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Natalia Rivera Oct 2015
Yo no solía rezar
Hasta que la conocí.
Era difícil no ceder a sus tentaciones
En el pueblo decían que era ella
La dama de noche, vicio de los hombres.
Pero yo quería probarla, ocupar un lugar
Entre sus risos desordenados.
Le pedí una noche, solo una.
Ella divertida acepto y la seguí hipnotizada
Al llegar a la recamara se despojó de su vestido
Permitiéndome ver lo blanco de su piel
Se acercó a mí y sin preámbulos me plantó un beso.
Sutiles sus labios, deliciosos.
Una caricia por la espalda, otra en las caderas
Me quita el suéter y la falda.
Sentía sus dedos explorar la humedad
Entre mis piernas, haciendo a un lado el vello.
Su lengua recorría mis senos y su mirada
Estaba fija en mí, se mordía los labios
Me gemía suavemente al oído.
La sentía dentro de mí
Haciendo movimientos lentos
-No te resistas, déjame mostrarte…
Y como quien obedece sin preguntar
Deje que una ola de placer inundara mi cuerpo
Haciendo la habitación pequeña, silenciando todo.
No sé si había pasado una o tres horas
Pero yo yacía desnuda, empapada en sudor
La habitación olía extraño me incorporo
Para encontrarla sentada en la ventana
Aun desnuda fumándose un cigarro.
Al verme sonríe y me ofrece un trago
Era una diosa tallada por la vida.
Un último beso fue plasmado antes de marcharse
Y de eso ha pasado seis años.
Yo no solía rezar
Hasta que la conocí.
Me he topado con ella varias veces
Como viento que mueve hojas
En las noches que el cielo este despejado
Le suelo gritar al viento
Oh María, sin pecado concebida
Tráemela una noche, solo una.
Anahí Ake Apr 7
Corazón cálido y pequeño,
brinda a la chica de antaño,
para sanar lo que fue dañado,
por un pasado ya olvidado.

La soledad la cubría,
una oscuridad sin salida.
Su carisma, como brisa,
daba a su amada alegría,
aunque no era correspondida.

Chica herida y desconfiada,
se alejaba, no era abrazada.
Aun así, ella adoraba
los recuerdos de su aliada.

Una amistad de tantos años,
atada a sueños ya lejanos,
de aquella aliada distante,
que quedó en su horizonte errante.

Pero ella tomó su mano,
y borró todo lo insano.
Tocó su corazón con calma,
y limpió su mente del drama.

A su lado decidió quedarse,
sin importar los desplantes
de su chica de antaño,
con su alma hecha de telarañas.

¡Oh, recuerdos congelados!
La chica del pasado
dio su primer paso
y se quedó a mi lado,
dejando atrás el daño.

Temor de volver a sentir
sin esa “aliada” junto a mí.
Pero ella no es como antes,
no es la sombra de alguien distante.

Ella es dulce, como el anís,
con dulzura que no se ve,
pero que al probarla una vez,
queda en el alma, hecha raíz.

Aprendió a cuidarla
para que nunca fuera dañada,
como lo hizo su “aliada”
con la chica abandonada.

— The End —