Si no practico métrica,
si la rima no me llama,
si escribir, para mí...
es un flujo constante
de letras
que me acompañan.
Un acto profundo de conexión
con el universo,
de sueños, posibles y no,
de libertad,
de trabajo mental
y espiritual.
Si soy el eterno aprendiz
de mis propias letras...
¡qué sabré yo de poesía!
Si cada día que pasa,
permanezco en ese flujo,
cuando despierto,
cuando estoy,
cuando me acuesto…
¡Qué sabré yo de poesía!
Si solo escribo
sobre las sombras,
los misterios por resolver,
las preguntas necesarias,
la luz de los días,
y aquello que a mí
me inspira…
¡Qué sabré yo de poesía!
Si ella es mi musa,
mi única consigna,
mi equipaje,
mi patrón a seguir,
el mejor de los viajes:
¡Y se llama vida!...
¡qué sabré yo de poesía!
Si soy quien soy:
una alma libre,
amante del universo,
buscador de sueños.
El que escribe
sobre el fluir de este río,
a veces revuelto y turbulento
otras, en calma,
montaña rusa, de subidas
y bajadas...
¡Pura vida!
De esa experiencia
que es vivir,
de cada cosa sentida,
de la tinta que, fluyendo,
va dejando huella,
va dejando el alma.
Si solo soy
un habitante más de la vida,
amante de la profundidad
y de las cosas sencillas…
¡Qué sabré yo de poesía!