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Wörziech May 2013
Amigos queridos,
sem faces e sem nomes.

Retiradas foram suas vísceras,
logo antes de seus corpos imergirem
em um exacerbadamente denso volume de sangue
grotesca e plenamente apreciado
pelos algozes responsáveis,
certos irreconhecíveis demônios.

Vieram dos céus os tais tiranos,
visíveis, mas imateriais,
enquanto esperávamos
inconscientes e inevitavelmente despreparados
para uma luta justa.

Sobre os indiferentes, distantes,
mas ainda amigáveis e queridos companheiros,
ainda recordo de alguma ordem:

O primeiro não sentiu dor alguma,
bem como nada viu ou percebeu; fora partido ao meio.
O segundo, já desesperado e afogando-se em lagrimas,
tornou-se borrão de um vermelho pesado, grosso e brutal;

Dos outros, três ou quatro,
somente tenho em mente os gemidos inexprimíveis;
uma junção entre suspiros e soluços
de uma morte nada convidativa e próxima.

Foram todos rostos sem faces perdidos
na espera do desconhecido fatalmente promulgado
pelas minhas ânsias.

O ultimo vivo me induziu à única ação possível:
pude cair meus quinhentos intermináveis metros;
deslizando, enquanto tentava me segurar,
por um material recoberto de farpas
que transpassavam minhas mãos,
as quais sangravam em direção a um mar, sombrio e obscuro;
me afundei irremediavelmente em minhas próprias aflições.
Victor Marques Dec 2011
Passageiro Frequente da Tap

Palmilhando milhas nos céus indiferentes,
Cruzo-me e tenho distintos sentidos,
Viagens que temos sem ser tripulantes,
Laços já estabelecidos.

Sentir a sóbria educação,
Viajar sem engano.
Sorriso e coração,
Calor humano.


Atitudes que ninguém faz registo,
Perdemos realidades duradouras,
Mas eu sim acredito,
Nas gerações vindouras.

Victor Marques
Músicos, rápsodas, prosistas,
poetas, poetas, poetas,
pintores, caricaturistas,
eruditos, nimios estetas;
románticos o clasicistas,
y decadentes, -si os parece-
pero, eso sí, locos y artistas
los Panidas éramos trece!
Melenudos de líneas netas,
líricos de aires anarquistas,
hieráticos anacoretas,
dandys, troveros, ensayistas,
en fin, sabios o analfabetas,
y muy pedantes, -si os parece-
explotado res de agrias vetas
los Panidas éramos trece!
De atormentados macabristas
figuras lívidas y quietas,
rollizas caras de hacendistas,
trágicos rostros de profetas...;
y satíricos y humoristas,
o muy ingenuos, -si os parece-
en el café de los Mokistas
los Panidas éramos trece!
Sutiles frases y discretas,
y paradojas exotistas,
sentencias, sólidas, escuetas,
y jeroglíficos sofistas;
y las mordaces cuchufletas
envenenadas, -si os parece-
que en el Concilio de Agoretas
los Panidas éramos trece!
Y orquestaciones wagneristas,
-trompas y tubas y trompetas-, 1
o  serenatas mozartistas
y sinfonías y retretas
de los maestros exorcistas,
beethovenianos, -si os parece-,
que en el Salón (bombos o arpistas)
los Panidas éramos trece!
Y los de pluma o de paletas,
altos poetas o coplistas,
los violinistas y cornetas,
en veladas aquelarristas
-sesiones íntimas, secretas!-
y en bodegones -si os parece-
en esas citas indiscretas
los Panidas éramos trece!
Fumívoros y cafeístas
y bebedores musagetas!
Grandilocuentes, camorristas,
Crispines de elásticas tretas;
inconsolables, optimistas,
o indiferentes, -si os parece-
en nuestros Sábbats liturgistas
los Panidas éramos trece!
Ilustres críticos -ascetas
serios, solemnes, metodistas,
tribu de vacuos logotetas!: 2
andad al diablo! -si os parece-:
nosotros, -Bárbaros sanchistas!-,
los Panidas éramos trece!
Porque se tiene conciencia de la inutilidad de tantas cosas
a veces uno se sienta tranquilamente a la sombra de un árbol -en
verano-
y se calla.

(¿Dije tranquilamente?: falso, falso:
uno se sienta inquieto haciendo extraños gestos,
pisoteando las hojas abatidas
por la furia de un otoño sombrío,
destrozando con los dedos el cartón inocente de una caja de fósforos,
mordiendo injustamente las uñas de esos dedos,
escupiendo en los charcos invernales,
golpeando con el puño cerrado la piel rugosa de las casas que permanecen indiferentes al paso de la primavera,
una primavera urbana que asoma con timidez los flecos de sus cabellos verdes allá arriba,
detrás del zinc oscuro de los canalones,
levemente arraigada a la materia efímera de las tejas a punto de ser polvo.)
Eso es cierto, tan cierto
como que tengo un nombre con alas celestiales,
arcangélico nombre que a nada corresponde:
Ángel,
me dicen,
y yo me levanto
disciplinado y recto
con las alas mordidas
-quiero decir: las uñas-
y sonrío y me callo porque, en último extremo,
uno tiene conciencia
de la inutilidad de todas las palabras.
En el espejo he visto el Mar, el Mar sordo.
La cimera cubríanle nubes grávidas de borrasca,
la faz en movimiento delirante bullía
con un hervor preñado de mútilos cadáveres
cárdenos, a la deriva. 1

Cegaba con telones cinéreos la angustia,
propugnando saltar de las órbitas -adamantina-. 2

Tenía de las bridas la voz ululadora
lista a irrumpir como jamás apolíptica.

Los ojos eran cóncavos vórtices abisales
donde ya nunca la estrella encendería
ni rielar idílico, ni tórridas fogatas.

En el espejo he visto el Mar sordo 3
-vago y difuso como en cristales de recuerdo;
-rígido y penetrante, -lacerante- como un sueño fallido: 4

y le he visto en el Día como en la Noche (y en el Crepúsculo
de estrellas desdibujadas y de músicas en esbozo
y de perfumes preludiando las sensuales sonatinas);

y le he visto en el Día (vigía desde la cofa)
que escudriña, oteante, el ir y venir en volúmenes
aborregados de las ondas indiferentes)

y le he visto en la Noche (sutil escucha en el acecho
de voces ultraterrenas, y de próximas, cuya caricia
fuera regalo de sus oídos, si no tortura lancinante).

Pero el Mar es un símbolo? Y es un mito el Océano,
emblemática selva pululadora de fugitivas
sombras, caos mirífico, floresta legendaria donde discurren 5
las vagueantes Náyades y las Titanias inasibles.

Un mito el Mar? Mirado en el espejo,
refractado en el ávida retina y bebido en su son 6
y aspirado en sus hálitos salinos y yodados,
-huésped de las Sirenas sortílegas
y de las Circes y las Calypsos prestigiösas
de hechizo inabolible? Es un Mito?   Es un Símbolo?

En el espejo he visto el Mar sordo. 7
Y le he visto en la Noche y en el Crepúsculo (y en el Día):

quieto Mar de viñeta, con la fuga en los mástiles
y la fuga en las velas recogidas
de los barcos inútiles, anclados como esqueletos de pirámides
en las glaucas arenas fijas.
Súbita, inesperada, espesa nieve
ciega el último oro
de los bosques.
Un orden nuevo y frío
sucede a la opulencia del otoño.
Troncos indiferentes.
Silencio dilatado en muertos ecos.
Sólo los cuervos
protestan en voz alta,
descienden a los valles
y -airados e insolentes-
ocupan los jardines
con su ***** equipaje de plumas y graznidos.
Inquietantes, incómodos, severos,
desde sus altos pulpitos marchitos
increpan a la tarde de noviembre
que exhibe todavía
entre sus galas secas
la belleza impasible de una rosa.
Tus ojos son como peces.
A la deriva, me observan
un instante, indiferentes.

Tus ojos son como peces
huidizos. Si me encuentran,
dan un giro de repente.

Tus ojos son como peces.
Casi como si me vieran
flotan curiosos enfrente.

Tus ojos son como peces
que para encontrar mis ojos
nadan a contracorriente.
Decían: «Ojú, qué frío»;
no «Qué espantoso, tremendo,
injusto, inhumano frío».
Resignadamente: «Ojú,
qué frío...» Los andaluces...

En dónde habrían dejado
sus jacas; en dónde habrían
dejado su sol, su vino,
sus olivos, sus salinas.
En dónde habrían dejado
su odio... Parecían hechos
de indiferencia, pobreza,
latigazo .. «Ojú, qué frío».
Tiritaban bajo ropas
delgadas, telas tejidas
para cantar y morir
siempre al sol. Y las llevaban
para callar y vivir
al frío de Ocaña y Burgos,
al viento helado del mar
del Dueso Los andaluces

Estos que están esperando,
desde Huelva hasta Jaén
desde Jaén a Almería,
junto a las plazas de cal
y noche, deben de ser
hijos de aquéllos Esperan
que alguno venga a encerrarlos
entre rejas. Como aquéllos,
no preguntarán por qué.
No se quejarán de nada
Ni uno se rebelará.
«Las cosas son como son,
como siempre han sido, como
han de ser mañana. Ojú,
qué frío.» Los andaluces.

Apenas dejaban sombra,
sonido, cuando pasaban.
Se borraban sus cabezas.
Tan sólo un inmenso frío
daba fe de ellos. Y aquella
dejadez que rodeaba
su fragilidad. Más solos
que ninguno. Más hambrientos
que ninguno. (Deseaba
que odiasen, porque los vivos
odian. Los vivos perdonan.
El hombre es fuego y es lluvia.
Lo hace el odio y el perdón.)
Indiferentes: «Ojú,
qué frío...» Los andaluces...

Un grano de trigo. Una
oliva verde. (Guardad
el aliento de la tierra,
el parpadeo del sol
para ayer, para mañana,
para rescataros...) Quiero
que despierten del pasado
de frío, de los cerrojos
del futuro. Todo está
tan confuso. Yo no sé
si los veo, los recuerdo,
los anticipo...

                 
Hace pocos
kilómetros tuve aquí,
en mi mano, la madeja
de los días. La emoción
de los días. Como un padre
que olvidó hace tiempo el rostro
de los hijos muertos. Y ahora
los recuerda. Y ahora vuelve
a olvidarlos, unos pocos
kilómetros más allá.
Olvidados para siempre.

Cuántos años hace de esto.
O cuántos faltan para esto
que hace un momento viví
por los caminos... -ojú,
qué frío- de Andalucía.
Así como un verdor en el desierto,
con sombra de palmeras y agua caritativa,
quizás será tu amor lo que me sobreviva,
viviendo en un poema después que yo haya muerto.

En ese canto, cada vez más mío,
voces indiferentes repetirán mi pena,
y tú has de ser entonces como un rastro en la arena,
casi como una nube que pasa sobre un río...

Tú serás para todos una desconocida,
tú, que nunca sabrás cómo he sabido amarte;
y alguien, tal vez, te buscará en mi arte,
y, al no hallarte en mi arte, te buscará en mi vida.

Pero tú no estarás en las mujeres
que alegraron un día mi tristeza de hombre:
Como oculté mi amor sabré ocultar tu nombre,
y, al decir que te amo, nunca diré quién eres.

Y dirán que era falsa mi pasión verdadera,
que fue sólo un ensueño la mujer que amé tanto;
o dirán que era otra la que canté en mi canto,
otra, que nunca amé ni conocí siquiera.

Y así será mi gloria lo que fue mi castigo,
porque, como un verdor en el desierto,
tu amor me hará vivir después que yo haya muerto,
pero cuando yo muera, ¡tú morirás conmigo!
Esta casa no es la que era.
En esta casa había antes
lagartijas, jarras, erizos,
pintores, nubes, madreselvas,
olas plegadas, amapolas,
humo de hogueras...

Esta casa
no es la que era. Fue una caja
de guitarra. Nunca se habló
de fibromas, de porvenires,
de pasados, de lejanías.
Nunca pulsó nadie el bordón
del grave acento: «nos queremos,
te quiero, me quieres, nos quieren...»

No podíamos ser solemnes,
pues qué hubieran pensado entonces
el gato, con su traje verde,
el galápago, el ratón blanco,
el girasol acromegálico...

Esta casa no es la que era.
Ha empezado a andar, paso a paso.
Va abandonándonos sin prisa.
Si hubiera ardido en pompa, todos,
correríamos a salvarnos.

Pero así, nos da tiempo a todo:
a recoger cosas que ahora
advertimos que no existían;
a decirnos adiós, corteses;
a recorrer, indiferentes,
las paredes que tosen, donde
proyectó su sombra la adelfa,
sombra y ceniza de los días.

Esta casa estuvo primero
varada en una playa. Luego,
puso proa a azules más hondos.
Cantaba la tripulación.
Nada podían contra ella
las horas y los vendavales.
Pero ahora se disuelve, como
un terrón de azúcar en agua.

Qué pensará el gato feudal
al saber que no tiene alma;
y los ajos, qué pensarán
el domingo los ajos, qué
pensarán el barril de orujo,
el tomillo, el cantueso, cuando
se miren al espejo y vean
su cara cubierta de arrugas.

Qué pensarán cuando se sepan
olvidados de quienes fueron
la prueba de su juventud,
el signo de su eternidad,
el pararrayos de la muerte.

Esta casa no es la que era.
Compasivamente, en la noche,
sigue acunándonos.
Eu vi as nádegas da minha mulher sendo apertadas e abertas por mãos grandes e peludas enquanto um trombolho descomunal abria caminho à caverna escura que acredito nunca antes ter sido explorada.

Eu ouvi os ecos no corredor de nosso apartamento, de sons transmitidos pelo esgoelamento de suas cordas vocais delirantes e indiferentes à opinião da vizinhança. Provei o sabor acre da facada pelas costas sem derramar uma gota de lágrima ou de sangue.

Os braços estavam amarrados à cabeceira, sodomizada, num transe hipnótico engendrado pelo pecado. Não me viram entrando. Sentei-me numa poltrona, ainda imperceptível, quase inexistente, um magma quente borbulhava em meu estômago, um vulcão erodia em meu peito, sentia morrendo todos os meus valores, toda a minha compreensão de mim mesmo, faltava-me ar aos pulmões, faltava-me alma ao corpo, já não poderia ser compatível com a ideia de pecado, o ódio se apossava como um demônio em meu corpo obrigando meus braços a se moverem, um escravo arrastado por suas correntes, arranquei minhas roupas, meu pau ereto desprovido de qualquer amor, de qualquer sentimento humano, erguia-se pelo horror, pelo prazer perverso que se apoderava das minhas ideias, o que estaria por vir me excitava.

Aquele homem diante minha indiferença. Seu pau broxado pelo terror da minha imagem. Meu pau duro como uma muralha impenetrável, pontiagudo como uma estaca, atravessou seu peito como uma lança, empalado pelo ânus até a boca. Mudo como um peixe fisgado pelo arpão. Castrado engoliu seus próprios testículos.

Ela com a pele esfolada em músculo crú, estuprada como uma puta barata pelo meu punho a atravessar sua boceta seca, amarrada com suas entranhas gosmentas e fedidas de mentiras e recoberta por fezes, esquartejei em treze parágrafos seu falso discurso . Deixei sua cabeça largada ao canto daquele quarto sujo.

Estancaram-se me encarando. Nenhuma reação, nenhum movimento.
J Eduardo Ramos Jul 2022
Neruda,
Contemplando el crepúsculo vernal,
el golpeteo  constante al techo de su cabaña lo distrae:
las gotas gélidas del mar austral, salinas e indiferentes, son un constante en este invierno septentrional.
El poeta toma papel y pluma
( siempre pluma ) para comenzar su nueva aventura:
Pablo Neruda, escritor.

"Septiembre, 8, 1972 "
"Querido Gabo...
Mis abrazos sinceros, hermano..."

La gélida atmósfera austral, indiferente hacia los  barcos que flotan sobre su mar de sal con su rítmico vaivén, ignorando a el poeta.
Tristes unos, tal vez indiferentes
Otros, en el andén. Rumor. Pitazos.
Muchachos con periódicos. Y gentes
Que entrando van al tren. Besos y abrazos.

Tú, tranquila fingiéndote, sonríes;
Estrecho con dolor tu mano helada:
La voz llora en tus labios carmesíes,
Y bajas, en silencio, la mirada.

El tren se aleja... Más se va alejando.
¡Adiós! En el azul rotos anhelos...
¡Adiós! ¡Adiós!... Y sígnense agitando,
En la estación y el tren, blancos pañuelos.

¡Oh pañuelo que agita mano amada,
En lágrimas tal vez humedecido....
Blanca ilusión pareces destrozada
Flotando en la tristeza del olvido!
Valeria Chauvel Feb 2020
Sometida siempre sometida
como el rendido sol ante el eterno ritual
que su lecho está vedado.

Veo por la ventana y es la misma ciudad,
igual de absurda, sin contenido,
con sus cotidianas calles y los detalles
previamente esbozados ante mis ojos.
Los mismos rostros, sombríos,
próximos al mármol,
transcurren diariamente indiferentes
los unos de los otros.
Tan contrarios, tan iguales,
tan presos a la rutina, tan humanos.

Los sueños y memorias de una rosa
existen solo en su navío
sin tener conocimiento alguno de los míos.
Ella se irá y yo me iré,
y nada sabrá de mí tras mi muerte,
así como la creencia que tengo de quizá conocerte.
Incluso, el sol seguirá ascendiendo tan indiferente
como el día en que nací y el día en que llegue mi muerte.

Soy un sueño extraviado
circunscrito bajo la misma bóveda
que contiene los miles de sueños de cada persona.
Diferentemente iguales, aunque sigan siendo ajenos
tanto el del hombre que ara la tierra
como el que es de otro hombre dueño.

Nací sin ser nada.
Moriré con el desvarío del hombre
filosofando si está aquello o esto o lo otro,
y cuando me vaya
será aun bajo el mismo destino:
sin saberlo nada.

Los días pasan absurdos,
y siguen pasando y siguen pasando...
sobreviviendo al alba y acariciando ocasos.

Tan inútil como una mañana,
el aire que respiro.
Si es que hay algún sentido...
si es que hay una madrugada....
si es que duermo todavía....
o si es que es todo una ilusión quebrada...

Quizá de nada valga que piense.
Quizá ahí afuera hay alguien que no piensa y no le importa.
Quizá a nadie le importa y son libres.
Quizá estoy yo insana.

La vida se forja de eso y solo de eso:
habladurías, ideas y promesas
por las que se debate y hay guerras,
hay muerte, hay exilio, hay esclavitud,
y más esclavitud y más esclavitud.

Pero ¿en qué creer?
Si los que miran en sí mismos
dejan al resto el suelo.

Yo solo soy esclavo de mi existencia
y no de creencias:
las calles son inciertas por las que andamos.
¿Son acaso mis ojos los que me limitan
o es mi mente la que me engaña?

Aunque así como si nada...
como todo en la vida...
el Olvido devorará estas palabras.
Así como el fuego devorará
el cigarro entre mis dedos.
Los soldados enterrados los veo en el humo.
El dolor que el tiempo ha borrado.
Así de efímero, así de ajeno
así como si nada...

— The End —