El amor aparece
donde menos lo esperas.
Viene solo a tí,
como conducido
por hilos invisibles,
que por mucho que se estiren,
terminan en el lugar correcto,
en el momento propicio.
Cupido y yo
ya no somos amigos.
Así que nada tiene que ver él.
Quizás fue tu sonrisa,
y la mirada que me dedicas.
O los besos
que nos dimos después.
Pero cuando el amor
es el que late en mi pecho,
el mundo cabe en mis manos.