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l - DELÍRIOS ORGIÁSTICOS & ASTRAIS
    
    Participei da festa de Dionísio & as grandes estátuas de Leão plasmático, ergueram – se sobre a Terra. O precipício & o primeiro sinal da despedida cantando juntos a trilha sonora da invasão dos Profetas urrando a serviço das letras. Para todo o sempre o trono partido por ninfas histéricas! Crises contra o amuleto. Gnose fumacê participando celebrando a queda das pirâmides. Alquimistas do Verbo cantem o grito profano da Inquisição! Os sete pergaminhos caíram semeando a destruição da pedra Xamânica. Diadorim buscando solução em Fausto & Orfeu...? (inaudível psicopatia irradiada na vestimenta da alma). Exagerados, contemplavam mensagens infernais de Blake em vozes imagens melancólicas de Rimbaud. Logo as marés baixaram & sobre as ondas a Lua levitava em direção ao rugido do fogo; Dionísio em chamas bacantes! Ausência da queda no tempestuoso ninho levando aos portais da tormenta. Sete anjos cantando o mantra da lágrima metamorfoseada em dor.                                                             ­       
   Dionísio em voz de trovão: Oh! Se a voz do Tudo emanar a língua em torpor saqueando o princípio da guerra; Quando os sentidos estão sacudidos & a alma está dirigindo- se à loucura; quem pode permanecer? Quando as almas estiverem aprisionadas, lutando contra as revoltas do ar, na cor do som, quem poderá permanecer? Quando a brisa da fúria vier da garganta de Deus, quando as fábulas da persistência guiarem as nações, quem poderá permanecer?
    
    Quando baladarem o pecado, acabarem na batalha & navios dançarem em volta do último regozijo no espaço da morte: quando as almas estiverem embriagadas no fogo eterno & os amigos do inferno beberem antes do traço do infinito: Oh! quem poderá permanecer? Quem pode causar isto? Oh! Quem poderá responder diante do trono de Deus? Os Reis & os nobres poetas malditos repousando na caverna por dois séculos, têm permanecido?
    Não escutem, mas o Grito leva à ponte do não-ouvir. Não escutem, mas prazeres congestionados devem esperar. Amanhã. Só amanhã pensando se o tempo foge ao futuro ou se as árvores choram no Tempo & o Vento cantando a antiga canção da essência. A Terra deve esperar as lendas memoráveis sentindo passado & liberdade entre velhas histórias do coração descompassado em dia de vitória movendo ilusões da criação do mundo. Nem um sorriso noturno tremendo escrevendo cartas no oceano desejando amar & morrer ébrio no mar sonoro! Vamos celebrar sua dor& as novas despedidas & as páginas manchadas no lago desespero procurando asas no inferno análogo à soberba contemplando como um feiticeiro histórias orgiásticas em dias perdidos!
||- IMPRESSÕES DO INFINITO
Pequena ninfa exala virtude
Nova percepção é velha chuva
Intrépido céu em força à beira da tormenta
Tempo escasso frente do Tudo!
    Paradoxo abissal em finais absurdos. Doutrinas anti-socráticas poeira do nada embebecido forjado  para a volta. Um caminho é serpente fria salto com Ícaro destoando nobre silêncio ainda que duas palavras atravessem é sinal mágico psiconitróide em míticos fragmentos complexos da grande barriga virtual grande momento, enfim personagens pensantes na corrente capital ilustre ideológica. Nietzsche disse: “ não a intensidade, mas a constância das impressões superiores é que produz os homens superiores”. Dionísio ausente sibilo missionário resquício da grande tempestade transformando nada em músicas eternas músicas pós-Tudo música póstuma aquém de princípios de aura. É grande o Banquete na eternidade alucinógena da erva platônica. Lembranças unidas outras vidas presentes no barulho da dor. A carruagem sem asas foi  o veículo de Dante no purgatório encontrando Beatriz dito anjo de pele sutil com olhos da noite. Ou não. O primeiro grito do mundo foi o verbo, a morte do mundo foi a palavra.

    Acostumei a encontrar palavras atravessando o outro lado realizando caótico passo ao começo do ato simétrico pairando no ar buscando Tudo. Se a palavra antes fim fosse real sem ser palavra psia apenas causadora empírica dos dilemas tristes recortes de outrora pigmentados sem nome em precipício do fim! A ilha colorida geme! É o sinal da passagem da vida filosofal alfa poética plenos estados iluminados na sombra abissal de Rimbaud em crise  de riso & esquecimento sendo expulso da fumaça purgatório vivendo entre o sagrado & o profano com queda para o profano escutando vozes em terríveis silêncios metapsicofísicos abundantes pausas noturnas no vôo da maré. Salve a iluminação mágica fixada na irradiação transcendenastral! Dissonâncias filosóficas,  venham todos! Lamentos proféticos entorpecidos beberei do seu vinho! Indício do apocalipse! Profana histeria caótica levando a contatos xamânicos primitivos míticos em desertos & portais circulares!
             Serei eternamente condenado ao arco-íris do absoluto infinito!
¡Oh corvas almas, oh facinorosos
espíritus furiosos!
¡Oh varios pensamientos insolentes,
deseos delincuentes,
cargados sí, mas nunca satisfechos;
alguna vez cansados,
ninguna arrepentidos,
en la copia crecidos,
y en la necesidad desesperados!
De vuestra vanidad, de vuestro vuelo,
¿qué abismo está ignorado?
Todos los senos que la tierra calla,
las llanuras que borra el Oceano
y los retiramientos de la noche,
de que no ha dado el sol noticia al día,
los sabe la codicia del tirano.
Ni horror, ni religión, ni piedad, juntos,
defienden de los vivos los difuntos.
A las cenizas y a los huesos llega,
palpando miedos, la avaricia ciega.
Ni la pluma a las aves,
ni la garra a las fieras,
ni en los golfos del mar, ni en las riberas
el callado nadar del pez de plata,
les puede defender del apetito;
y el orbe, que infinito
a la navegación nos parecía,
es ya corto distrito
para las diligencias de la gula,
pues de esotros sentidos acumula
el vasallaje, y ella se levanta
con cuanto patrimonio
tienen, y los confunde en la garganta.
Y antes que las desórdenes del vientre
satisfagan sus ímpetus violentos,
yermos han de quedar los elementos,
para que el orbe en sus angustias entre.
Tú, Clito, entretenida, mas no llena,
honesta vida gastarás contigo;
que no teme la invidia por testigo,
con pobreza decente, fácil cena.
Más flaco estará, ¡oh Clito!,
pero estará más sano,
el cuerpo desmayado que el ahíto;
y en la escuela divina,
el ayuno se llama medicina,
y esotro, enfermedad, culpa y delito.
El hombre, de las piedras descendiente
(¡dura generación, duro linaje!),
osó vestir las plumas;
osó tratar, ardiente,
las líquidas veredas; hizo ultraje
al gobierno de Eolo;
desvaneció su presunción Apolo,
y en teatro de espumas,
su vuelo desatado,
yace el nombre y el cuerpo justiciado,
y navegan sus plumas.
Tal has de padecer, Clito, si subes
a competir lugares con las nubes.
De metal fue el primero
que al mar hizo guadaña de la muerte:
con tres cercos de acero
el corazón humano desmentía.
Éste, con velas cóncavas, con remos,
(¡oh muerte!, ¡oh mercancía!),
unió climas extremos;
y rotos de la tierra
los sagrados confines,
nos enseñó, con máquinas tan fieras,
a juntar las riberas;
y de un leño, que el céfiro se sorbe,
fabricó pasadizo a todo el orbe,
adiestrando el error de su camino
en las señas que hace, enamorada,
la piedra imán al Norte,
de quien, amante, quiere ser consorte,
sin advertir que, cuando ve la estrella,
desvarían los éxtasis en ella.
Clito, desde la orilla
navega con la vista el Oceano:
óyele ronco, atiéndele tirano,
y no dejes la choza por la quilla;
pues son las almas que respira Tracia
y las iras del Noto,
muerte en el Ponto, música en el soto.
Profanó la razón, y disfamóla,
mecánica codicia diligente,
pues al robo de Oriente destinada,
y al despojo precioso de Occidente,
la vela desatada,
el remo sacudido,
de más riesgos que ondas impelido,
de Aquilón enojado,
siempre de invierno y noche acompañado,
del mar impetüoso
(que tal vez justifica el codicioso)
padeció la violencia,
lamentó la inclemencia,
y por fuerza piadoso,
a cuantos votos dedicaba a gritos,
previno en la bonanza
otros tantos delitos,
con la esperanza contra la esperanza.
Éste, al sol y a la luna,
que imperio dan, y templo, a la Fortuna,
examinando rumbos y concetos,
por saber los secretos
de la primera madre
que nos sustenta y cría,
de ella hizo miserable anatomía.
Despedazóla el pecho,
rompióle las entrañas,
desangróle las venas
que de estimado horror estaban llenas;
los claustros de la muerte,
duro, solicitó con hierro fuerte.
¿Y espantará que tiemble algunas veces,
siendo madre y robada
del parto, a cuanto vive, preferido?
No des la culpa al viento detenido,
ni al mar por proceloso:
de ti tiembla tu madre, codicioso.
Juntas grande tesoro,
y en Potosí y en Lima
ganas jornal al cerro y a la sima.
Sacas al sueño, a la quietud, desvelo;
a la maldad, consuelo;
disculpa, a la traición; premio, a la culpa;
facilidad, al odio y la venganza,
y, en pálido color, verde esperanza,
y, debajo de llave,
pretendes, acuñados,
cerrar los dioses y guardar los hados,
siendo el oro tirano de buen nombre,
que siempre llega con la muerte al hombre;
mas nunca, si se advierte,
se llega con el hombre hasta la muerte.
Sembraste, ¡oh tú, opulento!, por los vasos,
con desvelos de la arte,
desprecios del metal rico, no escasos;
y en discordes balanzas,
la materia vencida,
vanamente podrás después preciarte
que induciste en la sed dos destemplanzas,
donde tercera, aún hoy, delicia alcanzas.
Y a la Naturaleza, pervertida
con las del tiempo intrépidas mudanzas,
transfiriendo al licor en el estío
prisión de invierno frío,
al brindis luego el apetito necio
del murrino y cristal creció ansí el precio:
que fue pompa y grandeza
disipar los tesoros
por cosa, ¡oh vicio ciego!,
que pudiese perderse toda, y luego.
Tú, Clito, en bien compuesta
pobreza, en paz honesta,
cuanto menos tuvieres,
desarmarás la mano a los placeres,
la malicia a la invidia,
a la vida el cuidado,
a la hermosura lazos,
a la muerte embarazos,
y en los trances postreros,
solicitud de amigos y herederos.
Deja en vida los bienes,
que te tienen, y juzgas que los tienes.
Y las últimas horas
serán en ti forzosas, no molestas,
y al dar la cuenta excusarás respuestas.
Fabrica el ambicioso
ya edificio, olvidado
del poder de los días;
y el palacio, crecido,
no quiere darse, no, por entendido
del paso de la edad sorda y ligera,
que, fugitiva, calla,
y en silencio mordaz, mal advertido,
digiere la muralla,
los alcázares lima,
y la vida del mundo, poco a poco,
o la enferma o lastima.
Los montes invencibles,
que la Naturaleza
eminentes crió para sí sola
(paréntesis de reinos y de imperios),
al hombre inaccesibles,
embarazando el suelo
con el horror de puntas desiguales,
que se oponen, erizo bronco, al cielo,
después que les sacó de sus entrañas
la avaricia, mostrándola a la tierra,
mentida en el color de los metales,
cruda y preciosa guerra,
osó la vanidad cortar sus cimas
y, desde las cervices,
hender a los peñascos las raíces;
y erudito ya el hierro,
porque el hombre acompañe
con magnífico adorno sus insultos,
los duros cerros adelgaza en bultos;
y viven los collados
en atrios y en alcázares cerrados,
que apenas los cubría
el campo eterno que camina el día.
Desarmaron la orilla,
desabrigaron valles y llanuras
y borraron del mar las señas duras;
y los que en pie estuvieron,
y eminentes rompieron
la fuerza de los golfos insolentes,
y fueron objeción, yertos y fríos,
de los atrevimientos de los ríos,
agora navegados,
escollos y collados,
los vemos en los pórticos sombríos,
mintiendo fuerzas y doblando pechos,
aun promontorios sustentar los techos.
Y el rústico linaje,
que fue de piedra dura,
vuelve otra vez viviente en escultura.
Tú, Clito, pues le debes
a la tierra ese vaso de tu vida,
en tan poca ceniza detenida,
y en cárceles tan frágiles y breves
hospedas alma eterna,
no presumas, ¡oh Clito!, oh, no presumas
que la del alma casa, tan moderna
y de tierra caduca,
viva mayor posada que ella vive,
pues que en horror la hospeda y la recibe.
No sirve lo que sobra,
y es grande acusación la grande obra;
sepultura imagina el aposento,
y el alto alcázar vano monumento.
Hoy al mundo fatiga,
hambrienta y con ojos desvelados,
la enfermedad antiga
que a todos los pecados
adelantó en el cielo su malicia,
en la parte mejor de su milicia.
Invidia, sin color y sin consuelo,
mancha primera que borró la vida
a la inocencia humana,
de la quietud y la verdad tirana;
furor envejecido,
del bien ajeno, por su mal, nacido;
veneno de los siglos, si se advierte,
y miserable causa de la muerte.
Este furor eterno,
con afrenta del sol, pobló el infierno,
y debe a sus intentos ciegos, vanos,
la desesperación sus ciudadanos.
Ésta previno, avara,
al hombre las espinas en la tierra,
y el pan, que le mantiene en esta guerra,
con sudor de sus manos y su cara.
Fue motín porfiado
en la progenie de Abraham eterna,
contra el padre del pueblo endurecido,
que dio por ellos el postrer gemido.
La invidia no combate
los muros de la tierra y mortal vida,
si bien la salud propria combatida
deja también; sólo pretende palma
de batir los alcázares de l'alma;
y antes que las entrañas
sientan su artillería,
aprisiona el discurso, si porfía.
Las distantes llanuras de la tierra
a dos hermanos fueron
angosto espacio para mucha guerra.
Y al que Naturaleza
hizo primero, pretendió por dolo
que la invidia mortal le hiciese solo.
Tú, Clito, doctrinado
del escarmiento amigo,
obediente a los doctos desengaños,
contarás tantas vidas como años;
y acertará mejor tu fantasía
si conoces que naces cada día.
Invidia los trabajos, no la gloria;
que ellos corrigen, y ella desvanece,
y no serás horror para la Historia,
que con sucesos de los reyes crece.
De los ajenos bienes
ten piedad, y temor de los que tienes;
goza la buena dicha con sospecha,
trata desconfiado la ventura,
y póstrate en la altura.
Y a las calamidades
invidia la humildad y las verdades,
y advierte que tal vez se justifica
la invidia en los mortales,
y sabe hacer un bien en tantos males:
culpa y castigo que tras sí se viene,
pues que consume al proprio que la tiene.
La grandeza invidiada,
la riqueza molesta y espiada,
el polvo cortesano,
el poder soberano,
asistido de penas y de enojos,
siempre tienen quejosos a los ojos,
amedrentado el sueño,
la consciencia con ceño,
la verdad acusada,
la mentira asistente,
miedo en la soledad, miedo en la gente,
la vida peligrosa,
la muerte apresurada y belicosa.
¡Cuán raros han bajado los tiranos,
delgadas sombras, a los reinos vanos
del silencio severo,
con muerte seca y con el cuerpo entero!
Y vio el yerno de Ceres
pocas veces llegar, hartos de vida,
los reyes sin veneno o sin herida.
Sábenlo bien aquellos
que de joyas y oro
ciñen medroso cerco a los cabellos.
Su dolencia mortal es su tesoro;
su pompa y su cuidado, sus legiones.
Y el que en la variedad de las naciones
se agrada más, y crece
los ambiciosos títulos profanos,
es, cuanto más se precia de monarca,
más ilustre desprecio de la Parca.
El africano duro
que en los Alpes vencer pudo el invierno,
y a la Naturaleza
de su alcázar mayor la fortaleza;
de quien, por darle paso al señorío,
la mitad de la vista cobró el frío,
en Canas, el furor de sus soldados,
con la sangre de venas consulares,
calentó los sembrados,
fue susto del imperio,
hízole ver la cara al captiverio,
dio noticia del miedo su osadía
a tanta presunción de monarquía.
Y peregrino, desterrado y preso
poco después por desdeñoso hado,
militó contra sí desesperado.
Y vengador de muertes y vitorias,
y no invidioso menos de sus glorias,
un anillo piadoso,
sin golpe ni herida,
más temor quitó en Roma que en él vida.
Y ya, en urna ignorada,
tan grande capitán y tanto miedo
peso serán apenas para un dedo.
Mario nos enseñó que los trofeos
llevan a las prisiones,
y que el triunfo que ordena la Fortuna,
tiene en Minturnas cerca la laguna.
Y si te acercas más a nuestros días,
¡oh Clito!, en las historias
verás, donde con sangre las memorias
no estuvieren borradas,
que de horrores manchadas
vidas tantas están esclarecidas,
que leerás más escándalos que vidas.
Id, pues, grandes señores,
a ser rumor del mundo;
y comprando la guerra,
fatigad la paciencia de la tierra,
provocad la impaciencia de los mares
con desatinos nuevos,
sólo por emular locos mancebos;
y a costa de prolija desventura,
será la aclamación de su locura.
Clito, quien no pretende levantarse
puede arrastrar, mas no precipitarse.
El bajel que navega
orilla, ni peligra ni se anega.
Cuando Jove se enoja soberano,
más cerca tiene el monte que no el llano,
y la encina en la cumbre
teme lo que desprecia la legumbre.
Lección te son las hojas,
y maestros las peñas.
Avergüénzate, ¡oh Clito!,
con alma racional y entendimiento,
que te pueda en España
llamar rudo discípulo una caña;
pues si no te moderas,
será de tus costumbres, a su modo,
verde reprehensión el campo todo.
Rui Serra Jan 2014
O vento sopra por entre as folhas que vão caindo lentamente, o chão vai ficando como uma esteira dourada, a pouco e pouco as árvores vão-se
desnudando, deixando a descoberto, todo aquele tecido que as envolve num mistério tal. Envelhecer!
Sim é um pouco isso, deixar de parte as máscaras que nos encobriam desde a juventude, e tornar público, aquilo que realmente somos, deixar
ver as rugas de um tempo ido e recordado, deixar transparecer a pura essência que realmente somos.
Apreciamos num quadro as fissuras da tela, marcas de um tempo que teima em passar. Se assim é, porque é que não aceitamos o nosso envelhecimento, como fissuras em tela antiga?
Talvez porque é aqui, que pela primeira vez somos realmente nós, sem sombra de dúvida, talvez porque, simplesmente o receamos. Talvez tenhamos receio de olhar de frente o espelho da vida e ver que não voltamos mais a ser crianças.
Na sombra uma mulher jaz morta, despida e dependurada pelo tornozelo, seus braços esticados portam dedos inchados de sangue coagulado, enquanto seus anéis apertam estreitos entre suas falanges, e as pontas de suas unhas quase tocam o chão. Posso ainda escutar seus gritos atormentados ecoar ao longe, posso ainda ver seus olhos escancarados diante uma plateia que saboreia sua tortura, posso ainda ver seu corpo obeso se debater em fobia e desespero numa tentativa ridícula e frustrada de escapar. Imóvel, resta apenas uma ***** enorme de banha e tetas caídas, algo em mim se compadece por esta criatura patética, algo não consegue segurar as gargalhadas. É apenas um corpo, nada demais. Se estrebuchou de forma caricata e cômica, desengonçada, amarrada de ponta-cabeça, toda espalhafatosa, desajeitada, seu desespero é hilário, acho que é a coisa mais patética, mais desprezível, mais insignificante, mais burlesca, mais tosca, que imaginei. Apenas um corpo escroto que em breve será engolido pelos vermes do vazio, sem nunca ter representado qualquer coisa além de uma involuntária comédia . Apenas um corpo. Já não sofre, nem se deleita, há somente um caminho incerto pelo qual percorro, e que ela já conhece a chegada.

Estarei eu ao fim dependurado pelo tornozelo? Ou quem sabe dando gargalhadas ao ver a fraqueza dos homens? Ou ainda mais, serei eu a amarrar os tornozelos da humanidade? Todos são os algozes, todos riem da desgraça que não lhes pertence, mas ao fim todos terminam dependurados pelos tornozelos.

Devo continuar caminhando. O corredor é muito escuro, devemos estar no subsolo, esse barulho nojento é perturbador... Um ninho de baratas! Saiam dos meus pés! Saiam dos meus pés! Não há como evitá-las. Elas sobem e se aninham no meu corpo, se reproduzem na minha virilha, fazem sua morada em meus orifícios. Sou tomado por baratas. Sou o homem-barata, o homem fétido, o homem-praga. Aqueles milhões de patinhas que caminham no meu corpo realizam uma massagem profana, sou tomado por um prazer proibido, me deleito com o perfume nefasto, nauseabundo, a ânsia me regurgita um animus enterrado, o horror de estar completamente desencontrado de tudo o que é convencional, a minha criança enlouqueceria ao me defrontar e saber que carrego seu destino com o pênis encoberto por uma gosma preta que se forma ao espremer as baratas que ali se encontram num movimento de masturbação decrépita. Minha mãe, ah, minha mãezinha tão simplória, tão católica, tão temente à um deus inexistente, com suas orações decoradas, com seus hinos de louvor,  seus terços pendurados na cabeceira da cama de madeira antiga e seu falar típico de quem decorou e aprendeu suas frases mais interessantes nas missas tediosas do Padre Adalberto, para mim a melhor hora da missa é a hora que ela acaba, minha mãezinha, ah minha querida mãezinha, definharia até a morte no exato instante em que me visse trepando freneticamente com baratas esmagadas no meu pau. E meu pai, sempre austero, seja lá o que se passa em sua cabeça, como uma parede pintada de bege escuro, como um corredor estreito e sem espaço nas laterais, simplesmente reto como uma tábua de madeira seca, inflexível, adepto de tradições antigas, de costas dadas não reconheceria esta figura repugnante, a se satisfazer de tão nefasto pecado, como uma prole de sua descendência.

Todos desejam esmagar o homem-barata. Mas ninguém quer limpar a gosma fedida. Deixem que as formigas carreguem essa coisa nojenta! Eles dizem. Que prazer insano é este de ser mutilado e fodido até às entranhas? De saber que não há mais volta para tamanha perdição? Isso é deixar todos os dentes da boca apodrecerem. Eis que entendo a velha! Eis que compreendo as gargalhadas de quem acaba de perder todos os dentes podres num chute violento de quem perde a paciência. Eis que pertenço onde de cá estou. Há uma beleza magnética no horror, algo que me arrasta para o interior do objeto horrendo, me distanciando sou arremessado às entranhas da podridão, como um espelho a revelar em mim mesmo aquele objeto da experiência, que em repulsa não posso parar de olhar.

O motorista tira a roupa, a velha tira a roupa, e todas essas pessoas horrorosas tiram a roupa, eu já estou nu e besuntado por essa gosma cinzenta de entranhas de baratas que exala esse odor nauseante que penetra as narinas de qualquer um que se aproxime, odor hipnótico para aqueles que compreendem o segredo. Parece que sou o mais desejável nesta câmara escura. Se aproximam de mim como animais ferozes a saltar de forma muda em direção a um pedaço de carne.
Victor Marques Sep 2018
Tentei me sentar na mesma cadeira,
Que alguém ao acaso sem amor deixou...
Optei por me sentar na rocha granitica
Que o acaso  abandonou. .

Ai aquela cadeira triste feita de antiga madeira...
Histórias que meu avô Marques queria contar...
Terá ele algum descendente para a amar e sempre guardar...

Ai cadeira triste dos ignorantes que sem vinho parecem se sempre embriagar...
Eu a Deus ligado tento amar a cadeira
Olho a cadeira que está a meu lado,
Pois sem cadeira não existe vinho,nem fado...

Mas a cadeira por William Baker parece  pintada,
Eu sou naturalista da terra, da pedra,
Da natureza consagrada.
Mas a cadeira está comigo a meu lado,
E eu sou o presente, futuro e passado.
Cadeira,memória
hi da s Jul 2019
lembro que um dia acordei e de repente gostava de coisa antiga
e eu:
usava os anéis da minha mãe que eram da minha avó
gostava mais de usar batom com cheiro de velho
tinha apreço por histórias passadas de amor recatado
adorava o fusca do vô.

e passou um tempo, me esqueci desse meu gosto indo de cabeça na juventude adolescente incorporando meu olhar a moda daquele tempo.

até que o tempo passou e mais uma vez me apaixonei pela velhice; usava vestidos floridos e bem cortados, assistia filmes antigos e suspirava viver numa época em que vanguardas nasciam e a arte, política e comportamentos revolucionários construiam caminhos que hoje apenas nos inspiramos.

por um tempo quis fingir que o digital não existia pintando em telas, escrevendo em papéis, datilografando e fotografando em rolo; tudo pra construir uma cegueira sobre as atualizações constantes ao redor.

é engraçado ver o tempo passar e imaginar minhas tentativas de cópia do passado que nunca vivi e tanto desejei. esquecendo que o agora é onde devo estar e que aquele tal passado fabuloso era difícil e mais solitário, árduo e penoso.

o ontem já é passado e uma hora atrás também, é só olhar no relógio do celular.
Laura Araújo May 2018
São quatro e vinte da madrugada

E o fraco ainda resiste.

O dia nasce não tarda

E continua a sina daquele triste.  

Será ele um poeta,

Um que se viu de alma abandonada

Ou um cuja profissão é a mais antiga que existe?



O seu coração pinga solidão, que se tenta encobrir,

Fundida pela malfadada escuridão que o rodeia

E que goza do ferir.

O vagabundo olha à volta como se tivesse casa cheia

E ouve, gota a gota, a gota, abusadamente, cair.

Repete-se todas as noites a ladainha

No aconchego de sua cama quentinha.



Para este fraco, viver é ousadia.

Limita-se a existir e até isso é um ultraje.

Vê o sol que na janela luzia;

Vai ao espelho ver se este lhe traz

Aquele brilho que outrora o seduzia

E que há muito não o via.



Depara-se com o rotineiro:

O pesar do vazio corriqueiro

Que em forma de sombra breu

Sobre si subtilmente desceu.

Fatalidade que o destino por si escolheu.



É este o tal fado

De quem não se sente satisfeito

Nem é valorizado

P'las cicatrizes que carrega ao peito.



Dizem que tem vida de vadio.

Terminará o triste por rir

De quem um dia dele se riu?



É esta a "pseudoprofecia"

Que o acompanha noite e dia.



É só mais um que não vive o ultraje que é existir.
Mariana Seabra Mar 2022
Ó vida!

Que de ti se apagou a luz

Da escrita criativa.



Não foi de ti, vida,

Foi de mim.



Foi de mim que se extinguiu!

E a mim que ela levou,

                Depois que me partiu…

Como se me levasse a vida!

Toda!

            a que existia.



E como é criativa,

A musa que me inspira à escrita!

Foi de mim;

Levou-me a vida;

                              Mas conseguiu deixar-me viva.



“Tem tanto de triste

Como de cruel:

Ser peso morto que respira.”



Escrevi isso em algum papel…

Que logo depois perdi,

Ou se molhou,

Ou o esqueci,

Em algum lugar

Ao qual não pretendo voltar.



Mais tarde, estava de frente com o Mar

Quando dei por mim a chorar…



Em algum momento pensei:

“Talvez a dor da sua partida

Seja outra faísca perdida no ar

À qual me vou agarrar,

E sentir entre os dedos

Antes de a transformar  

Em algo mais.”



O “algo mais” que me referia,

Creio que seja esta desordenada poesia.



É o sangue quente, frio, vermelho, azul, é rio, és fogo,

Sou maresia, és eu, sou tu, somos nós, é o mundo,

É a fantasia, é a verdade disfarçada de ironia,

É dor, é amor, é tudo o que caiba num poema,

É tudo o que faça encher; se possível, transbordar!



Foram tantos!  

Os que me imploraram para os escrever.

Era eu que ia buscar a inspiração;

Ou era ela que me vinha socorrer?!



No frenesim da escrita maldita

Ficou outra questão por responder.



A caneta tornou-se um órgão essencial

Que não pedi para transplantarem cá dentro;

Sentia a sua forte presença nos momentos de maior alento;

Era a ponte que eu percorria, entre o sentir e o saber;

Assisti enquanto se estendia; dobrava! mas nunca partia;

Até encontrar na página branca uma saída

Para poder florescer; e florescia!

Nascia uma folha que era tecida; com uma teia tão fina que ninguém via;

Só brilhava quando a luz lhe batia; resplandecia!

Quando existia uma ligação direta entre mim e a magia;

De estar na beira do precipício entre a morte e a armadilha;

A que escolhem chamar de vida.



Ah! Musa criativa…

A única que me inspira à escrita!

Sei que um dia te irei reler,

Mas só quando estiver pronta para te entender.



Prometo que vou fazer por o merecer!



Talvez quando esta agonia paradoxal

De ser

Tão humana e sentimental

De ter

De amar à distância  

Uma humana tão excecional

Fizer sentido;  

                        Ou então desaparecer!



Foi um “adeus” que nem te cheguei a dizer…



Nem vou tentar romancear

Toda a angústia que vivi; contida

Numa simples despedida.  



Foi como se dissesse adeus à vida!



Pois nem toda a tinta

Alguma vez já vertida

Serviu para camuflar o *****

Que saiu da minha espinha

Quando a adaga me acertou.



Até hoje, nem eu sei como me atingiu!

Se fui eu que não a vi,

Ou se fui eu quem a espetou?!



Mas era *****, muito *****,

Tudo o que de mim sangrou;

Quando descobri,

Num mero dia, num inferno acaso,

Que no final das contas

A única que eu tanto amava

Se tinha entregue a um alguém tão raso.



Tapei os olhos com terra suja!...

Tal como decidiu fazer a minha musa.



“O pior cego é o que não quer ver!”

Prefere fechar os olhos porque abri-los é sofrer!



Induzi-me à cegueira;

Amnésia propositada;

Alma bem trancada;

Tudo para a tentar esquecer.



Tudo para lhe pagar na mesma moeda!



Então, claramente, o desfecho da narrativa só poderia ser:

De olhos bem fechados se deu a queda…



Foi assim que aprendi:

A vingança tal como o ódio,

É veneno para quem a traz!



Parei…

Dei um, dois, três, quatro, cinco mil passos atrás.

Relaxei…

Segui em frente.

                                         Lá ia eu  

                                                        com a corrente…



Inspirei amor e paz.



E foi assim que os abri,

Com uma chapada de água fria.



Não posso dizer que não a mereci.



Foi à chuva, nua, de frente com a verdade pura e crua,  

que descobri do que era capaz; e quando soltei ar de novo,  

expeli branco, afastou-se um corvo, brilhou o sol com a lua atrás, e:



Ahhhhh! Lá estava ela, exatamente ali!



Onde sempre tinha estado.

No lugar que lhe era reservado,

Onde estava eu também.



Olhamo-nos;

Com um olhar triste; influenciado

Por restos de terra suja

Que ainda não se tinham descolado.



                                                             Quase não aguentei;

                               Contrariei

                              A vontade de fugir;

                                                               ­                                                                 ­      
                                                                ­      E sorri-lhe…



Já fui um ser não tão humano,

Que até para amar estava cansado!

Preso por correntes de ilusões;

Ego;

Egoísmo;

E muito mais do que considero errado.



Como tudo na História

Isso pertence apenas ao passado.



Ah! Musa criativa…

A única que me inspira à escrita!

Ela, melhor que ninguém, o deveria saber;

Que me tornei um ninguém melhor,

Só por a conhecer.



Fiquei mais ardida

Que a Roma Antiga!

Quando aquela louca,

Tal musa criativa,

Me pegou na mão

E fez-me a vida colorida.



(Despertou-me fogo no coração!)



Alastrem-se cores de cinza!

Espalhem-se! Que os vamos fazer ver:

Mesmos os templos em ruína

São possíveis de reerguer.
Juliet R Mar 2020
cada palavra antiga que leio
cada emoção que remexo
relembra toda a dor empacotada
naquele conjunto de palavras sentido
aquele sabor de amargura na boca
aquela sensação de cegueira
sem conseguir respirar
sem conseguir ser aquilo que realmente era
com vontade de rasgar-me a pele
vontade me trancar longe do mundo
de nunca mais cantar a dor do peito
e não voltar a ter que querer.

esta crueldade que é amar
esta rudez que é sentir a intensidade de mil mares
apenas rompe o mundo inteiro de dentro de mim
apenas salta para fora um coração remendado

durante anos que vou lavando a alma
de toda a dor sentida,
de todos as vezes que me partiram mais um pouco,
de todos os cacos que tive de apanhar,
de todas as lágrimas.

de todas as vezes ergui-me
e a esperança ainda se mantêm intacta
ingénua
de que um dia mudará, nem que seja temporariamente
que não seja um final doloroso e sombrio
que seja só um virar de página, sem precisar de a rasgar.

— The End —