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Natalia Rivera Jun 2015
Cuando la luna es nueva, el sale de su polvoriento cobijo.
A saludar la vida que solía tener, y a sentir las voces cantoras del viento.
Saboreaba la savia que le obsequiaba las estrellas,
Y me servía de grata compañía.
Era un acontecimiento único, insólito.
Habían pasado varias fases sin venir,
Llegue a pensar que se había extraviado en las muelas del bosque,
Pero hoy, el venia.
Saque una taza vieja, y le preparaba un café
Para cuando llego, la luna ya podía verse.
Le entallaba el hermoso e entristecido rostro.
Quise preguntar “porque, como y cuando”, pero me resigne
Y solo le di una torcida sonrisa, y él me la devolvió.
Se sentó en la mesa sin murmuro alguno,
Y mirando la luz que penetraba por la ventana bebió.
Le ofrecí un abrigo para el frió, el alzo su mirada perdida
Y me llevo afuera; caminamos por un sendero lleno de lamentos.
Podía escucharlos, pero a él no le parecía importar.
“Almas olvidadas” musito con voz firme.
Paro un segundo y continuo “hemos llegado, he aquí la luna creciente”
Yo lo miraba perpleja, y solo pude sentarme a su lado mirándolo fijamente.
Y miles de interrogantes golpeaban mi cabeza;
No pude comenzar a preguntar cuando el dio inicio
“Cuando la luna está en su fase creciente, parece una bola partida a la mitad.
Para mí, es el momento en donde puedo conversar contigo
Con esa parte que solía ser, que solíamos ser.
Por eso he de venir solo cuando la luna está en esta fase,
Para contarte como me va en mi vida de olvido, y para escuchar como vives sin mí.
Por eso sin notarlo, en los días más oscuros y silenciosos te has de parar en la ventana
Susurrándole a los astros poesías que llevan mi nombre.
Por eso sin notarlo, yo he de pintar el mejor paisaje para que sonrías cada noche.”
Una avalancha repetitiva me sucumbía, podía escuchar pequeños fragmentos
Una y otra vez, y otra vez
“Por eso sin notarlo, en los días más oscuros”
“Yo he de pintar el mejor paisaje para que sonrías cada noche”
Termine mirando constelaciones, y sintiendo como su mano
Caliente y delicada acariciaba mi rostro.
Sentí la necesidad de besarlo, y de contarle mis poesías.
Me tomo y me sumergió en el abismo del que fue
Un beso con sabor a historias, a quererlo nuevamente.
Al dejarme nuevamente en mi aposento me ha devuelto el abrigo
Y plasmo en mi frente un beso que desato una tormenta en mis pequeños y cansados ojos.
Para cuando los abrí, mi mitad se había ido, y la luna ya era llena.
En su abrigo había una pequeña carta, un poema y decía.

“pequeña niña de cristal
Llevas el espíritu de la estrella que me guía en las noches,
Y el color de la maleza en tus tiernos ojos.
En cada luna que veas, recítame todo tus versos
Seré el océano que remoja tu lunar.
No me olvides, que si no es en esta fase, será en la otra
Pero serás mía en cualquier dimensión.”
The Woman Apr 2015
Esa noche soñé,
soñé que me enredaba un aura,
un aura tan cambiante,
donde de ella emanaban cantos, gritos y reclamos,
que al poco rato,
se tornaban en zafiros
¡unos tan malditos!
que me rasgaban la piel como espinas,
ante la insistencia del recuerdo.

De repente,
tu boca insana me despierta,
pero noto
que no era tu boca,
nunca lo fue,
era la sombra,
una tan vil y desalmada,
que hurtó tú cara,
tú cara,
¡Oh, tú cara!
Tan falsa! Tan dañina!
Por la cual, yo,
tan cegada y entorpecida
gritaba en mis adentros:
"Acércate, acércate,
y líbrame de mi pesar"

Luego,
en claridad perfecta,
hay dos sombras, detrás una tercera,
sin yo saber quién es quién,
sobre ellas vuela el pájaro azul,
el símbolo de mi voluntad,
quebrantando los cristales,
que de tu incertidumbre
me arrastró;
La tercera sombra, la más incomprensible,
dispara la flecha,
la que me aniquiló el corazón.
Y esta sombra, sin pensarlo,
se esfumó,
y cuando su voluntad esboza,
vuelve a mí,
para repetir una vez más su maldad.

¡Fue el veneno!
¡Fue la ira!
¡Fue la venganza!
que me dejó sin alma,
que me permitía escuchar
como aquella se perdía,
tan potente, tan fugaz,
al igual que una avalancha.

Poco a poco aprendí a
nunca más darme cosas comunes que anhelan;
sobre todo,
al atacarme en rayo fiero,
el recuerdo que niego,
estableciendo el rojo en mis mejillas,
por la causa injusta
de tu egoísmo descomedido
que me centella en los ojos.
Pablo Paredes Sep 2014
Tiempo para distraer
La avalancha vacia que inunda
Mi intoxicado cuerpo.
Cada vez las voces gritan
más fuerte, ya no puedo;
Pero el silencio eterno que
Emiten mis cansados labios
Acalla tan frenetico estruendo.
Cada vez más fuerte,
No puedo oirlo.
Escapa de mi boca,
La suave y tibia estela que deja
El ultimo aliento de cordura.
Cada suspiro calienta
Mi gelido pesar.
Lentamente se va llenando
Mas sin fondo el hueco es.
Acallo los llamados haciendo
Cada ves más fuerte sus lamentos.
Los gritos ya no los oigo,
El perpetuo vacio ahora
Rebosante de cenizas,
Mientras mi ya inutil cuerpo
Queda frío,
El calido suspiro me arrulla,
Y roba mi ultimo aliento.
Leydis Jul 2017
Que lastima que no te haya funcionado.
Imagino lo que estas pasando.
No lo imagino, se exactamente que se siente;
que alguien se burle de tus sentimientos,
que tu leña la conviertan en copas de nieves,
que tu hoguera se inunde de agua salada,
que tu mundo se derrumbe como avalancha de fango,
que tus sueños se conviertan en desvelo,
que la estrellas que acobijaste cada noche, dejen de brillar.

¿Como lo se?
¡Lo vivi!
el desamor,
la traicion,
la pesadumbre del olvido,
que te escupan en la cara..
como tú lo hicistes conmigo.  

Si, lo siento….
pero, a mí, no puedes regresar.
Aquí no hay espacios para los tres..
¡Tu, yo, y tu condecorado ego!
Tienes que quedarte con tu trofeo.
Fue por eso que me dejaste ¿no?

Porque mi cuerpo estaba en decadencia,
y el de ella..bueno, en pura primavera.
Porque mis pupilas para ti ya no brillaban,
y los de ella..bueno, la ilusión te acomodaban,
Porque mi cansancio te repugnaba,
mas la energia de esa doncella te aniba.
Porque mis flores marchita estaban,
mas los botones de sus rosales apenas brotaban.
Porque mis rios se secaron,
y de su juventud--emanaban maremotos, manantiales,
que a tu pasion excitaban.  
Que la vida me habia vuelta fria y deteriorada,
mas de ella, su dulzura al hablarte, tu hombria endulzaba.

No sabes amor, cuanto lo siento,
que tu trofeo de juventud, te haya dejado,
por los mismos galardones, por lo cuales cobardemente,
me abandonastes un dia.

LeydisProse
7/20/2017
https://www.facebook.com/LeydisProse/

— The End —