Submit your work, meet writers and drop the ads. Become a member
I

Temblaban las manos, sudorosas a la temperatura,
se quebraban las piernas del suspense
mientras te veía caminar hacia mí.

Me detengo con el tiempo sin asegurar mi aliento
y me ahogo en el desasosiego de la espera,
los pasos cada vez más lentos,
siento las gotas de mis manos caer,
mis músculos titilar impacientes a tu llegada.

El verde hacia énfasis ese día,
lubricando mi pupila agitada.
El jardín de concreto nos presentó
de forma súbita,
y ahí, en ese lugar, te vi;
destruyendo cada partícula de temor
y volviéndome el alma y el color.

II

Las curvas que tomamos fueron insignificantes
comparadas a tu silueta esplendorosa.
Era inconsciente de todo lo que me rodeaba
pero tu presencia - aunque no tangible-
ya la reconocía y me sentía en curiosa paz.

Éramos niñas exaltadas en el momento,
turbadas por las miradas, los roces inocentes,
las risas nerviosas y los besos en el cuello.
Esperando, como nos es costumbre,
el instante previo.

Ese con el que tanto jugamos y evadimos
buscando ser perfecto,
pero la perfección no existe si no es de tus labios
que buscaron los míos sin importar el lance
y se adentraron en la ternura
haciendo paréntesis entre lugar,
dejándonos libres de los sentidos,
esos que nos distraen de nuestra causa.

III

Tu mirada entra en mí
como torrente de río bravo,
golpeándome con tus emociones
y haciendo las mía paralelas a las tuyas.

No hubo descanso alguno de mis ojos
desde ese instante, diligentes ante ti,
esperando cada movimiento, cada facción
de tu cara dulce.

Son anestesia tus manos sobre las mías,
tan suaves y delicadas,
fuertes y femeninas
que me tomaban como suya.

Cada palabra saliente de tu boca
eran milagros hechos de diosa,
retronando en mi cabeza
expandiéndola y haciéndome entender
la vida entre oraciones.

IV

Nunca presté atención a nada,
no recuerdo ningún rostro,
ni las palabras dichas esa noche.

Pasaba los minutos luchando,
esforzándome por mirar otra cosa
que no fuera tuya,
estar atenta, estar dócil,
calmando mi deseo mientras se acercaba el momento.
Estaba hipnotizada bajo tu aura,
tu presencia sobresaliente ante todo.

Tu mano siempre tomando la mía,
mi mano que se escapaba a tu pierna,
las personas hablando,
y yo escuchando nada.
"Vamos, vamos", pensaba repetidas veces,
intentando mantener mi compostura.
"Vamos, vamos", me dijiste o lo creí.

V

Desaparece la espera que me agota,
el cansancio que cerraba mis ojos por inercia,
para abrirse en su totalidad
admirando la belleza que expones.

Mientras bajan tus prendas,
subo a la búsqueda nerviosa de tus senos
que se encuentran primero con mi boca
y tus manos descubriendo mi espalda.

Ya había estado ahí,
presagio divino de la prórroga
que me hizo conocer tu olor,
tu sabor, tu esencia antes del acercamiento.

¡Qué desasosiego glorioso!
encontrarme entre tus piernas,
suicidio impetuoso de mi cuerpo
acabando en los mares de tus ganas.

VI

Se hacen las caricias infinitas en la noche
y se dejan entrar las luces
logrando iluminar la figura de tu cuerpo
sobre mío titilando.

Siento de nuevo las gotas de mis manos caer,
mis dedos se inundan en la complejidad de tu mares                                                           y puedo  sentir tu fuerza desintegrarse
perder tu mirada al vació,
oír tus sonatas acoplarse
mientras suenan venideros tus te amo
con los míos, se unen
dejándome incapaz de respirar
anegándome en suspiros.

Qué delicado tu pecho latiendo,                                                                                 el olor de tu cabello denso,                        
tus labios rojos cargados de los míos.                
El camino asomó tu esplendor                                  
y el azul cielo, me compensa…

VII

… Sin embargo pienso que tu rostro
-con todas sus expresiones- es más solemne
que las montañas que te rodean.
Que son más cálidas las paredes de tu interior
a la lava ardiente.

Invencible te miro un segundo
y al siguiente, débil,
tus ojos cerrados hacen juego con tu desnudez
y tus labios enaltecen los míos.

El largo de tus piernas son la ruptura del tiempo
dejando cicatrices desobedientes
y marcando un canon en mis quimeras.
Sigo la teoría de los mares;
arropan nuestras tierras
y me dispongo a imitarlos
arropando tus males.

VIII

Soy partidaria de la soledad,
de los espacios y del silencio
pero soy entusiasta de tu compañía,
de tus sonrisas suaves,
las conversaciones ajenas a lo serio
y las que se tornan formales.

Todas con el mismo fin;
marcar tus mejillas de sonrisas concluyentes.
Así se reducen los minutos
y volvemos a esperar,
esta vez a que termine
para seguir tenaces en la misma acción,
aguardar al momento del encuentro.

Reincidir en la ventura, que con él,
siempre nos alivia.

IX

Es fácil admirar tus gustos de erudita
y tan difícil dejarte ir.
Fácil la atracción de nuestras peculiaridades
y tan difícil soltarte.

Tan fácil aprender de ti y callarme
y tan difícil la espera.
Son verdaderos los momentos
y mentira el tiempo.

Reconstruyo los lugares
y te pierdes en sus caudales.
Tanto me lleve de ti
y tanto de mí se quedó contigo.

Recupero alientos mientras me alejo
y ya las montañas tan pequeñas se ven,
como hormigas claras y cómplices.

X

Hubo una vez un muro separando a los amantes,
desgarrándoles la cercanía pero nunca el deseo.
Estuvo y era tan frío que hería los pulmones,
esos con los que respiraban el aire del querido
y que ahogaban de desesperanza a aquél que esperaba.

Hubo una vez media república, separando nuestros cuerpos
pero no nuestras ideas.
Castigos de caminos largos por el llano o las favelas
que nacieron equívocos, erróneos
pero que no desune nuestra esencia.

Miles de infortunios puede haber
a lo largo de la existencia,
severos climas que acrecienten el temor
pero ninguno calcinará nuestro credo.

El concreto cae para convertirse en trenes
que nos adentran a la longevidad.
No importa el medio,
el encuentro es certero y perenne,
y los amantes eternos.
Natalia Rivera Oct 2015
Yo no solía rezar
Hasta que la conocí.
Era difícil no ceder a sus tentaciones
En el pueblo decían que era ella
La dama de noche, vicio de los hombres.
Pero yo quería probarla, ocupar un lugar
Entre sus risos desordenados.
Le pedí una noche, solo una.
Ella divertida acepto y la seguí hipnotizada
Al llegar a la recamara se despojó de su vestido
Permitiéndome ver lo blanco de su piel
Se acercó a mí y sin preámbulos me plantó un beso.
Sutiles sus labios, deliciosos.
Una caricia por la espalda, otra en las caderas
Me quita el suéter y la falda.
Sentía sus dedos explorar la humedad
Entre mis piernas, haciendo a un lado el vello.
Su lengua recorría mis senos y su mirada
Estaba fija en mí, se mordía los labios
Me gemía suavemente al oído.
La sentía dentro de mí
Haciendo movimientos lentos
-No te resistas, déjame mostrarte…
Y como quien obedece sin preguntar
Deje que una ola de placer inundara mi cuerpo
Haciendo la habitación pequeña, silenciando todo.
No sé si había pasado una o tres horas
Pero yo yacía desnuda, empapada en sudor
La habitación olía extraño me incorporo
Para encontrarla sentada en la ventana
Aun desnuda fumándose un cigarro.
Al verme sonríe y me ofrece un trago
Era una diosa tallada por la vida.
Un último beso fue plasmado antes de marcharse
Y de eso ha pasado seis años.
Yo no solía rezar
Hasta que la conocí.
Me he topado con ella varias veces
Como viento que mueve hojas
En las noches que el cielo este despejado
Le suelo gritar al viento
Oh María, sin pecado concebida
Tráemela una noche, solo una.
Itzel Hdz May 2017
No tengo donde ocultarme
de tu mirada que desea matarme
Los ojos dulces y cálidos como miel
que me hacen sentir tan bien
Desde que los mire fijamente
no pude apartarlos de mi mente
no supe como termine así
queriéndote  y necesitándote tanto a ti
Nunca mires sus ojos de ángel
o quedaras hipnotizada
Tarde ya es para mi
no puedo dejar de desear que estés aquí
6 years ago. I had a crush, lasted no loger than 2 months lol
En el agua la estrella se refleja
Como una lentejuela de oro vivo,
O un lunar imprevisto en el motivo
Gris y redondo de la charca añeja.

Admiradas, absortas en la duda
De qué será lo que en el pozo brilla,
Las ranas están quietas a la orilla
En una adoración paciente y muda.

Y el pastor loco que con astros sueña
Hunde en el agua la imprudente mano.
Quiere sacar la estrella del pantano
Y en la imposible salvación se empeña.

¡Cloc, cloc!-gimen las ranas desoladas.
Roto el reflejo, desgarrado el astro,
Ya no queda en la charca sino un rastro
De hebras de luz sutiles y doradas.

Y yo, que asisto a la lección y llevo
En mi charca interior la dulce estrella
De una ilusión que se retrata en ella,
A ansiar la realidad ya no me atrevo.

Y como hipnotizada por el loco
Afán de no ver roto mi tesoro,
Hago guardia tenaz al astro de oro,
Lo miro fijo, pero no lo toco.

— The End —