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Iba yo por la senda, tú venías por ella,
mi amor cayó en tus brazos, tu amor tembló en los míos.
Desde entonces mi cielo de noche tuvo estrellas
y para recogerlas se hizo tu vida un río.
Para ti cada roca que tocarán mis manos
ha de ser manantial, aroma, fruta y flor.Para ti cada espiga debe apretar su grano
y en cada espiga debe desgranarse mi amor.Me impedirás, en cambio, que yo mire la senda
cuando llegue la muerte para dejarla trunca.Te cubrirán mis ojos como una doble venda.Me hablarás de un camino que no termine nunca.
La música que escondo para encantarse huye
lejos de la canción que borbota y resalta:
como una vía láctea desde mi pecho fluye.En tus brazos se enredan las estrellas más altas.
Tengo miedo. Perdóname por no haber llegado antes.Una sonrisa tuya borra todo un pasado:
guarden tus labios dulces lo que ya está distante.En un beso sabrás todo lo que he callado.Tal vez no sepa entonces conocer tu caricia,
porque en las venas mías tu ser se habrá fundido.Cuando yo muerda un fruto tú sabrás su delicia.Cuando cierres los ojos me quedaré dormido.
Tardará, tardará.

Ya sé que todavía
los émbolos,
la usura,
el sudor,
las bobinas
seguirán produciendo,
al por mayor,
en serie,
iniquidad,
ayuno,
rencor,
desesperanza;
para que las lombrices con huecos pórtasenos,
las vacas de embajada,
los viejos paquidermos de esfínteres crinudos,
se sacien de adulterios,
de diamantes,
de caviar,
de remedios.

Ya sé que todavía pasarán muchos años
para que estos crustáceos
del asfalto
y la mugre
se limpien la cabeza,
se alejen de la envidia,
no idolatren la seña,
no adoren la impostura,
y abandonen su costra
de opresión,
de ceguera,
de mezquindad,
de bosta.

Pero, quizás, un día,
antes de que la tierra se canse de atraernos
y brindarnos su seno,
el cerebro les sirva para sentirse humanos,
ser hombres,
ser mujeres,
-no cajas de caudales,
ni perchas desoladas-,
someter a las ruedas,
impedir que nos maten,
comprobar que la vida se arranca y despedaza
los chalecos de fuerza de todos los sistemas;
y descubrir, de nuevo, que todas las riquezas
se encuentran en nosotros y no bajo la tierra.

Y entonces...
¡Ah! ese día
abriremos los brazos
sin temer que el instinto nos muerda los garrones,
ni recelar de todo,
hasta de nuestra sombra;
y seremos capaces de acercarnos al pasto,
a la noche,
a los ríos,
sin rubor,
mansamente,
con las pupilas claras,
con las manos tranquilas;
y usaremos palabras sustanciosas,
auténticas;
no como esos vocablos erizados de inquina
que babean las hienas al instarnos al odio,
ni aquellos que se asfixian
en estrofas de almíbar
y fustigada clara de huevo corrompido;
sino palabras simples,
de arroyo,
de raíces,
que en vez de separarnos
nos acerquen un poco;
o mejor todavía,
guardaremos silencio
para tomar el pulso a todo lo que existe
y vivir el milagro de cuanto nos rodea,
mientras alguien nos diga,
con una voz de roble,
lo que desde hace siglos
esperamos en vano.
magalí Jun 2018
Veo a la luna desaparecer
en una marea de nubes grises,
estrellas jugando a la escondida
entre luces de bares y de casas,
y me pregunto
si tu luna también naufraga,
y tus estrellas también se escapan.

A veces no uso bufanda
y sacó las manos de los bolsillos
para dejar que me muerda el frío,
y sentir que al menos
en eso coincidimos,
que también se te congelan los dedos
y el viento también te enreda el pelo.

Quiero saber como es tu noche,
como es tu frío,
si lo vivís
al mismo tiempo que el mio,
o si mi luna y tu sol
estan destinados
a bailar siempre en círculos.
Yo soy borracho. Me ****** el vino
luminoso y azul de la quimera
que pone una explosión de primavera
sobre mi corazón y mi destino.

Tengo el alma hecha ritmo y armonía;
todo en mi ser es música y es canto,
desde el réquiem tristísimo del llanto
hasta el trino triunfal de la alegría.

Y no porque la vida mi alma muerda
ha de rimar su ritmo mi alma loca:
aun más que por la mano que la toca
la cuerda vibra y canta porque es cuerda.

Así, cuando la negra y dura zarpa
de la muerte destroce el pecho mío,
mi espíritu ha de ser en el vacío
cual la postrera vibración de un arpa.

Y ya de nuevo en el astral camino
concretará sus ansias de armonía
en la cascada de una sinfonía,
o en la alegría musical de un trino.
No le de cuerda a ese loco que si poco se acuerda de toda la mierda que esconde debajo las piedras y cuidado no lo friege pa que no le muerda por no haberle dado la cuerda recuerda.
Yorlan Jan 20
Tu cuerpo me habla,
y dice cosas muy bonitas.
Me implora que sea su dueño,
que lo sacuda, lo estremezca,
que lo muerda y lo bese.

Tu cuerpo me habla,
sobre tentaciones que nos llaman
a los placeres compartidos.
Me pide la brutalidad de la ternura
y la ternura de la violencia.
Quiere que lo azote con afecto,
que lo acaricie con rigor.

Tu cuerpo me llama y me invita,
a aquel instinto humano
de dibujarte con la boca;
a la supremacía de las caricias,
a la tortura de la lengua
que embelesa a los sentidos.

Tu cuerpo me habla,
y yo le escucho con mis manos,
respondiendo a cada orden
sediento por sus encantos.

— The End —