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De sombra, sol y muerte, volandera
grana zumbando, el ruedo gira herido
por un clarín de sangre azul torera.

Abanicos de aplausos, en bandadas,
descienden, giradores, del tendido,
la ronda a coronar de los espadas.

Se hace añicos el aire, y violento,
un mar por media luna gris mandado
prende fuego a un farol que apaga el viento.

¡Buen caballito de los toros, vuela,
sin más jinete de oro y plata, al prado
de tu gloria de azúcar y canela!

Cinco picas al monte, y cinco olas
sus lomos empinados convirtiendo
en verbena de sangre y banderolas.

Carrusel de claveles y mantillas
de luna macarena y sol, bebiendo,
de naranja y limón, las banderillas.

Blonda negra, partida por dos bandas,
de amor injerto en oro la cintura,
presidenta del cielo y las barandas,

rosa en el palco de la muerte aún viva,
libre y por fuera sanguinaria y dura,
pero de corza el corazón, cautiva.

Brindis, cristiana mora, a ti, volando,
cuervo mudo y sin ojos, la montera
del áureo espada que en el sol lidiando

y en la sombra, vendido, de puntillas,
da su junco a la media luna fiera,
y a la muerte su gracia, de rodillas.

Veloz, rayo de plata en campo de oro
nacido de la arena y suspendido,
por un estambre, de la gloria, al toro,

mar sangriento de picas coronado,
en Dolorosa grana convertido,
centrar el ruedo manda, traspasado.

Feria de cascabel y percalina,
muerta la media luna gladiadora,
de limón y naranja, remolina

de la muerte, girando, y los toreros,
bajo una alegoría voladora
de palmas, abanicos y sombreros.
Para coger un pan sobre el morrillo
Dando pecho y axila a los pitones,
Juan, anónimo Juan, Juan Torerillo
No recibiste clásicas lecciones.
Para llevar a casa veinte duros
Entre la chifla de inhumano coro
Bebiste golpes, aspiraste apuros
Y al aire al suelo al aire y siempre al toro.
Del miedo, que es ingénito en el hombre,
Nació el valor, congénito en el hambre;
Así en la tauromaquia, Juan Sin Nombre
Fue antítesis del gran José Raigambre.
José, nieto de Venus y Vulcano
Fue un semidiós con la esbeltez de Apolo
(Frecuencia tuvo aquel Teseo hispano
En liquidar seis Minotauros, solo).
Mas Juan, el pobre Juan de carne y hueso,
El más mortal de todos los mortales
Opuso a sal valor, arrojo al seso
Y "molinetes" contra "naturales".
Tres siglos en la historia del toreo
Se derrumbaron ante dos colosos:
Del morisco e hispánico alanceo
Hasta el futuro en los taurino cosos.
Y Joselito muestra al horizonte
Toda una enciclopedia en su percal.
Y remata sus lances Juan Belmonte
Con su "media verónica" renal...
La Muerte se disfraza de capricho,
Y en la más increíble paradoja
Subsiste quien vivió a merced del bicho
Y muere quien "¡no hay toro que lo coja!"...
Quedan atrás los años de la infancia:
Sevilla y su noctámbula capea...
Como un Jasón, Juan, en su rica estancia
Mira en la tauromaquia una Medea.
Porque si en su niñez fue Juan Sin Suerte
Y fue en su adolescencia Juan Sin Pan,
Hoy, ya casi un anciano, es Juan Sin Muerte
Porque la Muerte tuvo miedo a Juan.
Y quien burló a la muerte en tantos ruedos,
Mil veces sentenciado por suicida,
Sólo cuando lo quiso, y con sus dedos
Mató su muerte y se quitó la vida...
A Juan, que no toreó por soleares,
Muerto, no he de llorarlo en seguiriyas.
Sean por martinetes mis cantares,
Cante de yunque y fragua y herrerías:
Cristo de la Expiración
Cachorro de los trianeros,
Bríndale tu absolución
Al mejor de los toreros
Cachorro, si en Viernes Santo
Te faltara un penitente,
Asóciate a nuestro llanto
Que es Juan Belmonte el ausente...
Una corriente de brazos y de espaldas
nos encauza
y nos hace desembocar
bajo los abanicos,
las pipas,
los anteojos enormes
colgados en medio de la calle;
únicos testimonios de una raza
desaparecida de gigantes.

Sentados al borde de las sillas,
cual si fueran a dar un brinco
y ponerse a bailar,
los parroquianos de los cafés
aplauden la actividad del camarero,
mientras los limpiabotas les lustran los zapatos
hasta que pueda leerse
el anuncio de la corrida del domingo.

Con sus caras de mascarón de proa,
el habano hace las veces de bauprés,
los hacendados penetran
en los despachos de bebidas,
a muletear los argumentos
como si entraran a matar;
y acodados en los mostradores,
que simulan barreras,
brindan a la concurrencia
el miura disecado
que asoma la cabeza en la pared.

Ceñidos en sus capas, como toreros,
los curas entran en las peluquerías
a afeitarse en cuatrocientos espejos a la vez,
y cuando salen a la calle
ya tienen una barba de tres días.

En los invernáculos
edificados por los círculos,
la pereza se da como en ninguna parte
y los socios la ingieren
con churros o con horchata,
para encallar en los sillones
sus abulias y sus laxitudes de fantoches.

Cada doscientos cuarenta y siete hombres,
trescientos doce curas
y doscientos noventa y tres soldados,
pasa una mujer.
Marco  Dec 2020
Tango of Death
Marco Dec 2020
Clad in plaid and leather, silver
drenched in blood
fingers gracefully extended
to pull the trigger,
jump the gun -

Back to back,
shoulder to shoulder,
hand-to-hand
combat
with each other, with the reaper

This ménage-à-trois
- brother - brother - Death -
encircled in an endless dance,
scowling like wolves,
gnashing blades like teeth,
growling like gunfire

one stretches his arm
and reaches into Hell
a sharp intake of breath, thick
like demonic blood -
his hand gripping the other one tight

by the shoulder -
handprint burnt into his flesh already
from decades of dance rehearsal,
always dancing, always getting tired -

the two as one
and the Holy Ghost of Death between,
this third, silent party
ever-observing, winding between their bodies,
slick and oily -
cunning Death is a slippery eel.

Cheek to cheek
their tears mingling
as they whisper the steps to each other,
useless reminders of
‘I’m sorry’
‘Goodbye’
‘I love you’
‘I can’t be without-’

and one! Death kicks his leg
a sharp stab to the chest,
the heart underneath slowing to the rhythm
of tango dying in the spotlight…

and two! one brother picks up the speed,
carries his partner through the routine,
an arm
elegantly draped around
a neck,
half-carried, half-dragged through this dance,
each foot-fall heavier than the one before,

and three… the violins stop screeching
their violent delight,
all eyes carefully trained on the dancers,
warm blood trickling between their lips,
barely touching,
hot breath visible in the cold black
surrounding their heads.

Death stares, shrouded in his coat.
The boys disheveled but him untouched,
a joyless grin on his pale lips,
thin brow dusted with
the sweat of exertion,
the fire in their lungs

lights a spark -

four! the violins pick up again
their strings wailing in excitement
as a hand descends from Heaven
the dancers looking up in awe,
lifting their faces to the single spotlight
illuminating their locked fingers,
rigid backs,
cheek to cheek still

and five, spinning them around
the hand makes all the blood undone
and heals their wounds
as Death lurks in the shadows, ready
to attack once more -


again - six, again - seven,
eight, nine!
their ribs broken and breath quivering,
hands still holding tight,
legs outstretched -

slowly kneeling in an embrace of pain…

pleading mouths -
‘Stay-
stay with me’
‘Please’
‘Tell me,
tell-
t-tell me it’s okay-’

But on ten, enter stage left
one who’s danced with Death half
an eternity-
he latches onto one brother,
forearm against forearm,
leaving him marked -

suddenly a new rivalry-
the dynamic changes swiftly now
and one brother, with his fists raised high,
Death wrapped around his torso,
he is poised to pounce -

ready to ****, now,
any second now,
come to Death, spin him ‘round,
lock eyes with the unthinkable-

eleven. And an arm extends -
in the flash of his own blade
Death falls to his knees,
soulless eyes glazed over, staring still,
the dancers fixed in their sight -

He goes down without applause -
the audience is shocked,
the dancers are shocked,
the violins stopped mid-stroke.

Twelve. A moment of silence for the death of Death.


A beat. And another.
The daring of a pumping heart.
Composure, posture, straightening backs,
hand in rough-skinned hand,
an air of grace and defiance
in their footwork,
set to finish this performance.

At thirteen the violins fall into
the final act -
the dancers spin and smile
painfully wide,
the audience screams and cheers,
wring their hands,
whistle like toreros

rousing Death, forgotten on the parquet,
from his curtain fall,
hands reaching, feeling into the warm
spotlight -
the spectators scream in horror,
the brothers, bowing, turn too late -

prelude -

one -
Un jupon serré sur les hanches,

Un peigne énorme à son chignon,

Jambe nerveuse et pied mignon,

Oeil de feu, teint pâle et dents blanches ;

Alza ! olà !

Voilà

La véritable manola.



Gestes hardis, libre parole,

Sel et piment à pleine main,

Oubli parfait du lendemain,

Amour fantasque et grâce folle ;

Alza ! olà !

Voilà

La véritable manola.



Chanter, danser aux castagnettes,

Et, dans les courses de taureaux,

Juger les coups des toreros,

Tout en fumant des cigarettes ;

Alza ! olà !

Voilà

La véritable manola.

— The End —