociste en toda tu vida—y conversaciones enteras palabra por palabra.
Con solo tres años de escuela, te fuiste por el mundo rompiendo paso y aprendiste a leer y
Escribir ya después de os 16 años en una ciudad adoptiva. Te fue más que suficiente tu estudio.

Siempre dije que eras mucho mejor escritora que yo. Cuantas excelentes novelas u obras de Teatro y poesía hubieras escribido tú con la mitad de mi educación y el triple de trabajo?  
No ay justicia en este mundo. Por qué le da Dios pan a quien no tiene dientes? Tú prodigiosa Memoria no te permite ya que me reconozcas. Fui la última persona que olvidaste.

Pero aun ahora que ya no puedes tener una conversación normal en ningún idioma,
Alguna vez te brillan los ojos y me llamas “neniño” y sé que por un instante no estás ya sola.
Pero pronto se apaga esa luz y vuelve la oscuridad. Solo te puedo ver unas horas un día a la Semana. Las circunstancias de mi vida no me dejan otra mejor opción.

Algún día no tendré ni siquiera la oportunidad de compartir unas horas contigo. No tendrás
Monumento alguno salvo en mis recuerdos mientras me quede uso de razón. Toda una
Vida de incalculable sacrificio de la cual solo dejarás el más pobre rasgo viviente del amor
De tu único hijo quien no tiene palabras para honrarte adecuadamente ni nunca las tendrá.


*          *          *

Ya llegó ese día, demasiado pronto. Octubre 11, 2018. Llegó la llamada a las 03:30 horas,
Una o dos horas después de haber quedado yo dormido. Te trataron de resucitar en vano.
No habría ya mas oportunidades de decirte te quiero, de acariciar tus manos y cara,
De cantarte al oído, de poner crema en tus manos, de anhelar que esta semana me recordaras.

De contarte acontecimientos de seres queridos, a quien vi, que me dijeron, quien pregunto
Por ti, ni de rezar por ti o de pedirte si me dabas un besito poniendo mi mejilla cerca de tus Labios y del placer cuando respondías dándome muchos besitos. Cuando no me respondías,
Lo mas probable estos últimos muchos meses, te decía, “Bueno la próxima vez.”

Siempre al despedirme te daba un besito por Alice y un abrazo que siempre te mandaba,
Y tres besitos en tu frente de parte de papa (siempre te daba tres juntos), y uno mío. Te
Dejaba la tele prendida en un canal sin volumen que mostrara movimiento. Y en lo posible
Esperaba que quedaras con los ojos cerrados antes de marchar.

Se acabó el tiempo. No hay mas prorroga. Mis oraciones cambian de pedir que Dios te proteja
Y que por Su Gracia puedas sanar un poquito día a día a que Dios guarde tu alma y la de papá y
Permita que descansen en paz en Su reino. Te hecho mucho de menos ya, como a papá, y lo
Haré mientras viva y Dios me permita uso de razón. No sabia lo que es estar solo. Ahora si lo se.

Cuatro años viendo tu deslumbrante luz reducirse a una vela temblando en a oscuridad.
Cuatro años temiendo que te dieras cuenta de tu situación.
Cuatro años rogando que no tuvieras dolor, tristeza o soledad.
Cuatro años y sin aprender como decirte adiós. El resto de mi vida esperando verte otra vez.

Te quiero con todo mi corazón siempre y para siempre, mamá. Descansa en Paz.
You can hear all six of my Unsung Heroes poems read by me in my podcasts at https://open.spotify.com/show/1zgnkuAIVJaQ0Gb6pOfQOH. (plus much more of my fiction, non-fiction and poetry in English and Spanish)
"¿cómo serán los japoneses?" preguntaba roy hennigan
"¿dónde andarán? ¿porqué cielos? ¿cómo cavan
su marcha hacia el fulgor?" preguntaba acostándose
en las tardes feroces de Ohio

"con tanto ardor calor o fuego eterno" decía
"¿cómo resulta frío este furor?
¿cómo es pedazo nonobstante?"
preguntaba roy hennigan seco
o arrugado a medida de la noche

o encendido de duro palor
del mundo en la gran ciega de las últimas
"¿cómo es que pujan mis contrarias?
¿quién las agita o mueve?" preguntaba roy hennigan puro

"¿quién aquí sangra? ¿yo?" decía roy
hennigan
"¿quién pega o peca o perra de mi estar?
¿con qué resisten estas partes?"
ya preguntaba en bestia dado

con la mirada recorrió sus llagas
y las llagas mundiales cubrió
apenas pez en claro vivo
¡ah rey roy hennigan a poco!

de su morir estallaron las huelgas
del sertimiento de los pieses mentales
y así roy hennigan calló
y nunca nadie lo lloró

"mejor mejor" decía roy hennigan
"háganme caso niños" decía yéndose
en ala en cúmplase emplumado
pero con luz qué cosa vea
Sputnik Andrade Jul 2013
Tal vez soy un pedazo de madera.

Un tronco que antaño fue encina, y ahora es nada más un pedazo del todo que me componía. Las agujas del pino que sigue en pie me caen en la cara, se sienten como arañas, pero son agujas que el pino deja caer sin mala intención. Las bellotas y las piñas de mis hermanos gigantes rebotan en medio de la noche. Caen miserables como yo yazgo miserable. Se cubren de tierra como yo me cubro de tierra. Y guardan silencio.

Tal vez soy una avenida en silencio.

Pavimento apaciguado y asfalto abandonado. Las pezuñas tranquilas de un venado pródigo me acarician por un momento, un brevísimo momento, el momento en que cruza de un campo a otro, de una arboleda a la otra, de ese mundo a mi izquierda y de ese otro a mi derecha. El frío cala hasta los huesos, las piernas se mueven ligeras mientras huyen de la luz; me extiendo ancha y larga como una carretera. Izquierda y derecha.

Tal vez, y esto es más factible, soy una decisión.

Me desdoblo en múltiples ramificaciones, opciones, alternativas, dilemas; me encuentro en una encrucijada para después encontrarme frente a otra encrucijada. Mi elección, en el primer segundo de que es pensada, me desarma y me vuelve a armar. Las piezas parecen estar en el mismo lugar pero no lo están. Mi pie, el primero en adelantarse, ya no me pertenece; mi mano se entrega a ese nuevo mundo sin miedo, y mis codos, mis rodillas, la nuca helada. La casi-luna ampara mi marcha.

Pero más seguramente soy solamente el cielo nocturno.

Aparentes pequeños puntos rutilantes, aparentes nubes quietas, aparente Luna Llena; un lienzo de apariencias, de tonalidades difuminadas, nunca de colores concretos, un manto oscurecido por las mentiras, por las verdades calladas, que se dicen en susurros a un centímetro de la oreja pero que se confunden con el sonido del viento, con las hojas de las árboles que bailan, con las nubes que corren febriles. Soy un sólo ojo atento. Siempre muy abierto. Soy el testigo del tronco de encina que abre los ojos y me mira, de la avenida aplastada por el mutismo, de las decisiones que se formulan detrás de los pulmones y no en la boca.

Y hablan todos: “Y la única sensación era el peso del cielo en mi frente. Te preguntaba que era todo aquello y me respondías con una quieta mirada.”

“No siento,” decían, “pero me muerdo los labios”.
Fa Be O Jan 2013
*****.

Tu voz llena de una suplica
Y ella abrazando sus rodillas
Agachaba su cabeza.

*****. Mírame.

Pensaba en que jamás había escuchado
Tu voz con ese tono
Tierno, un poco adolorido, desesperado.

Por lo menos dime algo.

Que podría decir,
Se preguntaba,
Si de todos modos
Estaba ya decidido.

La tomas de la mano,
Y solo notas que esconde su cara
Pero no ves el nudo en su garganta,
Las lagrimas a punto de brotar,
El temblor que la sacudía por dentro.

Sabes que así es mejor.

Menea la cabeza que si.
Pero siente tu mano
Tibia
Enlazada entre sus dedos,
Y piensa que no se resignara
A no tenerla otra vez así.

La tienes abrazada,
Y contemplas un rato
Las nubes
Que cubren las estrellas.

Pasa un señor de edad y se sonríe
Al mirarlos así,
Parecía una señorita apenada
De la mano
De su novio enamorado
Contando luceritos.

Algo la despierta,
Desenredandose,
Reclama su mano
Y despeja su mente.

No entiendo.

Su voz, aun un poco ronca,
Te sorprende por decidida.
Tu mano queda destendida
En forma de sus dedos
Y al mirarla te quedas helado,
Tal vez un poco rechazado.
La enrollas mientras habla,
Y te abrazas a ti mismo
Y ella cruza sus manos,
Mirando al suelo.

Como era posible
Que deshacías su amor
de la misma manera
Que la enamoraste,
Tomándola de la mano,
Y en tus brazos?

No.

Decidiste hacerla sufrir,
De una vez entonces.
No hay adiós fácil,
No hay adiós apiadado,
Si uno no quiere decirlo.

Que crueldad,
Piensa con coraje.
Y tu, tal vez pensando
Que siempre te pudo sorprender.
8/10/12
d3x Jul 2014
/
Querer que todo termine, que todo lo malo acabe.
Que todo lo que odiaba, se fuera de una vez.
Pero y que si ella se odiaba?
¿También tendría que irse? ¿Tenía que hacerlo?
Sentía la necesidad de acabar con todo.
Con cada una de las cosas malas que la rodeaban.
Sentia la necesidad de darse la paz que merecía.
Aún sabiendo que si se daba la paz que merecía,
le quitaría la paz a los demás.
Eso la hacia sentir aun más egoísta.
De por sí lo era con sus pensamientos, mas con sus acciones.


Se sentía miserable al tener tantos pensamientos negativos, pero mas que negativos era lo que sentía, no podia controlarlos.
"Miserable y egoísta".
Pero a la misma vez se preguntaba:
"¿Qué es mas egoista, si dejarme aquí viviendo todo esto o de una vez por todas darme paz y y tranquilidad?"
"¿Esto realmente me hace egoísta?"
Pero para su desgracia, sus preguntas jamás iban a tener la respuesta que ella necesitaba.
Al final, nunca llego la respuesta...
o tal vez llego, pero ya era muy tarde.
Febrero 17, 2014.
Era un niño que soñaba
un caballo de cartón.
Abrió los ojos el niño
y el caballito no vio.
Con un caballito blanco
el niño volvió a soñar;
y por la crin lo cogía...
¡Ahora no te escaparás!
Apenas lo hubo cogido,
el niño se despertó.
Tenía el puño cerrado.
¡El caballito voló!
Quedóse el niño muy serio
pensando que no es verdad
un caballito soñado.
Y ya no volvió a soñar.
Pero el niño se hizo mozo
y el mozo tuvo un amor,
y a su amada le decía:
¿Tú eres de verdad o no?
Cuando el mozo se hizo viejo
pensaba: Todo es soñar,
el caballito soñado
y el caballo de verdad.
Y cuando vino la muerte,
el viejo a su corazón
preguntaba: ¿Tú eres sueño?
¡Quién sabe si despertó!   Sobre la limpia arena, en el tartesio llano
por donde acaba España y sigue el mar,
hay dos hombres que apoyan la cabeza en la mano;
uno duerme, y el otro parece meditar.
El uno, en la mañana de tibia primavera,
junto a la mar tranquila,
ha puesto entre sus ojos y el mar que reverbera,
los párpados, que borran el mar en la pupila.
Y se ha dormido, y sueña con el pastor Proteo,
que sabe los rebaños del marino guardar;
y sueña que le llaman las hijas de Nereo,
y ha oído a los caballos de Poseidón hablar.
El otro mira al agua. Su pensamiento flota:
hijo del mar, navega -o se pone a volar-
Su pensamiento tiene un vuelo de gaviota,
que ha visto un pez de plata en el agua saltar.
Y piensa: «Es esta vida una ilusión marina
de un pescador que un día ya no puede pescar».
El soñador ha visto que el mar se le ilumina,
y sueña que es la muerte una ilusión del mar.   Érase de un marinero
que hizo un jardín junto al mar,
y se metió a jardinero.
Estaba el jardín en flor,
y el jardinero se fue
por esos mares de Dios.   Sabe esperar, aguarda que la marea fluya
-así en la costa un barco- sin que al partir te inquiete.
Todo el que aguarda sabe que la victoria es suya;
porque la vida es larga y el arte es un juguete.
Y si la vida es corta
y no llega la mar a tu galera,
aguarda sin partir y siempre espera,
que el arte es largo y, además, no importa.   Dios no es el mar, está en el mar, riela
como luna en el agua, o aparece
como una blanca vela;
en el mar se despierta o se adormece.
Creó la mar, y nace
de la mar cual la nube y la tormenta;
es el Criador y la criatura lo hace;
su aliento es alma, y por el alma alienta.
Yo he de hacerte, mi Dios, cual tú me hiciste,
y para darte el alma que me diste
en mí te he de crear. Que el puro río
de caridad que fluye eternamente,
fluya en mi corazón. ¡Seca, Dios mío,
de una fe sin amor la turbia fuente!   El Dios que todos llevamos,
el Dios que todos hacemos,
el Dios que todos buscamos
y que nunca encontraremos.
Tres dioses o tres personas
del solo Dios verdadero.   Dice la razón: Busquemos
la verdad.
Y el corazón: Vanidad.
La verdad ya la tenemos.
La razón: ¡Ay, quién alcanza
la verdad!
El corazón: Vanidad.
La verdad es la esperanza.
Dice la razón: Tú mientes.
Y contesta el corazón:
Quien miente eres tú, razón.
que dices lo que no sientes.
La razón: Jamás podremos
entendernos, corazón.
El corazón: Lo veremos.   Cabeza meditadora,
¡qué lejos se oye el zumbido
de la abeja libadora!
  Echaste un velo de sombra
sobre el bello mundo y vas
creyendo ver, porque mides
la sombra con un compás.
  Mientras la abeja fabrica,
melifica,
con jugo de campo y sol,
yo voy echando verdades
que nada son, vanidades
al fondo de mi crisol.
De la mar al percepto,
del percepto al concepto,
del concepto a la idea
-¡oh, la linda tarea!-,
de la idea a la mar,
¡Y otra vez a empezar!
El viejo pozo de mi vieja casa
sobre cuyo brocal mi infancia tantas veces
se clavaba de codos, buscando el vaticinio
de la tortuga, o bien el iris de los peces,
es un compendio de ilusión
y de históricas pequeñeces.
Ni tortuga, ni pez; sólo el venero
que mantiene su estrofa concéntrica en el agua
y que dio fe del ósculo primero
que por 1850 unió las bocas
de mi abuelo y mi abuela... ¡Recurso lisonjero
con que los generosos hados
dejan caer un galardón fragante
encima de los desposados!
Besarse, en un remedo bíblico, junto al pozo,
y que la boca amada trascienda a fresco gozo
de manantial, y que el amor se profundice,
en la pareja que lo siente,
como el hondo venero providente...
En la pupila líquida del pozo
espejábanse, en años remotos, los claveles
de una maceta; más la arquitectura
ágil de las cabezas de dos o tres corceles,
prófugos del corral; más la rama encorvada
de un durazno; y en época de mayor lejanía
también se retrataban en el pozo
aquellas adorables señoras en que ardía
la devoción católica y la brasa de Eros;
suaves antepasadas, cuyo pecho lucía
descotado, y que iban, con tiesura y remilgo,
a entrecerrar los ojos a un palco a la zarzuela,
con peinados de torre y con vertiginosas
peinetas de carey. Del teatro a la Vela
Perpetua, ya muy lisas y muy arrebujadas
en la negrura de sus mantos.
Evoco, todo trémulo, a estas antepasadas
porque heredé de ellas el afán temerario
de mezclar tierra y cielo, afán que me ha metido
en tan graves aprietos en el confesionario.
En una mala noche de saqueo y de política
que los beligerantes tuvieron como norma
equivocar la fe con la rapiña, al grito
de «¡Religión y Fueros!» y «¡Viva la Reforma!»,
una de mis geniales tías,
que tenía sus ideas prácticas sobre aquellas
intempestivas griterías,
y que en aquella lucha no siguió otro partido
que el de cuidar los cortos ahorros de mi abuelo,
tomó cuatro talegas y con un decidido
brazo las arrojó en el pozo, perturbando
la expectación de la hora ingrata
con un estrépito de plata.
Hoy cuentan que mi tía se aparece a las once
y que, cumpliendo su destino
de tesorera fiel, arroja sus talegas
con un ahogado estrépito argentino.
Las paredes del pozo, con un tapiz de lama
y con un centelleo de gotas cristalinas,
eran como el camino de esperanza en que todos
hemos llorado un poco... Y aquellas peregrinas
veladas de mayo y junio
mostráronme del pozo el secreto de amor:
preguntaba el durazno: «¿Quién es Ella?»,
y el pozo, que todo lo copiaba, respondía
no copiando más que una sola estrella.
El pozo me quería senilmente; aquel pozo
abundaba en lecciones de fortaleza, de alta
discreción, y de plenitud...
Pero hoy, que su enseñanza de otros tiempos me falta,
comprendo que fui apenas un alumno ******
con aquel taciturno catedrático,
porque en mi diario empeño no he podido lograr
hacerme abismo y que la estrella amada,
al asomarse a mí, pierda pisada.
hay hombres con una historia o dos
pero cab calloway tenía otra historia
a nadie la podía mostrar y le pesaba
más que el Día de la Santa Consolación

¡ah cab calloway hijo!
toda sabiduría es poca eso se sabe
con los brazos hundidos hasta el codo en la espesa marea
se le volvían dulces las mujeres

y terribles como un cuento de hadas
la Bella Durmiente se la pasaba despertando
cómo salir del bosque oscuro
cómo salir preguntaba cab calloway

"por áhi anda el cansancio haciendo ruidos" decía pero no
cab calloway arregló su corazón como una casa
puso la mesa y bebió
a la salud de todos los vivientes

ninguno conocía a cab calloway
pero una especie de huno o vos o calor o luz
se les caía en la cabeza según
cuando cab calloway brindaba

de modo que está bien
el pajarito está contento
salta y salta en la jaula y canta
¡ah cab calloway padre!

un día de estos se murió y lo enterraron con sus pies
que asistieron respetuosos a toda la ceremonia
y después se fueron por el campo
y en la pieza de cab calloway lloraban las mujeres

cuando las lágrimas se secaron
el pajarito se las comió
el pajarito está contento
salta y salta en la jaula y canta

una mujer a lo mejor le abrazaba los pies a cab calloway
antes de que se fueran por el campo
hundiéndose hasta el codo en la espesa marea
ya vueltos dulces dulces
Hubo tantas veces que casi me ahogué cuando era niño, durante lecciones de natación, fiestas de cumpleaños. Es por eso que todavía me da miedo bañarme en las piscinas, las playas, los lagos. Pero también me da pena mostrar al mundo mis escamas dolorosas, la piel que tema a las medusas que queman con sus besos, y las heridas, debajo de cuyas cicatrices, siguen respirando, ardiendo...

Quisiera que de agua yo fuera hecho. En Manila, cuando era estudiante universitaria, y tomaba el bus que por el boulevard Roxas pasaba, podía olvidar de mis problemas, del caos, solo con una mirada a la bahía. Y siempre me preguntaba, ¿podría ser que al mar le doliera su piel de agua?

Me acuerdo de cuando en silencio sufría, contra ondas como orilla padecía: el abandono de un amigo a quien quería en secreto, padecía el rechazo de las obras que había escrito, padecía la soledad en esta cruel ciudad... en aquellos momentos pensé en caminar, con piedras pesadas en mis bolsillos y zapatos, despacio, despacio hacía el mar, hacía el fondo... para que por fin se cumpliese mi destino de morir en el agua y su abrazo...

Pero a ella, nunca he aprendido odiarla. Y he llegado hasta mares gallegos, hasta Coruña y sus cristales, donde cada mañana le escribo canciones de amor y promesas al océano atlántico. Al agua, un día regresaré, un día en ella, me habré disuelto, sí, yo a mí mismo.

Porque es mi destino, yo que llevo alma azulada, el alma de aquel pez anciano que se hizo humano. Cuando un día me pregunte, "¿de dónde vienes?" un amante gallego, le diré que tierra yo no tengo, le diré, "amor, mírame los ojos, su blancura viene de las espumas de los mares filipinos"... y la noche en que me bese los labios y luego la piel, le diré, "amor, sigue, porque las escamas ya no me duelen, ves que del agua ya estoy hecho, de los aguas quietas, ya estoy hecho..."
"en qué consiste el juego de la muerte" preguntó
sammy mccoy parado en sus dos niños
el que fue el que sería
"en qué consiste el juego de la muerte" preguntó sin embargo

antes había bebido toda la leche de la mañana
jugos del cielo o de la vaca madre según
untándola con los sueños que
se le cían de la noche anterior

sammy mccoy era odiado frecuentemente por una mujer
que no le daba hijos sino palos
en la cabeza en el costado
en la mitad del desayuno esa fiebre

de cada palo que le dieron
brotó una flor de leche o fiebre que le comía el corazón
peor todo se come el corazón
y sammy nunca se rendía sammy mccoy no se rendía defendiéndose con nada:

con la memoria del calor
con la cucharita que perdió una vez revolviendo la infancia
con todo lo que iba rezando o padeciendo
con su pelela mesmamente

así
del pecho le fue saliendo
una dragona con pañuelo y la luz
como muchacha envuelta en aire

como dos niños sobre los que niño
sammy mccoy se paraba y
"en qué consiste el juego de la muerte" preguntaba
ya cara a cara con la gran dolora

cuando murió sammy mccoy
los dos niños se le despegaron
el que fue se le pudrió y el que iba a ser también
y de todos modos fueron juntos

lo que la lluvia o sol o gran planeta o la sistema de vivir separan
la muerte lo junta otra vez
pero sammy mccoy habló todavía
"en qué consiste el juego de la muerte" preguntó

y ya más nada preguntó
de sus falanges ángeles con mudos
salían con la boca tapada
a cucharita a memoria a calor


"güeya güeya" gritaban sus dos niños
ninguna mujer salvo la sombra los juntó
qué vergüenzas animales
y las caritas les brillaban calientes

así ha de ser caritas de oro
señoras presidentas o almas cuyas acabaran
a los pieses de sammy el que camina
sammy mccoy pisó el sol y partió
flores de miel flores de piel flores
calientes salían de david burnham
quieto en el aire frío lunar
sin remedio sin adioses sin Dios

¡ah david burnham!
su clavícula clavada en el cosmos era la que más
florecía
extrañas vidas daba para la época
en que la gente era infeliz

y preguntaba ¿cómo era el niño david en la clase
de inglés?
nunca se supo cómo era
pero está quieto entre fulgores
su cabeza se la come la luz

david burnham amó ese final
no quiso a la tierra ni al agua
como cantaba al disolverse
inclinado hacia el sol

que le tapó las manos los ojos los pies
cuidándolo como a palomo ciego
en tanto cae la noche padre y madre
como oso silencioso

las cuatro caras del dolor se apagaron
para david burnham navegando o ardiendo todavía
dulce dulce
detrás del espectáculo

así terminó david burnham se le caía un polvo fino
como jazmín donde avanza la noche
aplasta y se perfuma
¡ah solo en el espacio!
María José Feb 2018
Descendía lentamente los escalones del bus mientras me preguntaba cómo me iba a sentir. Habían pasado tantos meses, pero bien podría haber sido ayer. El tiempo no cura este tipo de dolores, solo aprendes a vivir con ellos como con el ruido constante de los carros en la ciudad.

Los recuerdos se aferran a tantas cosas que no he podido evadirlas todas, a pesar de mis esfuerzos. Sin embargo, tenía que regresar a tu casa y las calles reprochaban mi olvido gritando tu memoria. Cada tienda, cada esquina, cada piedra guardaba un pedazo tuyo que iba recogiendo para armar un rompecabezas que rompía mi corazón, de nuevo.

Le agradezco a esas cuadras no intentar borrarte, como yo, por guardar tanto de tus últimos años de vida. Aun así no puedo evitar odiarlas por seguir inmutables a pesar de tu ausencia, ¿cómo es eso posible? Que las calles no sientan la ausencia del sol. Del hombre que fue Superman y todos los demás heroes. Parece imposible, no lo entiendo.

Son tantos los recuerdos que se entretejen entre ellos y se convierten en un desordenado tapiz de anécdotas. Ahora quiero guardarlos todos, todos los que pueda. Busco entre los cajones de mi memoria y los cojo con cuidado, son como flores que planeo dejar entre las páginas de libros para preservarlas, no importa si no siguen igual. Porque incluso si están muertas, todavía huelen a ti.
This poem is about going back to my father's house for the first time after he passed away. It's in Spanish because I felt it more real if I did it in both his and my
En un colchón de piedras duerme
el saqueo del sueño, la
lengua cortada en pedacitos
de la memoria a la linda alondra.
Qué es una alondra preguntaba
la multitud que come altura, el
existir que no quiere
ser ensuciado, la violenta
luz de la suerte. Todo
se llama amor si lo llaman
amor, precio de la
flor que surca el cerebro
contra tanta
infelicidad abajo, atrás,
arriba, al frente, alrededor.
12
Sí, sí, dijo el niño, sí.
Y nadie le preguntaba.
¿Qué le ofrecías, la noche,
tú, silencio, qué le dabas
para que él dijera a voces,
tanto sí, que sí, que sí?
Nadie le ofrecía nada.
Un gran mundo sin preguntas,
vacías las negras manos
-ámbitos de madrugada-,
alrededor enmudece.
Los síes -¡qué golpetazos
de querer en el silencio!-,
las últimas negativas
a la noche le quebraban.
Sí, sí a todo, a todo sí,
a la nada sí, por nada.
Allá por los horizontes
sin que nadie -el sólo: nadie-
la escuchara, sigilosa
de albor, rosa y brisa tierna,
iba la pregunta muda,
naciendo ya, la mañana.
Ha mucho tiempo que te soñaba
así, vestida de blanco tul,
y al alma mía que te buscaba,
Ana, ¿qué miras? - le preguntaba
como en el cuento de Barba azul.

Ha mucho tiempo que presentía
tus ojos negros como los vi,
y que, en mis horas de nostalgia,
la hermana Ana me respondía:
"Hay una virgen que viene a ti".

Y al vislumbrarte, febril, despierto,
tras de la ojiva del torreón,
después de haberse movido incierto,
como campana que toca a muerto,
tocaba a gloria mi corazón.

Por fin, distinta me apareciste;
vibraron dianas en rededor,
huyó callada la Musa triste,
y tú llegaste, viste y venciste
como el magnífico Emperador.

Hoy, mi esperanza que hacia ti corre,
que mira el cielo donde tú estés,
porque la gloria se le descorre,
ya no pregunta desde la torre:
Hermana Ana, ¿dime qué ves?

Hoy en mi noche tu luz impera,
veo tu rostro resplandecer,
y en mis ensueños sólo quisiera
enarbolarte como bandera,
y, a ti abrazado, por ti vencer.
Valeria Chauvel Nov 2019
Nunca he estado enamorada,
excepto por esas ocasiones
en las que mi corazón fue tocado
por los rayos que se alzaban
entre las montañas y difuminaban
el oro sobre el cielo que me cubría.

Y me preguntaba ahí sentada,
bajo tu excelencia... cómo algún día
podría alcanzarte y recostarme a tu lado.
Quizá en forma de estrella,
quizá en forma de luz
o capaz como el color dorado.

Son largas las horas en las que navegaba
mirando la gloria que desatabas,
cuando me sentía tan diminuta en tu regazo.

Mas una nostalgia surgía de mí,
de querer ser difuminada bajo tus brazas
Para volver nuevamente algún día a ti,
porque una vez lo fuimos así,
que aunque siéndolo de alguna forma todavía,
queda la distancia que nos separa.

Sin embargo a ti siempre estaré atada,
incluso en las noches cuando tu luz se ve reflejada
en el claro de luna. Te dejan respirar y yo te veo.

Pero en aquellas noches de ausencia,
cuando en tu lecho me alberga el miedo
de no volvernos a encontrar en el cielo,
en lo profundo de mi corazón te retengo,
y sin poder verte, sé que somos infinitos,
tras el interlunio cuando renaces de nuevo.

— The End —