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Ralph Albors Jun 2015
Agrio y amargo, penetras mi lengua
como otra lengua lo haría.
Y es que vas más allá de lo físico,
más allá de lo surreal e intrínseco,
llegas al alma y al corazón
y los nutres de tu seno ferviente.
Eres madre, eres padre,
eres hijo, nieta, primo, amiga.
Permites tu cultivo; te sacrificas
para que seres hipócritas te ingieran
mientras discuten política, economía,
religión, literatura, guerra, amor.

Preparas la tierra fértil del intelecto
para laborar la poesía y la música.
Una pareja se enamora al platicar
mientras beben y degustan tu ácido,
y tú, espectador omnipresente, ubicuo,
exploras las mentes a las que llegas
utilizando la autopista neuronal.
Eternizas tu gestión desinteresadamente.
Son escasos los que te aprecian,
pero inconmensurables los que te reconocen,
así como un religioso reconoce a su dios,
pero solo lo valora cuando ha de necesitarlo.

Eres dios, y por eso el hombre te adora.
Irina Lujan Nov 2024
A veces pienso mucho
Y a veces pienso muy distinto
Tengo tantos pensamientos en mi mente que casi siempre me contradigo.
Es que una parte de mi cree y ama tantas cosas que sueña realmente que estas sean ciertas
Y la otra que es más "realista"  tacha cada una de ellas
Mi mente es un debate constante entre lo que cree y lo que debería
Entre la ilusión y la desilusión
Y ambas puntas de la mesa discuten sin razón
Por eso hoy puedo pensar de la forma más ilusa posible
y mañana me despertaré e intentaré racionalizar meticulosamente todo
Pero  otras veces termino en un limbo, en el que todo se mezcla, llegando a ser un sinsentido alguno
Daniii 3d
No todo lo que se rompe hace ruido.
Hay corazones que se rompen en silencio,
como un vaso lleno de confianza
que cae sin ser visto…
y al levantarse, ya no es el mismo.

Decir “no” puede ser necesario,
pero decirlo sin pensar, mil veces,
como quien se tapa los oídos y grita para no escuchar,
es como cerrar la puerta y tirar la llave
cuando alguien todavía quiere entrar… con paz.

Hablar no es solo mover la boca.
Hablar de verdad es exponer el alma con cuidado,
como quien saca un cristal del pecho
y lo entrega temblando
con la esperanza de no ser juzgado.

Madurar no es tener siempre la razón.
Madurar es saber que a veces
el que más grita
es el que menos entiende.
Y que la verdad no se impone: se ofrece, se propone, se comparte.
Como el pan, como el perdón, como el abrazo.

Hay quienes discuten como si la vida fuera un ring,
olvidando que no hay victoria en herir al otro.
¿De qué sirve ganar una discusión
si perdés al ser humano que tenías enfrente?

La estupidez más grande no es equivocarse,
es negarse a escuchar.
Es decir “así soy” como excusa para herir,
es escudarse en el orgullo cuando lo que hace falta
es un poco de humildad y dos minutos de silencio.

La inteligencia verdadera
es la que se atreve a bajar la voz
cuando todo dentro quiere explotar.
Es la que no necesita gritar para tener peso.
Es la que no necesita un "no" duro
cuando puede construir un "sí" razonado.

¿Querés arreglar algo?
No digas “vos sos el problema”.
Decí: “hay algo que nos duele y podemos sanarlo”.

¿Querés que el otro entienda?
No impongas, no empujes, no explotes.
Decí: “quiero comprenderte… aunque no piense igual”.

¿Querés que no se rompa lo que amás?
No esperes que el tiempo lo arregle.
El tiempo no cura el orgullo,
ni cose las heridas que deja una palabra cruel.

Hablá. Pero hablá con el alma y no con la bronca.
Callá. Pero no para castigar,
sino para calmar la tormenta interna
antes de decir algo que después queme el puente.

No sos más maduro por ganar una discusión,
sos más maduro cuando salvás una relación
sin perderte a vos mismo.

Y si un día la herida es tan grande
que ya no sabés cómo hablar...
entonces mirá a los ojos.
A veces, lo más sincero no se dice:
se siente.



Derechos de autor ©️

~Daniii

— The End —