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Invitación al llanto.  Esto es un llanto,
      ojos, sin fin, llorando,
escombrera adelante, por las ruinas
        de innumerables días.
Ruinas que esparce un cero -autor de nadas,
obra del hombre-, un cero, cuando estalla.
Cayó ciega.  La soltó,
la soltaron, a seis mil
metros de altura, a las cuatro.
¿Hay ojos que le distingan
a la Tierra sus primores
desde tan alto?
¿Mundo feliz? ¿Tramas, vidas,
que se tejen, se destejen,
mariposas, hombres, tigres,
amándose y desamándose?
No. Geometría.  Abstractos
colores sin habitantes,
embuste liso de atlas.
Cientos de dedos del viento
una tras otra pasaban
las hojas
-márgenes de nubes blancas-
de las tierras de la Tierra,
vuelta cuaderno de mapas.
Y a un mapa distante, ¿quién
le tiene lástima? Lástima
de una pompa de jabón
irisada, que se quiebra;
o en la arena de la playa
un crujido, un caracol
roto
sin querer, con la pisada. 
Pero esa altura tan alta
que ya no la quieren pájaros,
le ciega al querer su causa
con mil aires transparentes.
Invisibles se le vuelven
al mundo delgadas gracias:
La azucena y sus estambres,
colibríes y sus alas,
las venas que van y vienen,
en tierno azul dibujadas,
por un pecho de doncella.
¿Quién va a quererlas
si no se las ve de cerca?
Él hizo su obligación:
lo que desde veinte esferas
instrumentos ordenaban,
exactamente: soltarla
al momento justo.                                   Nada.
Al principio
no vio casi nada.  Una
mancha, creciendo despacio,
blanca, más blanca, ya cándida.
¿Arrebañados corderos?
¿Vedijas, copos de lana?
Eso sería...
¡Qué peso se le quitaba!
Eso sería: una imagen
que regresa.
Veinte años, atrás, un niño.
Él era un niño -allá atrás-
que en estíos campesinos
con los corderos jugaba
por el pastizal.  Carreras,
topadas, risas, caídas
de bruces sobre la grama,
tan reciente de rocío
que la alegría del mundo
al verse otra vez tan claro,
le refrescaba la cara.
Sí; esas blancuras de ahora,
allá abajo
en vellones dilatadas,
no pueden ser nada malo:
rebaños y más rebaños
serenísimos que pastan
en ancho mapa de tréboles.
Nada malo.  Ecos redondos
de aquella inocencia doble
veinte años atrás: infancia
triscando con el cordero
y retazos celestiales,
del sol niño con las nubes
que empuja, pastora, el alba.
 
Mientras,
detrás de tanta blancura
en la Tierra -no era mapa-
en donde el cero cayó,
el gran desastre empezaba.Muerto inicial y víctima primera:
lo que va a ser y expira en los umbrales
del ser. ¡Ahogado coro de inminencias!
Heráldicas palabras voladoras
-«¡pronto!», «¡en seguida!», «¡ya!»- nuncios de dichas
colman el aire, lo vuelven promesa.
Pero la anunciación jamás se cumple:
la que aguardaba el éxtasis, doncella,
se quedará en su orilla, para siempre
entre su cuerpo y Dios alma suspensa.
¡Qué de esparcidas ruinas de futuro
por todo alrededor, sin que se vean!
Primer beso de amantes incipientes.
¡Asombro! ¿Es obra humana tanto gozo?
¿Podrán los labios repetirlo?  Vuelan
hacia el segundo beso; más que beso,
claridad quieren, buscan la certeza
alegre de su don de hacer milagros
donde las bocas férvidas se encuentran.
¿ Por qué si ya los hálitos se juntan
los labios a posarse nunca llegan?
Tan al borde del beso, no se besan.
Obediente al ardor de un mediodía
la moza muerde ya la fruta nueva.
La boca anhela el más celado jugo;
del anhelo no pasa.  Se le niega
cuando el labio presiente su dulzura
la condensada dentro, primavera,
pulpas de mayo, azúcares de junio,
día a día sumados a la almendra.
Consumación feliz de tanta ruta,
último paso, amante, pie en el aire,
que trae amor adonde amor espera.
Tiembla Julieta de Romeos próximos,
ya abre el alma a Calixto, Melibea.
Pero el paso final no encuentra suelo.
¿Dónde, si se hunde el mundo en la tiniebla,
si ya es nada Verona, y si no hay huerto?
De imposibles se vuelve la pareja.
¿Y esa mano -¿de quién?-, la mano trunca
blanca, en el suelo, sin su brazo, huérfana,
que buscas en el rosal la única abierta,
y cuando ya la alcanza por el tallo
se desprende, dejándose a la rosa,
sin conocer los ojos de su dueña?
¡Cimeras alegrías tremolantes,
gozo inmediato, pasmo que se acerca:
la frase más difícil, la penúltima,
la que lleva, derecho, hasta el acierto,
perfección vislumbrada, nunca nuestra!
¡Imágenes que inclinan su hermosura
sobre espejos que nunca las reflejan!
¡Qué cadáver ingrávido: una mañana
que muere al filo de su aurora cierta!
Vísperas son capullos. Sí, de dichas;
sí, de tiempo, futuros en capullos.
¡Tan hermosas, las vísperas!
                                                          ¡Y muertas!¿Se puede hacer más daño, allí en la Tierra?
Polvo que se levanta de la ruina,
humo del sacrificio, vaho de escombros
dice que sí se puede.  Que hay más pena.
Vasto ayer que se queda sin presente,
vida inmolada en aparentes piedras.
¡Tanto afinar la gracia de los fustes
contra la selva tenebrosa alzados
de donde el miedo viene al alma, pánico!
Junto a un altar de azul, de ola y espuma,
el pensar y la piedra se desposan;
el mármol, que era blanco, es ya blancura.
Alborean columnas por el mundo,
ofreciéndole un orden a la aurora.
No terror, calma pura da este bosque,
de noble savia pórtico.
Vientos y vientos de dos mil otoños
con hojas de esta selva inmarcesible
quisieran aumentar sus hojarascas.
Rectos embisten, curvas les engañan.
Sin botín huyen. ¿Dónde está su fronda?
No pájaros, sus copas, procesiones
de doncellas mantienen en lo alto,
que atraviesan el tiempo, sin moverse.
Este espacio que no era más que espacio
a nadie dedicado, aire en vacío,
la lenta cantería lo redime
piedras poniendo, de oro, sobre piedras,
de aquella indiferencia sin plegaria.
Fiera luz, la del sumo mediodía,
claridad, toda hueca, de tan clara
va aprendiendo, ceñida entre altos muros
mansedumbres, dulzuras; ya es misterio.
Cantan coral callado las ojivas.
Flechas de alba cruzan por los santos
incorpóreos, no hieren, les traen vida
de colores.  La noche se la quita.
La bóveda, al cerrarse abre más cielo.
Y en la hermosura vasta de estos límites
siente el alma que nada la termina.
Tierra sin forma, pobre arcilla; ahora
el torno la conduce hasta su auge:
suave concavidad, nido de dioses.
Poseidón, Venus, Iris, sus siluetas
en su seno se posan.  A esta crátera
ojos, siempre sedientos, a abrevarse
vienen de agua de mito, inagotable.
Guarda la copa en este fondo oscuro
callado resplandor, eco de Olimpo.
Frágil materia es, mas se acomodan
los dioses, los eternos, en su círculo.
Y así, con lentitud que no descansa,
por las obras del hombre se hace el tiempo
profusión fabulosa.  Cuando rueda
el mundo, tesorero, va sumando
-en cada vuelta gana una hermosura-
a belleza de ayer, belleza inédita.
Sobre sus hombros gráciles las horas
dádivas imprevistas acarrean.
¿Vida?  Invención, hallazgo, lo que es
hoy a las cuatro, y a las tres no era.
Gozo de ver que si se marchan unas
trasponiendo la ceja de la tarde,
por el nocturno alcor otras se acercan.
Tiempo, fila de gracias que no cesa.
¡Qué alegría, saber que en cada hora
algo que está viniendo nos espera!
Ninguna ociosa, cada cual su don;
ninguna avara, todo nos lo entregan.
Por las manos que abren somos ricos
y en el regazo, Tierra, de este mundo
dejando van sin pausa
novísimos presentes: diferencias.
¿Flor?  Flores. ¡Qué sinfín de flores, flor!
Todo, en lo igual, distinto: primavera.
Cuando se ve la Tierra amanecerse
se siente más feliz.  La luz que llega
a estrecharle las obras que este día
la acrece su plural. ¡Es más diversa!El cero cae sobre ellas.
Ya no las veo, a las muchas,
las bellísimas, deshechas,
en esa desgarradora
unidad que las confunde,
en la nada, en la escombrera.
Por el escombro busco yo a mis muertos;
más me duele su ser tan invisibles.
Nadie los ve: lo que se ve son formas
truncas; prodigios eran, singulares,
que retornan, vencidos, a su piedra.
Muertos añosos, muertos a lo lejos,
cadáveres perdidos,
en ignorado osario perfecciona
la Tierra, lentamente, su esqueleto.
Su muerte fue hace mucho.  Esperanzada
en no morir, su muerte. Ánima dieron
a masas que yacían en canteras.
Muchas piedras llenaron de temblores.
Mineral que camina hacia la imagen,
misteriosa tibieza, ya corriendo
por las vetas del mármol,
cuando, curva tras curva, se le empuja
hacia su más, a ser pecho de ninfa.
Piedra que late así con un latido
de carne que no es suya, entra en el juego
-ruleta son las horas y los días-:
el jugarse a la nada, o a lo eterno
el caudal de sus formas confiado:
el alma de los hombres, sus autores.
Si es su bulto de carne fugitivo,
ella queda detrás, la salvadora
roca, hija de sus manos, fidelísima,
que acepta con marmóreo silencio
augusto compromiso: eternizarlos.
Menos morir, morir así: transbordo
de una carne terrena a bajel pétreo
que zarpa, sin más aire que le impulse
que un soplo, al expirar, último aliento.
Travesía que empieza, rumbo a siempre;
la brújula no sirve, hay otro norte
que no confía a mapas su secreto;
misteriosos pilotos invisibles,
desde tumbas los guían, mareantes
por aguja de fe, según luceros.
Balsa de dioses, ánfora.
Naves de salvación con un polícromo
velamen de vidrieras, y sus cuentos
mármol, que flota porque vista de Venus.
Naos prodigiosas, sin cesar hendiendo
inmóviles, con proas tajadoras
auroras y crepúsculos, espumas
del tumbo de los años; años, olas
por los siglos alzándose y rompiendo.
Peripecia suprema día y noche,
navegar tesonero
empujado por racha que no atregua:
negación del morir, ansia de vida,
dando sus velas, piedras, a los vientos.
Armadas extrañísimas de afanes,
galeras, no de vivos, no de muertos,
tripulaciones de querencias puras,
incansables remeros,
cada cual con su remo, lo que hizo,
soñando en recalar en la celeste
ensenada segura, la que está
detrás, salva, del tiempo.¡Y todos, ahora, todos,
qué naufragio total, en este escombro!
No tibios, no despedazados miembros
me piden compasión, desde la ruina:
de carne antigua voz antigua, oigo.
Desgarrada blancura, torso abierto,
aquí, a mis pies, informe.
Fue ninfa geométrica, columna.
El corazón que acaban de matarle,
Leucipo, pitagórico,
calculador de sueños, arquitecto,
de su pecho lo fue pasando a mármoles.
Y así, edad tras edad, en estas cándidas
hijas de su diseño
su vivir se salvó.  Todo invisible,
su pálpito y su fuego.
Y ellas abstractos bultos se fingían,
pura piedra, columnas sin misterio.
Más duelo, más allá: serafín trunco,
ángel a trozos, roto mensajero.
Quebrada en seis pedazos
sonrisa, que anunciaba, por el suelo.
Entre el polvo guedejas
de rubia piedra, pelo tan sedeño
que el sol se lo atusaba a cada aurora
con sus dedos primeros.
Alas yacen usadas a lo altísimo,
en barro acaba su plumaje célico.
(A estas plumas del ángel desalado
encomendó su vuelo
sobre los siglos el hermano Pablo,
dulce monje cantero).
Sigo escombro adelante, solo, solo.
Hollando voy los restos
de tantas perfecciones abolidas.
Años, siglos, por siglos acudieron
aquí, a posarse en ellas; rezumaban
arcillas o granitos,
linajes de humedad, frescor edénico.
No piso la materia; en su pedriza
piso al mayor dolor, tiempo deshecho.
Tiempo divino que llegó a ser tiempo
poco a poco, mañana tras su aurora,
mediodía camino de su véspero,
estío que se junta con otoño,
primaveras sumadas al invierno.
Años que nada saben de sus números,
llegándose, marchándose sin prisa,
sol que sale, sol puesto,
artificio diario, lenta rueda
que va subiendo al hombre hasta su cielo.
Piso añicos de tiempo.
Camino sobre anhelos hechos trizas,
sobre los días lentos
que le costó al cincel llegar al ángel;
sobre ardorosas noches,
con el ardor ardidas del desvelo
que en la alta madrugada da, por fin,
con el contorno exacto de su empeño...
Hollando voy las horas jubilares:
triunfo, toque final, remate, término
cuando ya, por constancia o por milagro,
obra se acaba que empezó proyecto.
Lo que era suma en un instante es polvo.
¡Qué derroche de siglos, un momento!
No se derrumban piedras, no, ni imágenes;
lo que se viene abajo es esa hueste
de tercos defensores de sus sueños.
Tropa que dio batalla a las milicias
mudas, sin rostro, de la nada; ejército
que matando a un olvido cada día
conquistó lentamente los milenios.
Se abre por fin la tumba a que escaparon;
les llega aquí la muerte de que huyeron.
Ya encontré mi cadáver, el que lloro.
Cadáver de los muertos que vivían
salvados de sus cuerpos pasajeros.
Un gran silencio en el vacío oscuro,
un gran polvo de obras, triste incienso,
canto inaudito, funeral sin nadie.
Yo sólo le recuerdo, al impalpable,
al NO dicho a la muerte, sostenido
contra tiempo y marea: ése es el muerto.
Soy la sombra que busca en la escombrera.
Con sus siete dolores cada una
mil soledades vienen a mi encuentro.
Hay un crucificado que agoniza
en desolado Gólgota de escombros,
de su cruz separado, cara al cielo.
Como no tiene cruz parece un hombre.
Pero aúlla un perro, un infinito perro
-inmenso aullar nocturno ¿desde dónde?-,
voz clamante entre ruinas por su Dueño.
Miguel Serrano Dec 2015
Existe una ciudad de cuarzo exquisita
cuyas rosadas calles yo recorrí
siguiendo su sinuosidad caprichosa
en ensoñaciones o tiempos de ensueño;
contemplé su nimbada altura de sol
en un baño de anochecientes tinturas
que raro artista podrá nunca pintar.

Mis ojos velados de recuerdos hoy
reflejan las puertas cerradas, oscuras;
los muros, cercantes con custodio rol,
que se alzan, fieros y hostiles, ante mí.
Yo hago frente, y grito con voz poderosa
mas no caen los muros y voy a quedar
fuera de la ciudad de cuarzo exquisita.
I wrote this poem quite a long time ago, never uploaded it cause it was written in Spanish though; but I don´t care anymore. It was meant to be longer, but the circumstances changed and I couldn't finish it, not as it was supposed to be.
Volver a los lugares
donde el tiempo
parece no haber pasado.
Los rostros aún reflejan
el cansancio de la tarde
o la desolación
de recuerdos que viajan.
Son las esquinas
de los parias
que conocieron días
de luces fugaces
y se quedaron ahí
en las milongas y los compases.
Mas son también los lares
donde muchas noches,
ebrios de poesía y arte
buscábamos los caminos
del pensamiento
y con el ingenio
eternizábamos la fugaz tarde
Los cubículos siguen allí,
aunque han cambiado los nombres;
se han ido los bohemios,
los soñadores y los danzarines,
pero, ¡oh, gran dolor!,
sólo quedan suspicacias de malandrines.
No se siente, sin embargo,
la dolorosa nostalgia
de los tiempos idos;
los momentos fueron grandiosos
y muy vívidos,
mas como ahora
ha llegado la primavera,
el sol sigue brillando
y las estrellas, cantando.

(Jorge Gómez A.   1992)

* Carabobo es una calle del antiguo Medellín.
Lino Althaner Dec 2011
Abre bien las persianas
mantén descorridas las cortinas.
Aquí siéntete cercano
del jardín prometido.

¿Has visto a las parinas
cómo en el espejo se reflejan?
En aguas como éstas algún día
ya veremos al mundo tal cual es.

Pues le han dicho a mi amigo
sus buenos amigos del otro lado
que algo importante se prepara
para uno cualquiera de estos días.

Abre bien las persianas.
Mantén descorridas las cortinas.
Lake Chungará is up in the andean Altiplano, 4.000 m. over the sea level. Parina is a bird, like a flamingo, tipical of that region
atuknantu Nov 2014
Fue bueno verte
recordar el sentido de todo esto que llevo
solo cuando te tengo al frente puedo entenderlo
el resto del tiempo es solo
pensar, extrañarte, racionalizar

el instante en que puedo sentir tus labios
tu piel
tu cuerpo
no puedo describirlo
llámalo como quieras
pero recorrería el mundo entero y viviría mil vidas mas
solo para poder sentirlo de nuevo

Cielo
somos algo de otro mundo

pero en todo esto no caben dudas
ni miedos
ni incertidumbre ni inseguridad
y no me entiendas mal

pero es algo difícil despertar cuando
nos une un camino duro
un abismo que cruzar
y una linea muy delgada sobre la cual caminar

ayer después de que te fuiste subí a la montaña
estaba desconsolado
vacío
extraño
lleno de conflictos, de ruido, de venenos

te encontré en nuevo lugar
en los colores
en el aire ligero
en ese cielo que era como un mar *****
lleno de luces
embarcaciones con destinos venideros
caminos, contornos
como posibilidades
historias que vivimos o viviremos
puertos que nos esperan
personas que fuimos y que seremos

ese frío que sentía no estaba ahí de verdad
era solo tu ausencia
era solo miedo de despertar
de tu despertar
porque por un momento estuve convencido
de estar dentro de tu sueño
de sentir como tus ojos se cierran
y de estar navegando sobre ese mar

mientras tus manos dibujan los rasgos
de esa pintura,
la misma que tus ojos reflejan
sigo de pie en esa montaña
sobre nubes y abismos
sigo sintiendo frío
perdido entre esos caminos
esperando el día en que aparezcas de nuevo
sin dudas
sin incertidumbre
sin miedo
y yo pueda al fin cerrar los ojos
y compartir el sueño
dibujar tus rasgos
tomar tu mano
y contemplar
en esa misma montaña
como esa noche se vuelve día
como el azul inunda el cielo
y el frío es vencido
y la muerte es vencida
y el reflejo de nuestros ojos
no sea mas una pintura incompleta
sino una vida entera de sueños, mares, montañas abismos y colores
Nienke Oct 2014
aquí la lluvia de la noche viene, otra vez
los bebes golpeando contra la ventana
caen en una piscina de agua negra

ni la luna aparece, ni un poco de luz
pero los bebes reflejan en la oscuridad
los días de otoño han llegado

el frío me abraza con poder
y el viento besa mi cara
Alan Eshban Oct 2017
Este poema que escribo en tu nombre
Que de deseo y amor hecho está.
Con el efecto que sepas el cuánto te quiero
Y el propósito de a tu lado siempre estar.
Para poder mirar tu bella apariencia de la noche a la mañana, para poder apreciar el paraíso que reflejan tus ojos en cada parapadear, que doy mi palabra que nunca me verán fallar, para poder despertarte con un beso en la frente por las mañanas y que te haga sentir lo que realmente siento por ti.
Dudas se que sientes por mi, y cuanto quisiera desterrarlas de ti, pero no importa que tan largo sea el proceso ya que todo lo hago por estar a tu lado.
Quisiera ser tu doctor para mantenerte a salvo, quisiera ser tu enfermero para poderte cuidar, quisiera ser tu mejor amigo para poderte aconsejar, quisiera ser tu psicólogo para poder ser yo quien escuche tus problemas y resolverlos juntos, quisiera ser tu oftalmologo para poder mirar más de cerca tus ojos, quisiera ser tu oso de peluche para que por las noches me abraces, quisiera hacerte sentir lo que yo siento por ti, ser la persona que ames con la que tengas pensado quedarte, porque yo siempre voy a amarte.
Miguel Serrano Jul 2016
─Pausa─
("Abre los ojos"). Abro los ojos.
La cámara cuelga del cuello, más allá, allá a lo lejos, fuera,
     detrás del cristal.
La trenza, color naranja verano,
     tras el cristal,
o más bien estío anaranjado porque no brilla.
                                                         ­   Serán sus ojos.
                                                           ­       Sus ojos sí,
                                                           az­ules. Brillan.
No zafiros, no cristales que reflejan el cielo,
no aguas cristalinas tono aguamarina.
Ojos azules que encandilan,
y una sonrisa,
ambos con guiño. Tienen guiño los ojos sin cerrarse.
Tiene guiño la sonrisa sin ser ojo.
"Sígueme" y solo mis ojos comprenden.
¿Qué haces? ¿Dónde vas? Quédate, ¡para!
Quédate más tiempo mirándome
     por el cristal
(qué debería hacerse añicos de lo fuerte que estoy mirando).
Allá va la espiga, brinca en la calle Velarde,
frente al portal número 5.
Dentro terminan de tomar aire. Cierro los ojos.
─Fin de la pausa─.
Por el amplio silencio del instante
pasa un vago temor.

Tal vez gira la puerta sin motivo
y se recoge una visión distante,
como si el alma fuese un mirador.

Afuera canta un pájaro cautivo
y con gota fugaz el surtidor.

Tal vez fingen las cortinas altas
plegarse al toque de una mano intrusa,
y el incierto rumor
a las pupilas del enfermo acusa
un camino de llanto en derredor.

En sus ojos opacos, mortecinos,
se reflejan las cosas con candor,
mientras la queja fluye
a los labios exangües de dolor.

Cuenta la Hermana cuentas de rosario
y piensa en el Calvario
del Señor.

Pero invade la sombra vespertina
un extraño temor,
y en el péndulo inmóvil se adivina
la séptima caída del amor.

Tal vez gira la puerta sin motivo.
Afuera canta un pájaro cautivo,
y con gota fugaz el surtidor.
Marco Bo Aug 2018
do not look at me
listen to me once and for all

by these forgotten suburbs of the world
in the long run, the substance becomes empty shape
with no one noticing
the mirrors reflect images different from reality
but nobody realizes anymore or pretends not to see

and I sit here dressed in flames wet with fears
that I cannot tell....

but will you listen to me once
and for all?
..................
non guardarmi
ascoltami una volta per tutte

presso queste dimenticate periferie del mondo
alla lunga, la sostanza diventa una vuota forma
senza che nessuno se ne accorga
gli specchi riflettono immagini diverse dalla realtà
ma nessuno si rende conto o fa finta di non vedere

e io mi siedo qui vestita con fiamme bagnate di paura
che non so dire ....

ma tu mi ascolterai
una volta
e per tutte?
...............
y por todas

no me mires
escúchame de una vez
y por todas

en estos suburbios olvidados del mundo
a la larga, la sustancia se convierte en  vacía forma
sin que nadie se dé cuenta
los espejos reflejan imágenes diferentes de la realidad
pero nadie lo nota
  o pretende no ver

y yo me siento aquí vestida en llamas empapadas de miedo
que no sé decir ...

pero tu me escucharas
de una vez
y por todas?

...................................    ..........
et pour toutes

ne me regarde pas
écoute-moi une fois et pour toutes

par ces banlieues oubliées du monde
à long terme, la substance devient
  forme vide
sans que personne ne s'en aperçoive
les miroirs reflètent des images différentes de la réalité
mais personne ne remarque
ou fait semblant de ne pas voir

et je suis assis ici habillé en flammes mouillé de peurs
que je ne sais pas dire ....

mais tu m'écouteras une fois
et pour toutes?
Leydis Jan 2018
Soy trigueña y traviesa,
jueguetona y coqueta,
como el trigal soy un mundo,
que te envuelve en sus granos,
que te devuelve el ánimo,
que sopla a tu oído sonetos y poesías,
que te alivian la vida y te llenan de alegría.

Soy trigueña y fruta divina,
saben mis besos a melocotón,
sé derretirme en la mirada de mi amado
como se disuelve en la boca el algodón azucarado.

Soy trigueña y agraciada,
en el amor nunca he sido frugal
siempre me he entregado de más,
porque a la tumba no quiero llegar
con el cuerpo carente de experiencia
y el amor que mi amado debí entregar.

Soy trigueña y risueña,
mi pelo es reposo de las mariposas,
y ha sido un inmenso placer
moler todo lo que me causa pena.

Si soy trigueña y cómo el trigo
en mi juventud mi juicio fue verde,
y al madurar se reflejan en mi sonrisa,
los ambarinos rayos del sol.

Si soy trigueña y cómo el trigo
ya se está revelando en mi cuello la madurez,
mas todo los que he aprendido,
todo lo que he recolectado en el trigal de mis años,
que se ha cultivado en mi tallo (que es mi mente y mi cuerpo),
y han migrado las espigas (lecciones), haciendo el viaje hacia la razón,
y hoy por hoy son todas esas espigas, cosechas de mi labor.

Como trigo maduro aprendí, que no permito,
¡Que mis raíces la corten oblicuamente con la uña!

Todavía soy trigueña!!

LeydisProse
1/11/2018
https://m.facebook.com/LeydisProse/
Nací do el cielo azul ríe sereno,
en la isla hermosa, de la mar pupila,
donde se mezclan en turquino seno,
de las mañanas a la luz tranquila,
la onda del Jonio y la onda del Tirreno.

Brillan al sol plantíos y cabañas
en la ardiente quietud del horizonte;
y cubiertos de polvo, entre espadañas,
duermen los higos de India sobre el monte,
ante enorme cadena de montañas.

En sus golfos que cúrvanse encantados
ciudades se reflejan y fanales,
y de baños mariscos y raudales
se oye el rumor en huertos aromados,
a la sombra de verdes naranjales.

Tú, más blanca que espuma y luz febea,
nos espera la barca; riega aromas
la blanda brisa que la playa orea,
Triscan rebaños en las verdes lomas,
y el Etna inmenso en el azul humea.
Jr Nov 2019
Manso como las aguas que conocí de chico,
así no perturbo la idea de que te quedes un rato más.

Te sirvo de mar pa' flotar un rato, si me pongo turbulento
y te doy algún mal rato
sabrás entender
fue culpa de la luna.

Balsa a la deriva de mis pupilas que reflejan tenue el cielo de la noche

piérdete en mis aguas y hazte náufrago
Martin D Angelus Nov 2018
Semáforo del tiempo
dónde se reflejan
matices de esperanza
e ilusiones trasnochadas.
El zumbido de la manecilla
hace eco en cada pensamiento.
La inquieta corneta
irrumpe el transcurso del tiempo.
Allí se vive un desafío
entre la realidad
y la utópica fantasía.
Sumergido entre recuerdos
de lunas pasadas
y el brío de inciertos caminos.
En el semáforo del tiempo,
inmortales rotondas surcan
las avenidas del presente
con los andamios del pasado.
Semáforo del tiempo
devuélveme las noches de bohemia,
dónde la barahúnda terrenal
no erradique mis pensamientos.
Semáforo del tiempo
permíteme renacer
al compás del viento.

©MartinDAngelus
Jorge Emilio May 2021
Todas las madrugadas me pregunto:

¿Cuándo veré estallar el volcán de tu pecho?

¿Arderán mis labios al rozar tu cuerpo?

El silencio llano de la Luna me responde…

en su brillo se reflejan tus ojos,

y de la noche emerge tu silueta:

Llueves, sopla el vértigo de tu caída,

eres una nube de agua que inunda mi memoria,

y al amanecer, has partido
En los claros domingos de mi pueblo es costumbre
que en la Plaza descubran las gentiles cabezas
las mozas, y sus ojos reflejan dulcedumbre
y la banda en el kiosko toca lánguidas piezas.
Y al caer sobre el pueblo la noche ensoñadora,
los amantes se miran con la mejor mirada
y la orquesta en sus flautas y violín atesora
mil sonidos románticos en la noche enfiestada.
Los días de guardar en los pueblos provincianos
regalan al viandante gratos amaneceres
en que frescos los rostros, el Lavalle en las manos,
camino de la iglesia van las mozas aprisa;
que en los días festivos, entre aquellas mujeres
no hay una cara hermosa que se quede sin misa.
En otoño, en el agua dormida de los lagos,
                  Cuando ya el frío empieza,
Y el cielo es gris, los álamos en los desiertos parques
                  Las hojas caer dejan;

Y en el agua se tienden como amarillo manto,
                  Y es el agua tristeza...
Pero hay en ella, claros azules do en la noche
                        Se miran las estrellas.
También como esos lagos hay almas otoñales
                  Donde flotan y tiemblan.
Recuerdos melancólicos de días de ilusiones,
                  De extintas primaveras;

Y en esas almas tristes hay claros muy azules
                  Que el cielo azul reflejan...
Así es la mía, y siempre tiene un remanso, en donde
Se miran las estrellas.
LKenzo Dec 2020
Me ducho con agua caliente
hasta dejarme rojeces y moretones en la piel
Suda mi cuerpo mojado
Un baile de burbujas se reflejan
en la pared manchada
Mi sangre bombea tan fuerte
que siento que el corazón me estalla.
Eres tan suave y traslúcido como un riachuelo
yo soy tan fuerte y opaca como una catarata.

¿Pensarán esas personas en mi?
de la misma manera que yo en ellas
¿Me querrá en la soledad de su cuarto?
de la misma forma que yo lo hago.
No me dejas querer a nadie más
aún te recuerdo en la oscuridad
tu estás en mi mente
Yo soy la luna.
Y todas las noches me acuesto desolada.
El bastión en el acantilado está sitiado
esta noche es la última.
El fuego se refleja en el mar,
lo veo desde las almenaras,
y por decirte una vez más la verdad
se que esta es la última noche,
que te beso,
que te beso con honestidad.
Hoy he hecho muy buenas acciones
para ver si me hablas.
Visito únicamente los lugares
en los que sé que tu estarás.
No soy tan fuerte
para vivir sin ti
La primera noche que duermo bajo este techo
lo hago con el corazón quebrado, agrietado.
Tormenta de verano
viento caliente al ocaso
el relámpago y el trueno rompiendo el cielo
Me quedo toda la noche despierta rezando
en voz alta para que me quieras
antes de que termine el verano,
intento olvidarte
pero mi cabeza siempre encuentra la forma
de volver a ti
Me disparo en el pecho
suplicando que tu también sientas el dolor
pero no.
Calor proveniente de tu cuerpo
Se clavó en mi piel el anzuelo
y arranqué las vendas
antes de que curasen las heridas, porque
tus abrazos aún me duelen en la espalda
Comienza el ataque a las murallas
mis pies, ahora descalzos,
están llenos de llagas.

Deshecho mi cuerpo
como hielo, en el suelo
Voy a hablarle a tus ojos
mirándolos fijamente
de ahora en adelante evitaré evadir tu mirada
no temo que me dañes.
Aún recuerdo el peso fantasmagórico
de tu cuerpo en mi espalda
rodeando mi torso, oliendo mi pelo.
Me senté en el prado a escucharte
mientras las hierbas con mis manos
arrancaba, me doy cuenta,
estaba equivocada
esto es peor de lo que pensaba.
Venga a mi tu reino
porque tu tienes la llave.
El poder, te suplico
te pido, te imploro y lo siento
Hazme feliz con tu presencia.
Aunque me ves desnudo, con hambre, y señalada
mi espalda con las huellas el esclavo he nacido
abre, a orillas del golfo en donde el Hibla, erguido,
miel destila y su cumbre mira en el mar copiada.

Cuando dejé la isla fue en hora infortunada,
Si a Siracusa vuelves, a su campo florido,
a sus viñas y abejas, el rumbo conocido
siguiendo de los cisnes, pregunta por mi amada,

¿Veré otra vez sus bellas y diáfanas pupilas,
cual sombrías violetas, que reflejan tranquilas
el cielo de la patria, lejano y esplendente?

Compadécete y parte. Búscala. Sé que existe.
dile que estoy viviendo por ella solamente,
y habrás de conocerla  en que siempre está triste.

— The End —