Me van a hacer daño, sí,
eso ya lo tengo claro.
El amor es un veneno
disfrazado de buen vino,
de esos que todos
queremos probar,
y al final siempre
terminamos embriagados.
Y no por ello
dejaré de vivir al máximo.
Pero yo prefiero ser
el alcohólico anónimo
de la felicidad,
que otra alma vacía
vagando sin rumbo.