Submit your work, meet writers and drop the ads. Become a member
Me costaba trabajo desatar aquel nudo,
aquel viejo vestigio de una vieja ilusión,
que no sé todavía cómo pudo
enredar sus raíces sobre mi corazón.

Era un nudo tan firme,
tan imperioso y cruel,
que pensé muchas veces que al morirme
moriría con él.

Me costaba trabajo
y el tiempo se me iba
vanamente doblándolo hacia abajo
vanamente torciéndolo hacia arriba.

¡Ah, castigo final de los amantes,
que es el dolor más terco y más agudo:
doloroso castigo de las manos sangrantes
queriendo deshacer un viejo nudo!

Luchar porfiadamente,
ciegamente quizás
y comprender un día, de repente,
que al tratar de aflojarlo se apretó más y más.

Pero ahora voy cantando por la vida
despreocupadamente una canción,
aunque tengo una herida
una pequeña herida sobre mi corazón.
Y es que quizás fui rudo,
como quien ciega un pozo,
como quien parte un gajo
pero ya me dolía tanto el nudo
que lo corté de un tajo.
[ ]
Todo lo que nos queda
Es una flor en los labios
Que no se pronunció.

El ser de aquel encuentro
Fue una piedra apresurada
En deshacer el tiempo.

Te eché de menos
Y un ojo a mitad de la noche
Me regaló tu sombra.
(septiembre 2014)
De aquí no se va nadie.

Mientras esta cabeza rota
del Niño de Vallecas exista,
de aquí no se va nadie. Nadie.
Ni el místico ni el suicida.

Antes hay que deshacer este entuerto,
antes hay que resolver este enigma.
Y hay que resolverlo entre todos,
y hay que resolverlo sin cobardía,
sin huir
con unas alas de percalina
o haciendo un agujero
en la tarima.
De aquí no se va nadie. Nadie.
Ni el místico ni el suicida.

Y es inútil,
inútil toda huida
(ni por abajo
ni por arriba).
Se vuelve siempre. Siempre.
Hasta que un día (¡un buen día!)
el yelmo de Mambrino
-halo ya, no yelmo ni bacía-
se acomode a las sienes de Sancho
y a las tuyas y a las mías
como pintiparado,
como hecho a la medida.
Entonces nos iremos todos
por las bambalinas.
Tú, y yo, y Sancho, y el Niño de Vallecas,
y el místico, y el suicida.
la casa de la esquina ya no es un río ni llora/
todavía se queda al lado del café/
todavía parece una cara colorada/
pero no estamos vos y yo en el umbral
tocándonos los miedos/la fuga del infinito mordido/
bajo la anchura de la noche -la más perdonadora-
cruzábamos un mar de puertos desclavados/
si al deshacer la valija del tiempo encontraras
tu vestidito de percal con salivas lunares/
¿te lo pusieras de nuevo para barrer la vereda/
echar al agua sucia las ramas secas del deseo
rompidas por nuestra torpeza en el umbral anterior?/
¿y quién haría una hoguera con las
convulsiones/las tenazas/
los cueros de tu voz?/¿lo que temblaba allí
contra los muros/la pierna azul del pensamiento
que vuela y vuela entre dos pieles?/
¡caídas de tu voz donde la ciudad entera ardía!/
¡crepitaciones de tu niña sobrevolando un instante
blanquísimo!
¡allí donde los chicos del barrio se suicidan!/
¡entre la voz de adentro y la de afuera!/
¡entre el bosque deseante y la palabra!/
¡por allí vos pasabas con un ramo de besos!/
¡hembra/hembra/hembra/
que mezclás todas las heridas!
¡los dioses de oro con la tierra!/
¡lujosa de odio y soledad!/
Todavía tengo casi todos mis dientes
casi todos mis cabellos y poquísimas canas
puedo hacer y deshacer el amor
trepar una escalera de dos en dos
y correr cuarenta metros detrás del ómnibus
o sea que no debería sentirme viejo
pero el grave problema es que antes
no me fijaba en estos detalles.
deadboycreek Mar 2018
¡sí te creo que estámos hechos de agua!
¡porque ahorita me estoy haciendo agua!
me siento líquida aquí en tus brazos
pero no me gustan mis 18
a los 18 solo pienso en tener 81
no me gustan los amantes, las fiestas
los besos que van y vienen
y que nunca me atrevo a dar
no se que pasa se me va el aire
a veces siento que me haré agua
se me va a caer la cabeza de los hombros
siento que ya no tengo piernas

cuerpo débil
pechos blancos
símbolo perpetuo de mi ****
símbolo eterno de mi juventud
18 años ahí bajo mi camisa
maldecidos los miro
yo soy un cadáver
no me voy a morir
si me voy a morir
(por eso te tengo entre la boca)
no me gustan las amistades
ni las promesas
y ya decidí morir
justo ahorita en la banqueta
frente a ti
me voy a deshacer, vas a ver
me voy a ser una con el suelo
voy a ser agua

soñé ser un río, un lago
soñé ser del mar y ser agua
¡soñé de niña! ¡ser una anciana!
sin dientes de tanto vivir
¡me vi colgada! ¡sin cabeza!
sin cuerpo de tanto sentir
pero sin existir
si tan solo fuera por mi
sí me gustaría vivir
ahora si estoy flotando
sin pies ni cabeza
ahora si estoy volando
sí me voy a ver mejor te lo prometo
azul casi de ese color que sigue después
Victor D López Dec 2019
He sembrado palabras en tierra fértil,
Los regué con sudor y lágrimas,
Fertilizados con sueños muertos,
Y crecieron, florecieron y prosperaron.

Una rica cosecha tengo ahora,
Cestas repletas de hojas muertas y prensadas,
Encuadernadas en coloridas cubiertas,
Que otros puedan repasar a voluntad.

Me brindan recompensas y algo de alegría,
Me sobrevivirán, aunque no mucho,
Y ayudaran a otros a aprender,
Y quizás a mejorar sus vidas.

Ojalá hubiera sembrado menos palabras,
Cosechado menos fanegas de hojas,
Y elegido sembrar otras semillas,
Que habrían florecido en almas.

En un instante intercambiaría
Celemines de bonitas hojas muertas,
Por una hija mía,
Amada mediante toda mi vida.

Lo hecho no se puede deshacer,
Aunque senderos no tomados me llamen todavía,
Al menos sé que cuándo me vaya,
Las hojas muertas nunca llorarán.
Translated from my poem, "As We Sow, Thus Do We Reap"
Guadalupe S P Jul 2019
Lo próspero crecerá de tu palma
izquierda
arrasando con la tierra piel de tu mano  
convirtiéndose en volcán
que revienta en un bello bienal

Tus uñas sé conocerán como hojas y la desdicha no más te deshacer a
sentirás la profundidad de tus años

Calmada mente te regarás
y con una fecundidad
de tú adquirida paciencia
darás rosetas

Y yo en ese segundo año
regresaré
para si quiera verte en flor
Guadalupe S P Mar 2020
la vida se disuelve
y la calor de ayer persiste
en las temporadas adequadas
y al imaginar tu cara frente a la mia
yo tambien
me quiero disolver
      
          d
                i
                    s
            ­    o
            l
          v
             e
              r

entre esta primavera
con la esperanza que mi coctel de átomos
llegase como postal a tu dirreccion  

en noches como estas el pacto que hizo el alma
con el cuerpo se quiere deshacer
pues me gustaria ser libre
para ir a sostenerte

y preguntarte <<¿Que te pesa?>>  
<<¿Te puedo ayudar a cargarlo?>> 
 y finalmente decirte
con sinceridad que <<por ti no me rindo>>
por ti, en tiempos como estos, me deshago
Mi corazón se siente satisfecho
de haberte amado y nunca poseído:
así tu amor se salva del olvido
igual que mi ternura del despecho.

Jamás te vi desnuda sobre el lecho,
ni oí tu voz muriéndose en mi oído:
así ese bien fugaz no ha convertido
un ancho amor en un placer estrecho.

Cuando el deleite suma a lo vivido
acrecentado se lo resta el pecho,
pues la ilusión se va por el sentido.

Y, en ese hacer y deshacer lo hecho,
solo un amor se salva del olvido,
y es el amor que queda insatisfecho.
Tamara Toska Aug 3
Te elegí.
Y no fue casual.
Ni por falta.
Ni por costumbre.
Fue porque eras tú.
Y nadie más.

Te elegí cuando caminabas como un potro salvaje,
ágil, veloz, como si volaras por el mundo sin darte cuenta,
con esa fuerza desbordada que no pedía permiso
y que a mí me dejaba sin palabras.
Te miraba moverte y no sabía si quería alcanzarte…
o simplemente contemplarte.

Y también te elegí cuando el tiempo te volvió más hombre,
más contenido, más claro.
Cuando ya no corrías como antes,
pero brillabas distinto.
Te volviste un sol maduro:
menos impulso, más sentido.
Luz que no arde, pero acompaña.
Eras presencia serena,
conciencia que ya entendía de deberes y pausas,
y aún así, seguías siendo tú.
Más sabio. Más completo.

Te elegí también por tu aroma,
masculino, profundo, como a sándalo.
Ese olor que no se olvida,
que parecía nacer de tu piel,
y que a mí me daban ganas de respirar más de cerca,
como si al abrazarte pudiera empaparme de ti,
llenarme de eso que eras…
y quedarme así un instante más.

Estar contigo era sentir que lo ordinario podía ser maravilloso.
Las cosas simples —una conversación tranquila, verte trabajar,
un momento en silencio, el cruce de una mirada—
tenían un brillo distinto si tú estabas cerca.
Había una paz suave, una alegría callada,
como si el mundo se hiciera más habitable solo porque tú lo habitabas también.

Incluso un almuerzo preparado por ti —con esos sabores sencillos,
con tus manos midiendo sin reglas pero con cariño—
tenía algo especial.
Era alimento, pero también era gesto, era casa.
Y yo me quedaba ahí,
queriendo quedarme más.

Te elegí porque me hacías reír, pensar, dudar, aprender.
Porque podíamos hablar de lo importante…
y aunque no siempre fuera fácil,
buscabas entender.

Y a veces, ni siquiera hacía falta que estuvieras cerca.
Con solo verte un instante,
escuchar una palabra de tu voz,
o recibir un simple mensaje tuyo…
todo cambiaba.

Los problemas se deshacían sin explicación.
El mundo se teñía de rosa,
y el día, por gris que fuera, se volvía más claro,
como si tu presencia —aunque lejana—
pudiera encender la luz de todo.

Te elegí también por lo que me inspirabas sin saberlo.
Había momentos en los que te ponías nervioso,
cuando algo no salía como esperabas
y una sombra de vergüenza pasaba por tu rostro.
Pero a mí, eso no me alejaba…
me desbordaba de ternura.

Quería abrazarte, cubrirte con calma,
decirte sin palabras que estabas bien,
que yo te quería así, con todo.
Y a veces, esa ternura —tan limpia, tan honda—
se transformaba sin aviso.

Como llama que crece desde una brasa pequeña,
mi cuerpo también respondía.
No era solo ternura. Era deseo que sabía esperar.
Un querer acercarme no solo al alma…
sino también a tu piel.

Mi deseo por ti era completo y secreto.
Vivía en mi piel, en mi respiración,
en el impulso de abrazarte más tiempo del que se permite.

En la forma en que imaginaba quedarme contigo,
recostada en tu pecho,
mientras tus manos me acariciaban
como si supieran exactamente dónde nacía la emoción.

Haciéndome sentir tanto,
que dolía un poco…
como duelen las cosas hermosas
cuando son demasiado verdaderas.

Te deseé en silencio,
con ternura y con fuerza.
Quise desnudarte el alma…
y también el cuerpo.

Quise abrazarte sin prudencia,
besar tus dudas,
deshacer tu calma.
Te amaba también así.

Desde lo físico.
Desde lo más humano.
Desde donde el amor también arde.
Te elegí porque, sin querer, me inspirabas a ser mejor.

Porque eras tú:
sencillo y complejo,
fuerte y sensible.

Con una voz que, cuando hablaba con verdad,
aún podía enamorarme.

Te elegí por la forma en que mirabas,
por los puentes que sabías crear con tus palabras,
por el juego honesto de conocerse.
Por cómo cuidabas lo que no sabías decir.

Y sí…
Te elegí entonces,
y si pudiera elegir otra vez,
volvería a hacerlo.

No porque te idealice.
No porque no haya otro camino.

Sino porque aún hoy,
con todo lo que sé,
con todo lo vivido,
con todo lo que ya no es…
Sigues siendo tú.

— The End —