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Bonjour
buon giorno
guten morgen
despabílate amor y toma nota:
sólo en el tercer mundo mueren cuarenta mil niños por día
en el plácido cielo despejado flotan los bombarderos y losbuitres
cuatro millones tienen sida
la codicia depila la amazonia
buenos días good morning
despabílate
en los ordenadores de la abuela onu no caben más cadáveres de ruandalos fundamentalistas degüellan aextranjeros
predica el papa contra los condones
havelange estrangula a maradona
bonjour monsieur le maire
forza italia buon giorno
guten morgen ernst junger
opus dei buenos días good morning hiroshima
despabílate amor que el horror amanece
Más gallarda que el nenúfar
Que sobre las verdes ondas,
Al soplo del manso viento
Se mece al rayar la aurora,
Es una linda doncella
Que tiene por nombre Rosa,
Y a fe que no hay en los campos
Igual a sus gracias otra.
Vive en Pátzcuaro, en la Villa
De hermoso lago señora,
Lago que retrata un cielo
Limpio y azul, donde flotan
Blancas nubes que semejan
Grupos de errantes gaviotas.

Está en la flor de la vida,
No empaña ninguna sombra
Las primeras ilusiones
Con que el amor ia corona
Ama Rosa y es amada
Con un amor que no estorban
Sus padres, porque comprenden
Que ei joven que para esposa
La pretende, nobies prendas
Y honrado nombre atesora.
Cuentan ios que io conocen
Que tal mérito le abona,
Que no hay otro que le iguale
Cien leguas a la redonda.

Y aunque alabanza de amigo
Pueda tacnarse de impropia,
Nadie niega que remando
Tiene ei alma generosa;
Que sus riquezas divide
Con ios que sufren y lloran,
Que es tan bravo, que el peligro
Desdeña y jamas provoca,
Pero io humilla y io vence
Cuando en su camino asoma.

No hay jinete más garboso
Ni más diestro, porque asombra
Cuando de potro rebelde
Los fieros ímpetus doma,
Y es tan amable en su trato,
Tan cumplido en su persona,
Tan generoso en sus hechos
Y tan resuelto en sus obras,
Que la envidia no se atreve
Con su lengua ponzoñosa
A manchar su justa fama
Cuando cualquiera lo nombra.

Ya se prepara la fiesta,
Cercanas están las bodas.
Los padres cuentan los días,
Los prometidos las horas;
Los amigos se disponen
Para obsequiar a la novia
Dando brillo con sus galas
A la nupcial ceremonia.
Y aunque es tiesta de familia
Por suya el pueblo la toma.
Y en llevarla bien al cabo
Se empeña la Villa toda.
¡Con qué profunda tristeza
Vive Rosa en su retiro!
Está pálida su frente
Y están sus ojos sin brillo;
De la noche a la mañana
Corre de su llanto el hilo,
Sus padres sufren con ella
Y están tristes y abatidos.

No le da el sueño descanso
Ni el sol le procura alivio,
Que son la luz y las sombras
Para el que sufre lo mismo.
Está muy lejos Fernando,
Muy lejos y en gran peligro
Por que al llegar de la boda
El instante apetecido,
Invadió como un torrente
La ciudad el enemigo.

El pabellón del imperio
Halla en Patzcuaro un asilo,
Los franceses se apoderan
Del sosegado recinto,
Su ley imponen a todos,
Subyugan al pueblo altivo,
Y Fernando en su caballo,
De pocos hombres seguido,
Sale a buscar la bandera
Que veneró desde niño,
Y que agita en las montañas
El viento del patriotismo.

Ni el amor ni la esperanza
Le cerraron el camino,
Que ciego a todo embeleso
Y sordo a todo atractivo,
La Patria, sólo la Patria
En tales horas ha visto,
Y por ella deja todo
A salvarla decidido.

Rosa se queda llorando
Y como agostado lirio,
No hay fuerza que la levante
Ni sol que le infunda brío;
De su amoroso Fernando
Sólo sabe lo que han dicho;
Fue a la guerra y lo conoce,
Firme, noble y decidido;
Lo sueña entre los primeros
Que acometen los peligros;
Sabe que en todos los casos,
Entre muerte y servilismo
Ha de preferir la muerte
Que es vida para los dignos
Y con profunda tristeza
Vive Rosa en su retiro
Sin consuelo ni descanso,
Sin esperanza ni alivio,
Que son la luz y las sombras
Para el que sufre lo mismo.
A la habitación de Rosa,
Al rayar de la mañana
Llega un indígena humilde
Que viene de la montaña,
Y sin despertar sospechas
Cruzó por las avanzadas
Trayendo un papel oculto
En su sombrero de palma.
En hablar con Rosa insiste
Cuando de oponerse tratan
Sus padres que en todo miran
Espionajes y asechanzas.
Oye la joven las voces
Y con interés indaga,
Porque el corazón le dice
Que la nueva será grata,
Y lo confirma mirando
Que al borde de su ventana
Un «salta-pared» ligero
Tres veces alegre canta,
Nuncio de buena fortuna
Del pueblo entre las muchachas.

Llama al indio presurosa,
Este con faz animada
La saluda, y del sombrero
Descose la tosca falda,
Y de allí con mano firme
Saca y le entrega una carta
Que vino tan escondida,
Que a ser otro no la hallara.

Rosa trémula no acierta
En su gozo a desplegarla
Y ya febril e impaciente
Tanta torpeza le enfada;
Abre al fin y reconoce
Que Fernando se la manda
Y en cortas frases le dice,
Esto que en su pecho guarda:

«Mi único amor, vida mía,
Mi pasión, alma del alma,
No puedo vivir sin verte,
Que sin ti todo me falta;
Y aunque tu amor me da aliento
Y tu recuerdo me salva,
Tengo sed de tu presencia,
Tengo sed de tus palabras.

»Hoy por fortuna muy cerca
Me encuentro de tu morada,
Y he de verte aunque se oponga
Todo el poder de la Francia.

»Esta noche, a media noche
Antes de rayar el alba,
Para verme y para hablarme
Asómate a la ventana.

»Adiós vida de mi vida
No tengas miedo, y aguarda
Al que adora tu recuerdo
Luchando entre las montañas».
Es pasada media noche,
Reina profundo silencio
Que sólo interrumpe a veces
El ladrido de los perros,
O el grito del centinela
Que lleva perdido el viento.

En su ventana está Rosa,
Entre las sombras queriendo
Penetrar con la mirada
De sus grandes ojos negros,
Las tinieblas que sepultan
Los callejones estrechos.

Para no inspirar sospechas
Oscuro está su aposento,
Y ni a suspirar se atreve
Por no vender su secreto.

De súbito, escucha pasos
Cautelosos a lo lejos,
Y al oírlos no le cabe
El corazón en el pecho.

Entre las sombras divisa
Algo que tomando cuerpo
A la ventana se llega
Y casi con el aliento,
Le dice: -Prenda del alma.
Aquí estoy-.
                    ¡Bendito el cielo!-
Contesta Rosa y las manos
En la oscuridad tendiendo
Halla el rostro de su amante
Que las cubre con sus besos.
-¿Dudabas de que viniera?
-¿Como dudar, si yo creo
Cuanto me dices lo mismo
Que si fuera el Evangelio?
-¡Tantas semanas sin verte!
-¡Tanto tiempo!
                        -¡Tanto tiempo!

-Pero temo por tu vida...
-No temas, Dios es muy bueno.
Ahora dime que me amas,
A que me lo digas vengo
Y a decirte que te adoro...
-¿Más que yo a ti, cuando siento
Hasta de la misma patria
El aguijón de los celos?
No te culpo, mi Fernando,
No te culpo, bien has hecho
Pero dudo y me atormenta
Pensar que esconde tu seno
Amor más grande que el mío
Y otro vínculo más tierno.

Escúchame: si algún día
Merced a tu noble esfuerzo,
Victoriosa tu bandera,
Por héroe te aclama el pueblo,
Yo disputaré a tu frente
Ese laurel, porque tengo
Ante la patria que gime,
Para adquirirlo derecho;
Tú, sacrificas tu vida,
Yo, débil mujer, le ofrezco,
Alentando tu constancia,
Todo el amor que te tengo.
¡Ay Fernando! ¿tú no mides
Este sacrificio inmenso?
Y al decir así, la mano
Atrajo del guerrillero
Y con su llanto al bañarla
La oprimió contra su pecho.
Limpia despunta la aurora
Y en la ventana Fernando
No se atreve a despedirse
Sin hacer del tiempo caso.

Mas de pronto, por la esquina,
Sobre fogoso caballo,
De la brida conduciendo
Un potro alazán tostado,
Un guerrillero aparece
Con el mosquete en la mano.

Acércase a la pareja,
Aquel coloquio turbando,
Y dirigiéndose al joven
Le dice: «Mi Jefe, vamos,
Monte, que nos han sentido
Y somos dos contra tantos».

-iVete, por Dios!-grita Rosa.
Salta a su corcel Fernando,
Toma su pistola, besa
A la doncella en los labios,
Y a tiempo que se despide,
Por un callejón cercano
Desembocan en desorden
Argelinos y zuavos.
-iAlto!-gritan los que vienen.
-¡Primero muerto que dado!-
Contesta el otro y se lanza
Para abrir en ellos paso...
Suenan discordantes gritos,
Y se escuchan los disparos
Y álzanse nubes de polvo
De los pies de los soldados;
Y al punto que Rosa enjuga
Sus ojos que anubla el llanto,
Ya mira como se alejan
A galope por el campo,
Libres de sus enemigos,
Ei asistente y Fernando.
Algunos años más tarde,
Y cuando pagó a su patria
La deuda de sus servicios
Y la vió libre y sin mancha,
Volvió Fernando a sus lares;
Colgó en el hogar su espada,
Y no quiso ser soldado
Después de triunfar su causa;
Que fue guerrero del pueblo,
Luchador en la montaña,
De los que sólo combaten
Si está en peligro la Patria.

Entonces cumplióle a Rosa
Sus ofertas más sagradas,
Y fue la boda una fiesta
Popular, risueña y franca.

Al verlos salir del templo,
Según refiere la fama,
Recordando aquellas frases
De la inolvidable carta,
Formando vistoso grupo
A las puertas de su casa,
Las más bonitas del pueblo,
Las más festivas muchachas,
Con melancólicas notas
(Que a nuestros tiempos alcanzan
En canción que «Los Capiros»
En Michoacán se la llama),
Al compás de las vihuelas,
De esta manera cantaban:

«Esta noche a media noche,
Y antes que llegue mañana
Si oyes que al pasar te silbo
Asómate a tu ventana».
La guitarra,
hace llorar a los sueños.
El sollozo de las almas
perdidas,
se escapa por su boca
redonda.
Y como la tarántula
teje una gran estrella
para cazar suspiros,
que flotan en su *****
aljibe de madera.
Voces al doblar la esquina
                                             
voces
entre los dedos del sol
                                        sombra y luz
casi líquidas
                        Silba el carpintero
silba el nevero
                            silban
tres fresnos en la plazuela
                                              Crece
se eleva el invisible
follaje de los sonidos
                                      Tiempo
tendido a secar en las azoteas
Estoy en Mixcoac
                                    En los buzones
se pudren las cartas
                                    Sobre
la cal del muro
la mancha de la buganvilla
                                             
aplastada por el sol
escrita por el sol
                              morada caligrafía pasional

Camino hacia atrás
                                    hacia lo que dejé
o me dejó
                    Memoria
inminencia de precipicio
                                          balcón
sobre el vacío

                          Camino sin avanzar
estoy rodeado de ciudad
                                            Me falta aire
me falta cuerpo
                            me faltan
la piedra que es almohada y losa
la yerba que es nube y agua
Se apaga el ánima
                                  Mediodía
puño de luz que golpea y golpea
Caer en una oficina
                                  o sobre el asfalto
ir a parar a un hospital
                                        la pena de morir así
no vale la pena
                              Miro hacia atrás
ese pasante
                        ya no es sino bruma

Germinación de pesadillas
infestación de imágenes leprosas
en el vientre los sesos los pulmones
en el **** del templo y del colegio
en los cines
                        impalpables poblaciones del deseo
en los sitios de convergencia del aquí y el allá
el esto y el aquello
                                  en los telares del lenguaje
en la memoria y sus moradas
pululación de ideas con uñas y colmillos
multiplicación de razones en forma de cuchillos
en la plaza y en la catacumba
en el pozo del solitario
en la cama de espejos y en la cama de navajas
en los albañales sonámbulos
en los objetos del escaparate
sentados en un trono de miradas

Madura en el subsuelo
la vegetación de los desastres
                                                    Queman
millones y millones de billetes viejos
en el Banco de México
                                        En esquinas y plazas
sobre anchos zócalos de lugares comunes
los Padres de la Iglesia cívica
cónclave taciturno de Gigantes y Cabezudos
ni águilas ni jaguares
                                        los licenciados zopilotes
los tapachiches
                              alas de tinta mandíbulas de sierra
los coyotes ventrílocuos
                                         
traficantes de sombra
los beneméritos
                              el cacomixtle ladrón de gallinas
el monumento al Cascabel y a su víbora
los altares al máuser y al machete
el mausoleo del caimán con charreteras
esculpida retórica de frases de cemento

Arquitecturas paralíticas
                                            barrios
encallados
jardines en descomposición
                                                médanos de salitre
baldíos
               
campamentos de nómadas urbanos
hormigueros gusaneras
                                          ciudades
de la ciudad
costurones de cicatrices
                                          callejas en carne viva
Ante la vitrina de los ataúdes
                                                 
Pompas Fúnebres
putas
              pilares de la noche vana
                                                          Al amanecer
en el bar a la deriva
                                    el deshielo del enorme espejo
donde los bebedores solitarios
contemplan la disolución de sus facciones
El sol se levanta de su lecho de huesos
El aire no es aire
                              ahoga sin brazos ni manos
El alba desgarra la cortina
                                            Ciudad
montón de palabras rotas

                                              El
viento
en esquinas polvosas
                                      hojea los periódicos
Noticias de ayer
                              más remotas
que una tablilla cuneiforme hecha pedazos
Escrituras hendidas
                                    lenguajes en añicos
se quebraron los signos
                                                                atl tlachinolli
                                            se
rompió
                                                                agua quemada
No hay centro
                          plaza de congregación y consagración
no hay eje
                    dispersión de los años
desbandada de los horizontes
                                                    Marcaron a la ciudad
en cada puerta
                            en cada frente
                                                        el signo $

Estamos rodeados
                                  He vuelto adonde empecé
¿Gané o perdí?
                      (Preguntas
¿qué leyes rigen "éxito" y "fracaso"?
Flotan los cantos de los pescadores
ante la orilla inmóvil
                                    **** Wei al Prefecto Chang
desde su cabaña en el lago
                                                Pero yo no quiero
una ermita intelectual
en San Ángel o en Coyoacán)
                                                    Todo es ganancia
si todo es pérdida
                                  Camino hacia mí mismo
hacia la plazuela
                                El espacio está adentro
no es un edén subvertido
                                      es un latido de tiempo
Los lugares son confluencias
                                                    aleteo de presencias
es un espacio instantáneo
                                             
Silba el viento
entre los fresnos
                              surtidores
luz y sombra casi líquidas
                                             
voces de agua
brillan fluyen se pierden
                                          me dejan en las manos
un manojo de reflejos
                                          Camino sin avanzar
Nunca llegamos
                                Nunca estamos en donde estamos
No el pasado
                          el presente es intocable
Alessandro VG Apr 2010
Me traje una cucharita, no la puedo soltar. Debajo de mi cama, en las noches me pongo a escarbar.
Me traje una cucharita, olvidé lo demás. Cada día que pasa, el túnel crece un poco más.
Tal vez me traje dos, tal vez tres. Te comparto una, escarbá si querés.
Me pregunto, quizá, no estés del otro lado. Igual sigo escarbando, puede que me quede ahí ahogado.
Me pregunto si debiese preguntar, la respuesta ya no importa, te volveré a encontrar.

En el bulto llevo mi cucharita, aparece en la bata de mis mañanas, a veces la pierdo y me recordás donde está.
No voy ni a medio camino…
Por esto me pongo a raspar el tiempo, las horas las desborono a días, flotan los segundos como polvo, te volveré a encontrar.
Cantan las hojas,
bailan las peras en el peral;
gira la rosa,
rosa del viento, no del rosal.

Nubes y nubes
flotan dormidas, algas del aire;
todo el espacio
gira con ellas, fuerza de nadie.

Todo es espacio;
vibra la vara de la amapola
y una desnuda
vuela en el viento lomo de ola.

Nada soy yo,
cuerpo que flota, luz, oleaje;
todo es del viento
y el viento es aire siempre de viaje.
Ellie Stelter Nov 2011
Oh, ******, my little Spanish sorrow,
Me encanta la camino captó la luz en tus ojos
Me encanta la forma tus sueños flotan a través del mundo de dormir
Oh, osito, my little love,
Tú, que hace reír a todo el mundo,
Y tú, que me hace cantar,
Te amo, y no puedo ayudar pero de amar todo de ti.
Oh Catalina, my lost one,
Te extraño, y me da dolor en mi corazón
Te extraño, y me da dolor a amarte así
Oh, mi amor, mi vida, mi sueño, mi esperanza,
¡Lo poco de tu me queda!
Oh ******, my little Spanish sorrow,
I love the way you caught the light in your eyes
I love the way your dreams float through the world of sleep
Oh little bear, my little love,
You, who makes the whole world laugh,
And you, that makes me sing;
I love you, and I cannot help but love all of you.
Oh Catalina, my lost one,
I miss you, and it makes my heart ache,
I miss you, and it gives me pain to love you so.
Oh, my love, my life, my dream, my hope,
What little I have left of you!
El ancla al peñón aferra
Sobre la mar espumante,
Lá fortaleza flotante
Que da terror en la guerra.
No amenaza nuestra tierra,
Ni viene en pos de conquista;
Surge, arrogante a la vista,
Y su hermoso pabellón,
Envuelto en ***** crespón,
Cubre los restos de Arista.

No nave de tierra extraña
La llaméis con voz impía,
Que nunca la patria mía
Vio nada ajeno en España.
Esa nave amor entraña,
Y en ella mis ojos fijos
Sorprenden los regocijos
Que causa a la madre ausente
Honrar el independiente
Y santo hogar de sus hijos.

De amistad símbolo cierto,
El fiero bajel hispano
Trae al suelo mejicano
Tristes despojos de un muerto.
Al verle entrar en el puerto,
De las brumas al través,
Grita el vigilante «él es»,
Y alza un himno de alegría
El mismo mar en que un día
Quemó sus naves Cortés.

Dando ejemplo a las naciones,
Sobre el bajel confundidos
De duelo flotan unidos
Dos hermosos pabellones.
Sus glorias, sus tradiciones
Allí enlazadas se ven;
Y, astros del honor sostén,
Irradian sobre la niebla,
Juntas las glorias de Puebla
Con las glorias de Bailén.

Alzando montes de espuma,
Encuentra el bajel abierta
A orillas del mar la puerta
Del país de Moctezuma.
Ningún recuerdo le abruma;
Cumple una santa misión:
Viene a honrar una nación
Que, llena de amor profundo,
Encierra en el nuevo mundo
El mundo del corazón.

¡Paso al bajel castellano!
Que de mi siglo a la faz,
Le den ósculos de paz
Las olas del golfo indiano.
¡Paso a España! al pueblo hermano,
Heroico, grande y experto,
Que, a toda virtud despierto,
Manda a mi patria querida
Laureles de eterna vida
Con las cenizas de un muerto.

Astro de unión, con tu luz
Dios nuestros pueblos ampare,
Y no haya mar que separe
A Cádiz de Veracruz.
Surge el Tabor tras la cruz,
La paz tras el batallar,
Y así podemos mirar
A España y Méjico unidas,
Hoy que flotan confundidas
Sus banderas sobre el mar.

Vuelve a tus playas, bajel,
Playas heroicas y bellas,
Y verán que entras en ellas
Llevando un nuevo laurel.
Va nuestra amistad con él,
Y no hay hoz que le destroce.
Interpreta nuestro goce:
Méjico republicana
Tendrá siempre por hermana
La España de Alfonso Doce.
Miguel Serrano Jul 2016
Mal humor en una mañana de resaca,
reza así el titular.
¿Qué pasó anoche? Nada. Traición en la noche.
De expectativas, de miradas,
traición de bebida y de risas y roces.
Traición invisible en la noche;
mía, quizás. Otra vez.
—mala secuela, recibe 2 estrellas y la tachan de repetitiva—

Llegamos in medias res, lleva tiempo la cinta.
Estrellas y personas flotan en la piscina.
Ella flota al lado de mí en la piscina
—sin verme—,
yo floto por puro orgullo en la piscina,
—aguas de fracaso—,
y él flota también, sin verlo yo a él,
—a su lado—.
Distraido por premisas inconclusas,
por un cielo de ebrias estrellas
en el que nos zambullimos por la noche...
por la noche distraido, y distraido por la noche...
no noto cuando
despega el dolor de pecho y estómago.

La noche no se para para mí
—iluso, eso está reservado—
pero bebo para aminorar,
¿quizás demasiado?
¿La bacanal fiesta se retrasa?
Tonto, empezó ya sin ti.
La estatua de dos, a lo lejos,
se muestra en un trago de verdad.
Toca tierra el dolor de pecho y estómago.
Lo noto.
A falta de pistola sirve botella en boca.
Se vaticina
mal humor en una mañana de resaca.
Con una cuchara
arrancaba los ojos a los cocodrilos
y golpeaba el trasero de los monos.
Con una cuchara.

Fuego de siempre dormía en los pedernales,
y los escarabajos borrachos de anís
olvidaban el musgo de las aldeas.

Aquel viejo cubierto de setas
iba al sitio donde lloraban los negros
mientras crujía la cuchara del rey
y llegaban los tanques de agua podrida.

Las rosas huían por los filos
de las últimas curvas del aire,
y en los montones de azafrán
los niños machacaban pequeñas ardillas
con un rubor de frenesí manchado.

Es preciso cruzar los puentes
y llegar al rubor *****
para que el perfume de pulmón
nos golpee las sienes con su vestido
de caliente piña.

Es preciso matar al rubio vendedor de aguardiente
a todos los amigos de la manzana y de la arena,
y es necesario dar con los puños cerrados
a las pequeñas judías que tiemblan llenas de burbujas,
para que el rey de Harlem cante con su muchedumbre,
para que los cocodrilos duerman en largas filas
bajo el amianto de la luna,
y para que nadie dude de la infinita belleza
de los plumeros, los ralladores, los cobres y las cacerolas de las cocinas.

¡Ay, Harlem! ¡Ay, Harlem! ¡Ay, Harlem!
No hay angustia comparable a tus rojos oprimidos,
a tu sangre estremecida dentro del eclipse oscuro,
a tu violencia granate sordomuda en la penumbra,
a tu gran rey prisionero, con un traje de conserje.

Tenía la noche una hendidura y quietas salamandras de marfil.
Las muchachas americanas
llevaban niños y monedas en el vientre
y los muchachos se desmayaban en la cruz del desperezo.
Ellos son.
Ellos son los que beben el whisky de plata junto a los volcanes
y tragan pedacitos de corazón por las heladas montañas del oso.

Aquella noche el rey de Harlem con una durísima cuchara
arrancaba los ojos a los cocodrilos
y golpeaba el trasero de los monos.
Con una cuchara.
Los negros lloraban confundidos
entre paraguas y soles de oro,
los mulatos estiraban gomas, ansiosos de llegar al torso blanco,
y el viento empañaba espejos
y quebraba las venas de los bailarines.

Negros, Negros, Negros, Negros.

La sangre no tiene puertas en vuestra noche boca arriba.
No hay rubor. Sangre furiosa por debajo de las pieles,
viva en la espina del puñal y en el pecho de los paisajes,
bajo las pinzas y las retamas de la celeste luna de cáncer.

Sangre que busca por mil caminos muertes enharinadas y ceniza de nardo,
cielos yertos, en declive, donde las colonias de planetas
rueden por las playas con los objetos abandonados.

Sangre que mira lenta con el rabo del ojo,
hecha de espartos exprimidos, néctares de subterráneos.
Sangre que oxida el alisio descuidado en una huella
y disuelve a las mariposas en los cristales de la ventana.

Es la sangre que viene, que vendrá
por los tejados y azoteas, por todas partes,
para quemar la clorofila de las mujeres rubias,
para gemir al pie de las camas ante el insomnio de los lavabos
y estrellarse en una aurora de tabaco y bajo amarillo.

Hay que huir,
huir por las esquinas y encerrarse en los últimos pisos,
porque el tuétano del bosque penetrará por las rendijas
para dejar en vuestra carne una leve huella de eclipse
y una falsa tristeza de guante desteñido y rosa química.

Es por el silencio sapientísimo
cuando los camareros y los cocineros y los que limpian con la lengua
las heridas de los millonarios
buscan al rey por las calles o en los ángulos del salitre.

Un viento sur de madera, oblicuo en el ***** fango,
escupe a las barcas rotas y se clava puntillas en los hombros;
un viento sur que lleva
colmillos, girasoles, alfabetos
y una pila de Volta con avispas ahogadas.

El olvido estaba expresado por tres gotas de tinta sobre el monóculo,
el amor por un solo rostro invisible a flor de piedra.
Médulas y corolas componían sobre las nubes
un desierto de tallos sin una sola rosa.

A la izquierda, a la derecha, por el sur y por el norte,
se levanta el muro impasible
para el topo, la aguja del agua.
No busquéis, negros, su grieta
para hallar la máscara infinita.
Buscad el gran sol del centro
hechos una piña zumbadora.

El sol que se desliza por los bosques
seguro de no encontrar una ninfa,
el sol que destruye números y no ha cruzado nunca un sueño,
el tatuado sol que baja por el río
y muge seguido de caimanes.

Negros, Negros, Negros, Negros.

Jamás sierpe, ni cebra, ni mula
palidecieron al morir.
El leñador no sabe cuándo expiran
los clamorosos árboles que corta.
Aguardad bajo la sombra vegetal de vuestro rey
a que cicutas y cardos y ortigas turben postreras azoteas.
Entonces, negros, entonces, entonces,
podréis besar con frenesí las ruedas de las bicicletas,
poner parejas de microscopios en las cuevas de las ardillas
y danzar al fin, sin duda, mientras las flores erizadas
asesinan a nuestro Moisés casi en los juncos del cielo.

¡Ay, Harlem, disfrazada!
¡Ay, Harlem, amenazada por un gentío de trajes sin cabeza!
Me llega tu rumor,
me llega tu rumor atravesando troncos y ascensores,
a través de láminas grises
donde flotan tus automóviles cubiertos de dientes,
a través de los caballos muertos y los crímenes diminutos,
a través de tu gran rey desesperado
cuyas barbas llegan al mar.
Turbio y callado Magdalena, río
Patrio, de tardes y mañanas bellas,
Y auras que vuelan con  olor de bosque,
            Auras de vida:

¡Cuál fue mi anhelo en la niñez remota,
Cerca de arroyo de mezquinas aguas,
Verte algún día, entre playones, y altos
            Troncos de ceibas!

Mírote ahora, y en tu origen pienso,
Páramo agreste en solitaria cumbre
Donde has nacido, bajo sombra errante
            De alas de buitres.

Frágiles hojas, frailejón y juncos
Sólo tu cuna entre las rocas fueron...
Hoy vas cruzando, en majestad y solo,
            Vírgenes selvas.

iTiempos lejanos, cuando el indio erguía
Pobres bohíos!... Donde fueron chozas,
Se alzan, a empuje de moderno brazo,
            Fábricas y urbes.

Iban entones sobre ti canoas;
Leves bajaban o subían lentas,
Mientras al golpe del remar se unía
            Canto aborigen.

Barcos ahora de penacho *****
Abren tu mole, desatando espumas,
Y altos dominan tu correr silente
            Raudos aviones.

Bellas auroras en tu limpio cielo
Son tu alborozo al despertar el día,
Y óyese al punto, del oído encanto,
            Gárrula orquesta.

Grandes bandadas de pericos gritan,
Céfiros suaves susurrando flotan
Y ágiles, leves, mariposas níveas,
            Trémulas pasan.

¡Brisas inquietas que voláis silbando,
Soplos del bosque, refrescad mis sienes!
¡Cómo os aspiro, cual vital aroma,
            Húmedas auras!

¡Sol! ¡Bello irradias en mitad del día!
Duermen los saurios en la gris arena,
Y albas, muy lejos, en la orilla sola,
            Sueñan las garzas.

¡Tardes del río... Tropical crepúsculo:
Oro, topacio y arreboles rojos!
¡Todo entre palmas y en azul, formando
            Rica paleta!

Bardo que sueñas: ¡a lo alto mira!
¡Copia! ¡Es lo tuyo! ¡Poesía patria!
Vibra en belleza, y lo que ven tus ojos
            Vibre en tu canto!

Clara, en cendales, la apacible luna
Surge de pronto, y ensanchando el cielo
Tiende en el agua, que en remanso duerme,
            Velo de lirios.

Coplas con ritmo de bambuco triste
Cantan los bogas en la abierta playa,
Y ávidos piden que a sus ojos baje
            Sueño tranquilo.

¡Cómo, de noche, en tu dominio aterra
Fiera borrasca! El rimbombar del trueno
Llena de espanto, y por el aire cruzan
            Ígneos fulgores.

Nubes y nubes se amontonan lívidas,
Rayos las rasgan, la tormenta ruge;
Llueve a raudales, y parece entonces
            Que húndese el cielo.

Viene la aurora. Con las aguas ruedan
Árboles rotos; desbordado el río
Cubre las playas, y el Oriente finge
            Campo de rosas.

¿Qué los humanos ante ti? ¿Qué somos?
Polvo no más que aventará la muerte;
Tú... siempre viendo, en sucesión eterna,
            Siglos y siglos.

Hundo la mente en el futuro, y veo
Días de gloria y alborozo, cuando
Quillas que vengan de marinas olas
            Rompan tus aguas.

Rieles tus ribas unirán a valles
Y ásperas sierras y lejanos ríos;
Émulo entonces se verá tu puerto
            De urbes grandiosas.

Tiempos vendrán cuando potentes hachas
Y hombres de audacia arrasarán tus bosques.
Gloria futura ceñirá sus frentes
            De ínclitos lauros.

Cíclopes nuevos, mas de sangre nuestra,
Yermos de ahora trocarán en vida,
Y ellos oirán, en las edades pósteras,
            Dianas de triunfo.

¡Río: entre robles y palmeras rueda!
¡Rueda, y los pueblos en abrazo junta,
Pueblos hermanos en hermosa Patria,
            Próspera y libre!
Si el hombre pudiera decir lo que ama,
Si el hombre pudiera levantar su amor por el cielo
Como una nube en la luz;
Si como muros que se derrumban,
Para saludar la verdad erguida en medio,
Pudiera derrumbar su cuerpo, dejando sólo la verdad de su amor,
La verdad de sí mismo,
Que no se llama gloria, fortuna o ambición,
Sino amor o deseo,
Yo sería aquel que imaginaba;
Aquel que con su lengua, sus ojos y sus manos
Proclama ante los hombres la verdad ignorada,
La verdad de su amor verdadero.

Libertad no conozco sino la libertad de estar preso en alguien
Cuyo nombre no puedo oír sin escalofrío;
Alguien por quien me olvido de esta existencia mezquina,
Por quien el día y la noche son para mí lo que quiera,
Y mi cuerpo y espíritu flotan en su cuerpo y espíritu
Como leños perdidos que el mar anega o levanta
Libremente, con la libertad del amor,
La única libertad que me exalta,
La única libertad porque muero.

Tú justificas mi existencia:
Si no te conozco, no he vivido
Si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido.
La noche que fue ayer fue de la magia. En la noche hay tambores,
y los animales duermen con el olfato abierto como un ojo. No hay nadie en el aire.
Las hojas y las plumas se reúnen en las ramas, en el suelo, y alguien las mueve a veces, y callan.
Trapos negros, voces negras, espesos y negros silencios, flotan, se arrastran, y la tierra se pone
su rostro ***** y hace gestos a las estrellas. Cuando pasa el miedo junto a ellos, los corazones golpean fuerte,
fuerte, y los ojos advierten que las cosas se mueven eternamente en su mismo lugar.
Nadie puede dar un paso en la noche. El que entra con los ojos abiertos en la espesura de la noche,
se pierde, es asaltado por la sombra, y nunca se sabrá nada de él, como de aquellos que el mar ha recogido.

-Eva, le dijo a Adán, despacio, no nos separemos.
Tus ojos son como peces.
A la deriva, me observan
un instante, indiferentes.

Tus ojos son como peces
huidizos. Si me encuentran,
dan un giro de repente.

Tus ojos son como peces.
Casi como si me vieran
flotan curiosos enfrente.

Tus ojos son como peces
que para encontrar mis ojos
nadan a contracorriente.
En la amplitud benigna del contorno
y rompiendo el mutismo del paisaje
flotan como poema de consuelo
las estrofas metálicas
de las torres parleras;
retratan el matiz de la llanura
en su inmóvil pupila
las vacadas dispersas en la margen
del río que abandona en su corriente
sus vellones de armiño
y refleja del puente en las columnas
su música de acentos virgilianos;
y parece que el alma de las cosas
más imponentes del nativo suelo
me saluda con voces fraternales.
El rumor de una interna clarinada
resucita del fondo de mi mente
a los preclaros héroes del terruño
y me siento orgulloso de la sangre
que hincha mis arterias juveniles;
miro que están en pie los viejos muros
de la casa paterna
y con los hilos frágiles del sueño
reconstruyo el momento de la dicha;
las jardines fragantes
disipan con sus prados luminosos
las obstinadas nieblas de mi invierno,
y con su nota azul me torna alegre
la familiaridad de las montañas.
Vuelvo otra vez a tu clemente asilo,
tierra de amor donde mis ojos vieron
de la existencia las primeras luces,
y al llegar a tu abrigo me conforto
con el sano perfume de tus brisas;
en el mudo jardín de mi tristeza
evocan las escenas de la infancia
de la dicha los pájaros locuaces;
oigo la voz solemne del pasado
sonar alegremente en el silencio
de mis desolaciones interiores;
y al ver el apiñado caserío
que guarda entre sus muros paternales
a la mujer que iluminó mi senda
haciendo que brotara mi cariño
en románticas flores,
miro apuntar la aurora sonriente
en la noche sin fin de mi congoja,
charlando en los aleros de mi alma
la errante golondrina del recuerdo.
¡Oh tierra bendecida que idolatro
con el más reverente de los cultos,
con qué júbilo inmenso reconozco
la religiosidad de tus matronas
y la hidalga nobleza de tus hijos!
En tu regazo amante se mitiga
el rigor de mis duelos incurables,
me das el dulce título de hermano
y con ansias anhelo,
como en un insinuante panteísmo,
ser el bronce que suena en tus esquilas,
una roca prendida en tus picachos
o un álamo llorón junto a las tapias
de tu dormido y grave cementerio.
Sonreía en sus ojos, esmeraldas oscuras,
-Ondas verdes y trémulas bajo ***** follaje
- El ensueño de un alma que persigue un miraje,
Un miraje en que flotan cosas blancas y puras.

Y de pronto a su vista se extendieron llanuras
Dilatadas y yermas. Y en el frío paisaje
-Mar sin olas-vio un ave de albo y terso plumaje,
Que moría mirando las etéreas alturas.

Y soñaba...  Y sus ojos de esmeralda, a lo lejos,
A la luz de una estrella, de murientes reflejos,
Una barca veían por el viento impulsada.

Y siguió pensativa, la cabeza en las manos,
Con el alma errabunda por los mares lejanos,
Con los ojos hundidos en la sombra callada.
Dante Rocío Nov 2020
Seized by the fear,
The justice transforms paradoxically
into perspectives.
Perspective of people
who only float
and do not question
their fragile concept of existence.
Lying to themselves,
they decided from their comfort zone
to speak of “justice” to the world; yet
as long as you don’t understand truly
the truth about your chains, you’ll keep on
defending the empire.
You will never truly understand the pain of others,
you will never be able to truly feel the justice
because you fear dying,
and also paradoxically,
although I am giving you the answer,
you also fear loving.
And without love there will never be true justice.

————

Apoderados por el miedo,
la justicia se transforma paradójicamente
en perspectivas.
Perspectiva de personas
que solo flotan y no cuestionan
su frágil concepto de existencia.
Engañándose
decidieron desde su comodidad
hablar sobre “justicia” para el mundo; pero
mientras que no comprendan verdaderamente
la verdad sobre sus cadenas, seguirán protegiendo al imperio.
Jamás entenderán el dolor de otros,
jamás podrán verdaderamente sentir la justicia
porque temen morir,
y paradójicamente también,
aún que les den la respuesta,
también temen amar,
y sin amor jamás habrá verdadera justicia.
An old remnants of a speech being prepared where this poem wove its way into my research and it stayed however never used or with place for it found due to restrictions from above.
Now it happens to break free from Poetalia and come back into English I share with you.
Enjoy the simplicity and a cry of broken stoic blood.
J Eduardo Ramos Jul 2022
Neruda,
Contemplando el crepúsculo vernal,
el golpeteo  constante al techo de su cabaña lo distrae:
las gotas gélidas del mar austral, salinas e indiferentes, son un constante en este invierno septentrional.
El poeta toma papel y pluma
( siempre pluma ) para comenzar su nueva aventura:
Pablo Neruda, escritor.

"Septiembre, 8, 1972 "
"Querido Gabo...
Mis abrazos sinceros, hermano..."

La gélida atmósfera austral, indiferente hacia los  barcos que flotan sobre su mar de sal con su rítmico vaivén, ignorando a el poeta.
En otoño, en el agua dormida de los lagos,
                  Cuando ya el frío empieza,
Y el cielo es gris, los álamos en los desiertos parques
                  Las hojas caer dejan;

Y en el agua se tienden como amarillo manto,
                  Y es el agua tristeza...
Pero hay en ella, claros azules do en la noche
                        Se miran las estrellas.
También como esos lagos hay almas otoñales
                  Donde flotan y tiemblan.
Recuerdos melancólicos de días de ilusiones,
                  De extintas primaveras;

Y en esas almas tristes hay claros muy azules
                  Que el cielo azul reflejan...
Así es la mía, y siempre tiene un remanso, en donde
Se miran las estrellas.
El paraíso existe;
pero no es un lugar (cual la creencia
común pretende) tras el hosco y triste
bregar del mundo; el paraíso existe;
pero es sólo un estado de conciencia.

Los muertos no se van a parte alguna,
no emprenden al azul remotos viajes,
ni anidan en los cándidos celajes,
ni tiemblan en los rayos de la luna...

Son voluntades lúcidas, atentos
y alados pensamientos
que flotan en redor, como diluidos
en la sombra; son límpidos intentos
de servirnos en todos los momentos;
son amores custodios, escondidos.

Son númenes propicios que se escudan
en el arcano, mas que no se mudan
para nosotros; que obran en las cosas
por nuestro bien; son fuerzas misteriosas,
que, si las invocamos, nos ayudan.

¡Feliz quien a su lado
tiene el alma de un muerto idolatrado
y en las angustias del camino siente
sutil, mansa, impalpable, la delicia
de su santa caricia,
como un soplo de paz sobre la frente!
Adriana Feb 2020
Me deshago en gotas,
Brotes de invierno
Ajustados al punto de su tornar azul.

Agitada el agua, se mueve roja y escrupulosa
Socava mi respiración desde un vértice hasta el vacío.

Vacilas tus hojas en ramas de verano
en un recuerdo fútil.

Innegable tentación,
Sudaste y despertaste en el cuenco de mi lengua

Y te veía dormido en un espejismo
De esa extraña sensación de conocerte
Sin poder anticipar el movimiento de tus labios.

Era una mentira que guardaba
tu sutileza
Aquella misma que no me deja describirte
Porque fuiste ausente en tu acecho
Y aún así dejaste tu olor en mi tejido.

Me ahogo intentando contar tus lunares, en la incertidumbre de las horas cercanas y lejanas
Que ahorita empiezan a contar kilómetros y no suspiros.

No eres tú en tus colores tímidos
No soy yo en mis obsesiones ruidosas
No es ni el afuera ni el adentro

Son las cosas extrañas que van a la deriva en mi agua salada.
Flotan para encontrarlas y se quedan brillantes hasta que la sal las carcome.
a la derrota o ley severa mi
alma sabió perder respeto/te amo/
cruza mi alma la agua fría donde
flotan los rostros de los compañeros

como envolvidos de tu piel la suave
o lámpara subida delicada
para que duerman delicadamente
subidamente en vos/llama que nombra

a cada sombra por su nido/dicha
o soledad de fuego para amor
donde descansen bellos mis muertitos

que siempre amaron rostros como vos
donde tu rostro avanza como vos
contra la pena de haber sido/ser
Pensativa, y de codos, en la áurea balaustrada,
De la ruidosa fiesta la Reina fatigada,
En la azul torrentera, que refleja, entre frondas,
Del castillo las torres en sus radiantes ondas,
Con dedos constelados de perlas y rubíes
Va deshojando lirios y rosas carmesíes,
Que flotan en las aguas hacia lejana tierra,
Hacia el Príncipe hermoso que ha partido a la guerra,
y en la inmensa llanura, bajo ígneas llamaradas,
Entre la esplendorosa pompa de las espadas,
Ve ondular victorioso su estandarte real,
Contra el oro y la sangre de una tarde estival.

— The End —