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El césped. Desde la tribuna es un tapete verde. Liso, regular,
aterciopelado, estimulante. Desde la tribuna quizá crean que,
con semejante alfombra, es imposible errar un gol y mucho menos errar
un pase. Los jugadores corren como sobre patines o como figuras de
ballet. Quien es derrumbado cae seguramente sobre un colchón de
plumas, y si se toma, doliéndose, un tobillo, es porque el gesto
forma parte de una pantomima mayor. Además, cobran mucho dinero
simplemente por divertirse, por abrazarse y treparse unos sobre otros
cuando el que queda bajo ese sudoroso conglomerado hizo el gol
decisivo. O no decisivo, es lo mismo. Lo bueno es treparse unos sobre
otros mientras los rivales regresan a sus puestos, taciturnos, amargos,
cabizbajos, cada uno con su barata soledad a cuestas. Desde la tribuna
es tan disfrutable el racimo humano de los vencedores como el drama
particular de cada vencido. Por supuesto, ciertos avispados
espectadores siempre saben cómo hacer la jugada maestra y no
acaban de explicarse, y sobre todo de explicarlo a sus vecinos, por
qué este o aquel jugador no logra hacerla. Y cuando el
árbitro sanciona el penal, el espectador avispado también
intuye hacia qué lado irá el tiro, y un segundo
después, cuando el balón brinca ya en las redes, no
alcanza a comprender cómo el golero no lo supo. O acaso
sí lo supo y con toda deliberación se arrojó al
otro palo, en un alarde de masoquismo o venalidad o estupidez
congénita. Desde la tribuna es tan fácil. Se conoce la
historia y la prehistoria. O sea que se poseen elementos suficientes
como para comparar la inexpugnable eficacia de aquel zaguero
olímpico con la torpeza del patadura actual, que no acierta
nunca y es esquivado una y mil veces. Recuerdo borroso de una
época en que había un centre-half y un centre-forward,
cada uno bien plantado en su comarca propia y capaz de distribuir el
juego en serio y no jugando a jugar, como ahora, ¿no? El
espectador veterano sabe que cuando el fútbol se
convirtió en balompié y la ball en pelota y el dribbling
en finta y el centre-half en volante y el centre-forward en alma en
pena, todo se vino abajo y ésa es la explicación de que
muchos lleven al estadio sus radios a transistores, ya que al menos
quienes relatan el partido ponen un poco de emoción en las
estupendas jugadas que imaginan. Bueno, para eso les pagan,
¿verdad? Para imaginar estupendas jugadas y está bien.
Por eso, cuando alguien ha hecho un gol y después de los abrazos
y pirámides humanas el juego se reanuda, el locutor
idóneo sigue colgado de la "o" de su gooooooool, que en realidad
es una jugada suya, subjetiva, personal, y no exactamente del delantero
que se limitó a empujar con la frente un centro que, entre todas
las otras, eligió su cabeza. Y cuando el locutor idóneo
llega por fin al desenlace de la "ele" final de su gooooooool privado,
ya el árbitro ha señalado un orsai que favorece,
¿por qué no?, al locatario.

Es bueno contemplar alguna vez la cancha desde aquí, desde lo
alto. Así al menos piensa Benjamín Ferrés,
veintitrés años, digamos delantero de un Club Chico,
alguien últimamente en alza según los cronistas
deportivos más estrictos, y que hoy, después de empatarle
al Club Grande y ducharse y cambiarse, no se fue del estadio con el
resto del equipo y prefirió quedarse a mirar, desde la tribuna
ya vacía (sólo quedan los cafeteros y heladeros y
vendedores de banderitas, que recogen sus bártulos o tal vez
hacen cuentas) aquel campo en el que estuvo corriendo durante noventa
minutos e incluso convirtió uno, el segundo, de los dos goles
que le otorgan al Club Chico eso que suele llamarse un punto de oro.
Sí, desde aquí arriba el césped es una alfombra,
casi un paño verde como el del casino, con la importante
diferencia de que allá los números son fijos,
permanentes, y aquí (él, por ejemplo, es el ocho) cambian
constantemente de lugar y además se repiten. A lo mejor con el
flaco Suárez (que lleva el once prendido en la espalda)
podrían ser una de las parejas negras. O no. Porque de ambos,
sólo el Flaco es oscurito.

Ahora se levanta un viento arisco y las gradas de cemento son
recorridas por vasos de plástico, hojas de diario, talones de
entradas, almohadillas, pelotas de papel. Remolinos casi fantasmales
dan la falsa impresión de que las gradas se mueven, giran,
bailotean, se sacuden por fin el sol de la tarde. Hay papeles que suben
las escaleras y otros que se precipitan al vacío. A
Benjamín (Benja, para la hinchada) le sube una bocanada de
desconsuelo, de extraña ansiedad al enfrentarse, ¿por
primera vez?, con la quimera de cemento en estado de pureza (o de
basura, que es casi lo mismo) y se le ocurre que el estadio
vacío, desolado, es como un esqueleto de multitud, un eco
fantasmal de esa misma muchedumbre cuando ruge o aplaude o insulta o
agita banderas. Se pregunta cómo se habrá visto su gol
desde aquí, desde esta tribuna generalmente ocupada por las
huestes del adversario. Para los de abajo en la tabla, el estadio
siempre es enemigo: miles y miles de voces que los acosan, los
persiguen, los hunden, porque generalmente el que juega aquí, el
permanente locatario, es uno de los Grandes, y los de abajo sólo
van al estadio cuando les toca enfrentarlos, y en esas ocasiones apenas
si acarrean, en el mejor de los casos, algunos cientos de
fanáticos del barrio, que, aunque se desgañitan y agitan
como locos su única y gastada bandera, en realidad no cuentan,
es imposible que tapen, desde su islote de alaridos, el gran rugido de
la hinchada mayor. Desde abajo se sabe que existen, claro, y eso es
bueno, y de vez en cuando, cuando se suspende el juego por
lesión o por cambio de jugadores, los del Club Chico van con la
mirada al encuentro de aquel rinconcito de tribuna donde su bandera
hace guiños en clave, señales secretas como las del
truco. Y ésta es la mejor anfetamina, porque los llena de
saludable euforia y además no aparece en los controles
antidopping.

Hoy empataron, no está mal, se dice Benja, el número
ocho. Y está mejor porque todos sus huesos están enteros,
a pesar de la alevosa zancadilla (esquivada sólo por
intuición) que le dedicaran en el toletole previo al primer gol,
dos segundos antes de que el Colorado empujara nuevamente la globa con
el empeine y la colocara, inalcanzable, junto al poste izquierdo.
Después de todo, la playa es mía. Desde hace quince
años la vengo adquiriendo en pequeñas cuotas. Cuotas de
sol y dunas. Todos esos prójimos, prójimas y projimitos
que se ven tendidos sobre las rocas o bajo las sombrillas o corriendo
tras una pelota de engañapichanga o jugando a la paleta en una
cancha marcada en la arena con líneas que al rato se borran,
todos esos otros, están en la playa gracias a que yo les permito
estar. Porque la playa es mía. Mío el horizonte con
toninas remotas y tres barquitos a vela. Míos los peces que
extraen mis pescadores con mis redes antiguas, remendadas. El aire
salitroso y los castillos de arena y las aguas vivas y las algas que ha
traído la penúltima ola. Todo es mío.
¿Qué sería de mí, el número ocho,
sin estas mañanas en que la playa me convence de que soy libre,
de que puedo abrazar esta roca, que es mi roca mujer o tal vez mi roca
madre, y estirarme sin otros límites que mi propio límite
o hasta que siento las tenazas del cangrejo barcino sobre mi dedo
gordo? Aquí soy número ocho sin llevarlo en la espalda.
Soy número ocho sencillamente porque es mi identidad. Un cura o
un teniente o un payaso no necesitan vestir sotana o uniforme o traje
de colores para ser cura o teniente o payaso. Soy número ocho
aunque no lo lleve dibujado en el lomo y aunque ningún botija se
arrime a pedirme autógrafos, porque sólo se piden
autógrafos a los de los Clubes Grandes. Y creo que siempre
seré de Club Chico, porque me gusta amargarles la fiesta, no a
los jugadores que después de todo son como nosotros, sólo
que con más suerte y más guita, ni siquiera a la hinchada
grande por más que nos insulte cuando hacemos un fau y festeje
ruidosamente cuando el otro nos propina un hachazo en la canilla. Me
gusta arruinarles la fiesta, sobre todo a los dirigentes, esos
industriales bien instalados en su cochazo, en su piso de la Rambla y
en su mondongo, señores cuya gimnasia sabatina o dominical
consiste en sentarse muy orondos, arriba en el palco oficial, y desde
ahí ver cómo allá abajo nos reventamos, nos
odiamos, nos derretimos en sudores, y cuando sus jugadores ganan,
condescienden a llegar al vestuario y a darles una palmadita en el
hombro, disimulando apenas el asco que les provoca aquella piel
todavía sudada, y en cambio, cuando sus jugadores pierden, se
van entonces directamente a su casa, esta vez por supuesto sin ocultar
el asco. En verdad, en verdad os digo que yo ignoro si hacen eso, pero
me lo imagino. Es decir, tengo que imaginarlo así, porque una
cosa son las instrucciones del entrenador, que por supuesto trato de
cumplir si no son demasiado absurdas, y otra cosa son las instrucciones
que yo me doy, verbigracia vamo vamo número ocho hay que aguarle
la fiesta a ese presidente cogotudo, jactancioso y mezquino, que viene
al estadio con sus tres o cuatro nenes que desde ya tienen caritas de
futuros presidentes cogotudos. Bueno, no sé ni siquiera si tiene
hijos, pero tengo que imaginarlo así porque soy el número
ocho, insustituible titular de un Club Chico y, ya que cobro poco,
tengo que inventarme recompensas compensatorias y de esas recompensas
inventadas la mejor es la posibilidad de aguarle la fiesta al cogotudo
presidente del Grande, a fin de que el lunes, cuando concurra a su
Banco o a su banca, pase también su vergüenza rica, su
vergüenza suntuosa, así como nosotros, los que andamos en
la segunda mitad de la tabla, sufrimos, cuando perdemos, nuestra
vergüenza pobre. Pero, claro, no es lo mismo, porque los Grandes
siempre tienen la obligación de ganar, y los Chicos, en cambio,
sólo tenemos la obligación de perder lo menos posible. Y
cuando no ganamos y volvemos al barrio, la gente no nos mira con
menosprecio sino con tristeza solidaria, en tanto que al presidente
cogotudo, cuando vuelve el lunes a su Banco o a su banca, la gente, si
bien a veces se atreve a decirle qué barbaridad doctor porque
ustedes merecieron ganar y además por varios goles, en realidad
está pensando te jodieron doctor qué salsa les dieron
esos petizos. Por eso a mí no me importa ser número ocho
titular y que no me pidan autógrafos aquí en la playa ni
en el cine ni en Dieciocho. Los partidos no se ganan con
autógrafos. Se ganan con goles y ésos los sé
hacer. Por ahora al menos. También es un consuelo que la playa
sea mía, y como mía pueda recorrerla descalzo, casi
desnudo, sintiendo el sol en la espalda y la brisa en los ojos, o
tendiéndome en las rocas pero de cara al mar, consciente de que
atrás dejo la ciudad que me espía o me protege,
según las horas y según mi ánimo, y adelante
está esa llanura líquida, infinita, que me lame, me
salpica, a veces me da vértigo y otras veces me brinda una
insólita paz, un extraño sosiego, tan extraño que
a veces me hace olvidar que soy número ocho.
Alejandra. Lo extraño había sido que Benja conociera sus
manos antes que su rostro, o mejor aún, que se enamorara de sus
manos antes que de su rostro. Él regresaba de San Pablo en un
vuelo de Pluna. El equipo se había trasladado para jugar dos
amistosos fuera de temporada, pero Benja sólo había
participado en el primero porque en una jugada tonta había
caído mal y el desgarramiento iba a necesitar por lo menos cinco
días de cuidado, así que el preparador físico
decidió mandarlo a Montevideo para que allí lo atendieran
mejor. De modo que volvía solo. A la media hora de vuelo se
levantó para ir al baño y cuando regresaba a su sitio
tuvo la impresión de ser mirado pero él no miró.
Simplemente se sentó y reinició la lectura de Agatha
Christie, que le proponía un enigma afilado, bienhumorado y
sutil como todos los suyos.

De pronto percibió que algo singular estaba ocurriendo. En el
respaldo que estaba frente a él apareció una mano de
mujer. Era una mano delgada, de dedos largos y finos, con uñas
cuidadas pero sin color. Una mano expresiva, o quizá que
expresaba algo, pero qué. A los dos o tres minutos hizo
irrupción la otra mano, que era complementaria pero no igual.
Cada mano tenía su carácter, aunque sin duda
compartían una inquietante identidad. Benja no pudo continuar su
lectura. Adiós enigma y adiós Agatha. Las manos se
movían con sobriedad, se rozaban a veces. Él
imaginó que lo llamaban sin llamarlo, que le contaban una
historia, que le ofrecían respuestas a interrogantes que
aún no había formulado; en fin, que querían ser
asidas. Y lo más preocupante era que él también
quería asirlas, con todos los riesgos que un acto así
podía implicar, verbigracia que la dueña de aquellas
manos llamara inmediatamente a la azafata, o se levantara, enfrentada a
su descaro, y le propinara una espléndida bofetada, con toda la
vergüenza, adicional y pública, que semejante castigo
podía provocar. Hasta llegó a concebir, como un destello,
un título, a sólo dos columnas (porque era número
ocho, pero sólo de un Club Chico): conocido futbolista uruguayo
abofeteado en pleno vuelo por dama que se defiende de agresión
******.

Y sin embargo las manos hablaban. Sutiles, seductoras,
finísimas, dialogaban uña a uña, yema a yema, como
creando una espera, construyendo una expectativa. Y cuando fue ordenado
el ajuste de los cinturones de seguridad, desaparecieron para cumplir
la orden, pero de inmediato volvieron a poblar el respaldo y con ello a
convocar la ansiedad del número ocho, que por fin decidió
jugarse el todo por el todo y asumir el riesgo del ridículo, el
escándalo y el titular a dos columnas que acabaran con su
carrera deportiva. De modo que, tomada la difícil
decisión y tras ajustarse también él el
cinturón, avanzó su propia mano hacia los dedos
cautivantes, que en aquel preciso momento estaban juntos. Notó
un leve temblor, pero las manos no se replegaron. La suya
prolongó aquel extraño contacto por unos segundos, luego
se retiró. Sólo entonces las otras manos desaparecieron,
pero no pasó nada. No hubo llamada a la azafata ni bofetada.
Él respiró y quedó a la espera. Cuando el
avión comenzaba el descenso, una de las manos apareció de
nuevo y traía un papel, más bien un papelito, doblado en
dos. Benja lo recogió y lo abrió lentamente. Conteniendo
la respiración, leyó: 912437.

Se sintió eufórico, casi como cuando hacía un gol
sobre la hora y la hinchada del barrio vitoreaba su nombre y él
alzaba discretamente un brazo, nada más que para comunicar que
recibía y apreciaba aquel apoyo colectivo, aquel afecto, pero
los compañeros sabían que a él no le gustaba toda
esa parafernalia de abrazos, besos y palmaditas en el trasero, algo que
se había vuelto habitual en todas las canchas del mundo.
Así que cuando metía un gol sólo le tocaban un
brazo o le hacían desde lejos un gesto solidario. Pero ahora,
con aquel prometedor 912437 en el bolsillo, descendió del
avión como de un podio olímpico y diez minutos
después pudo mirar discretamente hacia la dueña de las
manos, que en ese instante abría su valija frente al funcionario
aduanero, y Benja comprobó que el rostro no desmerecía la
belleza y la seducción de las manos que lo habían enamorado.
Benja y Martín se encontraron como siempre en la pizzería
del sordo Bellini. Desde que ambos integraran el cuadrito juvenil de La
Estrella habían cultivado una amistad a prueba de balas y
también de codazos y zancadillas. Benja jugaba entonces de
zaguero y sin embargo había terminado en número ocho.
Martín, que en la adolescencia fuera puntero derecho, más
tarde (a raíz de una sustitución de emergencia, tras
lesiones sucesivas y en el mismo partido del golero titular y del
suplente) se había afincado y afirmado en el arco y hoy era uno
de los guardametas más cotizados y confiables de Primera A.

El sordo Bellini disfrutaba plenamente con la presencia de los dos
futbolistas. Él, que normalmente no atendía las mesas
sino que se instalaba en la caja con su gorra de capitán de
barco, cuando Martín y Benja aparecían, solos o
acompañados, de inmediato se arrimaba solícito a dejarles
el menú, a recoger los pedidos, a recomendarles tal o cual plato
y sobre todo a comentar las jugadas más notables o más
polémicas del último domingo.

Era algo así como el fan particular de Benja y Martín y
su caballito de batalla era hacerles bromas c
Jean Cocteau es un ruiseñor mecánico a quien le ha dado cuerda Ronsard.

Los únicos brazos entre los cuales nos resignaríamos a pasar la vida, son los brazos de las Venus que han perdido los brazos.

Si los pintores necesitaran, como Delacroix, asistir al degüello de 400 odaliscas para decidirse a tomar los pinceles... Si, por lo menos, sólo fuesen capaces de empuñarlos antes de asesinar a su idolatrada Mamá...

Musicalmente, el clarinete es un instrumento muchísimo más rico que el diccionario.

Aunque se alteren todas nuestras concepciones sobre la Vida y la Muerte, ha llegado el momento de denunciar la enorme superchería de las "Meninas" que -siendo las propias "Meninas" de carne y hueso- colgaron un letrerito donde se lee Velázquez, para que nadie descubra el auténtico y secular milagro de su inmortalidad.

Nadie escuchó con mayor provecho que Debussy, los arpegios que las manos traslúcidas de la lluvia improvisan contra el teclado de las persianas.

Las frases, las ideas de Proust, se desarrollan y se enroscan, como las anguilas que nadan en los acuarios; a veces deformadas por un efecto de refracción, otras anudadas en acoplamientos viscosos, siempre envueltas en esa atmósfera que tan solo se encuentra en los acuarios y en el estilo de Proust.

¡La "Olimpia" de Manet está enferma de "mal de Pott"! ¡Necesita aire de mar!... ¡Urge que Goya la examine!...

En ninguna historia se revive, como en las irisaciones de los vidrios antiguos, la fugaz y emocionante historia de setecientos mil crepúsculos y auroras.

¡Las lágrimas lo corrompen todo! Partidarios insospechables de un "régimen mejorado", ¿tenemos derecho a reclamar una "ley seca" para la poesía... para una poesía "extra dry", gusto americano?

Todo el talento del "douannier" Rousseau estribó en la convicción con que, a los sesenta años, fue capaz de prenderse a un biberón.

La disección de los ojos de Monet hubiera demostrado que Monet poseía ojos de mosca; ojos forzados por innumerables ojitos que distinguen con nitidez los más sutiles matices de un color pero que, siendo ojos autónomos, perciben esos matices independientemente, sin alcanzar una visión sintética de conjunto.

Las frases de Oscar Wilde no necesitan red. ¡Lástima que al realizar sus más arriesgadas acrobacias, nos dejen la incertidumbre de su ****!

El cúmulo de atorrantismo y de burdel, de uso y abuso de limpiabotas, de sensiblería engominada, de ojo en compota, de retobe y de tristeza sin razón -allí está la pampa... más allá el indio... la quena... el tamboril -que se espereza y canta en los acordes del tango que improvisa cualquier lunfardo.

Es necesario procurarse una vestimenta de radiógrafo (que nos proteja del contacto demasiado brusco con lo sobrenatural), antes de aproximarnos a los rayos ultravioletas que iluminan los paisajes de Patinir.

No hay crítico comparable al cajón de nuestro escritorio.

Entre otras... ¡la más irreductible disidencia ortográfica! Ellos: Padecen todavía la superstición de las Mayúsculas.

Nosotros: Hace tiempo que escribimos: cultura, arte, ciencia, moral y, sobre todo y ante todo, poesía.

Los cubistas cometieron el error de creer que una manzana era un tema menos literario y frugal que las nalgas de madame Recamier.

¡Sin pie, no hay poesía! -exclaman algunos. Como si necesitásemos de esa confidencia para reconocerlos.

Esos tinteros con un busto de Voltaire, ¿no tendrán un significado profundo? ¿No habrá sido Voltaire una especie de Papa (*****) de la tinta?

En música, al pleonasmo se le denomina: variación.

Seurat compuso los más admirables escaparates de juguetería.

La prosa de Flaubert destila un sudor tan frío que nos obliga a cambiarnos de camiseta, si no podemos recurrir a su correspondencia.

El silencio de los cuadros del Greco es un silencio ascético, maeterlinckiano, que alucina a los personajes del Greco, les desequilibra la boca, les extravía las pupilas, les diafaniza la nariz.

Los bustos romanos serían incapaces de pensar si el tiempo no les hubiera destrozado la nariz.

No hay que admirar a Wagner porque nos aburra alguna vez, sino a pesar de que nos aburra alguna vez.

Europa comienza a interesarse por nosotros. ¡Disfrazados con las plumas o el chiripá que nos atribuye, alcanzaríamos un éxito clamoroso! ¡Lástima que nuestra sinceridad nos obligue a desilusionarla... a presentarnos como somos; aunque sea incapaz de diferenciarnos... aunque estemos seguros de la rechifla!

Aunque la estilográfica tenga reminiscencias de lagrimatorio, ni los cocodrilos tienen derecho a confundir las lágrimas con la tinta.

Renán es un hombre tan bien educado que hasta cuando cree tener razón, pretende demostrarnos que no la tiene.

Las Venus griegas tienen cuarenta y siete pulsaciones. Las Vírgenes españolas, ciento tres.

¡Sepamos consolarnos! Si las mujeres de Rubens pesaran 27 kilos menos, ya no podríamos extasiarnos ante los reflejos nacarados de sus carnes desnudas.

Llega un momento en que aspiramos a escribir algo peor.

El ombligo no es un órgano tan importante como imaginan ustedes... ¡Señores poetas!

¿Estupidez? ¿Ingenuidad? ¿Política?... "Seamos argentinos", gritan algunos... sin advertir que la nacionalidad es algo tan fatal como la conformación de nuestro esqueleto.

Delatemos un onanismo más: el de izar la bandera cada cinco minutos.

Lo primero que nos enseñan las telas de Chardin es que, para llegar a la pulcritud, al reposo, a la sensatez que alcanzó Chardin, no hay más remedio que resignarnos a pasar la vida en zapatillas.

Facilísimo haber previsto la muerte de Apollinaire, dado que el cerebro de Apollinaire era una fábrica de pirotecnia que constantemente inventaba los más bellos juegos de artificio, los cohetes de más lindo color, y era fatal que al primero que se le escapara entre el fango de la trinchera, una granada le rebanara el cráneo.

Los esclavos miguelangelescos poseen un olor tan iodado, tan acre que, por menos paladar que tengamos basta gustarlo alguna vez para convencerse de que fueron esculpidos por la rompiente. (No me refiero a los del Louvre; modelados por el mar, un día de esos en que fabrica merengues sobre la arena).

¡La opinión que se tendrá de nosotros cuando sólo quede de nosotros lo que perdura de la vieja China o del viejo Egipto!

¡Impongámosnos ciertas normas para volver a experimentar la complacencia ingenua de violarlas! La rehabilitación de la infidelidad reclama de nosotros un candor semejante. ¡Ruboricémonos de no poder ruborizarnos y reinventemos las prohibiciones que nos convengan, antes de que la libertad alcance a esclavizarnos completamente!

El cemento armado nos proporciona una satisfacción semejante a la de pasarnos la mano por la cara, después de habernos afeitado.

¡Los vidrios catalanes y las estalactitas de Mallorca con que Anglada prepara su paleta!

Los cubistas salvaron a la pintura de las corrientes de aire, de los rayos de sol que amenazaban derretirla pero -al cerrar herméticamente las ventanas, que los impresionistas habían abierto en un exceso de entusiasmo- le suministraron tal cúmulo de recetas, una cantidad tan grande de ventosas que poco faltó para que la asfixiaran y la dejasen descarnada, como un esqueleto.

Hay poetas demasiado inflamables. ¿Pasan unos senos recién inaugurados? El cerebro se les incendia. ¡Comienza a salirles humo de la cabeza!

"La Maja Vestida" está más desnuda que la "maja desnuda".

Las telas de Velázquez respiran a pleno pulmón; tienen una buena tensión arterial, una temperatura normal y una reacción Wasserman negativa.

¡Quién hubiera previsto que las Venus griegas fuesen capaces de perder la cabeza!

Hay acordes, hay frases, hay entonaciones en D'Annunzio que nos obligan a perdonarle su "fiatto", su "bella voce", sus actitudes de tenor.

Azorín ve la vida en diminutivo y la expresa repitiendo lo diminutivo, hasta darnos la sensación de la eternidad.

¡El Arte es el peor enemigo del arte!... un fetiche ante el que ofician, arrodillados, quienes no son artistas.

Lo que molesta más en Cézanne es la testarudez con que, delante de un queso, se empeña en repetir: "esto es un queso".

El espesor de las nalgas de Rabelais explica su optimismo. Una visión como la suya, requiere estar muellemente sentada para impedir que el esqueleto nos proporcione un pregusto de muerte.

La arquitectura árabe consiguió proporcionarle a la luz, la dulzura y la voluptuosidad que adquiere la luz, en una boca entreabierta de mujer.

Hasta el advenimiento de Hugo, nadie sospechó el esplendor, la amplitud, el desarrollo, la suntuosidad a que alcanzaría el genio del "camelo".

Es tanta la mala educación de Pió Baroja, y es tan ingenua la voluptuosidad que siente Pío Baroja en ser mal educado, que somos capaces de perdonarle la falta de educación que significa llamarse: Pío Baroja.

No hay que confundir poesía con vaselina; vigor, con camiseta sucia.

El estilo de Barres es un estilo de onda, un estilo que acaba de salir de la peluquería.

Lo único que nos impide creer que Saint Saens haya sido un gran músico, es haber escuchado la música de Saint Sáéns.

¿Las Vírgenes de Murillo?

Como vírgenes, demasiado mujeres.

Como mujeres, demasiado vírgenes.

Todas las razones que tendríamos para querer a Velázquez, si la única razón del amor no consistiera en no tener ninguna.

Los surtidores del Alhambra conservan la versión más auténtica de "Las mil y una noches", y la murmuran con la fresca monotonía que merecen.

Si Rubén no hubiera poseído unas manos tan finas!... ¡Si no se las hubiese mirado tanto al escribir!...

La variedad de cicuta con que Sócrates se envenenó se llamaba "Conócete a ti mismo".

¡Cuidado con las nuevas recetas y con los nuevos boticarios! ¡Cuidado con las decoraciones y "la couleur lócale"! ¡Cuidado con los anacronismos que se disfrazan de aviador! ¡Cuidado con el excesivo dandysmo de la indumentaria londinense! ¡Cuidado -sobre todo- con los que gritan: "¡Cuidado!" cada cinco minutos!

Ningún aterrizaje más emocionante que el "aterrizaje" forzoso de la Victoria de Samotracia.

Goya grababa, como si "entrara a matar".

El estilo de Renán se resiente de la flaccidez y olor a sacristía de sus manos... demasiado aficionadas "a lavarse las manos".

La Gioconda es la única mujer viviente que sonríe como algunas mujeres después de muertas.

Nada puede darnos una certidumbre más sensual y un convencimiento tan palpable del origen divino de la vida, como el vientre recién fecundado de la Venus de Milo.

El problema más grave que Goya resolvió al pintar sus tapices, fue el dosaje de azúcar; un terrón más y sólo hubieran podido usarse como tapas de bomboneras.

Los rizos, las ondulaciones, los temas "imperdibles" y, sobre todo, el olor a "vera violetta" de las melodías italianas.

Así como un estiló maduro nos instruye -a través de una descripción de Jerusalén- del gesto con que el autor se anuda la corbata, no existirá un arte nacional mientras no sepamos pintar un paisaje noruego con un inconfundible sabor a carbonada.

¿Por qué no admitir que una gallina ponga un trasatlántico, si creemos en la existencia de Rimbaud, sabio, vidente y poeta a los 12 años?

¡El encarnizamiento con que hundió sus pitones, el toro aquél, que mató a todos los Cristos españoles!

Rodin confundió caricia con modelado; espasmo con inspiración; "atelier" con alcoba.

Jamás existirán caballos capaces de tirar un par de patadas que violenten, más rotundamente, las leyes de la perspectiva y posean, al mismo tiempo, un concepto más equilibrado de la composición, que el par de patadas que tiran los heroicos percherones de Paolo Uccello.

Nos aproximamos a los retratos del Greco, con el propósito de sorprender las sanguijuelas que se ocultan en los repliegues de sus golillas.

Un libro debe construirse como un reloj, y venderse como un salchichón.

Con la poesía sucede lo mismo que con las mujeres: llega un momento en que la única actitud respetuosa consiste en levantarles la pollera.

Los críticos olvidan, con demasiada frecuencia, que una cosa es cacarear, otra, poner el huevo.

Trasladar al plano de la creación la fervorosa voluptuosidad con que, durante nuestra infancia, rompimos a pedradas todos los faroles del vecindario.

¡Si buena parte de nuestros poetas se convenciera de que la tartamudez es preferible al plagio!

Tanto en arte, como en ciencia, hay que buscarle las siete patas al gato.

El barroco necesitó cruzar el Atlántico en busca del trópico y de la selva para adquirir la ingenuidad candorosa y llena de fasto que ostenta en América.

¿Cómo dejar de admirarla prodigalidad y la perfección con que la mayoría de nuestros poetas logra el prestigio de realizar el vacío absoluto?

A fuerza de gritar socorro se corre el riesgo de perder la voz.

En los mapas incunables, África es una serie de islas aisladas, pero los vientos hinchan sus cachetes en todas direcciones.

Los paréntesis de Faulkner son cárceles de negros.

Estamos tan pervertidos que la inhabilidad de lo ingenuo nos parece el "sumun" del arte.

La experiencia es la enfermedad que ofrece el menor peligro de contagio.

En vez de recurrir al whisky, Turner se emborracha de crepúsculo.

Las mujeres modernas olvidan que para desvestirse y desvestirlas se requiere un mínimo de indumentaria.

La vida es un largo embrutecimiento. La costumbre nos teje, diariamente, una telaraña en las pupilas; poco a poco nos aprisiona la sintaxis, el diccionario; los mosquitos pueden volar tocando la corneta, carecemos del coraje de llamarlos arcángeles, y cuando deseamos viajar nos dirigimos a una agencia de vapores en vez de metamorfosear una silla en un trasatlántico.

Ningún Stradivarius comparable en forma, ni en resonancia, a las caderas de ciertas colegialas.

¿Existe un llamado tan musicalmente emocionante como el de la llamarada de la enorme gasa que agita Isolda, reclamando desesperadamente la presencia de Tristán?

Aunque ellos mismos lo ignoren, ningún creador escribe para los otros, ni para sí mismo, ni mucho menos, para satisfacer un anhelo de creación, sino porque no puede dejar de escribir.

Ante la exquisitez del idioma francés, es comprensible la atracción que ejerce la palabra "merde".

El adulterio se ha generalizado tanto que urge rehabilitarlo o, por lo menos, cambiarle de nombre.

Las distancias se han acortado tanto que la ausencia y la nostalgia han perdido su sentido.

Tras todo cuadro español se presiente una danza macabra.

Lo prodigioso no es que Van Gogh se haya cortado una oreja, sino que conservara la otra.

La poesía siempre es lo otro, aquello que todos ignoran hasta que lo descubre un verdadero poeta.

Hasta Darío no existía un idioma tan rudo y maloliente como el español.

Segura de saber donde se hospeda la poesía, existe siempre una multitud impaciente y apresurada que corre en su busca pero, al llegar donde le han dicho que se aloja y preguntar por ella, invariablemente se le contesta: Se ha mudado.

Sólo después de arrojarlo todo por la borda somos capaces de ascender hacia nuestra propia nada.

La serie de sarcófagos que encerraban a las momias egipcias, son el desafío más perecedero y vano de la vida ante el poder de la muerte.

Los pintores chinos no pintan la naturaleza, la sueñan.

Hasta la aparición de Rembrandt nadie sospechó que la luz alcanzaría la dramaticidad e inagotable variedad de conflictos de las tragedias shakespearianas.

Aspiramos a ser lo que auténticamente somos, pero a medida que creemos lograrlo, nos invade el hartazgo de lo que realmente somos.

Ambicionamos no plagiarnos ni a nosotros mismos, a ser siempre distintos, a renovarnos en cada poema, pero a medida que se acumulan y forman nuestra escueta o frondosa producción, debemos reconocer que a lo largo de nuestra existencia hemos escrito un solo y único poema.
Ete Sep 2011
La verdad es que: el amor , la paz , la felizidad , no te la puede dar nadie. Nada afuera de ti mismo te lo dara.
Si tu realisaras lo que en realidad tu eres, te darias cuenta de esto imediatamente.

El amor mas grande que tu le puedes dar a un pajarito es soltarlo a el aire. Dejarlo en su naturaleza. Dejarlo volar si eso es lo que quiere. Si el pajarito vuelve , con una erida en la patita, ayudalo. Tu mismo corazon te pedira que le des amor.
Cuando el pajarito se recupere, no pares de darle amor. Dejalo que vuele. Ser libre es parte de su naturaleza. Dejalo ser feliz.


Si tu realisaras lo que en realidad tu eres, te darias cuenta que lo que trae felicidad no es solamente recivir amor. Te darias cuenta que dar amor es lo que en realidad te da felicidad. Dar amor es parte de tu naturaleza. Dentro de ti , bien dentro de ti, en tu essencia, tu eres amor.

Si tu dejas tu felicidad en las manos de otra persona o en algo de tu exterior , tu felicidad siempre va a depender en algo fuera de ti.  Perderas tu propia libertad. Constantemente tu felicidad cambiara de niveles y no seras tu la que estara en control. Otra persona sera responsable por tu felicidad, y esa responsabilidad se la as dado tu misma. Ya no eres una palomita libre. No siempre podras volar cuando tu quieras. No siempre podras ser feliz cuando tu quieras. Aveces tendras cadenas amarradas a tus patitas. Las cadenas seran tu dependencia.


Una paloma solo necesita su libertad para ser feliz.
Una persona también.
Elena Ramos Jun 2016
A la Humanidad
ELENA RAMOS

Ciertamente todos buscamos lo mismo
Poder, Dinero y Fama
Ser mejor para ser escuchados por todos
Tener dinero para poder comprar a todos
Y tener fama para ser reconocidos por todos
No podemos pretender ser supremos ante civilizaciones a las cuales somos exactamente iguales
Tenemos rasgos distintos, dialectos variados pero
Al final somos iguales

Esperamos un desastre para poder unirnos
Uno en el cual tengamos miedo de morir y ser derrotados por fuerzas mayores
Talvez debamos esperar ese fenómeno que cambie a la humanidad
Algo que jamás hayan podido ver nuestros ojos
Un desastre natural que acabe con todos
Una plaga que nos destruya lentamente

En la humanidad hay mucha corrupción, hay desastres creados por nosotros
Hay guerras santas, hay asesinatos planeados
Porque?
Por poder, dinero y fama
Somos invencibles en nuestras mentes, pero que pasa si afuera de nuestra visión
Hay algo más grande que todos juntos
Una fuerza invencible, un poder sobrenatural que en cualquier momento decida destruirnos
Talvez sea suerte o sea el destino

Si decidimos separarnos a diario
Si creamos más violencia
Si hay más separación de naciones
Si hay más hambre
Más infestaciones, más personas mueren a diario
Es inevitable es un proceso natural del hombre
Pero, aceptémoslo más muertes son causadas por nosotros mismos.

Soy tan humana como todos ustedes
Es un acto de paz y un pacto de unidad
La raza humana pierde su escencia
De ser capaces de analizar y ser luz
Somos ciegos y egoístas
Un ego que saciar
Un espíritu que alimentar
A base de mentiras, engaños y sacrificios

Ser pobre o rico
Tener todo o  ser nada
Ver morir pero no actuar
Decidimos sentarnos a ver lo que pasa
Pero  porque no somos parte del espectáculo mejor?
Organizaciones a diario luchan por cambiar el mundo
Fotos de acontecimientos que impactan un rato
Después son desechos que olvidamos por lujos y mentiras


El humano se convirtió en el monstruo más grande que deberíamos temer
Esa sencillez de aceptar el fracaso
Inhumanos ante las crisis de los demás
Muertes por ganas de poder
Muertes por religión y creencias
Si crees en algo, créelo
Pero
Piensa si va en contra de ti y de tu generación
Dos bandos iguales peleando por ser más notorio
Sangre derramada para demostrar grandeza
Lujos para despilfarrar
Lugares hermosos que son destrozados
El hábitat humana dejo de ser para los humanos

Nos convertimos en cosas materialistas
Sin propósitos de vida
Luchemos para ser iguales
Sin distinción de raza, ****, religión, política...
Constantemente decimos eso
Pero realmente se cumple?
Si eres humano y lees esto
Piensa que estás haciendo en este momento
Estas cambiado para bien a tu humanidad?
Venus Apr 2015
Recordaba la luz resplandeciente de sus ojos cada vez que me acostaba. Recordaba su mirada dulce, llena de vida y amor. Recordaba sus fuertes y suaves manos. Recordaba su forma tonta de caminar y como solía reírme. Recordaba cuando lo conocí por primera vez. Estaba tan segura de que no era como los demás. Recordaba su rareza. Recordaba que era lo más que me gustaba de él. Recordaba sus besos. Recordaba que calentaban los míos. Recordaba su abrazo y como lo extrañaba tanto. Luego recordé como sus mentiras me convirtieron en alguien que no era. Recordé como las drogas y el alcohol era mi única escapatoria de no pensar en el. Recordé que él era más intoxicante que la droga y el alcohol, porque de otra manera no entendía porque era en lo único que pensaba. Recordé como lloraba enfrente de mi madre porque el primer chico que le entregué mi corazón me decepcionó de una manera terrible. Recordé como lo defendía porque aún  pensaba que era el chico que me decía los buenos días. Recordé que me tomaba  pastillas para poder dormir. Recordé como mi llanto era lo único que se escuchaba en mi habitación. Recordé como me dolía el corazón y como el dolor no parecía acabarse. Recordé que cuando mencionaban su nombre no había otra cosa que me importase. Recordé que su nombre estaba constantemente en mi cabeza como una canción maldita. Recordé como arranque las páginas de mi poemario porque él no merecía mis sentimientos. Recordé como nunca había escrito sobre alguien. Recordé el miedo que me daba cada vez que alguien me decía que me tenían que decir algo. Recordé como les mentía a todos diciendo que estaba bien. Recordé como decía que estaba mejor cuando me hundía en mi propio mar de lágrimas. Recordé las veces que esperaba un simple mensaje o una palabra. Recordé que aún con todo el daño que causo aún lo esperaba con los brazos abiertos. Recordé que nunca lo tuve y que nunca lo perdí.
Leydis Nov 2018
Esos besos tocan más que labios
Esos besos tocan más que piel
Esos besos tocan más que la necesidad..,
Ellos emocionan, causan euforia,
castigan cuando no son ofrecidos
-  pero eternamente apetecidos.

Aquellos besos suavizan la piel más erguida.
Nuestros besos huelen a manzana
en tiempo navideño en Dominicana.

Esos, aquellos, nuestros besos..,
se van descargando poro a poro,
penetrando más allá del logro
de poder hurgar en los umbrales
físicos y los del alma.

Esos, aquellos, nuestros besos,
se van diluyendo entre pequeñeces,
momentos que a veces parecen
estar estampados en cada fibra
de nuestros cuerpos.

Me besas y te beso,
siento tus labios susurrarle a mi razón;
que el tiempo es nuestro y no en vano
ese beso es sustento, que aboga
constantemente por nuestro amor.

Te beso y me besas
se abren las puertezuelas
se zafaron los anzuelos
somos la misma carne y hueso
yo vivo entre tu sien y labios
tu pueblas dentro de mi ser y templo.

Esos, aquellos, nuestros besos…
A veces corto en nuestro silencio
A veces tan inacabable como nuestra pasión
A veces tan dulce, arruinando cada discusión
Tan llenos de energía, de magia y devoción
Tan llenos de vida son esos, aquellos, nuestros besos..,
penetrando día a día un poco más nuestro corazón.

  LeydisProse
11/30/2018
https://m.facebook.com/LeydisProse//
M Suárez Nov 2016
¿Por qué siento mi corazón en llamas desde anoche? Hasta físicamente lo siento. Un ardor como cuando te cortas entre los dedos con una hoja de papel. Como cuando sientes que la piel se desgarra al caer.
He pensado más en la muerte estos días. Estando en el techo de Camilo, mientras salimos a ver la luna, no pude evitar pensar si la caída me mataría o solo me dejaría parapléjica. Son solo cinco pisos. En el metro he tenido los mismos pensamientos. Me asomo a ver si se acerca el tren y pienso en qué pasaría si finjo que me tropiezo, ¿qué pasaría si me dejo caer a las vías?
Otras veces solo quiero desaparecer. He pensado en irme sin decir nada. Sin ropa y sin avisar. El otro día fantaseaba con estar en mi lugar favorito de Playa del Carmen. Una banca que estaba en la primera planta de la salita de espera del muelle hace unos años. Cuando aún era una palapa y todo era de madera. Hace tanto que no voy. La última vez recuerdo que sólo la vi por fuera y está tan cambiada. Y me arrepentí de no haberme muerto allí, cuando aún me era mágico. E imaginé que tomaba muchas pastillas, me dirigía allí con un libro en la mano (García o Storni, cambiaba constantemente). Y me sentaba, leía un párrafo o dos. Sentía como mi cuerpo se adormecía. Dejaba el libro de lado y tomaba una última postal con los ojos de lo bello que es el mar. Cerraba los ojos. Desde que leí las distintas versiones de cómo murió Alfonsina, la del mar es mi favorita. Pero mi mayor miedo es morir ahogada, así que no fantaseo mucho sobre eso. Porque soy lo suficientemente cobarde como para no hacerme daño. Porque si muero quiero que sea rápido.
No lo haré ahora. Y no porque aún tenga pendientes. En realidad no los tengo. Sino porque aún me da miedo. Me da miedo qué sigue y aún creo en el castigo divino. Mi mayor miedo es el dolor que se debe sentir cuando uno muere. Como muchos suicidas han sido exitosos en sus ganas de morir, no pueden decirnos qué se siente. Ciertamente los muertos no hablan ni escriben historias. Me he preguntado si es como en las películas, si sientes que el alma se sale de tu cuerpo. Tengo la idea de que sí. Definitivamente creo en el alma, si no, no tendría miedo del castigo divino. Pero cuando mi alma se separe de mi cuerpo, presiento que sentiré vacío. Y odio sentir vacío.
Hay una mosca en mi habitación. Son tan sensibles esos insectos. Nunca he sabido si nos huelen o cómo detectan el olor de los animales muertos.
Quizá ya huelo a eso.
Angelique Aug 2013
Constantemente en guerra con mis pensamientos
Esperando, pero no trabajo por la paz que busco
Por Que
              Por Que
                            No sé
Sei-te intrépida.
Cingida ao que não sabes,
na constante manifestação
dos sentidos exacerbados.
Atenta, constantemente inconstante...
Afirmação exclamativa do
que toda a gente deveria ser.
Uma alma manifestada,
uma calma que sabe que vai longe;
que sabe que o longe
é aqui,
e que, sem pressa,
se apressa
em lá chegar.
Rui Serra Jan 2014
Nos meus lábios tocam lágrimas. Lágrimas que
meus olhos vertem sobre v e r d a d e s c r u a s e
insuportáveis. Passo os dias a recordar-te e aos
momentos que passámos “ juntos “. Momentos
tão especiais em que eu era capaz de jurar que
me amavas. Eram os teus olhos sem fim que o diziam...
era tanta a mentira nas tuas palavras
e nos teus carinhos... era, e é tanto o amor em mim.
Mais uma quimera.
Mas tu partiste... partiste dizendo que não me amavas.
Que julgavas tê-lo sentido, mas não. E agora cabisbaixo
e triste divagarei constantemente com meus olhos,
como duas nuvens nostálgicas.
Rui Serra Mar 2014
Aproximação, silêncio total
Sangue, ****
Pesadelos nas ruas de néon
Extensos desertos
Um refúgio
Lá fora, o apelo da boémia
Um mar de asfalto
Não, não vou só
Uma garrafa de gin e um cigarro
Para apaziguar as dores
A escrita é meu refúgio
Minha alegria, minha dor
Vivo constantemente
Num ritmo alucinado
Estou só
Nas entrelinhas de cada frase
Está o corpo que as gerou
Num instante de lucidez
O perfume que hoje trago
É das lágrimas que por ti verto.
Erin Halle Mar 2016
Cuando yo muero,
yo muero.
No habrá más
que la vida que tengo

Pero no vivo mi vida
porque el tiempo
constantemente pasa,
mientras yo fallo el momento.

Qué, de repente, es el presente
hace un momentito, había sido el futuro
y más temprano que tarde,
el entero de mi vida se hunde en el pasado.

“¿Dónde fuiste? ¿Dónde vas?”
Con desesperanza, yo grito
hacia aquel agujero ***** del tiempo.
“Estoy aquí, contigo” responde el momento.

Ahora estoy bajo del agua,
no sé cuánto lleva yo he estado aquí,
mientras el presente está arriba,
mi vida no espera para mí.
Evelin G hoffman Aug 2017
No entiendo mis deseos de tenerte
No entiendo mis ansias de poseerte
Son tan fuertes que abrumen mi mente
mi cuerpo arde por ti constantemente.

El tiempo se me hace una eternidad
Cuando mis ojos te dejan de mirar
Siento una loca y extraña ansiedad
Que me domina y no te dejo de pensar.

Siento extrañarte sin tener necesidad
Quiero acariciarte sin ninguna maldad
Pero comerte a besos en la intimidad
Hacerte solo mia, en la luz y oscuridad

Quiero respirar el aire que viene de ti
Oler tu pelo, tu cara, y volver a sentir
Que eres todo lo que un día pedi' Extasiarme en tu cuerpo, repetir y repetir.
  
Evegaby
8-21-17
Cuando salí de ti, a mí mismo
me prometí que volvería.
Y he vuelto. Quiebro con mis piernas
tu serena cristalería.
Es como ahondar en los principios,
como embriagarse con la vida,
como sentir crecer muy hondo
un árbol de hojas amarillas
y enloquecer con el sabor
de sus frutas más encendidas.
Como sentirse con las manos
en flor, palpando la alegría.
Como escuchar el grave acorde
de la resaca y de la brisa.

Cuando salí de ti, a mí mismo
me prometí que volvería.
Era en otoño, y en otoño
llego, otra vez, a tus orillas.
(De entre tus ondas el otoño
nace más bello cada día).

Y ahora que yo pensaba en ti
constantemente, que creía...

(Las montañas que te rodean
tienen hogueras encendidas).
Y ahora que yo quería hablarte,
saturarme de tu alegría...

(Eres un pájaro de niebla
que picotea mis mejillas).
Y ahora que yo quería darte
toda mi sangre, que quería...

(Qué bello, mar, morir en ti
cuando no pueda con mi vida).
alaska Jul 2019
A veces extraño mucho a la gente
en especial a los que me hacen daño
quizá es por todo lo malo que me dejaste y por todo lo que he sufrido
No me gusta pensar en mi misma como la víctima de nadie
pero sé que de alguna forma u otra, lo fui
A veces me siento tan perdida y vacía que pienso que lo único que me traería de vuelta el sentido es volver a enredarme en tus juegos y dejar que me destruyas el alma una vez más
Te juro que no sé qué más hacer. Escribo esto con un dolor en el pecho que no se compara con nada en el mundo.
A veces quisiera irme lejos
pero del único lugar que realmente quiero huir es de mi mente
porque no importa lo que haga, la terapia, la medicación
mis fantasmas no descansan y por lo tanto, yo tampoco
A veces quisiera mandarte mensajes y decirte que es tu culpa,
que todo lo malo que me hiciste y me dijiste finalmente se me metió en la cabeza y que no importa lo que haga, no se va.
No sé si tiene algún sentido que escriba todo esto, la verdad.
y siento que seguiré haciéndolo por el resto de mi vida y nunca se va a desvanecer toda la putrefacción que siento constantemente.
Leydis Sep 2017
Entre sin medir consecuencias,
amándote con reverencia,
cobijando tus sueños acuesta de los míos,
con empeño aliviaba tus escalofríos,
metiéndome en tus vacíos escondrijos,
adornándolos con la magia de algún que otro verso,
algún que otro beso que te devolviera la vida,
trepidando entre esos renglones poéticos,
tratando de escribirte otra vida,
decretando cosas en tu vida, que ni tú mismo creías.
Más que te puedo decir amor…
¡Ces’t la vie!

Como agua corriente constantemente fluía,
para mover tus mares estancados,
Para formar ríos de agua dulces en tus aguas saladas.
Hice de las cuatros estaciones una perenne primavera.
mas tus ventiscas de nieves nunca dejaron de cesar,
consecuentemente dañando la tierra que trabaje con mis manos,
estropeando la cosecha, arruinando mis frutos,
y esa nieve que se tornaba en agua poco a poco fue debilitando la estructura de la casa,
más que te puedo decir, ¡Así es la vida!

Te llene de champaña cuando tu paladar solo sabía denotar cerveza barata,
forre tu patio con viñedos de la antigua Francia,
los sembré, para que nunca se perdiera el sabor del embriagante vino en tu insipiente boca.
Te llene de campanas que rimaban con la esperanza,
llene tu mente de museos, de historias no contadas,
te llene de un mundo que tu mente barata nunca podría imaginar,
pero así es la vida amor, “más sabe el rico de pobreza que la pobreza del pobre”
Más que te puedo decir amor…¡Ces’t la vie!

¿Y nuestra cama?
Bueno en esa, el espíritu del Marques de Sade se embreñaba.
Trate por todo medio que nuestra pasión fuera inmarcesible,
que siempre estuviese accesible,
con una llama incandescente,
con un deseo impaciente,
con unos besos indecentes,
con una pasión que reexpida,
mas no era leal tu entrega
y el vacío de tu amor en mi alma vacilaba,
y tu nieve mi calor enfriaba,
hasta que de prolongados otoños se llenaron nuestros días,
y de quererte, de amarte, de regalarme sin medidas resistía.

Hay te dejo tu frio,
yo voy a rehacer mi vida en aguas cristalinas.
Que te puedo decir amor…
¡Ces’t la vie! Acaso,
¿no era eso lo que querías?

LeydisProse
8/23/2017
Mucho les importa la poesía.
Hablan constantemente de la poesía,
y se prueban metáforas como putas sostenes
ante el oval espejo de las oes pulidas
que la admiración abre en las bocas afines.

Aman la intimidad, sus interioridades
les producen orgasmos repentinos:
entreabren las sedas de su escote,
desatan cintas, desanudan lazos,
y misteriosamente,
con señas enigmáticas que el azar mitifica,
llaman a sus adeptos:
-Mira, mira…

Detrás de las cortinas,
en el lujo en penumbra de los viejos salones
que los brocados doran con resplandor oscuro,
sus adiposidades brillan pálidamente
un instante glorioso.
Eso les basta.

Otras tardes de otoño reconstruyen
el esplendor de un tiempo desahuciado
por deudas impagables, perdido en la ruleta
de un lejano Casino junto a un lago
por el que se deslizan cisnes, cisnes
cuyo perfil
-anotan sonrientes-
susurra, intermitente, eses silentes:
aliterada letra herida,
casi exhalada
-puesto que surgida
de la aterida pulcritud del ala-
en un S. O. S. que resbala
y que un peligro inadvertido evoca.
¡Y el cisne-cero-cisne que equivoca
al agua antes tranquila y ya alarmada,
era tan sólo nada-cisne-nada!

Pesados terciopelos sus éxtasis sofocan.
LKenzo Dec 2020
Rompí mis entrañas, de tanto pensar
porque cuando estoy triste, me gusta llorar
por cada una de mis células suicidas
que me culpan de intentar y nunca lograr,
siempre seré joven y nunca me entenderán
cuando les diga que solo mi voz
me puede dañar
desesperada de sentirme cansada y enferma
cayendo mi cuerpo, goteando como la sangre
vacía y hundida, amando a tantos chicos
como me permite mi roto corazón,
vaciando mi bolso de drogas y alcohol,
se que cuando llegue a casa me tendré que lavar
para quitar de mi cuerpo toda esta suciedad.
Besando la frente de la oscuridad
cerrando los ojos ante la perdición
La última vez que me preguntaste;
¿Que coño pasa? En mi cabeza.
Te respondí
Si me quieres de verdad, no volverás a preguntar.

Constantemente
me expongo a muchos cambios
me expongo a grandes cambios
en mi vida.
El único desamor que tuve
fue perder a mi única amiga
Quiero a mi padre.

Luego digo que no me importa el amar
“solo el dinero”
pero ¿a quien pretendo engañar?
si cada noche en mi cama me vuelvo a enamorar
y me despierto con el corazón roto,
con un dolor tan intenso que me apetecería gritar.
La piedra fría y el soplar de los árboles
¿No lo sientes en tu corazón?
No me obligues a ir allí
contesta.
Llovió durante 9 meses y aún sigue lloviendo
en el escenario vacío de aquel festival
como única seña de mi desesperada tristeza,
por más que quiera hacerme la fuerte se
que lloverá pero tu no volverás
cambiaré mi cuerpo, joderé mi vida
pero ya nunca regresarás
Bagdad arderá...
y nunca me besarás.
Me estoy matando.

Dime entonces si bien ¿seré feliz de verdad?
Wörziech May 2013
O tempo que constantemente muda o esboço do destino fora mudado outra vez no passado indigesto de minha diversão.
São os sentimentos que retornam em um ciclo e proferem em minha mente; que profere minha mente.
Esse que sou, sem saber aonde vou, constituindo o meu ser que é provocado continuamente por transtornos tangenciais a minha meditação.
Sussurros a dizer:
Dê-me sua mão, Diga-me que sim, Dê-me seu coração.
Ser assim. Estar assim. Pensar assim.
Audição minuciosa, explicação inerente aos sons de mentiras, sobressaem dizeres:
Siga em frente, vá à frente…
Inerentes mentiras superficiais a sua tristeza provocam temor em minhas abatidas palavras vívidas, pelo tempo programadas, sensivelmente resfriadas pelo acaso, compondo a infindável harmonia das circunstancias do equilíbrio de minha instável mente.

— The End —