La bala con nombre designado estallando en la ciudad, me susurró…
que todo estaba llegando a su fin.
El borracho del colmado me lo advirtió, pero mi vida pasaba muy rápido
para tomarme el tiempo de decifrar su dialecto.
Ese día, en el que la bala me susurró…
conmigo se confesó:
“de plomo estoy cargada, pero de ira no tengo una mancha”
y la bala se perdió,
en el laberinto craneal se desintegró
y por una segunda oportunidad nunca regresó.