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Los animales fueron
imperfectos,
largos de cola, tristes
de cabeza.
Poco a poco se fueron
componiendo,
haciéndose paisaje,
adquiriendo lunares, gracia, vuelo.
El gato,
sólo el gato
apareció completo
y orgulloso:
nació completamente terminado,
camina solo y sabe lo que quiere.

El hombre quiere ser pescado y pájaro,
la serpiente quisiera tener alas,
el perro es un león desorientado,
el ingeniero quiere ser poeta,
la mosca estudia para golondrina,
el poeta trata de imitar la mosca,
pero el gato
quiere ser sólo gato
y todo gato es gato
desde bigote a cola,
desde presentimiento a rata viva,
desde la noche hasta sus ojos de oro.

No hay unidad
como él,
no tienen
la luna ni la flor
tal contextura:
es una sola cosa
como el sol o el topacio,
y la elástica línea en su contorno
firme y sutil es como
la línea de la proa de una nave.
Sus ojos amarillos
dejaron una sola
ranura
para echar las monedas de la noche.

Oh pequeño
emperador sin orbe,
conquistador sin patria,
mínimo tigre de salón, nupcial
sultán del cielo
de las tejas eróticas,
el viento del amor
en la intemperie
reclamas
cuando pasas
y posas
cuatro pies delicados
en el suelo,
oliendo,
desconfiando
de todo lo terrestre,
porque todo
es inmundo
para el inmaculado pie del gato.

Oh fiera independiente
de la casa, arrogante
vestigio de la noche,
perezoso, gimnástico
y ajeno,
profundísimo gato,
policía secreta
de las habitaciones,
insignia
de un
desaparecido terciopelo,
seguramente no hay
enigma
en tu manera,
tal vez no eres misterio,
todo el mundo te sabe y perteneces
al habitante menos misterioso,
tal vez todos lo creen,
todos se creen dueños,
propietarios, tíos
de gatos, compañeros,
colegas,
discípulos o amigos
de su gato.

Yo no.
Yo no suscribo.
Yo no conozco al gato.
Todo lo sé, la vida y su archipiélago
el mar y la ciudad incalculable,
la botánica,
el gineceo con sus extravíos,
el por y el menos de la matemática,
los embudos volcánicos del mundo,
la cáscara irreal del cocodrilo,
la bondad ignorada del bombero,
el atavismo azul del sacerdote,
pero no puedo descifrar un gato.
Mi razón resbaló en su indiferencia,
sus ojos tienen números de oro.
El día de los desventurados, el día pálido se asoma
con un desgarrador olor frío, con sus fuerzas en gris,
sin cascabeles, goteando el alba por todas partes:
es un naufragio en el vacío, con un alrededor de llanto.

Porque se fue de tantos sitios la sombra húmeda, callada,
de tantas cavilaciones en vano, de tantos parajes terrestres
en donde debió ocupar hasta el designio de las raíces,
de tanta forma aguda que se defendía.

Yo lloro en medio de lo invadido, entre lo confuso,
entre el sabor creciente, poniendo el oído
en la pura circulación, en el aumento,
cediendo sin rumbo el paso a lo que arriba,
a lo que surge vestido de cadenas y claveles,
yo sueño, sobrellevando mis vestigios morales.

Nada hay de precipitado ni de alegre, ni de forma orgullosa,
todo aparece haciéndose con evidente pobreza,
la luz de la tierra sale de sus párpados
no como la campanada, sino más bien como las lágrimas:
el tejido del día, su lienzo débil,
sirve para una venda de enfermos, sirve para hacer señas
en una despedida, detrás de la ausencia:
es el color que sólo quiere reemplazar,
cubrir, tragar, vencer, hacer distancias.

Estoy solo entre materias desvencijadas,
la lluvia cae sobre mí, y se me parece,
se me parece con su desvarío, solitaria en el mundo muerto,
rechazada al caer, y sin forma obstinada.
Frente al mar, y en la puerta de su pobre morada,
La viuda del marino con su hijo está sentada.
Se ve tristeza en ambos. Los rudos temporales
De esos días de otoño causaron tantos males,
Tanto destrozo hicieron, fue tal del mar la saña,
Cual nunca visto había la costa de Bretaña.
Por eso ante el crepúsculo se encuentran abstraídos
Y silenciosos, y ambos de luto están vestidos.

En ese lago quieto, de aguas murmuradoras,
En donde se deslizan las barcas pescadoras,
Cuyas velas se extienden bajo el oro del día,
¡Quién, al ver esa calma, reconocer podría
Aquel mar tempestuoso, que sólo en un momento,
En el pasado otoño, con ímpetu violento
Destrozó veinte barcas, y que a esa pobre madre
Dejó  trocada en viuda y a ese niño sin padre!

El agua azul sonríe; sin nubes brilla el cielo;
Y ella sigue sombría, con hondo desconsuelo
Recordando la tarde trágica de su vida,
Cuando hundió en sus abismos la mar embravecida
A su esposo. «Mas suya fue la culpa», a su hijo,
Que seguía en silencio, sollozando le dijo.
«A desgraciados náufragos que el temporal hundía,
¿Cómo sin un socorro dejárseles podría?

¡Qué tarde horrible! ¡Nadie recordaba en la aldea
Haber visto en su vida semejante marea!
¡Era tentar al cielo y era jugar la suerte
Socorrer a los náufragos... era afrontar la muerte!
Tu padre con nosotros estaba. En la bahía,
Recién entrada al puerto su barca se veía».
-«Sin duda están malditos, decíame comiendo,
Los que en el mar aguantan ese chubasco horrendo».

Como era su costumbre, después de la comida
Saliose de la casa con su pipa encendida,
Y a pesar de la lluvia, varios iban al puerto,
A ver saltar las olas sobre el muelle desierto;
Cuando de pronto observa tu padre en lontananza
Que contra los peñascos un bergantín se lanza.
Aquello fue un instante. Lo empuja el mar, y choca,
Y roto allí en pedazos quedó contra la roca.

-«Un bote», grita al punto. Yo lo miré aterrada.
Y en tanto que los otros le muestran la oleada
Que viene sobre el puerto rugiendo amenazante,
Grita otra vez: - ¡Salvémoslos! !Un bote... ¡En el instante!
Un bote al mar! ¡Un bote!... ¡Cobardes no seamos!»
Y seguían sus gritos: -«A socorrerlos vamos!
¡Mi barca! ¡Arriba! ¡Es tiempo! Mi barca no ha temido
Jamás las tempestades ni el mar embravecido,
Y por eso Adelante la bauticé»...

                                             
Salieron
Todos al mar entonces... y ¡nunca más volvieron!...

De tarde, en este invierno, y al bajar la marea,
Hasta allá, donde ves la espuma que blanquea,
Ir me has visto abatida. Mas todo ha sido en vano...
Nada de entre sus olas devuelve el océano...
¡Y ese mar que a mis plantas expira en la ribera,
De la barca no arroja ni una tabla siquiera!

Hijo: me prometiste no ser, jamás marino:
Cumplirás tu promesa. Será otro tu destino.
El cura, que te quiere, te seguirá enseñando;
Aprenderás las letras, luego a escribir. Y cuando
Grande estés, serás cura. ¡Pasará el tiempo aprisa...
Veré el día dichoso de tu primera misa!...
Yo misma pondré flores en el altar... ¡Oh, cuánta
Será mi dicha, lejos de este mar que me espanta!

Calla el niño pensando sin duda en los chicuelos
Que ve sobre chalupas y ágiles barquichuelos,
En las azules aguas, desde que el día brilla,
Caminar en la borda, bajar a la escotilla,
Mientras que él no se atreve, ni nunca se ha atrevido,
Un cable a atar siquiera. Cumple lo prometido.
Y cuando terminada la lección de lectura,
El viejo silabario cierra de tarde el cura,
Y le dice que es hora de que a jugar se vaya,
Descalzo, arremangado, se aleja por la playa,
Y así engaña sus sueños el hijo del marino;
Pero entre los cabellos el áspero y salino
Viento sentir que sopla; sentir el agua fría
Que a la rodilla sube; ver en la lejanía
Las olas que se rompen bajo azulada bruma
Y que el peñasco cubre de iridiscente espuma;
Ir conchas o mariscos buscando por la costa,
O saltar, sobre piedras, detrás de una langosta,
Eso no le bastaba; quería más; quería
La barca que se aleja bajo el fulgor del día,
Con sus palos erectos y sus velas redondas;
Quería el horizonte, los tumbos de las ondas,
Y la embriaguez del alma sobre la mar rugiente,
Cuyos acres aromas hablaban a su mente
De países lejanos... ¡Tal era su delirio!
¡Y hacía muchos meses que ese era su martirio!

Y va pasando el tiempo. Llega otro otoño horrible;
Y un día los marinos, a la luz apacible
De un cielo gris, entre ellos hablando, hacia el poniente
Sobre el mar tempestuoso, señalan de repente
Un velero que avanza contra las rocas. Brava
Marejada envolvíalo... Más y más se encrespaba...

¡En las revueltas olas aquello parecía
El estertor postrero del barco en la agonía!

-«¡Un bote al mar! ¡Un bote!», dice alguien con voz ruda,
 ¡Al mar! ¡A socorrerlos! ¡A prestarles ayuda!»

Y todos recordaban a los que al mar salieron
A salvar a unos náufragos, y nunca más volvieron;
Mas de pronto a una barca se abalanzan, y en tanto,
Todo lo ve la madre con indecible espanto;
Y a su hijo abrazando le murmura al oído:
-«¿Sabes? Me lo ofreciste... lo tienes prometido,
¡No irás!...» Con las pupilas dilatadas, la frente
Pensativa,   y el labio mordiéndose impaciente,
Nada responde, y mira con absorta mirada
Que ya los hombres tienen la barca aparejada.
De repente, una ola gigantesca y sombría,
 Que avanza rugidora por la turbia bahía.
Se estrella con fracaso, toda la playa moja, fe...
Y a las plantas del niño, tabla podrida arroja.

En la tabla estas letras leíanse: Adelante.

De su abismo esa tabla sacaba el mar de Atlante.
¡Mandato de su padre sobre las olas era!
Listos los remadores sacan de la ribera
La barca. De los brazos maternos se desprende;
Detrás de los marinos veloz carrera emprende;
Salta al bote con ellos, y al punto un remo ensaya...
 ¡Y allá van con la ola que vuelve de la playa!

¡Cómo con la mirada todos los van siguiendo!
¡Virgen Santa! ¡Las olas cuan altas y qué estruendo!
¡Parece que se hunden! ¡Jesús! ¡Naufraga el bote!
¡Mas no!... ¡Las olas pasan y ellos están a flote!
¡Y siguen!... Van llegando... ¡Ya se les ve acercarse!
¡Ya era tiempo !... ¡ Ya el barco comenzaba a inclinarse

¡Ya vuelven! ¡Los pañuelos agitan! ¡Qué arrojados!
¡El bote viene lleno!...
-«¿Cuántos?»
-« ¡Todos salvados!»
-«¡Hurra! ¡Pronto una amarra!»
Y en tanto que gozosos,
Náufragos y marinos, saltando presurosos
De piedra en piedra vienen, hacia la madre el niño
Se lanza. Ella lo abraza; lo besa; y con cariño
Él le dice al oído: «No me regañes, madre...
¡Tan contento estaría mirándome mi padre!»
Spanish

La luna es pálida y triste, la luna es exangüe y yerta.
La media luna figúraseme un suave perfil de muerta…
Yo que prefiero a la insigne palidez encarecida
De todas las perlas árabes, la rosa recién abierta,

En un rincón del terruño con el color de la vida,
Adoro esa luna pálida, adoro esa faz de muerta!
Y en el altar de las noches, como una flor encendida
Y ebria de extraños perfumes, mi alma la inciensa rendida.

Yo sé de labios marchitos en la blasfemia y el vino,
Que besan tras de la orgia sus huellas en el camino;
Locos que mueren besando su imagen en lagos yertos…
Porque ella es luz de inocencia, porque a esa luz misteriosa
Alumbran las cosas blancas, se ponen blancas las cosas,
Y hasta las almas más negras toman clarores inciertos!

              English

The moon is pallid and sad, the moon is bloodless and cold.
I imagine the half-moon as a profile of the dead…
And beyond the reknowned and praised pallor
Of Arab pearls, I prefer the rose in recent bud.

In a corner of this land with the colors of earth,
I adore this pale moon, I adore this death mask!
And at the altar of the night, like a flower inflamed,
Inebriated by strange perfumes, my soul resigns.

I know of lips withered with blasphemy and wine;
After an **** they kiss her trace in the lane.
Insane ones who die kissing her image in lakes…
Because she is light of innocence, because white things
Illuminate her mysterious light, things taking on white,
And even the blackest souls become uncertainly bright.
Voló desde su vida apacible hacia la luz recién encendida y su cadáver minúsculo cayó sobre esta hoja de papel en que escribo.

Retiré la taza de café pensando que su contacto en mis labios sería molesto, y que una lluvia de meteoritos invisibles podría empezar a descender desde el foco, por los espacios siderales, hasta la mesa.

De pronto el cadáver se agitó, dio vueltas torpemente, movió las alas cada vez más ligeras, y emprendió el vuelo de retorno. ¡Qué alivio y qué alegría! Sísifo de la luz, lo vi ascender en giros concentrados, veloz y decidido, hacia la gloria abundante de un nuevo encuentro con la muerte.
Mis ojos espantos han visto,
tal ha sido mi triste suerte;
cual la de mi Señor Jesucristo,
mi alma está triste hasta la muerte.Hombre malvado y hombre listo
en mi enemigo se convierte;
cual la de mi Señor Jesucristo,
mi alma está triste hasta la muerte.Desde que soy, desde que existo,
mi pobre alma armonías vierte.
Cual la de mi Señor Jesucristo,
mi alma está triste hasta la muerte.
Ii
Rafael, antes de llegar a España me salió al camino
      tu poesía, rosa literal, racimo biselado,
      y ella hasta ahora ha sido no para mí un recuerdo,
      sino luz olorosa, emanación de un mundo.

      A tu tierra reseca por la crueldad trajiste
      el rocío que el tiempo había olvidado,
      y España despertó contigo en la cintura,
      otra vez coronada de aljófar matutino.

      Recordarás lo que yo traía: sueños despedazados
      por implacables ácidos, permanencias
      en aguas desterradas, en silencios
      de donde las raíces amargas emergían
      como palos quemados en el bosque.
      Cómo puedo olvidar, Rafael, aquel tiempo?

      A tu país llegué como quien cae
      a una luna de piedra, hallando en todas partes
      águilas del erial, secas espinas,
      pero tu voz allí, marinero, esperaba
      para darme la bienvenida y la fragancia
      del alhelí, la miel de los frutos marinos.

      Y tu poesía estaba en la mesa, desnuda.

      Los pinares del Sur, las razas de la uva
      dieron a tu diamante cortado sus resinas,
      y al tocar tan hermosa claridad, mucha sombra
      de la que traje al mundo, se deshizo.

      Arquitectura hecha en la luz, como los pétalos,
      a través de tus versos de embriagador aroma
      yo vi el agua de antaño, la nieve hereditaria,
      y a ti más que a ninguno debo España.
      Con tus dedos toqué panal y páramo,
      conocí las orillas gastadas por el pueblo
      como por un océano, y las gradas
      en que la poesía fue estrellando
      toda su vestidura de zafiros.

Tú sabes que no enseña sino el hermano. Y en esa
hora no sólo aquello me enseñaste,
no sólo la apagada pompa de nuestra estirpe,
sino la rectitud de tu destino,
y cuando una vez más llegó la sangre a España
defendí el patrimonio del pueblo que era mío.

Ya sabes tú, ya sabe todo el mundo estas cosas.
Yo quiero solamente estar contigo,
y hoy que te falta la mitad de la vida,
tu tierra, a la que tienes más derecho que un árbol,
hoy que de las desdichas de la patria no sólo
el luto del que amamos, sino tu ausencia cubren
la herencia del olivo que devoran los lobos,
te quiero dar, ay!, si pudiera, hermano grande,
la estrellada alegría que tú me diste entonces.

      Entre nosotros dos la poesía
      se toca como piel celeste,
      y contigo me gusta recoger un racimo,
      este pámpano, aquella raíz de las tinieblas.

      La envidia que abre puertas en los seres
      no pudo abrir tu puerta, ni la mía. Es hermoso
      como cuando la cólera del viento
      desencadena su vestido afuera
      y están el pan, el vino y el fuego con nosotros
      dejar que aúlle el vendedor de furia,
      dejar que silbe el que pasó entre tus pies,
      y levantar la copa llena de ámbar
      con todo el rito de la transparencia.
      Alguien quiere olvidar que tú eres el primero?
      Déjalo que navegue y encontrará tu rostro.
      Alguien quiere enterrarnos precipitadamente?
      Está bien, pero tiene la obligación del vuelo.

      Vendrán, pero quién puede sacudir la cosecha
      que con la mano del otoño fue elevada
      hasta teñir el mundo con el temblor del vino?

      Dame esa copa, hermano, y escucha: estoy rodeado
      de mi América húmeda y torrencial, a veces
      pierdo el silencio, pierdo la corola nocturna,
      y me rodea el odio, tal vez nada, el vacío
      de un vacío, el crepúsculo
      de un perro, de una rana,
      y entonces siento que tanta tierra mía nos separe,
      y quiero irme a tu casa en que, yo sé, me esperas,
      sólo para ser buenos como sólo nosotros
      podemos serlo. No debemos nada.

      Y a ti sí que te deben, y es una patria: espera.

      Volverás, volveremos. Quiero contigo un día
      en tus riberas ir embriagados de oro
      hacia tus puertos, puertos del Sur que entonces no alcancé.
      Me mostrarás el mar donde sardinas
      y aceitunas disputan las arenas,
      y aquellos campos con los toros de ojos verdes
      que Villalón (amigo que tampoco
      me vino a ver, porque estaba enterrado)
      tenía, y los toneles del jerez, catedrales
      en cuyos corazones gongorinos
      arde el topacio con pálido fuego.

      Iremos, Rafael, adonde yace
      aquel que con sus manos y las tuyas
      la cintura de España sostenía.
      El muerto que no pudo morir, aquel a quien tú guardas,
      porque sólo tu existencia lo defiende.
      Allí está Federico, pero hay muchos que, hundidos, enterados,
      entre las cordilleras españolas, caídos
      injustamente, derramados,
      perdido cereal en las montañas,
      son nuestros, y nosotros estamos en su arcilla.

      Tú vives porque siempre fuiste un dios milagroso.
      A nadie más que a ti te buscaron, querían
      devorarte los lobos, romper tu poderío.
      Cada uno quería ser gusano en tu muerte.

      Pues bien, se equivocaron. Es tal vez la estructura
      de tu canción, intacta transparencia,
      armada decisión de tu dulzura,
      dureza, fortaleza, delicada,
      la que salvó tu amor para la tierra.

            Yo iré contigo para probar el agua
            del Genil, del dominio que me diste,
            a mirar en la plata que navega
            las efigies dormidas que fundaron
            las sílabas azules de tu canto.

      Entraremos también en las herrerías; ahora
      el metal de los pueblos allí espera
      nacer en los cuchillos: pasaremos cantando
      junto a las redes rojas que mueve el firmamento.
      Cuchillos, redes, cantos borrarán los dolores.
      Tu pueblo llevará con las manos quemadas
      por la pólvora, como laurel de las praderas,
      lo que tu amor fue desgranando en la desdicha.

      Sí, de nuestros destierros nace la flor, la forma
      de la patria que el pueblo reconquista con truenos,
      y no es un día solo el que elabora
      la miel perdida, la verdad del sueño,
      sino cada raíz que se hace canto
      hasta poblar el mundo con sus hojas.
      Tú estás allí, no hay nada que no mueva
      la luna diamantina que dejaste:

            la soledad, el viento en los rincones,
            todo toca tu puro territorio,
            y los últimos muertos, los que caen
            en la prisión, leones fusilados,
            y los de las guerrillas, capitanes
            del corazón, están humedeciendo
            tu propia investidura cristalina,
            tu propio corazón con sus raíces.

Ha pasado el tiempo desde aquellos días en que compartimos
dolores que dejaron una herida radiante,
el caballo de la guerra que con sus herraduras
atropelló la aldea destrozando los vidrios.
Todo aquello nació bajo la pólvora,
todo aquello te aguarda para elevar la espiga,
y en ese nacimiento se envolverán de nuevo
el humo y la ternura de aquellos duros días.

Ancha es la piel de España y en ella tu acicate
vive como una espada de ilustre empuñadura,
y no hay olvido, no hay invierno que te borre,
hermano fulgurante, de los labios del pueblo.
Así te hablo, olvidando tal vez una palabra,
contestando al fin cartas que no recuerdas
y que cuando los climas del Este me cubrieron
como aroma escarlata, llegaron
hasta mi soledad.
                            Que tu frente dorada
encuentre en esta carta un día de otro tiempo,
y otro tiempo de un día que vendrá.
                                                        Me despido
hoy, 1948, dieciséis de diciembre,
en algún punto de América en que canto.
Un ropero, un espejo, una silla,
ninguna estrella, mi cuarto, una ventana,
la noche como siempre, y yo sin hambre,
con un chicle y un sueño, una esperanza.
Hay muchos hombres fuera, en todas partes,
y más allá la niebla, la mañana.
Hay árboles helados, tierra seca,
peces fijos idénticos al agua,
nidos durmiendo bajo tibias palomas.
Aquí, no hay mujer. Me falta.
Mi corazón desde hace días quiere hincarse
bajo alguna caricia, una palabra.
Es áspera la noche. Contra muros, la sombra
lenta como los muertos, se arrastra.
Esa mujer y yo estuvimos pegados con agua.
Su piel sobre mis huesos
y mis ojos dentro de su mirada.
Nos hemos muerto muchas veces
al pie del alba.
Recuerdo que recuerdo su nombre,
sus labios, su transparente falda.
Tiene los pechos dulces, y de un lugar
a otro de su cuerpo hay una gran distancia:
de pezón a pezón cien labios y una hora,
de pupila a pupila un corazón, dos lágrimas.
Yo la quiero hasta el fondo de todos los abismos,
hasta el último vuelo de la última ala,
cuando la carne toda no sea carne, ni el alma
sea alma.
Es preciso querer. Yo ya lo sé. La quiero.
¡Es tan dura, tan tibia, tan clara!
Esta noche me falta.
Sube un violín desde la calle hasta mi cama.
Ayer miré dos niños que ante un escaparate
de maniquíes desnudos se peinaban.
El silbato del tren me preocupó tres años,
hoy sé que es una máquina.
Ningún adiós mejor que el de todos los días
a cada cosa, en cada instante, alta
la sangre iluminada.
Desamparada sangre, noche blanda,
tabaco del insomnio, triste cama.
Yo me voy a otra parte.
Y me llevo mi mano, que tanto escribe y habla.
Josias Barrios Nov 2013
No se porque cuando dices ciertas cosas, salen de tu boca en un tono muy sensual que me excita, recordando el suave sonido de tu voz, diciendo esas palabras en mi oido. Sintiendo el calor de tu pecho reposado en el mio y el aroma de tu piel intoxicante me hace explotar en segundos.
Quisiera excitarte un porciento de lo que me haces sentir a mi, para que sepas la locura que me haces pasar cada momento que me imagino estar dentro de ti, desde la primera mirada de tus ojos, el primer beso de tus labios y hasta el ultimo gemido cuando te penetro. Esos son mis pensamientos cada noche antes de dormir y hacerlos realidad en mis sueños.
Es tan fácil nacer en sitios que no existen
y sin embargo fueron brumosos y reales
por ejemplo m¡ sitio mi marmita de vida
mi suelta de palomas conservaba
una niebla capaz de confundir las brújulas
y atravesar de tarde los postigos
todo en el territorio de aquella infancia breve
con la casa en la loma cuyo dueño
cara un tal valentín del escobar
y el nombre era sonoro me atraían
las paredes tan blancas y rugosas
ahí descubrí el lápiz como colón su américa
sin saber que era lápiz y mientras lo empuñaba
alguien hacía muecas al costado de un biombo
para que yo comiera pero yo no comía

después es la estación y es el ferrocarril
me envuelven en la manta de viaje y de calor
y había unas mangueras largas ágiles
que lavaban la noche en los andenes

las imágenes quedan como en un incunable
que sólo yo podría descifrar
puesto que soy el único especialista en mí
y sin embargo cuando regresé
apenas treinta y dos años más tarde
no había andén ni manta ni paredes rugosas
ya nadie recordaba la casa en la lomita
tampoco a valentín del escobar
quizá sea por eso que no puedo creer
en pueblo tan ceñido tan variable
sin bruma que atraviese los postigos
y confunda las brújulas
un paso de los toros enmendado
que no tiene ni biombo ni mangueras

el espejo tampoco sabe nada
con torpeza y herrumbre ese necio repite
mi pescuezo mi nuez y mis arrugas
debe haber pocas cosas en el mundo
con menos osadía que un espejo

en mis ojos amén de cataratas
y lentes de contacto con su neblina propia
hay rehenes y brujas
espesas telarañas sin arañas
hay fiscales y jueces
disculpen me quedé sin defensores
hay fiscales que tiemblan frente a los acusados
y jueces majaderos como tías
o deshumanizados como atentos verdugos
hay rostros arduos y fugaces
otros triviales pero permanentes
hay criaturas y perros y gorriones
que van garúa arriba ensimismados
y un sosías de dios que pone cielos
sobre nuestra mejor abolladura
y tampoco el espejo sabe nada
de por qué lo contemplo sin rencor y aburrido

y así de noche en noche
así de nacimiento en nacimiento
de espanto en espantajo
van o vamos o voy con las uñas partidas
de arañar y arañar la infiníta corteza

más allá del orgullo los árboles quedaron
quedaron los presagios las fogatas
allá atrás allá atrás
quién es tan memorioso
ah pero la inocencia ese búfalo herido
interrumpe o reanuda
la fuga o cacería
de oscuro desenlace

todos mis domicilios me abandonan
y el botín que he ganado con esas deserciones
es un largo monólogo en hiladas
turbado peregrino garrafal
contrito y al final desmesurado
para mi humilde aguante

Me desquito clavándole mi agüero
me vengo espolvoreándolo de culpas
pero la soledad
                            esa guitarra
esa botella al mar
esa pancarta sin muchedumbrita
esa efemérides para el olvido
oasis que ha perdido su desierto
flojo tormento en espiral
cúpula rota y que se llueve
ese engendro del prójimo que soy
tierno rebuzno de la angustia
farola miope

tímpano
ceniza
nido de águila para torcazas
escobajo sin uvas
borde de algo importante que se ignora
esa insignificante libertad de gemir
ese carnal vacío
ese naipe sin mazo
ese adiós a ninguna
esa espiga de suerte
ese hueco en la almohada
esa impericia
ese sabor grisáceo
esa tapa sin libro
ese ombligo inservible
la soledad en fin
                              esa guitarra
de pronto un día suena repentina y llamante
inventa prójimas de mi costilla
y hasta asombra la sombra
qué me cuentan

en verdad en verdad os digo que
nada existe en el mundo como la soledad
para buscarnos tierna compañía
cohorte escolta gente caravana

y el espejo ese apático supone
que uno está solo sólo porque rumia
en cambio una mujer cuando nos mira sabe
que uno nunca está solo aunque lo crea
ah por eso hijos míos si debéis elegir
entre una muchacha y un espejo
elegid la muchacha

cómo cambian los tiempos y el azogue
los espejos ahora vienen antinarcisos
hace cuarenta años la gente los compraba
para sentirse hermosa para saberse joven
eran lindos testigos ovalados
hoy en cambio son duros enemigos
cuadrados de rencor bruñidos por la inquina
nos agravian mortifican zahieren
y como si tal cosa pronuncian su chispazo
mencionan lustros y colesterol
pero no las silvestres bondades de estraperlo
la lenta madurez esa sabiduría
la colección completa de delirios
nada de eso         solamente
exhuman
las averías del pellejo añejo
el desconsuelo y sus ojeras verde
la calvicie que empieza o que concluye
los párpados vencidos siniestrados
las orejas mollejas la chatura nasal
las vacantes molares las islas del eczema

pero no hay que huir despavorido
ni llevarle el apunte a ese reflejo
nadie mejor que yo
para saber que miente

no caben en su estanque vertical
los que fui los que soy los que seré
siempre soy varios en parejos rumbos
el que quiere asomarse al precipicio
el que quiere vibrar inmóvil como un trompo
el que quiere respirar simplemente

será que nada de eso está en mis ojos
nadie sale a pedir el vistobueno
de los otros que acaso y sin acaso
también son otros y en diversos rumbos
el que aspira a encontrarse con su euforia
el que intenta ser flecha sin el arco
el que quiere respirar simplemente
será que nada de eso está en mi ceño
en mis hombros mi boca mis orejas
será que ya no exporto dudas ni minerales
no genera divisas mi conducta
tiene desequilibrios mi balanza de pagos
la caridad me cobra intereses leoninos
y acaparo dolor para el mercado interno

será que nada de eso llega al prójimo
pero yo estoy hablando del y con el espejo
y en su Iuna no hay prójima y si hay
será tina entrometida que mira sobre mi hombro

los prójimos y prójimas no están el el luciente
sencillamente son habitantes de mi
y bueno se establecen en mi como pamperos
como arroyos o como burbujas

por ejemplo las dudas no están en el espejo
las dudas que son meras preconfianzas
por ejemplo los miércoles no están
ya que el espejo es un profesional
de noches sabatinas y tardes domingueras
los miércoles de miércoles quien se le va a arrimar
pedestre o jadeante
inhumano y cansado
con la semana a medio resolver
las tardes gordas de preocupaciones
el ómnibus oliendo a axila de campeón

los insomnios no caben por ejemplo
no son frecuentes pero si poblados
de canciones a trozos
de miradas que no eran para uno
y alguna que otra bronco no del todo prevista
de ésas clue consumen la bilis del trimestre

tampoco aquellos tangos en Ios que uno sujeta
en suave diagonal la humanidad contigua
y un magnetismo cálido y a la vez transitorio
consterna los gametos sus ene cromosomas
y entre corte y cortina se esparcen monosílabos
y tanto las pavadas aleluya
como las intuiciones aleluya aleluya
derriban las fronteras ideológicas

verbigracia qué puede rescatar el espejo
de una ausencia tajante
una de esas ausencias que concurren
que numeran sus cartas
y escriben besos ay de amor remoto

qué puede qué podría reconocer carajo
de las vidas y vidas que ya se me murieron
esos acribillados esos acriborrados
del abrazo y el mapa y los boliches
o los que obedecieron a su corazonada
hasta que el corazón les explotó en la mano
sea en el supermarket de la mala noticia
o en algún pobre rancho de un paisaje sin chau

poco puede conocer de los rostros
que no fueron mi rostro y sin embargo
siguen estando en mí
y menos todavía
de los desesperantes terraplenes
que traté de subir o de bajar
esos riesgos minúsculos que parecen montañas
y los otros los graves que salvé como un sordo
así hasta que la vida quedó sin intervalos
y la muerte quedó sin vacaciones
y mi piel se quedó sin otras pieles
y mis brazos vacíos como mangas
declamaron socorro para el mundo

en la esquina del triste no hay espejo
y lo que es
                  más
austero
                                        no
hay auxilio
por qué será que cunden fas alarmas
y no huy manera ya de descundirlas

el país tiene heridas grandes como provincias
y hay que aprender a andar sobre sus bordes
sin vomitar en ellas ni caer como bolos
ni volverse suicida u miserable
ni decir no va más
porque está yendo
y exportamos los huérfanos y viudas
como antes la lana o el tasajo

en el muelle del pobre no hay espejo
y lo que es
                   más
sencillo
                                        no
hay adioses

los tratemos que estaban en el límite
las muchachas que estaban en los poemas
asaltaron de pronto el minuto perdido
y se desparramaron como tinta escarlata
sobre las ínfulas y los sobornos
metieron sus urgencias que eran gatos
en bolsas de arpillera
y cuando las abrieron aquello fue un escándalo
la fiesta prematura
igual que si se abre una alcancía

hacía tanto que éramos comedidos y cuerdos
que no nos vino mal este asedio a la suerte

los obreros en cambio no estaban en los poemas
estaban en sus manos nada más
que animan estructuras telas fibras
y cuidan de su máquina oh madre inoxidable
y velan su garganta buje a buje
y le toman el pulso
y le vigilan la temperatura
y le controlan la respiración
y aquí atornillan y desatornillan
y allí mitigan ayes y chirridos y ecos
o escuchar sus maltrechas confidencias
y por fin cuando suena el pito de las cinco
la atienden la consuelan y la apagan

los obreros no estaban en los poemas
pero a menudo estaban en las calles
eon su rojo proyecto y eon su puño
sus alpargatas y su humor de lija
y su beligerancia su paz y su paciencia
sus cojones de clase
qué clase de cojones
sus olas populares
su modestia y su orgullo
que son casi lo mismo

las muchachas que estaban en los poemas
los obreros que estaban en las mulos
hoy están duros en la cárcel firmes
como las cuatro barras que interrumpen el cielo

pero habrá otro tiempo
es claro que habrá otro
habrá otro ticnlpo porque el tiempo vuela
no importa que ellas y ellos no estén en el espejo
el tiempo volará
                             no
como el cóndor
ni como el buitre ni como el albatros
ni como el churrinche ni como el venteveo
el tiempo volara como la historia
esa ave migratoria de atlas fuertes
que cuando Ilega es para quedarse

y por fin las muchachas estarán en las mulos
y por fin los obreros estarán en los poemas
ay espejo ignorás tanta vida posible
tenés mi soledad
vaya conquista
en qué mago atolón te obligaste a varar
hay un mundo de amor que te es ajeno
así chic no te. quedes mirando má mirada
la modorra no escucha campanas ni promesas
tras de mi sigue habiendo un pedazo do historia
y yo tengo la llave de ese cobre barato
pero atrás más atrás
o adelante mucho más adelante
hay una historia plena
una patria en andamios con banderas posibles
y todo sin oráculo y sin ritos
y sin cofre y sin llave
simplemente una patria

ay espejo las sombras que te cruzan
son mucho más corpóreas que mi cuerpo depósito
el tiempo inagotable hace sus propios cálculos
y yo tengo pulmones y recuerdos y nuca
y otras abreviaturas de lo frágil
quizá una vez, te quiebres
dicen que es mala suerte
pero ningún espejo pudo con el destino
o yo mismo me rompa sin que vos te destruyas
y sea así otra sombra que te cruce

pero espejo ya tuve como dieciocho camas
en los tres años últimos de este gran desparramo
como todas las sombras pasadas o futuras
soy nómada y testigo y mirasol
dentro de tres semanas tal vez me vaya y duerma
en ml cama vacía número diecinueve
no estarás para verlo
no estaré para verte

en otro cuarto neutro mengano y transitorio
también habrá un espejo que empezará a
   escrutarme
tan desprolijamente como vos
y aquí en este rincón duramente tranquilo
se instalará otro huesped temporal como yo
o acaso dos amantes recién homologados
absortos en su canje de verguenzas
con fragores de anule e isócronos vaivenes

no podrás ignorarlos
egos le ignorarán
no lograrás desprestigiar su piel
porque será de estreno y maravilla
ni siquiera podr á vituperar mi rostro
porque ya estaré fuera de tu alcance
diciéndole a otra luna de impersonal herrumbre
lo que una vez te dije con jactancia y recelo

he venido con toldos mis enigmas
he venido con todos mis fantasmas
he venido con lerdees mis amores

y antes de que me mire
como vos me miraste
con ojos que eran sello parodia de mis ojos
soltaré de una vez el desafío

ay espejo cuadrado
nuevo espejo de hotel y lejanía
aquí estoy
                  ya podés
empezar a ignorarme.
Mientras comían juntos y distantes y tensos
ella muy lentamente y él como ensimismado
hablaban con medida y doble parsimonia
de temas importantes y de algunos quebrantos

entonces como siempre o como casi siempre
el desvelo social condujo a la cultura
así que por la noche se fueron al teatro
sin tocarse un ojal ni siquiera una uña

su sonrisa       la de ella
era como una oferta un anuncio un esbozo
su mirada       la de él
iba tomando nota de cómo eran sus ojos

y como a la salida soplaba un aire frío
y unos dedos muy blancos indefensos y tristes
apenas asomaban por las sandalias de ella
no hubo más remedio que entrar en un boliche

y ya que el camarero se demoraba tanto
llegaron cautelosos hasta la confidencia
extra seca y sin hielo por favor       y fumaron
y entre el humo el amor era un rostro en la niebla

en sus labios       los de él
el silencio era espera la noticia era el frío
en su casa       la de ella
halló café instantáneo y confianza y cobijo

una hora tan sólo de memoria y sondeos
hasta que sobrevino un silencio a dos voces
como cualquiera sabe en tales circunstancias
es arduo decir algo que realmente no sobre

él probó       sólo falta que me quede a dormir
y ella también probó       y por qué no te quedas
y él sin mirarla       no me lo digas dos veces
y ella en voz baja       bueno y por qué no te quedas

y sus labios       los de él
se quedaron gustosos a besar sin usura
sus pies fríos       los de ella
que eran sólo el comienzo de la noche desnuda

fueron investigando deshojando nombrando
proponiéndose metas       preguntando a los cuerpos
mientras la madrugada y los temas candentes
conciliaban el sueño que no durmieron ellos

quién hubiera previsto aquella tarde
que el amor ese célebre informal
se dedicara a ellos tan formales
Leydis Oct 2017
Pienso en ti
(se eleva mi cuerpo)

Esa tu bendita esencia,
que me hace tanta falta en tu ausencia,
esa manera en que me resucitas cuando en ti pienso,
esa manera en que excitas cada espacio de mi desvaído cuerpo,
ese, tu fuego fugaz que exalta mis lugares impávidos,
que corta mi respiración entre tantos gemidos,
que me eleva al éxtasis más exquisito...

esa pasión desatada,
rebosada entre respiros de una prisión pasional
que quiere  liberarse contigo.

Son eternas las ganas en tu ausencia,
se desbordan mis ríos de impaciencia,
queriendo entregarte ¡mi exquisitez y delicadeza!

Queriendo comerme las ansias de estar contigo-yo vivo,
susurrando entre leves suspiros tu bendito nombre,
hasta conseguir agitar mi orgullo,
que se rinde ante el delirio que se manifiesta
cuando tu nombre pronuncio y te invoco y te digo
en voz baja, después un poco más alta,
que me tomes, que me grites, que me alces, me alivies
de este deseo que solo tú sabes saciar con tus labios,
con tus sedosas manos,
con tu ojos de marineros desafiando mi cuerpo,
contorsionándolo a tu antojo hasta doblegarme en tu ego
al saber que solo en tus brazos libero mis deseos.
  
De pronto despierto de ese trance,
y me doy cuenta que no estás conmigo,
vuelvo de nuevo a evocarte en una descarga que llegue hasta tu nido.
Con esa telepatía que nos junta a pesar de esta lejanía,
y descargo, y me desprendo, y me rindo ante todo este deseo,
y mis sábanas rojas evidencian esos anhelos
de esa pasión que despierta en este alejamiento
y
que se aquieta solo cuando regresas a nuestro domicilio…..,
sea llamándote a lo lejos
o
cuando finalmente se juntan nuestros cuerpos……...
Siempre estás a mi lado y yo te lo agradezco.
Cuando la cólera me muerde, o cuando estoy triste
-untado con el bálsamo para la tristeza como para morirme-
apareces distante, intocable, junto a mí.
Me miras como a un niño y se me olvida todo
y ya sólo te quiero alegre, dolorosamente.
He pensado en la duración de Dios,
en la manteca y el azufre de la locura,
en todo lo que he podido mirar en mis breves días.
Tú eres como la leche del mundo.
Te conozco, estás siempre a mi lado más que yo mismo.
¿Qué puedo darte sino el cielo?
Recuerdo que los poetas han llamado a la luna con mil nombres
-medalla, ojos de Dios, globo de plata,
moneda de miel, mujer, gota de aire-
pero la luna está en el cielo y sólo es luna,
inagotable, milagrosa como tú.
Yo quiero llorar a veces furiosamente
porque no sé qué, por algo,
porque no es posible poseerte, poseer nada,
dejar de estar solo.
Con la alegría que da hacer un poema,
o con la ternura que en las manos de los abuelos tiembla,
te aproximas a mí y me construyes
en la balanza de tus ojos,
en la fórmula mágica de tus manos.
Un médico me ha dicho que tengo el corazón de gota
-alargado como una gota- y yo lo creo
porque me siento como una gruta
en que perpetuamente cae, se regenera y cae
perpetuamente.

Bendita entre todas las mujeres
tú, que no estorbas,
tú que estás a la mano como el bastón del ciego,
como el carro del paralítico.
Virgen aún para el que te posee,
desconocida siempre para el que te sabe,
¿qué puedo darte sino el infierno?
Desde el oleaje de tu pecho
En que naufraga lentamente mi rostro,
te miro a ti, hacia abajo, hasta la ***** de tus pies
en que principia el mundo.
Piel de mujer te has puesto,
Suavidad de mujer y húmedos órganos
en que penetro dulcemente, estatua derretida,
manos derrumbadas con que te toca la fiebre que soy
y el caos que soy te preserva.
Mi muerte flota sobre ambos
y tú me extraes de ella como el agua de un pozo,
agua para la sed de Dios que soy entonces,
agua para el incendio de Dios que alimento.

Cuando la hora vacía sobreviene
sabes pasar tus dedos como un ungüento,
posarlos en los ojos emplumados,
reír con la yema de tus dedos.
¿Qué puedo darte yo sino la tierra?
Sembrado en el estiércol de los días
miro crecer mi amor, como los árboles
a que nadie ha trepado y cuya sombra
seca la hierba, y da fiebre al hombre.

Imperfecta, mortal, hija de hombres,
verdadera,
te ursupo, ya lo sé diariamente,
y tu piedad me usa a todas horas
y me quieres a mí, y yo soy entonces,
como un hijo nuestro largamente deseado.

Quisiera hablar de ti a todas horas
en un congreso de sordos,
enseñar tu retrato a todos los ciegos que encuentre.
Quiero darte a nadie
para que vuelvas a mí sin haberte ido.

En los parques, en que hay pájaros y un sol en hojas por el suelo,
donde se quiere dulcemente a las solteronas que miran a los niños,
te deseo, te sueño.
¡Qué nostalgia de ti cuando no estás ausente!
(Te invito a comer uvas esta tarde
o a tomar café, si llueve,
y a estar juntos siempre, siempre, hasta la noche).
¿Qué o quién me guiaba? No buscaba a nadie, buscaba todo y a todos:
    vegetación de cúpulas azules y campanarios blancos, muros color de sangre seca, arquitecturas:
    festín de formas, danza petrificada bajo las nubes que se hacen y se deshacen y no acaban de hacerse, siempre en tránsito hacia su forma venidera,
    piedras ocres tatuadas por un astro colérico, piedras lavadas por el agua de la luna;
    los parques y las plazuelas, las graves poblaciones de álamos cantantes y lacónicos olmos, niños y gorriones y cenzontles,
    los corros de ancianos, ahuehuetes cuchicheantes, y los otros, apeñuscados en los bancos, costales de huesos, tiritando bajo el gran sol del altiplano, patena incandescente;
    calles que no se acaban nunca, calles caminadas como se lee un libro o se recorre un cuerpo;
    patios mínimos, con madreselvas y geranios generosos colgando de los barandales, ropa tendida, fantasma inocuo que el viento echa a volar entre las verdes interjecciones del loro de ojo sulfúreo y, de pronto, un delgado chorro de luz: el canto del canario;
    los figones celeste y las cantinas solferino, el olor del aserrín sobre el piso de ladrillo, el mostrador espejeante, equívoco altar en donde los genios de insidiosos poderes duermen encerrados en botellas multicolores;
    la carpa, el ventrílocuo y sus muñecos procaces, la bailarina anémica, la tiple jamona, el galán carrasposo;
    la feria y los puestos de fritangas donde hierofantas de ojos canela celebran, entre brasas y sahumerios, las nupcias de las substancias y la transfiguración de los olores y los sabores mientras destazan carnes, espolvorean sal y queso cándido sobre nopales verdeantes, asperjan lechugas donadoras del sueño sosegado, muelen maíz solar, bendicen manojos de chiles tornasoles;
    las frutas y los dulces, montones dorados de mandarinas y tejocotes, plátanos áureos, tunas sangrientas, ocres colinas de nueces y cacahuetes, volcanes de azúcar, torreones de alegrías, pirámides transparentes de biznagas, cocadas, diminuta orografía de las dulzuras terrestres, el campamento militar de las cañas, las jícamas blancas arrebujadas en túnicas color de tierra, las limas y los limonones: frescura súbita de risas de mujeres que se bañan en un río verde;
    las guirnaldas de papel y las banderitas tricolores, arcoiris de juguetería, las estampas de la Guadalupe y las de los santos, los mártires, los héroes, los campeones, las estrellas;
    el enorme cartel del próximo estreno y la ancha sonrisa, bahía extática, de la actriz en cueros y redonda como la luna que rueda por las azoteas, se desliza entre las sábanas y enciende las visiones rijosas;
    las tropillas y vacadas de adolescentes, palomas y cuervos, las tribus dominicales, los náufragos solitarios y los viejos y viejas, ramas desgajadas del árbol del siglo;
    la musiquita rechinante de los cabellitos, la musiquita que da vueltas y vueltas en el cráneo como un verso incompleto en busca de una rima;
    y al cruzar la calle, sin razón, porque sí, como un golpe de mar o el ondear súbito de un campo de maíz, como el sol que rompe entre nubarrones: la alegría, el surtidor de la dicha instantánea, ¡ah, estar vivo, desgranar la granada de esta hora y comerla grano a grano!!;
    el atardecer como una barca que se aleja y no acaba de perderse en el horizonte indeciso;
    la luz anclada en el atrio del templo y el lento oleaje de la hora vencida puliendo cada piedra, cada arista, cada pensamiento hasta que todo no es sino una transparencia insensiblemente disipada;
    la vieja cicatriz que, sin aviso, se abre, la gota que taladra, el surco quemado que deja el tiempo en la memoria, el tiempo sin cara: presentimiento de vómito y caída, el tiempo que ha ido y regresa, el tiempo que nunca se ha ido y está aquí desde el principio, el par de ojos agazapados en un rincón del ser: la seña de nacimiento;
    el rápido desplome de la noche que borra las caras y las casas, la tinta negra de donde salen las trompas y los colmillos, el tentáculo y el dardo, la ventosa y la naceta, el rosario de las cacofonías;
    la noche poblada cuchicheos y allá lejos un rumor de voces de mujeres, vagos follajes movidos por el viento;
    la luz brusca de los faros del auto sobre la pared afrentada, la luz navajazo, la luz escupitajo, la reliquia escupida;
    el rostro terrible de la vieja al cerrar la ventana santiguándose, el ladrido del alma en pena del perro en el callejón como una herida que se encona;
    las parejas en las bancas de los parques o de pie en los repliegues de los quicios, los cuatro brazos anudados, árboles incandescentes sobre los que reposa la noche,
    las parejas, bosques de febriles columnas envueltas por la resiración del animal deseante de mil ojos y mil manos y una sola imagen clavad en la frente,
    las quietas parejas que avanzan sin moverse con los ojos cerrados y caen interminablemente en sí mismas;
    el vértigo inmóvil del adolescente desenterrado que rompe por mi frente mientras escribo
    y camina de nuevo, multisolo en su soledumbre, por calles y plazas desmoronadas apenas las digo
    y se pierde de nuevo en busca de todo y de todos, de nada y de nadie
Santiago Jun 2015
Este amor apasionado, anda todo alborotado , por volver.
voy camino a la locura y aunque todo me tortura, se querer.

Nos dejamos hace tiempo pero me llego el momento de perder
tu tenias mucha razon, le hago caso al corazon y me muero
por volver

'Y volver volver, volver a tus brazos otra vez, llegare hasta donde estes
yo se perder,yo se perder, quiero volver, volver, volver.'

Nos dejamso hace tiempo pero me llego el momento de perder
tu tenias mucha razon, le hago caso al corazon y me muero por volver.

'Y volver volver, volver a tus brazos otra vez, llegare hasta donde estes
yo se perder, yo se perder, quiero volver, volver, volver.
Sputnik Andrade Dec 2012
A veces me es inevitable.

A veces, a veces, siento que algo ***** y viscoso me sale por los ojos y por la frente. Y entonces el mundo se vuelve gris e inútil y la luz del sol no podría ser más molesta.

No sé como llamarlo.

“El tedio de la vida diaria”

“Rencor hacia los lugares comunes”

“La vulgaridad de la existencia”

Cuando sucede, podría yo, quemar la ciudad entera. ¿Qué cosa más deliciosa bajo el cielo que una ciudad en llamas, qué la histeria, qué el calor que deshace la carne?

Podría yo, mezclar todos los venenos del mundo y beberlos o

robar un autobús y viajar hasta Alaska

para tomar agua de un río muy frío

para sumergirme en un río muy muy frío

para desintegrarme en un río terriblemente frío.

Podría hacer yo tal cantidad de cosas.

Pero ese ente oscuro me clava en la tierra. Y me susurra en el oído: Así será por siempre.

Y así será por siempre.

Y esa verdad, terrible y más certera que nunca, me obliga, me obliga a prenderle fuego al mundo. Tu mundo. A cualquier mundo.
Cecelia Francis Dec 2014
Ha sido
una semana hasta
mi ultimo humo,
y no me siento mejor.
No estoy cansada ni
tengo hambre.

Soy perezosa
me acuesto aquí
en mi cama, con
la sabana deja de mi.
Estoy frío pero
mis almohadas
están cómodo
América, de un grano
de maíz te elevaste
hasta llenar
de tierras espaciosas
el espumoso
océano.
Fue un grano de maíz tu geografía.
El grano
adelantó una lanza verde,
la lanza verde se cubrió de oro
y engalanó la altura
del Perú con su pámpano amarillo.

Pero, poeta, deja
la historia en su mortaja
y alaba con tu lira
al grano en sus graneros:
canta al simple maíz de las cocinas.

Primero suave barba
agitada en el huerto
sobre los tiernos dientes
de la joven mazorca.
Luego se abrió el estuche
y la fecundidad rompió sus velos
de pálido papiro
para que se desgrane
la risa del maíz sobre la tierra.

A la piedra
en tu viaje, regresabas.
No a la piedra terrible,
al sanguinario
triángulo de la muerte mexicana,
sino a la piedra de moler,
sagrada
piedra de nuestras cocinas.
Allí leche y materia,
poderosa y nutricia
pulpa de los pasteles
llegaste a ser movida
por milagrosas manos
de mujeres morenas.

Donde caigas, maíz,
en la olla ilustre
de las perdices o entre los fréjoles
campestres, iluminas
la comida y le acercas
el virginal sabor de tu substancia.

Morderte,
panocha de maíz, junto al océano
de cantara remota y vals profundo.
Hervirte
y que tu aroma
por las sierras azules
se despliegue.

Pero, dónde
no llega
tu tesoro?

En las tierras marinas
y calcáreas,
peladas, en las rocas
del litoral chileno,
a la mesa desnuda
del minero
a veces sólo llega
la claridad de tu mercadería.

Puebla tu luz, tu harina, tu esperanza
la soledad de América,
y el hambre
considera tus lanzas
legiones enemigas.

Entre tus hojas como
suave guiso
crecieron nuestros graves corazones
de niños provincianos
y comenzó la vida
a desgranarnos.
Elena Ramos Apr 2015
Elena Ramos


Aquí todo en mi mente da vueltas, nada es estable, no hay un objeto al cual pueda ver directo y guiarme para no caer. Para mí no sirve el simple hecho de tenerlo todo para ser feliz, ni el dinero, ni una familia reconocida en todo Miami y el resto del país. Me llamo Gimena Rodríguez, mis papas son de Honduras pero emigraron a los Estados Unidos cuando mi hermano mayor Roberto tenía apenas diez años en ese entonces yo tenía ocho horribles y apestosos años, era muy fea, mi mama siempre me ponía dos ganchitos en la frente para quitarme el pelo de la cara; bote todas las fotos que dejaban evidencia de ese abuso hacia el estilo y la dignidad de una niña pequeña.  

He buscado en la internet el significado de mi nombre, porque ni yo sé que soy. Hay unos sitios bien raros que dicen que soy de las que necesita ser apoyada por los demás, algo que no es cierto, pero he topado con un sitio que dice que soy de pensamiento firme, ágil y con capacidad analítica. Y por cierto mi número de la suerte dice ser el número cuatro, puede tener algo de sentido ya que el 4 de noviembre es mi cumpleaños, o que casualmente mis papas estén de aniversario el mismo día. Suelo ser de esas chicas que todo el mundo conoce o dice saber conocerme, por el simple hecho de tener una familia la cual, toda América conoce. Mi papa heredo el negocio de mi abuelo, (por lo general el abuelo o como yo lo llamaba Yeyo, era el único que me entendía hasta llegue a prometerle que seguiría los pasos de la familia y seguir el negocio) una empresa que distribuye muebles, ya sean sofás como camas y cosas así. La compañía se llama DecoArte, había empezado en 1934 con mi bisabuelo Arturo, que luego paso a ser mi mi Yeyo y ahora de mi padre (solo espero que Roberto pelee por su lugar en la compañía y decida quedarse todo para él, así no tendría que seguir en este negocio, porque realmente no me gusta). He decidido que quiero ir a Los Angeles y estudiar Fashion Management & Marketing, en la Universidad de Argosy. He aplicado a varias universidades y aun espero respuesta, seria decepcionante no ser aceptada en ninguna y entonces tendría que trabajar en DecoArte toda mi vida. Todos los días son decepcionantes, siempre es lo mismo, mi casa parece un lugar solitario. Roberto tiene su propio apartamento, todos los días sube fotos a su cuenta de Instagram haciendo fiestas, las cuales son mencionadas como las mejores. Fraternidades de muchas universidades terminan ahí, los vagabundos igual, y así todo Miami. Sería bueno si por lo menos me invitara a una de sus “reuniones”, como el las suele llamar cuando estamos frente a nuestros padres. No me veo pequeña, tengo diez y siete años y el próximo año me graduare de Miami Beach High School. Muchos me preguntan si realmente tengo la edad que les digo tener, nadie me cree, muchos dicen que me veo mucho mayor, algo que para mí no está mal. En mi cuenta de twitter me he fijado que Roberto dará una fiesta, tal vez pueda decir que voy a ver una película y me voy un rato a su casa, solo espero que mi propio hermano no me eche de la casa. En mi tiempo libre, después de clases, suelo agarra mi computadora portátil y abrir Word, y escribir todo el día. Hace poco subí gratis un libro de poemas de dicados a la gente que no sabe qué hacer con su vida. He tenido buenas respuestas, inclusive en mi blog recibo visitas y buenos comentarios a montones. Existen dos mundos parami, la realidad y el mundo que creo con los libros y la escritura. Cada libro que leo me envuelve en un sentimiento que hace que imagine estar en el libro. Al escribir siento que mis ideas fluyen y que soy yo honestamente, sin censura, sin miedo a expresarme. En este momento estoy escribiendo una historia ficticia de esta joven que desea encontrar el amor, ya que casi lo encontraba pero el murió. Por su falta de confianza no es capaz de hablar con ningún muchacho. Esta es la introducción del libro:
               Para amar hay un tiempo límite, o por lo menos para mí sí. Si tienes una enfermedad terminal, es muy probable que ese amor nunca llegue. Desearía tener por lo menos un romance que dure poco o hasta cuando yo siga viva. Mi vida se complica cada vez más, el único hombre que veo seguido es mi médico el doctor Collins, está casado y tiene una hermosa hija. En el hospital veo morir a diario personas de las cuales me hice amiga. Aun no olvido su rostro, su pálida cara, que me reía aun a pesar de tener peores condiciones de vida que yo. Se llamaba Mark, tenía doce años cuando lo conocí, y diez y siete cuando lo vi por última vez. Cada año lo volvía diferente, siempre había un problema más o algo en su cuerpo había cambiado por  completo. Lo conocí cuando yo tenía once años, llegue a emergencias esa noche, mi mente giraba, era más verde como la pared que trigueña. Gracias a dios detectaron mi cáncer con tiempo. Pero esa noche ahí estaba el, sentado en una camilla, me pareció muy guapo desde el primer instante en que nuestros ojos se cruzaron. Mientras mi mama hablaba con la enfermera afuera, yo estuve acostada, mirándolo y luego mirando el techo. No sabía que sucedía conmigo, solo sabía que  me sentía a morir. No llore porque él estaba ahí, a dos camillas de la mía. Sabía que me observaba aunque lo disimulaba muy bien. Entraron mi mama y varias enfermeras y un doctor,  después de un rato sacaron mi camilla y me llevaban a otro lugar. Deje a ese muchacho solo en ese espantoso cuarto, solo, y seguramente con dolor en alguna parte. Desperté el día siguiente en un cuarto, había dos camas más  pero al parecer solo yo ocupaba y llenaba aquella gran habitación. Me di cuenta que mi mama y mi papa estaban dormidos, me sorprendió ver a papa faltar al trabajo. No estoy muy segura, pero anoche tuve uno de los mejores sueños más reales que he tenido en mi vida. Soñé con el muchacho de la sala de emergencia. Vi su hermoso pelo, dorado que caía sobre sus orejas, sus perfectos ojos, que no se distinguían si eran grises o verdes. Tenía una camiseta roja, parecía el tipo de adolescente que se intoxica con algo y termina aquí. Definitivamente desearía poder volverlo a ver por lo menos un instante, para poder recordar mejor esa mirada y su hermosa sonrisa.  No hice ruido y me levante buscando un baño, estaba bien, solo algo cansada, y molesta por esa horrenda bata que llevaba puesta, ya que no tenía nada abajo. Hice ruido al levantarme ya que presione uno de los botones que levanta la camilla. Mi padre Augusto, se levantó en un abrir y cerrar de ojos del sofá donde dormía para ir en mi auxilio. –Papa estoy bien-,-No te creo, a dónde vas?-,-solo busco un baño, necesito ir ahorita-. La cara de papa estaba muy diferente, hoy no tenía esa mirada de las mañanas que me decían que todo estaba bien, que la economía estaba por las nubes, o que sasha mi perrita no le causaba alergia cuando todos sabíamos que sí. Me detuve a observarlo, sabía que algo le ocurría,  tal vez fue despedido, o tuvo una seria pelea con mi madre, algo que creo lógico, ya que Paty se pone muy insolente cuando tiene discusiones con papa. –qué ocurre?- le pregunte, tocándole la cara muy delicadamente, tratando de leer su mente o entenderlo-cariño, hay cosas de las cuales tenemos que hablar- al decir esto mi padre, supe que no era nada bueno, porque en ese mismo instante se puso a llorar, por un motivo yo hice lo mismo con él. Mi madre se despertó por el ruido.-Mary, el cáncer no te va a matar, te juro que te van a curar, te lo prometo hija pero por favor no llores-. Mi padre la observo fijamente a los ojos. Fue un golpe muy duro el que recibí, darme cuenta que tenía cáncer y de esta manera. Simplemente, busque la puerta y Salí corriendo, lo más rápido posible, segundos después me di la vuelta y vi que ya no sabía en qué parte del hospital me encontraba. –Mary!-se escuchaba en el fondo. Era mi mama que locamente me buscaba. Me imagino lo mal que se ha de sentir en este momento, pero no lo puedo creer aun, pero tengo cáncer…logre salir de esa situación, ya no estaba corriendo por los pasillos, estaba en un cuarto. –Hola- me di la vuelta y lo vi a él, creí no volver a ver esos ojos, pero si.-hola-creo que nunca estuve tan nerviosa en mi vida. Busque la forma en que la camilla cubriera mi bata, estaba descalza y muy despeinada, pero aun ocupaba ir a un baño. Al fondo vi una puerta, había un baño,-Perdón, pero me puedes prestar tu baño-, él se rio enseguida-si no hay problema, además no es mío es del hospital-. Fui caminando muy rápido, y me encerré, luego, me lave las manos, me enjuague la boca, lave mi cara, y Salí.-me llamo Mary- extendí mi mano hacia la suya.-un gusto Mary, soy Gabriel-. Nombre perfecto para un ángel, el cual él se parecía mucho. Sentía mi corazón palpitando mucho, en un instante sentía que me desmayaba y era enserio, no era por las mariposas ni nada por el estilo, realmente me sentía mal. Gabriel tomo mi mano, me ayudo a sentarme y enseguida llamo a una enfermera. Al rato todos estaban en la habitación, incluso mis papas. –Mary!!—mama estoy bien-.la enfermera me acostó en la camilla de Gabriel, y me tomo la presión, al segundo llego otra enfermera a sacarme sangre. Papa me tomo de la cintura, y me guiaban para ir a mi habitación. Estoy en este momento entrando en un túnel donde sentía que nunca llegaría a casa, pensaba en todas las cosas que hice antes por diversión, pero ahora vivo una pesadilla, que espero que sea simplemente eso, y despertar termine con ella. No pude decirle adiós a Gabriel, pero ya sabia que su numero era treinta y seis, y la mia era la sesenta y dos. Había un brillo que trataba de iluminar mi vida, mi cerebro, había tanta oscuridad, tanta tristeza oculta, cuando la gente que yo amo se de cuente de lo que tengo y en lo que me convertiré tendre miedo de su miedo. He visto tantas películas de esas en las que alguien tiene cáncer o una enfermedad terminal, tengo miedo de no querer luchar por mi vida, miedo a no querer salir de esa comodidad en mi mente y querer rendirme. Tengo solo pocos momentos en mi vida, que valen la pena ser contados. Qué tal si no lleguen mas momentos asi y muera sin haber vivido mi vida. He viajado mucho para que termine asi. Mi mente viaja por lugares muy profundos de mi alma, siento eterna la llegada  a mi habitación. Solo escucho bulla de afuera, tanta que no se en cual enfocarme. Mis papas respetan mi silencio, saben que quiero aclarar mejor las cosas pero que tal si no quiero saberlo y seguir así, viajando por la vida solo por viajar sin rumbo, porque la verdad asi me siento. –mary quieres desayunar, el doctor dice que no tienes dieta-. –Si mam, -dije para romper el silencio de aquella blanca habitación. Tengo una terraza, con hermosas flores, no tengo nada que perder ni ganar ahora, solo disfrutar de su belleza y el canto de los pájaros, es hermosa; la única que no me altera, la única que no se siente como bulla. –pero, creo que todos necesitamos una ducha—si, papa, pero no tengo ropa-.Mama ira a la casa y yo a comprar el desayuno, y tu te quedaras aqui con la enfermera mientra te terminan de revisar-. No  soportaba la idea de que tuvieran que sacarme sangre o que alguien estuviera tan cerca de mi, como esta enfermera. Mis papas salieron de la habitacion, y tuve el descaro de preguntarle en el oído a una de las enfermeras, de quien era Gabriel.-te gusta verdad?-,-no!, simplemente tengo curiosidad-.y ahí empezó la historia mas fasinante e interesante que había escuchacho antes.- Se llama Gabriel Cole y tiene doce años, su mama, no sabemos nada de ella. Vino hace seis meses y desde entonces vive aquí, su papa es Señor Cole,no pudo soportar verlo enfermo entonces pago para que viviera aquí, y se fue. Viene a visitarlo una vez a la semana pero tiene dos semanas sin venir.es un buen muchacho, no le vendría mal una amiga, ahora que no tiene a nadie-.no  puedo creer que su familia lo haya abandonado. No me imagino vivir sin mi mama o sin mi papa, seria horrible.-Bueno he terminado contigo, el doctor Collins vendrá en un rato, descansa-. Salieron por la puerta dejándome sola.
Tulio Farias Apr 2015
Siguen los años
Creo haberte superado
Sin embargo
Aún me haces daño

No lo puedo soportar
Y ni siquiera estas aquí para mirar
Yo soy el que se ofrece a escribirte
Masoquismo, me ganas sin piedad

Eres como la respiración
Cuando vienes te quedas
Una corta asfixia
Después te vas

Y mi pecho se encoge
Por la miseria de ese momento
He desperdiciado mucho tiempo
Llego siempre al mismo punto

Por más grande que sea el mundo
Siento que algún día te veré
Y mis recuerdos volverán de golpe
Me congelaré

Y me culparé mil veces
Por no haberme comportado de la peor manera
Ya que fui demasiado bueno
Tanto que di miedo y pena

Odio llegar a lo mismo
Lo repito sin parar
Se vuelve tediosa
Esta tristeza sin lugar

Debes irte
Debo dejar que te vayas
Aunque me duela, lo se
Pero entre nosotros no se ganó nada

La vida me dice que ya pasó
Que no puedo aferrarme a la misma imagen
Todos cometemos errores
Todos nos salimos del margen

Vamos a mostrarle la cara a la mañana
Para vivir un día normal
Hasta que llegue el atardecer
Y pueda volver a empezar.
Helsy Flores Jan 2019
Mi amada Daisy
Ya no tengo quien me avise cuando hay alguien en la puerta
Quien se acurruque en mi panza cuando estoy triste
Quien me vea preocupada cuando estoy enferma
Quien duerma junto a mí en la cama, tapada de pies a cabeza
Era el paraíso despertar con un bultito tan bello y calientito

Mi chiquitita, my tiny
Tan fría que querías parecer, pero cuánto me querías
Todo el día pegada a mí, todo el día en mis piernas
Corrías a sentarte en el tapete para acompañarme hasta en el baño
Sabías perfectamente cuando me iba a ir de viaje
Te subías a mi maleta, y escuchaba tus lloridos desde la puerta

Mi vaquita, mi chilpetina
Ya no tengo quien me despierte en la mañana para ir al baño
Jamás te hiciste en la cama, ladrabas para que te bajara y te abriera
Ladrabas y corrías a tu platito de agua cuando querías agua
O frente a tu platito de comida exigiendo que era hora de comer
Solita lo aprendiste, "Such a smart puppy!"

Mi tinky winky, my ****** twinkle
Ya no tengo a quien soplarle en la carita
Y que como respuesta me llene de besos
No tengo con quien batallar para que coma
Ni a quien ponerle tus vestiditos todos chiquitos
A quien observar, morir de amor, e inevitablemente llenar de besos

Mi bébe, my puppy
Eras tan fuerte que jamás te quejaste de nada
Ni siquiera cuando tus pequeños riñones empezaron a fallar
Siempre estuviste alegre, moviendo tu colita
Excepto en tus últimos días, apagada
Sabías que ya habías cumplido tu misión, que ya era hora

Mi preciosura
GRACIAS por quererme, por hacerme feliz con sólo verte
GRACIAS por cuidarme, por absorber mis males y tristezas
GRACIAS por esperar a que llegara para irte
GRACIAS por ser fuerte cuando tu cuerpo más débil estaba, para poder decirnos adiós estando juntas, en casa
GRACIAS por escogerme como mamá

Mi florecita bella
Fuiste la mejor y más hermosa perrita del Universo
Tenerte fue lo mejor que me pudo haber pasado
¡Qué bonito habernos encontrado en esta vida!
No sabes lo inmensamente feliz que me hiciste
Te amo tanto y lo sabes, porque te lo decía cada 3 segundos


Mi pequeña angelita hermosa
Nos quedamos dormidas abrazadas, y viste el momento
Amaneciste aún abrazada a mi brazo, pegada a mi pecho
Con una carita feliz, llena de paz... pero ya en el arcoiris
Ya no tengo quien haga todas esas cosas aquí
Pero en todas partes te veo, y escucho tus ladriditos tan bellos
Te guardo en mi corazón mientras me esperas en el arcoiris
Jugando, corriendo, observándome y cuidándome
Espérame ahí, hasta que sea hora de que vaya a recogerte
I love you forever, my tiny
Daisy, 2013 (?) - 19/Ene/2019
Escrito el 20 de enero de 2019
Alan Eshban Jun 2017
El lampo que forman sus ojos al momento de apreciar tu mirada, es realmente hermoso, que ocupo algún artefacto para no caer en ceguera a causa de lagrimas, ya que es un brillo divino y Maravilloso, del que nadie puede relegar,
Al tempo de pasar a su lado el aroma que se percibe tan perfecto, que opaca hasta el petricor de los días lluviosos.
Entra en contexto, que antes de todo esto era solo una noche más, una noche más de las que el saber hacer es negativo, de las que se pensaba que fuera acabar igual, con solo un simple deseo, pero sin ningun hecho.
Pero todo cambió, todo cambio al momento de querer dar un giro y poder decirle lo que realemnte siento, fue como un sueño, el tomarla de la mano me demayaba por dentro, que todo parecía no ser real y en mi mente pensar que si fuese un sueño nunca terminar, en donde la platica resultó ser más de lo que se fuese a esperar, donde mis deseos se pudrieron por fin revelar.
Cuenta me doy que dios si escucho mis plegarias, cuenta me doy que todo el dolor por el que ella sufrir haya tenido una recompenza al final, espero que esto no sea un sueño repito y si es así amanecer nunca querre, ya que contento y feliz estoy así, y voy a vivir el momento aúnque tenga que morir.
Fa Be O Jan 2013
y al ritmo de una guitarra melancólica,
tu respiración competía
con el latido de tu corazón,
ahí, sobre mi vientre,
y retumbaba de mi ombligo
hasta las puntas de los dedos.
pasaje de un poema
3/28/12
Para honrar la siempre limpia
Concepción Inmaculada
En la hermosa y opulenta
Capital de Nueva España,

Un vecino muy devoto
Y de riquezas muy vastas,
Trató de hacer un convento
Digno de gloria tan alta;

Y comprando unos solares,
Y al rey demandando gracia,
Logró dar cima a su anhelo
Sin medir riesgos ni vallas.

Llamábase aquel buen hombre
Juan Aguirre de Suasnaba,
Pródigo en las caridades,
Y en las costumbres, sin tacha.

Cuando con gran regocijo
Miró su obra comenzada
Y dio fin a los cimientos
Y forma a sus esperanzas,

La segur, que no respeta
Glorias y dichas mundanas,
Cortó el hilo de su vida,
Por cierto envidiable y grata.

Tocó a sus más allegados
Heredar cuanto dejara,
Y ya ricos, no quisieron
Proseguir obra tan santa.

Quedó en punible abandono
La nueva y costosa fábrica,
Sin que de ponerle término
Se dijera una palabra.

Los dueños de la fortuna
Fuéronse a tierras extrañas,
Y nadie creyó que hubiese
Quien a Aguirre reemplazara.

Apagáronse de un soplo
Las ilusiones doradas
De cuantos vieron seguía
Del nuevo templo la fábrica.

Y en las más nobles familias
Con dolor se comentaba
La conducta de los deudos
Del propio interés avara.

Las pudorosas doncellas
Que con delicia y con ansia
Soñaron en vestir pronto
Manto azul, túnica blanca,

Y habitar del nuevo claustro
La quieta y feliz morada,
Al saber la triste nueva
Vertieron secretas lágrimas.

En esos tiempos remotos
Del mundo en la mar sin playas,
Para encaminarse al cielo
Era el convento la barca;

La celda, puerto y refugio
De la vida en las borrascas;
Y la fe, radiante estrella,
Nuncio y galardón del alba.

En los tristes desengaños,
En las dudas más amargas,
En la orfandad sin apoyo
Y el amor sin esperanza,

Cuando todos los dolores
A un tiempo el ánimo embargan
Y la razón obscurece
Y las virtudes desmayan,

El claustro fue la piscina,
El Jordán de frescas aguas
En que encontraron alivio
Los hondos males del alma.

Y las vírgenes más bellas,
Las azucenas más castas,
En sus floridos abriles,
En su edad más dulce y grata,

Encerrábanse en las celdas
Como en tumbas solitarias,
Viviendo en completo olvido
Sin ambiciones bastardas;

Y allí, sin decir a nadie
La historia de sus desgracias,
Era su ilusión la muerte
Y el martirio su enseñanza.

Tarde por tarde, iban muchos
A ver en desierta plaza,
Frente a la modesta ermita
Que a nuestros tiempos alcanza

Los comenzados cimientos
De la nueva mansión sacra
Que iba a honrar la siempre
Limpia Concepción Inmaculada;

Y para excitar el celo
De gentes ricas y santas
Que con su cuantiosa hacienda
El monasterio acabaran,

Una fiesta organizóse
Invitando a la más alta
Sociedad de la opulenta
Capital de Nueva España.
En medio de gran gentío
Un viejo orador sagrado
Dice así con voz sonora
Y con inmenso entusiasmo:

-«No es cierto que nadie quiera
Esta obra llevar a cabo,
Que hay alguien a quien le sobran
Elementos para el caso.

»Allí escondido entre muchos
Acierto a ver a mi hermano;
Lo conocéis casi todos,
Le llaman Simón de Haro;

»Es un minero muy rico,
Y es además buen cristiano,
Y va a encargarse de todo
Lo que otros abandonaron.

»¿Que habrá que gastar dinero?
¡Nada importa! ¡Tiene tanto!
Y además pueden sus minas
Darle cuanto es necesario.

»Él terminará el convento,
Él lo hará, puedo jurarlo,
Y tal vez desde mañana
Ocupe aquí muchos brazos».

Volvieron todos el rostro
A don Simón, contemplando
Que estaba absorto y confuso
Con un sermón tan extraño.

Y prodigándole encomios,
Y apretándole la mano,
Por su decisión tan noble
Todos le felicitaron.

Sin dar a nadie respuesta,
Confuso, atónito, pálido,
Al ver ya fuera del púlpito
A quien movió tal escándalo,

Fuése saliendo a su encuentro
De esta guisa a interpelarlo.
-Si sabes que soy muy pobre,
Pues muy exiguo es mi erario,

¿Por qué de erigir conventos
Me impones el duro encargo
Cuando en mi caja no quedan
Más que muy pocos ducados?

-Yo no he dicho una palabra.
-¡Estás loco! Te escucharon
Todos los que aquí han venido
Y que no son muy escasos.

-Pues te juro que no dije
Ni una frase... -Has dicho tanto
Que todos me reconocen
Como un rico nada avaro,
Que va a construir el convento.

En esto pienso que hay algo
Misterioso, incomprensible.
-Lo que dijeron tus labios
Todo el mundo lo comprende.
-Yo no lo he dicho. -Habla claro.

-Sospecho que las palabras
Que oyeron todos, hermano,
Las ha dicho por mi boca
El mismo Espíritu Santo.

-¿Será posible? -No dudes,
Porque yo ni lo he pensado,
Y al decir que nada dije
Con esta verdad me salvo.

-Dios será quien te proteja.
-Yo estoy muy pobre y no guardo
En caja sino muy poco,
Ven a ver mi caja. -Vamos.

De don Simón a la casa
Bien pronto se encaminaron,
Y abriendo una tosca puerta
Entraron a húmedo cuarto.

Vieron los dos una caja
Abandonada en un ángulo,
Forrada en vetusto cuero
Y llena de toscos clavos.

La abrió don Simón, y al punto
Saca con su propia mano
Cerca de catorce duros
Que allí estaban encerrados.

-¿Basta para un monasterio
Este pequeño puñado?
Y antes de que a tal pregunta diera
Respuesta su hermano,

Dentro de la antigua caja
Oyeron un ruido extraño
Y los espantados ojos
A un tiempo volvieron ambos.

De escudos limpios y hermosos
Halláronla rebosando,
Y postráronse de hinojos
Absortos de aquel milagro.

Vaciáronla varias veces,
Y en cada vez la encontraron
Llena de nuevas monedas
Que arrojaba ignota mano.

-Con esto se hará el convento.
-Y la obra llevaré a cabo.
-Alabemos a la Virgen,
-Y al Señor tres veces santo.

Con lágrimas en los ojos
Y trémulos y rezando,
El clérigo y el minero
Salieron al fin del cuarto.

Se dio principio a las obras,
Y en menos de quince años
Se alzó el templo y el convento
De la Concepción llamado.

Y en el espléndido coro,
Las monjas siempre guardaron,
Como caja milagrosa,
Portento admirable y raro,

La que durante las obras
Sola se estuvo llenando
Hasta que la ultima piedra
Se puso en el templo santo.

Y esta conseja la citan
Haciendo mención del caso
Autores que en nuestros tiempos
Pasan por doctos y sabios.
Fa Be O Jan 2013
Esperaba encontrar en ti
Tantas cosas;
Esperaba encontrar al fin
Con quien compartir
Besos y caricias,
Tristezas de media noche,
Horas de hacer nada.
Esperaba intercambiar
Versos de los maestros,
Benedetti, Neruda, Sabines,
Pasar noches escuchándote
Recitar los nombres de las estrellas,
De las ciudades
Visitadas solo en viajes repentinos
Del corazón.
Esperaba contar contigo,
Contar regresivamente un nuevo año,
Contar mitos y cuentos,
Contar hasta mil los sueños
Que crearíamos juntos.
Esperaba leer mil libros,
Repitiendote en voz alta
Alguna frase curiosa,
Tal vez una que comparara
A la mujer a clavel
O el amor a la lluvia,
Y dirías
"como comprendes?
la mujer no se marchita,
la lluvia no moja,
como las ganas de dar un beso".
Y olvidaríamos
La absurda insistencia
De componer palabras
Para explicar
Algo que no tiene explicación.
Esperaba despertar
A medio día
Un sábado contigo,
Probar café en tus labios,
Y acordarnos de la noche anterior,
Sonriendo y sonrojando.

Esperaba no tener que esperar mas.
8/10/12
Lino Althaner Nov 2011
Eras una con las flores que seguían a la luz
hasta que con ella se esposaban.
Y la luz de las flores una con tus manos.
Con las aguas corrompidas
que al toque de tus manos se hacían de cristal
Y calmaban mi sed.
Eras una con el agua de la vida.

Y cruzabas en tu andar
espacios sin futuro ni pasado
y se abrían a tu paso puertas y ventanas.
Enseñabas a los hombres la escalera
para que se vieran a sí mismos
abiertos a la luz.

Sabia amante y amiga y hermana
cómo fue que de pronto perdiste el sentido
del poniente del levante
del arriba y del abajo.
Cómo fue que tu vía se estrechó
Cómo fue que tu paso por el mundo
acabó en en el arrabal.

Y contigo terminaste de perderme
tú venida de lo alto.
Yo me puse en la hilera
a esperar lo inevitable.
Y llegaron los verdugos hasta ayer mis amigos.
Me enseñaron tus despojos
y me hicieron hincarme a sus pies.
Livingdeadgirl Jan 2015
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El palacio virreinal
Se encuentra sumido en sombra.
Sobre el techo y en el patio
La lluvia cae monótona;
Se ve una luz solamente
En una cerrada alcoba,
Y en ella están departiendo
En voz lenta, dos personas:
Con el Virrey don José
Solís y Folch y Cardona,
Habla el Alcalde ordinario
Moreno Escandón, que gloria
Como Fiscal de la Audiencia
Fue después; que la Colonia
Enalteció con ingenio
Y virtudes, y que en toda
Inquietud para el Virrey
Le dió ayuda cariñosa
Y fue noble confidente
De sus últimas congojas.
De pronto dice Moreno
En tono de quien reprocha:
-«Nada en Santa Fe dijisteis;
Tan sólo cuando a la Costa
Llegó el Bailío, supimos
Que de la Corte española
Un nuevo Virrey vendría».

-«Esta carga abrumadora,
Respondió Solís, depuse
Hace más de un año. En notas
Ante el Monarca he insistido.
Me oyó. Soy feliz ahora».

-«¿Y a uniros vais a Sevilla
A vuestro hermano, que es honra
De España como Arzobispo,
O a servirle a la Corona
Como Mariscal de Campo
Con vuestra espada gloriosa?»

Del Virrey la voz oyose
Que se extendía en la sombra...
No era la voz de otros días
Clara, vibrante, imperiosa,
Sino voz entrecortada,
Como de alguien que se agota,
Voz de quien hablar pretende
Pero en vez de hablar, solloza.

-«Aquí quedarme he pensado,
Y no es intención de ahora».

-«Qué es lo que decís?», Moreno
Con sorpresa lo interroga.
«¿Habéis resuelto quedaros,
Como holgazana persona
En Santa Fe, que os ha visto
Siempre el primero entre pompa,
Entre honores, y acatado,
Y en tanto, luciendo en otra
Mano la real insignia?
¿No dirán que una deshonra
Del aprecio del Monarca
Vuestro ilustre nombre borra?
¡En Santa Fe!... No comprendo...
¿Qué dirán todos?»
-«No importa.
Si al Cielo irroguele ofensas
Con mi vida licenciosa,
Aquí donde yo he debido
Ser de fiel creyente norma,
Es fuerza que se me vea
Como sombra de una sombra...»

Seguía tenaz la lluvia
Cayendo en la noche lóbrega.

Moreno Escanden decía:
-«Seréis de la gente ociosa
Comidilla. Bravas lenguas
En Santa Fe siempre sobran
Para hacer de todo burla
Y para regar ponzoña.
¿Vos Duque de Montellano,
Como cesante y de ronda
De noche por las callejas
Siendo aquí de todos mofa,
Cuando antes en torno vuestro
Se oían sólo lisonjas?»
-«¿A España? ¿A la Corte? ¿A
fiestas?
Hondo cansancio me postra...

»Busco el sueño, pero el sueño
Sólo es para mí zozobra:
Oigo ruido de cadenas,
Negras visiones se agolpan
A mi rededor; me hundo
Como entre revueltas olas;
Lucho con ellas, y sirtes
Veo ante mí tenebrosas,
Y en sobresalto despierto;
Sudor helado me moja
Las sienes; estrecho nudo
Al querer hablar, me ahoga...
Me incorporo; todo inútil,
Y en tanto... lejos la aurora
Que mis visiones disipe,
Visiones trágicas y horridas.
Busco amores olvidados,
Pido músicas ruidosas,
Bullicio de gente alegre,
Pero el tedio me devora.
Sangre soy empobrecida
De una raza que se agota,
Néctar quizá de otros tiempos
En una embriagante copa,
Y que hoy, al pasar los años,
Es de la vida una sobra».
-«¿Y no rezáis?»
-«Rezo... En vano».

-«Pero la misericordia
Del cielo, que es infinita,
Al pecador no abandona,
Al que los brazos le tiende
Y consuelo y paz implora».

-«Es verdad. Mas cuando triste,
En la quietud de mi alcoba,
Me postro a rezar, visiones
Me perturban tentadoras.
Aquí conmigo el pecado
Ha vivido; y se alzan formas
Que se acercan, que se alejan,
Que vuelven, después se borran,
Y vuelven después... y juntan
A mí la encendida boca».

Moreno Escandón callaba;
Era alta noche. En las hojas
Del patio se percibía
El lento caer de gotas.


Y Solís seguía:
-«A veces
Tristes claustros mi memoria
Cruzan en hondo silencio;
Arcos y arcos, grises losas,
Retablos en blancos muros
Donde se extiende la sombra
Que débil lámpara alumbra;
En la capilla el aroma
Del incienso; a media noche
Del órgano lentas notas
Que van borrando... borrando
Del mundo alegrías locas,
Y nos llevan lentamente
A una luz de eterna gloria,
En redor humildad viendo
Y el alma ante Dios absorta;
Y Cristo manando sangre,
Y entre sangre su corona
De espinas; albas risueñas
Sobre el huerto... olor de rosas
Que cuidan para la Virgen
Manos antes pecadoras...
La comunidad que pasa;
En el coro la salmodia...
¡Luz celestial que se enciende,
Y la tierra que se borra!»

Moreno Escandón callaba.
En Santa Fe silenciosa
Sonó una campana. Trinos,
Más trinos entre las frondas
Que se agitan en el patio.

Salió Moreno.
La alcoba
Quedó en silencio profundo...
Luego una voz que solloza...
Y otra vez silencio...
Un Cristo,
Divina misericordia,
Abre los brazos. El Duque
Las rodillas ante él dobla;
A sus pies se abraza. Llanto
Su rostro pálido moja,
Y abrazado al Mártir sigue
Hasta que llega la aurora.

Di a los pobres su fortuna;
En humilde ceremonia
Entregó el mando a Messía,
Y esa tarde en su carroza,
Con su uniforme de gala,
Por las calles silenciosas
Fue al convento franciscano
Donde sonaban las notas
Del órgano y ascendía
De incienso fragante aroma.
Llamó al Prior. Y esa noche
Vestido de tela hosca,
De rodillas, en su celda,
Vio nuevamente la aurora.
Alev May 2014
Siento tu ternura allegarse a mi tierra,
acechar la mirada de mis ojos, huir,
la veo interrumpirse, para seguirme hasta la hora
de mi silencio absorto y de mi afán de ti.
Hela aquí tu ternura de ojos dulces que esperan.
Hela aquí, boca tuya, palabra nunca dicha.
Siento que se me suben los musgos de tu pena
y me crecen a tientas en el alma infinita.

Era esto el abandono, y lo sabías,
era la guerra oscura del corazón y todos,
era la queja rota de angustias conmovidas,
y la ebriedad, y el deseo, y el dejarse ir,
y era eso mi vida,
era eso que el agua de tus ojos llevaba,
era eso que en el hueco de tus manos cabía.

Ah, mariposa mía y arrullo de paloma,
ah vaso, ah estero, ah compañera mía!
Te llegó mi reclamo, dímelo, te llegaba,
en las abiertas noches de estrellas frías
ahora, en el otoño, en el baile amarillo
de los vientos hambrientos y las hojas caídas?

Dímelo, te llegaba,
aullando o cómo, o sollozando,
en la hora de la sangre fermentada
cuando la tierra crece y se cimbra latiendo
bajo el sol que la raya con sus colas de ámbar?

Dímelo, me sentiste
trepar hasta tu forma por todos los silencios,
y todas las palabras?
Yo me sentí crecer. Nunca supe hacia dónde.
Es más allá de ti. Lo comprendes, hermana?
Es que se aleja el fruto cuando llegan mis manos
y ruedan las estrellas antes de mi mirada.

Siento que soy la aguja de una infinita flecha,
y va a clavarse lejos, no va a clavarse nunca,
tren de dolores húmedos en fuga hacia lo eterno,
goteando en cada tierra sollozos y preguntas.

Pero hela aquí, tu forma familiar, lo que es mío,
lo tuyo, lo que es mío, lo que es tuyo y me inunda,
hela aquí que me llena los miembros de abandono,
hela aquí, tu ternura,
amarrándose a las mismas raíces,
madurando en la misma caravana de frutas,
y saliendo de tu alma rota bajo mis dedos
como el licor del vino del centro de la uva.*

― Pablo Neruda
Eres la noche, esposa: la noche en el instante
mayor de su potencia lunar y femenina.
Eres la medianoche: la sombra culminante
donde culmina el sueño, donde el amor culmina.

Forjado por el día, mi corazón que quema
lleva su gran pisada de sol a donde quieres,
con un solar impulso, con una luz suprema,
cumbre de las mañanas y los atardeceres.

Daré sobre tu cuerpo cuando la noche arroje
su avaricioso anhelo de imán y poderío.
Un astral sentimiento febril me sobrecoge,
incendia mi osamenta con un escalofrío.

El aire de la noche desordena tus pechos,
y desordena y vuelca los cuerpos con su choque.
Como una tempestad de enloquecidos lechos,
eclipsa las parejas, las hace un solo bloque.

La noche se ha encendido como una sorda hoguera
de llamas minerales y oscuras embestidas.
Y alrededor la sombra late como si fuera
las almas de los pozos y el vino difundidas.

Ya la sombra es el nido cerrado, incandescente,
la visible ceguera puesta sobre quien ama;
ya provoca el abrazo cerrado, ciegamente,
ya recoge en sus cuevas cuanto la luz derrama.

La sombra pide, exige seres que se entrelacen,
besos que la constelen de relámpagos largos,
bocas embravecidas, batidas, que atenacen,
arrullos que hagan música de sus mudos letargos.

Pide que nos echemos tú y yo sobre la manta,
tú y yo sobre la luna, tú y yo sobre la vida.
Pide que tú y yo ardamos fundiendo en la garganta,
con todo el firmamento, la tierra estremecida.

El hijo está en la sombra que acumula luceros,
amor, tuétano, luna, claras oscuridades.
Brota de sus perezas y de sus agujeros,
y de sus solitarias y apagadas ciudades.

El hijo está en la sombra: de la sombra ha surtido,
y a su origen infunden los astros una siembra,
un zumo lácteo, un flujo de cálido latido,
que ha de obligar sus huesos al sueño y a la hembra.

Moviendo está la sombra sus fuerzas siderales,
tendiendo está la sombra su constelada umbría,
volcando las parejas y haciéndolas nupciales.
Tú eres la noche, esposa. Yo soy el mediodía.
Tú eres el alba, esposa: la principal penumbra,
recibes entornadas las horas de tu frente.
Decidido al fulgor, pero entornado, alumbra
tu cuerpo. Tus entrañas forjan el sol naciente.

Centro de claridades, la gran hora te espera
en el umbral de un fuego que el fuego mismo abrasa:
te espero yo, inclinado como el trigo a la era,
colocando en el centro de la luz nuestra casa.

La noche desprendida de los pozos oscuros,
se sumerge en los pozos donde ha echado raíces.
Y tú te abres al parto luminoso, entre muros
que se rasgan contigo como pétreas matrices.

La gran hora del parto, la más rotunda hora:
estallan los relojes sintiendo tu alarido,
se abren todas las puertas del mundo, de la aurora,
y el sol nace en tu vientre donde encontró su nido.

El hijo fue primero sombra y ropa cosida
por tu corazón hondo desde tus hondas manos.
Con sombras y con ropas anticipó su vida,
con sombras y con ropas de gérmenes humanos.

Las sombras y las ropas sin población, desiertas,
se han poblado de un niño sonoro, un movimiento,
que en nuestra casa pone de par en par las puertas,
y ocupa en ella a gritos el luminoso asiento.

¡Ay, la vida: qué hermoso penar tan moribundo!
Sombras y ropas trajo la del hijo que nombras.
Sombras y ropas llevan los hombres por el mundo.
Y todos dejan siempre sombras: ropas y sombras.

Hijo del alba eres, hijo del mediodía.
Y ha de quedar de ti luces en todo impuestas,
mientras tu madre y yo vamos a la agonía,
dormidos y despiertos con el amor a cuestas.

Hablo y el corazón me sale en el aliento.
Si no hablara lo mucho que quiero me ahogaría.
Con espliego y resinas perfumo tu aposento.
Tú eres el alba, esposa.  Yo soy el mediodía.
Tejidos en el alba, grabados, dos panales
no pueden detener la miel en los pezones.
Tus pechos en el alba: maternos manantiales,
luchan y se atropellan con blancas efusiones.

Se han desbordado, esposa, lunarmente tus venas,
hasta inundar la casa que tu sabor rezuma.
Y es como si brotaras de un pueblo de colmenas,
tú toda una colmena de leche con espuma.

Es como si tu sangre fuera dulzura toda,
laboriosas abejas filtradas por tus poros.
Oigo un clamor de leche, de inundación, de boda
junto a ti, recorrida por caudales sonoros.

Caudalosa mujer, en tu vientre me entierro.
Tu caudaloso vientre será mi sepultura.
Si quemaran mis huesos con la llama del hierro,
verían qué grabada llevo allí tu figura.

Para siempre fundidos en el hijo quedamos:
fundidos como anhelan nuestras ansias voraces:
en un ramo de tiempo, de sangre, los dos ramos,
en un haz de caricias, de pelo, los dos haces.

Los muertos, con un fuego congelado que abrasa,
laten junto a los vivos de una manera terca.
Viene a ocupar el hijo los campos y la casa
que tú y yo abandonamos quedándonos muy cerca.

Haremos de este hijo generador sustento,
y hará de nuestra carne materia decisiva:
donde sienten su alma las manos y el aliento,
las hélices circulen, la agricultura viva.

Él hará que esta vida no caiga derribada,
pedazo desprendido de nuestros dos pedazos,
que de nuestras dos bocas hará una sola espada
y dos brazos eternos de nuestros cuatro brazos.

No te quiero a ti sola: te quiero en tu ascendencia
y en cuanto de tu vientre descenderá mañana.
Porque la especie humana me han dado por herencia,
la familia del hijo será la especie humana.

Con el amor a cuestas, dormidos y despiertos,
seguiremos besándonos en el hijo profundo.
Besándonos tú y yo se besan nuestros muertos,
se besan los primeros pobladores del mundo.
¿Quieres que hablemos?... Está bien... empieza:
Habla a mi corazón como otros días...
¡Pero no!... ¿qué dirías?
¿Qué podrías decir a mi tristeza?
No intentes disculparte... ¡todo es vano!
Ya murieron las rosas en el huerto;
el campo verde lo secó el verano,
y mi fe en ti, como mi amor, ha muerto.Amor arrepentido,
ave que quieres regresar al nido
al través de la escarcha y las neblinas;
amor que vienes aterido y yerto,
¡donde fuiste feliz... ya todo ha muerto!
¡No vuelvas... Todo lo hallarás en ruinas!¿A qué has venido? ¿Para qué volviste?
¿Qué buscas?... &iexclNadie; habrá de responderte!
Está sola mi alma, y estoy triste,
inmensamente triste hasta la muerte.
Todas las ilusiones que te amaron,
las que quisieron compartir tu suerte,
mucho tiempo en la sombra te esperaron,
y se fueron... ¡cansadas de no verte!Cuando por vez primera
en mi camino te encontré, reía
en los campos la alegre primavera...
toda esa luz, aromas y armonía.Hoy... &iexcltodo; cuán distinto! Paso a paso
y solo voy por la desierta vía.
-Nave sin rumbo entre revueltas olas-
pensando en las tristezas del ocaso,
y en las tristezas de las almas solas.En torno la mirada no columbra
sino aspereza y páramos sombríos;
los nidos en la nieve están vacíos,
y la estrella que amamos ya no alumbra
el azul de tus sueños y los míos.Partiste para ignota lontananza
cuando empezaba a descender la sombra.
...¿Recuerdas? Te imploraba mi esperanza,
¡pero ya mi esperanza no te nombra!¡No ha de nombrarte!...¿para qué?... Vacía
está el ara, y la historia yace trunca.
¡Ya para que esperar que irradie el día!
¡Ya para que decirnos: Todavía!
Si una voz grita en nuestras almas: ¡Nunca!Dices que eres la misma; que en tu pecho
la dulce llama de otros tiempos arde;
que el nido del amor no esta desecho,
que para amarnos otra vez, no es tarde.¡Te engañas!... ¡No lo creas!... Ya la duda
echó en mi corazón fuertes raíces.
Ya la fe de otros años no me escuda...
Quedó de sueños mi ilusión desnuda,
¡y no puedo creer lo que me dices!¡No lo puedo creer!... Mi fe burlada,
mi fe en tu amor perdida,
es ansia de una nave destrozada,
¡ancla en el fondo de la mar caída!Anhelos de un amor, castos risueños,
ya nunca volveréis... Se van... ¡Se esconden!
¿Los llamas?... ¡Es inútil!... No responden...
¡Ya los cubre el sudario de mis sueños!Hace tiempo se fue la primavera...
¡Llegó el invierno, fúnebre y sombrío!
Ave fue nuestro amor, ave viajera,
¡y las aves se van cuando hace frío!
Cuando yo amo
amo sin tiempo
sin espacio
amo muy  imperfecto(así me sale)
y generalmente por impulso.
Amo como un espejo deformado
muy desordenada,
amo en secreto
y bajo la lluvia
amo profundo y de verdad
con alma corazón y  sin razón.

Amo con el pensamiento más puro
y bajo las tormentas oscuras de las palabras.
Amo más allá de toda  conspiración
y los puñales que las ausencias me clavan .
Amo para toda la vida
o hasta mañana.

¡Qué gris  frío dolor
atraviesa entre relámpagos mi vida hoy
al darme cuenta que nadie existe en ésta tierra
que  pueda  amar como lo hago  yo!.
He vencido al ángel del sueño, el funesto alegórico:
su gestión insistía, su denso paso llega
envuelto en caracoles y cigarras,
marino, perfumado de frutos agudos.

Es el viento que agita los meses, el silbido de un tren,
el paso de la temperatura sobre el lecho,
un opaco sonido de sombra
que cae como trapo en lo interminable,
una repetición de distancias, un vino de color confundido,
un paso polvoriento de vacas bramando.

A veces su canasto ***** cae en mi pecho,
sus sacos de dominio hieren mi hombro,
su multitud de sal, su ejército entreabierto
recorren y revuelven las cosas del cielo:
él galopa en la respiración y su paso es de beso:
su salitre seguro planta en los párpados
con vigor esencial y solemne propósito:
entra en lo preparado como un dueño:
su substancia sin ruido equipa de pronto,
su alimento profético propaga tenazmente.

Reconozco a menudo sus guerreros,
sus piezas corroídas por el aire, sus dimensiones,
y su necesidad de espacio es tan violenta
que baja hasta mi corazón a buscarlo:
él es el propietario de las mesetas inaccesibles,
él baila con personajes trágicos y cotidianos:
de noche rompe mi piel su ácido aéreo
y escucho en mi interior temblar su instrumento.

Yo oigo el sueño de viejos compañeros y mujeres amadas,
sueños cuyos latidos me quebrantan:
su material de alfombra piso en silencio,
su luz de amapola muerdo con delirio.

Cadáveres dormidos que a menudo
danzan asidos al peso de mi corazón,
qué ciudades opacas recorremos!
Mi pardo corcel de sombra se agiganta,
y sobre envejecidos tahúres, sobre lenocinios de escaleras
gastadas,
sobre lechos de niñas desnudas, entre jugadores de football,
del viento ceñidos pasamos:
y entonces caen a nuestra boca esos frutos blandos del cielo,
los pájaros, las campanas conventuales, los cometas:
aquel que se nutrió de geografía pura y estremecimiento,
ése tal vez nos vio pasar centelleando.

Camaradas cuyas cabezas reposan sobre barriles,
en un desmantelado buque prófugo, lejos,
amigos míos sin lágrimas, mujeres de rostro cruel:
la medianoche ha llegado, y un gong de muerte
golpea en torno mío como el mar.
Hay en la boca el sabor, la sal del dormido.
Fiel como una condena a cada cuerpo
la palidez del distrito letárgico acude:
una sonrisa fría, sumergida,
unos ojos cubiertos como fatigados boxeadores,
una respiración que sordamente devora fantasmas.

En esa humedad de nacimiento, con esa proporción tenebrosa,
cerrada como una bodega, el aire es criminal:
las paredes tienen un triste color de cocodrilo,
una contextura de araña siniestra:
se pisa en lo blando como sobre un monstruo muerto:
las uvas negras inmensas, repletas,
cuelgan de entre las ruinas como odres:
oh Capitán, en nuestra hora de reparto
abre los mudos cerrojos y espérame:
allí debemos cenar vestidos de luto:
el enfermo de malaria guardará las puertas.

Mi corazón, es tarde y sin orillas,
el día como un pobre mantel puesto a secar
oscila rodeado de seres y extensión:
de cada ser viviente hay algo en la atmósfera:
mirando mucho el aire aparecerían mendigos,
abogados, bandidos, carteros, costureras,
y un poco de cada oficio, un resto humillado
quiere trabajar su parte en nuestro interior.
Yo busco desde antaño, yo examino sin arrogancia,
conquistado, sin duda, por lo vespertino.

— The End —