Tengo miedo a las alturas, a la noche oscura y al abandono. Tengo 21 años y todavía creo en monstruos debajo de mi cama, quiero y no puedo cambiar patrones de mi vida que me hacen daño. Me desvelo, no me hidrato, como mucho y fumo cada tanto, lloro porque si y por si acaso. Te busco en rostros extraños y solitarios, en la escencia de los cactus, en aquella canción que una vez bailamos. Todo parece congelado desde la soledad de mi cuarto.