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Ralph Albors Jun 2015
Agrio y amargo, penetras mi lengua
como otra lengua lo haría.
Y es que vas más allá de lo físico,
más allá de lo surreal e intrínseco,
llegas al alma y al corazón
y los nutres de tu seno ferviente.
Eres madre, eres padre,
eres hijo, nieta, primo, amiga.
Permites tu cultivo; te sacrificas
para que seres hipócritas te ingieran
mientras discuten política, economía,
religión, literatura, guerra, amor.

Preparas la tierra fértil del intelecto
para laborar la poesía y la música.
Una pareja se enamora al platicar
mientras beben y degustan tu ácido,
y tú, espectador omnipresente, ubicuo,
exploras las mentes a las que llegas
utilizando la autopista neuronal.
Eternizas tu gestión desinteresadamente.
Son escasos los que te aprecian,
pero inconmensurables los que te reconocen,
así como un religioso reconoce a su dios,
pero solo lo valora cuando ha de necesitarlo.

Eres dios, y por eso el hombre te adora.
A veces pienso mucho
Y a veces pienso muy distinto
Tengo tantos pensamientos en mi mente que casi siempre me contradigo.
Es que una parte de mi cree y ama tantas cosas que sueña que realmente cada una de ellas sean ciertas
Y la otra que es más "realista", dirían,  tacha cada una de ellas
Mi mente es un debate constante entre lo que cree y lo que debería
Entre la ilusión y la desilusión
Y ambas puntas de la mesa discuten sin razón
Por eso hoy puedo pensar de la forma más ilusa posible
y mañana me despertaré e intentaré racionalizar meticulosamente todo
Pero  otras veces termino en un limbo, en el que todo se mezcla llegando a ser un sinsentido alguno

— The End —